Trabajando En Las Fronteras - Asociación Psicoanalítica De Buenos

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TRABAJANDO EN LAS FRONTERAS Incluye Trabajos del 43º Congreso Psicoanalítico Internacional, IPA, Nueva Orleáns, 2004 Psicoanálisis Revista de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires Psicoanálisis Editada por la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires Sociedad Componente de la Asociación Psicoanalítica Internacional Sociedad Componente de la Federación Psicoanalitica de América Latina COMISION DE BIBLIOTECA Y PUBLICACIONES Director Dr. Raúl E. Levín BIBLIOTECA Secretario Dr. Carlos Morini Vocales Dra. Ana María Martín de Oyarvide Dr. Horacio Oyarvide Dr. Mario Picozzi Lic. María del Rosario Sánchez Grillo Dra. Mónica Zac Indización Coordinadoras Dra. Diana Liberman de Vannelli Dra. Marcia Stigol de Nejamkis Colaboradora Lic. Angela T. Devoto Bibliotecaria Lic. Sofía Zoltay Corresponsales Dr. Newton Aronis Maltchik Dr. Eugenio Cornide Cheda Dr. Héctor Fernando Maffi Dr. Alberto Eiguer Dr. Rogelio Sosnik Dr. Jorge Canestri PUBLICACIONES Secretaria Lic. Marta Martínez de Sáenz Programación Coordinación Dr. Alberto Pérez Cohen Edición Coordinadora Lic. Liliana Barletta Vocales Dra. Diana Altman de Bernabó Lic. Raquel Duek de Escandarani Lic. Silvia Dvoskin de Zadoff Lic. Oscar Elvira Dra. Delia Faigón Dr. Norberto Helman Lic. Clara London Lic. Liana Maghid de Ubaldini Dr. Carlos Eugenio Moguillansky Lic. Carla Scotti de Donizetti Dr. Eliseo Storani INFORMATICA Coordinadora y Enlace con Comisión Directiva Lic. Silvia Wajnbuch de Rajmanovich Colaboradoras Lic. Andrea Rodríguez Quiroga de Pereira Lic. María Rita Ragau Secretaria Administrativa Sra. Laura Maletta Cuidado de la Edición Ediciones PubliKar ISSN 0325-819X Registro de la propiedad intelectual: 988.762 Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires Maure 1850 - C1426CUH Buenos Aires, Argentina - Tel./Fax: 4775-7867 / 7985 Email: [email protected] - Web: http: //www.apdeba.org I NDICE Editorial, 5 Reconocimientos, 7 PRESENTACIONES DE APERTURA SONIA ABADI. Entre la frontera y la red, apuntes para una metapsicología de la libertad, 11 H. SHMUEL ERLICH, PH. D. El Trabajo en la Frontera y el Uso del Analista: Reflexiones sobre la Supervivencia Analítica, 33 GLEN O. GABBARD. Descarríos del tratamiento psicoanalítico con pacientes suicidas, 403 APdeBA EN NUEVA ORLEANS Paneles Trabajos libres CLAUDIA L. BORENSZTEJN, SILVIA L. NEBORAK, CLARA NEMAS Y VIRGINIA UNGAR. ¿Por qué la observación de bebés en la formación psicoanalítica?, 79 RENÉ EPSTEIN. Las fronteras y la matriz disciplinaria psicoanalítica: análisis epistemológico de lo hermenéutico y lo científico, 93 HÉCTOR FERRARI, MANUEL GÁLVEZ, JORGE LUIS MALDONADO, RODOLFO MOGUILLANSKY, JULIO MORENO, GUILLERMO SAIGUER. El papel de las teorías en la transmisión del psicoanálisis, 105 MANUEL J. GÁLVEZ. La supervisión didáctica, 113 CLELIA MANFREDI DE PODEROSO, LEONARDO LINETZKY. Problemáticas “actuales” (acerca del pánico y la agorafobia). Psiquiatría y Psicoanálisis, 121 RODOLFO MOGUILLANSKY. Indicadores de cambio estructural en el psicoanálisis de la perversión, 135 RODOLFO MOGUILLANSKY. Narcisismo, Complejo de Edipo y Complejo Fraterno, 155 JANINE PUGET. Intersubjetividad. Crisis de la representación, 175 ARTICULO NO TEMATICO SAMUEL ARBISER. Psiquis y Cultura, 193 RESUMENES Y DESCRIPTORES, 207 Editorial El psicoanálisis nace en la frontera temporal que demarca el inicio del siglo XX. Pese a la ilusión de respuesta forjada por algunos, y a la rigurosa búsqueda en que otros continúan, la realidad muestra que la mente humana permanece proponiendo incógnitas. Nace también en la frontera entre la neurología y la psiquiatría; entre cambiantes manifestaciones de la ciencia, del arte y de las ideologías. Se va internando luego en su propio territorio, sin abandonar ya jamás su identidad. No quiere esto decir que no sea reclamado y reclame por el concurso de otras disciplinas. Tiene como toda frontera el doble sesgo de permeabilidad y de resguardo territorial. Es un debate inacabado (y quizás inacabable), el que pretende delimitar acerca de las propias fronteras teóricas y clínicas. Definir más allá de sus parámetros formales el qué es o no es psicoanálisis, son cuestiones que desembocan en factores ideológicos, pragmáticos, de poder, sociales, económicos. Otro tanto podríamos decir acerca de su estatuto epistemológico, de su relación con otras disciplinas del pensamiento y de lo terapéutico, del arte, de la política, de las religiones. Transitamos en este momento la frontera de un nuevo siglo, y por muchas razones sigue siendo la obra de Freud, un lugar privilegiado desde donde parten y se irradian las diversas maneras de abarcar la mente humana. Es como si la vigencia atemporal del inconsciente tuviese un remedo en la presencia vigorosa del creador del psicoanálisis, como núcleo a partir del cual se difunden y ramifican las diversas teorías que lo van enriqueciendo. Incluimos en el presente volumen, los aportes que forman parte de las presentaciones que son parte del 43º Congreso Internacional de Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 5 EDITORIAL Psicoanálisis: “Trabajando en las fronteras”; que tras su suspensión en la ciudad de Toronto, tendrá su sede en Nueva Orleáns, entre el 10 y el 14 de marzo del 2004. Comité Editor 6 Reconocimientos En nuestro número anterior “25 Aniversario” hemos publicado el agradecimiento a nuestros miembros fundadores. Dado que en el acta que se nos proporcionó, no figuraban las personas que se hallaban residiendo en el exterior, en el presente número publicamos la nómina completa. FUNDADORES DE APdeBA Avenburg, Ricardo; Barpal de Katz, Iojebed; Becher de Goldberg, Diana; Beckman de Vainer, Sofía; Berenstein, Isidoro; Bleger, Lilly S. de; Brudny, Guillermo; Carpinacci, Jorge; Casarino, Marcelo; Cvik, Natalio; Dellarossa, Alejo; Dupetit, Susana; Elinger, Carlos Jorge; Etchegoyen, Horacio; Evelson, Elena; Featherston, Carlos R.; Ferschtut, Guillermo; Florit, Juan Miguel; Forster, Cesar; Freidin de Liberman, Julia; Garfinkel, Gregorio; Garzoli, Elsa; Gioia, Terencio; Grande, Domingo; Grinberg, León; Grinberg Rebeca; Grinfeld, Pablo; Guelar de Kaplan, Ana; Guiard, Fernando; Gurevich de Jarast, Sara; Helman, Norberto; Hofman de Grimaldi, Raquel; Kuperman de Kuitca, María; Lancelle, Guillermo; Laniado de Cvik, Juana; Liberman, David; Longo, Jessie; López, Benito; Maffi, Héctor; Millonschik de Sinay, Cecilia; Montanelli, Roberto; Mordo de Rosenfeld, Estela; Navarro de López, Sheila; Painceira, Alfredo; Polito, Roberto; Pozzi de Ríos, Maria Adela; Rabih, Moisés; Razummy de Forster, Zulema; Reinoso, Amalia; Ríos, Carlos; Rosenfeld, David; Schprejer de Faigón, Delia; Schutt de Sor, Celia; Serebriany, Reggy; Siniavsky, Miguel; Siquier de Failla, María Isabel; Sirota, Alicia; Smolensky de Dellarossa, Giuliana; Sor, Darío; Sor de Fondevilla, Delia; Tabak de Bianchedi, Elizabeth; Vilchansky de Lía, Ruth; Wencelblat, Juan Carlos; Zac, Joel. Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 7 RECONOCIMIENTOS PRESIDENTES DE APdeBA Dr. Horacio Etchegoyen (1977/78) Dr. David Liberman ( 1979/80) Dr. Roberto Polito (1981/82) Dr. Joel Zac (1983/84) Dr. Leonardo Wender (1985/86) Dra. Reggy Serebriany (1987/88) Dr. Alfredo Painceira (1989/90) Dr. Guillermo Ferschtut (1991/92) Dra. María Isabel Siquier (1993/94) Dra. Sara Zac de Filc (1995/96) Dr. Héctor Ferrari (1997/98) Dr. Raúl E. Levin (1999/2000) Dr. Asbed Aryan (2001/2002) DIRECTORES COMISION DE BIBLIOTECA Y PUBLICACIONES Dr. Alfredo Painceira (1978-1981) Dra. Julia Freidin de Liberman (1982-1984) Dra. Susana Dupetit (1985-86) Dr. Julio Nejamkis (1987-1990) Dr. Alfredo Kargieman ( 1991-1993) Dra. Cecilia Sinay-Millonschik (1994) Dr. Humberto D. Gobbi (1995) Dra. Amalia Teodoro de Zirlinger (1996-1998) Dra. María Inés Raitzin de Vidal (1999-2002) 8 Presentaciones de Apertura Entre la frontera y la red, apuntes para una metapsicología de la libertad Sonia Abadi “Cada vez estoy más convencido de una inteligencia colectiva, de la cual quien firma no es sino el más osado, o quien está más cerca de convertir su deseo en letra.” Alejandro Piscitelli, Ciberculturas 2.0, 2002 Científicos, intelectuales, artesanos, quizá el lugar de los psicoanalistas sea inevitablemente algún tipo de frontera. Si esto es así, antes de preguntarse acerca de qué fronteras, cabe encontrar respuesta a una primera pregunta: ¿en calidad de qué? Conquistadores, cartógrafos, policía de migraciones... ¿o quizá contrabandistas? Lugar de tráfico e intercambio, foro romano, ágora griego, bazar persa, oasis en el cruce las caravanas, internet será el primer ámbito que acogerá el acercamiento entre psicoanalistas. ¿Demasiado virtual para mi gusto? El antídoto es evocar los encuentros con las personas reales, las polémicas apasionadas con los otros y sus textos, las complicidades de cafés y pasillos, donde se comparten perplejidades y atrevidas hipótesis. Rara vez me encontré con afinidades teóricas que no fueran acompañadas por otras más profundas y vitales. Confesiones de crisis existenciales o vocacionales. Humor, juego, indignación compartida. Confidencias acerca de pasiones más o menos clandestinas: el cine, la escultura, el golf. O el baile, los perros, la cocina. ¿Cómo mantener la vivacidad de un diálogo cuando el interlocutor está ausente, lejano en el espacio y el tiempo? Cuando se debe exponer la palabra inerme y sin voz, letra sin música para ser leída y no hablada. Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 11 SONIA ABADI Retornan ecos de trayectos compartidos con personas y textos. Psicoanalistas de todo el mundo, estudiantes de la universidad, personajes públicos y hombres comunes. Poetas y escritores de diferentes horizontes, pensadores clásicos y actuales. Recorriendo mis propias fronteras recuperé a algunos viejos amigos y en ellos sólo repasé los subrayados. A otros acabo de descubrirlos. Claro que un texto psicoanalítico sólo puede pensarse como diálogo, en la intersección de un pensamiento con otro, en esa frontera móvil donde las ideas se rasgan, se invaden, se acoplan. Detectando concavidades y convexidades, desfiladeros sombríos, continuidades posibles, límites ambiguos, provocaciones y guiños cómplices. Y sin embargo es esencial evitar las afinidades forzadas y abandonar las posiciones tibias y grises, para salir al paso del cuestionamiento y la confrontación. Es muy posible que en un año algunas de mis ideas hayan cambiado, eso espero. Aún así prefiero hacer aseveraciones fuertes con un diseño personal y no un trabajo complaciente a la medida de todos los talles y modelos teóricos. Y paradójicamente, preservar cierta ambigüedad, sabiendo que cada esfuerzo de sistematización o formalización, sin duda necesarios e inevitables, va en el sentido inverso al que pretendo recorrer. Me dispongo a renunciar a decir muchas cosas. Esta es nada más que la crónica de un vagabundeo, que sólo “après-coup” cobra sentido de itinerario, atravesado por mis experiencias como analista y de las otras. Intersecciones en la trama, nudos en la “web”, apenas la elección de algunos términos o la insistencia sobre ciertos temas marcan mi modo de ir llamando la atención sobre lo que pienso. Fronteras y redes mundiales, feudos científicos, los paradigmas psicoanalíticos, la clínica de la nueva subjetividad, psicoanalistas sin fronteras... Cada subtítulo es un puerto de entrada, de llegada o de partida por donde diferentes conceptos y relaciones, ideas propias y prestadas, se enhebran en algún improbable ordenamiento. 12 ENTRE LA FRONTERA Y LA RED... 1. FIN DE LAS FRONTERAS, IMPERIO DE LA RED “He aquí, a mi entender, la cuestión decisiva para el destino de la especie humana: si su desarrollo cultural logrará, y en caso afirmativo en qué medida, dominar la perturbación de la convivencia que proviene de la humana pulsión de agresión y de autoaniquilamiento... Y ahora cabe esperar que el otro de los dos ‘poderes celestiales’, el Eros eterno, haga un esfuerzo para afianzarse en la lucha contra su enemigo igualmente inmortal. ¿Pero quién puede prever el desenlace?” Sigmund Freud, El malestar en la cultura, 1930 En estos días en que termino de redactar mis notas, una nueva crisis mundial nos remite a aquella que en el año 30 apremió a Freud a escribir “El malestar en la cultura”. Hoy el drama se despliega en las fronteras. En varios países de América Latina, regímenes corruptos perpetúan el caos económico y la violencia social. En las grandes capitales los barrios cerrados parcelan la vida de la ciudad, resguardando a los de adentro que tienen miedo de los de afuera que tienen hambre. La caída de las torres gemelas evoca aquel derrumbe de la bolsa de New York que dejó al país devastado no sólo económica sino moralmente. Los Estados Unidos, con exacerbado fervor patriótico, vigilan sus fronteras de la amenaza del terrorismo. La Unión Europea, ante el avance de las ideologías de derecha, define políticas restrictivas para la inmigración e integración. Resurgen términos de connotaciones inquietantes como exiliados, centros de refugiados, deportación. Sin embargo, a pesar de las restricciones y variadas formas de segregación, las corrientes migratorias de sur a norte y de oriente a occidente, revierten a las antiguas corrientes de conquista y colonización. Alguna vez se iniciaron en busca de libertad y justicia, luego de formación científica o técnica, hoy de oportunidades laborales o simplemente de la posibilidad de sobrevivir. También la historia del psicoanálisis está atravesada por migraciones, cambios de lengua y adaptación a nuevas culturas. 13 SONIA ABADI Desde la segunda guerra, los científicos europeos se desplazan hacia los Estados Unidos, los del este de Europa hacia Occidente. En los años siguientes, psicoanalistas del sur irán a formarse al norte. En América Latina dictaduras militares generan más migraciones en la década del 70. Algunos regresarán en los últimos años al amparo de renacientes e inestables democracias. Luego de la caída del muro de Berlín se flexibilizan los límites con los países del Este Europeo. A lo largo de la historia, el psicoanálisis sigue trabajando en las fronteras de la represión, en cada uno de sus sentidos o significados. Y se ve enfrentado a otros modos de entender la subjetividad, y desafiado a evaluar e interpretar formas inéditas de presentación de lo traumático. Caen y se disuelven viejas fronteras y aparecen bajo nuevas fachadas. De las restricciones a la inmigración a la discriminación interna, de la globalización económica a la exclusión social. La estructura de la sociedad con perímetros claros y definidos dejaba en los márgenes a los que no aceptaban las leyes o no accedían a lugares considerados dignos. Hoy, quebradas las configuraciones limitantes y continentes, lo marginal invade e infiltra todo el tejido social dando como resultado la figura de la corrupción. Y su reflejo en las nuevas constelaciones de la subjetividad. De las estructuras rígidas y formales del sí mismo sostenidas por la crianza y educación represivas, a la aparente plasticidad, aunque frecuentemente tabicada por escisiones múltiples. Hay redes mundiales que atraviesan fronteras geográficas, políticas y culturales: el arte, los descubrimientos científicos o tecnológicos, y cada vez más internet y las comunicaciones en general. Pero también el narcotráfico, el tráfico de armas, de divisas, de poder, de mujeres, de niños, de órganos. Y la instrumentación maligna de la globalización. Pareciera que allí donde era la frontera, hoy es la red. En su aspecto luminoso es trama simbolizante y continente que modula, diversifica y expande. En su aspecto ominoso es dislocación, desintegración y degradación. 14 ENTRE LA FRONTERA Y LA RED... 2. CONTIGÜIDADES Y ENTRELAZAMIENTOS: LAS OTRAS DISCIPLINAS “Así el debate entre el determinismo y la indeterminación, el orden y el caos, el azar y la necesidad, sigue siendo el misterio central del conocimiento contemporáneo.” Guy Sorman, Los verdaderos pensadores del siglo XX, 1989 Tradicionalmente las fronteras del psicoanálisis han sido las disciplinas humanísticas, las ciencias de la salud y las otras psicologías. Compartiendo medianeras con la filosofía, la historia, la sociología y la antropología. Extendiendo su área de influencia sobre la pedagogía, la puericultura, la moral sexual y la ética. Disputando límites con la medicina y la farmacología. Claro que el psicoanálisis se aparta tanto de las ciencias naturales como de las ciencias sociales, ya que sólo se ocupa de lo único e irrepetible y no de establecer leyes de aplicación universal. Lo irreductible del cuerpo, la finitud, la herencia, la genética, pertenecen al campo de la biología. Aunque el psicoanálisis siempre tendrá algo para decir del entrelazado significativo y significante con lo psíquico. Con las ciencias sociales la circulación de modelos y contenidos ha sido mayor. El estudio de la psicología de las masas, la mirada original sobre la realidad y la interpretación de hechos y personajes, han sido zonas de fecundos intercambios. Hoy se nos instalan vecinos más inquietantes: los modos de vida, las ciencias de la comunicación, la tecnología, la manipulación genética, el discurso político o económico, las nuevas formas de la religiosidad. Estas contigüidades y entrelazamientos hacen indispensable establecer un contrato honesto con la epistemología. El psicoanálisis nace dentro del divorcio entre las ciencias exactas y las ciencias humanas y se siente apremiado a identificarse allí. Sin embargo el concepto de ciencias duras ha perdido vigencia; son los paradigmas los que han cambiado y esa frontera ya no es tal. El azar, lo aleatorio, las nuevas teorías del caos (Prigogine, 1998), el principio de incertidumbre, el reconocimiento de los efectos del observador sobre su objeto de estudio, dan cuenta de un modelo en el que el positivismo y el determinismo pierden terreno. Podríamos encon- 15 SONIA ABADI trarnos como aquel soldado aislado en la selva años después de una guerra que ya terminó, luchando una batalla solitaria que ha perdido todo sentido. El concepto de pensamiento complejo (Morin, 1994), que reconoce y establece lazos y relaciones de implicación y retroalimentación con lo distante y lo diferente, lo mediato y lo inmediato, y dando cabida al azar, es quizá uno de los que más ha enriquecido al pensamiento contemporáneo. Este modelo aspira a un conocimiento multidimensional, que no pretende abarcarlo ni integrarlo todo, ya que lleva implícitas la incompletud y la incertidumbre inscritas tanto en los fenómenos como en los alcances de la comprensión. Alerta contra la simplificación, la generalización, la reducción y la disociación; todas formas de la ceguera, el prejuicio y la desintegración. Más allá de una epistemología, la de Morin es una ética de la libertad, en la misma dirección en que lo es el psicoanálisis. Sin embargo, es en el campo de las artes donde el psicoanálisis ha encontrado su inspiración y parte de su método. Trascendiendo su aplicación a la comprensión de una obra o la biografía de un artista, se trata de lo que el arte nos enseña acerca de los orígenes y mecanismos de la creatividad, en su indeclinable entramado con la salud psíquica, la subjetividad y el vivir. Y es precisamente el psicoanálisis quien, en el ámbito del pensamiento científico, subvierte la escisión radical entre el sujeto y su objeto de observación, a través de los conceptos de transferencia y contratransferencia. Es así como revela las determinaciones históricas e inconscientes en la disposición individual para conocer, inaugurando una teoría revolucionaria del conocimiento en la que el límite estará dado por los puntos ciegos del observador. Trascendiendo sin duda las expectativas del mismo Freud, esta perspectiva resultará precursora de los cambios en los paradigmas de otras disciplinas, en los que cada vez más se reconocerá la red de implicaciones e intrincaciones del sujeto con su objeto de estudio. La originalidad de Freud y sus seguidores radica en hacer de esa limitación una herramienta técnica al servicio de otra categoría epistemológica: la atención flotante como forma privilegiada de conocimiento. Establece que hay en la subjetividad una verdad que resiste a toda ley general, aún a las del propio psicoanálisis. Irreductible a cualquier fórmula o formulación, sólo se deja conocer tangencialmente a través de la empatía o la intuición. 16 ENTRE LA FRONTERA Y LA RED... Aquí comienza a vislumbrarse un paradigma de la red, en la misma dirección en que se orienta actualmente una intensa corriente que atraviesa variados campos del pensamiento. El paradigma red no es una estructura globalizante que neutraliza lo diferente, sino una integración basada en el mantenimiento de lo plural y sus transformaciones. La complejidad, desde esta perspectiva, es una alternativa a las mutilaciones y reduccionismos que caracterizaron al pensamiento científico clásico. 3. FRONTERA Y RED, DOS PARADIGMAS PSICOANALITICOS “Cierto es que repetidas veces en el transcurso de este siglo y de manera siempre inesperada, el sistema de pensamiento serio fue agredido y trastornado por estallidos lúdicos: el dadaísmo, el surrealismo, el freudismo... ¿Habrá que admitir que existe una región en que el hombre dispone libremente de sí mismo, en que se anticipa por amplio margen a lo que aún no es? ... abre una brecha en la continuidad real de un mundo establecido y desemboca en el campo vasto de las combinaciones posibles o en todo caso distintas de la configuración sugerida por el orden común”. Jean Duvignaud, El juego del juego, 1982 Represión que separa inconsciente y preconsciente, barrera antiestímulos frenando la invasión del mundo externo, demarcación en espacios o instancias, el concepto de frontera atraviesa todo el psicoanálisis. Dualismo pulsional y conflicto evocan diferentes contiendas, en las cuales la defensa más radical detenta el poder de fracturar al Yo. En Freud el paradigma frontera generó dos tópicas que dieron lugar a dos versiones de la cura: “hacer consciente lo inconsciente” y “donde era el ello deberá estar el yo”. Discurso de explorador la primera, de colonizador la segunda, supremacía de la razón sobre lo irracional, del orden sobre el caos. Identificación, proyección, identificación proyectiva, son los términos en que la teoría kleiniana insistirá sobre la precariedad de 17 SONIA ABADI las fronteras del Yo (Klein, 1946, 1952). Barrera de contacto, pantalla de elementos beta, serán los aportes de Bion para examinar y calificar la consistencia de los muros del aparato psíquico (Bion, 1962). Forclusión en la teoría lacaniana alude al destierro de un significante fundamental fuera del universo simbólico (Lacan, 1956). Acerca de la articulación de estos modelos teóricos me he referido anteriormente en un texto creado para enseñar el psicoanálisis en la universidad (Abadi et al., 1997). Por su parte las etapas de la libido serán un intento de delimitar fronteras temporales, señalando al sujeto como producto de una historia generadora de sentido. Fijación y regresión, recuerdo y repetición, siguen siendo tributarios del paradigma frontera. La noción de encuadre como continente del tratamiento, la psicopatología con los términos borderline y fronterizo, convocan también a un razonamiento de fronteras. Desde esta perspectiva la patología severa se halla expresada en la idea de una coraza rígida cuya existencia y consistencia tienen función de estructura restitutiva ante la falta de una textura significante. Y cuya ruptura puede llevar al desorden y la fragmentación. A partir del paradigma frontera sólo puede pensarse en términos de división y confrontación de dos espacios o tiempos inconciliables: dentro o fuera, antes o después. En este supuesto está implícita la noción de un ser con fronteras fijas y una identidad consumada en la infancia, condenado por su pasado a un destino irrevocable. Nos hallamos aún en pleno determinismo. Es indudable que el paradigma frontera ha sido relativizado, flexibilizado y atravesado en diferentes esquemas referenciales. Freud nuevamente (1914), y después Kohut (1971) y Kernberg (1995) entre otros, mostrarán lo relativo de la división narcisismorelación de objeto, a través del reconocimiento de los vínculos narcisistas. Winnicott (1953) con las nociones de espacio y fenómenos transicionales, intentará dar cuenta de otro tipo de frontera que trasciende las nociones clásicas de sujeto y objeto. Allí no hay límite duro, sino una vasta zona de potencialidad simbolizante. Los casos fronterizos, en una concepción dinámica, son los aportes de André Green a este modelo. Pero también la doble frontera y los procesos terciarios, que ya remiten al paradigma de la red (Green, 1990, 1995). A lo largo de las diferentes teorías, la marca del otro, con más o 18 ENTRE LA FRONTERA Y LA RED... menos mayúsculas en hipótesis más descarnadas u otras que le atribuyen rasgos humanos, detentará una eficacia fundante para el sujeto. El quantum pulsional, según una escala inefable pero míticamente eficaz, también. Modulando lo constitucional y el entorno, el contrapunto entre pulsión y trauma aparece como origen de la subjetividad, dando lugar a una variedad de combinatorias posibles. Opciones ilusorias de un determinismo moderado que no hace más que multiplicar caminos ya trazados. Aún falta la irrupción del genio y el azar para dar lugar a lo impredictible de lo humano. Cada vez más, se comienza a perfilar la idea de un ser potencial, virtualmente inconmensurable. Es así que en la clínica aparecen modelos que hablan de crisis y rupturas, de desentrañar los anudamientos de origen traumático, disolver las escisiones, restablecer la continuidad de la existencia (Kaës et al., 1979). Ya no se trata simplemente de la flexibilización del concepto de frontera sino del ingreso en el paradigma red, verdadero viraje epistemológico que aparece en diversas disciplinas a lo largo de los últimos años. Si bien es precisamente en la teoría freudiana que este paradigma ha estado implícito desde los comienzos, en armonía o discordancia con el de frontera. 4. LA MATRIZ DE LA RED: ASOCIACION LIBRE, ATENCION FLOTANTE, EMPATIA, INTUICION “La ciencia no me interesa. Me parece presuntuosa, analítica y superficial. Ignora el sueño, el azar, la risa, el sentimiento y la contradicción, cosas todas que me son indispensables”. Luis Buñuel, Mi último suspiro, 1982 El psicoanálisis freudiano irrumpe como legitimación de una trama secreta que subtiende al pensamiento formal, con el concepto de inconsciente y los de asociación libre y atención flotante. Razón e intuición, ciencia y arte dejan de ser compartimientos estancos, al disolverse la escisión entre dos campos de conocimiento. Su originalidad estriba en haberse adelantado a su tiempo develando y a la vez creando el paradigma de la red. Condensación, desplazamiento, transferencia y contratransferencia, pertenecen a este modelo. Y la técnica de interpretación de los 19 SONIA ABADI sueños y los síntomas. También una versión de la cura que habla de desligar y liberar: deshacer los falsos enlaces entre afectos y representaciones, analizar la transferencia. El inconsciente, sus leyes, el proceso primario serán así origen y reverso de toda red. Sistema de relaciones de propagación infinita y combinatorias ilimitadas, signadas por la libertad de asociación, la simultaneidad y la aespacialidad. Allí todo es presente y virtual, los opuestos coexisten, la comunicación fluye entre lo interno y la exterioridad, la conciencia se expande. Atención flotante, simpatía (Ferenczi, 1926), rêverie (Bion, 1962), estado de no integración (Winnicott, 1962), empatía (Kohut, 1971), son los modos en que diferentes autores recrean códigos y claves para “navegar” por la red, y que son a la vez instrumentos para tejerla. Operaciones psíquicas que en cada conceptualización definen simultáneamente un recurso técnico utilizado en la terapia psicoanalítica y ciertas condiciones del entorno temprano aptas para favorecer la estructuración del psiquismo. En la clínica, la apelación a la asociación libre persigue el objetivo de aflojar la trama psíquica, para favorecer la disolución de los falsos enlaces. En esta versión, la cura consiste en liberar las representaciones y afectos de su anudamiento característico, el síntoma neurótico. Así las cadenas asociativas que quedaron cautivas podrán recuperar su disponibilidad y ser utilizadas en nuevos pensamientos y experiencias originales. Este modelo apunta también a la disolución de las consolidaciones caracterológicas defensivas, residuos de lo traumático, recuperando la plasticidad y mutabilidad de lo psíquico. En el encuentro asociación libre-atención flotante se genera el campo analítico, respaldado por el contrapunto transferencia-contratransferencia. La noción de campo como red de alternativas entre paciente y analista, y su anudamiento resistencial, el baluarte, han sido extensamente desarrollados por Willy y Madeleine Baranger (1969). El trabajo psíquico del analista se hallaría en una particular modulación entre el proceso primario y el proceso secundario, en un movimiento dialógico que Piera Aulagnier denominó “teorización flotante” (Aulagnier, 1984). El psicoanálisis descubre, legitima y promueve el funcionamiento intuitivo en sus diferentes denominaciones, como forma inmediata de aprehensión de lo psíquico, al no descalificarlo como un residuo 20 ENTRE LA FRONTERA Y LA RED... marginal del pensamiento lógico, ni adherir a una concepción inefable o mística que trascienda las fronteras de lo cognoscible. Lo novedoso es que lo reconoce como una estructura de comunicación en red por derecho propio y un modo de observación y conocimiento privilegiados. 5. UN EFECTO DE LA HIPERREALIDAD: EL PSIQUISMO CENTRIFUGADO “Por un lado, la época fuera del deber liquida la cultura autoritaria y puritana tradicional; por el otro, engendra nuevos imperativos (juventud, salud, esbeltez, forma, ocios, sexo) de autoconstrucción de uno mismo, sin duda personalizados, pero creadores de un estado de hipermovilización, estrés y reciclaje permanente”. Gilles Lipovetsky, El crepúsculo del deber, 1992 Omnipresencia de la información, imperativos mediáticos, violencia cotidiana. En un nuevo estilo de subjetividad, característico de la sociedad de la comunicación y el consumo, el sujeto siente como principal objetivo la necesidad de frenar cantidades. Enfermo de hiperrealidad, urgido a vigilar sus fronteras, evoca la imagen de un self centrifugado hacia sus bordes y vacío en el centro, arrinconado a una modalidad de rasgos fronterizos aún si ésta es transitoria, defensiva y funcional. El efecto del uso abusivo de la escisión como defensa de la frontera será la dificultad para construir la galería de representaciones y objetos que sirven para poblar el mundo interno. El espacio intrapsíquico así desolado es incapaz de absorber y ligar los impulsos, que son expulsados hacia la acción, representada con frecuencia en el estilo de vida actual por el consumo compulsivo, versión apenas metaforizada del robo y el saqueo. O el robo y el saqueo a secas, sin ninguna metáfora, en los márgenes del sistema, cuando faltan los recursos materiales y las redes socioculturales. Bajo el apremio de la hiperrealidad las patologías parecen constituirse “a contramano” de las neurosis. O en todo caso en una contracorriente que enfrenta o refuerza a la de la formación de síntomas. 21 SONIA ABADI La imagen como nueva versión de la subjetividad, origina trastornos en la mentalización del cuerpo y diferentes modalidades de patología somática. En la frontera psique-soma es el cuerpo el que se adueña de lo psíquico y lo distorsiona. En una suerte de hipocondría crónica, la imagen corporal invade y parasita la psiquis. El sentido de la conversión se ha invertido. El cuerpo vacío y mudo, incapaz de hacer oír su necesidad o su sufrimiento, ni de hacerse eco de los deseos y fantasías reprimidos, sólo logra su reinvestidura a través de la imagen. Ante las vivencias de desintegración, el ocuparse compulsivamente de lo estético opera a la manera de una restitución, en el mismo sentido en que lo es el delirio. En el área del pensamiento, en vez del síntoma obsesivo cargado de significación, aparece un pensamiento despojado de su función metafórica, pensamiento que se libera del afecto, apenas operatorio. Pierre Marty y Michel de M’Uzan en un texto ya clásico (Marty y de M´Uzan, 1963), se detienen en el diagnóstico diferencial entre el trastorno grave caracterizado por el pensamiento operatorio y la neurosis agravada por las condiciones del medio. Afirman que existen formas de pensamiento operatorio (carente de simbolización) en personas neuróticas expuestas a elevadas exigencias de adaptación por una presión externa y actual, ya que el sujeto condenado a recurrir casi exclusivamente a esta modalidad de funcionamiento automático, pierde la capacidad de elaborar y fantasear, y de cualquier expresión creativa y liberadora. Las fobias clásicas por proyección han dejado lugar a los llamados ataques de pánico, por intrusión de la exterioridad, que lleva a vivencias de despersonalización. En un círculo infernal, la disociación opera como una defensa de alto costo que impide al sujeto la construcción de la trama psíquica necesaria para absorber y neutralizar las nuevas experiencias. Enfermedades de la represión y enfermedades de la escisión. Patología de fronteras que nos pone entre la espada y la pared, o fronteras del psicoanálisis que se amplían permitiendo desentrañar las causas del sufrimiento en la propia materia de los muros psíquicos. Aquello que se inicia con Freud (1914) a partir de la introducción de las enfermedades no neuróticas, permite añadir a la problemática del conflicto, las estructuras narcisistas, los trastornos en el Yo, la patología de los bordes, que actualmente son el objeto privilegiado de nuevas teorizaciones. 22 ENTRE LA FRONTERA Y LA RED... Motivos de consulta tan otros nos convocan a una clínica diferente: actuaciones compulsivas, depresión, trastornos psicosomáticos, ataques de pánico, stress, derrumbes en personalidades narcisistas, soledad y desamparo. También las alteraciones de las funciones vitales: anorexia, bulimia, insomnio, perturbaciones de la sexualidad. Y la adicción a variadas formas de “estimulantes”: alcohol y psicofármacos, trabajo, situaciones de riesgo, actividades competitivas, juegos de azar. Pacientes que vienen a buscar alivio y nos atribuyen la habilidad de encontrar el desperfecto y repararlo, que nos procuran como a un servicio más, concretizando nuestra función hasta hacerla utilitaria. Otros nos homologan a brujas, videntes, gurúes, con quienes muchas veces compartimos el crédito. Algunos, y con la condición de que seamos médicos y si es posible psiquiatras, nos otorgan respeto y obediencia cual si les administrásemos una receta magistral. Suelen sentirse decepcionados cuando les decimos que no trabajamos de ninguno de esos modos. En el consultorio nos hallamos enfrentados a las dificultades que presenta analizar a estos pacientes con un encuadre clásico. Nos preguntamos si estamos dispuestos a tratarlos, y qué tenemos para ofrecerles. Y también qué modificaciones permite nuestra técnica sin perder su especificidad y su eficacia. Integrar la red dialogando con otros modelos, expone al psicoanálisis a diluirse y desvirtuarse. Defender sus fronteras lo delimita y protege, pero puede llevarlo a un aislamiento narcisista y un envejecimiento prematuro. Cada vez más nos llegan pacientes que han experimentado con otras terapias, y otros que las probarán si este intento fracasa. Quizá sea éste el momento de considerar y evaluar los alcances de las diferentes psicoterapias que se practican actualmente, y sus convergencias y divergencias con la terapia psicoanalítica. 6. AVANCES Y RETROCESOS: LAS OTRAS PSICOTERAPIAS “La sugestión es el principio activo de casi toda la medicina. Es aquello mediante lo cual un médico se asegura de que actúe un medicamento. El hipnotismo es un método destinado a brindar una dosis concentrada de sugestión. El psicoanálisis es superior a la hipnosis y habrá 23 SONIA ABADI de sustituirla [pero] exige un trabajo duro y un estudio prolongado, también una gran conmiseración (sympathy)...” D. W. Winnicott, El gesto espontáneo, 1919 La relación terapeuta-paciente, la sugestión y el recurso casi exclusivo a la palabra, son las estrategias comunes a todas las psicoterapias en el tratamiento de las enfermedades psíquicas o somáticas. Sin embargo, en las diversas líneas psicoterapéuticas se encuentran hoy nuestras fronteras más controversiales. La aparición del psicoanálisis y la coherencia y amplitud de su estructura teórica han llevado a todas las psicoterapias actuales a delinearse con respecto a él. Varias de ellas reconocen su deuda, otras reivindican una dudosa filiación psicoanalítica, otras más, se definen por oposición. Cada corriente psicoterapéutica ha intentado dar respuesta a las dificultades que presenta la práctica del psicoanálisis. Entre éstas la duración de la cura ha sido unas de las principales inquietudes. En la actualidad, las psicoterapias se diferencian en tres grandes grupos: las orientaciones conductistas, las humanistas y las psicoanalíticas. Las psicoterapias del comportamiento han sido ampliadas con el estudio de los procesos cognitivos (pensamientos, imágenes mentales, creencias), sobre los que se intenta operar anticipándose a la conducta. Estas ideas han dado lugar a lo que conocemos hoy como terapias cognitivas. Por su parte, las psicoterapias humanísticas apuntan al desarrollo del ser y a la búsqueda de sentido. Tienen apoyaturas filosóficas, y muchas de ellas incluyen el trabajo con el cuerpo como un aspecto del desarrollo integral de la persona. La psicoterapia psicoanalítica, con más o menos acuerdo acerca de sus contornos, conserva los enunciados básicos del psicoanálisis –inconsciente, sexualidad y transferencia–, y se caracteriza por ciertos cambios en la técnica, en particular en el encuadre. Tiempo de las sesiones, frecuencia, duración del tratamiento, uso o no del diván, modos de intervención del analista. Dentro de las líneas que hoy estudiamos en las instituciones psicoanalíticas se han venido produciendo también originales aportes a la técnica. Existen algunos hitos que vale la pena destacar. Ferenczi experi- 24 ENTRE LA FRONTERA Y LA RED... mentando con la flexibilización de la técnica y el análisis mutuo (1926, 1928). Winnicott redimensionando el sentido y el uso del encuadre al modo de una adaptación activa (1964). Ambos autores replantean así los límites de la regla de abstinencia en la clínica de lo traumático (Abadi, 1999). Por su parte Lacan propone la innovación técnica de administrar la duración de la sesión (1953). A su vez, el modelo psicoanalítico aceptado “oficialmente” ha dado cabida a orientaciones que se acercan ideológicamente a las otras corrientes psicoterapéuticas. La psicología del Yo que intenta dar cuenta de una cierta autonomía del Yo, aliado del tratamiento y capaz de aprender, emparentada con las inquietudes de la corriente del comportamiento. La psicología del self que postula un sí mismo abarcativo e integrador de las instancias psíquicas y en busca de un sentido vital, a la manera de las corrientes humanísticas. En la encrucijada de los modelos psicoanalítico, comportamental y humanístico, integrados con teorías psicológicas acerca del funcionamiento somático, filosofía, antropología, sociología y fusiones con corrientes del pensamiento oriental, veremos aparecer más de quinientas escuelas de psicoterapia que poseen instituciones y filiales en todo el mundo, terapeutas que las practican y pacientes que se tratan, y hasta mejoran. El psicoanálisis clásico, sostenido y avalado en las instituciones oficiales, desconoce, desaprueba o deshereda estas prácticas, preservando su esencia con el fin de mantener la calidad de su método. Esta legítima postura nos expone, sin embargo, a persistir sólo como un referente de alto grado de pureza doctrinaria y a quedar aislados de la clínica actual. Cura por la palabra y relación terapeuta-paciente son nuestras fronteras compartidas con otras psicoterapias. Allí acaba cualquier semejanza. Encuadre formal, frecuencia de las sesiones, uso del diván. Sería absurdo que allí se agotara toda diferencia. Sin duda los rasgos originales del psicoanálisis son la transferencia, la contratransferencia y lo inconsciente; y el modo de acceder a ellos, la atención flotante y la asociación libre. La psicopatología actual y los desarrollos teóricos de los autores postfreudianos nos incitan a replantearnos nuestra práctica. En la intersección de la nueva metapsicología con la nueva clínica, es la técnica la que se verá interpelada. 25 SONIA ABADI 7. EN LAS FRONTERAS DE LA CURA POR LA PALABRA “La palabra une la huella visible con la cosa invisible, con la cosa ausente, con la cosa deseada o temida, como un frágil puente improvisado tendido sobre el vacío. Por eso para mí el uso justo del lenguaje es el que permite acercarse a las cosas (presentes o ausentes) con discreción, atención y cautela, con el respeto hacia aquello que las cosas (presentes o ausentes) comunican sin palabras.” Italo Calvino, Seis propuestas para el próximo milenio, 1990 Protagonista de la experiencia y autor del relato, el paciente inicia una narración que entreteje la cosa y el afecto con las imágenes y las palabras. De trecho en trecho un nudo resiste, ha extraviado la palabra para nombrar lo vivido. Allí es la interpretación la que acude en su auxilio. Resistencias en la cura, reticencias en la técnica, por momentos la trama se espesa. De la asociación libre como apelación al pensamiento fluido y liberador, a la coerción de la regla fundamental de decirlo todo y especialmente aquello que más se siente tentado de callar, el discurso de la libertad es acotado por la prescripción. De allí a la abstinencia como privación de toda satisfacción sustitutiva que alivie el sufrimiento, induciendo al paciente a esforzarse por colaborar, asociando y confesando, el cerco se va estrechando. Regla de abstinencia de satisfacción de deseos y necesidades, heredera de la teoría de las pulsiones. Dentro y fuera de la sesión, durante toda la duración del tratamiento. Todo intento de eludirla será considerado acting out. Prudencia y severidad del mandato freudiano que ocultan la secreta ilusión de no equivocarse, al creer que existe una sola respuesta correcta y el análisis le ayudará a encontrarla. Y que la respuesta ya está allí y sólo es cuestión de descubrirla. En el inconsciente o en el pasado. Otra vez el determinismo. Claro que parte de la consigna se vuelve impracticable cuando se trata también de los trastornos en el Yo y no sólo de las pulsiones. 26 ENTRE LA FRONTERA Y LA RED... Si consideramos que el sí mismo se organiza a través de la experiencia, el aprendizaje y las identificaciones, conservando su originalidad y plasticidad, el trastorno del carácter será lo que ha quedado precozmente consolidado e inerte. Tejido psíquico cicatrizal que ha perdido funcionalidad. Aquí nos encontramos en el más allá de las palabras, en el terreno de las experiencias que nacieron mudas. El trauma, violencia de origen externo que inunda al aparato psíquico de energía libre, genera la soldadura de ciertos grupos representacionales, ligados al momento, a la vivencia afectiva, a la situación, a ciertas percepciones. Invasión que no deja huella utilizable, ya que si bien “grabada a fuego”, el único aprendizaje es el del trauma mismo. Ante una nueva experiencia que roza alguno de estos núcleos cristalizados, aparece la compulsión de repetición, inagotable en su monotonía. La otra consecuencia de lo traumático serán las consolidaciones irreversibles de la estructura caracterológica, producto de los intentos defensivos contra la desintegración. Estas “alteraciones en el yo” (Freud, 1914) generan formas de transferencia narcisista, fusional o psicótica que en la clínica se expresan de modo urgente y dramático. Los impulsos y fantasías desbordan sobre el encuadre por la incapacidad del Yo de contenerlos y ligarlos. El impacto de los contenidos psíquicos compromete no sólo al encuadre formal, sino también a la mente y el cuerpo del analista en su condición empática y continente. De este modo, lo silencioso en la cura forma par con lo que no tiene palabras en la historia del paciente. Pero más aún, en el tratamiento de pacientes graves, o en los momentos “graves” de los pacientes neuróticos, la contratransferencia, el funcionamiento mental del analista y el encuadre son los recursos privilegiados para trabajar sobre la estructura psíquica. Claro que aquí estamos pensando en un encuadre red más que en un encuadre frontera. Es en el contrapunto entre encuadre e interpretación, fondo y figura, en una alternancia que acompaña los movimientos psíquicos del paciente de lo reprimido a lo escindido, de la transferencia edípica a la narcisista, que transita la cura. Así el trabajo con lo traumático no puede ser pensado desde el paradigma frontera sino desde el de red, ya que la marca del trauma, síntoma, consolidación caracterológica, discurso dogmático, es aquello que ha perdido la multiplicidad, quedando congelado en un solo sentido. 27 SONIA ABADI Red tendida entre lo que no tiene palabras y la palabra. Más allá de la interpretación, debe trabajarse tanto sobre lo no representado como sobre las representaciones que quedaron soldadas, para darles la oportunidad de articulaciones inéditas. Se trata de reconstruir la trama entre mundo interno y mundo externo, cuerpo y psique, inconsciente y preconsciente, lo simbolizado y lo potencialmente simbolizable. No se puede esperar encontrar ni el recuerdo reprimido, ni las fantasías prohibidas. Tampoco las fijaciones y ansiedades características de las etapas libidinales. En ese estado paciente y analista se encontrarán con aquello que no está escrito en los libros de psicoanálisis, ni surgió en tratamientos de otros pacientes. Si el analista se instala en una identidad y una técnica cristalizadas, terminará como rehén de la abstinencia, que para él tomará la consistencia petrificada de la ortodoxia. Encorsetado en una técnica ritualizada, condenado a un comportamiento impostado y artificial, inhibiendo las opciones creativas y originales, tan necesarias a nuestra práctica. Aquí es donde salud psíquica y creatividad se hacen casi sinónimos. La salud no tiene fronteras, ya que es potencialidad y cambio. 8. APUNTES PARA UNA METAPSICOLOGIA DE LA LIBERTAD “Debemos ver que todo ser, incluso el más encerrado en la más banal de las vidas, constituye en sí mismo un cosmos. Lleva en sí sus multiplicidades interiores, sus personalidades virtuales, una infinidad de personajes quiméricos, una poliexistencia en lo real y lo imaginario, el sueño y la vigilia, la obediencia y la trasgresión, lo ostentoso y lo secreto, hormigueos larvarios en sus cavernas y precipicios insondables. Cada uno contiene en sí galaxias de sueños y fantasmas, impulsos insatisfechos de deseos y de amores, abismos de desgracia, inmensidades de indiferencia congelada... Edgar Morin, Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, 2002 28 ENTRE LA FRONTERA Y LA RED... Los seres, los sistemas y las ideas se nos aparecen hoy con los atributos turbadores del caos, la incertidumbre, lo enmarañado. Cualquier intento de fragmentar arbitrariamente lo que se halla inevitablemente intrincado lleva a la mutilación y al empobrecimiento. Por el contrario, pretender unificar lo diverso en estructuras monolíticas regidas por el orden, las certezas y las jerarquías, encamina a la construcción de un sistema restitutivo, inerte y totalitario. El terrorismo positivista ha hecho que lo inefable, lo que se define por una ausencia, no tenga derecho a existir o legitimarse. Entre la precariedad de las fronteras y el vértigo de la red, los psicoanalistas podemos declararnos al borde de un ataque de pánico o decretarnos sin fronteras. Es precisamente en el desconcierto de la subjetividad amenazada donde el psicoanálisis puede reconocerse y hacerse reconocer en su especificidad. Necesidades satisfechas hasta la anulación en patologías por sobreadaptación al medio, necesidades básicas insatisfechas en la pobreza y la marginalidad, tanto el vacío como lo saturado conllevan la pérdida de las redes. El valor de la palabra viva y el pensamiento creativo y sin prejuicios, el respeto por lo único e irrepetible, son las cosas que no tienen precio y sin las cuales es duro vivir. Recuperar la condición de lo humano implica la esperanza de ser otro. Y allí se hacen necesarios tanto el sentimiento de libertad como el registro de las cadenas que lo oprimen, de las cuales la más dramática es, sin duda, la enfermedad psíquica. ¿Qué psicoanálisis precisa el hombre de hoy? El mismo de siempre, no en sus ropajes ni apariencias, sino en su identidad. El que en cada época y lugar devela las diferentes formas de opresión privadas y públicas y busca desarticularlas, impidiendo que las estructuras se consoliden sin retorno. El que celebra la diversidad de los seres y las cosas. El psicoanálisis es ciencia de lo marginal e intérprete de las redes vivas de la intersubjetividad: vínculos afectivos, lazos sociales, trama cultural. Tanto en la clínica, como en las instituciones, como en nuestras propias experiencias vitales, la alternativa será tolerar la contradicción, la paradoja, la ambigüedad, que son los avatares de lo posible. La red expresa la complejidad, la multiplicidad, la virtualidad, dejando también lugar para el azar, el encuentro inesperado, las sintonías imprevistas. El funcionamiento inconsciente, en su inagotable multiplicidad, 29 SONIA ABADI es la gran red que subtiende todos los procesos creativos. El psicoanálisis aporta a la civilización este paradigma de pensamiento y conocimiento junto con las condiciones únicas del método terapéutico. Provee las herramientas para devolverle vida y actividad a las representaciones y los afectos, desanudar la red y retejerla. Opera ante los riesgos de consolidación patológica de un síntoma, una estructura caracterológica, un sistema de ideas. Trabajamos en los intersticios, permeabilizando fronteras, restaurando redes, revirtiendo la cristalización mortífera en flujo vital, lo quieto en móvil, lo repetido en inédito, la certeza en creencia, la fortaleza-prisión en fuerza libidinal. Ejercemos la pasión por lo único y la diversidad, que son los otros nombres de la libertad. “Mi libertad se ofende si soy feliz con miedo. Mi libertad me insiste con lo que no me atrevo. Mi libertad me quiere con lo que llevo puesto. Mi libertad me absuelve si alguna vez la pierdo, por cosas de la vida que a comprender no acierto. Mi libertad me deja y soy un pobre espectro. Mi libertad me llama y en traje de alas vuelvo. Mi libertad es tango que baila en diezmil puertos y es rock, milonga y salmo, es ópera y flamenco.” Libertango Horacio Ferrer y Astor Piazzolla BIBLIOGRAFIA ABADI, S. (Comp.) (1997) Desarrollos Postfreudianos. Escuelas y autores. Buenos Aires. Ed. 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Sonia Abadi Parera 62, 7º “21” C1014ABB, Capital Federal Argentina 32 El Trabajo en la Frontera y el Uso del Analista: Reflexiones sobre la Supervivencia Analítica 1 H. Shmuel Erlich, Ph. D.2 Treinta rayos se reúnen en el centro Pero es en el no-ser de éstos que tenemos la rueda. Se modela arcilla para hacer un utensilio Pero es en el no-ser de ésta que tenemos el utensilio Se recortan puertas y ventanas Pero es en el no-ser de éstas que tenemos la casa. Por lo tanto, en el uso de aquello que es, es por aquel no-ser que el Hombre encuentra gran provecho. Lao Tzu, 500 AC Comenzaré con una reflexión personal. “El Trabajo en la Frontera” reviste un profundo significado personal para mí: atravesar las fronteras políticas y geográficas, en su mayoría hostiles y ominosas, desde la infancia hasta bien entrada la edad adulta, ha dado forma a mi vida. Resido y trabajo en Israel, donde el territorio y el espacio carecen de manera manifiesta de límites formalmente establecidos y reconocidos. En ausencia de éstos, tanto la fuerza militar como el terror y la violencia implican un desafío cotidiano para las fronteras e identidades tanto personales como colectivas. Todo esto ha sin duda marcado mi experiencia personal y psicoanalítica de varias 1 Discurso de Apertura en el 43er Congreso IPA, “El Trabajo en las Fronteras”, Toronto, Julio de 2003. 2 Profesor de Psicoanálisis Sigmund Freud. Universidad Hebrea de Jerusalén: Analista a cargo de Entrenamiento y Supervisión. Sociedad Psicoanalítica de Israel. Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 33 H. SHMUEL ERLICH maneras. Adicionalmente, al dividir mi tiempo profesional entre mi práctica psicoanalítica, mi empleo universitario y una variedad de aplicaciones del psicoanálisis, me encuentro a mí mismo “trabajando en la frontera” a diario. Por tanto, acepto esta invitación como una oportunidad y un desafío para redefinir y clarificar mis pensamientos acerca de esta materia con el propósito de abrirlos al debate y la elaboración. Mi agradecimiento por el honor implícito en ello se ve más que compensado con lo que siento en la responsabilidad de la tarea a realizar. El psicoanálisis es en varios aspectos una “criatura fronteriza”, importando una gama de posibilidades prácticamente infinitas de revisar qué significa trabajar psicoanalíticamente en la frontera. Sin embargo, las fronteras son en realidad puntos de encuentro en los cuales partes y entidades discordantes entran en contacto. Abandonemos por un momento nuestra abstracción para reflexionar sobre la posibilidad de que el psicoanálisis pueda a su vez tratarse de una frontera para otras áreas del saber y la ciencia. Al hablar de relaciones complementarias, Niels Bohr ha observado que su reconocimiento “no es menos necesario en psicología, donde la condición para el análisis y la síntesis de experiencia exhibe una asombrosa analogía con la situación en el campo de la física atómica” (1948. Para el científico, “el campo del psicoanálisis puede representar una ‘frontera’ ... en la cual ... ocurren extraños eventos que demandan su atención al tiempo que lo fastidian” (Bianchi, 1986). A ambos lados de esta división reinan visiones del hombre fundamentalmente diferentes, quizás irreconciliables. Al considerar los descubrimientos de la biopsicología, y posiblemente también del neuropsicoanálisis contemporáneo, es posible que nos encontremos ante “dos visiones del hombre; aquella del ‘hombre neuronal’ y la otra del ‘sujeto consciente’. Entre ellas, aparentemente existe no más bien un abismo, sino una vacilación entre dos marcos de referencia, cada uno de los cuales es extraño al otro” (Bianchi, 1986). Considero el intento de experimentar y entender tales marcos de referencia “extraños”, en apariencia separados pero aún así complementarios, como el sello distintivo del psicoanálisis desde Freud hasta la actualidad. El psicoanálisis es el estudio del Hombre que hace del extraño y del extranjero inherente en el sujeto su vehículo, método y resultado. Su sujeto se encuentra eternamente constituido en forma dialéctica y creado por tales entidades en mutua negación (Ogden, 1992). Prospera en la tensión entre opuestos irreconcilia- 34 TRABAJANDO EN LAS FRONTERAS Y EL USO... bles, incompatibles, coexistentes, y las polaridades improbables que representan. Si frontera implica que aquello que se encuentra más allá es extraño, extranjero y ajeno, entonces el psicoanálisis se encuentra siempre situado por encima de esta frontera. Aun en la reclusión y privacidad del consultorio, el analista se posa constantemente sobre innumerables fronteras: cuerpo y mente, pasado y presente, conocimiento consciente y el inconsciente, el propio yo y el otro, realidad material y psíquica, hecho, ficción y fantasía, deseo y miedo a la realización, conflicto y déficit, disociación y unidad. Deberíamos extender esta enumeración hasta incluir la frontera filosófica, y en particular sus parámetros éticos. No obstante su neutralidad, como sea que ésta se definiera, el analista se encuentra, con mayor frecuencia de lo que desearía, suspendido en las alternativas de dilemas entre lo bueno y lo malo, el bien y el mal, entre aquello aceptable o inaceptable, ya sea interpersonal, social o analíticamente. Aun así, dentro del escenario analítico, el analista no puede confiar en, o ser asistido por consideraciones filosóficas o éticas. Encontramos aquí una frontera más: considerando la situación analítica desde su interior, en oposición a hacerlo desde fuera. Como cualquier otro, el analista está sujeto a consideraciones éticas y filosóficas cuando él y su trabajo se encuentran bajo estudio en forma objetiva, por así decirlo, desde fuera. En la situación clínica, sin embargo, el analista trabaja desde dentro –él mismo, su personalidad y su inconsciente, así como también desde el espacio intersubjetivo creado por él y su paciente. En el interior de este espacio y estado mental emergentes, se ofrece una guía únicamente mediante la técnica analítica, la cual se convierte en el equivalente de consideraciones éticas (Etchegoyen, 1991). La buena técnica es aquello que el analista ha internalizado en el curso de su análisis, entrenamiento profesional y educación analítica, y que se ha convertido en una parte implícita e integral de él mismo. Es evidente que, ya sea él o alguien más podrá tratar de formular las controversias éticas comprendidas o implícitas, sin embargo no es esto lo que típicamente lo guía en el preciso momento. En forma de analogía, consideren la diferencia entre la experiencia de una pareja en un momento de intimidad física y emocional y un análisis psicológico de su experiencia. No obstante, el trabajo en la frontera, no deberá concebirse como estático o confinado a un punto de contacto. Sugiere constante movimiento a lo largo de dos planos entrecruzados: 1) una dimensión 35 H. SHMUEL ERLICH espacial, dentro-fuera; y 2) una dimensión temporal, trasladándose a lo largo de un vector de tiempo. El movimiento espacial, dentrofuera, deriva de la tensión entre un núcleo y una periferia, o área fronteriza. Frontera implica la existencia de un centro –un área esencial, central y nuclear. Similarmente, implica un encuentro entre la esencia central y aquello que se encuentra más allá de ella, entre una palpable “condición de ser” (is-ness) y alguna entidad esencialmente diferente, y por consiguiente desconocida, elusiva y efímera. Se trata de un encuentro entre lo que nosotros conocemos, asumimos o creemos que es, y cierta “calidad de ser otro” que no participa en nuestra subjetividad segura, o seguridad subjetiva. El psicoanalista trabaja constantemente en el espacio de este intercambio: entre una conciencia y subjetividad reconocidas, y cierta “otredad” desconocida, no reconocida, a menudo resistida y negada, siempre difícil de establecer. Tal dificultad resulta confusa dado que este intercambio reviste una relevancia dual: dentro de la propia psiquis y persona del analista, así como también en esa Tierra de Nadie intersubjetiva conectando al analista y a su paciente. Una gran cantidad de nuestros conceptos y observaciones encuentra sus raíces en esta área fronteriza, como la tensión entre consciente e inconsciente, el propio yo y el otro, sujeto y objeto. Nuestros deseos más personales y “quintaesenciales” son, como lo sugiriera Freud (1915), criaturas fronterizas, surgiendo igualmente poderosas en soma y psiquis. Podrán ser reconocidas como nuestra “propia” esencia, en la misma medida en que podrán ser rechazadas, disociadas y reprimidas como “no propias”. Esto implica el encuentro con otra frontera entre lo personal y lo impersonal. Lo experimentamos con vehemencia cuando nuestro cuerpo nos traiciona, cuando un deseo inconsciente, ajeno al yo nos cautiva, o cuando, en la transferencia, se nos trata como los objetos de proyecciones que quebrantan nuestra integridad como sujetos. El área fronteriza es también esa “Tierra de Nadie” donde los enemigos son creados y entran en existencia (Erlich, 1997). Se trata de la “zona de riesgo donde el Unheimlich reina, donde... los peligros no tienen nombre, donde el analista no puede avanzar sin ansiedad” (Baranger et al., 1988). El Unheimlich es inherente a la búsqueda analítica de empujar el límite más allá de la frontera de lo conocido, familiar y complacientemente contemplado, hacia lo desconocido, misterioso y atemorizante. Según las palabras de Bion: “en cada consultorio deberían existir dos personas en cierto modo atemoriza- 36 TRABAJANDO EN LAS FRONTERAS Y EL USO... das: el paciente y el psicoanalista. Si no es así, uno se pregunta por qué se preocupan por averiguar lo que ya todos saben” (1990). La segunda dinámica inherente a la frontera como metáfora es aquella del movimiento en el tiempo. La zona de riesgo del día de ayer es generalmente la esfera de innovación creativa del día de hoy, y el objeto de veneración y conservación del día de mañana. Nuestra perspectiva se encuentra en constante movimiento y cambio, entretanto, altera nuestra comprensión y los fenómenos en los que nos concentramos para estudiar, enseñar e interpretar. Dentro de esta cambiante perspectiva temporal, existe una parcialidad discernible hacia una sobrevaloración del presente y el futuro, del mismo modo que existe una devaluación del pasado. Quizás esta parcialidad se ve alentada por la predilección del analista hacia el “aquí y ahora” de la situación transferencia-contratransferencia. Pero como resultado, con frecuencia el conocimiento previo y la experiencia se dan por garantizados, su valor se erosiona, existiendo el peligro real de que pudieran ser ignorados y desatendidos. Este fenómeno resulta ubicuo en la vida de familia y el desarrollo individual, donde un adolescente debe crecer más allá de su yo infantilmente circunscripto, a menudo de manera destructiva, con el propósito de afirmar su propia persona y definición y equilibrio intrapsíquicos. La conocida lucha dialéctica intergeneracional entre lo viejo y lo nuevo. En contraste con el progreso científico normal, sin embargo, en la esfera personal e intergeneracional esta lucha es con renuencia cíclica, y por tal destinada a repetirse en cada nueva generación. Resulta entonces motivo de preocupación descubrir la misma dinámica operando en la educación e instituciones psicoanalíticas. Una observación bastante corriente: la fase y el complejo edípicos, alguna vez una novedosa frontera de descubrimiento, y subsiguientemente un sello distintivo y lema del psicoanálisis, parecieran haberse convertido en una reliquia obsoleta en gran parte de nuestra literatura actual, como así también entre algunos graduados y docentes del psicoanálisis. Otros conceptos psicoanalíticos centrales, tal como las pulsiones (Trieb), comparten el mismo destino. Sin dudas, esta particular variación de perspectiva es producto de tanta revolución y redefinición teóricas, tal como lo adelantaran Fairbairn, Jacobson, Kernberg, y Kohut, para citar algunos de los contribuyentes más esenciales a este desarrollo. No estoy debatiendo a favor de la preservación de una noción predeterminada o unitaria de pulsiones. En la condición actual de nuestro conocimiento parecería tan 37 H. SHMUEL ERLICH improbable como falible insistir con una noción concreta, pseudofisiológica de las pulsiones. Sin embargo, como construcción psicológica, no considero que las pulsiones hayan sobrevivido en su potencial psicoanalítico. Lo que deseo remarcar aquí es el hecho de que, en lugar de afrontar la tensión que surge de mantener ciertos conceptos conjuntamente con otros en apariencia contradictorios, se opta con demasiada frecuencia por descartarlos o relegarlos al arcón de la historia o bien otorgarles la condición de piezas de museo, prefiriendo “avanzar” con la frontera en movimiento temporal. En este aspecto, el psicoanálisis comparte el mismo destino con algunas otras ciencias sociales, donde cambiantes Zeitgeist y marcos conceptuales son interpretados a menudo como indicios de modernidad (o posmodernismo), y donde esta característica en sí, es considerada un valor. Si nos atenemos a la metáfora del desarrollo individual, muy probablemente nos encontraremos atrapados en un movimiento cíclico, redescubriendo y reinventando los descubrimientos olvidados de ayer. La naturaleza pluralista del psicoanálisis contemporáneo representa otro aspecto de este dilema, con la que no se concordará sencillamente, aún menos sin sus recompensas. Roy Schafer (1990) ha observado que “resulta en verdad más progresivo ... abandonar la idea de un único texto principal y por cambio celebrar y estudiar nuestras diferencias, continuando en el crecimiento, como lo hemos hecho, mediante la versatilidad ... La alternativa recae sobre la ceguera del conformismo”. Se opone al argumento de que tal pluralismo progresivo debe conducir a un relativismo caótico, en el cual todo armoniza tanto técnica como interpretativamente, al observar que “es evidente que cada una de las más relevantes escuelas de pensamiento cuenta con sus propias tradiciones, normas, y medios de mantener el orden a medida que madura... [Y] cada escuela ha enseñado algo a cada uno de nosotros en lo referido al entendimiento y ayuda a los pacientes desde el plano analítico.” Es difícil definir la variable dimensión temporal de la frontera. Apenas contamos con conocimientos acerca del pasado, y con certeza desconocemos el futuro. Freud optaba, en línea con la Ilustración y el pensamiento influyente de Spencer, Darwin y Hughlings Jackson, por imaginar los desplazamientos de desarrollo tanto individuales como culturales a lo largo del eje de tiempo como un movimiento lineal, hacia atrás y hacia delante, o bien hacia arriba y hacia abajo. En su planteo esencial en cuanto a la regresión tomaba 38 TRABAJANDO EN LAS FRONTERAS Y EL USO... a la regresión topográfica, temporal, formal, funcional y filogenética como eventos básicamente superpuestos, lineales (1900). En la actualidad, es posible que optemos por un modelo no lineal, sin embargo se torna difícil saber en qué grado nos encontramos atrapados en un ciclo vicioso, bajo el influjo destructivo de una compulsión de reiteración, o bien en un espiral progresivo forjado desde un mayor optimismo. Mucho dependerá del grado en que manejemos este límite temporal, la tensión inter- y transgeneracional entre lo viejo y lo nuevo. Hasta ahora he descripto algunas de las controversias inherentes a la posición del analista en cuanto a su constante trabajo en la frontera, y del psicoanálisis en sí como una criatura fronteriza. Esta breve reseña subraya la historia del psicoanálisis como una “criatura fronteriza” y las numerosas fronteras que ha afrontado y quebrado. Desearía dedicar el espacio restante a la consideración de aspectos más específicos de la frontera y su implicancia en el pensamiento y la práctica psicoanalíticos. En vista de lo que he descripto como una serie infinita de posibilidades, mis selecciones son por necesidad arbitrarias y particularmente personales, y –si bien está demás aclararlo–, reflejan mis propias deliberaciones, disquisiciones y conclusiones tentativas. Me adentraré en ello no sin vacilación, pero también con la esperanza de que tales reflexiones personales puedan evocar respuestas, resonantes o divergentes, entre mis colegas, logrando así generar interés y posterior debate. Los aspectos específicos de la frontera a los cuales quisiera remitirme brevemente son: 1) “Psicoanálisis y Psicoterapia”, 2) “El Psicoanálisis en tiempos de terror y trauma generalizado”, y 3) “El Sujeto como frontera”. No obstante su evidente divergencia, considero que existe una comunidad esencial uniendo estos aspectos, se trata del tema de la supervivencia, el cual tengo la esperanza surgirá en el transcurso de este trabajo. PSICOANALISIS Y PSICOTERAPIA Extensos debates se han desarrollado a lo largo de los años sobre este tema tan conocido. Ha sido el foco de interés y estudio particularmente en Norteamérica, donde se ha dedicado a él un sinnúmero de equipos de expertos y donde ha originado extensos debates. Habiendo contado con un entrenamiento en psicoterapia psicoanalí- 39 H. SHMUEL ERLICH tica intensiva con pacientes con casos severos de narcisismo, pacientes límites o fronterizos y psicóticos, con un esquema de cuatro sesiones semanales en el Austen Riggs Center, esta cuestión continuó importando una intriga para mí durante mi subsiguiente entrenamiento, práctica y enseñanza psicoanalítica. Se trata de un aspecto de frontera por excelencia, ya que por su naturaleza nos obliga a abordar aquello que define y constituye el psicoanálisis. Podremos disentir de tal rigidez y señalar su inviabilidad, su falta de sentido, y hasta su potencial peligrosidad, tanto a niveles de la práctica clínica como de las relaciones interprofesionales. Puntos que implican ciertamente un mérito. Sin embargo, considero que sería triste para el psicoanálisis que la frontera que lo define y distingue vis-a-vis de las prácticas aledañas fuera totalmente descartada por insustancial o imposible de clarificar. Esta frontera, por ende, no se trata de un dilema meramente profesional y político, sino que sugiere y estimula agudas cuestiones de identidad. Consecuentemente, veo en esta frontera no tanto una cuestión teórica, sino educacional. Nuestros graduados3 son representativamente Candidatos con un importante caudal de experiencia en psicoterapia psicoanalítica –en realidad, es esta experiencia previa el principal motivo de su opción por el entrenamiento psicoanalítico. Se ven enfrentados en consecuencia con la inquietud y preocupación que implica la pregunta: ¿la educación y entrenamiento psicoanalíticos, se trata más de lo mismo, si bien quizás mejor presentado y en mayor profundidad? Sin duda alguna, no es una novedad y revelación teóricas lo que define la diferencia: la psicoterapia psicoanalítica no cuenta con teoría propia, y muchos psicoterapeutas dinámicos cuentan con un conocimiento bueno, en ocasiones excelente, del pensamiento psicoanalítico y su terminología, así como también los rudimentos de su práctica clínica. A menudo también han estado en análisis. Existe un importante factor adicional que ayuda a velar esta barrera: en tanto que en el pasado existió la tendencia de trazar una estricta separación entre pacientes en psicoanálisis y en psicoterapia, en la actualidad esto ya no es así. Los candidatos, así como también los analistas, derivan con mayor frecuencia sus casos de psicoterapia en casos psicoanalíticos, en ocasiones después de años de psicotera3 Recurro a mi experiencia en Israel, no obstante existen indicios de que también ocurre en otros sitios. 40 TRABAJANDO EN LAS FRONTERAS Y EL USO... pia, a menudo ante el requerimiento del paciente. Bajo tales circunstancias, debe existir, y de hecho a menudo existe, confusión acerca de las similitudes y diferencias tanto en la mente del analista como en la de su paciente, y si correspondiere al caso, en la mente del supervisor. Un hecho que agrega aún más intriga es la bastante común y sorprendente experiencia, observada y comunicada en tonos emocionales, de que existe una diferencia. Y aún así, resulta extremadamente dificultoso captar este cambio, el momento e impacto de cruzar la barrera, y se torna todavía más difícil conceptualizarlo. Existe un sorprendente y generalizado acuerdo en torno a la idea de que no son los criterios formales los que marcan la diferencia –la frecuencia de las sesiones, el uso de diván, y el trabajo interpretativo en el marco de la relación de transferencia– a pesar de que sin dudas su presencia contribuye en gran medida a la impronta analítica que se construye. La diferencia que cautiva mi propia atención e imaginación guarda relación con la experiencia de asumir el rol de analista, a diferencia de los roles de clínico, terapeuta, psiquiatra, psicólogo, etc. Me refiero por supuesto al rol del analista dentro de la situación analítica, no en sus manifestaciones externas, al compararlo con otros profesionales o a los ojos del público. Obviamente, mis otros roles profesionales continúan existiendo, pero durante la sesión de análisis parecen retraerse a la experiencia de mi yo profesional. Soy consciente de la sinuosidad lógica implícita en esta descripción, sin embargo estoy persuadido de que la experiencia personal en este aspecto es una mejor guía que las explicaciones lógicas y pseudo-teóricas. Como en cualquier rol, el papel del analista conlleva ciertas concepciones y preconcepciones (Bion, 1962) derivadas de mi entrenamiento, personalidad e historia de vida, lecturas, debates con colegas y candidatos bajo mi supervisión, etc. No me es posible alegar universalidad en torno a esta definición de rol, ya que sé que yo (como todos) me dedico a él en la manera específica en que lo hago. Pero confieso con la persistencia de una fuerte (posiblemente alucinatoria) convicción de que no me encuentro totalmente solo en esto, que en algún lugar existe una comunidad de analistas que supuestamente conocen y entienden exactamente qué y cómo lo hago, y quienes actúan y sienten de la misma manera que yo cuando asumo el rol analítico. Esta fantasía de una comunidad a la que pertenezco se ve a menudo refutada y destrozada a partir de la comparación real de notas, aunque nunca se logra por completo. 41 H. SHMUEL ERLICH Puedo imaginar algunos de mis colegas en su asunción del rol, aún cuando disiento de sus intervenciones específicas, y siento que ellos pueden hacer lo mismo conmigo. Me es difícil imaginar algunos otros colegas de esta manera, y con ellos comparto fuertes diferencias y controversias que a menudo se estancan en debates teóricos menores. La asunción del rol de analista implica el cruce de una barrera hacia dentro de la sesión de análisis y emerger de ella cuando concluye. Sin duda implica esto una alteración sutil pero definitiva de mi capacidad y mi forma de escuchar e intervenir en el flujo de la sesión. Aquí no hay nada artificial. Es incuestionable el hecho de que el escenario analítico resulta de gran ayuda –el paciente en el diván, el hecho de no ser observado fácilmente, el flujo de asociaciones y estados mentales mutuos que este escenario promueve y posibilita. Por sobre todo, encontramos el prevaleciente sentido alterado de la realidad: lo que yo siento y experimento como “real” puede ser, con muchos menos obstáculos, diferente a la realidad fáctica ordinaria, y quizás hasta apartado de ella. Creo que es esto a lo que Freud se refería como “realidad psíquica”, y no existe análisis posible sin ella. Lo que resulta aún más sorprendente es el hecho (utilizo esta palabra deliberadamente) de que mi propia asunción de este rol y postura analítica, a su vez, generalmente posibilita al paciente una mayor conexión (es decir, cruzar la barrera hacia dentro) con su realidad psíquica, renunciando momentáneamente a su necesidad de un buen dominio de la realidad fáctica o externa. Sé que lo que estoy describiendo ha sido ya descripto en innumerables oportunidades, en términos tales como regresión en la situación analítica, atención flotante, la actitud analítica, entre otros. Mi punto es: en primer lugar, estos conceptos técnicos connotan una posición experimental que el analista asume por el paciente y el proceso analítico. En segundo lugar, lo que posibilita este desplazamiento es, en gran medida, la asunción del rol analítico, en mayor o menor grado. Tercero, que es este rol, una vez asumido, lo que posibilita a uno realizar el análisis, en contraposición a hacer psicoterapia. No se trata de un desplazamiento externo, objetivable, sino de una sutil pero definitiva transición interna. Tampoco se trata de jugar con las palabras. No tengo dudas de que algunos analistas se encuentran en este rol en forma constante y habitual, posiblemente hasta fuera de la situación analítica; quizás también sea éste el caso de algunos psicoterapeutas. También sé que algunos de nuestros 42 TRABAJANDO EN LAS FRONTERAS Y EL USO... pacientes no requieren este cambio, y en este sentido pueden “hacer análisis” bajo muchas otras circunstancias. También he tenido pacientes imposibilitados de realizar este desplazamiento en forma completa, si bien tanto la situación analítica como yo nos encontrábamos disponibles en la manera que he descripto. La discusión de tales variaciones nos llevaría a adentrarnos en consideraciones de psicopatología y la problemática de la intersubjetividad que se encuentra claramente más allá del alcance del tema que nos ocupa. Lo que deseo destacar como crucial para la transición entre psicoterapia y psicoanálisis es el aspecto del rol, de convertirse en y ser un analista. La comprensión de este cambio a través de la frontera como la asunción de un rol reviste una tremenda implicancia para el proceso de entrenamiento, el cual apunta precisamente a tal transformación de rol. En nuestro Instituto hemos reconocido esto, y desde hace unos años ofrecemos a los candidatos un seminario de proceso grupal acerca de “Convertirse en un Analista”. EL PSICOANALISIS Y EL TERROR Vivimos y practicamos nuestra profesión en tiempos marcados por políticas de polarización y mutua exclusión. Para muchos, el 11 de Septiembre y sus desastrosas consecuencias son la representación del quiebre de su sentido de seguridad en un “entorno medianamente previsible”. No obstante, esta situación existe particularmente en los Estados Unidos. Otras regiones como Sudamérica, Europa Central y Oriental, Oriente Medio e India, todas han experimentado en forma directa la guerra, el terror y la violencia política por décadas o más, sin mayor tregua. Quisiera abocarme a algunas implicancias para el psicoanálisis al tener que abordar esta frontera, impuesta por el mundo en que vivimos. Ocupan al psicoanálisis tanto la comprensión del terrorismo como la mente terrorista; y el desafío a la práctica y la técnica psicoanalíticas que representan sobrevivir y trabajar bajo tales condiciones. La compresión del terrorismo y la mente terrorista es una frontera extremadamente urgente y actual, reminiscencia quizás de la necesidad de volver a conceptualizar la neurosis traumática y la pulsión de muerte en las desastrosas consecuencias de la Primera Guerra Mundial. He sugerido (Erlich, 2002) que describir al ‘Terrorista’ 43 H. SHMUEL ERLICH como perturbado, emocionalmente disminuido, insano, o severamente desequilibrado, resulta tanto erróneo como engañoso. En efecto, constituye un intento de identificación proyectada en un otro demonizado, con el objetivo de deshacernos de la ansiedad emanada de tal odio, violencia y maldad. En cambio, deberíamos prestar mayor atención a determinadas dimensiones cualitativas, no instrumentales que se encuentran intrínsecamente vinculadas con el terrorismo. Entre éstas, la ideología y la búsqueda de purificación revisten una particular relevancia. En las mentes de los jóvenes en general, y en particular en la de aquellos que se convierten en terroristas suicidas, una idea o ideología se convierte en el vehículo para la supervivencia del yo. La individualidad, la vida y la mera existencia carecen de sentido si no se ven insufladas con esta fuerza dadora de vida (Symmington, 1993). Un abanico infinito de posibilidades atraen a ser tomadas en esta forma, provistas por la cultura o contracultura dominante. No se trata de una postura o necesidad. Es una dinámica de desarrollo que se encuentra típicamente en la adolescencia, que sin embargo puede tranquilamente persistir más allá de esta etapa. La fuerza detrás de estas manifestaciones es siempre la misma: la necesidad de sumirse a sí mismo con el fin de resurgir uno en una “nueva” forma, en la cual se está fusionado y conectado con una entidad más grande que el ser, y en la que no se está existencialmente solo (Erlich, 1998). La idea de pureza es vital para comprender el fenómeno del terrorismo. Realizo una hipótesis a partir de un sentido fundamental idealizado de la “pureza del yo” que deberá mantenerse y protegerse de la contaminación. Esta “pureza” no puede comprenderse o abordarse en forma lógica, funcional o instrumental. Es un aspecto de la dimensión de mente, vida mental y existencia del Ser (Erlich, 1998). Como estadio de desarrollo y de significación social, podrá gozar del soporte y la adhesión de la comunidad, brindando el nexo mediante el cual uno se une y fusiona intrapsíquicamente con ella. Las ideologías son tierra fértil para la creación de nociones de pureza / impureza. Las religiones se ocupan de la pureza del alma y del cuerpo, y podrían convertirse en grandes contribuyentes de la formación de prejuicios. Las religiones y las culturas, en particular cuando se encuentran sujetas a una interpretación fundamentalista, pueden jugar un rol decisivo al alentar a sus seguidores en dirección a la violencia y la muerte, tanto la propia como la de otros, tal el caso de partes significativas del Islam (Bohleber, 2002). Esta visión es 44 TRABAJANDO EN LAS FRONTERAS Y EL USO... verdaderamente pesimista, ya que implica que en tanto nuestra propia pureza requiere la aniquilación del otro impuro, no habrá cese a los actos de violencia y terror. Más allá de la necesidad de una mejor comprensión del fenómeno, la frontera del terror reviste implicancias inmediatas a la práctica psicoanalítica. A diferencia de un trauma individual “ordinario”, los ataques terroristas generan comunidades y sociedades traumatizadas. Dado que tanto el analista como su paciente son miembros de un grupo o sociedad traumatizados, el ataque terrorista los afecta a ambos. El trauma en una comunidad derivado del terror, redefine la realidad externa; brinda un marco nuevo, conjunto, en el que se confía mutuamente, para la verificación de la realidad. La experiencia compartida genera nuevas identificaciones de grupo y afiliaciones sociales. Estas nuevas afiliaciones derivan de y se basan en la experiencia común del terror, y ahondando un poco más, en el regocijo y culpa de supervivencia compartidos, depresión y reparación, esperanza y desesperación. Estas nuevas afiliaciones sociales de grupo y barreras pueden resultar potencialmente problemáticas tanto para el analista como para su paciente. Una faceta particular de esta problemática se evidencia cuando el analista y su paciente se encuentran en lados opuestos de la valla política, culpando y “responsabilizando” al otro de la crisis. Una instancia israelí de dicha contratransferencia puede ocurrir, por ejemplo, cuando el analista es identificado con el Movimiento Israelí por la Paz (Left Peace Movement), y el paciente es Corriente Colonizadora de Derecha (Right Wing Settler) habitando en terrenos usurpados. Tales aspectos resultan ubicuos, pero generalmente se los confina al entorno. El trauma común los trae a un primer plano. Más allá de la culpa del sobreviviente, el haber experimentado los mismos horrorosos eventos podría formar lazos nuevos y especiales. Con lo cual se presenta un nuevo dilema: ya sea reconocer o no esta nueva “camaradería” y cómo hacerlo, o por el contrario resistirla y negarla. Practico mi profesión en Jerusalén, en las inmediaciones del hospital Mount Scopus Hadassah y de la Universidad Hebrea, dando a una arteria principal. Con frecuencia las sesiones se ven interrumpidas por las sirenas de las ambulancias y de la policía acelerando su paso hacia y desde el lugar de un hecho terrorista. En ocasiones se puede oír la explosión o el tiroteo. A esta altura, mis pacientes y yo 45 H. SHMUEL ERLICH nos percatamos de que al oír sucesivamente más de tres sirenas separadas, podría significar que ha ocurrido un atentado donde ha habido víctimas. La realidad externa se ha inmiscuido en el espacio psicoanalítico. La sensación inmediata es la de encontrarse juntos ante un ataque. En análisis, esta fraternidad podría conducir a una fuga de la transferencia, y paradójicamente, poner en peligro el “espacio psicoanalítico”. Al mismo tiempo, el analista debe encontrarse dispuesto a reconocer de forma manifiesta los eventos profundamente desconcertantes que tanto el/ella y su paciente atraviesan. Estamos frente a una delgada línea que requiere ser recorrida con calidez, comprensión y simpatía, pero también sin perder de vista el propósito analítico general y la tarea analítica misma. Puede ocurrir que el analista necesite que el paciente le proporcione confort en carácter de representación de la comunidad. No nos dedicamos lo suficiente al tratamiento de la soledad del psicoanalista (Erlich, 1998), el peso de su carga y la penalidad por trabajar en la frontera. Mantener la postura y espacio analíticos demanda un enorme esfuerzo que a menudo deja en el analista la sensación de soledad y aislamiento. Nuestros pacientes podrían entonces convertirse en nuestro nexo con el mundo exterior. Pueden brindarnos información, evidencia, y por sobre todo, una sensación de encontrarse en contacto con la realidad social. Durante períodos de amenaza externa y desastre, estamos más propensos a utilizar a nuestros pacientes como nexo con la realidad externa, a través de ellos deseamos sumarnos a la red social cuando nuestra soledad se torna insoportable. Podría tomar la forma de la necesidad de que el paciente nos hable acerca del desastre externo que ha ocurrido, aún cuando él o ella no se encontraran predispuestos a hacerlo. Es interesante observar que existen asombrosas variaciones entre los pacientes en cuanto al grado al cual llegan al hablar acerca de atentados terroristas. Van desde el pánico manifiesto y el desborde, a una mención superficial, hasta no mencionarlo en absoluto. En mi práctica he experimentado toda clase de manifestaciones: inclinación neurótica a asumir la culpa por lo sucedido; breves referencias y alivio seguido de una grata inmersión en asuntos profundamente personales y “privados”; la tendencia de identificación con el agresor, y el silencio mayoritario en lo concerniente a la situación actual. Los pacientes podrán celebrar su azaroso escape del desastre, tal como lo hiciera una pareja luego de la explosión de una bomba en la cafetería de la Universidad Hebrea, la cual ellos frecuentan y en la 46 TRABAJANDO EN LAS FRONTERAS Y EL USO... que sólo por azar no se encontraban en ese momento. Estas variaciones también representan diferencias en la actitud abierta u oculta del analista, y su tendencia a alentar o desalentar la presencia de realidad externa dentro del espacio del análisis. Probablemente también implique, al encontrarse ante una realidad externa psicótica, que el espacio psicoanalítico se convierte en un ansiado oasis de cordura e integración personal. Sin embargo, se abren cuestionamientos adicionales, tales como: la necesidad y responsabilidad de continuar el trabajo psicoanalítico en vista de las condiciones externas; la relativa porción de responsabilidad en la cabeza del analista y del paciente por lo que pudiera ocurrir, así como los planteos técnicos que surgen como resultado de éstos. Por ejemplo, si trasladarse de ida y vuelta a una sesión pusiera en peligro al paciente, ¿debiera el analista prestar atención a este aspecto? ¿Es únicamente decisión del paciente continuar asistiendo? ¿Qué sucede si esto se tornara autodestructivo? ¿Se le cobra al paciente por las sesiones perdidas bajo circunstancias de peligro? ¿En qué punto nos encontramos conspirando con las fantasías de agresión del paciente, o con fantasías sobre su indestructibilidad o la nuestra? ¿Cuál es el límite de nuestra responsabilidad en cuanto a “permitir” o “prohibir” sus visitas? ¿Invariablemente consideramos la asistencia a análisis o terapia como el curso de acción más sano y psicológicamente constructivo? Cabe decir que la intromisión del terror en nuestras vidas presenta una nueva e ineludible frontera que alcanza al espacio analítico. La carga corriente del trabajo con transferencia y contratransferencia se ve altamente confundida con la sombra amenazadora que se posa sobre la supervivencia del paciente y del analista, y del análisis en sí mismo. EL SUJETO, ¿NUESTRA ULTIMA FRONTERA? La última frontera a la cual quiero dedicarme es la que mayor dificultad presenta, pero también se trata de la más intrigante y prometedora. El psicoanálisis ha variado a lo largo de las últimas décadas desde la concentración sobre el objeto a la búsqueda del sujeto. Estamos frente a una Odisea teórica, clínica y conceptual, que sólo resulta posible gracias a una obediente lealtad tal como la de Penélope hacia ciertos principios y reglas del psicoanálisis. Destaca- 47 H. SHMUEL ERLICH ría especialmente la importancia de la abstinencia en conexión a este aspecto, a pesar de las numerosas y divergentes interpretaciones que existen de este concepto y los ataques directos que recibe desde algunas direcciones. Para decirlo de otro modo, es el método y la situación psicoanalíticos, en su amplia definición, lo que nos ha posibilitado ir tras el esquivo sujeto. Anteriormente señalé la abstinencia, que para mí significa primordialmente la abstinencia autoimpuesta del analista, ya que implica un impacto inmediato en el deseo, y es el deseo lo que a menudo deviene en excelente camino a la simplificación, concentración y materialización del sujeto. Con mayor preponderancia que el cogito de Descartes, el deseo freudiano, con su impronta de impulso y propulso, sugiere y define un “yo” conocible y delimitable. Es simple comprender cómo Freud, partiendo del deseo y el anhelo, en un primer momento vio al sujeto como un “yo” unificado, consciente y racionalmente utilitario. Largo fue el camino recorrido desde su “yo” simplificado hasta el sentido de entidad complementada por aspectos operantes desde el inconsciente, del “Yo” que constituye el modelo estructural (Freud, 1923). Pero el psicoanálisis nunca antes había llegado por completo a esta frontera. Las necesidades de supervivencia (tal como la preservación del yo y los instintos de vida), así como también el amor hacia sí mismo (como en el narcisismo), sirvieron meramente para incrementar la complejidad y riqueza del fenómeno, sin poder resolverlo. Tal como lo veo, el surgimiento del sí mismo durante las décadas de los ‘70 y los ’80 satisfizo una necesidad similar por la simplificación conceptual a través de la materialización. Una vez más, deviene del deseo, si bien un deseo narcisista, al postular un sí mismo llevado por ambiciones y conducido por la persecución de aspiraciones idealizadas (Kohut, 1977). No obstante su inicial simplificación, el proyecto freudiano contiene tensiones dialécticas de las cuales el sujeto es reconstituido y descentrado constante y reiteradamente (Ogden, 1992). El proyecto freudiano no es necesariamente fundamental, pero sin embargo sugiere la variedad de direcciones que el psicoanálisis podrá o no perseguir en su tratamiento del sujeto. Existen esencialmente dos cursos disponibles: basarse en la experiencia directa, tal como surge del paciente y del que se dispone a través de la introspección; o bien la presunción de que la experiencia es el producto final y el resultado de fuerzas y procesos subyacentes, la cual es necesario dilucidar, 48 TRABAJANDO EN LAS FRONTERAS Y EL USO... construir y reconstruir. La primera opción representa el triunfo de la fenomenología, que considera la experiencia como piedra fundacional. La segunda opción reconoce que la experiencia se constituye y emana de procesos subyacentes no empíricos en sí mismos. “El Sujeto” como idea representa este dilema, ya que no puede ser puesto de manifiesto nunca. Nunca es un “Es”. Siempre esquivo, permanece siempre como una construcción de la fantasía vuelta hecho empírico (Grossman, 1982; Zizek, 2000). Como frontera, resulta la más difícil de determinar y especificar: el límite más simple, el más evidente de manera intuitiva, es aquel determinado entre el sujeto y el objeto, entre el sí mismo y el otro. El psicoanálisis nos ha enseñado sin embargo, que esta tentadora simplicidad resulta engañosa tanto interiormente como externamente. Interiormente, dado que el sujeto a menudo se aparta y desaparece, se encuentra a sí mismo descentrado, y resulta apenas el actor centrado que pretende ser. En cuanto a lo externo, es la ficción del sujeto individualmente diferenciado de los demás lo que prevalece en todas las circunstancias. Tal como lo inferí con relación al terrorismo, el sujeto persigue también el objetivo de verse inmerso y absorbido dentro de una entidad superior, al punto de su propia total desaparición tanto psicológica como física. En este sentido, el sujeto es nuestra última y quizás más asintomática frontera, aquella que probablemente jamás alcancemos, y aún así todo lo que decimos y hacemos evidencia una ardua búsqueda hacia ella. En tanto otros campos como la literatura y las artes, se encuentran quizás mejor equipados para describir su carácter y otorgarle al mismo vida y contenido, el psicoanálisis se encuentra en la posición privilegiada de rastrear su desarrollo y los innumerables procesos psíquicos internos que de algún modo le dan origen. Mi propio trabajo me ha brindado varias enseñanzas en este aspecto: carece de sentido y resulta confuso hablar del sujeto desligado de su objeto, están siempre interrelacionados. Parafraseando la máxima de Winnicott: “no existe tal cosa como el sujeto”. Existen procesos psíquicos intrínsecos que determinan nuestra experiencia de sujeto en relación con el objeto: pueden experimentarse como una unidad e identidad fusionadas, o bien como entidades separadas y demarcadas. De estas experiencias surge el sujeto –de la experiencia, la identidad, el lenguaje, el arte, y la representación. Del mismo modo, es en las profundidades de estos procesos empíricos que el sujeto se sumerge y desaparece hasta crearse nuevamente, caracterís- 49 H. SHMUEL ERLICH ticamente a través del deseo y el conflicto, en ciertas ocasiones a través del déficit, si el daño no ha sido excesivamente destructivo. Es importante considerar y recordar que la problemática del sujeto tiene resonancia también de manera indefectible con aquellas del Otro experimentado, su objeto, espejo, complementario, siamés. DEBATE A lo largo de este trabajo he visitado sucintamente tres fronteras muy distintas: asumir el rol analítico como manera de ver la transición entre la psicoterapia y el psicoanálisis, el analista trabajando en una sociedad y escenario cultural aterrorizados, y la persistente y aún esquiva naturaleza del sujeto como punto central del estudio psicoanalítico. Claramente, cada uno de estos temas merece, y de lo cual ha gozado en verdad, no sólo trabajos más extensos sino también ser abordados en conferencias específicamente desarrolladas para su estudio. He tenido la osadía de echar un vistazo a estas fronteras, tan diferentes y distantes, porque creo que en ellas subyace un nexo común. Es a este nexo que se menciona en el poema que cité al comienzo, donde se describe la relación entre el vacío del no-ser y aquello que se crea a partir de él. Tal concepción de frontera no permanece ajena al psicoanalista, trabajando duramente para recuperar el terreno perdido y las oportunidades de crecimiento para su paciente y para sí. El analista sabe cómo atesorar tales ganancias, “obtenidas a partir de un infinito vacío y sin forma”,4 siempre que éstas se produjeran. La frase poética de Milton, citada por Bion (1965), hace referencia al lugar en el que con frecuencia nos encontramos nosotros mismos, entre aquello que no es, debido a que es inconsciente, negado y anulado, y aún así permanece allí siempre, dando forma a la experiencia psíquica, la cual con la mediación del analista, recobra voz y sustancia. En la práctica del psicoanálisis, reafirmamos constantemente la fe del poeta chino en que “en el uso de aquello que es, es por aquel no-ser que el Hombre encuentra gran provecho”. La naturaleza de nuestra ayuda no se agota en la frontera que se extiende entre el vacío amorfo y “aquello que es”. Como analistas nos ofrecemos para ser usados por nuestros pacientes, las profesio4 Milton, John, “Light” (Quiller-Couch. Ed. 1919). 50 TRABAJANDO EN LAS FRONTERAS Y EL USO... nes aledañas, y nuestro entorno cultural y social. Nuestro consciente propósito y aquello que ofrecemos para su utilización es nuestra habilidad, nuestra capacidad para escuchar e interpretar, nuestras ideas acerca del desarrollo, procesos intrapsíquicos, desviaciones y psicopatología, las dinámicas que se abren en la situación del tratamiento. Como profesionales y médicos, nos dedicamos a ser usados de un modo abierto y aceptado. Aún así creo que, considerándolo psicoanalíticamente, este uso es en verdad un tanto limitado, o bien inútil. No se trata en realidad de lo que nuestros clientes, colegas y el resto de la sociedad quieren y esperan de nosotros, como así tampoco es la forma más significativa en que podemos serles útiles. Ser usado como psicoanalista tiene un significado más profundo, potencialmente mucho más devastador y peligroso. Dicho simplemente, el uso significativo por parte de otros implica que debemos estar listos para ser destruidos por aquellos que nos usan. La manera en que nuestros pacientes, tutelados, colegas con voluntad de ayuda, medio académico, medios de comunicación y cultura, cómo todos ellos hacen uso de nosotros, es a través del ataque y la destrucción de aquello que representamos y tenemos para ofrecer. Claramente me refiero no sólo a ataques manifiestos y abiertos, sino también a aquellos más profundos, ampliamente inconscientes y simbólicos. El motivo esencial de este ataque, tal como sugiriera Freud (1939), es que para que una idea pueda ser aceptada e internalizada, su portador y representante deberá ser destruido y asimilado. El proceso de internalización de una idea implica destructividad, en ocasiones manifiesta, y siempre peligrosamente desafiante. Winnicott (1971) extendió aún más esta idea en su noción “el uso del objeto”. Para ser experimentado como real y relacionarse como una existencia en sí mismo, no como una construcción fantasiosa del sujeto, el objeto debe sobrevivir a este ataque destructivo. Su supervivencia sienta las bases para una nueva relación que sólo a partir de entonces podrá desarrollarse. Para hacer posible que otros se relacionen con nosotros real y completamente, es decir, incluyendo la agresividad y destructividad, lo que debemos ser capaces de hacer entonces no se tratará de una rendición apacible o masoquista, ni de una represalia agresiva, sino la supervivencia aseguradora de vida. Lograr sobrevivir a tales ataques destructivos requiere un profundo conocimiento de quiénes somos y qué representamos, como psicoanalistas individuales y como un movimiento polígloto, polifa- 51 H. SHMUEL ERLICH cético que se expresa en muchas voces. Requiere de un esfuerzo renovado y constante para reexaminar no sólo nuestras fronteras, sino más aún nuestro núcleo. Al trabajar en la frontera nos abrimos constantemente y nos ofrecemos a este uso destructivo, implícito en la predisposición a asumir el rol analítico nuevamente en cada sesión, así como ocurre entre nuestros colegas y nosotros al realizar psicoterapia. Dentro de una realidad social más amplia y a menudo peligrosa, el analista se ofrece para su uso como tal aún en condiciones de terror y violencia. Existen por supuesto muchas otras maneras en las cuales se puede brindar ayuda bajo estas circunstancias. Nadie como el analista, se ofrece para su uso, creando y manteniendo un espacio analítico y ofreciéndolo cuando se lo desea y según se lo requiere. Es mediante dicha predisposición que el analista brinda un muy necesario espacio de reafirmación de la vida y un modelo para la supervivencia. El ofrecimiento en uso a sus pacientes, colegas y sociedad, implica por parte del analista un mensaje significativo acerca de sí mismo como un sujeto, y acerca de aquellos con los que trabaja como sujetos en su propio derecho. Demuestra que si bien esquiva e inasible, es a través de la supervivencia a la destructividad –del uso, mal uso y abuso– que el analista como sujeto atraviesa, resurge y toma forma a partir del no-ser, y se relaciona con otros. En resumen, el trabajo en la frontera nos reubica en las dinámicas de destrucción y supervivencia implícitas y poderosas en esta posición. La frontera brinda el contorno y el marco para emerger del noser, y nos brinda la posibilidad de dar voz y forma a lo indecible, lo misterioso y lo desconocido. Ofrecernos para ser usados como analistas de este modo puede resultar verdaderamente peligroso, pero implica también un acto de generosidad hacia aquellos que así necesitan usarnos. En el estado del universo social y psicológico presente y en un futuro cercano, la necesidad de ser usados de este modo, aún a sabiendas de las numerosas desventajas, es incuestionable. 52 TRABAJANDO EN LAS FRONTERAS Y EL USO... BIBLIOGRAFIA BARANGER, M., BARANGER, W. Y MOM, J. “The infantile psychic trauma from us to Freud: pure trauma, retroactivity and reconstruction” (Trauma psíquico infantil desde nosotros a Freud: trauma puro, retroactividad y reconstrucción). Int. J. Psycho-Anal., 69:113-128, 1988. BIANCHI, H. “Le Discernement. La psychanalyse aux frontières du droit de la biologie et de la philosophie” (Discernimiento. Psicoanálisis de las leyes biológicas y filosóficas). Psychoanal Q., 55:532-536, 1986. BION, W. R. “The psycho-analytic study of thinking” (El estudio psicoanalítico del pensamiento). Int. J. Psycho-Anal., 43:306-310, 1962. BION, W. R. Transformaciones. Londres: Maresfield Reprints, 1984, 1965, p. 151. BION, W. R. Conferencias Brasileras. 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Traducido al castellano por María de los Angeles Sanles Lavassa. Prof. H. Shmuel Erlich 42 Midbar Sinai Street Jerusalem 97 805 Israel 54 Descarríos del tratamiento psicoanalítico con pacientes suicidas * Glen O. Gabbard 1 Cuando el Comité de Programación de la IPA me confirió el honor de ser seleccionado como el Orador de Apertura Norteamericano para el Congreso, dediqué algún tiempo a estudiar el significado del tema: ‘Trabajando en las Fronteras”. La palabra “fronteras” me inspiraba visiones de peligro, de jungla y de regiones no civilizadas donde ya no valen las restricciones de la sociedad. Una definición terminante me pareció particularmente oportuna: “La parte de un territorio que conforma el límite o límite extremo de las regiones pobladas o habitadas” (1993). Una segunda definición era aún más contundente: “Una barrera contra el ataque” (1993). En estos términos, una de las cuestiones planteadas a los psicoanalistas en este Congreso es identificar las regiones del más allá de la empresa psicoanalítica, donde somos vulnerables a ser atacados, hostigados por la jungla y puestos en riesgo por los peligros inherentes a nuestro trabajo. Mientras examinaba las peligrosas fronteras del psicoanálisis, asociaba con los “descarrilamientos” psicoanalíticos. He visto cuando pacientes suicidas han sido gravemente mal manejados por psicoanalistas bien intencionados. Mi carrera ha sido singular en algunos sentidos debido a mi interés de larga data por dos zonas discretas de la así llamada “ampliación del espectro” de esta, a veces, riesgosa frontera. Durante muchos años tuve un gran número de casos de pacientes suicidas con * Preparado como discurso de apertura para el Congreso de la Asociación Psicoanalítica Internacional, Nueva Orleáns, Marzo 2004. 1 Profesor de Psiquiatría, Facultad de Medicina Baylor. Analista Didáctico y Supervisor. Instituto Psicoanalítico Houston-Galveston. Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 55 GLEN O. GABBARD patología de carácter grave, resistentes al tratamiento, que eran enviados a la Clínica Menninger como último recurso. También he dedicado mucho tiempo de mi vida profesional consultando, evaluando o tratando a terapeutas y analistas (en la última cuenta fueron más de 150) que cometieron serias violaciones de límites con sus pacientes. He notado con preocupación creciente cuántas veces las más tremendas violaciones de límites son impuestas a algunos de nuestros pacientes suicidas más perturbados. Mientras nos resulta fácil a todos difamar a aquellos analistas que erraron su camino en la larga noche del alma que acompaña el tratamiento de pacientes suicidas graves con trastornos de personalidad, yo sugiero que nos abstengamos de cubrir con desprecio a aquellos colegas y, en vez, intentemos aprender algo de ellos. En estas situaciones de “frontera” extremas, a menudo descubrimos aquello que es la esencia humana del analista, despojado hasta los huesos como el Rey Lear aullando con desesperación. Estos colegas, que remontaron demasiado cerca del sol en su ciega omnipotencia y que quedaron chamuscados y en desgracia, tienen más semejanzas que diferencias con nosotros. Los pacientes suicidas, por su misma naturaleza, representan una vulnerabilidad especial que pone en peligro la actividad profesional de los analistas. La mayoría de nosotros prefiere pensar en el trabajo analítico como en algo que no es un asunto de vida o muerte. Visualizamos a nuestro paciente ideal como una persona inteligente, reflexiva, atractiva (un poco como nosotros), que está perseguida por sus conflictos intrapsíquicos pero que está fuertemente motivada a comprender. Este tan anhelado paciente abraza la vida y quiere hacer cambios para poder vivirla en forma más plena. En contraste, los pacientes suicidas han determinado que la vida tiene poco para ofrecer, y el análisis es una propuesta dudosa. ¿Qué insight podría entonces transformar la vida en un viaje que valga la pena ser emprendido? Estos pacientes aceleran el pulso del analista al rechazar a priori la noción de que el trabajo analítico contiene el potencial para hacer que la vida valga la pena de ser vivida. Mientras que con frecuencia hablamos de estos pacientes como ubicados en la frontera de aquella “ampliación de espectro”, mi experiencia como supervisor de candidatos y como consultor de colegas, sugiere que estos pacientes son cada vez más frecuentes y que se han corrido desde la frontera al corazón de la civilización psicoanalítica. En este contexto compartiré un relato preventivo del Dr. N, un 56 DESCARRIOS DEL TRATAMIENTO PSICOANALITICO... analista de algo más de 40 años, quien consultó conmigo hace mucho tiempo, luego de una horrorosa violación de límites. El Dr. N me dio su permiso para publicar los detalles de este caso para que otros puedan aprender de ellos. EL RELATO DEL DR. N Jenny era una mujer profundamente angustiada de 35 años cuando fue a ver al Dr. N. Su primera reacción, al verla en la sala de espera, fue pensar que nunca había visto una mujer más hermosa. Cuando comenzó a contarle la saga de su trágica vida, el Dr. N se conmovió. En un momento, en la mitad de su relato, Jenny le dijo al Dr. N que se sentía atraída hacia él y si no podían interrumpir las sesiones así podrían salir juntos. El Dr. N le aclaró que no podían salir juntos porque la relación profesional ya se había iniciado y que volver atrás el reloj no era una opción. Desilusionada pero impávida, Jenny prosiguió a contarle al Dr. N cómo su madre la había torturado al encerrarla en un armario cuando niña. También describió los detalles de la relación sexual incestuosa con su padre entre los cinco y los doce años. Estas informaciones horrendas pero punzantes conmovieron intensamente al Dr. N. A pesar de la adversidad de su niñez, ella era una mujer inteligente que había sido aceptada en la facultad de medicina que luego abandonó para convertirse en modelo. A medida que progresaba el tratamiento, la transferencia sexualizada de Jenny hacia el Dr. N parecía disiparse. Sin embargo se angustió mucho después de algunas de sus sesiones y en cinco o seis oportunidades se desmayó en la sala de espera. El Dr. N estaba desconcertado. Se volvió depresiva y describió un deseo de muerte persistente durante toda la vida. También parecía disociar con frecuencia. Recurrentemente expresaba fantasías de matarse después de separarse de todos los que estuvieran cerca de ella. Tenía una convicción cabal de que ella era mala y sucia y que se hallaba más allá de la redención. Sin embargo le decía al Dr. N que se sentía tranquila cuando estaba con él y que tenía sueños consoladores acerca de él. Pasaba muchas sesiones en silencio durante las que le decía al Dr. N que él debía adivinar sus pensamientos. Jenny llegó al consultorio en un momento especial de la vida del Dr. N. Había terminado su análisis un año antes de que ella comenzara su tratamiento con él. También había tenido una serie de 57 GLEN O. GABBARD pérdidas recientes en los meses que precedieron la llegada de Jenny. Su hermana menor había muerto de cáncer, uno de sus más íntimos amigos había muerto en un accidente de moto y su novia había roto el noviazgo y se había mudado de la casa de él dos meses antes del inicio del tratamiento. El Dr. N estaba sitiado y me dijo, retrospectivamente, que probablemente no debería haber intentado tratar una paciente como Jenny en ese momento preciso de su vida. Puso en claro que si bien no estaba enamorado de ella, a menudo se sentía como un hermano mayor, protector, que estaba profundamente comprometido en salvarla de sí misma. Sintió que él había hecho un progreso cuando ella le dijo que él la había ayudado a dejar de vivir para los demás. Las cosas empeoraron. Después de aproximadamente tres años de tratamiento, Jenny comenzó a caer en silencios durante las sesiones. Oportunamente le dijo al Dr. N que terminaría el tratamiento y que se mudaría a otro lugar. Después de mucha persuasión por parte del Dr. N, Jenny finalmente reveló que había renunciado a su trabajo y regalado valiosas posesiones. Ante más indagación, finalmente confesó que había comprado un arma. Le anunció a su analista que la muerte sería un alivio. El Dr. N se desesperó. Comenzó prolongando las sesiones de una hora a dos y la veía al final del día para que las sesiones se realizaran bien entrada la noche. Cuando la veía durante sesiones dobles, sólo le cobraba por una. El Dr. N estaba cada vez más preocupado porque la condición letal había llegado al punto de que ella ya no podía ser tratada como paciente ambulatoria. Se intentó con una variedad de medicación antidepresiva que tampoco dio resultado alguno. El sugirió que debía ser internada para salvarla del suicidio. La paciente rehusó la internación y rehusó ver a un consultor. No obstante, el Dr. N consultó para sí mismo con un respetado analista de vasta experiencia. Después de escuchar el relato, el consultor del Dr. N estuvo de acuerdo en que la internación probablemente no ayudaría porque la desesperación suicida de la paciente no estaba basada en una depresión aguda que podría ser resuelta mediante el tratamiento hospitalario. Además, ella atraía la benevolencia y lograba escurrirse de todo tipo de compromiso. Aparentaba ser mucho más saludable de lo que en realidad era cuando necesitaba convencer a algún juez de que la dejara ir. El consultor alentó al Dr. N a seguir trabajando analíticamente sobre su subyacente deseo de morir. La paciente seguía insistiendo que ella no sufría de “depresión 58 DESCARRIOS DEL TRATAMIENTO PSICOANALITICO... clínica”. Mas bien trataba de convencer al Dr. N de que ella era una persona horrible. Agobiado por las pérdidas recientes en su vida, el Dr. N estaba cada vez más desesperado. El notaba que tenía una “pasividad desesperada” y que su pensamiento estaba embotado. En una oportunidad dijo que haría cualquier cosa con tal de evitar que se matara. Jenny contestó que lo único que podría ayudar sería que él le permitiera pasar una noche con él en su casa. Ella explicó que sufría de pesadillas de abuso físico y sexual que no podía manejar y que ansiaba tener la primera noche de sueño tranquilo de su vida. El Dr. N se negó y le explicó que dormir con una paciente no era ético. En respuesta a esta explicación directa, Jenny lo miró fríamente y le preguntó: “¿Qué es más importante? ¿Mi vida o sus estúpidas reglas éticas?”