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£íi'id2Za A ñ o IV Ntira. Í 7 2 / j i í i í " ;•, ^ eUADALA.aA.11^ Las ondas rumorosas del Jalón y eljarama, por cuyas verdes praderías corren pastorcillos, vaqueros y zagalas, celebran tus primores y tu belleza cantan, *porque tienen tus labios abrileños perfume del Jabón Heno de Pravia. Desde el Guadalaviar hasta el Tajuña y desde la Isabela hasta Pastrana, eres ya, por tu boca, la musa de la Alcarria. i.ii^iíímfpfife-if.; ' n?/:^ fpü n '7r\ o f^/Th ^s. /7^ /TTl nd'!!' r^3.- p "w lA^iiieiiiiiiiii Hemorroides Irritantes N o hay palabras adecuadas para expresar el exquisito alivio que se cünsÍL;ue y el bienestar {|ue se obtiene con la Crema llazeline' (Marca i-c Fábrica) Se vtnríe fn lario.i ¡¡ (uboj en (ui/ua Uta ForniHcías y Dixgueriaa Ensáyelo Hoy "^típ liuiirioUGLis \Vi;[.[.C(>Mü v C i . \ , i v ^ i l l l l l l 11111 fVs^ CHANZAS Y VERAS COLECCIÓN DE ARTÍCULOS FRANCISCO M O Y A FESTIVOS RICO r ' r ó l o A ' - o t U - I >. -VIí i f d o A i e o r i t i S e g u n d a e d i c i ó n — DOS p e s e t a s De venta en la Libraría de la Veía, de Paeyo, Abada, 19, Madrid W m Mm iJspiíniQ" pan liii[e[ dgarfillos I 'MlL'lltC lili Adaptable á cualquier instalación de alumbrado elécir.co EllUBll UillLIllG d.nV.'] MADRID: Alcalá, 14. -BARCELONA: Fernando, 23.-VALENC1A: Faz, 13 cAivAcne y\ XJ AQVA mus L 16-Carrera de San Jerónimo-16 JULIÁN GONZÁLEZ FRAILE S u c e s o r d e S e r r a . l';ir;i,L;ii;is, Sonili] ill;ls, Aliaiiico, y ll.tsliHUJi. Aiuiia!, 2.; dii|il." GRANDES FABRICAS "CALZADOS LA IMPERIAL" Producción diaria: 1.000 pares i Madrid - RUbBo - San Sebastián • Lcó i \ SeñoríislUsíid A ^ U A d e SYRU5 lo mejor partí el Gutis. Bé venta cu. Ifir) prii?cipnie5 Perfunícricn6.'(Xiíí5v eumrla Inmiililcmcnici por las , „ . " P I L D O R A S HERIAL" 10.35pta.laCftja,27ptK,lawJcajasfriiiico.roIlotoj;rBlls.FafmaciaLAIRE,Hiv,0,111. r.Turenne.Parii. IMPOTENCIA ALFONSO FO^I 00l^^A.I-^0 Fuencarral, 6 MADRID E n v í o s á p r o v i n c i a s . P e d í J c.-itálogo. Apartado 559. MndríJ. Si i]iicrciíí ])rol(iiiííar vuestra licrmosura á IravL-i (li; la iiii^iaia sciieclml, iisiiil si(jiii|iie inoiiiicloi l'L-;CA-CURA, qiic os liarán la ¡)LT|K'tiiu jiivenlud. Jebín, U5,-tnm3.1,75, ?:W)i. I plai, -ngu], 5 pt3!, los clichés u s a d o s en cstn rev!sl: CIÍEÍICIÓH DE CORTÉS lli.iaílíOJ.—a/IFfIELO.Hn : - : D i r i g i r s e á HcnnosiUa, 57 :• S E : VErsiDEirsi Oi^ 14 A b r i l 1917 A ñ o IV.—Núm. 172 ILUSTRACIÓN MUNDIAL MUCHACHA SEVILLANA, cuadro de José María López Mezquita LA.ESFERA I ^,^^VU1 •e o . PSICOLOGÍA DE LA GUERRA—LAS FALTAS DEL ADVERSARIO I . ^ s- : 1 '.—: • -^T^^-^ S" •3- ñ83* S9- 8- sa- Tropas francesas obligando al enemigo á desalojar uno de los pueblos de la región del Aisne, qqe habían ocupado - T , . ., ODOS los grand'^s capitanes y tratadistas militares han estado conformes en sus escritos al aconsejar que nunca se cuen^ te, para trazar un plan, con que el enemigo se ^ equivoque y siga una conduela que favorezca los •li. proyectos propios. Siempre debe creerse que el * adversario procederá con arreglo á los buenos ^ principios, y que ss hará cargo del riesgo que ^ para él representan los actos ejecutados. <¡ Esta afirmación, que es aplica^ble ñ todas jas * fases de la vida, no es obstáculo, sin cmlaargo, ^j para que dos grandes maestros modernos, Ñapo^ león y Moltkc, analicen, al estudiar sus campa^ ñas personales, la influencia que tuvieron en sus ^ triunfos las fallas cometidas por aquellos á quic^ nes vencieron. ^ El gran emperador francés, con su estilo, pre^ tencioso y el alto aprecio que de sí mismo hacía, ^ no se desdeñó en confesar que sin los errores de ^ otros no hubiera logrado algunas victorias. "fl Ll taciturno mariscal prusiano, con su pros:i ^ cortada é inimitable, tampoco ocultó la parte que •^ tomaron los enemigos en sus éxitos, no sabiendo ^ oponerse á las coiicepciones estratégicas que rea^ lizó gracias á esas faltas. ^j Imitando el ejemplo de ambos, nos parece J oportuno examinar algunos hechos de esta cam^ paña, desde ese punto de vista, aunque limitanJ donos á los que están bien comprobados en su ^ desarrollo, en sus causas y en sus efectos. J °°° •^ Siguiendo el orden cronológico, aparecen priJ mero el despliegue y la concentración del ejérci-I! to francés dispuestos por el general loffre sobre ^ la frontera oriental sin tener completo conoci^ miento de dónde se hallaban las fuerzas alemanas. 3 Disponía el caudillo de la República de diez % divisiones admirables, que estaban bien entrenadas J en su difícil misión, y de numerosos aviadores •H prácticos en su oficio. Lanzar esos elementos á _^ territorio enemigo para saber, á toda costa, don•fl de se efectuaba la concentración y cuáles eran las '^ direcciones de los convoyes, antes de expedir las .^ órdenes de marcha, era un deber elemental cuyo ^ olvido tuvo sensibles consecuencias. ^',: Merced á él, pudo el Estado Mayor germáni^ co meter las densas columnas de sus tropas por -^ el Luxemburgo y Bélgica, sorprendiendo á lo5 reducidos efectivos del pequeño reino, que no -ti se hallaban en condiciones de resistir semejante avalancha de soldados y piezas de todos los calibres. Joffre vio así amenazado su flanco izc|uierdo y rebasadas las líneas de defensa construidas á eosta de tantos sacrificios, no teniendo más solución que cambiar su plan en absoluto, y debiendo hacerlo entre las urgencias impuestas por circunslancias tan desfavorables. ,;• JJlllllJU UK .MACKHKIISON -•, • • • Las causas de esa falta son bien claras; el des=o de atender, en primer término, á los an • helos del pueblo francés, que pedía la reconquis-. ta de Metz y de Strasburgo ; pero la satisfacción de aquéllos exigía vencer, y el triunfo no se podía obtener no sabiendo dónde estaba el grueso de las fuerzas tudescas. Las consecuencias fusron muy duras y nadie puede haberlas olvidado. Los generales del Kaiser batieron una á una las divisiones b e l g a s ; y del mismo modo fueron derrotando á las de.Francia é Inglaterra, que tardíamente aparecieron en los campos de la industriosa y minúscula aliada, que aún tiene su suelo en manos del invasor, salvo un pedazo insignificante en qus ondea su bandera cubierta de gloria por el heroísmo de sus hijos, como prenda de un rescate que no puede negarles la suprema justicia. Ellos no perdieron á su país ; lo psrdió Joffrc con su voluntaria miopía ; el Gobierno inglés CO.T su egoísta c imprevisora tardanza. L a primera victoria alemana fué alcanzada por este error d e franceses y britanos. °°° L a segunda equivocación es cometida por ios rusos al invadir la provincia de la Prusia oriental por la difícil comarca de los lagos masurianos. Polonia constituía un saliente del imperio moscovita, muy favorable para una ofensiva enérgica sobre Posnania y Silesia, sin que fuese obstáculo para tomarla el estar envuelta al Norte por la citada provincia prusiana, y al Sur por la austríaca de Galitzia. L a construcción del campo atrincherado de Novo Georgieski comprueba la idea anterior. Su sola existencia obligó á los caudillos germanos á mantener su núcleo principal frente á la línea del Vístula esperando allí el ataque, Aquéllos se encontraron agradablemente so:prendidos al no recibirlo, y ¡levando sus tropas al punto amenazado, lograron la victoria de T a n nenberg, que reveló al mundo el genio de H í n demburg al par que la escasa eficacia de las enormes fuerzas rusas. En esas ventajas se apoyó después la gran ofensiva austro-alemana del otoño de U I 5 ; y a pesar de haber perdido los austríacos toda la Galitzia. Mackensen la recuperó victorioso micnIras su jefe tocaba las orillas del Duna y dejaba el Bug á su espalda. T o d o porque cL gran duque fricólas se dejó ganar la mano por sus diligentes rivales, teniendo efectivos sobrados para acometerlos en su punto débil, que era la frontera polaca, sin abandonar el apoyo de sus flancos contra operaciones ensayadas desde Prusia Oriental ó Galitzia. U n a intentó el Archiduque Federico y tuvo un término desastroso. '^'j;f<^-^<^^T<'W'?'^'^'^'?'-^'?''rr-?''r-¥^''?'-^''^^'^'?'^'^'7'f^ •v-." ' :." ' Vengamos ahora á la invasión de Servia, desastre que pudo ser evitado reforzando á tiempo con hombres y material á sus bravos defensores. Los Imperios centrales necesitaban apoderarse del camino á Oriente. El encono de Bulgaria les permitió.contar con un auxilio valioso por su calidad y su situación; la reciente derrota d e los rusos les ofreció el momento favorable para sus planes. Abrumadas las escasas tropas del R e y Pedro por una artillería superior, fueron expulsadas de su territorio, viniendo á sumar sus tristezas con belgas y montenegrinos. Esto debió precaverse, y al no hacerlo, se concedió á Alemania y á Austri? una ventaja enorme, que pareció insuperable en aquellos días, aunque luego lo fué por el vencimiento de los rumanos. M M ^ ^ T ^ r ^^ *^^mo3lró ante el mundo que h Múltiple Lnlenlc no podía sostener á sus aliados, disponiendo del dominio del mar. de fuerzas numerosas y ds incontables barcos para transportarlas. Urgía remendar un descosido tan escandaloso. y la diplomacia británica se dedicó al cuhivo de tas ambiciones rumanas. Estas cedieron, al fin, ignoramos á qué precio, y el Gabinete de Bucarest declaró la guerra á jos austriacos. Todos apreciaron su intervención como aplastante y decisiva. Quinientos mil soldados pasarían el Danubio entrando en Bulgaria cual tromba arrolladora. barra.l se daría la mano con ellos y la conquista de Mackensen quedaría deshecha cual Iragí! Iigura de barro. E n v e z de esto, Averesso invade Transilvania ^ ^ A ? " ' ' ^ / ' " ? ' " ° ' diferentes y distantes, dando al A l t o Mando de sus rivales una nueva y agradable sorpresa. L e dejan seguir y comprometerse a tondo. tapan el boquete de la Dobrudja para evitar una rectificación de conducta salvadora ; v reconcentran de un modo maravilloso cuerpos de ejercito y material en la comarca invadida, dando dos batallas decisivas que destrozan la flor de las tropas rumanas. El espectáculo resultó tan deprimente, que ni aun los rusos quedaron en condiciones de evitar las consecuencias de aquella serie de torpezas! Kumania perdió toda la Valaquía. y debió sumar los restos de sus maltratadas fuerzas á la extrema izquierda rusa para que el invasor no siguiese su marcha triunfal. , INi aun el más optimista de los oficiales ouc intervinieron en la confección del plan contra R u mania, pudo soñar con un éxito tan completo, que superaba con creces.