Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa

   EMBED

Share

Preview only show first 6 pages with water mark for full document please download

Transcript

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA UNIDAD IZTAPALAPA División de Ciencias Sociales y Humanidades Departamento de Filosofía Área de Historia Moronato y desmoronamientos: Luis Morones, la CROM y el Partido Laborista durante el maximato (1928 –1936) TESINA que para obtener el título de Licenciado en Historia presenta ALBERTO EFRAÍN ALVAREZ FERRUSQUÍA Director de Tesina: Maestro Javier Mac Gregor Campuzano Lectores: Maestra Norma Zubirán Escoto Doctor José Rivera Castro México, D. F., abril de 2005 ÍNDICE Presentación 3 Capítulo 1 – La década CROM (1918 – 1928) 7 Capítulo 2 – En la presidencia de Plutarco Elías Calles 23 Capítulo 3 – En la presidencia de Emilio Portes Gil 48 Capítulo 4 – En la presidencia de Pascual Ortiz Rubio 77 Capítulo 5 – En la presidencia de Abelardo Rodríguez 113 Capítulo 6 – En la presidencia de Lázaro Cárdenas 136 Conclusiones 165 Fuentes 169 3 Presentación TEMA: Moronato y desmoronamientos: Luis Morones, la CROM y el Partido Laborista durante el maximato (1928-1936). Inicio: Pugna Obregón-Morones motivada por la reelección presidencial, asesinato de Obregón, salida de Morones del gabinete callista, principio del maximato. Final: Pugna Calles-Cárdenas motivada por la agitación obrera, expulsión del país de Calles y Morones, fin del maximato, consolidación del cardenismo. Contexto y Justificación: La historiografía existente sobre el periodo en general y sobre la actuación del movimiento obrero en particular reconoce el papel hegemónico desempeñado por la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM) en el decenio 1918-1928, especialmente durante el último cuatrienio el cual es incluso caracterizado por algunos como virtual etapa de “gobierno laborista” debido a la cuasi omnipresencia de los cromistas en los asuntos públicos más importantes relativos a la presidencia callista (conflictos petrolero y religioso); igualmente reconoce dicha hegemonía como derivada de la relación privilegiada existente entre la dirección de la central obrera y el gobierno en general, y entre Morones y Calles en particular. Siguiendo esta línea, se asume que la salida de los cromistas del gobierno callista, tras la sospecha de responsabilidad en la muerte de Obregón, supone 4 la abrupta pérdida de poder por parte de estos y el consecuente inicio de la dispersión del sindicalismo oficialista que caracterizará el período hasta la reunificación que dará lugar a la formación de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) la cual sucederá, significativamente, en fecha muy cercana al corte final de nuestro estudio. De este modo, los estudios monográficos sobre la CROM1 cortan su investigación en el momento en que sucede la pérdida de protagonismo conocida como “ desmoronamiento” (1928), por su parte, los estudios generales sobre el movimiento obrero durante el período en cuestión (19281936) hacen referencia a la CROM únicamente para señalar los sucesivos desprendimientos que sufrió a lo largo del período y que dieron lugar al nacimiento de otras tantas agrupaciones sindicales que antecedieron y fueron parte importante en la formación de la desde entonces hegemónica CTM (1936). Así, durante el maximato, de la CROM sólo se conocen las sucesivas rupturas (que bien pueden ser calificadas como otros tantos “desmoronamientos” : los “lobitos”, 1929; Pérez Medina, 1931; Lombardo, 1932; y sus respectivas consecuencias externas: FSTDF, CTDF, CGOCM, etc.), desconociéndose la continuidad interna de la central, su actuación política durante el período y especialmente la índole de su relación con el Jefe Máximo (reconocido como 1 Aunque la historiografía sobre el movimiento obrero es abundante, las monografías cromistas se cuentan con los dedos de la mano: Barbosa Cano, Fabio, La CROM, de Luis Morones a Antonio Hernández, México, UAP, 1980; González Sierra, José, Las relaciones del Estado con la clase obrera: la CROM 1918 1928, Tesis de Licenciatura en Sociología, FCPS-UNAM, 1975; Guadarrama, Rocío, Los sindicatos y la política en México: la CROM 1918 1928, México, Era, 1981; Hochstatter, Thomas, The decline of the Confederación Regional Obrera Mexicana. An Analysis, M.A. Thesis, University of the Americas, 1971. De dichos textos, sólo el primero y el ultimo van más allá de 1928. El libro de Barbosa es una compilación documental; la tesis de Hochstatter, aunque llega hasta los años 50, trata superficialmente los sucesos posteriores al desmoronamiento. 5 árbitro indiscutido de la política mexicana), relación que debió conservar la suficiente cercanía e importancia como para mantenerse hasta un punto en que Cárdenas considerase necesario que Morones acompañase a Calles al exilio que significó el fin del maximato. Si la clave del éxito de la CROM durante sus años de esplendor fue la relación íntima con la fuente principal de poder político, es decir, la Presidencia, parece paradójico que la continuidad de ese poder encarnado en Calles a lo largo del maximato vaya acompañada de la decadencia de la central. Acercarse a la comprensión de esta paradoja es la finalidad principal de este estudio. Hipótesis y objetivos: A pesar de los sucesivos desmoronamientos, la CROM conserva un papel importante, aunque no preponderante, en el escenario sindical y político a lo largo del período en estudio. Establecer la dimensión del mismo es el objetivo general de esta investigación. Dado que las deserciones de líderes secundarios enfatizan cada vez más la conducción personalista por parte de Morones, los sucesivos “desmoronamientos” acentúan la “moronización” de la CROM), se considera pertinente establecer como objetivo particular la determinación de las relaciones de éste con los polos visibles del poder político: Jefe Máximo y Presidentes del período (Portes Gil, 1928-1930; Ortiz Rubio, 1930-1932; Rodríguez, 1932-1934; Cárdenas, 1934-1936), específicamente los costos y beneficios de moverse dentro de este tenso triángulo de confrontaciones y lealtades. 6 La índole personalista del tratamiento escogido, así como la caracterización y nomenclatura típicas dadas al período (maximato), autorizan la construcción del neologismo “moronato” como parte del título de la investigación. Esquema de contenido: La organización de la presentación de resultados de investigación sigue el esquema típico de antecedentes consistentes en una breve historia de la CROM durante el período precedente (1918-1928); un cuerpo central de investigación cuyos cortes intermedios son tanto los sucesivos “desmoronamientos” como los cuatro bienios presidenciales de que consta el período y unas conclusiones. Si bien los apartados del cuerpo principal (capitulado) se suceden en orden cronológico o diacrónico, dentro de cada uno de ellos se realiza un análisis sincrónico de los diversos actores políticos en juego y de las resultantes relaciones de poder que los vinculan. Metodología: Puesto que el hilo conductor del texto es la actuación política de Luis Morones a lo largo del período, a partir de esto se procederá de manera inductiva proyectando la relación existente entre el personaje y los actores políticos circundantes, el reflejo de la misma es el objeto de estudio que da lugar al consecuente análisis de conjunto del sistema establecido entre los participantes de éste (Morones-Calles-Presidentes). 7 Capítulo 1 La década CROM (1918 – 1928) Año 3 A. C. (Antes CROM): El destino fatal del movimiento obrero mexicano, caracterizado por su tutela gubernamental, se empezó a escribir a principios de 1915 cuando, en plena lucha de facciones carrancista contra convencionista, la supuestamente anarquista Casa del Obrero Mundial (COM) firmó un pacto de adhesión con la primera facción: Documento de adhesión al Gobierno Constitucionalista suscrito por la Casa del Obrero Mundial, febrero 17 de 1915: 1. El gobierno constitucionalista reitera su resolución expresada por decreto de 4 de diciembre del año próximo pasado, de mejorar por medio de leyes apropiadas la condición de los trabajadores, expidiendo durante la lucha todas las leyes que sean necesarias para cumplir aquella resolución. 2. Los obreros de la Casa del Obrero Mundial con el fin de acelerar el triunfo de la revolución constitucionalista, hacen constar la resolución que han tomado de colaborar de una manera efectiva y práctica por el triunfo de la revolución, tomando las armas, ya para guarnecer las poblaciones que están en poder del gobierno constitucionalista, ya para combatir a la reacción. 3. Para llevar a cabo las disposiciones contenidas en las cláusulas anteriores, el gobierno constitucionalista atenderá las justas reclamaciones de los obreros en los conflictos que puedan suscitarse entre ellos y los patronos, como consecuencia del contrato de trabajo. 1 El pacto entre la Casa y Carranza otorgaba a los obreros la promesa de futuras disposiciones legales favorables a sus intereses, otorgaba también el compromiso gubernamental de favorecer dichos intereses en las disputas entre el trabajo y el capital; otorgaba, en suma, buenas intenciones. Por su parte, Carranza obtuvo el respaldo bélico inmediato de unos 7 mil obreros agrupados en 6 batallones. La 1 Boletín del Archivo General de la Nación, Tercera Serie, Número 15, Enero – Marzo 1981, p. 9 8 disparidad del trato reflejaba la disímil posición de los actores del pacto. Pacto en el que, sobra decirlo, la COM era la parte más débil. El primer batallón rojo combatió en las batalla del Ébano, los batallones cuarto y quinto participaron en las batalla de Celaya que selló el triunfo de los constitucionalistas sobre los villistas. 2 Días antes de la firma del pacto entre la COM y los carrancistas, el 6 de febrero de 1915, Álvaro Obregón, comandante en jefe de las tropas constitucionalistas ocupantes de la ciudad de México, incautó la Compañía Telefónica y Telegráfica de México. La incautación fue consecuencia de una prolongada huelga que culminó con la entrega de su administración a los trabajadores quienes, en delirante asamblea, eligieron como gerente general a un joven empleado de apenas 25 años, fama de buen orador y de nombre Luis Morones.3 Al triunfo militar constitucionalista siguió el inmediato licenciamiento de los batallones rojos iniciado a principios de 1916. Al licenciamiento siguió la limitación a las actividades propagandísticas de la COM y a la realización de huelgas. Era claro que, pasada la necesidad militar, el gobierno carrancista había cambiado su inicial actitud permisiva y, en adelante, la COM sería tratada de manera diferente. Poco más de un año después de la firma del pacto, Morones participó en la organización de un Congreso Obrero en Veracruz. Morones, a pesar de la aceptación de la gerencia telefónica, se había declarado opuesto a la firma del pacto con el carrancismo y a la colaboración con el gobierno. El manifiesto del 2 De Neymet, Marcela, “El movimiento obrero y la Revolución Mexicana” en Historia y Sociedad, No. 9, Primavera 1967, p. 66 3 La juventud de Morones, etapa previa a su vida pública, se halla relatada de manera apologética en Ortiz Petricioli, José, El compañero Morones, México, Costa Amic, 1968 y en Retinger, J.H., Morones de México, México, 1927. Véase también Buford, Nick, A biography of Luis Morones, Mexican labor and political leader,Ph. D. Dissertation, Louisiana State University, 1971. 9 Congreso, del cual surgió la Confederación del Trabajo de la Región Mexicana, afirmaba: Queda excluida toda forma de participación política, es decir, el hecho de adherirse oficialmente a un gobierno o partido. Los sindicatos son exclusivamente organizaciones de resistencia.4 Los acontecimientos posteriores harían cambiar radicalmente la postura de Morones. El 1 de agosto de 1916, tras la exigencia de que los patronos capitalinos dejasen de pagar los salarios de los trabajadores en bilimbiques carrancistas, exigencia que llevó a la huelga general respaldada por los sindicatos de electricistas, tranviarios, telefonistas y de aguas potables, es decir de los servicios públicos; el gobierno carrancista respondió con la ocupación militar de las fábricas, arrestó a los dirigentes y publicó un decreto terrible: Se castigará con la pena de muerte, además de a los trastornadores del orden público que señala la Ley del 25 de enero de 1862: Primero: A los que inciten a la suspensión del trabajo en las fábricas o empresas destinadas a prestar servicios públicos. Segundo: A los que destruyeren los efectos de la propiedad de las empresas. Tercero: A los que con amenazas impidan que otras personas ejecuten los servicios que prestaban. 5 Aunque el decreto no fue aplicado, demostró claramente hasta donde habían cambiado las relaciones entre la COM y el gobierno y cuales eran los límites de la independencia sindical. La COM y la huelga, es decir la acción directa, pasaron al olvido. 4 Meyer, Jean, “Los obreros en la Revolución Mexicana: Los batallones rojos” en Historia Mexicana, XXI:1, No. 81, julio-septiembre 1971, p. 23 10 Entre quienes fueron a dar con sus huesos en la cárcel a consecuencia de la represión carrancista se hallaba Luis Morones. Tras un arresto de un par de semanas, su despido de la gerencia telefónica y la imposibilidad de encontrar empleo en la capital, Morones se trasladó a Pachuca donde asumió el cargo de secretario del Ayuntamiento. Dicho nombramiento le fue concedido por Pedro Rivera, presidente municipal de dicha ciudad y amigo suyo.6 De la militancia sindical a la administración de una empresa hecha pública, de la gerencia a la oposición al gobierno, de la oposición a la cárcel, de la cárcel a la administración pública; el trayecto personal y político de Morones, vertiginoso y no exento de contradicciones, estaba a punto de encauzarse definitivamente al vincularse a quien había sido su primer padrino revolucionario: Álvaro Obregón. El artículo 123 de la Constitución de 1917, cuya inclusión se hizo a pesar de Carranza y gracias a la acción de constituyentes de filiación obregonista, acercó nuevamente a obreros y a una facción de la clase gobernante. La parte correspondiente a la clase gobernante en el pacto comenzaba a cumplirse. Días después de la promulgación de la Carta Magna, Morones anunció su intención de, contrariamente a lo expresado apenas un año antes, participar en política: Manifiesto del Partido Socialista Obrero (PSO), 20 febrero 1917 Al decidirse los obreros que más constantes han sido en las luchas sindicalistas de esta región, durante los últimos años, a formar el PSO, han creído un deber ineludible lanzar este manifiesto para dar a nuestros compañeros una explicación para justificar nuestra actual actitud. Teniendo en cuenta el estado moral, el espíritu de nuestros compañeros poco avezados a esta lucha, hemos creído de todo punto necesario modificar en algo, ampliándolos, nuestros métodos de lucha, no sólo para evitar desastres como los del año pasado, sino también para impedir que 5 6 Ibid, p. 25 Retinger, J.H., Op. Cit., pp. 23 - 25 11 nuestros sindicatos mueran y que la clase obrera vuelva a su antiguo estado de servilismo. A todo le expuesto se debe que nosotros, que rehuimos siempre tomar parte en las contiendas políticas, hayamos decidido ampliar, por medio de la acción múltiple, nuestros sistemas de lucha. Luis Morones, secretario del Interior 7 Evitar el desastre, ampliar los métodos de lucha. Ante la adversidad de la facción gubernamental dominante, el carrancismo, Morones reconocía la necesidad de seguir el camino de la participación política antes repudiado. Dicho camino requeriría de aliados que provendrían, desde luego, de la misma clase gobernante. Al respecto, Ricardo Treviño comenta: El desastre sufrido por el movimiento obrero bajo la dirección de la Confederación del Trabajo de la Región Mexicana y el fracaso del empleo del método de Acción Directa, que los dirigentes anarquistas le imprimieron, disolvió de hecho la naciente Confederación. Poco a poco, sin embargo, los grupos obreros fueron reorganizándose. Uno de estos grupos se formó encabezado por Luis Morones y adoptó una conducta que no podría calificarse doctrinariamente; pues más bien fue de tendencia acomodaticia; su primer objetivo fue el de reanudar las relaciones rotas por los acontecimientos, con los elementos políticos de la Revolución, y volver a un entendimiento con el gobierno del señor Carranza; y como demostración de que se había abandonado definitivamente el radicalismo, este grupo formó en febrero de 1917, un partido político. Las actividades del PSO no obtuvieron resultados electorales, pero fueron el principio de una reconciliación de este grupo con el gobierno. 8 Reanudar las relaciones rotas, volver a un entendimiento, abandonar el radicalismo, formar un partido. Uno a uno, estos pasos, descubiertos al calor de la lucha en un camino no exento de contradicciones, serían seguidos por Morones. 7 8 Barbosa Cano, Fabio, La CROM, de Luis Morones a Antonio Hernández, México, UAP, 1980, pp. 141 - 143 Ibid, pp. 145 - 147 12 A pesar del fracaso electoral del PSO que no obtendría ninguna representación en el Congreso, el camino a seguir no tendría retorno. Poco más de un año después, en mayo de 1918 y a iniciativa de Gustavo Espinoza Mireles, gobernador del estado de Coahuila, se llevaría a cabo en Saltillo un Congreso de Unificación Obrera del cual surgiría la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), en cuya declaración de principios se asentaba: A fin de cumplir con los postulados de su declaración de principios, la CROM desliga la política del sistema de lucha adoptado y no sanciona la que se tratare de desarrollar dentro de sus agrupaciones adherentes; por lo que declara que la acción individual de los trabajadores confederados, tanto en asuntos políticos como en los de cualquier otra índole, es ajena a la actuación sindicalista o de unionismo de resistencia, encaminada a la defensa de la clase laborante dentro de los terrenos social y económico. 9 Aunque la declaración de principios parecía deslindarse de la política, en realidad permitía dicha participación a título individual través de agrupaciones adherentes que no podían ser otras que un partido político. Nuevamente, Ricardo Treviño comenta: Punto importante del programa que el Congreso adoptó para la naciente Confederación Obrera fue el relativo a sus relaciones con el gobierno. En la discusión de este problema, nuevamente fueron derrotados los pocos radicales que se atrevieron a insistir en sus puntos de vista, sosteniendo la tesis de acción directa, consecuencia de su doctrina anarquista. Pero los antecedentes de la firma del pacto de la COM controlada por los anarquistas, con el gobierno constitucionalista y los fracasos recientes del empleo de la acción directa, determinaron que la asamblea se decidiera a favor de una amplia colaboración, no política, con el gobierno.10 9 Ibid, p. 94 Ibid, pp. 183 - 184 10 13 La CROM inició su vida pública enarbolando la presuntamente amplia, y como tal ambigua, bandera de la “acción múltiple” cuya tesis principal puede considerarse el abandono de la “acción directa”, a su vez definida por la lucha de clases que predica el enfrentamiento abierto con la burguesía y con el Estado en tanto que éste es considerado mero instrumento de aquella; por el contrario, la “acción múltiple” suponía la subordinación de la confrontación a la participación política dentro de los cauces establecidos, es decir, la búsqueda de alianzas y eventual colaboración con las facciones progresistas – revolucionarias – del Estado con el fin de incrustarse en el aparato del mismo. La irrupción de lleno en la actividad política requería, como ya se apuntó, de los aliados adecuados. El más adecuado sería el antiguo artífice del pacto con la COM y de la inclusión del artículo 123, el hombre que además contaba con el respaldo militar que le permitiría hacerse en breve del poder: Álvaro Obregón. Siguiendo esta línea de acción, apenas un año después, en 1919 los cromistas fundaron el Partido Laborista Mexicano (PLM) mediante el cual apoyaron la candidatura presidencial de Obregón y, eventualmente, la rebelión aguaprietista que lo conduciría al poder. Al respecto, Jean Meyer resume: Con la CROM los obreros reemprendieron el camino del pacto de 1915. La lección había sido bien entendida: se debía cooperar aún más estrechamente con el gobierno y, sobre todo, no se debía chocar con él. En 1919, la CROM creó el Partido Laborista con la clara idea de entrar en el gobierno. Para eso, Morones y Treviño firmaron un pacto secreto con Obregón. En él se apoyaba a Obregón en contra de Carranza porque, con lucidez y cinismo, los laboristas no veían otra salvación que el sindicalismo dentro de la organización política. El acuerdo se firmó ocho horas antes de que Obregón se sublevara contra Carranza, y la CROM cosechó, bajo las presidencias de Obregón y Calles, los frutos de la alianza. 11 11 Meyer, Jean, Op. Cit., p. 29 14 Los frutos de la alianza fueron cosechados al arribo de Obregón a la presidencia y, aunque estuvieron por debajo de las condiciones del pacto acordado, sin embargo no eran poca cosa: Celestino Gasca, firmante original del pacto de la COM y fundador de la CROM, fue nombrado gobernador del Distrito Federal; Morones, secretario general de la central obrera, obtuvo la Dirección de Abastecimientos Fabriles y Aprovisionamientos Militares, Eduardo Moneda quedó a cargo del Departamento de Previsión Social. 12 Otros laboristas destacados como Ricardo Treviño y José Gutiérrez fueron electos diputados federales. 13 La incorporación al gobierno, especialmente en sus altos cargos, estuvo reservada desde el principio a los miembros de la cúpula directiva de la CROM y el laborismo; burocracia sindical y partidista que se autodenominaría “Grupo Acción”. Sobre los orígenes del Grupo Acción, Retinger apunta: (Morones) Había concebido la idea de formar dos agrupaciones distintas: una, integrada por los líderes, que en esa forma estarían capacitados para trabajar más estrechamente; y de ese modo aparecer públicamente como un grupo indivisible; otra, una federación de sindicatos obreros. La primera organización, que más tarde fue conocida con el nombre de Grupo Acción, tenía en sus comienzos, aparte de Morones, sólo dos miembros: José Barragán y Ezequiel Salcedo. 14 El Grupo Acción se formaría en paralelo a las instancias formales de la central y el Partido Laborista y prevalecería sobre ambos. 12 Basurto, Jorge, El proletariado industrial en México, México, IIS-UNAM, 1981, p. 219 Ibid, p. 221 14 Retinger, J.H., Op. Cit., pp. 37, 41 13 15 Posteriormente, el Grupo crecería: Ricardo Treviño, Salvador Álvarez, Ezequiel Salcedo, Samuel Yúdico, Salustio Hernández, Pedro Rivera Flores, José López Cortés, Reynaldo Cervantes Torres, Eduardo Moneda, Juan Lozano, Juan Rico, José Gutiérrez, Eulalio Martínez, Raymundo Valdéz, Celestino Gasca, Marcos Tristán, Juan Fonseca, Fernando Rodarte, Adalberto Polo, Pedro Suárez. 15 Sobre el funcionamiento del Grupo, Retinger asienta: Morones, si bien es el miembro más autorizado y el reconocido líder del Grupo Acción, de la CROM y del Partido Laborista, está muy lejos de ser un dictador. Naturalmente la voz de Morones goza de gran consideración entre los círculos obreros; pero sus puntos de vista no siempre son respaldados por la mayoría.16 Al respecto, Treviño coincide: Morones fue el jefe del grupo, pero jamás dio una orden a elementos del grupo, en todos los casos trataba a los compañeros en plan de consulta y cuando los consultados no coincidían con él, empleaba su dialéctica para exponer sus puntos de vista; y en muchas ocasiones sin hacer punto de amor de sus opiniones, aceptaba las de los demás. En las juntas del grupo, jamás hablaba primero; siempre era el último en opinar y de esa manera actuaba como coordinador del pensamiento del conjunto.17 A pesar de ser reconocido como jefe y de tener la última palabra, en el principio Morones requirió del apoyo consensuado de sus compañeros los cuales contaban con trayectorias propias en la acción sindical. La unidad entre los laboristas era absolutamente necesaria puesto que, durante el gobierno de Obregón, debieron combatir a otras fuerzas políticas que se oponían al gobierno o se disputaban su favor. 15 Treviño, Ricardo, Frente al ideal. Mis memorias, México, Casa del Obrero Mundial, 1974, pp. 36-37 Retinger, J.H., Op. Cit., p. 53 17 Treviño, Ricardo, Op. Cit., p. 36 16 16 Tras combatir sucesivamente al Partido Liberal Constitucionalista y al Partido Nacional Cooperatista, las elecciones intermedias de 1922 ampliaron la presencia laborista en la Cámara Baja pues fueron electos diputados el propio Morones, Fernando Rodarte, Ezequiel Salcedo y cinco laboristas más.18 A lo largo del gobierno obregonista los laboristas ampliaron y consolidaron su presencia como principal organismo de representación sindical; paralelamente estrecharon sus vínculos con Plutarco Elías Calles, vínculos que databan de 1919 cuando Calles ocupó la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo, y que se incrementaron a partir de 1920 en que Calles se desempeñó como secretario de Gobernación, síntoma del tránsito cromista de la esfera sindical a la política. La dualidad política-sindical encarnada en el laborismo beneficiaba a la CROM y afectaba a las organizaciones sindicales rivales. Raúl Trejo Delarbre resume la situación: Esta doble condición de dirigentes sindicales y funcionarios gubernamentales, se traduciría en una notable sujeción de la CROM a los intereses del gobierno obregonista, en detrimento de los intereses de los obreros. Entre 1921 y 1923 estallan distintas huelgas, que son neutralizadas gracias a acuerdos entre Obregón y la CROM.19 Para tener alguna posibilidad de éxito en el ámbito sindical había que estar en buenos términos con el gobierno lo que implicaba estar en buenos términos con la CROM. El camino independiente se hallaba vedado, el de la incorporación a la CROM brindaba posibilidades. A partir de 1920, cuando contaba con apenas algunas pocas decenas de miles de afiliados, la CROM crecería vertiginosamente 18 Basurto, Jorge, Op. Cit., p. 223 Trejo Delarbre, Raúl, “Historia del movimiento obrero en México, 1860-1982” en González Casanova, Pablo (coord), Historia del movimiento obrero en América Latina. T.1, México, Siglo XXI, 1984, p.25 19 17 hasta alcanzar, según sus propias cifras, dos millones de agremiados. Dichas cifras son discutibles pero el notable crecimiento no lo era. Llegado el momento, los laboristas apoyaron sin reservas - llegando incluso a combatir a los delahuertistas rebeldes – la aspiración presidencialista de Calles quien a su vez los premió con generosidad. La ruptura entre Obregón y Morones se hizo manifiesta precisamente durante la rebelión delahuertista. Tras el asesinato del gobernador yucateco Felipe Carrillo Puerto, Morones responsabilizó del crimen, desde la tribuna de la Cámara de Diputados, a sus rivales cooperatistas: Luis Morones, intervención en la Cámara de Diputados, 14 enero 1924: Pueden creer los señores diputados cooperatistas que el tiempo está contando y que más rápidamente de lo que piensan irán sintiendo la acción punitiva, la acción de castigo, de venganza y de protesta que perpetrará el movimiento obrero de México. Si creen que el fuero va a ser respetado por el movimiento obrero se engañan de la manera más clara: el fuero lo respetarán las autoridades, el movimiento obrero no lo respetará. El gobierno nada tiene que ver con esta acción que llevará a cabo el movimiento obrero; el dará las garantías; pero a pesar de esas garantías, la sentencia del movimiento obrero se cumplirá y por cada uno de los elementos nuestros que caiga en la forma en que cayó Carrillo Puerto, lo menos caerán cinco de los señores que están sirviendo de instrumento a la reacción.20 Una semana después, en un mitin celebrado en el cine Venecia, Morones le puso nombre a sus amenazas: La guerra es sin cuartel, diente por diente, vida por vida. Toca ahora a los senadores el castigo. Field Jurado y Trejo están reuniendo fondos para enviarlos a los rebeldes. 20 Barbosa Cano, Fabio, Op. Cit.,pp. 201 - 202 18 Días después del discurso moronista, el 23 de enero cuando salía del Senado, el senador cooperatista por el estado de Campeche Francisco Field Jurado fue asesinado de ocho tiros disparados, en el mejor estilo que haría célebre a Al Capone, de un auto en movimiento. No por nada los mafiosos de Chicago llamaban a las agrupaciones de bandas syndicate. El asesinato de Field Jurado, del cual la opinión pública responsabilizaba a los laboristas y especialmente a Morones, motivó un deslinde del presidente Obregón respecto a los procederes laboristas: Mensaje de Obregón a Morones, 25 de enero de 1924: Yo no quiero dudar ni por un solo momento de la sana intención que a usted le inspiró la declaración pública que hizo en un viril discurso, en que vigorosamente defendió la actual administración; pero aquella declaración, que anunciaba los desgraciados sucesos que posteriormente ocurrieron, arroja una solidaridad sobre el gobierno que presido que, de aceptarla, sería su ruina moral y causaría más daños, seguramente, que la traición Que aparezca un gobierno constituido aplicando esas medidas para deshacerse de sus enemigos políticos es algo que no cabe dentro de mi conciencia y que figuraría como una mancha sobre mi vida pública. Creo fundamentalmente que se faltó a la consideración que nos debemos al anunciar que en defensa del gobierno se ejecutarían actos de esa naturaleza y ejecutarlos después, sin sondear previamente mi sentir personal. 21 Típico ¡No me ayudes compadre!, Obregón reclamaba, más que el asesinato mismo, el hecho de que se anunciase previamente y que se ejecutase sin su autorización. A Obregón difícilmente le asustaba la sangre, pero no toleraba la insubordinación y menos viniendo de quien había conocido como un telefonista de 25 años. 21 Ibid, pp. 203 - 204 19 El asesinato de Field Jurado mostró a la clase política hasta dónde eran capaces de llegar Morones y los laboristas; cuatro años después, cuando el muerto era Obregón, sus partidarios lo recordarían Ya cerca del final del gobierno obregonista, Morones fue protagonista de otro escándalo en la Cámara de Diputados. John Dulles narra: Después de que Díaz Soto y Gama había señalado que todos los buenos revolucionarios debían tener posiciones económicas que pudieran justificar, el general José María Sánchez se levantó y se refirió a algunos cargos que el diputado Morones le había hecho recientemente en un discurso en el teatro Iris. Cuando el general criticó a Morones por haberle hecho acusaciones a su espalda y no de manera franca, Morones gritó: Soy más hombre que usted, usted es un cobarde. En la confusión que siguió, mientras que Morones y Sánchez se gritaban el uno al otro en medio de un clamor general, otro diputado comenzó a disparar y Morones fue herido. 22 El ojo por ojo, diente por diente, casi había alcanzado a Morones. El destino o el azar no lo quisieron así y le permitieron llegar (casi) a la cima de la montaña. Durante el gobierno callista, la CROM alcanzó el cenit de su poder. Su líder principal, Luis Morones, no sólo ocupó la mismísima Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo (dignidad que no había sido alcanzada antes ni sería alcanzada después por ningún líder obrero), sino que se constituyó en el hombre fuerte del gabinete con funciones que trascendían los límites formales de su ministerio y que, de hecho, parecían situarlo como el segundo hombre más poderoso del gobierno, apenas por debajo del propio presidente Calles. A decir de John Dulles: A los 35 años Morones era, con la excepción del presidente, el hombre más poderoso de México. 23 22 23 Dulles, John, Ayer en México, México, FCE, 1977, p. 244 Ibid., p. 247 20 En su escalada al poder político Morones fue acompañado nuevamente por los laboristas: Celestino Gasca sustituyó a Morones como director de Establecimientos Fabriles, Eduardo Moneda asumió la dirección de los Talleres Gráficos de México, Fernando Rodarte y Ezequiel Salcedo fueron electos senadores; Treviño, Gutiérrez, Yúdico y Moneda arribaron a la Cámara de Diputados, algunos incluso por segunda vez.24 En 1926, a la mitad de la presidencia de Calles, según Vicente Lombardo la representación laborista en los diversos niveles de gobierno constaba de: Un secretario de Industria, Comercio y Trabajo; dos jefes de departamento; 40 diputados y 11 senadores federales; dos gubernaturas estatales; algunos Ayuntamientos incluyendo el de la Ciudad de México.25 Al respecto, Jean Meyer puntualiza: El Partido Laborista fue el instrumento político de la CROM. Adquirió fuerza en el Distrito Federal (triunfó fácilmente en 1924, 1925 y 1926), en 1927 tuvo que compartir la victoria con la Alianza de Partidos Obregonistas. En Zacatecas el gobernador Rodarte era laborista; en Querétaro Abraham Araujo fue electo en 1927; en el Estado de México Carlos Riva Palacio fue simpatizante; en Hidalgo Javier Rojo era diputado laborista; en Aguascalientes tuvo influencia en el tiempo de Elizalde; en Coahuila con el gobernador Pérez Treviño; en Puebla y Tlaxcala, también. Nunca pasó de los cuarenta diputados y once senadores.26 En el ámbito sindical, la dualidad moronista tenía pros y contras. Nuevamente, Raúl Trejo resume: 24 Basurto, Jorge, Op. Cit., pp. 247- 248 Citado en Mac Gregor, Javier, “Laborismo inglés y laborismo mexicano en los años veinte: aproximaciones y diferencias” en Perspectivas históricas, Año 4, Nos. 7-8, julio 2000 – junio 2001, p. 110 25 21 Morones, en su doble carácter de líder obrero y funcionario gubernamental, se dedica a favorecer a los sindicatos de la CROM y a perseguir a los que no pertenecen a esa central. Para justificar sus arbitrarias resoluciones, que eran las del Estado, Morones crea las Juntas de Conciliación y Arbitraje.27 También: La CROM cumplía una doble función. Tenía la misión de evitar problemas laborales, para sostener su compromiso con el gobierno. Pero también, comprometida desde su creación con los trabajadores, necesitaba defender sus intereses. Esta dualidad la advierten dirigentes como Morones. No es gratuito que uno de sus principales intereses sea la creación de instancias tripartitas para la solución de conflictos laborales. Por esos años nacen las Juntas de Conciliación y arbitraje, en torno a las cuales funciona el sistema de solución de los conflictos laborales. 28 Morones era juez y parte en los conflictos laborales; para los trabajadores la posibilidad de ganar dichos conflictos pasaba por pertenecer a la CROM a la cual se incorporaban en creciente número; para la CROM la abultada militancia significaba poder político que trasladaba al laborismo; el poder político permitía ejercer de manera más acentuada la condición de juez y parte lo cual cerraba el perfecto círculo virtuoso que hacía poderosa a la central obrera y a su líder. Sin embargo, el mecanismo tenía un serio contratiempo: la condición inicial de Juez y parte dependía del favor gubernamental, concretamente del favor presidencial. El talón de Aquiles del laborismo se manifestaría a su tiempo. Desde lo que creían su elevada posición política, Morones y sus asociados laboristas comenzaron a considerar la posibilidad de dar un salto más en su hasta 26 Meyer, Jean, “La Diarquía 1924-1928” en Casar, María e Ignacio Marván (coords), Gobernar sin mayoría, México, CIDE-Taurus, 2002, p. 199 27 Trejo Delarbre, Raúl, Reseña del movimiento obrero mexicano 1900-1975, México,FCPS-UNAM, 1981, (Cuadernos del CELA-Serie:Estudios, 19), pp. 9 - 10 28 Trejo Delarbre, Raúl, “Historia del movimiento obrero en México”, p. 27 22 entonces vertiginosa carrera política alcanzando la presidencia para el período siguiente. Tal vez se sobreestimaban, tal vez no y sabían que la presidencia era la pieza que faltaba en el mecanismo político que fincaba su poder; en cualquier caso ambicionaban la presidencia y sus rivales lo sabían. Es así que las tempranas tentativas reeleccionistas de los obregonistas marcaron el principio de la ruptura franca entre estos y los laboristas. La década CROM estaba a punto de terminar. 23 Capítulo 2 En la presidencia de Plutarco Elías Calles La elevada estatura política alcanzada por Morones durante el gobierno callista, o al menos la percepción que de dicha estatura tenían sus enemigos, queda de manifiesto en el testimonio de uno de sus más enconados adversarios, Emilio Portes Gil: El general Calles creyó de buena fe, durante los primeros años de su administración, que podía hacer una sucesión presidencial usando como instrumento político al Partido Laborista y a la entonces poderosa CROM. De los líderes de tales organizaciones, el más destacado sin duda era el señor Luis Morones, cuyo prestigio en aquellos años lo reconocíamos incluso sus enemigos. Su capacidad como organizador, su fuerza personal de atracción, sus cualidades como orador de combate y su valor como líder lo hacían merecedor a la confianza de los grandes núcleos obreros que él había organizado. En todos ellos se decía que él sería el futuro presidente de México. El general Calles quería al señor Morones entrañablemente; se sentía halagado con la corriente de opinión que se venía formando en su derredor y puso a su servicio, sin cortapisa alguna, los enormes recursos con que llegó a contar. Bien sabido es de todos que la CROM y el Partido Laborista dispusieron de los destinos del Estado en forma que ya alarmaba a la opinión pública. Casi no había asunto que se tramitara en las secretarías de Estado en el que no tuviesen ingerencia tales instituciones o los líderes de ellas. Su intervención en los gobiernos de los estados fue decisiva y, con la sola excepción del que escribe, de algún otro gobernador y de uno o dos secretarios de Estado, casi no quedó ningún funcionario del régimen que no estuviese sometido, de grado o por fuerza, a la dictadura moronista. 