Torre, J. De La (1991): Los Campesinos Navarros

   EMBED

Share

Preview only show first 6 pages with water mark for full document please download

Transcript

J. de la (1991): Los campesinos navarros ante la guerra napoleónica. Financiación bélica y desamortización civil. M.A.P.A., Serie "Estudios", Madrid. TORRE, El libro de Joseba de la Torre aborda la crisis del Antiguo Régimen en Navarra a través del análisis de dos problemas que en principio podrían parecer independientes, pero que, como demuestra el autor, estuvieron íntimamente relacionados entre sí. Se trata, por una parte, de la financiación de la guerra napoleónica que, al llevarse a cabo sobre el terreno, provocó un fuerte endeudamiento municipal y, por otra, de las ventas de bienes concejiles efectuadas por los pueblos entre 1808 y 1820 como medio para hacer frente a ese endeudamiento. A través de la observación de ambas variables, en dos estudios diferenciados en lo que a las fuentes y la metodología se refiere pero íntimamente ligados en los contenidos, el libro muestra como telón de fondo la manifestación de la crisis del Antiguo Régimen, y lo hace desde dos ópticas profundamente imbricadas. Una, que revela las formas a través de las que se fue erosionando la estructura económica propia del feudalismo desarrollado (al hacer ver cómo la coyuntura bélica fue capaz de ir abriendo el cerrado mercado de la tierra y cómo la desamortización civil se convirtió en el medio más adecuado para reproducir el capital); otra, que hace especial hincapié en cómo esta manifestación de la crisis no tuvo igual incidencia en todos los grupos que componían el mundo rural, sino que, por el contrario, afectó de forma diferente a unos u otros, dependiendo, en términos generales, de su situación económica de partida, frente al endeudamiento o frente a la venta de bienes concejiles. Pero vayamos por partes. En lo que se refiere al primero de los problemas planteados, es decir, la financiación de la guerra napoleónica, el libro da una visión completa de los costes económicos ocasionados por la contienda, analizando no sólo la financiación del ejercito invasor, sino también la de la guerrilla contra el francés. A través de diferentes cuantificaciones, el autor muestra cómo el sistema impositivo implantado por las tropas ocupantes, pese a sangrar una economía propia del Antiguo Régimen como la Navarra a base de contribuciones en metálico (desde 1808 hasta 1813) y "fonciarias" (dos contribuciones en 1812 y 1813, orientadas al cobro en especies), no fue suficiente para cubrir los gastos de la maquinaria de guerra, recurriendose por ello (como es normal por otra parte en toda conflagración) a la aplicación de una "fiscalidad inmediata" (requisas de cosechas y ga373 CRITICA Y RESEÑA DE LIBROS nado, sobre el terreno), que el autor contabiliza a través del estudio de los suministros y que, según concluye, recayó de forma directa sobre el mundo rural y las economías campesinas. A dañar aún más esas economías maltrechas contribuiría la guerrilla cuyo análisis desde el punto de vista de su financiación constituye una de las novedades de este libro. Para el caso de Navarra, la organización guerrillera, pese a tener unos sistemas regulares de financiación tales como una "contrata" con el clero inferior que eximía a éste de otras contribuciones y servicios por el pago de una determinada cantidad, o el cobro de ciertos derechos de aduanas entre Francia y España ("contraaduana"), aprovechando el deficiente control aduanero de la administración Josefina, sustentó una parte de sus ingresos en el expolio de las haciendas locales. En el análisis que se realiza en el libro sobre los "costes comparados de la guerra", queda claro que fue el ejército invasor, a través de unas exacciones mucho más abundantes, el que arrastró a los municipios al borde de sus posibilidades económicas, si bien la guerrilla ayudó a profundizar la crisis. Pero más importante que el reparto de culpabilidades, es el hecho de que muchos municipios tuvieron que recurrir al crédito como único medio para hacer frente a las imposiciones. Crédito que sólo los más pudientes estuvieron en condiciones de ofrecer y que en algunos casos, como demuestra de la Torre esta vez de una forma más cualitativa que cuantitativa, fueron otorgados por los propios asentistas al servicio del ejército francés, que jugaban de esa forma a dos cartas al asegurarse beneficios tanto procedentes de los franceses (pago de los suministros 374 al ejército), como de los pueblos (pago de los intereses de la deuda). El endeudamiento fue mantenido (con apoyo de los tribunales), una vez concluida la contienda y al operar sobre una estructura económica débil e incapaz de hacerle frente, se consolidó como uno de los principales problemas a los que los municipios tendrían que hacer frente. Es precisamente en este contexto, en el que el autor enmarca la segunda parte del libro dedicada al estudio de lo que podríamos considerar como primera desamortización civil. Para ello parte de la base de que los bienes concejiles en sus modalidades de comunales y de propios (en este sentido se presume que la diferenciación entre ambos tipos de bienes es clara, sin entrar a analizar la confusión que según A. Nieto les es propia), conformaban la principal partida de los ingresos económicos municipales, sobre todo a través del cobro de arrendamientos en el caso de los propios (que se regían por normas similares a las de otras zonas de la península), pero también a través del aprovechamiento de los comunes por todos los vecinos (aunque el autor pone en duda, con razón a mi modo de ver, un disfrute igualitario por parte de toda la comunidad rural). A pesar de su funcionalidad, los municipios vendieron parte de ese patrimonio como único medio para hacer frente al endeudamiento creado por la guerra y lo hicieron además de forma que podríamos denominar anárquica y espontánea, adelantándose a cualquier intento regulador por parte de autoridades superiores a las municipales (un 35% de las ventas se realizaron de hecho sin permiso del Real Consejo de Navarra, aunque posteriormente éste las legalizara). CRITICA Y RESEÑA DE LIBROS Partiendo de esta idea y tras realizar una crítica de las fuentes utilizadas para el análisis de las ventas (procesos civiles y criminales despachados entre 1808 y 1819 "que vinculasen las transformaciones agrarias y la guerra" y protocolos notariales), se ofrecen unos resultados globales de las mismas (4.095 fincas rústicas con una extensión total de 87.026 robadas -7.816 has.- y 111 fincas urbanas) que, según se explica, han de considerarse como un mínimo, pero que resultan más que suficientes para abordar el análisis cualitativo del proceso. Un análisis cualitativo al que se dedican tres de los seis capítulos del libro, y que después de ofrecer un seguimiento detallado de las ventas de fincas rústicas (diferenciando las zonas geográficas de Navarra con formas de organización del terrazgo distintas) y urbanas, realiza un balance general del proceso desamortizador, centrándose principalmente en los bienes enajenados y en los beneficiarios de las transacciones. En lo que respecta al examen de los bienes, se lleva a cabo una fina diferenciación de los mismos atendiendo a categorías tales como la ubicación geográfica (en la zona media y sur de la provincia se producen muchas más ventas que en la montaña), la diferenciación jurídica (se enajenaron más bienes de propios que comunales cubriendo los primeros el 71,6% de las ventas y el 64% del capital), la relación tipo de bien/cotización (con una cotización muy superior de los edificios concejiles que pese a suponer el 2,64% de las fincas acaparan el 21, 32% del valor de remate), o la relación tamaño de fincas rústicas/cotización (con una orientación claramente inversa de tal forma que las grandes super- ficies se cotizaron a la baja), tratando de medir los efectos de estas consideraciones sobre la comunidad rural. En cuanto a los beneficiarios, después de constatar la ligazón de la mayoría de ellos con el mundo rural, y la ubicación de las compras en el lugar de residencia (en un 93% de los casos), se detecta el predominio de un grupo reducido que se pone de manifiesto tanto en los niveles de inversión globales (el 5,7% de las operaciones representa el 69,18% del capital invertido) como en los compradores concretos (un 6,01 % de los mismos "concentró la mayor parte de las operaciones de compra") y que se identifica con grandes propietarios y acreedores de los municipios en primer lugar, seguidos pese a la prohibición expresa de su participación, por personas relacionadas con las administraciones municipales (alcaldes, regidores, depositarios). Así pues, el proceso desamortizador fue controlado por una oligarquía local que disponía de todos los medios necesarios para realizar las compras, incluido el control de los mecanismos de venta desde los cargos municipales. Esto no fue incompatible con el hecho de que un gran número de compradores (93,3% de las operaciones que reunen el 30,82% del capital movilizado), también ligados a la tierra y con algún medio, adquirieran pequeñas parcelas, aunque según plantea el autor a modo de hipótesis, "ello no significó la configuración de pequeños propietarios sino la fragmentación del terrazgo con escasas o nulas repercusiones en sus economías familiares". Para acabar con el análisis de los beneficiarios, el libro realiza una cotejación entre compradores y actitudes políticas, concluyendo que no se produjo una identificación entre 375 CRITICA Y RESEÑA DE LIBROS adquirientes de tierra e ideas liberales, sino que por el contrario, las oligarquías locales se rigieron por criterios puramente económicos, invirtiendo en una coyuntura que les era propicia. Para concluir quisiera