Probable Una Readaptación A La Vida Familiar Y Social

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a la vez que el resentimiento, la agresividad y la impulsividad hacen improbable una readaptación a la vida familiar y social. , Estas limitaciones a una patogenia puramente psicológica no impiden que perduren las relaciones observadas entre temas, estmcturas y experiencias delirantes; estas relaciones ilustran lo que se podría denominar "posición nosográfica de los temas"; los celos se ubican en la vertiente paranoica y la erotomanía en la vertiente esquizofrénica de la psicosis. Sin duda, adernás habría que diferenciar en la erotomanía propiamente dicha una vertiente paranoica, en la que los erotómanos perseguidores se aprnximan a los "pasionales" celosos y reivindicadores, y una vertiente esquizofrénica, en la que se sitúan los erotómanos perseguidos y los erotómanos satisfechos. Pero aun en el tipo clínico de la "erqtomanía pura" de Clérambault, el carácter autista es más pronunciado que en el celoso y el reivindicador, considerando esta "evidencia de la posesión" que implica Ja erotomanía, así como la frecuencia de las conversaciones a distancia, los fenómenos de posesión y las gratificaciones autoeróti. cas. Se comprende así que el tema erotomaníaco sea posterior en tiempo al de los celos y que, además, en cierto modo esté comprendido "dentro" de los celos. En la práctica clínica, el tema erotomaníaco presenta el riesgo de pasar inadvertido en los primeros exámenes, tal como ocurrió en nuestras dos observaciones. De ahí que el examen de todo cuadro de celos patológicos debe incluir necesariamente la exploración no sólo de los deseos de infidelidad, sino también de la organización erotomaníaca. NOTAS SOBRE EL LENGUAJE Y LA PERSONA (1938) . ~ "Si contemplo de pronto mi verdadero pensamiento, no me consuelo de tener que soportar esta palabra interior sin persona y sin origen, estas figuras efímeras, esta infirudad de empresas interrumpidas por su propia facilidad, que se transforman una en la otra sin que nada cambie con ellas. Incoherente sin parecerlo, nada como él instantáneamente espontáneo, el pensamiento, por su naturaleza, carece de estilo." Paul Valéry, L 'amateur de poemes (250) Si se opone a la psicología clásica la nueva psicología, podemos oponer ésta a aquélla como una psicología totalitaria y concreta a una psicología elemental y abstracta. Basta para justificar esta posición recordar la influencia que ejercen Bergson, la fenomenología, el psicoanálisis, la psicología de la Gestalt y la importancia que hoy se asigna a conceptos tales como situación, Erlebnis y persona.1 Sin duda, es suficiente remitirse a la historia de las ideas para advertir que, en líneas generales, ésta no es una actitud nueva; tiempo atrás, por ejemplo, a las explicaciones elementales de las alucinaciones se opusieron explicaciones basadas en el estado de la totalidad de la persona ;2 en materia de afasia, podemos citar la oposición metodológica y doctrinaria de Bergson y Pierre Marie a sus predecesores. ' Véanse en especial A. Gelb (99, págs. 303 y sigs.) y K. Goldstein (103, págs. 430 y sigs.). 2 Por ejemplo,"" Baillargi:r y Moreau de Tours. 1'JO 1<)1 Pero esta orientación totalitaria y concreta de la psicología se ha hecho más consciente y actual, dando al problema de las relaciones entre lenguaje y persona el sentido y el interés que presenta en la actualidad. 1 - CRITICA DE LAS TEORIAS FUNDADAS EN EL "MATERIAL" DE LA PAL ABRA La psicología asociacionista responde al problema planteado en función de sensaciones, imágenes y movimientos; es decir, fundándose en el material d~l lenguaje. Es innegable que aquéllos caben en cierto modo en la diferenciación que efectúo entre mi palabra y la palabra del otro: yo oigo la voz del otro; a mi propia voz no sólo la oigo, también la siento. Se trata de las mismas diferencias que separan mi cuerpo: ál que aprehendo directamente, del cuerpo· del otro, que sólo puede serme sugerido de manera indirecta y que, precisamente por eso, me es ajeno. Pero esta oposición no alcanza a ser una justificación. Por esencia, el lenguaje es un medio de comunicación entre dos conciencias semejantes; es en esta perspectiva abierta donde debe situarse el estudio de las relaciones entre lenguaje y persona, y no en los límites de una conciencia cerrada. Pero ante todo, el solo examen de los