1 El poder alcanzado por Morones no fue sin embargo suficiente para impedir que el caudillo Obregón lograse, en octubre de 1926, las modificaciones legales necesarias para lograr su reelección. La eliminación, en octubre de 1927, de los 1 Portes Gil, Emilio, Quince años de política mexicana, México, Botas, 1941, p. 218 - 219 24 generales Francisco Serrano y Arnulfo Gómez, dejó al caudillo sin candidato presidencial rival y obligó a todos los actores políticos a definir su posición a favor o en contra de la reelección. Para los laboristas la situación era clara: confrontaban al caudillo con un candidato propio que no podía ser sino Morones o se sumaban al obregonismo. La primera opción era literalmente suicida como podrían testimoniarlo Serrano y Gómez en caso de que siguiesen vivos. Hacia fines de 1927, el camino de la oposición abierta conducía al cementerio. La segunda opción era, por decir lo menos, incierta. Los laboristas, y en particular Morones, no eran precisamente bien vistos por Obregón desde el asesinato del senador Field Jurado en enero de 1924. Dicho crimen, atribuido por la opinión pública a hombres al mando de Morones, había provocado el deslinde, igualmente público, del entonces presidente Obregón de los gangsteriles métodos laboristas. Desde entonces y a lo largo del gobierno callista, a medida que se estrechaban las relaciones entre Morones y los laboristas y el presidente Calles hasta llegar a constituirse en su principal fuerza de respaldo político (y, hay que decirlo, protagonistas destacados de algunos de los principales dramas del período: factor importante en estallido de la guerra cristera por su apoyo al surgimiento de la Iglesia Cismática Mexicana 2 ; causante de la confrontación con el gobierno estadounidense derivado de la legislación petrolera de 1925, confrontación que llegó incluso a la amenaza de invasión conjurada por el espionaje cromista a la 2 Sobre el apoyo moronista a la Iglesia Cismática véase Pérez Montfort, Ricardo, “La Iglesia Cismática Mexicana del patriarca Joaquín Pérez” en Martínez Assad, Carlos (coord), A Dios lo que es de Dios, México, Aguilar, 1995, pp. 379 - 394 25 embajada norteamericana 3), la distancia con Obregón y sus propias fuerzas políticas, militares y agraristas, se incrementó al punto de resultar prescindibles para el obregonismo. En tales condiciones, apoyar a Obregón era, de antemano, una apuesta cargada en contra en la que el mayor atractivo consistía en evitar el camino seguido por Serrano y Gómez. Consciente de que se optaba entre lo malo y lo peor, Morones concibió una alternativa intermedia. Al respecto, Ricardo Treviño testimonia : Para tomar la decisión a favor de Obregón en su reelección, Morones citó a una reunión del Grupo Acción en Tlalpan, Ya reunidos, fue Morones quien planteó la cuestión: No tenemos otra alternativa que apoyar la reelección de Obregón; pero quiero informarles que hasta hoy Obregón se ha negado a tener una entrevista sobre el particular con nosotros para precisar las condiciones en que debemos apoyarlo. Por eso los he reunido para discutir el asunto y someterles mi proposición. Sugiero que citemos a la convención del partido y en ella me postulen a mí como candidato a la presidencia; no para hacer una campaña formal, sino para forzar un entendimiento con Obregón y retirarme a cambio de condiciones. Los compañeros Gasca, Salcedo y yo hablamos para oponernos a la idea: era temerario y peligroso lanzarle ese reto a Obregón; nuestros argumentos fueron parecidos y los míos fueron los siguientes: Yo no creo que esta postulación obligue a Obregón a tener un convenio con nosotros; por el contrario, sería un reto que aceptaría, pues no hay que olvidar que no tiene contrincante. Después de que Gasca, Salcedo y yo habíamos opinado de la misma manera, Morones, visiblemente contrariado, retiró su proposición. Me di cuenta que a partir de esta junta del Grupo Acción, empezarían a enfriarse las relaciones de Morones con nosotros; desde ese momento Morones no volvió a citar juntas de grupo; actuó en adelante por sí mismo. Antes de continuar y con el propósito de encontrar explicación a algunos acontecimientos, debo dar mi opinión sobre los principios y reglas a los que Morones sometía su pensamiento y su actividad política. En el caso de la presunta candidatura de Morones a la presidencia no hubo ambición personal de Luis, sino una de esta vez muy equivocada aplicación de la regla de Maquiavelo: crear las crisis para obtener un buen convenio. Luis confiaba en la eficacia de ese método porque en muchas ocasiones le dio buen resultado; lanzar un violento ataque para propiciar un buen 3 Sobre el espionaje cromista véase Katz, Friedrich, “El gran espía de México” en Boletín, No. 20, México, Fideicomiso Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca, septiembre – diciembre 1995. Véase también Quiroz, Sonia, “Espionaje y controversia petrolera en 1927” en Boletín, No. 14, septiembre 1993. 26 entendimiento. Sólo que las condiciones políticas del momento, auguraban en esta ocasión el fracaso de la aplicación rígida de la regla. 4 Crear la crisis para obtener un buen convenio. Aprendiz de Maquiavelo, Morones seguiría una y otra vez a lo largo de los siguientes años esta divisa. Una y otra vez los resultados le serían adversos. Para lograr un convenio, se requiere que ambas partes pactantes estén dispuestas a ello. A fines de 1927, con una rebelión militar fácilmente abortada y sin contrincante electoral, Obregón y los obregonistas no estaban dispuestos a pactar nada con sus rivales laboristas. Por el contrario, como se apuntó en la citada reunión, una candidatura laborista podía resultar incluso benéfica para Obregón puesto que legitimaría una elección en la que era candidato único. El testimonio de Treviño es también valioso en otro sentido: indica el inicio del deterioro en las relaciones entre Morones y los miembros del hasta entonces compacto Grupo Acción. Durante los años siguientes, a medida que las derrotas se acumulaban, las fisuras en el grupo crecieron dando lugar a desprendimientos. Cada salida de un miembro prominente del liderazgo colectivo cromista por diferencias con Morones, acentuaría la autoridad de este dentro de lo que quedaba de la CROM, así fuese esta cada vez más pequeña. El paulatino desmoronamiento y la moronización de la CROM serían fenómenos paralelos y complementarios. El maximato nacional tendría como paralelo el moronato en la CROM y el laborismo. El maquiavelismo de Morones tuvo pronto oportunidad de ejercerse nuevamente. Aceptada la necesidad de apoyar la candidatura de Obregón, quedaba por definir 4 Treviño, Ricardo, Frente al ideal. Mis memorias, México, Casa del Obrero Mundial, 1974, pp. 57 - 59 27 los términos en que se brindaría dicho apoyo. La VI Convención Laborista, celebrada entre el 29 de agosto y el 2 de septiembre de 1927, sería el momento para ello. Nuevamente, Ricardo Treviño testimonia: El día de la iniciación de la Convención, llegué un poco tarde y ya se habían iniciado los trabajos de inauguración; y observé la presencia de las dos personas imprescindibles en la junta: en un palco Cholita González, la secretaria del presidente Calles, y en el foro del teatro, Arturo Zaracho, el informador del general Obregón. Morones me llamó a un lugar apartado y me dijo: Ricardo, tú serás el que hable por el D. F. para presentar la candidatura de Obregón. Pensé que lo harías tú, le contesté, pues esta sería una buena oportunidad para un acercamiento entre ustedes dos. Yo no lo creo así, me dijo Luis, y otra cosa, yo creo conveniente que dejemos a los compañeros delegados más oportunidades para hablar y que te presentes hasta mañana. Para ese momento ya habían hablado los representantes de dos estados; los dos se habían pronunciado contra la reelección aunque sin proponer otro candidato. Sin abandonar el teatro me aislé en uno de los camerinos para pensar en el problema que tenía que afrontar y tratar de encontrar el propósito de Luis al sugerirme que no me presentara en mi turno, dando oportunidad a otros camaradas para intervenir: Que tanto Cholita González, como Arturo Zaracho llevaran la información de que la Convención laborista se pronunciaba por la rebelión como medio de presión para entre tanto esperar alguna gestión de arreglo directo con Obregón. En ese momento escuche las voces de los camaradas que me llamaban; había llegado mi turno y me presenté en el escenario. No vi a Luis, pero me imaginé su expresión de disgusto; pero no podía permitir que me tomara como instrumento en una maniobra para la cual no había yo sido consultado y que en mi opinión sólo tendría resultados negativos. Observé a Cholita, estaba tensa, había llegado el momento; el Grupo Acción, y con él Morones, nos definiríamos. En principio, la no reelección ha sido muy discutida entre nosotros; y nosotros los llamados líderes obreros hemos sido muy duramente combatidos por reeleccionistas; y en efecto, en muchas ocasiones los representantes obreros fuimos reelectos; ¿pero en qué circunstancias?, cuando la unidad de la organización obrera peligra; cuando el principio de no reelección se debe sacrificar en beneficio de principios indiscutibles. Y en momentos políticos como el que estamos viviendo, la Revolución está amenazada de división; nosotros los delegados del D. F. pensamos que ha llegado el momento de transigir con el principio electoral en defensa de la 28 unidad revolucionaria. La delegación del D. F. propone la candidatura presidencial del general Obregón. Mi comisión estaba cumplida. Desde su palco Cholita aplaudió fuertemente y desapareció enseguida; tenía prisa por llevar el informe al presidente Calles. Yo, para no encontrarme con Luis, me dispuse a retirarme del teatro. En el pasillo me alcanzó Zaracho quien me abrazó y me invitó para acompañarlo a saludar al general Obregón pero me disculpé y le rogué dijese a Obregón que mi intervención fue en cumplimiento de un acuerdo de nuestro Grupo Acción. Al día siguiente, al concurrir a la Convención, me enteré de que la directiva había anunciado el nombramiento de una comisión para que redactara el acuerdo que acababa de tomar la asamblea. La comisión había sido integrada por tres compañeros, entre ellos Morones. La comisión dio lectura a su dictamen y nuevamente me encontré con la teoría que Luis se negaba a abandonar: Crear la crisis para obtener un buen entendimiento. La Convención aprobaba la candidatura presidencial de Obregón como una medida para mantener la unidad revolucionaria. Si por alguna circunstancia esta candidatura no cumplía con su principal propósito, el Comité Nacional del Partido Laborista quedaba autorizado para anular el acuerdo de la Convención. Al conocer el acuerdo final, Obregón sólo profirió esta frase: Este Morones; el informe me lo dio Arturo Zaracho. Decidí no volver a discutir con Luis este asunto: era inútil, no sólo había error de su parte, sino orgullo; no quería ser el quien diera el primer paso; quería que Obregón lo buscara. 5 El apoyo condicionado a la candidatura de Obregón era, nuevamente, una alternativa intermedia entre el apoyo incondicional que Obregón exigía y el virtual chantaje, la obtención de garantías, que Morones deseaba. Al igual que su alternativa precedente, la candidatura del propio Morones, estaba destinada al fracaso. La razón era la misma: Obregón no estaba dispuesto a pactos o condiciones impuestas por aquellos a quienes no necesitaba para retomar el poder. En tales condiciones, el “acuerdo” entre Obregón y los laboristas no podía durar demasiado. 5 Ibid, pp. 60 - 64 La noche del 30 de abril de 1928, durante la velada previa a la 29 conmemoración del día del Trabajo, fecha señera del laborismo, en un mitin realizado en el teatro Hidalgo de Orizaba, bastión cromista, Morones pronunció el discurso que marcaría la ruptura definitiva con el obregonismo: Hemos sido políticos mientras hemos creído que con ello servíamos dignamente a los intereses del movimiento obrero que representamos. Cuando en nuestro medio se piensa que es posible que podamos ser instrumento de no se que escamoteos que lesionen de muerte la solidaridad de los trabajadores, nosotros tenemos la necesidad de venir a declarar que ante este dilema, primero habremos de convocar a los trabajadores de la región mexicana para hacer labor de acercamiento y pedirles que vengan a engrosar nuestras filas y a morir como hombres si es necesario. De presentarnos al banquete político electoral bajo los artesonados de las Tullerías, preferimos caer en las barricadas, acabando Bastillas que han sido símbolo de traiciones y explotación. Como son los más creen que es muy fácil sobornar, calumniar, perseguir, expatriar, etc., y que es la única política que debe imponerse; entonces es preferible repetir enfrente del cadalso las palabras que son símbolo del general Napoleón: La guardia muere pero no se rinde. Pero al hablar con la vehemencia con que debe hablarse en estos momentos, es para que sepan que no nos interesa nada de las ventajas individuales ¿quieren las pocas o muchas curules que tiene el Partido Laborista? Allí están ¿quieren nuestros enemigos los sitiales del Ayuntamiento? Allí están también ¿quieren los puestos de gobernadores que tenemos en los Estados? Todo, absolutamente todo; pero que no nos ataquen en nuestra organización social, que no pretendan atacar nuestra dignidad colectiva. 6 Morones ofrecía en sacrificio aquello que sabía estaba destinado a perder en el próximo gobierno obregonista: los cargos públicos que convertían a los líderes obreros en políticos, aquello que trocaba a los cromistas en laboristas. Hacía parecer que la participación política laborista era algo accesorio a la lucha sindical y que dicha renuncia a la política, provocada por la necesidad política de establecer componendas inconfesables, pretendía proteger la integridad cromista. 6 Taracena. Alfonso, La verdadera Revolución Mexicana 1928 – 1929, México, Porrúa, 1992, p. 69 - 70 30 Los acontecimientos posteriores, mostrarían que la integridad cromista empezaría a ceder justo cuando su liderazgo perdió su privilegiada posición política. CROM y Partido Laborista eran dos caras de la misma moneda y como tal, su suerte se jugaba en el de antemano perdido volado de la sucesión presidencial. El 8 de mayo de 1928, durante un mitin de campaña celebrado en Jalapa, Veracruz, Obregón comentó las recientes declaraciones de Morones sobre su candidatura: Recientemente, uno de los más altos representativos del grupo de directores del Partido Laborista, con motivo de la celebración del día del Trabajo, tuvo una serie de cargos y ataques para la candidatura del que habla, y presagió para el gobierno que habré de presidir, una serie de lacras morales, declarando el propósito de su grupo de directores de no prestar ninguna colaboración al gobierno porque, a juicio de ellos, no será merecedor de ella. Yo no voy a contestar los ataques severos que contra mí, como candidato, y contra mis partidarios lanzara ese representante del Partido Laborista y alto funcionario público, porque quiero dejar al tiempo la tarea de contestarlos. En cuanto al propósito de que ellos se abstendrán de colaborar con el gobierno, quiero decir que yo seré el más respetuoso de ese propósito, que no intentaré jamás convencerlos de que lo abandonen. Los directores del Partido Laborista tienen reservado el derecho de rectificar el acuerdo de la Convención y dejar de considerarme como su candidato cuando ellos lo estimen conveniente. Porque desde que acepté su adhesión, ellos establecieron la condición de poder retirarse cuando lo encontraran justificado; no seré yo entonces el que desconozca ese derecho que con tanta previsión se reservaron. 7 Obregón, irónico, hacía saber que no le preocupaba la anunciada falta de colaboración de los laboristas con el que pronto sería su gobierno, de hecho tampoco le preocupaba si apoyaban o no su candidatura. No pensaba convocarlos. Los laboristas jamás habían sido, al menos en los años recientes, ni serían, obregonistas. 31 El 11 de mayo, el Comité Central de la CROM envió un memorial a la Comisión Permanente del Congreso, solicitando que en período de sesión extraordinario se discutiese la reglamentación del artículo 123 constitucional; la solicitud fue rechazada por el Congreso el día 16. 8 El 14 de mayo, por el contrario, fue presentada una iniciativa de ley relativa a la supresión de los Ayuntamientos dentro de la jurisdicción del Distrito Federal; la iniciativa fue aprobada tres días después. Los Ayuntamientos capitalinos habían sido hasta entonces bastiones laboristas. 9 El rechazo y la aprobación del Congreso eran sintomáticos de la nueva situación política que vivía la CROM tras su ruptura con Obregón. Aun no llegaba a su fin el gobierno callista del cual los laboristas formaban parte cuando sus iniciativas legales ya eran rechazadas y sus centros de poder mermados. La adversidad, sin embargo, apenas empezaba. El 19 de mayo, durante su gira electoral por el estado de Chihuahua, varios líderes obreros de Parral señalaron a Obregón que ellos no apoyaban los conceptos expresados por Morones el día del Trabajo, ni la actitud asumida por el Partido Laborista hacia el obregonismo. En la región de La Laguna, los representantes de los Partidos Laboristas de Coahuila y Durango se pronunciaron en términos similares. 10 Aun no llegaba la ruptura, pero ya se marcaban prudentes distancias. 7 Barbosa Cano, Fabio, La CROM, de Luis Morones a Antonio Hernández, México, UAP, 1980, pp. 219 - 222 Salazar, Rosendo, Historia de las luchas proletarias de México 1923 – 1936, México, Avante, 1938, pp. 292 - 293 9 Meyer, Jean, “La Diarquía 1924 – 1928” en Casar, María e Ignacio Marván (coords), Gobernar sin mayoría, México, CIDE-Taurus, 2002, p. 206 10 Taracena, Alfonso, Op.Cit., p. 79 8 32 Los hechos de La Laguna ameritaron incluso el comentario de la prensa norteamericana en español. El 22 de mayo, el diario La Prensa de San Antonio, Texas, bajo el notable encabezado “El Desmoronamiento de la CROM” apuntaba: Fuimos de los primeros en augurar en estas columnas el inevitable desmoronamiento de la Confederación Regional Obrera Mexicana como resultado de la ruptura política habida entre la cabeza de esa organización, señor Luis Morones y el candidato a la presidencia de la República, general Álvaro Obregón. Han sido los elementos laboristas del estado de Coahuila los primeros en segregarse de la CROM, haciendo pública confesión de fe obregonista; y como ya por angas o por mangas, por simpatías verdaderas o conveniencias personales, raro es en nuestra patria el individuo, la agrupación o el partido que a la hora de tomar posiciones no se coloque al lado de la cargada, no cabe duda que a imitación de los elementos laboristas de Coahuila, no tardarán las demás agrupaciones del país, adheridas a la CROM, en separarse de ésta, dejándola abandonada a la triste suerte a que la han condenado las aberraciones de sus líderes. 11 La profecía separatista se cumpliría inexorablemente tras la muerte del caudillo. La nota del diario texano apuntaba directamente a la conducta de Morones como responsable del incipiente abandono de organizaciones obreras de la CROM. A dichos sucesos, en afortunado juego de palabras que aludía al apellido del líder inculpado, lo llamaba desmoronamiento. El término se haría célebre. También desde Texas, bajo el título “Actividades de expatriados en El Paso”, el agente destacado por el Departamento Confidencial de la Secretaría de Gobernación para realizar el seguimiento de dichos personajes, informaba el 25 de mayo a su jefe: Tema de actualidad han sido las declaraciones del Ministro Morones, y en los corrillos se le ha dado el nombre de Caso Morones-Obregón. No se explican como el C. Presidente no interviene en este asunto enojoso 11 AGN, DGIPS, vol. 203, exp. 2, f. 131 33 poniendo punto final para que en tal forma se oriente la opinión pública. Tal es la pregunta que se hacen y se augura que de estar obrando Morones independientemente del Presidente, los elementos antirreeleccionistas sumarán sus filas y los expatriados esperan ese momento para aprovechar el desorden y entrar en acción. Tal parece todos piensan hacer causa común con el Ministro Morones, para poder tener partidarios dentro del mismo país. Rumorase que hay diversas comisiones bien pagadas para recurrir al asesinato del candidato Obregón. 12 Independientemente de que las intenciones rebeldes de los expatriados no eran necesariamente las de los laboristas; la postura del presidente, la certeza de la oposición moronista y el rumor de que podía llegarse al asesinato corrían por todo el territorio mexicano y más allá. El 4 de julio se hizo público un manifiesto de Alfredo Pérez Medina, secretario general de la Federación de Sindicatos Obreros del D. F., respaldando el discurso del 30 de abril de Morones: La Federación de Sindicatos Obreros del D. F., hace por mi conducto las siguientes declaraciones. Siendo la Federación de Sindicatos Obreros del Distrito Federal la entidad obrera que organizó la velada en que el compañero Luis Morones pronunció el discurso que tanta polvareda ha levantado, hace suyos los conceptos vertidos por el compañero Morones en aquella ocasión. Las intrigas de los elementos enemigos de la organización obrera no han hecho mella en las filas de nuestros sindicatos, pues todos ellos han rechazado las promesas que se les han hecho para que se desliguen de la CROM. 13 Años después, Pérez Medina rectificaría su leal postura y rompería con Morones. El asesinato de Obregón, acaecido el 17 julio, colocó a los laboristas en una posición comprometida y vulnerable. La opinión pública, debido a sus manifiestas diferencias con el fallecido presidente electo, los responsabilizaba, ya del 12 Ibid, f. 138 34 asesinato mismo, ya de haber enrarecido el ambiente político que permitió llevarlo a cabo. Fuera por una u otra razón, los obregonistas pedían sus cabezas por lo que debieron, a pesar de la alta investidura gubernamental de algunos de ellos, tomar las debidas precauciones. Ricardo Treviño da cuenta de las angustias padecidas por los laboristas en los días posteriores al asesinato: La situación se presentaba grave para nosotros, la mayor parte de los miembros del Grupo Acción concurrimos a las oficinas de Morones esa noche para estudiar la situación y definir nuestra conducta. Morones propuso que una comisión de nosotros se presentara en el Palacio Nacional para hacer guardia ante el cadáver y con el fin de sondear el ambiente. La comisión resultaba temeraria pues era igual que provocar a aquel grupo de exaltados que pedían nuestras cabezas; pero aceptando el riesgo nos ofrecimos López Cortés y yo. Subimos por el elevador de la oficina de Cholita González, que sorprendida de vernos cerró la puerta y se comunicó por el teléfono con el general Calles. Calles nos hizo abordar el elevador y lo cerró. ¿Qué andan haciendo? Nos dijo con disgusto. Regresen en el acto y díganle a Morones que no quiero más problemas y que mientras se calma esta situación tomen toda clase de precauciones, que no salgan a la calle. Volvimos a la Secretaría de Industria y después de breve discusión decidimos instalarnos en lugar seguro trasladándonos a la fábrica de armas de Materiales de Guerra ubicada en una cañada que tenía fácil acceso al cerro del Ajusco. Teníamos dos o tres días para decidir nuestra conducta posterior. Morones informó a Cholita por el teléfono privado de su despacho, del lugar donde nos dirigíamos. Al día siguiente por la noche, se presentó en nuestro refugio Cholita y le pidió a Luis por órdenes del general Calles que firmara su renuncia como Secretario de Industria, la cual ya llevaba escrita. En esta nueva situación se imponía que abandonáramos este refugio y nos trasladamos a la casa de Morones en Tacubaya. El día que terminó la inquisición contra Toral y este fue consignado a un juez, nosotros cambiamos de lugar; nos instalamos en el Tlalpan para esperar el resultado del juicio. Terminado el proceso de Toral, nosotros quedamos libres de las acusaciones de complicidad con que el grupo obregonista pretendió mancharnos. 14 13 14 Salazar, Rosendo, Op. Cit., p. 300 Treviño, Ricardo, Op. Cit., pp. 68 - 69 35 Treviño se equivocaba al creer que los deudos políticos del fallecido sonorense olvidarían el agravio, fuera cierto o supuesto. Durante las semanas que los laboristas pasaron en una virtual clandestinidad, los obregonistas orquestaron su caída. Emilio Portes Gil, con marcados antecedentes antilaboristas, se convertiría en los días inmediatos al asesinato, en el artífice de la debacle moronista. Sin pudor alguno, no por nada le apodaban El Maquiavelito, Portes Gil asienta: El 17 de julio, el que suscribe, reunió a las personas más caracterizadas del grupo obregonista. Les dije que estábamos en el deber de conferenciar inmediatamente con el presidente. Se acordó que una comisión integrada por mí y por Aarón Sáenz, Arturo Orcí, Marte Gómez, y Luis León, se trasladara al Palacio Nacional. Después de los saludos correspondientes, me dirigí al general Calles: La muerte del general Obregón ha planteado para el país una grave crisis que urge prevenir, desde hace algunos meses se venía rumorando en todas partes que se preparaba el asesinato que hoy se ha consumado. Tales rumores se acentuaron desde que el señor Morones pronunció un discurso en Orizaba en el que amenazó con evitar que Obregón llegase a la presidencia. Yo, personalmente, no creo que el señor Morones y su grupo sean responsables del crimen; pero la opinión pública los señala como instigadores del hecho. Hemos creído nuestro deber expresar a usted que no tenemos confianza alguna en los Jefes de la Inspección General de Policía que se han avocado al conocimiento de los hechos. - ¿Qué motivos tiene usted para creer que el Inspector no obra con rectitud? - El general Roberto Cruz no fue amigo del general Obregón en los últimos meses y se había venido significando como adversario en la lucha presidencial. - ¿A quién quiere usted que se nombre Inspector General de Policía? - Me parece que el general Ríos Zertuche es el indicado para asumir el puesto. Calles, dirigiéndose al señor Torreblanca, le ordenó que procediera a aceptar la renuncia del general Cruz y nombrara al general Ríos Zertuche en su lugar. Creí entonces – y sigo creyendo ahora - que aquella determinación del presidente Calles lo salvó a él, principalmente de cualquier sospecha que lo hiciera aparecer como instigador o responsable del crimen. 36 No afirmo lo propio respecto de algunos líderes del partido laborista. Estos si tuvieron cierta responsabilidad moral en el crimen. No porque ellos lo hubieran aconsejado, ni porque se encontrasen durante la investigación datos convincentes que los hiciesen aparecer como complicados; pero sí, porque ellos venían pregonando en todos los tonos, que el general Obregón no llegaría a la presidencia, lo cual fomentaba en todas partes un ambiente de tragedia y de impunidad, que sin duda influyó poderosamente en el ánimo del irresponsable fanático y le dio valor para llevar a cabo el asesinato. 15 Por medio de Portes Gil, la presión obregonista sobre Calles comenzaba a hacer efecto. El primer paso fue obtener una investigación policial a modo. Al correr de los días siguientes, tras negarse León Toral a pesar de haber sido sometido a tortura, a implicar a Morones en el homicidio y desvanecerse la posibilidad de una acción penal, se hizo imperativa una acción política contra los laboristas. Días después de su primera entrevista, Portes Gil, en compañía de Luis León, acudió una vez más a entrevistarse con Calles: En esta entrevista exprese al presidente la necesidad inaplazable de modificar la estructura de su gabinete: Es indudable, le manifesté, que hay un sentimiento de animadversión pública en contra de algunos de sus colaboradores; principalmente en contra de los líderes laboristas que combatieron la candidatura presidencial del general Obregón. Personalmente, no creo que ellos sean responsables del atentado; pero lo cierto si fomentaron un ambiente de hostilidad en contra del general Obregón, lo que influyó sin duda en la perpretación del crimen. Yo estimo que la crisis política tan grave que se ha planteado, comenzará a tener una solución satisfactoria si usted se resuelve a modificar la estructura de su gabinete. El general Calles me contestó en tono imperativo que no podía de ninguna manera arrojar a sus colaboradores laboristas de los puestos que tenían, para que la opinión pública hiciera pasto de ellos. Aceptarles la renuncia, en estos momentos, sería tanto como hacerme solidario de tales acusaciones sin darles oportunidad a que se defiendan. Volví a la carga expresando: Yo creo que la lealtad para los amigos tiene un límite, el instante en el que se abusa de la amistad. Esos colaboradores no 15 Portes Gil, Emilio, Autobiografía de la revolución Mexicana, México, Instituto Mexicano de Cultura, 1964, p. 410 - 412 37 han correspondido a la confianza depositada en ellos; su comportamiento ha sido incorrecto e inmoral. Y no es justo que, por no dejarlos abandonados a su propia suerte, permita usted que su gobierno se hunda y se diga que usted encubre los malos actos que la opinión pública les achaca. El general Calles contestó diciendo: Si desde hace algunos días tengo en mi poder las renuncias de Morones, de Gasca, de López Cortés y no había creído pertinente aceptarlas por el motivo que he expresado a ustedes. Repliqué: Creo, general, que hoy mismo debe usted aceptar tales renuncias; pues, de lo contrario, cada día que pasa es tiempo perdido y su gobierno comienza a precipitarse en el abismo. Entonces, el general Calles, llamando a su secretaria particular, le ordenó que inmediatamente se aceptaran las renuncias mencionadas. 16 La versión del otro testigo de los hechos, Luis León, coincide en lo fundamental con la de Portes Gil: Portes Gil y yo le empezamos a platicar sobre la situación política y de la propaganda ya clara que había contra los miembros del Partido Laborista, que permanecían en el gabinete y del disgusto que había acusado el que no los cesara el general Calles. Nuestra opinión era que deberían salir inmediatamente del gobierno para no perjudicar a éste ni al propio general Calles. El presidente nos contestó que en lo personal eran sus amigos y que un cese inmediato y público se interpretaría por la opinión como que el general Calles confirmaba la culpabilidad de los líderes laboristas en el asesinato de Obregón. Yo le contesté que si efectivamente eran sus amigos debían renunciar inmediatamente. El general Calles: Lo que ustedes quieren es que yo hunda para siempre en política a Morones a los suyos porque son sus enemigos. Pero si tienen ustedes pruebas de la culpabilidad de estos señores en el crimen hagan favor de mostrármelas y no sólo los cesaré, sino que los consignaré a las autoridades judiciales. Portes Gil intervino: No señor presidente. Si tuviéramos pruebas ya se las habríamos presentado, pero es la opinión la que lo dice, de que si no intervinieron directamente en el asesinato, cuando menos sí crearon una división de opiniones en el gobierno propiciando el terreno y la oportunidad a los clericales para atreverse al crimen ante un gobierno dividido. 16 Ibid, pp. 413 - 414 38 Calles nos dijo: Aquí estamos hablando entre hombres y políticos discretos. No lo digan, pero desde anoche tengo las renuncias de Morones, Gasca y Moneda.17 Aunque el presidente ya había recibido las renuncias de los laboristas cuando fue visitado por segunda vez por Portes Gil (Treviño, como ya se apuntó, afirma que les fueron solicitadas un día después del asesinato), al parecer Calles no había decidido su aceptación o, al menos, su difusión pública. Tanto Portes Gil como Calles conocían las consecuencia políticas de las renuncias: el deslinde presidencial implicaba marcar a los laboristas al menos como responsables políticos de las condiciones en que sucedió el homicidio y, en consecuencia, los dejaba expuestos a la represalia obregonista. Calles no podía sentirse cómodo de sacrificar así a quienes habían sido sus principales colaboradores, sin embargo sostenerlos implicaba un desafío al obregonismo que no estaba dispuesto a encarar. En tales circunstancias, la amistad quedaría supeditada a la política y la renuncia de los laboristas sería aceptada. Morones, Gasca y Moneda renunciaron el 21 de julio mediante un texto dirigido a Calles y firmado por los tres: Con motivo del vil asesinato perpetrado en la persona del general Obregón, algunos enemigos de la CROM y del PLM, organizaciones a las que tenemos el honor de pertenecer, se han atrevido a señalar la presencia nuestra en los puestos públicos que por confianza de usted hemos desempeñado hasta hoy, como un obstáculo para el esclarecimiento de la responsabilidad del homicidio mencionado. Las declaraciones públicas hechas en el Teatro Hidalgo el 30 de abril, definieron de una manera clara nuestra línea de conducta con relación a la 17 León, Luis, Crónica del poder, México, FCE, 1987, pp. 272 - 273 39 opinión ya expresada por nuestros enemigos, de retirarnos de las actividades políticas, si éstas habrían de constituir un quebranto para la marcha armoniosa de la Revolución. Y ya que las declaraciones de nuestros enemigos, prestan al proletariado organizado la oportunidad de demostrar con hechos que nuestra conducta jamás ha de constituir un obstáculo para el mejor entendimiento de los intereses políticos de la familia revolucionaria, tenemos el honor de presentar a usted la renuncia de los cargos públicos que su amistad y confianza nos han encomendado. Nuestra decisión obedece, además de las razones expuestas, al deseo personal nuestro de dejar a usted en completa libertad de acción, en estos momentos de desorientación pública, producida por quienes pretenden aprovechar las circunstancias, para que nuestra ausencia del poder público le permita también obrar enérgicamente, no sólo contra los responsables del atentado, sino de igual modo, contra los que sin motivo atendible pretenden sembrar en el ánimo público un desconcierto que puede ser de funestas consecuencias para la tranquilidad nacional. 18 Los cromistas presentaban sus renuncias como un sacrificio en aras de mantener la unidad revolucionaria, misma razón por la que previamente habían renunciado a participar en el gobierno de Obregón. Separarse para mantener la unidad, además de ilógico resultaba inútil puesto que la facción vigente de la familia revolucionaria, el obregonismo, ya los había declarado indeseables tiempo atrás. Las renuncias fueron aceptadas el día 24 y hechas públicas el 28. Morones renunció a su cargo como secretario de Industria, Comercio y Trabajo; Celestino Gasca renunció a la Dirección de los Establecimientos Fabriles Militares y Eduardo Moneda a la Dirección de los Talleres Gráficos de la Nación. Los laboristas perdían de un golpe el dominio del estratégico ministerio que controlaba las relaciones entre el capital y el trabajo y que les permitía ser juez y parte en todo conflicto laboral; perdían también el control sobre la producción impresa del gobierno y sobre la producción de armas. 18 Salazar, Rosendo, Op. Cit., pp. 304 - 305 40 La responsabilidad política atribuida a Morones y los laboristas en la muerte de Obregón es clara. Así las cosas, cabe preguntarse ¿Existió otro tipo de responsabilidad? 19 Según Taracena, durante la investigación llevada a cabo por Ríos Zertuche: A cada paso surgen datos y evidencias de la responsabilidad de Morones y su gente del Grupo Acción . Y debe tenerse en cuenta que Morones no hace nada sin el consentimiento de Calles. Se comprueba que Samuel Yúdico, ya muerto misteriosamente, y que era el brazo derecho de Morones, celebró entrevistas frecuentes con la Madre Conchita. Menudean a tal punto los elementos de prueba, que el general Ríos Zertuche ordena a los policías Valente Quintana y Pablo Meneses que vigilen la residencia de Morones. Llega esto a conocimiento de Calles y manda llamar al Inspector de policía. Calles explica que está convencido de que el crimen es de origen religioso, por lo que deben encauzarse las investigaciones en ese sentido. Advierte que la aprehensión de un miembro de su gabinete hará recaer responsabilidad sobre su gobierno y sobre él mismo.20 ¿Cuáles eran los datos y evidencias señalados por Taracena que apuntaban a la responsabilidad intelectual de Morones en el asesinato? John Dulles resume: Ricardo Topete declara que Manuel Trejo, quien prestó la pistola a Toral, era un obrero en los Establecimientos Fabriles Militares; la pistola había sido traída de España por uno de los altos líderes del Partido Laborista. Pablo Meneses trata de demostrar que las actividades de la Madre Conchita fueron financiadas por Morones. Habló acerca de las hermanas Recamier: Adela, Amanda y Margarita, La última, dice, fue la tercera o cuarta esposa de Morones, y agrega que Adela y Amanda eran bien conocidas en las fiestas que se daban en la casa de Morones en Tlalpan. Según Meneses, estas tres hermanas eran hijas de una hermana de la Madre Conchita, y Adela presentó a Morones a la Madre Conchita. Meneses cita a Elena Manzano diciendo que había visto al líder laborista Samuel Yúdico en las casas de la Madre Conchita de las calles de Chopo y Zaragoza antes de la muerte de Yúdico en abril de 1928, muerte que considera no fue muy natural. Dice que otro líder laborista, José López 19 La presunta responsabilidad intelectual del laborismo en el homicidio de Obregón es tratado ampliamente en Sánchez Gonzálea, Agustín, El general en La Bombilla, México, Planeta, 1994. En forma de novela negra es abordado igualmente en Chao Ebergenyi, Guillermo, Matar al manco, México, Diana, 1993. 20 Taracena, Alfonso, Op. Cit., p. 118 41 Cortés, era amigo de los propietarios de la casa de la calle Zaragoza, avalaba la renta de la casa y era propietario de la casa contigua. 21 Taracena aporta datos adicionales: Carlos Castro Balda había sido empleado del Departamento de Obras Públicas del Ayuntamiento metropolitano cuando era controlado por el Partido Laborista al cual ingresó. Su novia, María Elena Manzano era pariente de Paulino Manzano, secretario particular del gobernador laborista Celestino Gasca. Cromistas destacados como Samuel McKelligan, ayudante de Morones, cruzaban públicamente apuestas diciendo que Obregón no llegaría a la presidencia.22 Sobre los apostadores, Juan Gualberto Amaya testimonia: La voz de la calle de manera insistente señalaba a muy altos funcionarios políticos y otros factores de origen laborista como autores intelectuales o complicados por lo menos en el delito y estos rumores llegaron a provocar la aprehensión de individuos que abiertamente habían concertado apuestas asegurando que tan pronto como el general Obregón se presentara en la capital, sería asesinado. Como estas informes me dejaron intrigado, quise ser más concreto y a quemarropa le lancé la siguiente pregunta: ¿Qué hay de cierto sobre algunas apuestas que hicieron elementos laboristas, asegurando que el general Obregón sería asesinado tan pronto como llegar a México? Zertuche me contestó: Esa versión, precisamente, dio origen para que yo ordenara la aprehensión de las personas señaladas como autores de dichas apuestas y efectivamente comprobé que los detenidos pertenecían a la CROM; pero no pude ahondar las investigaciones porque el señor presidente de manera terminante, me ordenó que los pusiera inmediatamente en libertad. 23 Sobre el arma homicida, Agustín Sánchez González apunta: 21 22 Dulles, John, Ayer en México, México, FCE, 1977, pp. 349 - 350 Taracena, Alfonso, Op. Cit., p. 55 y 70 42 La historia de la pistola española, según Valente Quintana, se remonta a la época en que Morones era gerente de los Establecimientos Fabriles y Militares, entre 1920 y 1924. Debido a que la industria militar en México apenas comenzaba, comisionó a un grupo de oficiales para que visitaran varias plantas europeas dedicadas a la fabricación de armamentos. La delegación, formada por cinco miembros, fue presidida por Celestino Gasca. En España, acudieron a la empresa Eibar, donde el director de la fábrica, obsequió a cada uno de los visitantes, una pistola Eibar Star 7.09 automática con cargador de ocho balas. De acuerdo con el Registro nacional de armas, ninguna otra pistola con esas características ingresó al país, al menos legalmente. 24 El arma podía haber ingresado al país de manera ilegal, las apuestas podían ser una mala broma, el parentesco de los Manzano una casualidad, la identificación que Manzano hizo de Yúdico una confusión. Más comprometedor era tanto el presunto pasado cromista de Castro Balda y Trejo como las relaciones habitacionales entre López Cortés y la Madre Conchita y el vínculo entre ésta y Morones vía las hermanas Recamier, que establecía un parentesco político entre la religiosa y el líder laborista. Por separado, cada elemento vinculatorio entre los inculpados oficialmente y los laboristas era cuestionable; en conjunto, no podían sino crear la certeza que los obregonistas afirmaban. La actitud exculpatoria de Calles, consignada por Amaya y Taracena, extendía esa certeza al presidente. Ante la muerte de Obregón, Calles se hallaba ante un dilema insalvable: no podía permitir se inculpase a Morones sin que, como dijo a Zertuche, se le hiciera responsable a él mismo; tampoco podía exculpar a Morones sin que sucediese lo mismo. Puesto a escoger, Calles tomó una solución intermedia que, en su caso, dio resultado: permitió la inculpación política y consiguió la exculpación legal de Morones. 23 Amaya, Juan Gualberto, Los gobiernos de Obregón, Calles y regímenes peleles derivados del callismo, México, 1947, pp. 203 - 205 43 Calles protegió a Morones en lo personal y lo desprotegió en lo político. Esa dualidad explica la naturaleza de sus relaciones a lo largo del maximato. Morones guardó lealtad personal a Calles al tiempo que buscó una reivindicación política plena que jamás llegó. Calles no la otorgó, en principio porque no podía hacerla sin enfrentar a los obregonistas y, posteriormente ya instalado el maximato, porque la marginación y la consecuente oposición laborista le permitiría aprovecharla como ariete contra el presidente y / o el PNR, elementos cuya supeditación al sonorense hacía posible el maximato. Establecida la responsabilidad política, los laboristas comenzarían a pagar las consecuencias políticas. El 17 de agosto, a un mes de la muerte de Obregón, a instancias del gobernador del estado de Coahuila, general Manuel Pérez Treviño, se constituyó en Saltillo, una Liga Socialista de Coahuila formada por agrupaciones pertenecientes a la Federación Coahuilense del Trabajo, la Federación de Sindicatos de Maestros de Coahuila y otras corporaciones. La naciente Liga desconoció a la CROM y condenó a Morones. 