resaltar el hecho de que este trabajo, integra lo ocurrido en esa provincia en un contexto más amplio, dejando claro que los problemas aquí analizados no fueron exclusivos de este territorio y desde ese punto de vista trata de resolver la incidencia concreta que la coyuntura económica de guerra (una guerra europea) tuvo sobre el campesinado navarro, pero utilizando para ello una metodología y planteando unas cuestiones que son válidas para otros escenarios. En este sentido el libro traspasa el ámbito provincial para convertirse, por ejemplo, como dice J. Fontana en la introducción al mismo, en "la mejor y más completa estimación que hasta hoy te- nemas del coste de la guerra". Por otra parte, el análisis quizás menos original, pero no por ello menos valioso de la primera desamortización civil, muestra como se fueron estableciendo paulatinamente las bases de una economía rural en la que la mercantilización (a través de los créditos o de la venta de bienes municipales) jugó su papel desde principios del XIX, conllevando unos costes sociales importantes. Para el caso de Navarra queda continuar por este camino, analizando entre otras cosas las restantes desamortizaciones decimonónicas, y viendo si tuvieron características similares a las aquí explicadas o si por el contrario variaron en su forma, beneficiarios y consecuencias. lÑAKI lRIARTE Gom Universidad de Zaragoza ***** RAMÓN GARRABOU (Coordinador): Propiedad y explotación campesina en la España contemporánea. MAPA, Madrid 1992. Estamos ante un libro donde se analizan los cambios en la estructura de la propiedad de la tierra pero cuyo centro de atención no es el latifundismo y que desconfía a menudo de la capacidad explicativa de los indicadores sobre el grado de concentración de la tierra. En segundo lugar, predomina el análisis microhistórico, monografías centradas con frecuencia en dos o tres municipios. El lector apresurado pasará por alto este volumen del que dará buena cuenta, sin embargo, el que quiera enriquecer el tratamiento clásico del problema agrario español o comprender algunos de los mecanismos que explican la estabilidad y 376 cambio de las sociedades rurales. Se trata del volumen que reune las diez comunicaciones presentadas al III Seminario de H" Agraria celebrado en Menorca en Septiembre de 1990 que había escogido como tema central de discusión el análisis de la evolución y cambio de la estructura de la propiedad territorial y de las formas de tenencia de la tierra en la época contemporánea, a partir de la reforma agraria liberal. Cinco trabajos están referidos al ámbito catalán: R.Garrabou, 1.Pujol, J.Colomé, y E.Saguer analizan la estabilidad y cambio de la explotación campesina a partir del análisis de los siste- CRITICA Y RESEÑA DE LIBROS mas agrarios de cuatro comarcas con sistemas de cultivo muy diferentes (Vilafranca del Penedes, Cervera, Vic y la Bisbal). G.Tribó estudia la evolución de la estructura agraria del Baix Ll.obregat (1860-1930); J.Colomé se centra en la comarca del Penedés a finales del siglo XIX, E.Saguer lo hace en el Baix Emporda (l860-I950) y M. Gutiérrez en L'Anoia a mediados del siglo XIX. Aunque el objetivo principal no sea el de estudiar las relaciones agricultura-industria, se hallan referencias valiosas sobre los orígenes agrícolas de la industria (y a la inversa, p.e. la compra de tierras a cargo de la burguesía industrial), sobre las posibilidades de ingresos complementarios del pequeño propietario en la manufactura tradicional-moderna o sobre las modificaciones que impuso el proceso de industrialización. La España donde la posesión del agua es tan importante o más que la tierra, se estudia por el Grupo de Ha Agraria de Murcia en su trabajo sobre la propiedad de la tierra en los regadíos del Segura, a partir de tres cortes cronólógicos (185060, 1920-30 Y 1960-70) que indican diferentes etapas en el desarrollo del capitalismo agrario. El Censo de propietarios de regadío de 1927 sirve a Inmaculada López y J. Melgarejo para estudiar el Noreste de la comarca del Bajo Segura mientras que 1. Millán y S. Calatayud se refieren a la agricultura valenciana de regadío desde la crisis del Antiguo Régimen a la década de 1930 incluyendo el análisis de los cambios en la explotación y de los mercados de trabajo. El trabajo del Grupo de Investigación G. Uzrariz sobre la propiedad privada en Navarra a fines del siglo XIX es uno de los trabajos más extensos del libro; si bien predomina el análisis estático hay también información diacrónica sobre el fortalecimiento del distinto tipo de propietarios o sobre el tema de las "corralizas". Conviene resaltar igualmente la precisa tipología de los distintos patrimonios realizada a partir de la propiedad rústica, pecuaria y urbana que va variando según se trate de una u otra de las siete comarcas en que aparece dividida Navarra. Por último, M. Martín y M. González de Malina presentan unas reflexiones sobre la propiedad y explotación como variables explicativas en la historia de las comunidades campesinas andaluzas: reivindican la historia del campesinado, no como "categoría en tránsito" y dan pistas sobre su supervivencia a partir de los datos de Santa Fe, en la Vega de Granada. El libro que reseñamos debe considerarse como una sólida aportación a la tesis del desarrollo del capitalismo agrario bajo el protagonismo de la pequeña propiedad campesina más que de la gran explotación con mano de obra asalariada. Ahora bien, el triunfo de la explotación familiar no fue un proceso lineal, produciéndose a veces la compatibilidad (o complementariedad) entre grande y pequeña explotación (p.337), el acceso general a la propiedad y elevada concentración de la tierra (p.271), la permanencia de la gran propiedad en los nuevos regadíos murcianos y no así en la huerta tradicional o que aumente la franja de pequeños campesinos en el Penedes al tiempo que lo hacen los desahucios de los "rabassaires''. Seguramente estos casos ilustran la complejidad del proceso de reforzamiento de la propiedad campesina y lo costoso de tal proceso que ha supuesto la expulsión de la mayor parte del campesinado o la degradación de las 377 CRITICA Y RESEÑA DE LIBROS condiciones de los que se quedaron como testimoniaron las acciones de protesta agraria de los aparceros y "rabassaires" p.66, 259). No se puede deducir de los diversos estudios que componen este volumen una cronología precisa en la difusión de la propiedad campesina, bien por compra o cambios en el régimen de explotación; quizá el cambio de tendencia respecto al proceso de concentración de la propiedad se ha producido ya a principios del siglo XX y en este sentido varios autores conceden especial relevancia al impacto de la crisis finisecular. Uno hubiera deseado (aparte de menos erratas ...) más información también sobre la crisis de la década de 1930 en los estudios que llegan a esta fecha para poder contrastar con lo que otros autores han escrito sobre el cambio de explotación directa a la aparcería y sobre el cambio, luego, a la explotación directa en la postguerra. Pero hay que advertir sobre ésta y otras au- sencias (por ejemplo, por qué la función social y política desempeñada por estos otros "propietarios muy pobres" fue de tintes menos conservadores que en Castilla) que en bastantes casos se trata de trabajos preliminares de una investigación que se está desarrollando en la actualidad. Eso no impide que se puedan encontrar en este volumen colectivo estimaciones bien laboriosas sobre la estacionalidad del trabajo agrícola o sobre las distintas necesidades de trabajo según tipo de cultivo en varias explotaciones catalanas, que haya tener en cuenta los datos acerca del relevo en las oligarquías de terratenientes murcianos según varían los cambios en la estructura de la propiedad o las consideraciones que hacen los historiadores valencianos sobre la función de la renta mucho más compleja y "empresarial" que la simple extracción de excedente. RICARDO ROBLEDO Universidad de Salamanca ***** GÓMEZ BENITO, Cristóbal, y ORTÍ BENLLOCH, Alfonso: La fundación de la Cámara Agrícola del Alto Aragón en el proyecto de desarrollo agrario nacional de Joaquín Costa, Fundación "Joaquín Costa" / Cámara Agraria Provincial del Alto Aragón, 1992. 47 págs. texto + 149 págs. textos de época + reedición facsímil del libro de Joaquín COSTA, Primera campaña de la Cámara Agrícola del Alto Aragón (J 892- J893). Lo primero que hay que destacar al analizar este libro es el indudable acierto del planteamiento elegido. Se trata de una obra de encargo, destinada a conmemorar el centenario de la creación de la Cámara Agrícola del Alto Aragón, realizada por dos autores que señalan en la presentación estar llevando a cabo una investigación más amplia sobre el pensamiento agrario de Joaquín Costa. Y 378 frente al reto de escribir un libro de tales características sobre un personaje como Joaquín Costa, mitificado, vulgarizado y utilizado hasta la saciedad, los autores han sabido combinar de forma inteligente tres elementos: presentar el pensamiento agrario costista enmarcado en los problemas de su tiempo, explicar su activismo en aquel terreno y ofrecer un buen número de materiales originales de CRITICA Y RESEÑA DE LIBROS dificil obtención en bibliotecas. El libro es de esta forma continuador de otra serie de valiosos trabajos en los que desde diversas perspectivas se han valorado las propuestas costistas como posibles vías para la solución de los problemas de la agricultura española en el cambio de siglo, como pueden ser otros del propio Alfonso Ortí, del Grupo de Estudios de Historia Rural, E10y Fernández o uno todavía inédito de Ricardo Robledo. En este caso se consigue enraizar profundamente las propuestas de Costa en un contexto de crisis agropecuaria, por él claramente