á todos los obtenidos. - - "JOSÉ H É V I A aai>a<^ as&Síl- EH 3E- ít- S- 8- arj- a8!f B- as- 3BKHK* B9(IB8HKB- LA ESPERA LAS JOYAS DE LA PINTURA Fragmento del cuadro "La Madonna", de Botticelli, existente en la National Gallery, de Londres LA ESFERA PAGINAS ARTÍSTICAS PAISAJE MALAGUEÑO, cuadro de Federico Bermúdez Gil LA ESFERA O o o o o o o o/? DEVOCIÓN E HIDALGUÍA ( R O M A N C K ) - . ^ O O O o o o o o ü o o o o o o o o {) o o o o o o o o o o o o o o o •o o o o o o o o o o o o o Es día de penitencia, larde de recogimienio en que las almas crisliúnas eslán turbadas de duelo, porque á las ircs de la larde (hora de augusto recucrdj) cn una cruz, por los íiombrcs expiró el Rey de los Ciclos. ,La lonia de San Martín Hierve en devotos, sedientos aela palabra divina que ha de traer á comento aquel instante sublime. Diz que un padre misionero de muy notable clocuencij glosará el trance supreiiío..-. La espumilla de la Corle se ha dado cita en el templo, y tal está á media larde, tle la puerta al presbilerio, que si un alliler cayera no tocaría en el suelo. a*-- 0^ Las gradillas de la lonia sube apriesa un caballero que recela que ha de hallar lodos los sitios cubierto. La encomienda de Santiago lleva bordada en el pecho; cuantos le ven se descubren con muestras de gran rcspelo, y le hacen lado, porque es iJon Francisco de Ouevedo. Ya el sermón es empezado cuando traspone del templo los umbrales. Busca un sitio. No lo cncuenira, y se está quedo ¡unto á un galán y una dama que piensa que son martelo. Mal el sitio I; acomoda, que trac devotos deseos, y ha de quitarle ocasión el rapacillo de Venus. Comienza la sania plática, y la voz del misionero, como luz consoladora, se difunde por el icmplo. Más el galán importuno dándola del indiscreto quila la devoción de Don Francisco de Quevedo. Enoiado el gran poeta, la luz de sus espejuelos lanza hacia enlranibos y advierte que es solamente el mancebo quien habla, la dama no hace más de sufrirle en silencio. Viendo el tal que las palabras son débiles argumentos para lograr sus propósitos, lía á la mano el asedio y osado toma la diestra de la dama, quien ardícndD en rencores sin ser dueña del alcance de sus hcchüs, bravia, cruza !a cara d3l cínico caballero. Es el hombre vengativo á más de ruin y de necio y vuelve en la mesma forma el agravio, pero aquesto no puede sufrirlo ya Don Francisco de Oi/evedo. Ase al galán reciamente por la capa, y *Venga p r e s t ó le dice—, señor rufián, que quiero cn vos á igual liempo casiigar la cobardía y vengar el sacrilegio... •'••í^. Salen, y cn la lonfa mesma que es antesala del templo. el pleito de su venganza remiten á los aceros con notable bizarría (que entrambos son más que diestros), p:ro al fin tírase á fondo Don Francisco de Quevedo, , „ . , - -r. y hasta la cruz, el estoque le hunde al rival en el pecho... DniLUo lili M,\iiíx DiKi;o SAN JOSÉ LA E S F E R A LAS MARAVILLAS DE LA CATEDRAL DE BURGOS "I í» íl! I i i? Hermoso trasagrario, esculpido en mármol por Felipe de Borgoña, y existente en la Catedral de Burgos lUT. VADlI.l.ll I I ! LA ESFEIÍA i (sA ^ I i ^ ^^ Fi ^V ^ EIv K I O S C O ii \, . . . ' ' . . ' ENCANTADO ^ - EIv J O Y E I v •- DK RÜBÍKS •r^~~\ •»oa \ A h que vigila su sueño. • , . •_^ • . .. . : -• Pcipa iaquc io osténia en su pedio. paca foDmat?(o, yo no sé qué espesos vamaiGs las tinieblas han tcfido, Que nadie contemplat' ha conseguido tos sueños que en su fondo guat'da presos í JvluGt'fa cayó, conao quien cumple un sobpc el blanco silencio d e las losas, ba)0 las castidades olocosas de un i'asminet'ó blanco d e intiníto. _, Amac á un rubio anTot' fué su delito, y buscaclc, en las noches silenciosas, para unir sus (asmines con sus cosas en guit'naldas de besos... Sin un gpito Ooy á cntt'ac, peco innxóoit á la pucuta te mico, ¡ob, sombca de una dícba muecta que en imposible mi ilusión conoíectes!... . se Goapopó su humana ptúmaoccaí... Su inmóoil dcsnudeE más blanca Gua •'••'. que et mácmol, los /aEmincs y la Luna!... .^; Tu dedo un gesto de silencio ensaya, como diciendo á mi especansa: — iCalla!... -, • IHuGstco amoc dueeme aún... iJHo le despiecfes! Tan solo entre los senos reineta .-' el áureo ponxo del puñal, eual una foya d e ensangrentada pedrería! '• • • ' „ j pcancisco ÜlUAeSpeSA Hay un kioico oculto ba/o osos cipceses que á (a t u n a se ban dotMnicío, que bacc soñac con músicas de nido, tenxbtoG de manos y embciagues de besos 1 ^ 13 It- iñto, ~ ,^ ,/ ' Í . [.J ••• - ••- • nilUlJO Dlí liAUTOLOZZI >-^ .,rj* > ^ • LA ESFERA c •o 'O; ; o ARTISTAS El. CARICATURISTA "APA" AFtiAs veces, con diversos molivos de acluaiidad arlística, he cilüdo en estas páginas el seudónimo Apa que, en su brevedad eurónica, llene sinibúlico y gallardo significado de oplimismo. Porque Apa, si no el primero de todos los humorislas españoles, me parece uno de Í3S más posiiivamenle dolados de excepción y de supremacía. S3 deslaca con allura y relieve liarlo definidos para ser ignorados. Y, sin embargo, fuera de Calaluña, de Barcelona mejor dich J, Ap3 es c a s i ' desconocidj en España. No me alrevo á decir que esle dcsconocimienlo sea del lodu iniusto. El propio arlisla es, en parle, culpable, ya qu3 todavía se obstina en equivocadas testarudeces regionalistas, en catalanismos un poco suici ~. das.Todavíacree —con '• 1 "': " esa ingenua sencillez naliva que conserva en el fondo de su espíritu depuradísimo y culto—que Madrid y los madrileños somos !o que á oíros catalanes, menos puros de conciencia, menos responsables de cerebralidad que Apa \Z5 conviene decir, conlra toda lógica, toda realidad y loda ejcmplaridad de los h;chos y de las ideas. No obstanle. Apa estaría en cierto modo autorizado a desentenderse un poco de los pequeños triunfos nacionales. Dentro de España empuja á su vida con los esfuerzos supremos que aquí exige loda proíesión liberal que no sea la torería, el cupleiismo ó la política. Al oiro lado de los horizonlcs sus triunfos son más sólidos y halagadores. Se repite el Irisie episodio d ; tanlos oíros arlislas españoles cuya repulación nos liega impuesta por Francia, por Alemania, por Inglaterra... Apa acaba de obtener en París un gran éxilo con sus dibujos satíricos. Invitado oficialmenle por el Subsecretario de Bellas Arles, celebró una exposición de las cari- V ( ( ( < ( ( ( ( ( ( ( !o: CONTEMPORAWEOS ré.ix liliaS "Apa", cu su estudio de Barcelona caturas francófilas publicadas en el semanario barcelonés Iberia. Todas las caricaturas se vendieron á allos precios; la crílica francesa no escalimó los elogios. Cirand Carteret, la auloridad suprema en la historia de la caricatura, ha pueslo prólogo á la lujosa edición de estos dibujos titulada Kawcradcn y que acaba de ponerse á la venta en España y en los países aliados. Si Apa. que es mucho más artista y muelo más dibujante que Luis Raemaekers, Livicra además oirás condiciones de «hombre práclico» que posee el liumorisia holandés, quedaría consagrado delinilivamenle en loda Europa. -ó ! ió- -o Pero Apa, autor de t a n l o s dibujos terribles, demoledores, que parece menlira se hayan podido publicaren ) España, dibujos cuya significación n u e s t r a neutralidad nos obliga á comentar en privado y en voz baja; Apa. que desde el primer momento se afilió al lado de Francia con un viril, generoso y admirable ímpetu de luchador, es en el fondo un hombre tímido y plácido, un espíritu grave y senlimenlal, parco en palabras, pródigo en rubores de limidez, so- > brio en sus costumbres y austero en sus aspiraciones. Cuando, después de conocer sus dibujos salíricos, imagináis hallar en el auior violencias de expresión y de actitud, jactancias herculianas y una ¡ocundidad expansiva, epicúrea, conlagiosa, os sorprende con su mirada dulce, con su boca que olvidó la risa, frente á un POT. SERtlA lienzo de asunto mísiico del que van surgiendo las bíblicas figuras de lesús, de María, de los Apóstoles sobre fondos fuliginosos y alormenlad )s... y en un estudio humilde, de paredes desnudas en que la modestia del arlisla le obligó á ocultarse contra ellas los cuadros que va realizando lenlamenlc en el silencio y la soledad de su casa de la calle de Clarís, lejos de las greguerías céniricas, lejos de las redacciones bullangueras y parlanchínas de los semanarios satíricos. ) Apa se llama Félix Elias Bracons. Bordea la cuarcnlcna y hace más de veinte años que empe/.