25 Si en mayo con Obregón aún con vida se habían manifestado en la región lagunera los primeros deslindes respecto de la conducta moronista; tres meses después, con el caudillo ya ausente, Coahuila sería el terreno para las primeras rupturas con la central obrera. Al día siguiente,18 de agosto, Portes Gil, para beneplácito de los obregonistas, fue nombrado secretario de Gobernación del gabinete callista. El político tamaulipeco iniciaba así su carrera hacia la presidencia. 24 Sánchez González, Agustín, Cuatro atentados presidenciales, México, Planeta, 1994, pp. 67 - 68 44 Froylán Manjarrez, en su libro La Jornada Institucional , describe así el ascenso portesgilista: En todos los sectores revolucionarios se señalaba la personalidad del licenciado Emilio Portes Gil como el hombre llamado a sustituir al presidente Calles. Esto, por la recia personalidad del gobernador de Tamaulipas y secretario de Gobernación. Fueron las organizaciones obreras del país las que en primer término proclamaron la candidatura del licenciado Portes Gil, considerando que, dada la actuación fecunda al frente del gobierno de Tamaulipas y dados sus antecedentes, era el llamado a continuar la obra social de los presidentes Obregón y Calles. Así, en las Cámaras nacionales se recibían numerosos mensajes provenientes de los centros obreros de toda la República, apoyando la designación del licenciado Portes Gil para presidente provisional. 26 ¿Qué organizaciones obreras podían brindar su respaldo a Portes Gil que no fuesen aquellas que, o se oponían a la CROM de tiempo atrás, o comenzaban a considerar separarse de ella? ¿Cuáles eran los méritos obreristas de Portes Gil, además de ser conocido como acérrimo adversario de los cromistas? Además de este respaldo por causas negativas (no ser cromista y expresado por anticromistas), Portes Gil recibió respaldo, igualmente negativo, por otro sector del obregonismo: el ejército. Entre el grupo de generales que ambicionaban la presidencia a la muerte del caudillo, el secretario de Gobernación tenía el atributo de ser civil. Difícilmente un general se hallaba dispuesto a apoyar a otro general en sus aspiraciones presidenciales, sin embargo estaban dispuestos a consentir el arribo de Portes Gil que al menos era civil y no uno de los militares con los que rivalizaban. 25 26 Salazar, Rosendo, Op. Cit., p. 307 Citado en Portes Gil, Emilio, Quince años de política mexicana, México, México, Botas, 1941, pp. 37 - 38 45 Para estos generales, obregonistas todos, la actuación de Portes Gil en los días posteriores al asesinato; especialmente su papel en la defenestración de Morones, era una razón más para brindarle su respaldo. Por unas razones y otras, Portes Gil construyó su candidatura presidencial en buena medida sobre los hombros del antilaborismo. El Maquiavelito llegaba a la cima hundiendo a Morones que era, a su vez, un devoto lector de Maquiavelo. El 14 de octubre se publicó la entrevista que el presidente Calles concedió a Santiago Iglesias, líder de la American Federation of Labour (AFL), organización hermana de la CROM en Estados Unidos: ¿Qué juicio le mereció la actitud asumida por las organizaciones de la CROM, en medio de la crisis producida por el asesinato del general Obregón? Fue correctísima y muy recomendable. Todos ellos se han sacrificado personalmente de varios modos. Han permanecido callados, sufriendo impasibles los ataques y las acusaciones más terribles.. Ellos me han ayudado con su actitud circunspecta y discreta, a mantener el orden público y la imposibilidad de nuevas tragedias. Los líderes obreros de la CROM, fueron acusados de ser responsables intelectuales en el crimen por algunos a quienes sus intereses los convierten en acusadores gratuitos, ciertos políticos que necesitaban explotar esta oportunidad para echar sombras sobre estas organizaciones de trabajadores y de sus hombres. 27 Calles reconocía el sacrificio realizado por los cromistas al renunciar tanto a sus puestos como a defenderse ante la opinión pública. Reconocía también lo doloso de la acusación de que habían sido víctimas. Sin embargo, más allá de condenar a sus acusadores y de expresar su gratitud por el servicio prestado a su presidencia, no brindaba la reivindicación política explícita que los laboristas deseaban. 46 El 15 de noviembre dio inicio la Convención Obrera y Patronal convocada por la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo cuyo objetivo principal era discutir el proyecto de Ley Federal del Trabajo presentada por el secretario de Gobernación y próximo presidente provisional Portes Gil. Durante la sesión del 28 de noviembre de la Convención Obrera, Vicente Lombardo Toledano, a nombre de la CROM, defendió el derecho de los sindicatos de participar en cuestiones políticas: En cuanto a la prohibición de mezclarse en asuntos políticos es anticonstitucional. El artículo 9 permite las asociaciones con fines políticos, y la función que la fracción XVI del artículo 123 señala a los sindicatos es tan amplia, que debe entenderse como una facultad para ejercer toda clase de actos que no estén prohibidos por la ley. 28 Pasada la tormenta y ya en relativa calma, la CROM anunciaba que se disponía a volver a las andadas políticas. Pronto tendrían los cromistas oportunidad de encarar una nueva tormenta, esta vez totalmente provocada por ellos. La impasibilidad y discreción, alabadas por Calles semanas antes, se convertirían en breve en un verdadero escándalo. Como anticipo de lo que vendría, el mismo día de las declaraciones de Lombardo fueron publicadas las declaraciones que, con motivo de la presentación del informe realizado por una Comisión de la Cámara para investigar los cargos que algunos sindicatos habían realizado contra la CROM, hizo en tribuna el diputado Rafael Sánchez Lira. Excélsior reseña así las declaraciones: 27 28 Salazar, Rosendo, Op. Cit., p. 311 Ibid, p. 317 47 A continuación el orador hace cargos concretos a los líderes de la CROM. Cita el diputado la creación del Banco Obrero. Asegura que para esta institución se obligó a los obreros a adquirir pseudotítulos y no llegó a fundarse el mencionado banco. Habla también de que los líderes de la CROM, para construir el edificio de la organización obrera, expidieron bonos y que no se ha construido el edificio. Prosigue diciendo que los líderes de la CROM abrieron una suscripción para construir un aeroplano con el objeto de realizar un viaje a Europa pero no se sabe a dónde han ido a parar esos fondos. En seguida, el orador manifiesta a la Cámara que es necesario que se preocupe por remediar la situación de los trabajadores que están siendo explotados por los líderes. 29 Los cargos expresados por el diputado Sánchez perseguirían por años al liderazgo cromista y serían utilizados por Portes Gil, en uno de sus más sonados choques con Morones, para desacreditarlo. La lucha abierta con Portes Gil estaba, al igual que el desmoronamiento a la vuelta de la esquina. 29 AGN, DGIPS, vol. 203, exp. 2, f. 178 48 Capítulo 3 En la presidencia de Emilio Portes Gil Emilio Portes Gil asumió la presidencia interina de la República el 1 de diciembre de 1928, apenas dos días después dio inicio en el teatro Hidalgo de la ciudad de México la IX Convención de la CROM. La sesión matutina del día 4 comenzó con la denuncia de delegados de Guanajuato y Tamaulipas sobre presuntos atropellos y persecusiones cometidos en contra de trabajadores cromistas por parte de funcionarios de dichos gobiernos estatales. Posteriormente tomó la palabra el general Roberto Cruz quien había llegado al teatro poco antes en calidad de invitado. El general Cruz, que a solicitud de Portes Gil había sido cesado de su puesto como inspector general de policía de la ciudad de México tras el asesinato de Obregón, pronunció un breve discurso en el que se solidarizó con la CROM concluyendo: “No me importan las malquerencias que me traiga la amistad con los trabajadores, porque sé que los enemigos de la revolución son los enemigos de los trabajadores organizados”. 1 En ese ambiente caldeado y antigubernamental fue recibido entre aplausos el general Calles, tradicional asistente a las convenciones cromistas. En su discurso de presentación del invitado estelar, el general Celestino Gasca llamó a los obreros mexicanos a contribuir a la labor de reconstrucción nacional, posteriormente declaró: 1 Revista CROM, Año IV, No. 92, 15 de diciembre de 1928, p. 40 49 La CROM se complace en tener a elementos de la Revolución que la han comprendido, como es el general Calles. Ayer, como presidente, puede ser que hayamos tenido en él, en algunas ocasiones, poca confianza; pero como ciudadano, separado de las esferas oficiales, nuestra esperanza asciende al máximo de las esperanzas y de las aspiraciones del país. Ayer, como presidente, en algunas ocasiones también, tuvimos que negarle nuestra cooperación; pero ahora nuestro esfuerzo será mayor, y que quede constatado en esta sesión que nos comprometemos a apoyarlo.2 Tras el velado reproche a su actuación como gobernante, tal vez alusivo a los últimos acontecimientos, la CROM ratificaba su filiación callista, incluso incrementada fuera del gobierno a la vez que establecía su distancia del nuevo oficialismo. A continuación, a petición de los delegados de Orizaba que otorgaron una medalla a Calles, tomó la palabra Luis Morones: General Calles, en la hora dolorosa que vivimos, en los momentos dolorosos que hemos pasado, los compañeros de Orizaba fueron unos de los muchos que apretaron juntamente con nosotros los dientes para guardar silencio, cuando una jauría de hombres convertidos en fieras, le pedía a usted las cabezas de los líderes de la CROM para arrojarlas como un holocausto poco digno y poco decoroso a los pies de los que se habían constituido como amos de la patria mexicana. General Calles, nuestro único amigo en aquellos momentos; usted fue el único que tuvo confianza en la buena fe de nuestra organización; usted fue el único que apartó con repugnancia el puñal de nuestros pechos cuando pudieron ser heridos por la vileza y por la insidia de falsos revolucionarios, de falsos políticos y de malos mexicanos; es preciso que sepa el enorme complot, la enorme asechanza de que se pretende hacer víctima a nuestra organización. En todas partes del país, ha habido actos que se traducen en hechos atentatorios; cómo en Coahuila, en Tamaulipas, en Guanajuato y en otros lugares se ha venido haciendo una verdadera cacería de los integrantes de la CROM. Esta lamentable situación nos lleva a la necesidad de asegurar que si hemos sabido callar y servir con esto al programa trazado por usted, la CROM no podrá transigir con aquellos elementos que se empeñan en declararnos enemigos, y que si es necesario que volvamos a la lucha, a la acción más enérgica, los elementos de la CROM irán a ella. No 2 Ibid,p.42 50 pretendemos ninguna posición ventajosa dentro de ninguno de los gobiernos que se formen; ninguno de los líderes de la CROM aspira a nada. En el festín político y cualesquiera que sean las circunstancias en que se encuentren podrán tener asiento todos, menos nosotros; no lo queremos.3 Reconocimiento y ratificación de la adhesión a Calles, denuncias y repudio al nuevo gobierno; el discurso de Morones era asambleismo típico, agradar a la galería, lirismo incluido, sin embargo colocaba al ex presidente bajo presión al tener que responder en el mismo tenor. Calles subió a tribuna y respondió de la siguiente manera : Debemos tener fe en el porvenir; en este país no puede haber gobiernos reaccionarios, y no puede haberlos porque el pueblo no los consentiría. Esa es mi idea, ese es mi criterio, que los hombres que ocupen los puestos de la administración no podrán nunca destruir a la organización obrera, seguir ese camino sería atentar contra la vida y la estabilidad de ese mismo gobierno; no puede haber en este país una fuerza política capaz de destruir la fuerza social organizada que hemos logrado conquistar, porque esta fuerza es superior a la otra. Y cualquiera que sea el gobierno, pasados los momentos de apasionamiento, tendrá que pensar en eso, cualesquiera que sean las circunstancias que nos depare la vida, estaré siempre al lado de los trabajadores, no habrá nada ni nadie que pueda quitarme el cariño que yo siento hacia la CROM. Yo aconsejo la serenidad completa que hasta la fecha ustedes han demostrado, que tarde o temprano la justicia se impone. 4 Adhesión a la CROM, advertencias al nuevo gobierno; el discurso de Calles decía justo lo que la asamblea deseaba escuchar, sin embargo iba acompañado de una prudente llamada a la mesura propia de quien se hallaba en medio del fuego cruzado y debía cuidar ambos frentes. Mesura que, al menos a él le había resultado benéfica durante la crisis que siguió a la muerte de Obregón. Calles 3 4 Ibid, p. 42, 44 Ibid, p. 44 51 llamaba igualmente a darle tiempo al tiempo, sin embargo la paciencia, como se vería a continuación, no era virtud cromista. El llamado a la serenidad de Calles fue desoído por los cromistas; antes de cerrar la sesión vespertina, a instancia de un grupo de delegados, se presentó una moción pidiendo se solicitara al funcionario a quien correspondiera velar por el sostenimiento de las instituciones revolucionarias, impidiera que esa noche se representara en el teatro Lírico una obra protagonizada por el actor ex cromista Roberto Soto en la que se injuriaba a la CROM. Dirigida al secretario de Gobernación y firmada por Morones la carta señalaba que: Ponemos en el superior conocimiento de usted que en los teatros Lírico y María Guerrero se está haciendo una campaña procaz contra el movimiento obrero nacional y contra la Revolución; una situación molesta que a la Convención le ha parecido conveniente hacer notar a usted a efecto de que se sirva dictar las órdenes que tenga por pertinentes a fin de que concluya cuanto antes la citada malsana labor.5 Una de las obras en cuestión El desmoronamiento (libreto de Ignacio Baeza y José Moreno Ruffo, música de José Palacios y Jesús García) mostraba en una de sus escenas a Morones en plena bacanal en su casa de Tlalpan. En dicha escena aparecía Morones tumbado en la alfombra, totalmente ebrio, brindando ¡Arriba el proletariado! No era la primera vez que Morones era sujeto de una obra teatral frívola: en Trapitos al sol y El bazar de la nación, ambas estrenadas a lo largo de 5 Revista CROM, Año V, No. 93, 1 de enero de 1929, p. 25 52 1928, se había hecho mención de su persona 6, sin embargo que lo interpretase el “Panzón “ Soto era más de lo que podía tolerar. El desafío cromista, respaldado por la presencia de Calles y, en menor medida, de Roberto Cruz, alarmó a los integrantes del recientemente establecido gobierno portesgilista. José Manuel Puig Cassauranc, jefe del Departamento del Distrito Federal del nuevo presidente testimonia: En la noche del cuatro al cinco de diciembre de 1928, asistí, como testigo, a la escena más dolorosa, que me anunció, desde entonces, el irremediable fracaso del dualismo. Ante nuestros ojos se desarrolló, por horas, una comedia de pánico en el círculo, no precisamente oficial del presidente, sino de amigos, terror que no llegaba al Jefe de Estado, quien asistía a la exposición de inminentes peligros de levantamiento, de conspiración que intentaría derrocar a su gobierno esa misma noche. Aunque se tuviera cuidado de no relacionar mucho los absurdos rumores con Calles, se veía la intención de establecer una conexión de origen entre la descabellada y supuesta rebelión militar y laborista y actitudes del ex presidente. 7 Si bien la idea de una rebelión militar – laborista era, desde luego, descabellada puesto que los militares eran obregonistas enemigos de los laboristas, el hecho de que se le diera el mínimo crédito a dicho rumor era síntoma del desconcierto que habían provocado tanto los discursos expresados como la presencia del ex presidente. El flamante presidente Portes Gil no dejó pasar la oportunidad de encarar a Morones y a la CROM con quienes había tenido roces desde su gestión como gobernador de Tamaulipas 8, rivalidad derivada de la pretensión cromista de 6 De María y Campos, Armando, El teatro de género chico en la Revolución Mexicana, México, Conaculta, 1996, p. 357, 359 7 Puig Cassauranc, José Manuel, Galatea rebelde a varios Pigmaliones, México, Impresores Unidos, 1938, pp. 290 - 292 8 La rivalidad entre Portes Gil y la CROM en Tamaulipas es tratada ampliamente en los capítulos 8 y 9 de Alvarado Mendoza, Arturo, El portesgilismo en Tamaulipas, México, El Colegio de México, 1992 53 incorporar a la central a los sindicatos petroleros locales que se hallaban bajo influencia del gobierno estatal. En palabras del propio Portes Gil: Entre las entidades de la República que la CROM nunca pudo controlar ni política ni socialmente, figuró mi estado, Tamaulipas, que me tocó gobernar durante los años de 1925 a 1928. Las controversias que se entablaron entre los trabajadores de Tampico y las brigadas ambulantes que el secretario de Industria Luis Morones, enviaba frecuentemente a aquella región, para adueñarse de la situación, llegaron a revestir caracteres de luchas sangrientas, en que siempre resultaron vencedores los sindicatos de la región petrolera. Fracasadas las desmedidas ambiciones del líder y secretario y convencido de que el más fuerte obstáculo para el logro de sus ambiciones era el gobierno de Tamaulipas, el señor Morones se convirtió en mi más encarnizado enemigo. 9 Los agravios tamaulipecos no habían sido olvidados por la CROM; el 5 de diciembre, el agente comisionado por el Departamento Confidencial de la Secretaría de Gobernación informaba a su superior: El delegado Palomino Rojas expresó que en Tamaulipas existen 43 agrupaciones filiadas a la CROM, pero que el gobierno local siempre las ha extorsionado, pues se persigue encarnizadamente a los elementos de la organización; agrega que ahora que el dictador de Tamaulipas ha llegado a la primera magistratura del país, hay que estar prevenidos porque se perseguirá a la CROM. 10 La persecución anunciada estaba por empezar. El mismo 5 de diciembre, en respuesta a la exigencia cromista, Portes Gil dirigió un texto a la Convención obrera en el que afirmaba: 9 Portes Gil, Emilio, Quince años de política mexicana, México, Botas, 1941, p. 105 - 106 AGN, DGIPS, vol. 203, exp. 2, f. 197 10 54 No me propongo constreñir la libre expresión verbal o escrita; y, oficialmente, no podré tomar ninguna determinación en el sentido de que ustedes solicitan. Como en algunas de las sesiones de esa Convención se enderezaron ataques contra el gobierno de Tamaulipas (que a mí me tocó presidir) y como esos ataques incluyeron la declaración de que en Tamaulipas se hostiliza a las organizaciones obreras, considero indispensable aprovechar esta ocasión para formular una declaración de cuya exactitud espero no haya lugar a duda. No soy enemigo de la CROM, ni quiero utilizar mi actual posición para hostilizar a ninguna organización obrera. Las organizaciones obreras son para mí absolutamente respetables, y ninguno de los actos del gobierno vendrá a destruir las organizaciones de la CROM; el tiempo se encargará de testimoniar que no hay razón para imaginar siquiera que la suerte de cualquier organización obrera esté a la fecha amenazada. Ojalá que las anteriores declaraciones sirvan, como expuso el señor general Calles en el discurso que pronunció en la misma Convención, para serenar los ánimos. 11 Con todo y llamado a la serenidad, Portes Gil ordenó al gobernador del Distrito Federal y a su inspector de policía que apostase fuerza pública a las afueras del teatro Lírico para impedir que los cromistas cancelasen la representación teatral. Durante la sesión del día 5, Morones ya en plan de francotirador, escogió otro blanco y subió a tribuna para atacar al general Manuel Pérez Treviño, gobernador de Coahuila y patrocinador del abandono de la CROM por parte de las agrupaciones obreras de dicho estado. Pérez Treviño había sido mencionado durante la sesión anterior como instigador de la persecusión a cromistas en su territorio : Hoy, con motivo de debatirse esta importante cuestión relacionada con la traición cometida por algunos elementos de la CROM en Coahuila, vengo a presentar a ustedes la prueba para que se den cuenta de cual fue la médula de nuestra acción en el campo político y cómo en cada ocasión que apoyábamos a un hombre de partido para un puesto de elección popular, antes que nada tuvimos cuidado de asegurarnos por medio de un 11 Portes Gil, Emilio, Polémicas, México, Costa Amic, 1975, p. 64 - 67 55 compromiso que fue burlado villanamente. Entre los que lo burlaron está el general Pérez Treviño. En seguida, Morones leyó un documento en el que, el entonces candidato al gobierno de Coahuila Pérez Treviño, se comprometía, a cambio del respaldo del Partido Laborista a su candidatura, a reconocer a la facción cromista de Coahuila como interlocutora única para asuntos laborales y a nombrar, en base a ternas propuestas por la CROM, los funcionarios encargados de asuntos laborales y agrarios.12 La firma de pactos similares entre la CROM y diversos personajes de la política nacional había sido característica del accionar político de la central a lo largo de los años anteriores, la divulgación de los mismos a manera de denuncia por incumplimiento era, sin embargo, inédita. Pérez Treviño había sido mencionado insistentemente en su momento como posible presidente al termino del periodo de Calles, cargo que finalmente había asumido Portes Gil. Era un político obregonista encumbrado que en los próximos años tendría importantes cargos. ¿Qué buscaba Morones disparando dardos a diestra y siniestra contra enemigos poderosos? La sesión matutina del domingo 6 de diciembre de la Convención cromista comenzó con la lectura del antes citado mensaje enviado por el presidente Portes Gil, siguió con discursos de Vicente Lombardo proponiendo, a modo de protesta por las declaraciones del presidente, el retiro de los representantes cromistas de la Convención Obrero Patronal que en esos días se estaba llevando a cabo; de Eulalio Martínez diciendo que era necesaria la renuncia de todos los miembros de 12 Revista CROM, Año IV, No. 92, 15 de diciembre de 1928, p. 46 56 la organización que ocupasen puestos públicos de responsabilidad y que, por sus puestos, pudiera interpretarse que la organización a la que pertenecían se hallaba conforme con el proyecto de Código Federal del Trabajo impulsado por el gobierno; ambos puntos y un tercero que señalaba que siendo el teatro Hidalgo dependencia gubernamental era necesario retirar de él la Convención y sesionar en adelante en el teatro Tívoli, fueron votados por unanimidad por la mesa directiva.13 Las medidas tomadas, especialmente las renuncias de los cromistas a puestos públicos, implicaban en los hechos una franca ruptura con el gobierno presidido por Portes Gil. A propuesta de Morones, una comisión partió al domicilio de Calles para informarle de los acuerdos tomados. Por la tarde la comisión volvió con la respuesta del sonorense: Estaré con los trabajadores. El mismo día 6 respondió el general Pérez Treviño a las acusaciones cromistas de haberlos traicionado: En primer lugar deseo declarar la autenticidad del pacto a que se refiere Morones; los compromisos contraídos en ese documento no son contrarios a los intereses colectivos, en el establecimiento del pacto, nada hay indecoroso de mi parte. Considero, en cambio, indecoroso para la CROM y el Partido Laborista la exigencia de esos convenios que revelan la manifiesta intención de buscar una preponderancia para sus elementos políticos por la fuerza de convenios que vienen a demostrar que para el Partido Laborista se había convertido en un comercio vulgar la situación de sus elementos en la administración pública. El error político cometido por los directores del Partido Laborista de no atender a la opinión de la enorme mayoría de las agrupaciones laboristas que ya se habían pronunciado a favor de Obregón, y la conducta absurda por ellos desarrollada, han creado la situación de desprestigio en que se encuentran los directores de la 13 Revista CROM, Año V, No. 93, 1 de enero de 1929, p. 56 57 CROM. No debe el señor Morones señalar como origen de su desastre fuentes ajenas a su propia actuación. 14 Dejando de lado el cinismo que implicaba el reconocimiento de un pacto fundado en un “comercio vulgar” que obligadamente vulgariza a ambas partes firmantes, Pérez Treviño ponía el dedo en la llaga: las dificultades para la CROM comenzaron al confrontar a Obregón, el repudio y las deserciones eran consecuencia de dicha confrontación. El gobernador norteño acertaba igualmente al calificar de absurda la conducta del liderazgo cromista. Para desgracia de la CROM, la necedad era característica de su dirección. La CROM había nacido formalmente diez años antes en Coahuila gracias al patrocinio del entonces gobierno del estado; una década después, el gobierno de Coahuila impulsaba el primer paso hacia el desmembramiento de la central. El nuevo escándalo no contribuyó a clarificar el enrarecido ambiente político como lo testimonia Portes Gil: La noche del día 6 de diciembre, se presentó en mi domicilio el general Fausto Topete. En un tono que denotaba nerviosidad extrema, me manifestó que en aquellos momentos se hallaban reunidos en la Quinta de Morones en Tlalpan, el general Calles, el general Amaro y otros militares de alta graduación, así como los principales directores de la CROM, con Morones a la cabeza. Que en dicha reunión, se estaba planeando la manera de derrocar al gobierno provisional. Me expuso también que llevaba la representación de los generales Escobar, Aguirre y Manzo para hacerme saber que ellos estaban dispuestos a proceder inmediatamente a aprehender al general Calles, a Morones y demás conspiradores. Contesté al general Topete que consideraba sin fundamento alguno los informes que me daba, pues no podía poner yo en duda la lealtad de los generales Calles y Amaro. 15 14 Salazar, Rosendo, Historia de las luchas proletarias de México 1923-1936,México, Avante, 1938, p. 339 341 15 Portes Gil, Emilio, Quince años de política mexicana, México, Botas, 1941, pp. 122 - 123 58 Los generales que tan generosamente se ofrecían para atajar la supuesta intentona golpista, intentarían su propio golpe apenas unos meses después. Evidentemente, pretendían usar la agitación provocada por los cromistas como pretexto para deshacerse de militares rivales. Los desplantes de Morones amenazaban con provocar una desestabilización política que podía tener consecuencias más allá del mero rumor. La persistencia de los rumores golpistas no inquietaba a Portes Gil pues contaba con su propia información sobre la conducta de Calles, sin embargo le obligó a tomar prontas medidas adicionales a la oferta de paz ya planteada a la Convención. Al día siguiente, 7 de diciembre, los acontecimientos se sucedieron en cascada: una pequeña turba apedreó la sede nacional de la central obrera; en las Cámaras de Diputados y Senadores se atacó duramente a Morones y la CROM, bien vale citar algunos ejemplos: Senador Antonio Valadés: No son los obreros los que han perdido los estribos, es el señor Morones quien, desde que se convenció de que no podía ser candidato a la presidencia de la República, sufrió una ofuscación de su razón. Porque Morones cree que el proletariado es él ¿Vamos a creer por eso que la papada de Morones es la patria? Sugiero la conveniencia de que el general Calles lance un manifiesto a la nación, en el que diga que sólo por equivocación pudo apoyar a la CROM. Senador Lauro Caloca: 59 La CROM ha sido un fracaso inmenso en el terreno exclusivamente obrero; los trabajadores de la ciudad de México pierden un día de haber en sus salarios para sostener a sus líderes, que disponen de automóviles y palacetes y que, además, celebran bacanales, por eso nuestro problema consiste en que tenemos enfrente al Cerdo de la Revolución, como llamó Guadalupe Zuno a Morones Senador José Maqueo Castellanos: ¿Cómo explicar, señores, el temor de Morones, que es el jefe de una cuadrilla de ladrones? Le tiene miedo a un simpático artista como Soto. ¡Hasta en el teatro le dicen sus verdades a Morones! ¡ Qué cosa más hermosa para el país sería sacudirnos esa plaga que se llama CROM! Diputado Manuel Mijares: Todavía no hace muchos años el señor Luis N. Millones tenía que ganarse el pan con el trabajo de sus manos; no tenía por dónde le viniera la inmensa fortuna de que hoy es poseedor Diputado Aurelio Manrique: Que se discuta a Morones, pero que también se alce la puntería y que se diga claramente que Morones está con Calles. Calles se ha alejado de nosotros, los revolucionarios sinceros, en la medida en que se ha acercado a los líderes de la CROM. En la lógica de la lucha quiero recordaros que el amigo de nuestros enemigos es un enemigo.16 En los anteriores discursos, más que en el reproche recurrente a Morones derivado de su sospechosa fortuna, vale la pena llamar la atención sobre las menciones a Calles. La aparente “ofuscación de la razón” de Morones que lo llevaba a embestir a sus enemigos no era del todo nueva; el aparente aval callista 16 Las discursos de senadores y diputados en Salazar, Rosendo, Op. Cit., pp. 332 - 336 60 que implicaba su presencia en la Convención era lo que sublevaba a los congresistas. Al termino de la sesión del Congreso del 7 de diciembre, senadores y diputados acudieron en tropel a Palacio Nacional a brindar su respaldo a Portes Gil y denunciar la conducta del sonorense. Tras escucharlos Portes Gil declaró: Tengo la convicción de que el general Calles no se solidarizará con la política de quienes de modo inmotivado atacaron la administración; la sinceridad, el deseo de conciliar, lleváronlo a la Convención creyendo que ahí se tratarían solamente asuntos sociales y de trabajo, y que no sería tribuna para hablar en la forma en que se habló. 17 Portes Gil sabía lo que decía: la tarde del domingo 6 de diciembre pidió a Luis León que visitase a Calles y le solicitase en su nombre una definición pública de la postura que asumiría ante los acontecimientos que se estaban suscitando. León se dirigió de inmediato a casa de Calles (recuérdese que apenas horas antes Calles había brindado su apoyo a la comisión cromista que le visitó), tras la entrevista entre ambos, el expresidente expresó: Mi presencia en la Convención fue erróneamente aprovechada, sin hacer ningún juicio sobre las intenciones, pues en lugar de desarrollarse temas sociales, se desarrollaron temas políticos, opiniones en las que no tengo ninguna participación y de cuya responsabilidad responderán sus expositores. Ayer vino una comisión nombrada por la Convención a enterarme de los acuerdos que habían tomado y yo les contesté que lamentaba profundamente la situación creada, que no estaba de acuerdo con mis consejos de serenidad; que creía que eran infundados los temores sobre la actitud del actual gobierno, pues el actual gobierno es revolucionario, como tendrán que serlo los gobiernos futuros.18 17 18 Portes Gil, Emilio, Polémicas, p. 70 Ibid, p. 74 61 La declaración de Calles, publicada el día 8, se ajustaba, palabra por palabra, a lo dicho por Portes Gil a los congresistas la tarde anterior. El acuerdo entre ambos personajes ya era un hecho consumado. Por segunda vez, aunque esta de manera explícita, Calles se deslindaba de Morones y los laboristas. La prensa del día 8 recogía igualmente un texto firmado por Calles aunque redactado, a petición suya, por Puig Cassauranc: Analizando la situación producida en los últimos días y tras un riguroso examen de ella y para acabar con toda suspicacia que pudiera existir con relación a los verdaderos móviles que han animado mi actitud, debo retirarme absoluta y definitivamente de la vida pública, y volver a la condición del más oscuro ciudadano, que ya no intenta ser, ni lo será nunca, factor político de México. 19 La presencia de Calles en la Convención cromista había sido el principal detonador del escándalo sucedido. En consecuencia, sólo una declaración de Calles podía dar termino a dicho escándalo. Sin embargo, Calles fue más allá del mero deslinde de Morones solicitado por Portes Gil al declarar su intención de marginarse de la vida pública. No sería la última vez, en los años venideros, que declarase y faltase a dicho propósito. Por instrucciones del presidente, el secretario de Industria Ramón De Negri, realizó declaraciones recogidas por la prensa el mismo día 8: Con motivo de la renovación casi total que nos veremos obligados a hacer en el Departamento del Trabajo de la Secretaría de Industria, por la renuncia ya anunciada – y que se aceptará – de los elementos cromistas, me propongo escoger personas exigiendo como condiciones precisas la 19 Ibid, p. 72 62 ausencia absoluta, actual y anterior, de rencores, despechos o querellas con ninguna organización obrera. 20 Al respecto, el 9 de diciembre, Excélsior informaba: Durante los días viernes y sábado, fueron presentadas ante diversas secretarías de Estado, numerosas renuncias formuladas por elementos pertenecientes a la CROM, de acuerdo con las resoluciones adoptadas por la misma Convención en su sesión del jueves último. Especialmente ante la Secretaría de Industria, han sido presentadas las renuncias de más importancia, pues todos los Inspectores del Trabajo, encabezados por el Jefe del Departamento del Trabajo Reynaldo Cervantes Torres, dejaron sus puestos el viernes último. 21 Renuncias aceptadas, salida del gobierno de los ocupantes de los puestos operativos que habían sobrevivido a las renuncias ejecutivas que siguieron a la muerte de Obregón y consecuente abandono de los instrumentos de poder que el Estado confiere; deslinde público por parte de Calles, el personaje que constituía el principal si no es que único apoyo que quedaba a los cromistas en la clase política; funestas consecuencias derivadas del choque entre la CROM y Portes Gil del cual el presidente salía triunfador. La conducta de Morones y la CROM frente al nuevo presidente resulta desconcertante habida cuenta de que, a petición de Calles, representantes suyos (Treviño, Moneda) se habían reunido con Portes Gil días antes de la toma de posesión en casa del entonces secretario de Industria, José Manuel Puig Cassauranc quien testimonia: En mi presencia y fungiendo yo un poco como mediador amistoso y componedor de voluntades cuando la cosa se agriaba, expresaron Portes Gil y los laboristas todos sus agravios, ciertos y supuestos, la mayor parte de la CROM para Portes Gil por la decidida hostilidad hacia ellos en 20 21 Ibid, p. 69 AGN, DGIPS, vol. 203, exp. 2, f. 233 63 Tamaulipas. Acusaciones de atropellos, de injusticia, hasta de crímenes se sucedieron. Dijo Portes Gil todo lo que le pareció conveniente en su descargo; enarboló bandera de paz y prometió trato amigable en el futuro. Los laboristas, entonces, declararon con solemnidad que reanudaban su amistad con Portes. 22 Como todo político mexicano, Morones sabía que el mutuo empeño de la palabra no garantizaba el cumplimiento de la misma. Sabía que, pese al acuerdo logrado con Portes Gil y dado el precedente tamaulipeco, la confrontación era sólo cosa de tiempo. ¿Creyó Morones que era mejor enfrentar a un presidente debutante que esperar a que consolidase su poder? ¿Jugó nuevamente la carta maquiavélica de crear la crisis para obtener un acuerdo? ¿Sabía Morones el papel jugado por Portes Gil en su defenestración? ¿Influyó esto en una toma de decisión precipitada? Morones y la CROM no podían esperar nada bueno de un gobierno presidido por Portes Gil, sin embargo, en política cuentan mucho menos las intenciones que los resultados y la confrontación abierta era un albur arriesgado y definitivo. Morones sobreestimó la fortaleza de la CROM sin considerar que parte importante de dicha fortaleza derivaba de la relación con el gobierno y que, puestas a escoger, las agrupaciones sindicales preferirían preservar dicha relación a preservar su pertenencia a la central. Morones se equivocó igualmente al creer que Calles, dada su muy cercana relación, lo respaldaría en su enfrentamiento con Portes Gil. Calles sabía que Morones estaba, al menos ante los obregonistas y los militares, irremediablemente quemado y no dudó en dejarlo colgado de la brocha. Una interpretación alternativa de los sucesos de la IX Convención es ofrecida por Ricardo Treviño: 22 Puig Cassauranc, José Manuel, Op. Cit., p. 297 64 El entusiasmo por la presencia de Calles en la convención era delirante; y la exaltación por las palabras del general degeneró en algo incalificable. Algunos de los miembros de la asamblea lanzaron un sonoro MUERA PORTES GIL y los discursos se iniciaron contra el presidente provisional. Morones estaba feliz; otros compañeros del grupo como Gasca, Salcedo y López Cortés estaban tristes; yo estaba desorientado, no comprendía aquella situación. ¿Era una manifestación espontánea? No, no en una asamblea de una Convención de la CROM que se caracterizaba siempre por la disciplina de sus elementos directores. La respuesta me la dio el propio Morones; pidió la palabra y con fiereza atacó a Portes Gil. ¿Se trataba de un valor entendido con Calles y del que los miembros del Grupo no teníamos conocimiento? Al iniciarse los ataques a Portes Gil, el general Calles se retiró, pero eso podía ser sólo un movimiento de estrategia. Aquel ataque inesperado y en mi opinión injustificado y sobre todo el exabrupto de Morones lanzando calificativos hirientes al presidente Portes Gil no tenía para mí propósito útil alguno; era sólo un exabrupto de desahogo. Pero la respuesta la leí al día siguiente en los periódicos: Calles condenó los ataques a Portes Gil y nos reprochó que aprovecháramos su presencia en la convención para una labor tan negativa e injusta. El general Calles tenía ahora un argumento más para su plan de dividir a la CROM; se había acercado a nosotros en plan de amigo y le pagábamos colocándolo en una situación de deslealtad o de oposición frente al presidente Portes Gil. Estas observaciones me confirmaron en mi opinión de que el Partido Laborista había dejado de cumplir la función para la que fue creado. El partido se había convertido en un instrumento electoral para alcanzar puestos públicos pero también como un factor de división en las filas de la CROM y de distanciamiento con los hombres y grupos representativos de la Revolución. Con este pensamiento hablé con Luis, le expuse mi punto de vista y le propuse que sometieramos a la Convención dos proposiciones: la disolución del Partido Laborista y a renuncia de los miembros del Grupo Acción a puestos de dirección en la CROM. Morones rechazó mi proposición y no quise presentarla por mi cuenta. 23 ¿Intentó Morones servirse de Calles para atacar a Portes Gil? ¿Pretendía Calles minar de entrada la autoridad del nuevo presidente?¿Faltó Calles, al otear el adverso ambiente político generado, a un acuerdo pactado con Morones en ese sentido? ¿Fue Calles quien se sirvió de Morones para, al repudiarlo por segunda 23 Treviño, Ricardo, Frente al ideal. Mis memorias, México, Casa del Obrero Mundial, 1974, pp. 70 - 71 65 vez, acercarse a los obregonistas? En la compleja política del incipiente maximato, una, varias o todas las alternativas eran posibles. Otro apunte de Treviño que vale la pena destacar es la iniciativa de disolución del Partido Laborista. La dualidad central obrera – partido político tuvo sentido mientras la CROM contó con el favor gubernamental. Nacido al calor de la primera campaña presidencial de Obregón, el partido era el instrumento necesario para legitimar la participación política de la central obrera y el consecuente instrumento de acceso al poder. Perdido el favor gubernamental, cerrado el camino de acceso al poder político mediante el partido, este perdía su razón de ser. Mantener al partido, en las circunstancias imperantes, implicaba hacer política de oposición, algo que los laboristas llevaban una década sin hacer, implicaba colocarse del lado débil de la balanza, algo que jamás habían hecho. Implicaba, en suma, hacer política independientemente del apoyo de una facción externa, algo que tampoco habían hecho. Cuando en el horizonte asomaba la creación del Partido Nacional Revolucionario (PNR), el partido oficial, el partido único, el partido del gobierno; mantener al Partido Laborista implicaba el enfrentamiento permanente con el gobierno, algo que los laboristas recién experimentaban y ya resentían. En tales circunstancias, la opción lógica parecía evitar la confrontación con el gobierno renunciando al partido. Renunciar al partido para preservar a la CROM. Sin embargo, como se vería en los años siguientes, el gobierno – partido eventualmente aspiraría igualmente, por necesidades de control social, a contar con una base proletaria cuya construcción se haría posible con materiales tomados del paulatino desmoronamiento cromista. Renunciar al partido, no salvaría a la CROM del embate gubernamental. 