Sigmund Freud Hoy

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12 JUN 06 | En el año del 150º aniversario de su nacimiento Sigmund Freud hoy Un grupo de estudiantes disconformes con su formación, proponen revisar el escenario académico actual para pensar acerca del rol de los Psicólogos como profesionales de la Salud IntraMed → Lo invitamos a dejar sus opiniones en nuestro FORO ¿Es útil el Psicoanálisis? Un proyecto transformador Estudiantes de Psicología Proyecto COBAND Disconformes con su formación, un grupo de estudiantes de la Facultad de Psicología de la UBA decidió generar un espacio alternativo para intentar suplir aquellas carencias relacionadas con su preparación académica. Reclamando una perspectiva diferente de abordaje de la Psicología donde la ciencia tenga un papel preponderante: Ezequiel Benito, Alejandro Curtarelli, Mariana Elmasian, Luciano García, Esteban Knobl, Paula de Simone, Mariel Tiberio y Gonzalo Pereyra, impulsan el proyecto que ya ha ganado adeptos entre profesores y alumnos. Entrevistamos a seis de los integrantes de este grupo. Entrevista * Pregunta IntraMed * ¿De qué se trata el Proyecto COBAND que ustedes fundaron? Ezequiel: El proyecto surge de la base de pensar que en la facultad es necesario comenzar a pensar diferente de lo que se propone, de plantear la necesidad de comunicarse mejor entre los estudiantes, de tener alternativas en formación, tener la posibilidad de que haya grupos de estudio, talleres, de todo lo que sea alternativa en la facultad respecto de lo que es la formación teórica. Algo que es importante es la capacidad de diálogo interdisciplinario que en la facultad no existe para nada, no está estimulado en ningún sentido. Pensar en relación a lo que la facultad nos propone, y a qué es la Psicología como ciencia. El proyecto intenta ayudar a que los estudiantes puedan tener una mirada más amplia de la psicología y pensar su orientación en base a la responsabilidad que significa conocer todas las alternativas antes qué decidir, con herramientas epistemológicas y metodológicas que funcionen como filtro. Gonzalo: Me parece también que mucha gente siente que hay carencias en la formación, y que son carencias muy importantes. Cuando tenemos la oportunidad de recibir visitas de psicólogos del exterior, por lo menos en el caso personal, me sentí con fallas metodológicas y carencias en la formación. Y vemos que, en relación a la psicología a nivel mundial, hay cuestiones que al graduado de nuestra facultad le faltan. Luciano: En la facultad hay una demanda bastante generalizada de ver qué sucede con psicologías distintas al psicoanálisis, a enfocarse a estudiar, a indagar para ver que hay en otras psicologías. En general la gente tiene la sensación de que en la facultad vemos una sola cosa y que se deja de lado un montón de conocimiento y este proyecto intenta difundir ese otro conocimiento, tratar de ampliar el panorama. Si bien nuestra propuesta es la de una psicología científica, intentamos también mostrar que hay otra psicología y tratar de establecer vínculos entre esos alumnos que están buscando otra cosa. Alejandro: Y además creo que otra cosa importante es que lo estamos llevando a la acción, estamos haciendo cosas. Algo que pasa en nuestra facultad es que todo el mundo dice: “bueno, esto no nos sirve…no nos sirve” y no sucedía nada al respecto. Me parece que lo que empezó a pasar ahora es que comenzamos, por lo menos nosotros, y hay mucha gente que se está interesando en hacer cosas concretas al respecto. * ¿Esta es una demanda minúscula dentro del alumnado de la facultad, o es una demanda generalizada de los estudiantes de psicología de la UBA? Ezequiel: Es buena la pregunta, es interesante. La demanda de conocimiento no psicoanalítico surge por la duda de lo que es la totalidad del psicoanálisis como teoría, que lo explica todo. El alumnado en general, cuando se decide por psicoanálisis, conoce sólo psicoanálisis. Un alumno que llega a la facultad y que desde su primer año se desenvuelve en un ambiente completamente psicoanalítico, con cuestiones psicoanalíticas, con teorías psicoanalíticas, va a tener una formación que inexorablemente se va a enfocar hacia ese lado. Si ese alumno no conoce lo que serían las alternativas, su decisión por el psicoanálisis no va a ser responsable, no va a tener el conocimiento necesario ni suficiente para elegir. Paula: Yo creo que hay bastante demanda, que hay bastantes alumnos que piensan otra cosa pero tal vez no saben qué hacer, o hacia dónde dirigirse. Luciano: en realidad me parece que sí, hay bastante demanda. La decisión generalizada es que la formación en la facultad sigue una sola línea, eso circula en la facultad, la cuestión es si el estudiantado se moviliza para buscar otro conocimiento y si hay espacio para buscar otro conocimiento. Mariel: Hay una postura muy política, y la facultad esta hegemonizada por el psicoanálisis. También hay una postura muy dogmática que apunta a que el estudiantado no conozca otras posturas y que lo único que conozca lo haga desde una posición muy crítica hacia lo que no es psicoanálisis. Hacia el final de la carrera uno empieza a conocer otras posturas pero las ve desde la crítica y las considera muy reduccionistas o demasiado comerciales. A uno le van “advirtiendo” cuales son las cosas con las que uno se puede encontrar y para cuando uno llega a estas dudas ya tiene una respuesta armada, desde el psicoanálisis, claro. Gonzalo: un ejemplo concreto del tema de lo que plantea ella, “el estudio de la conducta, el conductismo Watson”. En la facultad el conductismo es Watson, y Watson es algo que está repensado, reformulado, superado. Marcó una tendencia en la investigación, pero el conductismo no se quedó en Watson. Luciano: Cada materia tiene una cátedra con orientación psicoanalítica, hay algunas que tiene las dos cátedras psicoanalíticas, hay materias que tienen una cátedra psicoanalítica y otra alternativa. Uno puede hacer una formación estrictamente psicoanalítica sin ver si quiera otra teoría. * ¿Ustedes están interesados en que la psicología sea una ciencia?, porque perfectamente podría ser muy válida y ser otra cosa...? Mariel: particularmente nosotros estamos interesados que la psicología sea una ciencia. Me parece que es una forma de trabajar con la salud mental de manera responsable. Si uno lo tomara como un arte sería otra cosa. Si yo voy a hacer teatro a mí no me dicen que voy a mejorar algún trastorno mental, yo voy a hacer teatro, me hace bien, me descargo y listo, no me ofrecieron otra cosa. Pero para un profesional que está trabajando con la salud mental de la gente creemos que es imprescindible que se maneje de manera científica. Gonzalo: Hay una cuestión que tiene que ver también con lo ético. Trabajando con la salud mental de la gente, ¿es ético hacer interpretaciones en las que yo no me siento muy seguro? Yo siento que es más ético trabajar con cuestiones validadas, donde hay estadísticas de por medio, donde hay una metodología científica. * Pero para que esto pueda realizarse deberían abandonar la pretensión de que la psicología es un asunto individual y no sujeto al tratamiento estadístico que es una idea con la que se suele estar desde el psicoanálisis... Luciano: Hay muchos psicoanalistas que utilizan las estadísticas y datos sociológicos para abordar algunas cuestiones, pero en la clínica más práctica, eso no aparece, no es que no sea posible, no aparece en la formación psicoanalítica que nosotros tenemos. Ezequiel: Lo que se encuentra en la facultad también es el psicoanálisis dogmático, enseñado desde el dogma, enseñado desde lo que es la monoexplicación. Necesitamos una base que pueda dar la posibilidad de repensar el psicoanálisis y de repensar las otras terapias en lo que realmente puedan contribuir unas con otras, en una posibilidad de integración, no hay una formación metodológica que pueda llegar a aportar para eso. Luciano: El psicoanálisis en la Argentina, no tiene otras corrientes de psicología instaladas con las que pueda discutir. La tradición anglosajona del psicoanálisis sí incorpora un montón de categorías de otras psicologías porque no es hegemónica. Entonces necesariamente tiene que discutir y disputarse el lugar con otras corrientes de psicología. Como eso acá no sucede, ocurre una especie de anquilosamiento, se ha legitimado sin necesidad de discutir, sin necesidad de probarse frente a otro tipo de conocimientos. * ¿Uds. cómo consideran a la figura de Freud? Ezequiel: En principio - y lo más importante a tener en claro - es que para la ciencia no funcionan los “maestros” incuestionables, no hacen personas extraordinarias que tengan visiones espectaculares. La ciencia lo que se necesita es gente que trabaje todo el tiempo, actualización intelectual permanente e investigación. Tal vez Freud no dio oportunidad a discutir con otras tendencias y no se preocupó por generar metodología científica de trabajo. Mariel: pero fue un precursor en lo que fue la psicoterapia, en ese sentido tiene un valor muy importante. Luciano: Hay discusiones actuales acerca de algunos valores de los conceptos del psicoanálisis, la figura de Freud, no es lo que se hace con el conocimiento de Freud, eso es una diferenciación clara. Nosotros estudiamos un Freud leído en plan lacaniano, una suerte de hermenéutica, se le hace decir un montón de cosas a Freud que en rigor no dice. Mariel: Ese es el tema, por ahí no es tanto Freud, sino cómo se lo leyó, cómo se lo enseña, cómo se transmite. * ¿En el ámbito académico, los docentes se enteraron del proyecto? ¿Cómo lo recibieron? Ezequiel: La mayoría de los docentes que están parados en otro lugar en la psicología, se enteraron, no son muchos, hemos tenido encuentros, hay algunas materias que están como desparramadas a lo largo de la carrera. En la facultad de psicología pasa algo y es que más del 50% de los profesores no son psicólogos, es un tema importante, los que dan materias como neurofisiología son médicos, los que dan materias como estadística son matemáticos, la metodología la dan filósofos, entonces no hay una certeza de crear la profesión de psicólogo en psicología. Ni hablar de los profesores que dan la clase con los libros de Freud en la mano... Alejandro: Es curioso, cuando te anotás en las materias te comprás el cronograma de las cátedras, en general todos tienen una especie de discurso interdisciplinario abierto. Ahora estoy cursando una materia en la que una de las unidades es el diagnóstico en DSM, pero la bibliografía que tengo tanto obligatoria y optativa, no figura el DSM. ¿Cómo es posible la discusión sobre algo si no tenés conocimiento? * ¿En la formación de Uds., cuál es la imagen de la Medicina que reciben? Mariel: Hay como una cuestión algo cerrada, de pensar que tiene que haber una rivalidad entre el médico y el psicólogo. La carrera es fundamentalmente clínica psicoanalítica, está totalmente centrada en eso. Es realmente muy difícil plantear una práctica interdisciplinaria por más que haya intentos o una imagen porque queda bien. La verdad que la práctica psicoanalítica no condice con una práctica interdisciplinaria con un médico, porque un psicoanalista por ejemplo no tiene ni idea…, no hay formación en cuanto que, por ejemplo, una persona que está deprimida puede tener un problema hormonal. Luciano: es un problema conceptual, de alejamiento conceptual, de alejamiento práctico, la representación que por lo menos yo conozco acerca de los médicos, en general es que uno como psicólogo ya espera un tratamiento hostil del médico. En principio ya sabemos que a los médicos no les caemos bien, por un montón de cuestiones, esto digamos que es histórico, desde que los médicos no creían que los psicólogos puedan hacer psicoterapia, es bastante histórico, apareció la ley que nos habilita,…se plantea como una suerte disputa de los roles profesionales. Mariel: También es interesante pensar la historia de la carrera y la lógica de porqué también hay cierta rivalidad con los médicos, porque es verdad que también le costó mucho al psicólogo desprenderse de la práctica médica, durante mucho tiempo el psicólogo era nada más que un “testista” que no tenía firma, solamente dependía de los médicos y quizás esto generó ciertas rivalidades. Luciano: Esto sigue aconteciendo hoy en día, los neuropsicólogos no están habilitados para dar un diagnóstico sobre una persona, pueden hacer estudios, pueden chequear un montón de cosas, pero sólo pueden hacer una descripción, el diagnóstico lo da el neurólogo, no están habilitados para eso. Hay disputas profesionales que se siguen sosteniendo. Yo no sé si los psicólogos tenemos una impresión mala de los médicos como representación profesional, pero sí sabemos que los médicos no nos ven con buenos ojos. * En principio los médicos y los psicólogos interactuamos en los pasillos y en las camas de los pacientes, todo el tiempo, toda la vida. Creo que también hay un problema importante y es de léxico, un idiolecto que obstruye la comunicación, cada uno tiene el suyo y ambos parecen incompatibles. Hay una resistencia muy fuerte a hacerse entender, más bien da la impresión de que hay una voluntad de impedir que el otro comprenda lo que se dice... Ezequiel: Sí, quizás tiene que ver con la idea de que, cuando un médico ve un cuerpo, ve un cuerpo totalmente desvinculado de cualquier pensamiento, sentimiento o cualquier emoción, cuando creemos que es más probable que piense: “bueno, yo me ocupo de éste cuerpo, de curar el cuerpo con las herramientas que yo tengo desde la medicina, pero este cuerpo tiene una mente y no es algo distinto de la mente, no es algo separado sustancialmente de la mente”... * Está bien, pero eso es una visión ingenua acerca de cómo los médicos ven a las personas, no hay ningún médico en el siglo XXI que vea a un paciente de ese modo. Luciano: Esto que vos decís, del problema de las categorías de la comunicación se traduce también en una práctica, la manera en que yo concibo algo desde mis conceptos se traduce en la manera en que voy a trabajar cierta cuestión, supongamos un nutricionista sabe muy bien que el problema de su paciente es, por ejemplo, un problema de su conducta alimenticia y que lo que tiene necesita ese paciente es comer de otra forma, para mejorar su estado de salud; claramente ahí no es sólo un cuerpo, sino también condiciones psicológicas, hábitos y otras cuestiones. E problema de una psicología como la tenemos planteada en la facultad es que no trabajaría precisamente con esos hábitos y con esas cuestiones... * Hay muchos psicoanalistas - hemos publicado algunos artículos muy buenos en IntraMed - que dicen justamente que lo que el paciente busca es parte del problema, esto es responder a una demanda de resultados veloces, una demanda culturalmente impuesta y el psicoanálisis no se presta a eso. Luciano: Claro, el problema es esa visión, yo te podría decir que por ejemplo los tratamientos efectivos, como la terapia cognitivo conductual para bulimia tarda dos años, y eso no podría considerarse un resultado “veloz”. Los tratamientos para depresión pueden durar seis meses, no son resultados veloces, al lado del promedio de 4 ó 5 años de terapia psicoanalítica es mucho más corto, pero eso no significan que sean rápidos, me parece que hay un desconocimiento de las técnicas que permiten hablar de esta cuestión de la velocidad, de la rapidez, transformar un hábito puede llevar mucho tiempo. Gonzalo: En la facultad, lo que se plantea, desde el psicoanálisis, es que si es eficaz y si es rápido, es superficial. Eso es lo que se lee en la facultad, si buscás eficacia o algo relativamente breve, es porque va a ser un “parche”. Paula: Además, la gente no sabe que hay varias terapias, diferentes enfoques, hay varios métodos; simplemente va al psicólogo y piensa que es una solución general y única. * ¿Uds. creen que hay un lugares donde formarse en éstas opciones alternativas al psicoanálisis? Ezequiel: Seguro, sólo que están muy difundidos todavía. Por ejemplo, existe el CETECIC, que es el Centro de Terapia Cognitivo Conductual y Ciencias del Comportamiento (http://www.cognitivoconductual.org), que está asociado a la Sociedad Argentina de Ciencias del Comportamiento. El CETECIC ofrece cursos de terapia cognitivo conductual, tanto introductorios como avanzados, donde estamos haciendo un actualmente. Cualquier profesional puede acceder a los cursos, no solamente terapeutas, sino también médicos, para que también lo conozcan. * ¿Podés describirle a los médicos, que no sabemos qué es eso, dónde lo aplicaría? Ezequiel: La terapia cognitivo conductual plantea que la conducta de una persona se estructura a través del aprendizaje y de las cogniciones (pensamientos) que esta persona tenga, sobre sí mismo y su presente, sobre el mundo, sobre su pasado y sobre su futuro. Es importante destacar que las técnicas de la terapia cognitivo conductual están estandarizadas, probadas, evaluadas por toda la comunidad científica, por toda la comunidad psicoterapéutica, con lo que se garantiza que uno está trabajando de acuerdo a normativas generalizadas, obviamente teniendo en cuenta las variables subjetivas pertinentes. Es decir, una técnica, por ejemplo, está evidentemente validada, tanto para que una persona de España, de México, Australia o de Estados Unidos, puede aplicarla de una manera muy similar y con resultados comparables. El proceso terapéutico comienza por hacer un análisis funcional de la conducta, delimitando cuales son los elementos, conductuales o cognitivos que se estructuran manteniendo el síntoma, llamado conducta-problema. Esto es planteado en convergencia con las posiciones monistas de la mente: el paciente en algún momento de su vida pensó de una manera, tuvo cierta educación, tuvo ciertas experiencias que estructuraron su mente, es decir, que su cerebro alguna vez funcionó de cierta forma y hoy ese funcionamiento se ha vuelto disfuncional, desadaptativo para la vida que el paciente desea. A través de la terapia cognitivo conductual lo que se consigue es reeducar ese cerebro, con el proceso de psico-educación que se da en la terapia se puede enseñar a esa persona a pensar diferente, a actuar diferente, de acuerdo a lo que su propia subjetividad requiera. * ¿De qué forma? Ezequiel: Hay muchas técnicas, por ejemplo, la reestructuración cognitiva que es un procedimiento técnico por el cual las personas aprenden a cambiar algunas maneras de pensar distorsionadas que conducen a malestar emocional y frustración, por ejemplo, “todos los que se visten de determinada manera son malos”, “las personas que no me miran a los ojos me van a traicionar”, La piedra angular de la reestructuración cognitiva son los pensamientos automáticos, un tipo de ideas que las personas tenemos involuntariamente en muchas situaciones de nuestras vidas. Justamente, estos pensamientos se llaman automáticos porque no hacemos ningún esfuerzo para que se presenten, simplemente, ellos aparecen. A través de la reestructuración cognitiva se dialoga cognitiva y empíricamente con la personas, es decir, se cuestiona la legitimidad de ese pensamiento para que ella misma pueda empezar alternativas más convenientes y funcionales de acuerdo a sus necesidades * ¿Y eso modifica las conductas? Ezequiel: Sí, eso cambia condiciones que cambian conductas, eso acompaña la parte conductual. Gonzalo: Por ejemplo, la desensibilización sistemática es especialmente recomendada para tratar fobias. Consiste en la aplicación de una jerarquía de estímulos estresantes a través de imágenes visuales. Es decir, paciente y terapeuta diagraman un conjunto de situaciones típicas a las cuales el paciente teme, especificando la mayor cantidad de detalles posibles. Luego, mientras el paciente se encuentra en un profundo estado de relajación, se lo guía para que vaya imaginando estas escenas temidas de acuerdo al grado de ansiedad que le provocan. Luciano: En el caso de un agorafóbico, que tiene miedo a salir de su casa, se le propone un programa de tareas que realice a través de los días, que primero se asome por la ventana, que luego se acerque a la puerta, después que ponga la silla en la calle, para que pueda ir controlando poco a poco su ansiedad, llegando incluso en etapas avanzadas del tratamiento a poder ir al cine o a un boliche. Ezequiel: Justamente, hay mecanismos biológicos que subyacen al aprendizaje y que fueron ampliamente estudiados y validados, que explican por qué la ansiedad va disminuyendo. Por ello también es que se emplean técnicas de relajación que ayudan a los sistemas simpático y parasimpático para que se accionen de manera diferente, en conjunto con las técnicas cognitivas para trabajar sobre los pensamientos negativos sobre la situación. * Si un médico quiere cambiar una conducta, porque esa conducta provoca angustia o pone en riesgo al paciente, desde fumar hasta suicidarse, ¿estas técnicas sirven? Alejandro: Sí, con adicciones es más difícil. Hasta ahora, sobre todo para tipos de adicciones fuertes, como drogas o adicciones con alta dependencia química, no hay aun ninguna psicoterapia que haya probado tener un éxito significativo. * ¿Y con otras conductas como la alimentación? Alejandro: Con otras conductas, sí. Por ejemplo, las fobias o los trastornos de ansiedad, se solucionan, rápidamente y con un muy bajo índice de recaídas; y este es un punto en el que insisten mucho los psicoanalistas, en el tema de que si se soluciona un síntoma, vuelve aparecer otro o éste de transmuta. Hay muchos estudios al respecto que demuestran lo contrario. Ezequiel: En efecto, esto es algo que es muy importante que quede claro, como decía Alejandro, la sustitución de síntomas, una crítica que muchos psicoterapeutas no psicoanalistas reciben por la parte del psicoanálisis, tiene sus raíces en el desarrollo psicoanalítico del síntoma como expresión exteriorizada, que tiene causas inconscientes, planteando que sólo hay tratamiento posible a través del análisis. Por lo que cuando un terapeuta cognitivo conductual logra que una fobia remita, un psicoanalista diría que, frente a un futuro problema, que la causa del mismo es la fobia que lejos de haber sido curada, ha “transmutado” en, por ejemplo un trastorno de ansiedad. Esto es definitivamente falso, hay muchas pruebas de que tal situación no ocurre. Además, nadie le diría a un médico: “tu tratamiento no fue efectivo, porque lo curaste pero se enfermó de nuevo”. Luciano: Otra cuestión en relación a lo planteado, es esto de que no se trabaje en cuestiones profundas de la persona, eso también es un mito, la reestructuración cognitiva trabaja sobre los núcleos cognitivos de la persona, sobre las bases sobre las cuales piensa alguna cuestión, en un trastorno alimenticio, como la anorexia, por ejemplo, suponer que cuanto menos comés más rápido vas a adelgazar, no es una estrategia de dieta viable. Esta creencia errónea está muy arraigada en la cultura y es muy peligroso manejarse de acuerdo a ella, por lo que, en el tratamiento se buscará modificar los esquemas que la sostengan, para cambiar los hábitos y que la conducta no termine con la vida del paciente. * Estas estrategias - que son mucho más fáciles de entender para un médico - son también muy criticadas en otros términos, en términos ideológicos, en términos de cuál es su concepción del hombre y por supuesto en términos de reduccionismo clásico. Ezequiel: El reduccionismo clásico ha sido ampliamente superado; la crítica en ese sentido no es válida, porque un psicoterapeuta cognitivo conductual de ninguna manera reduce a la persona a procesos, pensamientos, emociones o conductas; sino que hace una evaluación muy compleja de la persona de todas sus vivencias, por lo que tampoco es válido decir que no tiene en cuenta su historia; el psicoanálisis plantea un tipo de historia, un tipo de historia de vinculada con la dinámica de inconsciente, con un modelo de funcionamiento psíquico que ha demostrado no ser aplicable en la práctica. Luciano: Otro problema en este sentido es que se cree erróneamente, que las terapias cognitivo conductuales son sólo directivas, que anulan el pensamiento del paciente y le dicen cosas como: “no, vos estabas equivocado y ahora tenés que pensar otra cosa”. El postulado que sostienen las terapias cognitivo conductuales es que la persona que realiza ciertos tipos de conductas-problema, tienen como base pensamientos, esquemas que son desadaptativos a sus necesidades, pero que sólo la persona puede trabajar hacia el cambio de los mismos, se plantea siempre un trabajo en equipo, junto con el terapeuta. * Uds. saben que en la medicina nada se implementa como recomendación si no hay investigación al respecto, guste o no guste, éste es el modo. ¿Uds. están formados para investigar? Mariel: No desde la formación que recibimos en la Facultad, porque, como decíamos antes, el psicoanálisis no es una práctica pensada de manera científica, ni que tenga vinculación con la investigación en ciencia. * ¿Y tienen ganas de investigar? Alejandro: Sí, en estos momentos, Mariel y yo estamos trabajando en una investigación, en desarrollo cognitivo, es en chicos con necesidades básicas insatisfechas que se les realiza aproximadamente entre 3 y 5 años. Este programa se desarrolló el año pasado y ahora se continúan en otros programas, pero voy a comentar el del año pasado, que es el que más sé. Se le aplican un conjunto de técnicas para que los chicos desarrollen ciertas habilidades como atención, memoria, planificación, todas cosas básicas para que, por ejemplo, por las condiciones ambientales en las que viven, de muy baja estimulación, a veces chicos que tienen problemas alimentarios, esos chicos adquieren un nivel similar al de un chico con, o cercano al de un chico con necesidades básicas satisfechas. * ¿Uds. han buscado vínculos con estudiantes de medicina, de biología? Ezequiel: Sí, de hecho, el mejor vínculo que tenemos para comentar ahora es el de estudiantes de Biología, que en la Facultad de Medicina organizan regularmente, unas reuniones que denominadas “Neurocenas”, donde se ofrecen charlas de personalidades de nivel mundial, argentinos y de Latinoamérica, que presentan temas que tienen que ver con las Neurociencias, un campo muy relacionado con la Biología y la Psicología. Ellos mismos nos dijeron en las primeras reuniones que empezamos a ir más o menos en conjunto, es que, se sorprendieron de que un psicólogo pueda ir ahí, medio que nos miraron, todo bien, “pregunten si no entienden, esto es el ser humano". * ¿Qué expectativas tienen con respecto al proyecto, a qué apuntan como meta? Ezequiel: ¡Las mejores! la realidad es que desde que arrancamos con el Proyecto a principios del año pasado, creció muchísimo, puede parecer poco pero la realidad es que frente a lo que está planteado es muchísimo. Hemos empezado a ver como las personas se interesan, como éstas mentes sintientes empiezan a ver su lugar ahí, empiezan a pensar la posibilidad de pensar de verdad, que hay un montón estudiantes, de profesionales, de investigadores, de personas interesadas en esto, que quizás, al estar sumergidos el ambiente intelectual argentino presente, ven como imposible la posibilidad de un cambio. Quizás ese cambio, hoy por hoy, sea imposible, quizás lleve mucho tiempo, pero ese cambio tiene que empezar de alguna manera, y el Proyecto COBAND, como punto de partida, como punto de reunión, como una manera diferente de organizar las ideas haga un aporte importante. Es donde quizás lo pensamos como más positivo, porque donde los estudiantes que tienen la mínima duda, la crítica, ese pensamiento distinto de los demás, donde pueden decir: “pienso distinto, ¿distinto a qué y qué es lo que pienso?”, en ese punto un estudiante tiene la posibilidad de empezar a desarrollar su pensamiento responsablemente sea en la psicología, sea la sociología, sea cualquier ciencia del comportamiento, cualquier ciencia humana relacionada con la salud, con la medicina, ahí es donde el Proyecto tiene su mayor hincapié, en dar esa posibilidad. Mucha gente nos escribe, desde México, España, profesionales que se van interesando en esto, que ven a la Argentina, como un ámbito intelectual paradigmático, felicitándonos por esta propuesta e interesándose por participar. Es así como profesores, estudiantes, docentes, investigadores y otros profesionales se comienzan a acercar, así como personas de diferentes ámbitos de la sociedad; y es en este momento cuando decimos, que de alguna manera este lugar estaba demandado. Paula: El propósito no es solamente criticar, sino, como se plantea, aprender, empezar a conocer, buscar alternativas desde la ciencia, y darse cuenta que el campo es mucho más amplio de lo que parece, para saber, para investigar, poder integrarnos. Luciano: Estimular la actividad. Paula: No conformarnos, hay que hacer cosas, hay que buscar… Ezequiel: Y no sólo conocimientos, sino formarnos en las herramientas que tienen que anteceder a esos conocimientos, que permiten a cualquier estudiante evaluar ese conocimiento. Porque yo te puedo presentar a la terapia cognitiva conductual, sistémica, o al psicoanálisis como la mejor alternativa, pero uno, como estudiante debe tener esas herramientas que le permita distinguir: “esto es válido, esto no es válido, esto es aplicable en tal caso, o simplemente es inaplicable”. Esa discriminación tiene que fundarse en la Epistemología y la Metodología, herramientas claras que cualquier persona que trabaje en ciencia debe manejar. Paula: No dejarse llevar solamente por lo que a uno le dicen: empezar a pensar que hay otras cosas y cambiar. Web del ProyectoCOBAND: www.coband.org Contacto: [email protected] ¿Hay un diálogo posible con la Medicina? Dr. Héctor A. Ferrari La Medicina tiene una historia milenaria dedicada a aliviar el padecimiento humano. El Psicoanálisis nació hace 100 años del genio creador de un médico brillante cuya influencia se hizo sentir en todos los campos del saber, inclusive la Medicina. En 1925 Freud señalaba las resistencias que encontró el Psicoanálisis por parte de la Medicina y de los médicos1. ¿Puede haber diálogo entre discursos tan diferentes? El siguiente es el relato resumido de la experiencia docente con estudiantes desde que en 1985 se creó el Departamento de Salud Mental en la Facultad de Medicina de Buenos Aires a cargo de un grupo de analistas bajo mi dirección. Los alumnos tienen un seminario anual obligatorio, pequeños grupos de discusión sobre conceptos teóricos y realizan experiencias variadas: observación de bebés, jardín de infantes, entrevistas con adolescentes y adultos, en salas de espera, en sala de emergencia. Incluye el análisis del relato de experiencias médicas y una bibliografía apropiada2. Los conceptos básicos. La idea no es enseñar Psicoanálisis sino “extender” sus postulados básicos: conflicto psíquico, inconsciente, sexualidad infantil, Complejo de Edipo, cuerpo erógeno, transferencia, contratransferencia, repetición, para utilizarlos en el contexto médico. Otros temas significativos: Yo, mecanismos de defensa, afectos, ciclo vital, la trascendencia del vínculo temprano para la salud y la enfermedad, la familia, la muerte, la vocación médica. El médico como sujeto y observador de la experiencia médica, su salud mental, a lo que se expone él y su familia en el ejercicio de una profesión de riesgo (Burn out) La idea básica es reelaborar cada aspecto de la tarea médica desde un vértice psicoanalítico. Entender el cuerpo humano La Medicina propone al estudiante pensar el cuerpo desde la vertiente de su realidad material como un objeto concreto, público, de límites precisos, capaz de ser abordado y medido en sus variables biológicas fundamentales. Puede ser explorado como un cuerpo físico que funciona según las leyes científico naturales y desde donde el médico espera corroborar una enfermedad o su ausencia. En el cuerpo del sujeto humano hay un orden biológico en juego que los seres humanos comparten con el resto de los animales. Pero que desde el comienzo está regulado y estabilizado en el vínculo con el objeto materno y en los vínculos posteriores. El Curso ayuda al estudiante a tener en cuenta el cuerpo percibido desde la subjetividad, de profundas raíces inconscientes con su contenido de fantasías, prejuicios, ansiedades (mutilación, desamparo, disgregación o fragmentación), y su envoltura narcisista amenazada por la enfermedad La imagen corporal que el paciente introduce u oculta en la consulta remite a las fantasías que el Yo tiene de su cuerpo y funcionamientos, de cómo esta instalado en él, de los límites psicológicos que le determinan un adentro y un afuera, una integridad estable o precaria. Es un cuerpo erógeno atravesado por deseos y sufrimientos. Es privado en tanto solo el paciente tiene acceso a él. En esta doble condición de cuerpo publico y privado la tarea médica de corroborar una enfermedad se hace muy compleja. El análisis de dibujos del cuerpo humano enfermo es un referente útil para los estudiantes. El estudiante es ayudado a entender como las personas registran, experimentan y resuelven los procesos de enfermedad desde su ámbito íntimo y personal. Como viven la salud, que importancia le dan, cuando sienten la amenaza de perderla y que hacen para recuperarla. Como perciben las señales corporales, si alertan o alarman, como la tramitan internamente, cuanto esperan o desesperan hasta consultar, y cuando lo hacen y a quien recurren y porqué. Se incluye el estudio del Yo como el lugar donde se singulariza, subjetiviza, personaliza la experiencia de la salud y la enfermedad, el que tramita las alarmas corporales para ser expresadas al médico en calidad de síntomas. Un Yo dividido y descentrado de las experiencias que vive y a menudo a merced de demandas inconscientes. Es imprescindible que el médico registre o por lo menos intuya la presencia y la fuerza que tiene el inconsciente en los procesos de salud y enfermedad. Y con el, el valor de los afectos en Medicina: la angustia, el dolor, el duelo, el asco, la vergüenza, etc... El ejercicio de la Medicina ofrece el más formidable de los lugares para observar el efecto y la eficacia de los fenómenos inconscientes y de la repetición. La mente racional del estudiante pone su tarea bajo la racionalidad científica y recurre al sentido común y está bien que así sea. Pero la clínica lo va a poner en contacto con fenómenos irracionales, infantiles, donde la referencia es al inconsciente, a “esa otra cosa”, su puesta aprueba, algo que habla en tercera persona. Sin ser asumido concientemente, le impone y es eficaz, el sujeto paga las consecuencias a veces con una enfermedad corporal. Tanto el estudiante como el médico se debe familiarizar de los datos provenientes de los “desechos” de la mente: los actos fallidos, los sueños, los síntomas. Para eso los estudiantes leen y discuten con nosotros textos freudianos adecuados pero accesibles. La enfermedad corporal. ¿Qué idea de enfermedad transmitir? Los primeros analistas que tomaron en tratamiento a pacientes con trastornos orgánicos elaboraron sofisticadas teorías sobre la relación mente cuerpo y las enfermedades llamadas psicosomáticas. La psicogénesis resultó la primera hipótesis: una determinada constelación emocional a la que subyacía una fantasía inconsciente específica generaba cierta patología orgánica. Frente a la complejidad de la clínica, alguna de estas ideas resultaron reduccionistas y no es útil su transmisión al estudiante. Con el tiempo, se abandonó la teoría lineal de la psicogénesis y la escucha analítica se detuvo en poner de manifiesto ciertas características de la mente del paciente orgánico, como el tipo de pensamiento concreto (operatorio), la dificultad en expresar las emociones (aléxitimia) o su sobreadaptación a la vida. A través de multitud de observaciones, la contribución del Psicoanálisis se volcó a esclarecer el significado del momento de crisis por el que atraviesa un paciente cuando aparece una enfermedad corporal, sus conflictos inconscientes, el estado y funcionamiento de sus vínculos. Detectamos la relación sistemática entre duelos no elaborados, la relación entre depresión previa y una enfermedad corporal como desenlace (reconocida por trabajos científicos que provienen de la propia Medicina) Y cuando esta aparece, su devenir no es ajeno a la intervención de sentimientos como culpa inconsciente, necesidad de castigo o el aferrarse al sufrimiento. El dolor, él más difundido de los síntomas se complica con su erotización. A veces la persona siente que no debe sanar sino permanecer enferma porque no merece nada mejor. Los fenómenos de la repetición, tan estudiados en Psicoanálisis, son habituales en Medicina. Aunque para la mayoría de las personas la salud es un bien preciado cuya perdida se teme, no es siempre bienvenida, ni se la busca ni necesariamente se teme su pérdida. Otros no toleran el bienestar y parecen estar mas a gusto en la enfermedad, el padecimiento, el sufrimiento. En estas observaciones, que los estudiantes conocen bien pero que les sorprende, estamos ante algo que rompe las expectativas de sentido común. Enfermar puede suponer estar abandonado a fuerzas desconocidas o maléficas que amenazan la integridad corporal, lo persiguen, lo hacen sentir culpable o responsable. Estos significados tienen consecuencias sobre la enfermedad como estado, en su curso y pronóstico, en la respuesta al tratamiento y a la persona del médico. La propia Medicina ha registrado que antes que la enfermedad están los comportamientos, antes del SIDA la actitud frente a la sexualidad, antes del carcinoma pulmonar está el comportamiento del fumador, antes del infarto la vida sedentaria, comportamientos compulsivos, marca del inconsciente indomable. Están son algunas observaciones desde la experiencia analítica pero compartidas por cualquier clínico de experiencia a diario enfrentado a conductas poco menos que suicidas y que los estudiantes aprenden a reconocer. La relación médico paciente. El médico encuentra en su tarea personas sufrientes, demandantes, angustiadas, insatisfechas, poco capaces de ofrecer reconocimiento o afecto. Enfrenta al dolor que no se calma o que él inflige irremediablemente, la gratificación que prohibe, el malestar de entrometerse en la intimidad del otro, la necesidad de reaseguros y la imposibilidad de darlos, el componente voyerístico de las exploraciones del cuerpo, la sexualidad evitada perp presente. Tiene que tener trato con el paciente problema, el negador, el agresivo, el demandante, el insufrible, mientras debe tolerar la incertidumbre de hacer diagnósticos con datos insuficientes. Sin olvidar las penurias a que someten los nuevos sistemas de prestación médica En este campo los analistas volcamos la experiencia que recogimos realizando Interconsultas entre los Servicios de Psicopatología y el resto del Hospital, con la idea de asistir en la asistencia en la conflictiva relación médico paciente. La tarea más difícil que tienen los estudiantes y los médicos es entender la complejidad psicológica y emocional del ejercicio de su profesión. Que ocurre en la intimidad del paciente, de él mismo y en el vínculo entre ambos. Comprender que los problemas de salud y enfermedad comprometen niveles profundos infantiles e irracionales de la mente del paciente, los que tienen que ver con el dolor, el desamparo y la mutilación, que movilizan creencias mágicas y apuestas ilusorias en el poder sugestivo de las Medicinas Alternativas. Todo el mundo está de acuerdo en destacar la importancia de la entrevista médica. Pone de relieve la importancia del vínculo médico paciente a partir del cual tiene sentido el diálogo verbal que acompaña a la tarea. Pero el diálogo se inscribe en el marco de una relación emocional en la cual lo que se dicen depende de lo que piensan el uno del otro, o quien es uno para el otro y el significado inconsciente de esa relación. Este dato se torna más evidente en las relaciones médicas prolongadas. Un paciente médico de 43 años que llegó a ser muy famoso, padecía durante varios meses de ataques de taquicardia paroxística, dolores anginosos, disnea moderada y signos de fallo ventricular izquierdo. ¿Lesión orgánica de miocardio, una trombosis coronaria de una arteria menor, tal vez una miocarditis posinfecciosa o intoxicación a la nicotina?. Le contaba a un amigo, un clínico famoso “Lo que me tortura es la incertidumbre respecto a como evaluar toda esta historia mía. Me perturbaría que se tratara de una reacción hipocondríaca, pero carezco de criterios para decidir por si o por no. Estoy insatisfecho por la forma en que se me trata. El Dr B está lleno de aparentes contradicciones. Cuando digo que me siento mejor, su respuesta es: “no sabes cuánto me alegro de oírte decir eso”. Esto indicaría que estoy muy grave. Si le pregunto de que se trata realmente, me responde: “Nada, de todos modos es algo que está superado” Mas aún, no me presta la menor atención y es capaz de no verme por dos semanas seguidas. No se si esto corresponde a su política, a una indiferencia auténtica o si está plenamente justificado. Siento que como paciente soy tratado en forma evasiva, en lugar de permitir que mi mente descanse diciéndome todo lo que es necesario decir en una situación semejante, en otras palabras, todo lo que se sepa” 3 En estas palabras de Freud están desplegadas demandas insatisfechas y que difícilmente puedan serlo: una incertidumbre que se puede atenuar pero no eliminar, la necesidad de compañía, de atención, el sentimiento de abandono, el malentendido paranoico, ¿como podrían ser calmados como él exigía? “¿Me tratan así a propósito?” Hacemos notar la transferencia. Para el médico es importante poder detectar el carácter transferencial de los sentimientos de su paciente, no para interpretar sino para lograr objetividad, tomar distancia sin desconectarse de los intensos apasionamientos de amor y odio, de las idealizaciones y desvalorizaciones extrema que “aparentemente” tienen como destinatario a su persona. No hay profesión sin encuadre que organice, enmarque y contenga la tarea que está llamada a realizar. Coloca a ambos en roles flexibles pero definidos para una tarea que excluye otras e instala una asimetría. ¿Cuánto de su vida personal debe el médico poner en juego en la relación? La tarea es asistir las necesidades asistenciales de una persona. Asistir es estar presente y detenerse. Poner su mente en disponibilidad para las necesidades emocionales movilizadas en torno al pedido de consulta. Las posibilidades terapéuticas del encuadre médico son sostenedoras de la esperanza, en tanto le transmiten al paciente la idea de que, no importa cuán difícil es el momento actual vale la pena enfrentarlo a la espera de tiempos mejores. Todo lo cual requiere tiempo y dedicación, condición que los sistemas asistenciales actuales no respetan. El estudiante debe saber que el médico es medicina. El problema de la integración del conocimiento En toda tarea médica, sea clínica, teórica o de investigación circula la problemática de la relación mente cuerpo. La Psiconeuroendocrinología hecha una mirada a los marcadores que denuncian la disminución de las defensas biológicas en ese momento de vulnerabilidad que la Medicina designa como estrés. Los analistas nos detenemos en la escucha del significado de lo que denominamos crisis vital. Nuestros “marcadores” son las señales paradojales que provienen del inconsciente. Ante la enfermedad corporal, la mirada médica y la escucha que aporta el psicoanálisis deberían complementarse en una teoría integral. En la actualidad se tiende a superar el modelo criticado pero prevalente de la biomedicina con el recomendado como “enfoque psicobiosocial” 4. La visión del psicoanalista puede integrar los heterogéneos “objetos” de la mente y el cuerpo en el vínculo sujeto objeto, el nivel de los significados, de la historia, del relato, en la tarea médica. Y es el que permite la integración del conocimiento médico. Una Medicina basada en la resolución de problemas está ganando terreno progresivamente. Es un posibilidad de participar en el relato de problemas clínicos y donde los analistas podemos mostrar que es integrar procesos de salud y enfermedad en el vínculo sujeto objeto. Interrogantes ¿Que efecto tiene transmitir estas experiencias a jóvenes estudiantes en formación y fuera de la situación analítica? Esta es una pregunta válida para toda vinculación entre el saber universitario y el analítico. Mi experiencia es que la tiene, sobre todo en aquellos dispuestos a recibirla. Otros, simplemente la desvalorizan, ignoran o se cierran a ella. Mi postura, contra la de muchos analistas, es que si se trata de contribuir a formar estudiantes y médicos no se debe diluir el Psicoanálisis en una enseñanza que resulte mera psicología, de limitados alcances para el futuro médico. Se requieren ideas psicoanalíticas claras, trabajarlas para el contexto médico y con un equipo de analistas experimentado. * El Dr. Héctor Ferrari es un destacado psicoanalista argentino, rector del IUSAN (Instituto Universitario de Salud Mental) de APDEBA ¿Qué es el éxito en Psicoanálisis? * Martín H. Smud Desde aquella primera paciente llamada Mary que atendí en el hospital público hasta el día de hoy ha pasado más de una década de trabajo clínico continúo y sin miramientos de edad, clase social, problemática de atención preferida. Diez años sin especialización. He atendido lo que ha llegado a mí y me he sentido en condiciones de participar en una esperanza de tratamiento y mejoría. Desde aquella paciente hasta el día de hoy no hubo paciente que, de una manera u otra, no preguntara en qué consistía el éxito del tratamiento. Y siempre lo mismo, no tengo muy planificada la respuesta. En un primer momento no sé mucho qué decir, siempre me las ingenio para contestar algo que tenga que ver con la historia de cada paciente. Al no tener bien contorneada la respuesta de tema tan importante, me decido a escribir para ver si -con la investigación, el estudio y la escritura misma- puedo pensar algo nuevo para decir cuando los pacientes pregunten acerca de cuestión tan delicada. -1Freud analiza la cuestión del éxito. Si se busca por este lado, el psicoanálisis nace del apremio del éxito y el temor a no cumplir con él. Cuando Freud analiza el sueño autobiográfico de “La inyección de Irma” cercano al 1900, una de las principales motivaciones inconscientes del sueño es vengarse contra un colega que le dice que su paciente estaba mejor pero no tanto, que no la había curado totalmente de las dolencias por las cuales había ido a tratamiento. En esa época, el psicoanálisis era un proyecto inmediato, sin embargo Freud sospechaba que el éxito parcial –o el fracaso parcial, dicho de otra manera– de los tratamientos clínico podría tirar todo abajo, podría desmerecer los nuevos descubrimientos que estaba realizando: el tratamiento científico de los sueños, el inconsciente como instancia del aparato anímico, el