percibida, enfatizando en consecuencia el carácter que aquéllas tenían de respuesta directa frente a las situaciones problemáticas detectadas. Además, se detalla la actividad política que desarrolló Costa para impulsar las mencionadas ideas, poniéndose claramente de manifiesto que la Cámara era una organización específicamente planificada para servir como grupo de presión tendente a influir en las instancias públicas para que ésta dieran un brusco giro en aquella cuestión que Costa priorizaba de su programa agrario: la política hidráulica. En este sentido se resalta el hecho de que Costa seleccionase este objetivo, tratando de esta forma de obtener resultados concretos y tangibles mediante la acción política en el terreno por él considerado como más urgente y trascendente, y que tenía además desde su punto de vista una mayor capacidad para transformar nuestra agricultura. El libro se abre con un primer capítulo en el que se analiza el engarce del regeneracionismo agrícola costista con la movilización política en torno a la Cámara, en el contexto de la situación de aquellos momento en el norte de Aragón. El hilo argumental que presentan los autores, tal y cómo ellos mismos resumen, explica el nacimiento de la Cámara como consecuencia de la convergencia de tres procesos: movilización de un "regeneracionismo rural altoaragonés" frente a la crisis agropecuaria de los ochenta, inicios de la crisis del "sistema político caciquil" de la Restauración tras la instauración del sufragio universal masculino en 1890 y la primera concreción del proyecto político personal de Costa dotado de un "programa nacional regenerador". El tratamiento que recibe el tema consiste en iniciar el capítulo explicando cual era en el momento de surgimiento de la Cámara la situación política, para a continuación adentrarse en la depresión agraria finisecular y las alternativas que frente a ella presenta Costa. Por último se concreta aquella situación y propuestas en el caso de la provincia de Huesca. En el segundo capítulo se nos aporta muy abundante y útil información sobre la creación de la Cámara Agrícola del Alto Aragón, su programa, actividades, personas que en ella participaron. Se analiza además la importancia que tal hecho tuvo en aquel momento y su repercusión. Por último, se ofrece con los numerosos documentos, textos y el propio libro reeditado del autor estudiado, un material básico para poder conocer en mayor profundidad los dos temas que los autores han decidido tan coherentemente presentar estrechamente unidos: el pensamiento y la acción pública. De ellos obtenemos una impresión bastante completa de los planteamientos de Costa sobre el tema. Así, junto con algunas propuestas que influirían decididamente en el 379 CRITICA Y RESEÑA DE LIBROS futuro como su insistencia en la asunción por parte del sector público de las grandes obras hidráulicas, o las sensatas recomendaciones a favor de la diversificación de cultivos o un mayor énfasis en la orientación exportadora, no deja de sorprender su profundo desconocimiento de los efectos de la crisis en Inglaterra (probablemente fácil de entender en el contexto de la circulación de información en aquella época), el olvido de los factores ecológicos al poner la agricultura atlántica noreuropea como modelo de intensificación para las agriculturas mediterráneas (que tan acertadamente sí vería poco más tarde Flores de Lemus) o las más que dudosas soluciones que planteaba a la crisis vitícola. En todo caso no dejan de ser preciosos documentos para completar la labor de reedición de las obras de Costa que comenzó Guara Editorial en Zaragoza a finales de los setenta e interrumpió inconclusa algunos años más tarde. No coincido sin embargo con los autores de este libro en la interpretación que hacen de la crisis agropecuaria finisecular y de sus consecuencias, tanto en lo que se refiere a la forma en la que se produjo la salida de dicha crisis, y consecuentemente el análisis del cambio agrario en el primer tercio del siglo XX, como su papel en la evolución de la economía de la provincia de Huesca hasta los años de la guerra civil. En lo referente a la primera cuestión se asume como hecho probado que la reacción frente a la crisis consistió en incrementar el grado de protección de la agricultura que más se vió afectada por aquélla, sin que tuvieran lugar en el primer tercio del siglo XX cambios significativos en la agricultura española, para 380 de esta forma concluirse que "la arrasadora guerra civil contrarrevolucionaria de 1936 puede considerarse -conjuntamente con otras perspectivas complementariascomo la consecuencia políticamente desgarradora de una segunda modernización agraria insuficiente, lenta y tardía" (subrayado de los autores, p. 16). Este argumento, repetido con formulaciones similares en las páginas siguientes, obvia las transformaciones que el sector agrario experimentó en el primer tercio del siglo XX, evidentemente desiguales geográfica y sectorial mente, y obvia también el hecho de que la salida de crisis combinó también junto a un claro mayor grado de proteccionismo, cambio técnico y reorientación de cultivos. Si tal y como se ha puesto de relieve en los trabajos del Grupo de Estudios de Historia Rural, el crecimiento agrario en el primer tercio del siglo XX fue similar o algo superior al crecimiento del sector industrial, parece demasiado fuerte no ya achacar una vez más al sector agrario la "responsabilidad" del atraso económico español, como se hace a menudo, sino además señalarlo como casi el principal responsable de la guerra civil. Creo que sería más productivo cuando nos enfrentamos a este tipo de problemas el intentar analizarlos desde una perspectiva que enfatice las relaciones entre sectores o problemas. Quizás cuando tratemos de averiguar las causas de nuestro atraso, en vez de buscar responsables (la agricultura, la industria.... ) deberíamos entender el tipo de relaciones que entre dichos sectores se trabaron, los tipos de empresas (agrícolas, industriales y de servicios) que existieron y los contextos en que se desarrollaron, y buscar allí las respuestas a nuestras pre- CRITICA Y RESEÑA DE LIBROS guntas. Aquéllas, dada la dificultad de éstas, sin duda tendrán que ser complejas y ricas en matices. La segunda objeción planteada era la significación de la crisis en el contexto de la evolución de la economía del norte aragonés. En este sentido creo que se magnifica la incidencia de dicha crisis ya que ésta no se enmarca en un proceso más general. Si se afirma que "las devastadoras consecuencias de la gran crisis agraria finisecular del XIX," iban a "condenar al Alto Aragón a un subdesarrollo relativo en el marco de la conflictiva, pero moderadamente progresiva España del primer tercio del siglo XX" (subrayado de los autores, p. 31), se olvida que dicha crisis no fue sino un hito importante en un proceso más prolongado que tuvo que ver con la articulación de una economía capitalista en España y el desarrollo económico en este marco.Para el caso de Valle del Ebro se ha señalado cómo dicho proceso de desarrollo económico se tradujo de forma muy distinta para sus tierras: la parte central experimentando crecimiento agrícola e industrial moderado, y las zonas de montaña sufriendo una profunda desarticulación de sus economías tradicionales que implicó fenómenos trascendentales como crisis de la ganadería trashumante, despoblación y emigración o desindustrialización en algunos casos. En la provincia de Huesca por lo tanto los problemas no se iniciaron con la crisis, sino que venían de antes. El retroceso demográfico no comenzó tampoco con la crisis, sino que desde mediados del siglo XIX la población estaba estancada, permaneciendo hasta 1930 con una leve tendencia a la baja, lo que implicó una fuerte y permanente tasa de emigración, aunque con algunas varia- ciones comarcales. Si antes de la crisis ya existían problemas, ¿qué ocurrió más tarde? Para algunas comarcas de Huesca el proceso de deterioro de su economía tradicional siguió sin interrupción durante aquellos años; en otras la ampliación del regadío, coherente con el programa costista, sirvió de poco cuando este regadío por su carácter eventual no permitió sino seguir cultivando cereales, aunque pudiera obtenerse de ellos mayores rendimientos y tuviera lugar en algunas comarcas un significativo proceso de mecanización agraria. Sólo donde el regadío pudo ser permanente, como por ejemplo en la zona del Canal de Aragón y Cataluña, y por lo tanto llevarse a cabo un cambio hacia cultivos más intensivos, pudo frenarse algo aquel deterioro, llegándose en algún caso a una cierta integración agricultura-industria como en el caso de la zona de Monzón. De la misma forma, el desarrollo del sector eléctrico, que a pesar de inundar de pantanos la zona pirenaica tuvo en general pocos efectos positivos en el crecimiento económico general de la zona, generó otro polo industrial en Sabiñanigo aprovechando su proximidad a los saltos eléctricos, lo que fue trascendental para su comarca. De esta forma, parece claro que los problemas de Huesca no pueden reducirse a la crisis agraria finisecular y su supuesto prolongado efecto. Tuvieron más que ver con cómo la industrialización española se desarrolló, cómo incidió en las economías tradicionales y en definitiva con cómo las distintas zonas y regiones pudieron tener un mayor o menor éxito en su incorporación a dicho proceso. VICENTE PINILLA Universidad de Zaragoza 381 CRITICA Y RESEÑA DE LIBROS CARDESIN, José M:: Tierra, trabajo y reproducción social en una aldea gallega (s. XVII/-XX): muerte de unos, vida de otros. Madrid: Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, 1992, 389 págs. Este libro recoge la parte sustancial de la tesis del autor, defendida ya hace algún tiempo en la Universidad