ó á dibujar. Su mocedad ardía entonces en los leños ígneos del calalanisino, enfurecido por el Ciicut y las desdeñosas afirmaciones de fíobert y aventados > por un aire espeso, enrarecido por las esíroíás de £:/ segadors. Así, pues, los comienzos artísticos de Apa hay que buscarlos, á pesar nuestro, en las páginas •^-=^^zn~^: • "•, '^ LA E S F E R A Paisaje paru turisias ( ( ( ( ( ( I (Dibujos de ^Apa*) La rruia para les señares aniiespañolas del Cucut. No liene, sin embargo, que reprocharse el ar- los antecedentes del arle serio de Apa. (Y decimos serio por un e.vceso tista Cdricaluras que ahora le abochornan. Su ingenio lenía límites de no- de condescendencia á los engañados que ni:gan «seriedad* al dibujo bleza y de serenidad que no traspasó nunca. I^rcfcría entonces las cari- salfrico.) caturas regociladas, burlescas, de una alegría sana y aniibiliosa. Las sombras augustas de los impresionistas y de los posl-imprcsi:-Morco, además, las nuevas oricnlacinncs de la caricatura caralana ac- nistas surgen al comentar con su técnica las técnicas de estos maestual. Todos los admirables humoristas tros. Desdei"ia los asuntos para deleitarcatalanes de hoy se han formado en el se solamente en la expresión del alma esiilo sinipliilcalivo, en la estilización y en la belleza de las gamas. Pinta bosabia y en el ingenio agudo de Apa. Andegones, naturalezas muertas. Sencites de el los caricalurislas eran toscos, llez, ponderación, armonía, sensibilidad, aburguesados, incorrcclos, ignorantes son los cauces por donde su pintura va de la signiíicación decorativa que debe con la calma serena y fecunda de un rio lener el dibujo humorístico y la iluslraentre márgenes floridas, hacia el mar ciún ediiorial. universal y bajo el sol... Trata el color á la manera oleosa y reCuando ei Cu-cut dejó de publicarse concentrada del malogrado Isidro Nonell, por disposición gubernativa, Apa ya no que la:i decisiva y profunda influencia dibujaba en el desagradable semanario. ejerce en la pintura catalana contempoHabía Fundado Papitu. ránea, y hallamos en él las masas denLa primera época de Papitu ha sido la sas de Delacroix, el simplicismo de Ccmejor, la más admirable del semanario zanne... Aparece despojado de loda leatan popular hoy. gracias á concesiones ira'idad, de todo efeciismo compositivo. lamentables en favor de ciertas sucias Es, en cambio, íntimo, apasioriadó y complacencias erúlieas del pueblo bajo, conmovedor en ñ/ Calvario. de viejos libidinosos y muchacuelos imAl mismo iiemi:o que así-depurasu pacientes de la salacidad. arle, depura su Jnleléctualidad. No lim¡Papitu, dirigido por Apa, fué modelo la a! lenguaje plástico la eclosión emode revistas satíricas. Podía contemplar, tiva que seniía ávida de manifestarse en sin desventaja para su texto y. sus dibuel, sino que frecuenta bibliotecas, aujos, á los grandes semanarios del miinmenta sus conocimienios literarios y aohumorísiico: Simpücissimus. Pas^ crílicos. quino. Le Pire, Punch, Gecfeón-c\ Oedeón, ¡ay!, de otro tiempo—. Era graDe este modo, consiiiuído y forlalecicioso sin grosería; atrevido sin procado para un apostolado estético. Apa recidad; agresivo sin ofensa; desenvucMo gresa á Barcelona. Hace exposiciones, sm plebeyo desgarro. Y, sobre todo, funda Revista Nova, precursora de Vcl/ orientado en un sentido idealista, liberal i nou en la exaltación de las modernas y rebelde que obligó á su director á reescuelas arlíslicas, y publica críiicas de fugiarse en [-rancia y á su propietario á arte en La Publicidad. ceder la propiedad en otras manos que, Por úliimo, cuando llega el momento poco á poco, le ha transformado en lo de afiliarse en uno de los dos bandos que hoy es... que—bélica ú plaiúnicamenie—dividen Francia raiificó al admirable dibujante ahora á la Humanidad, Apa no vaciló en en niuchas convicciones íntimas y am-' poner todo su tálenlo y loda su sabiduPlificó bástanle su trayectoria espiritual ría técnica en esos dibujos nobles, efuy estética. Las modernas tendencias de sivos, acusadores y viriles que publica '3 pintura contemporánea le inquietaron graiuitamentc Iberia, como si fuera un sobremanera. Sin abandonar los lápices — iVclnic Uiiros me cobró aqii;l brlbáii de médico por analizarme la legionario catalán más de los que luy los tarretes de aguada del dibujante, chan por el triunfo de la libertad. —¡Canario! Sogió los pinceles del pintor. En esia —Y lo que miis siento es que encima de pagar lodo esc dinero, lue^o reépoca d^ su destierro en París hallamos • SILVIO L A O O sacó que no lenía nada... (Üilnijo de Zipa.j j 'm LA ESFERA n n n n n n n n n n n n n n n n n C U E N T O S J MARIETA EISRAÑOLES ES F O R M A L L tí tí ct a tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí 1:1 tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí g tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí a tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí 1^1 tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí u EPBNTiNAMENTD, Marícla abandonó'el lealro. Verdad es que el teatro donde trabajaba como partiquina, cerró sus puertas porque el calor aprelaba y la gente había huido de Madrid. Pero tal circunstancia no resla grandeza al gesto de la hermosa. Marieta, antes de este momento, haliíü sido siempre el genio de [a frivolidad y de la inquietud. No se tomó nunca el inútil tráigalo de estudiar la vida ni creyó que hubiese un motivo bastante poderoso para un disgusto duradero. No vivía: resbalaba. Y más que en sus ojos pintados y en la frescura de su boca iníanlil, su atractivo estaba en esa deliciosa inconsciencia. Sin embargo. Marida tiene, repentinamente, alguna honda refle-xiún [¡ue extraña como si alguien que no fuese ella hablase desde lo íntimo de su ser menudo y perezoso, oeeuramcnte, era la semilla de su seriedad que R pugnaba por desarrollarse. Ahora, Marieta es formal. Ocurrió el milagro de una manera tnesperada, y su agente fué Rafael, Rafael Beltrán, aquel empleado de Hacienda, tímido y silencioso, que había cegado de amor por la figuranta. Desde que fue presentado á ella, no cesó de seguirla, —siempre con una expresión de sufrimiento resignado, siempre sumiso—, ni tan de cerca que la molestase ni lan de lejos que pudiese Marieta olvidarse de el. Cuando á Marieta se le murió aquel perrillo peludo y microscópico que era su Urano, Rafael ¡3ellrán le envió muy seriamente una carta de pésame. Cuando, en el estreno de Los capricho.^ de Venus, el público se ensañó pateando, precisamente en una escena en que intervem'a su adorada, Rafael puesto de pie aplaudió con tanto ardor que no bastaron á aplacarle los puñetazos de sus vecinos de buta- ca. Rafael era un infeliz. Marieta guardaba para Y " " ' ' , ponsidsración afectuosa, y, cierta vez, defendió el derecho que asistía a! pobre Beltran para usar un sombrero hongo color café con leche. Por cierto que esta actitud de Marieta fué abundantemente comentada por sus compañeras de lelón adentro. Pero las afirmaciones que se deouieron de tal defensa, eran injustas. I'or aquel entonces, Rafael Beltrán no había logrado i^ú\^ apoderarse del amor de la partiquina. Cuando esto ocurrió fue el mismo día en que se cerró el teatro, precisamente el mismo en que Perico Ibarra se marchó á pasar el estío á tierras del Norte, romiñendo con Marieta tan bruscamente, tan sin un adiós ni un regalo, que si la adorable abandonada no supiese que había marchado con él Minií, la primera tiple, no podría explicarse nunca el suceso. Seguramente, títítíHntíctHHííHtítítítítítítíatítínHtítítítítítítítíHHHHtítíHnHtítíHtítítínntítíntííintítítíHntítítítítítíHtíHtítítttítítítíHtíHtínHHHHtítíHatíHHtítítíHaHtín^ tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí tí 1:! tí tí tí !:[ l.t tí tí tí tí tí tí tí tí ntí LA E S F E R A n n n n tr n n n n n n n G n n n n n n n tí El El § El n a u n n n n tt Ü n n n u n n n tt tt tt tt ti n n tt tt tt E! tt U n n n n n tt tt ti E! El H Et tí Et tt ti Et ti n n tt Et n tt n § esta Iraicióti d : la amiga y este desapego del amante, hicieron surgir en ella la propensión al reounciamiento. Una mujer que queda sin escaparate y sin hillMes, en e! rigor de la canícula, csiá siempre inclinada al claustro. Mariela conló sus pesares á Rafael. —Ahora me nicircharé á mi pueblo. Alquilaré una casita en el caiupo y criare ovcjitas. —¿Hará usted eso, Marieta? •—¡Oh—aíirmó ella —ya lo creo que lo haré!... Mañana mismo tengo que comprar un sombrero «pasiora». con unas amapolas alrededor... Rafael, convencido, comenzó a hablar. ¿Porqué marcharse?... Podía seguir en Madrid. Ella se aburría porque no había tenido jamás á su lado un cariño seguro, nacido en el corazón, fuerte hasta el sacrificio, tierno, hondo, inconmovible... ¿Sabía ella lo que era el calorde una casa propia, de un hogar?... En la sencillez, en los naturales afectos de una convivencia familiar era donde debía surgir el ^ • ' ^ esméctico pora su alma. ' . En el fondo deesta frivolidad en que vivía no había más que frío y soledad. ¡Si ella quisiese oiric!... y ella le oyó. Rafael ins i n u a b a torpemente un concepto, y ella lo desarrollaba después clamorosamenie. batiendo palmas. ¡Qué gozo!... ¡He aquí que había dcscubier|o lo quenecesilaba!... Un nogar, calor de hogar... bía perdido toda su importancia ante el suceso se-timental que refería: —Pues que estoy enamorada.-. — ¡Marietal Hizo un ademán. De ahí no podía rebajar ni el canto de una de sus uñas pulimentadas. Era presa de una pasión. Pero su adorado no era precisamente l^ierpont Morgan. Tenían que reducirse á vivir con modestia... —¡Ya ve... treinta duros mensuales!... —¿Y vives, Marieta?... Imitó el mohín de una persona estoicamente decidida al sacrificio. Sí, señor, viviría; y pasaría así lo que le quedase de aliento, manejando sus treinta durifos como la mujer de un empicado ó de un hortera. Llevaba dos días así, de nueva vida, y estaba encantada... i N a i u r a l m e n l e ! . . . ¡Y d e c i r que se estaba aburriendo ¡anto sin haber acertado la solución!... y entonces, ya sin dejar lipblar á su enamorado, Marieta confesó, con los f^ios bajos, arrancando hiIilos de su bolso, que sí.., que estaba segura de querer á Belirán...; que ella era una mujer muy de su casa, pero que nadie había s a b i d o comprenderla... '"lindarían un hogar. Pero enseguida, desde el día siguienie. Ella sería la admnñsiradora cauta, la mujer formal y amantísima, ¡oda sencillez... ¡Si también pudiesen tener desde ci día siguiente un hijo al que dormir en sus brazos. cantándole con su voz de 'iple ligera!... • na lOh... la sorpresa del agenle de teatros en aquella visita á Marieta!... Iba á proponerle una contraía y, 2fi el gabinetilo coquelón pudo ver á !a joven acariciando con sus d e d o s tjlanquísimos las plumas de un sombrero. Ella tuvo un grave gesto de preocupación que la hizo Fruncir • • - • . . . • -• iifferamenie los labios in- • • • . . , ; - . l a n t i l e s . Para saludar, •--•-• • . . _". ,abandonó el s o m b r e r o "-•• ; . •sobre una silla, " ^ Trabajando; ya ve... —¿Trabajando, Marieta? —Trabajando. Hizo más grave su gesto y suspiró: —¡Que' remedio, qué remedio!... Se me ha roto una de estas plumas y la he atado