tratamiento de la sintomatología histérica. Freud estaba preocupado por estas cuestiones: —¿Qué pasa si fracaso? ¿Quién tiene la responsabilidad? Así está Freud en su primera época, absolutamente preocupado por el éxito. Lo siente como algo persecutorio que está allí para cuestionar no solamente su probidad médica sino también su ética científica. El temor al fracaso era un gran temor para quienes debían cuidar su reputación o para quienes tenían proyectos importantes para su vida. Éste era su caso, Freud temía que los reproches lo inundaran y lo dejaran sin la gloria que había vislumbrado para su destino, teme que nadie ponga esa placa en la casa donde él ha soñado el sueño del psicoanálisis, esa placa que ya sabe lo que querría ver escrito: En esta casa, el 24 de julio de 1895, le fue revelado al doctor Sigmund Freud el secreto de los sueños . Quien camine por las calles vienesas descubre con asombro cantidad de esas placas, donde anuncian que grandes artistas y personajes eméritos han vivido allí, esa inscripción en la puerta de las casas deja claro el éxito de lo que han realizado y por lo cual la historia les da un lugar destacado. Freud quiere ser recordado como quién ha descubierto el secreto de los sueños. Un secreto que muchos han buscado y que hasta ese momento, estaba clausurado. Y lo abre con las histéricas y lo abre con el análisis de sus propios sueños. -2Lo insólito de Freud es que se anima a contar su temor ante el éxito y el fracaso, se anima a contar lo que viene a su cabeza, habla de cuestiones que si hoy hablásemos de ello en un congreso científico seguramente nos tacharían de obscenos. Freud ya tiene la regla fundamental y no solamente exige a sus pacientes su cumplimiento sino que se lo exige a sí mismo. De esta manera cambia la forma de evaluar el éxito y sobre todo cambia la forma de evaluar su propio éxito. Esto es parte de la subversión freudiana que marca el comienzo de una nueva etapa, ubica al éxito en relación a una ética, ligada al pensamiento, la palabra y lo que llamaré siguiendo a Kesamburo Oé, “la cuestión personal”. Una nueva manera de pensar relacionada al cumplimiento de la regla fundamental. Esta inclusión del mismo Freud en la regla produce una “superación dialéctica” en cuanto a la exigencia del éxito que produce para él –y para todos– el pasaje de la inhibición al plano del deseo y la concreción del acto. Resulta fundamental ese pasaje: de la inhibición al deseo y el acto, se cambia la perspectiva para la evaluación del éxito, ya no vienen “las calificaciones” acusatorias de afuera aliadas con los de “adentro” (hablamos del habilísimo superyó) sino que se comunican a otro que tiene cuerpo y alma. Freud sostiene que “el éxito del psicoanálisis depende de que tome nota de todo cuanto le pase por la cabeza y lo comunique” . Este cambio permite pasar de la acusación personal al “cuerpo escrito” de una teoría. Ya no se trata de su éxito sino del éxito del mismo psicoanálisis como doctrina de acercamiento a la verdad y lo real. El éxito ahora depende de que diga todo lo que le viene a la cabeza y lo comunique a alguien especial que intervenga. Primero convertirse en un observador que evite tomar material segado por las críticas, los prejuicios y/o las distintas formas aggiornadas de discriminación. La segunda regla es parecida a la Cartesiana: describir el encadenamiento fluctuante de los pensamientos y las sensaciones. La tercera – por cierto original– plantea que no se trata solamente del encadenamiento sino que resulta necesario comentarlas a alguien dispuesto a escucharlas e intervenir de una manera no intervencionista. La necesariedad del analista no es un dato primario sino una consecuencia de la puesta en marcha de la ética sostenida en la preocupación freudiana por el éxito. El psicoanálisis tiene una posición para sostener frente a las demás praxis acerca de la cuestión del éxito. Se trata de renunciar a la crítica, observar los propios pensamientos sin descartar los obscenos, los insignificantes, lo que no vienen al caso y comunicarlos. No se trataría de “no criticar” sino de renunciar a la crítica. Difícil cuestión que abre las fronteras del psicoanálisis para todos los que quieran entrar pero al mismo tiempo las cierra, en el mismo acto, a quienes no quieran animarse a esa renuncia: observar lo que pasa por sus ojos sin axiología preexistente y comunicarlo a alguien encarnado en la escucha y la transferencia. Renunciar a la crítica no suele ser una tarea sencilla. La clínica del superyó es condición para un análisis. Sabemos que el aparato anímico se constituye en la discriminación del adentro-afuera, de lo conocidoextraño; de lo atemorizante-tranquilizante; y podemos seguir: del blanco oponiéndose al negro, el amor al odio, el placer al sufrimiento, etc., siempre esa discriminación constitutiva que está en la base de la crítica. Renunciar a la crítica no resulta tarea sencilla aunque Freud para no ahuyentar antes de tiempo dice: “La mayoría de mis pacientes lo consuman después de las primeras indicaciones” . Se trata de dejarse llevar por las vías de los pensamientos, de tratarlos con una pie de igualdad sin criticarlos por obscenos, insignificantes y/o que no vengan al caso . Freud nos da un estímulo para acometer semejante tarea: la energía ahorrada que gasta la crítica es la compensación; la renuncia a esa crítica genera energía para perseguir otros fines que hasta ese momento estaban imposibilitados de realizar: pasaje de la inhibición al acto. -3La regla lo incluye a Freud: renunciar a la crítica, contar lo que le viene a la cabeza, y comunicarlo; esto lo lleva a abrir el cofre de sus propios pensamientos inconscientes y descubrir el famoso sueño de “La inyección de Irma”. Irma es una joven viuda amiga de la familia freudiana. Freud desea fervientemente ayudarla, remarca lo atractiva que es pero no tanto como su amiga, otra joven viuda, de quién imagina la posibilidad que le demande tratamiento por padecimientos histéricos. En aquella época, la diferencia de edad en el momento de casarse producía esos personajes de la época victoriana que eran las jóvenes viudas. Ellas, después que morían sus esposos, tenían clausurado contactos sexuales a una edad muy inconveniente. Entre bambalinas se escuchaban voces que sostenían, con un poco de burla, que muchos de aquellos floridos síntomas que presentaban se debían a las imposibilidades de descarga sexual y que se podían curar de una manera especial: con el “dejame a mí” masculino. Freud sabe que lucha contra esa burla, sabe que si su tratamiento fracasara, también se lo podría burlar poniéndolo en comparación con lo que podría conseguir un exitoso “tratamiento carnal”. Si no tuviera éxito se podría dar vía libre a algunos amigos de las viudas que gustosos darían satisfacción a sus imposibilidades sexuales. Freud escribe sus miedos dejando ir su cabeza: “Si me empeño en descargarme de culpas por mi fracaso terapéutico, lo mejor que ha de ofrecérseme será invocar se hecho (la cuestión sexual), que sus amigos remediarían gustosos” . Si no tuviera éxito Freud se abriría la posibilidad de llamar a los amiguitos siempre dispuestos a ayudar a las viudas. Freud sabe con qué se enfrenta, se esmera haciendo enormes galanterías a estas jóvenes e insatisfechas viudas. Escribe su famoso sueño de Irma y ni siquiera en él pierde la oportunidad de piropearla con frases escritas que se inmortalizarían. Freud juega su éxito profesional en este sueño que los biógrafos ubican como puntapié inicial del psicoanálisis. Freud estaba al comienzo de sus teorizaciones y pensaba que la solución del enigma de los síntomas patológicos necesitaban inexorablemente el acuerdo del paciente de comprender y elaborar las comunicaciones freudianas. Freud años después acepta su equivocación. Dice: “Por entonces tenía la opinión (que después reconocí incorrecta) de que mi tarea quedaba concluida al comunicar al enfermo el sentido oculto de sus síntomas; si él aceptaba o no esa solución de la que dependía el éxito, ya no era responsabilidad mía”. A Freud, la inclusión dentro de la enunciación de la regla fundamental en una primera etapa lo lleva a animarse. Era la época en que comenzaba una nueva forma terapéutica, estaba muy presionado por el éxito pues debía mostrar al mundo el avance de su manejo clínico y las comprobaciones de sus fracasos podían herir de muerte a su nueva forma de inteligir los síntomas neuropáticos. Nombrar su responsabilidad y su sentirse presionado por el éxito “En el sueño de la inyección de Irma” produjo en Freud un cambio, el éxito no dependía ni del profesional ni del paciente: Se trataba de decir lo que se pasaba por la cabeza y comunicarlo. Freud en su autoanálisis muestra el fundamento el psicoanálisis. El deseo del analista está puesto en lugar de fundamento. Pero también muestra cómo la problemática sexual lo obstaculiza, resiste. Freud en el sueño habla de sus deseos inconscientes, detiene las asociaciones cuando la llave lo conduce a la puerta que va hacia dentro del vestido de Irma. Todos sabemos a qué se refiere, hay cuestiones que “por autoconservación” resultan necesarias no decirlas en voz alta. Siguiendo los caminos de su amistad con Fliess que muchos han marcado que funcionó en una posición analítica vía epistolar, sueña con el descubrimiento de la fórmula del sexo que daría fin a sus tratamientos defectuosos dándoles a sus jóvenes y insatisfechas pacientes una inyección sustitutiva del quimismo producto de lo sexual. Les daría una inyección intramuscular de “trimetilamina”. Y ahora sí ya no habría más problemas con la cuestión sexual, ahora sí ya no sería necesario ese llamamiento a “los amiguitos” siempre dispuestos a ayudar en cuanto a lo sexual. Ahora sería el médico quién solucionaría esa falta con una jeringa en mano... -4Me parece valiente que el psicoanálisis nazca de esa pluma y de esa jeringa. ¡Cómo se mexclan inexorablemente en nuestro difícil campo de trabajo la dimensión personal y la dimensión profesional! Resulta necesario poderlas trabajar, no separarlas: esto por aquí y esto otro por allá. Freud da nacimiento al psicoanálisis hablándonos de sus temores a los reproches, al fracaso de los levantamientos de síntomas pero los exonera comunicándolos. La acechanza del éxito, la pregunta por el éxito que los pacientes destinan al analista, lo mandan a soñar y a descubrir el enigma que abren los sueños. De una generación a otra agradecemos a Freud y su valentía que abrieron tanto el campo analítico como “la cuestión personal”. * Martín H. Smud es Licenciado en Psicología desde finales de 1993. En Junio de 1994 comienza una Residencia en el Hospital Manuel Belgrano del partido de San Martín, provincia de Buenos Aires. Allí integra el Equipo de la Guardia Externa, y en el Servicio de Salud Mental: los equipos de Admisión y Urgencia y tratamientos de Adultos. Desde 1993 es docente universitario de la facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Trabaja en la cátedra de Metodología de la Investigación Psicológica del Prof. Juan Samaja, y también en 1998 comienza a dictar seminarios sobre diferentes temáticas clínicas. En 1998, publicó el libro: "¿Dónde fueron a parar las escobas voladoras de las brujas?". En el 2000, "En Guardia. Crónica de una residencia en Salud Mental" y su tercer libro: "Sobre duelos, enlutados y duelistas". En la actualidad, ejerce su práctica profesional en consultorio, continuando su tarea docente, así como también el trabajo de escritor de su práctica clínica. [email protected] ¿Vigencia o validez? Creo que es necesario distinguir “vigencia” de “validez”. La primera es un hecho cotidiano de la clínica en tanto el psicoanálisis mantenga sus principios, que exigen su re-descubrimiento perpetuo en cada tarea analítica. En cuanto a la segunda, plantea un problema agudo, ya que puede sostenerse que Freud abrió un nuevo orden discursivo estructuralmente diferente al de la ciencia “oficial”, donde lo producido no es – como en ésta - una objetividad universal, sino precisamente la subjetividad, absolutamente particular. Hasta la ética del psicoanálisis, en tanto renuncia a la provisión de un Bien Ideal para quien demanda a través de sus síntomas, es otra. Por lo tanto y según estas líneas, los procedimientos de validación no pueden ser los mismos de la mencionada Ciencia y, entre otros, tampoco los de la Medicina. Una experiencia que se desarrolla a puertas cerradas entre dos – analista y analizante – y donde se excluye todo procedimiento “tecnológico” no ofrece “conclusiones” ni “resultados” homólogos y sometidos a la estadística empírica. Hasta aquí, el panorama puede parecer desalentador. Sin embargo, tal vez cabe la posibilidad de dos terrenos en que un “intercambio” podría ser posible. 1. La práctica hospitalaria y la “interconsulta”. Si un psicoanalista comparte el territorio médico, o bien el choque discursivo tropezará con su imposibilidad, o bien se desarrollarán transferencias de trabajo válidas que lo cuestionen de modo productivo y apreciable en sus efectos; 2. Existen en la literatura reciente intentos prometedores de articulación – o “aplicación” - del psicoanálisis con el terreno empírico, donde aquél no tiene por qué renunciar a sus principios ni éste a sus metodología, y hasta pueden ser sorprendentemente útiles los desarrollos aparentemente más complejos (como la profunda revisión del psicoanálisis que llevara a cabo J. Lacan) 1. Roberto P. Neuburger Psicoanalista, Hospital General de Agudos “Dr. I. Pirovano” __________ 1 Vanheule, S., Lievrow, A., Verhaeghe, P., Burnout and intersubjectivity: a psychoanalytical study from a Lacanian perspective. Human Relations, 56(3): 321-338, Londres, 2003; Vanheule, S., Verhaeghe, P., Professional Burnout in the Mirror, Psychoanalytical Psychology, 22(2): 285-305, Londres, 2005 Influencia del Psicoanálisis Por Eduardo B. Issaharoff Durante el final del siglo XIX y comienzos del XX existieron un grupo de científicos cuya producción atravesó los límites del campo científico e impactaron fuertemente en la filosofía, el conocimiento del mundo que nos rodea y de nosotros mismos. Las características de las teorías que generaron y de la personalidad de sus creadores hicieron que la cultura de las sociedades occidentales se impregnara de esas teorías. Entre ellos podemos citar a Freud, Einstein, matemáticos como Turing y Godel, o lógicos y filosofos como Bertrand Russell o Wittgenstein. Muchos de ellos participaron activamente de los problemas sociales y políticos de su tiempo, y sus opiniones participaron de decisiones históricas. Sus teorías tuvieron múltiples formas de divulgación y así pasaron a ser parte de las creencias y valores de la sociedad. Ahora, cuando tratamos de revisar la influencia, en este caso de Freud, creo que debemos distinguir los aspectos que fueron adoptados por la sociedad de aquellos que son propiamente científicos y que deben ser evaluados como tales. Dicho de otra manera, y especialmente respecto del psicoanálisis, debemos distinguir lo que ha quedado de la teoría psicoanalítica en campos diferentes como la sociología, el arte, la literatura o la filosofía, por ejemplo, de lo que es el dominio propio del psicoanálisis: la estructura y función del psiquismo humano. Es a partir de la formulación de la teoría sobre el aparato psíquico que Freud introduce una clasificación de las entidades clínicas y sus mecanismos. La evolución de sus observaciones clínicas va acompañada de una crítica de las teorías que resulta en ampliaciones o cambios de las mismas. De este modo podemos observar en Freud lo que es característico del proceder científico, en el que nuevas observaciones influyen en las teorías y resultan en cambios, a veces radicales, o en ampliaciones donde la teoría anterior queda subsumida como caso particular. La perspectiva epistemológica, es decir, la pregunta acerca de que conocimientos aportan las teorías de Freud sobre el funcionamiento y la estructura de lo psíquico es lo que interesa evaluar. En el caso del psicoanálisis, en mi opinión, la perspectiva mas adecuada es la de seguir la evolución de la primeras hipótesis y teorías y los agregados y cambios que ocurrieron en el curso del tiempo. Veamos cuales son los aspectos básicos que la caracterizan. En los cimientos de la teoría psicoanalítica esta la hipótesis de que todo proceso psíquico es inconsciente, y que dadas ciertas condiciones sus productos pueden hacerse concientes. Otra de las hipótesis básicas es la que sostiene que en todos los procesos participan los deseos y necesidades, la memoria y los estímulos externos. Los productos que llegan a la conciencia no informan sobre los procesos que los generaron. Pero a partir de ellos es posible reconstruir esos procesos creando condiciones especiales de observación que se dan en la sesión psicoanalítica. Es conveniente aclarar que la reconstrucción es hipotética, es decir, no podemos conocer su contenido de verdad, y solo sirve a los fines de favorecer nuevas dinámicas en los procesos. La relación analista-analizado y su peculiar contexto, permite que se desplieguen nuevas conductas y que el analizado pueda incorporarlas y disponer de ellas fuera de la sesión. De esta manera, los distintos productos, sueños, síntomas, y relaciones con distintos aspectos de la realidad interna y externa se modifican, corrigiendo conductas antiguas e incorporando nuevas. En el curso del siglo XX han existido diferentes teorías sobre lo psíquico. Dentro de las que podemos considerar científicas encontramos las que privilegiaron los aspectos observables de la conducta y aquellas, como el psicoanálisis, que postularon la existencia de aspectos no observables de los procesos psíquicos y enfatizaron la importancia de las emociones en la organización de la conducta. A fines de la primera mitad del siglo fue progresivamente aceptada la existencia de los procesos inconscientes, y ya avanzada la segunda mitad la importancia de las emociones en todos los fenómenos psíquicos. Freud creó las entidades clínicas analizando sus observaciones con la ayuda de las teorías que había propuesto. Los mecanismos psíquicos inconscientes, desarrollados en las teorías, contribuyeron a organizar las relaciones entre los síntomas y signos observables, y la conformación de conjuntos diferenciados de ellos que constituyeron los distintos cuadros clínicos. Contemporáneamente y después de Freud muchos autores enriquecieron las entidades clínicas psicoanalíticas a través de nuevas observaciones y de la introducción de campos de funciones psíquicas que no estaban en los trabajos de Freud. Cabe recalcar que las entidades clínicas creadas por Freud no han sido abandonadas y siguen en uso en la actualidad modificadas en distintos grados por los nuevos aportes. Lo mismo cabe decir sobre la técnica psicoanalítica y su evolución. Desde el comienzo de su trabajo Freud reconoció explícitamente que sus hipótesis eran especulativas y que solo podía controlarlas a través de la observación de las conductas de sus pacientes. Su concepción del aparato psíquico fue también una especulación apoyada en los descubrimientos de Ramon y Cajal, quien demostró que el tejido cerebral estaba conformado por unidades discretas, las neuronas, y sus conexiones, descubrimiento que elimino definitivamente la teoría del sincicio cerebral. Toda la teoría de Freud esta apoyada en lo que fue el comienzo del conocimiento de la estructura del cerebro. La neurociencia actual, entendida como la búsqueda de las estructuras cerebrales que realizan las funciones psíquicas, sigue el camino del desarrollo científico, en el que las nuevas experiencias permiten mantener, modificar o eliminar hipótesis anteriores. Las relaciones entre el psicoanálisis y las neurociencias son un ejemplo de esta evolución, donde los datos sobre las funciones normales y patológicas acumulados por el psicoanálisis son una guía de gran valor para hacer las preguntas adecuadas sobre el funcionamiento del cerebro. Como señaló Patricia Kitcher en su libro “Freud’s Dream” la metapsicologia freudiana, en sus aspectos categoriales, sigue siendo adecuada como descripción del programa de investigación científica del cerebro y sus funciones. Por el momento, solo podemos afirmar que no existen teorías psicológicas que compitan con la capacidad descriptiva y explicativa del psicoanálisis y lo hagan obsoleto. Aun queda un largo camino por recorrer en el conocimiento del cerebro, y resulta difícil percibir como será el aspecto de ese conocimiento en un estado mas avanzado de madurez. Pero, por ahora, el psicoanálisis y las neurociencias son trayectorias convergentes y mutuamente fecundantes. Si alguna vez podremos comprender en forma más o menos completa al cerebro es algo que aun no sabemos. La investigación sistemática de los procesos psíquicos como de sus estructuras de soporte es aun muy joven, y, en mi caso, la perspectiva que se nos presenta hacia el futuro, me produce una alta dosis de entusiasmo y asombro. Luis Chiozza: Psicoanálisis Presente y futuro Psicoanálisis: Presente y futuro Luis Chiozza Mayo de 2006 * El Dr. Luis Chiozza dictará una conferencia en las Jornadas IntraMed 2006 el 07.07.06 en la Academia Nacional de Medicina: "La historia que se oculata en la enfermedad del cuerpo" La vigencia actual del psicoanálisis Ciento cincuenta años han transcurrido desde el nacimiento de Freud, y un poco más de cien desde los primeros trabajos que dieron origen al psicoanálisis. Desde entonces el psicoanálisis, como conjunto de conocimientos, cómo método de investigación y como forma de psicoterapia, ha recorrido el mundo entero. Sin embargo suelen escucharse todavía, con algunas variantes, dos grandes preguntas. La primera consiste en si el psicoanálisis, como teoría, ha experimentado progresos importantes, y si, como forma de la psicoterapia, conserva la vigencia que se le atribuyó en “sus mejores momentos” o ha sido superado por otras terapéuticas alternativas. La segunda cuestiona si se trata de una disciplina científica o si, por lo contrario, una gran parte de sus afirmaciones carecen de la evidencia empírica que caracteriza a la ciencia. 1-El estatuto científico del psicoanálisis Una discusión ordenada y cuidadosa acerca del estatuto científico del psicoanálisis exigiría, como es natural, ocuparse de cada uno de los argumentos en detalle, y escapa a las posibilidades y al propósito de un breve comentario. Si acordamos con lo que dice el diccionario1 la ciencia es un conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales; la evidencia es una certeza clara y manifiesta de la que no se puede dudar; y empírico es lo que pertenece a la experiencia y se funda en ella. No es fácil sin embargo, a partir de este punto, ponerse de acuerdo acerca de lo que debe considerarse la experiencia suficiente para adquirir una certeza, pero podemos tener en cuenta la frecuente operación de dos prejuicios que atañen a los métodos y procesos de pensamiento que constituyen la ciencia. 1.1-La superstición en el uso de la estadística El primero incumbe a la estadística. Es necesario tener en cuenta, en primer lugar, que casuística no es estadística. El conocimiento estadístico implica procedimientos rigurosos entre los cuales es esencial, para evaluar la variable en estudio, homologar, en la consideración de los casos, aquellas variables que no serán consignadas. Cae por su propio peso que la dificultad que debemos superar para una tal homogenización, crece “asintóticamente” cuando se trata de evaluar los resultados en el conjunto de una vida humana. Dejando de lado el hecho, pleno de consecuencias, de que la estadística no puede aplicarse a un caso aislado individual2, no cabe duda de que el conocimiento estadístico tenga su valor. Pero tampoco cabe duda de que en algunos ambientes ese valor se haya exagerado hasta quedar confundido con el conocimiento más certero que es posible obtener. Un sencillo ejemplo nos permitirá expresar claramente el malentendido que encierra esa convicción. Si supiera, por una correcta evaluación de la experiencia, que de cada diez soldados que solicitan un franco solamente uno lo consigue, sabría, sin duda, “estadísticamente”, algo que antes no sabía, pero si supiera, en cambio, que los nueve soldados que no obtuvieron el franco se lo solicitaron al sargento y el décimo lo obtuvo solicitándolo al teniente, sabría algo más, algo que me permitiría comprender, o hipotetizar, una razón “más allá” de la estadística. Cuando encuentro un resorte roto en una cerradura que no devuelve el pestillo a su posición de descanso, y comprendo cual es la función del resorte, no necesito desarmar cien cerraduras para saber cuál es el desperfecto. Suele pensarse, demasiado a menudo, que la evidencia empírica siempre supone una gran cantidad de casos estudiados, pero: ¿Cuántos corazones humanos deberíamos disecar para saber que tienen cuatro cavidades? ¿Acaso la experiencia sólo puede proporcionar certeza contabilizando una repetición? ¿No existe además el pensamiento que nos permite comprender que, como dice Ortega3, la función no solamente “hace” al órgano, sino que además lo explica? 1.2-La objetividad de la ciencia El segundo prejuicio frecuente atañe a la pretendida “objetividad” del pensamiento capaz de configurar un conocimiento certero. Edwin Schrödinger, premio Nóbel de física por su formulación matemática de las ecuaciones de onda en la mecánica quántica, sostiene que la mente no ha podido abordar la gigantesca tarea de "construir" un mundo "exterior" objetivo, sin el recurso simplificador de excluirse a si misma, de omitirse en su creación conceptual4. Schrödinger afirma5 que el tipo de relación causal supuesto en la hipótesis de un mundo material como causa de los estados de conciencia, y su recíproca, la libre voluntad del ser conciente como causa de una acción que modifica el mundo físico, es totalmente diferente del tipo de relación causal presupuesto entre dos términos del mundo físico. La conclusión es clara, no podemos sostener a ultranza el modelo conceptual que nos conduce a un universo unilateralmente material, señala Schrödinger6. Los mismos elementos pueden ser pensados, afirma7, como constituyentes de la mente o como constituyentes del mundo material, pero el cambio de punto de vista exige organizarlos, como si fueran ladrillos, en una construcción diferente. Porque omitimos hacerlo, nos sucede que pertenecemos como cuerpo, pero no pertenecemos como seres mentales, al mundo material que nuestra ciencia construye, no estamos dentro de él, quedamos fuera, De modo que no sólo la relación entre mente y materia queda, dentro de una concepción física de mundo, incomprensible, sino que lo mismo ocurre con las llamadas cualidades sensoriales, como, por ejemplo, el rojo, lo amargo, el dolor y el placer8. No debe extrañarnos, por lo tanto que Eugene Wigner, otro premio Nóbel de Física, haya escrito un ensayo titulado “Comentarios sobre la cuestión mente-cuerpo”.9 El principio de incertidumbre, nacido dentro de la física quántica, como reconocimiento de la inevitable influencia del observador en el campo que observa, conduce al abandono de las pretensiones ingenuas de objetividad que predominaron otrora, y acerca la condición epistemológica de la ciencia física a la de las ciencias que toman por objeto de estudio los fenómenos psíquicos. La complejidad de los desarrollos que la epistemología alcanza en nuestra época, vinculada a los conceptos elaborados por Prigogine, Mandelbrot, René Thom y David Bhom, por ejemplo, constituye un campo del conocimiento que excede los límites de mi especialidad y de mi competencia, pero no cabe duda que una evaluación seria, cuidadosa y solvente, acerca del tipo de evidencia empírica que sustenta las afirmaciones del psicoanálisis, deberá tenerlos en cuenta. Dejemos, por lo tanto, en este punto, la cuestión de si el psicoanálisis constituye una disciplina científica y ocupémonos de la primera, que gira en torno de si el psicoanálisis, como conjunto de conocimientos, ha progresado, y si conserva, como psicoterapia, el valor de antaño. 2-Cien años después Los cien años transcurridos desde los orígenes del psicoanálisis han producido cambios, dentro y fuera de esta disciplina, que nos enfrentan con una transformación en los modos del pensamiento que, en opinión de algunos autores10, sólo puede ser equiparada, en toda la historia del intelecto humano, con la que se produjo cuando el pensamiento mágico “cedió” su predominio al pensamiento lógico. Estos cambios en el pensamiento, que dieron lugar a los desarrollos que hoy se agrupan bajo el título, impreciso, de teorías acerca de la complejidad, han fecundado también al pensamiento psicoanalítico, aunque algunos de los postulados freudianos (acerca del tiempo como formación preconciente, acerca de la transferencia, y acerca de la relación cuerpo-mente, por ejemplo) pueden inscribirse por sí solos dentro de los nuevos desarrollos. Podemos, entonces, desde este punto de vista, abordar la cuestión de los progresos en el campo del psicoanálisis, dividiéndola, esquemáticamente, en dos territorios. Uno constituido por los progresos “internos” de la disciplina psicoanalítica y el otro por los intercambios interdisciplinarios. 2.1-Los progresos en el ámbito del psicoanálisis En el primer territorio señalan ese progreso los trabajos de Groddeck y Weizsaecker acerca de las enfermedades del cuerpo, los de la escuela kleiniana acerca del psiquismo “temprano” y su aplicación clínica al psicoanálisis de niños, la importancia concedida al psiquismo fetal, a partir de Arnaldo Rascovsky, los significados y usos de la contratransferencia que surgen de la obra de Racker, pero, obviamente, la enumeración sólo comienza en este punto, y seria imposible consignar aquí, con justicia, a todos los que han contribuido al enriquecimiento de la teoría y la práctica psicoanalíticas. Mientras tanto, en los cien años transcurridos desde sus orígenes, el psicoanálisis, que comenzara como un tratamiento de trastornos sintomáticos que se sustanciaba en unas pocas semanas, se convirtió en una terapéutica dirigida a transformar el carácter, e incluyó entre los casos tratables, psicosis, adicciones, perversiones, y psicopatías, además de la patología que se llamó “psicosomática”. En el terreno de su aplicación “práctica” no sólo encaminó sus esfuerzos hacia el tratamiento de niños, parejas, grupos o instituciones, sino que pudo ser utilizado para enriquecer la comprensión de producciones artísticas, fenómenos sociales o acontecimientos históricos. 2.2-Confluencia con los hallazgos de otras disciplinas En el territorio interdisciplinario el psicoanálisis ha contribuido con conceptos fundamentales. Hagamos un breve inventario inevitablemente incompleto: el psiquismo inconciente y su importancia en la comprensión de la relación entre el cuerpo y la mente; la disposición afectiva inconciente y su importancia en la estructuración de la conducta, del carácter y de las relaciones interpersonales; la actualidad y ubicuidad de la transferencia, que permite comprender desde un nuevo ámbito la noción de tiempo y la significatividad de la historia; las complejas relaciones concientes entre percepciones, sensaciones y evocaciones que esclarecen la autorepresentación del yo; las influencias e implicaciones recíprocas entre natura y cultura. El concepto de psiquismo inconciente es, tal vez, el mejor aceptado de los conceptos freudianos, pero no siempre se valora lo que lleva implícito en lo que se refiere a la cuestión cuerpo-mente. Freud, en 1914 y refiriéndose a determinados conceptos metapsicológicos, advierte que11 "Tales ideas no forman la base del edificio sino su coronamiento y pueden ser suprimidas sin daño alguno". Muy distinta es su actitud cuando, en 193812 declara categóricamente que la segunda hipótesis fundamental del psicoanálisis se opone a la teoría (cartesiana) del paralelismo psicofísico. En homenaje a la brevedad expresaremos el núcleo de la segunda hipótesis freudiana en las palabras del poeta William Blake, quien sostiene que el hombre no posee un cuerpo distinto del alma, porque lo que llamamos cuerpo es el trozo del alma que se percibe con los cinco sentidos. Dicho en los términos de la ingeniería informática: el hardware también “es software”, ya que su estructura es el producto de una idea o "programa". Una máquina, se trate de un reloj o de un primitivo molino, no es máquina solamente por la relación de causa efecto entre las partes mecánicas que la constituyen, sino sobretodo porque la relación entre esas partes cumple con el “algoritmo” que la conduce hacia la finalidad para la cual fue concebida. Los trabajos de Groddeck, y más aún los de Weizsaecker, penetraron profundamente en los significados inconcientes que son propios de los distintos órganos del cuerpo. Sus descubrimientos permanecieron desde entonces fuera de las líneas principales del psicoanálisis predominante. No es aventurado suponer, sin embargo, que actualmente las condiciones han cambiado y que el consenso psicoanalítico se volcará cada vez más en esa dirección. No sólo porque la ciencia física ya no sostiene nuestra concepción habitual de la materia, sino también porque el psicoanálisis mismo, luego de un largo periplo, deberá enfrentarse finalmente con ese campo singular que, casi deliberadamente, ha dejado atrás. En una carta que Freud le escribe a Weizsaecker a propósito de un trabajo de Weizsaecker titulado “Neurosis y sucesos corporales” dice: De este tipo de estudios tuve que mantener alejados a los psicoanalistas por motivos pedagógicos, puesto que las inervaciones, la dilatación de los vasos y las vías nerviosas hubieran sido tentaciones demasiado peligrosas para ellos; tenían que aprender a limitarse a la forma de pensar psicológica13. Tanto la psicología cognitiva como las neurociencias y las investigaciones en la inteligencia artificial, han marchado hacia el encuentro con el psicoanálisis en lo que se refiere al interés y la valoración creciente de la importancia que poseen las formaciones afectivas en la construcción de los significados. El afecto, como cualidad, queda vinculado a la noción de forma, implícita en el concepto freudiano de clave de inervación14, y esto permite comprender mejor que pueda ser transferido. Los recientes descubrimientos de la investigación neurológica15, que ubican el núcleo esencial de la conciencia, como conciencia primaria (“estado” dependiente) en el tronco encefálico, vinculado a las sensaciones “somáticas” y a los fenómenos de autorreferencia, sosteniendo que las percepciones sensoriales “objetivas” (canal dependientes) que se integran en la corteza cerebral configuran una conciencia secundaria o reflexiva, coinciden también con la dirección emprendida por el psicoanálisis. Aunque podemos leer en el texto freudiano que la pulsión se apuntala en la función fisiológica para extraer de ella su cualidad especifica16, la consideración atenta de la segunda hipótesis del psicoanálisis nos conduce a la convicción de que las metas pulsionales inconcientes son otra cara de la misma medalla que “somáticamente” configura la finalidad de la función fisiológica. En otras palabras: dos puntos de vista para un mismo referente, lo cual nos abre la posibilidad de utilizar la teoría psicoanalítica acerca de los actos de término erróneo (los actos fallidos), para comprender el sentido inconciente de las alteraciones de la función fisiológica. Esta revalorización de la teleología como método del conocimiento17, inherente a la noción de sentido que es fundamental dentro de las conceptualizaciones psicoanalíticas, coincide con la importancia que se le asigna actualmente al concepto de atractor dentro de la teoría de las catástrofes. Junto al pensamiento que nos permite comprender un fenómeno actual como el efecto de una causa “pretérita”, surge entonces, con una fuerza equivalente, aquello que podemos comprender en función de una meta “futura”. Demás está decir que ambos conceptos adquieren su significado pleno cuando aceptamos que pasado y futuro sólo existen en el ahora presente como representaciones mentales que adquieren la forma que llamamos “entonces”18. Antes de abandonar, apenas iniciada, esta breve incursión en el campo de confluencia de algunos conceptos fundamentales del psicoanálisis con los que constituyen también desarrollos fundamentales de otras disciplinas, para dedicar algunos párrafos a la cuestión de su valor como forma de la psicoterapia, debemos mencionar todavía una cuestión que testimonia, una vez más, esa confluencia. Cuando Freud, en su "Proyecto de una psicología para neurólogos"19, describió las barreras de contacto, describía teóricamente, tal como se presentaba en su campo de trabajo, el mismo segmento de realidad al cual Sherrington, desde la neurología, se referiría dos años después con el nombre de sinapsis neuronal. La investigación de las fantasías inconcientes más profundas inherentes a la acción farmacológica del opio, nos llevó a escribir en 196920, seis años antes de que se descubrieran las endorfinas, que la acción de la morfina podía tal vez concebirse como una opoterapia, es decir, como una terapéutica que remplaza sustancias existentes en el organismo tratado, que producen el mismo efecto. 3-El psicoanálisis como psicoterapia Si bien es cierto que hoy muy pocas veces se cuestiona que Freud haya realizado una contribución valiosa al conocimiento humano, no pasa lo mismo con el procedimiento psicoanalítico, especialmente cuando se lo aplica al tratamiento de pacientes. Allí muchas y muy diferentes psicoterapias, llamadas alternativas, que apuntan en distintas direcciones, se disputan el terreno que pocos años antes pertenecía al psicoanálisis. Las objeciones al procedimiento giran habitualmente alrededor de la duración del tratamiento y de la frecuencia con que deben realizarse las sesiones, ya que respetar esos parámetros implica una importante inversión de tiempo y de dinero. En otras palabras, se aduce que la relación entre el costo y el beneficio arroja un saldo negativo. También suele plantearse la cuestión de si es necesario, o no, utilizar el diván, El diván, de manera conciente o inconciente, alude a lo que en psicoanálisis se llama “regresión”, es decir el retorno a formas pretéritas de funcionamiento, generalmente infantiles, hoy abandonadas. La regresión queda asociada a la dependencia infantil, a un número elevado de sesiones semanales y a un tratamiento prolongado. Frases como “hacés diván” o “no hacés diván” han pasado a ser prototípicas de nuestra época; se habla entonces del tratamiento “cara a cara”, de frecuencias menores, de métodos breves, acotados en el tiempo. La cuestión fundamental reside, sin embargo, en que se discute si la dirección de la síntesis debe ser abandonada a lo inconciente, como proponía Freud, o si como proponen la mayoría de las terapias alternativas debe seguirse un camino deliberado hacia una finalidad determinada, identificando un particular “problema” y definiendo un objetivo. La distancia que existe entre las terapias que se apoyan, cada día más, en finalidades concientes, y el procedimiento diseñado por Freud, es enorme. Su artículo “Recuerdo, repetición y elaboración”21, define en lo esencial, los fundamentos de la actitud freudiana. Demasiados psicoanalistas "informados", (ocupando el lugar de los psicoanalistas que se han psicoanalizado de manera genuina) tienden a caer en la tentación de una psicoterapia que acorta los tiempos de contacto, amparándose en un aparente óptimo económico, y olvidando que, más allá de un cierto umbral, lo barato sale caro. El encuadre restringido de una psicoterapia "abreviada" de acuerdo con los fines acotados por un objetivo puntual, no puede evadirse de incurrir, por lo menos, en uno de sus dos extremos. Enseña un esqueleto intelectual que produce información, pero que no alcanza para trasmitir las implicancias del significado que diferencian la noticia de la convicción, o produce una experiencia emocional aislada que carece de la reiteración imprescindible para modificar las antiguas facilitaciones que estructuran las pautas, habituales e inconcientes, de la conducta enraizada en el carácter. Recordemos aquí lo que señalara Freud en una conferencia pronunciada en 1904 en el Colegio de Médicos de Viena: “Mientras que un tratamiento penoso y largo cure mejor que otro sencillo y breve, hemos de preferir siempre el primero, no obstante sus inconvenientes”22. 3.1-El poder terapéutico del psicoanálisis La cuestión acerca del poder terapéutico del psicoanálisis nos enfrenta con una dificultad que ha sido, demasiadas veces, descuidada. Partimos frecuentemente de una base falsa: asumimos que todos estamos de acuerdo acerca de lo que significa "curar". Sin embargo es obvio que precisamente el psicoanálisis --y no sólo el psicoanálisis-- ha puesto en crisis ese significado. Baste como ejemplo la creciente conciencia acerca de que son muchas las veces en que el alta en el consultorio de una especialidad médica es seguida muy pronto por la necesidad de recurrir al auxilio de otro especialista. Si estamos de acuerdo en que para que exista una psicoterapia alguien debe haber experimentado una necesidad de ayuda, tal vez también acordaremos en que se trata de la necesidad de aliviar un sufrimiento, aunque este sufrimiento, a veces, se presente bajo formas leves del desasosiego, la incomodidad, la ignorancia, la curiosidad, las dificultades en el crecimiento o en la convivencia. Los problemas comienzan cuando queremos convenir sobre el modelo interpretativo que "dibuja" la dirección del cambio que llamamos “terapia”. La historia del psicoanálisis muestra claramente que una cosa es “disolver” o, quizás, suprimir un síntoma, y otra muy distinta, modificar los rasgos y los hábitos que estructuran el carácter. Cae por su propio peso que una transformación del carácter no puede demandar un esfuerzo menor que el entrenamiento en un deporte, la rehabilitación muscular, el aprendizaje de una lengua extranjera o la adquisición de habilidad en la ejecución de un instrumento musical. Todos los psicoanalistas, comenzando por el mismo Freud, nacimos inmersos en la idea de que la terapia cura una enfermedad, y que la enfermedad es la descompostura de un mecanismo. Aunque Freud sembró las ideas que pondrían en crisis al modelo unilateralmente “mecanicista” de la enfermedad, construyó su metapsicología23 siguiendo los parámetros que en su época fundamentaban a las ciencias naturales, pero las ciencias naturales, en su época, se encontraban muy lejos todavía de concebir la interrelación entre natura y cultura que hoy las integra, “semióticamente”, con las que Dilthey llamaba ciencias del espíritu24 . La metapsicología freudiana, nacida de un modelo que surge de la física “clásica”, reclama su integración con una metapsicología, “metahistórica”, surgida en el entorno de significación que constituye la historia. Desde un punto de vista metahistórico, lo psíquico no debe ser concebido como una misteriosa e inasible emanación de la materia, sino como la cualidad concreta de significación que constituye una historia. La historia, desde ese punto de vista, es algo mucho más rico que el registro "objetivo" de una secuencia temporal. Una sucesión de hechos de significación diversa, aunque cronológicamente ordenados, no constituye una historia. Una historia es siempre un entretejido de temas, o "argumentos", que, como es el caso de la traición, el heroísmo o la venganza, aunque son muchos, son típicos. Existen más allá del tiempo mensurable, son "atemporales" o, si se quiere, sempiternos. De modo que se re-presentan una y otra vez, en el escenario de la vida, como el "transcurrir" de algunas escenas que reclaman nuestra atención, escenas que forman parte de un drama que puede ser re-conocido precisamente por ser característico, es decir, universal. 3.2-El lenguaje de la vida en la interpretación psicoanalítica Suele pensarse que la característica que define a un matemático es el saber operar con los símbolos matemáticos. Saber, por ejemplo, calcular, resolver ecuaciones, o aplicar fórmulas que permiten encontrar la magnitud de un determinado factor. Sin embargo, la cualidad que caracteriza al matemático es otra. El matemático sabe que los operadores matemáticos son símbolos que aluden a una determinada realidad, y tiene conciencia de la realidad que representa cada uno de los operadores que utiliza. Suele pensarse, también, que un psicoanalista sabe psicoanálisis porque es capaz de relacionar conceptos tales como el de triángulo edípico, represión secundaria, mecanismo de aislamiento, o contratransferencia. Sorprende que un equívoco semejante, similar al que ocurre con las matemáticas, sea tan ubicuo. Actualmente es común que, en muchos de los ámbitos en donde los psicoanalistas discutimos nuestros trabajos científicos, no se perciba la diferencia existente entre quien puede operar con los conceptos, porque conoce la metapsicología psicoanalítica, y el psicoanalista que, por haber vencido una parte de su propia represión, sabe auténticamente lo que esos conceptos representan en el lenguaje de la vida. Entre quienes estudian la obra de Freud, hay algunos que llegan a ser, independientemente del grado alcanzado en su formación psicoanalítica, verdaderos eruditos. Suelen ser personas muy capaces de opinar "con fundamento", aportar datos valiosos y, a veces, hasta esclarecer algunos puntos de la teoría. Es precisamente por esta capacidad que, frecuentemente, pasa desapercibido el hecho de que algunos suelen ignorar, porque jamás han llegado a sentirla, gran parte de la realidad emocional a la cual los conceptos metapsicológicos refieren. Ésta es una de las razones por las cuales, injustamente, tantas veces la teoría ha caído en descrédito entre los psicoanalistas que se manifiestan "partidarios de la clínica". Es también una de las razones por las cuales muchas veces el psicoanálisis mismo, como psicoterapia, cae en desprestigio. Esto último suele ocurrir frente al escaso resultado obtenido por algunos tratamientos basados en interpretaciones que, aunque pueden ser verdaderas, desconocen la oportunidad para “levantar” la represión y se agotan circularmente en el terreno del intelecto. Los símbolos metapsicológicos, como ocurre con los símbolos matemáticos, nos ofrecen la ventaja de ser esquemáticos y breves, precisos y más fáciles de operar, pero pueden embarcarnos en discusiones que, por estar desprovistas de la autenticidad de la "carne", son aburridas y estériles. Este tipo de símbolos tiende a hacernos perder conciencia de la significancia de los sentimientos a los cuales aluden. Los símbolos metahistóricos, en cambio, nos ofrecen la ventaja de nacer verbalizados en el lenguaje de la vida, el mismo lenguaje en el que toda interpretación psicoanalítica debería ser hecha. Pero las permutaciones simbólicas implícitas en la operación de estos conceptos son mucho más "lentas", y es por este motivo que, habitualmente, se cree que no constituyen teoría ni ciencia. Sin embargo, más allá de la magnitud de su inteligencia, o de su erudición dentro del psicoanálisis, sólo es psicoanalista quien es capaz de sentir vivencialmente la significancia de los símbolos que opera. 