. El Dr. N se sintió afectado y, después de varias semanas más de tratar de razonar con ella, finalmente accedió a su pedido de pasar una noche con él. Lo racionalizó diciendo que esta medida radical quizás fuera la única posible para mantenerla con vida. También se dio cuenta que, desde su perspectiva personal, simplemente no era capaz de tolerar otra pérdida por muerte. Durante la noche de esa transgresión de límites profesionales, él estableció las reglas básicas de que dormirían en camas separadas y que no habría contacto sexual. La paciente estuvo de acuerdo pero, cuando llegó el momento, ella fue a su cama durante la noche y le pidió de forma conmovedora si él no la podría sostener. Una cosa llevó a la otra y, finalmente, tuvieron relaciones sexuales. En palabras del Dr. N, “Ella me sedujo mientras que yo protestaba que debíamos mantener nuestros pijamas puestos”. Sabía que podía arruinar su carrera pero sostenía la fantasía de que podía estar salvándole la vida. A la mañana siguiente Jenny le informó al Dr. N que ella había sabido todo el tiempo que finalmente él accedería a dormir con ella. Se sentía confiada en que los hombres la encontraban irresistible. El le dijo que lo que habían hecho estaba mal y que no podrían seguirse viendo. Ella le rogó que salieran juntos pero él le dijo que eso era imposible. El Dr. N consultó conmigo algunas semanas después del episodio y me dijo que estaba atormentado por lo que había sucedido. Jenny le dijo que lo que era importante para ella era saber que él podía amarla a pesar de lo que sabía. Pero él se sentía torturado y empezaba a darse cuenta de que había un rasgo malicioso, sádico, en Jenny que a él se le había escapado. Me dijo que había notado su sadismo 59 GLEN O. GABBARD cuando le describía cómo había abandonado a otros hombres que estaban perdidamente enamorados de ella. Sin embargo, meditó acerca del hecho de que tenía un punto ciego en cuanto a su agresión hacia él. Describió intensos sentimientos de culpa porque estaba comenzando a darse cuenta que él había actualizado su fantasía transferencial al acostarse con ella, repitiendo de esa manera el trauma del incesto perpetrado por su padre. El Dr. N me dijo que durante las relaciones sexuales se había dado cuenta de que algo agresivo se estaba re-actuando (re-enacted).2 Le preguntó acerca del control de natalidad. Sabía que se había acostado con tres hombres diferentes y suponía que estaba tomando anticonceptivos orales. Jenny le dijo que no podía tener hijos e insistió en que eyaculara dentro de ella. El Dr. N sospechaba que ella era deshonesta porque no había manera que supiera que no podía tener hijos. De pronto, él se dio cuenta que ella quería denigrarlo. Se retiró y sintió que lo envolvía una oleada de náuseas. Se dio cuenta que había cometido un error de juicio garrafal. Sin embargo, en medio de su angustia, hizo un comentario esclarecedor: “Por lo menos la he salvado del suicidio”. DISCUSION Este caso que involucra un trágico error en un tratamiento psicoanalítico, servirá como criterio para discutir una variedad de tratamientos seriamente fallidos en los cuales he intervenido como consultor. También haré referencia a observaciones realizadas en mi rol de analista o terapeuta de colegas que cometieron significativas violaciones de límites con pacientes suicidas. Algunos puntos se aplicarán directamente al caso del Dr. N, mientras que otros se referirán a una variedad de casos que no puedo discutir en detalle por razones de confidencialidad. Mientras que el ejemplo de Jenny y el Dr. N implica violaciones de límites de índole sexual, he visto muchas otras que, si bien no llegaron al contacto sexual, igualmente resultaron tremendamente destructivas para el paciente. En ciertos 2 Hemos optado por colocar ( ) siempre que el autor utiliza la palabra “enactment” o sus derivados, tanto por su complejidad etimológica (su doble acepción: promulgación de una ley y actuación o representación teatral), como por las diferentes conceptualizaciones de los psicoanalistas anglosajones dentro de las cuales el autor es un representante (N. del T.). 60 DESCARRIOS DEL TRATAMIENTO PSICOANALITICO... casos, algunos analistas preocupados llevaron a los pacientes suicidas a sus casas, los han tratado como si fueran miembros de la familia, los han invitado a salir de vacaciones familiares, a hacer compras y a compartir cenas en restaurantes locales. En otros casos, trataron al paciente en forma gratuita, se involucraron en extensas conversaciones auto-reveladoras de sus propios problemas personales y mantuvieron numerosos contactos extra-analíticos con pacientes en lugares públicos o en la casa del paciente. Se deben hacer tres aclaraciones antes de proseguir con la discusión. Primero, los lectores no deben descartar al caso del Dr. N como si fuera una aberración bizarra que raramente ocurre. El escenario que he descripto es desconcertantemente frecuente entre las violaciones de límites que yo he visto. Segundo, las violaciones de límites sexuales se cometen por diversas razones y el mal manejo de las tendencias suicidas son sólo uno de los muchos escenarios posibles (Gabbard y Lester, 1995; Gabbard y Peltz, 2001; Celenza y Gabbard, en imprenta). Por último, por supuesto que el suicidio puede ser mal manejado de maneras que nada tienen que ver con violación de límites, y no es mi intención minimizar la importancia de esos casos al enfatizar el escenario en esta comunicación particular. DESIDENTIFICACION CON EL AGRESOR Las vicisitudes del odio, venganza y fantasías asesinas han sido extensamente examinadas en la literatura acerca del suicidio (Asch, 1980; Chavrol y Sztulman, 1997; Hendin, 1991; Kernberg, 1975; Maltsberger y Buie, 1974, 1980; Menninger, 1933). No hay duda de que el suicidio tiene consecuencias enormemente destructivas sobre aquellos que quedan con vida. Los miembros de la familia y los amigos a menudo se sienten furiosos por lo que se les ha hecho a ellos. Las amenazas de suicidio dentro del contexto del tratamiento analítico pueden ser vividas como un ataque directo a la competencia del analista y a su persona. En efecto, para un analista, el suicidio es la máxima herida narcisista. La paciente, en efecto, se está burlando de él. Analistas y terapeutas muchas veces están desolados después del suicidio de un paciente. Los colegas que consultaron conmigo después del suicidio de uno de sus pacientes, me dijeron que estaban considerando seriamente dejar la profesión. Otros me confesaron que no piensan en otra cosa durante semanas mientras intentan 61 GLEN O. GABBARD encontrar en sus memorias algún signo del paciente que hubieran pasado por alto y que finalmente hubiera podido evitar que el suicidio ocurriera. Las transgresiones de límites que ocurren con pacientes suicidas a menudo están directamente relacionadas con el mal manejo de la agresión y del odio. Más aún si el paciente suicida es víctima de un trauma infantil, como en el caso de Jenny. Pacientes como ella, que tuvieron relaciones sexuales incestuosas con su padre, fueron encerrados en un armario por la madre, o fueron sometidos a un sinnúmero de otras variaciones de “asesinato del alma” (Shengold, 1979), internalizan introyectos abusivos que los persiguen a través de toda la vida. El Dr. N reaccionó a esta historia y a la presentación clínica de la manera que lo haríamos muchos de nosotros. Estaba empeñado en demostrar que él era completamente diferente a los padres abusivos, haciendo todo lo posible para salvar al paciente del suicidio. Esta postura del analista, que rotulé en otra parte como “desidentificación con el agresor” (Gabbard, 1997), es un intento desesperado por rechazar toda conexión con una representación internalizada de objeto malo que atormenta al paciente. El analista puede ser insidiosamente invadido por el objeto abusivo e identificarse inconscientemente con él debido a presiones interpersonales sutiles o no tan sutiles por parte del paciente. Muchos pacientes que sufrieron abusos o privaciones severas en la infancia, encaran el análisis con la expectativa de que merecen ser compensados por su pasado trágico a través de un tratamiento extraordinariamente especial por parte del analista (Davies y Frawley, 1992). El marco terapéutico habitual, dentro del cual creamos un espacio analítico para el paciente, puede ser vivido por ellos como carente y hasta como sádico. Pueden insistir en que son necesarias demostraciones de afecto y preocupación más intensas a título de prueba de que el analista no es tan monstruoso como sus padres. El Dr. N, como muchos de nosotros, estaba predispuesto a evitar ser transformado en el objeto malo que vive en el mundo interno del paciente. Como señalara Money-Kyrle (1956) años atrás, muchos de nosotros entramos en este campo intentando reparar inconscientemente nuestros propios objetos internos infantiles dañados. Cuando nos esmeramos en reparar y, en vez, se nos acusa de destruir, nuestra formación profesional es desafiada de manera tal que puede producir una ansiedad extraordinaria. Karl Menninger (1957) señaló alguna vez que las profesiones que se dedican a ayudar a los demás, ofrecen 62 DESCARRIOS DEL TRATAMIENTO PSICOANALITICO... una oportunidad ideal para ocultar el sadismo. De una u otra forma siempre estamos reasegurándonos que nuestras motivaciones están fuera de cuestión porque elegimos pasar nuestros días en el negocio de comprender a los otros y ayudarles a mejorar sus vidas. La idea inconsciente de desprenderse del odio y la agresión, puede llevar al analista a escotomizar el sadismo en la transferencia. Retrospectivamente, el Dr. N se daba cuenta que sólo podía ver los aspectos maliciosos de Jenny dirigidos hacia otros hombres –no hacia él. Debido a este punto ciego, el sadismo de la paciente pudo “volar por debajo del radar” del Dr. N e invadirlo. Entonces el objeto abusivo adquiere residencia dentro del analista y opera fuera de su conocimiento, persiguiéndolo desde adentro. En el esfuerzo del Dr. N por rescatar a su paciente del suicidio, el objeto abusivo tomó posesión de él y gestionó una retraumatización de Jenny. Hasta el día de hoy, la malevolencia transmitida por Jenny y sus objetos internos continúa atormentando al Dr. N, que se preocupa diariamente con la posibilidad de que su carrera fuese arruinada en el caso en que Jenny decidiese hacer una demanda. De esta manera Jenny se insertó dentro del analista y actualizó una fantasía de que ambos no se separarían nunca. Así se convirtió en inolvidable. Reside dentro de él como una especie de objeto extraño y lo mancha con la misma maldad con la que ella se siente penetrada desde la infancia. Ahora el Dr. N se siente igualmente “sucio” y dañado. De ahí que otra manera de comprender lo ocurrido entre Jenny y el Dr. N va más allá de su proyección de un objeto abusivo dentro del analista. Se la podría ver como habiendo proyectado una auto representación de niña sucia y dañada dentro del Dr. N. En este escenario de relaciones objetales, ella se identifica con el objeto interno abusivo y destruye al Dr. N de la misma manera que fue destruida por sus padres. Padres que abusan de sus hijos puede ser que envidien secretamente su infancia e inocencia (Grotstein, 1992) y quieran estropearlos a través del incesto. De manera análoga, el paciente inconscientemente identificado con el padre abusivo, puede desear estropear aquello que es percibido como la pureza sin tacha del analista, al alentar una violación de límites. Imputar estas motivaciones inconscientes al paciente, desde ya que no libera al analista de la responsabilidad de actuar éticamente, más allá de cuales sean los deseos que el paciente traiga al tratamiento. Las ansiedades inconscientes del analista suelen estar en el meollo de los impasses que se producen con los pacientes suicidas. Estas 63 GLEN O. GABBARD ansiedades pueden estar relacionadas con un agudo sentimiento de la propia vulnerabilidad frente a la intensa destructividad del paciente. Muchos analistas sienten que su reputación quedará arruinada si un paciente se suicida. Otros pueden tener ansiedades primarias relacionadas con el abandono. Rosenfeld (1987) señaló que en situaciones de impasse, los analistas pueden manejar sus ansiedades entrando en colusión con un aspecto de la personalidad del paciente mientras que escinden o “compartimentalizan” todas las demás dimensiones del paciente. De esta manera, reacciones transferenciales-contratransferenciales psicóticas se pueden rigidizar y el analista puede paralizarse. La única salida posible parece ser una serie de actuaciones (enactments) terriblemente engañosas. La contrapartida del odio transferencial es, por supuesto, el odio contratransferencial. Uno de los peores escenarios que derivan del mal manejo de la agresión por parte del analista es que el odio contratransferencial hacia el paciente quede sin ser descubierto. Esta negación puede llevar a actuaciones (enactments) que son desastrosas (Maltsberger & Buie, 1974). Los analistas pueden comunicar inconscientemente a sus pacientes que no quieren verlos más y llegar a olvidar las citas. Un analista hasta llegó a irse de vacaciones sin informarle a su paciente de su inminente ausencia hasta el día anterior a su partida. En efecto, algunos suicidios hasta podrían precipitarse si los pacientes perciben que los analistas los rechazan (Hendin, 1991). Federn (1929), alguna vez observó soslayadamente que “sólo aquél cuya muerte es deseada por alguien se mata a sí mismo” (citado en Asch, 1980, p. 56). Ese “alguien” puede ser el analista. Parte de la furia y desesperación del analista puede ser una respuesta directa al fracaso del paciente a mejorar, frustrando así su esfuerzo omnipotente de curar. Celenza (1991) describió un terapeuta que no toleraba sentimientos contratransferenciales negativos cuando el tratamiento estaba en un impasse y tampoco podía soportar la transferencia negativa del paciente. El terapeuta se embarcó en una relación sexual con la paciente como un intento inconsciente de pasar por alto todos los sentimientos negativos en ella y en sí mismo, añorando poder fomentar una transferencia idealizada. Searles (1979) también señaló que involucrarse sexualmente con pacientes puede ser la consecuencia de un anhelo terapéutico del analista. Como reacción a la frustración ante la falta de mejoría del paciente, el analista puede caer en la ilusión de que una copulación mágica curativa lo transformará. El Dr. N, por ejemplo, se mantuvo aferrado 64 DESCARRIOS DEL TRATAMIENTO PSICOANALITICO... a la creencia mágica de que su sumisión a las relaciones sexuales con Jenny le salvaron la vida. FRACASO DE LA MENTALIZACION Y COLAPSO DEL ESPACIO ANALITICO En este tipo de colusión actuada (enacted) por el Dr. N y Jenny, el espacio lúdico del análisis colapsa. Jenny no ve al Dr. N “como si” fuera su padre. Se convierte en su padre y el acto incestuoso debe ser repetido. El Dr. N, a su vez, se descarrila con respecto a los aspectos fundamentales de la situación analítica, falla en el reconocimiento de la dimensión “como si” contratransferencial y simplemente actúa el rol del padre. En este escenario el objeto del Dr. N (Jenny) está identificado concretamente como una parte proyectada del sujeto (el analista). De esta manera, el analista se relaciona con la paciente como si la paciente fuera una parte del self (Gabbard y Lester, 1995). Se pierde la diferencia entre el símbolo y el objeto, y ambos miembros de la díada sucumben a una forma de simbolismo concreto en el que hay una ecuación directa entre el símbolo y lo simbolizado (Segal, 1957). En estas situaciones de impasse, hay una folie à deux, una psicosis compartida en la transferencia y la contratransferencia. La psicosis se circunscribe a la díada e involucra una específica, pero limitada, falla en la prueba de realidad que no se generaliza a otras situaciones. De hecho, el Dr. N era capaz de mantener tratamientos competentes con otros pacientes mientras erraba en el tratamiento de Jenny. Esta folie à deux refleja un ataque al pensamiento del analista relacionado directamente a los deseos destructivos del paciente. Tal como observa Rosenfeld (1987) en sus discusiones sobre impasses: “Los analistas a veces tienden a enredarse en una determinada forma de pensar que en realidad implica no pensar”. En la percepción del Dr. N de Jenny como parte del self, también estaba demostrando una falla en la mentalización que es común en los impasses con pacientes suicidas. Perdió la noción de que la visión que tenía Jenny del suicidio y de la tendencia suicida difería por completo de la suya. El Dr. N estaba ansioso por su estado suicida, lo veía como una crisis y hacía cuanto podía para disuadirla. Jenny, mientras tanto, pensaba en el suicidio como algún tipo de salvación. Era una salida a una desesperación insoportable. La desarrolló 65 GLEN O. GABBARD cuando niña como la única posibilidad para poder trascender al sentimiento de encierro producido por una relación incestuosa. Había, por lo tanto, un aspecto adaptativo en su fantasía suicida que lograba preservarle un sentimiento de control y coherencia y que la proveía de la fuerza para seguir viviendo. En la novela premiada en 1961, The Moviegoer, de Walker Percy, la crónicamente suicida Kate le ofrece una lección al protagonista Binx Bolling: “Todos creen que yo me voy a suicidar. Qué chiste. Por supuesto que la verdad es exactamente lo opuesto: el suicidio es lo único que me mantiene viva. Cuando todo lo demás falla, lo único que tengo que hacer es considerar el suicidio y en dos segundos estoy alegre como si fuera boba. Pero si no pudiera matarme –ah, entonces me mataría. Puedo estar sin Nembutal o sin misterios de asesinatos pero no sin suicidio”. La tendencia suicida y el acto de suicidio no son la misma cosa. La tarea del analista consiste en ayudar al paciente a distinguir entre actos impulsivos y fantasía (Gabbard y Willkinson, 1994; Lewin y Schulz, 1992). Muchos pacientes con trastornos graves de personalidad y extensos traumas infantiles son verdaderos suicidas potenciales y el riesgo debe ser evaluado cuidadosamente. No estoy minimizando la potencial letalidad de estos pacientes. El analista no puede actuar nunca como un caballero frente a amenazas de suicidio. Lo que estoy sugiriendo es que una excesiva ansiedad en torno al riesgo puede interferir con la capacidad del analista de pensar con claridad acerca de las funciones y significados de la fantasía de suicidio del paciente. La falla en la mentalización del Dr. N llevó a un camino auto-destructivo basado en una lectura equivocada de los intentos suicidas de Jenny. El Dr. N no fue capaz de asistir a Jenny en la construcción de una dimensión simbólica donde fantasía y acción se diferencian. Es interesante destacar que durante un encuentro de seguimiento, siete años después del episodio sexual, el Dr. N se enteró de que Jenny todavía no había intentado suicidarse. OMNIPOTENCIA Y PERDIDA En una era en la que pensamos que la psicología del analista es por lo menos tan importante como la del paciente, debemos tomar en consideración el estado mental del Dr. N durante el período en que se produjo la transgresión de límites. Durante el año anterior él había 66 DESCARRIOS DEL TRATAMIENTO PSICOANALITICO... finalizado su análisis, había perdido a su hermana que murió de cáncer, había perdido a su mejor amigo en un accidente de moto y había sido abandonado por su novia. Su dolor estaba fresco y la perspectiva de otra pérdida, la de su paciente, le era demasiado abrumadora. El Dr. N luchaba con su inexperiencia o vulnerabilidad que lo hacían particularmente susceptible a hacerse responsable de la paciente. Quizás no pudo evitar la pérdida de los seres queridos en su vida personal, pero sí tuvo la oportunidad de reparar los fracasos imaginarios hacia ellos salvando a la paciente. Como respuesta a sus ansiedades depresivas, las defensas maníacas hicieron su aporte y él se convirtió en un empecinado salvador de la paciente. La omnipotencia de esta postura escapó a su conocimiento en ese momento, pero fue adquiriendo una creciente conciencia a medida que reflexionaba acerca de lo que había sucedido. El Dr. N me escribió algunos años después de verme: “Yo sigo con la tendencia a creer que el amor puede curar, que puedo corregir males psicológicos con fuerza de voluntad y carisma personal, pero soy conciente de las inevitables limitaciones/errores de ese punto de vista, de la necesidad de jugar con esta noción de utilidad omnipotente y lo que significa en cuanto a mi propia necesidad de ayuda y la necesidad del paciente de un otro omnipotente”. Su fracaso en insistir en la internación cuando estaba convencido que ella estaba a punto de matarse, es un ejemplo de esta convicción de que sólo él podía salvar a la paciente. Al menos, los colegas de un equipo hospitalario hubieran podido ayudarle a contemplar estrategias alternativas y a tomar suficiente distancia del caso para reflexionar más a fondo sobre su colusión contratransferencial. Tal como suele suceder con otros casos de serias violaciones de límites, parece haber habido un “calce” singular entre el Dr. N y Jenny. El tenía una vasta necesidad inconsciente de curar a través del amor y de ahí a actuar (enact) una forma particular de relación objetal, a saber: un sanador omnipotente y una paciente agradecida (Gabbard, 2000a). Los padres del Dr. N se divorciaron en los primeros años de su infancia y él dedicó mucho tiempo de su juventud tratando de rescatar a su madre de la depresión y la desdicha. Siempre sintió que su madre salía con hombres que no eran lo suficientemente buenos para ella. El Dr. N observó que Jenny se parecía mucho a su madre y, retrospectivamente, él pudo ver cómo estaba re-actuando (re-enacting) su intento de rescate de la infancia con Jenny. Podemos sospechar que su parecido con la madre podría 67 GLEN O. GABBARD haberla convertido en más prohibida y aún en más seductora. La paciente, por el otro lado, tenía una intensa necesidad de frustrar esta actuación (enactment) y destruir su afán terapéutico así como su reputación profesional. Cuanto más frustraba ella sus esfuerzos para curar, más escalaba él en sus intentos heroicos de cambiarla. El carácter singular de este “calce” se ve reflejado en el hecho de que el Dr. N jamás había incurrido en otra violación seria de límites durante su carrera. Después del episodio con Jenny, él decidió retomar el análisis. No informa de ninguna violación posterior en los años que siguieron al tratamiento de Jenny. Los analistas que entran en este tipo de folie à deux con un paciente suicida a menudo se olvidan de qué es el análisis. Se convencen de que su conocimiento analítico y su entrenamiento son inútiles y que es su persona la que va a salvar al paciente. Este paradigma de rescate puede tomar la forma de un modelo deficitario en el cual el analista se convence de que algún tipo de provisión compensará aquello que faltó en la infancia (Gabbard y Lester, 1995). En el caso del Dr. N, la noción de llenar un déficit se concretó en el acto de insertar su pene en la vagina de la paciente. Esta regresión de la fantasía a la inserción corporal concreta, es emblemática de cómo los analistas en estas situaciones pueden entrar en un estado mental psicótico. Este estado primitivo alterado los puede llevar a tomar las fantasías y los deseos de los pacientes en forma completamente literal. La sexualización en estas situaciones puede reflejar una defensa frenética contra el sentimiento de muerte. Sentimientos de no-ser han sido bien descriptos en la literatura sobre el incesto (Bigras y Biggs 1990; Gabbard, 1992). El sentimiento de sí mismo de la víctima de incesto, es severamente dañado en el transcurso del desarrollo y puede dar lugar a profundos sentimientos de muerte. Los analistas pueden experimentar sentimientos similares, sobre todo cuando el paciente se desliga y queda absorbido en la tarea de planear el suicidio (Gabbard, 1992). La sexualización puede ofrecer la esperanza de traer vida y excitación a paciente y analista por igual –un esfuerzo inútil para reavivar un tratamiento que está inactivo (Coen, 1992; Gabbard, 1996). La sexualización puede, sin embargo, ocasionar una capitulación auto-destructiva en el paciente. El Dr. N era completamente conciente de que se estaba sacrificando a sí mismo para salvar a la paciente. Otros analistas, también, se sacrificarán masoquísticamente a un 68 DESCARRIOS DEL TRATAMIENTO PSICOANALITICO... paciente suicida como una forma de demostrar el alcance de su preocupación (Gabbard y Lester, 1995). Algunos de nuestros colegas se hacen famosos por tratar a pacientes “imposibles” que ningún otro analista trataría. Si bien muchos de estos colegas son analistas dotados, parece circular un subgrupo que transcurre su vida profesional recreando una situación que muchas veces refleja interacciones problemáticas con sus propios padres. Pueden estar intentando demostrar su propio mérito ante padres que rechazan o que son emocionalmente distantes, o pueden estar re-trabajando abandonos tempranos. Al someterse al paciente, ellos pueden abrigar una secreta grandiosidad, hasta una identificación con Cristo, en la que se ven a sí mismos sufriendo por los pecados de los demás, al servicio de transformar a los otros. Esta postura masoquista puede reflejar el terror de repetir una pérdida de objeto temprana en sus propias vidas. Su disponibilidad para arriesgar sus carreras puede ser vista como el menor de los males cuando se lo confronta con otra pérdida más. Los analistas que tuvieron que soportar pérdidas personales recientes, pueden estar particularmente predispuestos a salvar al paciente a cualquier precio en vez de tener que enfrentar otra variante de pérdida de objeto, lo cual ya los viene aterrorizando. El Dr. N, por ejemplo, estaba dispuesto a violar su código ético. Extendió los horarios, dejó de cobrar por el tiempo adicional, y gratificó el deseo de la paciente de dormir con él, en un esfuerzo heroico de demostrar que le importaba lo suficiente para tratar de salvar su vida. Sabía perfectamente que el resultado podía ser la pérdida de su profesión. Aquello que para un observador ajeno era una obvia recreación del incesto, era interpretado por el analista como noble sacrificio. Siempre he pensado que hay una ironía especial en la manera en que son racionalizadas las violaciones de límites con pacientes suicidas graves. El razonamiento para justificar las intervenciones no analíticas que llevan a uno al declive resbaladizo de la violación de los límites, es que solamente por medio de las salidas radicales del marco analítico es factible llegar al paciente. La ironía está en que estos pacientes muy traumatizados y gravemente perturbados, son justamente aquellos que requieren un vínculo contenedor pero claramente circunscripto dentro del tratamiento, para evitar la retraumatización y la ausencia de límites de sus situaciones infantiles. No estoy, por supuesto, argumentando a favor de la rigidez en el acercamiento a pacientes perturbados que padecieron traumas infan- 69 GLEN O. GABBARD tiles. Siempre he defendido la flexibilidad en el tratamiento de estos pacientes (Gabbard, 1997; Gabbard y Lester, 1995; Gabbard y Wilkinson, 1994). Un entorno de holding empático y firme es esencial. Lo que estoy enfatizando es que en el nombre de la flexibilidad se racionalizan tremendas transgresiones de límites sin consideración por el hecho de que simplemente se actúan (enact) los traumas infantiles en vez de contenerlos y comprenderlos a través del proceso analítico. CONCLUSIONES ¿Qué es lo que podemos aprender de estos descarríos trágicos del tratamiento psicoanalítco? Debemos comenzar siendo claros en cuanto a que no podemos nunca culpar al paciente por las transgresiones del analista. El paciente no tiene un código de conducta profesional y está autorizado a probar los límites del setting analítico. Como Betty Joseph (2001) observó una vez: “El paciente tiene todo el derecho de seducir al analista. El analista no tiene ningún derecho a dejarse seducir.” Sin embargo, la amenaza de suicidio se insinúa dentro de la psiquis del analista de una forma que es singular en nuestra experiencia. Nos encara de frente con los límites de lo que podemos hacer como analistas. Una lección obvia de estos casos es que el análisis puede no ser el tratamiento adecuado para ciertos pacientes letales, y que se deben considerar otras medidas. Cuando sea necesario, debemos valernos de la experiencia de colegas con conocimientos de psicofarmacología, terapia electroconvulsiva y tratamiento psiquiátrico hospitalario. Todos nos beneficiamos de un límite más permeable entre psiquiatría y psicoanálisis en estos casos. A veces sobreestimamos el poder del tratamiento psicoanalítico. En otras situaciones también nosotros pensamos demasiado poco en el análisis. Los analistas pueden estar demasiado dispuestos a abandonar el poder de la contención y comprensión y lanzarse de cabeza a cometer desatinos. El Dr. N recordó que abandonó la interpretación sistemática de la transferencia hostil de Jenny. Observó con vergüenza que gran parte de su trabajo interpretativo estaba dirigido a sus relaciones con otros hombres. Cuando, en el segundo año, ella comenzó a “aburrirse” con el tratamiento, él indagó acerca del enojo hacia él, pero Jenny negó toda hostilidad. En las últimas semanas del tratamiento, él le dijo que se sentía torturado. Ella le 70 DESCARRIOS DEL TRATAMIENTO PSICOANALITICO... respondió de una forma superficialmente dulce que no quería causarle daño o preocupación. Jenny le dijo al Dr. N que debería sentirse orgulloso de haberla mantenido con vida durante tanto tiempo y que no era culpa de él si ella había sido arruinada tempranamente en la vida. Retrospectivamente él reconoció que se trataba de un “ardid de manipuleo”. Otra lección que se puede aprender del examen cuidadoso de estos casos es que nosotros, analistas, tenemos una gran dosis de ambivalencia con respecto a la práctica del psicoanálisis. Nuestro amor por el análisis esta constantemente amenazado por nuestro odio inconsciente hacia el análisis (Steiner, 2000). Nosotros soportamos una presión en nuestro trabajo que tiene su costo. Exigimos una autodisciplina que pocas otras profesiones pueden igualar. El rol analítico es vivido a veces como un chaleco de fuerza del cual añoramos escapar. El Dr. N no está sólo en su secreta fantasía de que el amor puede ser más efectivo que el tratamiento. En muchos casos el odio también está azuzado por profundos resentimientos hacia nuestro analista didáctico o instituto de psicoanálisis (Gabbard y Lester, 1995). Este odio inconsciente hacia el rol y trabajo del analista a menudo está relacionado, en parte, con envidia al paciente. La asimetría del setting analítico es tal que la devoción por las necesidades del paciente y por las preocupaciones del paciente conforman una necesidad ética. Indudablemente es un lujo contar con la atención plena de otro ser humano cuatro o cinco veces por semana durante una hora. Nosotros, analistas, a veces podemos estar añorando recibir una atención similar. Ferenczi, por ejemplo, observó que él estaba tratando de dar a sus pacientes aquello que no había recibido de su madre (Dupont, 1988). La situación analítica, sin embargo, empeora este problema al agravar la herida del analista. En otras palabras, a medida que Ferenczi continuaba dando a sus pacientes, sólo podía sentir su propia carencia con mayor agudeza. Finalmente ensayó con experiencias de análisis mutuo, tratando de obtener del paciente algo a cambio que pudiera satisfacer sus propias necesidades. Hay que reconocerle que más adelante abandonó esa experiencia cuando vio que estaba cargada de problemas. Sin embargo, en mis años de consulta con casos de violaciones de límites, me ha llamado la atención con cuánta frecuencia se invoca el análisis mutuo de Ferenczi como racionalización para compartir el diván con el paciente y revelar problemas personales del analista. El 71 GLEN O. GABBARD manejo del odio en la díada también parece formar parte de esta variedad de actuación (enactment). Friedman (1995) señaló que a partir de los escritos de Ferenczi se puede inferir la relación entre el análisis mutuo y el odio persecutorio. Ferenczi reconoció que su estilo forzado, exageradamente amable frustraba el esfuerzo del paciente por desprenderse de su odio persecutorio. De ahí que comenzó con el análisis mutuo porque le permitía revelar su odio hacia el paciente y ser perdonado por ello. Ferenczi sentía que el analista debía aceptar las proyecciones de odio del paciente y luego confesarlas al paciente. Desgraciadamente, él también consideraba que el odio es esencialmente irreal y potencialmente manejable a través del amor irresistible del analista. Sin embargo, según observa Friedman (1995): “La afirmación de que alguna forma de amor pueda ser una adecuada respuesta curativa al sufrimiento del paciente, sólo produce una escalada en la demanda del paciente, ocasionando presiones insostenibles en el analista que inducen una increíble tensión” . Otra lección que se desprende de Ferenczi y del caso del Dr. N, así como también de otros tratamientos mal conducidos, es que muchos pacientes suicidas están buscando un “objeto suficientemente malo” (Gabbard, 2000a; Rosen, 1993). Estos pacientes necesitan desesperadamente que el analista contenga el introyecto abusivo que los carcome por dentro y les causa sufrimiento. Los analistas que no permiten ser convertidos en objetos malos, sólo invitan al paciente a aumentar sus esfuerzos para conseguir odio y agresión dentro de la díada (Fonagy, 1998 Gabbard, 2001). Es deber del analista resistir a la fuerza magnética de desidentificarse con el agresor. Debemos reconocer que hay aspectos del paciente que son irritantes, molestos, destructivos y abusivos, y nosotros debemos ser capaces de ser dueños de nuestras reacciones. El rol del analista es ser odiado y comprender ese odio, no negar proyectivamente los estados afectivos displacenteros y verlos en figuras parentales (u otras) fuera del consultorio. El caso del Dr. N también ilustra el hecho de que la consulta, aunque ayude, no es la panacea. Podemos elegir un analista que nos diga lo que queremos escuchar. Podemos corromper el proceso ocultando ciertos aspectos del tratamiento. Podemos ignorar el consejo del consultor. Podemos creer secretamente que nadie fuera de la cuasi incestuosa díada de analista y analizando puede comprender los rasgos especiales y singulares de un determinado paciente 72 DESCARRIOS DEL TRATAMIENTO PSICOANALITICO... suicida (Gabbard, 200b). La consulta puede ser extremadamente valiosa en estos casos, pero sólo si el analista elige un supervisor que pueda ver la situación desde una nueva perspectiva y que le esté permitido compartir esa perspectiva con el consultante. Hay una línea divisoria delgada entre deseos altruistas de ayudar a nuestros pacientes y anhelos omnipotentes de curarlos. Debemos evitar la cuasi delirante convicción de que sólo nosotros somos capaces de ayudar al paciente, y que es nuestra singular individualidad, más que nuestros conocimientos y técnica, lo que es útil. Hasta debemos aceptar que, dentro de nuestras limitaciones como analistas, vamos a perder algunos pacientes. Este reconocimiento nos puede ayudar a evitar escenarios de capitulación masoquista en el que nos sacrificamos a nosotros mismos en un ciego y grandioso esfuerzo de salvar a otro. Muchos de nosotros desatendemos el cuidado de nosotros mismos mientras nos formamos como analistas. Cuando se entrena a guardavidas o instructores de seguridad acuática, lo primero que se les enseña es que ellos mismos deben estar seguros antes de salvar a la víctima que se ahoga. Si no se dirige la atención a este tema, puede ocurrir que los ahogados sean dos en vez de uno. Nos podemos beneficiar de esta filosofía al entrenar a nuestros analistas. Debemos atender nuestras vidas personales y asegurarnos de que nuestras propias necesidades estén satisfechas antes de intentar salvar a otros. Un mensaje obvio que surge de estudiar estos casos es que los pacientes suicidas pueden arrastrarnos hacia abajo con ellos a pesar de nuestros más heroicos esfuerzos. Es nuestro deber asegurarnos que hacemos todo lo posible para mantener nuestras cabezas por encima del agua. BIBLIOGRAFIA ASCH, S. S. (1980) Suicide and the hidden executioner. Int. Rev. Psychoanal., 7: 51-60. BIGRAS, J. & BIGGS, K. H. (1990) Psychoanalysis as incestuous repetition: some technical considerations. In Adult Analysis in Childhood Sexual Abuse, ed. H.B. LEVINE. HILLSDALE, N J. The Analytic Press, pp. 35-41. 73 GLEN O. GABBARD BROWN, L. (ED.) (1993) The New Shorter Oxford English Dictionary on Historical Principles. Vol. 1. Oxford: Clarendon Press, p. 1034. CELENZA, A. (1991) The misuse of countertransference love in sexual intimacies between therapists and patients. Psychoanalytic Psychology, 8: 501-509. CELENZA, A. & GABBARD, G.O. (in press): Analysts Who Commit Sexual Boundary Violations: A Lost Cause? JAPA. CHAVROL, H. & SZTULMAN, H. (1997) Splitting and the psychodynamics of adolescent and young adult suicide attempts. Int. J. Psychoanal., 78: 1199-1208. COEN, S. J. 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Gabbard The Menninger Clinic, Box 829 Topeka KS 66601 Estados Unidos 76 APdeBA en Nueva Orleáns Paneles Trabajos libres ¿Por qué la observación de bebés en la formación psicoanalítica? 1 Claudia L. Borensztejn, Silvia L. Neborak, Clara Nemas, Virginia Ungar INTRODUCCION A LA DISCUSION Hace aproximadamente 10 años, un grupo de cinco psicoanalistas con experiencia clínica en trabajo con pacientes adultos y niños, nos reunimos para realizar observaciones de bebés con el método de Esther Bick. Después de haber realizado cada una nuestra propia experiencia, comenzamos a coordinar grupos de candidatos y miembros en nuestras respectivas instituciones y a escribir y publicar nuestras ideas (Borensztejn, C., 2000; Borensztejn, C. et al, 1998; Borensztejn, C. et al, 2000; Borensztejn, C. et al, 1999; Borensztejn, C. et al, 2001; Neborak, S. et al, 1999; Neborak, S. et al, 2001; Neborak, S. et al, 2000). A partir de nuestra experiencia re-descubrimos la importancia de incluir esta práctica en la formación del psicoanalista, como ya había sido planteado por Mrs Bick cuando diseñó el método de observación de bebés hace más de 50 años. Con una mirada retrospectiva, nos proponemos reflexionar en este workshop, acerca de la vigencia de nuestras motivaciones iniciales. Pensamos que en este momento crítico de la práctica psicoanalítica, la vuelta a la observación nos acerca al contexto de descubrimiento del psicoanálisis. Recordemos a Freud invitando a los padres de Hans a observar a su hijo, su observación del Fort-da y las reflexiones a las que dio lugar. Tengamos presente a Melanie Klein observando a Fritz-Erich, a Anna Freud y sus trabajos sobre observación en guarderías. 1 Material para leer en el workshop de Observación de Bebés en el Congreso Psicoanalítico Internacional de Nueva Orleáns, 2004. Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 79 C. L. BORENSZTEJN Y OTROS La observación de bebés, tal como fuera propuesta por Mrs. Bick, se inserta en el contexto teórico kleiniano y post-kleiniano de las relaciones de objeto tempranas. Esta tiene como correlato clínico a la denominada transferencia temprana (Etchegoyen, R. H., 1999). La técnica kleiniana se basa en la exploración de la transferencia temprana con su concomitante correlato contratransferencial. Consideramos que la observación de bebés es un instrumento adecuado para ayudar a desarrollar la receptividad para dichas transferencias en el trabajo clínico tanto con pacientes niños como con adultos, y es éste uno de los motivos por los que la proponemos como parte de la formación psicoanalítica. Este es el planteo al que nos referiremos en el presente trabajo. ALGO MAS DE HISTORIA Los trabajos de Mrs. Bick (Bick, E., 1964, 1968, 1985) –creadora del método de observación de bebés (MOB)– han estado desde el comienzo en el background de nuestra tarea. Volviendo a pensar en ellos no deja de sorprendernos la actualidad de sus preocupaciones y de sus ideas gestadas hace cincuenta y cinco años. Brevemente recordamos que Mrs. Bick creó este método integrando su formación previa como psicóloga experimental con su amplia experiencia como psicoanalista y docente en este campo. Su intención era afinar el instrumento psicoanalítico de los candidatos, particularmente en lo que se refería a las dificultades en el contacto con la contratransfererencia. En el transcurso de nuestra experiencia y reflexión acerca de la importancia de este método, creemos que hay otros factores que podrían ser agregados a los objetivos planteados inicialmente por Mrs. Bick. Entre estos factores se encuentra uno al que algunos autores se han referido como actitud analítica. Consideramos que la actitud analítica (Ungar, V., 2000) es una capacidad a ser conquistada pero que a su vez que exige un trabajo permanente para ser sostenida. En este sentido, pensamos que la observación psicoanalítica de bebés podría constituirse en una herramienta importante en la formación continua del psicoanalista.2 2 Un grupo de colegas ha agregado la observación de bebés como un cuarto pilar al trípode de Eitingon (Borensztejn, C. et al, 2001). 80 ¿POR QUE LA OBSERVACION DE BEBES...? Consideramos que en principio los componentes de la actitud analítica son la receptividad, la disposición a la observación, la tolerancia tanto al misterio como al desconocimiento y la inclinación a tratar de reflexionar antes que actuar. DEL OBSERVADOR AL ANALISTA - EJERCICIO DE UNA PRACTICA Recordemos que el método de Observación de Bebés modelo Bick incluye tres etapas: 1) Observación: la OB. se realiza generalmente en el contexto familiar con un setting que tiene puntos de contacto con el encuadre psicoanalítico, como veremos en un próximo apartado, aunque las condiciones parezcan tan distintas: el observador concurre semanalmente al hogar del bebé en un horario y tiempo constante, sin tomar notas en el momento. 2) Registro: consiste en la narrativa escrita, tratando de incluir todos los detalles que se recuerde de lo observado en la visita, e incluyendo especialmente los efectos que sobre el observador mismo ha tenido la experiencia. (Para las autoras el registro escrito se constituye en un antecedente facilitador de la reconstrucción de sesiones en un tratamiento psicoanalítico, así como también de posibles comunicaciones científicas.) 3) Discusión grupal: se realiza en seminarios semanales integrados por hasta cinco observadores y un coordinador entrenado. Tal como fuera planteado en un trabajo anterior (Borensztejn, C. et al, 1998), privilegiamos este momento del método en el que varias mentes trabajando juntas pueden acceder a conjeturas imaginativas, estimuladas por la lectura y discusión grupal de los materiales de observación. Durante la observación, el observador se encuentra expuesto a emociones intensas que se recrean en el momento de la reunión grupal. El trabajo en el seminario permite la exploración de las situaciones que en un tratamiento psicoanalítico se desarrollarán como fenómenos de transferencia-contratransferencia. Pensamos que este método así planteado, permitirá al candidato en formación ponerse en contacto con las dificultades que presenta la experiencia de cercanía con la vida emocional temprana a la que lo expondrá su práctica como psicoanalista. Otro aspecto que hemos considerado valioso es que esta práctica le permite al candidato poner a prueba su 81 C. L. BORENSZTEJN Y OTROS vocación y disponibilidad para llevar adelante una de las “profesiones imposibles”. LA ETICA EN LA OBSERVACION DE BEBES Hemos querido dedicarnos particularmente al tema de la ética, ya que éste aparece con cierta frecuencia en las discusiones entre los que practicamos el método de observación de bebés. Este tema es también un argumento relevante en los autores que plantean críticas a la implementación de este método. Las críticas se centran principalmente en la preocupación por las vicisitudes de las transferencias inevitablemente despertadas con el observador, en distintos miembros de la familia del bebé observado. La consideración de estos argumentos3 nos ha ayudado a revisar un tema que –a nuestro entender– está implícito tanto en la práctica de la observación de bebés como en el tratamiento psicoanalítico, mostrando los puntos de contacto entre ambas situaciones. La ética del psicoanálisis se expresa de modo privilegiado en la regla de abstinencia, que prescribe no satisfacer los deseos del paciente ni los del analista, y en la neutralidad analítica, que se manifiesta en la interpretación desinteresada, que no lleva otro propósito que el de informar (Borensztejn, C. et al, 2001). Tanto la regla de abstinencia como la neutralidad rigen también el posicionamiento del observador frente a su tarea. Además de estos aspectos compartidos con la ética general del psicoanálisis, el método de observación de bebés tiene algunos elementos que le son particulares. En primer término está el compromiso de anteponer el respeto por la mamá y el bebé ante cualquier otro objetivo. Esto implica la posibilidad de interrumpir una observación si se piensa que ésta puede actuar como una interferencia que perturbe de alguna manera a la familia. En un segundo plano ubicamos la finalidad formativa del observador. El reconocimiento de este objetivo refleja una actitud ética que se expresa en la modestia y agradecimiento hacia quienes nos 3 Grotstein, J. S. (2001) Comunicación personal. Guignard, F. (1997) “En observant l’infans... Us et abus de la ‘méthode Esther Bick’” en Au vif de l’infantile, Delachaux et Niestlé, Lausanne. Green, A. (1992) “Entretien avec Pierre Geissmann. A propos de l’Observation de Bébés”, Journal de Psychanalyse de l’enfant, T XII. Ferro, A. (2000) Entrevista en Psicanálise em Revista, T I, N°1. Estos son algunos de los autores cuyos cuestionamientos hemos considerado especialmente para pensar y precisar nuestras ideas. 82 ¿POR QUE LA OBSERVACION DE BEBES...? permiten hacer la tarea. En la medida en que difiere en los objetivos de un trabajo de investigación, las preguntas e intervenciones se mantienen en un nivel mínimo, para interferir lo menos posible con el desarrollo natural de la relación mamá-bebé. Nos ocuparemos con mayor detenimiento del problema de las transferencias despertadas en el vínculo con el observador. Sabemos que se desarrollan transferencias en todas las relaciones humanas. En la sesión, el contacto del paciente con el encuadre psicoanalítico permite que esas transferencias encuentren un espacio continente en el que van a poder expresarse. La actitud analítica del terapeuta y su compromiso ético de no responder con acción sino con disposición a comprender y reflexionar, pone en marcha el proceso analítico. Este se va a centrar en el despliegue de la neurosis de transferencia. En la práctica de la observación de bebés no creamos un dispositivo para el desarrollo de la neurosis de transferencia, que es la que específicamente estamos llamados a resolver como psicoanalistas en un análisis. El vínculo con la familia está basado en un contrato en el que están en juego los aspectos adultos de la personalidad, que serán los responsables de tramitar los efectos promovidos por las ineludibles transferencias desplegadas por los aspectos infantiles. Estos efectos, primordialmente emocionales pero también expresados en conductas concretas (seducción, provocaciones, consultas) son en primer lugar –y cuando es posible– “contenidos” en la mente del observador y no actuados durante la observación hasta tanto estas emociones puedan ser tramitadas en los sucesivos momentos y distintos espacios propuestos por el método. Pensamos que el primer nivel de reflexión acerca de las emociones suscitadas en la observación se da en el momento del registro escrito que se sugiere realizar a la salida de la casa del bebé. Un segundo nivel ocurre en el seminario semanal, cuando se lee y discute la observación. Es allí adonde se despliegan las múltiples respuestas de cada integrante del grupo al relato de la observación y se correlacionan con las emociones recíprocas desde y hacia la familia que el observador ha percibido en el campo. Pensamos que este trabajo grupal permite la exploración de las respuestas emocionales que en la clínica se manifiestan como transferencia-contratransferencia. En muchos seminarios hemos detectado respuestas emocionales inconscientes del grupo hacia la familia observada, que han debido ser trabajadas con intensidad en la reunión semanal, enrique- 83 C. L. BORENSZTEJN Y OTROS ciendo la comprensión de la transferencia como situación total, tal como lo plantea Betty Joseph (1976) en su excelente artículo.. Lo que acabamos de describir se correspondería con el concepto de “grupo de trabajo” planteado por Bion, que es un modelo al que aspiramos. También es cierto que la tarea grupal implica una tensión constante con el funcionamiento en base a supuestos básicos, siempre presente. POR QUE PROPONEMOS EL M.O.B. EN LA FORMACION PSICOANALITICA Como lo hemos propuesto al comienzo, el método de observación de bebés desarrolla capacidades vinculadas a la actitud analítica ya que, como hemos ido describiendo, implica una disposición a observar, un compromiso a registrar en detalle la experiencia incluyendo las emociones que genera y a dedicar un tiempo de reflexión grupal en el seminario. Es por esto que pensamos y proponemos que el MOB deviene en una herramienta invalorable en el camino de la adquisición y consolidación de la actitud analítica. Pensamos que la observación de bebés es, sobre todo en personas que cuentan con la continencia de su análisis personal, una disciplina idónea para el desarrollo de la función psicoanalítica de la personalidad como la describiera Bion. Para este autor, la observación es una de las dimensiones que va a esclarecer el objeto psicoanalítico. Insiste en el peligro de los analistas que teorizan indiferentes a los hechos que surgen en la práctica y propone una teoría de las transformaciones “que no se puede aplicar sino a aquellas situaciones en las cuales la observación es esencial” (Bion, W. R., 1962, 1965, 1974). La experiencia de la observación de bebés nos ha proporcionado modelos para pensar y modular la práctica analítica particularmente con pacientes que pasan por momentos muy regresivos. Desde otro punto de vista, también es cierto que la observación de bebés desarrolla en quien la practica la capacidad de construir modelos, conjeturas imaginativas, que pueden dar significación y sentido a los vínculos emocionales tempranos actualizados en la transferencia, en el caso de la práctica psicoanalítica. La exposición a sentimientos intensos, el impacto de sentirse atraído hacia un campo emocional de fuerzas, y la lucha por mantener 84 ¿POR QUE LA OBSERVACION DE BEBES...? el propio balance y el sentido de uno mismo, son aspectos valiosos del entrenamiento psicoanalítico. Estos aspectos del aprendizaje están ligados con la distinción que hace Bion entre aprender acerca de algo como experiencia intelectual y aprender de la experiencia emocional, que implica un proceso de transformación con cambios en la personalidad. LA DISCUSION GRUPAL COMO MOMENTO PRIVILEGIADO DE LA TAREA La tarea de reunión semanal grupal en el seminario de discusión de las observaciones con un coordinador es, a nuestro entender, lo que define lo singular de nuestro trabajo. En un artículo anterior hemos planteado la idea, basada en Meltzer, de que cada uno de los integrantes del seminario, tiende a encarnar los distintos dramatis personae de la mente del observador o aspectos de su self. También podemos decir que los diversos puntos de vista surgen de acuerdo a las diferentes identificaciones que asumen los miembros del grupo con los integrantes del campo observacional (mamá, bebé, papá, hermano, abuelos, empleada, etc.). La idea que quisiéramos enfatizar es que es en el espacio del seminario grupal, en el que aparecen los diferentes puntos de vista o vértices, donde radica la base de un aprendizaje por la experiencia acerca de la complejidad de la vida mental. Los distintos puntos de vista que alternativamente aparecen en el trabajo grupal y que representan una demanda de trabajo para el grupo, hace más evidente el riesgo del deslizamiento hacia una explicación o a una teorización prematura, que ponen de manifiesto la defensa contra el dolor ligado a la intolerancia a no comprender. La tarea grupal nos provee asimismo de un material vivencial, como observadores ahora y como analistas después, acerca de cómo se construyen conjeturas-hipótesis provisorias que podrán ser sostenidas por la recurrencia de un mismo pattern, descartadas ante otras evidencias o enriquecidas por nuevas observaciones. Esta tarea se puede dar solamente en el grupo, que a través de los aportes de sus distintos integrantes, posibilitará la aparición de múltiples perspectivas. Los significados que aparecen en el trabajo grupal son conjeturas. Pensamos que esta manera de trabajar sirve como modelo para pensar la tarea con pacientes durante la sesión analítica. No se trata 85 C. L. BORENSZTEJN Y OTROS de que la interpretación vehiculiza el saber de un analista sobre el mundo interno del paciente, sino que aproxima hipótesis sobre las que paciente y analista van construyendo significados. UN BREVE EJEMPLO TOMADO DE NUESTRA TAREA RECIENTE Esta observación presentó características especiales por distintos motivos. En relación con la observadora, ella era el miembro más joven y más nuevo del grupo; había entrevistado a la madre al final del embarazo y nada podía hacer prever la dramaticidad de lo que ocurrió luego. La beba –hija de una joven pareja de médicos– nació con un angioma cavernoso que no sólo deformaba su cara, sino que ponía en riesgo su vida y le provocaba mucho dolor al amamantar. Al comienzo la observadora tenía que ponerse barbijo para acercarse a la beba. Por lo tanto se trata de una experiencia que puso a prueba la capacidad de contención de la observadora y del grupo frente a la ansiedad de muerte, la ambivalencia y la culpa de la mamá, presentes en los primeros meses de esta beba. La observadora retoma sus visitas después de un intervalo de 2 meses por vacaciones. Tomaremos dos aspectos puntuales de esta observación y del modo en que fue procesada en el grupo. – “Veo a Sandra linda por primera vez”. El angioma, que abarcaba la nariz y boca de la beba, parecía significado por los padres más como una deformidad que como una malformación, y había una intención de intervenir quirúrgicamente a la beba al año, “antes de que ella se diera cuenta de lo que tenía”. En este reencuentro, la observadora comenta lo linda que es la beba, con “una sonrisa tan brillante que esconde la enfermedad”. El grupo se conmueve con estos comentarios y se siguen dos líneas de pensamiento. Por un lado se piensa en la noción de belleza ligada al conflicto estético de Meltzer y en las ideas de Piera Aulagnier acerca de la importancia para un bebé de ser “catectizado” libidinalmente. Se sugiere que ha habido una identificación de la observadora con la madre y la abuela, que han podido rescatar los aspectos hermosos de esta beba, ligados a su lucha por el desarrollo y por sobreponerse a las serias dificultades que ha enfrentado. Por otra parte se reflexiona en el grupo acerca de que el contacto con el desarrollo de los bebés promueve una sensibilidad hacia los aspectos del paciente que tienden al crecimien- 86 ¿POR QUE LA OBSERVACION DE BEBES...? to más que la mirada dirigida hacia la enfermedad. – Se prosigue la lectura y en otro momento la observadora describe cómo la mamá toma a Sandra en brazos y la arroja hacia arriba “como en un vuelo cortito”, juego que la beba parece disfrutar mucho, pero que causa “un poco de espanto” en la observadora, porque “parece un típico juego de hombres, de padres, hacer volar a los hijos”. Cuando la observadora lee este fragmento, se produce un momento de intensa ansiedad en el grupo que parece interrumpir o mejor dicho irrumpir en la tarea. Las participantes del seminario comienzan a traer ejemplos personales y acaloradamente se superponen hablando –situación no habitual en el grupo. Comienzan a tomar partido a favor o en contra de la madre, criticando o apoyando esta práctica de “hacer volar” y se inicia una discusión que parece desenfocada de la observación. Cuando las coordinadoras señalan este momento de ansiedad, el grupo puede volver a pensar sobre la observación y surgen una serie de conjeturas que permiten profundizar la discusión generando nuevos aportes. Parecería que en este momento hubo una identificación de las integrantes del grupo con un bebé en riesgo de ser alejado de la madre por un aspecto paterno: “ese es un juego que hacen los hombres, los padres”, dicen críticamente los miembros del grupo. Esta conjetura se confirma cuando se continúa con la lectura del material en el que más adelante la madre relata que la beba ya duerme sola en su propia habitación y que fue el padre quien a los cuatro meses de la beba tomó esta decisión pese a las dudas de la madre. La beba había requerido cuidados nocturnos por su angioma hasta ese momento, pero ya no eran necesarios desde el punto de vista médico. Desde esta perspectiva, surgieron hipótesis complementarias, así como la beba duerme fuera del cuarto de los padres, al haber terminado el período de riesgo vital, la madre tenía en el horizonte su regreso al trabajo y por lo tanto podía incluir en el juego la idea de la separación. ACERCA DEL ENCUADRE EN AMBOS METODOS Consideramos que sería importante poder conceptualizar una metapsicología del encuadre de la observación de bebés ya que pensamos que ésta tiene varios puntos de contacto con las funciones del encuadre psicoanalítico (Neborak, S. et al, 2001). 