con un alambre de la luz eléctrica. Los hiliios de cobre estaban, en efecto, grotescamente enrollados á la pluma torcida. Mostrando su obra, añadió, triunfal: —Para que digan que una no es mañosa... ~^lOh, Marieta—comentó sonriendo el visitante—¿qué drama es este de tu irabaio?... y ella, encantada de poder ofrecerse como mujercita formal, como víctima de las rudezas y contrariedades de la vida, se acomodó para narrar su tragedia. Se fué á sentar en una silla próxima, sobre su propio sombrero; después, sm cesar en la charla, lo arrancó de bajo sus carnes tentadoras y lo arrojó, sin mirarlo, á un nncón, abollado é informe. La pobre prenda ha- —¡y yo—habló el agente—que venía á ofrecerte trabajo para San Sebaslián!..Exlendió sus manos para rechazar la visión horrible. —¡Jamás, amigo mío!... El teatro ha muerta para mí. — ¡ O h , Marieta..., en verdad, estás hecha una santa!... — ¿ V e r d a d que sí? Se c r e y ó en el c a s o de s u s p i r a r : — P u e s así puedo s e g u i r t o d a la v i d a . ¡Sí n o fuese p o r esle c a l o r ! . . . ¡Tener que p a s a r el mes de A g o s t o en M a d r i d ! . . . — ¡Gran sacrificio; gran sacrificio!... E l l a m e d i t ó un p o c o : — ¡ C u a n d o u n a se e n a m o r a ! . . . A q u e l m i s m o dí.i Rafael B e l t r á n Ic h a b í a he- E1 E[r o s o e n t u s i a s m o p o r la v i d a de h u m i l d a d , después de o i r l o s c o n s e j o s s a l u d a b l e s del a m a d o , comenzó á hacer sus presupuestos y á planear la e x i s t e n c i a f u t u r a . T o d o le s o n r i ó en su i m a g i n a c i ó n . P o r la n o c h e , a l l l e g a r R a f a e l , r e c i b i ó l o c o n p a l m a s . ¡Ya vería él qué e n c a n t o de m u j e r c i t a ! . . . E n el c o m e d o r estaba d i s p u e s t a la mesa. Comieron un manjar, otro manjar... Langostin o s , c o d o r n i c e s ; una b o t e l l a de c h a m p a ñ a se helaba en u n a v a s i i a . . . E r a p r e c i s o c e l e b r a r su u n i ó n y t r a t a r bien al que h a b í a de ser c o m o su maridito... y m i e n t r a s c e n a b a n , fue c o n t a n d o . . . |-Ia!)'j arrinconado sus vestidos lujosos y c o r p r a d o d o s trajes m o d e s t i l o s y un m a n t ó n de u c e o . . . A q u e l l o era h e r o i c o . P e r o , n a t u r a l m e n t e , era p r e c i s o atenerse á su p o s i c i ó n , y c o n t r e i n t a d u r o s al m e s n o se avenía un traje de s e d a . D e s pués, p a r a íener que hacer, había r o t o - a u n q u e é s t o no lo confesase—la pluma • • ,-" . de u n o de s u s s o m b r e r o s y había p a s a d o la l a r d e c o m p o n i é n d o l a . Rafael r i ó ,. . ante a q u e l l o s a l a m b r i t o s • •-de c o b r e , l l e n o de f e l i c i d a d '' ' y de e s p e r a n z a , P e r o p a s ó una n u b e c i 11a. Fué a l día s i g u i e n t e de esta escena c u a n d o la r e d i m i d a d e s c u b r i ó que en s u s c a j o n e s n o había n i un r e a l . L o s t r e i n t a d u r o s habían sido g a s t a d o s . ¿En qué?... C o m e n z ó á e c h a r c u e n t a s : el c h a m p a ñ a , la comida abundante,el mant ó n , diez d u r o s de azúcar y de accilc y de café y de a r r o z y, en f i n , de g é n e r o s que había a c u m u l a d o para el c o n s u m o m e n s u a l , a r b i ' t r a r i a m e n t e , « p o r q u e así / se a h o r r a b a » . . . E l l a no r e c o r d ó de u n a manera esc r u p u l o s a t o d a s las p a r t i d a s , pero la c o n c l u s i ó n era c a t e g ó r i c a : n o había ni u n r e a l . E n t o n c e s se p i n t ó l a s ojeras y aguardó á su a m a n t e . C u a n d o se o y ó en ,. ' la puerta e! alegre repiqueIco de Rafael, s a l i ó ella m i s m a á a b r i r l e , c o n aire l e n t o , c o n una traza de des o l a c i ó n que ella había '• a p r e n d i d o en a l g ú n teatro (3 en a l g u n a n o v e l a . Dejo' ' ' - se besar; c l a v ó en él s u s o j o s ¡leños de r e s i g n a d a .,.' melancolía y m u r m u r ó : — H o y n o t e n e m o s qué comer... L e hubiese g u s t a d o que él r e s p o n d i e s e a l e g r e mente: — C o m e r é tus b e s o s . "••-• P e r o B e l t r á n h i z o una •.-;,'... mueca de s u s t o y se que. .. dó c o m o quien no acaba - -.. de c o m p r e n d e r t o d a la i n m e n s i d a d de su d e s g r a c i a . - . E n t o n c e s ella a n a d i ó : -. ..— ¡ H a y que h a c e r s e á l o d o ! . . . F i g ú r a t e : treinta duros... ¡total!... . - P e r o . . . ¡en un d í a ! . . . y e l l a , r e m e d a n d o lo o í d o á las m a d r e s de s u s c o m p a ñ e r a s de t e a t r o : — ¡ H a y , h i j o , u n a c a s a . . . n o s a b e s l o que es una c a s a . . . U n a casa tiene m u c h o s g a s t o s . . . E l e n a m o r a d o se d e j ó caer en un s o f á , desfal l e c i d o . M a r i e t a , s i n a b a n d o n a r su a i r e m e l a n c ó l i c o , se p u s o á l i m p i a r el p o l v o del p i a n o c o n la m a n g a de s u b l u s a de s e d a . . . n c h o e n t r e g a de l o s t r e i n t a d u r o s de s u s u e l d o . Et L o s r e c i b i ó c a s i c o n u n c i ó n . L l e n a de un f e r v o n tt El EitttitítittnnntíüHHttHEiEmEínEíEmHunEiiíHHtitiEiEtnEtntinnnHnntittEinHntintiEinttHttEc.'-iMtítratiw^ P a s a d o un d í a , M a r i e t a firmó su c o n t r a t a p a r a S a n S e b a s t i á n . ¡ D e l i c i o s a M a r i e t a ! . . . E n el i n v i e r n o , c u a n d o la v o l v a m o s á e n c o n t r a r e n v u e l ta en pieles, h a b l a r á de a q u e l l o s t i e m p o s en que fué f o r m a l y r e g e n t ó su c a s a , c o m o s i hubiese s i d o d u r a n t e n u e v e a ñ o s m a d r e y c u i d a d o r a de una numerosa familia... W. FERNÁNDEZ-FLÓREZ DIDUJOS nií ntNAClOS , ' . • n n u iit n j:í tt !^ Et H ;! It u •_f Et El n El U .n n ct tr ti Et n ):l Eí n n n tt Et Eí n Et nttEl El ti El n EJ El tt Et tt 11 Et Et Et H Et n TI fí tx n El El tí Et n tt E-t Et n E-t n Et Et n n tr n n ):t Et Eí n ti n ti Et E! n Et Y-l Et ti n n ti tt Et Et U tt n El tí u Et n tí tt n g tt u tí ri E! tt U LA ESFE[3A CAMPANAS Campanas vocingleras que con la luz del alba lleváis vuestros clamores por los campos dormidos y las anchas riberas... Cantad, y vuestras lenguas de voces mañaneras sean igual que un himno de versos triunfadores. Ya la tierra se ofrece florida y generosa lo mismo que una novia con deseos de esposa que acaricio el misterio de unas noches triunfales y presiente que llega la mano temblorosa que desgarre los hilos de sus velos nupciales. Cuinpanas bulliciosas, dimpanas caniarínas de las macizas torres soberbias y orguUosas donde haecn sus mihgros las cruces iiiisleriosas y su nido de amores tejen las Qolondrínas. O Armoniosas campanas queformóis en los aires el alejare concierto de universales voces y cadencias cristianas, que llama al transparente cristal de mis ventanas y extremecc los rubios rósala de mi huerto. O •••- • WmW ISI sol de España bril'.a con vivas lumbraradas en los cálidos surcos de la vieja Castilla y fecunda en sus recias entrañas fecundadas los misleríosos granos de la nueva semilla. O Mayo galán se acerca con sus dardos crueles, los ojos todos risas, la boca toda mieles; hay un rumor lejano de coplas y vHiuelas, el amor va de ronda, ya se abren las cancelas y la calle es un triunfo de rosas y claveles. Campanas campesinas, campanas ciudadanas, campanas críslulinas que alearais las floridas riberas levantinas y cantáis en el cielo de Costilla... Campanas... O Porque luiblii's desde arriba, campo de luz eterna, mila^irosa y dorada . que arde como una llama de amor, radiante y viva, ' vuestro son es acento que á las almas cautiva, , vuestra voz es piadosa, vuestra risa es sasrada. O Tenéis en vuestros bronces la palabra de aniór que es inmortal reguero de luz del Redcnlor y vibra en los, espacios con ceas inmortales, __ _ abré las celosías con sus ritmos triunfales, es temblor en la palma y es perfume en la flor. O •' La divina palabra que es blasón y divisa 'dé Paz, la que ilumina la altura solitaria '• -r. y es, al besar la tierra como llama indecisa, en los labios sonrisa y en los pechos plegaria. Suenan con recio estruendo bombardas y cañones y al ritmo majestuoso de músicas triunfales se enlazan las estrofas de misiicas canciones, la luz radiante besa banderas y pendones , y arranca liaces de chispas ci las capas pluviales. ' • - - , ; •©' •- Y son les dias magos de la maja graciosa que baja al Manzanares gentil y pinturera tocada con la blanca mantilla misteriosa sobre la olla peineta... La leyenda gloriosa de la España chispera. :- . • ; I Ó Campanas cristalinas ' ' ' - ' que alegráis las floridas riberas levantinas y llenáis de rumores las tierras castellanas... Cantad como un ruidoso tropel de golondrinas, - campanas ciudadanas, . campanas campesinas, •• voces_ de paz, palabras de redención... Campanas... José DlítUJO DI! MAltÍM MONTEfiO . _ , « . ^ - ^ g ; .J - T . B : - ^ J 7 T > C - LA ESFERA Miiiidii ...I i i!i •••ii ^• :I|MTJJERES MODERNAS I r1^^^^) L .A. ^ F2- U Q UÉ se sabe en Europa de las mujeres rusas? Q u e en Niza, en Montecarlo. en Interlaken, en Mariembad. en Saint M o ritz. en Biarritz. deslumhran por sus pieles y sus joyas, recordándonos á la A n a Karenin, de T o l s - toi. -íi t •t KI!E- [.•..••--i>^-.F--->;^r.-'^ij'uTi"---:-ir-.VL-A:"-(^iyM^jii¡nttBf»s¿.a* LA ESPERA "ri^.^OE:i:J^f^«I3E^L. ]V^.^I^ a^! LA ESFERA ü í'íí El acorazado francés "Danton" en el momento de hundirse en el mar Mediterráneo, á consecuencia del torpedeamie^2IIeÍ"í.-.^i^Í^*^ P***" "" submarino alemán, y en cuya catástrofe, ocurrida recientemente, perecieron 296 tripulantes Oitíujo do LA ESFERA B 6 .^ B % B f> f> f> B B % % % % 6 e B B B i % B B B % © B B B . 