3.3-El tipo de saber que constituye un cambio Los antiguos distinguían tres formas del saber. Aquello que se sabe por lo que "se dice" (scire), aquello que se sabe porque se lo ha saboreado alguna vez (sapere) y aquello que se sabe porque se lo ha probado muchas veces, se lo ha experimentado (experire). Corresponden a la diferencia que existe entre entender, comprender, y creer. Entender de un modo intelectual puede llevar a sentir auténticamente lo que se ha entendido, y el comprender de esta manera puede conducirnos a creer con ese convencimiento que nos lleva a disponer la vida entera de acuerdo con aquello que hemos comprendido. Pero este camino, que nos conduce a un cambio, es accidentado y difícil. Si hemos de creer en que el origen de las palabras algo nos enseña, uno se con-vence sólo con una realidad que lo ha "vencido". Cuando entender una significación implica comprender una significancia que compromete la vida en una nueva creencia, estamos en presencia de un cambio. La historia de la psicoterapia es la historia de la interminable búsqueda del lenguaje del cambio. Contrariamente a lo que suele creerse, el psicoanalista no piensa que los problemas que el paciente sufre son imaginarios, sostiene que son problemas reales que surgen del modelo o "mapa del mundo", en su mayor parte generado en la infancia, que cada uno lleva en la mano cuando recorre el territorio de su vida. Ese mapa, el “estilo” con el cual se lo ha trazado, y la representación que uno se forma acerca de sí mismo, condicionan que se repitan en la vida, constantemente, las mismas temáticas. Cuestionar los “mapas" que utiliza el paciente no significa, claro está, proponerle otros que el psicoanalista "tiene", significa acompañarlo en el proceso de su reconstrucción. Freud, refiriéndose al hecho de que, durante el tratamiento psicoanalítico, todo conflicto debe ser finalmente "batallado" en el terreno de la transferencia, decía que “... nadie puede ser vencido in absentia o in effigie"25 Bion señalaba que hay un punto del camino en el cual el psicoanalista que se equivoca enseña a su paciente psicoanálisis, en lugar de proporcionarle una experiencia emocional irreversible26. Sin un compromiso afectivo suficiente es imposible obtener ese efecto. El contexto de autenticidad necesario para que el compromiso afectivo establezca ese cambio que llamamos "mutativo", se obtiene gracias al fenómeno denominado transferencia. La transferencia es el “punto de apoyo” de la palanca que produce el cambio, y su interpretación constituye, a un mismo tiempo, el timón y el radar del procedimiento que denominamos "psicoanalizar". Para obtener la modificación que buscamos no alcanza con "aplicar" el psicoanálisis a la interpretación de un relato que evoca en nuestra mente una presunta realidad crono-lógica generadora de efectos, es necesario interpretar ese mismo "material" como si se tratara de un sueño, o una fábula, que alude a una fantasía inconciente, atemporal y perpetua, que se repite en el acto de convivencia presente. Parodiando una frase de Freud27 podemos decir que todo proceso psicoanalítico deberá mezclar el oro puro del psicoanálisis de la transferencia en el presente atemporal, con el cobre del psicoanálisis aplicado a la interpretación de "la realidad" actual que se oculta en "la realidad" que el relato refiere. *** * Luis Chiozza: Nació en Buenos Aires en 1930 y se graduó como médico en 1955. Fue Miembro Titular en función didáctica en la Asociación Psicoanalítica Argentina y Titular de la cátedra de Psicofisiología de la Universidad del Salvador de Buenos Aires. Fue Miembro fundador del Centro de Investigación en Psicoanálisis y Medicina Psicosomática. Es Director del Centro Weizsaecker de Consulta Medica y del Instituto de Docencia e Investigación de la Fundación Luis Chiozza. Presidente Honorario del Istituto de Ricerca Psicosomatica-Psicoanalitica Arminda Aberastury de Perugia, Italia. Miembro del Comité Asesorl del Internacional Journal of Neuropsychoanalysis y del Analytic Psychoterapy and Psychopatology, publicado por la Clínica Psiquiátrica de la Universidad de Roma. Miembro del Comité Promotor de Seminarios, en el Istituto di Psicologia, Facolta Medica, Universita degli Studi di Milano, y Miembro del Comité Consultor Internacional de la Rivista della Societa Italiana di Antropologia Medica. En 1996 le fue otorgado el Premio Konex en Psicoanálisis. En 2004 la Comuna de Génova le otorgó el Grifo d’argento. Ha publicado numerosos libros sobre los significados inconcientes de los trastornos orgánicos y sobre la técnica psicoanalítica en Argentina, España, Italia, Brasil y EE.UU. *** Notas y referencias Microsoft® Encarta® 2003. © 1993-2002 2 Nos hemos ocupado de este punto en detalle en un trabajo realizado en 1978, “Acerca de la superstición en el uso de la estadística”, en Una concepción psicoanalítica del cáncer, Luis Chiozza, Edit, Alianza, Bs As, 2001, págs. 147- 160. 3 Ortega Y Gasset, Josè (1932-33), “Idea del teatro”, en Obras Completas Tomo VII, Revista de Occidente, Madrid, 1969. 4 Schrödinger Erwin, (1958), Mind and Matter Tusquets, Barcelona 1984 5 Schrödinger Erwin, (1960) Mi concepción del mundo Tusquets, Barcelona 1988. 6 Schrödinger Erwin, (1996) La naturaleza y los griegos, Tusquets, Barcelona 1997 7 Schrödinger Erwin, (1996) La naturaleza y los griegos, Tusquets, Barcelona 1997 8 Podríamos sentirnos tentados a sostener que la descripción "objetiva" de la onda electromagnética "da cuenta" de la sensación de color. Schrödinger señala (Schrödinger E., 1958), sin embargo, que el color amarillo es una sensación producida por una radiación de 590nm (nanómetros), pero que si se mezcla una radiación de 790 nm (que produce el rojo) con una cierta proporción de radiación de 535nm, (que produce el verde) se obtiene la misma sensación de color amarillo. Dos superficies iluminadas de modo diverso, una con una luz espectral pura, y la otra con una mezcla particular, producen exactamente la misma e indistinguible sensación. 9 “Remarks on the mind-body question”, Eugene Wigner in Quantum Theory and Measurement, ed. Wheeler and Zurek (Princeton). 10 Véase, por ejemplo, Gebser, Jean (1950) “Necesidad y posibilidad de una nueva visión del mundo” en Nueva visión del mundo. Edit. Sudamericana, Buenos Aires, 1954. El mismo tema ha sido abordado, en versión destinada al gran público, por Alvin Toffler en su libro La tercera ola. Edit, Plaza y Janés, Barcelona 1980. 11 Freud, Sigmund (1914) Introducción del narcisismo, O.C., Edit. Biblioteca nueva, Madrid 1948, TI, pag. 1009 12 Freud Sigmund (1938) Esquema del psicoanálisis, Amorrortu, Bs. As. 1976, Pág.156 13 Weizsaecker, Victor, 1954 Natur unt Geist, en Gesammelte Shriften, Edit. Suhrkamp Franfurt/M 1986 TI, págs. 11195, El párrafo fue traducido por la Lic. Dorrit Busch. 14 Freud Sigmund, 1900 [1899], “La interpretación de los sueños”, en Obras Completas, Edit.. Biblioteca Nueva, Madrid 1967, TI, págs.231-584. 15 Véase, por ejemplo, Mark Solms y Oliver Turnbull, The Brain and the Inner World: An Introduction to the Neuroscience of Subjective Experience. Edit. Other, Press, New York, 2002. 16 Recordemos que Freud sostenía que del examen de los fines del instinto se podía deducir muchas veces cual era la fuente orgánica que lo originaba. Freud Sigmund (1915) “Los Instintos y sus destinos”, en Obras Completas, Edit. Biblioteca Nueva, Madrid, 1967, T I, págs. 1035-1045. 17 La palabra “método”, dicho sea de paso, significa, en su origen, “un camino para la meta” 18 Vale la pena recordar aquí las palabras de Einstein que Jean Charon (1977) cita en su libro L'Esprit, cet inconnu: "Para nosotros, físicos convencidos, está separación entre pasado, presente y futuro no tiene más que el valor de una ilusión, aunque tenaz". 19 Freud Sigmund, (1950 [1887-1902]) en Obras Completas, Edit Amorrortu, Tomo I , Págs.323-393. 20 Chiozza L., Laborde V., Obstfeld E., Pantolini J., (1969) “Opio”, en Cuerpo afecto y lenguaje, Edit. Alianza, Buenos Aires 1998, págs. 161-166. 21 Freud Sigmund, (1914) “Recuerdo, repetición y elaboración”, en Obras Completas, Edit. Biblioteca Nueva, Madrid, 1967, Págs. 437-442.. Véase además Luis Chiozza, 1994, “Recuerdo repetición y elaboración en la crisis actual del psicoanálisis” en Luis Chiozza, Hacia una teoría del arte psicoanalítico, Edit. Alianza, Buenos aires, 1998, págs. 341356.. 22 Freud, Sigmund, 1905 [1904] “Sobre psicoterapia”, en Obras Completas, Edit. Biblioteca Nueva, Madrid 1967,T I, págs. 304-309. 23 Recordemos que acerca de la misma afirmó que no constuia la base del edificio sino su coronamiento y que podría ser sustituida sin daño alguno. 24 Los títulos de dos libros escritos por René Thom, Dr. en matemáticas, miembro de la Academia Norteamericana de Artes y Ciencias, y miembro de la Academia de Ciencias de Paris, son reveladores. Stabilité Structurelle et Morphogénèse ((Intereditions, París 1977) (Estabilidad estructural y morfogénesis Gedisa 1987) y Esquisse d’une sémiophysique (Intereditions, Paris 1988) (Esbozo de una semiofísica Gedisa 1990) 25 Freud Sigmund (1912), “La dinámica de la transferencia” en Obras Completas, Edit. Biblioteca Nueva, 1967, T. II, págs. 413-418. 26 Supervisión clínica colectiva en la Asociación Psicoanalítica Argentina en ocasión de su primera visita a Buenos Aires. 27 Freud Sigmund, (1918) “Los caminos de terapia psicoanalítica”, en Obras Completas, Edit. Biblioteca Nueva, 1967, T. II, págs. 357-360. Algunas críticas al psicoanálisis IntraMed ha recogido el pensamiento de destacados especialistas en los ámbitos de la psiquiatría, psicoanálisis, filosofía, arte y otras disciplinas, que se publicarán con una frecuencia semanal. Invitamos a nuestros lectores a dejar su opinión en nuestro Foro de Discusión y a votar en la encuesta que encontrarán en la página central de IntraMed. En esta oportunidad publicamos un artículo del Lic. Gerardo Primero*, quien realiza algunas críticas al psicoanálisis. Por Gerardo Primero El psicoanálisis se ha vuelto en la Argentina parte del sentido común popular de muchas personas, y quienes dejaron de cuestionar sus supuestos lo consideran una verdad obvia y evidente. Creo que no sólo esa credulidad (a menudo dogmática) está injustificada, sino que es altamente perjudicial para los psicólogos, para los pacientes, y para la psicología como disciplina. Las críticas al psicoanálisis se pueden clasificar en varios grupos. Mencionaré primero a las epistemológicas, empíricas y pragmáticas. Seguiré con las del constructivismo social y posturas afines. Luego, las críticas a la concepción cartesiana de la mente, y allí hablaré acerca de homúnculos, pseudoexplicaciones con disposiciones, objetos internos, el inconsciente, razones y causas, y las instancias psíquicas. Por último, algunas ideas sobre por qué el psicoanálisis es, según Wittgenstein, ¨una mitología poderosa¨. 1.1. Epistemológicas (Popper, Grunbaum). Según Popper, la teoría es infalsable porque cualquier evento es interpretado como confirmatorio. En muchos casos, frente a un evento que parece refutar una hipótesis, se reinterpreta esta última para poder sostenerla (por ejemplo, cuando Freud busca traumas sexuales infantiles para explicar la neurosis y el paciente los niega sostiene que fueron reprimidos, y cuando es evidente que el suceso nunca ocurrió lo considera una fantasía inconsciente, ejecutando dos veces el artilugio de “huir hacia lo infalsable" para seguir sosteniendo su hipótesis). Por otro lado, si no se investiga fuera de la sesión buscando criterios intersubjetivos de evaluación de los resultados, hay pocas garantías de fiabilidad de las evidencias clínicas debido a los efectos de la sugestión, los sesgos de observación, la ausencia de control de variables extrañas, el sesgo confirmatorio, etc. Eso como mínimo debería hacernos cuestionar la confianza ciega en el psicoanálisis frente a las hipótesis rivales, y buscar una contrastación más rigurosa de las hipótesis. La posibilidad del psicoanálisis de ¨explicar todo¨, que resulta atractiva para muchos de sus seguidores, deja de serlo si se piensa que una teoría es más útil cuanto más se arriesga a fallar. Una teoría capaz de amoldar todo es mas bien un marco conceptual, cosmovisión u ontología, que uno puede elegir adoptar o no. Según Popper, el psicoanálisis es infalsable y no es ciencia, según Grunbaum es infalsable en la situación analítica (la relación es circular porque la situación analítica sólo permite confirmaciones de la teoría, y está viciada por la sugestión), pero podría ponerse a prueba apropiadamente (fuera de la sesión), según Wittgenstein el psicoanálisis es el tipo de especulación previa a la formación de hipótesis científicas, como lo es el animismo en biología. La postura de Freud es antiempirista debido a su sesgo a buscar confirmaciones y reinterpretar la evidencia contraria en modo favorable (por ejemplo llamar ¨resistencia¨ a los casos en los que la terapia no avanza o el paciente no acepta las interpretaciones). Freud inaugura el rechazo a los disidentes y un método de teorización que se guía por criterios más literarios que empíricos. Su construcción teórica tiene una apariencia sólida, desde un punto de vista conceptual (coherencia lógica) y literario (es agradable de leer, persuasivo). Para algunos (como Klimovsky) esa coherencia lógica y literaria es suficiente para aceptar la teoría, pero hay otros criterios más importantes, en los cuales la teoría resulta problemática: criterios pragmáticos (la ineficacia para tratar los problemas), empíricos (la falta de contrastación experimental y de diálogo con otras teorías y disciplinas) e incluso éticos (los prejuicios esencialistas y etnocéntricos, el mito de la neutralidad). La riqueza literaria y retórica en la descripción de casos puede resultar persuasiva, pero no reemplaza a la investigación empírica. La postura de rechazo a la investigación empírica bajo el argumento de oponerse a establecer leyes en nombre de la particularidad es incluso contradictoria: el psicoanálisis acepta leyes universales (no podría evitarlo) pero no las pone a prueba. La neutralidad es imposible, y la teoría es acrítica respecto a sus propias leyes (edipo, castración, tópicas, teorías sexuales, deseos inconscientes). 1.2. Empíricas. Cuando se intentó poner a prueba experimentalmente partes de la teoría, las hipótesis no recibieron apoyo empírico. La ausencia de evidencia experimental favorable es admitida tanto por partidarios como por opositores (Eysenck, Kline, Fisher y Greenberg, Kihlstrom), y estos resultados se interpretan como un reclamo de mayor investigación en el mejor de los casos, y en el peor como señal de que sería mejor investigar hipótesis rivales más plausibles y dejar a la teoría como un recurso heurístico. Los intentos de contrastación empírica pueden llevar a un considerable alejamiento respecto de las teorías originales, cosa que es para muchos intolerable. Hay quienes para evitarlo rechazan los métodos de contrastación utilizados en otras disciplinas de conducta (Lacan es tal vez el caso extremo) y transforman a la disciplina en una especie de dogma, cerrado al cambio y a la investigación, aislado del resto de la psicología, cuya tarea fundamental es preservar la fidelidad a los textos fundadores. La palabra de Freud fue al psicoanálisis lo que la palabra de Dios al catolicismo o lo que la palabra de Aristóteles a la filosofía medieval del siglo XII. Así fue como el criterio de autoridad (¨lo dijo Freud¨) fue antepuesto al desarrollo de investigaciones y tratamientos más eficaces. 1.3. Pragmáticas (eficacia clínica). En la investigación sobre eficacia clínica, realizada usualmente comparando grupos de tratamiento con distribución aleatoria (randomized control trials), los resultados muestran que existen factores inespecíficos benéficos (contacto afectivo, escucha empática, experiencia del terapeuta, etc.) comunes a distintas psicoterapias (cognitivas, conductuales, sistémicas, psicoanalíticas, gestálticas, y diversas versiones de integración entre ellas), mientras que para las conductas más resistentes al cambio se evaluaron terapias más eficaces que el tratamiento placebo (¨terapias empíricamente validadas¨) que en su mayoría son cognitivo-conductuales (Beck para casos de depresión, Barlow para casos de ansiedad, Linehan para casos borderline, etc.). Para conocer más detalles de esta investigación, remitirse a Chambless. Obviamente, ningún tratamiento está ¨completamente validado¨. El criterio para evaluar un tratamiento como ¨bien establecido¨ consiste en que hayan al menos dos experimentos de comparación entre grupos que demuestren eficacia superior al placebo o a otro tratamiento, o eficacia equivalente a un tratamiento ya establecido experimentalmente. Los experimentos deben tener un manual de tratamiento (para que diferentes terapeutas coincidan en la teoría y técnica que aplican), deben especificar criterios y sus resultados deben ser demostrados en al menos dos estudios separados. Con criterios menos rigurosos se establecen los tratamientos ¨probablemente eficaces¨. El tratamiento más cercano al psicoanálisis que ha demostrado empíricamente su eficacia es la terapia interpersonal de Klerman, pero a la vez difiere bastante del psicoanálisis ortodoxo freudiano (utiliza las teorías de Sullivan sobre las relaciones interpersonales y aportes propios de Klerman). Desde un punto de vista pragmático y empírico, el psicoanálisis no ha mostrado ser eficaz en el tratamiento de diversos problemas (ver Eysenck), mientras que otras terapias han mostrado resultados consistentes (ver Chambless sobre tratamientos empíricamente validados). Sin evidencias favorables, un tratamiento puede no superar al placebo, y puede incluso ser perjudicial (iatrogenia). Por otro lado, la afirmación usual de que ¨sin psicoanálisis sólo hay cambio de síntoma¨ resulta insostenible: los seguimientos de terapias cognitivo-conductuales muestran ausencia de recaída, y los casos psicoanalíticos carecen de seguimiento y en ocasiones (por ejemplo los de Freud) es claro que distan de poder ser considerados exitosos (Dora seguía "más histérica que nunca" cuando en los años 20 consulta al psicoanalista Felix Deutsch, el Hombre de los Lobos siguió con síntomas y tuvo otros tratamientos hasta terminar sus días en el hospicio con diagnóstico de psicosis paranoica, del resto el Hombre de las Ratas murió al poco tiempo, Schreber no fue un tratamiento sino una interpretación de sus memorias, Juanito es tal vez el más exitoso pero menos sorprendente pues es un caso simple y no es rara la remisión espontánea de un temor infantil). En los casos de Freud, lo que fascina al público es su exposición literaria y su compleja especulación, y no el haber logrado resultados terapéuticos. Hay que reconocer la diferencia entre la complejidad teórica, la riqueza literaria y la eficacia pragmática. Que una teoría nos fascine y que nos guste leerla no significa que sea correcta o eficaz (ver más abajo acerca de las posibles razones de esa seducción). Hay varios puntos importantes respecto a la investigación en psicoterapia, que suele subdividirse en investigación sobre resultados (qué se logra con la psicoterapia tomada como un proceso completo, y si esos logros se mantienen en el tiempo) y sobre procesos (qué cambios ocurren en el transcurso de la psicoterapia, en cada sesión o en cada intervención). Señalaré algunos: 1. Es cierto que es discutible qué se considera eficaz, pero precisamente aquí se apunta a la necesidad es discutirlo, tanto en el terreno teórico como en el empírico. Los objetivos pueden ser variados, desde cambios en conductas problemáticas puntuales hasta cambios globales en la personalidad que impliquen mayor bienestar definido de diversas maneras (es falso que el psicoanálisis busca cambios más profundos en la personalidad y que otras terapias buscan ¨sólo remover el síntoma¨). Si lo que se busca es una elección terapéutica guiada por razones y no por prejuicios ciegos a la evidencia existente, es necesario clarificar los resultados deseables y verificar si se concretan o no. 2. Es cierto que en una terapia no sólo intervienen las variables del tipo de teoría o técnicas terapéuticas, pues hay otras variables importantes que influyen en los resultados, tales como las características del terapeuta, del paciente y de la relación entre ambos. La influencia de estas variables explica que los terapeutas y pacientes puedan obtener resultados positivos, más allá de cuál sea el modelo teórico aplicado. Un modelo más eficaz permite mejorar los logros y evitar los fracasos (casos más dificiles, elecciones inadecuadas del terapeuta). Para ello es preciso conocer reglas eficaces que guíen la terapia, y sólo puede lograrse mediante la investigación y el diálogo entre teorías. 3. En consecuencia, la investigación no sólo debe buscar modelos de intervención eficaces, sino explicitar la influencia de otras variables (personalidad del paciente y del terapeuta, variables de la relación terapéutica). Una teoría es más eficaz si permite manipular factores relevantes que sus teorías rivales no logran especificar, predecir ni controlar. Los modelos de tratamiento empíricamente validados se están volviendo cada vez más sensibles a esas variables, y actualmente hacen hincapié en los rasgos particulares de cada individuo, a la vez que en las características generalizables de cada tipo de conducta o de trastorno. 4. Una elección racional (del estudiante que elige su formación, del terapeuta que se capacita, del paciente que busca terapia adecuada a sus objetivos) requiere un conocimiento empírico y teórico que la guíe. Por desgracia, a menudo no es el caso, y esas elecciones se basan en preferencias personales, tendencias de la moda, supuestos ampliamente difundidos pero sin evidencia real, información sesgada, o simple ignorancia de las posibilidades existentes. 5. Otra elección usual en los terapeutas es el eclecticismo teórico o técnico. El problema es en ese caso cuáles son los criterios para la elección de los elementos teóricos y técnicos, y por desgracia estos criterios vuelven a ser irracionales (preferencias personales o sociales). Si se busca que la elección sea racional, es preciso generar el diálogo entre teorías rivales y tomar en cuenta los resultados de la investigación empírica, lo opuesto a la postura que adopta la vertiente ortodoxa del psicoanálisis, aislada de las teorías psicológicas actuales y contraria a la puesta a prueba de sus postulados. Tanto las corrientes cognitivas como las conductuales, a pesar de sus diferencias, coinciden en el esfuerzo por contrastar sus resultados y realizar seguimientos, lo cual permitió validar, descartar o mejorar sus técnicas. Esa situación obligó a algunos seguidores del psicoanálisis a comprometerse en la investigación experimental, pero a la vez eso implica aceptar el riesgo de modificar la teoría en función de los resultados, algo que muchos no están dispuestos a enfrentar. Este es el dilema actual que enfrenta el psicoanálisis, el cual llevó a la escisión de un grupo dispuesto a la investigación y el cambio, y otro que se repliega en un conservadurismo teórico. Por dar sólo un ejemplo de este conservadurismo dogmático, cito a Lacan: ¨Ningún progreso se ha podido hacer, por pequeño que sea, cada vez que ha sido desatendido uno de los términos de Freud¨. Se anula el diálogo con otros abordajes (incluso antes de comprenderlos), se transforma la teoría en dogma, se dejan de cuestionar sus supuestos básicos, y se frena la posibilidad de comprender, controlar y predecir los temas de la psicología. Se pueden rescatar algunas ideas del psicoanálisis como heurísticos para generar nuevas teorías y ponerlas a prueba empíricamente, como la idea de transferencia y las investigaciones sobre relaciones interpersonales, pero a la vez eso implica abandonar el conservadurismo y el temor a distanciarse de las propuestas freudianas originales (hecho que resulta esperable en una disciplina que se modifica en base a la investigación). Esa línea alternativa, más abierta a la investigación y al diálogo con hipótesis rivales se puede encontrar reseñada en Bergin (Handbook of Psychotherapy and Behavior Change) y en los autores de distintas corrientes que recibieron influencias del psicoanálisis y buscaron contrastar sus propias hipótesis, como Klerman, Snyder, Safran y Kohlenberg. En los tratamientos cognitivo-conductuales se plantea un trabajo colaborativo con el paciente, evitando ¨culpar a la víctima¨ por sus problemas, se propone una búsqueda conjunta de objetivos (que difieren según el caso), teniendo en cuenta la dialéctica entre aceptación y cambio. Se busca comprender las relaciones de las conductas (incluyendo eventos privados, ver luego) con sus antecedentes (conductas respondientes, reaccionan ante un estímulo gatillador innato o aprendido), sus consecuencias (conductas operantes, acciones para obtener objetivos, en base a la historia previa de aprendizaje), y las conductas gobernadas verbalmente (reglas que describen contingencias sociales o naturales, creencias y valores, patrones cognitivos con los cuales se interpretan y explican las situaciones), en relación a un contexto social (aspecto en el que también se tiene en cuenta la dialéctica entre aceptación y cambio entre el individuo y su entorno). Para planificar las intervenciones, se toman en cuenta las teorías del aprendizaje respondiente, operante, social (Bandura: modelado, refuerzo y castigo social), cognitivo (esquemas emocionales, pensamientos automáticos, distorsiones cognitivas, conducta gobernada por reglas) y las investigaciones previas acerca de tratamientos eficaces para cada tipo de problema (terapias empíricamente validadas). 2.1. Constructivistas (teoría del aprendizaje social de Bandura, constructivismo social). La teoría psicoanalítica sostiene que algunos procesos psíquicos ocurren de cierta forma debido a un determinante biológico fijo (y no relativo a la cultura o contexto social), y justifica ciertas ideologías y valores en base a un supuesto origen biológico. Sostiene esa postura sobre los roles de género explicados como esencias (la mujer tiene un superyo débil debido al edipo y a la ¨diferencia anatómica de los sexos¨), sobre la homosexualidad (aunque se postula una bisexualidad latente universal, se considera a la homosexualidad una ¨detención en el desarrollo libidinal¨, mientras que a partir del Informe Kinsey se difunde una concepción relativista social), con las ¨estructuras psicopatológicas¨ y ¨enfermedades mentales¨ (tanto las que describe Freud como las que propone el DSM, ver las críticas de Szasz sobre la relatividad cultural del concepto), etc. Estas críticas enfatizan la relatividad cultural de estos valores, por ejemplo la homosexualidad era aceptada en Grecia, los roles sexuales se explican más por el aprendizaje social (Bandura) que por las diferencias anatómicas sexuales, etc. Por otro lado, la idea de ¨neutralidad¨ es una negación de la responsabilidad del terapeuta en cuanto a los valores en los cuales inevitablemente basa su práctica. El psicoanálisis no es ¨neutral¨, nace ya con rasgos de distintas ideologías: sexista (hay esencias o naturalezas de cada género), liberal-hobbesiana (¨el hombre es naturalmente egoísta¨, ¨el psicoanálisis no sirve para los incultos¨), médica (el poder del analista para interpretar, las metáforas de ¨síntoma¨, ¨patología subyacente¨, ¨resistencia¨), universalista ("estos mecanismos son iguales en toda cultura"), etc. El objetivo no debería ser la neutralidad, que es por otro lado imposible, sino una ética responsable, la conciencia de los propios valores, el respeto a los valores del otro y la capacidad de cuestionar los puntos de vista propios y ajenos. El problema de la falsa neutralidad es que sostiene una distribución de poderes en base a una ficción reificada (el inconsciente). (Ver Wittgenstein: la razón de ser del inconsciente es permitirle al analista hacer interpretaciones). Muchas concepciones del psicoanálisis son esencialistas y etnocéntricas: ignoran el contexto sociocultural del problema e imponen en forma acrítica la visión de una clase social y una cosmovisión teórica. Por ejemplo, las "estructuras psíquicas" se plantean como esencias estigmatizantes, estáticas, con connotaciones morales (a menudo se considera perversión a las minorías sexuales, psicosis a los excluidos sociales, se culpabiliza a la víctima refiriendo a supuestos deseos inconscientes, etc.). Otro ejemplo son las teorías sobre la identidad y orientación sexuales, que Freud explica en base a las diferencias anatómicas de los sexos, ignorando las contingencias socioculturales. Esta visión resulta normalizadora, naturalista, esencialista y reaccionaria (concibe un escaso margen de variación), y fue criticada por muchos autores (constructivistas, antropólogos, feministas, queer theory, etc.). La alternativa a esa postura, consiste en utilizar las teorías generales del aprendizaje individual y social (Skinner, Bandura, Guerin), y en ese marco comprender la particularidad de cada historia individual y cada contexto sociocultural. 3. Filosofía de la mente: principalmente las críticas se dirigen a la concepción cartesiana de la mente (Wittgenstein, Ryle), y se puede extender a gran parte (pero no la totalidad) de la psicología cognitiva. Se le critica: postular objetos internos, usar pseudoexplicaciones por disposiciones, describir homúnculos, confundir razones y causas. 3.1. Concepción cartesiana. El psicoanálisis acepta la concepción cartesiana de la mente (lo que Ryle llama ¨la leyenda de los dos mundos¨ y ¨el mito del fantasma en la máquina¨): una mente compuesta por objetos mentales (creencias, deseos, etc.), observados y procesados por homúnculos. Como ejemplo cito a Freud: ¨Asimilamos el sistema del Inconsciente con una gran antecámara en la cual forcejean las mociones psíquicas de los seres vivos. Junto a esta antecámara hay otra habitación más estrecha, como una especie de salón en el cual se hospeda también la conciencia. Pero en el umbral de la puerta que separa estas dos habitaciones vela un guardián que inspecciona cada una de las mociones psíquicas, ejerce la censura sobre ellas y les impide entrar al salón si no le gustan. Puedo asegurar que la concepción de los dos locales, con el guardián que permanece en el umbral que hay entre las dos habitaciones y la conciencia como un espectador colocado en el extremo de la segunda habitación, proporciona una muy buena aproximación del estado real de las cosas¨. 3.2. Homúnculos. La idea de personas dentro de la persona (homúnculos: subsistemas con cualidades idénticas que la persona) es parte de la concepción cartesiana. La explicación homuncular no hace más que retroceder un paso: el homúnculo tiene las características de la persona, por lo cual no la explica. (Esta crítica es aplicable a parte del cognitivismo). Claramente plantea una regresión al infinito: si se explica que la persona percibe remitiendo a una conciencia-espectador interno, para explicar cómo percibe ese espectador la remitiremos a otro espectador aún más interno. De estas paradojas que se originan en una metáfora errónea se entiende por qué el psicoanálisis se consideró una ¨psicología profunda¨: siempre lleva a remitirse a algo aún más ¨abajo¨ o más ¨atrás¨ (por ejemplo los mitos de origen de la cultura, de la neurosis o de la vivencia de placer originaria). Sólo tiene sentido hablar de consciente o inconsciente respecto a la persona como totalidad, y no de un homúnculo respecto a objetos mentales en un depósito. Cuando se habla de esa manera el sentido es metafórico y refiere a la conducta: qué sentido más que metafórico y disposicional (¨actúa como si lo sintiera¨) podría tener hablar de ¨dolor inconsciente¨? 3.3. Pseudoexplicaciones y disposiciones. La explicación que remite a una disposición es pseudoexplicación, por ejemplo ¨el opio duerme porque es dormitivo¨ (dormitivo significa que hace dormir), la explicación es circular. Eso ocurre con los términos disposicionales como superyo fuerte o débil, catexis libidinal en tal objeto, tipos de personalidad, etc. Son descripciones de conductas y disposiciones de conducta. Su uso es válido en sentido descriptivo, pero no explicativo. Para explicarlos es necesario remitir a un evento que lo influencie y pueda considerarse variable independiente: el contexto de la conducta, los antecedentes y consecuentes, la historia de aprendizaje, las disposiciones genéticas. Si no se retrocede más allá de la atribución de estados mentales, no sólo no se explica la conducta sino que se comete el error de ¨culpar a la víctima¨: focalizarse en atribuir la conducta a un rasgo estable de carácter, en lugar de explicarlo por la historia y generar capacidades alternativas. Este error de la pseudoexplicación también ocurre en otras teorías, por ejemplo cuando se considera que un rasgo de personalidad, un trastorno mental o un coeficiente de inteligencia explica alguna conducta. Todos esos conceptos son válidos y pueden ser útiles, siempre que se los trate como descripciones de disposiciones conductuales. Otro campo en donde existe este peligro es el de los tests psicométricos y proyectivos: no hay que olvidar que detectan la probabilidad de ciertas conductas, y no una esencia, que su grado de correlación con otras conductas debe ponerse a prueba también y no darla por hecho (por ejemplo entre dibujar ciertos ojos y las conductas paranoicas), y que en ningún caso es explicativo (siempre refieren a probabilidades de conducta). 3.4. Objetos internos. Wittgenstein plantea que vemos los estados mentales en lo que la otra persona hace (no especulamos sobre sus supuestos mundos inmateriales: reconocemos lo que siente, y lo tratamos en consecuencia). No soy de la opinión de que tiene un alma (no dudo: tal vez tiene, tal vez no), sino que mi actitud hacia él es hacia un alma (es decir no lo trato como a una cosa, ni se me ocurre hacerlo). No hay objetos mentales, el error surge por pensar que los términos psicológicos funcionan igual que los términos físicos, que si una mesa es una cosa, una emoción o la conciencia también son cosas. Wittgenstein dice que no son cosas, pero tampoco son una nada, son usos o construcciones del lenguaje, y el lenguaje no siempre es referencial y no siempre describir significa lo mismo. Algunas de las palabras psicológicas son disposicionales, así ser inteligente no es algo interno y oculto, es una capacidad de hacer cosas de la manera que se considera adecuada, y la conciencia no es un lugar interno, sino la capacidad de responder de cierta manera a ciertos estímulos. Esto lo explica Ryle: decir que un vaso es rompible es decir que dadas ciertas condiciones se rompería, y no es algo que podamos observar ahora, sino sólo en esas condiciones (ser rompible es una propiedad disposicional). Esto que resulta claro en ese ejemplo se suele olvidar cuando usamos términos psicológicos y los pensamos como cosas en la cabeza pero ocultas a la observación. Como dice Kantor, dentro de la cabeza sólo hay tejido nervioso, la mente (ideas, representaciones, etc.) está en la conducta y no en la cabeza. Otras palabras psicológicas refieren a conductas que pueden no ser observables por otras personas (Skinner las denomina ¨eventos privados¨): diálogo interno, imaginación, emoción, percepción propio e interoceptiva, atención sensorial. Algunas de ellas son en parte observables y en parte no (emoción, atención). En el caso del diálogo interno, las conductas son inicialmente observables e interpersonales y la persona aprende luego a ocultarlas y dirigirlas a sí mismo, pero no hay una diferencia esencial de su función. Son conductas que se aprenden en un contexto social (Vygotski, Bandura, Skinner). Existen varios conceptos relacionados con la concepción cartesiana de la mente, que llevan a confusión y requieren análisis: interno-externo, público-privado, manifiesto-encubierto, físico-mental, observable-no observable. Acerca de la distinción interno-externo: toda conducta es en realidad ¨interna¨ al organismo, lo externo es su efecto. Si hablamos de la facilidad de observar efectos no es una oposición dual sino una gradación. Como señala Kantor, lo oculto de un acto no debería inducir a pensar en él como una cosa mental, porque nada podría estar más escondido de la observación que el acto de la digestión. Dice Ryle que, como solemos pensar en silencio, muchos piensan que ese silencio es la esencia definitoria del pensamiento y que a veces lo hacemos público, pero el silencio no es esencial sino un artificio a menudo conveniente para ocultar lo que inicialmente es público. Dice Vygotski que el niño aprende las conductas primero a nivel social y luego a nivel individual, primero entre personas y luego consigo mismo (intrapsíquico), y las funciones superiores se originan como relaciones interpersonales. Mediante distinción de términos psicológicos la comunidad lingüística clasifica formas particulares de interacción de una persona consigo misma y con otras. Privado a veces refiere a lo característico, singular, propio, específico de alguien. En este sentido es tan privado mi pensamiento como mi manera de tocar el piano (conducta observable o no por otros), y no debería provocar mayor sorpresa el hecho de que alguien responde a sus estímulos privados que pensar que ¨Francia no puede tener la historia de Inglaterra¨. Público a veces refiere a algo consensuado y convencional. En ese sentido, toda descripción lingüística, aún no observable como hablarse a sí mismo en silencio, es un evento público. La conducta se puede definir como un evento del organismo (algo que puede ocurrir o no, y puede determinarse de alguna manera su ocurrencia, a diferencia de los términos que no aluden a acontecimientos singulares) que tiene relaciones funcionales, que puede entenderse como respuesta (reactiva en relación al antecedente, conducta respondiente) y/o como acción (activa en relación a los efectos, conducta operante). El efecto puede operar cambios sobre el objeto de estímulo y sobre el propio organismo. La conducta puede ser o no observable para otros, también son conducta los pensamientos o emociones. Los estímulos con los cuales se relaciona la conducta pueden estar presentes en lo inmediato o no (en cuyo caso la relación es implícita, a través de un estímulo presente que lo sustituye y con el cual se aprendió una relación). Aunque no haya objetos mentales, sí es cierto que los enunciados mentales difieren de los físicos y que existe cierta ambigüedad respecto a la atribución de algunos estados mentales, pero a través de las reglas que impone cada contexto cultural y cada aprendizaje individual para usar cada término psicológico (por ejemplo, hasta qué punto lo que una persona llamaría ¨amor¨ coincide con lo que otra persona de la misma u otra comunidad llamaría ¨amor¨?). Este es un terreno válido para una construcción conjunta de significados, del cual pueden hacer uso a su modo las distintas escuelas de psicoterapia. 3.5. El inconsciente. El inconsciente como agente interno homuncular es seductor por su aire animista, pero no explica (tiene las mismas características de la persona). Los eventos privados son válidos dentro de una explicación, pero también hay que explicarlos. En la psicología empírica se usa el término como adjetivo, no como entidad: se llama inconscientes a las conductas que no reciben atención, y en el caso de causas inconscientes es más claro decir desconocidas (que evita imaginarlas en un supuesto depósito oculto). Aunque la psicología empírica acepta que existen muchos procesos no conscientes, rechaza la concepción del inconsciente como un reservorio que contiene motivos, deseos, preferencias, etc. Loftus y Klinger lo llaman ¨inconsciente tonto¨, porque los procesos parecen ser automáticos y poco complejos, a diferencia del inconsciente agencial y complejo. La idea de inconsciente tiene una historia previa a Freud en autores que plantean la percepción no consciente (Leibniz, Herbart, Helmholtz, Nietzche). En sucesivas investigaciones (Bruner, Erdelyi, Kihlstrom, Greenwald) se estudió la percepción no consciente. Los resultados fueron: 1. Si bien hay pruebas de reacciones no conscientes, estas no parecen exceder cierto nivel de complejidad (son actos simples e inflexibles), 2. Se explican mejor como sesgos de respuesta, en términos de selectividad y filtros, que no implican un procesamiento de información complejo e intencional (censura, defensa, represión, etc.), 3. No hay apoyo para el bagaje conceptual que acompaña la idea psicoanalítica de inconsciente (como un agente, homuncular, isomorfo al yo, capaz de decidir). Los procesos no conscientes parecen ser poco complejos e inflexibles (de tipo automático), y no un sistema intencional isomorfo al yo pero no consciente (concepción que, además de no recibir apoyo empírico, ya de por sí es homuncular). Greenwald plantea la metáfora de los filtros de email, que descartan mensajes por rasgos superficiales sin precisar ¨entender¨ el mensaje o la razón por la cual es amenazador o indeseado. Lo mismo ocurre con la percepción selectiva (que explica fenómenos como el autoengaño, la defensa perceptual o la negación). Esto evita también la paradoja (si uno lo interpreta como una instancia que engaña a otra) de saber algo y no saberlo a la vez (¨un saber no sabido¨). 3.6. Las razones no son causas (Wittgenstein). La afirmación de que las razones no son causas plantea que la relación es más compleja que una igualdad (ver conducta gobernada por reglas), y que las metodologías de investigación empírica y construcción de significados son distintas. (Una línea hermenéutica más radical propone con este argumento evitar la investigación experimental que es requisito de las ciencias empíricas, pero no es esa nuestra propuesta, sino más bien investigar empíricamente la relación entre las conductas de dar razones y las conductas que esas razones refieren). La concepción de un "deseo inconsciente" ya recibe críticas de Wittgenstein (las intenciones no conscientes son ficciones especulativas atribuidas por el analista, interpretar no es descubrir sino persuadir, lo cual es peligroso si se confia en una supuesta ¨neutralidad¨). El mecanismo de asociación libre genera nuevas relaciones de significado y la interpretación también, en una proliferación exponencial, pero no necesariamente los significados existían previamente ni son la causa del pensamiento o conducta original. Dice Wittgenstein que usando el mismo mecanismo podría encontrar razones para la ubicación de los objetos esparcidos sobre una mesa, y sin embargo no encontraría la causa de esa ubicación. El principio que garantizaba la verdad de la interpretación era su efecto, pero como distintas intervenciones son efectivas ese criterio no es válido (Grunbaum). La aceptación de esa razón hallada es un asunto de persuasión más que de hipótesis causal. Para sostener una hipótesis causal se busca una regularidad en la que un evento sigue a otro y se generaliza como hipótesis ¨si ocurre A, ocurre B¨, pero para sostener una razón de una conducta no hace falta ningún número de casos, sino la sincera confesión de que ¨hice la acción B por la razón A¨, por eso sostener una razón no es sostener una hipótesis. Las razones explican lo que la acción significa para el agente, la relación entre razón y acción es gramatical, no empírica, es lo que hace inteligible la acción. El psicoanálisis se basa en la estrategia de ampliar la explicación intencional (propia de la psicología del sentido común, y que remite a creencias y deseos) a motivos no reconocidos por el agente (razones inconscientes), y luego teoriza sobre esos motivos con una teoría basada en las metáforas de la metafísica cartesiana y de la hidráulica. Esta estrategia hace inteligibles acciones antes no explicadas, y resulta bastante facil de aceptar por su parecido con la psicología del sentido común. La confusión entre razones y causas la explica Bouveresse: Freud trata la razón de una acción como una causa cuando supone que puede conjeturarse científicamente y confirmarse por la aquiescencia del sujeto que reconoce que tiene esa razón, y trata la causa como una razón cuando supone que las causas que buscan pueden conocerse de esa forma, que no tiene nada que ver con la forma en que la ciencia verifica sus hipótesis causales. Freud toma el consentimiento del paciente como confirmación de la explicación causal, y el disenso como indicador de una hipótesis desacertada o como resistencia del paciente. Esta confusión genera el círculo autoconfirmatorio en la sesión. En este sentido, el psicoanálisis propone una extensión de nuestra psicología ordinaria (atribuir intención inconsciente), pero no una genuina explicación de la acción humana, que sería causal y remitiría al contexto y la historia del sujeto. Una persona puede tener una razón para la acción, realizar la acción, y aún así que esa razón no sea su razón para la acción. Una buena razón para A puede no ser la causa de A. La conducta de dar razones se suma a la de actuar de diferentes maneras, no necesariamente causales. El caso más cercano al causal es la conducta gobernada por reglas. La concepción cartesiana propone a la mente como una cámara interior, amueblada de ideas que podemos describir como describimos el mundo externo. Lo que aparece en la cámara es inmediato e indudable, lo externo es inferido y sujeto a duda. Freud adapta esta concepción al lenguaje de su época, con fluidos, fuerzas y cantidades de energía. Wittgenstein critica esta concepción: no hay acceso privilegiado, porque se precisan de criterios externos para hablar de procesos internos, y el vínculo no es causal sino gramatical. Pero hay un privilegio gramatical: mi expresión sincera de términos psicológicos (yo creo, siento, deseo), si el contexto de conductas es apropiado, es el criterio para que otros me atribuyan el estado psicológico. No es que tengo conocimiento privilegiado, sino que si el contexto es adecuado y sé usar las palabras de sensación por ejemplo, ¨no puedo estar equivocado¨ (se aceptará lo que yo diga, tesis de incorregibilidad). No ocurre igual con emociones y actitudes: puedo equivocarme, confundirme o autoengañarme (no hace falta imaginarlo como dos personas dentro de mí, una engañando a la otra, simplemente insisto en pasar por alto lo que para otros es obvio, es un sesgo atencional más que un engaño). La concepción de motivos inconscientes desafía el privilegio gramatical, porque ocurrió un quiebre en la racionalidad (digo que quiero algo y hago lo opuesto). Pero en tal caso, no es necesario esencializar un objeto inconsciente, pulsión, representación o fantasía: basta con señalar una disposición estable para actuar que es contraria a los deseos que se manifiestan. Por ejemplo, a quien dice desear una pareja y suele boicotear sus relaciones, se le atribuye un deseo de evitar la intimidad, o temor a la pareja, aún si no lo reconoce. Sería un patrón de conductas consistente, aunque desconocido, y esta idea es similar a la de esquema no consciente. Los mecanismos de defensa son hábitos de pensamiento y acción. Así como no es necesario hablar de un dolor inconsciente porque su único sentido es ¨tiende a comportarse como si sintiera dolor¨, no es necesario hablar de deseo inconsciente ni de represión: se identifican los patrones de conducta y la inatención selectiva a ese patrón. En síntesis, la conducta humana tiene muchísimas causas e influencias que la persona desconoce, incluso sus propias conductas pueden ser desconocidas para la persona si no aprendió a reaccionar de cierta forma ante ellas. Pero esas causas desconocidas no son psíquicas en el sentido (cartesiano) en que lo plantea el psicoanálisis, y no hay que buscarlas en un lugar oculto e interno ("profundo") sino en la conducta, la emoción y el pensamiento, investigando sus regularidades, capacidades y dificultades. El reconocimiento del patrón de conducta no es una mera aceptación verbal sino más bien una transformación en la conducta global, una reducción del autoengaño, una intención consciente de cambiar ese patrón que implicitamente reconoce su existencia. No estaremos más seguros de encontrar la "razón verdadera", pero es posible construir nuevas razones para explicar las cosas y nuevas conductas alternativas a las que generan malestar. No se propone la negación a atribuir estados psicológicos (envidia, celos, miedo, creencias y deseos, etc.) para explicar la conducta, sino el análisis del uso de los términos psicológicos (Wittgenstein, Ryle, Skinner). Los términos psicológicos son ambiguos y engañosos, y se usan de distintas maneras. Si atribuyo deseo infiriendo a partir de la acción (sé que tiene hambre porque está comiendo, sé que tiene bronca porque grita), el uso es disposicional, no refiere a algo fuera de la acción que la cause sino que califica a la acción (come con hambre, grita con bronca), y sobre todo no explica la conducta (la explicación es circular si no remite a un evento que se defina con independencia del efecto). Pero también puedo llamar deseo a la conducta de imaginar algo como gratificante (me imagino tomando sol en el Caribe), a la percepción de un evento privado (sensación de hambre) o a la conducta verbal de expresar un deseo (decir ¨me tomaría un helado¨, puede ser una conducta respondiente u operante), en tal caso el deseo puede ser causa o no según sus relaciones con otras conductas, a la vez que debe explicarse (no es causa iniciadora) por otra causa previa (la situación, la historia de la persona). Lo mismo pasa con la creencia: en algunos casos se usa como metáfora (actúa como si creyera que...), como disposición (creer en algo no implica que se esté pensando en eso, Wittgenstein dice: creí que esta silla me sostendría, es decir nunca pensé que se rompería), o para calificar una acción, mientras que otras veces refiere a una conducta de expresión verbal o de imaginación. En todo caso, a partir del término psicológico habrá que encontrar el sentido con el cual se usa y las relaciones funcionales pertinentes. En cuanto al uso para calificar la acción, una acción puede describirse desde distintos niveles según la inclusión de sus efectos (por ejemplo apretó el gatillo y la bala lo mató, lo mató disparando con un arma) como parte de la intención, pero aún siendo posible puede no ser cierta (voy a la puerta y voy al norte, pero no es cierto que intento ir al norte y sí que intento ir a la puerta). Puedo tener la razón para hacer algo y hacerlo, y aún así no hacerlo por esa razón. Que una razón sea causa es un caso particular de muchos posibles, y hay que investigarlo. El psicoanálisis propone a veces una visión omni-intencionalista y racionalista del hombre. No hay negligencia (provocar un efecto sin intención pero con descuido), no hay error (intentar algo y no lograrlo), no hay consecuencias no intencionales de la acción, todo se subsume en intenciones inconscientes. Se podría resumir como la falacia ¨si la acción tiene como efecto P, tiene la intención de P (lo acepte o no el agente)¨. 