87 C. L. BORENSZTEJN Y OTROS El encuadre en la observación de bebés puede ser considerado –más allá de los aspectos formales– como un derivado de las funciones de los objetos internos en la mente del observador (Ríos, C. y Rimoldi, R., 1995). Desde esta aproximación, la función de continente encuentra un lugar en el encuadre de la observación de bebés, en la presencia pautada del observador que pone a disposición su receptividad. Siguiendo las ideas de Ríos y Rimoldi proponemos que el encuadre de la observación de bebés con el método de Bick implica también la función de delimitación, que incluye todos los elementos que operan como un límite a las fantasías de los aspectos infantiles activados en la familia. Están involucrados aquí los aspectos restrictivos del setting de la observación: el observador no está disponible en cualquier momento ni para cualquier tipo de intercambio que no sea el acordado. Proponemos que la regla de abstinencia propia del método de observación creado por la Sra. Bick, consiste en que el observador concurre, en principio, sólo a observar. Nos hacemos cargo de un hecho (Neborak, S. et al, 2001): una dosis de actuación va a ser ineludible, tal como sucede en el proceso analítico, incrementada quizás en el caso de la observación de bebés porque no tenemos el recurso de interpretar. Otros dos ingredientes son el fuerte compromiso emocional que toda observación supone y la tendencia inconsciente a identificarnos con los protagonistas de la escena observada. ALGUNAS CONCLUSIONES PROVISORIAS Una función relevante de la observación de bebés en la formación de futuros analistas es la de permitir el contacto con las propias dificultades para observar; la práctica de este método permite la posibilidad de desarrollar la capacidad de observación. Si hacemos un paralelo con la situación analítica, al formular la regla fundamental al comienzo de un análisis, sabemos que la capacidad de asociar libremente no existe casi en ese momento inicial y que se va a desarrollar a lo largo del proceso analítico. Del mismo modo, la capacidad de observación también va a evolucionar, sostenida por la tarea grupal. Nuestra experiencia también nos muestra que esta aspiración puede no cumplirse. Estas reflexiones nos llevan a enfatizar la importancia del análisis 88 ¿POR QUE LA OBSERVACION DE BEBES...? personal del observador así como el valor de esta práctica, sobre todo en la etapa del comienzo de la formación psicoanalítica. En este caso, la concebimos como una práctica pre-clínica que permite al observador ir acercándose a su posible aptitud para la tarea psicoanalítica. Nos parece también que podríamos considerar a la práctica del método como un elemento de ayuda para detectar las inclinaciones vocacionales erradas. La experiencia de observación de bebés como parte de la formación psicoanalítica requiere aún de reflexiones teóricas. En este sentido, uno de los problemas teóricos a considerar se refiere a la dualidad entre la observación y la hermenéutica. Otro es el de la base empírica, en cuanto a tomar material que no provenga de sesiones psicoanalíticas. Quizás nos ayude a pensar acerca de estos temas si recordamos que Freud tuvo el enorme mérito de transformar en discursivos hechos que no lo eran, como los chistes y los actos fallidos. Estos tampoco fueron tomados del contexto de sesiones, sino de la observación de la vida cotidiana y encontraron un lugar en la organización discursiva del psicoanálisis. Melanie Klein a su vez incluyó un terreno observacional como el del juego y las actitudes de los niños y lo transformó en parte de la hermenéutica psicoanalítica. Por lo tanto pensamos que el límite, en el método de observación de bebés, entre lo que es puramente descriptivo y lo que es discursivo y, por lo tanto significativo, es algo a estudiar. BIBLIOGRAFIA BICK, E. (1964) “Notas sobre la observación de lactantes en la enseñanza del psicoanálisis”. Revista de Psicoanálisis, Vol XXIV, 4. BICK, E. 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Neborak Billinghurst 2358, 1º “B” C1425DTV, Capital Federal Argentina Clara Nemas French 3023 C1425AWK, Capital Federal Argentina Virginia Ungar República de la India 2823, 7º “C” C1425FCC, Capital Federal Argentina 91 Las fronteras y la matriz disciplinaria psicoanalítica: análisis epistemológico de lo hermenéutico y lo científico René Epstein En el campo psicoanalítico se nos presentan actualmente diversos problemas epistemológicos que amplían la discusión acerca de si el psicoanálisis es una ciencia o una hermenéutica. Tomamos aquí como definición de epistemología la de “disciplina dedicada al estudio de los modos de producción de conocimientos objetivos”, diferenciándola así de la gnoseología.1 Esta diferencia incluye la idea de ciencia como el campo de los conocimientos objetivos y objetivables, de cierto nivel de generalidad.2 En un trabajo anterior se contrapusieron los términos de esta discusión desde un punto de vista más vinculado a la filosofía de la ciencia, diciendo que “...el conocimiento hallado ‘en sesión’ es de otro nivel que el formulado ‘fuera de sesión’. Desde un nivel epistemológico general, la coincidencia entre la necesidad de crear o adquirir más conocimiento para el paciente y el desarrollar ideas teóricas (...), da un espacio específico para ir diseñando ‘puentes epistemológicos’ (...): lo que parece irreductible del fenómeno objetivo abre una posibilidad gnoseológica” (Epstein, 1997). Usando en forma metódica los distintos aspectos de la problemática del conocimiento objetivo (Epstein, 1994), luego se integraron las conceptuaciones de Popper y Kuhn como complementarias (Epstein, 2000). Gnoseología: considerada cómo teoría del conocimiento en general. La objetividad de los enunciados está basada en la “contrastación intersubjetiva” de observaciones empíricas (Popper, 1934,1958), formulación que se acerca a la posición de Kuhn sobre paradigma o matriz disciplinaria (ver más adelante). 1 2 Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 93 RENE EPSTEIN Bernardi (2000) propone asumir una actitud de análisis epistemológico, siguiendo a Toulmin (1958),3 para superar las dificultades del debate en el campo psicoanalítico. Toulmin contrapone ese “análisis” a la idea de “teoría” epistemológica desde el ángulo de una lógica práctica o aplicada. Su posición se puede extender a un espacio más amplio: la idea es que el “debate” debe encontrar un lugar en la práctica teórica general dentro del campo psicoanalítico, es decir, la práctica de una confrontación integradora entre posiciones o postulaciones teóricas con una consideración comparativa de todos los “textos”, hablados y escritos. Esta práctica podría también denominarse “interdisciplina intradisciplinaria” (Epstein 2002 b, Epstein y Murillo, 2002). Vale la pena subrayar que Toulmin plantea que la validación de un argumento y un concepto es una cuestión que se resuelve en el interior de un campo, y no una cuestión de la relación entre campos. Esto aclara que la idea de una “interdisciplina” intradisciplinaria no se refiere a una actividad para establecer o levantar fronteras dentro del campo psicoanalítico, o para tomar una posición ecléctica frente a lo inconmensurable (Kuhn, 1971) y lo conmensurable (Epstein, 2000). Por el contrario, se trata de poder pensar cómo ir dando forma a ciertas cuestiones básicas: evitar las disociaciones intradisciplinarias y generar, como alguien ha dicho, “fronteras permeables”, para producir una “sumación algebraica”.4 En consonancia con el criterio de validación intradisciplinaria, se parte de una afirmación fuerte de fundamento gnoseológico: que dentro de un campo disciplinario las condiciones de pasaje de un espacio conceptual o un esquema referencial a otro están desde ya garantizadas, pues todas las formulaciones producidas están en referencia al mismo objeto de estudio, a una misma materialidad, que además existe más allá de la conceptuación que la ponga en consideración. Por más sesgadas, parciales o incompletas que sean las diversas postulaciones de los autores del campo psicoanalítico, los diversos espacios conceptuales deben tener necesariamente una 3 Toulmin trata de acercar las disciplinas que estarían circunscriptas bajo los términos de “epistemología” y “lógica”, despojándolas o tratando de despojarlas de ciertas connotaciones de carácter histórico. En particular, a la epistemología, de consideraciones que llama “psicológicas” y “fisiológicas”, y, a la lógica, de un apoyo preponderante en las matemáticas. 4 En esta presentación no estará en cuestión la relación de “fronteras permeables” con los conocimientos y las modelizaciones de disciplinas conexas, ni con sus metodologías. 94 LAS FRONTERAS Y LA MATRIZ DISCIPLINARIA... vinculación entre sí por el mero hecho de referirse, en nuestro caso, a la materialidad del “objeto psicoanalítico”, cuyo paradigma fuera sentado por Freud. La otra condición de vincularidad es que los miembros del campo psicoanalítico, definido por el paradigma freudiano, al aceptarlo, reconocen la existencia material del mismo, su existencia objetiva. Tomamos acá como definición de paradigma la variante ajustada por Kuhn (1971) en su postdata de 1969, cuando dice que “...los propios científicos dirían que comparten una teoría o un conjunto de teorías. (...) Para nuestros propósitos presentes sugiero ‘matriz disciplinaria’...” (destacado propio). Como se postulara anteriormente (Epstein y Murillo, 2002), el paradigma freudiano, que determina teóricamente un campo crucial, de máxima generalidad conceptual, está constituido por los conceptos planteados en la teoría del inconsciente, la teoría de la psicogénesis, y, para el caso particular de la terapéutica, en la teoría de la transferencia (es decir, un vínculo específico entre paciente y psicoanalista). Dentro de este espacio paradigmático se ubican, y han de ubicarse, todos los “representantes” o todos los “textos” sobre los diversos aspectos del objeto de estudio. También queda así reconocido que la cuestión esencial es ir determinando las conceptuaciones que se acercan más a lo objetivo, a la materialidad del objeto de estudio. Este criterio es más universal que los de “verdad” o de “utilidad”. Después de estas postulaciones de nivel general sobre un campo paradigmático o un objeto de estudio, volvamos a las cuestiones epistemológicas planteadas inicialmente, con centro en una discusión abarcadora: psicoanálisis: ¿ciencia o hermenéutica? Al considerarlo así, se implica: 1) que sin una “puesta a punto” de cada una de estas dos perspectivas, toda discusión puede distorsionarse fácilmente, y 2) que la discusión, como ya se dijera, se presenta bajo variantes. El abordaje de estas variantes puede enriquecer el debate epistemológico central, que va adquiriendo más fuerza, siempre y cuando lo podamos construir como una actividad de análisis epistemológico, que es lo se intenta aquí. Por ejemplo, como puede verse en los últimos años del “Psicoanálisis Internacional”,5 las variantes más actuales, y quizás las más significativas serían: la cuestión de la determinación objetiva de los resultados del tratamiento en psicoanálisis a través de la “investigación empírica”, las cuestiones vincu5 Boletín de la Asociación Psicoanalítica Internacional. 95 RENE EPSTEIN ladas a la consideración de las relaciones y las diferencias entre “psicoterapia” y “psicoanálisis” (como procedimientos terapéuticos), las discusiones sobre la formación de los psicoanalistas, y las cuestiones acerca de la relación entre psicoanálisis y cultura y psicoanálisis y sociedad. Estas últimas, siempre presentes ante situaciones sociales críticas y en el trasfondo de la discusión que intenta ubicar el psicoanálisis como una ciencia “humanista” o “del espíritu” o como una ciencia “natural”, confluyen en una antinomia que excede esta presentación. Para lograr entablar un análisis objetivo, es necesario afirmar que al perderse la ubicación de los respectivos fundamentos de dichas problemáticas, se permite (u oculta) la discusión primera, la del psicoanálisis como ciencia o como hermenéutica. Desde el comienzo, y en sí misma, habría una oposición falsa al querer ubicar una u otra como la forma de producción de conocimientos específica (y excluyente) del paradigma psicoanalítico. Ferrater Mora (1965), siguiendo a Dilthey, dice de la hermenéutica: “...un método (...) que permite fundamentar la validez universal de la interpretación (...) basada en un previo conocimiento de los datos (históricos, filológicos, etc.) que se trata de comprender, pero que a la vez da sentido a los citados datos por un proceso inevitable..., muy típico de la comprensión en tanto que método particular de las ciencias del espíritu. (...) La hermenéutica –que se puede en parte enseñar, mas para lo cual se necesita, sobre todo una perspicacia especial y la imitación de los modelos proporcionados por los grandes intérpretes 6– permite comprender a un autor mejor de lo que se entendía a sí mismo...”. Luego agrega: “...la hermenéutica permite pasar de los signos a las vivencias originarias que les dieron nacimiento ...”.7 Esta clarificación permite presentar ahora la hermenéutica, que es el aspecto mas discutido, a pesar de la cantidad de adeptos que tiene, no en una confrontación sino mas bien en una divergencia en el nivel de lo que se discute. El tomar al psicoanálisis como ciencia y en forma sistemática, es afirmar las cuestiones del aparato psíquico, la psique o la mente, como un nivel de lo general –lo hermenéutico se refiere mas circunscritamente al conocimiento de lo individual o del individuo o sujeto (ver Epstein, 1997). Ambos destacados son propios. Concluye Ferrater Mora diciendo que, para Dilthey, “...la psicología es sólo una forma particular de la hermenéutica”, cuestión que no sería de utilidad dejar de mencionar. 6 7 96 LAS FRONTERAS Y LA MATRIZ DISCIPLINARIA... Desde el punto de vista de un análisis epistemológico, difiriendo con lo que plantea Jiménez (2001), la cuestión central no sería la discusión acerca de la suficiencia o insuficiencia de la cura como argumento princeps de validación de la disciplina psicoanalítica. Ya Popper (1934,1958) ha planteado con claridad que el criterio central de la lógica científica es el de la falsación (no el de la validación, que es cuantitativa): es decir, el de la puesta a prueba con una contrastación. Como la acumulación de casos positivos no agrega conocimiento ni validez lógica, la validación puede ser útil desde el punto de vista “social” pero no desde el punto de vista del conocimiento general, que debe ser objetivo. Vaya como comentario al margen, que en el uso del nivel de la lógica, Toulmin es complementario de Popper. Freud plantea en 1923, en el artículo para la Enciclopedia, su definición trifronte del psicoanálisis. La confusión no estribaría tanto, desde el punto de vista gnoseológico, en la unión estrecha entre investigación y cura, como lo considera Jiménez (2001), sino que en este aspecto, lo que sucedería es que justamente cuando se habla de “método psicoanalítico”, no se discrimina o analiza epistemológicamente que hay dos “métodos” en juego: el de la investigación de lo individual y el de la cura. Se oscurece cómo ambos se inscriben en forma diferente en el crecimiento de “...los conocimientos psicológicos logrados por tal vía ...hasta amalgamarse en una nueva disciplina científica” (Jiménez, 2001. Destacado propio). Es decir, se confunde, como se dijera, los conocimientos de lo individual y los conocimientos de lo general: la “oposición” no es lo hermenéutico y lo terapéutico, sino, en todo caso, cómo lo hermenéutico y lo terapéutico pueden estar al “servicio” de lo científico, que sería el tercer “campo metodológico”. El análisis epistemológico nos indica que la actividad propia del psicoanalista en sesión es la de producir conocimiento siguiendo los cánones del método hermenéutico, y que esta producción, que se comunica al paciente, actúa en forma terapéutica. Este hecho constituye una contrastación popperiana (ver abajo). Y que ello sea propio del psicoanálisis sólo quiere decir que la cuestión del conocimiento es una cuestión del individuo humano (para decirlo de un modo general). No existe una circularidad (Jiménez, 2001) para la definición trifronte del psicoanálisis: los tres frentes no son dependientes entre sí del mismo modo, y lo que está planteado por Freud es 1) la afirmación de la existencia de un conocimiento objetivo de un nivel 97 RENE EPSTEIN de generalidad (ciencia) y 2) una ampliación de la matriz disciplinaria, que incluye en la estructura paradigmática la metodología de una parte esencial del modo de producción de conocimiento específico (hermenéutica), además de 3) la definición de una práctica particular que dicha ciencia permite (terapéutica), y que como toda práctica conlleva objetividad. Para nuestro campo disciplinario la conciencia del lugar de la metodología hermenéutica es fundamental y se considera que está indisolublemente ligada a la práctica terapéutica. Pero aquí se impone también el reconocimiento de que, como psicoanalistas, estamos en mejor situación que los investigadores de lo histórico. La verificación de lo objetivo, de lo “útil” del conocimiento producido por la actividad “hermenéutica” o de “exégesis autoral” del paciente, realizada por el psicoanalista en la sesión, es de tipo, y podemos decirlo, sistemático. El análisis epistemológico nos muestra que incluso usa los criterios de la lógica científica. Etchegoyen (2000) ha mostrado la interpretación psicoanalítica en sesión como una puesta a prueba de una hipótesis del psicoanalista, que confluyendo con la observación de la “respuesta” del paciente también produce una “contrastación” popperiana. El resultado de la investigación hermenéutica se vuelve objetivable, pero considerar que la actividad de producción de conocimientos en sesión (o “por” la sesión), no es distinguible del método de producción de conocimientos de lo general, es confundir la interpretación con la inducción.8 Habrá que ver si el modelo metodológico hermenéutico se pone en juego y sirve para estudiar otras instancias de la producción de conocimiento en nuestro campo, por ejemplo para la interdisciplina en sentido estricto. Es de pensar que esta metodología sin duda podrá ayudar a estudiar los temas de la investigación conceptual (ver Bernardi, 2002), y en particular, justamente los problemas de la “interdisciplina intradisciplinaria”: en este caso es la interrelación entre autores, de ideas y conceptos, con un anclaje histórico e “interpretaciones” individuales, por ejemplo, como se da en el estudio de las diferencias entre instinto y pulsión, lo que se debe “interpretar”. 8 Recordemos que Popper (1934,1958) dice que la inducción, es decir, el pasaje de las observaciones individuales o particulares a una regla o ley general, es un proceso psicológico, que por ahora no es patrimonio de la epistemología ni de la lógica. Por otra parte, la hermenéutica está comenzando a ser cuantificada (ver por ejemplo a Elliot, 2002). 98 LAS FRONTERAS Y LA MATRIZ DISCIPLINARIA... El tema de una actividad objetivable, o de un concepto o espacio conceptual objetivables, es cuestión sustancial en cualquier tarea que pretende ser reconocida como ciencia. Se usa esta expresión para significar que aquí, un concepto, o más bien un área de conceptos, se considera bajo una forma menos cosificada que la expresión más habitual de “concepto descriptivo”, y, además, que la misma está referida a un cierto campo de materialidad. (Va de suyo que esta formulación le adscribe materialidad a las palabras). Con esta utilización de la idea de “concepto” como “representante” de un objeto material, nos adentramos aun más en la consecuencia de confrontar los problemas del conocimiento de la individualidad y del conocimiento de lo general. La metodología hermenéutica produce “conceptos” sobre lo individual. En nuestro caso, sobre el individuo en sesión, pero sobre una generalidad del individuo, sobre aquello que es general en él, aquello que es repetible y repetido (por la compulsión a la repetición), más allá de los “datos” 9 en los que se presenta esa generalidad de lo individual o del individuo. Es esta repetición de lo general del individuo, presente en el curso del tratamiento psicoanalítico, lo que permite la terapéutica y su caracterización como un proceso. Y es justamente por esto que la interpretación y las respuestas a la misma permiten percibir que, planteada como una hipótesis conceptual de lo individual, la interpretación “se convierte” o resulta ser una hipótesis objetivable, sea en el curso de una sesión, de un conjunto de sesiones, a lo largo del tratamiento, en función de esa particularidad de la operatoria psicoanalítica de lo mental, por la cual el conocimiento de lo inconsciente se objetiva por los cambios que se produce con la elaboración. La subjetividad individual se convierte en objetiva, al menos para el psicoanalista, y, si hay elaboración, por decirlo de un modo sucinto, también para el individuo-paciente. La forma que toma la descripción de esa objetividad puede ser diversa, pero nos encontramos con una materialidad que admite sólo ciertos “modos” de simplificación. Todo lo que se refiere al aparato mental, la mente o el aparato psíquico son conceptos, más o menos generales, que pueden ser pasibles de conocimiento objetivable, incluido lo “transindividual” de la sesión, es decir, lo que excede lo propio de un individuo “aislado”, y que no puede “autocontrastarse”. 9 Ver la descripción que sobre la posición de Dilthey hace Ferrater Mora (1965) en el apartado sobre “Hermenéutica”. 99 RENE EPSTEIN Y es la “repetición” de una característica, un elemento, un rasgo, de un individuo a otro, lo que fundamenta la inducción de leyes generales para el conjunto de los aparatos mentales, mentes o psique de los individuos. La repetición de una función, una estructura, lo no circunstancial, lo no individual (en el sentido de acto o hecho “individual” o “indivisible”, subjetivo), lo compartible, por lo tanto, entre investigadores (de lo individual y de lo general, en nuestro caso), es lo que abre paso al conocimiento objetivo, científico (Popper, 1934,1958). En el campo de la ciencia, con su sistematicidad, su metodología propia, para todo aquello que trasciende lo individual, la simplificación o síntesis se llama conceptuación y, por tanto, es abstracción o inducción o generalización; la metaforización no existe mas que como instrumento de bajo nivel conceptual, pero la modelización puede ser muchas veces de utilidad. La modelización, dentro de los límites de la metodología científica, tiene un valor que se puede llamar hermenéutico, pues permite “interpretar” los datos generales para una conceptuación específica distinta. Buen ejemplo es el “Proyecto de una psicología...” (1895) freudiano, o las modelizaciones tomadas de la óptica para representar la interacción de las instancias, propuestas en la primera tópica freudiana. Recordemos ahora brevemente el “entre-espacio” de lo general y lo individual que se juega en la tarea de supervisión. Quedan ahí reunidos de hecho lo conmensurable de la teoría de lo general, lo “inconmensurable” de la investigación transubjetiva de lo general del individuo y lo objetivable de lo individual de la investigación hermenéutica. El supervisando expone lo que él considera general del individuo-paciente a la observación-supervisora, que acepta la existencia de esa generalidad, y la contrapone con su visión de la misma. Tantas veces es buscado que quien ejerce la supervisión tenga un “estilo” interpretativo,10 que no sea el mismo de quien supervisa, es decir una posición “hermenéutica” distinta, pero no subjetiva. Y, desde el punto de vista del análisis epistemológico, la mera aceptación de esta posibilidad ya significa que hay posibilidades de integración de los conocimientos por más que éstos sean generados dentro de diversos esquemas interpretativos o esquemas referenciales, y más todavía cuando la supervisión es grupal. Son muchas las inducciones (no interpretaciones) generadas 10 En el sentido de Dilthey (ver nota anterior). 100 LAS FRONTERAS Y LA MATRIZ DISCIPLINARIA... desde la práctica terapéutica de decenios que no han sido sistematizadas, generalizadas o llevadas hasta sus últimas consecuencias: por ejemplo, el lugar de la patología, de la personalidad del paciente, de la situación, e incluso de la formación del terapeuta, como determinantes de la técnica. Pero veamos ahora uno de los temas más actuales para un análisis epistemológico: lo ya mencionado, la discusión psicoanálisis-psicoterapia psicoanalítica, como una situación de “doble entrada”, y teniendo en cuenta los problemas de la salud mental, tal como lo plantea Jiménez (2001). Esta controversia podría modelizarse, por ejemplo, diciendo que quienes en el campo psicoanalítico excluyen la posibilidad de considerar dicha diferencia, hacen de la investigación de lo individual una cuestión casi opuesta a la vinculación de ésta con la investigación de lo general: bastaría la posición hermenéutica, y, por lo tanto, no habría variantes individuales ni particulares de importancia. Los que insisten en mantener una diferencia irreductible sostienen que la investigación de lo individual, la interpretación-objetivación puede ser excluida o incluida casi a voluntad del terapeuta. Investigaciones propias, usando una técnica de investigación empírica que permite producir matrices de fácil comparación para ver lo conmensurable y lo inconmensurable (Epstein, 2002a, 2003; Epstein y cols., 2003), avalan la idea de considerar que ambas terapias, en una aproximación modelística, tienen por de pronto un método en común en cuanto a la consideración del campo transferencial. Esto avalaría la idea de que la confrontación excluyente no tendría sentido, siendo la psicoterapia un caso particular y limitado de un tratamiento de base teórica y metodológica psicoanalítica. De lo que se trata es de ir desarrollando un modo de pensamiento que haga honor al determinismo múltiple que plantea la metapsicología freudiana con su exigencia de un triple nivel descriptivo para la conceptuación psicoanalítica en general. Este determinismo múltiple está en oposición con el positivismo y con el postmodernismo relativista. Si bien la hermenéutica se hace cargo de investigaciones de determinismo múltiple, vemos que ello se refiere más bien a un método indirecto. No es el momento de entrar aquí en la cuestión de cuán diferenciado tenía Freud o no los tres niveles metodológicos: el curativo, el de investigación del individuo y el de la creación de conocimientos generales. O bien hasta qué punto en realidad estaba desplegando la polisemia conceptual del término psicoanálisis. Es responsabilidad nuestra diferenciar lo que puede verse favorecido 101 RENE EPSTEIN nuestro campo disciplinario por un modo específico de producción del conocimiento, que se sustenta esencialmente en el ejercicio profesional individual, y lo que tiene que ser constituido como un lugar de trabajo en común, metodológicamente adecuado para afirmar la teoría psicoanalítica, no sólo a los efectos de la cura sino también del conocimiento científico particular (psicoanalítico) y del universal. Que la idealización del “método psicoanalítico” hubiera sido realmente iniciada por Freud (Jiménez, 2001), no es lo central para el presente análisis. Y la inclusión de la investigación empírica en la formación de los psicoanalistas, como elemento del trípode, es una cuestión de dudosa eficacia. Las formas de pensar para la tarea hermenéutica y para el trabajo de investigación de lo general son distintas: el aprendizaje por experiencia de dos metodologías de investigación es muy costoso. Lo que sería quizás de utilidad, para evitar idealizaciones, es más bien la convivencia de los investigadores de lo general y los psicoanalistas en formación en el seno de un ambiente de integración, junto con la inclusión de una formación epistemológica más clara, basada en la objetividad y no en las cuestiones de la verdad, siempre más cercanas a la eternidad que el pensamiento formalizado de un modo hipotético (Popper, 1934,1958). BIBLIOGRAFIA BERNARDI, R. 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René Epstein Mansilla 3267, 3º “A” C1425BPO, Capital Federal Argentina 103 El papel de la teorías en la transmisión del psicoanálisis 1 Héctor Ferrari, Manuel Gálvez, Jorge Luis Maldonado, Rodolfo Moguillansky, Julio Moreno, Guillermo Seiguer 1- Esta comunicación se originó en un grupo de discusión de pares, centrado en la enseñanza y el aprendizaje del psicoanálisis, cuyo objetivo era tratar de deslindar el papel de las teorías psicoanalíticas en la transmisión del psicoanálisis. Los siguientes interrogantes operaron como disparadores de las ideas en las que se centró la discusión. ¿Es beneficioso, en la formación analítica, que los candidatos tengan contacto con varias concepciones teóricas? o ¿Es mejor que se relacionen más profundamente con una de ellas? ¿Hasta qué punto es conveniente el énfasis en la formación teórica por sobre otros aspectos? ¿Cuál es el valor de la teoría en la formación de un analista? Los términos transmitir, enseñar en nuestro campo, aun cuando su diferenciación exceda los límites de este texto, tienen una importancia que requiere una cierta distinción. La enseñanza es uno, pero no el único de los elementos de la transmisión. En ésta intervienen el análisis individual, la supervisión y la enseñanza teórica en un acople complejo no fácilmente discernible. Sin embargo, nuestra propuesta es examinar el papel que cumple uno de los componentes de dicha transmisión: “la enseñanza teórica”, en forma independiente de los otros factores. 2- Para llevar adelante nuestra indagación tomamos un brevísimo material clínico con la finalidad de realizar una suerte de juego especulativo, y el propósito de explorar el posible uso y la aplicación 1 43º Congreso de la API. Trabajando en las Fronteras, Nueva Orleáns, marzo 2004. Trabajo para ser discutido en el espacio del Comité de educación de la IPA. Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 105 H. FERRARI Y OTROS de las teorías. Aislamos una corta viñeta de un material más extenso con la finalidad de ejemplificar cómo se puede “usar” la teoría para “comprender” un material. Sabemos, de todos modos, que toda intención de comprender el sentido de la sesión o bien de su significado en la relación transferencial quedaba así descartada. El fragmento elegido fue el siguiente: un paciente adulto varón contó que durante su infancia, junto con un amigo, sacaba golosinas de un kiosco de venta de caramelos. Mientras el paciente robaba caramelos, el amigo distraía al dueño del kiosco. Al enterarse su padre de este episodio, lo llevó ante el dueño, lo obligó a devolverlos y a disculparse ante éste, lo cual le provocó gran vergüenza. 3- Nos propusimos considerar qué tipo de ocurrencias surgían en nosotros ante ese material; comprobamos que éstas remitían a distintos modelos conceptuales: a- Uno de los integrantes consideró el material como expresión de la rivalidad edípica dirigida contra el padre, desplazado en la figura del kiosquero, y como expresión de un deseo de posesión de la madre (las golosinas) que le era arrebatada al padre. La acción contendría, además, un carácter de mensaje desafiante e incitante dirigido hacia el padre. b- Otra visión consideraba que el conflicto, expresado en el material, residía en un ataque al pecho materno representado por el kiosco con su valorado y envidiado contenido: las golosinas, en tanto que el dueño del kiosco correspondería a una eventual representación del pezón. De este ataque, la envidia sería su motivación central. Una variante de la versión anterior apreciaba en el kiosco el carácter, ya no de pecho, sino como representación plena del cuerpo materno con sus correspondientes contenidos codiciados. c- Una nueva perspectiva recordaba el escrito de Freud “Los que delinquen por sentimientos de culpabilidad” y consideraba la situación total como expresión de la necesidad del paciente de realizar una acción delictiva para otorgarle asidero a una fantasía inconsciente. El complejo de Edipo sería en esta versión, como en el primer caso, la motivación predominante, pero el énfasis reside aquí en el sentimiento de culpabilidad, otorgando primacía a la concepción por la cual toda la acción estaba dirigida a reclamar el establecimiento de la ley paterna (cuyo objetivo es instaurar la prohibición del incesto y el acceso al orden simbólico). Supuestamente, dicha ley se encontraría deficientemente establecida en el paciente y el sentido de la acción sería una incitación a que el padre se enterase de la falla en su 106 EL PAPEL DE LAS TEORIAS... función paterna y, lograr así, que éste pudiera instaurarla. No se nos escapa lo esquemático que pueden resultar las tres caracterizaciones, pero su esquematismo nos permite hacer más claro nuestro planteo. Al menos tres teorías se encuentran confrontadas en esta elucidación: una concepción que privilegia el complejo de Edipo positivo (en el sentido freudiano clásico), otra que jerarquiza la importancia del sadismo y la envidia (Klein) y una tercera que le otorga a la función paterna valor estructurante y determinante, siendo el padre el objeto hacia quien estarían dirigidos los actos (Lacan). Dentro de este juego especulativo el analista representaría, en la transferencia, alguna de estas distintas funciones. 4- Numerosos interrogantes florecieron a partir de estas caracterizaciones. Se esbozó, en primer lugar, qué pauta de conexión se daba entre esos diversos abordajes y modelos; si existía divergencia, complementariedad, suplementariedad 2 u otro tipo de relación. Se bosquejó la hipótesis de que cada una de estas consideraciones pudiera o no corresponder a distintos aspectos de la conflictiva del paciente, en cuyo caso las teorías se encontrarían ligadas por una relación de complementariedad, o bien si las teorías que subyacían a las diferentes hipótesis clínicas eran entre sí excluyentes, suplementarias o incluso inconmensurables. En este sentido, Baranger et al (1983) consideran, en oposición a una idea preconcebida del proceso analítico o “cura típica”, que, en la experiencia analítica, existen diversos desarrollos posibles. De aceptar que las teorías pueden tener el mismo referente clínico, nos interesa estudiar si contar con concepciones teóricas diferentes da o no una ganancia al modo de comprender del analista. La diversidad de teorías, ¿es expresión de un saludable pluralismo ideológico o, por el contrario, genera un eclecticismo que obstaculiza la comprensión profunda del material? 3 5- Contar con diversas teorías podría acarrear algunas ventajas: a) encontrar puentes entre ideas divergentes; b) hallar similares 2 Teorías complementarias serían aquellas que completan un todo, teorías suplementarias serían aquellas en las que una de ellas descompleta la pretensión hegemónica de la primera (Moreno, J., 2002). 3 Si bien este término –eclecticismo– es a menudo utilizado con una connotación peyorativa que expresa tendencia a la indefinición, conviene recordar que el origen del término responde a una escuela filosófica que procura conciliar diversas tesis que proceden de sistemas diferentes. 107 H. FERRARI Y OTROS referentes entre ideas aparentemente disímiles; c) confrontar diversos modelos, haciendo evidente lo no contemplado por otra teoría; d) “golpear” una teoría con otra poniendo de manifiesto sus puntos de inconsistencia; e) leer una teoría desde otra, lo que podría arrojar una nueva luz sobre ambas. Sin embargo, no se nos escapa que el peligro que puede subyacer en todos estos casos es que la diversidad de teorías genere una asimilación de conceptos diversos que aumenten la confusión, desfavorezcan la profundización de cada situación e interfieran con la escucha de la singularidad de cada caso. 6- En relación con la enseñanza del psicoanálisis queda planteado un problema desde dos vertientes diferentes: a) La enseñanza puede conducir a la utilización indiscriminada de teorías disímiles que determinan un nivel de confusión. Creemos que esto podría generar una teoría para cada situación clínica, con poca o ninguna coherencia entre sí y que consecuentemente vuelvan irrefutable cualquier concepción en la mente del analista. b) Puede servir como un instrumental que aumente los vértices de observación de hechos clínicos, por lo detallado en 5. 7- Sugerimos que la transmisión de las teorías pierde su función cuando lo que ellas propician deja de ser considerado como una construcción, y adquiere cualidad ontológica. Describe, en ese caso, una supuesta substancialidad que produce que, quien desde esta postura observa la experiencia, quede alejado de los hechos de la sesión. Esta posición nuestra conduce a jerarquizar la importancia de la relación entre la descripción teórica y su correlato clínico; la enseñanza del psicoanálisis adquiere un carácter de vacío cuando se pretende enseñar materias teóricas apartadas de la experiencia clínica de la cual partieron. Encontramos un ejemplo de esta distorsión en la enseñanza del capítulo VII del libro de los sueños de Freud desprendida del conocimiento previo del libro de los sueños. 8- En relación al aprendizaje, es posible observar cómo las teorías comienzan generando apasionamiento y despertando la vivencia de descubrimiento. Sin embargo, esta relación afectiva suele luego decaer siendo sucedida por desinterés, lo cual puede ocurrir porque la teoría ha sido asimilada y está disponible para ser utilizada como modelo conceptual, aun cuando ya no despierta la visión de descubrimiento. También la teoría puede perder vigencia para un mismo analista o en un grupo psicoanalítico, cuando ya no da cuenta de nuevos hechos de observación clínica. 108 EL PAPEL DE LAS TEORIAS... La concepción a-crítica frente a determinados modelos conceptuales debido a factores dependientes del momento evolutivo de una disciplina y de los vínculos con objetos de identificación –que en la enseñanza del psicoanálisis es ineludible–, no rara vez genera distorsiones en el proceso de transmisión. En ambos casos, se puede perder la posibilidad de confrontación de las teorías con los hechos. Esto genera filiaciones que pueden ser utilizadas como instrumento de poder. 9- Sugerimos que en la enseñanza del psicoanálisis se debería tender a estimular la función teorizante en nuestros candidatos antes que su adhesión a determinadas teorías. ¿En qué consiste la incorporación de una teoría con pasión? Es indudable que en el apasionamiento que suele acompañar el proceso de aprehensión de una teoría intervienen diversos factores. Esto implica el desarrollo de un interés por el conocimiento en sí mismo que es parte de las vicisitudes de la sublimación, también por la capacidad de las teorías de dar cuenta de los hechos en la experiencia clínica. Pero hay otros factores que en el orden del aprendizaje pueden motivar la adopción de una teoría por sobre las restantes: a) El esquema referencial emergido en el propio análisis personal o supervisión. Este factor tiene su raigambre en el proceso de identificación a niveles inconscientes con el modelo conceptual o el enfoque del propio analista o del supervisor. b) Cuando adquiere valor emblemático de pertenencia a un grupo, a veces respondiendo con ello a tensiones existentes dentro de una Sociedad Psicoanalítica. La cohesión de un grupo queda así vinculada a una línea de pensamiento. c) Porque quien se encuentre en condiciones de adoptar la teoría no disponga de las posibilidades de elegir debido a que no cuente con el repertorio conceptual necesario para cotejarla con otras. Se trataría en todos los casos de una función obstaculizante del apasionamiento. Otras veces el apasionamiento puede favorecer las discusiones “en el aire”, sin conexión con los hechos. Esto no rara vez se ve favorecido por el hecho de que las teorías apasionantes generan una jerga que se presenta como autosuficiente y cerrada, a la que los discípulos apasionados consideran axiomática y se convierte en una capa impermeable a cualquier cuestionamiento. 10- El psicoanálisis es una práctica y una teoría acerca del funcionamiento de la mente. La teorías psicoanalíticas difieren de las sexuales infantiles, entre otras cosas, en que las primeras deberían ser 109 H. FERRARI Y OTROS utilizadas sólo mientras den cuenta de los hechos clínicos y sustituidas por otras cuando dejen de cumplir esa función. En cambio, las teorías sexuales infantiles son construcciones teóricas creadas precisamente para anular lo perturbador de la “realidad” presumida u observada. Por ello, persisten sin ser abandonadas aun cuando no coincidan con los hechos. Son establecidas por su carácter encubridor. Las teorías psicoanalíticas deberían, en cambio, ser destituidas por si evidencian un carácter encubridor. De todos modos, lo infantil se infiltra entre los diversos elementos que constituyen el factor pasional generando en el aprendizaje diversas perturbaciones y toda teoría, por completa y acabada que se presuma, tiene, además de un carácter develador, otro encubridor. 11- Durante la modernidad existió una particular valorización de las teorías que se presentaban como una promesa totalizadora, o se proponían como una visión del mundo (Weltanschauung). En la actualidad –por evidencias emergidas desde múltiples perspectivas– queda cuestionada la validez de ese concepto de totalidad y la existencia utópica de un saber acabado y universal. Más bien se piensa que hay múltiples realidades. Las certezas ideológicas de la modernidad presentan una sugerente similitud con las certezas que han tenido y aún tienen ciertos intentos teóricos de cosmovisión en psicoanálisis. Cuando esto tiene lugar, la observación del universo queda establecida mediante una teoría que, primero delimita el mundo de lo existente y, segundo, explica todo emergente basándose en el recorte axiomático que estableció.4 Cada vez que el psicoanálisis penetró en esos caminos perdió su capacidad de indagación. CONCLUSIONES La enseñanza del psicoanálisis debería tender a desarrollar las capacidades individuales de teorización en tanto estimulación de lo que podría ser denominado “función teorizante”. Esta función puede verse perturbada por los factores que interfieren con el aprendizaje. En este sentido, la teoría en sí misma puede resultar un factor perturbador. La enseñanza de varias teorías en la formación psicoanalítica 4 Así, de establecer que lo único existente y determinante son significantes, todo quedaría explicado a través de significantes. 110 EL PAPEL DE LAS TEORIAS... pone coto al apasionamiento singular en el sentido de estimular la capacidad de abstracción sobre la clínica y, además, incentiva el desarrollo individual de las capacidades teóricas personales. Uno de los beneficios de la enseñanza del psicoanálisis a partir de la transmisión de diversas teorías, y no sólo de una, es que en las diferencias existentes entre éstas se encontraría un factor de estímulo para el pensamiento. Pero esto requiere que en esa enseñanza no se pierda de vista el hecho de que la teoría en cuestión es sólo un punto de vista, con consecuencias teóricas y prácticas que pueden y deben ser evaluadas. BIBLIOGRAFIA BARANGER, M.; BARANGER, W.; MOM, J. (1983) Process and non-process in analytic work. Int. Jour. Psycho-Anal. 64: 1-15. BERNARDI, R. (1989) The role of paradigmatic determinants in Psichoanalytic understanding, Int. Jour. Psycho-Anal., 70: 341-347. Revista de Psicoanálisis, XLVI: 904-922.  (2001) La función del debate en psicoanálisis, conferencia en: Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires. DUARTE, A. (2000) “Más allá de la información dada. Como construimos nuestras hipótesis clínicas”. Revista de la Sociedad Argentina de Psicoanálisis, Nº 3. ETCHEGOYEN, R. H. (1986) Los Fundamentos de la Técnica Psicoanalítica. Amorrortu Editores. GADDINI, E. 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Héctor Ferrari Laprida 1898, 12º “K” C1425EKR, Capital Federal Argentina Manuel José Gálvez Bulnes 2659, 7º “C” C1425DKU, Capital Federal Argentina Jorge Luis Maldonado Gallo 1650, 14º “D” C1425EFJ, Capital Federal Argentina Rodolfo Moguillansky Barrientos 1566, 10º “C” C1115ABB, Capital Federal Argentina Julio Moreno Av. Las Heras 2925, PB “4” C1425ASG, Capital Federal Argentina Guillermo Seiguer Laprida 1898, 16º “F” C1425EKR, Capital Federal Argentina 112 La supervisión didáctica 1 Manuel J. Gálvez Participo junto con otros de la idea de que el peso del aprendizaje del psicoanálisis ha de centrarse en las supervisiones de formación. El análisis del candidato es condición necesaria pero no suficiente. El análisis didáctico debería pasar a ser un análisis “común y corriente”, no sólo desde el punto de vista del proceso analítico sino, sobre todo, a partir de los excesos de poder que surgen inevitablemente del marco institucional, propenso a la idealización, escisión y desmentida. Es posible imaginar una transmisión institucional del psicoanálisis centrada en la supervisión. Esto no implica necesariamente abandonar el dispositivo de Eitingon y pasar al modelo francés, que describe Kernberg (2000). Me parece posible, mediante el intercambio entre los Institutos, llegar a construir un modelo común con características propias para cada institución. Las ideas propuestas aquí quieren ser un aporte a este objetivo. El modelo francés se constituye en un precursor de estas posibilidades abiertas a la confrontación y elaboración. En una primera parte examino los aspectos institucionales de la propuesta. En la segunda, ideas concernientes al proceso de supervisión. 1 Estas Notas constituyen un resumen de una sección del trabajo “Notas sobre aspectos atuais da transmissão da psicanálise” publicado en la Revista Brasileira de Psicoanálise, Vol. 36, nº 03, 2002. Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 113 MANUEL J. GALVEZ A) ASPECTOS INSTITUCIONALES ¿Cómo podría organizarse la supervisión didáctica si pasara a ser el centro de la formación y evaluación? Para esto se han sugerido diversas modificaciones: 1) Separar la función de supervisor de la de analista didacta. Las razones que veo para efectuar esta separación coinciden, en parte, con lo expresado por Kernberg (2000): “El hecho de que los analistas didactas y los supervisores sean seleccionados con el modelo Eitingon como si fueran dos funciones de la misma persona ilustra, me parece, la falta de suficiente consideración hacia la importancia de las cualidades pedagógicas del supervisor. La selección de supervisores y la seguridad en la calidad de su trabajo es quizás el aspecto más esencial de la responsabilidad del Instituto”. Zac de Filc (1998) sostiene una opinión coincidente “...debemos separar a quienes tratan a los candidatos de quienes los supervisan para que sea menor el cruce del poder y el cruce de identificaciones” (Zac de Filc, 1998). 2) El supervisor realizaría una evaluación conjunta con el candidato de la labor de supervisión. Esta no sería la instancia de promoción. 3) La evaluación (assesment) de cada supervisión con objetivos de promoción del candidato se haría en forma de discusión clínica del candidato con tres (o dos) supervisores designados por el Instituto. 4) Se incluiría, como parte del compromiso de los supervisores con su tarea, que éstos realicen supervisiones colectivas abiertas. Esto permitiría a los candidatos tener referencias para la elección de supervisor, que es libre para el candidato. Una objeción a esta propuesta es que la contratransferencia, ya sea que se la interprete o se la utilice, tal como veremos más adelante, difícilmente aparezca con las características de la situación individual. 5) Los supervisores del candidato deberían reunirse, preferentemente en presencia de éste, para discutir sobre el proceso de supervisión. No sería el objeto de estos intercambios la promoción del candidato sino el aprendizaje. 