de Santiago. Su publicación constituye una buena noticia para la historiografía española puesto que supone un soplo de aire fresco en la anquilosada manera de hacer historia que todavía domina en la mayoría de nuestras universidades. Es uno de los primeros intentos serios que desde la Historia Contemporánea asume planteamientos interdisciplinares, adentrándose en el terreno de la Antropología y de la Sociología para proporcionar una explicación coherente a las transformaciones sociales y agrarias habidas en una pequeña aldea de Galicia. Recomendaría la lectura de este libro a muchos de mis colegas para que pudieran comprobar cómo un instrumental teórico adecuado puede rendir excelentes resultados, aun aplicándose a una comunidad tan reducida como la parroquia de San Martiño (Lugo), que nunca llegó a sobrepasar los 250 habitantes. Estos "estudios de comunidad", suelen ser calificados despreciativamente como "historia local" por lo reducido de su ámbito y, por tanto, por su escasa capacidad explicativa de la evolución sufrida por los grandes agregados sociales, especialmente del Estado-Nación; considerado, desgraciadamente, como el único ámbito desde el que se pueden ofrecer explicaciones más o menos acabadas sobre los procesos sociales. Sin embargo, los resultados de la investigación que este libro aporta, inciden no sólo en debates teóricos propios de la Antropología sino que en el terreno de la Historia Contemporánea clarifica muchas cuestiones de interés; por ejemplo, la 382 virtualidad de la Revolución Liberal o las motivaciones reales del proceso de modernización económica. El libro trata de analizar la modernización de las explotaciones campesinas que desembocó en la especialización ganadera con vista a la producción de leche y su integración en el complejo agroindustrial lechero. La explicación de dicho proceso no se queda, como es habitual, en la mera descripción de los factores económicos convencionales. La gran novedad de este libro reside en el análisis de variable más profundas que intervienen en la toma de decisiones. El autor demuestra que no son sino producto de la elección entre alternativas diferentes, no sometidas tanto a la lógica económica maximizadora como a la lógica reproductiva de los grupos domésticos campesinos. La dicotomía autoconsumo versus producción comercial se relaciona con la composición interna del grupo doméstico; incluso, como sostiene el autor, "la diversidad de grados de renovación técnica entre las explotaciones orientadas a la producción comercial depende del momento en el ciclo de desarrollo del grupo doméstico que la administra. El matrimonio y subsiguiente paternidad de la pareja recién casada en casa posibilita la intensificación productiva a través de la innovación técnica. El envejecimiento de esta pareja, si no va acompañado por la seguridad de ser sucedidos por un hijo en la explotación, va moderando el ritmo de renovación técnica. Y cuando las expectativas de tal sucesión desaparecen definitivamente, también las inversiones en la explotación se paralizan". Pensiones, salarios, subvenciones estatales, junto a la tierra heredada en un CRITICA Y RESEÑA DE LIBROS grupo doméstico con disponibilidad o no de fuerza de trabajo familiar, son los factores que han influido en la modernización; pero no entendidos desde la racionalidad consustancial al "homo economicus" que todo individuo lleva dentro según las argumentaciones tradicionales, sino como factores al servicio de una estrategia típicamente campesina de reproducción. Como dice el autor, en esa decisión no entran las "cuentas de economista", entre otras cosas porque los salarios, por ejemplo, nunca se reseñan en las "cuentas" de la explotación, que son más propias de una típica contabilidad de producto que de costes. Pero en el libro hay más cosas. Se estudian los procesos históricos que finalmente llevaron a la especialización lechera. En este sentido se analiza la evolución de las formas de producción y apropiación del territorio desde mediados del siglo XVIII; los cambios habidos en la estructura agraria, tanto en el terreno de la intensificación agropecuaria como en la distribución de la propiedad, que pasó de una estructura jerarquizada y desigual a otra más homogénea dominada por campesinos medios propietarios de la tierra. Resulta de especial interés el análisis del aprovechamiento del monte comunal, aportando conocimientos útiles sobre cómo fue evolucionando las formas de integración de las faenas realizadas en los comunales en el proceso productivo agrícolas y en las economías domésticas. Al autor le hubiese costado muy poco trabajo realizar un análisis de los procesos de trabajo agrícola en términos de flujos de energía y materiales para determinar el grado de autosuficiencia y renovabilidad o dependencia energética de las explotaciones campesinas de San Martiño. No obstante, por lo que se deduce del trabajo, parece que las explotaciones estaban a comienzos del XIX energética- mente equilibradas, dado que la reproducción del ciclo se realizaba con medios propios y el monte comunal cumplía funciones básicas de fertilización, aportes de pienso y combustible doméstico. El espacio de San Martiño era un espacio completamente integrado desde el punto de vista ambiental. Parece claro que en una economía como la que comentamos, los grupos domésticos debían contemplar la renovación energética, la biodiversidad y la heterogeneidad espacial como estrategias reproductivas. En este contexto debería entenderse, aunque el autor no lo haga así, la funcionalidad del monte comunal, el sistema de rozas, aprovechamiento integral de los subproductos, complementariedad agroganadera, etc. En la medida en la que la mayoría de los valores de uso eran obtenidos de la naturaleza por el campesino, la reproducción de la naturaleza era la reproducción del grupo doméstico y de la comunidad. Este libro muestra también, aunque no se lo proponga su redactor, la relación entre modernización agropecuaria y deterioro ambiental en el campo. Las transformaciones institucionales y tecnológicas, que aquí se explican como estrategias reproductivas del campesinado, pero que tuvieron su expresión más evidente en la entronización del mercado como relación social dominante, provocaron un cambio de la relación del campesinado con el medio natural. El trabajo muestra cómo la progresiva dependencia del mercado obligó al campesino a especializarse, a simplificar la variedad de cultivos y aprovechamientos, y sobre todo, a producir más volumen de producto con el que hacer frente a las necesidades erecientemente satisfechas a través del propio mercado. En otro orden de cosas, resulta de mucho interés el cuestionamiento que el autor realiza de la utilidad que la dicoto383 CRlTICA y RESEÑA DE LIBROS mía entre propiedad individual y colectiva tiene para conceptualizar la organización del terrazgo en la aldea. Las construcciones dominantes de la realidad histórica otorgan al derecho un valor normativo absoluto sobre las prácticas sociales, y a la dicotomía privado/comunal una fuerte connotación moral, donde el concepto de progreso se encarna en el polo opuesto de lo colectivo. De esta manera, tendemos a entender la desaparición del monte comunal como positivo y asociamos tal desaparición con la desagregación de la comunidad campesina cuando la realidad es mucho más compleja; pero sobre todo, tendemos a confundir la adopción de medidas abolitorias de las instituciones comunales con su efectiva desaparición. Las reglas, como decía Pierre Bourdieu, no pueden explicar, sustituyéndolo, el comportamiento de los agentes sociales. Esta cuestión debería tenerse presente cuando se discuten cuestiones como el alcance de la Revolución Liberal; y deberían tenerlo presente, sobre todo, quienes otorgan una virtualidad transformadora absoluta a los cambios jurídicos e institucionales habidos en el nivel del Estado-Nación. Este trabajo demuestra que una cosa es la supresión de los derechos y bienes comunales y otra bien distinta su desaparición; que una cosa es el establecimiento de un marco jurídico capitalista, a través del mercado y de la propiedad privada, y otra que el capitalismo transforme en capitalistas las formas de explotación campesinas. En definitiva, el cambio histórico es presentado en el libro como producto de estrategias productivas y reproductivas de los grupos domésticos en un sentido adaptativo a las presiones del mercado o del Estado-Nación; o en todo caso -y esta es una línea de reflexión más interesante-, en la contraposición de estrategias 384 reproductivas enfrentadas (ganadería intensiva frente a la extensiva, por ejemplo). Es decir, el cambio es producto del proceso de adaptación de la familia campesina a estímulos y situaciones externas; cuando muchas lo adoptan de manera exitosa, las mejoras e innovaciones se difunden. Esta es la principal tesis defendida en el texto, es su gran virtud, pero, al mismo tiempo, su gran defecto. Con este enfoque se explica en última instancia el cambio por la continuidad y se priman las prácticas consensuales sobre las conflictivas: tanto en el interior de cada familia como entre grupos domésticos que ocupan necesariamente lugares sociales diferentes; es la familia, además, el único encuadramiento posible para ordenar la práctica social, relegando al olvido otras formas verticales u horizontales de agregación social como los sindicatos, partidos, etc. De esa manera resulta inexplicable, por ejemplo, las peculiares maneras que revistió el enfrentamiento intracampesino durante la Guerra Civil. No es extraño que con este punto de partida metodológico se prioricen sociedades muy homogéneas, con pocos habitantes, como objeto de estudio, donde el conflicto intracomunitario es pequeño o muy individualizado, y