3.7. La idea de las instancias del aparato psíquico. Ya hablamos del error de considerar el psiquismo, la mente o la conciencia como un lugar o una cosa. Es también un error el negar su existencia, negarse a atribuir términos psicológicos. Como dice Wittgenstein, la mente no es un algo, pero tampoco es una nada. Se entiende mejor cuando ampliamos nuestras categorías sobre las palabras, y nos damos cuenta de que no siempre las palabras refieren a cosas. A veces refieren a propiedades de otras cosas, o a cambios, de los que se puede decir que están ocurriendo o no en determinado momento. La conducta es un caso así. Pero en otros casos no referimos a un evento ocurrente o no, sino a una capacidad de ocurrir. Puedo decir que alguien sabe inglés, incluso si está durmiendo o está hablando español, y me refiero a que tiene una capacidad, no a un evento actual. La conciencia no es un lugar sino una capacidad. Ni siquiera es ¨algo que ocurre en el cerebro o en una de sus partes¨, como si hubiera que ubicarla en algún lado, aunque es cierto que el cerebro es necesario para la capacidad de conciencia. En vez de ubicarla en el espacio (lo que implicaría que es un lugar o cosa), al considerarla una propiedad se ve que es predicable de una persona u organismo como todo (no de su cerebro), y es una propiedad relacional (implica ser capaz de ciertas conductas respecto a ciertas situaciones, por ejemplo de describir si me preguntan o de reaccionar si me gritan) y disposicional (implica ser capaz si ocurren ciertas condiciones, y no necesariamente en el momento en que se predica). Una vez aclarado el tema de la mente como capacidad en vez de como lugar, a qué se refieren las instancias o provincias psíquicas? Se pueden clasificar las capacidades de acuerdo a algún criterio. Así se suelen distinguir capacidades sensoriales, motoras, volitivas, afectivas, cognoscitivas, mnémicas, etc. La clasificación será de utilidad o no según el caso. La distinción Yo-Ello-Superyo marca sobre todo la tensión entre deseos egoístas y exigencias sociales. La distinción es válida como una más, pero conlleva el riesgo de tomar las instancias como homúnculos, pensar que se explica cuando sólo se describe (sólo se da un nombre nuevo: un superyo débil no explica la escasa culpa, pues esto último es el criterio que define un superyo débil), pensar que existen en forma estable (sólo se puede distinguir las ¨instancias¨ cuando las conductas tienen contingencias de reforzamiento contradictorias). Esta ¨ficción cómoda¨ lleva a que dejemos de observar y explicar efectivamente. La explicación de las instancias cae con frecuencia en posiciones esencialistas (por ejemplo al explicar las diferencias entre los géneros por la resolución del complejo edípico). Para dar un ejemplo del esencialismo de género y negación de lo social, cito a Dolto: ¨El Yo de las mujeres es en la mayoría de las ocasiones de las ocasiones más débil que el de los hombres. Su superyo es rudimentario (salvo en los casos de neurosis). Es porque no tiene superyo porque lo tiene menos- por lo que la mujer aparece llena de gracia, es decir, de presencia. Obsérvese como el niño, que no tiene superyo, está también lleno de gracia¨. El desarrollo de la conducta moral se explica mejor teniendo en cuenta las normas del contexto social (Bandura) y los procesos de aprendizaje (refuerzo y castigo, modelado, autocontrol, reglas verbales). 3.8. Una mitología poderosa. Dice Wittgenstein que el psicoanálisis es una mitología poderosa, de la cual es dificil desembarazarse. Señala que, a pesar de que según Freud sería muy dificil que la gente acepte su teoría, fue más bien al revés: la teoría sedujo casi de inmediato y se volvió parte del sentido común popular. Lo que hay que explicar no es la resistencia sino la seducción que ejerció el psicoanálisis en el siglo 20. Wittgenstein se pregunta las razones de esta seducción. Por un lado señala que es una ampliación del sentido común (ver razones y causas), por otro es similar a muchos mitos que se encuentran ampliamente esparcidos en la cultura. Uno es el mito de la ¨intencionalidad oculta¨ en el que se basan las explicaciones animistas, el misticismo religioso o las teorías conspirativas tipo Expedientes X: algo oculto nos domina y dirige todo lo aparentemente irracional o azaroso, la realidad es un texto a descifrar para hallar esas razones secretas, hay una verdad oculta y revelarla nos liberará de su dominio. Otros son los clásicos mitos de la concepción cartesiana (los homúnculos, el aparato psíquico como lugar, la oposición entre el alma agencial y los mecanismos deterministas tipo máquina, etc.). Van Rillaer agrega otras razones, algunas de ellas especulan en relación al contexto histórico en que surge el psicoanálisis. 1) Freud habló de sexualidad en una época de mucha represión sexual, y por este factor su teoría adquirió popularidad rápidamente. 2) Es una teoría con aspecto científico que permite explicar cualquier fenómeno, no importa cuan complejo sea, lo cual es muy atractivo para adoptar como ideología (pero muy distinto de una teoría rigurosa). 3) Posee rasgos similares a la religión (fe en lo invisible, apelación a la autoridad y las escrituras, ritos de iniciación, ortodoxias y herejías), ocupa el lugar de una ¨religión laica¨ en un período histórico de crisis de las religiones. 4) No menos importante es el tono literario de Freud: su libro sobre los sueños, dice Van Rillaer, es tan apasionante como Los cuentos de las mil y una noches, se presenta como el ¨Abrete sésamo¨ de la maravillosa caverna simulada en los repliegues del alma. 5) Por último, ciertamente no todo en la teoría es falso, pero los datos más válidos (por ej. las trampas del amor propio, la importancia del lenguaje, la relevancia de los vínculos humanos) no son específicamente freudianos, sino que se encuentran ampliamente esparcidos en otras teorías psicológicas y filosóficas (se podría resumir que en la teoría lo original no es cierto, y lo cierto no es original), lo cual hace innecesario aceptar indiscriminadamente el todo (los temas antes cuestionados) a fin de rescatar las ideas válidas. 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Por Manfredo Teicher Narciso, Edipo, Hamlet, Ofelia, Layo, Yocasta y tantos otros, son productos fantásticos de una mente humana que enfrenta un eterno conflicto heredado de la filogenia: el deseo de usar al otro, convertido en objeto significativo, cómo, cuándo y dónde se le antoja al sujeto; y la necesidad de convivir con él (que desea lo mismo). Como transacción dialéctica surgieron las normas culturales donde la prohibición del incesto y del homicidio puso las bases de una legislación que incluye en su motivación altos ideales utópicos de Libertad, Igualdad y Fraternidad. La historia de la humanidad obliga a pensar que nuestros ideales pretenden modificar una naturaleza que insiste en oponerse a que la utopía se concrete. En los momentos que nos detenemos a reflexionar sobre ellos, nos quedamos fascinados con la belleza de estos ideales. Pero del choque con una realidad que los desmiente surge un amargo despertar. A pesar de ello, el ingenio del ser humano seguirá proyectándolos en un hermoso futuro mientras felices fantasías nos permiten disfrutarlos soñando con mundos, quizás imposibles; mientras compiten con otras fantasías, no tan felices, de un cercano Apocalipsis. El psicoanálisis estudia y desmitifica al ser humano que con su poder los ha creado. Contribuye a su comprensión y quizás, también a que la utopía lo sea menos. Edipo concretó el deseo incestuoso de la criatura humana y eliminó al molesto rival. Todo varón tiene la opción de elegir entre emular a Edipo o identificarse con Hamlet que venga al padre, asesinado por la madre en complicidad con su amante, tío de aquél y hermano de la víctima. Historias que ilustran un dato universalmente conocido: que esa institución imprescindible que constituye el crisol familiar, no carece de riesgos. Quizás también esté la posibilidad de identificarse en algún momento con Narciso, el que, abusando del poder que le otorga su juventud y su belleza, desprecia sus conquistas, se autosugestiona, convenciéndose que su imagen reflejada, es aquél otro significativo, tan necesitado. Así puede prescindir del otro, real. La fantasía es un arriesgado terreno muy útil como defensa pero resulta muy peligroso cuando atrapa al sujeto fascinado y encandilado con la magia que es capaz de realizar. La fantasía compite con la realidad, tan imprescindible como aquella para conservar una frágil y delicada salud mental. Hace más de 100 años, Freud infligió la 3ª herida al Narcisismo de la especie, con el descubrimiento del Inconsciente. El culpable de la primera herida al Narcisismo humano fue Copérnico al señalar el lugar que ocupa la Tierra en el sistema solar. Darwin aplicó la segunda herida narcisista al emparentarnos con los monos, con su teoría de la evolución. ¿Qué es El Inconsciente? Algo o alguien que nos habita, al cual no conocemos. No sabemos que estamos habitados por ese algo o por alguien. Y posiblemente ni queremos saberlo. Desde entonces, la visión del ser humano, de la enfermedad mental, tanto individual como colectiva, hay que verla, o se puede verla, desde un ángulo muy distinto a lo acostumbrado hasta ese momento. ¿Qué es El Inconsciente? ¿Por qué es inconsciente? ¿Por qué no lo conocemos? ¿Cómo funciona el psiquismo humano? ¿Cómo funciona el ser humano? A partir del descubrimiento de ese Inconsciente, ha cambiado la visión que teníamos de nosotros. El psicoanálisis es un escalón avanzado en la cultura. Debería ser considerado el otro extremo del animismo primitivo que aún muestra la profundidad de sus raíces en toda manifestación humana. Sus postulados básicos son: La existencia de un Inconsciente eficaz imposible de eliminar. La existencia de un conflicto psíquico al pretender evitar y/o controlar la eficacia de ese Inconsciente. En una sencilla experiencia muy ilustrativa, podemos darnos una idea del Inconsciente, observando criaturas de entre uno y tres años de edad. Hagamos la prueba. Observemos un buen rato, cómo funcionan los infantes de esa edad. Cómo funciona una criatura sola, con otras criaturas de la misma edad, con otras mayores o menores, o con los adultos. Tengamos paciencia y tratemos de ser objetivos. Investiguemos cómo se conducen, cómo se relacionan, con los objetos, con los otros. Esta sería la primera parte de este ejercicio. La segunda parte consiste en tratar de observarse a sí mismo. Tomemos nota sobre la conducta, las tendencias, los deseos, los impulsos, que cualquiera de nosotros, adultos, tiene. Aunque no lleguemos a actuarlos. Sin embargo, a veces, en determinadas circunstancias, algunos impulsos o deseos, si se convierten en acción. Cuando “perdemos el control”. Decimos o hacemos algo, de lo que después nos arrepentimos. Reconocer esto significa “hacer insight”, nada fácil y generalmente, desagradable. ¿Qué encontramos si intentamos ser sinceros con nosotros mismos, lo cual no es sencillo? Quizás podemos encontrar que en el fondo, nuestros deseos, nuestros impulsos, no están lejos de las conductas infantiles. La hipótesis es que nosotros, si pudiésemos, seguiríamos actuando de esa forma toda la vida. En la infancia, la criatura humana está tranquila y contenta, si sus deseos están satisfechos. Sin embargo el “berrinche” aparece inevitablemente como reacción a la frustración. Podemos observar entonces un aspecto temido de la condición humana. Caprichosos, prepotentes, egoístas, intolerantes, furiosos, violentos. En esos momentos, el mundo continúa su existencia porque no hay fuerza suficiente para acabar con él. Pero el deseo de destruirlo aparece dramáticamente. La furia surge cuando la realidad no es, como se pretende que sea. El mundo no está incondicionalmente a nuestra disposición. Si podemos hacer un “insight”, una visión interior y encontrar dentro de nosotros esos impulsos, esas “ganas” de actuar en una forma casi idéntica a la de una criatura de entre uno y tres años, podemos conocer al aspecto más temido del Inconsciente. Que, en el mejor de los casos, desarrolla su poder en el ilimitado e inofensivo campo de la fantasía. Otra vía, tan importante e ilustrativa como ésta, es la conducta perversa (o psicótica) de una masa humana, de una multitud, de un pueblo, de los miembros de una institución, de un club de fútbol, por ejemplo. ¿Cómo actúan con respecto a los otros clubes, cómo actúa un pueblo con respecto a otros pueblos? Los adeptos a una religión con respecto a otras religiones. ¿Cómo se relacionan entre sí, los miembros de un grupo y cómo, con los miembros de otros grupos? Separando la conducta socialmente aceptada y valorada, que también se presenta, nos queda “El Inconsciente” al descubierto. La impunidad o la ilusión de impunidad, es una justificación aparentemente muy importante para liberar lo que el individuo sólo, aislado, se esfuerza en reprimir. “Normalmente” las tendencias prohibidas para un adulto, quedan reprimidas en el Inconsciente. Donde volvemos a encontrar los deseos e impulsos caprichosos, prepotentes, egoístas, intolerantes, furiosos, violentos. En la conducta del grupo humano, al satisfacer deseos perversos, convirtiendo en acción impulsos egoístas que todos tenemos, vamos conociendo el contenido del Inconsciente humano. Generalmente no actuamos como las criaturas mencionadas, o, cuando actuamos en forma parecida, la acción es mucho más controlada para no ser calificada de psicótica. A los dulces angelitos, cuando actúan espontáneamente, lo que es típico de la edad, solemos respetarles sus caprichos o aún quererlos más, porque no pueden actuar de otra forma. Los adultos, para convivir en sociedad, por lo menos en el grupo de pertenencia, intentamos encerrar y ocultar en el Inconsciente, impulsos y deseos perversos, prohibidos por el consenso. Tratamos de controlar tales impulsos. Gastamos mucha energía en mantener el control sobre ellos, o sea, en reprimirlos. Estoy hablando del miedo a la locura. Porque el descontrol individual, muy tolerado en una criatura, en un adulto es sinónimo de locura. Las distintas escuelas que surgieron bajo el influjo de las enseñanzas de Freud continúan profundizando en nuestra naturaleza intentando aprehender, entender y explicar porqué coexisten tanto nuestra necesidad como nuestra dificultad de convivir amablemente con los otros semejantes necesitados, ilustrando los distintos aspectos de la salud y de la enfermedad mental. Desde convertir los escritos de Freud en un dogma sagrado frente al cual toda crítica no es otra cosa que señal de maldad o locura; hasta el otro extremo que desprecia y niega todo valor a los postulados básicos del Psicoanálisis; se hallan infinidad de matices intermedios que a la vez no dejan de confundir pero tampoco de enriquecer este campo. Es tarea de la ciencia cuestionar sin cesar sus supuestas verdades y darle su modesta dimensión a la elaboración y encuentro de nuevas síntesis para enriquecer su eterna espiral dialéctica. Lo contrario compite a la religión que desalienta y prohíbe la discusión de sus postulados básicos. Freud, que surgió con una firme formación científica se atrevió a modificar sus premisas. En 1950 se encontró una obra inconclusa: “Proyecto de una psicología para neurólogos”. Escrito en 1895, fue su último intento de continuar por el camino de la neurofisiología, que no cesan de exigir los supuestos defensores de una ortodoxia científica. Es necesario e inevitable dar el salto cualitativo que implica pasar de la indiscutible base orgánica, fisiológica, a la esfera psicológica que no puede aferrarse a su origen (por lo menos, en el actual estado de sus conocimientos) y no sólo despegarse sino crear sus propios conceptos y unidades de medida. Recurriendo a mitos ancestrales, como Edipo y Narciso, se introduce en lo que acepta que domina gran parte de nuestra naturaleza: la fantasía, la ilusión, el reino de la magia. Un terreno en el cual la orgullosa razón humana puede declararse impotente. Aunque esa misma razón, usando la indiscutible brillante inteligencia humana para su defensa, logra elaborar fascinantes argumentos que ocultan, ya que no los pueden eliminar, lo que de otro modo generaría tal exquisito dolor que un círculo vicioso de rabia y angustia sería su lógica consecuencia. Mientras la ambigüedad se impone con inevitablemente subjetivas unidades de medida como el Bien y el Mal. No cabe duda que Freud con el Psicoanálisis ha invadido y muchas veces conquistado la cultura del siglo XX. Pero ¿cuál es el cambio que produjo? Nos hablan del Fin de las Ideologías. Del Fin de la Historia. Esto significa que ¿terminaron derrotadas las ideologías (de derecha y de izquierda) y que termina la evolución de la historia para estancarse? O ¿han quedado desenmascaradas las ideologías y el sentido (la finalidad) de la historia humana? Me inclino por esta última opción, que el Psicoanálisis propone. El Psicoanálisis denuncia lo manifiesto. Lo superficial, la cubierta, la máscara. El barniz social que oculta a lo latente, que es lo fundamental. Pretende encontrar el Verdadero Sentido de los hechos. Freud plantea interrogantes. Mezclándolos con atrevidas y dramáticas observaciones: "...el ser humano no es un ser manso, amable, a lo sumo capaz de defenderse si lo atacan, sino que es lícito atribuir a su dotación pulsional una buena cuota de agresividad. En consecuencia, el prójimo no es solamente un posible auxiliar y objeto sexual, sino una tentación para satisfacer en él la agresión, explotar su fuerza de trabajo sin resarcirlo, usarlo sexualmente sin su consentimiento, desposeerlo de su patrimonio, humillarlo, infligirle dolores, martirizarlo y asesinarlo. "Homo homini lupus” [..] de ahí, también, el mandamiento ideal de amar al prójimo como a sí mismo, que en la realidad efectiva sólo se justifica por el hecho de que nada contraría más a la naturaleza humana originaria. Pero con todos sus empeños, este afán cultural no ha conseguido gran cosa por ahora. La cultura espera prevenir los excesos más groseros de la fuerza bruta arrogándose el derecho de ejercer ella misma una violencia sobre los criminales, pero la ley no alcanza a las exteriorizaciones más cautelosas y refinadas de la agresión humana." "No es fácil para los seres humanos evidentemente renunciar a satisfacer ésta su inclinación agresiva; no se sienten bien en esa renuncia. No debe menospreciarse la ventaja que brinda un círculo cultural más pequeño: ofrecer un escape a la pulsión en la hostilización a los extraños. Siempre es posible ligar en el amor a una multitud mayor de seres humanos con tal que otros queden fuera para manifestarles la agresión. En una ocasión me ocupé del fenómeno de que justamente comunidades vecinas y aun muy próximas en todos los aspectos se hostilizan y escarnecen: así españoles y portugueses, alemanes del Norte y del Sur, ingleses y escoceses, etc. Le di el nombre de "narcisismo de las pequeñas diferencias" que no aclara mucho las cosas.” “Cuando, con razón, objetamos al estado actual de nuestra cultura lo poco que satisface nuestras demandas de un régimen de vida que propicie la dicha; cuando, mediante una crítica despiadada, nos empeñamos en descubrir las raíces de su imperfección, ejercemos nuestro legítimo derecho y no por ello nos mostramos enemigos de la cultura. Nos es lícito esperar que poco a poco le introduciremos variantes que satisfagan mejor nuestras necesidades y tomen en cuenta aquella crítica. Pero acaso llegaremos a familiarizarnos con la idea de que hay dificultades inherentes a la esencia de la cultura y que ningún ensayo de reforma podrá salvar." "El Narcisismo de las pequeñas y de las grandes diferencias" es un concepto que sugiere pero que "no aclara mucho las cosas". ¿Podemos continuar su desarrollo? ¿A dónde nos conduce? Marx y Freud permiten una interpretación de la historia. Mientras Marx lo enfatiza, Freud se niega, se opone a toda Weltanschauung (cosmovisión) pero señala el camino. Y en el caso del Psicoanálisis, la interpretación que se haga con su auxilio siempre será una hipótesis que estará de acuerdo con lo que uno cree encontrar en el Inconsciente humano, o sea, en nuestra naturaleza. No deberíamos traicionar el espíritu del Psicoanálisis dejando de lado la poco elegante tarea desmistificadora que Freud inició con mucho coraje. Encarar la interpretación de la historia y de los problemas sociales (la política, la religión, la economía, etc.) a la luz del Psicoanálisis es hacer Psicoanálisis aplicado. Continuando la labor de Freud de Psicología de las masas, El porvenir de una ilusión, El Malestar en la cultura. La premisa básica, única, es la existencia del Inconsciente. El problema, muy complejo, es: ¿qué significa esto? ¿Cuál es el conflicto resultante? Freud describió genialmente dos principios que rigen nuestra conducta, en constante conflicto entre sí. Los llamó Principio de Placer y Principio de Realidad. El Principio de Placer tiende a satisfacer toda necesidad ya, o sea, en el mismo instante en que ésta aparece, lo que significa negarla, lo que no es ningún rasgo inteligente ya que la vida sería imposible si no se satisfacen determinadas necesidades. Por lo que tuvo que imponerse un Principio de Realidad que insiste en forma inteligente, en que algunas necesidades hay que postergarlas y respecto a otras, directamente hay que renunciar a su posible satisfacción. Popularmente entendemos como racional lo que tiende al Pr. de Realidad y como irracional lo que tiende al Pr. de Placer. Nacemos con un amplio predominio del irracional Pr. de Placer que lentamente es dominado por el Pr. de Realidad debido al choque con la realidad. El Pr. de Placer impone otras consecuencias: la intolerancia a la frustración. Toda postergación de cualquier deseo es una frustración que concentra la energía vital del sujeto en furia destructiva. A pesar que el Pr. de Placer tiende al absurdo, rige cómodamente en el campo de la Fantasía y en el oculto terreno del Inconsciente, un anhelo de impaciente rapidez que se convierte en tendencia durante el resto de la vida. A su vez, el Pr. de Realidad presenta otros importantes problemas. La espera, la necesidad de postergar es inevitable. Bien, es imprescindible tolerar un tiempo de espera entre el momento que surge la tensión incrementada por la necesidad y el placer que se experimenta al lograr su satisfacción. Pero, ¿hasta cuándo? Renunciar ¿a qué? y ¿porqué? ¿Porqué yo tengo que postergar o renunciar a algo que otro ni posterga ni está dispuesto a renunciar? Preguntas que se relacionan principalmente con los problemas que plantean los conflictivos campos de la sexualidad y del trabajo cotidiano. Surgió la necesidad de sistematizar a este Pr. de Realidad y con ello infinitos conflictos con variados resultados transaccionales. Por la necesidad de poder garantizar la aceptación de un grupo se llegó a algunos acuerdos quizás un poco apresurados para que el grupo acepte alguna de las tantas sistematizaciones del Pr. de Realidad posibles (ya que son infinitas) convirtiendo dicha sistematización en Ley grupal, un contrato social, a la que deben someterse principalmente los nuevos miembros (los hijos). Dicha Ley, que contiene pautas culturales de convivencia (aspecto principal de las distintas culturas) son los prejuicios que forman un código comunitario e identifica a los miembros de esa cultura. La aceptación y la sumisa obediencia a la Ley garantiza (por lo menos en teoría) el reconocimiento positivo del grupo de pertenencia. Reconocimiento que satisface una necesidad básica del ser humano al mismo tiempo que todo esto ilustra nuestra condición gregaria. El psiquismo humano, cuya función es administrar la economía del cuerpo a cuyo servicio lo ha dispuesto la naturaleza, está lejos de ser un aparato simple. Y nuestra inteligencia encuentra obstáculos muy serios al intentar conocerlo. El orgullo narcisista se resiste a reconocer estas dificultades que señalan los límites de su inteligencia. La apertura de Freud es un importante avance que nos acerca pero aún queda un largo camino del que no sabemos si hemos recorrido mucho o poco. Lo que aquí esbozamos son algunas hipótesis cuyo valor heurístico seguramente sea superior a su valor de certeza científica. Volvemos a señalar que la ciencia por un lado, al estar dispuesta a tolerar momentáneas síntesis que deberán ser cuestionadas para lograr nuevas síntesis y el psicoanálisis como ciencia social por otro lado, al tener que aceptar valoraciones subjetivas consensuadas, en un grado muy superior al de las ciencias "duras" como la física, enriquecen y dificultan esta tarea. * Manfredo Teicher Médico - psicoanalista - psicólogo social Miembro titular en función didáctica de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) ¿Por qué nos molestan tanto los lacanianos? IntraMed ha recogido el pensamiento de destacados especialistas en los ámbitos de la psiquiatría, psicoanálisis, filosofía, arte y otras disciplinas, que se publicarán con una frecuencia semanal. Invitamos a nuestros lectores a dejar su opinión en nuestro Foro de Discusión y a votar en la encuesta que encontrarán en la página central de IntraMed. El Dr. Ricardo Coler*, médico y escritor, hace su aporte sobre el psicoanálisis. Ficción y psicoanálisis Por Ricardo Coler Hace unos años presencié un debate sobre ciencia-ficción. Alrededor de la mesa había escritores, editores y estudiosos del género dispuestos a definir qué era lo mejor que se había producido en la materia. A la media hora de iniciada la charla, ya no había nada en lo que podían ponerse de acuerdo. La moderadora, acostumbrada a llevar adelante debates culturales, hacía malabares para mantener la pasión de los invitados dentro de los límites del decoro. No lo lograba. Los partidarios de Isaac Asimov habían dejado de hablarse con los seguidores de Ray Bradbury al tiempo que ambos recibían, en igual proporción, el desprecio de los adeptos a Philip Dick. Replicando un comentario hecho con sorna, uno de los integrantes sacó a relucir una cuestión personal con otro de los panelistas y aunque no obtuvo respuesta el silencio que vino después dejo a todos incómodos. Me era difícil entender cómo una mesa redonda sobre cienciaficción podía llegar a descontrolarlos. Gente grande. Casi al finalizar, cuando todo parecía perdido, hubo al menos algo en lo que lograron coincidir: la ciencia-ficción nunca fue precursora de ciencia alguna. Es ficción, no ciencia. Su lógica no necesita ser rigurosa salvo en lo literario. Nada de lo escrito por un autor de ciencia ficción fue alguna vez fundamento para demostrar algo serio. Era evidente, a la ciencia la consideraban algo serio, y a la ficción, por la que acababan de protagonizar una lucha encarnizada, la relegaban al territorio menor de la fantasía. ¿Realmente la ciencia-ficción no contribuye a las ciencias duras? Es cierto, si se quiere aprender cálculo astronómico las novelas de Julio Verne son de poca utilidad. Pero ¿cómo habrán influido en los actuales ingenieros espaciales las historias que llegaron a sus manos cuando los cohetes eran sólo dibujos de crayón? ¿De qué argumento se nutrió la trama en la que ellos mismos se imaginaron protagonistas? ¿A cuántos esa poderosa máquina de producir identificaciones que es la ficción los terminó ubicando en el propio imaginario, dentro de una historia que los dejó mirando al cielo y fantaseando con poder construir algo para alcanzarlo? ¿Y qué tiene ver el psicoanálisis con esto? Una pregunta que sólo tiene sentido para los que opinan que el psicoanálisis es algo más que una práctica clínica y que su acción merece extenderse fuera del ámbito del consultorio. Que las categorías de las que el psicoanálisis se ocupa implican también una posición filosófica, política y cultural. Que los miembros de una comunidad, aunque nunca hayan pasado por el diván de una analista, pueden afectarse con la difusión del discurso psicoanalítico. Por supuesto que saber de psicoanálisis no implica la posibilidad de resolver el propio síntoma, a veces todo lo contrario. Pero ocuparse de lo real no significa que lo simbólico y lo imaginario dejen de andar por ahí haciendo de las suyas. Entender algo del fantasma, del goce, del deseo, del ideal, de la responsabilidad subjetiva, permite un acceso diferente a las noticias, al arte, a la época que nos ha tocado en suerte y, por supuesto, a la ficción. Para esto último, el equívoco es un buen ejemplo. Aunque no haya un analista para sancionarlo, para oficiar de testigo del lapsus, no es lo mismo confundir un nombre con otro antes y después de Freud. El cine, el teatro y la literatura lo incluyen en sus tramas y eso al menos implica que, en el saber general, se encuentra incorporada la idea del inconsciente. Pobrezas y ausencias: Apenas el psicoanálisis sale del ámbito del consultorio, ya sea para transmitirse como para convertirse en un pensamiento, se encuentra con dos que quieren reclutarlo: el discurso del amo y su pariente cercano, el universitario. Ambos lo esperan en la esquina, son la patota que domina el lazo social y pareciera que no hubiera manera de salir a la calle sin antes arreglar con ellos. Si el psicoanálisis no logra sortear ese obstáculo jamás podrá tener el efecto que no sobre la ciencia pero sí sobre los científicos lograron los autores de ciencia ficción. ¿Y por qué esto tendría que ser un problema? Porque otro pensamiento va ocupando ese lugar sin miramientos. Sabemos que el psicoanálisis sólo es efectivo bajo transferencia, cuando logra buena predisposición hacia él. Eso es algo que funciona bien en el consultorio y no tanto fuera de ese ámbito. Y por ahora, salvo para los que les interesa practicarlo y para algunos otros que pasaron por el dispositivo, el cariño por el discurso psicoanalítico no se muestra muy saludable. ¿Habría entonces algo por hacer sin que sea necesario hacerlo caso por caso? Probablemente no sobre el inconsciente pero sí sobre la cultura. El aporte del psicoanálisis lacaniano a la ficción es pobre. Una pena. El primero ha hecho buen uso del segundo sin demostrar todavía verdadera intención de reciprocidad. Las pocas veces que lo intenta, -y mejor no contar cuando se atreve con la estructura psíquica del escritor a partir de su obra- lo hace con tramas relacionadas al mismo psicoanálisis o a través de personajes que son psicoanalistas. Difícilmente logran eludir la tentación de bajar línea, de dar explicaciones y mucho menos parecen acordarse de que se dirigen a un público general. Los psicoanalistas suelen escribir para otros psicoanalistas. Tomando en cuenta que son generalidades, podría decirse que, en cuanto se sienta a escribir, el analista se encuentra con que su principal aliado, el lenguaje, se le pone en contra. Escribir no es una tarea sencilla y en ella vale la pena tener en cuenta cuestiones relacionadas a los tiempos verbales, al sujeto y al predicado y a los signos de puntuación. Tras un concepto ya de por sí difícil, una frase mal construida resulta letal. Por lo general, cuando un analista escribe para un público no especializado, sobre el tema que sea, lo hace como si todos entendieran. Y no, no todos entienden. Encontrarse con esa característica de manera reiterada, a veces despierta interés pero otras veces sólo genera bronca. Y es cierto, el Otro no existe, pero la verdad es que los lectores se le parecen bastante. Aquel que no quiere ingresar a la práctica pero le entusiasma el pensamiento, pone la mejor buena voluntad para entender a Lacan pero, cuando llega el momento de leer a los lacanianos, esa misma buena voluntad suele degradarse a toda velocidad. Si al segundo párrafo, un autor desconocido, no consiguió capturar la atención del lector, lo más probable es que el texto sea abandonado y con él, algo valioso de lo que nos hubiéramos podido enterar. Que los textos sean complejos tiene lógica para quienes se deciden a estudiarlos pero no cuando pretenden dirigirse a un lector medio. Sería como que un intelectual chino, de mucho prestigio y del que sospechamos que algo meduloso tiene para decir, se dirigiera, en una conferencia para periodistas, escritores y estudiantes en su lengua materna, es decir el chino y sin traducción simultánea. Es muy probable que alguno del público quiera aprender el idioma pero también es probable que la predisposición con la que se escriban los comentarios en los diarios al día siguiente no sea la mejor. ¿Es eso grave? No, salvo que va a ser difícil que alguien vaya a escuchar una segunda conferencia. Solos en la madrugada El problema de que no haya relación sexual, un concepto capital en la enseñanza de Lacan, recién se nota cuando pretendemos que la haya. Si nuestra cultura no tuviera incorporada la fantasía de que un hombre después de esforzarse, encuentra a una mujer que al menos supo esperarlo y que juntos van a ser felices para siempre, sería otra cultura. El cine americano, las series de televisión, las novelas, apuntan a hacernos creer que entre un hombre y una mujer la perfecta armonía y el goce pleno son posibles. La incidencia que sobre la subjetividad han tenido para mal los finales melosos es bastante más extendida que la que tuvo el psicoanálisis para bien. Y me arriesgo, para que se entienda la frase anterior, a utilizar dos significantes tan poco felices como bien y mal. Y la verdad es que felices tampoco es lo más ajustado porque, en definitiva, ¿qué es la felicidad? ¿Y verdad? la tercera palabra de la oración anterior que como todo el mundo sabe tiene estructura de ficción. ¿Y todo el mundo? ¿Se puede decir todo el mundo? ¿Hago bien en totalizar sin descompletar? Basta. Lo único que me falta es citar a Lacan o a Miller. Es tanto el cuidado para escribir que mientras preparo este mismo texto, me doy cuenta de cuán tentadora es la cita o la frase oscura. Si los que escriben ficción tuvieran un acceso amigable al punto de vista del psicoanálisis, las historias podrían tener algo distinto. El lenguaje que la medicina utiliza para la comunidad es bastante lejano a su lenguaje propio, sin embargo inventó una manera de comunicarse que logra sus efectos. Era un saber potente, estaba allí, algo había que hacer. Lo mismo ocurre con la política, la filosofía y lamentablemente con las terapias cognitivas. Mientras tanto hay mucho autor de ficción que no se entera lo que piensan los lacanianos y pierde la chance de reflexionar antes de seducir a los lectores con personajes que creen que los ideales no te aplastan sino que te enaltecen, que el deber es más importante que el deseo y que en una pareja, de dos, puede hacerse uno. El psicoanálisis lacaniano es una posición en la cultura que incluye una manera de pararse frente al discurso capitalista, a la ciencia, a los ideales, a la religión y a la familia. Sin embargo no es tan fácil tener una ligera idea de cómo la sostienen. Creo entonces que le quedan dos caminos, protestar por el avance de las otras disciplinas y seguir lamentándose por su desaparición o entender que hay de propio en este retroceso. Aunque más no sea para evitar que, en el futuro, un escritor, y siempre habrá uno, comience su historia con la frase “había una vez un analista”. O peor aún, que el que la escriba sea, justamente, un escritor de ciencia ficción. *El Dr. Ricardo Coler es médico, escritor y director de la revista "La mujer de mi vida" Vigencia de Sigmund Freud En esta oportunidad publicamos un artículo exclusivo escrito por el psicoanalista argentino, Leonardo Peskin*. Vigencia de Sigmund Freud Leonardo Peskin Abordar la vigencia de Freud conlleva una primera distinción que es diferenciarla de la vigencia en general del psicoanálisis, cuestión más amplia y compleja que abordaremos sólo tangencialmente ya que consideramos que la gran actividad psicoanalítica mundial demuestra su vigencia. Sería un tema aparte referirnos a los intereses para objetarlo por contraponerse el psicoanálisis a algunas expresiones totalitarias, en una época al nazismo, luego al estalinismo y ahora al neoliberalismo salvaje disfrazado de cientificismo. El ser humano como el sujeto, que desconocen las ciencias deshumanizadas es el punto central y en el que se basa el psicoanálisis. A la estadística fría que induce toda decisión de estas nuevas tecnocracias se contrapone el “caso por caso” del psicoanálisis. A diferencia de ciertas tendencias a utilizar únicamente medicación, el psicoanálisis contrapone su uso racional y mínimo, para que cada uno pueda elegir su camino a la curación. La obra freudiana plantea dos vertientes a considerar por separado, la primera es la del descubrimiento en principio del inconsciente y más tarde de otros descubrimientos como el del Complejo de Edipo, el narcisismo y la pulsión de muerte, por mencionar algunos, pero esto debemos diferenciarlo de lo que se puede denominar invento o invención, que se refiere más a una tarea de nominación, lo que implica crear un sistema de pensamiento para dar cuenta de eso otro que llamamos descubrimiento. Freud mismo atribuye su descubrimiento a los grandes escritores y poetas que ya habían abordado en sus descripciones una trama que implicaba el inconsciente, el Edipo, el narcisismo y podríamos agregar la repetición tanática mucho tiempo antes que exista el psicoanálisis. Pero es Freud quién pone en evidencia, se podría decir a la “luz del día” esos aspectos que desde la profundidad determinaban los hechos de la vida de los hombres. Una comparación que he tomando como una caracterización es el descubrimiento de América hecho por Colón, quien descubre algo que por supuesto ya existía, que estaba habitado por nativos, tenía un largo desarrollo cultural previo e incluso ya había sido descubierto por los chinos y los vikingos, pero para Occidente es Colón el que revela esas tierras ocultas. Lo mismo se le atribuye a Marco Polo, como aquel que en sus viajes descubre oriente para occidente, que por supuesto ya tenía una existencia previa milenaria. Pero justamente eso que llamó Colón las Indias Occidentales, es recién Américo Vespucio (1), quién termina determinando dando el nombre América. Es decir que el descubrimiento luego trae o promueve otra tarea de exploración, nominación y especialmente de cartografía. Freud entonces, descubre y además nomina, es decir caracteriza cifrando las cualidades de cada uno de sus descubrimientos, sea el inconsciente, el narcisismo o la pulsión de muerte. Y aquí se abren algunas cuestiones: el descubrimiento plantea que algo preexistente es evidenciado y queda inamovible en la medida que es mostrado, o demostrado, por el que lo descubre; los efectos de las nominaciones y caracterizaciones de los descubierto varían según las teorías que pretenden explicar lo que se halló. Esto es lo que les planteo como invento, ese es el plano que podemos ver como más variable y preocupante, ya que algunas hipótesis teóricas freudianas fueron modificadas por las diferentes corrientes posfreudianas, incluso algunas tienen una pretensión superadora y llegan a cuestionar tanto los descubrimientos como las teorías y nominaciones de Freud. Hay un libro de Pontalis (2), llamado igual que este título “Vigencia de Freud”, que se refiere al mismo enfoque crítico que sostuvo Lacan con relación a cierto rebajamiento del pensamiento freudiano, al ser tomado por algunos psicoanalistas Norteamericanos. Ese libro que nos fue entregado en los 70´, si bien fue escrito en los 50´ con relación al 100 aniversario del nacimiento de Freud, significó también por su color, algo parecido al libro rojo de Mao, una propuesta de revolución permanente para evitar la extinción del psicoanálisis. Esta preocupación aparece ligada a las ideas en boga en los EEUU. Las mismas quejas las encontramos ya en Freud, cuando en “Análisis Terminable o Interminable” critica a la que llama American Prosperity y las modificaciones que trajo en la búsqueda de la eficientización del psicoanálisis. También aparecen objeciones con relación al modo en que Adler y Jung (3) difundían el psicoanálisis en particular en América. Menciono estas líneas de enfrentamiento, porque surgen contemporáneamente a la aparición del psicoanálisis y no solamente como resistencia social, sino como el giro que suelen tomar muchos analistas después de un tiempo de haber transitado la profesión, cuando pretenden reinventar algunas cuestiones establecidas por los que llamaría los maestros. Incluso adquirió esta tendencia una forma de enfrentamiento de países o continentes, psicoanálisis europeo contrapuesto al americano o entre diferentes escuelas europeas. En nuestro medio es más común, entre los que se conservan dentro del psicoanálisis, que intenten enarbolar un aspecto parcial de la teoría para emblematizar una aparente nueva orientación. Pero estas orientaciones padecen esa parcialidad que no encontramos en los grandes maestros, quienes sostienen una teoría y una práctica, que en su desarrollo tiene una armonía que evita estas emblematizaciones, las que pueden como fetiches teóricos pervertir la teoría o la práctica. Para eludir conflictos locales, mencionaría a Adler con sus cuestiones de la protesta masculina que Freud se encarga de discutir. Este es un ejemplo de haber intentado emblematizar un aspecto para cuestionar la teoría haciendo extrapolaciones que fuerzan tanto la teoría hasta que ésta queda fuera del psicoanálisis. Busquen ejemplos locales y notarán analistas que insisten con un tema que no necesariamente es incorrecto, pero por parcial pretendiendo ser llevado a un universal, tergiversa lo que son los conflictos humanos en su complejidad. Es decir que la pregunta acerca de la vigencia de Freud toca el conflicto que caracteriza a las ciencias, incluidas las que pretenden algún estatuto de ciencia social, acerca de quién tiene el liderazgo y pareciera que los psicoanalistas no son diferentes al resto. Aunque Freud haya descripto la tentación parricida, no parece que los psicoanalistas la superen, sino por el contrario, intentan usar los resortes que aprendieron del psicoanálisis para eficientizar su rivalidad tanática. Siempre evoco la anécdota de Freud con Steckel cuando éste decía que él podía ver más lejos porque era un “enano en los hombros de un gigante”, a lo que Freud contestó que en este caso se trataba de “un piojo en la cabeza de un astrónomo” (4). Siendo una disciplina tan joven parece necesario, y así lo consideró Freud, que no se aparte de