0 _ ^^n^^ ^P^ % % B L Un gran Visir de Bagdad: - _ -^nA^ Vahya-ben-Khaled ^vuv^ *S*c»íí4itSÍ]caíí5:í E. GONZÁLEZ FiOL 9 9 9 9 9 9 9 9 9 9 9 9 9 9 9 9 9 9 9 9 9 9 9 9 9 (* 9 9 9 9 9 9 9 9 9 9 9 9 9 9 9 9 9 9 9 9 9 9 9 9 9 9 LA ESFERA n n n H n n n a n n n n n n H H n H n n n n n n tt n n n n Et n n n a n n n n it n n n n u n n n Puente de San Martin, de Toledo K En uno de los valles de la vieja Castilla donde flota el espíritu de un pasado giieii-tru, en el que eada roca es una augusta silla, y toda rama seca una espada de acero ; Amad á vuestra patria ; eternizad su nombre y no extingáis el fuego de su materno hogar ; ved que, donde trabaja, encuentra siempre e! hombre tierra de que nutrirse y cielu en que sonar. donde el agua es potencia y armonía la fronda y el canto de las aves es grito de batalla, y la voz del pastor es esa queja honda con que añora su lanza y su cota de malla ; A! espacio infinitó elevad líls miradas teniendo vuestro paso asentado en el suelo ; sed como estas encinas que á la ticrr:i agarradas elevan el anhelo de sus copas al cielo. s íi los jóvenes viejos que cansados y enfermos, cannnan jjor e¡ mundo en busca de'la vida siguiendo un espejismo ])or ¡os senderos yermos mientras dejan al borde la tierra prometida, Sacudid los harapos ; sepultad vuestras frentes en las aguas del río que aprendieron pujanza en las luchas gigantes de presas y torrentes. Hl azul de este ciclo os dará la esperanza, .-•.- i nna noche invernal, dominando sus ruidos, con una sobrehumana voz que acaricia v reta, mezcla de roncos truenos v murmullos de nidos, con la voz de Castilla, hablóles un poeta : ti n n g § Detened vuestro paso, ilusos peregrinos ; es estéril la sangre {pie dejáis en las huellas ; , es infecundo el polvo de todos los caminos ; Siempre irán alejándose delante las estrellas. tt tt tt ti ti tt tt n n n n n : I '^'^^'''^'':^»^=m^nnnnuunuunnr.::inmnmnmnnnnnmu^^^^ tr n •" Y cuando nazca el día será cojno un incienso el vaho de los surcos y la niebla del río que aspirándoles tornan el vivir más intense '\ 'y aureolan las frentes con luces de rocío. " •'.'-:.' : Vais buscando la vida desde tierras distantes y aún creéis que se cncncntrnn en pueblos más lejanos ; el único camino es la labor constante y la esperanza el fruto de nuestras propias manos. No pidáis á otros pueblos lo que hay en la heredad, ^* pan de cada día amasad con sudor, que es inny duro y amargo el pan de caridad ^'nasudo con llanto de vergüenza y dolor. tt No os importen las dudas de vuestro jiesimisnio. Aún podéis ser potentes ; aún podéis ser fecundos No digáis flimpusible» ; no existe el fatalismo • siempre el lioiní)ve más débil puede crear cien mundos. Sobre el cálido altar de la tierra labrada haced el juramento de la renovación ; y la fronda del monte, [íor el viento agitada os dará maternal su inmensa bendició'ii. OOCO I tt ti tt tt H n n ¡a nieve de los montes os dará su pureza, •las cumbres su altivez, constancia la llanura ; en las ruinas añosas aprenderéis nobleza y los recios castillos os darán su bravura. . «En estos recios montes qfie evocan romanceros, junto al épico río que baja de la sierra, escuchad la canción de los bronces guerreros que renace en el ruido de la reja eu la tierra. n tt n Vuestra pobre existencia se hará más deseada ;• 1/. encontrareis amables las más humildes coáasV ' " V y voluntad y fe harán de la cayada • ' - : .• ^-' - ' con que ayer caminabais, una vara de rosas.' - ""QDt^Xffi" AlíTuiio PÉREZ CAMARERO tt tt tt n n tt tt n n n tr tt n n n n tr tt tt tt tt n tt tt tt LA ESFERA 73 J T^JK. I^EÍDE^rVTOFi.^ J S í I i í í i 1 í 5 I I ^ • ^ ^ ' 11 • L frágil bihclot viviente estornudó a] pendrar en la frialdad profunda y tenebrosa de la Catedral primada de las Españas. Sus bolinas cosmopolilas de parisiense, posábanse en 1^ losa inmensa que cierra la tumba de un cardenal. En lo alto, el capelo suspendido, y con sus arracadas de borlas, diríase el premio ofrecido para la adorable criatura si lograba ganar el cielo. Por de pronto, el ambiente sacro había constipado á la damisela, que estornudaba como un íalderillo... — c No hay calefacción en la Catedral? — C r e o que n o . . . Sólo los canónigos d e Burgos se decidieron á gastar cuarenta mil duros en instalar en su iglesia el chaufage... En tanto nosotros dos, la extranjera y el cronista, platicábamos, sonaba, resonaba el canto del coro, reforzado á veces por un ch'irro d e música que lanzaba el órgano. También, i,on sus colores y su ritmo, el rosetón de vidrios policromados parecía cantar allá arriba, rasgando el muro... V i n o hacia nosotros un espontáneo cicerone: — ¿ N o querrían los señores ver el tesoro? : ' Caminamos sobre las tumbas cardenalicias, y envueltos en la grave armonía de la siesta canonical, Nos cruzamos con el pertiguero, con varios monagos, con algún cadete, con tácitas devotas que se dirigen á besar la piedra milagrosa de la Pilarica. P o rfinllegamos á ja camareta en que se guardan las joyas d e plateros. Varias ampollas eléctricas arrancan chispazos al oro, las piedras, los colorines de las miniaturas. E s una fastuosidad recargada y seca, legítimamente eclesiástica y toledana. H u e l e el aire á incienso, y acaso un poco más á ese tufillo inconfundible d e los sacristanes, mezcla d e olor de cera, d e vino y d e humedad. Cuando nosotros entramos en la enorme arqueta de piedra que es toda la habitación, ya dos señores canónigos hacen los honores d e tanta riqueza á una familia inglesa. Realmente, quien guía y explica es un pobre diablo rapado y rasurado, bicho de sacristía, sin duda. Los honorables sacerdotes cuidan d e que no se distraiga el buen fámulo. Siempre con la codicia d e la propinilla, al descubrirnos junto á la primera vitrina, abandona á sus remolcados sajones cl elocuentísimo y erudito picaro. Sin despegar las cruzadas manos del redondeado abdomen, amonesta al tornadizo guía uno de los canónigos, tan grave y solemne con su ampulosa sobrepelliz y con su birrete de punías : — M a r t í n , siga usted con esos señores... Luego acudirá á los otros... Siga, Martín... L a muñeca y el chroniqueur quedamos abandonados á nuestra ingenuidad ante un escaparate con cálices, misales, un portapaz, y en la pared un manto extendido y unas banderas moriscas y legendarias... El digno y concienzudo canónigo debió de sentir un vago remordimiento al contemplarnos perplejos y atemorizados, porque se aproxima con un cierto aire paternal : — . . . Esas son las banderas-tomadas á los ara- bes en la batalla del S a l a d o . . . E l cáliz que usaba el cardenal Mendoza, confesor de los Reyes Católicos. También el portapaz perteneció á dicho cardenal... L s un lingote d e oro con... Se detiene el caritativo canónigo, al observar que la parisiense no le escucha, absorta y entusiasmada al pie del manto d e los millares de millares de perlas... Como sabéis, es un inmenso ^ j " ^ j - tisú de oro, bordado, constelado, cua^/i ° ' " ^ ' " ° ^ "^l^e fie estrqfas de perlas.,. Murmura el señor sacerdote : — L l rnanto de la Virgen del Sagrario... I aquí de la profanación inesperada, terrible, que nos hace palidecer. Replica la damita á nuestro clásico: ((¿Le gusta á u s t e d ? » ; replica, sin despertar de su alucinación : ^^i C)h, qué hermosa salida d e teatro podría ser el manto ese I... t i canónigo comprende nuestra zozobra íntima. Sonríe, y luego bendice al bibclot d e carne d e color de rosa, que casi no comprende el ademán de la diestra gordczuela y sagrada : — E g o te absolvo... Sí, yo te absuelvo, p e queña y terrible pecadora... T u pecado es gran d e . . P e r o es que tu confesión vale por la de todas las mujeres que al contemplar ese manto enmudecen y se tornan pálidas y añaden brillo á sus ojos... '.;v ' F E D E R I C O G A R C Í A Dniu.io iní n í n u c í n • SANCHIZ 1 i-j \í II LA ESFERA PÁGINAS ARTÍSTICAS HORAS DE ENSUEÑO, cuadro de Barison LA ESFERA f5c í 5 I. ÍlllllllllliltaitiHlllllllllllilillhi;iilili|||lll|illliliitlNlill||l|||||p^^^^^ alilffi'-Ílillllllllii)lll!riÍI|||||l|||lil!llí[ll[tll|||l|iliiiiliNlililllg^^ . i I . E;SPANA AR.TÍSTICA Y lllllllllliili^i I lihillliiiiniilillllllllliiM iTÜÍ MONUMENTAL La iglesia parroquia! de Santoyo i í j ij¡ i Sillería del coro de la iglesia de Saiitjyo, de gran valor escultórico D I riSDi; hace alj^'ún tiempo, y con los obligados parénicsis que imponen la escasez de espacio y el exceso de original, venimos ocupándonos en eslas páginas en ofrecer al lector los más ¡mporlanles monumenlos arqueoló- •Wfí- gicos que, diseminados por los pueblos que la componen, existen en la provincia de Palencia, y muclios de los cuales eran casi ó lolalmenie desconocidos aníes de ser reproducidas sus bellezas y ensalzados sus mcrilos en esta revista. Hoy corresponde el turno á la iglesia de Sanloyo, verdadera joya arquiíectónica del siglo xvi que en diversas ocasiones ha merecido frases altamenie encomiásticas de ilustres críticos é historiadores, y que al igual de oirás muchas, como antes decimos, permanece eomplelamenie ignorada por estar situada en un apartado lugarejo castellano. Sanroyo, cuya iglesia va á ser objeto de estas líneas, es un pequeño pueblo de la provincia de Palencia, enclavado en la margen izquierda de la carrelera que conduce de Fromisia á Asiudi11o y rodeado de una vasta extensión de terreno en el que la caracleríslica aridez de los campos de Castilla se acentúa de un modo extraordinario. No cuenta esle puebla, irisle y melancólico como el paisaje que desde cl se divisa, con viejas y vetustas casonas solariegas ni legendarios castillos señoriales que puedan evocaren la imaginación del viajero fastos !i¡stúric::s ni fechas memorables. Antes al contrario, la tristeza que flota en cl ambiente y el silencio solemne que predomina en su recinto, tienen algo de inhóspito y lioslil para cl visitante que acude á e'l anhelando contemplar las ponderadas bellezas de su iglesia. En efecto, lodas las molestias que el viaje á Santoyo pueda proporcionar, toda la impresión desagradable y áspera que el aspecto del pueblo pueda cai'jar, hallan cumplida com[)cnsación una vez que nos encontramos ante su templo magnílico, pleno de encantos y de e n u cion artística y dejamos que nuestra vista se extasíe en su contemplación y sentimos