66 La IX Convención de la CROM fue clausurada el 7 de diciembre no sin anunciar que la del Partido Laborista iniciaría al día siguiente. Durante la Convención Laborista, el 9 de diciembre, Vicente Lombardo propuso, como medida de protección ante la andanada recibida por la CROM por parte del gobierno y la clase política, la disolución del Partido Laborista: Los líderes de la CROM, los que han colaborado con el gobierno, es a ellos a quienes preferentemente van encaminados los ataques; por pegarle a los líderes le pegan en realidad a la misma CROM. Se está atacando a la CROM porque se le cree un partido que quiere el poder y a los líderes porque se piensa que éstos sólo pueden vivir del poder público. Suprimiendo el órgano político de la CROM, suprimiremos seguramente los odios y ataques que sufren los sindicatos. 24 La propuesta de Lombardo, hecha pública a diferencia de la de Treviño, fue rechazada en medio de un voto de censura de la mayoría de los laboristas. La hora de Lombardo al frente del movimiento obrero tendría que esperar . Para Morones y los demás miembros del Grupo Acción debía ser evidente que, tras ocho años de participación gubernamental que había permitido el desarrollo de la central obrera, la simbiosis entre el Partido Laborista y la CROM era tal que la existencia de una era inconcebible sin el otro. Preservar la integridad de la CROM pasaba por recuperar la participación en el gobierno lo cual sólo podía lograrse manteniendo al partido. ¿Quiénes tenían razón en la controversia sobre la utilidad o no de mantener al partido? Durante el maximato, cuando el PNR se convirtió en el principal antagonista de los laboristas pareció que la razón asistía a Treviño y Lombardo. A la larga, sin embargo, ambos acabarían incorporados al PRM, el sucesor del PNR. 67 La incapacidad del Partido Laborista como medio de acceso al poder se había manifestado recientemente cuando su candidato al gobierno de Guanajuato, el general Celestino Gasca había fracasado en su intentona electoral. La denuncia de la imposición gubernamental realizada en Guanajuato y el anuncio, realizado el día 10, de que la Convención del partido se abstenía de nombrar candidato presidencial dejando en el Comité del mismo dicha facultad, temas ambos de las sesiones de la Convención, pasaron a segundo plano ante la propuesta lombardista de disolución del partido. El texto abstencionista expresaba: El PLM, en vista de las condiciones que prevalecen, se abstiene de lanzar candidato, salido de sus filas, a la presidencia de la República, en el próximo período constitucional. Facúltese ampliamente al Comité Directivo que resulte electo en esta Convención para que tome en cualquier momento la acción más benéfica conforme con las circunstancias. 25 Como comenzaba a hacerse costumbre, los laboristas, de cara a las grandes decisiones, tomaban posiciones intermedias y contradictorias que buscaban medrar con las circunstancias. Ya consumada la ruptura entre la CROM y el gobierno, la policía de la ciudad de México suspendió, el 15 de diciembre, la representación de El desmoronamiento y Náufrago de la MORC que se presentaban en los teatros Lírico y María Guerrero respectivamente. El general Lucas González, inspector general de policía, explicó 24 25 Ramírez Cuellar, Héctor, Lombardo, un hombre de México, México, El Nacional, 1992, p. 80 AGN, DGIPS, vol. 203, exp. 2, f. 260 68 que existía un acuerdo presidencial desde días antes, ordenando la suspensión, y que, como dicho acuerdo no había sido revocado, su obligación era aplicarlo. 26 A tal punto era baladí el teatral detonador de la confrontación CROM – Portes Gil, que la petición cromista de clausura fue, finalmente, atendida por el gobierno. La ruptura con el gobierno preparó el terreno para que múltiples agrupaciones sindicales, considerando contraproducente permanecer dentro de la CROM, se separasen de la misma. Durante diciembre Rosendo Salazar consigna las siguientes defecciones: Diciembre 11: Sindicato de Redactores de Prensa del Distrito Federal Diciembre 13: Sindicato de Empleados de Prensa del Distrito Federal, Sindicato Nacional de Dibujantes, Unión de Obreros de Periódicos Diarios Diciembre 16: Unión Linotipográfica de la República Mexicana, Sindicato de Limpia y Transportes del Distrito Federal. Diciembre 20: Unión de Fotograbadores y Rotograbadores Mexicanos, Sindicato “La hermandad” de la Fabrica de Hilados “La Providencia” Diciembre 21: Unión de Obreros de Artes Gráficas de los Talleres Oficiales, Sindicato de Oficios Varios de la Ciudad de México Las razones expuestas para separarse expresadas por el Sindicato de Redactores de Prensa: En vista de la actitud política asumida por los líderes de la CROM, que es contraria a las tendencias de la organización obrera y a lo dispuesto por las bases constitutivas y los estatutos de la misma, han acordado reasumir temporalmente la autonomía del sindicato de redactores de la prensa, mientras la organización se depura y vuelve al camino de la lucha obrera, en un terreno puramente sindical. 27 26 27 Taracena, Alfonso, La verdadera Revolución Mexicana, 1928-1929, México, Porrúa, 1992, p. 176 Salazar, Rosendo, Op. Cit., p. 345 69 La señalada “actitud política” no era otra cosa que la insistencia en la participación que daba lugar a la confrontación con el gobierno. El 16 de diciembre se dio una defección de otro tipo: un grupo de laboristas, encabezados por José Preve, a quien en su momento se había responsabilizado del asesinato del senador Field Jurado, hecho que motivó los primeros roces entre Obregón y Morones; desconoció a la directiva del Partido Laborista Mexicano, formó el Partido Laborista Independiente y lo sumó al proceso de formación del naciente Partido Nacional Revolucionario.28 El día de navidad de 1928, La Prensa incluía una nota que reflejaba la situación de la CROM: Con la separación de la CROM de los sindicatos que han recobrado su independencia, las entradas que ha tenido el Comité Central de esa agrupación, han sufrido mermas de consideración al grado de que han tenido necesidad de separar el 90% del personal que prestaba sus servicios en las distintas dependencias de la misma, sabiéndose que no sería nada difícil que para fin de año se cerraran definitivamente esas oficinas. 29 Tan sólo para pagar su nómina, la CROM hubiese requerido múltiples regalos navideños. A falta de ellos, el desmoronamiento era no sólo político sino material. El inicio del nuevo año no pintó mejor para la CROM. El 30 de enero de 1929 se retiraron de la Federación de Sindicatos Obreros del Distrito Federal (FSODF), adscrita a la central, los siguientes sindicatos: Alianza de Obreros y Empleados de la Compañía de Tranvías de México, Unión Sindical de Empleados de Comercio y Oficinas Particulares, Unión de Trabajadores de la Industria Lechera, Alianza de 28 29 Ibid., pp. 346 AGN, DGIPS, vol. 203, exp. 2, f. 282 70 Comerciantes en Pequeño del Mercado de Tacubaya, Sindicato de Médicos Homeópatas, Unión Sindical de Obreros y Empleados de la Fábrica de Aguas Gaseosas del D.F. y el Sindicato de Campesinos y Vaqueros de la Hacienda “El Rosario”. 30 Aunque la causa formal de la separación fue el intento reeleccionista del líder cromista Alfredo Pérez Medina, a decir de Luis Araiza, la secesión de la Alianza de Obreros y Empleados de la Compañía de Tranvías de México, organización que encabezó la desbandada, fue orquestada por los líderes de ésta y el propio presidente Portes Gil en el Castillo de Chapultepec.31 Las organizaciones separatistas publicaron un manifiesto titulado “Por qué nos separamos de la CROM” que vale la pena citar: Declaramos terminantemente que la autonomía de nuestras agrupaciones consistirá en alejarse de la CROM y de la Federación de Sindicatos Obreros del D.F., hasta que los trabajadores efectivos que siguen dentro de esos organismos sindicales, no logren destruir al liderismo y al caudillaje. Si este paso damos, se hace con la única mira de dedicar exclusivamente todas nuestras actividades al objeto para el que han sido formadas las agrupaciones obreras, alejándonos de acción extraña para evitar así perjuicio a las filas sindicalistas.32 Liderismo y caudillaje eran eufemismos para referirse a Morones y al Grupo Acción, la “acción extraña” se refería a la acción múltiple y se traducía en el alejamiento de la actividad política. 30 Salazar, Rosendo,Op. Cit., p. 353 Araiza, Luis, Historia del movimiento obrero mexicano, t. IV, México, Casa del obrero mundial, 1975, p. 140 32 Ibid, p. 146 31 71 Las agrupaciones escindidas, convocaron rápidamente a la realización de una convención que, verificada entre el 23 y el 25 de febrero de 1929, dio lugar a la formación de la Federación Sindical de Trabajadores del Distrito Federal (FSTDF). Presidida por Carlos Díaz, la nueva Federación contaba entre sus directivos a personajes que, en los años por venir, darían mucho de que hablar: Fidel Velázquez, Jesús Yurén y Alfonso Sánchez. Tras conocerse el inicio de la rebelión escobarista, el 6 de marzo de 1929 la CROM hizo público un comunicado condenando los hechos: Desde que nos enteramos de la actitud asumida por varios jefes militares en contra del gobierno actual, hicimos del conocimiento del presidente de la República, por el estimable conducto del general Plutarco Elías Calles, Secretario de Guerra y Marina, las declaraciones siguientes: Reprobamos enérgicamente la actitud asumida por los jefes militares infidentes, porque nada la justifica. Consideramos que las dificultades o diferencias que han existido entre el gobierno federal y la CROM no deben ser un obstáculo en el presente momento, para que nos conceptuemos con el deber de prestar nuestro modesto concurso, en la forma en que se desee utilizar. Los suscritos hemos ofrecido nuestra cooperación al gobierno federal para ocupar desde luego el sitio que se nos señale en la defensa de las instituciones que legalmente representa la Revolución. 33 El deslinde respecto de los generales rebeldes era imperativo puesto que, si bien la plana mayor de estos estaba formada por obregonistas enemigos de Morones y los laboristas, también figuraba entre ellos el general Roberto Cruz, aquel que en su discurso en la IX Convención celebrada en diciembre anterior, había ofrecido poner su espada al servicio de la CROM. Los servicios de la CROM no fueron requeridos por el gobierno como sí lo habían sido durante la rebelión delahuertista. El combate a los rebeldes fue encabezado 72 por Calles que, al hallarse inhabilitado el general Joaquín Amaro por haber sufrido la pérdida de un ojo jugando al polo, asumió el cargo de secretario de Guerra y Marina; de este modo Calles se reincorporaba al gobierno mientras que sus antiguos aliados cromistas seguían fuera de él. El fracaso de la rebelión escobarista cuya represión asumió personalmente el mismo Calles, permitió al sonorense tanto eliminar a sus más enconados rivales, el obregonismo militar radical, como establecerse nuevamente en el primer plano de la política nacional. El 12 de marzo, una semana después de constituido el Partido Nacional Revolucionario, el presidente Portes Gil hizo un llamado a los trabajadores para que terminasen sus conflictos intergremiales: Exhorto a los obreros organizados para que, haciendo a un lado su ideología particular de grupo, reconozcan los vínculos superiores que les unen; pido a las organizaciones obreras mediten en las ventajas que en su propio bien ha de reportarles un alejamiento de la política, un olvido de las rencillas, y la convicción de que son ellos los pilares fundamentales de una arquitectura social mejor en la que habrán de desaparecer, por inútiles e improductivos, liderismos y caudillajes. 34 El alejamiento de la política y la condena al liderismo y al caudillaje en el mensaje presidencial, eran conceptos ya expresados por los sindicatos separados de la CROM. La coincidencia en maneras de pensar pronto tendría consecuencias. Dos días después, representantes de la recientemente creada Federación Sindical de Trabajadores del D.F. visitaron al presidente Portes Gil en Chapultepec, Alfonso Sánchez tomó la palabra para declarar: “Uno de los motivos que nos 33 Elías Calles, Plutarco, Correspondencia personal 1919 – 1945 t. I, México, México, FCE, 1991, pp. 212 213 34 Salazar, Rosendo, Op. Cit., p. 356 73 hicieron abandonar la CROM fue la traición de sus líderes al pretender enfrentarnos con el gobierno del licenciado Portes Gil.” Más claro ni el agua. Ninguna alusión a diferencias ideológicas, simple conveniencia de mantenerse en buenos términos con el poder presidencial. Al finalizar el encuentro, Ramón Denegri, secretario de Industria, Comercio y Trabajo, anunció los deseos del gobierno de instituir una Cámara Nacional del Trabajo, para hacer cesar las pugnas intergremiales.35 Aunque la constitución de dicha Cámara tardaría lo suyo en concretarse, la intención gubernamental de hacer volver lo más pronto posible a los obreros al redil y bajo su patrocinio era ya manifiesta. El 30 de abril, durante la velada previa al 1º de mayo en cuyo desfile conmemorativo no participaría la CROM, Morones declaró: La CROM tiene todas las características de un corpulento roble, de fuertes raíces y gigantesco tronco; de ese tronco partieron hacia rumbos desconocidos; cinco miserables lombrices, esas lombrices que se fueron, se llaman: Fidel Velázquez, Fernando Amilpa, Jesús Yurén, Alfonso Sánchez y Luis Quintero. El roble cromista, sin embargo, hacía tiempo que recibía el embate de quienes deseaban hacer leña de él. Al día siguiente, en la reunión de la Federación Sindical, Luis Araiza respondió al discurso de Morones: Torpe de usted, Morones, que en su calenturienta imaginación, ve lombrices. Profunda su equivocación, porque lo que usted califica de 35 Ibid, p.358 74 lombrices; son cinco lobitos que pronto, muy pronto, le van a comer todas las gallinas de su corral.36 No pasaría mucho tiempo sin que dicha profecía se cumpliera. A la larga los lobitos se comerían las gallinas tanto de Morones como de Lombardo. El 23 de mayo, el Partido Laborista declaró como su candidato presidencial a Pascual Ortiz Rubio, el candidato del recientemente creado Partido Nacional Revolucionario cuya presidencia ejercía ... Manuel Pérez Treviño, el hombre que, durante la IX Convención de la CROM, había sido calificado por Morones como traidor. 37 El regreso del Partido Laborista a las lides electorales no podía ser más retorcido: apoyaba al candidato del partido que dirigía un traidor y que había surgido para, en breve, ser su mayor rival. La candidatura penerrista de Ortiz Rubio, así como el partido mismo fueron hechura de Calles; lo cual justifica en cierta medida el apoyo laborista puesto que, a lo largo de todo el período y a pesar de los deslindes previos entre ambos, los laboristas apoyaron siempre las decisiones del sonorense. Sin embargo, en los años por venir, al tiempo que harían elogio de Calles y del presidente en turno, los laboristas harían del PNR su principal objeto de animosidad. Es decir, apoyarían al creador y a una de sus criaturas y confrontarían a la otra. El 15 de agosto, se inauguró la Convención Pro Ley del Trabajo. Durante la sesión inaugural y como anticipo de la actitud que asumiría la CROM ante la pretensión portesgilista de establecer dicha ley, Vicente Lombardo Toledano consideró dicho código como “un desastre; lo mismo desde el punto de vista jurídico, social y 36 37 Araiza, Luis, Op. Cit., p. 155 Taracena, Alfonso, Op. Cit, p. 265 75 económico, que de la organización sindical” y tildó de inepto al presidente Portes Gil; Ricardo Treviño censuró la protección al capital que otorgaba la pretendida ley. El 20 de agosto, en la sesión de clausura de la Convención, Lombardo fijó la postura de la CROM: La Convención ha trabajado correspondiendo al momento histórico que México vive. No pretende la reforma al artículo 123. La Convención entiende eso y por eso se ha limitado a pedir una Ley reglamentaria del artículo 123; y lo ha hecho al señalar las limitaciones a la acción sindical y al proponer las reformas necesarias, al advertir que en el proyecto se suprimía de hecho el ejercicio de la huelga, y al pedir la amplitud para la huelga que la Constitución concede; al advertir que el poder público quiere someter a sus intereses políticos el desarrollo del movimiento obrero. 38 La CROM consideraba que la propuesta de ley, al colocar al Estado como mediador de los conflictos obrero-patronales sería un arma más del gobierno para perjudicarlos. Por lo pronto y dado que la iniciativa era igualmente mal vista por los representantes industriales, lograron detener el proyecto portesgilista cuyo autor era de su particular desagrado. Una revancha para los laboristas frente al hombre que tanto los había dañado. En el futuro inmediato, continuarían combatiendo, aunque con menos éxito, la pretensión gubernamental de normar las relaciones entre el capital y el trabajo. A mediados de septiembre, Morones inició un largo viaje que, previo paso como invitado de la AFL por distintas ciudades de Estados Unidos – Los Ángeles, San Francisco, Chicago, Washington, Nueva York – tendría como destino Belfast, Irlanda; ciudad en que se llavaría a cabo el Trades Union Congress británico. La 38 Salazar, Rosendo, Op. Cit., p. 382 76 estancia en Europa se prolongaría por el resto de 1929 puesto que el siguiente compromiso internacional agendado para Morones sería la asistencia, a principios de enero de 1930, a la Convención de la Confederación Obrera Panamericana que se llevaría a cabo en La Habana. 39 La estancia en Los Ángeles y La Habana, puntos de partida y llegada de su viaje internacional; permitiría a Morones recoger información que, fuese cierta o falsa, le permitiría, meses después y ya sin el cobijo que le brindaba la presidencia, seguir combatiendo a Portes Gil. Semanas después de la partida de Morones, la bolsa de valores neoyorquina colapsó dando lugar a la mayor crisis económica experimentada en la historia del capitalismo. La economía mexicana no fue la excepción hundiéndose en una profunda depresión. Los resultados de la crisis, para la clase obrera, fueron desastrosos. La historia de la clase obrera, en los siguientes años, sería la de una cadena ininterrumpida de despidos en masa, reajustes, suspensiones y reducciones de las jornadas de trabajo, congelamientos y rebajas de salarios, miseria, hambre y dispersión. En medio de ese devastado panorama laboral, se llevaría acabo la lucha política durante el maximato. 39 Revista CROM, Año V, Número 111, 1 de octubre de 1929, p. 17 77 Capítulo 4 En la presidencia de Pascual Ortiz Rubio Hacia el final de la presidencia de Portes Gil, tras los estragos causados por el primer desmoronamiento, la situación de los laboristas era incierta. Ricardo Treviño la describe así: De hecho y sin acuerdo expreso, los miembros del Grupo Acción que ya habíamos abandonado toda actividad política nos dedicamos a trabajar cada quien en su actividad profesional; excepto naturalmente Luis, que disponía de los recursos que el Grupo y el Partido Laborista habíamos capitalizado a su nombre; y eso era lo justo además después de las posiciones ocupadas por él en la administración pública, ninguna empresa le daría oportunidad de empleo, a menos que fuera para humillarlo; y aparte disputas y distanciamiento, ninguno de nosotros lo hubiera tolerado. La política había quedado atrás y una nueva vida empezaba para nosotros; no sólo para mí, sino para todos los del grupo acción. El Partido Laborista había desaparecido de hecho; ignoro dónde quedaría su archivo y supongo que ya no existe; sólo quedaba del partido el registro oficial, el mobiliario lo remató el dueño del local a su favor para el pago de rentas atrasadas. En muchos lugares del país, los compañeros directores y miembros de las agrupaciones obreras, aun cuando seguían fieles a las filas de la CROM, se habían afiliado políticamente a las filas del PNR, por medio del cual obtenían puestos de regidores en los Ayuntamientos y de diputados locales, así como algunos empleos. 1 La llegada a la presidencia de Pascual Ortiz Rubio daría a los laboristas, y en particular a Morones que, de creerle a Treviño gozaba de mucho tiempo libre, la oportunidad de salir del retiro y volver a la arena política. Alejado, debido a tareas diplomáticas, de la política nacional durante los cruciales años de los gobiernos de Obregón y Calles; Ortiz Rubio carecía de los apoyos necesarios para alcanzar la presidencia por sí mismo. Su ascenso a la primera magistratura se explica justamente por esa razón. Calles requería, para ejercer el 1 Treviño, Ricardo, Frente al ideal. Mis memorias, México, Casa del Obrero Mundial, 1974, pp. 73 - 74 78 maximato, de una débil personalidad política ocupante de la silla presidencial, para tan indecoroso papel Ortiz Rubio era, al menos en el papel, un candidato a la medida.2 La imposición de la candidatura de Ortiz Rubio, durante la Convención fundacional del PNR en marzo de 1929, coincidió con la insurrección militar escobarista que, como ya se apuntó, permitió a Calles deshacerse del obregonismo radical y reinsertarse en el primer plano gubernamental. La imposición presidencial propiamente dicha, requirió someter al vasconcelismo mediante unas elecciones de limpieza discutible. El fracaso de los escobaristas canceló por al menos una década, hasta la igualmente fallida intentona de Saturnino Cedillo, la vía insurreccional; el fracaso vasconcelista anunció lo que, para la oposición, serían las elecciones en el régimen de partido único. Ante semejante panorama, el Partido Laborista jugaría, a lo largo del maximato, el papel de oposición leal – jamás recurriría abiertamente a las armas – y testimonial – jamás volvería a obtener representación legislativa significativa en el Congreso Federal, ni puestos ejecutivos estatales. Sólo en contados enclaves poblanos y veracruzanos, continuaría el PLM obteniendo presencia en los Ayuntamientos locales. En la disputa por el premio mayor, la presidencia, los laboristas ni siquiera serían oposición: apoyarían tanto a Ortiz Rubio como a Cárdenas, los dos candidatos presidenciales penerristas que se inscriben en el período. Si el primer presidente surgido del PNR era una criatura política de Calles, el partido lo era igualmente. Surgido a iniciativa suya tras la muerte de Obregón, como un espacio institucional unificador de las disputas entre los miembros de la 2 Sobre los antecedentes de Ortiz Rubio véase Oikión, Verónica “Pascual Ortiz Rubio, ¿Un presidente a la medida del Jefe Máximo?” en Fowler, Will (coord.), Presidentes mexicanos t.Ii, México, INEHRM, 2004, pp. 153 - 173 79 familia revolucionaria; bajo su control directo durante los trabajos preparatorios a su constitución y sujeto a su influencia desde entonces, el partido sería el instrumento que permitiría a Calles ejercer el maximato, es decir, el ejercicio de un poder paralelo y, a menudo confrontado, al presidente constitucional.3 Ortiz Rubio, sin embargo, tomaría en serio su responsabilidad como presidente e intentaría gobernar por sí mismo. Las diferencias entre los callistas llamados rojos y los ortizrubistas llamados blancos se iniciaron desde antes de la toma de posesión del entonces presidente electo y tuvieron como causa la integración de las comisiones camerales instaladora y permanente en enero de 1930. Aunque los partidarios del presidente lograron en principio la obtención de mayorías en ambas comisiones , la presión conjunta de Calles y Pérez Treviño, que llegó incluso a la expulsión de los blancos del partido, revirtió la situación. Aunque posteriormente los blancos serían readmitidos al partido, se había hecho evidente que, con tal de conservar el poder, los callistas estaban dispuestos a tomar medidas de fuerza. En este ambiente enrarecido, se llevó a cabo la toma de posesión de Ortiz Rubio el 5 de febrero. Al termino de la ceremonia de investidura presidencial, en el auto que lo conduciría a su nueva residencia, el presidente fue baleado por un hombre llamado Daniel Flores. Portes Gil, que había permutado su cargo de presidente por el de secretario de Gobernación, al parecer olvidando por un momento que ya no era el titular del Ejecutivo; ordenó que la investigación del atentado fuese realizada por Valente 3 La mecánica política del maximato es expuesta claramente en Medin, Tzvi, El mkinimato presidencial: historia política del maximato, México, Era, 1982. Véase también Meyer, Lorenzo et al, Los inicios de la 80 Quintana funcionario que, al igual que todo el gobierno portesgilista, había cesado sus funciones el día anterior. Enterado Portes Gil de dicha situación, insistió en que Quintana se encargase de la investigación aduciendo que el general Mijares Palencia, el hombre designado por Ortiz Rubio para hacerse cargo de la policía capitalina, no había rendido la protesta de ley respectiva que lo facultaba como funcionario. Para satisfacer a Portes Gil, se hizo necesario llevar a Mijares al hospital de la Cruz Roja para que, antes de ser intervenido quirúrgicamente, Ortiz Rubio le tomase protesta. La conducta anterior bastó para hacer correr el rumor de que Portes Gil deseaba entorpecer la investigación del fallido magnicidio. Como los rumores suelen crecer rápidamente, no pasó mucho tiempo para que Portes Gil pasase de entorpecedor de investigaciones a presunto autor intelectual del atentado. Magnicida. Justo el cargo que le había sido imputado al liderazgo laborista apenas año y medio antes. No pasaría mucho tiempo sin que Morones aprovechase el incidente para ajustar cuentas pendientes con su antiguo rival. El 21 de marzo, durante la velada organizada en el teatro Esperanza Iris por el Partido Laborista para dar la bienvenida a Morones tras su regreso de su largo viaje a Europa, Lombardo Toledano, con entusiasmo primaveral, pronunció el siguiente discurso : Los del PLM recibimos en esta noche a Morones con entusiasmo y con calor, porque llega aquí a inyectarnos pujanza para que nuevamente el partido de la clase obrera intervenga en los destinos de México. No quiere decir esta declaración mía, que mañana mismo nos vayamos a posesionar del poder público, porque sabemos que se puede gobernar estando fuera institucionalización,,México, El Colegio de México, 1978 y Córdova, Arnaldo, La Revolución en crisis. La aventura del maximato, México, Cal y Arena, 1995. 81 del presupuesto y que la mejor manera de gobernar es gobernar sobre el gobierno mismo, independientemente del gobierno, es decir, con el gobierno del proletariado. 4 En medio de la crisis que atravesaban tanto el PNR, escindido entre rojos y blancos, como el gabinete presidencial cuyo principal secretario, Portes Gil, era severamente cuestionado, los laboristas vislumbraban una posibilidad de volver por sus fueros a participar en el gobierno. En su discurso, Morones dejó claro que la voluntad de participación laborista tenía como destinatario al presidente y como límite a Portes Gil y al PNR al cual llamó, en un mote que se haría célebre, el partido de los Treinta y uno: Y digo de los treinta y uno, explicó, porque parece que se ha dado una disposición para rebajar los salarios de los empleados públicos ese día del mes para su sostenimiento. Acusó al gobierno de Portes Gil de haber viciado el ambiente político y de haberse preocupado por crear una situación difícil para el nuevo gobierno. 5 Al día siguiente, la Federación Sindical de Trabajadores del D. F. respondió a lo declarado por Morones: El llamado Partido Laborista Mexicano, que actuó con éxito relativo mientras lo sostuvieron los empleados del ayuntamiento, de fabriles y de varios gobiernos locales, con el descuento de un 20% de sus sueldos, siempre representó una mascarada política, tan carente de principios como sobrado de ambiciones convenencieras, que lo mismo atacó a Obregón que lo eligió candidato con reservas, y lo mismo se inclinó a Vasconcelos que se refugió en el manto piadoso de Ortiz Rubio. La fuerza aparente de la CROM, se puso de manifiesto con ocasión de la crisis política provocada por la muerte del presidente electo Obregón, en la cual cayó el castillo de naipes de sus líderes, que emprendieron una desbandada apocalíptica.6 4 5 Salazar, Rosendo, Historia de las luchas proletarias de México 1930 – 1936, México, 1956, p. 15 Taracena, Alfonso, La verdadera Revolución Mexicana,1930 – 1931, México, Porrúa, 1992, p. 50 82 La Federación señalaba lo que, por evidente, no era menos cierto. Durante su esplendor como partido en el gobierno; el Laborista se comportó, en su financiamiento, de la misma manera que ahora denunciaba en el PNR. Más grave aún, asumía conductas contradictorias y sobrestimaba su fuerza real. El puntual análisis federativo se vería pronto confirmado. El 24 de marzo, el Agente no. 10 del Departamento Confidencial de la Secretaría de Gobernación, comisionado a los actividades realizadas en el teatro Iris, informaba a su superior: Luis Morones, al empezar su discurso, se refirió en diversas partes de su discurso al ingeniero Luis León , actual Ministro de Industria. En una forma irónica dijo que el ingeniero León hacía declaraciones de retirar todo su apoyo a la CROM. Que ahora atacaba a la CROM cuando no hacía mucho que elogiaba a la organización, que ojalá cuando venga el próximo desquiciamiento del PNR el ingeniero León no ataque a quienes hoy elogia. Dijo que en el gobierno del señor Portes Gil se iniciaron maniobras antipatrióticas, sembrando la división en la CROM. Al PNR con frecuencia lo mencionó llamándolo el Club de los 31. Pude darme cuenta, en diversos corrillos, que se hacían elogios del general Amaro, dando a entender que esta persona ayudaría al resurgimiento del Partido Laborista.7 Nada nuevo, salvo la inclusión de León en la nómina de enemigos y de Amaro en la de posibles amigos. Amaro había sido ya mencionado previamente por el Agente no. 13, quien el 22 de marzo informó: Como simples rumores callejeros, me permito decir que se habla de determinada inteligencia entre Morones y el general Amaro para posteriores actividades políticas. A este respecto me permito recordar, que en los principios del gobierno que presidió el señor Portes Gil, cuando celebró la CROM su Convención, también se rumoró de ciertas inteligencias entre el Sr. Morones y los generales Amaro y Roberto Cruz, lo que más tarde se 6 7 Salazar, Rosendo, Op. Cit., p. 16 AGN, DGIPS, vol. 203, exp. 2, ff. 298 -299 83 confirmó en lo que respecta al general Cruz, pues este último asistió y aun tomó la palabra en la sesión en la que Morones atacó al Sr. Portes Gil.8 Citar a Amaro como simpatizante laborista no era poca cosa pues se trataba nada menos que del secretario de Guerra a quien se consideraba distanciado de Portes Gil desde el incidente relativo a la investigación del atentado presidencial. El día de los hechos, Amaro se opuso a los designios de Portes Gil impidiendo que la investigación quedase bajo su responsabilidad. Podía ser sólo un rumor, pero indicaba los deseos laboristas de incidir en la división del gabinete presidencial y de seguir raspando a Portes Gil. Días después del atentado presidencial, la presidencia del PNR fue asumida por Basilio Vadillo. Al igual que el presidente, Badillo recién regresaba al país tras desempeñarse en el servicio exterior. El nuevo presidente del PNR, como el presidente, carecía de una fuerza política propia la cual creyó encontrar respaldando a Ortiz Rubio.9 Conscientes ambos de su respectiva debilidad, necesitados de cualquier apoyo que permitiese a los blancos encarar a los rojos, Ortiz Rubio y Vadillo pretendieron ampliar la baraja política incorporando a los laboristas al PNR para fortalecer la posición blanca dentro del partido. La posibilidad se frustró por la rotunda negativa de Portes Gil, la cual es testimoniada por Francisco Díaz Babio: El señor Vadillo promovió el llamado juego de partidos, tendiendo a que el Partido Laborista del señor Luis Morones definiera su actitud en una asamblea formal y ratificando sus procederes públicamente, en una carta que le dirigía al Presidente de la República, agradeciéndole su apoyo y recomendaciones para que todos los partidos, de la índole que fueran, se adhirieran al Partido Nacional Revolucionario. Portes tenía que poner el 8 Ibid, f. 296 Sobre los antecedentes y la actuación de Badillo véase Serrano, Pablo, Basilio Vadillo. Itinerario y desencuentro con la Revolución Mexicana, México, INEHRM, 2000. 9 84 grito en el cielo ¿Morones? Su viejo y encarnizado enemigo ¿El de ojo por ojo y diente por diente? Por ningún motivo. 10 La posibilidad de que el laborismo se incorporase al PNR, además de la oposición manifiesta de Portes Gil que Morones apuntaría en su lista como un agravio más del tamaulipeco, era poco factible de por sí puesto que implicaba sumarse a una facción opuesta a Calles, algo que los laboristas jamás harían. Calles había abandonado a su suerte a los laboristas en al menos dos ocasiones que les habían significado otros tantos golpes: tras la muerte de Obregón y durante la IX Convención. ¿Por qué le seguían leales? Porque Calles era el Jefe Máximo, era la encarnación del poder y enfrentarlo implicaba la destrucción plena. ¿Por qué si Calles era el poder no propiciaba, por su propia cuenta, la reincorporación de los laboristas a la familia revolucionaria? Porque la exclusión laborista, su ubicación en la oposición, le permitía servirse de ella para confrontarla, ya fuese con el presidente (como sería el caso con Portes Gil y Cárdenas), ya con el partido (como lo sería a lo largo de todo el período); los dos elementos cuya supeditación, alternativa o simultánea, hacían posible el maximato. La fallida jugada de Badillo propició su salida de la presidencia del PNR el 22 de abril. Sería reemplazado nada menos que por Portes Gil cuyas relaciones con Ortiz Rubio seguían resintiendo la sombra de la sospecha surgida tras el atentado. Primero Pérez Treviño y ahora Portes Gil, verdaderamente Morones tenía razones sobradas para detestar al PNR. ¿O era a los personajes que detentaban la presidencia del PNR a quienes detestaba y en su lucha con ellos arrastraba a los laboristas a la confrontación con el partido y, por tanto, con el gobierno? 10 Diaz Babio, Francisco, Un drama nacional, México, 1938, p. 190 85 Al menos con Portes Gil, la bronca parecía cosa personal. El 8 de junio, durante su discurso ante la Convención del Partido Laborista, Morones acusó al presidente del PNR, Emilio Portes Gil, de haber tramado una conspiración para asesinar al presidente Ortiz Rubio. A decir de Morones, durante la gira de Ortiz Rubio por Estados Unidos El entonces presidente interino (Portes Gil), con fines siniestros, aprovechó a sus amigos los comunistas y dirigió un complot contra la vida del presidente electo, dichos comunistas fueron agitados por enviados de Portes Gil salidos de la Secretaría de Gobernación y tramaron una conjuración que, de no haber sido descubierta oportunamente por la policía estadounidense, quién sabe que resultados habría tenido. Fue prevenido el mandatario mexicano por el Departamento de Estado norteamericano de que debía de abstenerse de visitar Los Ángeles y entonces los comunistas efectuaron una manifestación y resultaron ser enviados del actual presidente del PNR. El Consulado hubo de solicitar a los periódicos que no se publicaran los nombres de los aprehendidos porque todos portaban credenciales de la Secretaría de Gobernación. 11 Anticomunismo aparte, Morones se servía del rumor que había involucrado a Portes Gil en el fallido atentado contra el presidente, para relacionarlo con otro presunto intento previo de magnicidio. Al respecto, Portes Gil comenta: Las intrigas de que era yo víctima todos los días por las personas allegadas al presidente, se multiplicaban, y tales personas sugirieron a Morones, que inventara una patraña más, y en una sesión del Partido Laborista Mexicano, me hizo la acusación de que, siendo aún presidente provisional, había mandado empleados de la Secretaría de Gobernación a Los Ángeles, con el propósito de atentar contra la vida del señor Ortiz Rubio, entonces candidato presidencial. Esta acusación también había sido auspiciada en las esferas oficiales cercanas al presidente Ortiz Rubio; pero se inventaron diversas patrañas porque a toda costa era necesario encontrar algún fundamento a fin de justificar a Morones en la inculpación que ya había hecho pública y que, en privado venían propalando los amigos íntimos del 11 Taracena, Alfonso, Op. Cit., p. 90 86 presidente, encabezados por el coronel Hernández Cházaro, su secretario particular. 12 El 10 de junio de 1930, en una carta pública dirigida al presidente Ortiz Rubio, Portes Gil, respondió a las acusaciones de Morones: En un periódico correspondiente al día de hoy, aparecen unas declaraciones hechas por el señor Luis Morones, en las cuales me acusa de que, cuando desempeñé el gobierno interino de la República, dirigí un complot contra la vida de usted, aprovechando elementos comunistas de la Secretaría de Gobernación. Esta acusación, la considero sin importancia alguna en el fondo, pues entraña una calumnia nacida al calor del despecho mal reprimido, pero me pone en el caso de suplicar a usted se sirva tomar todos los datos que a este respecto puedan encontrarse en las Secretarías de Gobernación y Relaciones Exteriores, lo mismo que en el Consulado en Los Ángeles, en donde dice el señor Morones existen los comprobantes correspondientes. 13 Portes Gil recogía el guante y, a pesar del riesgo que implicaba solicitar una reivindicación pública de quien en privado sospechaba de él, exigió al presidente pronunciarse al respecto. El mismo día 10 se publicó un cable del Departamento de Estado norteamericano desmintiendo tener conocimiento alguno del pretendido complot, desmentidos similares hicieron tanto la policía de Los Ángeles como el Consulado mexicano en dicha ciudad. 14 La respuesta de Ortiz Rubio a la solicitud de Portes Gil fue hecha pública el día 12: Por el conocimiento que tengo de usted, no puedo dar crédito a la acusación que le ha hecho el señor Morones en forma pública y que seguramente procede de datos falsos que le han dado a dicho señor. Tanto el Secretario de Gobernación como el de Relaciones me han informado que 12 Portes Gil, Emilio, Autobiografía de la Revolución, México, Instituto Mexicano de Cultura, 1964, p. 651 Portes Gil, Emilio, Polémicas, México, Costa Amic, 1975, p. 78 14 Taracena, Alfonso, Op. Cit., p. 91 13 87 no existe antecedente alguno en sus oficinas que pueda dar luz a lo asentado por el señor Morones. 15 Ya con el desmentido presidencial hecho público, Portes Gil declaró a la prensa: No había querido expresar nada respecto a los violentos ataques que el señor Morones me dirige sino hasta poseer los datos necesarios para demostrar lo calumnioso de los conceptos vertidos por dicho señor. Considero que con la publicación de la carta del señor presidente que de manera categórica desmiente la existencia de complot alguno, quedará la opinión pública enteramente satisfecha dejo a la opinión del país que coloque a dicha persona en el lugar que le corresponde, reservándome yo el derecho de señalar a dicho señor Morones como un vil calumniador. Será esta la única ocasión en que yo haya tomado en consideración los desahogos del señor Morones, pero una vez que quedaron exhibidos los procedimientos infames del calumniador, no me creeré ya en el deber de tomar en cuenta los actos de un individuo como él, ayuno de la menor noción de ética. 