algunos conceptos que consideraba la base del edificio, pero otros podrían ser modificados. Hace un par de años compartimos un debate publicado en una Revista de la Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados (5) acerca de los conceptos fundamentales del psicoanálisiso, más recientemente formé parte de un panel del Congreso Internacional de Río de Janeiro que comparaba Freud, Winnicott y Lacan (6), y si los revisan notarán ciertos desacuerdos en líneas actuales pero se conservan dentro del psicoanálisis. En cambio cuando vemos las discusiones de Freud con Adler, Ferenczi o Jung el enfrentamiento es por evidentes desvíos de lo que podríamos considerar las bases como: la teoría de la libido, el inconsciente, el Edipo, etc. por eso estos trascendentes autores abandonaron el psicoanálisis y se dedicaron a otros desarrollos. Actualizando la cuestión, siendo todos los psicoanalistas de una u otra manera posfreudianos, lo qué resta es medir qué conservamos de Freud y qué ha sido alterado o abandonado. Hay una singularidad que destaca O. Mannoni (7) en la historia del pensamiento freudiano: ‘Se sabe que Freud, aun superándolas, nunca abandonó ni renegó de una sola de sus ideas. Su vida y el desarrollo de su pensamiento tienen la forma de una Aufhebung continua. No sólo conservó, superándolas, la catarsis de Breuer o el trauma de sus primeras hipótesis etiológicas; podemos decir que hizo lo mismo con las creencias y supersticiones del pasado más remoto. Pero esto implica cierta forma de desaparición…’(8) El estilo freudiano produce un singular efecto de desplegar el espiral del conocimiento, tal como se describe en cuanto al retorno sobre las mismas cuestiones pero con una vuelta superadora, pero tiene un fondo conservador que evita la generación de contradicciones insalvables. Este modo según me parece funciona en aquellos autores que alcanzan una construcción general de su pensamiento, que incluye desde bases sólidas hasta dimensiones especulativas y aun como dice Mannoni, supersticiosas, pero en un equilibrio que no es frecuente en otros pensadores. Algunos son demasiado rígidamente teóricos o burdamente empíricos o fantasiosos. Esto los diferencia de los grandes creadores al no conseguir una composición armónica que es esencial para la obra lograda, y agregaría que incluya en su configuración un cierto misterio que la obra freudiana conserva. Lacan creo que también logra un equilibrio entre la especulación y la demostración, y considero que la base psicoanalítica esencial de ambos está dada porque respetaron el sentido clínico del psicoanálisis. Dado que el psicoanálisis es ante todo una praxis. Aunque algunas ideas puedan ser francamente refutadas como algunas teorías antropológicas, o sobre la herencia que tenía Freud, el equilibrio fundamental se sigue conservando. A la larga el psicoanálisis se puede ir alejando por superación de algunas propuestas freudianas, pero creo que no será fácil obtener un pensamiento que logre la magistral composición teórico clínica y ética que tiene la obra freudiana, así como la visión abarcadora que sólo alcanzan los verdaderos humanistas que hoy escasean o que ya no existen. Hemos vivido los que adscribimos al pensamiento de Lacan un retorno a Freud y yo considero que fue un modo de preservarlo y hacerlo vigente. Por lo menos hasta su excomunión de la IPA, Lacan se dedicó a revisar la obra freudiana, y hacer algunas traducciones que aun no existían al francés. Nosotros los de habla hispana, tuvimos en vida de Freud la traducción de sus obras completas, cosa que tardó más tiempo en muchas lenguas y todavía se está realizando. Una particularidad del pensamiento de Lacan, es que fue de algún modo rompiendo con sus referentes, por un tiempo parecía adherir al estructuralismo, a Hegel, a Heidegger, a la topología, etc. Pero luego se abría, dándole su sesgo propio a cada teoría que fue tomando de los diferentes pensadores. Yo diría que Freud fue la única excepción, fue el único padre teórico que Lacan termina respetando, ya que lo conservó como referente sin ser destituido, y hasta el final de su obra retorna incesantemente a las raíces freudianas. Tomaría como ejemplo su último seminario “Disolución” dictado en Caracas (9) donde culmina su enseñanza, ya que muere al año siguiente, es ahí donde dice la ya célebre frase: “Vengo aquí antes de lanzar mi Causa Freudiana. Como ven no me desprendo de este adjetivo. Sean ustedes lacanianos, si quieren. Yo soy freudiano.Por eso creo adecuado decirles algunas palabras del debate que mantengo con Freud, y que no es de ayer.” Luego compara sus tres registros: simbólico, imaginario y real, y sus propuestas topológicas con las tópicas freudianas. A la topografía freudiana contrapone la topología lacaniana. Las critica pero las compara queriendo acercarlas diciendo: Dice Lacan Hay que decirlo: lo que Freud dibujó con su tópica, llamada segunda, adolece de cierta torpeza. Me imagino que era para darse a entender dentro de los límites de su época. ¿Pero, no podríamos más bien aprovechar lo que allí figura la aproximación a mi nudo? Continúa entre irónico y preocupado por lo que él sentía como deficitario en el modelo freudiano para dar cuenta del deseo, de la pulsión y del estatuto del cuerpo en estos esquemas, no obstante termina diciendo. Con todo, llama la atención que este enmarañamiento no haya impedido a Freud volver después a las indicaciones más notables sobre la práctica del análisis, y en especial sus construcciónes. ¿Debo darme aliento recordando que a mi edad Freud aún no había muerto? Estos fragmentos se los traigo para que vean que hasta el final sostuvo su discusión y respeto por Freud como ejemplo de vigencia. Lo compara con lo que él hizo, con la edad que tiene y se pregunta acerca de sus modelos teóricos, pero intenta justificarlo y quizás también superarlo pero no traicionarlo, en las breves tres páginas sólo habla de Freud mencionándolo 15 veces. Tomando en cuenta estas consideraciones acerca del estilo de Freud, que articula una esperanza yo diría aun romántica de solución a los dilemas humanos, pero anticipando lo sin arreglo desde el más allá del principio del placer, podemos pensarlo como un hombre que cabalga entre el siglo XIX y el siglo XX. Lacan ya es más escéptico tal como se presenta el pensamiento del siglo XX. Quizás estamos esperando al psicoanalista del siglo XXI, pero probablemente ya no sea una figura como Freud o Lacan, sino un conjunto de aportes, o hipótesis más parciales, que alguien pueda integrar en momentos puntuales, para que luego vuelvan a desorganizarse tal como hoy observamos en las teorías del caos o de los interjuegos entre equilibrios y desequilibrios, ya no articulados en un Padre sino en alguna entropía lograda si tenemos suerte, ya sin divinidades ni prohombres. Pensado el tema desde esta perspectiva, lo valioso y vigente del legado de Freud son la calidad de las bases para el desarrollo del psicoanálisis, y para algunos es lo que hace obstáculo a una ciencia deshumanizada posmoderna que expulsa al sujeto, aquel que el psicoanálisis lucha por defender y considerar, el sujeto del inconsciente, del deseo y por ende del fantasma, que conserva por todo esto una singularidad no tipificable en las estadísticas y nosografías inspiradas en el DSMIV o en los requerimientos cognitivistas. Por último agregaría el hecho de que dada las cualidades tan dinámicas del pensamiento de este tipo, se produce la tentación de emularlos, como si se pudiera redescubrir o reinventar lo que ellos lograron. Este sería el riego de algunas especulaciones que llevaron a simplificar lo que son producciones que a Freud le llevaron una vida, y que decidió dejarlas sin solución para no caer en simplificaciones. Hoy en día se tiende a intentar proponer soluciones rebajadas, es el caso de la sexualidad femenina, o del determinismo biológico o hereditario de algunas alteraciones neuroquímicas, que Freud dejó como temas para el futuro, y hoy se pretende clausurarlos como si la ciencia pudiera resolverlos de un modo livianamente uniformizante. El equilibrio magistral de las series complementarias, para que funcionen requieren de una armonía propia, de una ecuación matemática, donde la sumatoria de elementos arroje un resultado clínico plausible. Sin embargo en la actualidad se ven tergiversadas cuando son desbalanceadas torpemente, dando exagerado énfasis a lo constitucional, directamente vinculado a lo genético. También se alteran cuando se plantea una historicidad ingenua desvinculada de la única historia relevante para este tema, que es la determinante del Edipo y del Narcisismo, donde riqueza, pobreza, pertenencia de clase, vida o muerte de seres queridos, son movimientos que se configuran con relación a la castración lograda o fallida. Otra distorsión es la sobrevaloración de un factor desencadenante, elevado a la categoría de evento concreto, sin considerar la resignificación y los diferentes tiempos para la configuración de una neurosis o una psicosis. En esta misma orientación lo que se llama metapsicología freudiana, ya que es una especulación más allá de una psicología, mediante la cual Freud trata de explicar mediante una reflexión compleja cuál sería la causa de un conflicto, o de una neurosis o una psicosis o un fenómeno psicosomático. Desde cierta perspectiva los tres registros lacanianos (10) , también exigen dar cuenta de lo complejo para explicar aun lo más simple, los dramas humanos no son tan sencillos de ser explicados, y mucho menos sencillo es poder ayudar a resolverlos. Cualquier solución demasiado simplista “esconde la basura bajo la alfombra”, y habrá que esperar otro Freud que venga a volver a sacarla y encontrar otra solución. Referencias: (1) En 1501 se trasladó a Lisboa desde donde partió nuevamente al Nuevo Mundo, esta vez bajo bandera portuguesa, en la expedición que dirigía Gonzalo Coelho a instancias del rey de Portugal, en busca de la 'especiería', en las Molucas. Con salida desde Lisboa, tras pasar por Cabo Verde, llegó a Brasil a finales del mismo año y bordeando la costa en dirección sur arribó a la Patagonia, cerca del estrecho que poco después descubrió Fernando de Magallanes. Comprobó así que las tierras descubiertas no eran una prolongación de la península asiática, sino un nuevo continente. Este viaje fue narrado por Vespucci en una carta que dirigió a Lorenzo di Pier Francesco de Medici, editada en París en 1502 con el título de Mundus Novus. A él se refirió también en la carta que dirigió en 1504 a Piero Soderini, impresa con el título de Lettera di Amerigo Vespucci delle isole nuovamente ritrovate in quatro suoi viaggi. (2) Vigencia de Sigmund Freud J.B. Pontalis. La pléyade 1971 (3) Smiley Blanton “Diario de mi análisis con Freud”. Corregidor. 1974 (4) Jones, Ernest, “Vida y obra de Sigmund Freud”, Bs. As., Editorial Nova, 1960, Tomo II, Pág. 150. (5) Revista de la Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados. Año 2001. Fundamentos del psicoanálisis. Desarrollos teóricos, clínicos y técnicos. (6) Panel del Congreso Internacional de IPA. Río de Janeiro 2005 ACERCA DE LA PRÁCTICA PSICOANALÍTICA. Trabajando Diferencias: Freud –Lacan -Winnicott. Implicancias en la Clínica (7) O. Mannoni. "Freud . El descubrimiento del inconsciente". Editorial Galerna Bs. As. 1970 (pag. 22) (8) Aufhebung es la palabra (Hegeliana) que Freud emplea en ese texto corto y fundamental: "La negación". En la dialéctica hegeliana –dice Jean Hyppolite en su "Comentario sobre la Verneinung"- la Aufhebung es: simultáneamente negar, suprimir, y a la vez conservar, pero fundamentalmente "levantar", "alzar". Aufhebung de la represión: levantamiento de la represión: lo que no equivale a la aceptación de lo reprimido, sino solo bajo este modo contradictorio de afirmación por la negación. (9) J. Lacan Seminario 27. Disolución. Clase 7 12 de julio 1980. Caracas. Inédito en versiones establecidas. (10) Todos estos temas son ampliamente desarrollados en el libro “Los orígenes del sujeto y su lugar en la clínica psicoanalítica” Leonardo Peskin. Paidós Bs. As. 2003 *Leonardo Peskin El Dr. Leonardo Peskin es médico psicoanalista. Miembro titular, didacta y profesor titular de seminarios de la Asociación Psicoanalítica Argentina así como full member de la Asociación Psicoanalítica Internacional. Formó parte de la primera comisión de ética de la Asociación Psicoanalítica Argentina. Miembro de comisiones de asesoramientos científico y de evaluación de trabajos en APA. Forma parte del Comité de Lectura de publicaciones de psicoanálisis. Integra habitualmente como invitado paneles, mesas redondas, jornadas, simposios y congresos en diferentes instituciones psicoanalíticas. Desarrolló tareas docentes y de supervisión en diversos servicios de psicopatología hospitalarios e instituciones psicoanalíticas. Es docente invitado de postgrados y doctorados universitarios. Posee numerosos trabajos publicados en diversas revistas de psicoanálisis y varios libros en colaboración de distintos temas. Su libro más reciente es: “Los orígenes del sujeto y su lugar en la clínica psicoanalítica” de Paidós. 2003. Una visita a Freud En esta oportunidad publicamos un encuentro entre la literatura y Sigmund Freud. El escritor italiano Giovanni Papini narra una visita "imaginaria" al médico vienés. Visita a Freud Giovanni Papini Traducción: Fernando Acevedo Había comprado en Londres, hacía dos meses, un hermoso mármol griego de la época que representa, según los arqueólogos, a Narciso. Sabiendo que dos días antes Freud había cumplido setenta años —nació el 6 de mayo de 1856— le envié la estatua como regalo, con una carta de homenaje al "descubridor del Narcisismo". Este regalo bien escogido me valió una invitación del patriarca del Psicoanálisis. Vuelvo ahora de su casa y quiero anotar de inmediato lo esencial de la conversación. Me pareció algo desesperado y melancólico. «Las fiestas de los aniversarios», me dijo, «se parecen demasiado a las conmemoraciones y recuerdan demasiado a la muerte». Me ha impresionado la forma de su boca: una boca carnosa y sensual, algo satírica, que explica visiblemente la teoría de la libido. Pero estaba contento de verme y me ha agradecido calurosamente por el "Narciso". «Su visita es para mí un gran consuelo. ¡Usted no es ni un enfermo, ni un colega, ni un discípulo, ni un pariente! Vivo todo el año entre histéricos y obsesivos que me cuentan sus obscenidades —casi siempre las mismas—; entre médicos que me envidian cuando no me desprecian; y con discípulos que se dividen entre papagayos crónicos y ambiciosos cismáticos. Con usted puedo, al fin, hablar libremente. Enseñé a los demás la virtud de la confesión y no he podido nunca abrir por entero mi alma. He escrito una pequeña autobiografía más que nada con fines de propaganda y si acaso me he confesado, por fragmentos, en la Traumdeutung. Nadie conoce o ha adivinado el verdadero secreto de mi obra. ¿Tiene una idea del Psicoanálisis?» Respondí que había leído algunas traducciones inglesas de sus obras, y que únicamente para verlo me entretuve en Viena. «Todos creen», prosiguió, «que tengo el carácter científico de mi obra y que mi objetivo principal es la cura de las enfermedades mentales. Es un enorme malentendido que ha durado muchos años y que no he logrado disipar. Soy un científico por necesidad, no por vocación. Mi verdadera naturaleza es la del artista. Mi héroe secreto ha sido siempre, desde la juventud, Goethe. Hubiera querido, en aquel entonces, convertirme en un poeta, y toda la vida he deseado escribir novelas. Todas mis aptitudes, reconocidas incluso por mis maestros del Gimnasio, me llevaban hacia la literatura. Pero si usted piensa cuáles eran las condiciones de la literatura en Austria en el último cuarto de siglo pasado, entenderá mi perplejidad. Mi familia era pobre y la poesía, por testimonio de los más célebres contemporáneos, rendía poco o demasiado tarde. Además era hebreo, lo que me ponía en condiciones de inferioridad manifiesta en una monarquía antisemita. El exilio y el mísero fin de Heine me desanimaban. Escogí, siempre bajo la influencia de Goethe, las ciencias de la naturaleza. Pero mi temperamento permanecía romántico: en 1884, para volver a ver con unos días de anticipación a mi novia, lejos de Viena, hice sin cuidado un trabajo sobre la coca y me dejé robar por otros la gloria y las ganancias del descubrimiento de la cocaína como anestésico. En 1885 y '86 viví en París; en 1889 estuve algún tiempo en Nancy. Esta permanencia en Francia tuvo una influencia decisiva sobre mi espíritu. No tanto por lo que aprendí de Charcot o de Bernheim sino porque la vida literaria francesa era, en aquellos años, riquísima y ardiente. En París, como buen romántico, pasaba las horas sobre las torres de Notre Dame, pero por las noches frecuentaba los cafés del Barrio Latino y leía los libros sobre los que más se rumoreaba en aquellos años. La batalla literaria estaba en pleno desarrollo. El Simbolismo alzaba su bandera contra el Naturalismo. Al predominio de Flaubert y de Zola se lo estaba sustituyendo, entre los jóvenes, por aquel de Mallarmé y de Verlaine. Hacía poco que había llegado a París cuando salió el À Rebours de Huysmans, discípulo de Zola, que pasaba al Decadentismo. Y estaba en Francia cuando fue publicado el Jadis et Neguère de Verlaine y se recogieron las poesías de Mallarmé y las Illuminations de Rimbaud. No le doy estas noticias para presumir de mi cultura, sino porque estas tres escuelas literarias —el Romanticismo muerto hacía poco, el Naturalismo amenazado y el Simbolismo en alza— fueron las inspiradoras de todo mi trabajo posterior. Literario por instinto y médico por fuerza concebí la idea de transformar una rama de la medicina —la psiquiatría— en literatura. Fui y soy un poeta y novelista bajo la figura de un científico. El psicoanálisis no es otra cosa que la transferencia de una vocación literaria en términos de psicología y patología. El primer impulso para el descubrimiento de mi método me vino, como era natural, de mi querido Goethe. Usted sabe que él escribió el Werther para liberarse del íncubo morboso de un dolor: la literatura era, para él, catarsis. ¿Y en qué consiste mi método para la cura de la histeria si no en el hacer contar todo al paciente para liberarlo de una obsesión? No hice otra cosa que forzar a mis enfermos a actuar como Goethe. La confesión es liberación, o sea cura. Lo sabían desde hacía siglos los católicos, pero Victor Hugo me había enseñado que el poeta es también sacerdote y así me sustituí descaradamente al confesor. El primer paso había sido dado. Me di cuenta de inmediato de que las confesiones de mis enfermos constituían un repertorio precioso de "documentos humanos". Yo hacía, por lo tanto, un trabajo idéntico al de Zola. Él obtenía, de aquellos documentos, novelas —yo estaba obligado a tenerlas para mí. La poesía decadente atrajo entonces mi atención hacia la semejanza entre sueño y obra de arte y sobre la importancia del lenguaje simbólico. Había nacido el Psicoanálisis —no, como dicen, de las sugestiones de Breuer o de los indicios de Schopenhauer y de Nietzsche, sino de la transposición científica de las escuelas literarias amadas por mí. Me explicaré más claramente. El Romanticismo, que retomando las tradiciones de la poesía medieval había proclamado el primer lugar de la pasión y reducido toda pasión al amor, me sugirió el concepto de la sexualidad como centro de la vida humana. Bajo la influencia de los novelistas naturalistas, di del amor una interpretación menos sentimental y mística, pero el principio era ese. El Naturalismo, y sobre todo Zola, me habituó a ver los lados más repugnantes pero más comunes y generales de la vida humana: la sexualidad y la avidez bajo la hipocresía de las buenas maneras; en resumen, la bestia en el hombre. Y mi descubrimiento de los vergonzosos secretos que cela el inconsciente no son otra cosa que la evidencia del acto de acusación sin prejuicios de Zola. El Simbolismo, al final, me enseñó dos cosas: el valor de los sueños, comparados con las obras poéticas, y el lugar que ocupan el símbolo y la alusión en el arte, o sea en el sueño manifestado. Fue entonces que emprendí mi gran libro sobre la interpretación de los sueños, como reveladores del inconsciente —de ese mismo inconsciente que es la fuente de la inspiración. Aprendí de los simbolistas que cada poeta debe crear su lenguaje y yo he creado de hecho el lenguaje simbólico de los sueños, el idioma onírico. Para completar el cuadro de mis fuentes literarias agregaré que los estudios clásicos —cumplidos por mí como el primero de la clase— me sugirieron los mitos de Edipo y de Narciso; me enseñaron con Platón que el estro, o sea el fluir del inconsciente, es el fundamento de la vida espiritual, y al final con Artemidoro que cada fantasía nocturna tiene su recóndito significado. Que mi cultura sea esencialmente literaria lo prueban abundantemente mis citas de Goethe, de Grillparzer, de Heine y de otros poetas: la forma de mi espíritu está encausada hacia el ensayo, a la palabra, a lo dramático, y no tiene nada de la rigidez pedante y técnica del verdadero científico. Y existe una prueba irrefutable: en todos los países donde ha penetrado el psicoanálisis, éste ha sido comprendido y aplicado mejor por los escritores y los artistas que por los médicos. Mis libros, de hecho, se parecen bastante más a obras de imaginación que a tratados de patología. Mis estudios sobre la vida cotidiana y sobre las ocurrencias graciosas son prácticamente literatura y en Tótem y Tabú me puse a prueba incluso en la novela histórica. Mi deseo más antiguo y tenaz sería el de escribir verdaderas novelas y poseo un tesoro de materiales de primera mano que harían la fortuna de cien novelistas. Pero temo que ya sea demasiado tarde. De cualquier modo he sabido vencer, por una vía alterna, mi destino y he alcanzado mi sueño: permanecer literato a pesar de hacer, en apariencia, el médico. En todos los grandes científicos existe la levadura de la fantasía, madre de las intuiciones geniales, pero nadie se ha propuesto, como yo, traducir en teorías científicas las inspiraciones ofrecidas por las corrientes de la literatura moderna. En el Psicoanálisis se encuentran y se compendian, transportadas en jerga científica, las tres mayores escuelas literarias del siglo diecinueve: Heine, Zola y Mallarmé se reúnen en mí, bajo el patronato de mi viejo Goethe. Nadie se ha dado cuenta de este misterio obvio y no lo hubiera revelado a nadie si no hubiese tenido la óptima idea de regalarme la estatua de Narciso». La conversación, en este punto, se desvió —hablamos de América, de Keyserling, e incluso de las costumbres de las vienesas. Pero la única cosa que vale la pena conservar en papel es la que he escrito ya. En el momento de despedirme Freud me recomendó silencio en torno a su confesión: «Usted no es escritor ni periodista, por fortuna, y estoy seguro de que no divulgará mi secreto». Lo tranquilicé —y con sinceridad: estos apuntes no están destinados a la imprenta. Tomado de Gog, de Giovanni Papini Colección La Biblioteca di Libero(no. 16) Edición especial para Euromeeting Italiana/Mediaset, bajo licancia de Giunti Editore, Firenze. *** Giovanni Papini (Florencia, 9 de enero de 1881 - id. 8 de julio de 1956). Fue un controvertido Escritor Italiano. Inicialmente era un escéptico de la religión, posteriormente pasó a ser un fervoso católico. Su obra "El Diablo" fue tema de grandes discusiones y controversias. La crítica europea es de opinión que su mejor obra fue Gog, una colección de relatos filosóficos, escritos en un estilo brillante y satírico. Entre sus obras religiosas están: "La Historia de Cristo", "Cartas al Papa Celestino VI", y "El Juicio Final". Biografía Fue hijo de un modesto comerciante de muebles en Borgo degli Albizi, fue bautizado a escondidas para soslayar el agresivo ateísmo de su padre y vivió una niñez selvática y precozmente introspectiva, horra de caricias y falta de un amor confiado y vigilante. Desde niño sentía viva repulsión por todas las creencias, por todas las Iglesias, por cualquier forma de vasallaje que pasara, a través de encendidos entusiasmos y de profundas desilusiones, por las mas diversas e inéditas experiencias: anárquico y revolucionario, despreciador de toda regla y disciplina, catador desaprensivo de toda suerte de drogas intelectuales; judío errante del saber, acuciado desde las más temprana edad por la quimera imposible de escribir una enciclopedia donde se resumieran todas las culturas; espíritu huracanado, enfermo de delirios de grandezas, con un don juanismo cerebral libinidoso, que no respetaba límites ni fronteras; escéptico descalabrado inmerso en sus propias manías ideológicas y en el morboso encanto de sus tragedias interiores. Fue el autor de diversos libros de crítica política y eclesiástica, entre ellos se encuentran: Gog y El libro Negro. Su muerte en su natal Florencia tras tantos estragos físicos, produjo desconsuelo por doquier. Bibliografía Algunas de sus obras famosas incluyen las siguientes: El día no restituido - El espejo que huye - El libro negro - El mendigo de almas Gog - Historia completamente absurda - El Juicio Final (2 tomos) - Historia de Cristo - El Diablo La verdad es espina en la carne Los títulos de los textos de Freud forman parte de la teoría, observa el autor de esta nota, y cita: “Las resistencias contra el psicoanálisis”; “Análisis terminable e interminable”; “Los que fracasan al triunfar”; “La responsabilidad moral por el contenido de los sueños”; “El porvenir de la terapia psicoanalítica”. Sigmund Freud nació el 6 de mayo de 1856 y murió el 23 de septiembre de 1939. Por Luis Gusmán * Quizás el libro más freudiano que se haya escrito sobre Freud sea el de Octave Mannoni que lleva justamente como título: Freud. El descubrimiento del inconsciente. Se puede decir que en ese libro la obra y la vida del autor del psicoanálisis aparecen articuladas de una manera psicoanalítica. Con esto no me refiero a una interpretación analógica donde los acontecimientos de su vida son la causa de su descubrimiento, sino al revés, de qué modo la biografía se fundamenta como efecto del descubrimiento. Es en ese cruce entre la incidencia biográfica y el encuentro con una estructura que O. Mannoni despliega lo que podríamos llamar “la historia de ese sujeto llamado Freud”. Freud fue quien justamente quiso resguardar su vida privada de su obra pero no así su “vida psíquica”, ya que ésta aparece más de una vez en lapsus, fallidos o sueños como ejemplo teórico. Incluso en su correspondencia personal las anécdotas de sus penurias o de sus alegrías siempre van a estar atravesadas por una cuestión interesada por el psicoanálisis. A ciento cincuenta años de su nacimiento, es difícil separar su nacimiento de su descubrimiento. Sobre todo para alguien como Freud, entregado como estaba a las determinaciones y los efectos del inconsciente. Esa fecha iría a tener un efecto retroactivo que excedería cualquier interpretación astrológica, el origen de una conjunción necesaria para producir un hombre de genio. Podemos decir que Freud nació inmerso en su descubrimiento. Los avatares de un segundo matrimonio de su padre, la juventud de su madre, la diferencia de edad con sus hermanos ¿no podrían formar parte de lo que más tarde dará fundamento a lo que escribió sobre la novela familiar del neurótico? Es posible estar de acuerdo con lo que formula Bataille: no todo judío nacido en Praga es Kafka, a lo que podría agregarse: no todo judío nacido en Viena es Freud. Pero nuevamente en un texto como “Las resistencias contra el psicoanálisis”, la biografía se encuentra en ese cruce con lo fundante del descubrimiento: su condición de judío. “Quizás tampoco haya sido una simple casualidad que el primer representante del psicoanálisis fuera un judío. Para profesar esta ciencia era preciso estar muy dispuesto a soportar el destino del aislamiento en la oposición, destino más familiar al judío que a cualquier otro hombre”, escribe en ese texto. No hace falta aclarar que Freud no fue superado, no hace falta aclarar que su obra no forma parte de un pasado, una arqueología del psicoanálisis, ni siquiera superada por el propio “retorno a Freud”, propiciado por Lacan, quien no incurre en la vanidad que sí acompaña a veces a alguno de sus discípulos. Quiero decir, tratándose de Freud: la cosa freudiana siempre es actual. Que el discurso de Freud es actual no está dado únicamente por los temas de los que se ocupa, esto sería hablar de actualidad, sino que lo es por el tratamiento de los mismos. En tanto que sin proponerse como una nueva concepción del universo, sin embargo, se le puede otorgar al descubrimiento, y a sus fundamentos, el estatuto de una lectura inédita, no solamente en el campo de las “enfermedades mentales”, también en el universo de los discursos. Freud es lo que Foucault llama: un autor. En una época en que los autores escasean y no me refiero al autor que Foucault nombra, sino sencillamente a aquellos que nos dedicamos a escribir. Es necesario situar lo que defino como “actual” en algunos textos de Freud. Comienzo por “El porvenir de la terapia psiconalítica”, donde sus apreciaciones teóricas sobre el porvenir del psicoanálisis no se podrían reducir a una posición ingenua y mucho menos a una mirada optimista, ya que es fácil comprobar cómo en la obra de Freud los títulos de sus artículos forman parte del desarrollo mismo de la construcción de la teoría. Si la afirmación freudiana es que cada caso debería poner en juego la totalidad de la teoría resignificándola hacia el pasado y hacia el futuro, esta temporalidad impone una dialéctica que hace progresar la argumentación de una manera singular. Títulos como “Los que fracasan al triunfar”, donde el oxímoron interroga al lector, “Un caso de paranoia contrario a la teoría psicoanalítica”, “Psicoanálisis profano”, muestran la manera en que el argumento freudiano encuentra la forma de desplegarse para ir construyendo la teoría. También títulos como “El final del complejo de Edipo” o “Análisis terminable e interminable” señalan instancias de encabalgamiento donde Freud va articulando los fundamentos de la teoría. Y quizá los títulos en Freud exigen un trabajo que excede los márgenes de este comentario celebratorio. Retomo “El porvenir de la terapia psicoanalítica” para plantear eso que llamé actual. Tres puntos que, además de actuales, son contemporáneos. El lugar del poder en la teoría, la responsabilidad, el psicoanálisis en relación con otras disciplinas y el ya conocido debate de la relación entre psicoanálisis y sociedad. Es en ese texto, de 1910, donde Freud plantea la resistencia contra la teoría analítica, que se expresa explícitamente en el rechazo al concepto de inconsciente por parte de la sociedad y declara que es completamente fundada ya que la “sometemos a nuestra crítica y la acusamos de tener gran responsabilidad en la causación de la neurosis” mediante el socavamiento de los ideales y del porvenir de una ilusión. Esta posición crítica ubicaba entonces al psicoanálisis como una práctica cuestionadora de la sociedad y no como sucede hoy, que se la considera una práctica “auxiliar” destinada a la comprensión de la conducta de la persona. No confudamos ni el éxito ni la aceptación social del psicoanálisis con la aceptación del inconsciente. Son dos planos que implican consecuencias diferentes. Pero sobre ese “Porvenir...” Freud aclara que, sin embargo, la situación no es tan desconsoladora como pudiera creerse: “Por muy poderosos que sean los afectos y los intereses de los hombres, lo intelectual también es un poder. No precisamente de aquellos que se imponen desde un principio, pero sí de los que acaban por vencer a la larga. Las verdades más espinosas acaban por ser escuchadas y reconocidas una vez que los intereses heridos y los afectos por ellos despertados han desahogado su violencia. Siempre ha pasado así, y las verdades indeseables que nosotros los psicoanalistas tenemos que decir al mundo correrán la misma suerte. Pero hemos de saber esperar”. Nuestro yo no soporta las heridas narcisistas, lo que, en “Una dificultad del psicoanálisis”, Freud llamará “las tres ofensas sufridas por el yo”: la cosmológica, la de la inmortalidad y la psicológica. Otra vez, la otra escena destierra al yo de su soberanía absoluta. La verdad es la espina en la carne. Y no me estoy refiriendo ni a una verdad revelada, ni encarnada, sino a destacar que el psicoanálisis, entre otras muchas cosas, trata de poner en el tapete aquellas verdades indeseables que habitualmente tendemos a rechazar. Freud no desconocía el valor de esta resistencia, y no renunciaba ante ella, aunque en “El porvenir...” pueda oscilar entre una posición épica regulada por la prudencia: saber esperar. Su consideración acerca de la tarea del analista, a partir de lo indeseable, no se distancia de aquella observación de Lacan cuando define el trabajo del psicoanalista como un oficio sórdido. A partir del lugar que Freud otorga a las verdades indeseadas, nos introducimos en la responsabilidad del sujeto y su relación con eso indeseado. Ya que basta recorrer cualquier texto de Freud para encontrarse en algún lugar del mismo con la pregunta: “¿Cuál será la consecuencia?”. Esa pregunta siempre es actual. En “La responsabilidad moral por el contenido de los sueños”, Freud plantea que si un soñante desdeña sus impulsos oníricos pensando que han sido inspirados por espíritus extraños pretende con ello excluir que han sido causados por parte de su propio yo. Y si está dispuesto a aceptar los impulsos oníricos cuando son benevolentes ¿por qué habría de rechazarlos cuando son malvados? Es decir, si acepta una, debe aceptar ambas categorías. Aunque de ninguna manera podría excusarse en una defensa que esgrimiera como argumento “se trata de impulsos desconocidos e inconscientes”. Y en este punto, Freud vira su argumentación de la persona del paciente a la del psicoanalista. Para concluir que aquel que se ampare en el argumento de la ajenidad “está fuera del terreno del psicoanálisis”. Nuevamente, Freud advierte sobre las consecuencias que implica pretender eludir los efectos de la negación del inconsciente: “He de experimentar entonces que esto, negado por mí, no sólo ‘está’ sino que también ‘actúa’ ocasionalmente desde mi interior”. Freud califica de vanidad moral la pretensión de querer excluir de la propia persona los impulsos malvados. Con esta ética freudiana afrontamos “la feria de vanidades” que hoy nos convoca: el retorno, por vía de las prácticas alternativas (un orientalismo de divulgación aggiornado por un pragmatismo y una apelación a la voluntad del yo americano y como si eso fuera poco, una filosofía que promociona un exultante amor al prójimo). El poder, la responsabilidad, y ahora el tercer punto: la relación del psicoanálisis con otras disciplinas; tópico que nos sitúa en un debate siempre actual, ya que el malestar en la cultura no es el malestar de un época. Lo que podríamos decir, citando a Freud, “una dificultad del psicoanálisis”. Sin duda, con el retorno de Freud en Lacan se puede afirmar que –como se dice en la actualidad– el escenario ha cambiado. No ignoramos la influencia de la filosofía en el psicoanálisis, sino que interpretamos que una influencia puede estar en el lugar de un síntoma. Sin desconocer los extravíos místicos a los que se puede llegar al ser arrojado de sí, eyectado, cuando estas conceptualizaciones retornan por vía de lo sagrado. A lo que se accede por ¿un conocimiento? ¿una experiencia inefable? ¿una epifanía? ¿una ascesis? En el debate de su tiempo, Freud discutía las resistencias ante el psicoanálisis con la medicina, la psiquiatría, la religión, y habría que agregar la filosofía: “¿Qué puede decir, pues, el filósofo ante una ciencia como el psicoanálisis, según la cual lo psíquico, en sí, sería inconsciente, y la conciencia, sólo una cualidad que puede agregarse, o no, a cada acto psíquico, sin que su eventual ausencia modifique algo en éste? Naturalmente, el filósofo afirmará que un ente psíquico inconsciente es un desatino, una contradictio in adjecto, y no advertirá que con semejante juicio no hace sino repetir su propia –y quizá demasiado estrecha– definición de lo psíquico”. Con el retorno del amor al prójimo por la vía de la filosofía de nuestros días, el rostro extraño del otro –no se ha vuelto siniestro como en la época de la literatura fantástica, sino que ha franqueado esa extranjeridad que me separa de cualquier otro– ha adquirido una intimidad hospitalaria que no vacilaré en denominar hipócrita. ¿Estamos tan lejos de las consecuencias que planteaba Freud cuando se intenta psicologizar el psicoanálisis pretendiendo transformarlo en una práctica destinada a modificar la conducta humana? ¿Cuando el nuevo Mandamiento filosófico intenta convertir al hombre moderno en alguien regido por un Amor Universal del que se esperarían consecuencias prácticas? Como dijimos alguna vez y podemos repetir ahora: Freud siempre es actual. * Psicoanalista; escritor Publicado en Página 12 04.05.06 Biografía Biografía de Sigmund Shalom Freud: De familia judía, nace el martes 6 de Mayo de 1856, a las 18:30 horas en Freiberg un pequeño pueblo de Moravia, hoy llamado de Pribor, hijo de Amalia Nathansohn y Jacob Freud - ambos nacidos en Tisménica una pequeña ciudad de 6.000 habitantes, de la Galicia central ( Polonia) - en ese entonces con 21 y cuarenta años respectivamente. Se supone que en algún momento hubo un cambio en el apellido ya que generaciones anteriores usaban Freide en lugar de Freud. El fue el primer hijo del tercer casamiento de su padre Jacobo. Con un poco más de tres años de edad se traslada junto con su familia a Viena, - después de pasar unos meses en Leipzig - donde permanecerá la mayor parte de su vida, viviendo siempre en Leopoldstadt, o segundo distrito. Freud vivió en la capital del Imperio prácticamente toda su vida y sólo abandona Viena al trasladarse a Inglaterra en 1938, cuando los alemanes ya estaban en su ciudad. Por la intervención de William C. Bullit, embajador de los Estados Unidos en París y después en Berlín. Viena, capital del gran y multiétnico Imperio Austro-Húngaro, era una verdadera usina cultural. Habitabam en ella personalidades revolucionárias como el propio Freud, los compositores Gustav Mahler y Arnold Schönberg así como los artistas plásticos Oskar Kkoshka y Gustav Klimt. Sus pensadores reformularan las propias tradiciones em diversas áreas y fundaran escuelas de pensamiento em varias de ellas (como Psicologia, História del Arte y Música), en un intervalo de tiempo muy corto. Al mismo tiempo, la sociedad vienesa paso por una rápida e intensa transición política, caracterizada por el asenso y caída del liberalismo burgués.En esa época, Karl Lueger comandaba un gobierno antisemita en Viena. Su período de formación: Estudia en la Facultad de Medicina de la Universidad de Viena en 1873 a los 17 años y recibe su diploma en 1881. Estos ocho años que paso en la Facultad de Medicina, cuando el curso podía ser concluido en apenas cinco, no se debieron a que sus dotes intelectuales fuesen precarias, sino a sus distintos intereses los que lo llevaran a muchas actividades a las que no estaba obligado, inclusive a clases de filosofía, dadas por Brentano. Según el decía, la decisión por Medicina fue tomada al oír una conferencia de Karl Brühl sobre el poema de Goethe, De la Naturaleza. Recién formado, en 1882 trabajo como interno en el Hospital General de Viena, pasando por varios departamentos, pero sus inclinaciones iniciales nunca desaparecieron totalmente. En el Hospital General de Viena en el departamento de neuropatología del Dr. Scholz acabó formándose como un excelente neurólogo. Con 29 años, en 1885 fué designado profesor de neuropatología. El científico empírico parecía estar consagrado. Sin embargo, sus más célebres trabajos como analista se refieren a la vida social y son básicamente especulativos. En 1885 viaja a París al obtener una beca para completar sus estudios en el Hospital de Salpêtrière. El 25 de abril de 1886 abre su primer consultorio (Rthausstrasse 7) y en septiembre del mismo año se casa con Marta Bernays. Tuvo una vida conyugal feliz de la cual resultaran seis hijos, Matilde, Jean Martín, Oliver, Ernst, Sophie y Ana, la que continua sus pasos. Ya médico intentó continuar investigando, por cerca de dos años trabajó en el laboratorio del Dr. Brücke, con el que ya como estudiante había realizado trabajos sobre fisiología. encontrado el camino de retorno a mi búsqueda original.” “Después de 41 años de actividad médica, mi autoconocimiento me dice que nunca me consideré un médico en el sentido estricto de la palabra. Me transformé en médico al ser llevado a desviarme de mi propósito original; y el triunfo en mi vida consiste en yo tener, después de una larga y tortuosa jornada, encontrado el camino de retorno a mi trayectoria inicial". Las enfermedades de la mente: A partir de una primera experiencia de Breuer con una paciente con síntomas de histeria, él y Freud empezaron a interesarse por la técnica de la asociación libre, consistente en animar al paciente a hablar libremente, sin control consciente, lo que los llevó a constatar mejoras, producidas al parecer por el simple hecho de verbalizar determinados conflictos; ambos publicaron estas experiencias clínicas en Estudios sobre la histeria (1895). Freud estableció la hipótesis de que este material provenía del inconsciente, momento de la psique humana fuera del acceso de la conciencia. A diferencia de Breuer, sostuvo que la fuerza determinante en estos casos era la libido, o energía sexual, contra cuyos deseos la psique establecía defensas. La búsqueda de acontecimientos importantes en la vida del paciente, escondidos en lo profundo de su psique, mediante el psicoanálisis o la interpretación de los sueños constituye quizás la aportación más notable de Freud. El mismo Freud señala que "un sueño es la realización alucinada de un deseo reprimido", iniciando una línea de exploración de la psiquis que tendrá hondas repercusiones en las mentalidades del siglo XX y que, por ejemplo, tendrá su derivación en nuevas concepciones del arte representadas por artistas como Klimt , Kandinsky , Dalí , Munch y tantos otros. Las líneas básicas del método psicoanalítico las elabora entre 1896 y 1900, y rápidamente el nuevo sistema de interpretación y terapia psicológicas se extiende entre los profesionales. La publicación de "Die Traumdeutung"( "La Interpretación de los Sueños”) a fines de 1899, supuso la exposición pública de sus ideas, a la que rápidamente se adhirieron otros psicólogos. De aquí surge la idea de una estructura psíquica general de los sueños, provista de una dinámica con sus propias leyes y relacionada con la organización general de la conciencia, la que va a apoyar una teoría general del inconsciente basada en un modelo tópico (figuración espacial del inconsciente y la conciencia). Luego Freud deja atrás la hipnosis y la catarsis y construye las bases técnicas de lo que será el tratamiento psicoanalítico actual. Posteriormente se dedica al desarrollo de una teoría de la libido y de la sexualidad infantil. A pesar del escándalo que provocaban sus teorías, ya a partir de 1900 se empezó a formar un grupo de investigadores y alumnos alrededor de él -que en 1908 se denominó Sociedad Psicoanalítica de Viena-, cuya vida estaría marcada por las rupturas y los cismas, en especial los de Adler y Jung. En posteriores estudios Freud extendió sus análisis a los olvidos y lapsus del habla corriente, y también a los chistes. En 1905 aparecieron sus Tres ensayos sobre una teoría sexual, uno de los primeros estudios de sexología, en los que postulaba una importante actividad sexual en el niño y definía una serie de fases en su desarrollo, marcadas por diferentes zonas erógenas; la fase fundamental de esta evolución está marcada por un momento en el que emplea por primera vez en un trabajo impreso la expresión definida en el año de 1910 y que llamó Complejo de Edipo, para referirse a la situación familiar o complejo nuclear de las neurosis que había estado señalando e investigando desde al menos 1897 y que se estaba constituyendo en la teoría, un momento fundamental en el que "convergen los orígenes de la religión, la moral, la sociedad y el arte." En el que se producen complejas relaciones de atracción y rechazo respecto a los propios padres; del éxito relativo en la superación del conflicto depende el desarrollo de una vida sexual normal, o bien, el de perversiones sexuales. Para Freud, la experiencia infantil resulta vital en la vida del individuo, al ser la primera etapa en la que se configura la personalidad humana. El desarrollo de la psique evolucionaría así a través de diferentes etapas, todas con una misma finalidad: lograr el placer sexual. En cada etapa, el individuo obtiene el placer de maneras diferentes, centrando su líbido en distintas zonas erógenas de su cuerpo. Al mismo tiempo, al necesidad de configurar una personalidad propia hace que el individuo experimente un proceso de socialización, durante el cual su propio "yo" necesita confrontarse con los de otros individuos, de los que adoptará o rechazará sus propios rasgos. Así, la personalidad individual resultará de la asimilación o rechazo de las características psicológicas que el sujeto observa en los demás. En 1912, en Toten y tabú Freud hace una investigación en psicoanálisis aplicado. postulando, entre otras, una hipótesis de la dinámica evolutiva de la sociedad primitiva en base a una analogía con el desarrollo del aparato mental : la destrucción canibalística del padre por parte de los hijos, como una forma del odio y de apoderarse de su identidad, y su reparación primitiva a través de la "obediencia retroactiva" a los mandamientos o tabúes del tótem, símbolo de la sobrevivencia y de la negación de la muerte del padre En 1914 comienza la Primera Guerra Mundial. Freud remarca en esta época la idea de la transferencia como una actuación repetitiva y no como un verdadero recordar, y más tarde el inicio de la teoría del narcisismo que venía mencionando a lo menos desde 1909 como una etapa de la evolución libidinal que va del autoerotismo (narcisismo : segunda etapa del autoerotismo, cuando las pulsiones sexuales unificadas toman como objeto de satisfacción al propio yo) hasta el amor objetal. En 1915 expone sus precisiones sobre el amor que puede aparecer en la transferencia e inicia el desarrollo de una teoría metapsicológica, una teoría psicológica del aparato mental desde los puntos de vista dinámico, económico y tópico y que va más allá de considerar al aparato mental como una estructura exclusivamente enmarcada en la conciencia como tendía a considerar la metafísica a la psicología. Varios de los artículos publicados este año están en este contexto como es el caso