donde la explotación de la tierra requiere prácticas continuas de ayuda mutua. Entre la comunidad y el grupo doméstico se produce desde este enfoque- un vacío que termina por no dar explicaciones a muchos de los cambios que han conformado nuestra historia. Con todo, el libro supone una de las aportaciones más interesantes y novedosas en el panorama historiográfico español y, por tanto, debemos darle la bienvenida. MANUEL GONZÁLEZ DE MOLlNA Universidad de Granada CRITICA Y RESEÑA DE LIBROS FERNÁNDEZ PRIETO, Lourenzo (1992): Labregos con ciencia. Estado, sociedade e innovación tecnoláxica na agricultura galega, 1850-/939. Prólogo de Ramón Villares, Vigo: Edicións Xerais de Galicia, 520 páginas. Este libro tiene como objeto analizar el cambio técnico protagonizado por los campesinos gallegos en el sector agrario y, en particular, los instrumentos por los que discurrió dicho cambio desde finales del siglo XIX: el Estado y la "sociedad civil" campesina. El título del mismo, Labregos con ciencia, puede sorprender a algún que otro lector, acaso por la visión que se nos ha ofrecido de los agricultores gallegos. Pero la imagen de un sector agrario tradicional, inmóvil y arcaico y, en especial, la de unos campesinos rutinarios y hasta devotos de ánimas, como recuerda el prologuista, se desvanece a medida que uno se adentra en las páginas del mismo, para dar paso a otra bien distinta, la de una agricultura que se mueve y unos campesinos que se adaptan a las condiciones del mercado, introduciendo en ocasiones importantes innovaciones técnicas. Imagen que, por otra parte, nos es bien conocida, aunque con diferentes ritmos, en otras latitudes españolas y europeas desde finales del siglo pasado. Así pues, plantear el caso gallego en el contexto de transformaciones técnicas que afectaron al conjunto de la agricultura europea me parece, de entrada, el principal acierto del libro. El autor adelanta que el trabajo forma parte de un proyecto más amplio de investigación sobre la historia agraria contemporánea de Galicia que vienen realizando los discípulos de Ramón Villares. Añadiría, sin embargo, que también debe insertarse en ese conjunto de trabajos que, desde una óptica regional, han dado a conocer en la década pasada las transformaciónes operadas en las estructuras técnico-productivas del sector agrario español. La obra de Lourenzo Fernández Prieto viene, por tanto, a sumarse a otras tantas que han explorado el papel jugado por la agricultura en la economía y sociedad agraria a partir de las reformas liberales. No en vano, en dicha obra se pone el tela de juicio diversas interpretaciones tradicionales al uso de científicos sociales y políticos que han sobredimensionado el atraso y el inmovilismo de la agricultura o la pasividad, inercia y rutina de los campesinos gallegos. Es por esto que ahora el autor subraya los aspectos positivos del sector agrario, poco conocidos por cierto, en la línea que en su momento abrieron para Galicia algunos economistas, como Colino y Pérez Touriño; historiadores, como el ya mencionado Villares y Carmona o antropólogos de la talla de Hurra. El libro se divide en tres partes. La primera estudia las aisladas tentativas de innovación documentadas en el sector durante el siglo XIX. Sobre la base de una investigación original que precedió al libro, el autor incorpora ahora las recientes interpretaciones sobre las vías de especialización de la agricultura gallega en el último tramo del ochocientos. Pese a los esfuerzos realizados en el subsector ganadero, el autor sostiene que la ausencia de una infraestructura institucional adecuada imposibilitó la aplicación de la ciencia a la agricultura y mermó la capacidad potencial de innovación y renovación productiva del sector. En ese período, los preocupaciones de los agentes sociales y del Estado se centraron sobre todo en la definición de los derechos de 385 CRITICA Y RESEÑA DE LIBROS propiedad y en el asentamiento de las nuevas relaciones sociales de producción. La ausencia de una burguesía agraria emprendedora o la presencia todavía de una hidalguía decadente, así como la indecisión del Estado en la creación de canales específicos para el desarrollo de la innovación y la incapacidad económica de la pequeña producción campesina para realizar mejoras en las explotaciones agrarias son factores que se conjugan en este capítulo para explicar el atraso relativo de la agricultura gallega. La situación comienza a modificarse en las dos últimas décadas del siglo XIX. La crisis agraria finisecular y el acceso a la propiedad de campesinos en un contexto de caídas de las rentas e ingresos decrecientes provocan, a juicio del autor, la reorientación del sector a las necesidades cambiantes del mercado y el interés del Estado por sentar las bases necesarias para la "reordenación tecnico-productiva" de las explotaciones. De esta manera se nos introduce en la segunda parte del libro que analiza los condicionamientos sociales e institucionales necesarios para el proceso de innovación y que están en la base de las transformaciones producidas en el sector. Aquí se aborda la creación, a partir de los años noventa, de una red de centros de investigación y experimentación agraria, promovidos por el Estado en unos casos y por la iniciativa privada en otros, que, al igual que en otras partes del país, desempeñaron un destacado papel en la inducción de innovación. El estudio nos permite ahondar en el papel que el Estado y sus instituciones jugaron en el cambio técnico de la agricultura. La importancia de las Granjas Agrícolas Experimentales que el autor ha constatado para el caso gallego debe servimos para evaluar su incidencia en otras regiones. Por el momento, sólo dispone386 mos del trabajo de Eloy Fernández Clemente (1981) realizado sobre la de Zaragoza. y es de esperar que el interés que en otros países ha despertado el rol del Estado y las instituciones (relacionadas con la instrucción e innovación técnica) en el desarrollo agrario (véase el reciente número monográfico de la revista Agricultural History, sobre el papel de las granjas agrícolas experimentales, o el vol. III de la Storia dell'agricoltura italiana, dirigida por P. Bevilacqua, de enfoque más general) contagie asimismo el de los historiadores de casa. Si el impulso del Estado se reveló crucial en los procesos de innovación agrícola, no fue menor el papel de las "instituciones" que surgieron de la "sociedad civil" campesina. El autor analiza la acogida social que tuvieron las propuestas de intervención societaria en la esfera de la producción y la comercialización. Los resultados evidencian un papel activo de las cooperativas, asociaciones y sindicatos agrícolas locales, ligas y federaciones comarcales en medios de la pequeña producción campesina. Sus objetivos se encaminaron a promover la mecanización y poner a disposición de los campesinos los medios necesarios para la renovación productiva de las explotaciones, tales como abonos y fertilizantes químicos, anticriptogámicos, simientes, sementales ... Asímismo, se pone de manifiesto el papel de la ferreterías en la comercialización de insumos industriales para el sector agrario. Especial relieve cobra el análisis que el autor hace de la evolución de una de las empresas de maquinaria agrícola más importantes del país en este período: la casa Ajuria y Aranzábal. El ejemplo ilustra bien a las claras la expansión que registró dicha empresa en la comercialización de máquinas y los métodos mercantiles em- CRITICA Y RESEÑA DE LIBROS pleados a tal fin. La adopción de innovaciones en función de las necesidades campesinas se analiza en la tercera parte del libro. Si la oferta institucional queda planteada en los capítulos anteriores, esta parte final se orienta al papel de la demanda y los resultados conseguidos. Ello se contempla en la medida que la agricultura familiar campesina se inserta en el mercado y genera una demanda de bienes básicamente industriales que modifican el carácter de la producción agraria. Así pues, se hace un balance de la receptividad que en medios campesinos tuvieron, por un lado, las innovaciones zootécnicas mediante cruces de razas con sementales adecuados, concursos y paradas de ganado, y que tuvieron como objetivo la especialización lechera del -vacuno y la mejora cárnica del porcino. Por otro lado, se analiza el alcance de la mecanización en las principales tareas agrícolas, de la fertilización y de las mejoras biológicas realizadas en algunas variedades de cultivos. El capítulo acaba con los efectos que tuvo el proceso de mejoras técnicas en la productividad. Tal planteamiento, como es obvio, requiere del uso intensivo de fuentes cuantitativas, en su mayor parte oficiales, a las que el autor da poca fiabilidad. Y éste ha sido, sin duda, uno de los obstáculos que ha tenido que sortear el autor. Para contrarrestar sus efectos, ha consultado otras fuentes alternativas: documentación conservada en centros oficiales de divulgación, informes de servicios agronómicos, de sociedades agrarias conservados en los gobiernos civiles, de empresas como la de Ajuria que detallan el nivel de ventas, y de otros archivos privados con una rica información que ya quisieran disponer investigadores de otras regiones. Como complemento adicional, el autor ha reforzado sus argumentos con el recurso a la historia oral mediante numerosas entrevistas a los agentes sociales que participaron en el proceso de cambio. En general, se cubre el propósito fijado por el autor. Sin embargo, esta parte del libro hubiera ganado aún más si se hubiera presentado un balance global del uso del suelo y la producción, junto a la evolución de los rendimientos desde finales del siglo XIX. Es cierto que los trabajos de Villares y Barreiro Gil proporcionan valiosa información al