6) El supervisor debería establecer conexiones entre la experiencia clínica y las teorías psicoanalíticas, ya sea ayudando al candidato a que sea consciente de cuáles son sus teorías privadas, ya poniendo a prueba las teorías más amplias en el material clínico. Este aspecto de “enseñanza” suele ser confundido con “intelectualización” o 114 LA SUPERVISION DIDACTICA “paternalismo”, y esta confusión impide una trasmisión creativa en la formación. Kernberg ha insistido en este punto. Esta modalidad de trabajo implica una responsabilidad adicional para el supervisor: estar al tanto de lo que se enseña en los seminarios que cursa el candidato. También Rocha Barros, E. y Rocha Barros, E. (2001) dicen “Formarse es también transformar el ser a partir de la incorporación de las experiencias, de los significados de otros”, lo cual implica, entre otras cosas, el conocimiento que ha de tener el supervisor de varias teorías. B) ALGUNAS CUESTIONES DEL PROCESO DE SUPERVISION Se ha publicado mucho sobre el tema y hay cuestiones que insisten. Algunas de ellas son: – El lugar de la transferencia y contratransferencia. La oposición ambigua entre “enseñar” y “tratar”. – Función de la imaginación y la sorpresa. – La supervisión como área transicional entre la subjetividad y la objetividad. – Evaluación - calificación - promoción. – El lugar de la transferencia y contratransferencia. La oposición ambigua entre “enseñar” y “tratar” Quizás sea el punto más polémico de la literatura sobre supervisión. También el más conocido. El principal argumento de la sociedad húngara en las primeras décadas del siglo para exigir que el analista didacta fuera también el supervisor, fue la dificultad de hacer consciente para el principiante la contratransferencia en otro ámbito que no fuera el propio análisis. En lo que sigue tomaré el sentido “amplio” del término contratransferencia. Parte importante de lo que Kernberg llama “experiencial” opuesto a “académico” es la contratransferencia del candidato. En la polaridad “tratar-enseñar” llegaron a hacerse equivalentes el estudio en la supervisión de la contratransferencia del candidato con su paciente a un “tratamiento” psicoanalítico de éste por el supervisor. Berman de Oelsner y Oelsner (1999) en una entrevista a Meltzer recogen esta opinión sobre la contratransferencia en la supervisión: 115 MANUEL J. GALVEZ “La contratransferencia no es asunto mío como supervisor. Es asunto de su analista. Y ciertamente yo trato de nunca comentar acerca de la contratransferencia... Mi trabajo como supervisor es participar en la contratransferencia y darle un sonido en la música y en las palabras de la interpretación, pero no comentarla..” Respecto al caso de la transferencia del candidato sobre el supervisor dice: “En mi opinión hay que evitarlo”. Especialmente en los E.E.U.U. el énfasis en la modificación de la “neutralidad” del analista y en especial las más actuales tendencias a la “autoexposición” (self disclosure) del analista, derivada de lo anterior, han influido para que la contratransferencia sea tenida especialmente en cuenta en los trabajos sobre supervisión. Sin embargo, tal como puede apreciarse en las reuniones sobre formación de la EPF (2000-2) hay un énfasis creciente en los aspectos “docentes” o “académicos”, en las cualidades pedagógicas esperables del supervisor, en su conocimiento de las teorías analíticas y su capacidad para vincularlas con la experiencia clínica. Por ejemplo “La supervisión aparece como un lugar privilegiado en el cual se vinculen la teoría y la práctica; explicar metódicamente qué hipótesis teóricas pueden extraerse del material clínico; mostrar cómo la elección de teoría determina y condiciona la lectura del material, enfatizar los aspectos en los que la realidad clínica muestra que la teoría elegida es insuficiente o contradictoria; descubrir el uso de hipótesis ad-hoc para no abandonar una teoría; investigar la presencia de teorías personales implícitas; acostumbrar al candidato a considerar que cada interpretación es una hipótesis de trabajo derivada de un modelo teórico” (Canestri, 1998). Este vasto panorama resulta muy atractivo para ser desarrollado como un programa de trabajo por diversos grupos de estudio. En mi experiencia con supervisores, éstos han dado un lugar secundario a los comentarios que suelo hacer sobre mi contratransferencia, aunque por lo general lo incluyeron. Tampoco yo, como supervisor, interpreto la contratransferencia del candidato aunque la tengo muy en cuenta para conjeturar. Si surge espontáneamente, intento encontrar vínculos con situaciones del paciente o del proceso. Otras veces refiero alguna situación de mi experiencia. Nunca “envío” al supervisando a que trate un determinado problema surgido en la supervisión en su análisis. – Función de la imaginación y la sorpresa Resulta interesante encontrar en posiciones distintas como la de 116 LA SUPERVISION DIDACTICA Spillius, Fedida y Meltzer la misma referencia a la imaginación como factor de importancia en la supervisión. Spillius (2001, “Training models”) dice: “El talento del terapeuta o analista tiene también un lugar importante en el modo en que se conduce la supervisión. .... Entiendo por talento la habilidad de imaginar lo que el paciente siente y piensa en relación al terapeuta... talento es la habilidad de entender las transferencias así como la capacidad de saber lo que el propio terapeuta siente y piensa en relación con el paciente en la contratransferencia”. “La supervisión de un análisis debería habituar a un joven analista a esperar y aceptar no entender y también a que pueda sorprenderse ante lo desconocido, lo siniestro, con la ansiedad que despierta el Inconsciente.” (destacados míos) Fedida (2001a) en el mismo encuentro, “Conference on training models”, dice: “la supervisión ha de llevar al analista a superar sus resistencias mediante el uso de todos los métodos de figuración que surgen en el material para así construir e imaginar un hecho traumático infantil reprimido o hasta uno negado (Verleugnet).” Sin embargo, Sechaud agrega en su resumen sobre la actuación de Fedida como supervisor algo importante: “El subraya la importancia de la regresión formal, el uso del preconsciente y el trabajo analítico sobre la cadena asociativa que capacitan a las palabras para tejer la trama del pensamiento inconsciente (la chose inconsciente).” En el ejemplo clínico muestra como la capacidad de la analista para imaginar se desarrolla cuando su habilidad para escuchar combina una atención equilibrada y una alerta a las sutiles variaciones del discurso repetitivo. Meltzer también piensa que lo que ocurre en la supervisión “no es lo mismo que aprender; es enriquecer la imaginación del supervisando acerca de la experiencia clínica” (Berman de Oelsner; Oelsner, 1999). En otro lugar Fedida (2001 b) amplía sus ideas recién expuestas: “La supervisión crea un ‘topos’, un lugar de construcción 2 analítica. Podemos decir que, en el fondo, todo analista está amenazado por el tedio de la banalidad repetitiva... Es así que la supervisión tiene el papel fundamental de ejercitar la imaginación creativa a partir, naturalmente del paciente y el analista.” 2 Se refiere al concepto freudiano de Construcciones que “permite al analista tener capacidades próximas al delirio”. 117 MANUEL J. GALVEZ – La supervisión como área transicional entre la subjetividad y la objetividad Se ha hecho referencia desde muchos vértices a la existencia de una “terceridad” en la supervisión. Yo aquí aportaré otro punto de vista que se agrega al sistema triádico de Benedek y otros (paciente analista supervisor) y a la variedad de diversas situaciones triangulares en los “procesos paralelos”. Me refiero a la concepción de Winnicott de un área de ilusión, área transicional. Así mismo incluyo el concepto de “procesos terciarios” (Green, 1972) coherente con el de Winnicott, que me parece especialmente apropiado para pensar la supervisión. Este concepto tiene raíces no sólo en Winnicott sino también en Peirce. Agregaría aquí que quizás aún más que en el tratamiento analítico es en la supervisión adonde estos procesos, que Green describe como “aquellos procesos que ponen en relación los procesos primarios y secundarios... funcionamiento psíquico que no existe en ningún otro lugar fuera de la práctica analítica”, tienen su más preciso lugar. Subyace a esta concepción de Green su “teoría de la representación generalizada”. Cuando Meltzer dice en la entrevista ya citada: “mi trabajo como supervisor es participar en la contratransferencia y darle un sonido en la música y en las palabras de la interpretación, pero no comentarla”, o cuando Fedida manifiesta “la supervisión ha de llevar al analista a superar sus resistencias mediante el uso de todos los métodos de figuración que surgen en el material para así construir e imaginar un hecho traumático infantil reprimido o hasta uno negado (Verleugnet)”, aluden a aspectos de lo que Green llama proceso terciario. Las oposiciones polares, de las cuales “enseñar/tratar” es un ejemplo, se resuelven en un proceso lógico que implica cierta violencia necesaria. La promoción de un área transicional aspira a una posibilidad creativa imaginativa ligada al placer. Es obvio que la ilusión implica la posterior desilusión, en este caso ligada a la violencia del trabajo3 necesario, a partir de lo que comenzó como juego. 3 La palabra trabajo deriva del nombre de un instrumento de tortura. 118 LA SUPERVISION DIDACTICA – Calificación de la supervisión Trataré este difícil problema de manera sucinta, principalmente porque no tengo soluciones que aportar y aquí son especialmente necesarias propuestas muy definidas. La calificación apunta a la promoción, lo que Kernberg llama “control de calidad”. Los que se han ocupado de este punto destacan la necesidad de “coraje” del supervisor para poder mostrar al candidato sus limitaciones cuando éstas existen. Quizás sea necesario intercambiar experiencias sobre los métodos de calificación en cada Instituto. BIBLIOGRAFIA APDEBA (2001) Reuniones del Claustro de didactas (Manuscrito del Instituto de Apdeba no publicado). BERMAN DE OELSNER, M.; OELSNER, R. (1999) Entrevista a Donald Meltzer. Psicoanálisis XXI, 1-2, pp. 9-19. CANESTRI, J. (1998) Transmission of psychoanalysis in the present day. Bulletin 50, EPF. Artículos on-line http://www.epf-eu.org/. DEBATE SOBRE A SUPERVISÄO (MENEZES, L.; FORLENZA, O.; MEYER, L.; FROCHTENGARTEN, J.) Jornal de Psicanálise 34, 62/63, p. 7-26. FEDIDA, P. (2001a) Report on the Conference on training models. Budapest, EPF. Artículos on- line http://www.epf-eu.org/. FEDIDA, P. (2001b) Entrevista com Pierre Fédida. Jornal de Psicanálise, 34, 62-63, p. 27-37. GREEN, A. (1972) Notes pour introduire les processus tertiaries. Rev. Franç. Psychanal., 1972, XXXVI, 4 pp. 407. KERNBERG, O. (2000) A concerned critique of psychoanalytic education Int. J. Psycho-Anal., 81: 1. ROCHA BARROS, E. L. DE Y ROCHA BARROS, E. (2001) Supervisâo: a contencâo da experiencia analítica em forma simbolica. Jornal de Psicanálise, 34, 62/63. SPILLIUS, E. (2001) Report on the Conference on training models. Budapest, EPF. Artículos on- line http://www.epf-eu.org/. ZAC DE FILC, S. (1998) Psicoanálisis y futuro. Revista de Psicoanálisis, LIX, 2, p. 329-342. 119 MANUEL J. GALVEZ Manuel J. Gálvez Bulnes 2659, 7º “C” C1425DKU, Capital Federal Argentina 120 Problemáticas “actuales” (acerca del pánico y la agorafobia). Psiquiatría y Psicoanálisis Clelia Manfredi de Poderoso, Leonardo Linetzky En este trabajo intentamos reflexionar acerca de nuestra tarea clínica con pacientes que presentan patologías “actuales”, desde la divergencia entre dos disciplinas: la Psiquiatría y el Psicoanálisis. Freud (1916) dice: “El psicoanálisis es a la psiquiatría lo que la histología a la anatomía: ésta estudia las formas exteriores de los órganos; aquélla, su constitución a partir de los tejidos y las células. Es inconcebible una contradicción entre estas dos modalidades de estudio, una de las cuales continua a la otra”. La relación está planteada en términos de inclusión, se observan los mismos fenómenos, desde lo macroscópico en el caso de la psiquiatría y desde lo microscópico cuando aplicamos el instrumento psicoanalítico, así como de complementariedad: el conocimiento que nos aporta una, es complemento del conocimiento que nos aporta la otra. Si bien hasta no hace muchos años el psicoanálisis influyó notoriamente en la comprensión teórica y la práctica de la psiquiatría (al menos en nuestro medio), actualmente su influencia se ha debilitado considerablemente por un sin número de razones que no vamos a considerar aquí. Tal es la situación que, desde que sus aportes, como teoría psicopatológica, contribuyeron tanto conceptualmente como clínicamente a la construcción de la “Psiquiatría Dinámica”, hasta ahora, observamos un giro de tal magnitud, que actualmente la psiquiatría fundamenta sus teorías explicativas en los nuevos conocimientos basados en la neurofisiología y neuroquímica, la biología molecular, la psicofarmacología y los últimos avances Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 121 C. MANFREDI DE PODEROSO Y L. LINETZKY tecnológicos. Surge así transformada, en su actual dimensión, una suerte de nueva “NeuroPsiquiatría”, cada vez menos interesada en el Psicoanálisis y cada vez más interesada en las neurociencias, como sustento teórico, así como la psicofarmacología se constituye en el recurso terapéutico por excelencia (Manfredi, Linetzky, 2003). A diferencia del planteo freudiano de 1916, las dos disciplinas han recorrido, a nuestro entender, caminos divergentes. En este sentido observamos que la nosografía se modificó, en relación a la Psiquiatría clásica, siguiendo las líneas marcadas por las nuevas investigaciones farmacológicas y la acción “transnosográfica” de los nuevos psicofármacos, que permite que actualmente cualquier persona, con cualquier tipo de organización psicopatológica o no, sea pasible de tratamiento medicamentoso. Considerando al “Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales” (DSM IV) (1994), de la Asociación NorteAmericana de Psiquiatría, como el exponente de esta problemática, observamos que, a partir de 1980, surge como un nuevo organizador conceptual en el campo de los fenómenos psicopatológicos, excluyendo como categoría diagnóstica los fenómenos clínicos que hasta ese momento eran conceptualizados teóricamente como “Neurosis” –con una vaga fundamentación acerca de lo controversial del término, y de ¡falta de consenso! entre los clínicos–, eliminando asimismo a la Histeria como concepto, tan ligada a la historia y el surgimiento del psicoanálisis. Conceptualmente, la categoría “Neurosis” es inseparable de la teoría psicoanalítica y la comprendemos como una estructura psicopatológica, más allá de la sintomatología, que siempre fue considerada beneficiaria del psicoanálisis. Para la Psiquiatría actual, en cambio, la clínica de las neurosis se ha desdibujado hacia un inventario de síntomas, al punto tal que ha desaparecido como categoría dentro de un nuevo orden diagnóstico, surgiendo los “Trastornos por ansiedad”, que comprenden: fobias, trastorno obsesivo compulsivo, stress post traumático, etc., incluyendo nuevas categorías nosológicas como el trastorno por pánico y, como veremos, una descripción particular de la agorafobia. El fenómeno clínico resultante está desubjetivizado. Se jerarquiza el síntoma en desmedro de lo histórico, se transforma lo singular en universal, y el diagnóstico queda orientado por la acción del psicofármaco. Cabe destacar que diferenciamos entre el reduccionismo que pretende forzar una equivalencia entre síntoma y alteración 122 PROBLEMATICAS “ACTUALES”... neuroquímica pasible de ser resuelta mediante el psicofármaco apropiado, de los aportes basados en la moderna investigación en neurociencias, que se ha alejado de los modelos anatomopatológicos del siglo 19 hacia los nuevos conceptos de sistemas o redes, plasticidad neuronal, resiliencia, factores de trofismo neuronal que admiten cambios funcionales y estructurales mediatizados por la palabra (Ziehler et al, 1999). Abordaremos esta problemática, considerando en primer lugar la interrelación entre agorafobia y pánico (angustia), desde estas dos perspectivas diferentes: la Psiquiatría y el Psicoanálisis. Recordemos que el uso tradicional del término “agorafobia”, es el temor irracional a los espacios abiertos. Clásicamente, estamos habituados a comprender, tanto la agorafobia como la claustrofobia como conceptos referidos a fobias al espacio, con elementos sintomáticos específicos: sensaciones de flojedad, lipotimia, vértigo, vivencia de una gran distancia a franquear en el primer caso e intolerancia a los espacios cerrados, sensaciones y fantasías de ahogo y asfixia, o a ser aplastado o encerrado vivo en la segunda. Veamos las características clínicas propuestas por el DSM IV: A.: Aparición de ansiedad al encontrarse en lugares o situaciones donde escapar puede resultar difícil (o embarazoso) o donde, en el caso de aparecer un ataque de pánico inesperado o síntomas similares a la angustia, puede no disponerse de ayuda. Los temores agorafóbicos suelen estar relacionados con un conjunto de situaciones características, entre las que se incluyen estar solo fuera de casa; mezclarse con la gente o hacer cola; pasar por un puente, o viajar en autobús, tren o automóvil. B.: Estas situaciones se evitan, se resisten a costa de un malestar o ansiedad significativos por temor a que aparezca una crisis de angustia o síntomas similares a la angustia, o se hace indispensable la presencia de un conocido para soportarlas. C.: Esta ansiedad o comportamiento de evitación no puede explicarse mejor por la presencia de otro trastorno mental. Observamos que desde este punto de vista, el concepto es diferente al que se usa habitualmente en psicoanálisis. En primer lugar destacamos que esta descripción no es ateórica, como sus autores proponen. La agorafobia es referida al temor a quedar expuesto a situaciones en las cuales podría repetirse la crisis de angustia y el paciente podría no tener acceso a algún tipo de ayuda, el miedo es a la angustia, al ataque de pánico que se desarrolla en las 123 C. MANFREDI DE PODEROSO Y L. LINETZKY crisis (Manfredi, Linetzky, 2003). Lo evitado es la emergencia de la angustia en sí misma y está basada en la posibilidad de ser sorprendido por el pánico sin poder recibir auxilio (recordemos que las características clínicas del ataque de pánico, incluyen síntomas correspondientes a la dimensión somática, con una típica sensación de muerte, desorganizante del sujeto). Se trata de una comprensión de la agorafobia centrada en el pánico, resultando entonces que la primera no tiene significación primaria sino que es la resultante de los sucesivos y reiterados ataques de pánico. En este caso la angustia no estaría vinculada a representaciones inconscientes, ni se articula a una cadena asociativa. Se trataría de una agorafobia “vacía” de representaciones, resultando desarticulada de la estructura neurótica fóbica. Observemos que se amplía enormemente como entidad, pasando a contener múltiples situaciones clínicas, que podrían ser consideradas como claustrofóbicas: teatros llenos de gente, autopistas congestionadas, lugares en que el paciente suele colocarse cerca de la salida a fin de poder solicitar ayuda. Este planteo no es simplemente una descripción diferente sino que supone pensar la angustia como entidad en sí misma, implicando un deslizamiento de sentido desde la angustia como síntoma de la neurosis, a la angustia como enfermedad. Se descentra la neurosis como organización y estructura psicopatológica; la entidad nosológica resulta ser la angustia y no un síntoma resultante del conflicto inconsciente, desapareciendo así el modelo psicodinámico de formación sintomática. De aquí se deduce que, si se bloquean los ataques de pánico farmacológicamente, no habría “progresión” hacia la agorafobia. Vemos una secuencia tal que la crisis de angustia resulta ser la causante de la agorafobia, la cual no tiene en sí misma significación alguna, podríamos casi considerarla un temor realista al ataque de pánico. Consideremos el punto de vista psicoanalítico: el psicoanálisis vincula la etiología de los síntomas de la vida psíquica, al desarrollo libidinal del sujeto. Desde este punto de vista la crisis de angustia, debida a la situación agorafóbica, se produciría por una falla en el sistema defensivo habitual (represión, retorno de lo reprimido, mecanismos de defensa). La palabra sistema hace referencia a un equilibrio entre diferentes tipos de significaciones en la vida mental, estando estas significaciones vinculadas a la estructuración edípica del sujeto. En el pensamiento clásico psicoanalítico, la crisis de angustia se refiere a que los espacios abiertos alteran el equilibrio 124 PROBLEMATICAS “ACTUALES”... inconsciente de fuerzas, siendo en este caso la agorafobia primaria respecto a las crisis. El síndrome agorafóbico queda incluido en el marco de la teoría general de las fobias dentro del modelo freudiano del conflicto. El (agora)fóbico evitaría el espacio abierto debido a que ese lugar puede provocarle una crisis de angustia (angustia de castración). Freud (1926), plantea que su concepción de las zoofobias infantiles (caso Juanito) es válida para la comprensión de las fobias del adulto y precisamente pone como ejemplo a un joven agorafóbico: “El agorafóbico impone una limitación a su yo para sustraerse de un peligro pulsional. Este último es la tentación de ceder a sus concupiscencias eróticas, lo que le haría convocar, como en la infancia, el peligro de la castración.... A guisa de ejemplo menciono el caso de un joven que se volvió agorafóbico porque temía ceder a los atractivos de las prostitutas y recibir como castigo la sífilis”. La agorafobia, entonces, proviene de complejos mecanismos defensivos y representacionales, dinámicamente interrelacionados, entendiéndola como estructura sintomática dentro de las “psiconeurosis”, centrada en la conflictiva edípica del sujeto. Se trata de una organización neurótica defensiva al servicio de la evitación de la angustia, desligada del conflicto original, pero ligada ahora a una representación sustitutiva. Lo evitado es un espacio tridimensional en el cual se proyectan y desplazan distintas significaciones de la vida mental, relacionadas con un universo simbólico de representaciones que nos remite a la estructuración y conflictiva edípica. Es la exposición al espacio (su significado inconsciente) lo que genera la crisis de angustia. El sentido del síntoma puede ser develado a través del método psicoanalítico (Manfredi, Linetzky, 2003). A modo de síntesis, resumiendo y simplificando la diferencia entre la concepción psicoanalítica y la psiquiátrica: La primera supone un complejo juego de representaciones inconscientes, donde una plétora de simbolismos, por medio de mecanismos de proyección y desplazamiento, provocarían un estado de evitación, cuyas verdaderas motivaciones permanecen ocultas tras una cortina de racionalizaciones. En este caso la cadena de elementos asociativos que conduce a las verdaderas fuentes de la angustia es pasible de ser develada desde el psicoanálisis, podemos sostener la “vía de levare”. En cambio en la segunda, lo que se evita es la emergencia de la 125 C. MANFREDI DE PODEROSO Y L. LINETZKY angustia en sí misma. En este caso la angustia no tendría un origen vinculado a las representaciones inconscientes. El miedo al espacio (estar fuera de la casa) se basa en el temor a ser sorprendido por un ataque de pánico con sensación de muerte inminente lejos del hogar, sin poder recibir auxilio alguno, en una situación de desamparo. La agorafobia en este caso no es una estructura psicopatológica con una dimensión simbólica, sino que es una conducta secundaria a los reiterados ataques de pánico. Sin embargo revisando los primeros trabajos de Freud (1894), encontramos algo del orden de estas últimas ideas expuestas, en su concepción de las Neurosis Actuales, cuando plantea refiriéndose a la Neurosis de Angustia, que se trataría de una neurosis actual, no histórica, en la cual los síntomas estarían desprovistos de significado psicológico. En este trabajo, aborda los fenómenos clínicos que se corresponden con las descripciones actuales de “Pánico” y “Agorafobia”. En ese momento estaba elaborando su teoría acerca de la etiología sexual de las neurosis y relacionaba la neurosis de angustia con trastornos en la vida “sexual actual” del paciente, pasibles de generar una acumulación de tensión sexual somática, que no podría ser procesada psicológicamente, descargando entonces, en forma de crisis de angustia, sin contenido, sin simbolismo, con significación posible solo en forma secundaria. La diferenciaba de las psiconeurosis originadas en conflictos ligados a la psicosexualidad infantil, de manera que en las Neurosis Actuales no intervendría mecanismo psicológico alguno. Dice refiriéndose a la agorafobia de las Neurosis de Angustia: “...en las fobias de la neurosis de angustia: 1) este afecto... es siempre el de la angustia, y 2) no proviene de una representación reprimida, sino que al análisis psicológico se revela no susceptible de ulterior reducción, así como no es atacable mediante psicoterapia. Por tanto, el mecanismo de la sustitución no vale para las fobias de la neurosis de angustia”. Aquí propone una línea de pensamiento, una idea de agorafobia que se aproxima a la del DSM IV, donde el temor es una especie de espera angustiosa a que la crisis se produzca en algún lugar en que no pueda ser prontamente auxiliado y por eso el paciente evita alejarse de su hogar. Estas ideas sobre Neurosis Actuales son consideradas clásicamente pertenecientes al período prepsicoanalítico, previas a la introducción en la teoría, de la sexualidad infantil y el complejo de Edipo. Sin embargo, encontramos que Freud las sostiene a lo largo de su obra, y vuelve a reafirmar la presencia de las mismas en la clínica, por 126 PROBLEMATICAS “ACTUALES”... ejemplo, cuando en 1932, dice: “Solo las represiones más tardías muestran el mecanismo que hemos descrito, en que la angustia es despertada como señal de una situación anterior de peligro; las primarias y originarias nacen a raíz del encuentro del Yo con una exigencia libidinal hipertrófica proveniente de factores traumáticos; ellas crean su angustia como algo nuevo según el arquetipo del nacimiento. Acaso lo mismo valga para el desarrollo de angustia que en la Neurosis de Angustia se produce por daño somático de la función sexual”. ILUSTRACION CLINICA Presentamos una ilustración clínica correspondiente a una paciente con pánico y agorafobia que, como otros pacientes con estas características, nos llevó a reconsiderar la problemática expuesta, volviendo a Freud y a investigar nuevas hipótesis. Se trata de una joven de 23 años (Ana), quien es derivada por su médico clínico a raíz de su sintomatología agorafóbica. Concurre a la primera entrevista acompañada por su madre sin registro alguno de conflicto psíquico o de que algo del orden de lo emocional podría estar vinculado a su padecimiento. Ambas manifiestan una gran preocupación referida a las dificultades de Ana para salir sola a la calle considerando que su sintomatología limitaba cada vez más su vida y actividades habituales. Interrogada respecto a algunos datos biográficos, sólo refiere que su padre había muerto cuando ella tenía 6 años en circunstancias tales que fue encontrado por la madre, yaciendo muerto en su cama, hecho sobre el cual no tiene ningún recuerdo, ni asociación. Investigando en las circunstancias de la eclosión de sus síntomas, surgió con claridad que la agorafobia se había desarrollado luego de reiterados, recurrentes y espontáneos ataques de pánico. Alrededor de cuatro meses antes de la emergencia del pánico, se produce la muerte traumática de una amiga muy cercana a raíz de un accidente automovilístico y es de destacar que Ana no podía establecer ninguna asociación o vínculo entre la pérdida de su amiga y su extrema angustia actual. Las conductas evitativas se fueron complejizando progresivamente: evitaba los supermercados y shoppings, evitaba los cines y lugares donde tenía que “hacer cola”, el manejo del auto y finalmente no podía alejarse a más de una cuadra de su casa sin 127 C. MANFREDI DE PODEROSO Y L. LINETZKY experimentar el temor a sufrir un nuevo ataque de pánico. Llamaba la atención la coincidencia de la descripción de los síntomas por parte de la paciente con las características estipuladas por el DSM IV (el concepto de ágora –que era la plaza del mercado en la antigüedad– hace alusión justamente a esta situación: un espacio poblado donde se reunía una muchedumbre). Es de destacar que a pesar de la severidad del cuadro, la paciente había tenido desarrollos satisfactorios en diversos aspectos de su vida, tanto en su vida de relación como en su rendimiento laboral hasta ese momento. Durante el proceso analítico se observaba que en la base de sus miedos estaba el terror a sufrir y quedar expuesta a un nuevo ataque de angustia, que lo evitado era ser sobrepasada por la experiencia del pánico y la sensación de muerte inminente, con una desagradable y terrorífica vivencia de máximo desamparo: esto era morir sin poder recibir auxilio. En determinados momentos parecía asociar libremente, traía sueños, material edípico, a través de los cuales el analista iba recorriendo el intrincado laberinto de la organización libidinal y sus angustias concomitantes: angustia ante la pérdida del objeto, angustia de castración, angustia moral. El analista podía escuchar y atender a la dinámica de la transferencia-contratransferencia e interpretar. Pero cuando el pánico emergía, los síntomas somáticos se desplegaban: sensación de desmayo, aceleración cardíaca, sensación de ahogo, vértigo, “el piso se mueve”, la angustia era de una cualidad diferente con una intensa y característica sensación de muerte inminente. La eclosión somática neurovegetativa era masiva, angustia automática, sin significado, sin asociaciones ni posibilidad de ligadura a través de una cadena asociativa, angustia que la llevaba a una situación en la cual la vida psíquica parecía detenerse. En la sesión el analista se enfrentaba a fenómenos del campo de lo no representable, no había significado, ni representación para “la cosa” (así se refería ella a sus ataques), que no podían ser cualificados a través de la palabra. No se encontraban en el material las fantasías edípicas, ni las representaciones de objeto persecutorio clásicamente referidas a la organización agorafóbica, como sí suelen observarse en cambio en las llamadas fobias específicas (en la organización fóbica, la función simbólica permite desplazamientos hacia representaciones sustitutivas). Sino que lo que se imponía al analista era un caos somático, “vacío de representaciones”. Este déficit en la capacidad de simbo- 128 PROBLEMATICAS “ACTUALES”... lización, significación y contención de la experiencia dentro de la vida mental era una de las características salientes. El ataque de pánico no se configuraba como síntoma (simbólico) en un sentido psicoanalítico. El analista se sentía en el límite: ¿límite en su capacidad de otorgar sentido?, ¿límite desde la abigarrada complejidad de los mecanismos neurobiológicos (como propone la psiquiatría actual)?, y perturbado en su capacidad de pensar e interpretar, se producía un “corte” en la sesión. Ante esta dificultad, la tendencia era recurrir a conceptos ya conocidos: fobia, duelo mal elaborado, reacción terapéutica negativa, etc. La paciente se sentía en una situación de riesgo somático inmediato, con sensación de muerte inminente, con un déficit o incapacidad para procesar y elaborar psíquicamente las señales corporales relacionadas con el sistema nervioso autónomo. La sintomatología solía enlazarse luego a otros aspectos de la vida emocional tales como deseos edípicos, fantasías destructivas, etc., corrientemente descriptos en los desarrollos psicoanalíticos clásicos, pero todo parecía indicar que el ataque de pánico cursaba por fuera, en paralelo, en forma similar a los fenómenos psicosomáticos (en tanto patología de la capacidad de simbolización), de modo que fuera del área del funcionamiento simbólico las funciones fisiológicas se tornaban sintomáticas. Ana expresaba como síntoma corporal caótico, lo que no transitaba por el sistema de representaciones. El analista estaba exigido a facilitar el trabajo de ligadura y significación, desde la paciente se trataba de una parte escindida de su universo simbólico. No se trataba aquí de la represión y el retorno de lo reprimido, ni tampoco de la desestructuración al estilo psicótico. No se trataba de un duelo mal elaborado, parecía más bien que no se había constituido un estado mental de duelo ante la pérdida de objeto y que en donde debería haber un duelo, el analista encontraba un “agujero psíquico.” La problemática de la muerte aparecía sistemáticamente articulada en varios aspectos: durante el ataque de pánico, en situaciones vividas previas a la eclosión de la enfermedad y en experiencias traumáticas durante la infancia. La emergencia de la angustia con estas características durante las crisis, parecía mostrar una incapacidad para elaborar dentro de la vida psíquica la idea de la muerte, irrumpiendo y repitiendo como “cosa en sí misma”, como fenómeno de lo no simbolizado, de lo no representable. Esta incapacidad parecía estar vinculada a su temprana experiencia traumática vinculada a la muerte del padre. Ahora, se 129 C. MANFREDI DE PODEROSO Y L. LINETZKY manifestaba con sus repetidos ataques de pánico luego del fallecimiento de su amiga íntima. Durante el análisis daba la impresión que el trauma psíquico no había podido ser transformado en experiencia psíquica, no había podido ser significado en un proceso de historización personal, más bien se presentaba como una situación traumática que aparecía como un agujero de representaciones en la sesión y que se repetía en los inesperados ataques de pánico. COMENTARIO A partir de la experiencia clínica en estos casos, que nos aproxima a las propuestas de la psiquiatría actual, y a las Neurosis Actuales descriptas y conceptualizadas por Freud, hace más de un siglo, considerando el concepto de neurosis actual, como modelo explicativo de cierta problemática psicopatológica, que nos remite a lo no procesado, a lo no procesable psíquicamente, o a la dificultad en el procesamiento psíquico, nos cuestionamos si nuestras hipótesis teóricas dan cuenta de las complejidades que se nos presentan en la práctica clínica, y nos sentimos motivados a reconsiderar nuestras teorías sobre la angustia y repensar acerca del efecto que las experiencias traumáticas tienen sobre la estructuración de la vida mental. En 1997 en el Congreso de la API en Barcelona, presentamos una investigación estadística en la cual estudiamos 23 pacientes y un grupo control. En la misma nuestro hallazgo fue que, efectivamente, en la historia infantil de los pacientes con trastorno por pánico con agorafobia, observamos una mayor frecuencia de experiencias traumáticas vinculadas a la muerte, en forma estadísticamente significativa (p=0.007) con respecto al grupo control (Manfredi, Linetzky, Poderoso, 1998). En el caso de esta paciente, no se trataba de la estructuración psicopatológica al estilo de la “neurosis fóbica” (angustia de castración), sino que el analista se enfrentaba a una diferente estructuración del psiquismo (angustia de muerte, descarga somática), vinculada a un déficit en la simbolización asociado a experiencias infantiles traumáticas. 130 PROBLEMATICAS “ACTUALES”... CONCLUSIONES Vimos la relación entre pánico y agorafobia. En este sentido planteamos que la vinculación que hace la psiquiatría entre ambos fenómenos es teóricamente diferente de la concepción psicoanalítica. El psicoanálisis considera que la agorafobia proviene de complejos mecanismos defensivos y representacionales, dinámicamente interrelacionados, entendiéndola como estructura sintomática dentro de las “psiconeurosis”, centrada en la conflictiva edípica del sujeto: angustia de castración. En caso de alterarse el equilibrio se producen estallidos de angustia. La psiquiatría actual, coloca a la agorafobia en la situación de un miedo real, una ansiedad anticipatoria crónicamente vinculada a la emergencia de una primer crisis de angustia. La etiología de esta primer crisis se investiga habitualmente no desde lo inconsciente, sino desde complejos mecanismos neurofisiológicos. La posible emergencia del ataque de angustia es lo que genera la agorafobia. No hay representaciones reprimidas, ni mecanismos defensivos de sustitución, y en consecuencia no sería abordable por el método psicoanalítico. Sin embargo, como vimos anteriormente, estas ideas parecen también tener cabida en el cuerpo teórico freudiano a través del concepto de Neurosis Actuales, de modo que el síntoma es actual, no simbólico y desligado del conflicto infantil. Freud sustentaba una hipótesis biológica sobre la neurosis de angustia (pánico), que se asemeja a la que sostiene la psiquiatría actual: “excitación somática” que no es procesada psicológicamente y se descarga en forma de síntomas somáticos, angustia. Tanto nuestra experiencia clínica, como la aproximación a estos pacientes que nos propone la psiquiatría y el mismo Freud, nos llevaron a reconsiderar y resignificar nuestras teorías y nuestra práctica, y en particular a investigar nuevas hipótesis. Hemos observado en estos casos, que no se trata de una mera descarga biológica, sino que encontramos un anclaje en la historia del paciente, específicamente una historia traumática infantil, que ha dejado un déficit en la función simbolizante del sujeto. Nos replanteamos si los conceptos “actuales”, “pánico” y “agorafobia” no se asemejan a una torre de Babel, que no da cuenta de la diversidad de fenómenos que se nos presentan en la clínica, de 131 C. MANFREDI DE PODEROSO Y L. LINETZKY manera tal que podríamos estar denominando de la misma forma, a lo que serían distintas estructuraciones del psiquismo, como parecería emerger de nuestras observaciones: desde las fobias estructuradas en torno a la psicosexualidad infantil: angustia de castración, hasta el Pánico y Agorafobia, con la característica sensación de muerte inminente y angustia frente a la muerte, donde encontramos un déficit en la simbolización de la experiencia (Manfredi, Linetzky, 1996), al estilo de los fenómenos y estructuras psicosomáticas, relacionado con la existencia de experiencias traumáticas de muerte durante la infancia, tal como se nos impuso en el caso clínico. 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MARCO GENERAL SOBRE PERVERSION 1-1 Reconozcamos que hay una asimetría entre la conceptualización y la práctica alrededor de la perversión para descifrarla en sus raíces inconscientes, que contrasta con la relativa poca literatura que verse sobre exposiciones clínicas. Sabemos que el método psicoanalítico inicialmente no fue creado para analizar perversos, su pertinencia en este territorio, para muchos especialistas en la materia, pese a la experiencia que hay en el tema, es todavía algo a demostrar. El juicio definitivo acerca de esta extensión –el psicoanálisis de perversiones– dependerá –a mi juicio– de la acumulación de relatos clínicos y de indicadores de cambio que puedan demostrar que nuestro encuadre provee una herramienta adecuada para abordarla. 1-2 La comprensión teórica sobre la perversión ha estado centrada en la escisión del Yo (Spaltung) y la desmentida de la castración (Verleugnung) (Freud, 1927; 1938), aunque los textos escritos por autores ulteriores explican de modo diverso por qué los perversos desmienten la castración. Las divergencias a grandes rasgos deslindan: a- El papel de la pregenitalidad: J. Glover (1924), S. Paine (1939), W. Gillespie (1951), H. Rosenfeld (1965), D. Meltzer (1973), B. Grumberger (1976); * Congreso de IPA, Nueva Orleáns, marzo 2004. Small Discussión Group (SGP), Grupo de trabajo sobre: Indicadores de cambio estructural en el psicoanálisis de la perversión. Grupo integrado por: Pablo Cuevas Corona, Rodolfo Moguillansky (chair), Jaime Szpilka y Gunther Perdigao (co-chair). Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 135 RODOLFO MOGUILLANSKY b- La incidencia del narcisismo: H. Kohut (1971), J. ChasseguetSmirgel (1975), M. Glasser (1986), J. Maldonado (1993, 1998; 1999), A. Costantino, R. Moguillansky, G. Seiguer, (1991), R. Moguillansky (1999). Dentro del papel que juega el narcisismo, ocupa un lugar destacado la relación cómplice, secreta e incestuosa entre el perverso y su madre. P. Aulagnier (1964), R. Bak (1968), J. Chasseguet Smirgel (1975). c- El lugar predominante de las ansiedades de separación: S. Ferenczi (1924), B. Joseph (1971) y D. Meltzer (1973), H. Etchegoyen (1970, 1977). d- La erotización prematura del Yo como respuesta a una falla ambiental temprana cumpliendo así una finalidad de autopreservación (D. Winnicott, 1965). Esto también lo enfatiza Joyce McDougall (1972) al abordar la perversión como una neosexualidad. e- Los efectos post-traumáticos: D. Winnicott (1956) y M. Kahn (1974). 1-3 El autor de esta comunicación postula que la perversión es una entidad per se, con peculiaridades en la construcción de la fantasía; “peculiar construcción” que se acompaña con la tendencia a realizaciones de la misma en lo que solemos llamar expresiones perversas de la sexualidad. Esto último –expresiones perversas de la sexualidad– lo sostengo a pesar de lo difícil que es hoy en día delimitar qué es “una manifestación perversa de la sexualidad”, sobre todo después de la revolución que trajo la discusión sobre “género”. Aunque no sea sencilla su delimitación, para mí hace a un fenómeno definitorio de la perversión que las haya, lo que me lleva a suponer, junto a otros autores, una estructura mental perversa (W. Gillespie, 1951; Lacan, 1956; Piera Aulagnier, 1967, etc.). La estipulación de que haya “manifestaciones perversas de la sexualidad” para afirmar que estamos ante una perversión, establece una diferencia de aquellos cuadros que con el nombre de perversidad centran la cuestión en el sadismo y la destructividad (Baranger, W., 1980). Tomo como propias las palabras de Jean Clavreul (1965-66), en este punto: el “acto perverso” es consumado por sujetos con catectizaciones libidinales, cuyas relaciones con el deseo y con la ley, son profundamente diferentes de las del neurótico; por ello es mejor hablar de “estructura perversa”, en tanto ésta permite un acercamiento al problema de la perversión relativamente independiente de la modalidad particular que puede adoptar tal o cual acto perverso (ver más abajo 1-5; i). 136 INDICADORES DE CAMBIO ESTRUCTURAL... 1-4 También sugiero que pese al enorme avance heurístico que significó el trabajo “Un niño es pegado” (Freud, 1919), es insuficiente para una comprensión cabal de lo que se juega en la perversión. Desde mi perspectiva el análisis de la fantasía perversa que se lleva adelante en “Un niño es pegado” (ibid) indica el inicio del rol explicativo que tiene la culpa, el masoquismo moral y el masoquismo erógeno en la génesis de las fantasías perversas (Freud, 1925). Sin embargo este análisis de la fantasía sólo da cuenta de una fantasía edípica que se resuelve sintomáticamente en un acto masturbatorio acompañado de una fantasía perversa (Sachs, 1923). La desmentida y la escisión del Yo en cambio, al denunciar un funcionamiento psíquico por fuera de la represión, permitió esclarecer el pasaje a la acción, masturbatoria o de otra índole. La desmentida de la castración y la escisión del Yo, dio las bases definitorias de la diferenciación entre Neurosis y Perversión. Por ejemplo facilitó la distinción entre actuación perversa y sueño, tomando a este último como paradigmático del funcionamiento neurótico (A. Costantino, R. Moguillansky y G Seiguer G, 1991; R. Moguillansky, 1999). 1-5 La actuación perversa se acompaña de singulares modos de funcionamiento mental: a- El poder omnipotente que en la actuación perversa se ejerce sobre los otros, con la pérdida consiguiente de autonomía e independencia (A. Costantino, R. Moguillansky y G Seiguer G, 1991; Moguillansky, R., 1999). b- Las perturbaciones pragmáticas de la comunicación (David Liberman, 1971). c- El ataque a la verdad1 que ha enfatizado Meltzer (1973), al igual que las ya clásicas exposiciones de H. Rosenfeld (1950, 1987) con el papel que juega la confusión. d- Meltzer (1973) remarcó la exaltación de la sexualidad pregenital, lo que daba por resultado confusión de identidad y de zonas erógenas, acompañado de una experiencia de terror. e- En el proceso de comparación de sí mismo del perverso con el A los fines diagnósticos es importante sin embargo distinguir el ataque a la verdad de la perversión de la inautenticidad descripta por Winnicott (1965) en su exposición sobre el falso self o las señaladas por H. Deustch (1968) cuando nos enseñó el modo de funcionamiento de las estructuras como si (as if). También es diferenciable de la simple hipocresía o la mala fe, aunque formen parte del cortejo caracterológico de la perversión. 1 137 RODOLFO MOGUILLANSKY otro, las desemejanzas le resultan intolerables, sobre todo las derivadas de las diferencias sexuales, siendo esto uno de los motores de la actuación. En este proceso se altera el sentimiento de sujeción a un orden inconsciente, no se siente determinado por él (Maldonado, J., 1993). f- La idealización de conductas encubiertas con una ganancia de placer que conducen a un deterioro y pérdida de relación con el objeto, se escinde tanto el Yo como el Ideal del Yo (J. Chasseguet Smirgel, 1975, 1988; J. Maldonado, 1998). g- La distorsión en el reconocimiento de los hechos y la desvirtuación de la naturaleza de los objetos (Maldonado, 1998). h- La mala fe (M. Baranger, 1969), la necesidad de engañar (W. Baranger, 1980), y una llamativa falta de sinceridad y en ocasiones está presente el trasvestismo (C. Moguillansky, 1997). i- El no respeto o burla a la ley, “ley” que tiene como protomodelo el imperativo categórico que impone la interdicción del incesto. Este tema en la clínica de la sesión no siempre es fácil delimitarlo (Rosolato, G., 1966). A modo de ejemplo de las dificultades en su demarcación traigo la siguiente viñeta: Los padres de I me habían consultado porque habían descubierto videos en donde I se había filmado a sí mismo teniendo relaciones sexuales con animales. Como l no aceptaba venir solo a mi consultorio, hice una serie de entrevistas familiares; en ellas el tema de los hábitos sexuales de I flotaba en el ambiente, pero había una evidente dificultad para abordarlo. Su madre un día, lo increpó, que de esto tenían que hablar e I, con alguna reticencia, empezó a contarles sobre sus sentimientos, sobre lo atractivo que le resultaban los animales. Su padre entonces le pidió más precisiones e I, luego de algunos rodeos, le confesó que había tenido, entre otras, relaciones sexuales con N. (yo al principio no sabía de qué o quién estaba hablando), aunque sí percibía la actitud estupefacta de sus padres. Su papá en ese momento, con voz desesperada le dijo “¡Cómo hiciste eso!”. I le contestó tomando como pregunta, lo que en rigor era una exclamación de horror, como si lo que le había dicho su padre fuese una pregunta acerca de ¿cómo lo había hecho? y no ¡cómo lo había hecho! y dijo entonces, respondiendo literalmente la presunta pregunta, sobre cómo había sido la mecánica para consumar la relación sexual que había dicho que había tenido con N: “me subí arriba de un banquito”. A renglón seguido me aclararon que N era una yegua que tenían en una chacra de la familia. Pensé ante esta viñeta que si bien es un lugar común que la 138 INDICADORES DE CAMBIO ESTRUCTURAL... literalización de una pregunta es un indicador de un pensamiento patognomónico de la psicosis, I no tenía otros trastornos de pensamiento ni tampoco, hasta donde yo me daba cuenta, estaba alucinado. Sí se trataba efectivamente de una literalización, I entonces no había percibido el horror de sus padres, y su respuesta era evidencia de un déficit simbólico en su pensamiento. Pero a la vez, en una dirección contraria, me había sorprendido el efecto chistoso que había provocado en mí la respuesta de I. Me hizo dudar que lo que había dicho I era una literalización, en tanto había suscitado en mi un sentimiento jocoso, que tuve que sofocar. Continué preguntándome a renglón seguido, ¿se trataría de una literalización, o de ridiculizar el horror del padre? También, en la misma línea, medité sobre mi reacción ante esta viñeta: el efecto chistoso que tuvo sobre mí, que me costó mucho controlarlo en el contexto de la entrevista. 2- INDICADORES CLINICOS DE CAMBIO ESTRUCTURAL EN EL PSICOANALISIS DE LA PERVERSION, BASADOS EN LA EXPERIENCIA CLINICA DE TRES ANALISIS DE PACIENTES QUE CUMPLIAN CON LOS ANTERIORES PRERREQUISITOS PARA SER CATEGORIZADOS COMO PERVERSOS (MOGUILLANSKY, R., 1999; J., COSTANTINO, A., MOGUILLANSKY, R. Y SEIGUER, G., 1991; I, MOGUILLANSKY, R., 2001). 2-1 La actuación se hace relato: Aún cuando algunos autores han enfatizado el papel secreto de la “actuación perversa”, en mi experiencia, más que secreta es en los inicios inenarrable; la actuación constaba en estos pacientes de una serie de sensaciones voluptuosas, momentos desarticulados, que no guardan relación unos con otros. En ellos en el momento de la actuación no solían tener mucha noticia de lo que hacían, al menos en su pensamiento verbal.2 H. solía luego de terminar sus tareas, sobre todo si creía que había sido una jornada o una semana exitosa, luego de decirse a sí mismo “te lo tienes bien ganado”, lo que funcionaba como una autorización para “ir al barrio oscuro”, empezar a tomar alcohol, emborracharse, luego deambulaba por distintos burdeles hasta que finalmente con2 Pensamiento verbal, es uno de los vértices que Bion (1957) propone en su artículo “Notas para una teoría sobre la esquizofrenia” para acceder a un pensamiento simbólico. 139 RODOLFO MOGUILLANSKY trataba prostitutas, generalmente dos a las que disfrazaba con ropas masculinas. Las instaba a mantener juegos sexuales entre ellas, no permitiendo que lo toquen y a la vez inhalaba cocaína. Con frecuencia no eyaculaba, no era éste el fin que buscaba. Al volver a su casa, ya sólo se masturbaba. *** J. montaba lo que llamaba “el carnaval”: una escenografía que se repetía casi sin variaciones de modo monótono; se situaba frente a un televisor masturbándose por horas, evitando eyacular, mientras veía videos pornográficos a los que manejaba por control remoto. Hace falta saber que esta escena incluía como prerrequisito para su montaje, poliestimularse previamente con cocaína, marihuana y alcohol. *** Las escenas como las que relaté de H. y J. no eran narrables por ellos en los comienzos de sus respectivos análisis y esto no ocurría sólo por ocultamiento, no tenían palabras para describirlas. Transcurrían estas escenas en un espacio extraño al que habitualmente vivían, ajeno a aquel en el que dialogaban con otras personas. Luego de un largo tiempo de sesiones, fueron hablando más de lo que les ocurría en ese otro espacio en el que habitaban, al que parecían ser totalmente ajenos a su diario pensar. En H. esta falta de memoria, no sólo abarcaba su actuación –su estancia en los prostíbulos–, también incluía las horas posteriores, cuando llegaba a su casa y maltrataba verbalmente a su actual mujer. No recordaba al día siguiente lo sucedido, le resultaba totalmente extraño lo que al despertarse su esposa le reprochaba. Que el paciente se avenga a hablar acerca de su “actuación” en la sesión constituye un momento de inflexión en un psicoanálisis. Costó mucho trabajo –en estos análisis– encontrar palabras que describieran su experiencia –sobre todo cómo estaban involucrados emocionalmente– y con ellas construir una narración. La escena tanto en H como en J era una misma configuración que se ensamblaba con iguales características cada vez. Una suerte de acto teatral, una actuación que mecánicamente se repetía. En los análisis de H y J se evidenciaba que en la escena, se desplegaba un 140 INDICADORES DE CAMBIO ESTRUCTURAL... contacto con el mundo signado por una pluriexcitación sensual, que proveía una sensación de saturación sensorial. Se sentían ambos dueños de las personas que los rodeaban, funcionaban como marionetas de cuyos hilos tiraban.3 En el caso de H estas debían montar una escenografía ambigua,4 sin que estuvieran claras las diferencias sexuales. Lo común a ambas es que ciertamente faltaba era alegría de vivir y además se suspendían sus ideas y todo transcurría en un tiempo detenido.5 2-2 Los albores del conflicto. Aparece el pudor, la incongruencia consigo mismo (evidencia de un sujeto dividido) y la evidencia del carácter compulsivo de la actuación. Con el avance del análisis y al tomar más consistencia el relato acerca de la actuación, estos pacientes empezaron a experimentar pudor. Es de destacar que al narrar la actuación, tanto en H como en J, se instalaba en ellos la sensación de conflicto percibiendo además del pudor la evidencia acerca de la incongruencia entre dos modos de ser, de pensar, evidencia de que eran sujetos divididos. 3 Jean Clavreul (1965-66), discute en “La pareja perversa”, el papel cómplice que tiene el partenaire, sugiriendo la existencia de un lazo perverso, contrato secreto entre ambos. En los pacientes que estoy tomando como referentes clínicos, aunque no había parejas estables, sí había una escena estable secreta o al menos sin relación de su vida habitual. En los tres casos a los que me estoy refiriendo, la escena transcurría en un espacio y habitat separado de su vida cotidiana. H, si bien, en sus inicios, había incorporado a su primera mujer a la escena, luego se separó de ella para unirse a otra que no se avenía a esta inclusión. Algo similar había ocurrido con J, él también se había separado de la mujer, que según él lo había iniciado en este tipo de prácticas. I tenía relaciones ocultas a los ojos de toda otra persona con animales. H y J no soportaban que sus respectivas mujeres oficiales fuesen parte de la escena. Quizás en la necesidad de todos ellos que esta escena transcurriera por fuera de su vida familiar, estaba parte de la respuesta acerca de porqué habían decidido analizarse. 4 H, les pedía a las mujeres que contrataba que se pongan ropas masculinas y él a su vez se ponía ropas femeninas. El las maquillaba y se maquillaba a sí mismo. Más tarde aclaró que tanto la ropa como el maquillaje tenían algo de ambiguo, aunque sí destacaba que quien tenía más atuendos femeninos era él. Maldonado (1998) señala que “a diferencia del pensamiento, en la ambigüedad se recurre a la confusión. La ambigüedad funciona mediante el uso de una proposición que representa la apariencia del proceso secundario pero tiene la ausencia de contradicción del proceso primario... la ambigüedad iguala sin comparar, estableciendo ecuaciones que anulan las diferencias”. 5 La vida en estas escenas son fenoménicamente similares a la descripción que Meltzer (1992) hace de la vida en el claustrum. Allí dice que “en el centro de una adicción o una relación perversa, la persona en cuestión no es él mismo: está detrás de sí mismo, con excitación, (y) confusión respecto del mundo” (pág. 155). 141 RODOLFO MOGUILLANSKY H, se ufanaba de ser muy cauto, pero metido dentro del “barrio” dejaba de lado todo atisbo de prudencia y aunque habitualmente es muy medido con sus gastos, cuando estaba en el burdel, gastaba dinero dispendiosamente. Se hizo notable cómo las costumbres, hábitos, valores e ideales que aparentemente regían su vida fuera del barrio oscuro, cuando estaba dentro de él quedaban en suspenso. El sentimiento de vergüenza6 y de incongruencia no eran sentimientos fácilmente admitidos. H, J e I, al tomar insight de ellos generalmente se violentaban y adquirían una actitud desafiante. Sin embargo un buen índice de su posibilidad de pensarlo (índice de un cambio estructural), fue cuando esta incongruencia pudo ser soñada: Cuando en J comenzó a fracturarse la disociación, trajo el siguiente sueño: “Estaba en la antigüedad, en el canal de Suez, a comienzos de siglo. Teníamos un aparato que no podíamos hacer funcionar. Había dos poblaciones en el lado no judío del canal de Suez. Una era Sharm el Sheik y otra más abajo. Yo estaba junto con D. (la persona que lo había iniciado en la escena perversa que él solía desplegar), íbamos de una población a la otra porque en las dos había diferentes corrientes, en una había 220 V. y en la otra 110 V. y las recorríamos con mi coche. No podía enchufar mi aparato”. C es judío. Luego del relato de su sueño, al asociar, percibió que no hay un lado judío del canal de Suez. Sólo lo fue durante la guerra de los seis días. Pudimos vincularlo con una actitud hegemónica de él, en su infancia había fantaseado con no ser judío y ser un sheik con mujeres a su disposición, como las que él ilusoriamente tenía con el control remoto al ver las películas pornográficas. La diferencia de voltaje era la expresión de esos dos modos de funcionar, dentro y fuera de la escena, que ahora no podía mantener separados. Correlativamente con el pudor y la incongruencia, H y J tomaron noticia del carácter compulsivo de su actuación. Se dieron cuenta que una vez que comenzaban la escena tenían que completarla, descubrieron que no cabía ninguna objeción que la interrumpiera. *** 6 El sentimiento de vergüenza ha sido descrito en la clínica psicoanalítica como un indicador de sentimientos ligados a la castración; Benito López hizo una fina discriminación entre la vergüenza –siguiendo el anterior y canónigo criterio– y la diferencia de la humillación –propia de la afrenta narcisista– (Benito López, 1979). 142 INDICADORES DE CAMBIO ESTRUCTURAL... Redundando la conciencia del cariz compulsivo de sus actuaciones fue un otro índice, junto con los atisbos de pudor, y la sensación de incongruencia, de una escisión que empezaba a tener fisuras. La actuación dejaba de ser algo separado de su conciencia y de su memoria. Correlativamente perdió consistencia su discurso autosuficiente y la ilusión que desde su voluntad decidía qué ocurría en su vida, lo que acrecentó la violencia en razón de la nueva herida narcisista que ocasionaba, pasando de la vergüenza a la humillación (Lopez, ibid). 