de "Pulsiones y destinos de pulsión" en el cual mantiene la idea de la pulsión como representante psíquico de los estímulos somáticos, "la represión" en el cual vuelve reunir conceptualmente a todos los mecanismos defensivos en torno al de la represión, y "lo inconsciente" en el que insiste en la justificación y necesidad de un dominio donde operan leyes rigurosas y conflictos. En 1916, Freud publicó Introducción al psicoanálisis, obra en la que ampliaba y clarificaba su teoría al definir el Ello, el Superyó y el Yo, entre los que se dirimía la relación entre el principio del placer y el principio de realidad, aunque más tarde superpondría en parte a estos principios el Eros (pulsión de vida ) y el Tánatos (pulsión de muerte). El sistema propuesto por Freud establecía tres ámbitos diferenciados: ello, yo y superyó. El primero, el "ello", es un sistema original y totalmente inconsciente, irracional. En él se sitúan el placer y los instintos. En los primeros años de la vida del niño, éste ámbito domina sus acciones y pensamiento. Así, dirige su atención hacia lo que le rodea, en especial la madre, incorporando los conocimientos adquiridos a su propia personalidad, pasando a formar el núcleo del "yo". Éste es racional y consigue dominar los instintos del "ello", guiándose por el principio de realidad. En esta fase, el "yo" ha de hacerse fuerte, ha de ser capaz de controlar a los otros dos sistemas. Esto se refleja en el estado de narcisismo que Freud refleja como condición indispensable para crear una mente sana: el "yo" ha de quererse a sí mismo, tomar conciencia de sí y de cuanto le rodea, con lo que establecerá una jerarquía en cuya cúspide él mismo se situará. El tercer sistema, "el superyó", es inconsciente y se forma durante el período edípico, en el momento en que el niño, debido a las restricciones morales, debe renunciar a conseguir su objeto de placer: el padre o madre. En este periodo, el niño ha de aceptar las reglas morales impuestas por los padres, reprimiendo deseos y renunciando a impulsos instintivos. Las reglas de moralidad actúan, al mismo tiempo, creando un escenario donde se desarrolla la neurosis, al ser obligado inconscientemente el individuo a renunciar a sus deseos. En 1917 publica "Duelo y melancolía". Aquí Freud acentúa el papel que la autoagresión tiene en el sufrimiento de los melancólicos y que revela la profunda ambivalencia frente a los objetos perdidos y la guerra interna en que se debate un yo dividido en una parte severamente atacada y otra crítica y condenatoria sobre la anterior. Se esboza aquí lo que Freud llegaría a llamar el superyó. En 1919, terminando la guerra, Freud vuelve a puntualizar la técnica analítica de los síntomas en sus mociones pulsionales y en la consecuente integración ³automática e inevitable² de éstas al ³yo²,del cual estaban escindidas y ³ligadas aparte². A partir del año 1920, fecha en que muere su hija Sophie de neumonía, se publica un terceto de pequeñas pero fundamentales obras en las que Freud expone el nuevo modelo de aparato mental, el estructural. Este será el paradigma teórico de la investigación freudiana desde este momento en adelante Las instituciones psicoanalíticas florecían en todas partes. Una de las más notables analistas de esta generación fue la inglesa Melanie Klein. En 1921 se publica la obra" Psicología de las masas y análisis del yo ", texto que sigue la línea de "Tótem y tabú" y de "Más allá del principio del placer". Se trata de una investigación de la dinámica de las multitudes desde la perspectiva de la psicología psicoanalítica individual. En 1923 se le diagnostica un cáncer en el paladar y se inicia una dolorosa etapa de operaciones. Expone su teoría de la organización genital infantil centrada en el predominio del fálo : el interés y significado predominante de un genital, el masculino, en ambos sexos por lo que más precisamente se trataría del predominio del falo, que lleva a la curiosidad sexual en el varón, y el consecutivo complejo de castración y la desmentida de la falta de péne en las niñas. De esta manera la oposición que en el período sádico-anal es entre activo y pasivo, en este período fálico es entre genital masculino y castrado. Este desarrollo culminará en la pubertad con la oposición entre masculino (el sujeto, la actividad, la posesión del pene) y femenino ( el objeto, la pasividad). En septiembre se advierte una reactivación del cáncer y es operado por última vez. Aún analizaba tres pacientes. Se publica el último trabajo prolongado de Freud llamado "Moisés y la religión monoteísta" y entre julio y setiembre de este año se dedica a escribir el “Esquema del psicoanálisis". Se trata de un resumen, casi un testamento, muy condensado de las principales ideas de la teoría psicoanalítica y la proposición de algunas ideas respecto al posible desarrollo futuro del análisis. En 1939 la enfermedad se hacía cada vez más extensa y dolorosa y y acabar con esa situación, para Freud, era cada vez más necesaria. Se apoyaba y dependía bastante en este tiempo de su hija Ana y de su médico personal Max Schur que estaba generalmente con él desde 1929 y ahora en Londres. Schur, además, era un admirador del psicoanálisis, confiaba tanto en él que desde el principio le solicitó, y así lo acordaron, que no permitiera que a raíz de la enfermedad la vida se le transformara en una tortura. El primero de agosto de 1939 Freud terminó definitivamente su práctica, tenía plena conciencia de como se iba apagando y encogiendo su cuerpo y su vida. En estos días sólo dormitaba contemplando el jardín. El 19 de septiembre con un apagado y agotado gesto se despidió de Ernst Jones. El 21 de septiembre le recuerda a Schur el pacto que tenían, quería conservar el control sobre su vida y la dignidad en su espíritu hasta el último momento. Ana finalmente se rindió frente a la decisión de su padre. Así Schur el 21 de septiembre le inyectó tres centígramos de morfina. Freud se durmió y mas tarde repite la dosis y al día siguiente, 22 de septiembre, le dio una dosis final. Freud entra en coma y ya no despierta más. A las tres de la madrugada del 23 de septiembre de 1939 Sigmund Freud muere en Maresfield Garden, 20, Londres. * Vote en nuestra encuesta en la página principal del sitio * Participe de nuestro Foro de Discusión * Acceso a videos de Sigmund Freud * IntraMed agradece a Antroposmoderno la autorización para publicar este texto. Gracias Sigmund Marcos Aguinis Este año se conmemora el 150° aniversario del nacimiento de Sigmund Freud. En muchos países se realizan actividades que evocan su vida y su fascinante obra. La bibliografía desenfrenada sobre su pensamiento es inabarcable, y los aspectos ligados con ella comprenden casi todos los rincones del laberinto humano. En los Estados Unidos, sin embargo, se ha vacilado a partir de la segunda mitad del siglo XX entre una rendida admiración y el rechazo torpe. Freud visitó este país en 1909, por poco tiempo, y saludó a su público con una frase inolvidable: “Vengo a traerles la peste”. Después, su prestigio aumentó en forma sostenida y la Segunda Guerra Mundial determinó la llegada de notables discípulos, que se ocuparon de difundir y ampliar el campo del psicoanálisis. Pero la aparición de terapias alternativas y de psicofármacos puso en cuestión su calidad y eficacia. En los años 90 parecía registrarse una caída irremediable, lo cual es ahora, de súbito, objeto de una revisión. Pocos años atrás se decía que Freud había muerto. Ahora se empieza a decir que está muy vivo, respaldado por disciplinas que hasta hace poco se consideraban sus sepultureros. La acusación de que fue más poeta que científico se diluyen al recordar que empezó sus trabajos en la ardua investigación histológica y que durante el resto de su existencia lo obsesionó verificar la certeza de sus descubrimientos, al extremo de que a veces mantenía versiones diferentes sobre una misma cuestión a la espera de poder resolverlas con fundamento más adelante, él mismo o sus continuadores. El laboratorio de sus años iniciales se transformó en el laboratorio de su consultorio psicoanalítico. Al principio estudiaba con microscopio las células del sistema nervioso central y luego, con lupa de entomólogo (o de Sherlock Holmes), los mínimos detalles de las palabras de sus pacientes, para hacer visibles escandalosos secretos. En una precoz carta a su novia Martha Bernays, le escribió: “Preciosa amada... en este momento estoy tentado por el deseo de descifrar el acertijo de la estructura cerebral. Creo que la anatomía es el único verdadero rival que tienes o tendrás en la vida”. Inventó un método de coloración que le permitía la observación más detallada de las células. Algunos de sus dibujos, realizados con el arte de Leonardo (que después analizaría en un famoso escrito), serán exhibidos en un homenaje que le brindará la Academia de Medicina de Nueva York dentro de un mes. Prueban su calidad de observador su destreza para captar detalles y su imaginación conceptual. Publicó varios trabajos sobre la histología de los peces y un libro sobre la afasia, antes de empezar el prodigioso develamiento de la mente humana. Fue un profesional de damasquinado rigor que jamás deseó apartarse de la recta científica, pero que estaba bendecido, además, por un excepcional talento literario. Gracias a la seducción de sus textos, pudo vencer las espinosas resistencias que generaron hipótesis revolucionarias, destinadas a sedimentar un procedimiento novedoso de tratamiento, basado, sin embargo, en la herramienta más antigua, valiosa y despreciada del hombre: la palabra. Hasta hace poco parecía que las neurociencias iban a matar el psicoanálisis. Ahora se multiplican las voces que reconocen el valor de las semillas sembradas por Freud. En la época victoriana, ocuparse de la mente era tarea de filósofos y especuladores. Cinco años antes de lanzar su fundamental Interpretación de los sueños (1900: inauguró el siglo), Freud escribió su arduo Proyecto para una psicología científica. Era un esfuerzo creador impresionante, porque en ese tiempo se carecía de suficiente información histológica y fisiológica y no había escáneres de resonancia magnética, potenciales evocados, ADN ni aportes de la química. Freud nunca quiso publicar esa obra, que fue impresa después de su muerte. Allí aparecen los brotes de futuras ideas. Se trata de un modelo cohesivo entre la mente y el cerebro, cosa que ahora nos parece obvia, pero que entonces no lo era. Explora las raíces de las abstracciones y describe las células nerviosas que serían responsables de la conciencia, la memoria y la percepción. Eric Kandel, de la Universidad de Columbia, asegura que en ese libro Freud desarrolló el concepto de que la neurona es el elemento esencial del cerebro y de que el contacto entre las neuronas puede ser modificado mediante el aprendizaje. Lo admirable es que las neurociencias duras admiten que muchos de sus avances se han realizado a partir de los conceptos que Sigmund Freud dejó inconclusos. El escaneo cerebral permite ver lo que Freud sólo pudo intuir con su genio. Las pruebas son numerosas y no asombrarán a los especialistas. Sólo citaré las que alcanzaron mayor difusión. Kandel y sus colaboradores, por ejemplo, han tratado de seguir pistas en los cerebros de estudiantes voluntarios, a los cuales se les mostraron fugaces imágenes de rostros temibles. Tan rápido corrían las imágenes que los voluntarios dijeron que no habían podido ver nada. Pero las imágenes mostraron otra cosa en el escáner: se había encendido la amígdala cerebral, donde se concentra el centro del miedo. Es decir, concluyeron los investigadores, el inconsciente existe. También se estudió la represión. En la Universidad de Oregon han podido verificarla mediante el “olvido motivado”. Michael Anderson entrenó a personas para memorizar pares de palabras que no tuvieran relación entre sí, como “prueba” y “cucaracha”, por ejemplo. Después las sometió a una resonancia magnética y pidió que se concentraran en la primera palabra, sin prestar atención a la otra. El escáner mostró un complejo circuito: el hipocampo, responsable de recuperar la memoria, exhibía una actividad reducida, mientras que el córtex lateral prefrontal, que ayuda a inhibir las acciones reflejas (como, por ejemplo, retirar la mano de un plato caliente), mostró una actividad multiplicada. Por supuesto que hay mucha distancia entre suprimir una palabra suelta y enterrar en el inconsciente un trauma poderoso, pero, como afirma Anderson, “creo que Freud estaba sobre algo importante”. Otros estudios utilizaron imágenes cerebrales para descubrir los circuitos que se activan cuando la mente es sometida a un fuerte conflicto; por ejemplo, entre un deseo y un impulso que tiende a inhibir ese deseo. También hay estudios sobre traumas precoces y sus efectos muchos años después. Entre los experimentos con drogas se ha tratado de establecer si es posible corregir un estrés traumático mediante la supresión de determinados recuerdos. En fin: la lista sería larga. Pero debemos saber que sólo se pisó el primer peldaño. En las próximas décadas seguro que tendremos un río de sorpresas adicionales en geométrica progresión. Ya no es posible dudar de algunos descubrimientos realizados por Sigmund Freud como el mensaje cifrado de los sueños, la significación de los olvidos, la importancia de la sexualidad y su presencia en la infancia, las pulsiones agresivas, el conflicto edípico, la rivalidad fraterna, el poder de los afectos, las transferencias invisibles y otros temas que disecó en forma paciente y brillante. Entre tantas, la humanidad le debe reflexiones profundas sobre la guerra, las ilusiones, el fenómeno de masas, el malestar en la cultura, los orígenes de la religión y el conflicto humano interminable. De su robusto tronco se han desprendido decenas de escuelas que introdujeron modificaciones, ajustes e inventiva. La psicoterapia se ha convertido en un instrumento imprescindible que puede asociarse con otros recursos, según los pacientes. Jamás olvidarse del antiguo principio que afirma: no existen enfermedades, sino enfermos. Cada individuo necesita y merece una atención específica, al margen de lo que indiquen las teorías o los rituales. En este sentido, debe mantenerse el modelo del sabio Sigmund, que nunca cesaba de prestar atención a sus propios errores, para corregirlos cuanto antes. En la práctica del psicoanálisis he observado que muchos colegas permanecen fijados a los textos como si se tratase de obras sacras y verdades reveladas, con arrogante desdén hacia los cuestionamientos que se realizan desde otras ópticas. Freud no ha creado una religión, sino una disciplina con ambiciones científicas. Como tal, debe ser objeto de estudios incesantes y descarnados y escuchar las críticas de los pacientes y de la sociedad, además de estudiar con interés los progresos de otros campos. Al siglo y medio del nacimiento de Sigmund Freud, debemos manifestarle nuestra gratitud por haber insuflado al mundo el soplo maravilloso y fértil de su genialidad. © La Nacion Por Marcos Aguinis Para LA NACION Desafío al psicoanálisis En Clarín 02.04.06 Desafío al psicoanálisis: cada vez hay más oferta y demanda de terapias alternativas Son cortas y apuntan a resolver problemas concretos. Los freudianos dicen que son "parches" y afirman que el psicoanálisis no está muerto ni vencido. Graciela Gioberchio Crisis económica y mucha ansiedad. En los últimos años, la falta de dinero y de tiempo comenzó a eclipsar la posibilidad de internarse en los laberínticos caminos del psicoanálisis. Y poco a poco empezó a abrirse un abanico de terapias alternativas que prometen resolver conflictos lo antes posible. Los nuevos enfoques terapéuticos, desprendidos de teorías cognitivas, de la práctica de la new age y hasta de movimientos espirituales, cada vez ganan más adeptos en los consultorios. En los últimos seis años, la demanda creció cerca de un 50%, según un relevamiento de Clarín. Estas terapias sistémicas o transpersonales, que recurren a las visualizaciones o a la logoterapia, desafían cada vez más la teoría y la técnica desarrolladas por uno de los personajes más influyentes del siglo XX: el neurólogo, psiquiatra y escritor Sigmund Freud. El 6 de mayo, el mundo celebrará el 150º aniversario de su nacimiento. Estos atajos prometedores se inscriben en la crisis social del nuevo milenio: la gente quiere soluciones rápidas y no soporta grandes esperas. "Por exigencias propias y del afuera busca algo mágico que resuelva sus conflictos; eso es una ilusión", advierte Susana Castro, de la Asociación Gestáltica de Buenos Aires. Al debate se suman las voces que señalan que el auge de las terapias breves se debe a que la disciplina creada por Freud quedó desactualizada. La piscoanalista Adriana Roa, docente de la UBA y directora de la institución La Tercera, echa por tierra esa idea: "Todas las teorías vigentes tienen algún pie en el pensamiento freudiano". Y critica: "Las terapias que prometen soluciones rápidas son parches. Nunca el tema por el que se consulta tiene que ver con lo que uno cree; en todos los casos es necesario encontrar algo de la escena reprimida". Para Castro, "la gestalt y otras líneas terapéuticas no surgen en contra del psicoanálisis: son sus hijas, aunque con diferencias técnicas y teóricas". "Son terapias operativas —destaca Claudia Messing, psicoterapeuta vincular familiar, con enfoque sistémico— que apuntan al síntoma y resuelven problemas urgentes en un corto plazo. Tengo pacientes que hicieron años de psicoanálisis sin ver resultados y ahora buscan otra cosa". "Somos más que mente: somos emociones y cuerpos espirituales", propone Silvia Kameniomotsky a quienes prueban con el abordaje transpersonal. Los especialistas consultados por Clarín coinciden en que la debacle de 2001 hizo explotar la demanda y desde entonces, en los consultorios privados (la sesión cuesta entre $30 y $70, y hay hasta de $300), la cantidad de consultas no baja. En parte, el fenómeno se apoya en que algunas obras sociales y prepagas comenzaron a cubrir terapias, pero cortas. Además, hoy existen opciones gratuitas y varios lugares que trabajan con bonos contribución. En tanto, en los hospitales porteños atienden a más de 70.000 personas por año que hacen psicoterapia, musicoterapia y terapia grupal. ¿Los motivos de consultas? Fobias, ataques de pánico, depresión, crisis de pareja (y la angustia de no tenerla), adicciones y trastornos de aprendizaje en los chicos. Javier Camacho, psicoterapeuta cognitivo —un enfoque terapéutico muy de moda en EE.UU.— asegura que "la ortodoxia está desapareciendo en todas las líneas: la tendencia es la integración de técnicas adaptadas a cada caso". "Tras muchos años de hacer psicoanálisis sentí que la palabra sola no era suficiente. A una herramienta que aprecio y valoro le sumé el psicodrama y el trabajo grupal", explica Silvia Schverdfinger, coordinadora del Centro de Psicodrama y Creatividad. "Ninguna terapia es la panacea", afirma Horacio Serebrinsky, codirector de la Escuela Sistémica Argentina. Y concluye: "Lo más importante no es el modelo de la terapia sino el terapeuta: es una relación básicamente humana". Según los expertos, si Freud viviera analizaría otras patologías Sus seguidores, continúan defendiendo la utilidad del psicoanálisis. Ni muerto ni vencido. En vísperas de la celebración del 150 aniversario del nacimiento de Sigmund Freud, sus seguidores entienden al psicoanálisis como una herramienta vigente e indispensable, que siguió de cerca las mutaciones brutales entre aquel mundo de principios del siglo XX y éste del XXI. "El psicoanálisis se fundó en el método de hacer consciente lo inconsciente y este principio es inalterable. Pero las sociedades cambiaron —desde la educación hasta la forma en que se hace la guerra—, entonces cambiaron las patologías y, se actualizaron los abordajes". La síntesis es de Raquel Rascovsky, hija de Arnaldo Rascovsky, iniciador de los estudios psicoanalíticos en el país. O como sintetiza ella: "En la Argentina, el psicoanálisis se fundó en mi casa". Esas modificaciones de las patologías individuales y sociales, dice José Milmaniene, secretario Científico de la Asociación Psicoanalítica Argentina, es el desafío a enfrentar. Lo explica: "Cuando Freud inventó el psicoanálisis predominaban las neurosis mientras que en la actualidad prevalecen las patologías 'del goce o del vacío', como las adicciones, los trastornos alimenticios (anorexia-bulimia) y las actuaciones antisociales transgresivas, como la delincuencia juvenil y la violencia familiar y sexual. Todas estas problemáticas se inscriben en un marco social signado por una violencia feroz". Los "cuadros histéricos" —otra 'marca en el orillo' del padre del psicoanálisis— tampoco son los mismos. "Antes se trataban por dificultades en concretar el acto y alcanzar la satisfacción sexual y hoy en día prevalecen los síntomas que provienen del sentimiento de no encontrar al objeto con el cual se pueda establecer el vínculo amar y ser amado", dice el psicoanalista Enrique Novelli. Y más: hijos que ganaron libertades pero que enfrentan el tembladeral de hacerse cargo de sus elecciones propias o nuevos vínculos familiares para los que todavía no existen vocablos que los nombren. "Ayer estuve con la abuela de mi hermano, que no es mi abuela porque él tampoco es mi hermano", escuchó Rascovsky en su consultorio. Las nuevas patologías son inabarcables pero se puede hacer síntesis de los cambios en el 'abordaje' para tratarlas. Sigue Rascovsky: "Hay más libertad de actuación. De acuerdo al paciente, se pueden tener sesiones frente a frente en contraposición al diván, que antes era unívoco. Las cuatro o cinco sesiones semanales de antes, ahora van de una a tres. Y son nuevos los tratamientos vinculares: padre-hijo, parejas, familia". Al argumentar la vigencia del psicoanálisis, Milmaniene es categórico: "La práctica psicoanalítica actual resulta más imprescindible que nunca, porque le otorga al sujeto la posibilidad de recuperar su dignidad subjetiva a través de la palabra, y al permitirle la expresión verbal de sus angustias, conflictos y motivaciones inconscientes, le posibilita superar sus síntomas e inscribirse creativamente en el orden socio-cultural". Novelli lo contrapone a las "terapias alternativas". Dice: "En ellas no se analiza la 'transferencia', la relación con el analista a partir de la cual el paciente revive lo que vivió en su infancia. Y este es el botón de muestra de cómo se comporta el paciente en la vida real". El hombre de todos los sueños Un día se sentó a escribir la primera línea de su gran obra. Decía: "Me propongo demostrar que los sueños son pasibles de ser interpretados." Colocó un punto y después se dedicó a sostener con un monumental trabajo científico esa afirmación frágil y demoledora. Sigmund Freud había parido al psicoanálisis. Fue un hombre lúcido y desdichado, al que arrasó un cáncer de garganta por el que padeció como un gladiador treinta y seis operaciones. Pero su fortaleza estaba en su lucidez intelectual. Nació en Friburgo, una ciudad del entonces imperio austro—húngaro, el 6 de mayo de 1856, cuando la Constitución argentina apenas tenía tres años, y se instaló con su familia en Viena en 1859. Empezó su carrera como médico neurólogo fascinado por la hipnosis, una técnica que luego alternaría con la de la libre asociación y el análisis de los sueños. Dijo que la investigación del inconsciente puede ser llevada a cabo sólo por la superación de las "resistencias" que se oponen siempre a ese objetivo. Una vez superadas, "el sujeto adquiere cierta visión de aspectos de su personalidad para los cuales antes era ciego". Sus aportes al conocimiento de la personalidad y de sus conflictos tienen el sello de los grandes hallazgos históricos de la ciencia y del pensamiento. En 1886 se casó con Martha Bernays y se especializó en el tratamiento de la histeria y la neurosis con técnicas de hipnosis. Una de sus pacientes, Bertha Pappenheim, pasó a la historia como Anna O. y su caso es considerado como decisivo en en el desarrollo de la teoría freudiana, algunas de cuyas conclusiones aseguraban: - La mente consciente es la punta del iceberg de la vida psíquica. La mayoría es inconsciente. El centro del inconsciente está formado por deseos sexuales. - La base del inconsciente se forma durante la niñez. - Los deseos del inconsciente aparecen en sueños, síntomas neuróticos y errores verbales. El régimen nazi lo persiguió por su condición de judío y de pensador; lo confinó en Viena, quemó sus libros y lo empujó al exilio en Londres. Murió el 23 de setiembre de 1939, veinte días después de iniciada la Segunda Guerra Mundial. Alberto Amato Una mitología poderosa Isidora Reguera El País, BABELIA - 06-05-2006 Hace siglo y medio nacía Sigmund Freud en Freiberg, Moravia. Hace un siglo, Freud ya era el Freud esencial, y el psicoanálisis también. Cien años después, tanto uno como otro siguen suscitando un interés enorme. Parece que el litio no destruyó al psicoanálisis, como pretendía Tom Wolfe. Parece más bien, como dice Harold Bloom, que "las concepciones de Freud han comenzado a mezclarse con nuestra cultura y ahora forman verdaderamente la única mitología occidental que tienen en común los intelectuales contemporáneos". Efectivamente, el psicoanálisis no ha pasado de moda: se ha ampliado clínicamente, por una parte, y se ha extendido más allá de la práctica clínica, por otra, hasta convertirse en una forma de pensar o en un enfoque de la experiencia humana característicos de nuestra cultura. Aunque, obviamente, el psicoanálisis no puede considerarse hoy la obra de un solo hombre: desde 1939 existen escuelas, terminologías, técnicas y prácticas clínicas múltiples y diferentes, y todas ellas han contribuido a conformarlo. Tampoco el psicoanálisis es lo mismo hoy que en la época de Freud: muy poco es lo que ha quedado intacto del modo en que Freud lo comprendía y practicaba, incluso el famoso diván (recostamiento, vuelo de asociación libre, autoridad del analista) ha evolucionado hacia formas flexibles y de colaboración mutua. Lo que sí está pasado de moda, efectivamente, es la práctica concreta, dogmática, casi religiosa, del psicoanálisis freudiano clásico y ortodoxo. Porque Freud fue un tanto raro en todo esto. No debía tener muy buena conciencia cuando le dijo en una ocasión a Marie Bonaparte, al compararle ésta con una mezcla de Pasteur y Kant: "Ser un gran descubridor no implica necesariamente ser un gran hombre". Hay que desencantar el mito que Freud mismo y sus discípulos crearon de él, el oscurecimiento sistemático de su vida que procuraron con el fin de ofrecer una imagen heroica. Es lo que llama Louis Breger "la gran tragedia del psicoanálisis", que al lado de consecuciones geniales y valiosas en grado sumo, presentara -y siga presentando en ocasiones- la rigidez de un dogma, la opacidad de una escuela esotérica, la belicosidad y defensismo de un clan, donde esencialmente privó desde el inicio la "causa" (die Sache) por encima de la honradez, la teoría por encima de los pacientes, el método por encima de la verdad, la fantasía imaginativa por encima del trauma concreto, el simbolismo universal por encima de la interpretación individualizada. Freud no visitaba cafés, no hacía vida social, sólo la Berggasse 19 y sus conciliábulos de los miércoles: maquinando una conquista teórica del mundo, como un malo de cómic. Karl Furtmüller, que entró en la Sociedad Psicoanalítica de Viena en 1909, la describió como "una especie de catacumba del romanticismo, un grupo osado y reducido, perseguido ahora pero dispuesto a conquistar el mundo". Casi un conventículo judío de novela negra. ¿Y todo eso por qué? Aplicándole sus propios métodos podíamos decir que detrás de la vida y de la obra del gran Freud señorea la sombra de su oscura infancia. Una infancia traumática, llena de penurias económicas (insufrible estrechez de vivienda para una familia numerosísima como la de Jakob Freud: hacinamiento, intimidad ninguna), de carencias afectivas (una madre siempre embarazada, a la que siempre perdía por culpa de nuevos bebés) y de pérdidas efectivas dolorosas (su hermanito Julius, su queridísima niñera checa). A ello se añadían temores y conflictos internos aún más punzantes para el pequeño Sigi: nada menos que los que le causaban el deseo sexual que le inspiraba su madre y el temor a su padre y rival por tal causa. Represiones, complejos y carencias que no hacían de él ningún heroico guerrero edípico y que hubo de superar después de algún modo glorioso. Para ello no tenía más que una mente brillantísima, una voluntad de hierro y una capacidad de trabajo "demoniaca" (Stephan Zweig), todas ellas forzadas y reforzadas por las circunstancias. Había que salir del agujero de la insignificancia, en compensación, hasta lo más alto de la fama. Con sus armas sólo podía conseguirlo distinguiéndose por una genialidad teórica. El psicoanálisis respondería, así, según Breger, a un intento de Freud de sobreponerse a la pobreza y carencias infantiles. En tanto generalización de sus vivencias, sería como el gran relato de sus miserias: una reelaboración teórica de los acontecimientos de su niñez a partir de un autoanálisis incesante por el que fue convirtiendo la versión propia de su infancia en la ortodoxia analítica. Las ideas básicas del psicoanálisis (Edipo universal, castración, envidia de pene, sexualidad, represión) consideradas al modelo de la ciencia decimonónica como verdades universales y únicas de las que no dio prueba convincente alguna, serían generalizaciones indiscriminadas, invenciones surgidas de la necesidad de Freud de convertirse en un poderoso héroe científico, racionalizando sus miserias y sublimando heroicamente los puntos débiles de su personalidad. He ahí la "gran tragedia". Freud no tuvo nunca a "la naturaleza humana" recostada en su diván, pero creyó poder deducir de sus "casos" nada menos que una teoría general sobre la "esencia" del hombre. Pensó que las "verdades del inconsciente" eran los determinantes últimos y absolutos de la naturaleza humana. Habla sub specie aeterni de un hombre "en sí", sobrepasando con ello el ámbito de observación concreta, explicación causal y objetividad científica, el ámbito presuntamente científico y racional de su propio análisis, y malogrando un tanto, así, la función ilustrada que, al modelo de Lessing, quería imprimir a su teoría como liberación y esclarecimiento racional de la conciencia. El tufo irracionalista que esto desgraciadamente deja es debido sólo a sus innecesarias pretensiones cientificistas. Los merecimientos del psicoanálisis no son precisamente científicos, ni necesitan serlo; quizá ni siquiera se hubiera planteado esta cuestión eterna a no ser por las pretensiones de Freud, que quiso entretejer todas sus novedosas ideas en un sistema al modelo de las grandes teorías científicas de siglo XIX. No lo necesitaba. Esa sistematicidad y cientificismo fueron sus taras. Con independencia de que hoy, o mañana, la ciencia neurológica le dé razón, o no, él hace un siglo forzó las cosas para que encajaran en su modelo. No se limitó a una descripción de los hechos, intentó dar una explicación causalista de ellos, un principio teórico único que lo llevara a la fama: el de la sexualidad, olvidando la diversidad de los traumas, la seducción y el contexto social en la histeria y neurosis. Todas las neurosis y angustias tenían una causa sexual, todos los sueños eran satisfacción de un deseo reprimido ... Ello le enfrentó a Breuer, a Adler, a Jung, a casi todos, pero sin ese imperialismo teórico Freud no hubiera sido Freud, se hubiera desvanecido. Los planteamientos freudianos atraen, no predicen; convencen, no demuestran; ofrecen motivos, no causas. En ese sentido son estéticos, en general, y no científicos. La doctrina de Freud no sería, pues, una teoría científica, sino una especulación brillante, genial y atractiva por el poder de seducción de sus imágenes misteriosas, subterráneas, oscuras, dramáticas, en las que el analizado se siente como un personaje de la tragedia antigua, predeterminado por los hados desde su nacimiento y siempre en sus manos contradictorias y absurdas. Pero poca falta hace la ciencia al psicoanálisis, tal como lo conocemos por ahora al menos, si, a pesar de toda su estética (o precisamente por ella), orienta de algún modo en la oscuridad del psiquismo, y cura, sobre todo, algunas de sus patologías. Si es que cura. Y si no cura, al menos abrió perspectivas de análisis del ser humano, inusitadas hace un siglo; y desde un talante liberador, antimetafísico, antirreligioso y antiidealista, que a pesar de su tendencia a la especulación, Freud, desde sus estudios con Brücke y sus contactos con el darwinismo, mantuvo toda su vida. Ya el supuesto fundamental de su primera y más grande obra, La interpretación de los sueños (1900), que el considerado sin-sentido puede ser sentido inconsciente, posibilita una ampliación radical de la experiencia sobre el ser humano. Y si en éste comprueba Freud el primado de lo inconsciente e irracional sobre lo racional, del impulso sobre el espíritu, si, en un nuevo giro copernicano, percibe que el hombre no sólo no ocupa el centro del universo sino que ni siquiera es dueño de sí mismo y de su propia conciencia, es algo que constata sin ilusión alguna. De modo que, a pesar de todo, Freud no fue el profeta del irracionalismo, sus teorías pueden interpretarse como semántica profunda de la racionalidad y a él mismo como un ilustrado autocrítico, que permaneció fiel al "Dios Logos". (Una vez dijo que la razón no es más que una lucecita, añadiendo: ¡pero maldito el que la apague!). Hay que reconocer la grandeza de Freud por el hecho, sobre todo, de haber iluminado fuerzas oscuras que limitan los poderes de la razón. Pero eso fue también un gran acto de ilustración. Mediante él liberó al siglo XX de la opresión e hipocresía victorianas, puso al descubierto los efectos patológicos de la represión sexual, la sexualidad infantil, los aspectos oscuros de un yo considerado puro, señor de sí mismo y del mundo, hasta entonces. Inventó un utillaje más o menos controlable científicamente para el viaje al interior, hasta entonces nada más que una veleidosa aventura metafísica o romántica. Enseñó que los síntomas neuróticos son representaciones de conflictos emocionales inconscientes e ideó métodos clínicos por los que los factores ocultos en la etiología de la enfermedad pueden salir a la luz. La comprensión de la cultura, del arte y de la religión es otra también después de él... Y, por lo demás, Freud se contentaba con poco: con hacer pasar al paciente de "una infelicidad patológica a una infelicidad normal". Juicio al diván Sigmund Freud: La pregunta por la vigencia del psicoanálisis despierta polémica: ¿por qué apostar a un tratamiento con final abierto cuando múltiples alternativas prometen resultados rápidos y más económicos? Audaz, inédito, controversial, Sigmund Freud inauguró una forma de pensar la existencia y hoy, a 150 años de su nacimiento, el mundo sigue intentando digerir su piedra filosofal: nadie es dueño de sí mismo. El inconsciente freudiano hirió de vulnerabilidad a la solemne racionalidad que dominaba el pensamiento de su época y se convirtió en "el software determinante de la existencia", según define el psicoanalista Isidoro Vegh, miembro de la lacaniana Escuela Freudiana de Buenos Aires. Y determinó, sin duda, la vida de muchos hombres y mujeres, especialmente en la Argentina, mundialmente reconocida como una de las filiales más productivas y numerosas del psicoanálisis: aunque se estima que se practican alrededor de 400 tipos de terapias, el psicoanálisis sigue ocupando todavía, tras el boom de los años 60, un lugar de privilegio, sobre todo en la gran escena cultural y política, aunque también -¿cada vez menos?- como práctica terapéutica: los 12.000 profesionales en actividad, según el cálculo de la Asociacion Psicoanalítica Argentina (APA), dan cuenta de ello. Uno de los grandes hallazgos de Freud consistió en dividir al psiquismo en tres instancias -el yo, el ello y el superyó- y comparar al yo con el jinete que cree gobernar al caballo -el ello-, cuando no pocas veces es el animal el que decide el rumbo. La "herida narcisista" también bajó del caballo a buena parte del establishment médico de principios del siglo XX, al afirmar que, frente al oscuro objeto del deseo, el paciente es el único sabio. La idea, en realidad, no fue estrictamente de Freud sino de una paciente de su maestro, el neurólogo Joseph Breuer. Cansada de escuchar a su médico, Anna O. lo invitó a callarse para dejarla "deshollinar" la chimenea de su cabeza. La cura por la palabra inaugurada por Anna O. hizo historia. "Freud descubrió que la palabra no sólo puede enfermar el espíritu sino también el cuerpo y que por la palabra podía encontrarse el remedio", acota Vegh. Aunque nadie discute la trascendencia del pensamiento freudiano a lo largo y ancho del siglo XX, ampliamente inaugurado ya el XXI no son pocas las voces que se le oponen o empiezan a manifestar su descontento. "Como ocurre con todas las teorías y prácticas científicas, no es mucho lo que de ellas queda vigente después de un siglo", observa Eduardo Keegan, presidente de la Asociación Argentina de Terapia Cognitiva. "Freud sostuvo que la mayor parte de los trastornos mentales estaba causada por un conflicto inconsciente y estas ideas ya no tienen mayor peso en la psicopatología contemporánea, para la cual estas causas son de índole biológica, psicológica y social". La discusión sobre el psicoanálisis está en plena ebullición y en ella intervienen no sólo los actores ajenos a su discurso; desde adentro de la comunidad psicoanalítica son múltiples las voces que reclaman una revisión que defina qué lugar ocupa la práctica psicoanalítica en la actualidad. Más allá del debate estrictamente teórico que hoy sostienen las dos corrientes centrales -freudianos clásicos y lacanianos-, hay un fuerte caudal de psicoanalistas que exige un aggiornamento capaz de detener una erosión que va recortando el volumen de pacientes, imposibilitados de mantener análisis interminables de costos inabordables. Silvia Bleichmar, psicoanalista y autora de numerosos libros, entre ellos Dolor país , introduce uno de los nudos del conflicto: "Aunque el psicoanálisis nació como una alternativa terapéutica, devino en una reflexión acerca de los seres humanos, que constituye un punto de partida para la comprensión de los fenómenos psíquicos... De ahí a considerarlo un punto de llegada y encarar frente a él una actitud talmúdica hay una línea que, al traspasarla, se pasa de la ciencia a la religión", señala. Y apela a una revisión general de los paradigmas y modos de ejercicio de su práctica. La discusión, sin embargo, no es fácil por la "rigidez dogmática de las grandes escuelas, que ejercieron una función asfixiante para el pensamiento de los analistas". Conscientes de la necesidad de oxigenarse, revisar sus principios fundantes, reformular los lineamientos clínicos y vencer la creciente atomización, representantes de 15 instituciones psicoanalíticas se reunieron a debatir durante los últimos dos años y esta semana concluyeron con una suerte de fumata contemporizadora, bajo el paraguas de la Asociación Colegio de Psicoanalistas. Uno de sus miembros, Juan Carlos Perrone, opina que, aún en la pluralidad de pensamientos, dentro del territorio psicoanalítico hay un denominador común con dos nombres propios: inconsciente y transferencia. El concepto de transferencia no es ni más ni menos que el corazón de la eficacia terapéutica psicoanalítica, ya que consiste en reeditar en el diván los nudos antiguos que originaron el padecimiento psíquico y producen malestar en la vida actual; el psicoanalista es, en este contexto, quien conjura las sombras de un pasado infeliz y libera al paciente, conectándolo con las alas de su deseo. Claro que este objetivo de máxima consume tiempo, dinero y energía que no todos los pacientes están dispuestos a invertir. El testimonio personal de Carlos Gresta, médico obstetra del Hospital Pirovano, refleja una de las múltiples caras de la moneda: "En dos oportunidades busqué ayuda psicoterapéutica para encontrar respuestas puntuales a cuestiones puntuales, y estoy satisfecho con el resultado. No dudo de la validez del psicoanálisis, simplemente creo que, en los tiempos que corren, no es fácil invertir el tiempo y el dinero que requiere un tratamiento de largo plazo". Pedro Herscovici, codirector de Tesis (Terapia Sistémica) sostiene que fue el mercado, justamente, un factor decisivo en el éxodo desde el diván hacia terapias más breves y focalizadas. "En el mundo, los sistemas de salud que cubren los tratamientos están ávidos de resultados" y las estadísticas se convertirían en la herramienta capaz de separar la paja del trigo y definir qué tratamiento es el más adecuado para cada cuadro psicopatológico. Esta es la bisagra que, a su entender, divide el antes y el después del mundo psicoanalítico, que está saliendo del "pensamiento único" y empieza a introducir otras herramientas terapéuticas antes prohibidas, como la medicación, la reducción en la cantidad de sesiones semanales y el tiempo de tratamiento. "Hay una evidente apertura desde el reduccionismo dogmático hacia la integración, que nació de la pérdida del monopolio a partir del auge mundial de nuevos modelos terapéuticos", dice. La facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires no fue ajena a la movida, y en la apertura democrática de los 80 debió integrar en su currícula materias que rompieron con la compulsión a la repetición de textos paradigmáticos del manual freudiano. Los estudiantes mismos, que participaron en el armado de los nuevos planes de estudio, empujaron la inclusión del estudio de otros abordajes clínicos como las psicoterapias breves. Fue por entonces cuando se hizo más álgida la discusión por la validez del psicoanálisis como instrumento terapéutico universal, aplicable a todas las patologías mentales. Herscovici discute, por ejemplo, su utilidad en el abordaje de cuestiones vinculares de parejas y familias, pero sostiene que es válido para indagar en el mundo interno en tratamientos individuales. Más allá de la discusión por los temas estrictamente teóricos, Perrone admite que "la polémica está atravesada por cuestiones corporativas y de intereses". El eslabón químico La reciente aparición en Francia del Libro Negro del Psicoanálisis -que concentró al más rancio abanico opositor al legado de Freud- echó nueva leña al fogoso debate, al bucear en los costados más controversiales del diván y confrontarlos con la urgencia de la pastilla. Desde el lado farmacológico del mostrador, Eduardo Kalina, psiquiatra y consejero del Colegio Latinoamericano de Neuropsicofarmacología, opina que "el psicoanálisis sólo tiene vigencia como teoría de la mente, ya que su práctica clínica no tiene utilidad para tratar problemas que la ciencia resuelve con alternativas más rápidas y efectivas". Su campo de acción son las adicciones y las patologías graves, como psicosis y depresiones severas, y especifica que en éstas, el psicoanálisis está particularmente contraindicado por dos razones fundamentales: el tiempo que necesita el dispositivo analítico para producir resultados y la etiología: "La depresión es una enfermedad netamente orgánica, producida por una alteración en la química cerebral". Admite, sin embargo, que "los depresivos crónicos tienen una comprensión negativa de los problemas" y por eso recomienda una combinación de fármacos y terapia cognitiva. ¿El psicoanálisis y la medicación son enemigos, entonces? "No, no somos enemigos", dice Silvia Bleichmar. "Lo que está en debate es la causalidad de la enfermedad psíquica, o del sufrimiento psíquico. No se puede desconocer la causalidad que produce una depresión y reemplazar esta causalidad por una mitología biológica. Los psicofármacos pueden ser necesarios, pero los grandes laboratorios harán lo posible por disputar el mercado a través del impulso de las terapias que no pueden desplegar una causalidad propia del sufrimiento. La medicación, unida al adiestramiento, destruye lo más genuino que un ser humano posee: su capacidad creativa". Perrone también toma distancia de las alternativas que "buscan efectos rápidos y tienen menos pretensiones de profundizar" y las asocia con la ideología del mundo contemporáneo, con sus valores de eficacia y superficialidad, mientras el psicoanálisis apunta a una transformación más de fondo". Bleichmar comparte y aclara que son terapias que no preservan de las recaídas, a diferencia del psicoanálisis, que "tiene una propuesta más de fondo y es la única que se propone cambios de largo plazo". En tanto, cerca del 50 por ciento de los pacientes que optan por una terapia breve han acudido previamente a una terapia psicoanalítica, según datos del Centro de Terapia Breve. ¿Estas deserciones están motivadas en cuestiones numéricas de tiempo y bolsillo? Isidoro Vegh se despega de la materialidad de los números y despliega su propia explicación: "No todo el que pide un análisis está dispuesto a recorrerlo hasta su extremo. Para muchos, la resolución de sus síntomas más graves es ya suficiente alivio. Sin embargo, el psicoanálisis es la experiencia de la realización del sujeto y nadie puede indicar cuál sería el límite deseable para esa experiencia". Así las cosas, la vigencia del psicoanálisis puede estar en duda, pero el hecho de que exista una discusión al respecto es también una prueba de buena salud. Y todo un homenaje a Freud a 150 años de su nacimiento. Por Tesy de Biase La Nación 06.05.06 Explorador del alma La Jornada, Mx (06.05.06) Sus descubrimientos revolucionaron el conocimiento de la naturaleza humana Sigmund Freud, explorador del alma, cumpliría hoy 150 años Sólo existe un instituto dedicado al sicoanálisis clínico en Alemania, fundado en 1956 EVA USI El 6 de mayo de 2006, el creador del sicoanálisis, Sigmund Freud, hubiera cumplido 150 años. El mundo entero lo celebra de múltiples maneras. Con exposiciones y ciclos de cine, con la revisión y redición de su vasta obra, con discusiones sobre sus teorías en universidades y medios de comunicación. Freud es aclamado como un plural histórico, cuya estatura es equiparable a la de Darwin, Marx y Einstein. El explorador de las profundidades del alma fue una de las figuras más influyentes del siglo XX, cuyo poderoso e inagotable legado sigue provocando controversia hoy día. Fue fundador del sicoanálisis y de una terapia para curar la sique humana. Sus teorías sobre el Ello, el Yo y el Super yo, sobre la sexualidad, el complejo de Edipo, la interpetación de los sueños, la represión y la agresión, revolucionaron la noción de la cultura y la sociedad. El médico, analista, investigador, filósofo, escritor y apasionado arqueólogo fue seguido por