que nos invade una emoción deliciosa al respirar el grato ambiente de dulce placidez que flota en la oquedad de sus naves, donde durante cuatro siglos se reúnen unos pfos y rudos creyentes quz se van sucediendo de generación en generación y que con unción mística elevan sus preces al Señor... El aspecto exterior de esta iglesia es magnffi- 1 LA ESFERA jm i I i i I i co por la severidad v e l e g a n c i a de.sus lineas; pero lo que verdaderamente llama la atención de ella, una vez que se trasponen sus umbrales, es el amplísimo y esplendido crucero, cuya grandiosidad y altura dan a este templo caracteres de catedral, y que cuenta con varias claraboyas en sus brazos y bocelados y elegantes pilares. La capilla mayor, de grandiosidad extraord i n a r i a , corresponde en anchura á la délas Ires naves que forman el recinto del templo, y á ella conducen Ires arcos p e r a l t a d o s de curva aplanada que se reúnen en el centro de la bóveda por una graciosa estrella. Ocho ventanas ojivales, b o r d a d a s de arabescos y cubiertas ae v i d r i o s pintados con figuras, contribuyen á realza- la belleza de este admirable conjunto, en el que las insinuaciones d e l renacimiento se mezclan con las postreras galas del arle gótico. La o r n a m e n t a c i d n de todas las bóvedas, el labrado del notable 'acistol, verdadera joya del arte gJiico, la sillería del coro alio, 'a Cruz parroquial y algunas otras joyas de gran valor que se conservan entre las reliquias de esie templo. como a s i m i s m o las esculturas d^l sepulcro que á un lado del presbiterio se erigió á ^1 benemérito sacer2°'e, serían lo mejor °^. la I g l e s i a parroquia! de Sanloyo, si no existiese el gran re'ablo, joya la más preciada que en ella se conserva, cuyas obras se empezaron, según 'OS datos que sobre eslc extremo existen, en 1570 y se concluyeron en 1585. Construyóse este retablo por orden de un secretario del Rey Felipe II, I!üm¿¡do Sebastián Cordero de Navares, quien conociendo la justa fama y merecido renombre alcanzados en esta clase de irabajos por el célebre artista Juan de Juni, no vaciló en encargárselo ü él, seguro de que, como ocurrió, habría de hacer una obra admirable y magnífica. En efecto, la estatua de San Juan Bautista colocada en el centro de este retablo, los ocho relieves de su vida, las efigies de Santos en los intercolumnios, la coronación de la Virgen puesta b a j o un lemplete en la parte superior, el Calvario y las figuras alegóricas del remate, son pruebas incontestables de que fueron ejecutadas por un exquisito cincel ó, mejor aún, por exquisitos c i n c e l e s , pues en esta obra excepcional, acaso una de las más importantes que de su índole existen en España, ayudaron á Juan de Juni. Antonio Calvo, Gabriel Vázquez, Juan de Ortiz, Manuel Alvarez y Miguel Barreda, todos ellos artistas muy renombrados de aquella época. Del e x t r a o r d i n a r i o mérito artístico de este retablo, como asimismo de la gran importancia arqueológica de la iglesia en su totalidad, darán a l lector más clara idea que lodo c u a n t o nosotros pudiéramos añadir á lo ya dicho, Jas fotografías que ilustran esta información. Magnifico y valiosísimo retablo, obra maestra de Juan de Junl, existente en la Islesla de S::ntoyo i i s i I ii;) i í i i i i Luis GONZÁLEZ í M f^üUz ¡Tótlca con ostensorio i Facistol del más puro estilo e*tlco Cailz de ornamcniaciún clOsica LA ESFERA I LA PASIÓN DE JESÚS EN EL TEATRO I í I g Catalina Barcena y Alberto Romea en el auto religioso del siglo XVI «Lucero de nuestra salvación", estrenado, con gran éxito, FOT. en el Teatro Eslava FOT. KAULAK KA j LA E S F E R A C' •O HII] FRANCISCO iiiiiiiiNiiiHiyiiiiiiiiiwiiiiMMPí» C UANTOS COIIO- cícinios sus cualidades, s o s p G c h á I) a m o s qjjclü muerte llegaría h a s i a é l con parsimonia, a c o r l a n d o solemnemcnle l a s d i s t a n c i a s , porque los h o m b r e s sencillos, v o l u n l a r i a inente alejados de losestrucndosmundanales, esperan el iinal de su existencia c o m o se aguarda el cumplimienio de tuia cild que incxorahlemenie lia de realizarse. S o n l o s aturdid )s por la amlíición. por el poderío, por l a s i n n n i l a s a n s i a s que azuzan al _ a l m a humana, nuiencs pueden sen•ir el temor de verse a r r a n c a d o s con rápida violencia del liigaren que engreíd o s disfrutan grandezas ú del festín en due nunca satisfechos l i s o n j e a n á s u s apetitos. F r a n c i s c o Flores García d e s a p a r e c e dejando r a s t r o s de sincero pesar, porgue su muerte acorja la lista de los nombres b u e n o s , suprime un defens o r práctico de! iralííijo y borra de entre los m o d e s l o s uno que lo fué de v e r a s , sin ficciones de ninguna clase, modesto d é l o s que no aceptan r e g a l o s de la vanidad, de los que no a n d a n en c o n v e n i o s recalados con la codicia, de los que no sirven á d e s h o r a '¿is m i s e r i a s que execran, y combalen a plena luz y en medio del día. / \ ( / \ / P i ¿ á cada periodo de su vida lo que le c o r r e s p o n d í a . G u a n d o mozo fué a p a s i o n a d a , vehemente. Tuvo iuvenlud autentica, recia, briosa, no la enclenque y aliñada de c u a n t o s necesitan partida de bautismo para certificarla. Salió del taller e n a m o r a d o de un ideal polílieo y fue c n l o n c e s hatüllador y poeta, val^a la redundancia, porque lo mismo e s batalla la poesía que e s la pocsia batalla. A c a s o no hay explosión poética igual á la de cualquier lucha d o n d e la gloria y la d e s l r u c c i J n van cu c i m p a ñ f a , ni hay pelea m á s ard irosa y c o n m o v e d o r a que la d z l o s ideales políiicos co:ilrar¡35 p u e s t o s en pugna. La i i v e i l u d d e Pl ires García se g a s t ó en componer vcrsoü y artículos repletas de violencia. N u e s t r o l l o r a d j c o n v a ñ c r o escribí J en ¡z¡ Com¡>3!c, j j n l o á Paul y Ángulo, en aquellos tiempos leíanos en q u : I J S VOC;S elocuenies y las a r m a s n i a n e j i d a s por m a n o s d : irreflexivos no c e s a b a n de solicitar el c o n c u r s o de la nación con párra- FLORES GAQCIÁ ^i M^ r e s tuvo que resistir t o s a g u i j o n a z o s de la envidia y los e m b a t e s del d e s p e c h o . E s t r e n a r comedias aplaudidas y g a n a r s e con est r e n a r l a s algún caud a l , es pecado imp e r d o n a b l e para m u c h o s que no saben i r a z a r u n a e s c e na y á veces h a s l a .)ara a l g u n o s q u e las c o m p o n e n primorosas. Leer o b r a s inéditas y no r e p r e s e n t a r c u a n t a s se leen (tarea ineludible para los que dirigen empresas t e a t r a l e s ) suscita los enojos de quienes llaman á las puertas de Talía sin que se les otorgue el a n s i a d o favor. P o r último, don Francisco Flores, al llegar á la vejez, se entregó á l o s recuerdos, d a n d o á su pluma el olicio de evocar lo p a s a d o , que á veces supera á lo presente. No quiso el autor dramático aplaudido y el g : r e n l c d e l e a l r o s autorizadísimo que n a d i : discutiera su inspiración O s ú c í j cacia, y |ior lo mismo colgó en la espetara la pluma con que escribía comedias y se alejó de 'los e s c e n a r i o s para ücuijar en la platea un puesto de c o n o c c d o r s i n g u l a r de la historia, vicisiludjs y glorias del teatro español. F o g o s o en tos a ñ o s juveniles, inicligente, discrclo y culto en la plenitud de la vida, satisfecho de la propia labor en los últimos a n o s de su existencia, el periodista^ el l i t e r a t o , el autor dramólico, el crítico, el historiador d:l a r l e e s c é n i c o contemporáneo cumplió con su deslino y dio p r u e b a s úz tener brillo en el IJ FRANCISCO TLOIÍES GARCÍA de iii terrible accidente entendimiento y salud completa en el corazón. P o r n o s e r amigo de frases v a n a s era s u hafos y con tiros. En período juvenil logró Flores García ver á ios s u y o s en el m a n d o ; pero no de- blar lento y difícil; por no g u s t a r l e l a s ficciones bió parecerle bueno el triunfo cuando, d e s p u é s lisonjeras parecía h u r a ñ o ; p o r q u e e s q u i v a b a la de haber perdiólo s u s ventajas, no p u s o el menor batahola social, d o n d e no e s o r o todo lo que reluce, aleiosc siempre de l a s exhibiciones apaempeño en r e c u p e r a r l a s . y c u a n d o ya en la madurez de su enlendimien- r a t o s a s , y hoy. c u a n d o llega el instante de las 10, equilibrado y luminoso, el redactor de El a p r e c i a c i o n e s definitivas, por ser p o s t r e r a s , hoy Combate y ¿¿7 Discusión quiso dar empleo á que alabar en el la fe con que trabajó, la honrasu pluma, entró en el l ^ a t r j , donde e n c o n t r ó s e dez con que p u s o su talento al servicio de s u s con la suerte de que también le h a l a g a s e la vic- n o b l e s v o c a c i o n e s y la austeridad efectiva co 1 toria s i n g r a n d e s y e s t r u e n d o s o s c l a m o r e s , que s u p o c o n q u i s t a r el título que, sin duda sobre poro siii el menor a s o m o de desdén. t o d o s , se estima m á s allá de las fronteras de la Durante treinta a ñ o s fue' f^lorcs García autor muerte; el titulo de hombre de bien. dramático y a d e m á s director artísiico de algún 1. F R A N C O S líODRÍGUEZ c o l i s e o de n o m b r a d l a , lo cual signiíica que Plo- LA ESFERA ( R E S T A . tjr^-VCIÓX^ l i E S U E)OLOMIA CAF»ILLA.) NillllllMN II11111 IIIIHIMIIIMirM 11II11111 l4l4llMHI|IP|r|l MII11IIIIIII11II lili NI IIIJJ IHUILLLlllllllllJiIi E L afán de los siglos por desialiiraíizar la obra de los a n l e p t i s a d o s , ha sido causa d : lanías mulilacioncs y disfraces como registra en sus obras la hislorla del arle. Afortunadamente, del presente siglo no se dirá que sea un br¿ighelonc. como del pinlor que tapó las desnudeces en el Juicio Final de la Capilla Sixliiia. No, no habrá en nuestros días muchos Mig:ucl Á n g e l , pero tampoco hay los atrevimientos de aquellas pasadas centurias en que la osadía o la ignorancia revestían un templo ojival con