2-3 La conmoción ante el insight La fractura de la Spaltung suele tener como consecuencia una intensa conmoción en la situación analítica, que se acompaña de intentos de suturar esta brecha que trae el insight sobre este doble modo de ser. Esto lleva como intento de solución a argumentos en donde se hace evidente la mala fe,7 un discurso mentiroso8 y tramposo: H. solía decir que las prostitutas que contrataba tenían suerte, las trataba bien y además no escatimaba dinero con ellas. Con este argumento, a todas luces insostenible para una persona inteligente y progresista como él, intentaba distorsionar el mundo para adecuarlo a su “modo de ver”. Un indicador fue el insight que hizo de lo espurio de su argumento, admitiendo que había mala fe en él y era parte de un discurso mentiroso y tramposo. 2-4 La actuación y los sueños. La actuación invade su vida Un fuerte indicador clínico de cambio en los análisis de perversos es la aparición de sueños: J, hacia el final del primer año de análisis tiene un grave accidente del que evoluciona en forma tórpida. Lo operan y se agregan complicaciones; durante dos meses la regularidad de las sesiones descansa en el analista quien lo atiende en el lugar de su internación. Aumenta desde entonces sus sesiones de cuatro a cinco por semana y por estas razones las tiene regularmente, al tiempo se 7 Madeleine Baranger (1969), en relación a la patología del carácter, nos ha enseñado cómo la mala fe es un epifenómeno de la omnipotencia. La omnipotencia del Yo preservada por la mala fe es, para esta autora, el residuo de un vínculo con un objeto idealizado, repitiéndose el traumático engaño que se tuvo con él. 8 Maldonado (1998) nos alerta que la mentira en la perversión es de una naturaleza distinta al “uso universal de la mentira, que ...también tiene lugar en la neurosis”. Para este autor en la perversión “el problema reside en la búsqueda de un placer en la distorsión, configurado de modo tal que resulta sintónico con el yo”. 143 RODOLFO MOGUILLANSKY vuelve más irregular el consumo de drogas. J. empieza a soñar en los intervalos libres, cuando no inhala cocaína. Soñar estando en análisis y la presencia de un analista que lo escuchaba, lo puso en contacto con una experiencia emocional diametralmente distinta, en tanto se veía expuesto a algo que se le imponía en su vida mental: los sueños y que no surgía manipulando el control remoto. Eran imágenes que no podía predecir, hacerlas retroceder, congelarlas ni hacerlas desaparecer, y su reacción frente a ellas fue de sorpresa y conmoción. Estoy sugiriendo que el soñar es un paso que va más allá del relato de la actuación, implica una experiencia emocional que conlleva el tránsito de un lado al otro del Spaltung freudiano (en ese sentido lo tomo como una mayor evidencia de cambio estructural). *** En la misma línea fue importante, como índice de cambio, en el análisis de H. el sueño del “tío vivo”, poco tiempo después que había nacido su hijo. Casi no había hecho referencia al embarazo de su mujer, era un tema de su esposa que a él le resultaba totalmente ajeno. No quiso acompañarla en sus visitas al médico durante el embarazo, ni estar en el sanatorio en el parto, ni en el pos-parto. Sin embargo con la llegada de su hijo a su casa, empezó a hablar más de él y mostrar una preocupación inusitada. A los pocos días contó este sueño: yo estaba junto con Max (su hijo) y D. en un tío vivo o los caballitos. Max era ya un nene más grande, estaba montado en un caballito y al lado estaba D. y yo estaba un poco más adelante, y veía con preocupación que D le hablaba a Max.... H, a renglón seguido asoció: “Yo no sé si puedo hablar de esto con usted. Estoy en mi estudio en un problema muy serio. D. es muy buena persona, es el socio del grupo que quiere convencer a mis jefes que tiene que haber maletín.9 Cuando empecé en esta empresa tuve malestar porque había habido maletín y yo les había dicho (refiriéndose a sus socios) que con la coima no iba a transigir. Estoy convencido además de consideraciones éticas, que si bien en lo inmediato puede traer una solución, es una mala solución”. 9 Se refería a una coima que este hombre sugería pagar para conseguir un contrato. En otros momentos desconfiaba de D. pensando que lo del “maletín” era un invento de D. para quedarse con el dinero. 144 INDICADORES DE CAMBIO ESTRUCTURAL... H era un europeo, que trabajaba en una empresa de su país de origen radicada en la Argentina. Según H la continuidad de su trabajo y por consiguiente de su análisis dependía de que él hiciera “la vista gorda”. Por las asociaciones que siguieron, D era una condensación del analista y él cuando iba al barrio oscuro. Lo anterior lo digo porque el analista, era por un lado el responsable de haber quebrado en parte la escisión, y abrirle la puerta a D. con sus argumentos; lo sentía entonces al analista como un aliado de H cuando iba al barrio oscuro. Se realizaba en el sueño el deseo y la amenaza de que D, el socio, lo convenciera a Max de las maravillas de ser un “tío vivo”, lo ventajoso y divertido que era este movimiento masturbatorio (el subir y bajar de los caballitos), y cómo los problemas tienen una más fácil solución por la vía del maletín. 2-5 El despliegue en la situación transferencial y contratransferencial. Luego del sueño de H, el psicoanálisis se volvió peligroso, al darle voz en la sesión a los argumentos que se desplegaban en el barrio oscuro, él corría el riesgo de quedar capturado por ellos y tomaran la jefatura de su vida mental. Según H, al analista, por motivos seguramente espurios, sólo le interesaba la continuidad del análisis por razones propias y se aliaba con D sugiriéndole –así lo pensaba H– que haga la vista gorda. Era así el analista el responsable de hacerlo claudicar ante sus convicciones. Se desplegaba en la transferencia, resultado de sus mentiras, una enorme distorsión. Trasvistiendo la situación analítica intentaba recuperar el control de su persona y así enfrentar su ansiedad. Esta modalidad de la transferencia fue descrita por Horacio Etchegoyen (1977) con el nombre de Transferencia perversa: con ella se alude al intento del paciente a través de la erotización del vínculo de “pervertir el vínculo transferencial poniendo a prueba la capacidad del analista”. Destaca Etchegoyen (ibid) los problemas técnicos que crea la ideología10 del paciente cuando la usa defensivamente. Con un soporte teórico distinto, Rosolato (1966) sostiene que la perversión (fetichista) entraña siempre una ideología gnóstica, concluyendo: la perversión es al gnosticismo como la neurosis obsesiva a la religión En el análisis de I, esta ideología estaba proyectada en mí: I estaba muy prevenido conmigo, él tenía la convicción que yo quería cambiar lo que él sentía, que había un pacto o acuerdo con sus padres para que yo lo convenciera que deje estos hábitos. 10 145 RODOLFO MOGUILLANSKY ritual. El perverso sustituye la ley del padre por la ley del deseo. Era claro para mí este despliegue en el análisis de H. En el análisis de I (ver 1-5, i), esta ideología estaba proyectada en mí: I estaba muy prevenido conmigo, tenía la convicción que yo quería cambiar su atracción sexual por los animales, que había un pacto o acuerdo con sus padres para que yo lo convenciera que deje estos hábitos. Un indicador importante lo encontré en mi contratransferencia.11 Me hizo pensar I, si su convicción no tenía algún asidero en prejuicios míos, por el efecto chistoso que describí en 1-5, i. Con el tiempo esto cambió, dejaron de producir en mí esta impulsión a reírme y a la vez sentía menos curiosidad por su “extravagante vida sexual respecto de nuestros cánones habituales”, lo que conllevaba un cambio en mi contratransferencia. Cuando pudimos analizar más cuidadosamente sus preferencias respecto de los animales, lo que implicaba un profundo cambio en lo que Etchegoyen llama transferencia perversa, vimos que eran rasgos en donde sostenía su identidad, y que su pérdida podría implicar para él un colapso en el orden del ser. 2-6 Aparición de conflictos neuróticos en el material asociativo y en la situación analítica H, con el correr del tiempo se fue sintiendo mejor con él, recuperando recuerdos de su vida. Se sorprendía de que éstos hubieran permanecido dentro suyo indemnes. Esto fue interpretado por el analista por cómo se sorprendía que tuviese “más aire” de lo que él suponía, y que podía tener recursos para proteger a sus aspectos infantiles y a su propio hijo de D., el “socio”. Esta era una sensación extraña en su vida fuera del barrio oscuro, allí sólo hacía “lo correcto”. Al son de este mayor contacto emocional advino en él un crescendo en lo que él vivía como una torturante sensación de conflicto. En una de las sesiones de esa época contó: “Esa noche al acostarme en el hotel (en uno de sus viajes de trabajo) tuve un largo debate, me dije si había hecho bien al borrar los teléfonos de las prostitutas de mi agenda y finalmente decidí no sin esfuerzo quedarme, me masturbé y me quedé dormido... Estoy un poco dormido ahora porque anoche cuando volví el niño decidió Estoy usando contratransferencia, en el sentido clásico del término, puntos ciegos del analista. 11 146 INDICADORES DE CAMBIO ESTRUCTURAL... mostrar toda su vitalidad, la nurse que lo cuida por las noches no estaba, Max estaba entonces durmiendo al lado de mi esposa, y me hice una “palla (masturbación) higiénica”. Pensé si no le haría mal a Max (su hijo). Max está introduciendo nuevas ideas dentro mío. Pensé que quizás la masturbación no fuese una simple actividad fisiológica, –como él desde siempre había sostenido”. Que pensarlo como una actividad fisiológica era una respuesta conservadora, una “frase hecha”, pero pensarlo de otro modo lo descoloca. Se queda un momento en silencio y dice a renglón seguido que había empezado a pensar que quizás esclavizara las prostitutas, cuando él había creído tener un papel altruista con ellas. Que probablemente no fuese cierto que su anterior esposa hubiese aceptado libremente el tipo de relación propuesta por él. Recuerda que cuando se separó de ella era porque aceptaba montar con él la escena, y que por eso se había sentido encerrado y agobiado. Una de las razones que lo habían impulsado a dejarla era la docilidad con que se avenía a sus caprichos. El sabía que a su nueva mujer no le podía proponer lo que le había propuesto a la anterior. A la luz de lo que H venía analizando, lo entendimos como un intento de limitar la prédica hegemónica de D, este aspecto de él que luego devino en lo que él llamaba “el socio”, empezaba a reconocer en este socio a un aspecto de él. 2-7 Dentro de este conflicto neurótico se despliega la transferencia paterna Pocas sesiones después relata que “últimamente tengo dos tipos de sueños: sueños en los que tengo escape y sueños en los que no tengo escape. Anoche soñé: “Que me podía ir a través del agua con una scooter, que tenía una especie de pala (recordar que él llama palla a la masturbación) abajo y iba zigzagueando (era un ejemplo de cuando tenía escape)”. Su temor a no tener escape, correspondía a no encontrar un atajo masturbatorio para ahorrarse tener que enfrentar el self narcisista que no quería saber nada con afrontar su situación emocional. Sigue diciendo que antes había tenido otro sueño rarísimo: “Yo estaba en un coche y tenía que llegar a Bilbao.12 Tenía la sensación que salía de mi pueblito, tenía la impresión que íbamos 12 Muchos de los datos están alterados para proteger la identidad de H. Bilbao está conservado porque a la luz de este sueño se reveló como importante para comprender el mundo de H. 147 RODOLFO MOGUILLANSKY a tardar muchas horas y que no llegaríamos, pero por otro lado sabía que le iba a encontrar la vuelta”. Al comienzo no asocia con nada, más tarde me dice que había visto en los diarios la inauguración del museo Guggenheim de Bilbao. Que había pensado cómo quedaría esta edificación en medio de la ciudad. Suponía que era una buena combinación, que seguramente se había logrado una armonía entre las dos arquitecturas. Tenía muchas ganas de ir, más aún, se había propuesto que en su próximo viaje a Europa iba a ir a Bilbao para ver la obra de Kandinski y de Klee, sus pintores favoritos. Contó este sueño dos meses después de la muerte de su padre. La pintura de su padre seguía los cánones del impresionismo y tenía un desprecio importante por la pintura abstracta. H con frecuencia se había quejado que no conseguía llamar la atención de él. El cuando niño realizaba dibujos geométricos, de líneas claras, no con bordes esfumados como en los cuadros de su padre. Siempre sus dibujos eran escenas de guerra que su padre miraba con desagrado. Su hermano en cambio era claramente distinguido por su padre. Con los años, su hermano, devino un muchacho pasivo, homosexual. En su adolescencia, H, en un viaje a Berlín vio por primera vez la obra de Kandinski, no le gustó especialmente, ni tuvo la sensación que le dijera algo a él, pero decidió que éste iba a ser su pintor favorito, con la sensación que estaba eligiendo algo que era lo que más le desagradaba a su padre. Pudimos entonces conectar la predilección de H por mujeres que encubrían una secreta relación con hombres admirados por él, temía que su admiración y su deseo de sentirse protegido por un hombre lo precipitaran en un destino similar al de su hermano. El desafío a su padre estaba asociado a un intenso rencor por no haber llamado su atención y haberse sentido traicionado con la aparición de tantos hermanitos, y a la vez era un reaseguro para no caer en un sometimiento pasivo. Desde esa creencia legitimaba su agresión. Sin embargo en el sueño había un intento de lograr una armonía entre la arquitectura novedosa del Guggenheim y la arquitectura clásica de la vieja ciudad. Estaba presente un deseo de reconciliarse con su padre, aunque era parte del sueño su temor a no llegar, sin embargo asomaba la esperanza que le iba a encontrar la vuelta. 2-8 La reiteración transferencial Le di una gran importancia, en tanto indicador de cambio a la reiteración transferencial de lo anterior. 148 INDICADORES DE CAMBIO ESTRUCTURAL... H, luego del sueño de Bilbao, relata lo siguiente: “Anoche tuve un sueño técnico, así que no tiene sentido que se lo cuente”. Luego de alguna reticencia dice que en el estudio en el que trabaja tuvo que crear pequeñas compañías de servicios para no quedar a merced de sectores cartelizados y él es el responsable de manejarlas. Estas compañías se han convertido en especial motivo de orgullo. Soñaba que le traían un informe que una de estas pequeñas empresas estaba en peligro y que además él estaba en negociaciones para comprar una compañía de ese tipo en otro país. Para poder venir a la sesión hoy tuvo que firmar los acuerdos de compra en el aeropuerto de Z (la capital de ese país) y así poder llegar. Soñaba que estaba con los vendedores y éstos le habían cambiado los papeles y le habían cambiado las condiciones. Que por esa razón, en su viaje a Z, había llevado los contratos desde su casa y además había estudiado los folios, el grosor del papel, que estaba como obsesionado por el temor de que con el apuro se los cambiaran, había estado especialmente atento. El analista interpretó que este sueño tenía un sentido distinto que el del scooter, aquí el problema no era tener escape, sino que tenía que ver con los temores por un exceso de confianza. El había estado haciendo en el último tiempo, esfuerzos muy grandes por preservar la sesión y esto iba en una dirección muy distinta a todas sus relaciones. El nunca se ponía en una situación de esperar algo de otra persona. El analista le dijo además que lo sentía (al analista) como alguien cartelizado pues no podía acudir a otra compañía de la competencia, que el tipo de relación que estaba desarrollando lo convertía en un monopolio y que en ese sentido tenía temor de alguna traición de parte de él. H contestó que más que una traición, podía ser una putada. Una putada, era comprobar que lo que él sentía como mejoría que estaba obteniendo se desvaneciera. Tenía temor a cómo se iba sentir en las largas vacaciones que se iba a tomar. La aparición de este temor fue un indicio más, del cambio que se estaba dando dentro de la transferencia,13 era obvio que el analista empezaba a tener existencia en la vida de él. Empezaba a tener confianza y esto lo vivía como muy peligroso. 13 Bion (1957) en su artículo “Diferenciación de personalidades psicóticas y no psicóticas” toma como un índice de un funcionamiento neurótico la aparición del temor que tiene el paciente a lo que le va ocurrir en el fin de semana. Bion dice que este temor tiene como condición de posibilidad que al paciente le importa el vínculo que tiene con él. 149 RODOLFO MOGUILLANSKY 3- CONSIDERACIONES FINALES En esta ponencia intento dar cuenta del tránsito en un psicoanálisis de pacientes desde un padecimiento derivado de una estructura perversa a un funcionamiento con una conflictiva próxima a la neurosis, conceptualizando esta mudanza como evidencia de un cambio en la estructura clínica. Las viñetas con las que he ejemplificado provenían de acientes que cumplían al consultar con los requisitos exigibles para diagnosticar una perversión, en ellos su Yo estaban escindidos, del mismo modo que sus ideales; era posible delimitar una actividad mental desmantelada –la que se evidenciaba en sus respectivas actuaciones– de las que no tenían memoria, estaban capturados por una sensualidad en la que perdían la dimensión del tiempo y todo transcurría en una evidente ambigüedad sexual. A la vez se desplegaba en actuaciones un control omnipotente que desproveía de vitalidad a sus eventuales objetos sexuales. Este texto puntúa la evolución que tuvo dentro del proceso analítico, demarcando indicadores de cambio: a- La actuación se hace relato. b- Aparición de conflicto dentro del Yo, evidenciado por el surgimiento del pudor, la incongruencia. Esto se evidencia tanto en el sueño de “Sharm el Sheik” de J como en el sueño del “Tio vivo” de H. c- La aparición de sueños, que es tomada como una evidencia de la instalación de un conflicto próximo a un funcionamiento neurótico. El sueño del “tío vivo” es, a mi juicio, un sustituto simbólico de la actuación. d- La conciencia de las características intrusivas incluidas en la actuación que en el sueño emergen amenazando a su hijo, a la vez que da evidencias de su propio discurso pro-masturbatorio. e- La emergencia del sentimiento de horror ante esta prédica y lo empieza a enfrentar. f- La elaboración de la fantasía transferencial que allí surgió: para el paciente el analista le sugería que hiciera “la vista gorda” sobre “el maletín” y así dar continuidad a la relación, el analista encarnaba al “socio”. j- Los cambios en la transferencia que el paciente despliega y los cambios que observa el analista en su contratransferencia. h- En el análisis de H en el sueño sobre Bilbao se procesa un 150 INDICADORES DE CAMBIO ESTRUCTURAL... enorme salto. Este se correlacionaba con una relación distinta con sus padres internos, especialmente con su padre. En él se muestra una producción mental en donde se despliega la esperanza de una armonía entre el Museo Guggenheim y la vieja arquitectura de Bilbao, sustitutos de él y su padre sin que desaparezcan las diferencias. En el “sueño técnico” a través del “scooter” se configura un nuevo hito, en él comienza a fracasar el escape que le proveía el atajo masturbatorio. BIBLIOGRAFIA AULAGNIER, P. (1964) Observaciones sobre la estructura psicótica. En Un intérprete en busca de sentido. Siglo XXI, México, 1993. AULAGNIER, P. (1967) La estructura perversa. Seminario de Saint Anne. Ficha. BAK, R. (1968). The phallic woman. The ubiquitus fantasy in perversion. The Psychoanalytic Study of the Child, vol. XXIII. New York. International Universities Press, 1968. BARANGER, M. ET AL. The infantile trauma from us to Freud: pure trauma, retroactivity and reconstruction. Int. J. Psycho-Anal. 69, p. 113, 1968. BARANGER, M. (1969) Mala fe, identidad y omnipotencia. En Problemas del campo psicoanalítico. 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Previo a intentar contestar los interrogantes que acabo de presentar, diría que prefiero trocar la disposición en que están enunciados estos tres conceptos en el título del panel y colocar, en cambio, estas nociones en el siguiente orden: Narcisismo, Complejo Fraterno y Complejo de Edipo. La diferente combinación que expongo, como se verá, está conectada con lo que va centrar mi ponencia. Propondré que el Complejo Fraterno es una entidad con existen- * 43 Congreso de la API, Trabajando en las Fronteras, Nueva Orleáns, marzo 2004. Panel sobre Narcisismo, Complejo de Edipo y Complejo Fraterno. Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 155 RODOLFO MOGUILLANSKY cia propia, es un articulador entre el Narcisismo y el Complejo de Edipo y que además nuestra comprensión psicoanalítica gana claridad alrededor de estas nociones si incluimos la complejidad que trae lo que lo conjunto instituye en nuestra subjetividad. 2- UN PAR DE DIGRESIONES PARA SITUAR CUESTIONES QUE RONDAN Y ENMARCAN EL TEMA Antes de entrar de lleno en mi ponencia, quiero hacer un comentario sobre posiciones que rondan y enmarcan este tema. 2-1 Por un lado, sabemos que: a- Dentro del psicoanálisis, es moneda corriente que producciones de enorme gravitación insinúan que un mejor discernimiento de la psicopatología, en especial la que ha surgido en la pos-modernidad –en particular la depresión, los borderlines, el sentimiento de vacío, la falta en ser, entre otros–, se podría lograr con la no-articulación entre dichos conceptos, y b- Por otro lado se suele cuestionar darle entidad independiente al Complejo Fraterno, más allá de un simple derivado edípico. Recordemos respecto de lo segundo, que ya Freud (1921) en “Algunos mecanismos neuróticos en los celos, la paranoia y la homosexualidad”, nos habla del complejo de los hermanos y lo diferencia del Complejo de Edipo. 2-2 Frente al primer problema se suele argumentar, a veces con ardor, que el psicoanálisis pierde su especificidad al no articularlos, en tanto, al no hacerlo se corre el riesgo de perder la noción de conflicto, anclaje esencial de todo abordaje que merezca llamarse psicoanalítico, para quienes sostienen este punto de vista. 2-3 Plantear si están articulados o no, Narcisismo y Complejo de Edipo, no es un enigma nuevo, es una pregunta que viene de lejos dentro del psicoanálisis y llega en los pliegues de una polémica todavía no saldada hasta nuestros días. 2-3-1 Por un lado evoquemos el legendario y polémico trabajo de Karl Abraham (1923), “Un breve ensayo...”, quien con un enfoque evolutivo, el usual de la época, correlacionaba las etapas de la organización sexual infantil que provenían de la llamada teoría de la evolución de la libido, con las fases que postulaban una progresión que iba desde un Narcisismo –anobjetal– a la genitalidad que culminaba con la elección de un “objeto genital”. 156 NARCISISMO, COMPLEJO DE EDIPO... “Un breve ensayo...”, recordemos, fue un intento de unir, en una única teoría, ambos desarrollos y a la vez compatibilizar los descubrimientos que se suponían que se habían hecho en estos dos campos, con todas las dificultades que entrañaba admitir una genitalidad sin conflicto (Moguillansky, R. y Seiguer, G., 1994). 2-3-2 En otro extremo tenemos, tensando la cuerda, la novedosa y rica clínica con la que nos ha familiarizado Heinz Kohut (1971, 1977, 1984), quien ha insistido en las ventajas explicativas que motivaría pensar las vicisitudes del Narcisismo por separado de los avatares del Complejo de Edipo. La desvinculación entre el Narcisismo y el Complejo de Edipo reportaría para muchos, sobre todo de la mano de Kohut (ibid), una ganancia en la aproximación teórica y psicopatológica. Para este modo de pensar desarticular estas nociones, es más acorde con las formas que han tomado las estructuras clínicas en los tiempos que corren. Entonces, para este sesgo, es necesario un aggiornamiento en el curso que recorremos para discurrir teóricamente y comprender el derrotero que sigue el pensar de nuestros pacientes, si no queremos perder el rumbo y quedar atrapados en concepciones que para ellos han perdido vigencia. Heinz Kohut (1984), cuya tarea en este campo, no habría necesidad de remarcarlo, ha dado una nueva mirada en este territorio, afirma por ejemplo que “...en contraste con la estructura de personalidad de los pacientes de fin de siglo, cuyo examen llevó a Freud a concebir una psique dicotomizada y más tarde a hablar del conflicto estructural, la organización de la personalidad prevaleciente en nuestro tiempo no está tipificada por la simple escisión horizontal que provoca la represión. La psique del hombre moderno, aquella que describieron Kafka, Proust y Joyce, está debilitada, fragmentada en múltiples partes (escindida verticalmente) y carente de armonía. De ello se desprende que no podremos comprender en forma adecuada a nuestros pacientes y explicarnos lo que a ellos les ocurre, si pretendemos hacerlo con la ayuda de un modelo de conflictos inconscientes no apto para ello”. Incluso sugiere que la narrativa del Edipo de Sófocles refleja el conflicto del hombre culposo de fines del siglo XIX, y que en cambio el Ulises de la Odisea de Homero describe mejor la sensación de vacío, carente de armonía del hombre de la post-modernidad. 157 RODOLFO MOGUILLANSKY 3- POSTULO QUE EL COMPLEJO FRATERNO ES UN GOZNE QUE PERMITE HACER MAS INTELIGIBLES LAS INTERRELACIONES MUTUAS QUE SE DAN ENTRE EL NARCISISMO Y EL COMPLEJO DE EDIPO Sin embargo, sin desestimar la enorme contribución, y el soplo de nuevos aires que ha traído la obra de Kohut, que sin duda ha hecho escuela y con merecimiento su aporte es llamado por nosotros “La Escuela de Chicago”, sugiero que: a- Ganamos heurísticamente si mantenemos la articulación entre el Narcisismo y el Complejo de Edipo. b- Nuestro equipamiento teórico se enriquece si sostenemos que el Complejo Fraterno no es un simple derivado de la conflictiva edípica, como en oportunidades se lo concibe. Opino que tiene entidad propia, y además es un gozne que permite abrir una puerta que puede dar mayor luz a la naturaleza de las interrelaciones recíprocas que se dan entre el Narcisismo y el Complejo de Edipo, y nos permite aumentar la comprensión y dar razón de algunos de sus enlaces clínicos y teóricos. 4- NARCISISMO Y COMPLEJO DE EDIPO EMERGIERON COMO CONCEPTOS TEORICOS DESDE CANTERAS PSICOPATOLOGICAS DISTINTAS, Y PARA DAR RESPUESTA A PROBLEMAS EN SUS INICIOS NO RELACIONADOS, AUNQUE SE GANA HEURISTICAMENTE SI SE TOMAN EN CUENTA SUS ENGARCES A modo de prólogo de lo que será el corazón de mi ponencia quisiera hacer algunas precisiones muy sucintas sobre Narcisismo, Complejo de Edipo y Complejo Fraterno, que aunque elementales y trilladas, pueden servir para tener referentes comunes (me extenderé algo más en lo concerniente al Complejo fraterno por razones obvias): 4-1 Encuadrando lo que diré, es importante no olvidar que el Narcisismo y el Complejo de Edipo emergieron como conceptos teóricos desde canteras psicopatológicas distintas y para dar respuesta a urgencias explicativas que, al menos en sus comienzos eran diversas. 4-1-1 El Narcisismo (1915): nació como concepto para explicar la clínica de la perversión (Freud, S., 1910) y la psicosis (Freud, S., 158 NARCISISMO, COMPLEJO DE EDIPO... 1911); y además para ratificar la no continuidad progresiva en el seno de la teoría de la evolución de la libido entre la psicosis y la neurosis, en el contexto de la discusión que Freud (1915 c) sostenía con Jung. 4-1-1-1 En la perversión para dar cuenta de las sorprendentes elecciones amorosas de Leonardo Da Vinci que Freud descubrió estudiando su biografía y su obra (Freud, 1910): Leonardo elegía, a juicio de Freud, alguien idéntico a sí mismo, dándose en esa elección objetal un intento de recapturar el amor de la madre a él siendo niño. Estas formulaciones abrieron un paso a la teoría posterior de la identificación. 4-1-1-2 En la psicosis para desentrañar la vivencia de fin de mundo y los fenómenos concomitantes a ella –la des-personalización y la des-realización–, que Freud observó en la autobiografía del Presidente Schreber (Freud, S., 1911), así como la megalomanía que acompañaba dicha vivencia. El Narcisismo, con sus supuestos energéticos, permitía a Freud fundamentar la des-investidura erógena del mundo, de sí mismo, la retracción de las catexias libidinales en el Yo y la correlativa inflación megalomaníaca que a continuación el Yo padecía, en fin los fenómenos clínicos que caracterizaban la vivencia de fin de mundo. A partir de la comprensión de esa clínica postuló que debía existir una fase evolutiva del Yo que fuese similar a esa realización sintomática que era –a juicio de Freud– lo medular de la psicosis. A ese estadío lo nombró con la noción “yo de placer purificado” (Freud 1915 b), un Yo que, a la par que se unificaba en torno a una imagen corporal representándose con ella, sólo se investía libidinalmente a sí mismo, indicando además que era la primera puesta en escena del Yo, en tanto Yo erógeno. 4-1-1-3 El Narcisismo explica el hiato que hay entre la Neurosis y la Psicosis. Recordemos que uno de los main points en la polémica de Freud (Freud, 1915 c) con Jung consistía en si había que concebir o no la existencia de un hiato, de un gap, entre la neurosis y la psicosis; para Freud eran dos fenómenos totalmente distintos la represión que él descubría en el síntoma neurótico y el desinvestimiento libidinal que para él hacía a la esencia de la psicosis. En consecuencia era inadecuado pensar una continuidad entre la neurosis y la psicosis como lo pretendía Jung. 4-1-2 El Complejo de Edipo surgió, en cambio, para comprender el conflicto sexual infantil reprimido –y las razones de su represión– 159 RODOLFO MOGUILLANSKY que subyacía a la neurosis dando los pilares para entender y descifrar el síntoma neurótico. 5- EL COMPLEJO FRATERNO, SU RELACION CON LA CONFLICTIVA EDIPICA, BASE DEL LAZO SOCIAL El psicoanálisis comenzó a pensar, en sus inicios, el problema de lo fraterno en “Tótem y Tabú” (Freud, 1912). En esta primera aproximación se subrayaba su relación con la conflictiva edípica.1 Recordemos que en este texto se destacaba en la conformación de la fratría el encadenamiento entre el parricidio, la prohibición del incesto y el posterior lazo social. Siguiendo esta línea la constitución de los lazos fraternos, que tenían para este punto de vista su origen en el mítico asesinato del padre, eran el paso necesario para el pasaje de la naturaleza a la cultura, de la horda al orden social.2 Haciendo un muy breve repaso acerca del modo en que ha sido abordado a posteriori de “Tótem y Tabú” este problema, si bien Freud (Freud, S., 1923 b) acuña el término Complejo Fraterno a propósito del 50º cumpleaños de Sándor Ferenczi. Habla explícitamente de él describiendo que el húngaro era un “hijo intermedio entre una numerosa serie de hermanos, tuvo que luchar en su interior con un fuerte complejo fraterno; bajo la influencia del análisis, se convirtió en un intachable hermano mayor, un benévolo educador y promotor de jóvenes talentos”. Si embargo los comentaristas suelen coincidir que es Lacan en “La familia” (1938), quien estableció como “noción teórica” la expresión “Complejo Fraterno”. Su concepción tenía como punto de partida postular que el destino, con anterioridad a todo conflicto, coloca a los humanos frente al impacto de la aparición de un semejante capaz de ocupar un mismo lugar en la serie que le ha sido dada al sujeto, ya sea como heredero y/o usurpador. El hermano, en tanto semejante, despierta un interés que no debiera confundirse con amor; por lo contrario, al figurarse como celos, 1 También se ha pensado lo fraterno con autonomía del conflicto edípico enfatizando el desamparo. En esta línea se piensa que lo común surge para contrarrestar lo diferente como un pacto defensivo o en oposición a lo adverso. 2 El paso de la pluralidad de los individuos aislados al agrupamiento está posibilitado por el pacto de los hermanos asociados –la fratría– en el asesinato del Padre originario de la horda, el que culpa mediante, instala la doble interdicción del incesto y del animal totémico erigido en memoria del ancestro. 160 NARCISISMO, COMPLEJO DE EDIPO... suscita, al decir del autor, una agresión primordial –para ejemplificarlo utilizaba un mordaz comentario de San Agustín respecto de la mirada envenenada que suele tener un niño al observar a su madre amamantando a su hermanito. Lacan (ibid) destacaba que los celos ocupan un lugar prioritario en la relación entre pares o hermanos. Estos celos debían comprenderse, a su juicio, afectando la constitución subjetiva y signados por las vicisitudes de la identificación y no por una rivalidad basada en la subsistencia. Marcaban –los celos– la pasión en juego, el odio y el amor, y a la vez explicaban la clínica del doble. La fraternidad estaba sellada de entrada –para Lacan– traumáticamente por la “intrusión” de un semejante que conmueve la fascinación dual imaginaria. Brusset (1987), ha realizado una interesante y amplia investigación sobre el tema, enfatizando el carácter narcisista y la intensa ambivalencia de los vínculos fraternos. Desde su óptica, lo fraterno, en su máxima expresión, se manifiesta en la fidelidad a cualquier costo, la fidelidad hasta el fin a los objetos y a las leyes del “espacio familiar”. En tanto la fraternidad toma esta significación adquiere valor tanático, explica la necesidad de escapar hacia la formación de nuevos grupos sociales, en donde la rivalidad inevitablemente reaparecerá. Me pareció muy interesante esta idea, y la resaltaría: el carácter endogámico del vínculo fraterno, y como puede ser el motor de la constitución de vínculos exogámicos. Postula Brusset (ibid) en otro apartado de su extenso trabajo, que las coaliciones entre los hermanos, a veces están al servicio de la fantasía de “salvar a los padres” y, en otras oportunidades, “salvarse de los padres”. Baranger (1994) por su parte ha sugerido que el complejo del semejante (Freud, 1895) tiene dos aspectos que no se superponen en su origen. Uno es el que auxilia y previene del desamparo. El otro es la imagen especular que permite al sujeto percibirse como totalidad. Propone que este doble especular, este gemelo, es el punto de partida de lo fraterno. En consecuencia, el hermano sería un semejante demasiado semejante, y a la vez la primera aparición de lo extraño. Siguiendo esta línea, Kancyper (1995) afirma que “el complejo fraterno se halla determinado en cada sujeto... por la presencia de una fantasmática que proviene del interjuego que se establece a partir de la dinámica narcisista entre los distintos tipos de doble en interacción con independencia de la dinámica edípica...”, con lo que resaltaría la relativa autonomía del conflicto dado por el Complejo Fraterno. 161 RODOLFO MOGUILLANSKY Otro elemento definitorio de la clínica de lo fraterno es la difícil aceptación que suelen tener los individuos para pertenecer a una serie abierta, una serie a la que se pueden adicionar nuevos miembros. Cada miembro de la fratría frecuentemente aspira a cerrarla, intentando ser un único o último hijo (Moguillansky, R. y Seiguer, G., 1991). 6- VINCULO FRATERNO Y LAZO SOCIAL El lazo social, desde la perspectiva del psicoanálisis, tiene entonces en su entretela el vínculo fraterno, que tiene como trasfondo la proscripción del deseo incestuoso. Se deduce de lo anterior, que desde una mirada psicoanalítica, el lazo social se sostiene sobre una igualdad deseante interdicta llevando el sello de la frustración libidinal del deseo incestuoso (Moguillansky, R. y Vorchheimer, 1998). El sentimiento de unión social lo comprendo, desde lo que nuestra disciplina puede contribuir a su elucidación, como producto de la interdicción del incesto, un corte que lo constituye y lo mantiene, guardando entonces estrecha relación con los padres y se nutre de la prohibición hacia ellos dirigida. No se trataría entonces, para mí, el lazo social –que tiene en su seno los fundamentos de la fratría– el resultado de un acuerdo generoso; en el mejor de los casos la pertenencia a la fratría surgiría a partir de la elaboración de los celos ante la pareja parental como un arreglo narcisista, que además intentaría desmentir el conflicto entre pares. Para este punto de vista, el sentimiento de “lo común” no está exento de conflicto,3 aunque siempre aparece como un ideal alcanzar un absoluto exento de él (Moguillansky, R., 2003). La “materialidad” pulsional de la fratría, fundamento del lazo social, la constituye la libido homosexual sublimada; por esa razón se dice que es un vínculo desexualizado, 3 Entre los que han destacado la relación entre lo fraterno y lo edípico, hay que resaltar la contribución de Melanie Klein. Melanie Klein (1928), quien comprende lo fraterno en el seno del Complejo de Edipo destacó el papel de los hermanos en la construcción de la fantasmática edípica, al postular la fantasía que describe el interior del vientre materno como un escenario donde retozan bebés por nacer, a los que siente como rivales. Meltzer (1973; 1990), siguiendo sus pasos, por su parte propone que los distintos aspectos del self pueden ser modelizados como participantes de una escena en la que interactúan los miembros de una familia compuesta por padres y hermanos. Ocupa un papel importante en su teoría el lugar que otorga a la pandilla en la mente adolescente como forma de organización. 162 NARCISISMO, COMPLEJO DE EDIPO... desapasionado en sí mismo, que guarda una estructura obsesivizada. 7- AFIRMAR LA ARTICULACION ENTRE NARCISISMO, COMPLEJO FRATERNO Y COMPLEJO DE EDIPO NOS LLEVA, COMO YA ANTICIPE, A UN OTRO PROBLEMA: ¿COMO PENSARLA? 7-1 Comencemos por el final de la frase que he propuesto como título de nuestro panel: el Complejo de Edipo. Sabemos que concebir el Complejo de Edipo (Freud, S., 1923) fue una conquista teórica que permitió terminar de dar forma a la teoría general de la neurosis que tomó final hechura en “Inhibición Síntoma y Angustia” (Freud, S., 1926), dando bases sólidas para explicar barreras, rechazos, reglas y leyes que rigen nuestro mundo interno y a la vez elucidar tanto las futuras elecciones amorosas de los humanos como su lugar dentro de la cultura, siendo esto sólo posible si hay interdicción del incesto. Esta cultura que hace operable el Complejo de Edipo, condición de posibilidad de la humanización de una persona, tiene que tener en su seno reglas instituidas por la fratría, núcleo duro de la organización social (Freud, 1912). 7-2 Volvamos al comienzo del título que encuadra este panel: el Narcisismo. Baranger, W. (1991), Green, A. (1983), entre otros, nos han enseñado que tenemos múltiples versiones de él. Voy a privilegiar a los efectos de esta presentación las distinciones que ha hecho André Green (ibid). Green (ibid) opina que dentro de lo que llamamos Narcisismo están reunidas dos nociones diversas, que ya están incorporadas en nuestro léxico: narcisismo de vida y narcisismo de muerte. Esta distinción, permite desentrañar buena parte de la complejidad del problema que trajo este concepto y a la par suministra utensilios para dar cuenta de la bisagra que constituye el Complejo Fraterno entre el Narcisismo y el Complejo de Edipo. Por ahora a modo de recordatorio digamos que: 7-2-1 El narcisismo de muerte (responsable del anhelo del “sentimiento oceánico”, que Green caracteriza como una actividad desobjetalizante, una acción destinada a desinvestir 4) por un lado preanuncia la potencialidad tanática, entrópica, de la pulsión de 4 Que también puede ser modelizado a través de lo que Piera Aulagnier (1975) llama el “deseo de no deseo”. 163 RODOLFO MOGUILLANSKY muerte, y en ese sentido condujo a Freud a la conceptualización que hizo en “Mas allá del Principio del Placer” en torno al Principio de Nirvana. 7-2-2 El narcisismo de vida alude, en cambio, a la dimensión estructurante del Narcisismo. Esta dimensión de Narcisismo no la podemos concebir como originaria; no es originaria en tanto la dimensión estructurante del narcisismo es el epifenómeno de una “acción nueva” –no es algo que ya traemos al nacer– que se hace posible por la suplementación dada por la madre (Aulagnier, 1964; 1975; Bion, 1960, 1962; Winnicott, 1951). Coincido en este punto con Piera Aulagnier (1964), cuando postula que la constitución subjetiva coagula narcisísticamente en el lugar de intersección entre la anticipación del cuerpo imaginado por la madre y la adquisición de una “imagen especular”. Este sitio adelantado por el imaginario materno, además, está apuntalado en un lugar muy preciso: los deseos insatisfechos de los padres (Kaës, R., 1993). Es en esa intersección, según P. Aulagnier, encuentra sus bases el Yo-ideal que discriminó Daniel Lagache, territorio en que, a mi juicio, Freud ubicó con precisión la noción de Yo de placer purificado (Freud, S., 1915 b). 8- EL PAPEL ESTRUCTURANTE DEL NARCISISMO Y SU IMBRICACIÓN CON “LO EDIPICO” Entenderlo del modo en que lo estoy proponiendo confiere al Narcisismo –estructurante– el status de una formación intrasimbólica, dependiente de un tercero, aunque de una modalidad anterior lógica y cronológica a la que instituye el yo edípico, pero que no es posible su existencia sin tener esa raíz. Concebirlo así lleva a pensar que es necesario en su constitución una modalidad del padre, anterior a la constitución especular subjetiva. Este padre encerraría su potencialidad lógica en su existencia en el interior de la madre, siendo su presencia en ese interior la condición de posibilidad, para que la madre, con anticipación al nacimiento de su bebé, lo imagine como un ente independiente de ella. Este ente imaginado por la madre (Piera Aulagnier, 1964, 1975) es la sombra a la que le habla –la madre– mucho antes de que nazca su bebé –la sombra hablada–, sombra que será instituyente del Yo del nuevo ser. Esta sombra hablada sólo existe en aquellas madres 164 NARCISISMO, COMPLEJO DE EDIPO... que tienen dentro de sí este “padre”. Con esto estoy afirmando que en la constitución narcisista del Yo está implicada una dimensión edípica. 9- ALGUNOS FENOMENOS CLINICOS EXPLORADOS EN LA ARTICULACION ENTRE EL NARCISISMO, COMPLEJO FRATERNO Y COMPLEJO DE EDIPO En este lugar de articulación entre el Narcisismo, Complejo Fraterno y Complejo de Edipo destacaría: 9-1 “La clínica del doble”, que también se ha mostrado fecunda para explorar lo fraterno. Es probable que esto tenga como referencia la temática en torno al doble abierta por Sigmund Freud en “Lo siniestro” (1919). Este tema tuvo un desarrollo importante, por ejemplo en Wilfred Bion (1950) con el mellizo imaginario, Isidoro Berenstein (1984) en la estructura de los gemelos, René Kaës (1995) con la clínica del hermano muerto, etc. 8-2 El “complejo del intruso” que privilegiaron las contribuciones de Sigmund Freud (1921), Jacques Lacan (1948) y más recientemente Chantal Lechartier-Atlan (2001), cuando colocaron en el ecuador de su reflexión sobre el tema las heridas narcisistas y los perjuicios egoístas padecidos por el primogénito, por la aparición de un hermano rival que viene a quebrantar y cuestionar la creencia de la perfección de su narcisismo infantil. 10- EL COMPLEJO FRATERNO SUPERA CON MUCHO LA IMPORTANCIA DE UN SIMPLE CONJUNTO FANTASMATICO. SOBRE EL MODELO DEL COMPLEJO FRATERNO SE INSTITUYE EL LAZO SOCIAL A la luz de lo anterior, el complejo fraterno supera con mucho la importancia de un simple conjunto fantasmático. En esa línea, coincido con Kancyper cuando opina que (Kancyper, L., 1985) el Complejo Fraterno “tiene su propia envergadura estructural, relacionada fundamentalmente con la dinámica narcisista y paradójica del doble en sus variadas formas: inmortal, ideal, bisexual y especular. Estos tipos de doble, que cambian de signo y fluctúan entre lo maravilloso y lo ominoso, pueden manifestarse en el campo de la 165 RODOLFO MOGUILLANSKY clínica a través de las relaciones con los pares y resignificarse en los hijos y en la pareja. En el nivel social suelen “hacerse oír” de un modo tormentoso y tumultuoso en la dinámica del narcisismo de las pequeñas diferencias”. También acuerdo con Kancyper (ibid), en la otra punta de la cuestión abierta en este panel. Comparto la idea que en la forma completa del Complejo de Edipo se articulan fantasías de: inmortalidad, perfección, bisexualidad y especularidad inherente a la dinámica de la estructura narcisista, en tanto resulta de la combinación que se encuentra en diferentes grados de la forma llamada positiva, tal como se presenta en la historia del Edipo Rey (deseo de la muerte del rival, y deseo sexual hacia el personaje del sexo opuesto), y de su forma negativa (amor hacia el progenitor del mismo sexo, y odio y celos hacia el progenitor del sexo opuesto). El doble inmortal, especular, bisexual e ideal entonces, en su doble efecto de idealización y siniestro, configura fantasías fratricidas, de gemelaridad, complementariedad, confraternidad, excomulgación, etc. El complejo fraterno, presenta a su vez diversas fantasías del gemelo imaginario, del siamés imaginario, fantasías de complementariedad y confraternidad, además de las fratricidas. Estas fantasías ocupan una posición medular en la organización de la experiencia interna y externa con singularidad en cada sujeto. 11- EL COMPLEJO FRATERNO Y LA PERTENENCIA A LO CONJUNTO Dentro de las relaciones de confraternidad, agregaría a lo anterior un campo en el que adquiere importancia el complejo fraterno: el sentimiento de pertenencia a un conjunto dado. Debiéramos admitir que el sentimiento de pertenencia es un sentimiento con el que la teoría psicoanalítica está en deuda. Sugiero que el vínculo fraterno es un terreno propicio para elucidarlo, al menos parcialmente, ya que ocupa un lugar central para modelizar las relaciones sociales entre pares; solemos definirnos como hermanos en tanto ciudadanos de un mismo país, de una misma institución, de una misma familia, etc. Buena parte de nuestra inclusión en lo conjunto, “somos como hermanos” se explica y se sostiene bajo esta premisa. El sentimiento de confraternidad está implícito en las institucio- 166 NARCISISMO, COMPLEJO DE EDIPO... nes que construyen los individuos; éstos dicen tener dicho sentimiento respecto del grupo o institución al que pertenecen. Los individuos instituyen “un conjunto”, el que a su vez es instituyente de las personas que a su vez lo instituyeron, por ello estas pertenencias son fuente de subjetividad. Dentro de lo conjunto instituido, se suele ocultar por urgencias narcisistas, el conflicto entre las exigencias del individuo y las de su pertenencia a lo conjunto. El sentimiento de pertenencia –vivido como ser parte de una misma fratría– se hace presente en el saber popular del siguiente modo: si pertenecemos a lo mismo, somos lo mismo, tenemos los mismos intereses, deseamos lo mismo, tenemos una idea similar sobre “el bien común”, lo que denuncia al menos una raíz narcisista de dicho sentimiento. Recordemos que el mandato bíblico es aún más exigente, nos pide que amemos al prójimo más que a nosotros mismos y el orden social en ocasiones suele aumentar la apuesta cuando prescribe la pretensión que no alberguemos sentimientos hostiles dentro de lo conjunto. Pero ese odio que debiera ser desterrado de lo fraterno reaparece una y otra vez. La unión es reclamada si no como sublime, al menos como ventajosa. En otros momentos esa mansedumbre de las relaciones sociales sólo es concebible como la única salida posible e hija de la debilidad. Y hasta de la mano de Borges se llega a pensar que no es el amor sino el espanto el sustrato de la unión. 12- LA FRATERNIZACION DE LOS OTROS VINCULOS (FAMILIARES). SU IMPLICACION EN LA TRANSFERENCIA En mi trato con lo fraterno he pasado con relativa comodidad de los sentimientos que tiene un niño ante la aparición de un hermanito –quizás algunos limitarían a esto el alcance de la noción de “Complejo Fraterno–, a la fratría, nombrando con ello tanto “lo conjunto” que los individuos instituyen como el sentimiento que da sentido pertenecer a él. También he dado alguna pinceladas acerca del sentimiento de pertenencia. En este punto me parece importante incorporar a la noción de “Complejo Fraterno” lo que sabemos respecto del “vínculo fraterno”. Aunque el psicoanálisis ha postulado que el hombre carece de instinto gregario (Freud, 1921), sin embargo no ha dejado de observar que constituye organizaciones de lo conjunto. Admitamos que no 167 RODOLFO MOGUILLANSKY ha sido una tarea fácil explicarlo. Por un lado la teoría psicoanalítica ha puesto desde sus inicios la noción de pulsión, o alguna noción equivalente, en el centro de su comprensión de lo humano, y también mucho ha discutido acerca de las razones que explican la permanencia que suelen tener nuestros vínculos. Green (1995) respecto de lo anterior ha comentado: “se ha querido oponer la sexualidad (la pulsión) a la objetalidad siendo que desde una perspectiva freudiana ambos son inseparables. En el concepto de ‘relación’ (de objeto), no se trata sino de dar nombre al vínculo sexual, sobre el presupuesto de que la esencia de la sexualidad no es solamente el placer sino también el vínculo.” La evolución exige –como decía Freud– no que la pulsión acabe domesticada por el Yo, sino que consiga ligarla (Green, 1995). Se ha puesto a consideración incluso, que los mayores desarrollos de la sexualidad –la genitalidad y el pensamiento– son coextensos a la constitución y existencia de los vínculos intersubjetivos (Moguillansky, R. y Seiguer, G., 1996; Moguillansky, R., 1999). Una corriente del pensamiento actual postula que es importante salir de la falsa opción entre determinaciones pulsionales y otras calificadas peyorativamente como ambientalistas. Postula en cambio, que la apuesta del psicoanálisis es dar cuenta de las significaciones anudadas entre los efectos de subjetividad derivados de lo inconsciente y las determinaciones intersubjetivas.5 Dicho de otro modo, participo de la opinión que nuestra mejor comprensión psicoanalítica la tenemos cuando también tomamos en cuenta las significaciones y sufrimientos derivados de la pertenencia a un vínculo, a una organización vincular interpersonal, que rebasan los provenientes del mundo interno. La pertenencia a un conjunto exige del conjunto y de cada sujeto que lo compone un trabajo psíquico homologable a lo que la metapsicología freudiana postula para la pulsión. La familia es en ese sentido un lugar privilegiado para estudiar lo 5 Quienes participamos de esta opinión, tenemos por delante una doble tarea: comprender las bases libidinales de la constitución de lo conjunto –a través de formaciones bifases (Kaës, 1989) como el Ideal del Yo que operan como transindividuales, al igual que las identificaciones compartidas (Freud, 1921)– como así también dilucidar el modo en que lo grupal es instituyente del yo –como ya fue descripto en el contrato narcisista (Aulagnier, 1975), en el pacto denegativo (Kaës, 1989), en los efectos de subjetividad que se generan en los grupos determinados por los supuestos básicos (Bion, 1961), o lo que crean los “estados vinculares” (Moguillansky, R. y Seiguer, G., 1996). 168 NARCISISMO, COMPLEJO DE EDIPO... constituido y lo constituyente en los vínculos inter-subjetivos. Ser parte de una organización familiar implica una economía emocional que nos hace participar de significaciones que nos son aportadas y que otorgamos desde los distintos vínculos que establecemos. Postulo que la red de significaciones de toda organización de lo conjunto encuentra sus cimientos en una economía fundada en una vertiente vincular de estructuración del narcisismo.6 En ese sentido en la familia distingo un zócalo narcisista en los diversos vínculos familiares: el enamoramiento para la alianza, su majestad el bebe (“his majesty the baby”) para la filiación, y la igualdad (de la masa) para la fraternidad. Luego será también tarea de lo conjunto –familiar– metabolizar, simbolizar, significar la desilusión que amenaza permanentemente la ilusión que aportó originariamente la completud narcisista fundante en cada vínculo familiar. Toda organización vincular siempre tiene por delante un conflicto por resolver y nunca alcanza un punto de equilibrio final. Desde esa perspectiva el vínculo es un “elaboratorio”7 productor de nuevas significaciones, donde también se perderán significaciones anteriores. Aryan, A. y Moguillansky, C. (1991) han descrito “la transferencia fraternizada”, tomando como referente la que suelen establecer los latentes. La caracterizan por la pacificación narcisista, la negación de la brecha generacional y la ausencia del dolor edípico. En un trabajo previo he(mos) mostrado el funcionamiento de un grupo de hermanos en un setting analítico (Moguillansky, R. y Vorchheimer, M., 1998) que se constituía como conjunto alrededor de la fantasía de autoengendramiento desmintiendo la existencia de la filiación excluyendo a los padres o sus representantes; este mito compartido por ellos era que este modo de organización tenía como origen la insuficiencia de los padres y la suplía. De esta organización originaria derivaba una creencia que idealizaba la paridad, no soportándose la diferenciación; se instauraba simultáneamente una doble prohibición: por un lado se proscribían las relaciones con alguien de afuera, a menos que pudiera ser incluido como un par; a la vez no se admitían relaciones de preferencia, razón por la cual se obligaba a un trato sin diferencias entre sus participantes, reificando la igualdad. Se criticaba cualquier tipo de relación que borrara la ilusión de homogeneidad, Comentario acerca del narcisismo positivo de Green. Elaboratorio es un feliz término acuñado por Kaës en donde condensa elaboración y laboratorio. 6 7 169 RODOLFO MOGUILLANSKY tratando de este modo de estabilizar la fratría y eliminar el conflicto. Esta concepción se recolectaba en la transferencia.8 A través de esta desestimación se rechazaba tanto a los padres como al analista, no se toleraba que tuviese una posición asimétrica respecto del grupo de hermanos. Sin embargo la coraza de homogeneidad que la fratría impone a los integrantes cruje; las apetencias exogámicas, el deseo por lo diferente, la búsqueda de algo o de alguien de afuera, se manifiestan como el mayor peligro para la continuidad endogámica (Brusset, 1987; Moguillansky, R. y Vorchheimer, M., 1998). El refugio narcisista que se encuentra en lo fraterno se agrieta en el entrecruzamiento con las proscripciones y prescripciones edípicas. Encuentro como propio del vínculo fraterno una realización del conflicto entre endogamia y exogamia. El refugio narcisista en lo fraterno, radica en la creencia que se tuvo que reforzar el ligamen fraterno por el supuesto desamparo frente a los padres. La expectativa de recrear este campo ilusorio se repite con el analista, lo que permite comprender esta repetición transferencial como una versión acerca de sus orígenes: por la necesidad de cohesionarse ante el desamparo no se permiten apareamientos, y si eventualmente los hay, intentan absorberlos como parte de la fratría. Lo fraterno entonces, se convierte en un baluarte endogámico que combate lo edípico. Lo fraterno suele crear un “sentido común”,9 una racionalidad que resiste al cambio, que aporta como un valor identificante; lo conjunto instituye sentidos. La fratría, en tanto formadora de lo conjunto, da cuenta de las relaciones entre el sujeto y el grupo, entre lo instituido y lo instituyente. La imposibilidad de mantener la ilusión de autosostén, la ansiedad del encierro endogámico, o el peligro del incesto precipitan lo exogámico. Existe un conflicto estructural entre la persistencia de lo fraterno y la creación de nuevos vínculos. Lo fraterno, si susbsiste como La transferencia se nos revela una vez más como el campo privilegiado de la investigación psicoanalítica y desde la cual recogemos la repetición de vínculos infantiles y construimos y deconstruimos las creencias que dan sustento a los mitos constitutivos individuales y grupales. 