respecto, aunque en series no completas, y que el propio autor del libro amplía el esfuerzo entre los principales cultivos y, en algún caso, lleva la información hasta 1959. Pese a ello, quedan huecos importantes como la última década del siglo XIX y algunos tramos de los años veinte y treinta. Aunque reconozco, como señala el autor, los problemas que plantean las estadísticas habida cuenta de los diferentes criterios de elaboración en el curso del primer tercio del siglo XX. Con todo, hecho en falta la participación relativa de los subsectores agrícolas y de aquéllos cultivos más significativos -praderas artificiales, nabos y patatas, como destaca el autor- en el conjunto de la superficie y la producción agrícola. Aún discutiendo la fiabilidad de las fuentes estadísticas de las Juntas agronómicas provinciales, acentuada si cabe en el caso gallego, la presentación de los resultados globales y sectoriales pienso que hubiera ayudado a comprender mejor la evolución de los cambios estructurales y situarla en el contexto nacional. Entiendo, sin embargo, que la observación que hago no empaña siquiera las acertadas conclusiones de esta pequeña parte del libro. Distinto ha sido el análisis realizado sobre los logros de la mecanización y el 387 CRITICA Y RESEÑA DE LIBROS consumo de abonos y fertilizantes químicos. Su estudio pormenorizado evalúa el impacto que tuvo en el sector la importación y uso de maquinaria agrícola, el consumo potencial y real de abonos y fertilizantes, la actuación de la Granja de La Coruña y el papel de la casa Ajuria en la distribución y comercialización de aperos y maquinaria moderna en las cuatro provincias gallegas entre 1928 y 1945. En los casos que el autor puede sistematiza la información gallega cotejándola con la española, reforzando así aspectos en los que el sector gallego adquiere mayor empuje. Junto al proceso de innovaciones, el autor plantea la importancia del uso de la tecnología tradicional, hecho que debe interpretarse en términos de racionalidad económica dada el bajo coste y la adaptabilidad al sistema agrario de las viejas técnicas. Más que explicar las causas y los ritmos de adopción, el autor enfatiza la génesis del régimen tecnológico en el ámbito de la pequeña producción campesina. Tras su lectura, difícilmente puede sostenerse ya la idea bastante extendida de una agricultura gallega maniatada por hidalgos y rentistas. Muy al contrario, Fernández Prieto nos presenta otra bien distinta, la de una sociedad campesina más compleja y, sobre todo, la de una agricultura más dinámica y en la que los labriegos, dueños de pequeñas explotaciones, pusieron a prueba innovaciones que activaron el desarrollo capitalista durante el primer tercio del siglo XX. Y es este punto el más relevante del libro: constatar cómo la pequeña producción campesina se reforzó con la penetración del capitalismo. El autor pone de manifiesto la capacidad de adaptación del colectivo de pequeños campesinos paree388 larios a las condiciones del mercado peninsular en un momento histórico de profundos cambios que afectaron a la estructura de la oferta y a las condiciones de una demanda interior bastante protegida, sin desdeñar el papel jugado por las mejoras del consumo y los cambios relativos en los patrones de alimentación. Cambios estos últimos que, sin duda, posibilitaron que los campesinos gallegos potenciaran la especialización ganadera de su sector agrario en el marco de la pequeña explotación. En suma, un libro que excede de los planteamientos fijados por el autor y acota territorios que superan el marco estrictamente gallego. Si el objetivo había sido destacar el papel del Estado y las instituciones en la inducción de innovaciones, el autor revela la importancia que éstas adquieren en la pequeña propiedad. De este modo, se cuestiona también las tesis que abonaban el atraso y la ignorancia campesina junto a la descapitalización y escasa rentabilidad económica de las pequeñas explotaciones. Una excelente muestra de cómo los campesinos gallegos, no sin dificultad, intentaron adaptarse a lo nuevos tiempos. Y un riguroso análisis histórico que puede clarificar aspectos de la actual realidad agraria gallega. Para acabar, una salvedad: aún consciente de la riqueza plurilingüista española, acaso una traducción más ligera al castellano proporcionaría una mayor difusión de este libro que está, sin duda, llamado a convertirse en un instrumento de consulta indispensable para los estudiosos de la historia agraria contemporánea. José Miguel MARTÍNEZ CARRIÓN Universidad de Murcia CRITICA Y RESEÑA DE LIBROS CARREÑa, Nelson: Historia económica dominicana. Agricultura y crecimiento económico. Siglos XIX y XX, Santo Domingo, Universidad Tecnológica de Santiago, 1989, 283 páginas, Bibliografía. Es difícil encontrar en el mercado bibliográfico español libros editados en América, pero existen todavía más dificultades en conseguir los que proceden del Caribe de habla española. En el caso que nos ocupa el objetivo de esta recensión es tratar de superar estos problemas al difundir el contenido de una investigación importante como la de Nelson Carreño, desde las páginas del NOTICIARIO DE HISTORIA AGRARIA. Carreño ofrece en su monografía un resumen de su tesis de doctorado presentada en París y dirigida por Ruggiero Romano. En ella trata básicamente de explicar la evolución del sector agrario dominicano entre 1870 y la década de 1930. El eje central del libro lo constituye la reconstrucción del proceso de especialización azucarera del sector primario dominicano así como su conexión con el despegue de la industria transformadora de la caña. La importancia capital del complejo agroindustrial azucarero no supone, sin embargo, la marginación de otros cultivos que también desempeñaron un papel muy significativo en la estructura agrícola dominicana. Entre estos últimos es obligado resaltar el tabaco, cacao y café. Los cuatro primeros capítulos, es decir prácticamente la mitad del libro, están consagrados al azúcar como motor de la especialización agraria dominicana. Así, en primer término N. Carreño trata de situar el origen, la formación y el desarrollo de la industria azucarera en el último cuarto del siglo XIX. Las principales características de esta fase inicial fueron las modificaciones que experimentaron las formas de la propiedad de la tierra. La introducción de los derechos privados en este ámbito forzó la expropiación campesina. Este último proceso era el paso inevitable tras la expansión del cultivo de la caña al compás de la demanda creciente de la industria transformadora que se estaba montando en la República Dominicana como consecuencia del alza de precios en el mercado mundial. La agroindustria se inició en esta fase a través de un aumento perceptible de la inversión de capital foráneo; de la concentración de la propiedad azucarera y de la subordinación del pequeño colono a los grandes centrales (grandes ingenios ubicados en extensas haciendas cañeras) ya que la compra de caña a cambio de financiación constituía una práctica habitual. A partir de comienzos del siglo XX se amplió y consolidó mucho más la industria azucarera. La oferta dominicana quedó muy subordinada a la demanda procedente de los EEUU, en particular al trust del refinado. El resultado fue la concentración de los ingenios, en su mayor parte los más antiguos surgidos en la década de los ochenta, y el incremento del capital extranjero en el sector, debido al endeudamiento y pérdida de la propiedad por los empresarios autóctonos. En 1909 esta corriente de capitales procedentes del exterior que tomaba posiciones en la industria se agudiza, quedando la oferta de ingenios en manos de dominicanos reducida al denominado grupo de Vicini y Sucesores, quienes no 389 CRITICA Y RESEÑA DE LIBROS por casualidad eran los principales financiadores del erario público. Por otra parte, hay que señalar la aprobación de la ley de concesiones agrícolas de 1911 que posibilitó definitivamente la entrada de financiación foránea en los ingenios y las explotaciones cañeras. Esto, además, tenía lugar en un contexto de aumento de la demanda internacional del azúcar por la I Guerra Mundial lo cual redundó en un fuerte impulso de la capacidad industrial y de los rendimientos, que se prolongaría durante la década de los veinte, especialmente por la ocupación de la R. Dominicana por las tropas de EEUU. La penetración de capital estadounidense en el sector azucarero se hizo también a través del sistema bancario: los bancos se hicieron con el control directo de grandes ingenios por la vía de la ejecución de hipotecas o de su participación creciente de forma directa en la industria azucarera. La industrialización del proceso de refinado y elaboración de azúcar no afectó, sin embargo, al cultivo y explotación de la caña. N. Carreño pone de relieve la inexistencia de cambios e innovaciones profundas en las técnicas de cultivo de la caña. La existencia de abundante tierra y la fertilidad natural operaron favorablemente para la extensión del cultivo, pero no hubo innovaciones en forma de sistemas de riego ni nuevas técnicas o aperos en las plantaciones cañeras. La incorporación de inmigrantes cubanos durante la Guerra de los Diez Años dió un importante impulso al cultivo, al adoptar mano de obra experta y muy cualificada. No obstante esto fue sólo una mínima parte. La amplia oferta de factor trabajo a precios relativamente bajos estimuló al sector azucarero do390 mnucano. Uno de los capítulos más relevantes en el análisis de la expansión del cultivo cañero es aquel en el que se aborda el sistema y la organización del reclutamiento de la mano de obra. Inicialmente los campesinos dominicanos compartieron durante la primera expansión del cultivo sus explotaciones dedicadas a otros cultivos con