paramentos neo-clásicos, dejando nucveciías a veces obras maestras merecedoras de mayor respeto. Quizás de los antiguos colegios mayores agregados á aquella famosa Universidad sea el único importante, pues el llamcnco, el húngaro, e! irlandés, etcétera, han ido desapareciendo ó arrastrando una vida precaria. y es que el gobierno ¡•allano, s o b r e todo desde 1870. y por medio de su ley denominada de Garanlías. se ha incautado poco á poco de todo patronato extranjero que mantuviera en su historia alguna relación con el Vaticano. Y como la Santa Sede devolvió al Colegio los bienes de que Napoleón 1 lo despojara, podía caer nuestra fundación en las mallas de la ciíada ley. Las restauraciones arquilcctOnicas, quizás desde Violet-Ic - Due, entraron en un camino de buen senlido, imponiéndose la crítica moderna para r a z o n a r cuanto se hiciera en bien de los monumenlos á ¡in de salvarlos de su ruina. Y ese es sólo, y eso es lo único tolerable y defendible en punto á restauración, llegándose hoy hasta las exageraciones de algunos alicionados y coleccionistas que no adquieren, ni admiten siquiera ni regalado, un cacharro restaurado—ó entero, ó roto, pero nunca recompuesto. a i " i a d i d o con pedazo nuevo—. ¿y que' hacer con los que ya están compueslos? A r r a n c a r l e s lo nuevo y dejarles íntegro lo viejo. podrá discutirse esle criterio en lal ó cual caso, mas hay que reconocer que al presente, por fortuna, no puede abrirse un concurso para premiar al escull i r que ponga brazos á la Venus de Milo, " Pues bien: en !a capilla del Colegio Mayor de San Clemente de los españoles en Bolonia, se habla reconstruido la cubierta de su ábside en forma de abanico por una equivocada restaura. Clon del siglo xvm; además, se habían adosado á dicho ábside varias construcciones para desahogos de la dependencia. Y. gracias al buen sentido de una promoción de colegiales, y al de su rector Sr. Oniz, y d;l arqueólo'go y capellán D. Julio Belvedere, se procedió á aislar el ábside y á restablecer a su primitivo estado la techumbre del mismo de dieciseis paños. Un entusiasta joven arquitecto (claro que, naturalmente, no hay elogio en ninguno de ambos calilicativos) auxilió las obras en que se descubrieron los ventanales primitivos del siglo -\iv. Y en la interésame fotografía que publicamos aparece en lo más alto de la construcción el aludido colegial, uno de tantos obreros de aquel plausible trabajo. El arquileclo del Colegio Español de Bolonia, Sr. Rubbiani, un verdadero artista, muerto ya. C0^i€^MM>©í>í><>í¿«00.^F¿io JS.'ZJJI^ ^°^:\ esperado la muerte como un viejo tritón ^.quien hubieran expulsado d s la mar. D e el v' /"^ j ° " . P^'"^'^'^" sus barbas blanquirrubia^ que lia i ' T I galernas agitaba en ¡grímpolas y abricarac I "^^'^''"'^^ humedades; cual un tritón ias fo ^'^^ ' "^"^os d e bravas armonías, llevaba á su belAr. ^^?^^ ^' '^o'sante la humilde ocarina de los soni^°J^melancólicos. ticas^'^'^" ^^'os sonidos la nostalgia de las bahías exóp ,.' ^°^ ^^^ viejas cancones aprendidas en las rotas gritas. Aguardaba el viejo tritón las sombras ves11 ^^ y acechaba las primeras opalescencias ortivas, li d l"^'^ ^"s ojos por las lágrimas del recuerdo y la^^ ole en el corazón la angustia del viaje sin retorno tan próximo y a . 1 ~ í'i'^"sa, ImiDÜJ^, y varia en el permanente empleo e ella, fué su vida. L a prodigó sobre los movibles orizoTites y en las más opuestas travesías. En el mar ^irviente y cegador d e los trópicos, en el mar plomiI ' ^ • / " ^ , J° ''"is brumas nórdicas, en el mar sereno y mu"'i I ''^ mediterráneas leyendas. Venció á la caM '^^ l^s reyertas de alta noche, dentro d e los arl*ü'"^^ ' ° ^ muelles donde se habla una lengua equmesca y Us mujeres tienen veneno en los labios tamb"*^'^^^ "^e homicidio en las pupilas ; la venció fra •'*^" " " ' ' noche d e incendio y olra noche de nauav<.^r,? "^ muchas millas de la costa. Jugó al amor en tonces ? j ° "^^f^ba muy lejano,' tan lejano, qi niar, °°'^via balbuceaban y caían de bruces :es y teII an cabelleras n,l,;.c y .. rizadas ..•,,,!.. de J= niñas, „ ; s . . «1 ahora .."""~""^""* rubias el hijo, II casado y con hijos á su vez adolescentes, y aquellos otros d Pre,"deia \ . j ^^^ ^ ' misterio se tragó para sieni-ndo a dos mujeres enlutadas. Tenía el viejo tritón má,s d e sesenta años. L e flaqucaban las piernas. Cuando llenaba el cachimbo le caía más tabaco sobre las piernas y en el suelo que dentro de la cavidad ennegrecida. Con el temblor d e sus manos le temblaban también los sonidos de la ocarina y aquel fado aprendido en R í o Janeiro, ó aquella halada romántica que una irlandesa le enseñó en el lóbrego café de E¡ He\j Jorge, salían trémulos y sin ritmo... Un día no fueron solamente los sonidos los que cayeron lamentables y débiles contra el su::lo, sino el propio instrumento, aquella ocarina de barro que alternaba con la pipa en la caricia temblorosa de los labios carnosos, d e las encías mondas, y que en e.' bolsillo del chaquetón, endurecido por el hálito del mar, se unía á la bolsa d e tabaco y al pañuelo d e anchos cuadros azules y rojos... El viejo lloró viendo los pedazos de su ocarina sobre las losas resbaladizas y fangosas del muelle. Su nuera le propuso comprarle olra ; pero él no quiso. Se resignó á escuchar únicamente las lejanas canciones d e las escalas y de las largas travesías, dentro de su alma, donde no tenían aquel trémulo y tristísimo cansancio d e vejez que en la ocarina mugrienta. Desde entonces permanecía desdeñoso, olvidado del lismpo largas horas, en esos silencios pertinaces, tranquilos, contemplativos, sin éxtasis y sin emoción, de los marinos. Esperaba la muerte como un viejo tritón á quien hubieran expulsado de la mar.., Y cuando al fin llegó el momento del supremo tránsito, reunió á la cabecera del lecho á su hijo, á sus nueras, á sus nietos, y con palabras lentas y enérgicas, d e una energía en la que fulguró el ímpetu imponente d e los juveniles años, les dijo su deseo. El quería ser sepultado en la mar. E r a hijo de ella y á su maternal seno quería ser devuelto. Las nueras y las nielas lloraban. Las nueras protestaron además. El hijo, ceñudo y bronceado entre sus barbas grises, cruzados los brazos sobre el atlctico pecho cubierto por la camiseta d e lana azul, le escuchaba silencioso. Los nietos, adolescentes y ya h e chizadas de quimeras las pupilas, oían extáticos. P o r la ventana abierta á la bahía entraba el rumor bronco de una sirena y la risa silenciosa del sol. Fué Drcciso. al fin, que el hijo impusiera su autoridad. E l viejo tritón ssría sepultado en el mar En el niislerioso abismo le aguardaban, además los otros dos hijos que marcharon antes. Las mujeres volvieron a protestar. Aquello no era católico.- no era cristiano Y el v i e p . ya sm habla, sonreía con el belío mitológico y. a sus pupilas d e agónicas opacidades se asomaba su alma pagana. Con un débil apretón d e manos, que humedeció de trio sudor la mano del hijo, repitió la súplica. Alzaron el velamen ocroso y remendado, como palios y como pendones litúrgicos. A popa, envuelto en una sabana y con una piedra enorme atada á los pies. llevaban el cadáver del viejo tritón. Empuñaron los nietos los remos. E l hijo pilotaba la lancha. Salieron hasta la mar libre que el sol de medio día caldeaba y bruñía en cegadores e.spsjos. Y lentamente, con unas cuerdas, como los sepultureros terrenales, bajaron el cadáver á la tumba, cuyo fondo ignoraban. U n a s gaviotas blancas acudieron en vuelos concéntricos... Josi: FRANCÉS ILUSTiSAClÜN DE FRANCISCO LLOlUiKS LA E S P E R A 17^7^\ í í I ¡«i-^CZji^^^ IT EsUnque de los lirios del parque de María Luisa, en Sevilla l, pcirque de Man'n Luisa, ramoso en l.ida España, es como un pregón de las bellezas de Sevilla. Eslá instalad.) el esplendido parquz en lerrcnos que pcrienccieron al palcicio d > San Tchno, v sietnrrc mereció la preferencia de los duques de Monlpensier, que quisieron poseer un lugar de recreo para los oios y de remanso para el espírilu, que pudiera igualarse en cmplazamienlo y en belleza á los-mejores ¡•"arques y jardines de Europa. • ' , • .. E i I í 5 ! S i I \ I LOS PARQUES SEVILLANOS Los Duqu'esinvinieron en eLparque grandes sumos, reuniendo e.i éi la mayor variedad de plañías y flores, las cuales, favorecidas por la fertilidad de la licrra y por la benignidad del ambiente, y ayudadas con un cultivo verdader a m e n l e primoroso, crecieron y se muliiplicarón con extraordinaria lozanía. Andando el tiempo, el parque Tuc cedido á la ciudad, y esta le dispensa actualmente sus cariños y sus aficiones. Los sevillanos lo prefieren á los demás lugares de expansión y recreo al aire libre, y en los dfas primaverales y del otoño y en las noches piá- '•^^rHD'í'KiH fOT. CASTlilxA c das y estreLadas del estío lo eligen como paseo favorilo. Esta prefcrení^trnrn?H." " " ' " " " ^''^i'> P^^tiue de las Delicias; pero perdió el cetro cua.ido lo venció en poesía y en color, en opulencia y en esrMendidez, el parque de María Luisa. Las Delicias es ahora el lugar donde los niños juegan, bajo la vigilancia ÚQ.\amiss, ó retiro agradable de los viejos apegados á la tradición y al recuerdo, que añoran entre la fronda el iiem;io que pasó. El olro parque, el que lleva el nonibre de una dama augusta, es más ruidoso y más moderno. Quizá no tiene esa gentil aristocracia que los espíritus soñadores descubren en el silencio; pero su animación es en lodo momenlo un canlo á la vida. Un paseo del parque de María Lulaai de Sevilla ir=Jr=Jf^}l^r- Los forasteros que al llegar la primavera visitan Sevilla, no dejan de recorrer en todas direcciones el parque de María Luisa, para admirar sus floridos rincones y sus licrniosas perspectivas. Es que el famoso parque es la mejor muestra de la prodigalidad de la Naturaleza en la capital andaluza. 