9 Cada organización vincular crea un discurso apoyado en los ideales originarios, los “enunciados de fundamento” (Piera Aulagnier) que toma la forma de creencias indiscutibles que comparten los integrantes de esa organización. 8 170 NARCISISMO, COMPLEJO DE EDIPO... excluyente, paga un enorme costo. Cuando así ocurre, advienen organizaciones fuertemente endogámicas. BIBLIOGRAFIA ABRAHAM, K. (1923) Un breve estudio de la evolución de la líbido a la luz de los trastornos mentales, en Psicoanálisis Clínico, Hormé. Buenos Aires, 1959. ARYAN, A. Y MOGUILLANSKY, C. (1991) Transferencia de latencia o fraternización de la transferencia. Psicoanálisis Apdeba, vol. XIII, Nº 3. AULAGNIER, P. 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Crisis de la representación 1 Janine Puget FILOSOFIAS SUBYACENTES AL TITULO DEL PANEL Asociar subjetividad con reconocimiento y problema de lo negativo ubica el tema en una dimensión cuyas raíces filosóficas tienen que ver con “reencuentro”. Es la del re-encuentro con un sentido perdido, el sentido del hombre, el de los valores, el del sujeto como lo dice Jean Luc Nancy. Pero si “nada se reencuentra en la historia ni se vuelve a nada, ni a Dios, ni a los valores” (J. L. Nancy, 1986) y la subjetividad comporta una cualidad de encuentro, será necesario diferenciar teóricamente y clínicamente reencuentro y encuentro. Si se reencuentra tanto una inscripción (marca, huella, traza), una invariante, un rasgo identitario o una ilusión es que algo no se perdió y sólo se trató de pérdida de sentido momentáneo sostenida por diversos aconteceres psíquicos. Las rupturas son interrupciones dado que el sentido podrá recuperarse. Cuando son significadas como pérdidas o como falta, instalan una discontinuidad donde los elementos se articulan y se inscriben sobre un fondo continuo. De ahí que sea posible pensar que lo perdido es recuperable al estar inscripto en una historia sucesiva de marcas y de eventos. La vida psíquica es concebida entonces como una larga elaboración y diversificación de conflictos anteriores reactivados por situaciones actuales y el aprender de la experiencia es un instrumento valioso. La asociación libre 1 Para ser presentado en un panel integrado por chair: Werner Bohleber (Frankfurt), Panelistas: Axel Honneth (Frankfurt), Janine Puget (Buenos Aires), Joel Whitebook (New York), André Green (Francia), cuyo tema es: “Intersubjectivity, (the philosophy of) recognition and the problem of the negative” en el Congreso de Nueva Orleáns, marzo 2004. Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 175 JANINE PUGET es el instrumento adecuado capaz de acceder al pasado. De donde es coherente que la relación analítica sea pensada principalmente como un espacio de recuperación de sentidos y nueva significación con reorganización del mundo interno. Repetición y transformación se conjugan. La gran mayoría de los escritos psicoanalíticos son desarrollos que parten de esta conceptualización. Una excepción es tal vez el concepto de Transformación de Bion que propone la idea de una producción totalmente novedosa, si bien para lograr comprender el funcionamiento de una mente. En este contexto filosófico nació el psicoanálisis y la noción de representación pudo ser un pilar para muchos desarrollos acerca del funcionamiento del aparato psíquico de un sujeto. Ello entra en conflicto con hallazgos científicos de las llamadas ciencias duras y de los problemas que se plantean algunas filosofías del siglo XXI donde se fue introduciendo ideas que contemplan la heterogeneidad, la presentación, los nuevos sentidos y significaciones, el acontecimiento, la catástrofe, el azar. La subjetividad en tanto concepto psicoanalítico concierne una constitución subjetiva basada en el Dos, en un interjuego de imposición (juego de poder), dimensión que se superpone a la que se ocupa de la integración aunque ilusoria de un núcleo identitario. Ser igual o semejante a sí mismo y consolidar su singularidad es de otro orden que constituir una singularidad propia a la comunidad (Agamben, G.),2 o sea lo que implica el ir siendo sujeto en cada situación e ir perteneciendo en cada vínculo de donde surgen las cualidades subjetivas. “Es imposible definirse igual a sí mismo en cualquier circunstancia” (Nancy, J. L., 1986). Propongo que la integración en un mundo homogéneo y ya preparado para ser ocupado (Estructura Edípica, Masa y Estado) y la constitución subjetiva en un mundo disperso y complejo (Agamben, G., 1990), establecen dos dimensiones heterólogas con sus propios funcionamientos. La idea central que sostiene mi manera de pensar la intersubjetividad es la de poder conceptualizar lo que implica el “ir siendo sujeto” e “ir perteneciendo” a los diversos mundos (comunidades) y 2 Agamben, G., 1990, p. 25-26: La individuación singular, lejos de ser un hecho puntual es una linea generationis substanciae que varia según una gradación continua de crecimiento y de remisión, de apropiación y de impropiedad... 176 INTERSUBJETIVIDAD. CRISIS DE LA REPRESENTACION determinar cuáles son sus valores, ética,3 modelos y modos de funcionamiento. Desde este enfoque una de las metas de una cura psicoanalítica pudiera ser la de pensar entre dos, captando, conociendo, tolerando lo imposible de conocer del otro y significando la diferencia entre cada dimensión, darse cuenta lo que suscita en tanto angustias y defensas la heterogeneidad, la incertidumbre con su contenido empírico –la perplejidad y una inquietud indefinida–, así como detectar las peculiaridades de la dimensión intersubjetiva. Ello llevará, por ejemplo, a categorizar diferentes procesos de pensamiento. Aquellos que nacen del vacío, de la falta, de la frustración, del fallido intento de unir lo que no se puede unir y los que nacen de las constituciones subjetivas surgidas de lo que excede, del presente, de la novedad tanto por lo que el otro con su alteridad impone, como por la percepción de un por siempre ajeno. REPRESENTACION:4 DIMENSION EN CRISIS Mi hipótesis es que la representación es una dimensión en crisis por querer sostenerla como única manera de pensar la vida psíquica y la producción de subjetividad. Frena el acceso a otras dimensiones que toman en cuenta las vicisitudes del ir siendo, del hacer con el otro, a partir de lo cual se construye el ir perteneciendo a distintas comunidades. Para enfrentar esta crisis es necesario orientar la investigación hacia las mentes que se van constituyendo en cada uno de los conjuntos en un constante devenir. Ya no se aprende solamente de la experiencia basada en la historia previa, sino que se constituyen experiencias debidas a eventos actuales que no tienen antecedentes. Las filosofías del siglo XXI que incluyen desde ya desarrollos husserlianos, hegelianos, nietzschianos sobre los cuales se han apoyado en gran parte las postulaciones fenomenológicas en sus 3 Buber, M., citado por Lévinas (1987, p. 50): “La ética comienza ante la exterioridad del otro, ante el ajeno y como nos gusta decirlo, ante su rostro que compromete mi responsabilidad debido a su expresión humana la cual, precisamente no puede sin alterarse, sin fijarse mantenerse objetivamente a distancia”. 4 El término representación tiene una gran variedad de definiciones. Incluye por lo menos dos dimensiones (Perron Roger): una basada en el eje interior/exterior (espacio interno de las representaciones, espacio externo de las percepciones y acciones), la otra basada en el eje de la tópica psíquica. 177 JANINE PUGET diferentes elaboraciones, dieron un lugar a la inmediatez y otras al acontecimiento, a lo imprevisible y a la alteridad. Algunos de estos desarrollos me han permitido dar al concepto de encuentro y al de presentación (Berenstein, 2001; Puget, 2001) un status psicoanalítico y forman la base de la constitución subjetiva. A ésta la concibo como un estado novedoso donde ocupan un lugar la inmediatez5 y la fugacidad en la constitución de espacios sin bordes definidos que solo se instituyen en función del ir siendo y el ir haciendo. Los bordes son aquellas zonas a partir de las cuales algo va perdiendo significado para una determinada comunidad. Esta manera de encarar la subjetividad lleva a proponer la relación o el vínculo como una dimensión psíquica heteróloga a las vicisitudes de un aparato psíquico singular. La singularidad del Uno y la singularidad del Dos, al operar separadamente y simultáneamente en la mente, establecen una convivencia entre dimensiones heterólogas. Filosofía del reencuentro y filosofía del encuentro se superponen y de estas dimensiones heterólogas, inconmensurables surge una producción psíquica conflictiva. Newton y Einstein tienen sus territorios así como relación objetal, mundo representacional y vínculo debieran tenerlo. El atributo central de la intersubjetividad6 deriva del efecto de presencia, o sea de la percepción inconsciente y consciente de una alteración7 (conocimiento) que proviene de la alteridad y la ajenidad del o de los otros y corresponde a la experiencia de un exceso. Dicha alteración es precisamente la que produce y es producción del Dos e irrumpe en las mentes, despoja de sentido a la semejanza o la acota Muchos son los filósofos que se han preocupado por dar sentido a la inmediatez, al presente, a lo totalmente novedoso. Sólo mencionaré quienes me han ayudado a pensar tales como Alain Badiou, “el acontecimiento”, Jean Luc Nancy, “nada se reencuentra”, Hanna Arendt, “Es ahora casi imposible describir lo que realmente sucedió en Europa al 4 de Agosto de 1914. Los días anteriores y los días posteriores a la primera guerra mundial se hallan separados no como el final de un período y el comienzo de uno nuevo, sino como el día anterior y el día posterior a una explosión” (p. 392), Emmanuel Lévinas, con “un Otro que irrumpe en la totalidad y hace ingresar al infinito” (Totalité et Infini). 6 Intersubjectividad, 5a meditación cartesiana de Husserl citado por Lévinas, 1987, p. 46: “No son los mundos de antes los que son cuestionados, habría una ilusión trascendental en lo que se da en el inmediato, en el mundo que se despliega ante nosotros sin escabullirse … no se trata de una crisis que nos desgarra siguiendo la vía real de la filosofía con el acto intelectual del conocimiento”. 7 Alteración, afectación, perturbación, desacomodamiento son términos que tienen algo que ver y son empleados por diferentes autores para dar cuenta de un efecto de alteridad. 5 178 INTERSUBJETIVIDAD. CRISIS DE LA REPRESENTACION e impone la cualidad dada por la existencia de un imposible de conocer (ajenidad). Querer reproducir una escena, un clima siempre evanescente forma parte del imposible y sin embargo es lo que con frecuencia el analizado intenta realizar en sesión: “Quisiera contarle bien lo que sentí ayer... o si usted hubiera estado... o cuando se lo cuento ya no es lo mismo...” Dado que un clima se produce pero no se reproduce habrá que aceptar que sólo se puede hacer desde otro registro un relato o pensar el pensamiento. LA AJENIDAD Y EL INFINITO La ajenidad es un concepto complejo que conserva un parentesco con términos que provienen de la filosofía. El Infinito de Aristóteles, el Infinito de Lévinas o algunos conceptos de Badiou, ayudan a pensar aquella dimensión inefable que escapa a todo lenguaje, se asemeja a lo irrepresentable pero ya no por el horror o lo siniestro, sino por estar fuera del lenguaje. Lévinas (1994) con sus finas descripciones alude a un infinito, por ejemplo cuando habla del rostro que evoca la cara o de la caricia que engendra infinitas sensaciones. También los teóricos del lenguaje aluden al infinito que la palabra intenta cerrar. Y los epistemólogos cuando dan cuenta del valor de un conocimiento en tanto apertura a nuevos e infinitos problemas. El Inconsciente de Freud pudo tener una dimensión infinita en tanto productor de significados si bien en gran parte de sus escritos parece ubicarse en un espacio cerrado. Tal vez la ajenidad corresponda en parte a lo Real de Lacan, si bien con un sentido cognoscitivo diferente, dado que para mí la ajenidad es pensada como constitutiva del otro y surge del encuentro. El Infinito práctico de Aristóteles resulta útil para dar al hacer entre varios un status de infinito propio del hacer. Dos infinitos, el infinito del ir estando y el infinito del hacer. EL DOS Y EL UNO Así llego a diferenciar aquellas producciones psíquicas engendradas a partir del Uno y aquellas engendradas a partir del Dos. Para Badiou (1997) el Dos es el modelo del amor, para Lévinas el Dos se genera a partir de la irrupción del otro en la totalidad (de un Uno 179 JANINE PUGET hipotético). Y mi propuesta es que el Dos es un espacio de producción de subjetividad que se genera por efecto de presencia y se instaura en un complejo juego de imposición que constituye el encuentro. En él se produce una singularidad propia a ese espacio por efecto de la perturbación causada por la alteridad y la ajenidad de las mentes que ocupan el vínculo. En la clínica frases como “Yo no dije eso... dije... y por lo tanto no me escuchaste...” mientras el otro comenta lo que escuchó que por supuesto difiere de lo que el otro cree o quiere haber dicho. Los intentos de reproducir relatos textuales, el buscar permanecer igual a sí mismo en cualquier circunstancia son todos ellos, para la dimensión intersubjetiva, signos de una resistencia a la vincularidad. El ir habitando depende principalmente de un hacer juntos. Por ejemplo, el consultorio del analista significado por su encuadre y setting tiene una dimensión singular, la que pensó el analista y se establece desde lo instituido y para el analizado va adquiriendo cualidades propias para hacerlo de él. Pero también tiene otra dimensión dada por “el nuestro”, o sea por el conjunto analizadoanalista dado que con cada conjunto construimos un espacio. Aquí el habitar no tiene que ver con una mera transferencia del modo de habitar los espacios de las historias singulares, sino de ese hacer juntos cuyos efectos son imprevisibles. Para habitar el mundo hay que ir haciendo. Y de ahí se origina transferencia. En la relación analítica se juegan las dos dimensiones. El analista es alguien que va formando parte de la historia previa del analizado (transferencia) y analista y analizando van siendo sujetos de esta relación inédita (transferencia vincular, potencialidad transferencial). Analista objeto y analista sujeto conviven. La inestabilidad, la emergencia de lo imprevisible despierta angustias propias que lleva al sujeto resistencialmente a recubrirla de otro sentido: el que proviene de la historia de cada uno. Por ejemplo es posible pensar si la elección de pareja depende sólo del pasado de cada uno o si la elección de pareja es imprevisible y modifica la historia previa, sin que pueda explicarse determinísticamente. Prefiero pensar que aquí nuevamente las dos dimensiones entran a jugar: una particular modalidad donde se entrecruzan dos historias y una historia que constituye cada pareja en la cual algo del pasado de cada uno irá cobrando sentido. 180 INTERSUBJETIVIDAD. CRISIS DE LA REPRESENTACION REPRESENTACION Y PRESENTACION La representación tiene una cualidad de retorno aunque ilusorio al pasado y de pasado incluido en el presente (repetición). Es la dimensión del Uno, de una dada singularidad, de la integración, de la semejanza, de la mismidad, de la pertenencia a una estructura que otorga lugares fijos (estructura edípica y Masa, Estado), de lo que se llama tradicionalmente el mundo psíquico. La otra dimensión está ocupada por el concepto de presentación. Los efectos de presencia se revelan por indicios de una transformación, una alteración al punto de partida del juego de alteridades. La presentación no se deja reducir a ausencia, no pasa a representación, se impone como un exceso. Este depende del Otro, otros y conjunto, de los eventos que exceden lo conocido, que no se desvanecen y no desaparecen. Para la presentación, lo opuesto a presencia es lo inaccesible, el infinito, la ajenidad. El efecto de presencia activa un trabajo psíquico que dará origen a defensas propias de las que depende la constitución de un inconsciente, el que tiene que ver con la ajenidad. Inconsciente propio, inconsciente-ajenidad tienen cada uno su status. Las defensas básicas del efecto de presencia corresponden: – a transformar singularidad de la comunidad en singular propia (confusión de contextos); – a cubrir de conocido lo por siempre desconocido e imprevisible: “ya sabía, ya me imaginaba” (trastornos de pensamiento); – a crear pertenencias estables con bordes rígidos como una manera de anular la angustia por pertenecer a un medio fluido con bordes difusos (angustia de bordes difusos); – a confundir mismidad de la representación y mismidad vincular donde alteridad y ajenidad tienen su lugar (negación de diferencias); – a producir articulaciones espurias entre elementos heterogéneos (reducción de la complejidad); – a desconocer diferencias radicales y reducir toda diferencia a la diferencia sexual y diferencia generacional (empobrecimiento del campo de conocimiento); – a otorgar a un evento novedoso significados provenientes de una experiencia pasada (pérdida de sentido). 181 JANINE PUGET FIGURAS DE LA REPRESENTACION, FIGURAS DE LA PRESENTACION Las figuras de la representación tradicionalmente aceptadas son las que surgen de la diferencia de sexos, del complejo de Edipo y su correlato: del tercero excluido, de un origen, de una verdad posible, de la singularidad (identidad), el sueño, el síntoma, la fantasía, la memoria (recuerdo), una inscripción-huella-marca traumática y sus derivados: el signo que la delata, etc., así como los diversos mecanismos de defensa que dan lugar a la constitución del aparato psíquico. Y al importante organizador y generador de pensamiento que proviene del ejercicio del juicio de atribución y del juicio de existencia.8 Dar un status psicoanalítico a las figuras de la presentación exige agregar al cuerpo teórico un juicio según el cual se establece la diferencia entre lo mismo y lo infinito (ajenidad), entre recuerdo (lo conocido) y lo extraño (no conocido, desconocido). A este lo hemos llamado con Berenstein (Berenstein, 2001; Puget, 2001) el Juicio de Presencia. Las figuras de la presentación provienen de – de las vicisitudes de la imposición de la alteridad que derivan del juego de poder en las que el malentendido es una figura central; – de la pertenencia a espacios fluidos y bordes difusos surgen figuras de exclusión-inclusión-marginación, des-existencias y todas las que tienen que ver con segregación. Asimismo reformular conceptos de intimidad-privado-público; – de los efectos de la potencialidad vinculante que convierten incertezas en certezas y convicciones. Las figuras de la presentación surgen de los indicios de transformación, variación, dado por el constante desplazamiento de sentido. Tal vez el único registro que queda de dicha transformación es su negativo, o sea la producción de ajenidad y la destitución de la singularidad intrasubjetiva. El presente no queda sino que se experimenta como transformación con su consiguiente cualidad de placer-displacer. 8 En el juicio de atribución se verifica la apropiación mediante un introyectar o expulsar sostenido por el yo-placer. Hay detrás de este juicio, como lo dice Lacan en su discusión con Hyppolite, un “hubo una vez un estado…” (Escritos, 2/6 apéndice) Mientras que el juicio de existencia sostenido por el Yo realidad atribuye al Yo del sujeto una representación que ya no corresponde pero a la que ha correspondido. Está en cuestión la génesis de exterior-interior. 182 INTERSUBJETIVIDAD. CRISIS DE LA REPRESENTACION PRINCIPIO DE INCERTIDUMBRE: STATUS ONTOLOGICO Y STATUS HISTORICO En lo dicho hasta ahora he dado una importancia significativa a la imprevisibilidad, la que deriva en incertidumbre. Suele ser difícil reconocer el término teórico “incertidumbre” cuando se encuentra tan cercano al empleado en el lenguaje cotidiano. La superposición neutraliza la fuerza semántica del término o, en este caso, da cuenta que aún no se ha inscrito en el nuestro corpus teórico.9 La incertidumbre es específica de la vincularidad familiar y social y es pensada como si fuera un cuerpo extraño para el bagaje teórico. Y para la mente se opone al ideal de estabilidad y a los principios organizadores del funcionamiento psíquico (Freud, 1911). Ello me lleva a encontrar insuficientes para la intersubjetividad las combinaciones binarias que sostienen los ya conocidos Principios de Funcionamiento Psíquico (Freud). Por ello propongo dar cuenta de la regularidad de lo imprevisible introduciendo el Principio de Incertidumbre (Puget, 2001) que se inscribe en la lógica de la complejidad.10 Habrá que tener en cuenta diferentes niveles de comprensión dado que le otorgo un status metapsicológico, un nivel clínico y un nivel descriptivo-fenomenológico. Las manifestaciones clínicas del status ontológico de la incertidumbre son la inquietud indefinida y la perplejidad. Y el que se introduce en el lenguaje cotidiano proviene de su status histórico ligado a la subjetividad social de la época, que a su vez impone modelos a la estructura familiar. Pareciera no tener cabida en el espacio intrasubjetivo donde se la pensaría como equivalente a duda, inseguridad, confusión desde ya sintomáticos. Una defensa princeps de la Incertidumbre ontológica es considerarla transitoria, injusta, ajena o por otro lado construir espuriamente certezas, imaginar relaciones consistentes como contractualmente sólidas, establecer una causalidad también certera, todo ello basado 9 No pasa lo mismo con otros conceptos tales como sufrimiento, angustia, malestar, placer, displacer, etc. 10 Daniel Waisbrot me hizo notar que el darle un status metapsicológico a dicho principio, le otorga una cualidad de fuerzas en conflicto que acarrean la posibilidad de hacerse consciente o por lo contrario ser reprimido o desmentido. 183 JANINE PUGET en una ilusión de solidez y definición que haría soportable el habitar y el ir siendo. Algo así como transformar la incertidumbre ontológica y su correlato de inquietud, perplejidad –como la llamamos con Julia Braun (2001)– en una confianza y seguridad en lo instituido. INQUIETUD Y PERPLEJIDAD Inquietud y Perplejidad no cubren las mismas zonas. Inquietud designa un estado de malestar indefinido e intraducible en palabras que probablemente tiene dos componentes: el uno pulsional y el otro concerniente a la ajenidad propia y del otro que hace que el vínculo esté siempre a la merced de una alteración. Pulsional en tanto manifestación de angustia pura, indefinida. Se expresa como no sentirse bien en ningún lado sin poder identificar la causa. Para la inquietud social se relaciona con un saber acerca del desconocimiento de decisiones que nos exceden. En cuanto a la inquietud indefinida propia de la intersubjetivad es expresión de un saber acerca de esa zona frágil, de fluidez según la cual es imposible prever el derrotero de los efectos del ir siendo con otro. En las parejas y familias sobran ejemplos en cuanto a la aparición de la inquietud indefinida. Se explica entonces porqué, cuando la inquietud se puede atribuir a un acto, a un evento ya acontecido que ha roto con la solidez imaginaria de un contexto, pareciera proveer niveles explicativos que transforman la indefinición en algo puntualizable. Pero lo que sucedió es que se liga la inquietud a algo conocido que instaura un futuro previsible. En cuanto a la perplejidad, la ubico en el registro propio de la complejidad y en consecuencia imposibilita disponer de un pensar instrumental mínimo, lo que traba cualquier acción que incluya una decisión. No se entiende lo que sucede, lo que se está viviendo e incluso es difícil saber en qué consiste no entender. Ahí se produce un desacople entre lo instituido, lo conocido, lo sólido y seguro y lo que se presenta. La perplejidad abre dos caminos posibles: uno se sostiene sobre su transformación en curiosidad y deseo de investigar. Y el otro el de la confusión y parálisis se torna síntoma y adquiere la forma de inquietud. 184 INTERSUBJETIVIDAD. CRISIS DE LA REPRESENTACION PENSAMIENTO Desde estos planteos es necesario considerar diversas categorías de pensamiento que cubren un espectro que va desde lo operativo a lo imaginativo y creativo. – Un pensar que fluye, se escapa y se relaciona con el efecto de presencia y la alteridad (Assoun). – Un pensar producido por acciones11 inevitablemente bajo el dominio de lo imprevisible del encuentro. – Un pensar el pensamiento que cristaliza (Assoun) como una manera de interpretar el fluir. – Y un pensar que aún no sabría cómo categorizar, que es el que surge y crea espacios virtuales. El psicoanalista oscila entre un pensar que cristaliza y un pensar que fluye. En un caso confirma sus hipótesis, en el otro va siendo con su paciente y puede experimentar sea extrañeza como también el placer de la fluidez. EL RECONOCIMIENTO Y EL CONOCIMIENTO La “lucha por el reconocimiento” ocupa un lugar importante en la filosofía hegeliana y tiene que ver con niveles de conciencia, autoconciencia y percepción del otro. Ahí el reconocimiento del otro es una precondición para la autoconciencia (Nick Crossley). Muchas corrientes enroladas en la intersubjetividad sostienen que “si bien el individuo crece en las relaciones con otros sujetos”, lo básico es investigar el reconocimiento del sí mismo y el otro como seres interrelacionados. Es así que esta autora habla de “conceptos como el compartir une experiencia mental análoga” donde reconocimiento y el campo del sí mismo tienen que ver con su postura teórica. Para Para dar cuenta dentro del contexto de acciones violentas traumáticas de los trastornos de pensamiento, con Julia Braun (2001) contemplamos en su momento dos categorías de pensamientos posibles. Tuvimos en cuenta que en general se asocia situación traumática según un eje posible-imposible dado que se considera lo traumático como imposible de ser pensado, nos pareció útil introducir dos categorías de posibles a las que llamamos posible necesario y posible imaginativo. En una circunstancia el pensamiento posible necesario tiene un carácter pragmático cuyo objetivo es la toma de decisiones para salvar la vida. En este caso la perplejidad es transformada en acción inmediata. Mientras que en la otra circunstancia se activa un pensamiento creativo e imaginativo que resolverá el estado de perplejidad a través del cuestionamiento de certezas. 11 185 JANINE PUGET la capacidad piensa en reconocimiento, mientras que para el concepto piensa en intersubjetividad (Jessica Benjamín, 198812). La necesidad de reconocimiento es lo que lleva a una persona a sentir “Yo soy el hacedor que hace, yo soy el autor de mis actos por estar con otra persona que reconoce mis actos, mis sentimientos”, etc. El reconocimiento es entonces reflejo pero confirma siempre el sí mismo. Para Stern et al (1998), también citado por Benjamín (p. 45), intersubjetividad designa el momento en el que sabemos que existen otros que sienten y piensan como nosotros. Aquí reside la gran diferencia que propongo puesto que para mí sería el no poder afirmar el yo hago sino el hacemos, ya que el yo hago es siempre incompleto. El reconocimiento es una meta evolutiva y tal vez allí haya una diferencia con lo que postulo como concepción de un vínculo. Va quedando claro que la insistencia en el compartir es básico para J. Benjamin, para Stern y que ello me diferencia dado que mi insistencia es en el desacuerdo, desencuentro. Sin embargo es bien conocido que la necesidad de reconocerse es mayor que la de conocerse en una situación con un otro que devuelve otra imagen, que altera el propio conocimiento, la de reconocer una situación es mayor que la de conocerla (véase por ejemplo cuando una persona viaja y para ubicarse ante este nuevo estado asocia con lo conocido estableciendo comparaciones), que la de reconocer al otro como igual al que fue es mayor que tomar contacto con la alteridad del otro que se ubica como otra, como ajena para el propio sujeto. DIMENSION DE SUBJETIVIDAD SOCIAL Estamos acostumbrados a pensar un evento o en positivo o en negativo. Parece difícil pensar la guerra, el crimen, otros hechos de este orden sin recurrir como organizador psíquico a las consecuencias de la Ley violada. Esta nos lleva a ubicar el evento en su Lo básico en la teoría intersubjetiva de J. Benjamín (1988) es investigar el reconocimiento del sí mismo y el otro como seres interrelacionados. Es así que esta autora habla de “conceptos como el compartir une experiencia mental análoga, donde reconocimiento y el campo del sí mismo tienen que ver con su postura teórica”. Para la capacidad piensa en reconocimiento mientras que para el concepto piensa en intersubjetividad. 12 186 INTERSUBJETIVIDAD. CRISIS DE LA REPRESENTACION negatividad, como algo que no debiera haber sucedido. Pero pensar el presente es también pensar cuáles son las circunstancias dentro de la cual acontecen los eventos. ¿Cómo pensar en positivo? Tal vez intentando conocerlos desde su positividad. Cuando empecé a escribir esta contribución se esperaba la guerra que el gobierno norteamericano iba a declarar contra Irak, luego la guerra se declaró y ahora es otro momento. Pero apareció el SARS que de alguna manera introduce una variable para el futuro. Mi mente pasaba de Toronto a Irak y ello activó dos dimensiones imposibles de integrar. También recuerdo los numerosos artículos publicados en el News Letter de la IPA acerca de la mente del terrorista o la correspondencia por mail de noviembre del 2001, luego del 11 de septiembre. En ellos me fue quedando clara la dificultad de los psicoanalistas para pensar la subjetividad social con un modelo propio. Esta nueva circunstancia comportaba una exigencia intelectual, la de pensar a partir de un profundo malestar e incertidumbre y del vacío proveniente de la falta de modelos: ¿cómo dar cuenta de la subjetividad social que se estaba creando? Me restrinjo ahora a examinar lo que sucedió en el consultorio. Los pacientes durante este período mencionaron en varias oportunidades: – ¿cómo hablar de mis pequeñas cosas o problemas cotidianos cuando están sucediendo cosas tan horribles? Evidencia de un conflicto en términos de heterogeneidad, la que se intenta resolver privilegiando una dimensión sobre la otra; – tender a recordar, asociar con guerras pasadas donde por supuesto el Holocausto, Hitler igual a Bush y a Saddam, la dictadura argentina fueron evocadas. Lo considero un síntoma ligado a la dificultad en pensar el presente y un futuro incierto. Un paciente dijo “¿cómo podría pensar el presente si no fuera con recuerdos del pasado?”. Por ejemplo, ¿cómo podría pensar en esa puerta si no supiera que hay algo detrás. No podría franquearla. La guerra enfrenta con una puerta detrás de la cual no se sabe lo que hay, paraliza y lleva a recluirse en lo conocido, en el pasado. Recordó haber soñado con un precipicio en el cual podría caer porque estaba parado en un piso que se movía. Si daba un paso, podía ser que se salvara o, por el contrario, que cayera sin saber exactamente dónde. Una gran sensación de vértigo acompañó su relato. Pero no podía entender cómo era posible que cerca de ahí, hubiera un campo hermoso, con gente jugando; 187 JANINE PUGET – recurrir a explicaciones, opiniones a fin de ubicarse ante un evento cuyas dimensiones son inabarcables; – disculparse por tener que mencionar las noticias, la guerra, como infringiendo un mandato psicoanalítico a menos que el tema permita el surgimiento de fantasías primitivas y tendencias mortíferas. En los cuatro casos paradigmáticos, intentar compatibilizar la dimensión social, la dimensión familiar, y la dimensión intrasubjetiva, usar el pasado para pensar el presente, construir un sistema explicativo, obedecer a una cultura psicoanalítica, se ponen en actividad mecanismos tendientes a defenderse de los efectos de la incertidumbre, de la perplejidad y que de alguna manera imponen restricciones a la producción de nuevas cualidades subjetivas. BIBLIOGRAFIA AGAMBEN, G. La communauté qui vient. Éditions du Seuil. Francia, 1990. ARENDT, H. 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Janine Puget Paraguay 2475, 7º C1121ABM, Capital Federal Argentina 189 Artículo no temático Psiquis y Cultura Samuel Arbiser “Si es cierto, según creemos hoy, que el individuo no es el resultado automático de su combinación genética, antes bien el resultado de su desarrollo, es decir, de su interacción con el medio en el que nace y crece, debemos admitir que la psicopatología individual cambia, del mismo modo que cambia el individuo humano, de acuerdo con el medio socio-cultural en el cual se forma (Ranguell, 1975)”. Eugenio Gaddini (1984) Este artículo es una invitación a reflexionar sobre tres puntos: El primero postula la relación de interdependencia entre la vida en la cultura y el extraordinario desarrollo de la psiquis humana. El segundo propone la noción de “grupo interno” como modelo del psiquismo que, en mi opinión, se ajusta más a dar cuenta de esta interdependencia. En tanto esta relación de interdependencia es compleja y dista de ser simétrica, requiere ciertas precisiones sobre los niveles epistemológicos de abordaje. El tercero sostiene, como consecuencia de los anteriores, la íntima relación entre las características de la cultura en cada momento y lugar, y las expresiones de la psicopatología, como lo señala el epígrafe. En el caso particular de la cultura posmoderna y su psicopatología tributaria, convendría desbrozar sus valores subyacentes para confrontarlos con los valores implícitos del método psicoanalítico, en línea, a mi juicio, con los valores humanos más permanentes. Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 193 SAMUEL ARBISER I) Sigmund Freud, sin proponérselo, escandalizó al respetable establishment social y académico de su época cuando, en sus investigaciones sobre las histerias reconoce una etiología sexual y, como efecto no deseado de sus hallazgos, desenmascara la hipocresía social o, si se quiere, la doble moral en los asuntos de la sexualidad. No lo amedrentó el “espléndido aislamiento” a que lo condenó su entorno y, a lo largo del proceso de creación del método y la teoría psicoanalítica, específicamente aplicable a los individuos, fue además reflexionando sobre la dimensión colectiva, es decir sobre lo social y cultural. “La moral sexual y la ‘nerviosidad’ moderna” (1908), “Tótem y Tabú” (1912/3), “Psicología de las masas y análisis del yo” (1921), “El porvenir de una ilusión” (1927), “El malestar en la cultura” (1930), “El porqué de la guerra” (1932) y “Moisés y la religión monoteísta” (1938) conforman un correlato o, si se quiere, un contrapunto entre lo individual y lo colectivo (social o cultural). El psicoanálisis nació en el apogeo de la cultura europea “moderna” de finales del siglo XIX cuando Sigmund Freud emprende el abordaje de sus pacientes “nerviosos” explorando un método y explicaciones inéditas para la medicina de sus contemporáneos. Justamente él, un riguroso neurofisiopatólogo familiarizado y experto en el uso del microscopio, deja de lado ese maravilloso instrumento óptico que había prometido develar en forma definitiva todos los enigmas etiológicos de las enfermedades. A cambio, reconoce como sustento de los síntomas al “infortunio ordinario” y, de este modo, produce un extraordinario salto metodológico y epistemológico en el esclarecimiento de “la miseria histérica”. “Repetidas veces he tenido que escuchar de mis enfermos, tras prometerles yo curación o alivio mediante la cura catártica, esta objeción: ‘Usted mismo lo dice; es probable que mi sufrimiento se entrame con las condiciones y peripecias de mi vida: Usted nada puede cambiar en ellas, y entonces, ¿de qué modo pretende socorrerme?’. A ello he podido responder: ‘no dudo que al destino le resultaría más fácil que a mí librarlo de su padecer. Pero usted se convencería de que es grande la ganancia si conseguimos mudar su miseria histérica en infortunio ordinario. Con una vida anímica restablecida usted podrá defenderse mejor de este último’ ” (Freud, 1895, resaltado mío). Por consiguiente, ni microorganismo ni alteración celular o tisular eran los responsables de las neurosis, sino que se trataba de “condiciones y peripecias de la vida”, es decir, vicisitudes de los inevitables conflictos derivados de la convivencia entre los seres humanos en la cultura. 194 PSIQUIS Y CULTURA Probablemente no se valora en su merecida dimensión la forma en que se supera, de esta manera, el impasse en que la psiquiatría clásica se había estancado persiguiendo sus esfuerzos en el terreno de la biología.1 En última instancia, si bien los humanos compartimos con los animales el mismo fin biológico de la supervivencia individual y de la especie, nos diferenciamos de ellos, esencialmente, en razón de que nuestro ecosistema no es sólo el mundo “natural”. En realidad nuestro ecosistema es, en mucha mayor medida, el mundo “sociocultural”, a través del cual debemos satisfacer tales fines. En consecuencia, mientras que los animales pueden conformarse con un rudimentario psiquismo confiando en que sus instintos harán toda la labor necesaria para lidiar por la supervivencia individual y de la especie, en el “homo sapiens” esa tarea no es exclusivamente instintiva sino mayormente aprendida y, por consiguiente, la variabilidad del éxito del aprendizaje de la asignatura de la vida en la sociedad y en la cultura dependerá de las cambiantes vicisitudes del desarrollo de su aparato mental. Al señalar la preponderancia de lo aprendido por sobre lo instintivo,2 pretendo plantear que la complejidad del psiquismo humano, tanto en su rendimiento como también en su vulnerabilidad, está en consonancia con la extraordinaria complejidad de la cultura. De este modo pretendo poner el énfasis en la inextricable y solidaria relación de interdependencia entre el desarrollo de nuestra mente y el desarrollo de la cultura y, en ese mismo orden, interesar en el modelo de psiquismo que propuso Enrique Pichon Rivière (1971) y yo mismo (Arbiser, S., 1985, 2001) intenté desarrollar a lo largo de las últimas décadas, el “grupo interno”, en tanto este modelo tiene como eje esa relación psiquis-cultura. De paso, aunque no menos importante, queda de este modo delimitada la jurisdicción de las problemáticas tributarias del psicoanálisis y, por consiguiente, circunscribe el alcance de su no menos controvertido “hecho clínico”: “el infortunio ordinario”, en forma independiente de sus manifestaciones sintomáticas en el área cuerpo, mente o mundo externo (Bleger, 1963). 1 En contraste, no se pueden desconocer, en la actualidad, los significativos avances en neurociencias y la potencialidad de los métodos de investigación en curso. 2 En realidad se trata de dos niveles de aprendizaje: el filogenético (instintivo) y el ontogenético (aprendizaje propiamente dicho). 195 SAMUEL ARBISER II) El grupo interno es una manera de visualizar y conceptuar –en un sentido funcional– el psiquismo humano. Se trata de un repertorio de estructuras vinculares organizadas en una unidad que las hace coherentes (en el mejor de los casos3). Estas estructuras vinculares, están en permanente intercambio de retroalimentación con las estructuras vinculares concretas del mundo externo presente. Fueron incorporadas a lo largo del desarrollo evolutivo y reproducen, refractado en el mundo interno, el mundo social y cultural propio de cada sujeto. La infinita variedad de historias personales determinantes del desarrollo evolutivo mencionado determina la “singularidad” de ese mundo social y cultural internalizado. Aquellas partes excluidas o rezagadas del proceso de intercambio de retroalimentación con la realidad externa configuran las fuentes de la psicopatología. La noción de grupo interno proviene de las enseñanzas –fragmentarias– de Enrique Pichon Rivière dispersas a lo largo de la tradición oral y escrita de su obra, en nuestro medio. Su rescate y desarrollo4 fue estimulado por la búsqueda de un modelo de la mente que pudiera, sin forzamientos, dar cuenta de abordajes tanto individuales como multipersonales. Y además, porque implicaba una concepción del psiquismo determinado e inmerso en el contexto sociocultural que constituye el hábitat humano; hábitat que se presta mejor a un modelo “dramático”, donde se plantean las ya mencionadas “condiciones y peripecias de la vida”. En contraste con otras teorizaciones,5 en tanto este “infortunio ordinario” tiene una expresión en el ámbito colectivo, interpersonal e intrapsíquico, la noción propuesta de grupo interno pretende articular estos tres ámbitos. Mi opinión es que el “infortunio ordinario”, al que Freud aludía en sus tempranos trabajos, es la porción del inevitable “malestar en la cultura” que nos toca a cada persona enfrentada a la tarea de vivir. Por lo tanto, partiendo de la idea de que la cultura sería algo así como el psiquismo de la humanidad en su conjunto, se podría proponer tres niveles de abordaje del “malestar en la cultura”. Un nivel general 3 La estructura psicopatológica del “fronterizo” representaría la forma desagregada de esa unidad. 4 Arbiser, Samuel, 1973, 1978, 1984, 1985, 1986, 1988, 1990, 1992, 2001. 5 Me refiero al Psicoanálisis del Vinculo de J. Puget e I. Berenstein que hacen de la diferencia entre relación de objeto y vínculo un elemento central de su teorización (Berenstein, I., Puget, J., 1997, Lo vincular. Buenos Aires, Paidós). 196 PSIQUIS Y CULTURA abordado por la sumatoria de las disciplinas humanas más abarcativas: la Filosofía, la Política, la Economía, el Arte, la Literatura, la Religión y demás que estudian los múltiples aspectos que hacen a los universales que se dan en toda cultura. Un nivel particular que enfoca características de época o lugar, o de grupos determinados que estudia la Antropología y la Psicología Social entre otras. El nivel singular, dependiente del encuentro constitutivo entre cada cultura particular con la dotación genética de cada individuo y cada detalle de sus circunstancias vitales. Este temprano encuentro de la impronta cultural y el desvalido neonato humano instituye el psiquismo, que requerirá muchos años de evolución, asistido por el entorno cultural íntimo (la familia) y, que con el transcurso del tiempo será cada vez más abarcativo. Es en este último nivel del “malestar en la cultura”, el de la singularidad, en que el psicoanálisis tiene su lugar específico de acceso. No es que los psicoanalistas no hayan intentado incursionar en los otros niveles. Freud mismo lo hizo en todos sus trabajos “sociales” ya mencionados y, si bien se consideran aportes esenciales en el campo psicoanalítico, lograron sólo una limitada pregnancia en los campos específicos más abarcativos de la Religión, la Antropología, la Historia, y la Dinámica de los Grupos. Nicolás Espiro (1985) hace, en ese sentido, una interesante e instructiva crítica epistemológica al texto freudiano de “El Malestar en la Cultura”. Los pensadores de la cultura en su nivel más general no ignoran la importancia decisiva del psicoanálisis y sus aportes para la comprensión de la conducta humana, pero no aceptarían que por si sólo explicara las motivaciones que afectan a la vida colectiva, la dinámica de los grandes eventos sociales y los movimientos evolutivos que se dan en la cultura. Nadie con prurito epistemológico aceptaría sin reserva que la guerra es un producto del incremento del “instinto de muerte” o de las “tendencias filicidas” de los individuos de una comunidad determinada. Es necesario reconocer que a lo largo del siglo XX, si bien el psicoanálisis influyó en los decursos de la cultura, sólo lo hizo en una medida modesta. La cultura tiene sus propios dinamismos que desbordan ampliamente las posibilidades explicativas y operativas del psicoanálisis. Sería ingenuo suponer que una humanidad idealmente psicoanalizada en su totalidad evitaría las guerras, la distribución desigual de los bienes y la administración arbitraria del poder y del sexo. Las instituciones psicoanalíticas, en las cuales se supondría que todos sus miembros estarían psicoanalizados, no muestran mejores 197 SAMUEL ARBISER conductas que la sociedad en su conjunto cuando se ponen en juego las cuestiones mencionadas. Retomando la ilación, los sucesivos modelos del psiquismo que fueron apareciendo desde las primeras épocas de la teorización freudiana, respondieron a los distintos énfasis en el devenir de la práctica y a la suma de los recursos epistemológicos con que se contaba en cada época para formar los constructos teóricos. Con la teoría psicoanalítica de las “identificaciones constitutivas” (Freud, 1917,1921, 1923) se da el paso decisivo para configurar a nuestro psiquismo como un espacio interno poblado por el mundo humano (cultural): a mi juicio, un verdadero punto de inflexión en la teorización freudiana con sus ponderables consecuencias epistemológicas. Previamente a la teoría de las identificaciones, el eje de la teorización giraba en torno a la “represión”, que constituía la interfase entre la consciencia y el inconsciente. Las explicaciones se expresaban en términos vectoriales de fuerzas en conflicto y de formaciones de compromiso entre las fuerzas. El descubrimiento de la existencia de un mundo psíquico desconocido en cada persona, el inconsciente, centralizaba –y lo sigue haciendo– el asombro de la nueva disciplina. A mi entender, la teoría de las identificaciones subsume, sin descartarla, la anterior de la represión y configura un nuevo punto de partida. La noción de “grupo interno” se basa en la teoría de las identificaciones y en la de las relaciones de objeto (M. Klein), pero las complejiza al sostener que lo que se internaliza en nuestro psiquismo y lo constituye no son objetos “aislados”, sino complejas estructuras vinculares portadoras de las peculiaridades organizacionales sociales y la herencia cultural, propias de cada grupo familiar. En pocas oportunidades Freud se expide tan claramente en el sentido de visualizar a los padres como intermediarios entre mandato social y el niño en desarrollo, como en la siguiente cita: “La hija encuentra en la madre la autoridad que cercena su voluntad y la persona a quien se ha confiado la misión de imponerle esa renuncia a la libertad sexual que la sociedad demanda” ...“Para el hijo el padre encarna toda la coacción social, que soporta a disgusto” (1915-16) (Resaltado mío). Durante siglos y, al concierto de las rivalidades a ambas márgenes del Canal de la Mancha, se discutió la prevalencia significativa y genética del individuo o de la sociedad (Tarde en Inglaterra y Durkheim en Francia), acorde con una posición individuocéntrica o sociocéntrica. Freud mismo, en sus estudios sociales, reconoce la 198 PSIQUIS Y CULTURA inviabilidad de la cría humana aislada y su consecuente necesidad de una vida colectiva, aunque necesita postular a la libido como motor incitador de la unión social entre los hombres. Tampoco él, producto de su propia época, pudo soslayar, en la apreciación de la vida humana, el equivalente a lo que en la visión del universo significó la antigua visión de Ptolomeo6 frente a la innovadora de Copérnico. En cambio la postura de Pichon Rivière, con su concepción de “emergente” y “portavoz”, pone en otros términos la relación individuosociedad. Esto conduce a que la pregunta acerca de cómo se constituyen los grupos a partir de los individuos deba invertirse por la pregunta acerca de cómo se deviene psicológicamente individuo a partir de su grupalidad e indiferenciación psíquica originaria. El hombre vive en distintos grupos de pertenencia independientemente que esté rodeado de multitudes o viva como un anacoreta (como bien lo señala Freud [1914] cuando diferencia “introversión” de la libido de la “retracción” narcisista). La grupalidad está planteada de entrada pero oscurecida por una implícita ideología egocéntrica, individualista o ptolomeica. La vida familiar, independientemente de sus variables características a lo largo de la historia y la geografía, es consustancial al desarrollo evolutivo del humano y es allí donde tiene la oportunidad de “realizarse” el complejo de Edipo con el cual cada ser humano viene constitucionalmente dotado. Considero que el Edipo es innato como el lenguaje; y, que en contraste, las múltiples variables de su realización (diferente de la consumación) son adquiridas culturalmente al igual que la diversidad de los idiomas. La estructura innata del Edipo configurando una unidad con el Complejo de castración consistiría, en última instancia, en un dispositivo clasificador que permitiría organizar, a través del registro de las diferencias, el mundo humano en por lo menos estas direcciones: yono yo, adultos-niños, masculino-femenino, vida-muerte. No ahorraría en recordar que la “realización” implica el vivenciar y ejercitar una disposición innata y que la consumación, por otra parte, implicaría una particular manera de vivenciar y ejercitar tal disposición que terminaría nivelando, soslayando o anulando esas diferencias 6 Sin embargo no puede menos que reconocerse la variación en su concepción del narcisismo primario desde su “introducción...” en 1914, con un punto de partida en la acumulación libidinosa en una vesícula aislada (el Yo) para luego dirigirse a los objetos, y su postura en 1930 sobre el narcisismo como sentimiento oceánico. Es decir: primero se parte del individuo al conjunto y luego el individuo como diferenciación desde el conjunto. 199 SAMUEL ARBISER determinando los mecanismos descriptos por Freud como desmentida (Werleunung) o desestimación (Werwerfung). El lugar decisivo que asigno a la cultura y la sociedad, correlativo a la conformación y función de la mente humana, permite ver en una nueva significación la latencia, como etapa del desarrollo evolutivo. Visto de esta manera, no se trataría sólo de un impasse en la sexualidad, sino que, su principal función estaría al servicio de establecer un espacio y un tiempo necesario para la incorporación en cada individuo del inmenso patrimonio cultural acumulado en los miles de siglos desde la aparición del homo-sapiens en la tierra.7 Si atendemos, aunque sea en forma somera, a la dinámica de la vida social, veremos que no se puede soslayar el hecho de que vivimos asumiendo y adjudicando roles. La conformación del psiquismo como repertorio de estructuras vinculares de distinto nivel evolutivo (indiferenciado, narcisístico o edípico) conlleva a atender al concepto de los roles, habitualmente estudiado por psicólogos sociales. Por consiguiente, las estructuras vinculares que conforman el grupo interno están configuradas también como los roles de la vida social que, aparte del nivel evolutivo ya señalado, se ordenan en sentido vertical (a partir del modelo de padres e hijos) u horizontal (a partir del modelo de la convivencia entre hermanos y pares). Estos pueden clasificarse en roles “prescriptos” o roles “sentidos” (Pichon Rivière). Los roles “prescritos” son las posiciones en que se instalan los sujetos en relación con otros sujetos y con el conjunto, en función de una designación provista por la propia organización social. En contraste, los roles “sentidos” dependen del desempeño concreto de los mismos, y son tributarios del eje diacrónico,8 que es sinónimo del desarrollo evolutivo propio de cada persona singular. La vida humana se desenvuelve en el encuentro entre el eje sincrónico del campo social y el eje diacrónico de cada persona y, en este encuentro, el psicoanálisis opera sobre el último mencionado, sin desconocer el escenario que brinda el anterior. El tema de los roles permite reconocer que la dinámica que mueve nuestra conducta es más compleja de lo que pretenden las visiones polarizadas más simplistas, llámense éstas culturistas o instintivistas. Nuestra conducta no está determinada solamente por nuestra historia evolutiva sino, Freud (1923, pág. 37) lo expresa como “herencia del desarrollo hacia la cultura”. Pichon Rivière importa los términos sincrónico y diacrónico de la Lingüística Estructural de Ferdinand de Saussure. 7 8 200 PSIQUIS Y CULTURA además y simultáneamente, por el campo social en el que interactuamos. En otros términos, es el campo social el que decide qué se activa o desactiva de nuestro repertorio de roles (grupo interno) en cada momento de nuestra vida. Con este planteo se superaría la dilemática polaridad entre los que sostienen la preponderancia de la realidad psíquica sobre la realidad fáctica o viceversa, tanto en el campo teórico como en el clínico. Justamente, de acuerdo a la propuesta de este trabajo, los psicoanalistas no desconocemos ni desestimamos las influencias del campo social sobre los individuos, sólo que no operamos sobre ellas. Operamos sobre la realidad psíquica de la persona; realidad psíquica con la cual esta persona debe enfrentar e interactuar en la realidad fáctica. III) A lo largo del punto anterior, se ha insistido en la articulación entre el nivel colectivo, interpersonal e intrapsíquico, alertando asimismo sobre la asimetría de las influencias entre estos niveles y advirtiendo ante las explicaciones psicoanalíticas excluyentes para dar cuenta de los cambios culturales. Estos cambios responden, como ya se ha afirmado, a una complejidad y diversidad de fuerzas que rebasan ampliamente los factores estudiados por el psicoanálisis. Pero, en sentido contrario, pocos pondrían en entredicho la evidencia de que los cambios culturales producidos a lo largo de la historia de la humanidad han redundado en marcados cambios en la subjetividad y por consiguiente en la psicopatología, como lo expone el instructivo trabajo ya citado de Eugenio Gaddini (1984), “Los cambios en los pacientes psicoanalíticos de nuestros días”. Este autor se esmera en poner de manifiesto los cambios en la psicopatología a lo largo del siglo XX en paralelo a los cambios culturales, especialmente en los interregnos entre las grandes guerras del siglo XX, aunque también reconoce que las novedades derivarían, a su vez, de una ampliación y perfeccionamiento de la capacidad indagatoria del instrumento psicoanalítico. Por consiguiente, dada la imposibilidad de operar y explicar en el nivel más general del “malestar en la cultura”, lo que el psicoanálisis sí puede abordar son los “infortunios humanos” individuales de aquellos pocos hombres y mujeres con suficiente “egodistonía” que acuden a él para procesarlos y permitirles, de este modo, una “adaptación activa a la realidad” en los términos de Pichon Rivière o conducta “aloplástica” en los términos de Freud (1924) cuando define: “Llamamos normal o ‘sana’ a una conducta que aúna 201 SAMUEL ARBISER determinados rasgos de ambas reacciones: que como en la neurosis no desmienta la realidad, pero, como la psicosis, se empeña en modificarla. Esta conducta adecuada a fines, normal, lleva a efectuar un trabajo que opere sobre el mundo exterior, y no se conforma, como la psicosis, con producir alteraciones internas; ya no es autoplástica, sino aloplástica”. Esto implica un proceso dialéctico entre lo que daría en llamar “una introspección crítica” (el insight) y una visión asimismo crítica9 (ni contestataria, ni sectaria) del nivel más general del “malestar en la cultura” y de los complejos dinamismos que lo provocan. El impresionante avance en la ciencia y en la tecnología de nuestro tiempo, características de la cultura actual, condujo, como ya se ha reiterado, a un vertiginoso cambio de la subjetividad humana. Al respecto, hay abundante e instructiva literatura de pensadores autorizados, psicoanalíticos (McDougall Joyce, 1982;10 Ahumada J., 1997; Carlisky N. [compilador], 1998), y de otros campos (Lipovetsky G. 1983; Sartori G., 1998). Se ha insistido, con razón y cierto tono nostálgico, en que el psicoanálisis marcha a contrapelo de la cultura posmoderna. Esa evidencia, lejos de abatirnos, debiera estimular la creatividad de los psicoanalistas para abordar con renovados bríos el desafío que lo nuevo nos plantea e intentar así actualizar la eficacia y la frescura del método y la teoría. Lo que urge es revisar críticamente la rigidez de los parámetros a fin de poder, como Freud en su momento, discernir el punto de urgencia actual, tanto en el individuo como en la cultura. El punto de urgencia que me interesaría destacar en este trabajo es que lo que marcha a contrapelo entre la cultura y el psicoanálisis son los valores subyacentes en juego en ambos. Por consiguiente, en tanto subyacentes, convendría ponerlos en evidencia y enumerar algunos de estos valores inherentes al método y al dispositivo Considero imprescindible para los psicoanalistas una conciencia de las dinámicas que mueven al mundo en el cual vivimos, pero eso no debe confundirse con un aliento a la acción revolucionaria como se postulaba como deber a finales de la década de los 60 y durante la de los 70 en nuestro medio. 