los trabajos en la zafra azucarera. Sin embargo, la escasez de trabajadores y las preferencias de los campesinos hacia otras actividades agrícolas determinaron altos salarios y falta de brazos para la industria. Hacia 1890 se generalizó el sistema de permisos de permanencia en el país según el cual el Estado dominicano legalizaba la corriente de inmigrantes y braceros extranjeros haitianos y de las Antillas menores- que acudían a trabajar el corte de la caña. Con todo las entradas ilegales eran muy elevadas. A este sistema de reclutamiento tan específico del caso dominicano cabría añadirle el sistema de remuneración. Al principio este se basó en el salario pero desde comienzos del siglo XX los Centrales introdujeron el sistema de vales y bodegas en virtud del cual los trabajadores sólo podían comprar en las tiendas y comercios de la empresa azucarera. Esto trajo como consecuencia la desaparición de una amplia red de comerciantes locales que habían crecido al compás del despegue de los primeros ingenios desde el último cuarto del siglo XIX. El estudio de N. Carreño incorpora también el conocimiento de otros sectores de la agricultura. Estos otros sectores estaban más vinculados a la tradición económica y social dominicana y por tanto menos sometidos a modelos de crecimiento de carácter exógeno como CRITICA Y RESEÑA DE LIBROS pudo ser el del azúcar de caña. El caso del tabaco es el exponente más claro. Se trata de un cultivo que se adapta a las condiciones naturales, en cuanto a capital y recursos humanos, de la R. Dominicana. Lo más destacable en este cultivo fue la evolución de las estructuras de la propiedad, en la que convivieron pequeña con gran propiedad campesina. Especialmente la primera fue la responsable de que el sistema de cultivo no variase -extensivo, sin apenas innovaciones técnicas- lo cual, pese a la práctica permanencia del producto en los primeros renglones de la exportación dominicana, terminó repercutiendo sobre la calidad del tabaco que se deterioró bastante a finales del siglo XIX. Los aspectos que resaltan más en la evolución del tabaco son la comercialización y el impacto que sobre la infraestructura de transporte tuvo el auge del cultivo tabaquero. La escasa manipulación del producto en la R. Dominicana y el sistema de avances del comerciante al productor determinaron un impacto limitado de este cultivo sobre la renta campesina. Sin embargo, a medio y largo plazo la economía tabaquera siguió desempeñando un destacado papel como estabilizador de la economía agraria dominicana. Su crecimiento obligó al desarrollo, aunque limitado, de los ferrocarriles y las carreteras. Carreño insiste en que las iniciativas más importantes en la dotación de transportes vinieron del Estado dominicano, al margen del impulso que representó la especialización azucarera, lo cual, aunque insuficiente, pone de relieve las posibles relaciones positivas que podría haber tenido una vía de crecimiento agrícola con centro en el cultivo del tabaco y en otros productos agrarios más vinculados a las condiciones naturales y sociales dominicanas. Algo similar a lo ocurrido con el tabaco tuvo lugar en el auge del cacao y del café: escasez de avances técnicos en los cultivos; estructuras de comercialización controladas por los exportadores; escaso valor añadido por manipulación industrial autóctona; problemas asociados a bajos precios por deterioro de las calidades y, finalmente, predominio de la pequeña y mediana propiedad con sus limitaciones tecnológicas y de capital. Todos estos eran problemas recurrentes que impedían unas repercusiones mucho mayores del desarrollo de estos cultivos sobre el conjunto de la economía agraria dominicana y sobre los sectores sociales implicados en ella. Carreño argumenta, finalmente, que la cuestión central que explica esta trayectoria de la agricultura dominicana en su proceso de inserción en la internacionalización de los mercados mundiales entre 1870 y 1930 fue que en todos los sectores se mantuvieron unas relaciones de producción precapitalistas-feudales. Esto impidió, debido a la práctica generalizada del sistema de aparcería como contrato predominante en la explotación de las tierras, la acumulación de capital y la creación de un mercado interno dominicano. Todo ello frustró una vía de crecimiento económico más autónoma y estable. El libro tiene la virtud de presentar un análisis muy completo de la agricultura dominicana del siglo XIX y primer tercio del XX. Esto junto a materiales procedentes de otras áreas caribeñas, permite tener una visión más amplia de la importancia de las agriculturas exportadoras de América Latina. Permite 391 CRITICA Y RESEÑA DE LIBROS además establecer comparaciones con las trayectorias seguidas por otras agriculturas exportadoras, especialmente del sur de Europa, bien en sus impactos globales bien en el caso de determinados cultivos. Sin embargo, se echan en falta en el libro referencias más amplias y concretas a la ganadería -fundamental en su evolución por estar directamente vinculada a todo el ecosistema agrario- o profundizar más en el proceso de descomposición de la propiedad o en la pérdida de control de las tierras por los campesinos a consecuencia de la legislación liberal de 18701880. Este último punto es básico, ya que es al menos discutible, a la luz de las investigaciones más recientes llevadas a cabo en algunas partes de Europa, que los contratos de aparcería fueran un elemento obstaculizador de la difusión de las relaciones capitalistas en la esfera agrícola. Una revisión de estos puntos incorporando nuevos enfoques podría añadir mucha luz sobre lo que es el hilo conductor del trabajo de N. Carreño. Esta investigación constituye, por lo demás, una aportación sustancial al conocimiento de la trayectoria seguida por el sector agrícola en América Latina y en el Caribe hispano. JAVIER VIDAL OLIVARES Universidad de Alicante ***** AGUILERA KLINK, F (Coord.): Economía del agua. Madrid, M.A.P.A. (Serie Estudios), 1992, 437 págs. Los temas hidráulicos han atraído de manera extraordinaria en estos últimos años la atención de los científicos sociales y de toda clases de instituciones. Ello se evidencia en el goteo contínuo de publicaciones, simposios, ciclos de conferencias, etc. Sin ir más lejos, la serie Estudios del MAPA, a la que pertenece el libro objeto de esta reseña, ha incluido en su colección otro volumen también centrado temáticamente en los problemas del agua, que ha visto la luz casi a la vez que el anterior, y tiene en prensa dos más. El trabajo que nos ocupa, integrado por un conglomerado de artículos cuyos autores son en su mayoría economistas de origen anglosajón, presenta un interés indudable por diversas razones. En primer lugar, porque lleva a cabo una nueva aportación al debate abierto en torno a las posibilidades de aplicación de la teoría económica convencional al estudio de 392 los recursos naturales, renovables o no -el agua en este caso-. Y, en segundo, por la riqueza y el carácter polifacético de la problemática planteada, que excede ampliamente el ámbito económico, incidiendo en campos de conocimiento propios de la Antropología, la Historia, la Sociología y las ciencias jurídicas. Por consiguiente, se puede afirmar que el alcance del esfuerzo de reflexión colectivo es pluridisciplinar, aunque el objetivo inicial no lo fuera. Pasando, pues, al comentario de las distintas colaboraciones, F. Aguilera las ha articulado en torno a tres series de cuestiones: el estatuto del agua dentro de la ciencia económica, la relación existente entre la noción de mercado y el uso del líquido elemento y la parte de las instituciones en estos dos abanicos conceptuales, confiriendo especial atención a los derechos de propiedad y a los vínculos CRITICA Y RESEÑA DE LIBROS existentes entre Derecho y economía. El coordinador ha tenido el acierto de agrupar dentro de cada bloque a los autores que sustentan enfoques contrapuestos, procedimiento que agiliza la lectura y facilita el seguimiento de las argumentaciones de unos y otros. A señalar, además, que las posturas oscilan entre la ortodoxia neoclásica pura y dura y un radicalismo bastante oxigenante. En general, se puede decir que los planteamientos relativos al primer conjunto de problemas determinan la forma de considerar los restantes. El dilema al respecto es claro y se resume en el epígrafe "¿es el agua un recurso diferente?". Porque, una de dos, o se la considera como un factor de producción exclusivamente y entonces sería un recurso natural como los demás -opción seguida por Kelso, Young, Howe, etc.- o, por el contrario, se le confiere un estatuto especial, en virtud del considerable papel que desempeña en la vida humana -opción de Aguilera, por supuesto, pero también de Browley, Brown-Ingram, Ciriacy-Wantrup, etc.