2^rc % % LA N O T A S < ESFERA C I E N T Í F I C A S > ¡ > > ( > i > < ®í xni^tttio bt Ía0 piráraxb^^ E L abale T h . Moreux ha resucitado, en Su Revista del Cielo, el viejo lema. Para algunos, y entre eilos para el aslrónomo inglés Smitli, quisn pasó en EgÍp;0 muchos años estudiando la gran pirámide C/iecps, en ella d s jaron los egipcios, monumental y simbólicamente cifrado, un saber de que no tenemos idea, ni aproximada siquiera. •^-lerto es que con Io5 números que miden las dimensiones y características de esta pirámide, hábilmente combinados, se obtienen cifras que creemos ha descubierto la ciencia moderna, y a s cuyo descubrÍmi:nto nos mostramos muy ufanos aSiora. -_L a suma de los lados de la base, por ejemplo, dividida por el doble de la altura de la Pirámide, da exactamente el número que en Geometría S3 designa con la letra griega pi y que entra en mnumerables cálculos. L a altura de la misma Pirámide, multiplicada por un millón, reproduce con pasmosa exactilud la distancia que nos separa del Sol, que suponem.o3 desconocida de los antiguos. L a unidad de medida llamada codo egipcio, multiplicada por diez millones, mueslra con la mayor exactilud el radio de la Tierra, tal como últimamEnte ¡o ha calculado y medido el geodesta Clarlie. Si la longitud de uno de los lados de la Gran Pirámide se divide por dicho codo eg*ípcio, se obtiene la duración exacta del año sidéreo, medida que presupone que para efectuarla debieron disponer de instrumentos de relativa precisión, desconocidos para nosotros. L a unidad cúbica usada por los egipcios, que pudiéramos llamar pulgada piramidal, hecha cien millones de veces mayor, es exactamente el recorrido en veinticuatro horas que hace la Tierra en su giro alrededor del Sol. En otro orden de cosas. Smith hace constar que las dimensiones de un cofre, admirablemente tallado, que se encuentra en la antecámara llamada del R e y , son exactamente iguales á las que consigna la Biblia al Arca Santa construida por los hebreos. Otra coincidencia muy extraña es la que se refiere á la orientación de ia entrada á la Gran P i rámide. Esta orientación coincide con la estrella que en aquella época debió ser la más cercana al Polo del mundo, la Polar de entonces, pues si bien es verdad que las Pirámides se suponían construidas 4 . 0 0 0 años antes de Jesucristo, parece que no son tan viejas y fueron elevadas en el año 2 1 7 0 antes de nuestra E r a . Relieves y toda clase de objetos de ornamentación encontrados en la Gran Pirámide muestran una diminuta y prolija labor. Relacionado con esto, cuenta el abate M o reux que en su .viaje á Sfax para observar uno de los últimos eclipses de Sol, quiso visitar el em- plazamiento de la que fué rival de Roma, de la vieja Cartago. Una miserable aldea acompaña á un convenio de frailes, en la soledad de aquellos parajes abrasados por el So!, que un día dió esplendor á las fiestas de los dueños del Mediterráneo. En la visita al convento, uno de los frailes mostraba al abate un precioso camafeo, admirablemente adornado con diminuta labor, que procedía de una de las Pirámides. D e no presuponer una vista especial en los antiguos artífices egipcios, no podía comprenderse labor tan perfecta y diminuta. Así se lo expuso Moreux al fraile, quien por toda contestación salió del aposento, para volver á poco con una lente opalina, encontrada, según le dijo, en un sepulcro egipcio, donde con el tiempo y la acción de los agentes atmosféricos había perdido la antigua transparencia. Si los egipcios conocían las lentes y de ellas se valían para el aumento de la visión, pudieron conocer los anteojos y verificar medidas de precisión V poseer una ciencia que por modo enigmático han inmortalizado y escondido en sus grandiosos monumentos. ¿ N o s envaneceremos, sin fundamento bastante. de la ciencia moderna, que, en parte por lo menos, no lo s^ría? -•-"•••\^' - S , • ; RIGEL LA ESFERA ^l^tV^OOCkM de Ca \m\ wm de lo Peiíumeiía H ,¡\Á AY una ocasión en que la sencillez no eslá de «mise», no es permilida. y ello es en los trajes de noche. La sencillez, encamo de las tloilelles» de día. eslá abolida complelamenle en los Iraj'^s de baile. EnLndamos naturalmenle la sencillez, no la sobriedad de adornos que siempre eslá y con razón adniilidü. Una elegante verdaderamente reíinada elegirá sus trajes de n o c h : con luz artificial para evitarse desagradables sorpresas y desilusiones. Hay morenas que teniendo en cuenta aquello de que «le jaune est le fard des bruñes» eligen á la luz del día un traje color paja ü amarillo que haga resallar su belleza, y en el baile, á la luz de os potentes Tocos se encuentran vestidas de blanco, atrevimiento que no dejan de cnmcnlar sus «amigas>. Asi' ocurre que deliciosos tonos melocotón, resultan de noche fresa; verdes que parecen azules descoloridos y otros muchos que pierden loda su brillantez y resultan *pasados>. Una tarea delicada es la elección de los escotes; no hablemos de las que tienen la suerte de estar en el justo medio y todas las formas les están bien, sino de las que necesitan disimular algiin ligero «desdibujo». La bellezti necesita rodearse de misterio; á trave's de unos tules de ilusión (que bien [luesto tienen su nombre) la piel así velada será seguramente más tentadora que una espalda crudamente desnuda; el esj^íriiu s : deja má? fácilmente subyugar por lo que • SUDORAL Ultima creación de FloraUa. Pida usied en perfumerías y farmacias el prospecto en que se detallan las condiciones de tan admirable desodorante cM "Campo, f¿\ aí-meior eycíranj^rcr ccdídcid OXENTHOL Dentífrico admirable, á base de oxigeno. Unas gotas en un vaso de agua templada aseguran, al enjuagarse, dentadura sana y boca fresca y sonrosada y precia» presiente, por lo que adivina, que por la realidad. Dejar adivinar sin enseñar, es el arte de '-•"' v e r d a d e r a s coquetas. Los trajes de baile para jov e n c i t a s (iencn que ser elegidos con mucha delic a d e z a . E s de mal gusto recargarlos con detalles inútiles ó con adornos de valor. Una scncillezaparente, una coquet e r í a sabiamente d i s i m u l a d a son necesarias p a r a que resulten elegantes sin pretcnsiones. Los dos modelos d i b u j a dos en lo alto de la página reúnen las condiciones apelecidas. El primero, enteramente de tul amarillo, no lleva más que una profusión de volarilitos y unos grupitos de llores colocadas aquí y allí. El segundo es de tafetán rosa y lleva dos incrustaciones de tul niaíerialmentc recubiertas p o r «ru%^yQ,^ys/í>/s/'yo/Q''Q/Q de brocado azul rey, con ligeros dibujos o r o . Piel de e s l i u n g s » en el cuello y al borde r e c o g i e n d o los vuelos. S e v e r o y elegante es el úliimo modelo, negro completamcnle, adornado de una túnica y mangas perdidasde«cjianlilly>. Bordeando la cola lleva un galón de azabache. MAR DE MUN i ! El papel en que se imprime esta ilustración está fabricado especialmente para " L A E S F E R A " por 1 1 !I LA PAPELERA Dr. ESPAÑOLA B e n g u é , •i?, Rué Blanche, f a r i S . ONSERVAS TREVIJANO BÍ^UME BEUGUE Curación r a d i c a l cié i^oo^rsoTvo GOTA-REUMATISMOS NEURALGIAS De venta nn todas las farmacias leo UM ol s Ve irnes N U E V O ij m COMPANY m dm/jucrias. M U N D O FOTÓGRAFO ^c^ FUENCAPRAL, 29 Supresión rie los trenes [ípidos eiíre U r i d 9 Lislioo EN VERANÓ La crisis de los irdiisporles en l^orluyal ot)l¡ga á las Compañías u'^ ios ferrocarriles porlugue?iCS f su| rimir varios Irenes de viaicros, cnirc ellos los Irenes r¿ipitl.ís números 7 y 8 de Lislioa á Madrid y viceversa, que salían ac esia corle los manes, jueves y QOiningos. . Dicha supresión lendrá lucrar a partir del día 15 del corricnlc. Con el tin de proporcionar al publico Jas mayores comodidades posihles. que compensen la mayor dureciún del viaje en los Irenes correos, la Compañía de ^13 Ferrocarriles de Madrid é Cacercs y Porlusíal y del Ocsic: de tspQiia, con el concurso de la Compañía liiiernacional de Coclies-Cumas. lia acordado que desde el día 15 del mes aciual, Inclusive, circule diariamente en sus Irenes correos números 1 y 2_un cochc-canja entre MadridDelicias y Valencia de Alcánrara y un cochc-resiaurant cnire Madrid-Delicias y Talavcra de la líei na. Se recuerda asimismo al pú•ilico que, por efecto de liaber adelantado una hora el horario en Portugal, el tren correo núrnero 2 de Madrid á Lisboa sale ae la estación de Madrid-Delicias d las 18.-17. los clichci usados en es(a Revista. Dirijíi''á esta Admón., Hermosilla, 57. SEVENDEN se [PARÍS Y BERLÍN 1 Gran Premio y Medallas de Oro DEPILATORIO BELLEZA para preservarse de íós RESFRIADOS y evitar las molestias y peligros de la TRANSPIRACIÓN LLEVAD las CAMISETAS Higiénicas DRASÜREL Cuidado con las falsificaciones. ÚNICOS DEPÓSITOS: M A D R I D : LA CAMERANA.ArGliM7(ftnliffuamaT.jfirt«).yMontBraU-BARCELONA: OU^ y "llmel 1 3 5 - ALGECIRAS : CAMISERÍA INGLESA. - ALICANTE : JOSÉ ABAD PEyORG. Mayor 28 - BILBAO 1 MANUEL MENDOZA. Los ENCAJEROS. Cruz 8. Correo 13. - CARTAGENA : AKQEL NADALES. Marina Española 23 -- GIJÜN i CASA BALCAZAR Corrida 28. GRANADA : FEDERICO ORTEGA. Almacenes SAN JOSÉ. - MALAGA. ; CAMISERÍA ESPAÑOLA, cano Nueva 37 y 39 - OVIEDO : CASA BALCAZAR. Uria, ik. - PAMPLONA : MANUEL MENDOZA. Chapitela 15. — SANTANDER : CAMISERÍA INGLESA. Blanca 34 y 36. — SAN SEBASTIAN: NOUVELLES GALERiES. Oaribayl3; MANUEL MENDOZA, Plaza GuipuzcoalO.— SEVILLA : MAISON DE BLANC, Alvarez Quintero U. TetüAn 37. — VALENCIA : VICENTE OLTRA. Pasaje do Ripalda 2. — VITORIA : MANUEL MENDOZA. Estación 10. — ZARAGOZA : SEBAS-^UN BARRIL, Alfonso V 2. — VIGO : TORIBIO GARCÍA. Pnorta del Sol 4. Principe 22. — TÁNGER : Aü GRAND PARÍS. B. S. LASRY. BELLEZA I N o d e j a r s e e n g a ñ a r y exijai i s i e m p r e e s í a marca y n o m b r e f BüLLEZA (Registrados) Tiene f.aiiia [mmíiial porque i¿i iiiofeiiaivn j> Jo •• 1iinico 11111.(1 que que ciuilit quilit tío tío miz, rali, pov pov fucrle fucrli que sea, SCM, el L-I vello vctiu y \n:\u pelo ocia cara, brazos, etc., sin pcrjiuücar " " el culis, por delicadnque se tenga. 4 pesetas. Con una sola a|)licaeión desaparecen las canas, cabello, barba ó bif^ate, liennoso castaño ó negro, hs ia mejor. 5 pesetas. 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