10 Esta autora en un solo párrafo da una imagen elocuente de los pacientes “posmodernos”: “Hace algunos años encontrábamos sobre el diván del analista un buen número de pacientes que sufrían diversas formas de impotencia sexual o frigidez, en un contexto en que el objeto sexual habitualmente era amado o sobrestimado. ‘La amo y sin embargo no puedo hacer el amor con ella’. Hoy hay más analizados que dicen: ‘hago el amor con ella pero no la amo’” . 9 202 PSIQUIS Y CULTURA analítico en especial disputa con los cambios culturales propios de la así llamada “posmodernidad”. En general, los psicoanalistas solemos dejar traslucir el celo por nuestra filiación psicoanalítica a través de mostrar nuestra adhesión incondicional a los conceptos fundamentales de la disciplina como el inconsciente, la sexualidad infantil y la transferencia. Retirarlos, tácticamente, del centro del escenario y concentrar la atención en los valores no va en desmedro de dichos conceptos. Solamente que sobre éstos se ha insistido y controvertido ampliamente a lo largo de los años, mientras que el destilado de los valores implícitos que están en juego en su práctica son menos reconocidos y frecuentados y, a mi entender, coinciden con los valores más permanentes de la condición humana. Paso a enumerarlos: a) Trabajo psíquico: con esto pretendo señalar una diferencia de la terapia analítica con cualquier otro método terapéutico. La significación del “trabajo” entronca con el acento con que Freud diferenció la “identidad de percepción” y la “identidad de pensamiento”, “el trabajo elaborativo” y el “trabajo del duelo”. Los resultados en la terapia analítica no son gratuitos y provienen del esfuerzo propuesto al psiquismo por la indagación, que implica trabajo psíquico. El analista no provee ningún medio supresor para el alivio inmediato del padecimiento que aqueja al paciente, sino que debe alentar o despertar en él el vector motivacional para que el padecimiento mismo ejerza en el paciente el estímulo necesario para internarse en lo desconocido o inexplorado de sí mismo. Es más importante ayudar a la formulación de la indagación que al suministro de respuestas. Estas últimas no serían más que clisés, si se las proveyese de un supuesto saber. Si bien esto implica para el paciente y el analista renunciar a los atractivos atajos de las soluciones prêt-à-porter y los expone a enfrentar incertidumbres, el resultado para ambos, en experiencia emocional y vivencial, es inconmensurable. Parafraseando al poeta, de lo que se trata, no es de transitar los caminos remanidos sino de “...hacer camino al andar...”. ¿Cómo conciliar este valor con la cultura actual del facilismo y de la fascinación de los productos vistosamente envasados? b) Atención personal: el contacto personal, estable y continuo con el paciente en un encuadre pactado y coherente, no sólo provee un escenario propicio para la emergencia en el campo transferencialcontratransferencial de los pretéritos conflictos no resueltos, sino 203 SAMUEL ARBISER que reproduce en forma simbólica el ámbito humano en que la cría se aprovisiona de sus necesidades biológicas, afectivas y culturales (universo de significaciones) imprescindibles para su supervivencia. No existe otra prestación tan centrada en la atención personificada, ni la suficiente valoración colectiva de sus efectos terapéuticos, especialmente en esta época donde la eficacia tecnológica desplaza y hace olvidar el sentido entrañable e insustituible de los vínculos humanos. En apoyo a esta afirmación cabría recordar y así ponderar en su dramática dimensión el fenómeno del “hospitalismo” descripto por René Spitz. c) Historicidad y Singularidad: la experiencia analítica, que permite recuperar la historia propia e irrepetible de cada persona, contribuye a definir simultáneamente su singularidad. El procesamiento de la experiencia dentro de una continuidad histórica con tiempos y espacios elaborativos serían el antídoto ante el sistema de vida de “videoclip”. Con la propuesta de concebir la idea de singularidad se trataría de zafar de la oposición –muchas veces ideológicamente sustentada– entre el individuo “aislado” (Bleger, op. Cit,) y el hombre-masa-indiferenciado. El primero desestima sus relaciones de interdependencia con los demás y con la sociedad en su conjunto, mientras que el segundo no terminaría de adquirir los contornos que lo definen y lo diferencian de los demás. d) Interioridad psíquica: la atrofia o desaparición de la interioridad psíquica probablemente sea la peor consecuencia de los efectos indeseables de la posmodernidad sobre nuestra subjetividad, que por consiguiente ya no merecería ese nombre. La sobrevaloración de la eficiencia y operatividad de las conductas en el mundo externo va en detrimento de una interioridad inevitablemente conflictiva. Esta “sobreadaptación” operaría de forma tal como si “los eternos problemas del hombre” se hubieran subsumido en problemas fácticos y “extrínsecos”, así como si el tiempo mecánico de los relojes desplazara en forma total el tiempo subjetivo. 204 PSIQUIS Y CULTURA BIBLIOGRAFIA AHUMADA, J. L. (1997) Crisis de la Cultura y crisis del Psicoanálisis, en Descubrimientos y Refutaciones. 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(1971) Del Psicoanálisis a la Psicología Social. Ed. Galerna (1971). SARTORI, G. (1998) Homo videns. La sociedad teledirigida. Taurus 1998, Madrid. Samuel Arbiser Av. Las Heras 2126, 12º “I” C1127AAQ, Capital Federal Argentina 206 RESÚMENES Y DESCRIPTORES Resúmenes SONIA ABADI – Entre la frontera y la red, apuntes para una metapsicología de la libertad Resumen: Interpelando al paradigma frontera se instala el paradigma red, corriente que atraviesa actualmente variados campos del pensamiento. La red no se propone como una estructura globalizante que neutraliza lo diferente, sino como una integración basada en el mantenimiento de lo plural y sus transformaciones. La autora transita entre ambos paradigmas en la metapsicología y la clínica psicoanalítica. El concepto de frontera es intrínseco a toda la teoría: represión que separa inconsciente y preconsciente, barrera anti-estímulos, demarcación en espacios o instancias. Pero el psicoanálisis es a la vez precursor del paradigma de la red, con los conceptos de inconsciente, asociación libre, atención flotante. Destaca que es el psicoanálisis quien, en el ámbito del pensamiento científico, subvierte la escisión radical entre el sujeto y su objeto de observación, a través de los conceptos de transferencia y contratransferencia, inaugurando una teoría revolucionaria del conocimiento. Esta perspectiva resultará precursora de cambios en otras disciplinas. Este texto legitima el aporte del psicoanálisis al pensamiento y al conocimiento, así como las potencialidades de un método terapéutico que provee las herramientas para atravesar fronteras, desanudar y tejer redes, operando ante los riesgos de consolidaciones patológicas y manteniendo así su ineludible compromiso con la libertad. Descriptores: Asociación libre. Atención flotante. Libertad. Metapsicología. Psicoterapia psicoanalítica. Psicoanálisis. Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 207 RESUMENES Y DESCRIPTORES H. SHMUEL ERLICH, PH. D. – El Trabajo en la Frontera y el Uso del Analista: Reflexiones sobre la Supervivencia Analítica Descriptores: Psicoanálisis. Psicoanalista. GLEN O. GABBARD – Descarríos del tratamiento psicoanalítico con pacientes suicidas Resumen: El autor describe una frontera particularmente peligrosa en el paisaje psicoanalítico –a saber, el tratamiento de pacientes suicidas con graves trastornos de personalidad. Utilizando un ejemplo clínico de violaciones de límites tremendas por parte del analista, él describe peligros latentes específicos que conducen al mal manejo de las expresiones de desesperación suicida de los pacientes. Estos incluyen desidentificación con el agresor, fracaso de la mentalización, colapso del espacio lúdico analítico, reacciones a pérdidas en la vida personal del analista, omnipotencia, envidia del paciente y capitulación masoquista. El autor enfatiza las singulares vulnerabilidades que acompañan al tratamiento analítico de esos pacientes. Descriptores: Contratransferencia. Encuadre psicoanalítico. Folie à deux. Identificación. Identificación con el agresor. Psicoanalista. Sesión psicoanalítica. Suicidio. Supervisión. Transferencia. CLAUDIA L. BORENSZTEJN, SILVIA L. NEBORAK, CLARA NEMAS, VIRGINIA UNGAR – ¿Por qué la observación de bebés en la formación psicoanalítica? Resumen: Las autoras plantean que el equipamiento mental desarrollado a través de la experiencia de observación de bebés, es fundamental para el desarrollo de la capacidad analítica. El método desarrollado por Esther Bick, con sus pasos esenciales de observación, registro y discusión grupal como parte de la formación psicoanalítica, incluye la observación de las interacciones y desarrollos que ocurren en el seminario semanal de discusión de las observaciones realizadas por los candidatos. Las autoras piensan que es en ese contexto de discusión grupal en el que se generan las condiciones que favorecen la emergencia de la intuición psicoanalítica. Las autoras proponen que el método de observación de bebés tiene 208 Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 RESUMENES Y DESCRIPTORES valor tanto en los comienzos de la formación, en lo que denominan entrenamiento pre-clínico o intermedio, como en estadios más avanzados de consolidación del trabajo analítico. Tienen en cuenta la evolución de la receptividad para las transferencias tempranas, el refinamiento de la atención, la capacidad de contener situaciones emocionales sin actuar, el contacto con y la verbalización de las emociones y el enriquecimiento de modelos descriptivos. Descriptores: Bebe. Encuadre. Etica. Formación psicoanalítica. Observación de bebes. Transferencia. RENÉ EPSTEIN – Las fronteras y la matriz disciplinaria psicoanalítica: análisis epistemológico de lo hermenéutico y lo científico Resumen: En el caso de los procesos terapéuticos psicoanalíticos, y del psicoanálisis en general, discriminar entre la indagación hermenéutica y la investigación científica psicoanalítica depende del reconocimiento que la primera se refiere a la búsqueda del conocimiento de lo general del individuo y la segunda a la búsqueda de conocimientos de lo general del aparato psíquico o la mente. Se considera que la falta de una diferenciación clara de estos dos niveles de conocimiento lleva a nuestro campo disciplinario a una discusión sin fin. Esto se relaciona con el hecho que el lugar del descubrimiento de lo general del individuo puede ser siempre el punto de partida del proceso de inducción del conocimiento general. En esas condiciones se puede volver muy difícil percibir que es la conjunción de ambos modos de búsqueda de conocimiento lo que es propio del psicoanálisis. Lo interpretación de los hechos, basada en el conocimiento sistemático de lo individual en sesión, se vuelve acto terapéutico Y su efectividad es lo que valida la interpretación, lo que permite descubrir la realidad o materialidad objetiva del paciente, y, por lo tanto, la objetividad de los conocimientos generales sobre el aparato psíquico, y los fundamentos del método y la técnica que se usan con el sujeto, condición que excede los criterios de “verdad” o “utilidad”. Descriptores: Ciencia. Epistemología. Hermenéutica. Psicoanálisis. Psicoterapia psicoanalítica. Supervisión. Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 209 RESUMENES Y DESCRIPTORES HÉCTOR FERRARI, MANUEL JOSÉ GÁLVEZ, JORGE LUIS MALDONADO, RODOLFO MOGUILLANSKY, JULIO MORENO, GUILLERMO SEIGUER – El papel de las teorías en la transmisión del psicoanálisis Resumen: ¿Es beneficioso, en la formación analítica, que los candidatos tengan contacto con varias concepciones teóricas? ¿Es mejor que se relacionen en mayor profundidad sólo con una de ellas? ¿Hasta qué punto es conveniente el énfasis en la formación teórica por sobre otros aspectos? ¿Cuál es el valor de la teoría en la formación de un analista? Contar con diversas teorías podría acarrear algunas ventajas: a) encontrar puentes entre ideas divergentes; b) hallar similares referentes entre ideas aparentemente disímiles; c) confrontar diversos modelos, haciendo evidente lo no contemplado por otra teoría; d) “golpear” una teoría con otra poniendo de manifiesto sus puntos de inconsistencia; e) leer una teoría desde otra, lo que podría arrojar una nueva luz sobre ambas. Sin embargo, es posible que la diversidad de teorías aumente la confusión, desfavorezca la profundización de cada situación e interfieran con la escucha de la singularidad de cada caso. Las teorías pierden su función cuando lo que ellas propician deja de ser considerado como una construcción, y adquiere cualidad ontológica. Jerarquizamos la importancia de la relación entre la descripción teórica y su correlato clínico; la enseñanza del psicoanálisis adquiere un carácter de vacío cuando se pretende enseñar materias teóricas apartadas de la experiencia clínica de la cual partieron. Sugerimos que en la enseñanza del psicoanálisis se debería tender a estimular la función teorizante en nuestros candidatos antes que su adhesión a determinadas teorías. Las teorías sexuales infantiles son construcciones teóricas creadas entre otros motivos para anular lo perturbador de la “realidad” presumida u observada. Por ello, persisten sin ser abandonadas aun cuando no coincidan con los hechos. Las teorías psicoanalíticas deberían, en cambio, ser destituidas si evidencian un carácter encubridor. De todos modos, lo infantil se infiltra entre los diversos elementos que constituyen el factor pasional generando en el aprendizaje diversas perturbaciones y toda teoría, por completa y acabada que se presuma, tiene, además de un carácter develador, otro encubridor. Descriptores: Aprendizaje del psicoanálisis. Enseñanza del psicoanálisis. Escucha. Psicoanálisis. Teorías. 210 Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 RESUMENES Y DESCRIPTORES MANUEL J. GÁLVEZ – La supervisión didáctica Resumen: El análisis didáctico debería pasar a ser un análisis “común y corriente” no solo desde el punto de vista del proceso analítico sino, sobre todo, para proteger a paciente y analista de los excesos de poder que surgen inevitablemente del marco institucional, tanto externo y real como internalizado, propenso a la idealización, escisión y desmentida. Dada por supuesta la necesidad del análisis del candidato para llegar a ser analista, es posible imaginar una transmisión institucional del psicoanálisis centrada en la supervisión. ¿Cómo podría organizarse la supervisión didáctica si pasara a ser el centro de la formación, evaluación y promoción? Se tratan en estas notas puntos vinculados a los aspectos institucionales y a algunos temas del proceso de supervisión. Entre los primeros figuran: relaciones entre analistas supervisores y didactas, evaluación del proceso, promoción, supervisiones colectivas etc. Entre los segundos: El lugar de la TR y contratransferencia. La oposición ambigua entre “enseñar” y “tratar” Función de la imaginación y la sorpresa La supervisión como área transicional entre la subjetividad y la objetividad. Evaluació-calificación-promoción. Descriptores: Análisis didáctico. Contratransferencia. Imaginación. Supervisión. Transferencia. Transmisión. CLELIA MANFREDI DE PODEROSO Y LEONARDO LINETZKY – Problemáticas “actuales” (acerca del pánico y la agorafobia). Psiquiatría y Psicoanálisis Resumen: En este trabajo intentamos reflexionar, a partir de nuestra tarea clínica con pacientes que presentan patologías “actuales”: “Pánico” y “Agorafobia”, desde la divergencia entre dos disciplinas: la Psiquiatría y el Psicoanálisis. Planteamos que no se trata solamente de una diferente descripción de los fenómenos clínicos, sino de una diferente teorización acerca de los mismos. Revisamos las primeras teorías de S. Freud, en particular sus ideas sobre la “Neurosis de Angustia”. Considerando este concepto como modelo explicativo de cierta problemática psicopatológica que nos remite a lo no procesable psíquicamente, concluimos que las concepciones de la psiquia- Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 211 RESUMENES Y DESCRIPTORES tría actual se aproximan a las propuestas freudianas de 1894. Presentamos material clínico que nos llevó a reconsiderar la problemática expuesta e investigar nuevas hipótesis, interrogándonos acerca de nuestras teorías sobre: las fobias, estructuradas en torno a la psicosexualidad infantil, y el “síndrome pánico-agorafobia”, en el cual encontramos un déficit en la función simbolizante, relacionado con experiencias infantiles traumáticas, tal como se nos impuso en el caso clínico. Descriptores: Agorafobia. Fobia. Pánico. Psicoanálisis. Psiquiatría. RODOLFO MOGUILLANSKY – Indicadores de cambio estructural en el psicoanálisis de la perversión Resumen: En esta ponencia se parte de una comprensión teórica que sostiene que la perversión es una entidad clínica centrada en la escisión del yo y la desmentida de la castración con peculiaridades en la construcción de la fantasía que se materializa en actuaciones perversas sexuales. Se proponen luego indicadores en el psicoanálisis de la perversión surgidos de la sesión psicoanalítica, que reflejan cambios en la estructura perversa a modalidades de funcionamiento mental propios de la neurosis. Descriptores: Cambio. Escisión. Estructura perversa. Material clínico. Perversión. Psicoanálisis. Sueño. RODOLFO MOGUILLANSKY – Narcisismo, Complejo de Edipo y Complejo Fraterno Resumen: En esta ponencia se postula que el Complejo fraterno permite articular clínica y teóricamente el Narcisismo y el Complejo de Edipo. Esta postulación encuentra su razón de ser en el hecho que el lazo social tiene en su entretela el vínculo fraterno y éste se sostiene sobre una igualdad deseante interdicta llevando el sello de la frustración libidinal del deseo incestuoso. El sentimiento de unión social entonces es a expensas de un corte que lo constituye y lo mantiene, guardando estrecha relación con los padres y se nutre de la prohibición hacia ellos dirigida. No se trata, la fratría de un acuerdo generoso; en el mejor de los casos la pertenencia a lo fraterno 212 Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 RESUMENES Y DESCRIPTORES surgiría a partir de la elaboración de los celos ante la pareja parental como un arreglo narcisista. Descriptores: Complejo de Edipo. Complejo fraterno. Endogamia. Exogamia. Familia. Narcisismo. Vínculo. JANINE PUGET – Intersubjetividad. Crisis de la representación Resumen: Postular una dimensión intersubjetiva hace posible abarcar problemáticas que hasta ahora se consideraban de extramuros, las que podrían ingresar como conflicto dentro de nuestra teoría y práctica. La subjetividad en tanto concepto psicoanalítico basada en el Dos ha de convivir disarmónicamente y superponerse a la dimensión que parte de las bases identitarias y que han sido el sostén de nuestra comprensión del funcionamiento del aparato psíquico de un sujeto. Ser igual a sí mismo y acrecentar, fortalecer en base a convicciones fuertemente arraigadas su singularidad es de distinto orden que el ir siendo sujeto e ir perteneciendo en cada situación (en cada dimensión). Así se instituye un modelo en el que tendrán que encontrar cómo convivir dos ideas que proponen lógicas propias: la de integración en un mundo homogéneo y la de dispersión en un mundo heterogéneo. La intersubjetividad así pensada contempla un trabajo basado en el hacer a partir de una diferencia pura y se aparta de quienes asocian intersubjetividad a empatía, a único funcionamiento del cual parten las significaciones de los diferentes actos de la vida los que se resignifican como una modalidad transferencial. Descriptores: Crisis. Psicoanálisis. Representación. Subjetividad. SAMUEL ARBISER – Psiquis y Cultura Resumen: Este artículo plantea tres puntos: El primero postula la relación de interdependencia entre el extraordinario desarrollo de la psiquis humana y la vida en la cultura. Dado que el hombre vive en un ámbito sociocultural, es el “infortunio ordinario” (Freud) el que aborda el psicoanálisis. Este “infortunio” en el nivel individual se corresponde con el “malestar en la cultura” en el nivel colectivo, tributario de múltiples disciplinas artísticas y científicas. Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 213 RESUMENES Y DESCRIPTORES El segundo propone la noción de “grupo interno” como modelo del psiquismo que, en mi opinión, más se ajusta a dar cuenta de esta interdependencia. Esta relación de interdependencia es compleja y dista de ser simétrica. Este modelo implica un desarrollo a partir del concepto de las “identificaciones” y de las “relaciones de objeto”. El tercero sostiene, como consecuencia de los anteriores, la íntima relación entre las características de la cultura en cada momento y lugar, y las expresiones de la psicopatología, en particular las de la cultura posmoderna. En tanto los valores de esta cultura y los valores inherentes al método psicoanalítico se contraponen, se trata de puntualizar algunos de estos últimos. Descriptores: Cultura. Grupo interno. Identificación. Latencia. Psicopatología. Psique. Subjetividad. 214 Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 RESUMENES Y DESCRIPTORES Summaries SONIA ABADI – Between the frontier and the network: notes for a metapsychology of freedom Summary: The author examines the paradigm of the frontier and encounters the establishment of the paradigm of the network, a tendency that currently runs through diverse fields of thought. The network is not proposed as a globalizing structure that would neutralize what is different, but as integration based on preservation of what is plural and its transformations. The author moves between these two paradigms in psychoanalytic metapsychology and clinical practice. The concept of frontier is intrinsic to the entire theory: repression, which separates the unconscious from the preconscious, the barrier against stimuli, the delimitation of spaces and agencies. But psychoanalysis is also a precursor of the paradigm of the network, with its concepts of unconscious, free association and evenly suspended attention. She points out that it is psychoanalysis that, in the area of scientific thought, subverts the radical split between subjects and their objects of observation, through the concepts of transference and countertransference, thus inaugurating a revolutionary theory of knowledge. This perspective can later be seen as a forerunner of changes in other disciplines. This text legitimizes the contribution of psychoanalysis to thinking and knowledge, as well as the potential of a therapeutic method that provides the tools for crossing frontiers, unknotting and weaving networks, operating in the face of risks of pathological consolidations, thus holding to its unavoidable commitment to freedom. Key words: Free association. Suspended attention. Liberty. Metapsychology. Psychoanalytic psychotherapy. Psychoanalysis. H. SHMUEL ERLICH, PH. D. – Working at the frontiers and the use of the analyst: Some reflections on the analytic survival Key words: Psychoanalysis. Psychoanalyst. Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 215 RESUMENES Y DESCRIPTORES GLEN O. GABBARD – Miscarriages of psychoanalytic treatment with suicidal patients Summary: The author describes a particularly perilous frontier on the psychoanalytic landscape –namely, the treatment of suicidal patients with serious personality disorders. Using a clinical example of egregious boundary violations by an analyst, he describes specific countertransference pitfalls that lead to mishandling the patients’ expressions of suicidal despair. These include disidentification with the aggressor, failure of mentalization, collapse of the analytic play space, reactions to loss in the analyst’s personal life, omnipotence, envy of the patient, and masochistic surrender. The author emphasizes the unique vulnerabilities that accompany analytic treatment of such patients. Key words: Countertransference. Psychoanalytic setting. Folie à deux. Identification. Identification with the aggressor. Psychoanalyst. Psychoanalytic session. Suicide. Supervision. Transference. CLAUDIA L. BORENSZTEJN, SILVIA L. NEBORAK, CLARA NEMAS, VIRGINIA UNGAR – Why is important babies’ observation in the psychoanalytical training? Summary: The authors put forward the proposition that the mental equipment developed through the experience of infant observation is fundamental to the development of the analyst’s psychoanalytical capacity. The Bick method, followed through its essential steps of observation, recording, and subsequent group discussion –as a part of psychoanalytical training– includes the observation of the interactions and developments which occur in the group discussion seminar. We believe that it is in the context of group discussion that the conditions are generated which allow psychoanalytical intuitions to emerge. We regard the use of this method as an essential part of the development and practice of the analytical approach in the early stages of training –we may say the pre-clinical or intermediate stages –as well at the later stage of consolidation. We bear in mind the evolution of receptivity to early transferences, the fine tuning of the attention; the ability to contain emotional situations without acting on them; contact with and verbalization of emotions; and the enriching and refining of descriptive models. 216 Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 RESUMENES Y DESCRIPTORES Key words: Baby. Setting. Ethics. Psychoanalytic training. Observation of babies. Transference. RENÉ EPSTEIN – The Frontiers and the Psychoanalytic Disciplinary Matrix: Epistemological Analysis of the Hermeneutic and the Scientific Stance Summary: In the case of psychoanalytic therapeutic processes, and psychoanalysis in general, the discrimination between the hermeneutic quest and the scientific psychoanalytic research depends on the recognition that the former is related to the search for knowledge about the general facts of the individual and the latter involves the study of the general knowledge of the psyche or mind. The opinion is sustained, that the lack of such a clear-cut differentiation of these two levels of knowledge, leads –in our disciplinary field– to endless discussions. This is related to the fact that all findings of what is general for the individual, might be the starting point for the induction process of the general knowledge. Thus, it is hard to perceive that the concurrence of these two ways of knowledge search, are the real path for psychoanalysis. The interpretation of the facts, based on a systematic knowledge of what is particular in session, becomes a therapeutic intervention. And the effectiveness of the interpretation is the means to discover the reality or the material objectivity of a patient, and, therefore, the objectivity of the general knowledge of the psyche and the foundations of the method and technique used with the subject, conditions that exceeds criteria of “truth” or “utility”. Key words: Science. Epistemology. Hermeneutics. Psychoanalysis. Psychoanalytic psychotherapy. Supervision. HÉCTOR FERRARI, MANUEL JOSÉ GÁLVEZ, JORGE LUIS MALDONADO, R ODOLFO M OGUILLANSKY , J ULIO M ORENO , G UILLERMO SEIGUER – The Rol of Theories in the Transmision of Psychoanalyisis Summary: Is candidates exposure to a variety of theoretical conceptions beneficial to analytic training? Is it better for them to explore only one of them in depth? To what extent is it useful to emphasize theoretical training over Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 217 RESUMENES Y DESCRIPTORES other aspects of our discipline? What is the importance of theory in the analyst training? Having access to many diverse theories can result in a number of advantages: a) the discovery of a connection between divergent ideas; b) the discovery of common ground between apparently dissimilar ideas; c) the fact that comparison among different models could bring to light what has not been considered by a single theory; d) a different perspective of two theories after opposing one of them against the theoretical perspective of the other. Nevertheless, it is possible that a diversity of theories could lead to confusion, or even hinder the in-depth investigation of each situation, and thus lead to unwanted interferences with the clinical focus needed in individual cases. Theories lose their function when what they propose acquires an ontological quality instead of being considered a construction. We wish to highlight the importance of the relationship between the theoretical description and its clinical correlate in the teaching of psychoanalysis which, we think, becomes meaningless when theoretical subjects are divorced from the clinical context to which they belong. We suggest that the teaching of psychoanalysis should stimulate the “theorizing function” of the mind. This would enable our candidates to actively use theories instead of adhering slavishly to particular theories of limited scope. Childhood sexual theories are theoretical constructs that are developed to eliminate the disturbing aspects of reality. Is mainly because of this, that those theories tend to endure even when they do not reflect reality. Instead of childhood sexual theories, psychoanalytic theories should be discarded if they explain things concealing clinical facts. Nevertheless, the infantile way of perceiving reality, which is related to the emotional factor, persist and may disturb the learning experience. Every theory, even though it may be comprehensive, has both a concealing and revealing character. Key words: Learning of psychoanalysis. Teaching of psychoanalysis. Listening. Psychoanalysis. Theories. MANUEL J. GÁLVEZ – Training Supervision Summary: Training analysis should become a “common or garden” analysis, not only from the point of view of the analytic process but particularly because of the abuses of power stemming inevitably from the institutional 218 Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 RESUMENES Y DESCRIPTORES framework, prone to idealization, splitting and disavowal. This analysis took as granted, it is certainly possible to imagine an institutional transmission of psychoanalysis focused on supervision. How should training supervision be structured if it became the core of training and evaluation? These notes deal with some issues related to a) institutional aspects of supervision and with b) the supervising process. Relationship between supervisor and didactic analyst, evaluation of the supervising process, promotion, collective supervision are considered among the former. The role of transference and countertransference, the ambiguous opposition between “teaching” and “treating”, the role of imagination and surprise, supervision as a transitional area between subjectivity and objectivity and the triad evaluation-qualification-promotion are some issues treated in the second item. Key words: Didactic analysis. Countertransference. Imagination. Supervision. Transference. Transmission. CLELIA MANFREDI DE PODEROSO Y LEONARDO LINETZKY – Current inquiries (on panic and agoraphobia). Psychiatry and Psychoanalysis Summary: In this work and based upon clinical experience with patients, the authors attempted to discuss “panic” and “agoraphobia” from the perspective of divergent disciplines: Psychiatry and Psychoanalysis. In this way, former Freud´s theories about “anxiety neurosis” (1894) were revised and it was noticed that his original thought approaches to the psychiatric point of view. In order to reconsider this theme and to analyze new hypothesis, clinical material is presented. On these bases, the authors inquire into two different clinical phenomena: a) phobias structured upon infantile sexuality and, b) the “panic-agoraphobia syndrome” without a symbolic dimension and related to childhood traumatic experiences, as emerge from the clinical case. Key words: Agoraphobia. Phobia. Panic. Psychoanalysis. Psychiatry. Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 219 RESUMENES Y DESCRIPTORES RODOLFO MOGUILLANSKY – Indicators of Structural Change in Psicho-Analysis of Perversions Summary: This paper rests on the theoretical understanding that perversion is a clinical entity centered on a split ego and the disavowal of castration together with a particular construction of phantasy which becomes manifest in perverse sexual behavior. Indicators in the psychoanalysis of the perversion which spring from the psychoanalytic session are proposed. These indicators reflect changes in the perverse structure towards types of mental functioning consistent with neurosis. Key words: Change. Splitting. Perverse structure. Clinical material. Perversion. Psychoanalysis. Dream. RODOLFO MOGUILLANSKY – Narcissism, Oedipus Complex and Fraternal Complex Summary: In this paper we postulate that the fraternal complex enables the combining of narcissism and the Oedipus complex both clinically and theoretically. This claim stems from the fact that the social tie contains within it the fraternal bond. This is sustained through an equality in forbidden desires and is characterized by libidinal frustration arising from the wish for incest. This feeling of social union results in the splitting of the ego, which becomes an integral part of it and also sustains it. It leads to a typically close relationship with parents and is strengthened by the prohibition that is generated by them. Phratry is not a generous agreement. At best, belonging to a fraternity comes from the working through of jealousy towards the parental couple, as in the case of narcissism. Key words: Oedipus complex. Fraternal complex. Endogamy. Exogamy. Family. Narcissism. Bond. JANINE PUGET – Intersubjectivity: crisis of the representation Summary: The postulation of an intersubjective dimension renders it possible to tackle problematics so far considered external to psychoanaly- 220 Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 RESUMENES Y DESCRIPTORES sis, which might enter our theory and our practice as conflict. Subjectivity qua psychoanalytic concept based on the Two will coexist disharmoniously, and overlap, with the dimension that takes the identity bases as its point of departure and that has been so far the support for our understanding of the functioning of a subject’s psychic apparatus. Being equal to oneself and increasing and strengthening one’s singularity on the basis of strongly rooted convictions differs greatly from becoming a subject and progressively belonging in each situation (in each dimension). In this way, a model is instituted in which two ideas that propose their own logics will have to coexist, namely, that of the integration within a homogenous world, and that of dispersion within a heterogenous world. Intersubjectivity thus thought contemplates a work based on doing with pure difference as its point of departure, and moves away from those who associate intersubjectivity with empathy, with a single mode of functioning from which will stem all the significations of the various acts during one’s life, acts that are resignified in a transferential mode. Key words: Crisis. Psychoanalysis. Representation. Subjectivity. SAMUEL ARBISER – Psyche and Culture Summary: This article poses three topics: The first posits the interdependence relationship between the extraordinary development of the human psyche and life within a civilized society. Given that man lives in a socio-cultural milieu, what psychoanalysis addresses is “common unhappiness” (Freud). This “unhappiness” occurring at the individual level equates with “civilization and its discontents” at the collective level –tributaries of multiple artistic and scientific disciplines. The second topic proposes the notion of “internal group” as the model of psychic life that, in my opinion, is best suited to reflect the mentioned interdependence. This interdependence relationship is complex, and it is far from being symmetrical. The model implies a development based on the concepts of “identification” and “object relations”. As a consequence of the foregoing, the third point maintains the intimate relationship between the characteristics of civilization at a given time and place, and the corresponding psychopathological expressions, particularly in the case of post-modern culture. Since the values of this culture are at variance with the values inherent in the psychoanalytical method, the Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 221 RESUMENES Y DESCRIPTORES emphasis has been placed on specifying the essential characteristics of some of the latter. Key words: Culture. Internal group. Identification. Latency. Psychopathology. Psyche. Subjectivity. 222 Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 RESUMENES Y DESCRIPTORES Résumés SONIA ABADI – Entre la frontière et le réseau, notes pour une méthapsychologie de la liberté Résumé: En interpellant le paradigme des frontières, s´installe celui de réseau, en tant que courant qui traverse actuellement plusieurs champs de la pensée. Le réseau ne s’ impose pas comme une structure globalisante qui neutralise ce qui est différent, mais comme une intégration fondée sur le maintien du pluriel et ses transformations. L´auteur développe ses idées entre les deux paradigmes, en parcourant la méthapsychologie ainsi que la clinique psychanalytique. La notion de frontière fait part de toute la théorie: le refoulement qui sépare l´inconscient du préconscient, la protection contre les stimuli externes, la démarcation entre espaces ou instances. Mais la psychanalyse est en même temps le précurseur du paradigme du réseau en s’appuyant sur les notions d´inconscient, association libre et attention flottante. L´auteur nous rappelle que c´est la psychanalyse même celle qui, dans la pensée scientifique, défait la scission radicale entre le sujet et son objet d´observation, à l’aide des notions de transfert et de contretransfert, inaugurant ainsi une théorie révolutionnaire de la connaissance. Cette perspective devancera les changements au sein d´autres disciplines. Le texte reconnaît la contribution de la psychanalyse à la pensée et à la connaissance, ainsi que la potencialité d’une méthode thérapeutique qui fournit les outils nécessaires pour traverser les frontières, dénouer et tisser les réseaux, en agissant face au risque de consolidations pathologiques et en gardant ainsi son inéluctable engagement avec la liberté. Mots clés: Association libre. Attention flottante. Liberté. Métapsychologie. Pyschothérapie psychanalytique. Psychanalyse. H. SHMUEL ERLICH, PH. D. – Le travail dans la frontière et l’usage de l’analyste. Reflectiones sur la survivance analytique Mots clés: Psychanalyse. Psychanalyste. Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 223 RESUMENES Y DESCRIPTORES GLEN O. GABBARD – Decrailement du traitement psychanalytique avec des patients suicides Résumé: L’ auteur décrit une frontière particulièrement dangereuse au champ psychanalytique: il s’ agit du traitement des patients suicides avec de graves troubles de personnalité. Employant un exemple clinique de graves violations de limites de la part de l’ analyste, il décrit des périls latents spécifiques qui mènent à mauvaises interventions par rapport aux expressions de désespoir suicide des patients. Parmi eux, desidentification à l’ agresseur, échec de la mentalisation, effondrement de l’ espace ludique analytique, réactions aux pertes dans la vie personnelle de l’ analyste, toute-puissance, envie du patient et capitulation masochiste. L’ auteur remarque les singulières vulnérabilités qui accompagnent le traitement de ces patients. Mots clés: Contretransfert. Cadre psychanalytique. Folie à deux. Identification. Identification avec l´agresseur. Psychanalyste. Séance psychanalytique. Suicide. Analyse de contrôle. Transfert. CLAUDIA L. BORENSZTEJN, SILVIA L. NEBORAK, CLARA NEMAS, VIRGINIA UNGAR – Pourquoi l’observation des bébés dans la formation psychanalytique Résumé: Les auteurs proposent que l’équipement développé par l’expérience de l’observation de nourrissons est fondamental pour le développement de la capacité psychanalytique. La méthode développé par Esther Bick, avec ses moments essentiels marqués par l’observation, l’enregistrement et la discussion dans le groupe, formant partie de la formation psychanalytique, comprend aussi l’observation des interactions qui ont lieu au cours du séminaire hebdomadaire. Les auteurs pensent que c’est au cours de la discussion dans le groupe ou se développent les conditions pour l’émergence de l’intuition psychanalytique. Les auteurs proposent que la méthode d’observation des nourrissons est valable dans le commencement de la formation psychanalytique et dans ce cas elles l’appellent “entraînement pré-clinique”. Elles assurent que cette méthode est aussi valable plus tard et elle sert a consolider les convictions psychanalytiques. Elles tiennent compte de l’évolution de la réceptivité au transfert précoce, le raffinement de l’attention, la capacité de contenir des situations émotionnelles sans agir, développement du rapport 224 Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 RESUMENES Y DESCRIPTORES émotionnel, l’élargissement de la possibilité de dénommer les émotions et l’enrichissement des modèles descriptifs. Mots clés: Bébé. Cadre. Éthique. Formation psychanalytique. Observation de bébés. Transfert. RENÉ EPSTEIN – Les Frontières et la Matrice Disciplinaire Psychanalytique: Analyse Épistémologique de la Position Herméneutique et de la Position Scientifique Résumé: Dans le cas du traitement psychanalytique et de la psychanalyse en général, discriminer entre l’entreprise herméneutique et la recherche scientifique psychanalytique, c’est reconnaître que la première est orientée vers la connaissance du général de l’individu, tandis que la deuxième étudie les donnés générales de l´appareil psychique. On peut considérer que, ne pas différencier clairement ces deux niveaux de la connaissance, nous amène, dans notre champ disciplinaire, à des discussions interminables, étant donné que, ce qui est général dans le cas de l’individu peut devenir le point de départ du processus d’induction de la connaissance générale. Ainsi, il devient très difficile de percevoir que le propre de la psychanalyse se trouve à la conjonction de deux modes de la quête de la connaissance. C’est la connaissance systématique de ce qui est particulier et individuel dans la session, qui devient intervention thérapeutique, c’est ce qui valide l´interprétation. Cela permet la découverte de la réalité ou de la matérialité objective du patient, et par conséquent, l’objectivité de la connaissance générale de la psyché, ainsi que les fondements de la méthode et la technique utilisée avec le sujet-patient. Cette condition excède les idées de “vérité” et “d’utilité”. Mots clés: Science. Epistémologie. Herméneutique. Psychanalyse. Psychothérapie psychanalytique. Analyse de contrôle. HÉCTOR FERRARI, MANUEL JOSÉ GÁLVEZ, JORGE LUIS MALDONADO, RODOLFO MOGUILLANSKY, JULIO MORENO, GUILLERMO SEIGUER – Le rôle des théories dans la transmission de la psychanalyse Résumé: Est-il bénéficieux, dans la formation analytique, que les candidats prennent contact avec plusieurs conceptions théoriques? Est-il préférable Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 225 RESUMENES Y DESCRIPTORES qu´ils se forment avec une seule, mais plus en profondeur? Jusqu´à quel point est-il convenable l´accent sur la formation théorique au dessus de tout autre aspect? Compter avec diverses théories pourrait entraîner quelques avantages:: a) trouver des liaisons entre des idées divergentes; b) trouver des références semblables entre des idées apparemment différentes; c) confronter des modèles divers, en mettant en évidence le non considéré par une autre théorie; d) “frapper” une théorie avec une autre en mettant en évidence ses points d´inconsistence. e) lire une théorie à partir d´une autre, ce qui pourrait mettre une nouvelle lumière sur les deux. Pourtant, c´est possible que la diversité de théories augmente la confusion, défavorise la possibilité d´aproffondir chaque situation et constituent un obstacle vis à vis de l´écoute de la singularité de chaque cas. Les théories perdent sa fonction quand ce qu´elles rendent propice cesse d´être considéré comme une construction et est investi d´une qualité onthologique. Nous hiérarchisons l´importance du rapport entre la description théorique et son correspondant clinique; l´apprentissage de la psychanalyse acquiert un caractère de vide quand on prétends enseigner des cours théoriques écartés de l´expérience clinique de laquelle ils sont partis. Nous suggérons que l´enseignement de la psychanalyse devrait stimuler la fonction théorisante chez nos candidates, plutôt que leur adhésion à des théories particulières. Les théories sexuelles infantiles sont des constructions théoriques créées, entre autres raisons pour annuler le troublant de la “réalité”, supposée ou observée. Pour cette raison, elles persistent sans être abandonees, même si elles ne coïncident pas avec les faits d´observation. Les théories psychanalytiques devraient, contrairement, être destituées si elles montrent un caractère écran. De toutes façons, l´infantile s´infiltre entre les éléments divers qui constituent le facteur passionnel, et produisent, pendant l´appretissage des perturbations diverses. Toute théorie, aussi complète et achevée qu´elle se prétende, possède, en plus, un caractère qui révèle, un autre qui cache. Mots clés: Apprentissage de la psychanalyse. Enseignement de la psychanalyse; Écoute. Psychanalyse. Théories. 226 Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 RESUMENES Y DESCRIPTORES MANUEL J. GÁLVEZ – La supervision didactique Résumé: L´analyse didactique devrait rester un analyse “commun et courant” non seulement du point de vue du processus psychanalytique mais sur tout, pour protéger patient et analyste des excès de pouvoir que inévitablement surgissent du cadre institutionnel, tant externes et réels qu´internalisés, enclins à l´idéalisation, scission et démenti. Tout en supposant la nécessité de l´analyse du candidat pour arriver à être psychanalyste, il est possible d´imaginer une transmission institutionnelle de la psychanalyse centrée sur le contrôle. De quelle façon pourrait s´organiser le contrôle didactique s´il devenait le centre de la formation, évaluation et promotion? En ces notes, on traite des points liées aux aspects institutionnels et à quelques sujets du processus de contrôle. Mots clés: Psychanalyse didactique. Contretransfert. Imagination. Analyse de contrôle. Transfert. Transmission. CLELIA MANFREDI DE PODEROSO Y LEONARDO LINETZKY – Problématiques “actuelles” (sur la panique et l’agoraphobie). La psychiatrie et la psychanalyse Résumé: Dans ce travail les auteurs réfléchissent sur sa pratique clinique avec des patients qui présentent des pathologies “actuelles”: panique et agoraphobie, d’après la divergence entre deux disciplines: la psychiatrie el la psychanalyse. Les premières idées de Freud sur la névrose d’angoisse (1894) sont revissés. A ce moment- là, il a proposé une idée proche de celle que nous pose la psychiatrie actuelle: un processus de décharge somatique, hors symbolisation. Les auteurs présentent un cas clinique pour considérer le problème exposé et se poser de nouvelles hypothèses. Ils s’interrogent sur les aspects théoriques à propos de deux tableaux cliniques: les phobies structurées sur la sexualité infantile et le ”syndrome panique-agoraphobie” caractérisé par un échec dans la fonction de symbolisation du sujet, par rapport aux expériences infantiles traumatiques. Mots clés: Agoraphobie. Fobie. Panique. Psychanalyse. Psychiatrie. Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 227 RESUMENES Y DESCRIPTORES RODOLFO MOGUILLANSKY – Indicateurs de Change Structurel dans Psychanalyse de la Perversion Résumé: Cette contribution se base sur une compréhension théorique qui soutient l’idée que la perversion est une entité clinique centrée sur la scission du Moi, sur le démenti de la castration et ses particularités concernant la construction du fantasme qui fini par prendre la forme d’actuations sexuelles perverses. Nous proposons pour ce qui est de la psychanalyse de la perversion des indicateurs qui surgissent de la séance psychanalytique et qui rendent compte de comment la structure perverse change et acquiert des modalités de fonctionnement mental qui sont du ressort de la névrose. Mots clés: Change. Scission. Structure perverse. Matériel clinique. Perversion. Psychanalyse. Rêve. RODOLFO MOGUILLANSKY – Narcissisme, Complex d’Oedipe et le Complex Fraternel Résumé: En cet exposé on postule que le Complex Fraternel permet d´articuler tant du point de vue clinique que théorique, le Narcissisme et le Complex d´Oedipe. Cette postulation trouve sa raison d´être dans le fait que le lien social comprends dans sa trame le lien fraternel et celui-ci se soutiens sur una égalité désirante interdicte qui porte le sceau de la frustration libidinale du désire incestueux. Le sentiment d´union social, alors, est aux expenses d´une coupure qui le constitue et le mantient, en gardant un rapport étroit avec les parents et en se nourrissant de la prohibition dirigée vers eux. La fratrie n´est pas un accord généreux: dans le meilleur des cas, l´appartenance à le fraterne surgirait à partir de l´élaboration de la jalousie façe au couple parental en tant que maniement narcissique. Mots clés: Complex d´Oedipe. Complex fraternel. Endogamie. Exogamie. Famille. Narcissisme. Lien. 228 Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 RESUMENES Y DESCRIPTORES JANINE PUGET – Intersubjectivité: crise de la représentation Résumé: Proposer une dimension intersubjective offre la possibilité de s’occuper de certains problèmes qui jusqu’à présent furent considérés hors frontières. C’est ainsi qu’ ils pourront trouver une place comme conflits dans notre théorie et dans notre pratique. Introduire la subjectivité comme concept psychanalytique se base sur la notion de la dimension du Deux qui aura à vivre en dis-harmonie et se superposer à la dimension qui provient de la base identitaire et qui jusqu’à présent fut le soutien de notre compréhension du fonctionnement de l’appareil psychique d’un seul sujet. Etre le même que soi même, accroître, consolider, sur la base de convictions inconsciemment incorporées, sa singularité n’est pas du même ordre que le devenir sujet et un devenir appartenant dans chaque situation (dans chaque dimension). C’est ainsi que prend place un modèle qui contient deux idées qui proposent chacune d’elle une logique qui leur est propre: celle qui correspond à l’intégration dans un monde homogène et celle qui correspond à la dispersion dans un monde hétérogène. Penser l’intersubjectivité de cette manière propose un travail qui se base sur “le faire avec un autre” à point de départ de la différence pure et s’éloigne de ceux qui associent l’intersubjectivité à l’empathie, à un fonctionnement unique qui est la source des significations des différentes actions de la vie et qui seraient celles qui retrouvent un sens dans le transfert. Mots clés: Crise. Psychanalyse. Représentation. Subjectivité. SAMUEL ARBISER – Psyche et Culture Résumé: Cet article comporte trois points: Le premier vise le rapport d’interdépendance existant entre l’extraordinaire développement de la psyché humaine et la vie dans la civilisation. Étant donné que l’homme vit dans un milieu socioculturel, c’est le “malheur ordinaire” (Freud) que traite la psychanalyse. Ce “malheur” au niveau individuel équivaut au “malaise dans la civilisation” au niveau collectif, tributaire de multiples disciplines artistiques et scientifiques. Le deuxième propose la notion de “groupe interne” comme modèle du psychisme qui, à mon avis, vise le mieux à faire part de cette interdépendance. Cette relation d’interdépendance est complexe et elle est bien loin d’être symétrique. Ce modèle implique un développement à partir du concept des “identifications” et des “relations d’objet”. Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 229 RESUMENES Y DESCRIPTORES Le troisième soutient, par suite des antérieurs, l’intime relation entre les caractéristiques de la civilisation à chaque moment et endroit, et les expressions de la psycopathologie, en particulier celle de la civilisation postmoderne. Puisque les valeurs de cette civilisation et les valeurs inhérentes à la méthode psychanalytique s’opposent il s’agit de préciser certaines de ces valeurs psychanalytiques. Mots clés: Culture. Groupe interne. Identification. Latence. Psychopathologie. Psyché. Subjectivité. 230 Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXV - Nº 1 - 2003 CONDICIONES DE PUBLICACION Para su publicación, los trabajos que se presentaren serán seleccionados por el Consejo de Redacción, el que deberá expedirse sobre su aceptación o rechazo dentro del término de 90 días contados a partir de la fecha de su presentación. En caso de ser aceptados, quedará a criterio del Consejo de Redacción el número de la revista en el que serán publicados. 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