-. Los primeros esgrimen el carácter renovable del líquido elemento, salvo en el caso de los depósitos subterráneos fósiles, para negarle una consideración excepcional añadiendo, además, que el sometimiento del uso del mismo a las normas que rigen la vida económica constituye la mejor garantía de su conservación. Los segundos, por el contrario, utilizan el argumento de la trascendencia social para reivindicar un tratamiento específico, acuñando -F. Aguilera- el concepto de activo social. El trasfondo del discurso de estos últimos consiste en el reconocimiento del fuerte vínculo existente entre el agua y los valores culturales y sociales, reconocimiento que no es ninguna novedad: geógrafos, historiadores y antropólogos han explicado desde hace tiempo en sus respectivos estudios la influencia de la misma en la organización del espacio urbano, la sociabilidad (fiestas, ritos de todo tipo), la jerarquía social y, frecuentemente, en la conflictividad. De ahí las emociones colectivas que suscita cualquier operación relativa a ella o, dicho en términos de teoría económica, el elevado nivel que pueden alcanzar sus costes de transacción. Segundo punto: si los recursos hidráulicos son como cualquier otro podrán ser objeto de todo tipo de prácticas económicas, especialmente las de compraventa, lo cual significa que se puede dejar la regulación de su uso al mercado. Los defensores de tal enfoque argumentan que dicha institución constituye la forma más racional de asignar los recursos los cuales, si se aislan de él, sufren en cuanto a su eficiencia económica global. El mecanismo que asegura tal eficiencia consiste, de acuerdo con las nociones económicas ortodoxas, el abanico de precios, el cual traduce los movimientos de la demanda fruto a su vez de las preferencias individuales de los actores económicos. Dicho mecanismo reúne una serie de ventajas como la flexibilidad y la seguridad. Obviamente, los autores que no comparten esta conceptualización de carácter convencional sobre el estatuto del agua tampoco pueden estar de acuerdo con el papel relevante atribuido por ella al mercado. A favor de su postura aducen una serie de razonamientos bastante convincentes. Primero, el hecho de que las transacciones a través de la precitada institución ignoren los efectos económicos, político-sociales y medio-ambienta393 CRITICA Y RESEÑA DE LIBROS les del uso que vaya a hacerse de los caudales vendidos o, dicho en otras palabras, no recojan los costes externos ni los efectos a terceros (Ingram). Segundo, y tal vez más importante, el hecho de que los precios se fijen sin tener en cuenta los intereses de las generaciones futuras, que en ocasiones van a encontrarse con unos recursos hidráulicos agotados o severamente deteriorados. En estas condiciones ¿puede considerarse eficaz un mecanismo que asigna precios sin tener en cuenta un elemento de tal importancia? El interrogante supone por si mismo una aguda crítica a la economía crematística -de uso y consumo mayoritario hoy-, preocupada exclusivamente por las cuestiones monetarias y por las relativas a los precios y nunca por el estudio de la compleja red de intereses institucionales, económicos y políticos que condiciona y explica la formación de los mercados y de los precios. De ahí que sea incapaz de atender a cuestiones como la posibilidad de medir los efectos exteriores al mercado o la asignación intergeneracional de recursos. Problemas, por otra parte, de difícil solución, ya que no resulta cómodo calcular correctamente los precios de los mismos en tales condiciones, aunque lo que sí parece claro es que hasta ahora han sido demasiado bajos y que su regularización no debe dejarse exclusivamente al juego de la libre transacción, comportamiento que equivaldría a firmar un cheque en blanco. El tercer y último bloque temático del trabajo se centra, como queda dicho, en los aspectos institucionales. En realidad aparecen constantemente referencias a ellos en todos los artículos pero sólo son objeto de trato monográfico en el espléndido artículo introductorio de Ciriacy394 Wantrup, dedicado a las relaciones entre el derecho y la política económica y en la parte final. La atención a este tipo de cuestiones por un grupo de economistas es digna de elogio, dado el desdén tradicional del colectivo hacia las mismas hasta no hace mucho tiempo, pese a los esfuerzos de los seguidores de la New Institutional History. Y, sin embargo, parece obvia la necesidad de tener en cuenta la perspectiva institucional en los problemas concernientes a los recursos naturales, dado que de las decisiones sociales adoptadas para elegir el tipo de organismos que van a coordinar la actividad económica y la normativa que va a regirla depende la gestión y asignación de los recursos en cuestión. El hecho es bien conocido en el caso del agua, como saben todos los historiadores que se han ocupado de investigar a través de casos concretos como ha evolucionado su uso, distribución y gobierno y al servicio de que intereses; el hilo conductor de tales estudios ha sido frecuentemente las instituciones hidráulicas. La reflexión de los diferentes autores que se han interesado por el precitado bloque temático se ha centrado especialmente en determinados problemas jurídicos y en la polémica existente sobre la alternativa entre propiedad privada y propiedad colectiva en los referente al agua. Respecto a los primeros, destaca el trabajo de Ciriacy-Wantrup en el que se muestra como en el derecho de aguas la economía es una de las principales preocupaciones, sino la dominante. En su opinión, el contenido del mismo se refiere en su mayor parte al establecimiento de un marco jurídico en el que va a desarrollarse el comportamiento de los individuos y los grupos respecto a una de sus CRITICA Y RESEÑA DE LIBROS necesidades socio-económicas mas acuciantes. De ahí que la mayoría de los criterios del derecho en cuestión requieran una interpretación económica. Este interesante ejemplo de la interacción entre las esferas jurídica y económica va seguida de un breve estudio sobre los objetivos mas comunes de las políticas hidráulicas; el profesor norteamericano destaca la obsesión por las obras y los proyectos de todo tipo -tan rentables políticamente- mientras que los que han diseñado aquellas descuidan con harta frecuencia aspectos de tanta trascendencia como las aguas subterráneas. Por el contrario, el principal objetivo de las instancias de poder estatal debería ser, aparte de normativizar la distribución de caudales, mejorar la capacidad para introducir cambios en el sentido y la asignación de los recursos cada vez que la realidad social y la coyuntura económica lo aconsejen. En una palabra, decidir las reglas del juego. Resta por aludir a la cuestión de los derechos de propiedad, estrechamente imbricada con lo dicho hasta ahora. En efecto, si el agua es un bien como todos los demás y puede ser objeto de transacciones en el mercado, nada se opone a su apropiación privada, lo cual sería, además, la forma mas eficiente de control sobre su uso. Esta argumentación ha sido minuciosamente formulada por distintos miembros de la New Institutional History; Libecap, por ejemplo, sostiene que esa eficiencia se debe a que impulsa a los propietarios a seleccionar opciones en una dirección intemporal socialmente óptima. El trabajo de Bromley constituye un logrado intento de responder a este tipo de argumentos para lo cual recurre a la llamada "ley de hierro" de la tasa de des- cuento, la cual revela que la maximización que se supone socialmente beneficiosa practicada por los propietarios particulares de los recursos es completamente coherente con su total destrucción. Este descubrimiento, escribe Bromley con cierta soma, "no hace felices a los que tienen una fe absoluta en las mágicas maravillas de la propiedad privada". Lo cierto es que lo sucedido en fechas recientes o no tan recientes en muchos espacios de regadío modernos confirma ampliamente lo sustentado por el autor al que nos estamos refiriendo. Ello nos lleva a otro tema bastante polémico: el concerniente a la propiedad colectiva. Obviamente, si los derechos de propiedad deben reunir, según la escuela histórico-económica repetidamente aludida, los requisitos de una especificación y una aplicación clara y de la transmisibilidad, los de tipo común o comunal no pueden gozar de sus bendiciones. Sin embargo, en el rechazo a veces feroz de ciertos economistas se esconde el desconocimiento de lo que es o fue esta forma de propiedad. F. Aguilera se encarga de explicamos en su trabajo la denominada "tragedia de los comunes", es decir, la extendida confusión entre recursos de propiedad colectiva y de libre acceso, confusión que ha inspirado las frecuentes afirmaciones relativas al riesgo de despilfarro o agotamiento corrido por los mismos: su mejor formulación es la famosa fábula del Pastor de Hardin. Tales razonamientos son muy similares a los desplegados en Europa en los siglos XVIII y XIX con el fin de desprestigiar el estatuto de los bienes de Propios y Comunes, cuya presencia y extensión "excesiva" se consideraba como una de las 395 CRITICA Y RESEÑA DE LIBROS causas del atraso agrícola. En ambos casos se olvida que en este tipo de bienes la disponibilidad no era absoluta, sino limitada a un colectivo concreto y que, además, su uso solía estar reglamentado por una normativa compleja y precisa. Ahora bien, frente a la creencia en que solo la apropiación privada y la intervención estatal son susceptibles de desarrollar una gestión eficaz de los recursos hidráulicos y evitar su agotamiento, la teoría de la "ley de hierro" de la tasa de descuento, antes señalada, y las experiencias de despilfarro o sobreexplotación desplegadas estos últimos años constituyen argumentos difícilmente rebatibles. Sin olvidar la evidencia histórica sobre conservación y gestión adecuada de tierras, bosques yaguas por las comunidades campesinas de distintos espacios agrícolas, europeos o no: la propiedad privada "salvaje", es decir, dejada al li- 396 bre juego de las fuerzas de mercado sin ninguna clase de control ha sido incapaz de crear un marco institucional que regule el uso del liquido elemento y, por consiguiente, que impida su agotamiento, contaminación o deterioro. El tema, por supuesto es complejo y el debate dista de estar cerrado. Concluyendo, creo haber probado que mi aseveración inicial sobre el interés del libro reseñado estaba justificada. No es frecuente reunir en las páginas de una misma publicación un grupo de economistas dispuestos a acercarse con espíritu crítico y hasta con sentido del humor a ese "mercado glorioso" que parece ser la única institución económica digna de estudio y deus ex machina de cualquier proceso en dicho ámbito. M: TERESA PÉREZ PICAZO Universidad de Murcia