16 Si Portes Gil pensaba que la cuestión había quedado zanjada con el desmentido presidencial se equivocaba por completo. Durante un mitin del Partido Laborista celebrado el día 17, Morones insistió en que hubo un complot en Los Ángeles para matar al presidente Ortiz Rubio. A decir de Morones: Es curioso que la declaración del Cónsul en Los Ángeles manifestara con prisa sospechosa que en el área de su Consulado no se temían las actividades comunistas, resulta curioso que ignorara que una manifestación agresiva llegó frente a las puertas del propio Consulado y que él mismo pidió protección a la policía de Los Ángeles y es curioso que ignorara que fue a petición del propio Consulado como intervino la policía de Los Ángeles y cómo, gracias a su intervención, la prensa omitió la publicación de las veinticinco o treinta personas que cayeron prisioneras. 17 A continuación, Morones pidió se leyera una nota de El Dictamen de Veracruz en la cual el detective William Haynes, del Departamento de Policía de Los Ángeles, 15 16 Portes Gil, Polémicas, p. 79 Ibid, p. 81 88 reconocía haber llevado a cabo una investigación que recabó información proveniente de rumores sobre una conspiración en la que se preparaban actos de violencia, pero la policía de Los Ángeles estaba plenamente lista para mantener el orden en cualquier ocasión y agregaba textualmente “no se si el informe que rendimos tocante a la demostración que se planeaba tuvo algún efecto sobre los planes de Ortiz Rubio y si motivó directamente la cancelación de su viaje” Leído lo cual, continuó Morones su discurso: Que el señor presidente se proponía visitar Los Ángeles es un hecho; las agrupaciones nuestras le preparaban cariñoso recibimiento y la cancelación de su viaje, debida al complot comunista, fue motivada por algún aviso y este hecho no pudo pasar desapercibido para nuestro Cónsul. Pero yo me propongo dar a conocer cuáles son los puntos de vista nuestros en relación con la situación que políticamente mantiene nuestro país. A través de la historia de nuestra Revolución puede llegarse a establecer las características de los distintos grupos que integran la familia revolucionaria; puede considerarse que son tres grupos: el constituido por el ejército revolucionario, la organización obrera y campesina y los políticos profesionales. Mientras el ejército revolucionario, para lograr el triunfo de la Revolución dejaba un reguero de sangre mexicana; mientras los elementos obreros y campesinos representados por la CROM, contribuyendo con sus esfuerzos para hacer viables los postulados de transformación social, el tercer grupo, el de los políticos profesionales, encabezados por Portes Gil, no hace otra cosa, desde que inicia su nefasta labor administrativa, que tratar de herir de muerte al núcleo revolucionario representado por la CROM; este buen señor, hecho presidente de la República, no se conformó con recibir la herencia nefasta de los políticos profesionales, sino que pretendiendo crearse una personalidad, se improvisó jefe del elemento llamado radical y es tan infame en sus procedimientos que al hacer el ensayo de descomposición de nuestra organización obrera, se le ocurrió que el auxilio más valioso de que puede disponer es el del elemento comunista en México y se acercó a esos elementos, los estimuló, los ayudó, los protegió ampliamente, tratando de utilizarlos en contra de la CROM. Toda esta labor ha sido apoyada y sigue siendo protegida por el licenciado Portes Gil, estas relaciones han existido y existen ¿Y cómo se explica entonces que probándose la inteligencia entre los comunistas y Portes Gil se pueda desglosar su personalidad, máxime cuando existen pruebas que indican lo contrario, es decir, que sí existió el propósito de hostilizar al presidente actual de la república durante su gira por los Estados Unidos? Y vamos a la cuestión obrera. Es un obrerista furibundo que al llegar a la 17 Taracena, Alfonso, Op. Cit., p. 95 89 presidencia de la república dice a voz de cuello: Hay que reformarlo todo, aquí existe un montón de líderes bribones que están explotando a los trabajadores. Yo, presidente de la República, con la influencia de que dispongo, voy a hacer nuevos líderes, como si se tratase de pollitos que nacen en incubadoras. ¿Cuál es el propósito nuestro al margen de los problemas provocados por las actividades de este señor? Nos proponemos crear una fuente de opinión pública, que juzgue si tenemos razón o no para señalar como responsables del desprestigio que en materia de política electoral existe; si tenemos derecho a declarar que los responsables han sido esos políticos profesionales, sobre todo desde que los encabeza Portes Gil. Antes de concluir considero conveniente reiterar nuestro propósito de cooperación con el señor presidente de la República, que necesita una fuerza de opinión que lo ayude a remover los obstáculos que ponen en su camino sus falsos amigos como Portes Gil que trata de desorientar al grupo de personas que pueden considerarse amigos leales del presidente. 18 La acusación de conspirar para asesinar al presidente pasaba, por el momento, a segundo plano. En su discurso Morones establecía la distinción entre militares y obreros y campesinos por un lado y políticos profesionales por otro. Los primeros eran los legítimos protagonistas de la Revolución, mientras que los segundos eran sólo sus beneficiarios. Los políticos profesionales eran claramente identificables con la membresía del PNR cuya presidencia ocupaba Portes Gil al cual reprochaba además que, mientras combatía el “liderismo” cromista, patrocinaba el surgimiento de nuevos líderes más afines a sus proyectos. Desde su posición fuera de los centros de poder, Morones apelaba a la denuncia pública como instrumento de combate a dicho poder. A su pesar, el papel de oposición testimonial comenzaba a asumirse. Sin embargo, y a pesar del respaldo público brindado por Ortiz Rubio a Portes Gil, Morones no olvidaba ofrecer su apoyo al presidente en caso de confrontarse con el tamaulipeco. El 1 de julio, en un mitin de la Alianza Revolucionaria Nacionalista; organización constituida para, de cara a las elecciones legislativas, 18 tratar de atraer a los Memoria de los trabajos llevados a cabo por el Comité Central de la CROM, durante el ejercicio del 8 de 90 blancos descontentos, Morones volvió a la carga al cuestionarse sobre algunos hechos en torno al proceso a Daniel Flores, preso por intentar asesinar al presidente Ortiz Rubio; insistió en que estaba empeñado en esclarecer cómo se había fraguado el frustrado intento de homicidio y en descubrir quiénes intervinieron en el atentado y qué personas estaban empeñadas en echar tierra a dicha investigación. Desde luego apuntó que el “Califa Rojo”, entonces director del “Club de los 31” trabajaba en la sombra en ambos asuntos. 19 Morones intentaba vincular el real aunque fallido intento de magnicidio de Daniel Flores con el presunto atentado presidencial californiano, responsabilizando de ambos sucesos, desde luego, a Portes Gil. Tras las elecciones legislativas en las cuales los candidatos laboristas fueron barridos por los penerristas, Morones arreció sus acusaciones contra Portes Gil. El 22 de julio, en un mitin del Partido Laborista, Morones pidió la renuncia del Procurador General de Justicia, José Aguilar, por la lentitud y torpeza con que había sido llevada la investigación del atentado contra el presidente Ortiz Rubio. Al respecto, el Agente no. 7 del Departamento Confidencial informó: El C. Luis Morones atacó a los directores del PNR, Lics. Emilio Portes Gil y Genaro Vázquez y al Procurador de Justicia de la Nación, pidiendo la renuncia de éste; a Valente Quintana le lanzó duros ataques. 20 Los ataques eran ya tan reiterados y repetitivos que merecían informes cada vez más escuetos. El 23 de julio, tras su ponencia en el 5º Seminario, Morones respondió así a pregunta expresa sobre la cifra exacta de obreros afiliados a la CROM: diciembre de 1928 al 25 de septiembre de 1932, Orizaba, Veracruz, pp. 185 - 202 19 Taracena, Alfonso,Op. Cit, p. 103 91 Hay dos clases de elementos: los que pertenecen a nuestra agrupación y que por desidia no cumplen con los reglamentos y los que son elementos militantes de la organización; los elementos afines pasan de 600 000, y recuérdese que la CROM llegó a mantener en fila cerrada 1 200 000 obreros organizados. De los 600 000 que se cuentan como elementos militantes y que están al corriente dentro de la reglamentación suman 25 000. 21 Tal vez un desliz pero, descontando lo discutible de las abultadas cifras presentadas en la entrevista, Morones reconocía la pérdida de un 50 % de la militancia cromista respecto de su momento de mayor auge. El día 24 fueron publicadas las declaraciones del presidente Ortiz Rubio sobre la renuncia exigida por Morones: Considero oportuno exponer que estoy completamente satisfecho de la actuación del licenciado Aguilar al frente de la Procuraduría, y muy especialmente de su intervención en el proceso que se sigue a Daniel Flores. 22 Nuevamente el presidente respaldaba a un funcionario cuestionado por Morones. Las exculpaciones públicas que de Portes Gil y Aguilar hizo el presidente, contrastan con sus juicios privados. En sus Memorias , al referirse al atentado, Ortiz Rubio asienta: La voz popular, en el caso mío, no dejó de acusar a Calles de cierta participación. Todo esto me faculta, además de lo que se pudo aclarar durante el proceso, para pensar que el atentado se fraguó por gente de Calles, con la complicidad de Vito Alessio Robles, líder vasconcelista, y la complacencia de algunos callistas adictos a Portes Gil, como Marte Gómez. 23 20 AGN, DGIPS, vol. 203, exp. 2, f. 301 Salazar, Rosendo, Op. Cit., p. 24 22 Taracena, Alfonso, Op. Cit., p. 114 23 Citado por Medin, Tzvi, Op. Cit., p. 83 21 92 Ortiz Rubio sospechaba de los vasconcelistas, de los callistas y de los portesgilistas, es decir, de todos. Sospechaba de todos porque no contaba con nadie como no fuesen sus blancos lo cual no era contar con mucho. La responsabilidad política del crimen se achacaría a los vasconcelistas y se cobraría en Topilejo. Sin embargo, Callistas y portesgilistas serían implicados de manera más precisa por Ortiz Rubio quien, a decir de Díaz Babio, reveló: Estaba en Baltimore, internado en el hospital; el congreso estaba formado por elementos callistas que manejaban Melchor Ortega, Gonzalo Santos y Manuel Riva Palacio; estos caballeros dilapidaban las llamadas canonjías del presupuesto interior de la Cámara. Yo no podía tolerar tales desmanes, como en los planes de regeneración estaba el que se refería a la moralización del ambiente político, traté de terminar con esa mafia. Pérez Treviño, presidente del PNR, me acompañaba en Baltimore; intempestivamente inventó un pretexto para dejarme y se vino a México. Resultó que Ortega se comunicó con Pérez Treviño para darle cuenta de que habían ganado los blancos y que era casi segura su expulsión. Pérez Treviño vino a intrigar con Calles y otros políticos influyentes, quienes casi lograron sus propósitos, pero el triunfo correspondió a los blancos. Tengo motivos para creer que tales sucesos favorecieron el atentado de que fui víctima. Sometí graves inmoralidades y éste fue el resultado. ¿Usted sabe lo que dicen de Calles y Morones respecto del asesinato de Obregón? Que prepararon un ambiente propicio para la consumación del crimen. Pues aquí fue exactamente igual.24 En privado, a decir de Ortiz Rubio, el atentado había sido provocado por el choque entre blancos y rojos y obra de los callistas en complicidad con Portes Gil. Morones, en público, lo achacaba desde luego en exclusiva a Portes Gil. La diferencia en interpretación y actitud respondía al papel representado por los personajes. El presidente, carente de apoyo propio, estaba imposibilitado para enfrentar a los que consideraba sus enemigos en ambos flancos, el partido encabezado por Portes Gil y la jefatura máxima. No podía apoyarse ni en uno ni 93 en otro puesto que desconfiaba de ambos a los que consideraba implicados en el atentado. Morones, fuera del gobierno, inculpaba únicamente a Portes Gil (y de rebote al PNR que el tamaulipeco presidía) pretendiendo constituirse en algún tipo de respaldo alternativo para el presidente. Dicha posibilidad había sido vetada por el inculpado al cual el presidente exculpaba en público a pesar de cuestionar en privado, la exculpación derivaba de la necesidad presidencial de hacerse de algún apoyo, así fuese dejando de lado sus sospechas. Ortiz Rubio estaba dispuesto a pactar con Portes Gil para enfrentar a Calles pues sabía que el verdadero enemigo era el Jefe Máximo. Calles, por su parte, dejaba hacer a Morones pues así presionaba a Portes Gil y dejaba hacer a Portes Gil pues así controlaba a Ortiz Rubio. A Ortiz Rubio sólo lo dejaba ilusionarse con la ficción de que gobernaba. El desmentido presidencial, sin embargo, no tranquilizó las cosas para Portes Gil. José Manuel Puig Cassauranc apunta: La actitud de Portes Gil, sin embargo, no parecía muy firme. Había habido un momento, después de las elecciones federales, cuando Morones lo había obligado, prácticamente (de tal modo llegó a fatigarlo con sus ataques) a tomarse unas vacaciones en Cuba. 25 Por su parte, Portes Gil asienta: A pesar de sus fracasos, Morones continuó cada vez con mayor saña sus acusaciones. A los ya innumerables cargos agregó otros, en que me hacía responsable de estar fomentando el comunismo en México y en los Estados Unidos. Aprovechándose de un viaje que realicé, en el mes de julio, a la ciudad de La Habana, me lanzó el de que tenía por objeto provocar en 24 Citado por Sánchez González, Agustín, Cuatro atentados presidenciales, México, Planeta, 1994, p.144 Puig Cassauranc, José Manuel, Galatea rebelde a varios Pigmaliones, México, Impresores Unidos, 1938, p. 389 25 94 Cuba movimientos subversivos de carácter comunista, en contra del presidente Machado. 26 El 9 de agosto, en un discurso ofrecido ante el PNR que le daba la bienvenida tras su viaje a Cuba, Portes Gil, a pesar de que había ofrecido no volver a contestar las acusaciones cromistas, respondió nuevamente a Morones: A las organizaciones obreras que en pasadas épocas han sido utilizadas por algunos malos elementos sólo para saciar apetitos y ambiciones bastardas, las invitamos para que encaucen sus destinos por nuevos senderos de liberación y prescindan de los malos directores que las han llevado al fracaso. El PNR no es enemigo de ninguna organización proletaria. El PNR es enemigo de los líderes explotadores que se encumbraron a costa del sudor y la sangre de los trabajadores mexicanos. El PNR señalará con índice de fuego a esos líderes que se enriquecieron con la explotación de los negocios públicos. ¿Por qué esos enemigos, que todos los días están dando a la prensa oportunidad para el escándalo, no se ponen a trabajar seriamente en bien de los obreros que dicen representar, sin perder el tiempo en la campaña de intrigas y calumnias que a ellos más que a nadie ha perjudicado grandemente? Otro cargo que quiero desmentir es el que hace algunos días lanzó al PNR el líder máximo del claudicante Partido Laborista, diciendo que por culpa nuestra no se ha expedido el Código del Trabajo. Voy a aprovechar esta ocasión para hacer a los falsos líderes tres preguntas que interesan sobremanera a los trabajadores: 1. ¿Qué han hecho de los dineros que se colectaron para el vuelo alrededor del mundo y cuya cantidad asciende a algunos cientos de miles de pesos? 2. ¿Qué han hecho de los fondos con que se proyectó fundar el Banco de la CROM y que no sabemos todavía a dónde han ido a parar? 3. ¿Qué han hecho de los miles de pesos que colectaron entre los sufridos obreros para construir el edificio de que tanto alardearon? Y ya sabemos que mañana o pasado vendrá la repetición de la calumnia y la intriga que me acusa a mí de asesinato, en cambio, ellos sí sembraron el ambiente de asesinato durante la campaña del general Obregón y continúan esparciendo 26 Portes Gil, Emilio, Quince años de política mexicana, México, Botas, 1941, p. 438 95 ideas de odio en la actualidad, creyendo que así volverán a recuperar una situación que perdieron para siempre. 27 Portes Gil reiteraba su condena al liderismo, hacía reclamos puntuales por cuestiones de manejo de dineros y culpaba nuevamente a Morones y a los laboristas de haber propiciado las condiciones en que se dio el asesinato de Obregón. Tras las elecciones en que había conducido a su partido al triunfo, Portes Gil podía mostrarse desafiante. Diaz Babio sugiere que el desafío portesgilista tenía un segundo destinatario: A la vuelta de sus forzadas vacaciones en La Habana, a mediados del mes de agosto, el PNR, Cámaras y mundo político le preparó significativa recepción. Y luego el “Yo acuso” de Portes contra su constante enemigo Luis Morones, preguntándole a dónde habían ido a parar los dineros de la colecta para el vuelo mundial, par la fundación del Banco Laborista y para la construcción de su edificio. “Yo acuso” que alcanzaba, por reflejo, al mismo Calles. 28 Portes Gil estaba demasiado crecido y deseaba sacudirse a Calles, el Jefe Máximo pronto lo ajustaría. El 21 de agosto, en un mitin cromista celebrado en el teatro Esperanza Iris, Morones se lanzó a fondo contra Portes Gil: Tengo el encargo de parte de nuestro Comité representativo, de decirle al estimable licenciado Portes Gil que le sugerimos la conveniencia de que designe una Comisión, que él puede presidir si gusta, para que haga una revisión de la contabilidad de nuestro Comité; pero solicitamos que igual derecho se nos conceda para hacer una revisión de los dineros manejados por Portes Gil en las distintas comisiones que se le han conferido. Queda 27 28 Portes Gil, Emilio, Polémicas., p. 83 - 86 Díaz Babio, Francisco, op. Cit., p. 229 96 contestado por ahora el estimable licenciado y él tiene la palabra para ver si le conviene o no el procedimiento que sugerimos. Pero queda otro cargo. Es el referente a la responsabilidad que nos atribuye en los desgraciados acontecimientos que tuvieron como trágico resultado el asesinato del general Obregón. El licenciado Portes Gil, insignificante figura en la historia de nuestra Revolución, factor principal de la intranquilidad, de la desconfianza y de la agitación en el país; nos obliga a hacer un poco de historia que no hubiéramos querido hacer por respeto a la memoria del que fuera nuestro amigo, del general Obregón. Fue en 1919 cuando varios amigos personales del general Obregón, se acercaron a nosotros para manifestarnos que el general Obregón deseaba saber si podía contar con la cooperación del elemento trabajador en el momento en que se disponía a iniciar su campaña política para presidente de la República. Después de reunir a un grupo reducidísimo de compañeros representativos de las distintas agrupaciones, llegamos a la conclusión de que podíamos cooperar ampliamente en la campaña, siempre que éste estuviera de acuerdo en establecer un convenio, en virtud de cual, los intereses del movimiento obrero que representábamos tuviera la seguridad de que se le daría la oportunidad necesaria para realizar su programa. Formulamos un pliego, un convenio privado y lo enviamos al general Obregón. Y este pliego, las cláusulas que él contiene, son nuestra mayor defensa; han permanecido ignoradas estas cláusulas que se formularon hace once años, hasta el momento que el odio del licenciado Portes Gil nos obliga a darlas a la publicidad. 29 Morones escurría el bulto en las acusaciones de mal manejo de dinero revirando el reclamo al propio Portes Gil cuya forma de financiar al PNR era igualmente cuestionable. A continuación, Ricardo Treviño leyó un documento titulado Puntos que, con el carácter de CONVENIO PRIVADO, se presentan al C. Alvaro Obregón, como candidato de la clase obrera para ocupar la presidencia de la República. El convenio, firmado el 6 de agosto de 1919 por Obregón, Morones y la plana mayor de la CROM, tenía como puntos principales: 1. Nuestro deseo es que exista un Ministerio especialmente para resolver todo lo relacionado con los intereses de los trabajadores, que se titule: 29 Memoria de los trabajos llevados a cabo por el Comité Central de la CROM, durante el ejercicio del 8 de diciembre de 1928 al 25 de septiembre de 1932. Orizaba, Veracruz, pp. 41 - 46 97 MINISTERIO DEL TRABAJO, y que esté a cargo de una persona identificada con las necesidades morales y materiales de los mismos. 2. Que mientras se lleva a efecto la iniciativa del punto primero, sea nombrada una persona que tenga la identificación que señala el mismo punto, para que ocupe la cartera de Industria, Comercio y Trabajo. 4. Que para el nombramiento de las personas que señalan los puntos I y II, se tome en consideración la opinión de los representantes del partido político que se forme a iniciativa de los suscritos. 6. Que se reconozca la personalidad legal al Comité Central de la CROM para tratar directamente con el Ministerio del Trabajo, o en su defecto con el Poder Ejecutivo, todos los asuntos relacionados con las agrupaciones de la República. 7. Que se designe por lo menos un día de cada semana para el efecto del punto anterior. 9. Que se tomen en consideración las opiniones de los representantes de la organización obrera en el país, cuando se trate de llevar a cabo, por parte del Ejecutivo, reformas o procedimientos de interés general.30 La divulgación de pactos entre figuras políticas y los laboristas no era nueva: Durante la agitada IX Convención de la CROM en diciembre de 1928, Morones dio a conocer, con miras a exhibirlo como traidor, el pacto celebrado entre el Partido Laborista y el general Manuel Pérez Treviño que recientemente había roto sus relaciones con la CROM. La divulgación del pacto celebrado con Obregón es llamativa por diversas razones. Es el pacto primigenio del laborismo, modelo que seguirán los demás; establece el derecho de picaporte entre los cromistas y los funcionarios laborales y supone la anuencia de los primeros en el nombramiento de los segundos. Tras la lectura del documento, siguió Morones su discurso: Así nació el Partido Laborista Mexicano. Por eso la CROM pudo realizar parte de su programa y por eso el movimiento obrero adquirió el derecho de ser escuchado, no por un rasgo de simpatía de parte del general Obregón, sino por la existencia de ese compromiso. No es el momento de examinar cómo se llevó a cabo el cumplimiento de este convenio, que por parte 30 Ibid, pp. 46 - 48 98 nuestra fue cumplido al pie de la letra ¿Cómo es posible creer que a quienes convenía el triunfo del general Obregón en su primera campaña, no tuviéramos la posibilidad de conseguir algunas facilidades para el movimiento obrero en su segunda campaña? ¿Por qué íbamos a tener interés en que desapareciera el general Obregón que en 1919 firmó ese convenio? ¿Qué interés mezquino podíamos tener para desear algún mal para él? ¿Mi discurso del 30 de abril? Si, mi discurso fue inspirado en el deseo de declarar ante la opinión pública nuestro propósito de no colaborar con el nuevo gobierno sencillamente porque una jauría de elementos incondicionales, como Portes Gil, trataban de sugestionar al general Obregón para llevarlo a un terreno equivocado a nuestro juicio. Porque no podíamos convivir con gentes tan descalificadas como el licenciado de marras Nuestros propósitos al presente no son de hacer obra de agitación, nosotros hemos callado durante dos años. Pudimos haber mostrado este documento que era nuestra justificación, que era una prueba de que las relaciones que existieron entre el general Obregón y nosotros fueron de completa inteligencia y de que esta misma inteligencia podía haber subsistido. Sin embargo, estas gentes del licenciado Portes Gil, interpretando nuestro silencio como una manifestación de cobardía, no cesaron en su empeño de atacarnos, primero políticamente, y luego han querido ir hasta el seno de nuestras organizaciones y destruirlas. ¿Porqué soportar una situación creada por un hombre descalificado a todas luces? ¿Con qué derecho íbamos a permitir que este hombre trate de torcer el camino que debe seguirse por los elementos realmente dispuestos, y seguramente el señor presidente de la República lo está, para resolver los problemas nacionales? Estos falsos revolucionarios, estos revolucionarios de paga, estos logreros de la Revolución, que no es otra cosa Portes Gil, pretenden poner una mordaza en la boca de cada uno de los hombres que quieren expresar su pensamiento, porque adquirieron el derecho de expresarlo; seguiremos haciendo obra de exposición a la que tenemos derecho, a fin de llamar la atención para decirles: ayudemos al señor presidente de la República; hay un grupo de esos logreros de la política que pretenden hacerlo fracasar en sus propósitos, que me consta que los tiene y muy buenos, estos individuos pueden hacerlo fracasar. Por lo que concierne al grupo que encabeza Portes Gil, lo poquísimo bueno es imposible que él lo haga, a pesar de que se ha apoderado del poder legislativo, porque desvirtuando los propósitos electorales, ya las listas de diputados y senadores se hicieron desde antes de las elecciones. 31 Morones pretendía hacer creer que aquello que era válido en 1919 lo era igualmente en 1928, y que la exhibición del pacto con Obregón era una prueba contundente de avenencia e inocencia, Pasando por alto lo más importante, el incumplimiento por parte de Obregón del punto I del pacto, Morones pretendía que 31 Ibid, pp. 48 - 60 99 su pleito no había sido con Obregón sino con los obregonistas y más específicamente con Portes Gil. Morones afirmaba una vez más su recurso a la denuncia pública y su apoyo al presidente Ortiz Rubio a pesar de la premonitoria advertencia de fracaso, finalmente condenaba las prácticas electorales penerristas. Se trataba, a todas luces, de un discurso desde la derrota. Consciente de que dicha derrota se había incubado en el enfrentamiento con Obregón, Morones pretendía negar dicho enfrentamiento y cargar las culpas, no al adversario de entonces, sino al enemigo actual. Como compensación a las derrotas objetivas, en lo electoral y en lo político, Morones obtendría una revancha personal con la salida de Portes Gil de la presidencia del PNR. El 5 de octubre, aduciendo que era espiado por el secretario particular del presidente, Calles obtuvo de Ortiz Rubio la renuncia del “flaco “ Hernández Cházaro, el hombre que, según Portes Gil había cultivado en el presidente la idea de que en el atentado en su contra él se hallaba involucrado. Dos días después, Cházaro fue nombrado Jefe del Departamento Central del cual dependía la policía del Distrito Federal. Alarmado por la posibilidad de que Cházaro tomase represalias contra su persona, Portes Gil renunció a la presidencia del PNR, se traslado a su feudo en Tamaulipas y, posteriormente, partió a Francia con un cargo diplomático. Portes Gil mismo reconoce la importancia del factor Morones en su renuncia:: Ya para fines de julio, mi situación dentro del gobierno del presidente Ortiz Rubio era insostenible: El ataque continuado y furioso de los íntimos del Jefe del ejecutivo y la acción enconada de los amigos del general Calles 100 (Riva Palacio, Morones, Puig, Cassauranc, Montes de Oca y algunos más) a quienes el propio general Calles desautorizaba con frecuencia, hacían ya imposible mi actuación. Como consecuencia de toda esa serie de intrigas palaciegas, de falsedades y de actitudes bochornosas, me vi precisado a presentar mi renuncia del cargo de presidente del Partido Nacional Revolucionario, teniendo que salir del país a fines del mes de octubre de 1930. 32 La presidencia del PNR fue asumida por el general Lázaro Cárdenas quien la ocupó hasta agosto de 1931 cuando pasó a la Secretaría de Gobernación. La presidencia del partido fue entonces asumida nuevamente por Manuel Pérez Treviño. La salida del país de Portes Gil dejaba a Morones sin el que había sido su principal enemigo político durante los últimos años. Morones y la CROM, sin embargo, con una capacidad prodigiosa para el pleito encontrarían pronto un nuevo adversario. El 1 de diciembre de 1930 se llevaron a cabo las elecciones de representantes obreros ante la Juntas Federal y Central de Conciliación y Arbitraje del D. F., la CROM perdió su hasta entonces predominio ante los candidatos de la Federación Sindical de Trabajadores del D. F. Los lobitos comenzaban a comerse las gallinas de Morones. El 18 de marzo de 1931, el presidente Ortiz Rubio entregó al Congreso de la Unión el proyecto de Ley Federal del Trabajo elaborado por el secretario de Industria Aarón Sáenz. El proyecto de Sáenz recogía en lo fundamental la iniciativa presentada meses antes por Portes Gil. La dirigencia cromista objetó desde un principio la aprobación de un código en cuya elaboración no habían tenido participación 32 Portes Gil, Emilio, Autobiografía de la Revolución, p. 656 101 alguna y que daba al Estado, al colocarlo como árbitro entre el capital y el trabajo, la última palabra en la aceptación o rechazo de las demandas obreras. Para oponerse a la pretendida Ley Federal del Trabajo, el 30 de abril se formó la Alianza de Organizaciones Obreras y campesinas. La Alianza estaba encabezada por la CROM e integrada por la CGT, la Liga Nacional Campesina, la Confederación de Transportes y Comunicaciones, la Alianza de Uniones y Sindicatos de Artes Gráficas, la Confederación Nacional de Electricistas, la Confederación Sindicalista de Obreros y Campesinos de Puebla, la Casa del Pueblo, la Federación Sindical del D. F. y la Confederación de Ligas Sociales de Oaxaca. 33 El 1 de mayo, tras el desfile obrero en el cual la CROM no participó, el secretario de Industria Aarón Sáenz, respecto a la crítica ejercida por representantes del movimiento obrero encabezados por los cromistas contra el proyecto de Código del Trabajo, declaró: La opinión pública debe estar atenta, sobre todo, a distinguir los esfuerzos políticos de arribismo y las declamaciones desesperadas de un liderismo crepuscular, de las palabras verdaderamente inspiradas y concebidas en el sentido de responsabilidad y en la capacidad de convivencia con el resto de la Nación.34 Liderismo crepuscular era una expresión particularmente afortunada. La reciente derrota ante los lobitos demostraba que, al igual que en el plano político, en el plano sindical la CROM estaba claramente a la baja. El 14 de mayo, el presidente Ortiz Rubio, recibió a una comisión de líderes obreros que, a nombre de la recientemente constituída Alianza de Organizaciones Obreras 33 34 Córdova, Arnaldo, En una época de crisis, México, Siglo XXI, 1980, p. 110 Salazar, Rosendo, Op. Cit., p. 41 102 y Campesinas de la República de la cual la CROM formaba parte, presentó su punto de vista sobre el Código del Trabajo. A nombre de la comisión habló Lombardo: La impresión que tenemos del proyecto es que es malo porque es injusto ; creemos además que se ha elaborado en un momento crítico para el país, tal vez el menos oportuno, porque los patronos hablan de la crisis utilizándola como un arma en contra del proyecto. No se debe culpar a la organización obrera de la crisis económica; que no se quiera reventar el hilo por lo más delgado, atribuyendo a los trabajadores propósitos mezquinos, una labor de agitación provocada por sus líderes. Creemos que si la Ley del Trabajo no ha de respetar las conquistas de los trabajadores, es preferible que no se dicte. 35 El 16 de mayo, la Alianza dirigió una nota al secretario Sáenz: Para nosotros la opinión del gobierno es la del señor presidente de la República, completamente de acuerdo con la nuestra. El empeño que usted demuestra en seguir sosteniendo su ideología desde la alta investidura que le da su carácter de secretario de Industria, Comercio y Trabajo, ha perdido para nosotros el valor de la opinión del gobierno. 36 Al igual que cuando los laboristas hacían declaraciones contra el PNR se cuidaban de deslindar al presidente; la Alianza, al descalificar a Sáenz, se cuidaba de deslindar a Ortiz Rubio de la conducta seguida por quien era su secretario. A la muerte de Obregón, Sáenz era considerado como su principal heredero político. Su acceso a la presidencia sólo se vio impedido por la imposición callista de Ortiz Rubio. Si bien Ortiz Rubio no debía ser muy estimado por Sáenz, pretender confrontarlos era una apuesta equivocada. Como se había visto en el caso de Portes Gil, Ortiz Rubio era, a pesar de las posibles diferencias personales, absolutamente incapaz de descalificar públicamente a sus secretarios. La intriga 35 Ibid, p. 42 103 cromista debió sentar muy mal a Sáenz quien de por si, por su pasado obregonista, no debía guardar muy buenos recuerdos de los hombres de Morones. El 20 de julio de 1931, en la Cámara de Diputados quedó aprobado en lo general el proyecto de Ley del Trabajo. Del debate en tribuna que antecedió a la votación, vale rescatar el discurso del diputado José Santos Alonso: Los líderes de la CROM, dice, piensan que con la Ley del Trabajo se les va a acabar su modus vivendi y por ello la tacan desconsideradamente, pero se les va a demostrar desde esta tribuna que en 1925, cuando ellos ocupaban estas curules y Morones estaba en la Secretaría de industria, elaboraron un proyecto inferior y mucho menos avanzado que el que las comisiones dictaminadoras han presentado a esta Asamblea. Dice después que los representantes populares se sienten respaldados por las palabras del líder máximo de nuestro movimiento social, general Calles, que al conocer el dictamen y el proyecto de Ley opinó que los líderes no tienen razón y que si a ellos se les hubiera encomendado la formación del Código, hubieran hecho un proyecto inferior. Entra luego el representante potosino a examinar documentalmente las diferencias substanciales existentes entre el actual proyecto y el que elaboró Morones en 1925. En materia de huelgas, el estatuto de 1925 era sumamente limitativo, no permitía la huelga por mayoría gremial ni la huelga contra el Estado. La huelga es la guerra, dijo el diputado Santos, y los señores de la CROM le tuvieron miedo. Posteriormente tuvo lugar el discurso pronunciado por el licenciado Aarón Sáenz, ministro de Industria, Comercio y Trabajo en apoyo a su proyecto de Ley Federal del Trabajo: El licenciado Sáenz entra a continuación a analizar el proyecto de Código y el dictamen de las comisiones. Principia por fijar claramente la posición obrerista que siempre ha asumido el gobierno. Luego se refirió al amplio propósito de cooperación que animó a la Secretaría de Industria cuando dio a las clases obreras una excitativa para que aportaran sus puntos de vista; este deseo nuestro, agrega, fracasó por la intervención de ciertos líderes que mas parecen cuidar sus propios intereses que los intereses colectivos, y que trataron de presentar ante la opinión pública el proyecto como una 36 Ibid, p. 44 104 afrenta para la Revolución. Dice después que, a pesar de ello, el gobierno cuidó de reiterar sus invitaciones a las clases obreras y que los representantes de estas aceptaron, pero que intempestivamente los líderes, a quienes probablemente no acomodaba la expedición de una Ley del Trabajo, retiraron su compromiso y se negaron a participar en el estudio. En vísperas de la solemne celebración, añade, se creía en la serenidad de los directores de las clases trabajadoras, pero con gran decepción para los hombres del gobierno y para los integrantes de las Cámaras, se vio que en un mitin celebrado se aprovechó para lanzar ataques al gobierno y para satisfacer desahogos personales y apenas se tocó superficialmente el gran tema a debate del Código del Trabajo. 37 Tanto el diputado Santos como Sáenz hacían notar que el liderazgo cromista se sentía amenazado por la expedición de la nueva Ley y que su actitud oposicionista se debía a esa razón. La principal objeción de los opositores se había referido a las limitaciones que la nueva ley establecía al derecho de huelga. Debido al arbitraje obligatorio, la legalidad de cualquier huelga dependía de una decisión de los órganos competentes del Estado. En los hechos, con la nueva legislación, la eficacia de la huelga dependería de una decisión política del gobierno en turno. Sobra decir que las relaciones de la CROM con el gobierno no eran precisamente las mejores. El 27 de julio, el presidente Ortiz Rubio entregó a la prensa el siguiente boletín: Desgraciadamente, algunos directores de las organizaciones obreras, en lugar de señalar, concretamente, aquellos puntos de Ley que, en su concepto, sean contrarios al artículo 123, se han limitado a lanzar, injustificadamente, ataques tanto al Ejecutivo como a la Cámara. Esta circunstancia me hace pensar que algunos directores de asociaciones obreras tratan de desviar la discusión de la Ley del Trabajo, desorientando a las masas y tomando la discusión como un pretexto para asumir una actitud política. 38 37 Araiza, Luis, Historia del Movimiento Obrero Mexicano T. IV, México, Casa del Obrero Mundial, 1975, pp. 173 - 175 38 Salazar, Rosendo, Op. Cit., p. 48 105 Lo dicho, Ortiz Rubio repaldaba a Sáenz y puntualizaba que la oposición de los líderes obreros se debía a causas políticas más que laborales. La política, siempre la política. Al liderazgo cromista, que era también el liderazgo laborista, le resultaba imposible disociar ambas caras de su actividad. Sus adversarios, por su parte, tampoco hacían distingos. Al día siguiente, la Alianza se deslindó de la posición asumida por la CROM responsabilizándola en exclusiva de los ataques dirigidos al gobierno. En la batalla con el gobierno, la CROM quedaba solitaria. En la tribuna de la Cámara de Diputados, Sáenz condenó nuevamente a los líderes obreros, particularmente a Lombardo. El día 29, Lombardo envió un telegrama a Sáenz: Nunca he hablado con usted ni con ningún funcionario de la administración sobre la Ley del Trabajo ni sobre asuntos políticos. Rechazo cargo consistente en que he solicitado un puesto en el gobierno a cambio mi colaboración. Es inútil que se quiera disfrazar de ardid político mi censura a la Ley del Trabajo, como que se me delate como reo del delito de injurias al presidente. Al día siguiente, Sáenz hizo pública su respuesta a Lombardo: Manifesté públicamente que usted, en representación de la CROM había estado a tratar en la Secretaría asuntos relacionados con el proyecto de Ley, hecho que usted no podrá negar. Afirmé que algunos de los líderes de la CROM habían manifestado tanto al presidente como al suscrito, su conformidad en términos generales, con el proyecto de Ley; que los mismos también habían manifestado su deseo de colaborar con el Ejecutivo, entendido por colaboración, entre otras cosas, el haber participado en la preparación del proyecto mencionado. No me explico cómo pudo usted haberse sentido aludido por estas últimas palabras mías, como no sea que usted se considere como único líder de la CROM. 39 39 Ibid., p. 50 106 Tal vez en efecto, después de haber sido la principal voz de la CROM durante la batalla por la Ley del Trabajo, Lombardo comenzaba a sentirse el líder de la CROM. Pronto tendría oportunidad de demostrarlo. De vuelta al ámbito político, la perenne situación de crisis del gobierno ortizrrubista tenía, como uno de sus síntomas más evidentes, el constante trasiego de los miembros del gabinete. Trasiego provocado por la complejidad de servir a la vez a dos amos, el presidente y el jefe máximo. La crisis más severa se presentó a mediados de octubre de 1931 y fue provocada por el anuncio de Pérez Treviño, presidente del PNR, y de varios miembros del gabinete, de su intención de renunciar a sus cargos por no congeniar con la política del presidente. Para tratar de arreglar las cosas, los miembros del gabinete celebraron varias reuniones que culminaron con la renuncia de los elementos militares del gabinete y la incorporación de Calles como secretario de Guerra. En el transcurso de una de esas reuniones Puig Cassauranc elaboró un documento analizando la situación política y proponiendo soluciones a la crisis. Es interesante ver que, a pesar de sus problemas, el laborismo seguía siendo una fuerza digna de ser tomada en cuenta. Puig Cassauranc relata: En la mañana del mismo día, llamado por Calles, habíamos , además, presentado al general el siguiente Memorandum, que publicamos sin modificación, para que pueda verse como nos esforzábamos en procurar que viera el viejo Jefe la situación y cómo le ofrecíamos las soluciones que nos parecían lógicas y que nos inspiraba el deseo de evitar el desastre que ya veíamos: la brusca terminación del período presidencial de Ortiz Rubio. He aquí el Memorandum que presentamos al general Calles para la resolución de la crisis: MEMORANDUM PARA EL GENERAL CALLES , OCTUBRE 1931 1. El frente revolucionario, como estaba constituido en 1928 y como nos parece que habría que tratar de rehacerlo. 