escuelas y ramas de la ciencia, aunque en vida nunca tuvo un reconocimiento unánime. "Sus descubrimientos están tan fuertemente arraigados en la conciencia colectiva que cualquiera habla del inconsciente, del acto fallido o del significado de los sueños", dice en entrevista exclusiva para La Jornada, la directora del Instituto Sigmund Freud de Franfurt, Marianne Leuzinger Bohleber. "Creo que su descubrimiento más grande fue el del inconsciente dinámico, el cual puede detonar enfermedades. Su método de la asociación libre puede aplicarse sin tener que entender el inconsciente para encontrar, junto con el paciente, eso que se encuentra reprimido y que le puede ayudar a superar los síntomas que padece", afirma. Infancia, desarrollo y exilio Sigmund Schlomo Freud nació el 6 de mayo de 1856 en Freiberg, Moravia, hoy República Checa, entonces parte del imperio austrohúngaro. Su padre, Jakob Freud, era comerciante de lana, quien a la edad de 40 años y teniendo ya hijos y nietos, se casó por tercera vez con Amalie Nathanson. Sigi fue el primero de ocho hijos de Amalie, y el predilecto. Freud tenía tres años cuando su familia se estableció en Viena. En la capital austriaca vivió, practicó, enseñó e investigó durante décadas, hasta que en 1938, un año antes de su muerte, fue obligado a huir a Londres. Los nazis, que habían prohibido el sicoanálisis y quemado sus libros en Alemania, se anexaron Austria ese año. Freud emigró a Inglaterra con su hija Anna, quien se convirtió en una reconocida sicóloga infantil. Freud murió de cáncer de mandíbula. Su niñez estuvo marcada por una sociedad católica y antisemita. Desde su juventud se decidió por el camino humanista. Leyó a Sófocles y a Goethe, se interesó por la historia bíblica, admiraba al antimonarquista Oliver Cromwell y a Aníbal, general cartaginés que luchó contra los romanos. Sus estudios de medicina en Viena tomaron más de lo habitual. Estaba enfrascado en la investigación del sistema nervioso bajo la dirección del famoso fisiólogo alemán Ernst Brücke, quien lo disuadió de buscar su camino fuera de la academia. Había pocas plazas, y como judío, Freud tendría pocas posibilidades de acceder a una. Continuó su formación con el neurólogo francés Jean Marie Charcot, entonces director del manicomio de Salpêtrière, en París. Ahí, Freud se enfrentó con la brutalidad de una vasta gama de enfermedades mentales. Sobre todo la histeria, un mal que entonces se creía exclusivo de mujeres, y que Charcot trataba por medio de la hipnosis. De regreso a Viena, Freud abrió su consultorio y desarrolló su propia técnica terapéutica mediante la asociación libre de palabras. La llamada "cura del habla" fue un método revolucionario para evocar recuerdos traumáticos reprimidos en el inconsciente, causantes de trastornos síquicos como la histeria y la neurosis. El sicoanálisis se convirtió en el andamiaje teórico para descubrir el funcionamiento del inconsciente y el desarrollo de sus teorías sobre la interpretación de los sueños y la sexualidad. Los histéricos que Freud trataba en su famoso diván sufrían de parálisis, distorsiones del habla y alucinaciones. El neurólogo intuía que la clave de esos síntomas tenían un origen sexual. Experiencias traumáticas y vergonzosas que se remontaban a la niñez y estaban reprimidas en el inconsciente. Mediante la asociación libre, intentaba que sus pacientes evocaran esos recuerdos para romper el poder que ejercían sobre ellos. Freud se consideraba médico de la sociedad y recomendó a los jóvenes tener sexo libre. El puritanismo de la sociedad vienesa de principios de siglo era considerado por él enfermizo, sobre todo en las mujeres, ya que las aislaba del mundo exterior. Freud investigó esa zona tabú con el afán de un detective. Creía que el comportamiento y la personalidad de cada ser humano tenía que ver con su desarrollo sicosexual desde la infancia. Mientras el "ego" esconde la ilusión de estar en control sobre sí mismo, el infantil "ello" dicta desde las profundidades del alma sus deseos. Objetivos del instituto El Instituto Sigmund Freud de Frankfurt, fundado en 1956, año del centenario de Freud, por Alexander Mitscherlich, es la única institución alemana financiada por el Estado que se dedica a investigar el inconsciente y su vínculo con la sicología social. "La investigación dedica especial atención al sicoanálisis clínico, pero siempre con un ojo crítico a la sociedad", dice Marianne Leuzinger. El instituto cuenta con un laboratorio de análisis de los sueños, donde se constata la teoría freudiana de que trabajamos de noche lo que vivimos de día. El análisis de los sueños se convierte en el "camino real" hacia el inconsciente. "Estos experimentos los hemos vinculado con un diálogo interdisciplinario. Trabajamos intensamente con pacientes individuales y tenemos un conocimiento especializado sobre las teorías de la memoria, los recuerdos, los sueños y el origen de los disturbios sicopatológicos", dice Leuzinger Bohleber. Con ayuda de la tomografía de resonancia magnética, equipos interdisciplinarios revisan las teorías de Freud. Desde el punto de vista neurobiológico no hay duda de que la sexualidad juega un papel determinante en nuestras relaciones con otras personas, e inclusive con objetos, en "que el ser humano, sea hombre o mujer, controle poco su comportamiento, que las fantasías inconscientes sean las que influyan en nuestras decisiones sin que nos percatemos y que puedan enfermarnos, que el sufrimiento síquico sea capaz de provocar síntomas corporales". Desde las investigaciones de Freud a la fecha, los científicos han recorrido un largo trayecto. Ahora, ramas de la ciencia antes enfrentadas, como el sicoanálisis y la neurología, cooperan para resolver nuevos desafíos. Lo que la histeria era para los tiempos de Freud lo es ahora la depresión. Según estimaciones de la Organización Mundial de Salud, en 2020 la depresión será la segunda enfermedad más común de los países occidentales, después de las enfermedades cardiacas y del sistema circulatorio. El instituto realiza un estudio sobre este tema con casos de depresiones crónicas. "El objetivo es observar al paciente con la premisa de que no todas las depresiones crónicas los son en realidad. Cada persona es diferente. Detrás de síntomas similares hay biografías distintas", concluye Leuzinger Bohleber. Freud se consideraba a sí mismo un optimista. Nadie como él ha estado tan cerca de descifrar el insondable misterio del comportamiento humano; aun así, se mostraba sencillo. Nunca obtuvo el Nobel, pero siendo ya famoso, al cumplir 70 años, le preguntaron si no aspiraba a la inmortalidad. "Sinceramente no", respondió. "Cuando uno percibe el egoísmo que subyace a toda conducta humana no siente el menor deseo de renacer. La vida, aun moviéndose en círculo seguiría siendo la misma". La época, las ideas Freud y el gusto de nuestra época Freud, desde los albores del psicoanálisis, se sintió atraído por el extraordinario fenómeno del amor, fenómeno que hace que una persona llegue a tener una singular representación de otra. ¿El amor encuentra y/o produce las cualidades del amado? Cualquiera sea la respuesta, la singular representación se establece de manera persistente y produce tanto tristeza como alegría. En esa época trataba a las pacientes inmortalizadas luego en los Estudios sobre la histeria (la señorita Ana O., Emmy von N., Elizabeth von R. y la señora Cecilie M., entre otras), que mientras confesaban sin saberlo los deseos que circulaban por sus fantasías, ponían en el banquillo de los acusados a padres, maridos, hermanos, novios o pretendientes: la virilidad no estaba a la altura de sus promesas. Pero Freud no desesperaba de las fallas que encontraba en los hombres, ni del enigma de la insatisfacción femenina. Por otra parte, la maternidad estaba perturbada por el amor romántico y la paternidad por el amor-pasión. Freud le puso un nombre a la incertidumbre sexual generalizada: bisexualidad. Eso significa que la identidad de cada sexo está a merced de las identificaciones, que cada uno es otro para sí. Es difícil saber el impacto de los planteos de Freud en aquella época, pero sabemos que, en la nuestra, esas cosas ?como la bisexualidad? forman parte del espectáculo de la felicidad que se ofrece a la inercia de vidas que, como se grita en masa, la miran por TV. Mientras tanto, el término inconsciente recorrió un camino y se fue incorporando al lenguaje cotidiano como falta de intención. Antes de Freud, el inconsciente había sido estudiado por Lancelot Law Whyte, que remontaba esta noción hasta el siglo XVII, pero el psicoanálisis propuso con este término algo diferente: el ?aparato psíquico? descripto por Sigmund Freud no tiene nada del inconsciente romántico, del inconsciente místico que tanto fascinó a Carl Gustav Jung. Fue necesario que la razón defendida por la Ilustración y las pasiones del Romanticismo mostraran algo de la nueva escisión en marcha, la nueva versión que la época proponía de esas razones del corazón que la razón no entiende. Pero eso dice poco del proyecto de Freud, de la práctica que inventa, de la huella que traza en el gusto de su época. Wittgenstein escribió que Freud habla de la resistencia al psicoanálisis, pero no de la seducción que provoca. Hoy no podría decirlo, puesto que Jacques Lacan (que convirtió a Freud en su precursor, en el sentido en que Borges habla de esta operación) expuso las razones de esa seducción. Más allá del gusto de su época, Freud amplió la razón ilustrada para incluir las pasiones románticas. Las primeras seducidas fueron las mujeres, excluidas de esa razón y molestas por el lugar que hasta entonces se les había concedido: desde la célebre Lou Andrea Salomé hasta la influyente princesa Marie Bonaparte, una multitud de mujeres integraron el movimiento creado por Freud. Incluso en los momentos del feminismo radical el psicoanálisis estuvo abierto a las colegas mujeres, que hoy son mayoría en todo el mundo. Las disidencias que existieron y existen no pueden ocultar esta nueva alianza, tan diferente de las que habían conocido las mujeres y los hombres hasta ese momento. La invención del psicoanalista llevó su tiempo, pero su existencia social es un hecho difícil de historiar porque su accionar cotidiano se realiza en el discreto silencio que rodea esta práctica. Y así tiene que ser, porque el analista no impone sus temas sino que los descubre y los elabora: por eso cambian con el gusto de la época. LA NACION | 07.05.2006 | Página 1 | Enfoques ¿Está fuera de moda el psicoanálisis? El filósofo esloveno reflexiona sobre los nuevos desafíos que la época le impone a la teoría psicoanalítica En los últimos años hay una nueva oleada de proclamas triunfalistas que declaran muerto al psicoanálisis: con los nuevos avances en las ciencias del cerebro, finalmente se lo pone donde debe estar, en el depósito donde están archivadas todas las búsquedas oscurantistas precientíficas de los confesores religiosos y los interpretadores de sueños. Como dice Todd Dufresne, ninguna figura de la historia del pensamiento humano estuvo tan equivocado en sus fundamentos, algunos agregarían que con la excepción de Marx. Y efectiva y predeciblemente, en 2005 el infame Libro Negro del Comunismo , que enumera todos los crímenes comunistas, fue seguido por el Libro Negro del Psicoanálisis, que enumera todos los errores teóricos y fraudes clínicos del psicoanálisis. De este modo negativo, al menos, se expone a la vista de todos la profunda solidaridad del marxismo y el psicoanálisis. No todo en esta oratoria funeraria es falso. Hace un siglo, Freud ubicó al psicoanálisis en la serie de tres humillaciones sucesivas del hombre, los tres "males narcisistas", como los llamó. Primero, Copérnico demostró que la Tierra gira en torno del Sol y así nos privó a los humanos del lugar central en el universo. Luego Darwin demostró que nuestro origen está en la evolución ciega, privándonos del lugar de privilegio entre los seres vivos. Finalmente, cuando Freud mismo hizo visible el rol predominante del inconsciente en los procesos psíquicos, quedó en claro que nuestro ego no es siquiera el amo en su propia casa. Hoy, cien años más tarde, está emergiendo un cuadro diferente: los últimos avances científicos parecen haber agregado toda una serie de nuevas humillaciones a la imagen narcisista del hombre: nuestra mente misma es meramente una máquina de computación que procesa datos, nuestro sentido de libertad y autonomía es meramente la "ilusión del usuario" de esta máquina. En consecuencia, en relación con las actuales ciencias del cerebro, el psicoanálisis mismo -lejos de ser subversivo- más bien parece pertenecer al campo tradicional de las humanidades amenazado por las últimas humillaciones. Entonces, ¿realmente el psicoanálisis está hoy fuerade época? Parece que sí, en tres niveles interconectados: 1) el del conocimiento científico, donde el modelo cognitivo neurobiológico de la mente humana parece sustituir al modelo freudiano; 2) el de la clínica psiquiátrica, donde el tratamiento psicoanalítico rápidamente es desplazado por la quimioterapia y la terapia conductista; 3) el del contexto social, donde la imagen de la sociedad, de las normas sociales, que reprimen los impulsos sexuales del individuo, ya no parece válida ante la permisividad hedonista predominante hoy. De todos modos, en el caso del psicoanálisis, las pompas fúnebres son quizá un tanto prematuras, conmemorando a un paciente que aún tiene larga vida por delante. En contraste con las verdades "evidentes" de los críticos de Freud, se debe insistir en que recién hoy se ha llegado al tiempo del psicoanálisis y los aportes claves de Freud cobran pleno valor. Uno de los tópicos habituales de la crítica cultural conservadora de hoy es que, en nuestra era permisiva, no se imponen límites o prohibiciones firmes a los niños. Esta falta de límites los frustra, llevándolos a ir de un exceso a otro. Sólo un límite firme, establecido por alguna autoridad simbólica, puede garantizar no sólo estabilidad, sino incluso la satisfacción que se logra por vía de la violación de la prohibición, de transgredir el límite. Para esclarecer la manera en que la denegación funciona en el inconsciente, Freud evocó la reacción de uno de sus pacientes a un sueño, centrado en una mujer desconocida: "Quienquiera que sea esta mujer de mi sueño, sé que no es mi madre". Una clara prueba negativa, para Freud, de que la mujer era la madre del paciente. Qué mejor manera de caracterizar al paciente típico de hoy que imaginar su reacción opuesta al mismo sueño: "¡Quienquiera que sea esta mujer en mi sueño, estoy seguro de que tiene algo que ver con mi madre!" Tradicionalmente se esperaba que el psicoanálisis permitiera al paciente superar los obstáculos que le impedían el acceso a la satisfacción sexual normal: si no lo consigue, vaya al analista, le posibilitará terminar con sus inhibiciones. Hoy, sin embargo, cuando somos bombardeados desde todos lados por las diferentes versiones del mandato "¡Disfrute!", desde el goce directo en el acto sexual hasta el disfrute del logro profesional o del despertar espiritual, se debe pasar a un nivel más radical: el psicoanálisis es hoy el único discurso en el que se nos permite no disfrutar ; no es que "no se permite disfrutar", es decir, no es la prohibición de disfrutar, sino simplemente el alivio de la presión de tener que disfrutar. Por Slavoj Žižek Sophie Freud: "Nunca me psicoanalicé" Guarda un cariñoso recuerdo de él y dice que era un hombre bueno y afectuoso, pero que no sabía nada de la sexualidad femenina. Sophie Freud, nieta del padre del psicoanálisis y destacada psicoterapeuta, discute en esta entrevista las ideas de su célebre abuelo WASHINGTON.- "No porque sea mi abuelo debo sostener ni defender toda la teoría psicoanalítica", explica la nieta de Sigmund Freud, Sophie. Afable y cortés, aceptó dialogar con LA NACION sobre su célebre abuelo, pero marca sus profundas diferencias con él. "Mi abuelo fue un buen hombre, tengo buenos recuerdos de él. Era cariñoso. Pero disiento con algunas de sus ideas. No sabía nada de la sexualidad femenina", dice. Sophie Freud tiene 82 años y desde los 18 vive en los Estados Unidos, a donde llegó con Ernestina, su madre y nuera del gran neurólogo vienés, fundador de la teoría psicoanalítica. Aunque ya retirada como profesora emérita del Simmons College, continuó hasta hace poco trabajando como editora literaria de la Revista de Psicoterapia de Estados. En Bajo la sombra de la familia Freud , el libro que acaba de publicar en alemán, intentó combinar los hechos más relevantes del siglo XX con la vida de su madre, que se casó con Martin, el hijo mayor de Sigmund. A lo largo de 400 páginas, Sophie -que visitó la Argentina en los 90 para dar conferencias y recorrer la Patagonia- describe la vida bajo la sombra de su abuelo y del nazismo y cuenta cómo escaparon a París, pasaron por Casablanca y llegaron a Nueva York. Para narrar la historia, toma como fuentes sus propios escritos, los de su madre y su padre, y cartas inéditas de Sigmund y Martha. "De la familia Freud no quedan demasiados. La mayoría ha fallecido; el libro es una manera de recordarlos", dice Sophie, que vive en Lincoln, una pequeña y bella ciudad ubicada 30 kilómetros al oeste de Boston. Allí dictó cursos de doctorado en la Escuela de Trabajo Social de la Simmons College, una prestigiosa universidad desde la cual criticó y refutó durante décadas las ideas de su abuelo. "Disiento con algunas de sus teorías, que considero desactualizadas. No me siento cómoda, entre otros puntos, con su abordaje masculino excluyente", explica. -¿Hay algo que rescate de las teorías de su abuelo? -Comparto la idea de que a veces hacemos cosas, actuamos por razones que no necesariamente sabemos, ni comprendemos de manera consciente. El puso esa idea del inconsciente en el mapa. No la inventó, es algo que ya había sido planteado mucho tiempo antes, pero eso es lo que rescato de él. -Más cauta es, en cambio, al abordar su visión de la infancia -Ese caso es diferente. Creo que tenía razón al exponer las influencias existentes en la formación de ideas durante la infancia, las experiencias tempranas, en particular las malas experiencias. Pero a diferencia de él, creo que la importancia que se le da a la crianza ha sido exagerada, salvo que se trate de padres abusivos, por supuesto. En líneas generales, no creo que los padres sean tan influyentes. -Imagino, dada su especialización académica, que usted valora más el contexto social. ¿Pero aun en la temprana infancia? -Mi abuelo no enfatizó lo suficiente la influencia de la cultura, de las clases sociales, de la geografía -entre muchos otros factores posibles- en la formación de una personalidad, de su espacio íntimo. Piense, por ejemplo, en toda la gente que sufre en Africa. En el caso de todos esos millones de personas, todo pierde peso ante la necesidad de comer. Ante ese impulso más primario pierden influencia tanto la crianza como factores sociales y culturales. -¿Cuál es su aproximación a la visión freudiana del sexo? -Sigmund puso el sexo en el mapa como una gran fuerza en la conducta y eso hay que reconocerlo. Pero, otra vez, creo que hay otras fuerzas más fuertes, como la autoestima, el poder, el apego por otros. En muchas personas, esas fuerzas o influencias internas o externas pesan más que el sexo al actuar. Lo mismo pienso de su teoría sobre la envidia de la mujer por el pene. No tiene sentido. -¿Se ha psicoanalizado alguna vez? -No. -¿Por qué? ¿Lo rechaza de plano? -Para comenzar, no me parece demasiado apropiado hablar sobre mí misma durante años. Creo que es un lujo que no muchos pueden darse y, en mi caso en particular, siento que el psicoanálisis sería una pérdida de tiempo. Me parece, además, que se crea un vínculo complicado. Los pacientes a menudo se convierten en personas demasiado dependientes de sus psicoanalistas. -¿Usted ha comparado a su abuelo con Adolf Hitler en un documental? ¿Dijo usted que ambos "compartían la ambición por convencer a los demás de la única verdad a la que habían arribado"? -Es muy cierto. Sí, lo dije. Hay enormes diferencias entre ambos, por supuesto. Sería estúpido no distinguirlos. Pero también es cierto que ambos eran muy ambiciosos y estaban convencidos de que detentaban la única verdad. -¿Fue algún tipo de lectura en particular lo que la "empujó", digamos, a rechazar la teoría psicoanalítica? -Si fuera por citar a una escuela de pensamiento, pues comenzaría por aquellas que buscan otras formas de ayudar a una persona [no habla de "paciente"]. Primero promovería una conversación sincera, profunda, más que un psicoanálisis. -¿Cree en Dios? -No, no creo en Dios. Sí creo en la bondad humana y en que las personas deberían vivir armoniosamente. Por Hugo Alconada Mon Cuestiones de familia Entre sus muchas publicaciones se cuenta una biografía del psiquiatra suizo, Carl Jung en los comienzos, llamado a ser el heredero intelectual de Freud y más tarde distanciado de él, como así también My Three Mothers and Other Passions (Mis tres madres y otras pasiones), en que abordó las complejas relaciones que tuvo con su madre, su tía materna y Anna Freud, la hija menor de Sigmund. y la que más contribuyó al psicoanálisis. Anna mantuvo una estrecha relación con su padre, no así con su madre y sus hermanos. En particular con Sophie, la más bonita de la familia y con la que competía por la atención paterna. A los 82 años, la sobrina de ambas, también llamada Sophie, se permite una mofa: Aquella Sophie sí era bonita. Al menos yo no tuve ese problema. LA NACION | 07.05.2006 | Página 6 | Enfoques Viena-Londres: las casas de Freud La sala de espera de su residencia vienesa se conservatal como estaba cuando el padre del psicoanálisis organizaba sus reuniones de los miércoles para discutir sobre la marcha del psicoanálisis.En Londres, todavía puede verse el consultorio, con el mítico diván VIENA.- En la apoteósica Viena, la calle donde vivió Sigmund Freud durante casi medio siglo, es, sorprendentemente, un remanso de paz, lejos del centro monumental, del Teatro de la Opera y de las tiendas de lujo. En la calle Berggase, el ruido de un solo taxi alborota la mañana. Y un silencio como éste, de los que da miedo quebrar, debió de llamar la atención del padre del psicoanálisis, que se instaló aquí, en el número 19, hacia 1891. Es una casa típica del siglo XIX: fachadas a mitad de camino entre el gris y el azul pálido, muros sólidos, patios centrales en los que la luz sólo se hace un hueco un día soleado como hoy, y escaleras de madera en las que se escucha el paso del tiempo, las mismas que pisó Freud hasta el 4 de junio de 1938, cuando las botas de la Gestapo violaron su pequeño mundo. En Bergasse, 19, Sigmund Freud (1856-1939) escribía, escuchaba a sus pacientes, a los que dejaba hablar recostados en el diván, y discutía unas teorías que asombraron e indignaron por igual en la Viena de la frontera del siglo. Al cruzar la puerta de estas habitaciones, viajamos un siglo atrás, con los objetos (pocos) que aquí quedan, en el espacio en el que se desarrolló la historia. En el recibidor vemos uno de los baúles en los que transportó sus pertenencias a Londres, y también un bastón, un sombrero, una gorra deportiva que cuelga del perchero. Freud era viajero, fumador y coleccionista de objetos antiguos (egipcios, griegos, orientales), que comenzó a acumular en los años noventa del siglo XIX. En esta casa vienesa se conservan unas ochenta piezas de las tres mil que llegó a reunir, y que lo acompañaron en su huida. En 1971, cuando Bergasse 19 se abrió al público, Anna Freud accedió a devolver a su hogar de toda la vida la sala de espera completa, muebles, cuadros y fotografías que recuperan aquellos años. "Hubo un tiempo en que me sentía lleno de ambición y ávido de aprender. Ahora, y desde hace mucho tiempo, sé que no soy un genio y ni siquiera comprendo cómo alguna vez lo he podido anhelar", se lee en una carta dirigida a Martha Bernays en 1863, tres años antes de su matrimonio. La sala de espera, en efecto, está exactamente igual que cuando fue abandonada, con el mismo sofá, tres sillas tapizadas en terciopelo, un ventanal y fotos, infinidad de fotos, de recuerdos. En estos pocos metros cuadrados se celebraban las famosas reuniones de los miércoles en torno al psicoanálisis. El paseo continúa por lo que fue el consultorio del neurólogo, por sus habitaciones Privadas, por los salones reconvertidos en zona de exposiciones temporales. Son, salvo la citada área de espera, espacios sin muebles, aunque el mero hecho de pisar este entorno y la documentación gráfica acumulada en paneles ayudan a viajar un siglo atrás. Esta casa-museo-fundación de Viena, que el año pasado recibió 65.000 visitantes, será el centro de las celebraciones en torno al 150 aniversario del nacimiento de Freud. La exposición "El diván: pensar recostado", inaugurada el viernes, propone reflexionar sobre el significado e importancia de este sillón y su presencia en la literatura, el arte y la medicina desde el siglo XIX. Londres, el exilio Cuando Freud se instaló en Londres, pudo recomponer gran parte del ambiente de trabajo que había tenido en Viena. A pesar del acoso nazi, los Freud consiguieron sacar del país el mobiliario, los libros y las piezas de decoración del primer consultorio en Viena. Entre los objetos rescatados estaba el mítico diván, algo así como el altar del templo del psicoanálisis, la pieza casi sagrada a la que los entusiastas visitantes de la casa-museo de Londres tributan mayor honor. Se encuentra en el amplio estudio que Freud utilizó en la planta baja del número 20 de Maresfield Gardens, en el barrio de Hampstead. Freud llegó a Londres el 6 de junio de 1938, tras una brevísima escala en París. Primero alquiló una vivienda en Elsworthy Road, 39; allí lo conoció a Salvador Dalí, quien le hizo un retrato. En septiembre se mudó a la casa que había adquirido en Maresfield Gardens, un edificio de tres plantas, con un pequeño jardín en la entrada y otro mayor en la parte trasera. Freud vivió justo un año en Maresfield Gardens. La muerte lo encontró en un diván que entonces se encontraba en su estudio y hoy se exhibe en el primer piso. La casa fue abierta en 1986 como museo. Aunque parte de la decoración se debe a los gustos de Anna, el estudio-biblioteca de su padre se mantiene tal como éste lo dejó. Allí está el mítico diván, cubierto con una alfombra oriental, arropado con almohadones para comodidad de los pacientes. Otra alfombra, igualmente desgastada, protege la pintura blanca de la pared a la que el mueble está arrimada. El rincón lo preside desde lo alto una escena de una sesión clínica del doctor Charlot, quien influyó en los pasos iniciales de Freud. Tras la cabecera del diván está el sillón de terciopelo verde en el que Freud solía sentarse para escuchar, a veces durante ocho horas, a sus pacientes. Ese horario ya no lo podía mantener en Londres. Aunque siguió con las consultas, Freud se concentró en completar su obra Moisés y la religión monoteísta y en empezar Algunas lecciones fundamentales sobre psicoanálisis , que no llegó a terminar. Sobre su mesa de trabajo siguen colocadas numerosas estatuillas de su colección de antigüedades. Las llamaba "amigos" con los que gustaba encontrarse en la intimidad de sus ideas. El, que se veía a sí mismo como un arqueólogo del pensamiento, murió el 23 de septiembre de 1939 rodeado de los objetos más queridos de su célebre colección arqueológica. ABC y LA NACION LA NACION | 07.05.2006 | Página 3 | Enfoques Claves de una pasión: la Argentina "psi" Desde los factores políticos hasta la influencia cultural, un repaso de por qué los argentinos somos carne de diván Nos sentimos culpables; las mujeres son histéricas -cuando no fálicas-; se maneja de manera ezquizofrénica; los políticos no cometen furcios sino lapsus, y Edipo es prácticamente un miembro más de la familia. Que el léxico psicoanalítico ha impregnado la vida cotidiana de los argentinos no es ninguna novedad. Pero por qué pudo hacerlo con tanta facilidad, casi naturalidad, obedece a una trama más difícil de desentrañar. Esquivos a las generalizaciones, los analistas consultados prefieren no aventurarse a afirmar que los argentinos tenemos ciertas características comunes -¿neuróticas, fóbicas, narcisistas?- que nos predisponen a ser "carne de diván". O, como solía preguntar un famoso humorista en televisión, "¿Qué nos pasa a los argentinos? ¿Estamos todos locos?". Más allá de los rasgos de personalidad, en su libro Freud en las Pampas Mariano Plotkin indaga en los factores -sociales, históricos, políticos- que promovieron la vigorosa difusión del psicoanálisis en nuestro país. Aunque aclara que ya en la década de 1930 había personas que se autotitulaban psicoanalistas, señala que el verdadero boom de la obra de Freud en la Argentina estalló en los 60. "La caída de Perón contribuyó a este auge-explica Plotkin-. El desconcierto y la sensación de inestabilidad que provocó el derrocamiento hizo que algunos sectores críticos de la izquierda comenzaran a ver en la doctrina freudiana no sólo un recurso terapéutico sino una herramienta analítica para entender el pasado reciente y el presente, para redefinir las identidades políticas y sociales. Esto constituyó un estímulo fundamental para el psicoanálisis debido a la enorme influencia de la que gozaba esta intelectualidad de izquierda en la cultura argentina de aquellos años". Claro que la caída del peronismo disparó además una explosión cultural y una pasión modernizadora que habían quedado aplastadas bajo el antiintelectualismo peronista. Dice Plotkin que fue en esa época cuando se crearon las nuevas carreras de Psicología, Sociología o Antropología, al tiempo que se pusieron de moda las películas de Ingmar Bergman y del neorrealismo italiano, la literatura que exploraba la sexualidad, o el existencialismo de Jean-Paul Sartre. Fue precisamente a través de este último que muchos intelectuales desarrollaron un interés teórico por el psicoanálisis, y en la búsqueda de un autoconocimiento existencial más de uno terminó recostado sobre un diván. "En la Argentina, el psicoanálisis prendió más a través de los sectores culturales que de los sectores médicos", afirma Hugo Vezzetti, psicoanalista, investigador del Conicet y docente de la UBA. "Incluso algunos de sus difusores más activos, como Enrique Pichon Rivière o Marie Langer, ambos miembros fundadores de la Asociacion Psicoanalítica Argentina, trabajaban por impulsar un psicoanálisis que se extendiera hacia la sociedad, fuera del consultorio -agrega-. Langer, por ejemplo, hablaba de los conflictos psíquicos asociados a los trastornos reproductivos de la mujer, y Pichon Rivière publicaba una columna de psicología cotidiana en la revista Primera Plana". Ya en 1931, el diario Crítica comenzó a publicar una columna semanal sobre interpretación de los sueños. Esta columna, firmada por Freudiano, solicitaba a los lectores que enviaran cartas narrando sus sueños, los que serían analizados la semana siguiente. "Había una demanda de un público de capas medias que buscaba modernizarse -observa Vezzetti-. Pero a medida que la sociedad se moderniza se vuelve también más inquieta, más agitada, menos aplacada que las sociedades tradicionales. Entonces se intensifican los problemas de pareja, aparecen cambios en la dinámica familiar o en la posición de la mujer. Y surge la necesidad de buscar apoyo u orientación". Y así fue cómo, en palabras del antropólogo Sergio Visacovsky, se constituyó un matrimonio perfecto entre las clases medias y el psicoanálisis. "El psicoanálisis contribuyó a afianzar en los sectores medios los ideales de libertad individual, de ascenso social, de liberación de la mujer. Es decir, la clase media se redefinió a partir de la adopción del psicoanálisis como estilo de vida", sintetiza Visacovsky. Un estilo de vida tan particular que incluso el general Martín Blaza, comenta Plotkin, echó mano del discurso psicoanalítico durante su famoso mea culpa por los crímenes de la dictadura. "Recurrió a conceptualizaciones tales como inconsciente colectivo´ o la necesidad de hacer un trabajo de duelo´", ejemplifica el historiador. Por su parte, Visacovsky también recuerda que, durante la crisis de 2001, los psicoanalistas eran consultados a la par de economistas y políticos para explicar los males que aquejaban al país. "Y cuando Menem decidió no presentarse al ballottage, los comentaristas radiales enseguida salieron a hablar de su intolerancia a la frustración, de su impotencia, antes de hacer un análisis político de la situación". Y aun quienes hoy día proclaman el fin del psicoanálisis saben que los argentinos seguimos fascinados por el juego de la interpretación. También, que somos los principales consumidores de películas de Woody Allen, que contamos con nuestra propia Villa Freud en Buenos Aires, y que nadie tiene que explicarnos que "superyó" no tiene nada que ver con un héroe de historieta. Por Teresa Bausili LA NACION | 07.05.2006 | Página 5 | Enfoques La cura: una aventura humana Silvia Ons* En 1916 Freud ubicó al psicoanálisis dentro de los tres grandes descubrimientos que hirieron el amor propio de la humanidad. Copérnico mostró que la Tierra no es el centro del universo, conmoviendo la pretensión del hombre de sentirse dueño de este mundo. Darwin puso fin a la arrogancia humana de crear un abismo entre su especie y la del animal. Pero ni la afrenta cosmológica ni la afrenta biológica han sido tan sentidas por el narcisismo como la afrenta psicológica. Porque el psicoanálisis enseña que el Yo no sólo no es amo del mundo ni de la especie, sino que no es amo en su propia casa. La vida pulsional de la sexualidad no puede domesticarse plenamente, lo que no se integra se reprime, nuestra morada está habitada por aspectos que no queremos reconocer, ya que no entran en armonía con nuestros ideales. Pero el empeño por rechazar fracasa y lo más extraño de nosotros emerge desfigurado a través de los síntomas. No cabe asombrarse, afirma Freud, de que el Yo no le otorgue su favor al psicoanálisis y se obstine en rehusar su crédito. Diremos que tanto ayer como hoy. Las terapias no analíticas son aceptadas pues se empeñan por erigir al Yo como soberano, le enseñan cómo liberarse mejor de lo que irrumpe, elevan su apetito de control, lo invitan a no acercarse nunca al suelo molesto de su hábitat. Pero ello, no lo dudamos, conducirá siempre a lo peor, no sólo porque se habrá limitado el campo del conocimiento, sino por el destino infernal que sufrirá lo que se intenta elidir. Freud invita a la aventura humana que es la cura psicoanalítica, aventura de ese explorador que, recorriendo los caminos más alejados de sus creencias, vuelve con recursos de los que no disponía. Y esas energías gastadas antaño en preservar sus dominios estarán libres para fines acordes al deseo, que siempre excede los límites del Yo. *Miembro de la EOL y de la AMP. Autora del libro Una mujer como síntoma de un hombre. Un sacerdote habla de Freud «La represión freudiana no tiene nada que ver con la continencia cristiana» El sábado se cumplió el 150.º aniversario del nacimiento de Sigmund Freud. Juan Bautista Torelló, un gran conocedor de su obra, vive en Petersplatz, a pocos minutos de donde Freud puso su diván, en la Berggasse. Torelló sintetiza lo efímero y lo permanente del psiquiatra vienés. VIENA. Juan Bautista Torelló (Barcelona, 1920), sacerdote, médico psiquiatra y teólogo, es autor de obras transformadoras, como Psicología abierta (Rialp). Se instaló en Viena hace décadas. Este catalán rompe moldes: es eximio en psiquiatría, en filosofía y en teología. Los vieneses interesados por las humanidades lo saben bien. -Imagínese que me encontrara deprimido. ¿Qué me aconseja: que tome antidepresivos como el Prozac, que acuda a un psicoanalista o que vaya a hablar con un sacerdote? -Si se tiene una depresión, es importante hablar, y hablar con alguien que sea de tu confianza, sea cura o laico, psiquiatra o simplemente un amigo. La cerrazón lo complica todo. ¿Psicoanalista? ¿Confesor? Lo importante es que entienda de estos asuntos. Porque hay muchos santos curas que no tienen ni idea de estas materias, porque por su formación y por su historia, pues no se han metido en estos líos. En cambio, son preferibles otras personas quizá menos profundas en la fe, pero más enteradas. «Buenos consejos» hay demasiados en el mundo. Lo que necesitamos es saber de algo y hablar de lo que sabemos. -Los enemigos de Freud consideran que sus métodos son poco efectivos, porque sostienen que es mejor, por ejemplo, tomarse una pastilla... -Bueno, esto es una macana, porque son asuntos diferentes. Una cosa es la terapia de tipo medicamentoso y otra la terapia de tipo psicológico. -Pero la terapia medicamentosa, como dice, ¿puede suprimir completamente a la terapia de la palabra? -No lo creo, aunque, naturalmente, puede aliviar muchos síntomas. -A 150 años del nacimiento de Freud, ¿qué piensa que es lo valioso de su obra? -Freud es una persona importante en la historia de la psicoterapia por ser uno de los pioneros de la terapéutica por medio del diálogo. Lo malo: tenía un poso ideológico muy negativo, materialista. Incluso de los instintos, de los cuales habló tanto, esperaba que un día se encontrara la composición química. -Freud pasa por ser uno de los pensadores más influyentes del siglo XX. ¿A qué cree que se debe su enconada aversión a lo religioso? -Era un ateo, digámoslo claro y rápido. Era de origen judío, pero no creía en la religión de sus padres. Incluso se burlaba de Moisés. Sus críticas de la religión están todas llenas de prejuicios. No se puede esperar nada de él respecto de la psicología de la vida religiosa porque no creía en nada. -¿Piensa usted que hay que creer para que una crítica de la religión tenga valor? -Por lo menos hay que ser como los fenomenólogos: personas que ven la realidad de la vida religiosa en la historia del mundo, de la sociedad y de las personas, y se la toman en serio. No caen enseguida en el reduccionismo, que es siempre la trampa más grande que tienen los psicólogos. -¿Puede haber algo de verdad en que la religión sea una «Zwangsneurose», término que no sé cómo traducir realmente bien? -Se traduce como «neurosis coacta». Esto fue lo que Freud dijo alguna vez. No siempre, porque también él osciló mucho en sus formulaciones. Zwangsneurose, neurosis coacta. Es decir, que te ha venido de fuera, por educación, etc., pero además agrega patología, la neurosis, al fenómeno religioso. Es un término lleno de prejuicios. -De joven, Freud autoexperimentó con cocaína. ¿Era el suyo un temperamento aventurero? -No. Pienso que tenía una tendencia a la toxicomanía. Al principio fueron experimentos consigo mismo, pero al final terminó tomando morfina, cuando tuvo su cáncer, para atenuar dolores. O sea, se trata de una tendencia suya a probar tóxicos, en primer lugar para ver qué efectos producían. Eso lo han hecho muchos médicos. -Del inconsciente («das Unbewusste») escribió mucho Freud y dijo que el 90 por ciento de nuestras decisiones son inconscientes... -Eso es exagerado. Que tenemos una cierta inconsciencia, está claro, porque llevamos todos en nosotros mismos una cierta carga cultural, que nos influye. Ahora, lo normal, normal en el sentido de no enfermizo, es que cuando uno madura como persona, se sabe calibrar ese fardo, sin estar entregado al lastre infantil. Repito: todos llevamos en nuestra vida una carga: en parte hereditaria, de dentro, y en parte por nuestra educación, cultura, etc., que nos influye. Pero el hombre que se desarrolla normalmente se critica a sí mismo y toma de ello lo que quiere. Así madura como persona. -¿Son tan importantes los sueños? -Lo de los sueños no es sólo freudiano, pero de todos modos tiene interés, por lo menos. Aunque también se les ha dado demasiada pompa. Todos tenemos experiencia de sueños un poco dramáticos, con mayores o menores consecuencias. Aun así: la personalidad que va madurando poco a poco sabe también hacer de este material lo que quiere. De manera que no se está totalmente entregado a la actividad del sueño. -¿Es de verdad la infancia tan absolutamente definitiva para forjar el carácter del ser humano, como parece deducirse de la lectura de Freud? ¿Tienen los traumas infantiles un alcance tan formidable? -Tampoco esto es verdad. Ciertamente, los traumas infantiles tienen importancia. Por ejemplo, el problema de la pérdida del padre es muy actual. Porque hay mucha gente que pierde al padre, por la frecuencia de los divorcios, por la frecuencia también de los padres que trabajan en otro país, y al que ven de vez en cuando. Un niño que se desarrolla sin padre es un niño que tiene un vacío notable y por lo tanto es lógico que eso tenga importancia. Ahora, la interpretación freudiana es una interpretación, como siempre, de tipo más sexual, y esto le enturbió mucho su capacidad de conocimiento de las personas, porque tenía eso en la cabeza, la reducción a la sexualidad. Esto lo ha visto muy bien Viktor Frankl [eminente psiquiatra, el fundador de la logoterapia]. Frankl, en vez de hacer una Tiefenpsychologie, una Psicología de las profundidades, dice que lo que hay que hacer es una Psicología de las alturas, porque el hombre tiene un espíritu y, desde arriba, desde el espíritu es como entendemos toda la vida de la persona humana y su historia. Y si no se sabe subir, vicias tu opción. -¿Pudo haber surgido Freud en otra ciudad que no fuera Viena? El antisemitismo de por entonces, ¿era también necesario para que Freud destacara? -No, no, no creo que eso se pueda decir, lo del antisemitismo. Y aunque vivió y se instaló en Viena, no nació aquí. Yo creo que el problema del semitismo o del antisemitismo no ha formado un papel decisivo en su ideología. -¿Por qué rompió Freud con amigos tan importantes como C. G. Jung? ¿Era un tirano? ¿Un engreído? ¿Era un hombre incapacitado para la amistad? -Digamos que tenía mal carácter. Era muy absolutista. O aceptabas lo que él decía, o te ibas. Así perdió a sus mejores colaboradores, como Jung. Alfred Adler, igual. Si no aceptaban su teoría, que era más bien una fe que una teoría, entonces se tenían que ir. Y esto es triste. Porque quiere decir que este hombre no era muy objetivo, es decir, estaba muy agarrado a sí mismo. -Freud murió a los 83 años, tras pedir una sobredosis de morfina. ¿Era partidario de la eutanasia? -No. No lo creo. Como ya tenía esa tendencia toxicómana, cuando padeció cáncer de laringe, pidió la morfina. Pero no creo que eso fuera una eutanasia verdadera. -¿Qué destacaría de Frankl, a quien conoció muy bien por la larga y profunda amistad que tuvieron? -Frankl era un hombre que impactaba y el impacto era bueno, porque era más bien espiritual. No era un reduccionista, ni mucho menos tenía obsesión sexual, como Freud, ni tampoco la cosa de Adler, del complejo de inferioridad y la tendencia al poder. Frankl es mucho más amplio en su concepción del hombre. Para Freud, la vida no tiene sentido. Para Frankl sí, y esa cuestión es esencial. En el fondo, un católico puede aceptar la psicología de Frankl fácilmente. Frank estuvo en cuatro campos de concentración. Sobrevivió por sus servicios a la cantidad de gente que en esos campos enfermaban de mente y querían suicidarse. Ayudándoles, se ayudó a sí mismo a sobrevivir. -El yo, el ello y el superyó: ¿qué queda de este modelo de Freud hoy día? -Es un esquema mental que él construyó, pero en el fondo era una ficción. Él mismo la llamó así al principio: ficción. Después se hizo un lío, porque el superyó, en realidad, se reducía al yo. De manera que incluso con la teoría, que al principio parecía muy clara, se hizo una gran confusión. -¿Es lo inconsciente lo que no sabemos articular con palabras? -No. El inconsciente, según las teorías freudianas, son cosas vividas pero que uno ha reprimido, por ser desagradables, o por algún otro motivo curioso. Pero es un poco mítico esto. Porque, en el fondo, se podría decir que es lo olvidado, o lo reprimido. Lo del inconsciente, eso es ya una elaboración. De todos modos ha pasado así a la historia, y continúa hoy día hablándose del inconsciente como si fuese un subterráneo donde se esconden las cosas más o menos desagradables. -Muchos tienen la impresión de que Freud era partidario casi de la orgía sexual. Sin embargo, fue fiel a su mujer toda su vida, tuvo seis hijos... -Freud no era partidario de la revolución sexual como algunos discípulos suyos, entre ellos Wilhelm Reich, que quería la «libertad sexual» e iba contra el matrimonio. Pero Freud no fue nunca así, tampoco teóricamente. Freud dio importancia a la sexualidad en la maduración y en la elaboración de la persona, pero no era ni un libertario ni un libertino, ni mucho menos. Puso de relieve el término «represión sexual», pero entendida la represión como contenerse no por principios, no por ideas. Es decir, la represión freudiana no tiene nada que ver con la continencia cristiana. En la continencia cristiana hay una escala de valores y respecto de la vida sexual, en esa escala de valores está arriba el matrimonio; las demás cosas son más o menos insuficiencias o desviaciones. ABC, Madrid 09.05.06 Crónicas norteamericanas El día de Freud en Nueva York Mario Diamend MIAMI.