107 Formaban parte del frente revolucionario en 1928: b) Partido Laborista y CROM. Estado actual: perdidos para el Gobierno, como colaboradores, aunque conservada y parece que hasta afirmada en los últimos meses, después de la salida de Portes Gil para Europa, su disciplina personal para el general Calles. Conveniencia política y revolucionaria: llamarlos a colaborar en puestos del Gobierno, de responsabilidad , en la extensión y capacidad que decida el presidente. Garantizarles, para 1932, las curules y en general los puestos políticos electorales que ganen en buena lid. Procurar, si es posible, que tenga el Partido Laborista el carácter de organización aliada o filial del PNR. Respetar siempre sus sectores electorales de probable triunfo, no presentando sistemáticamente el PNR candidatos en la totalidad de los distritos electorales. Sobre todo no oponerles candidatos del PNR cuando se trate de distritos netamente obreros. Si fuera probable la fusión de la CROM y la de otros organismos obreros, reservarles no menos del 30% de la totalidad de los distritos, en ambas Cámaras, para que haya reales representantes obreros, de extracción cierta de las filas obreristas. Garantizar su triunfo, aceptándolos como candidatos del PNR para evitar avorazamientos de los nuestros, al ser discutidas las credenciales. 40 La propuesta de Puig puede resumirse en una palabra: institucionalizar. Es decir, aprovechar la lealtad a Calles y el alejamiento de Portes Gil para incorporar a los laboristas al gobierno y al PNR. La propuesta de Puig fue desatendida por la razón que ya fue apuntada previamente: para preservar el maximato, a Calles le era más útil el laborismo en la oposición que en el gobierno o en el partido. El 2 de noviembre, militantes de la CROM y de la Federación Sindical de Trabajadores se enfrentaron a golpes a las puertas de la sede de la Junta Central de Conciliación y Arbitraje del D. F. El 1 de diciembre, se eligieron vocales de los grupos especiales de la Junta Central de Conciliación. La presidencia recayó en Jesús Yurén de la Federación Sindical de Trabajadores; también resultaron electos a diversos grupos Fidel 40 Puig Cassauranc, José Manuel, Op. Cit., pp. 421 - 422 108 Velázquez, Alfonso Sánchez y Fernando Amilpa. Los lobitos volvían a comerse las gallinas de Morones. Los vencedores en las elecciones a representantes a la Junta Central de Conciliación, dirigieron el día 6 un mensaje al presidente Ortiz Rubio: Quisimos demostrar a la faz de la República, principalmente a la CROM, que no en balde transcurren los años. No hacemos hincapié en los ataques de que la CROM hizo víctima al gobierno con motivo de la reciente expedición de la Ley del Trabajo, ni la campaña enconada y malévola con que agredió a varios miembros del gabinete presidencial, cuando se les negara a sus líderes intervención en la administración pública, ni en el historial que caracteriza a la CROM. 41 No hacían hincapié pero puntualizaban, uno a uno, los últimos dislates cromistas en relación al gobierno. Durante el cuarto período de sesiones del Consejo Nacional de la CROM, iniciado el 28 de diciembre, día de los inocentes, se declaró la suspensión por un año de Alfredo Pérez Medina como secretario general de la FSODF y como miembro de la CROM. La suspensión fue justificada con una andanada de cargos: como miembro del Comité Ejecutivo de la FSODF, propuso al Consejo de la misma la compra de acciones de una compañía hidroeléctrica de la que él mismo adquirió acciones por lo que formaba parte del Consejo de Administración, que tenía una agencia de anuncios de espectáculos públicos y era concesionario en un periódico, que era consejero del Banco de México.42 En suma, que era un capitalista. La inocentada de la CROM al recurrir a una simple suspensión resultó inútil puesto que Pérez Medina reunió a los representantes de los sindicatos federados quienes, en abierto desacato a la disposición de la central, 41 42 Salazar, Rosendo, Op. Cit., p. 55 - 56 Reyna, Manuel, La CROM y la CSUM en la industria textil 1928-1932, México, UAM-A, 1988, p. 113 lo 109 confirmaron en sus derechos como miembro de la organización y secretario de la federación. Como respuesta al desacato federativo, el 5 de abril de 1932, el Consejo nacional de la CROM expulsó de sus filas al secretario general de la Federación de Sindicatos Obreros del D F., Alfredo Pérez Medina. Al día siguiente, la Federación abandonaba la CROM. El 13 de junio se constituyó la Cámara del Trabajo del D. F.; Alfredo Pérez Medina fue electo secretario general de la nueva agrupación, Luis Araiza asumió la secretaría de conflictos. A la Cámara se adhirieron la CGT, la Confederación de Transportes y Comunicaciones, la Confederación Nacional de Electricistas y Similares, la Federación General Obrera del Ramo Textil, la Federación Sindical de Trabajadores del D. F., la Federación Obrera Local del D. F. y el Frente Único de Trabajadores del Volante.43 En total, la Cámara estaba formada por 146 sindicatos principalmente de la capital del país. El 15 de agosto de 1932, como parte de una gira de propaganda que realizaba por los estados de la República, Morones llegó a Mazatlán, Sinaloa para participar en un mitin que se celebraría en el teatro Rubio a las 8 de la noche. Antes del inicio del acto, Morones tuvo un roce con la policía puesto que, en la puerta de acceso y tras ser registrado por personal de vigilancia, le fue hallada una pistola calibre 25. A pesar de que Morones mostró los permisos de portación correspondientes, la policía insistió en confiscar el arma para permitir el acceso al teatro. Ya en tribuna, Morones realizó el mismo discurso que repetía a menudo en actos de esa clase: denunció la persecusión realizada contra la CROM los últimos años, 43 Córdova, Arnaldo, Op. Cit., p. 136 110 condenó a los directivos del PNR (el Club de los 31 como gustaba llamarlos), rechazó el comunismo y llamó a la unión entre ejército y trabajadores.44 El día 17, Morones participó en otro mitin realizado en Los Mochis, Sinaloa en apoyo a la CROM local que tenía de tiempo atrás un conflicto con la filial de la trasnacional United Sugar Co. El jueves 18, a primeras horas de la mañana, un oficial y varios gendarmes se presentaron en el Hotel donde se hospedaba Morones solicitando hablar con él. Un par de acompañantes de Morones se dirigieron al oficial preguntando que deseaba a lo cual contestó que tenía una orden de aprehensión e instrucciones de llevárselo a como diera lugar. A pesar de la protestas de sus acompañantes, Morones fue detenido. 45 Jacobo Olguín, jefe de Policía de Los Mochis, arrestó a Morones bajo el cargo de repartir propaganda subversiva, específicamente por supuestos ataques al ejército y al gobierno del estado. El arresto se llevó a cabo al día siguiente del acto en el que Morones condenó, en su discurso, a la United Sugar. En la versión cromista de los hechos, una multitud de trabajadores acompañó a Morones mientras era conducido a la cárcel y pasaron fuera de la misma los dos días con sus noches que duró la detención. Conocida la detención, la CROM envió telegramas de protesta al presidente de la república, a los secretarios de Gobernación y de Guerra y Marina y al gobernador de Sinaloa. La CROM envió también un comunicado a la prensa en el que se informaba que: 44 45 Revista CROM, Año VII, No. 181, 1 de septiembre de 1932. p. 30 Ibid, p. 32 111 Con todo lujo de fuerza las autoridades municipales, de acuerdo con el gobierno del estado, aprehendieron al compañero Morones, por lo que ya nos hemos dirigido a las autoridades federales, así como al gobernador del estado de Sinaloa, protestando por este nuevo atropello cometido con los miembros de la CROM. El viernes 19 la CROM emitió otro boletín de prensa en el que se anunciaba que El secretario de Gobernación, al dar contestación a los telegramas que todas las agrupaciones componentes de la CROM le han enviado protestando por el atentado cometido en contra de nuestro compañero Luis Morones, por las autoridades del estado de Sinaloa, ha expresado que el gobernador del estado le informa que a petición del Ministerio Público de Los Mochis, fue aprehendido nuestro compañero por ultrajes al gobierno local y al ejército; acusación que consideramos calumniosa y que sólo ha sido el pretexto para querer impedir que los representantes de la CROM continúen con la gira que están llevando a cabo en la República, pues informaciones que tenemos nos hacen conocer que efectivamente el compañero Morones en forma enérgica ha condenado los procedimientos seguidos por las autoridades de algunos estados como el de Sinaloa que en lugar de defender los intereses del trabajador, están defendiendo los intereses del capital. Respecto al ejército, consta a sus elementos que, por el contrario, el compañero Morones ha recomendado que exista una completa armonía entre la clase trabajadora y el ejército, dos de los factores principales de la Revolución. 46 El abogado laborista Aníbal Ocaya Payán llegó a Los Mochis, procedente de la ciudad de México, el día 19 y obtuvo la liberación de su defendido esa misma noche. 47 El día 20, la prensa recogió las declaraciones de Morones sobre el desenlace del incidente de Los Mochis: Después de contestar enérgica y claramente innumerables acusaciones calumniosas, declarar y sostener careo ante Ministerio Público y Procurador de Justicia, comisionado expresamente por el gobernador del estado, dicho 46 Ibid, p. 33 Buford, Nick, A biography of Luis Morones, mexican labour and political leader, Louisiana State University, 1971, pp. 183 - 184 47 112 funcionario, procediendo correctamente ordenó mi libertad por no haber delito que perseguir. 48 La revista C.R.O.M. Órgano de la Confederación Regional Obrera Mexicana publicó, en su número 181, fechado el 1 de septiembre de 1932, una amplia crónica de la detención, ilustrada con una fotografía titulada “Luis Morones tras la reja de la cárcel de Los Mochis, Sinaloa”. Una detención de un par de días podía ser casi anecdótica, de no ser porque hubiese sido impensable apenas cuatro años antes. El breve encarcelamiento de Morones demostraba hasta que punto era vulnerable el líder laborista y cuan debilitado se hallaba su partido y su central obrera. La crisis final del gobierno de Ortiz Rubio ocurrió a principios de agosto cuando, tras la renuncia de Calles a la Secretaría de Guerra que fue ocupada por el general Abelardo Rodríguez, el callismo en pleno manifestó su intención de no seguir colaborando con el presidente. Un par de semanas después de la liberación de Morones, el presidente Ortiz Rubio presentaría su renuncia. 48 Revista CROM, Año VIII, No. 181, 1 de septiembre de 1932, p. 36 113 Capítulo 5 En la presidencia de Abelardo Rodríguez A pesar de los pesares políticos; al iniciarse el gobierno de Abelardo Rodríguez, la relación personal entre Calles y Morones seguía vigente a tal punto que, durante una crisis familiar, la esposa de este se dirigía así al sonorense: Septiembre 7 de 1932 Señor general Plutarco Elías Calles Respetuosamente me dirijo a usted suplicándole disculpe distraiga su atención. Soy la esposa del señor Luis Morones, del cual hace diez meses me encuentro separada, necesitando por lo tanto vivir de mis propios recursos, por lo cual recurro a usted en solicitud de su valiosa ayuda para lograr se me proporcione un empleo en alguna oficina de gobierno. Espero, señor general, que sin entrar en mayores detalles en estos pocos renglones sabrá usted interpretar la pena que me embarga al tener que molestarlo; pero la liberalidad con que procede usted en todos sus actos, crearon en mí esta confianza. En espera de su contestación por lo que tenga en bien hacer. María Enriqueta Núñez 1 En opinión de la esposa de Morones, el Jefe Máximo bien podía darse tiempo para, tratándose de Luis, ayudarlo a resolver sus problemas conyugales. Rodríguez nombró como su Procurador General de la República a Emilio Portes Gil. 1 Plutarco Elías Calles. Correspondencia personal (1919-1945) Tomo I, México, FCE; 1991, p. 267 114 Con Portes Gil en la Procuraduría y la experiencia carcelaria aún reciente, Morones debía andarse con cuidado en el tono de sus declaraciones contra el gobierno. La lucha sindical le permitiría dirigir sus dardos a nuevos blancos. El 10 de septiembre se inauguró el flamante local de la Cámara del Trabajo del Distrito Federal. Asistieron como invitados de honor el presidente Abelardo Rodríguez; el presidente del PNR, Manuel Pérez Treviño; el director de El Nacional, Luis León; diputados, senadores y altos funcionarios gubernamentales. Sobre este suceso, Rosendo Salazar apunta: La Cámara del Trabajo se convierte en institución oficial, sujeta a normas y conveniencias del Estado. Los líderes portan trajes flamantes, sedeñas corbatas y aun fistolillos. Las peluquerías y el refinado gusto burgués los han soltado ahí perfumados y polveados. Salón, oficinas y corredores muestran alfombras y pisos de yute y de lana que exhalan su peculiar olor a cosas nuevas. La Cámara nace espléndidamente dotada de escritorios, máquinas de escribir, apara tos telefónicos, archiveros, lámparas y aun obras de arte. ¿De dónde salió el dinero para semejante gasto? 2 La respuesta era obvia: de los padrinos asistentes, es decir, del gobierno y del partido oficial que, rescatando la vieja intención de Portes Gil, pretendía hacerse de una organización sindical propia acorde a sus intereses. La manera más rápida de hacerlo era cercenar a la CROM, recoger los pedazos y darles un nuevo nombre. 2 Salazar, Rosendo, Historia de las luchas proletarias de México 1930 – 1936, México, 1956, p. 70 115 El 18 septiembre 1932, durante un mitin en el cine Olimpia organizado por la Federación de Sindicatos Obreros del D. F.; tras el discurso previo realizado por Lombardo, Morones tomó la palabra: Incapaces los elementos que anunciaron al país la formación de una organización nueva, incapaces de hacerla, se dieron a la tarea de tomar contingentes de la propia CROM, encontraron después de una búsqueda minuciosa al tipo de traidores, de los descalificados de nuestras filas y los nombraron capitanes con el objeto de que acaudillaran el movimiento de traición. El ex presidente Ortiz Rubio recibió muy rectos ofrecimientos de la CROM porque era el que representaba al gobierno. Al formarse el gobierno totalmente con elementos del PNR, las pocas o ningunas condiciones que pudo tener Ortiz Rubio para gobernar, vinieron a hacerlo más grave los procedimientos llevados a cabo por el PNR, metiéndose en los actos más insignificantes del gobierno, estorbando la labor de Ortiz Rubio, tratando de crear un Estado dentro de otro poder, tratando de ser ellos el Poder Legislativo, el Poder Judicial y el Poder Ejecutivo. Lo importante a mi juicio es que estos hechos no se repitan, es que el nuevo gobierno no permita que este nefasto partido continúe su obra de abusos y atropellos; el presidente de la República, si no se da cuenta de que el mal radica en la actuación de este nefasto partido mal llamado nacional revolucionario, tendrá que fracasar. 3 Morones denunciaba la traición sufrida por la CROM a manos de los recientes desertores, denunciaba también que dicha traición había sido inducida y aprovechada por el PNR, pero omitía mencionar al gobierno. Morones atribuía el fracaso de Ortiz Rubio a su propia incapacidad y a la constante intervención del PNR en los asuntos del gobierno. Hasta ahí acertaba plenamente, sin embargo omitía mencionar lo que era un secreto a voces: la mano 3 Revista CROM, Año VIII, No. 183, 1 octubre 1932, pp. 29 - 34 116 que había movido al títere partido para golpear al títere presidente era la mano del Jefe Máximo, la mano de Calles. Morones justificaba el respaldo que decía haber brindado a Ortiz Rubio por ser este el presidente, gustase o no al PNR; reiteraba, por las mismas razones, su apoyo al presidente Rodríguez y advertía que el fracaso presidencial podía repetirse de continuar la conducta injerencista de dicho partido. Las ganas de creer de Morones, lo llevaban a creer que la llegada de Rodríguez a la presidencia implicaba una renovación de la clase política que podía permitir a los laboristas alguna participación en el gobierno, participación que ofrecía gustoso. Al día siguiente, el 19 septiembre, sintiéndose aludido por las palabras de Morones, Lombardo anunció su renuncia a la CROM: En el mitin realizado ayer, el compañero Luis Morones desautorizó públicamente los conceptos del discurso que pronuncié y tuvo para mí frases hirientes e injustas, aunque sin pronunciar mi nombre; pero de tal manera claras que su actitud me obliga a definir mi posición ante la organización a la que ambos pertenecemos. El compañero Morones está en contra de la ideología que yo sustenté tachándola de radical y perjudicial para la organización obrera. Declaró que la organización no puede sostener un programa doctrinario avanzado ni ser censor permanente del Estado y de su gobierno y, al mismo tiempo, recurrir al gobierno para la resolución de sus problemas, como yo lo hago constantemente. Declaró que la organización obrera no puede pensar en su salvación como clase, sino que debe ayudar al progreso de las otras clases sociales. Que yo hablo como lo hablo como lo hago por moverme el corazón y no la inteligencia y que procedo así por haber llegado a la organización obrera cuando la mesa ya estaba puesta. La organización debe ser el juez permanente del Estado, del gobierno y de sus hombres, sin que sea óbice el hecho de concurrir todos los días ante los funcionarios a demandar justicia, pues los gobernantes no son los 117 dueños del poder público ni dispensadores de favores. Si el movimiento obrero, a sabiendas de que nada importante puede esperar ya del gobierno, cree que debe olvidarse de la doctrina y que su mejor táctica consiste en una serie de combinaciones, treguas, componendas y esperas, perderá su último valor: el de fuerza intemporal, revolucionaria, crítica. 4 No era el movimiento obrero el que no podía esperar nada importante del gobierno pues la Cámara del Trabajo, o a al menos sus líderes, recibían con creces así fuese ornamentos. Era la CROM la que no podía esperar nada como organización independiente puesto que su principal activo, la membresía obrera, estaba en la mira de sus enemigos que pretendían arrebatársela. Ante tal panorama, Lombardo vislumbraba, como único camino para el movimiento obrero independiente, el abandono de la ambigüedad y la consecuente radicalización. Veía también la posibilidad de encabezar dicha radicalización, de asumir el liderazgo del movimiento obrero al que aspiraba desde el inicio del desmoronamiento. Ricardo Treviño interpreta así los sucesos del 18 de septiembre : El primero en dirigirse a los trabajadores reunidos fue el compañero Vicente Lombardo Toledano, quien aprovechó la ocasión para hacer una pública confesión de fe marxista. Además y en forma violenta e irónica se dedicó a lanzar ataques al Partido Nacional revolucionario, al gobierno y especialmente al general Abelardo Rodríguez, presidente de la República. Inmediatamente después habló Morones para rendir un informe de la gira que realizó por el país. Morones se refirió después al llamado que hizo Lombardo para una nueva revolución y a los ataques al gobierno y al presidente Rodríguez, censurándolo: Mal haríamos nosotros si tratáramos de hacer una labor de críticas anticipándonos a hechos, cuando deseamos muy por el contrario obrar con la más completa serenidad; nosotros queremos decirle al gobierno que la CROM no desea otra cosa sino que se 4 Araiza, Luis, Historia del Movimiento Obrero Mexicano T. IV, México, Casa del Obrero Mundial, 1975, pp. 207 - 208 118 respeten los derechos de la clase trabajadora. Es preciso aclarar aquí, que la política de nuestra organización no es de ataque sistemático al famoso PNR; sería insensato, sería absurdo, sería equivocado, irresponsable y oportunista tratar de hacer propaganda en el espíritu del elemento trabajador, recomendándole una campaña contra el gobierno por más malo que sea, antes de hacer un esfuerzo por ser entendido para prestar cooperación al mismo gobierno. Si así como procedió en esta ocasión frente a Lombardo, hubiera pensado y obrado Morones en la IX Convención de la CROM, cuando algunos compañeros iniciaron la serie de ataques contra el presidente Portes Gil, en lugar de sumarse a ellos y si como ahora lo hizo con el presidente Rodríguez, Morones hubiera ofrecido la misma cooperación para resolver los problemas nacionales, que diferente situación se hubiera creado para la CROM. Ahora frente a las imprudentes intemperancias de Lombardo, Morones era el líder responsable y sereno; en la IX Convención sólo fue y actuó como un despechado político que aprovecha la ocasión para desahogos de resentimientos personales sin importarle los intereses de la CROM. 5 Para Treviño, de no haber roto Morones con el gobierno a fines de 1928, un capricho personal en su interpretación, la CROM hubiese seguido dentro del carro de la familia revolucionaria. Aunque cuatro años tarde, la rectificación de Morones a su actitud previa había llegado al fin. Ambos, sin embargo, se equivocaban. Ni la rectificación moronista era tal pues continuaría atacando al PNR, ni el visto bueno gubernamental era garantía de éxito para la organización obrera como pronto lo mostraría la Cámara del Trabajo. Los futuros derroteros del movimiento obrero pasarían, como lo había previsto Lombardo, por la radicalización la cual sería posible sólo con el apoyo ... del gobierno. Con el presidente Rodríguez dedicado a tareas administrativas, sin pretender ejercer otro poder y sin confrontar al Jefe Máximo, el principal tema político a 5 Treviño, Ricardo, Frente al ideal. Mis memorias, México, Casa del Obrero Mundial, 1974, pp. 77 - 80 119 dirimirse durante su período de gobierno sería su sucesión. Los laboristas estuvieron presentes en la cuestión sucesoria desde el primer momento. El 27 de septiembre se inauguró en Orizaba, Veracruz, la Décima Convención anual de la CROM. El gobernador del estado, Adalberto Tejeda, asistente a la convención, fue mencionado en los corrillos como próximo candidato del Partido Laborista a la presidencia de la República. Tejeda había sido señalado como candidato presidencial desde julio de 1932 cuando el Partido Socialista de Obreros y Campesinos de Veracruz, adherido al PLM, lo designó como tal. 6 Tejeda era respaldado por la CROM veracruzana debido a la ejecución de su política de agrarismo radical que incluía la formación de milicias rurales. El desarme de dichas milicias correría, a partir de enero de 1933 cuando se haría cargo de la Secretaría de Guerra, por cuenta de Lázaro Cárdenas. El nuevo involucramiento en política por parte de la CROM fue de inmediato censurado por los hombres afines a Lombardo que, desde la salida de su líder, incubaban una nueva disidencia dentro de la central: Propuesta de la Federación de Sindicatos Obreros del D. F. para reorganizar la CROM (octubre 1932) El eclipse total del auge político que alcanzaron, tal vez para desgracia del movimiento obrero, los líderes de nuestra organización, quienes rodeados de una funesta camarilla de logreros del presupuesto, se enriquecieron y se enfangaron en orgías, marcó también para los directores de la CROM, una 6 Taracena, Alfonso, La verdadera Revolución Mexicana 1932 – 1934, México, Porrúa, 1992, p. 73 120 era de rápida y dolorosa decadencia, que puso en peligro a la organización que por tantos años han venido dirigiendo. Y no era de esperarse otro resultado, si se tiene en cuenta que, incurriendo en un error funesto, se han empeñado en hacer depender de la voluntad de un solo hombre, del pensamiento de un individuo, el futuro de las masas proletarias. Cuando también se pretendió necia e inútilmente, arrastrar a las agrupaciones a una loca aventura política, en su desesperado esfuerzo por escalar nuevamente el poder, el instinto de conservación se rebeló y las masas tuvieron que arrebatar de sus manos la bandera de la CROM. La convención, que sólo sirvió de pretexto para procurar a los líderes un tablado desde el cual, en un oscuro madrugón, se lanzarían con una inexplicable precipitación a los campos resbaladizos de la política futurista. 7 Para los disidentes era claro: el eclipse político del liderazgo cromista arrastró en su caída a la central obrera; involucrarse en política, como insistía en hacerlo la CROM, sólo podía traer problemas. El responsable de lo anterior era, desde luego, Morones. El 11 de marzo de 1933, en el cine Díaz de León de la ciudad de México, se constituyó la CROM Depurada cuyo primer acuerdo fue expulsar de sus filas a Morones, Treviño, López Cortés, Moneda, Salcedo, Cervantes y Fonseca, es decir, al Grupo Acción en pleno. Lombardo fue designado secretario general. Las deserciones de los lobitos y, posteriormente, de Pérez Medina, habían arrebatado a la CROM el predominio sindical en el D. F.; la deserción lombardista cercenaba a la CROM sus principales bases estatales pues numerosas federaciones veracruzanas, poblanas, coahuilenses, zacatecanas, chihuahuenses, bajacalifornianas, 7 tlaxcaltecas y potosinas optaron por la depuración. Boletín del Archivo General de la Nación, Tercera Serie, número 10, octubre – diciembre 1979, pp. 70 - 71 121 Federaciones nacionales como los azucareros, textiles, músicos, ferrocarrileros, panaderos y artes gráficas, también se declararon lombardistas. La CROM moronista conservó su hegemonía sólo en la zona textil de Orizaba y presencia en Veracruz, Puebla, Tlaxcala, Jalisco, Durango, Zacatecas y Baja California. Rosendo Salazar califica así las consecuencias de la formación de la CROM Depurada: La CROM antigua soporta el golpe más duro de su vida. La CROM vieja invita a la CROM nueva a que pruebe la fuerza con la que dice contar. Están enfurecidos los antiguos lobos del amarillismo moronista contra el lobezno que se ha fugado de su cubil. Tienen razón los tiburones de los helados mares laboristas: los lombardistas les han asestado un golpe bárbaro. 8 La CROM se hallaba en su peor momento. Siempre con instintos certeros, excelentes cazadores, vislumbrando el nuevo liderazgo que Lombardo representaba, los lobitos abandonaron la Cámara del Trabajo en abril de 1933. El 1 de mayo, paralelo al desfile conmemorativo del día del Trabajo en el cual la CROM no participó, durante un acto efectuado en el teatro Lírico, Morones pronunció el siguiente discurso: Pérez Medina que anduvo auscultando el pensamiento, los propósitos de líderes políticos connotados del partido político dominante, que se puso a 8 Salazar, Rosendo, Op. Cit., pp. 82 - 83 122 su disposición para darles lo que les hacía falta, darle oportunidad a ese famoso partido de que pudiera decir que contaba con contingentes obreros, él que fue a subastar como si fuera vil rebaño a las agrupaciones obreras para ponerlas bajo la férula de los líderes de ese famoso partido. El objeto de Pérez Medina, servir de instrumento a un partido político, servir de instrumento a una acción que propende a destruir, no a la CROM, sino a toda la organización obrera del país. Desean que Pérez Medina por un lado y Lombardo por el otro, sean las cuñas que sujeten y estrangulen a nuestra organización. Pérez Medina que es uno de los tentáculos del PNR, como Lombardo es otro de los tentáculos del mismo PNR. No es la lucha intergremial originada por las discrepancias de los líderes que encabezan este grupo obrero o aquel lo que ha motivado este estado de desorientación, es la acción política, es el interés político electoral futurista el que está tratando de darle al PNR bases de contar con contingentes obreros para darle aspecto de popularidad, de acción democrática a la próxima imposición. Los mismos que manejan a la Cámara del Trabajo manejan a Lombardo. Unos con el espíritu marxista, intransigente radical, el otro conservador, y estas dos piedras tratando de estrecharnos, de que hagamos el papel de grano para triturarnos. Nuestra organización está tratando de crear confianza, de crear respeto de parte del gobierno y del elemento capitalista. Ejemplo de esto el caso de Pérez Medina: por haber usado procedimientos equívocos se le expulsó. ¿Es justo que le gobierno lo acoja en su seno? A Lombardo no lo expulsamos, ayer lo rectificábamos precisamente porque atacaba al gobierno, siempre siguiendo una táctica de irresponsabilidad; ahora ya no ataca al gobierno, ya le han de haber apretado el tornillo. 9 En uno de sus peores momentos, Morones reiteraba su ya trillado discurso culpando de las desgracias de la CROM al PNR; ponía nombre y apellido, a diestra y siniestra, a los traidores a los que acusaba de ser instrumentos de sus referidos enemigos políticos que deseaban hacerse de las bases de la central e inscribía estos ataques en el entorno de la sucesión presidencial. El final era particularmente patético pues reprochaba al gobierno, no sólo al PNR, la acogida que había dado a Pérez Medina. 123 En medio de tal adversidad, no es extraño que Morones recurriese, en busca de ayuda, al hombre que aún significaba el poder real: el Jefe Máximo. Fruto de su solicitud es el siguiente intercambio epistolar entre Calles y el presidente Rodríguez: Mayo 9 de 1933 Sr. Gral. Abelardo Rodríguez Presidente de la República Querido Abelardo: Mi bueno y viejo amigo el señor don Luis Morones, desea tener una entrevista contigo para tratar algunos asuntos referentes a la organización obrera a que él pertenece, es decir la CROM, que está siendo víctima de algunas injusticias. Mucho te agradeceré recibir a mi amigo Morones, escucharlo, y conociendo como conozco tu espíritu recto y justiciero, dictarás las medidas que sean necesarias para que se trate a esta organización obrera de acuerdo con un espíritu de justicia y conforme a los mandatos de nuestras leyes. General P. Elías Calles Mayo 22 de 1933 Señor general Plutarco Elías Calles Mi muy estimado general y amigo: Me complazco en manifestarle que recibí al señor Luis Morones, y que lo atendí en el asunto que vino a tratarme. Me permito manifestarle que nunca, durante el tiempo que he estado al frente del gobierno, se ha tratado a la CROM con diferente criterio que a todas las organizaciones obreras ahora existentes. Los he recibido siempre que lo han solicitado, y todos los asuntos que me han tratado han sido debidamente estudiados y resueltos con apego a la ley y la justicia. Abelardo Rodríguez 10 9 Revista CROM, Año IX, No. 198, 15 mayo 1933, pp. 28 - 33 Plutarco Elías Calles. Correspondencia personal (1919-1945) Tomo I, México, FCE, 1991, pp. 280 - 281 10 124 El derecho de picaporte, adquirido por la CROM desde la firma del pacto con Obregón, era hecho valer por Morones como medida última para acceder al presidente y plantear su crítica situación. Tras la reunión con Calles y la subsecuente entrevista con el presidente, los laboristas encararon de lleno el tema sucesorio. La Convención del PLM, que debía designar a su candidato presidencial, inició el 9 de junio de 1933 a las 10 horas en el teatro Capitolio. La Revista CROM, reseñó así los sucesos ocurridos: La mañana de la sesión del 10 de junio, se anunció que en el seno del Partido Laborista se habían pasado por escrito las precandidaturas a la presidencia de la República del general Lázaro Cárdenas y del coronel Adalberto Tejeda. Cuando se lanzó la candidatura de los compañeros Gasca y Morones , se levantó el mismo compañero Morones manifestando a los asambleístas que no era el momento oportuno de lanzar la candidatura de un elemento laborista. La personalidad del general Cárdenas se destacó y al tomarse la votación, fue definitivo el triunfo de los que apoyaban al general Cárdenas. La presidencia de la Convención nombró a una Comisión encargada de participar al general Cárdenas la determinación tomada por la asamblea así como para invitarlo a la sesión de la tarde. Los comisionados fueron los compañeros Morones, Gasca, Salcedo y Medina. La Comisión nombrada para entrevistar al general Cárdenas trataba de localizarlo. Más tarde se supo que el general Cárdenas, acompañado por el presidente de la república, general Abelardo Rodríguez, del general Manuel Pérez Treviño, presidente del PNR y del señor Melchor Ortega, ex presidente de ese partido, se hallaban en una comida en el restaurante Prendes. A las siete de la noche, el secretario particular del general Cárdenas, Gabino Vázquez, entrevistó al compañero Morones, manifestándole de parte del general, que hiciera favor de disculparlo ante la asamblea de no asistir, porque con motivo de que algunos delegados atacaron a elementos del PNR, no creía oportuno presentarse a la Convención. El compañero Morones le contestó a Vázquez que él creía 125 poco serio que el general no asistiera, ya que de antemano lo había aceptado y que él no podía disculparlo y tendría que decir lo que había ocurrido. Cerca de las ocho de la noche llegó el general Cárdenas al teatro Capitolio. Dijo el general que el señor Morones le hizo invitación previa para concurrir a la Convención y que después de la plática le ofreció que asistiría a la Convención. Pero que en el curso del día se le había informado de ataques que se habían lanzado contra el PNR y que siendo él consecuente con sus obligaciones como miembro del mismo PNR, comisionó al señor Vázquez para que entrevistara a Morones y le manifestara sus deseos de excusarlo de no poderse presentar ante la Convención, que al enterarse el señor Morones de su decisión tuvo frases despectivas para el general Cárdenas y ante estas circunstancias se vio obligado a presentarse ante la Convención para manifestar que juzgaba que los conceptos del señor Morones fueron consecuencia de falta de conocimiento de su conducta, porque esos conceptos no se compadecen con la declaración que la Asamblea había tomado al declararlo su candidato. Que esa actitud del señor Morones revelaba poca solidez de la decisión de la propia Asamblea y dijo, en vista de estas circunstancias, quiero que ustedes mediten sobre la decisión que hayan de tomar en lo que respecta a su candidato. Se hacía necesario una aclaración y a ello fue inmediatamente a hacerlo el compañero Morones. Lo primero que manifestó fue que él no creía haberse expresado en términos despectivos del general Cárdenas. Aquí no ha habido premeditación para crear situaciones delicadas. Al PNR lo hemos atacado como entidad y de buena fe, pero ahora juzgamos que debemos contribuir a despejar el horizonte político. Durante la campaña, apoyado por el PNR y el Partido Laborista, sobrevendrán dificultades y entonces verá usted cómo sabemos responder nosotros, que nada le pedimos que no sea justo. Le ofrecemos nuestra cooperación sincera, sin pedirle nada que no sea el bienestar de la colectividad de los trabajadores. Nosotros no deseamos condiciones y aunque la situación especial en que se encuentra por pertenecer a otro partido, cuenta usted con la confianza de los representativos de los obreros. Y declaro con sinceridad, que si yo soy el responsable del incidente surgido, acepto la responsabilidad; pero ese incidente ha servido para aclarar situaciones. Si usted cree que debe rectificar su acuerdo, a usted toca contestar. Usted dirá si ser precandidato del PNR es obstáculo para que el PLM lo declare también su candidato. El presidente de la asamblea pidió se le tributara un aplauso de despedida al general Cárdenas quien se levantó despidiéndose en los siguiente términos: Recojo los anhelos de esta asamblea y en el caso de que la voluntad del pueblo me eleve a la primera magistratura del país, es mi propósito cumplir con el programa de la Revolución, sirviendo a ustedes de 126 garantía a este propósito de confianza que ustedes me han hecho el honor de dispensarme. 11 La larga cita anterior se justifica pues revela a plenitud las contradicciones políticas en las que podían incurrir Morones y los laboristas y las bochornosas situaciones que esto podía ocasionar. Tras hacer campaña previa por Tejeda, los laboristas optaban por su rival Cárdenas sin siquiera tener el compromiso de aceptación de éste. En la sesión en que se le nombraba candidato presidencial, se atacaba también al partido al que pertenecía el candidato. ¿Cómo era esto posible? Ricardo Treviño explica: Próxima a celebrarse la convención del Partido Nacional Revolucionario para designar candidato a la presidencia, y con el propósito de darle mayor fuerza al general Cárdenas, Calles mandó llamar a Morones para indicarle la conveniencia de que el Partido Laborista apoyara la candidatura de Cárdenas. Calles nos pidió apoyo para la candidatura de Cárdenas; pero Morones, pretendiendo aprovechar la ocasión que se le presentaba, invirtió los términos de la recomendación y lanzó la convocatoria a una improvisada Convención del Partido Laborista, con el fin de ganarle la delantera al PNR y lanzar primero la candidatura del general Cárdenas Pero Morones desestimó a Cárdenas al tomarlo como un simple instrumento; y cuando pretendió entrevistarlo para arreglar los detalles de la postulación, Cárdenas se negó a recibirlo. El día en que la Convención Laborista se reunió, Morones se presentó al domicilio de Cárdenas para llevarlo a la convención, lo que Luis daba por un hecho. Cárdenas no se encontraba en su casa, furioso Morones por ese desaire le dejo un recado violento y volvió a la Convención; y ya se disponía a dar algunas explicaciones, cuando hizo acto de presencia el general Cárdenas quien llegó hasta el foro del teatro y, sin saludar a Luis, se enfrentó a la Asamblea y dijo: en vista del recado poco amistoso que recibí del señor Morones, vengo a esta Asamblea para decirles que yo no tenía ni tengo ningún compromiso para acompañar aquí al señor Morones. He 11 Revista CROM, Año IX, No. 200, 15 de junio de 1933, pp. 19 - 22 127 venido a saludarlos y a agradecerles el respaldo que han dado a mi precandidatura que será discutida dentro de unos días en la convención de mi partido: el Nacional Revolucionario. En seguida Morones tomó la palabra y dijo que lamentaba que hubiera un mal entendido de las personas que recibieron el recado para el general. Cárdenas, después de estas palabras de Luis se retiró. Juzgo que no fue diplomática la actitud de Cárdenas, pero le concedí la razón pues en realidad aquello parecía más bien una maniobra para hacer fracasar su postulación del PNR, al presentarse a su convención, siendo ya candidato del Partido Laborista. 12 ¿Pretendió Morones usar la información brindada por Calles para madrugar la candidatura presidencial al PNR y hacerlo entrar en crisis? ¿Usó Calles a Morones para intentar descarrilar la candidatura de Cárdenas? ¿Fue todo sólo un malentendido? Difícil decirlo, lo cierto es que, al parecer, las convenciones laboristas y cromistas estaban destinadas a provocar escándalo. Escándalo que, por su parte, aún no terminaba. Al día siguiente, 11 de junio, los convencionistas leyeron en la prensa que el general Cárdenas había declinado la aceptación de la candidatura presidencial del Partido Laborista. La información había surgido mediante un boletín proporcionado a los diarios por Gabino Vázquez, secretario particular de Cárdenas. Para aclarar el punto, Ernesto Soto Reyes, enviado de Cárdenas, leyó ante la Asamblea laborista un texto cuya parte final rezaba: Y en relación a los encabezados que aparecen en los diarios de hoy, tomados de la versión que entregó ayer a la prensa el licenciado Vázquez, asentando que no acepté la postulación que en mi favor hizo el PLM, debo expresar que no decliné dicha postulación sino que hice aclaraciones y 12 Treviño, Ricardo, Op. Cit., pp. 84 - 86 128 marqué posiciones de partido. Y no podría tomar una actitud de rechazo, toda vez que la asamblea no me pidió nada que contraríe los principios de mi partido. Tras la lectura del texto anterior, tomó la palabra Morones: Seguramente que en el ánimo de todos causó sorpresa e indignación las informaciones de la prensa de hoy, pero todos, absolutamente todos consideramos ayer noche que el general Cárdenas, después de las aclaraciones que se hicieron, tanto por él como por el que habla, había aceptado su postulación. A las tres de la mañana nos informamos de que a los periódicos se lea había entregado una información oficial suscrita por Gabino Vázquez, secretario particular del general Cárdenas y llevada a los periódicos por Froylán Manjarrez; debemos declarar que no tiene culpa la prensa de que se hayan publicado las declaraciones que aparecen hoy, y que los responsables directos son Vázquez y Manjarrez en connivencia con los malos elementos del PNR. Es preciso declarar, en presencia del enviado personal del general Cárdenas, que nuestro partido no aceptará nunca posiciones equívocas, y que siempre estará a tiempo para rectificar la postulación que ha hecho a favor del general Cárdenas, si el general Cárdenas no se sustrae a la influencia perversa de esa nefasta camarilla que ya desde hoy para mañana trata de hacerlo su prisionero para hacerlo un instrumento de intereses bastardos. No hacemos responsable al general Cárdenas del incidente provocado por las declaraciones publicadas. En estas condiciones nos vemos forzados, como medida defensiva a base de la experiencia que estamos teniendo, a someter a la consideración de la asamblea que al nuevo Comité del PLM se le otorguen facultades extraordinarias para que, si desgraciadamente mañana se pretendiera crear de nuevo una situación de desconcierto, este Comité, declarara que retiraba su apoyo al general Cárdenas. De ningún hombre aceptaremos, desde Álvaro Obregón hasta Lázaro Cárdenas, un trato equívoco. El escándalo vino del otro lado, no es el PLM el que lo provocó, pero ayer declaramos y hoy confirmamos que si nuestra actitud de prudencia en materia de ataques al PNR es interpretada en la forma en que se está haciendo, nos levantaremos contra el PNR y estaremos en lucha pase lo que pase. Con Cárdenas mientras Cárdenas sepa responder a nuestra confianza, contra Cárdenas, aunque sea el candidato ya único, aunque sea presidente de la república, contra Cárdenas nos levantaremos si no responde lealmente a nuestro partido. 13 13 Revista CROM,Año IX, No. 200, 15 de junio de 1933,, pp. 22 - 24 129 ¿No aprendían nada Morones y los laboristas? Al parecer no. En vez de aceptar la aclaración cardenista y cerrar el pico, o bien tomar la postura contraria y nombrar otro candidato, o bien abstenerse de nombrar candidato; se comportaban exactamente como lo habían hecho años antes ante la candidatura de Obregón declarando su intención de apoyar a Cárdenas de manera condicionada y amenazando con retirar su apoyo cuando lo consideraran necesario. Sobre los sucesos del teatro Capitolio, el Agente no. 2 del Departamento Confidencial informó a la superioridad el 11 de junio: Lo más importante de la sesión última, fue el discurso bastante violento que pronunció Morones, exhortando a los convencionistas para que todos los componentes del PLM estuviesen alertas, pues era muy probable que se produjera un mayor rompimiento en la pugna presidencial y se designase nuevo candidato para enfrentarse con toda energía al PNR y a sus intrigantes. En todas estas sesiones no se hizo mención cariñosa del general Calles como en otras épocas, pues puede decirse que para nada se mencionó su nombre, antes al contrario, en lo privado no pocos delegados se expresaban de él como traidor al PLM, y que si el PLM toma participación en esta campaña presidencial a favor del general Cárdenas, es porque el general Calles llamó a Morones a Ensenada. La creencia general entre los delegados es que el PLM va a entrar en una crisis de vida o muerte. 14 Al igual que Obregón, Cárdenas no necesitaba de los laboristas para alcanzar la presidencia. La postura laborista, y en particular de Morones, sólo podía ocasionar una animosidad gratuita. Llegado el momento, Cárdenas no olvidaría la ofensa. 130 La CROM no era la única central obrera que hacía futurismo o se involucraba en el juego político de la sucesión. Al respecto, Luis Araiza testimonia: Fernando Amilpa me invitó a sumar las fuerzas de la Federación obrera local del D. F. Al movimiento separatista enderezado en contra de la Cámara del Trabajo. Insistí en conocer el móvil que impulsaba a la Federación sindical a abandonar las filas de la Cámara. Amilpa me manifestó que la Federación sindical tenía compromiso contraído con el general Cárdenas, candidato a la presidencia de la República, y que según sus investigaciones, Pérez Medina había hipotecado a la Cámara con el general Pérez Treviño. Mi respuesta fue que se encontraba equivocado, pues a mí personalmente, el general Calles me había enterado de que el candidato a la presidencia lo era el general Cárdenas. Amilpa reaccionó así: Quizá tengas razón, pero el general Cárdenas no le tiene confianza a la Cámara y quiere que por encima de todo se forme una nueva central obrera. Lo antes expuesto, pone de manifiesto que los actos sindicales de esa época, se movían más por intereses políticos, que sociales, y quedaba al descubierto el interés del general Cárdenas de tener el control de una central obrera nueva, a la pudiera considerar como suya. 15 Cárdenas, que en su gestión como gobernador de Michoacán había impulsado la organización de una central obrera afín al gobierno, la Confederación Michoacana Revolucionaria del Trabajo; comenzaba a valorar la necesidad política de obtener dicha afinidad del movimiento obrero organizado a nivel nacional, misma que, adecuadamente utilizada, podía ser de utilidad a sus propios fines. El 15 de junio, desde su retiro bajacaliforniano, Calles, a través de una entrevista concedida a Ezequiel Padilla hizo las siguientes declaraciones: 14 15 AGN, DGIPS, vol. 203, exp. 2, fs. 303 - 304 Araiza, Luis, Op. Cit., p. 201 131 Padilla: La organización sindical se ha desenvuelto con el apoyo de los gobiernos revolucionarios. Desgraciadamente esa organización ha seguido una línea intrincada de banderías personalistas y urge construir el frente único bajo la única forma posible: la obligatoriedad sindical impuesta por el Estado. Calles: Los obreros necesitan de las lecciones de la experiencia. Es necesario que choquen entre sí. Si antes se pretendiera unificarlos sería inútil. Considero necesario que los obreros prueben en la ruda práctica lo que es asequible y lo que es utópico e inconveniente. Los radicales son intratables, intransigentes. Son un estorbo para todo avance. Todo lo quieren alcanzar de un golpe y por la fuerza. Por eso tienen que encontrarse siempre con el fracaso. Hace falta en el seno de las organizaciones obreras el sentido de solidaridad con el resto de la nación. 16 Las declaraciones de Calles a Padilla sobre la situación del movimiento obrero son relevantes por varios motivos. En primer término, son las primeras de una serie que culminaría por desatar la crisis a raíz de la cual llega al final esta historia. Como se verá, entre estas primeras declaraciones y las últimas no hay gran diferencia en la postura de Calles, lo que cambió fue la postura del ocupante de la silla presidencial. Por otra parte, las declaraciones de Calles son indicio de la preocupación que comenzaba a surgir por el creciente radicalismo del nuevo liderazgo del movimiento obrero encabezado por Lombardo. Ambos elementos, la postura del presidente y el radicalismo obrero, terminarían por converger en la liquidación del maximato. El 29 septiembre, durante la velada en honor del general Lázaro Cárdenas efectuada en el teatro Llave de Orizaba, Veracruz por el Partido Veracruzano del Trabajo, miembro del Laborista Mexicano, Morones habló así: 16 Salazar, Rosendo, Op. Cit., p. 87 132 Nosotros sabemos por dolorosas experiencias cómo las mejores intenciones de un gobernante, pueden ser llevadas al fracaso por las actividades de elementos perversos que se dedican a la ingrata tarea de destruir lo que se ha realizado. Sabemos, por experiencia, que muchos elementos que dicen ser revolucionarios no lo son sino desde el punto de vista de sus intereses personales. Nosotros sabemos que cuando usted llegue a la presidencia de la República llegarán a usted voces de desconfianza y le dirán que somos una rémora, que somos agitadores. Pero si esa hora desgraciadamente hay que vivirla, recuerde usted que mientras sea como esperamos un verdadero revolucionario, siempre contará usted con el cariño de los trabajadores que militen en la CROM. Mucho le han dicho a usted, mucho en contra de nosotros. Los que pretenden que usted se aleje de nosotros son los mismos intrigantes de siempre, que van a hacer de hienas en el banquete presidencial. Sin mencionarlos por su nombre, lo cual puede interpretarse como una peculiar cortesía del orador al invitado, Morones insistía en hablar de la soga en casa del ahorcado; los perversos, los intrigantes, las hienas aludidas en el discurso, no eran otros sino los penerristas compañeros de partido del candidato presidencial. Todos confabulados para hacer que Cárdenas se alejase de la CROM. Al igual que con Obregón años antes, Morones se equivocaba: no podían separar a la CROM de Cárdenas puesto que, como se vio desde su escandaloso nombramiento como candidato laborista, jamás habían estado cerca. Cárdenas respondió escueto al discurso moronista: Puedo asegurar a ustedes que si la voluntad del sector revolucionario del país me lleva a la primera magistratura, mi administración será esencialmente obrerista, en la inteligencia de que mi concepto obrerista 133 está enclavado completamente en las expresiones de carácter social que dijo el señor Luis Morones. 17 Cortesía por cortesía, Cárdenas avalaba las expresiones de carácter social dichas por Morones; de lo político, ni una palabra. La Confederación General de Obreros y Campesinos de México (CGOCM) surgió formalmente el 29 de octubre de 1933 durante el congreso celebrado para lograr la unificación obrera y quedó constituida por contingentes provenientes de la CROM Depurada, la Federación Sindical de Trabajadores del D. F., la Confederación Sindicalista de Obreros y Campesinos de Puebla, la Confederación Nacional de Trabajadores Electricistas, la Federación Sindicalista de Querétaro, la Federación Campesina del D. F., la Federación Local de Trabajadores del D. F. y muchas organizaciones locales más hasta totalizar 989 sindicatos.18 La Secretaría General de la nueva central fue asumida por el propio Lombardo; la estratégica Secretaría de Organización quedó a cargo de Fidel Velázquez. Dos deserciones cromistas, los lobitos y Lombardo, unían ahora sus fuerzas. La unificación obrera se llevaba a cabo, de manera significativa, con desprendimientos cromistas. El 2 de noviembre, día de muertos, Rosendo Salazar reseña: La Cámara del Trabajo inaugura nuevas oficinas en un suntuoso edificio de las calles de Tacuba: escalinatas de mármol, amplio salones y vistosas combinaciones de maderas finas en los pisos y techos, estucados en las 17 Revista CROM, Año IX, No. 209, 1 noviembre 1933, pp. 20 - 22 Meyer, Lorenzo, El conflicto social y los gobiernos del maximato, México, El Colegio de México, 1978, p. 121 18 134 paredes. Acude Carlos Riva Palacio, presidente del PNR y Aarón Sáenz, Jefe del Departamento Central del D. F.19 Al igual que las fiebres tercianas que atacan a algunos enfermos y que los hacen parecer rozagantes cuando en realidad están al borde de la tumba, el rutilante esplendor del edificio de la Cámara presagiaba su eclipse. No por nada era día de muertos. El 22 noviembre, durante una conferencia organizada por la Federación Sindicalista de Agrupaciones Obreras y Campesinas del D. F., Morones pronunció un discurso que resumía perfectamente el calvario por el que había pasado la CROM durante los últimos años: Pérez Medina no hizo otra cosa que destacarse como uno de los primeros que trataron de cosechar sin haber sembrado; se dedicó a tratar de substraer del control de nuestra organización a los contingentes del Distrito Federal. Y Lombardo Toledano a quien le pareció, de la noche a la mañana, que el programa no era programa, le pareció que nuestra organización estaba siendo aniquilada por los elementos del Grupo Acción, que yo era el obstáculo para el progreso de la CROM, que el programa marxista era el único salvador. La colaboración con el gobierno, decía, no es más que tolerancia y connivencia de los líderes, principalmente de Morones, con el gobierno, hay que atacar a los hombres del gobierno, hay que atacar al ejército, hay que atacar al imperialismo, hay que atacar a todo el mundo. Y así, tomando como pretexto el incidente que ustedes conocen del cine Olimpia, se dio a la tarea de dividir, de abatirnos. 20 Es imposible dejar de mencionar otros detractores de la CROM, aquellos del campo político. Aquellos que pretenden desde la época en que la omnipotencia de Portes Gil parecía que era algo irresistible, que protegió a todos los elementos que pudieran servir para dividir a nuestra CROM, hasta la época que estamos viviendo, pasando naturalmente por las arrogancias de Aarón Sáenz, pasando por las tiránicas de Luis León, pasando por las 19 20 Salazar, Rosendo, Op. Cit., p. 93 Revista CROM, Año IX, No. 211, 1 diciembre 1933, pp. 24 - 25 135 impetuosidades de Pérez Treviño, estos elementos han sumado su esfuerzo en contra de nuestra organización, los han movido a proteger esta labor de división, usando como elementos estos personajes a los Pérez Medina, al licenciado Lombardo, para arremeter en contra nuestra. 21 La nómina de enemigos de la CROM no podía ser más puntual: Pérez Medina y Lombardo en el terreno sindical; Portes Gil, Sáenz, León y Pérez Treviño en el terreno político. Aliados todos en su propósito de destruir a la CROM. Adversarios poderosos todos, al menos los del terreno político. Callistas todos. Sin embargo, el Jefe Máximo, Calles, no era mencionado. Sin embargo, la estocada final para Morones no vendría de ninguno de los anteriores enemigos, sino de uno nuevo: el presidente Cárdenas. Significativamente, la estocada estaría dirigida, en principio, a Calles. 21 Revista CROM, Año IX, No. 213, 1 enero 1934, pp. 38 - 39 136 Capítulo 6 En la presidencia de Lázaro Cárdenas El 1º de diciembre de 1934 Lázaro Cárdenas asumió la presidencia de la República. En su discurso de toma de posesión hizo un diagnóstico de la situación de la clase obrera: Las clases laborantes se debaten en una lucha doble: la que llevan a cabo en defensa de sus intereses como clase y la que desarrollan internamente al debatirse al calor de pasiones y egoísmos. Para remediar esto, es que he venido llamando a los trabajadores a la formación del Frente único, con un programa general en el que estén contenidas sus justas demandas. 1 La división imperante en las clases laborantes señalada por el presidente, se expresaba en los constantes conflictos entre las distintas centrales: la CROM, la Cámara del Trabajo y la CGOCM. Las dos últimas procedían de desprendimientos de la primera. La primera llevaba años de ser víctima del encono gubernamental, la segunda detentaba el favor gubernamental y la tercera rechazaba dicho favor. La unidad demandada por el presidente requeriría de efectuar cambios en dichas posturas. La Cámara perdería el favor gubernamental y la CGOCM sería respaldada por el gobierno. Sólo prevalecería el encono contra la CROM. El 3 de diciembre, apenas iniciada la nueva administración, la Cámara del Trabajo protestó ante el presidente por los resultados de la elección de representantes obreros ante la Junta de Conciliación y Arbitraje. La elección había sido ganada por los representantes de la CGOCM. La Cámara comenzaba a padecer las 1 Salazar, Rosendo, Historia de las luchas proletarias de México 1930 – 1936, México, 1956, p. 131 137 consecuencias de su error sucesorio al haber apoyado a Manuel Pérez Treviño, fracasado rival del ahora presidente. La derrota electoral tuvo efectos inmediatos sobre la directiva de la central. El 17 de diciembre, la Cámara Nacional del Trabajo desconoció como su líder a Alfredo Pérez Medina, nombrando en su lugar a José Refugio Rodríguez. Los cargos argumentados para llevar a cabo la expulsión fueron los siguientes: Haber violado todas las normas que demarcan los estatutos del Consejo Permanente del Trabajo; no haber celebrado una sola junta con los miembros del Comité Ejecutivo, arrogándose todas las funciones que competen a los titulares y de una manera especial al manejo de fondos; haber hecho descansar la fuerza de la Cámara del Trabajo en la ayuda oficial; oponerse de manera resuelta a las tendencias de unificación que animan a las demás organizaciones obreras del país. 2 El liderazgo de Pérez Medina en la central obrera hasta hacía poco favorita del gobierno había sido efímero. Las causas de su expulsión fueron similares a las que le costaron la salida de la CROM: malos manejos financieros. Sin embargo, se aducía también la dependencia gubernamental y el oponerse a la unificación. La dependencia gubernamental se había diluido por haberlo así querido el nuevo gobierno que, en materia de centrales obreras, tenía otras preferencias. La Cámara misma, a pesar de sus nuevas intenciones, ocuparía en lo sucesivo una posición marginal tanto en la insurgencia como en la unificación obrera. El arribo de Cárdenas al gobierno, sus declaraciones y su conducta obreristas, permitieron a las nuevas organizaciones obreras el ejercicio de una mayor actividad huelguística que la realizada durante los años anteriores (Según datos 138 oficiales, en 1929 hubo 14 huelgas; en 1930, 15; en 1931, el año más severo de la crisis económica, 11; en 1932, 56; en 1933, 13 y en 1934; 202).3 En total, durante 1935 hubo 650 huelgas de las cuales 410 fueron federales.4 De esas 410, 163 tuvieron como causa la solidaridad con otros movimientos huelguísticos, es decir, habían sido huelgas debidas a causas más políticas que económicas. De esas mismas 410, 183 se fallaron a favor de los trabajadores, sólo 8 a favor de los patrones y hubo 219 desistimientos. Después de varios años de una política gubernamental de contracción de salarios y de reducción de personal, de control de todo movimiento huelguístico, consecuencias todas de la crisis económica, Cárdenas permitió que el conflicto aflorara para poderlo encauzar. La emergente insurgencia sindical, que ya preocupaba a algunos sectores de la clase política que censuraban la permisividad gubernamental, obligó al presidente a definir su postura. El 13 de abril de 1935, en entrevista con Ezequiel Padilla, a propósito de las constantes huelgas ocurridas durante los últimos meses, el presidente Cárdenas declaró: Yo considero como una fortuna de mi administración el que estos movimientos reivindicatorios de los derechos esenciales de los obreros se hayan producido al principio de mi gobierno. Todos hemos propagado en la tribuna el derecho de los obreros a elevar sus normas de vida con mejores salarios y condiciones de trabajo más justas y cuando de las palabras pasamos a los hechos, los espíritus timoratos se asustan. 5 2 Ibid, p. 133 - 134 Córdova, Arnaldo, En una época de crisis, México, Siglo XXI, 1980, p. 87 4 Hernández Chávez, Alicia, La mecánica cardenista, México, El Colegio de México, 1979, p. 140 3 139 Cual espíritu timorato, el 14 de abril, en un mitin de trabajadores organizado por el Sindicato de Trabajadores de la Fábrica de jabón “La Luz” , Morones pronunció el siguiente discurso: Hemos considerado necesario presentar cuál es el balance nuestro durante el período de tiempo que hacemos arrancar desde la fecha en que el gobierno del general Cárdenas ha comenzado a funcionar. Llegó al poder y, efectivamente, el general Cárdenas ha manifestado un criterio obrerista y abre la oportunidad a los grupos obreros para establecer contacto con él. La actitud del presidente Cárdenas fue aquilatada por nosotros como una oportunidad para que se pudiera plasmar un programa a seguir, normando esas actividades dentro del terreno de las posibilidades del momento, pero mientras que por nuestra parte así analizábamos la situación, una serie de actos llevados a cabo por la agrupación de Lombardo, se dedicaron a decir al elemento trabajador que controlan que había llegado el instante de ir a la expropiación de las industrias, que había llegado el momento de no transigir, que era necesario que se pusieran en pie de guerra para procurar poner en jaque a la industria y hacer sentir al gobierno que constituían una entidad poderosa; estas gentes se han dado a la tarea, Lombardo, Yurén, Velázquez y otros, de establecer un medio de terror entre el elemento patronal con el que tienen contacto y ofrecen tranquilidad a las industrias a cambio de fuertes cantidades de dinero. Lombardo se subasta, pretendiendo asignarse un precio para poner a disposición de quien le pague, la influencia que dice tener. Se presenta Lombardo con el único deseo de hacer que se fije la atención del señor presidente para que ponga un precio a su cooperación. Vamos a proceder con método: al hablar de casos concretos, de actos que tratan de engañar al señor presidente, les diremos que están haciendo creer que son capaces de ir a la expropiación de las industrias y no son capaces de manejar ni un molino de nixtamal. Es necesario tomar en serio estas cuestiones y evitar que procedimientos que no tienen fundamento, que acciones que no alientan una noción de responsabilidad, mientras no exista la evidencia de dar un paso hacia delante, tenemos no sólo el derecho , sino el deber, de evitar que haya huelgas, que haya agitaciones inútiles y luchar porque el movimiento obrero comprenda su misión , y al amparo de las leyes que nos rigen procure llevar a término su esfuerzo. Nosotros creemos, y así se lo hemos expresado al señor presidente, que sin ser legalistas presuntuosos, aceptamos necesariamente quedar enmarcados dentro del cuadro de leyes vigentes. México sufre en estos instantes una hora de tragedia, porque cualquier mentecato como Lombardo no tiene escrúpulos para usar el nombre del señor presidente diciéndose el favorecido del elemento oficial, contra esta acción vaya la acción envolvedora nuestra, para decir al gobierno: México 5 Salazar, Rosendo, Op. Cit., p. 151 140 todavía no es un guiñapo, no es un hueso que se tira para que vengan aventureros a roerlo. 6 Morones señalaba por sus nombres a los culpables de la agitación: Lombardo y los lobitos. Todos alguna vez miembros de la CROM. Señalaba que el radicalismo exhibido por los agitadores estaba fuera de la realidad y que abusaba de la conducta permisiva del presidente. Ante tal panorama, el deber de la CROM era advertir al presidente del engaño de que estaba siendo víctima. Era también su deber oponerse a las consecuencias prácticas del radicalismo irresponsable, es decir, a la oleada de huelgas. Al igual que había sucedido durante los años previos cuando se refería al PNR y al gobierno, las declaraciones de Morones pretendían deslindar la conducta de los agitadores de la conducta presidencial, negando su vinculación y haciéndolas parecer incluso antagónicas. La tragedia, no para México sino para la CROM y Morones, era que Lombardo no sólo se decía favorecido por el oficialismo, sino que lo era realmente. Dos semanas más tarde, el 30 de abril, en el Palacio de Bellas Artes y durante la tradicional velada previa a la conmemoración del 1º de mayo, Morones discurrió nuevamente contra Vicente Lombardo y, esta vez, contra Rosendo Salazar : los llamó la yunta de Silao y los culpó tanto de ser responsables de la situación de agitación laboral imperante, como de abusar de la confianza del presidente, de su simpatía obrerista y de la bondad con que Cárdenas veía los movimientos sociales. 7 6 7 Barbosa Cano, Fabio, La CROM, de Luis Morones a Antonio Hernández, México, UAP, 1980, pp. 331 - 345 Salazar, Rosendo, Op. Cit., p. 153 141 El 2 de mayo, un día después del desfile conmemorativo del día del trabajo, por primera vez desde la toma de posesión del nuevo presidente, arribó a la capital del país el general Calles. Encabezando a quienes fueron a recibirlo al aeropuerto de la ciudad de México se hallaba el presidente Cárdenas. Semanas después, reunidos en la casa del Jefe Máximo en Cuernavaca, Cárdenas se quejó ante Calles de que las peticiones obreras expresadas durante los últimos meses estaban por encima de lo que el país y su gobierno podían ofrecer. A continuación, el presidente comentó que en breve haría una declaración pública para frenar la agitación laboral a lo cual Calles respondió solicitándole le permitiese a él hacer dicho llamado a la serenidad y le anunció que días después trataría el tema con algunos diputados y senadores. Cárdenas aceptó el ofrecimiento del sonorense. Según lo acordado, Calles recibió en su casa a un grupo de congresistas entre los que figuraba el senador Ezequiel Padilla. El general sonorense habló sobre el ambiente político y laboral, condenó la agitación obrera y la división cameral y les solicitó colaborar con el presidente. Los congresistas se mostraron conformes y acordaron nombrar a Padilla vocero de la entrevista; el senador solicitó a Calles su autorización para publicar sus comentarios lo cual fue aceptado por el Jefe Máximo. Las declaraciones de Calles aparecieron en la prensa el 12 de junio: Necesitamos enfrentarnos a la ola de egoísmos que vienen agitando al país. Hace seis meses que la nación está sacudida por huelgas constantes, muchas de ellas enteramente injustificadas. Las organizaciones obreras están ofreciendo en numerosos casos ejemplos de ingratitud. Las huelgas dañan mucho menos al capital que al gobierno y es injusto que los obreros 142 causen este daño a un gobierno que tiene al frente a un amigo sincero de los trabajadores, como el general Cárdenas. Yo conozco la historia de todas las organizaciones, desde su nacimiento: conozco a sus líderes; estas organizaciones no representan ninguna fuerza por sí solas, nada detiene el egoísmo de las organizaciones y sus líderes 8 En efecto, las organizaciones obreras tal vez no representasen nada por sí solas; sólo que no estaban solas, contaban con el respaldo del presidente Cárdenas. Salazar hace notar que: Con ligeras variantes las declaraciones callistas dicen lo mismo que el líder Luis Morones expuso en su doloso discurso del día 30 del mes de abril en el Palacio de Bellas Artes. 9 Las declaraciones de Calles, con igualmente ligeras variantes, decían lo mismo que había dicho meses antes en la ya consignada entrevista previa con Padilla. ¿Qué había cambiado de entonces a la fecha? No Calles ni Morones, sino el ocupante de la silla presidencial. Sobre la conducta seguida por Cárdenas tras las declaraciones de Calles, Emilio Portes Gil testimonia: En acuerdo que tuve con Cárdenas, al platicar sobre asuntos de política general, le hice saber que tenía conocimiento de que esa misma mañana un grupo de senadores había celebrado con el general Calles una entrevista. En tal entrevista, el general Calles se había mostrado intemperante para el gobierno y había hecho una dura crítica sobre los procedimientos que se estaban poniendo en práctica. Según yo tenía entendido, se iba a publicar al día siguiente un resumen de la entrevista, hecho por Ezequiel Padilla a quien Calles había autorizado para hacer públicos los conceptos vertidos. 8 Barrera Fuentes, Federico, “El rompimiento” en Boletín, No. 12, México, Fideicomiso Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca, enero de 1993, p. 10 9 Salazar, Rosendo, Op. Cit., p. 155 143 El general Cárdenas me dijo estar ya enterado de lo que le manifesté. Me suplicó me dedicara a buscar al senador Padilla y le expresara en su nombre que fuese a verlo a Palacio. El propósito del general Cárdenas era el de hablar al senador Padilla para que suspendiera la publicación de aquella entrevista. Me despedí del presidente y comisioné a mis ayudantes para que localizaran al señor Padilla, quien no pudo ser encontrado. La entrevista se publicó en todos los periódicos al siguiente día. Por la tarde de ese día, recibí un llamado del presidente que me indicaba estuviese a las ocho en su residencia de Los Pinos. Después de los saludos me manifestó lo siguiente: La conducta del general Calles al censurar públicamente los procedimientos que he venido poniendo en práctica desde que me hice cargo de la presidencia, significa una intromisión ilegítima que no estoy dispuesto a tolerar. He resuelto publicar mañana mismo las declaraciones que he dictado ya. Te suplico las leas, autorizándote para que, si crees que contienen algo que no conviene, me lo digas. (Tras la lectura del texto cardenista) Contesté al presidente en los siguientes términos: A la actitud antipatriótica del general Calles, nada más natural que la contestación mesurada que das en las declaraciones y a las que no tengo ninguna observación que hacer. El presidente agregó: Mañana mismo pienso convocar a un Consejo de Ministros, con el objeto de pedir a todos la renuncia. Quiero que tú te hagas cargo de la presidencia del partido. 10 Portes Gil pasaba así, de la titularidad de Relaciones Exteriores a ejercer nuevamente la presidencia del partido que Morones abominaba. Su labor al frente del PNR sería cardenizarlo, es decir, purgarlo de callistas; algo que ya había sucedido con el gabinete presidencial. Según la versión de Portes Gil, Cárdenas intentó evitar la publicación de la entrevista y con ello evitar la ruptura con Calles. El no haber localizado a Padilla impidió que esto sucediera y la historia siguió su curso. ¿Era necesario un personero del presidente para hablar con Padilla? ¿No era más sencillo convocarlo sin intermediarios que podían o no cumplir su misión? 10 Portes Gil, Quince años de política mexicana, México, Botas, 1941, pp. 500 - 505 144 No faltó quien dijera que Portes incumplió deliberadamente su encargo para provocar la ruptura entre Calles y el presidente. Como haya sido, el desafío planteado por el Jefe Máximo era un hecho y sólo cabía esperar la respuesta de los involucrados. Las organizaciones obreras aludidas por Calles respondieron de inmediato, el mismo día 12, a las declaraciones del Jefe Máximo: El movimiento obrero y campesino organizado de México, protesta enérgicamente por las declaraciones del general Calles, y declara que defenderá los derechos de la clase trabajadora, como son el de huelga sin restricciones, el de asociación sindical revolucionaria y otros. Los movimientos de huelga, condenados en esas declaraciones, obedecen a un malestar colectivo y a un estado de injusticia social; son fenómenos que sólo pasan por alto quienes representan los intereses capitalistas. El movimiento obrero y campesino organizado, declara que se opondrá a toda transgresión de sus derechos, utilizando la huelga general en todo el país como único medio de defensa contra la posible implantación de un régimen fascista en México. 11 Ni un paso atrás, las organizaciones obreras aceptaban el desafío e, implícitamente, tildaban a Calles de capitalista y fascista. La respuesta de Cárdenas, el amigo sincero de los trabajadores en palabras de Calles, fue publicada por la prensa el día 14: Refiriéndome a los problemas del trabajo que se han planteado en los últimos meses y que se han traducido en movimiento huelguísticos, estimo que son consecuencia del acomodamiento de los intereses representados por los factores de la producción y que si causan algún malestar, resueltos razonablemente, contribuyen con el tiempo a hacer más sólida la situación económica. A tal efecto declaro que tengo plena confianza en las organizaciones obreras y espero que sabrán actuar con el patriotismo que exigen los legítimos intereses que representan. 12 11 12 Constitución de la Confederación de Trabajadores de México, México, INEHRM, 1986, p. 41 Salazar, Rosendo, Op. Cit., p. 159 145 Ni un paso atrás, Cárdenas afirmaba su respaldo a las organizaciones obreras y a la conducta seguida por estas durante los últimos meses. El mismo día que aparecieron las declaraciones del presidente, diversas organizaciones obreras, antes firmantes del desplegado en respuesta a Calles citado previamente ( Alianza de Obreros y Empleados de la Compañía de Tranvías de México, Alianza de Uniones y Sindicatos de Artes Gráficas, Cámara Nacional del Trabajo, Confederación General de Obreros y Campesinos de México, Confederación Sindical Unitaria de México, Federación de Sindicatos de Obreros y Empleados de la Compañía de Tranvías de México, Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana, Sindicato Mexicano de Electricistas y Sindicato Industrial de Mineros, Metalúrgicos y Similares), se reunieron para, tras algunas deliberaciones, firmar un pacto de solidaridad que dio lugar a la formación de un Comité Nacional de Defensa Proletaria (CNDP) que convocaría a un Congreso nacional obrero y campesino que buscaría la unidad del proletariado en una sola Central nacional de trabajadores.13 El proyecto de unificación proletaria, anunciado por Cárdenas desde su toma de posesión, comenzaba a cristalizar. También el día 14, Portes Gil acudió a visitar a Calles a su casa de Cuernavaca, al respecto testimonia: Portes Gil: He venido a verlo para despedirme de usted pues he visto por las informaciones en la prensa, que se ausenta de la capital. 13 Araiza, Luis, Historia del movimeiento obrero mexicano, t. IV, México, Casa del obrero mundial, 1975, pp. 213 - 216 146 Calles: En efecto, salgo mañana en avión. He sentido como el que más lo que ha pasado y lamento que a mis declaraciones se les haya dado una interpretación torcida. Esto ya no tiene remedio y he tomado la determinación de ausentarme de la República, retirándome para siempre de toda actividad política.14 Para la prensa, Calles declaró: Hace unos días vino a mi casa un grupo de senadores a pedir mi opinión sobre diversos asuntos políticos y sociales, y se las di a conocer con toda franqueza. Esas declaraciones mías – que se hicieron públicas – no las dictó interés personal alguno, y con ello solamente traté de orientar la acción de mi partido hacia lo que me pareció el bien de mi país. Desgraciadamente pudieron servir para creerse que aspiro a una intervención en la cosa pública que no he tenido ni deseo tener. Vine aquí atendiendo un llamado que recibí, y para poner punto final a una situación que pudiera ser mal interpretada, me alejo dejando toda responsabilidad de la cosa pública a quienes la tienen en sus manos. 15 No era la primera vez que Calles anunciaba su retiro de la actividad política ni la primera vez que una cuestión obrera lo obligaba a dar tal paso: tras la IX Convención de la CROM y el escándalo suscitado por su presencia, había igualmente anunciado su retiro y su deseo de ser el más oscuro ciudadano. En aquella ocasión, la rebelión escobarista lo había sacado del retiro e impulsado a la Jefatura Máxima. Esta vez, ni siquiera haría falta un evento dramático para hacerlo faltar a su palabra. Ricardo Treviño relata la postura asumida por la CROM tras el estallido de la crisis: 14 Portes Gil, Emilio, Autobiografía de la Revolución Mexicana, México, Instituto Mexicano de Cultura, 1964, p. 699 147 La situación desemboca en un rompimiento entre Calles y Cárdenas, y los políticos y los líderes obreros toman posiciones. La CROM cita a un pleno del comité para estudiar la situación y como consecuencia expidió la circular del 17 de junio de 1935 que dice lo siguiente: Por cuanto se refiere a las declaraciones hechas por el presidente Cárdenas con fecha 14 del actual, tenemos que declarar categóricamente que las estimamos como la ratificación de los postulados que dejó expuestos en su campaña electoral; razón por la cual nos congratulamos de que, antes que nadie, hayamos tenido absoluta confianza en su persona. De suerte que a este respecto reafirmemos el concepto que siempre hemos tenido de la personalidad revolucionaria del general Cárdenas, razón por la cual nos hemos considerado obligados a prestarle una franca cooperación en la implantación de su programa. El compañero Luis Morones, sin embargo, sin manifestar opinión contraria en el seno de la CROM, se afilió al grupo del general Calles contra el presidente Cárdenas. Era una oportunidad para desahogar su resentimiento y la aprovechaba no sólo contrariando, sino combatiendo el criterio de la CROM en una actitud de indisciplina y de desprecio por la Confederación. 16 La CROM fijaba su postura de manera un tanto tardía, cuando los demás involucrados (organizaciones obreras, Cárdenas, Calles) ya habían fijado la suya. Esto, que puede parecer prudencia, se debía tal vez a que en el seno de la directiva cromista no había una postura unificada. De creer a Treviño, la CROM respaldó públicamente al presidente y Morones siguió una política contraria al dictado de la central. En su testimonio sobre los sucesos relativos a la postulación de Obregón, Treviño ya había deslindado a los miembros del Grupo Acción de las decisiones de Morones, a quien hace aparecer, por su conducta, como el principal responsable de los hechos que siguieron, especialmente los relativos a la IX Convención y la erratica postulación de Cárdenas. En las situaciones políticas críticas, cuando era necesario tomar una decisión, Morones ejercía el moronato, es decir, se imponía sobre los restantes miembros del Grupo Acción, lo cual implicaba también imponerse al Comité Central, la estructura formal de toma de 15 Ibid, p. 701 148 decisiones de la CROM. La oposición pública a Morones, a lo largo del período, a lo largo del moronato, conducía invariablemente a la expulsión o a la deserción del disidente. Esta vez, sin embargo, el deslinde entre la dirección formal de la CROM y Morones parecía real. El moronato, al igual que el maximato, estaba a punto de llegar a su fin. Calles salió de la Ciudad de México, con destino a Navolato, Sinaloa, el 18 de junio de 1935, un día después del desplegado cromista. De dicha población sinaloense partiría posteriormente a los Estados Unidos. El 21 de septiembre, con espíritu triunfalista, la CGOCM declaró: La reacción fascista encabezada por el general Calles ha sido aniquilada definitivamente por la actitud revolucionaria de los obreros organizados del país. La CGOCM estima que no teniendo el general Calles ninguna personalidad política, social, ni moral, nada interesa a los trabajadores su estancia en México. 17 Calles estaba efectivamente liquidado pero se resistía a aceptarlo por lo que pronto volvería a escena. Tan interesaba a los trabajadores su estancia en México que, a su regreso, harían un escándalo para echarlo. El 29 de septiembre, en un mitin de la Federación Sindicalista de Agrupaciones Obreras del Distrito Federal celebrado en el teatro Fábregas, Morones, a propósito del por qué la CROM guardaba silencio cuando otras organizaciones obreras habían pedido que no se le permitiera el regreso de Calles al país, declaró: 16 17 Treviño, Ricardo, Frente al ideal. Mis memorias, México, Casa del Obrero Mundial, 1974, p. 88 Salazar, Rosendo, Op. Cit., p. 165 149 La CROM no se sumará ni en pensamiento ni en obra a las actividades de esos grupos convenencieros que en las horas de bonanza para Calles lo declararon el salvador de la patria, y en sus horas amargas tienen la felonía de morder la mano que les dio de comer. Cuando a Calles le falte un poco de calor puede pedirlo a los hogares del CROM 18 En medio del repudio generalizado, Morones reiteraba su lealtad a Calles. ¿Eran sólo buenos sentimientos o Morones creía que Calles podía volver por sus fueros y reincorporarlo al círculo del poder? Morones apostaba por Calles una vez más. Esta vez, sin embargo, ambos, no sólo Morones perderían. El 11 de diciembre, la CROM, la CGT, la Federación de Sindicatos Obreros del D. F. , la Cámara Revolucionaria del trabajo y la Confederación Obrera de Jalisco formaron la Alianza de Trabajadores Unificados. La nueva Alianza buscaba oponer un frente al cardenista Comité Nacional de Defensa Proletaria. Del regreso de Calles a México, Portes Gil responsabiliza, desde luego, a Morones: De Navolato, el general Calles se fue a Estados Unidos y a Hawaii. Regresó a Los Ángeles en actitud serena. En esta ciudad recibió un enviado del general Abelardo Rodríguez, quien le recomendó que por ningún motivo debería volver a México y que debería continuar asumiendo una postura de ponderación, pues cualquier otra que tomara sería inconveniente. Morones y otros partidarios del general Calles lo visitaron en Los Ángeles y le insistieron para que regresara a México. 