- Los norteamericanos mantienen una turbulenta relación con Sigmund Freud que, generalmente, consiste en atacar sus teorías y apropiarse de su persona. Gran parte de la cultura norteamericana a partir de la segunda mitad del siglo XX sería impensable sin Freud y, al mismo tiempo, pocos han hecho tanto por socavar su lugar en la historia como los norteamericanos. Hasta la palabra que usan para referirse a un psicoanalista - shrink - y que hoy ha ingresado en el habla común, tiene una connotación negativa. El término fue acuñado en los años 50, como un recorte de la palabra headshrink (reducidor de cabezas), una alusión a los jíbaros que reducían la cabeza de sus víctimas y las exponían públicamente, lo que llevó a Samuel Goldwin, el legendario productor de Hollywood, famoso por sus antinomias, a sentenciar: "El que va a un psicoanalista tendría que hacerse revisar la cabeza". Y si bien el psicoanálisis llegó a los Estados Unidos (y en especial a Nueva York) en la década del 30, de la mano de los emigrados europeos que escapaban al nazismo, lo cierto es que pocos han contribuido tanto a su celebridad como Woody Allen. Perenne ocupante del diván, Allen se encargó de cimentar la relación entre Nueva York y Sigmund Freud hasta tornarla tan inseparable como el jazz, la estatua de la Libertad o los teatros de Broadway. Por eso no es extraño que cuando el alcalde Michael Bloomberg decidió marcar el sesquicentenario del nacimiento del padre del psicoanálisis, instituyendo el 6 de mayo como el Día de Freud en Nueva York, hubiera aludido al papel de Woody Allen. "Cualquiera que tenga alguna familiaridad con la obra de Woody Allen sabe que la ciudad de Nueva York ha sido un gravitante centro del psicoanálisis", dijo Bloomberg, justificando su decisión. Nueva York sigue siendo la capital estadounidense del psicoanálisis. De los 3500 miembros de la Asociación Psicoanalítica Americana, 850 residen en Nueva York. Esto aun no se compara con la densidad psicoanalítica de Buenos Aires, que ostenta el récord mundial en cuanto a proporción de terapeutas por población (aventaja a Nueva York en una relación de 6 a 1), pero dado el poderoso frente anti-Freud que se ha ido constituyendo en las últimas cuatro décadas, las cifras siguen siendo notables. Escándalo Los ataques a Freud no asombran en un país donde el puritanismo exacerbado convive con la mayor industria de la pornografía del planeta. El rol que Freud asigna al impulso sexual en el comportamiento humano escandalizó a los moralistas tanto como conceptos como "la envidia del pene" enfurecieron a las feministas. Y aunque nadie deja de reconocer su genio en descubrimientos como el del inconsciente o nociones como la ambivalencia, muchas de sus teorías, así como el rigor de su ética profesional y personal se han ido desmoronando con el tiempo, al punto de que en 1996, una muestra sobre la obra de Freud organizada por la Biblioteca del Congreso de Washington debió ser cancelada por la presión que montaron sus detractores y muchas universidades incluyen hoy en día el estudio de Freud, no en la carrera de psicología sino en la de crítica literaria. Una de las primeras refutaciones a las teorías sexuales de Freud aparecieron a mediados de la década del 60, con la publicación de "Respuesta sexual humana", de Masters y Johnson. El estudio demostró la inexistencia de una diferencia entre el orgasmo de clítoris y el vaginal, tal como Freud pretendía. En cuanto a su estatura ética, nada resultó tan perjudicial como la revelación que hizo el historiador Paul Roezen, en 1995, en su libro "Cómo trabajaba Freud", de que Freud había psicoanalizado a su hija Anna en dos períodos, a pesar de que él mismo había advertido a sus colegas del peligro: " Nunca experimenten con esto en casa". Pero los aniversarios suelen ser las ocasiones en que la gente se siente inclinada a exaltar las virtudes y olvidar las faltas y 150 años parece ser una cifra robusta y persuasiva. De modo que Sigmund Freud, quien sólo visitó los Estados Unidos en una sola oportunidad, en 1909, tiene hoy su día en Nueva York como si se tratase del regreso del hijo pródigo. Implícitamente, también tiene su mes -agosto- al que los neoyorquinos bautizaron "el mes más cruel del año", porque todos los psicoanalistas se van de vacaciones y la ciudad queda a merced de sus neurosis. Por Mario Diament LA NACION | 06.05.2006 | Página 6 | Exterior La estampita de la tierra de los divanes Página 12 Sábado 6 de Mayo 2006 Su teoría psicoanalítica sigue levantando polvaredas, polémicas, discusiones a favor y en contra y estudios que intentan desentrañar (aún más) el pensamiento del médico vienés. En la Argentina, donde el psicoanálisis encontró un campo fértil, habrá varias actividades de homenaje. Por Karina Micheletto Freud será el centro de tributos en todo el mundo.Se cumplen 150 años del nacimiento de Sigmund Freud y, como todo aniversario redondo, la fecha despierta celebraciones en todo el mundo. Y de paso, reaviva debates que arrastran más de un siglo, con defensores y detractores encolumnados en escuelas varias. En la Argentina, tierra fértil del psicoanálisis, también. Y es que la teoría freudiana se volvió parte del sentido común, una suerte de verdad obvia y evidente, sustentada, paradójicamente, en todo aquello que no es obvio y evidente. Al adentrarse en el terreno del inconsciente, Freud sentó las bases de la psicología actual y cambió la forma en que el hombre se concibe a sí mismo. Tanto que suele atribuírsele uno de los tres grandes golpes al narcisismo, después de los de Copérnico y Darwin. Las celebraciones en lo que ha sido estatuido como “el año de Freud” se multiplican en todo el mundo. Sobre todo en Pribor, en la actual República Checa, la ciudad natal del padre del psicoanálisis, donde se lo homenajea con un museo, y en Viena, donde vivió desde los tres años. En la Argentina, diversas instituciones psicoanalíticas preparan su homenaje en forma de clínicas y jornadas. ¿Cuál es esa “revelación del siglo XXI” que introdujo Freud, tal como reza el lema de los festejos internacionales de este año? “Su obra instauró una concepción de lo humano. La idea del alma humana es diferente desde el desarrollo de Freud”, apunta el psicoanalista Andrés Rascovsky. El médico psiquiatra y psicoanalista José Eduardo Abadi sintetiza la potencia del “golpe al narcisismo” freudiano: “Freud viene a decir que hay aspectos del hombre que él mismo desconoce, porque son inconscientes. Fueron reprimidos porque nos provocaban angustia, pero se expresan en nuestros actos de la vida cotidiana. Cuando aquello que fue reprimido puede pasar a la conciencia, el sujeto tiene una mayor libertad, se vuelve más protagonista y autor de su historia”. Lo que comenzó más de cien años atrás en Viena, sin demasiados seguidores al principio, hoy sigue siendo objeto de investigaciones y continúa abriendo puertas hacia el descubrimiento. Especialistas como el psicoanalista Juan Carlos Cosentino siguen trabajando sobre manuscritos inéditos que Freud no llegó a publicar, que proporcionan nuevas puntas de análisis alrededor de su teoría y refuerzan otras. La riqueza de estas lecturas se multiplica si se tiene en cuenta que el propio Freud fue corrigiendo y reforzando su obra a lo largo de los años. En estas nuevas lecturas, hasta se encuentran respuestas anticipadas: “Las corrientes actuales, complacientes con la exigencia de aceleración de esta época, ubican al psicoanálisis propiamente dicho como excesivamente trabajoso y lento”, advierte Cosentino. “Un fragmento suprimido, que no se conocía hasta ahora, del pos-escrito que escribió Freud sobre La cuestión del análisis profano se anticipa. Cuestiona la posibilidad del trabajo analítico en una sociedad guiada por el precepto time is money”, cuenta. “No hay ninguna concepción teórica o técnica que se haya desarrollado durante cien años, como el psicoanálisis”, resalta Rascovsky en relación con su influencia psicoterapéutica, y toma partido: “Hay varios miles de psicoanalistas argentinos que han hecho una carrera de por lo menos diez años de estudio y por lo menos diez años de su propio psicoanálisis. Y hay otros miles que han implementado algunas modificaciones técnicas o han incorporado alguna forma teórica diferente. El 99 por ciento de ellos, para decirlo citando a Freud, cocinan su guiso en nuestro fuego. Y el fuego es la concepción del inconsciente, los conflictos y fantasías básicas, la problemática de los duelos, etc. Le pondrán algún ingrediente y sacarán otro, pero sigue siendo el mismo fuego”. La Argentina, se sabe, es tierra de divanes. La vigencia del pensamiento de Freud aparece materializada no sólo en estudios teóricos, sino en distintas formas cotidianas, tal como apunta José Eduardo Abadi: “Muchas de las formulaciones que hizo Freud en su teoría son tomadas a diario como herramientas de comprensión por los medios de comunicación, las investigaciones en otras disciplinas o el arte. En la lectura misma de la realidad cotidiana, aquella que llega a nosotros a través del periodismo, por ejemplo, vemos muy presente el interrogante que proviene de una mirada influida por el psicoanálisis. Esa curiosidad que nos lleva a querer saber qué más está presente por debajo o entre los pliegues de lo que sucede o lo que se dice, y que alude indudablemente a aquello que escapa a la conciencia. Toda esta visión está influida por la teoría psicoanalítica, que ha destronado a la conciencia como rectora única”. ¿Cuáles son las causas de esa cercanía argentina hacia el psicoanálisis? Rascovsky rescata la labor de aquellos pioneros que originaron el movimiento latinoamericano del psicoanálisis (entre ellos, su padre Arnaldo, fundador de la Asociación Psicoanalítica Argentina). Abadi (otro hijo de un psicoanalista destacado) concuerda con esta visión histórica, pero agrega un punto de vista personal, que desarrolló en su libro No somos tan buena gente. Un retrato de la clase media argentina. Según este punto de vista, tanto paciente, tanto psicoanalista y tanto consultorio criollos tienen que ver ni más ni menos que con una búsqueda de identidad, en un país donde la identidad grupal está siempre amenazada. “Los argentinos tenemos un déficit como identidad comunitaria. En el análisis, parte de lo que inconscientemente se busca tiene que ver con algo que sustituya esa pertenencia y esa autoafirmación que da la identidad social. Esa búsqueda intensa de la propia identidad está en parte potenciada en un país donde la identidad social es precaria”, explica el psicoanalista. Frente a las críticas que denuncian al psicoanálisis como excesivamente trabajoso y lento –entre las más comunes–, Rascovsky destaca “el combate cultural que libra el psicoanálisis contra la reducción del hombre a su estructura química”, y opone un ejemplo mediático: “Diez años atrás, la revista Newsweek había decretado la muerte de Freud, bajo el título ‘Freud is dead’. En su última edición sacó la misma tapa, pero tachada: ‘Freud is not dead’. Eso está hablando de algo”, asegura. La vigencia y los desafíos Por Jose E. Milmaniene* Asistimos a una fuerte crítica al psicoanálisis y a la figura de su genial creador. Las tecnologías psi se hallan preocupadas por aliviar el sufrimiento de los pacientes y se abocan a suprimir los síntomas que los aquejan. Basadas en el empirismo y en el modelo positivista médico, se ufanan de la rapidez y eficacia de sus métodos para erradicar los síntomas y las somatizaciones, apelando al arsenal psicofarmacológico y a métodos conductistas. Frente a la eficacia y la rapidez en lograr la ansiada supresión sintomática, denuncian al psicoanálisis como un método lento, de escasa operatoria, que insume un largo esfuerzo destinado generalmente al fracaso. Además alegan que el psicoanálisis carece de estadísticas que validen su proceder, y que no deja de ser nada más que una práctica inefable, abierta a los extravíos de la subjetividad de quien lo practica. Este modo de la crítica porta un núcleo de verdad: nadie discute la eficacia de otras prácticas para erradicar los síntomas neuróticos y/o psicóticos. ¿Quién a esta altura de la historia de la psiquiatría discutiría el valor de los ansiolíticos para el control de la ansiedad, de los hipnóticos para mitigar el insomnio o de los antidepresivos para regular los estados de ánimo? Además, ¿por qué habría de ser su uso incompatible –si se los aplica instrumentalmente– con el desarrollo de una eventual cura psicoanalítica? Para los psicoanalistas, no se trata sólo de la mera supresión sintomática, ni del logro de una estabilidad asentada en el andamiaje psicofarmacológico, ni de una corrección conductual basada en la reeducación cognitivo-conductual. Se trata de otra cosa: del reordenamiento simbólico de un sujeto que por no poder hablar se expresa con los síntomas; y la supresión de los mismos, si bien es deseable, resulta insuficiente, y hasta puede configurar un modo de “huida a la salud”, utilizado para no cuestionarse los conflictos encubiertos del que padece. Si los síntomas son expresión de conflictos inconscientes que no logran ser tramitados simbólicamente, su forzada erradicación suele dejar intocado el núcleo generador de la problemática que los causa. De modo tal que el sujeto sufre igual, sólo que sus conflictos resultan soterrados y encubiertos, y por eso las recaídas son frecuentes o bien se generan renovadas expresiones sintomáticas. Pero el problema central reside que cuando sólo se logran acallar los síntomas, se suele perder la ocasión de plantear la pregunta por la causa, así como la posibilidad de encontrar razones que den cuenta de las motivaciones inconscientes del sufrimiento. De modo tal que no se le ofrece al sujeto la posibilidad de subjetivarse en la palabra y a través de ella, de aprender a dialogar y a expresar sus conflictos mediante el lenguaje, único modo de acceder al registro de la libertad responsable y a las decisiones del acto transformador. La cuestión de la cura se debe plantear entonces en términos éticos y no meramente instrumentales. ¿Ayuda mi práctica a situar al sujeto en el registro ético de hacerse responsable de su deseo, luego de anoticiarse de él? Subjetivarse en y por la palabra exige mucho más que la mera supresión sintomática, la que suele implicar la recuperación de cierto equilibrio, el que ya era una forma de la enfermedad y de la impostura, quizás encubierta por la victimización y los beneficios secundarios de todo enfermar. La exclusiva supresión sintomática permite evitar los sufrimientos que acarrean los síntomas, aunque merced a esta estrategia se suele perder la oportunidad de abrir el discurso en torno de las fisuras ontológicas y los desgarramientos subjetivos, a través de los cuales se pueden instalar las preguntas, y plantear así las contradicciones y los conflictos de los cuales los síntomas son expresión. * Secretario científico de la Asociación Psicoanalítica Argentina. El legado en la red Algunos sitios de Internet sobre Sigmund Freud: - Freud Museum (Londres), www.freud.org.uk: Hay fotografías del museo, que funciona en la casa en la que vivieron Freud y su familia tras huir de la invasión nazi a Austria en 1938. La biblioteca y el consultorio de Freud, con su famoso diván, se conservan intactos. El sitio contiene además el catálogo completo de la biblioteca del padre del psicoanálisis y un interesante archivo fotográfico. - Sigmund Freud Museum (Viena, Austria), www.freud–museum.at/e: Hay videos de Freud, registros sonoros, fotos y planos de los que fueron sus domicilios y consultorios. - Sigmund Freud archives, www.freudarchives.org: Organización dedicada a coleccionar, conservar y dar a conocer las anotaciones personales y psicoanalíticas de Freud, así como su correspondencia, fotografías y grabaciones. - Visita a Pribor, ciudad natal de Freud: http://www.carmennieto.com/pribor.htm. Bibliografía completa Bibliografía Completa de Sigmund Freud 1877a Sobre el origen de las raíces nerviosas posteriores en la médula espinal del amocetes (Petromyzon planeri) , S.B. Akad. (Resumen en 1897b.) (1877b) Observaciones sobre la morfología y estructura fina de los órganos lobulados de la anguila, descritos como testículos (Resumen en 1897b.) (1878a) Sobre los ganglios raquídeos y la médula espinal del Petromyzon, S.B. Akad. Wiss. Wien (Math.-Naturwiss. KI.), (Resumen en 1897b.) (1879a) Noticia sobre un método para preparaciones anatómicas sistema nervioso»}, Zbl. med. Wiss (Resumen en 1897b.) del 1880a) Traducción de J. S (1851); reseñas de Grote, Plato and the Other Companions of Sokrates (1866), «Thornton on Labour and its Claims» (1869), y «Chapters on Socialism» (1879), con los títulos «über Frauenemancipation»; «Plato»; «Die Arbeiterfrage»; «Der Sozialismus», en Mill, Gesammelte Werke, ed. por T. Gomperz, Leipzig. (1882aSobre la estructura de las fibras y de las células nerviosas en el cangrejo de río»}, S.B. Akad. Wiss. Wien (Math.Naturwiss. KI.) (Resumen en 1897b.) (1884) Hemorragia cerebral con síntomas basales focales indirectos en un paciente con escorbuto, Wien. med. Wschr (Resumen en 1897b.) (1884b) Un nuevo método para el estudio de los tractos nerviosos en el (1884c) Un nuevo método histológico para el estudio de espinal, (en inglés), Brain, (Resumen en 1897b.) sistema nervioso central los tractos nerviosos en el cerebro y la médula (1884d) Un nuevo método para el estudio de los tractos nerviosos en el Anat. Physiol, Lpz., Anat. Abt., (Resumen en 1897b.) sistema nervioso central, Arch. (1884e) Sobre la coca, ZbI. Buenos Aires: s.d. (Resumen en 1897b.) (1884f [1882]) La estructura de los elementos del sistema nervioso (1885a) Contribución al conocimiento de los efectos de la coca»}, Wien. med. Wschr. (Resumen en 1897b.) (1885b) Sobre los efectos generales de la cocaína»}, Med. cbir. ZvI. (1885c) Un caso de atrofia muscular con perturbaciones extensas de la sensibilidad Wien. med. Wschr. (Resumen en 1897b.) (siringomielia)»), (1885d) Neurol. ZbI. (Resumen en 1897b.) (1885e) Informe sobre la efectos»}, Wien. med. Pr. cocaína de Parke», en «Sobre los distintos preparados de la cocaína y sus (18851) Complementos a Sobre la coca incluidos en la nueva edición de 1884e, Viena, 1885. (1886a) Neuritis múltiple aguda de los nervios espinales y craneanos Wien. med Wschr. 1897b.) (Resumen en (1886b) En colaboración con L. O. von Darkschewitsch, Sobre la relación del cuerpo restiforme con la columna posterior y su núcleo, con algunas puntualizaciones sobre dos campos del bulbo raquídeo, Neurol. Zbl.. (Resumen en 1897b.). (1886c) Sobre el origen del nervio acústico, Mschr. Ohrenbeilk. (Resumen en 1897b.) (1886d) Observación de un caso severo de hemianestesia en un varón histérico casuística de la histeria, I)»}, Wien. med. Wschr. (Resumen en 1897b.) (Cortribuciones a la (1886e) Traducción de J.-M. Charcot, «Sur un cas de coxalgie hystérique de caube traumatique chez I”homme», con el título, Sobre un caso de coxalgia histérica de causa traumática en el hombre, Wien. med. Wschr. (Incluido en 1886j.) (1886f) Traducción, con prólogo y notas complementarios, de J.-M. Charcot, Leçons sur les maladies du système nerveux, 3, Paris, 1887, con el titulo Nuevas conferencias sobre las enfermedades del sistema nervioso, especialmente sobre la histeria}, Viena. SE, 1, pág. 19 (prólogo). (1887a) Reseña de H. Averbeck, La neurastenia aguda, Wien. med. Wschr. (1887b) Reseña de S. Weir Mitchell, El tratamiento de ciertas formas de neurastenia e histeria»}, Berlín, 1887 (trad. por G. Klemperer), Wien. med. Wschr. (1887c) Reseña de Adamkiewicz, {Monoplejía anestésica}, Neurol. ZbI. (1887d) W. A. Hammond”s, Puntualizaciones sobre cocainomanía y cocaínofobia (a propósito de una conferencía de W. A. Hammond)»}, Wien. med. Wschr (Resumen en 1897b.) (1887e) Reseña de H. Obersteiner, Orientación para el estudio de los órganos centrales del sistema nervioso en el estado de salud y en el patológico, Wien. med. Wscbr. (1887f) El sistema nervioso, sección V de Ärztliche Versicherungsdiagnostik, ed. por Buchheim. (1887g) Reseña de J. Pal, Contribución a la técnica de coloración de los nervios, Neurol. Zbl (1887h) Reseña de A. Borgherini, Contribuciones al conocimiento de las vías de conducción en la médula espinal}, Neurol. Zbl. (1887i) Reseña de J. Nussbaum, Sobre las relaciones recíprocas entre los núcleos de origen de los nervios motores oculares, Neurol. Zbl. (1888a) Sobre hemianopsia en la niñez temprana. Wien. med. Wschr. (Resumen en 1897b.) (1888b) Afasia», Cerebro (I"Anatomía del cerebro", Histeria e Histeroepilepsia, en A. Villaret, Diccionario de medicina general, 1, Stuagart. (Trabajo no firmado; la identidad del autor es incierta.); los otros dos artículos no han sido traducidos en esta edición.) (1888-89) Traducción, con prólogo y notas complementarios, de H. Bernheim, De la suggestion et de ses applications à la thérapeutique, París, 1886, con el título De la sugestión y sus aplicaciones a la terapéutica}, Viena (parte II trad. por O. von Springer). (2º ed., rev. por M. Kahane, Viena, 1896.) (1889a) Reseña de A. Forel, Hipnotismo, su significación y su manejo, Wien. med. Wschr. (1890a) [Registrado anteriormente como (1905b [1890] Tratamiento psíquico (tratamiento del alma) (1891a) En colaboración con O. Rie, Estudio clínico sobre la hemiplejía cerebral en los niños}, en M. Kassowitz, ed., Contribuciones a la pediatría. (Resumen en 1897b.) (1891b) La concepción de las afasias, Viena. (Resumen en 1897b.) (1891c) Parálisis infantiles» y «Parálisis»}, en A. Villaret, Diccionario de medicina general}, 2, Stuagart. (Trabajo no firmado; la identidad del autor es incierta.) (1891d) Hipnosis, en A. Bum, {Léxico terapéutico}, pág. 724, Viena. (1892a) Traducción de H. Bernheim, Hypnotisme, suggestion, psychothérapie: études 1891, con el título Nuevos estudios sobre hipnotismo, sugestión, psicoterapia}, Viena. neuvelles, París, (1892-93) Un caso de curación por hipnosis, con algunas puntualizaciones sobre la génesis de síntomas histéricos por obra de la "voluntad contraria"»} (1892-94) Traducción, con prólogo y notas complementarios, de J.-M. Charcot, Leçons du mardi à la Salpêtrière (1887-8), Paris, 1888, con el título Lecciones policlínicas, 1, Viena. (Vol. 2 trad. por M. Kahane, Viena, 1895.) (1893a) En colaboración con J. Breuer, Sobre el mecanismo psíquico de fenómenos histéricos: comunicación preliminar. Es el cap. I de Estudios sobre la histeria (1895)} (1893b) Relato sobre las diplejías cerebrales de la infancia (en conexión con la enfermedad de en M. Kassowitz, ed., Contribuciones a la pediatría, heft III, N.F., Viena. (Resumen en 1897b.) 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Breuer, Estudios sobre la histeria}, Viena; reimpresión, Francfort, 1970. (estas ediciones no incluyen las contribuciones de Breuer); SE, 2 (incluye las contribuciones de Breuer), (Resumen en 1897h) {SA, «Ergänzungsband» (Volumen complementario), pág. 37 (sólo la parte IV: «Zur Psychotherapie der Hysterie»); SR, 10, pág. 7; BN, 1, pág. 39 (estas ediciones no incluyen las contribuciones de Breuer); AE, 2 (incluye las contribuciones de Breuer).} (1895e) Sobre la meralgia parestésica del muslo, descrita por Bernhardt»}, Neurol. ZbI. (1895f) A propósito de las críticas a la "neurosis de angustia"»} (1895g) Sobre la histeria, reseñas de tres conferencias de Freud en Wien. klin. Rdsch. (1895h) Mecanismo de las representaciones obsesivas y fobias, resumen del autor, Wien. klin. Wschr (1896a) La herencia y la etiología de las neurosis (en francés) (1896b) Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa (1896c) La etiología de la histeria (1896d) Prólogo a la 2º ed. alemana de H. Bernheim, De la suggestion ...(rev. por M. Kahane), Viena. (1897a) La parálisis cerebral infantil, Teil II, Abt. II, en H. Nothnagel, ed., Manual de patología especial y terapia} (1897b) Sumario de los trabajos científicos del docente adscrito Dr. Sigmund Freud}, Viena. (1898a) La sexualidad en la etiología de las neurosis (1898b) Sobre el mecanismo psíquico de la desmemoria (1899a) Sobre los recuerdos encubridores (1899b) La parálisis cerebral infantil [II] (29 reseñas y resúmenes), Jbr. Leist. Neurol. (1900a [1899]) La interpretación de los sueños, Viena. (1900b) La parálisis cerebral infantil [III]»} (22 reseñas y resúmenes), jbr, Leist. Neurol. (1901a) Sobre el sueño, Wiesbaden. (1901b) Psicopatología de la vida cotidiana}, Berlín, 1904, (1901c [1899]) Noticia autobiográfica, en J. L. Pagel, Biographisches Diccionario biográfico de médicos eminentes del siglo XIX}, Berlín. (1903a) Reseña de G. febrero, Morgenbl. Biedenkapp, En la lucha contra los bacilos cerebrales}, Neue Freie Presse, 8 de (1904a [1903]) El método psicoanalítico de Freud (1904b) Reseña de J. Bigelow, El misterio del dormir, Neue Freie Presse, 4 de febrero, Morgenbl. (1904c) Reseña de A. Baumgarten, Neurastenia: su naturaleza, cura y prevención}, Neue Freie Presse, 4 de febrero, Morgenbl. (1904d) Noticia sobre el magnetismo humano, incluida en T. Thomas, Hombres magnéticos, Neue Freie Presse, 6 de noviembre, Morgenbl. (1904e) En memoria del profesor S. Hammerschlag, Neue Freie Presse, 11 de noviembre, Morgenbl. (1904f) Reseña de L.Löwenfeld,. Los fenómenos obsesivos psiquicos, J. Psychol. Neurol. (1905a [1904]) Sobre psícoterapía (1905b). Véase ( 1890a). (1905c) El chiste y su relación con lo inconciente}, Viena. (1905d) Tres ensayos de teoría sexual, Viena. (1905e [19011) Fragmento de análisis de un caso de histeria (1905f) Reseña de R. Wickmann, Neue Freie Presse, 31 de agosto, Morgenbl. (1906a [ 1905j) Mis tesis sobre el papel de la sexualidad en la etiología de las neurosis (1906b) Prólogo a S. Freud, 1893-1906 Recopilación de escritos breves sobre la doctrina de las neurosis, 1893-1906 (1906c) La indagatoria forense y el psicoanálisis (1906d) Dos cartas a M. Hirschfeld, publicadas en Informe mensual del Comité Científico-Humanitario, Leipzig, (1906e [1904f) Dos cartas a Wilhelm Fliess, Wilhelm Fliess y sus redescubridores: O. Weininger y H. Swoboda}, Berlín. (1906f) [Registrado anteriormente como (1907d).] Respuesta a una encuesta Sobre la lectura y los buenos libros, Neue BläIter für Literatur und Kunst, nº 1, Viena (1907a [1906]) El delirio y los sueños en la Gradiva de W. jensen}, Viena (1907b) Acciones obsesivas y prácticas relígiosas (1907c) El esciarecimiento sexual del niño (1907d) Véase 1906f. (1907e) Presentación de la serie Escritos sobre psicología. aplicada (1908a) Las fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad (1908b) Carácter y erotismo anal (1908c) Sobre las teorías sexuales infantiles (1908d) La moral sexual "cultural" y la nerviosidad moderna (1908e [1907]) El creador literario y el fantaseo (1908f) Prólogo a W. Stekel, Estados nerviosos de angustia y su tratamiento (1909a [1908]) Apreciaciones generales sobre el ataque histérico (1909b) Análisis de la fobia de un niño de cinco años (1909c [1908]) La novela familiar de los (1909d) A propósito de un caso de neuróticos neurosis obsesiva (1910a [1909]) Cinco conferencias sobre psicoanálisis, Viena (1910b [1909]) Prólogo a S. Ferenczi, El análisis psíquico. Trabajos del grupo psicoanalítico (1910c) Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci (1910d) Las perspectivas futuras de la terapia psicoanalítica (1910e) Sobre el sentido antitético de las palabras primitivas (1910f) Carta al Dr. Friedrich S. Krauss sobre Anthropophyteia (1910g) Contribuciones para un debate sobre el suicidio (1910h) Sobre un tipo particular de elección de objeto en el hombre amor, I), (Contribuciones a la psicología del (1910j) La perturbación psicógena de la visión según el psicoanálisis (1910j) Ejemplos de cómo los neuróticos delatan sus fantasías patógenas (1910k) Un ejemplo típico de sueño edípico disfrazado, Zbl, Psychoanal (1910L) Reseña de W. Neutra, Carta a mujeres neuróticas, Zbl. Psychoanal. (1911a) Agregados a la interpretación de los sueños, Zbl. Psychoanal. (1911b) Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico (1911c [1910]) Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia (Dementia paranoides) descrito autobiográficamente (1911d) El valor de la secuencia de vocales (1911e) El uso de la interpretación de los sueños en el psicoanálisis (1911f} extraído de F. Sartiaux, Ciudades muertas del Asia menor (1911g) Resumen de G. Greve, Sobre psicología y psicoterapia de ciertos estados castellano en el original}, Zbl. Psychoanal angustiosos {en (1911h) Nota al pie del artículo de W. Stekel, Sobre la psicología del exhibicionismo. Zbl. Psychoanal (1911i) Contribución al estudio sobre el olvido de nombres propios (contenida en 1901b, desde la 4º ed. en adelante), ZbI. Psychoanal. (1911j) Traduccion, con una nota al pie, de J. J. Putnam, con el título Sobre la etiología y el tratamiento de las psiconeurosis, ZbI. Psychoanal. (1912a [1911]) (Dementia paranoides) Apéndice al caso de paranoia (Dementia paranoides) descrito autobiográficamente (1912b) Sobre la dinámica de la trasferencia (1912c) Sobre los tipos de contracción de neurosis (1912d) Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa (Contribuciones amor, H) a la psicología del (1912e) Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico (1912f) Contribuciones para un debate sobre el onanismo (1912g) Nota sobre el concepto de lo inconciente en psilcoanálisis (en inglés). Trad. al alemán por H. Sachs (1912h) Foro abierto: Pedido a los psicoanalistas de ejemplos de sueños de niños de un significado especial, ZbI. Psychoanal. (1912-13) Tótem y tabú, Viena, 1913. (1913a) Un sueño como pieza probatoria (1913b) Introducción a O. Pfister, El método psicoanalítico, Leipzig. (1913c) Sobre la iniciaciön del tratamiento (Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis l) (1913d) Materiales del cuento tradicional en los sueños (1913e) Prólogo a M. Steiner, Los trastornos psíquicos de la potencia masculina (1913f) El motivo de la elección del cofre (1913g) Dos mentiras infantiles (1913h) Experiencias y ejemplos extraídos de la práctica analítica, Int. Z. ärztl. Psychoanal. (1913i) La predisposición a la neurosis obsesiva (1913j) El interés por el psicoanálisis (1913k) Prólogo a J. G. Bourke, Elementos escatológicos en las costumbres, los usos, las creencias y el derecho consuetudinario de los pueblos, Leipzig. Ritos escatológicos de todos los pueblos (1913i) Sueños infantiles de significado especial, Int. Z. ärztl. Psychoanal (1913m [1911]) Sobre psicoanálisis, Aust. med. Congr. (actas de la 9º sesión, realizada en Sidney, Nueva Gales del Sur, Australia, setiembre de 1911) (1914a) Acerca del fausse reconnaissance ("déjà raconté") en el curso del (1914b) El Moisés de Miguel Angel (1914c) Introducción del narcisismo (1914d) Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico trabajo psicoanalitico (1914e) Figuración del "gran logro" en el sueño, Int. Z. ärztl. Psychoanal (1914f) Sobre la psicología del colegial (1914g) Recordar, repetir y reelaborar (Nuevos concejos sobre la técnica del psicoanálisis, II) (1915a [1914]) Puntualizaciones sobre el amor de trasferencia (Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis, III) (1915b) De guerra y muerte. Temas de actualidad (1915c) Pulsiones y destinos de pulsión (1915d) La represión (1915e) Lo inconciente (1915f) Un caso de paranoia que contradice la teoría psicoanalítica (1915g [1914]) Carta al doctor F. van Eeden, en De Amsterdammer, nº 1960, 17 de enero de 1914 (1916a [1915]) La transitoriedad (1916b) Paralelo mitológico de una representación obsesiva plástica (1916c) Una relación entre un símbolo y un síntoma (1916d) Algunos tipos de carácter dilucídados por el trabajo psicoanalítico (1916e) Nota al pie del artículo de E. Jones, El profesor Janet y el psicoanálisis, Int. Z. ärztl-Psychoanal. (1916-17 [1915-17]) Conferencias de introducción al psicoanálisis, Viena. (1917a [1916]) Una dificultad del psicoanálisis (1917b) Un recuerdo de infancia en Poesía y verdad (1917c) Sobre las trasposiciones de la pulsión, en particular del erotismo anal (1917d [1915]) Complemento metapsicológico a la doctrina de los sueños (1917e [1915]) Duelo y melancolía (1918a [1917] El tabú de la virginidad (Contribuciones a la psicología del amor, III) (1918b [1914]) De la historia de una neurosis infantil (1918b [1914]) De la historia de (1919a [1918]) Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica (1919b) James J. Putnam {Nota necrológica} (1919c) La Editorial Psicoanalítica Internacional y los premios para trabajos psicoanalíticos (1919d) Sobre el psicoanálisis de las neurosis de guerra, Viena (1919e) Pegan a un niño (Contribucíón al conocimiento de la génesis de las perversiones sexuales) (1919f) «Victor Tausk» {Nota necrológica} (1919g) Prólogo a T. Reik, Problemas de la psicología de las religiones} (1919h) Lo ominoso (1919i [1915]) Carta a la doctora H. von Hug-Hellmuth (1919j [1918]) Debe enseñarse el psicoanálisis en la universidad?»} (trad. al húngaro; original alemán inexistente), Gyógyászat (1919k) E.T.A. Hoffmann sobre la función de la conciencia, Int. Z. ärztl. Psychoanal (1920a) Sobre la psícogénesis de un caso de homosexualidad femenina (1920b) Para la prehistoria de la técnica analítica (1920c) Dr. Anton von Freund {Nota necrologica} (1920d) Asociación de ideas de una niña de cuatro años (1920e) Prólogo a la cuarta edición de Tres ensayos de teoría sexual, Int. Z. Psychoanal (1920f) Complementos a la doctrina de los sueños, Int. Z, Psychoanal (1920g) Más allá del principio de placer (1921a) Prólogo (en inglés) a J. J. Putnam, Alocuciones sobre psicoanálisis}, Londres y Nueva York (1921b) Introducción (en inglés) a J. Varendonck, La psicología de los sueños diurnos}, Londres. Traducido parcialmente en la versión alemana del libro de Varendonck, Úber das vorbewusste phantasierende Denken, Viena, 1922 (1921c) Psicología de las masas y análisis del yo, Viena (1921d) Otorgamiento de premios, Int. Z. Psychoanal (1921e) Extracto de una carta a E. Claparède (en francés), en S. Freud, La Psychanalyse (trad. al francés de 1910a), Ginebra (1922a) Sueño y telepatía (1922b [1921]) Sobre algunos mecanismos neuróticos en los celos, la paranoia y la homosexualidad (1922c) Apéndice al análisis del pequeño Hans (1922d) Concurso de premios, Int. Z. Psychoanal (1922e) Prólogo (en francés) a Raymond de Saussure, El método psicoanalítico, Ginebra (1922f) Consideraciones sobre lo inconciente, resumen de la alocución de Freud en el Congreso Psicoanalítico Internacional, Berlín. Int. Z. Psychoanal (1923a [1922]) Dos artículos de enciclopedia: "Psicoanálisis" y "Teoría de la libido" (1923b) El yo y el ello, Viena (1923c [1922])Observaciones sobre la teoría y la práctica de la interpretación de los sueños (1923d [1922]) Una neurosis demoníaca en el siglo XVII (1923e) La organización genital infantil (1923f) Josef Popper-Lynkeus y la teoría del sueño, (1923g) Prólogo a M. Eitingon, Informe sobre la Policlínica Psicoanalítica de Berlín (1923h) Carta (en español) al señor Luis López-Ballesteros y de Torres (1923i) Dr. Sándor Ferenczi (en su 50? cumpleaños) (1924a) Carta (en francés) a Le Disque Vert (1924b [1923]) Neurosis y psicosis (1924c) El problema económico del masoquismo (1924d) El sepultamiento del complejo de Edipo (1924e) La pérdida de realidad en la neurosis y la psicosis»} (1924f [1923] (Psicoanálisis: exploración de los recovecos ocultos de la mente) traducido en la presente edición como «Breve informe sobre el psicoanálisis» , 2, cap. LXXIII de Fhese Eventful Years, Londres y Nueva York. El texto original en alemán fue publicado en 1928 coi) el título «Kurzer Abriss der Psychoanalyse» (1924g [1923]) Fragmento de una carta a F. Wittels, en F. Wittels, Sigmund Freud, Londres. El original alemán completo se publicó en S. Freud, Briele 1873-1939 (ed. por E. L. Freud), Francfort, 1960 (2º ed. aum., Francfort, 1968.) (1924h) Comunicación del director (de la Zeitschrili) }, Ini, Z. Psychoanal (1924i) Carta publicada en Jewish Observer and MiddÍe Easi Review, 3, nº 23, junio. (1925a [1924]) Nota sobre la "pizarra mágica" (1925b) Carta al director de Jüdische Presszentrale Zürich (1925c) Mensaje en la inauguración de la Universidad Hebrea, publicado en inglés (1925d [1924]) Presentación autobiográfica, Viena (1925e [1924]) Las resistencias contra el psicoanálisis (1925f) Prólogo a A.Aichhorn, Juventud descarriada, Viena (1925g) «Josef Breuer» {Nota necrológica} en The New Judea (1925h) La negación (1925i) Algunas notas adicionales a la interpretación de los sueños en su conjunto (1925j) Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómíca entre los sexos una neurosis infantil (1926a) A Romain Rolland (1926b) «Karl Abraham» {Nota necrológica} (1926c) Nota preliminar a E. 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(1927d) El humor»} (1927e) Fetichismo (1928-a) Una vivencia religiosa (1928b [1927]) Dostoievski y el parricidio (1929a) A Ernest Jones, en su 50º cumpleaños (1929b) Carta (en francés) a M. Leroy sobre un sueño de Descartes (1930a [1929]) EI malestar en la cultura, Viena (1930b) Prólogo a Diez años del Instituto Psicoanalítico de Berlín, Viena (1930c) Nota introductoria (en inglés) al número especial sobre psicopatología de The Medical Review of Reviews, Nueva York, 36, pág. 103 (1930d) Carta al doctor Alfons Paquet (1930e) Alocución en la casa de Goethe, en Francfort»} (1930f [1929]) Carta a T. Reik, Freud como crítico de la cultura}, Viena (1931a) Tipos libidinales (1931b) Sobre la sexualidad femenina (1931c) Palabras preliminares a E. Weiss, Elementi di psicoanalisi (1931d) El dictamen de la Facultad en el proceso Halsmarm (1931e) Carta al burgomaestre de la ciudad de Pribor (1931f) Carta a G. Fuchs, Nosotros, los convictos, Munich, pág. x; publicada en inglés en Intl. Psychoanal (1932a [1931]) Sobre la conquista del fuego (1932b) Prólogo a H. Nunberg, Teoría general de las neurosis basada en el psicoanálisis (1932c) Mi contacto con josef Popper-Lynkeus (1932d) Resumen (en húngaro) sobre la primera parte de la 30º de las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a), Magyar Hirlap, Budapest, 25 de diciembre. (1932e [1931]) Prólogo (en inglés) a la 3º edición inglesa (revisada) de La Londres y Nueva York interpretación de los sueños, (1933a [1932]) Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis, Viena. (1933b [1932]) Por qué la guerra?, París (1933c) Sándor Ferenczi {Nota necrológica} (1933d) Prólogo (en francés) a M. Bonaparte, Edgar Allan Poe; étude psychanalytique, París. Original en alemán en Edgar Poe, eine psychoanalytische studie, Viena, 1934 (1933e [1932]) Tres cartas a André Breton (en trad. al francés), Le surréalisme au service de la révolution, nº 5, pàg. 10; el original alemán de una de ellas se reproduce en facsímil. {«Tres cartas de Freud», en Los vasos comunicantes, México: Joaquín Mortiz.} (1934a [1930]) Prólogo a la edición en hebreo de Conferencias de introducción al psicoanálisis (1934b [1930]) Prólogo a la edición en hebreo de Tótem y tabú (1935a) Posfacio a An Autobiographical Study {Presentación auto-biográfica}, nueva ed., Londres y Nueva York. El original alemán se publicó a fines de 1935 con el título «Nachschrift 1935» (1935b) La sutileza de un acto fallido (1935c) A Thomas Mann, en su 60º cumpleaños (1936a) «Brief an Romain Rolland Carta a Romain Rolland (Una perturbación del recuerdo en la Acrópolis) (1936b [1932]) Prólogo a R. Sterba, Diccionario manual de psicoanálisis,Viena. (1936c [1935]) Prólogo[traducido al checo] a la edición checoslovaca de al psicoanálisis, Praga. Conferencias de introducción (1936d) Sobre el deceso del profesor Braun, Mitteilungsblatt der Vereinigung jüdischer Ärzte, nº 29, mayo, pág. 6. (1937a) «Lou Andreas-Salomé» (1937b) Moisés, un egipcio, Ensayo I de Moisés y la religión Monoteísta (1939a); véase esta obra para las traducciones al castellano. (1937c) Análisis terminable e interminable (1937d) Construcciones en el análisis (1937e) Si Moisés era egipcio ... Ensayo II de Moisés y la religión monoteísta (1939a); véase esta obra para las traducciones al castellano (1938a) Comentario sobre el antisemitismo, Die Zukunft (París), nº 7, 25 de noviembre, pág. 2 (1938b [1937]) Carta a André Breton, publicada (en alemán solamente) en Trajectoire du rêve. Documenis recuillis par André Breton, París. (1938c) Carta (en inglés), a la dírectora de Time and Tide, 26 de noviembre, pág. 1649; Antisemitismo en Inglaterra 1939a [1934-38]) Moisés y la religión monoteísta}, Amsterdam (1939b) En colaboración con Anna Freud, traducción de M. Bonaparte, Topsy, Chow-Chow au Poil d”Or, París, 1937, con el título Topsy, der Goldhaarige Chow {Topsy, el chow de pelo dorado}, Amsterdam. (1939c) Carta a los editores El libro popular del psicoanálisis, 3º ed., Berna. Reimpreso en P. R. Hofstätter, Introducción a la psicología profunda, Viena, 1948. (1940a [1938]) Esquema del psicoanálisis (1940b [1938]) Algunas lecciones elementales sobre psicoanálisis (título en inglés; texto en alemán) (1940c [1922]) La cabeza de Medusa (1940d [1892]) En colaboración con Breuer, J., Sobre la teoría del ataque histérico (1940e [1938]) La escisión del yo en el proceso defensivo (1940f [1939]) Carta a Anna Freud Bernays, en el artículo de la señora Bernays Mi hermano Sigmund Freud, American Mercury, noviembre. (Texto original en alemán inédito.) (1940g [19381) Introducción a Y. Doryon, Lynkeus” New State, Jerusalén. (1941a [1892]) Carta a J. Breuer (1941b 11892J) Nota "lII" (1941c [1899]) Una premonición onírica cumplida (1941d [1921]) Psicoanálisis y telepatía. (1941e [1926]) Alocución ante los miembros de la Sociedad B”nai B”rith (1941f [1938]) Conclusiones, ideas, problemas (1941g [1936]) Proyecto de una carta a Thomas Mann, Int. Z. Psychoanat.-Imago (1941h [1939]) Carta (en inglés) a C. Berg, en Berg, Guerra en la mente, Londres. (1941i [1873]) Carta sobre el bachillerato, Int. Z. Psychoanal.-Imago (1942a [1905-06]) Personajes psicopátícos en el escenario. El texto original en alemán se publicó en 1962 con el título «Psychopathische Personen auf der Bülme», Neue Rundschau (1945a [1939]) Prólogo (en inglés) a J. Hobman, David Eder, Londres. (1945b [1926]) Carta (en inglés) a M. D. Eder, en J. Hobman, David Eder, Londres. (1945c [1936]) Carta (en inglés) a Barbara Low, en J. Hobman, David Eder, Londres. (1945-46 [1938]) Cartas a Ysrael Doryon, en Doryon, Moisés, Jerusalén. (1946a [1938-39]) Dos cartas a D. Abrahamsen, en Abrahamsen, Espíritu y muerte de un genio, Nueva York. (1948a) Véase 1939c. (1950a [1887-1902]) Los orígenes del psicoanálisis}, Londres. Abarca las cartas a Wilhelm Fliess, manuscritos inéditos y el Proyecto de psicología, 1895. (1950b [1936]) Carta a K. Hiller, en Hiller, Grandes y pequeños espíritus. Perfil de Mamburgo y Stuttgart. un cuarto de siglo, (1951a [1935]) Una carta sobre homosexualidad»} (en inglés), Amer. J. Psychiat., 107, pág. 786; Int. J. Psycho-Anal., 32, pág. 331. (Incluida en 1960a.) (1951b [1938-39]) Seis cartas a J. Meitlis, en Meitlis, Los últimos días de Sigraund Freud}, Jewish Frontier, setiembre de 1951. (1951c [1930-32]) Dos cartas a R. Flatter, en Interrogantes y notas: Sigmund Freud sobre Shakespeare, Shakespeare Quarterly, 1951, 2, nº 4, pág. 368. El texto original en alemán fue publicado parcialmente en 1960a. (1952a [1938]) Tres cartas a T. Reik, Psychoanalysis, 1, pág. 5. (1952b [1931]) Carta a Victor Bauer, trad. al francés en C. Veillon, journal de la Maison 7, pág. 101. (Lausana), 9, no (1954a [1933]) Tres cartas a J. L. Magnes, en M. Rosenbaum, Correspondencia Freud-EitingonMagnes. El psicoanálisis en la Universidad Hebrea}, J. Amer. Psychoan. Ass., 2, nº 2, pág. 311. El texto original en alemán fue publicado parcialmente en 1960a. (1954b [1929]) Carta a «Yivo», News of the Yivo, 55, pág. 9 (sección en yiddísh). {1954c [1934]) Carta a Havelock Ellis, trad. al inglés en J. Wortis, Fragmentos de un análisis con Freud, Nueva York. (1954d [1932-35]) Cuatro cartas (una en inglés) a J. Wortis, en Words, Fragments of an Analysis with Freud, Nueva York. (1955a [1907-08]) Apuntes originales sobre el caso de neurosis obsesiva (el Hombre de las Ratas), SE, 10, pág. 259. El texto original en alemán fue publicado en la edición francesa bilingüe: L”homme aux rats. journal d”une analyse, trad. al francés, con una introducción, notas y comentario, por E. Ribeiro Hawelka, París: Presses Universitaires de France, 1974 (1955b [1906-31]) Diez cartas a A. Schnitzler, Die Neue Rundschau, 66, nº 1. El texto original en alemán fue publicado parcialmente en 1960a. (1955c [1920]) Informe sobre la electroterapia de los neuróticos de guerra»}. Publicado por primera vez en traducción al inglés; el texto original permaneció inédito hasta 1972: «Gutachten über die e!ektrische BehandIung der Kriegsneurotilcer», Psycbe, 26, nº 12, pág. 942 (1955d [1876]) Dos solicitudes de becas para investigaciones zoológicas, en J. Gicklhorn, Apuntes científico-históricos respecto de los estudios de S. Svrski ( 1874) y S. Freud (1877) sobre la anguila de río macho}, S.B. Akad. Wiss. Wien. (Math-Naturwiss. KI.) (1955e [1930}) Carta a Juliette Boutonier, en J. Favez-Boutonier, Psicoanálisis y filosofía}, Bull. Soc. Fr. Philos., 49, pág. 3. (1955f [1909-38]) Cartas y fragmentos de cartas a Ludwig Binswanger, en Binswanger, an Sigmund Freud {Recuerdos sobre Sigmund Freud}, Berna. Erinnerungen (1955-56 [1938]) Carta a N. Fodor, Psychoanalysis. J. Nal. Psychol. Ass. Psycboanalysis, 4, nº 2, pág. 25. (1956a [1886]) Informe sobre mis estudios en París y Berlín, realizados con una beca de viaje del Fondo del Jubileo de la Universidad, 1885-6, Int. J. Psycho-Anal., 37, pág. 2. El texto apareció primero en inglés, en tanto que el original alemán, con el título «Bericht über meine mit Universitäts-jubiläumsReisestipendium unternommene Studienreise nach Paris und Berlin», recién se publicó en 1960 El currículo académico de Sigmund Freud a la luz de los documentos (ed, por J. y R. Gicklhorn), Viena, 1960, 82. Impreso también en S. Freud, «Selbstdarstellung»; Schrifien zur Geschichte der Psychoanalyse {Presentación autobiográfica; escritos sobre la historia del Psicoanálisis} (ed, por 1. Gubrich-Si-mitis), Francfort: Fischer Taschenbusch Verlag, 1971, pág. 127 (1956b [1916]) Carta a E. Hitschmann, Psychoanal. Quart., 25, pág. 362. (1956c [1932-38]) Cartas a H. Aldington (H. D.), en H. D., Tribute to Freud {Tributo a Freud}, Nueva York, págs. 173-80. (1956d [1923, 1936]) Dos cartas (una en inglés) a E. Leyens, Psychoanal. Quart., 25, pág. 148. (1956e [1920]) Carta (en inglés) a W. Lay, Psychoanal. Quart., 25, pág. 152. (1956f [1933]) Carta a X. Bóveda, Psychoanal. Quart., 25, pág. 153. (1956g [1927]) Carta a J. Braun-Vogelstein, J. Am. Psychoanal. Ass., 4, pág. 645. 1957a [1921]) Carta al doctor H. Carrington, Psychoanalysis and the Future {El futuro}, Nueva York (Nat. Psychol. Ass. Psycboanal.), pág. 13. psicoanálisis y el (1957b [1931]) Carta a I. Velikowsky, Psychoanalysis and the Future, Nueva York (Nat. Psychol. Ass. Psychoanal.), pág. 15. (1958a [1911]) En colaboración con Oppenheim, D.E., {«Sueños en el folklore»}, Dreams in Folklore, Nueva York, parte 11, pág. 69. Publicado también en S. Freud, Über Tráume und Traumdeutungen, Francfort: Fischer Taschenbuch Verlag, 1971, pág. 53 (1960a) Briefe 1873-1939 (ed. por E. L. Freud), Francfort. (D ed. aumentada, Franefort, 1968.) {Epistolario, Barcelona: Plaza y Janés, 2 vols.} 1963a) Sigmund Freud/Oskar Pfister. Briefe 1909 bis 1939 (ed. por E. L. Freud y H. Meng), Francfort. Correspondencia, Freud-Plister, 1909-1939, México: Fondo de Cultura Económica. (1965a) Sigmund Freud/Karl Abrabam. Briefe 1907 bis 1926 (ed. por H. C. Abraham y E. L. Freud), Francfort. Freud-Abrabam, Correspondencia, Barcelona: Gedisa. (1966a [1912-36]) Signiund Freud/Lou Andreas-Salomé. Brief-wechsel (ed. por E. {Correspondencia, México: Siglo XXI.} Pfeiffer), Francfort. (1966b [1938]) Introducción (en inglés) a S. Freud y W. C. Bullit, Thomas Woodrow Wilson, Twenty-Eighth President of the United States: A Psychological Study, Encounter, 28, nº 1, psg. 3; en forma de libro: Boston y Londres, 1967. El original alemán de la introducción apareció en Neurose und Genialität, Francort, 1971. {Introducción a El presidente Thomas Woodrow Witson. Un estudio psicológico, Buenos Aires: Letra Viva, págs. 15-20. (1969a [1872-74]) Siete cartas y dos tarjetas postales a Emil Fluss, en «Some Early Unpublished Letters of Freud», Int. J. Phycho-Anal (1970a [1919-36]) Sigmund Freud → IntraMed los invita a dejar sus opiniones en nuestro FORO ¿Es útil el Psicoanálisis?