19 El 13 de diciembre, dos días después de constituida la Alianza encabezada por la CROM, procedente de Los Ángeles, California, arribó al aeropuerto de la ciudad de México el general Calles acompañado de Luis Morones. Calles y Morones fueron recibidos por obreros cromistas, amigos y partidarios entre los que 18 Taracena, Alfonso, La verdadera Revolución Mexicana 1935 – 1936, México, Porrúa, 1992, p. 160 150 destacaban los generales Joaquín Amaro, Alejandro Mange, Manuel Medinaveytia y José María Tapia, el senador David Cosío y los ingenieros Juan de Dios Bojórquez y Bartolomé Vargas. La comitiva que les llevó del aeropuerto a casa de Calles estuvo formada por cincuenta automóviles y varios camiones. 20 Dos días más tarde, la llegada de la pareja propició una declaración del presidente del PNR, Emilio Portes Gil : El más grande error del general Calles ha sido regresar al país acompañado de Morones. 21 También pudo haber dicho, y hubiese sido igualmente cierto, que el peor error de Morones era apoyar a Calles. Aún no terminaban de desempacar Calles y Morones cuando sus posibles aliados padecían las consecuencias de serlo y eran barridos por el cardenismo. El día 14 fueron echados del Senado, acusados por sus compañeros cardenistas de incitación a la rebelión, los senadores Manuel Riva Palacio, Francisco Terminel, Bernardo Bandala, Elías Pérez y Cristóbal Bon.22 Al día siguiente, los generales Joaquín Amaro y Manuel Medinaveytia fueron destituidos de sus cargos como Director de educación militar y Comandante de la primera zona militar respectívamente. Un día después, lo que quedaba del Senado declaró la desaparición de poderes en los estados de Durango, Guanajuato, Sinaloa y Sonora. Jesús Yañez, Carlos 19 Portes Gil, Emilio, Autobiografía de la Revolución, p. 701 Taracena, Alfonso, Op. Cit., p. 206 - 207 21 Ibid, p. 208 22 González, Luis, Los días del presidente Cárdenas, México, El Colegio de México, 1981, p. 53 20 151 Real, Manuel Páez y Ramón Ramos fueron destituidos de sus respectivos cargos de Gobernador. 23 Cárdenas, implacable y previsor, desarticulaba al callismo en todos los terrenos: legislativo, militar y estatal. El mismo día 15, las organizaciones miembros de la Alianza de Trabajadores Unificados publicaron un manifiesto en defensa de Calles: El señor general Calles no representa ningún peligro para la estabilidad del gobierno, porque en forma clara ha manifestado, en lo que respecta a la política, que se abstendrá de participar en ella. 24 Nadie en el gobierno creyó tal disposición a la abstención ni que no representase peligro alguno. La purga del callismo culminó el día 18 con la expulsión del PNR el partido que Calles había creado, de Calles mismo, Luis León, Melchor Ortega, Fernando Torreblanca, Bartolomé Vargas, Manuel Riva Palacio y un largo etecetera.25 La labor de Portes Gil al frente del partido, la purga de callistas, estaba concluida. El escepticismo gubernamental sobre el pretendido abstencionismo callista estaba justificado por la conducta de uno de los más conspicuos aliados de Calles. El 20 de diciembre se dio a conocer al público el cateo realizado por la policía de la ciudad de México, la noche anterior, a la casa de Luis Morones en Tacubaya. A la media noche, un policía observó que dos hombres cargaban grandes cajas, la avanzada hora y el lugar le hicieron sospechar por lo que les ordeno detenerse y abrir las cajas marcadas con las iniciales “L. M.” (Luis Morones), en las cajas 23 24 Dulles, John, Ayer en México,México, FCE, 1977, p. 604 Taracena, Alfonso, Op. Cit., p. 208 152 encontró cuatro ametralladoras y balas. Tras ser arrestados los hombres declararon que un hombre que dijo ser militar les había ofrecido 50 pesos a cada uno por cargar las cajas. Ambos hombres eran de Orizaba y contaban con boletos para volver a dicha ciudad. Tras catear la casa de Morones, la policía descubrió nueve ametralladoras Thompson, sesenta carabinas 30-30 y trece mil cartuchos. Morones fue citado por las autoridades ante quienes compareció, acompañado de Aníbal Ocaya Payán el mismo abogado que lo defendió tras su arresto en Los Mochis, la víspera de Navidad. Testificó que las armas y municiones habían estado en su poder desde 1923 y que habían sido adquiridas con permiso de Obregón para uso de las milicias laboristas que combatieron la rebelión delahuertista; mostró documentos que acreditaban que las armas habían sido adquiridas por el Cónsul mexicano en Nueva York. Declaró también que “es infantil creer que voy a iniciar una revolución con armas viejas e inservibles.” 26 Inservibles o no, lo cierto es que Morones tenía en su casa un pequeño arsenal y que dos tipos de Orizaba tenían acceso a dicho arsenal. La oriundez de los tipos implicados con las armas sería un dato importante meses después. El 21 de diciembre la novísima Alianza de Trabajadores Unificados expulsó de sus filas a la CROM. 27 Nadie en el movimiento obrero quería tener algo que ver con un hombre implicado en tales broncas judiciales. 25 González, Luis, Op. Cit., p. 56 Buford, Nick, A biography of Luis Morones, Mexican labor and political leader, Louisiana State University, 1971, pp. 198 - 201 27 Salazar, Rosendo, Op. Cit., p. 172 26 153 Al día siguiente, decenas de miles de trabajadores pertenecientes al Comité Nacional de Defensa Proletaria se congregaron en el Zócalo capitalino para ofrecer su respaldo al presidente Cárdenas que ofreció el siguiente discurso: Trabajadores de la República: Cuando un grupo apasionado pretende agitar el país con fines personalistas; cuando la intriga y la mentira constituyen la única arma que esgrimen en su necia aventura, tengo la obligación de expresarles a que se debe esta acometida. En toda la historia hemos observado agresiones semejantes que provienen no sólo de la fracción conservadora, sino, por desgracia, de elementos que impulsados por bastardas ambiciones, llegan a olvidar los sufrimientos de la clase a la que pertenecieron. No nos debe extrañar que los hombres que estuvieron al frente del poder, que fueron conductores de las masas, traten hoy de poner un dique a la acción organizada que tratamos de realizar; es mentira que haya labor disolvente de los obreros organizados, en todo el país no he advertido esa labor disolvente que quieren hacer aparecer los elementos que ayer estuvieron al lado de ustedes. Yo digo al pueblo mexicano: no hay por que decretar la expulsión del país de ninguna persona; el general Calles y sus amigos no son problemas ni para el gobierno ni para las clases trabajadoras. Es aquí, en territorio nacional, donde deben quedar esos elementos tránsfugas de la Revolución, para que sientan la verguenza y el peso de sus responsabilidades históricas. 28 La presencia de armas en casa de Morones, el amago de rebelión armada que ello suponía, había caldeado los ánimos de los protagonistas. Ingratos, mentirosos, necios, ambiciosos, transfugas de la Revolución. Cárdenas no escatimaba epítetos para referirse a sus adversarios. Sin embargo, de todos los expresados, el peor cargo era el haber traicionado a su clase. A la clase obrera, se entendía, aunque también podía entenderse que a la clase en el poder. Cárdenas reiteraba asimismo que ni Calles ni los suyos eran peligrosos para el gobierno o los trabajadores por lo que consideraba innecesario expulsarlos del país. 28 Ibid., pp. 172 - 178 154 Pronto cambiaría de opinión. El 9 de enero de 1936 fue expulsado de la CROM el general Celestino Gasca. El Consejo Nacional de la central obrera hizo público un acuerdo en que: Reprueba las declaraciones públicas hechas el 29 de diciembre por el compañero Gasca, así como sus posteriores ampliaciones, por haber contribuído con ellas a aumentar la inquietud que sufren nuestros organismos atacados en estos momentos por todos los enemigos de la CROM; en consecuencia, se declara que el referido compañero Gasca ha cometido un acto de deslealtad y, por lo tanto, a partir de esta fecha deja de ser miembro de la CROM. 29 Aunque la expulsión de Gasca no implicó el desprendimiento de contingentes sindicales que había ocurrido a la salida de otros liderazgos cromistas como Pérez Medina o Lombardo; se trataba de un suceso significativo puesto que , por primera vez, la CROM expulsaba de sus filas a un miembro del, hasta entonces al menos publicamente monolítico, Grupo Acción. La agitación laboral padecida a todo lo largo de 1935 acabó por provocar la confrontación abierta entre el gobierno y el capital privado. El 6 de febrero de 1936, la Confederación Patronal de Monterrey organizó un paro para protestar contra la “influencia comunista” en el gobierno. La disputa se había iniciado con la decisión de la Junta de Conciliación a favor de la demanda de aumento de salario para los trabajadores de la industria del vidrio. El conflicto laboral escaló rápidamente a un conflicto político mayor debido a las manifestaciones públicas contra el gobierno organizadas por los patrones. La huelga de la vidriera y la presencia de miembros del CNDP en Monterrey fueron el detonante para que se 29 Ibid, p. 180 155 suscitara la reacción de la patronal regiomontana contra el gobierno. Conociendo la gravedad del conflicto, Cárdenas se trasladó de inmediato a dicha ciudad y, tras declararse a favor de las demandas obreras, expuso a los industriales la necesidad de aceptar la política gubernamental, amenazó con reanudar la producción por parte del Estado y desmintió la campaña acerca de la existencia de una conjura comunista. Además de dirigirse a los patrones, Cárdenas expresó a los trabajadores regiomontanos de la CGOCM: Es necesario que los elementos que pudieran estar aquí presentes, que pertenezcan a otras organizaciones, se lleven mi reiterada indicación de que antes que todo procuren asociarse con sus elementos hermanos. En esta forma la misma clase obrera no contribuirá a la división de los elementos de su propia clase. Es necesario que la misma clase obrera comprenda que es indispensable la unión de todos los trabajadores para que no sigamos dando el espectáculo de actos de represalia entre los mismos trabajadores. 30 El espectáculo lo daba desde luego la CROM cuyo anticomunismo lo acercaba a la postura patronal. Postura que se afirmó con las declaraciones del Centro Patronal de Monterrey publicadas el día 19: Que existe propaganda comunista en México es innegable; que los propagandistas del comunismo tratan de hacer prosélitos en nuestras masas es lógico; que éstas, si no tienen un apoyo firme de los poderes públicos que sostenga decididamente el régimen legal existente, están sujetas a ser víctimas de la propaganda, es seguro. Las organizaciones obreras, especialmente del centro del país, están siendo dirigidas por líderes que públicamente hacen profesión de fe comunista y se estructuran sobre bases de un comunismo evidente. 31 156 Para Rosendo Salazar, la vinculación entre el discurso patronal y el cromista era cada vez más evidente: La CROM insiste en atacar la unificación del proletariado con el pretexto del comunismo. Es significativo el hecho de que tal operación oposicionista marche orgánicamente de acuerdo con las tareas de la clase patronal. El comercio, la banca, la industria y aliadas a estos sectores la CROM y la CGT, formalizan alianzas tendenciosas. Los líderes de ambas centrales hablan por los capitalistas y estos hablan por sus intereses propios, pero de sus cajas salen las gruesas sumas de dinero que demandan los líderes obreros para estos actos de afinidad. 32 En su afán anticomunista y oposicionista, la CROM se deslizaba a la derecha y, en los hechos, apoyaba la posición de quienes debían ser sus opositores de clase. Ricardo Treviño testimonia el comportamiento de Morones durante los agitados días del conflicto regiomontano: Una mañana Morones se presentó en la CROM y me pidió que habláramos en privado. Se trata, me explicó con medias frases, de que tengamos una junta con los principales dirigentes de las empresas. Le pedí mayores explicaciones y entonces me dijo: Se trata de que junto con ellos, estudiemos las condiciones que se han creado con motivo de la política que sigue el general Cárdenas. Esto no puede seguir así y nosotros debemos intervenir para defendernos. Una junta patronal, en las condiciones del momento, sólo podía tener un propósito: sumar las fuerzas de nuestra organización a la campaña emprendida por Calles contra Cárdenas; yo conocía ya la posición callista de Luis y Calles era ahora la contrarrevolución. Después de alguna discusión con Luis llegué a la conclusión de que el plan era así: Las instituciones de industriales ordenarían un paro de actividades pretextando que el gobierno quería llevar al país al comunismo. Su demanda sería la adopción de un plan de trabajo elaborado conjuntamente entre gobierno e iniciativa privada para que se rigiera por él la política del país. Como consecuencia del paro industrial, Calles con un grupo de militares y políticos conminaría al presidente a que aceptara el plan o renunciara. ¿Por qué Morones, conociendo mis ideas y 30 Ibid., p. 191 Ibid, p. 201 32 Ibid, pp. 216 - 218 31 157 mi doctrina radicales se vio obligado a recurrir a mí como Secretario General de la CROM y no prescindió de mi colaboración? Tal vez no tenía otra alternativa puesto que no podía confesarle al general Calles su impotencia para disponer de la fuerza organizada de la CROM, ya que en ese caso hubiera sido su influencia política dentro del grupo callista. 33 A pesar de su típica exculpación personal y la implícita inculpación exclusiva a Morones en la responsabilidad de la conducta seguida por la CROM, el testimonio de Treviño es importante al sugerir que, así como Morones sobreestimaba a Calles, Calles sobreestimaba a Morones. Ni la CROM ni Morones eran ya lo que habían sido. Apoyarse en ellos para enfrentar a Cárdenas era un error de Calles. Calles tampoco era ya el Jefe Máximo capaz de destituir presidentes, buscar a través suyo el retorno al poder era un error de Morones. El mútuo error de apreciación conduciría a ambos al desastre. El llamado a la unidad hecho por el Comité Nacional de Defensa Proletaria al comienzo de la crisis tuvo como corolario el Congreso Constituyente de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) que culminó el 29 de febrero de 1936, todavía latente el conflicto con la patronal regiomontana. Cuatro mil delegados representantes de 600 mil trabajadores eligieron a Lombardo como su secretario general y a Fidel Velásquez como secretario de organización. La CGOCM, la Confederación Sindical Unitaria de México (CSUM) y la Cámara Nacional del Trabajo, desaparecieron formalmente para dar paso a la nueva central obrera. El 23 de febrero, en la Arena Peralvillo de la ciudad de México, se congregaron, a pesar del fracaso previo de la Alianza de Trabajadores, miembros de la CGT y la 33 Treviño, Ricardo, Op. Cit., pp. 92 - 93 158 CROM; los trabajos realizados fueron paralelos a los efectuados en la Arena Nacional por la naciente CTM a la que cegetistas y cromistas tacharon de comunista. El 22 de marzo, en un mitin realizado en la Arena Nacional, la misma en la que un mes antes se había constituido la CTM, Morones hizo un elogio del general Cárdenas al que llamó amigo del trabajador. Reveló asimismo que, en reciente entrevista con el presidente, prometió brindar al gobierno el apoyo de la CROM en el momento en el que fuera llamada. 34 Si Morones, como hacían ver sus declaraciones públicas, creía que la entrevista con el presidente había arreglado las cosas entre él y el Ejecutivo, se hallaba muy equivocado. El desenlace del choque entre Calles y Cárdenas se hallaba cercano y la CROM y Morones serían protagonistas principales. El 6 de abril, la prensa publicó el siguiente comunicado, firmado por obreros veracruzanos y dirigido al presidente Cárdenas: Los suscritos fuimos comisionados por más de 2500 compañeros obreros textiles que prestan sus servicios en las factorías de Nogales, Río Blanco y Ciudad Mendoza, Veracruz, todos miembros activos de la Confederación sindicalista de obreros y campesinos de la región de Orizaba, cuya matriz es la CROM, para denunciar a usted la dictadura que dentro del régimen social de la CROM ha implantado un grupo de líderes vividores. Los integrantes del grupo Acción de la CROM, dirigidos y bajo el mando de Luis Morones en el mes de diciembre del año próximo pasado, estuvieron desarrollando en toda la región de Orizaba actividades abiertamente sediciosas para derrocar al gobierno que usted preside, instigándonos e invitándonos a la rebelión, con lo que no estuvimos de acuerdo los que somos auténticos trabajadores. Como dichos señores vieran que no secundamos su movimiento, el citado grupo Acción ocultó las armas y comenzó a ejercer represalias contra todos los que nos negamos a ir a la rebelión. 34 Taracena, Alfonso, Op. Cit., p. 290 159 Así las cosas, se dio el triunfo para integrar el Ayuntamiento de Orizaba a la planilla del PNR y como se otorgara por dicho Ayuntamiento garantías, fue la oportunidad para que el sindicato de Cocolpan manifestara su descontento con el grupo Acción, acordando dicho sindicato separarse de la CROM. En las villas de Nogales, Río Blanco y Ciudad Mendoza también hubiésemos ya procedido en la forma en que lo hizo el Sindicato de Cocolpan, pero desgraciadamente no podemos por carecer de garantías, puesto que todas las autoridades son incondicionales del grupo Acción. Por las razones anteriores, venimos ante usted a implorar su valiosa ayuda y protección, a efecto de que se nos de una oportunidad para poder sacudir el yugo de los que ayer fueron nuestros hermanos de clase y hoy son nuestros opresores. México, 1 de abril de 1936. 35 El mismo día 6 de abril fue dinamitado un convoy del Ferrocarril Mexicano en un puente ubicado entre las estaciones de Camarón y Paso del Macho, Veracruz, cercanas a Orizaba y Córdoba respectivamente. El express, la locomotora y dos carros dormitorios desbarrancaron tras la explosión. Trece personas murieron y dieciocho resultaron heridas. El atentado se produjo en la misma región veracruzana en la cual, según el comunicado arriba citado, consignado por la prensa del día, los laboristas encabezados por Morones habían llevado a cabo actividades tendientes a iniciar una rebelión armada contra el gobierno. La misma región de la cual procedían los tipos que meses antes habían sido sorprendidos transportando armas a las afueras de la casa de Morones. La misma región, tal vez la única, en la que la CROM conservaba la hegemonía. ¿Casualidad o provocación deliberada? La coincidencia de fechas entre la publicación de la denuncia y el suceso terrorista no podía ser más desafortunada para la CROM. Azuzada por sus adversarios políticos y sindicales, la opinión pública se les echó encima. 160 La CTM responsabilizó del atentado a los líderes locales de la CROM que se hallaban en huelga en protesta por la constitución de un ayuntamiento penerrista en su zona de influencia.36 El día 9, un grupo de senadores (Ernesto Soto Reyes, Cándido Aguilar, Alfonso Breceda, Josué Escobedo) acusó directamente de los sucesos de Camarón y Paso del Macho a los callistas y a los líderes de la CROM y la CGT: Es de lamentar que la inconsciencia de algunos directores de masas laborantes lleven a éstas a terrenos vedados por toda ética sindical, solamente para satisfacer deseos de hombres desafectos a la política de ayuda al trabajador de México que desarrolla nuestro actual presidente. 37 El atentado dinamitero atribuido a la CROM y por tanto a Morones llevaría a la detención del presunto responsable y de sus aliados políticos. En su caída, Morones arrastraría a Calles. El mismo día 9, a las dos de la tarde, camino a su casa de avenida Insurgentes, la policía detuvo a Luis Morones. Tras ser informado por un detective de que su Jefe deseaba hablar con él, Morones entrego la pistola Star que portaba y ofreció 50 pesos a cambio de que le dejasen dar aviso de la detención a su esposa; el oficial rechazó la oferta y le condujo en primera instancia a la Jefatura y después a una celda de la Sexta Comisaría, lugar en el que pasó la noche al igual que Melchor Ortega y Luis León, los cuales habían sido igualmente detenidos. 38 Calles, literalmente en pijama, había sido detenido en su casa en el transcurso de la noche del 9 al 10 de abril. 35 Salazar, Rosendo, Op. Cit., pp. 239 - 244 Taracena, Alfonso,Op. Cit., p. 305 37 Salazar, Rosendo, Op. Cit., p. 246 36 161 Luis León testimonia las últimas horas en México y las primeras en Estados Unidos de los, desde ese momento, exiliados: En las primeras horas de la mañana siguiente (10 de abril), nos sacaron y nos juntaron a Morones, a Melchor y a mí, en la oficina de la inspección de policía; ahí un teniente coronel nos dijo ‘ He recibido instrucciones para trasladarlos al aeropuerto de Balbuena y embarcarlos en el avión en el que el general Calles y ustedes partirán para Brownsville, Texas’. Morones, visiblemente exaltado, se dirigió al aludido diciéndole ‘¿Qué en este país ya no se respetan las garantías de la Constitución? ¿Con qué derecho se nos expulsa de nuestra patria? ¿Qué delitos hemos cometido? ¿De qué se nos acusa?’. Yo intervine diciéndole ‘No les pida nada Morones, nosotros ahora no tenemos garantías porque en otras veces no las dimos’ El general Calles llegó en automóvil y subió al avión con nosotros. Bajamos en el puerto de Tampico donde almorzamos y reabastecimos combustible; como en Brownsville se aglomeraba mucha gente el general Calles pidió un avión que nos llevó a Forth Worth, Texas, donde dormimos para tomar al día siguiente el avión a Los Ángeles, California. Desde Los Ángeles nos dividimos, pues Morones marchó a Washington invitado por la AFL, quien lo designó su representante ante los sindicatos latinoamericanos, gozando de buen sueldo 39 La queja de Morones era legalmente correcta. Si los detenidos eran acusados de algún delito debían ser procesados y, en su caso, encarcelados pero de ningún modo exiliados puesto que el exilio no estaba contemplado en ningún código penal. La acotación de León, alguna vez considerado enemigo por Morones, era igualmente válida; el exilio era un castigo político a un delito político y como tal no podía ser reclamada legalmente. Menos aún por aquellos que, en el ejercicio del poder y por causas políticas, habían cometido abusos incluso peores que aquel del que ahora eran víctimas. Ricardo Treviño aporta el punto de vista cromista sobre la expulsión: 38 39 Buford, Nick, Op. Cit., p. 207 León, Luis L., Crónica del poder, México, FCE, 1987, pp. 421 - 423 162 El 9 de abril de 1936, el Lic. Antonio Villalobos, me llamo para que en unión del compañero Martín torres, lo fuéramos a ver a las 8 de la noche a sus oficinas. Concurrimos a la cita y Villalobos nos invitó a acompañarlo a Palacio Nacional y ya en la antesala de la presidencia nos dijo que el presidente necesitaba hablar con nosotros. Poco después de la media noche nos recibió el presidente Cárdenas quien nos dijo: tengo interés en comunicarles a ustedes que hoy ordené la detención del señor Morones, del general Calles y de otras personas que están comprometidas en un movimiento armado contra el gobierno. Como el señor Morones es compañero de ustedes he querido informarles las causas de su detención y la orden de expulsión del país. Señor presidente, respondí, quiero decirle que las actividades políticas del compañero Morones son de su personal responsabilidad y que ni la CROM ni alguno de sus grupos tiene conexión alguna con la política contra el gobierno. Sin embargo, como Morones es un miembro de nuestra organización, yo no puedo aprobar, aunque lo entiendo, el procedimiento de expulsión del país sin previo juicio. Hacen bien en defender a su compañero, agregó Cárdenas, pero sólo les pido que no mezclen a su organización en este asunto y que, por mi parte, les ofrezco todas las garantías para sus organizaciones. Nos despedimos del presidente y ya fuera de Palacio Nacional comentamos el asunto llegando a la conclusión de que nada podíamos hacer. Por la mañana los diarios dieron la noticia de la expulsión y nosotros nos abstuvimos de hacer comentarios sobre el asunto.40 En efecto, la CROM nada podía hacer como no fuese lo que, frente a las acciones del gobierno, venía haciendo desde hace años: denunciar públicamente. Sin embargo, nadie en la CROM se atrevió a hacerlo más allá del señalamiento inmediato de Treviño sobre la ilegalidad de la medida y de un tímido desplegado publicado varios días después de la expulsión. La conducta política de Morones a lo largo del maximato había sido siempre respaldada, al menos públicamente, por sus compañeros cercanos. Entre la directiva cromista, la disidencia a la línea dictada por Morones había llevado siempre a la secesión o la expulsión, lo que ocurriese primero. Ahora que Morones era el expulsado, no de la central sino del 163 país mismo, la directiva cromista lo dejaba, al menos de momento, a su propia suerte. El 10 de abril, en la ceremonia conmemorativa del fallecimiento de Emiliano Zapata realizada en Bellas Artes, Emilio Portes Gil, presidente del PNR opinó así sobre los hechos que se estaban desarrollando: Es necesario que las organizaciones obreras mediten sobre la conducta de sus líderes. Que el líder ambicioso, prevaricador, concupiscente y brutal, que el líder que ha amasado fortunas a la sombra del gobierno, pase como execrable y traidor a la causa del proletariado. Que el líder que aprovechó la influencia de las administraciones pasadas para llevar una vida de orgía y para derrochar millones entre gentes que ellos deseaban que fueran sus amigos incondicionales, que esos líderes de conducta inmoral y reprochable acaben definitivamente en el escenario del proletariado de México. 41 No era necesario dar nombres. Viniendo de Portes Gil, sus palabras sólo podían referirse a un hombre. Aquel al que había combatido desde los lejanos días de la gubernatura tamaulipeca, aquel cuya renuncia ministerial había demandado y obtenido, aquel que lo había tildado de asesino. Tras años de batalla política y personal, Portes Gil salía, finalmente, triunfante. El mismo día de la expulsión, el presidente Cárdenas dirigió un mensaje a la nación: El Ejecutivo de mi cargo ha venido observando las incesantes maniobras que algunos elementos políticos han desarrollado encaminadas a provocar un estado permanente de desasosiego social. Mientras dichas maniobras se contrajeron a una campaña difamatoria contra los miembros de la actual 40 41 Treviño, Ricardo, Op. Cit., pp. 93 - 94 Salazar, Rosendo, Op. Cit., pp. 247 - 248 164 administración, sostuve el propósito de proceder en el caso sin precipitación. Pero cuando la situación ha llegado a extremos tales en los que estos elementos mantienen una labor delictuosa, ha parecido indispensable abandonar la actitud vigilante y adoptar medidas de emergencia. En esa virtud, estimo que las circunstancias reclaman, por imperativo de salud pública, la inmediata salida del territorio nacional de los señores general Plutarco Elías Calles, Luis Morones, Luis León y Melchor Ortega. 42 Sin precisar la labor delictuosa y por imperativo de salud pública, fuese eso lo que fuese, el gobierno aplicaba una medida de emergencia. Como había apuntado Treviño, la citada medida de emergencia había sido totalmente ilegal. Como había apuntado León, los ahora exiliados no podían esperar otro tipo de trato. Morones y Calles, aliados en múltiples batallas políticas desde hacía casi dos décadas, habían permanecido juntos hasta el final. 42 Ibid., p. 246 165 Conclusiones ¿Por qué, si Calles abandonó a Morones en 1928, Morones fue leal a Calles en 1936? La relación entre ambos personajes es compleja, personal y política. De Morones a Calles existió una indeclinable lealtad personal acentuada durante los agitados días que siguieron a la muerte de Obregón cuando, a la par que permitía su ruina política, Calles se aseguraba de preservar la libertad y la vida de los laboristas, Morones en primer lugar. Subsistió también el reconocimiento del poder político ejercido por Calles, primero como presidente y después como Jefe Máximo. De Calles a Morones subsistió un vínculo basado en la utilidad política. A lo largo del período, Morones y el laborismo sirvieron, objetivamente, de ariete contra el presidente y el PNR, elementos políticos cuya debilidad y supeditación a Calles permitieron la construcción del maximato. En la aurora y el ocaso del maximato, durante las gestiones de Portes Gil y Cárdenas, Morones la emprendió contra el presidente; a lo largo de todo el maximato lo hará contra el PNR. En el caso del partido, al ataque a la institución en sí, se le añadió un ingrediente de encono personal puesto que la dirección del partido fue ejercida de manera reiterada por personajes como Portes Gil y Pérez Treviño, ambos a la cabeza de la lista de enemistades moronistas. La oposición laborista, sin embargo, tuvo como característica y límite la legalidad imperante. Se trató de una oposición leal que legitimó, con su mera presencia, el 166 naciente régimen de partido único lo que le confirió un valor que, en este caso, se extendió al sistema político. Al ya citado elemento personal se añadió, en el caso de la oposición al PNR, la necesidad de combatir la pretensión penerrista de hacerse con una base obrera al margen y a pesar del laborismo. Los sucesivos desmoronamientos, derivados de la pérdida de poder político e impulsados en los primeros casos por el gobierno o el PNR, dieron lugar a formaciones sindicales que fueron casi de inmediato tentadas a incorporarse al partido oficial. Cada desmoronamiento mermó el tamaño de la CROM pero acentuó el rol directivo de Morones. El pastel moronista sería cada vez más pequeño, pero cada vez más su pastel. Verdadera escuela de cuadros sindicales, la CROM incubó sus sucesivas disidencias cuya unificación fue posible ya no bajo la jefatura máxima, sino bajo el manto de una presidencia que se sirvió de dicha unificación para destruir al maximato. Tras el fallido intento de la Cámara del Trabajo, el proceso culminó en 1938 con la incorporación de la CTM como sector obrero del PRM. ¿Por qué Calles, el hombre de la relación privilegiada con la CROM, el heredero de Obregón, a su vez artífice de los pactos políticos con los obreros, descuidó el frente sindical al punto de permitir su vinculación al presidente Cárdenas? Porque para 1936, Calles minusvaluaba la utilidad política de las organizaciones sindicales, porque la caída inicial de la CROM en 1928, hasta entonces su principal respaldo político, no significó su propia caída sino al contrario la posibilidad de entronizar el maximato. 167 A lo largo del maximato, más que un factor real de poder, la CROM, la organización obrera que Calles conocía y cuyas disidencias creía igualmente conocer, fue una pieza más del complejo entramado de intrigas políticas que permitieron al sonorense crear y administrar la confrontación entre los actores políticos, confrontación cuya resolución final, siempre en sus manos, constituyó la esencia de la jefatura máxima. ¿Fue Morones y por tanto el laborismo y la CROM un pelele más del Jefe Máximo? No en tanto que, salvo Abelardo Rodríguez cuyo asumido papel como mero administrador de la presidencia que dejaba en Calles las decisiones políticas lo cual lo califica como tal, ninguno de los presidentes del período fue realmente un pelele: Portes Gil mantuvo siempre una agenda propia, Ortiz Rubio intentó pelear, Cárdenas terminó por vencer a Calles. Morones tuvo igualmente una agenda propia: la lealtad personal a Calles no implicó la renuncia a la personalidad propia, ni a la CROM ni al Partido Laborista. Es decir, no implicó dejar de ser aliados como lo habían sido desde que se conocieron; no implicó tampoco, para Morones, dejar de ser subordinado como lo había sido durante la presidencia del sonorense. La ambivalencia de la relación entre ambos personajes explica el ascenso y la caída de Morones y, en cierto sentido, de Calles mismo. El error de Morones consistió, en principio, en pretender invertir los términos de la alianza histórica entre el movimiento obrero y los gobiernos de la Revolución Mexicana, es decir, en pretender no brindar apoyo a la presidencia sino recibirlo 168 para alcanzar la misma presidencia. En pretender poseer no una parte del poder, sino el poder mismo. La herejía de Morones sería pagada con la excomunión de la familia revolucionaria cuyo patriarca transitorio, el Jefe Máximo, no consideró necesario perdonar puesto que la exclusión le resultaba útil para sus propios fines. Los fines del Jefe Máximo no eran, sin embargo, los fines de un sistema político diseñado para vertebrarse en torno a la presidencia. Recuperar el pacto entre la presidencia y el movimiento obrero, aplicar las facultades legales y políticas de la presidencia, permitieron a Cárdenas desarticular el maximato. La remoción de mandos militares, la destitución de diputados y senadores, la desaparición de poderes estatales; medios todos empleados por el presidente, permitieron liquidar al Jefe Máximo y devolvieron a la presidencia su papel rector en el sistema político. El costo sería, desde luego, el autoritarismo presidencial. Para el movimiento obrero, recuperar el pacto fundador y el respaldo presidencial implicó la incorporación al partido oficial como uno de tres sectores y, por tanto, la supeditación al mismo. El costo sería, desde luego, el corporativismo. De los batallones rojos a la CTM, el destino fatal del movimiento obrero mexicano, que le supeditaba a un partido que a su vez se hallaba supeditado a una presidencia autoritaria, estaba marcado desde el principio. En este devenir, la herejía moronista, partido propio y presidencia propia, fue un desafío excesivo que se pagó tanto con la derrota plena en su momento, como, desde entonces, con el piadoso olvido. 169 FUENTES Archivo AGN Archivo General de la Nación, México, Grupo Documental: Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales (DGIPS) Hemerografía Revista CROM 1928 – 1936 Bibliografía Alvarado Mendoza, Arturo, El portesgilismo en Tamaulipas, México, El Colegio de México, 1992 Amaya, Juan Gualberto, Los gobiernos de Obregón, calles y regímenes peleles derivados del callismo, México, 1947 Araiza, Luis, Historia del movimiento obrero mexicano t. IV, México, Casa del Obrero Mundial, 1975 Barbosa Cano, Fabio, La CROM, de Luis Morones a Antonio Hernández, México, UAP, 1980 Barrera Fuentes, Federico, “El rompimiento” en Boletín, No. 12, México, Fideicomiso Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca, Enero, 1993 Basurto, Jorge, El proletariado industrial en México, México, IIS-UNAM, 1981 Boletín del Archivo General de la Nación, Tercera Serie, Número 10, Octubre – Diciembre 1979 Boletín del Archivo General de la Nación, Tercera Serie, Número 15, Enero – Marzo 1981 Buford, Nick, A biography of Luis Morones, mexican labor and political leader, Ph. D. Dissertation, Louisiana State University, 1971 Chao Ebergenyi, Guillermo, Matar al manco, México, Diana, 1993 Córdova, Arnaldo, En una época de crisis, México, Siglo XXI, 1980 (La clase obrera en la historia de México, 9) 170 Córdova, Arnaldo, La Revolución en crisis. La aventura del maximato, México, Cal y Arena, 1995 De María y Campos, Armando, El teatro de género chico en la Revolución Mexicana, México, CONACULTA, 1996 De Neymet, Marcela, “El movimiento obrero y la Revolución Mexicana” en Historia y Sociedad, No. 9, Primavera 1967, Díaz Babio, Francisco, Un drama nacional, México, 1938 Dulles, John, Ayer en México, México, FCE, 1977 Elías Calles, Plutarco, Correspondencia personal 1919-1945, t. I, México, FCE, 1991 González, Luis, Los días del presidente Cárdenas, México, El Colegio de México, 1981 (Historia de la Revolución Mexicana, 15) González Sierra, Jesús, Las relaciones del Estado con la clase obrera: la CROM 1918 – 1928, Tesis de Licenciatura en Sociología, FCPS-UNAM, 1975 Guadarrama, Rocío, Los sindicatos y la política en México: la CROM 1918-1928, México, Era, 1981 Hernández Chávez, Alicia, La mecánica cardenista, México, El Colegio de México, 1979 (Historia de la Revolución Mexicana, 16) Hochstatter, Thomas, The decline of Confederación Regional Obrera Mexicana. An Analysis, M. A. Thesis, University of the Americas, 1971 Katz, Friedrich, “El gran espía de México” en Boletín, No. 20, México, Fideicomiso Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca, septiembrediciembre, 1995 León, Luis, Crónica del poder, México, FCE, 1987 Mac Gregor, Javier, “Laborismo inglés y laborismo mexicano en los años veinte: aproximaciones y diferencias” en Perspectivas históricas, Año 4, Nos. 7-8, julio 2000 - junio 2001. Medin, Tzvi, El minimato presidencial: historia política del maximato (1928-1935), México, Era, 1982 171 Meyer, Jean, “Los obreros en la Revolución Mexicana: Los batallones rojos” en Historia Mexicana, XXI:1, No. 81, julio – septiembre, 1971 Meyer, Jean, “La Diarquía 1924 - 1928” en Casar, María e Ignacio Marván (coords.), Gobernar sin mayoría, México, CIDE-Taurus, 2002 Meyer, Lorenzo, Los inicios de la institucionalización, México, El Colegio de México, 1978 (Historia de la Revolución Mexicana, 12) Meyer, Lorenzo, El conflicto social y los gobiernos del maximato, México, El Colegio de México, 1978 (Historia de la Revolución Mexicana, 13) Oikión, Verónica, “Pascual Ortiz Rubio, ¿Un presidente a la medida del Jefe Máximo?” en Fowler, Will (coord.), Presidentes mexicanos t. II, México, INEHRM, 2003 Ortiz Petricioli, José, El compañero Morones, México, Costa Amic, 1968 Pérez Montfort, Ricardo, “La Iglesia Cismática Mexicana del patriarca Joaquín Pérez” en Martínez Assad, Carlos (coord.), A Dios lo que es de Dios, México, Aguilar, 1995 Portes Gil, Emilio, Quince años de política mexicana, México, Botas, 1941 Portes Gil, Emilio, Autobiografía de la Revolución Mexicana, México, Instituto Mexicano de Cultura, 1964 Portes Gil, Emilio, Polémicas, México, Costa Amic, 1975 Puig Cassauranc, José Manuel, Galatea rebelde a varios Pigmaliones, México, Impresores Unidos, 1938 Quiroz, Sonia, “Espionaje y controversia petrolera en 1927” en Boletín, No. 14, México, Fideicomiso Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca, Septiembre 1993 Ramírez Cuellar, Héctor, Lombardo, un hombre de México, México, El Nacional, 1992 Retinger, J. H., Morones de México, México, 1927 Reyna, Manuel, La CROM y la CSUM en la industria textil 1928-1932, México, UAM-A, 1988 172 Salazar, Rosendo, Historia de las luchas proletarias de México 1923-1936, México, Avante, 1938 Salazar, Rosendo, Historia de las luchas proletarias de México 1930-1936, México, 1956 Sánchez González, Agustín, El general en la Bombilla, México, Planeta, 1994 Sánchez González, Agustín, Cuatro atentados presidenciales, México, Planeta, 1994 Serrano, Pablo, Basilio Vadillo. Itinerario y desencuentro con la Revolución Mexicana, México, INEHRM, 2000 Taracena, Alfonso, La verdadera Revolución Mexicana 1928-1929, México, Porrúa, 1992 (Sepan cuantos, 616) Taracena, Alfonso, La verdadera Revolución Mexicana 1930-1931, México, Porrúa, 1992 (Sepan cuantos, 617) Taracena, Alfonso, La verdadera Revolución Mexicana 1932-1934, Porrúa, 1992 (Sepan cuantos, 618) México, Taracena, Alfonso, La verdadera Revolución Mexicana 1935-1936, México, Porrúa, 1992 (Sepan cuantos, 619) Trejo Delarbre, Raúl, Reseña del movimiento obrero mexicano 1900-1975, México, FCPS-UNAM, 1981 (Cuadernos del CELA-Serie: Estudios, 19) Trejo Delarbre, Raúl, “Historia del movimiento obrero en México 1860-1982” en González Casanova , Pablo (coord..), Historia del movimiento obrero en América Latina. T.1, México, Siglo XXI, 1984 Treviño, Ricardo, Frente al ideal. Mis memorias, México, Casa del Obrero Mundial, 1974