procesos materiales invocados muestra la insuficiencia de una explicación fundada en el material del lenguaje. En primer lugar, sostiene la teoría, es posible comprender las palabras del otro sólo porque despiertan en mí imágenes verbales correspondientes; nosotros diríamos que suscitan mi propia actividad verbal. El material de imágenes utilizado es auditivo o motor; en este último caso, puedo llegar incluso a bosquejar una repetición ecolálica de las palabras oídas. Se atenúa así la diferenciación entre la sensorialidad de la palabra del otro y la sensitivo-motricidad de mi propia palabra.3 La teoría asociacionista tiende asimismo a disminuir las diferencias entre mi palabra externa y mi palabra interior; las imágenes que constituyen a esta última son remanentes de sensaciones;4 se llega incluso a concebir imágenes que son remanentes de movimientos; la "sensación de inervación" que Stricker asocia con la representación de todo sonido es arnílog¡¡ a la sensación inicial con la que comienza la producción misma del sonido .s 3 Encontramos aquí una aplicación de la teoría según la cual sólo es posible aprehender al yo del otro mediante la imitación de los movimientos con los que se expresa -(teoría sustentada sobre todo, bajo formas diferentes, por Lipps y Baldwin). ·· 4 Para la crítica de las teorías de la imagen, remitimos a Sartre (199). 5 Véase más atrás en este volumen, "Las alucinaciones verbales y la palabra", capítulo II. 1C)•l En otras palabras, si se plantea el problema de las relaciones entre persona y lenguaje en el nivel de la sensomotricidad, encontramos siempre la misma materia, más allá de la diversidad de actitudes.6 La misma observación cabe a la oposición establecida entre los fenómenos verboauditivos y los verbomotores; se terminó por reconocer que no existían diferencias irreductibles y que en cada uno podía predominar en mayor o menor grado y según las circunstancias y los hábitos del sujeto, la auditividad o la motricidad. Se ha intentado asociar con el tipo verbal las sensaciones de activi,d ad o pasividad que pueden acompañar el ejercicio de la palabra interior; el sujeto de tipo verboauditivo, que .utiliza material exógeno, experimentaría una sensación de pasividad; el de tipo verbomotor, que utiliza material endógeno, una sensación de actividad. 7 . Pero sin extremar los argumentos utilizados, es fácil demostrar que una palabra muy sonora puede parecer intensamente personal,s y que una palabra muy "motriz", dada en esquemas de sintaxis y ritmos, puede parecer muy distante.9 De hecho, la palabra interior parece pasiva en los estados de baja tensión, durante la ensoñación o en el estado hipnagógico 10, tiende a la ex6 Esto ocurre particularmente en todas las teorías que intentan dar una explicación mecánica de las alucinaciones verbales, auditivas o motrices. Se advierte en ellas que todos los "elementos" que pretenden ser explicativos son componentes del lenguaje normal. Véase de D. Lagachc, la obra citada en la nota precedente, pássim. Véase Saint-Paul (197, págs. 91 y sigs.). En las alucinaciones motrices, el alucinado diría: "Pronuncio las palabras de mi pensamiento"; mientras que en las auditivas: "El pensamiento me habla, el pensamiento se hace en mí, las palabras desfilan en mí, mi pensamiento me dicta". ª A este respecto, véase el excelente análisis de Egger (79, pág. 78). "La verdadera palabra interior, la que en ningún momento abandona nuestro pensamiento, es personal: reproduce sólo una voz, la nuestra; en ella todo es nuestro, porque todo es para nosotros; nos es íntima; con ella nos decimos lo que tenemos para decirnos; imita nuestra voz para expresar nuestro pensamiento; es siempre nuestra voz, como cuando hablamos en voz muy alta o muy baja en la soledad, pero más discreta· aun, más velada, perceptible sólo por nosotros; no es para los demás, nada tiene de los demás." 9 El siguiente es un pasaje de la autoobservación de Zola, a quien Saint-Paul considera, erróneamente a nuestro juicio, un verbo-auditivo puro: "Cuando escribo, la frase se hace en mí siempre por eufonía; es una música que me atrapa y que yo escucho; de niño adoraba los poemas y solía escribirlos ... escucho el ritmo de la frase y me dejo llevar por él, un lúato me choca y me fastidia" (Saint-Paul, ibíd., pág. 91). 10 Si nos remitimos a los casos de endofasia auditiva citados por Saint-Paul para ilustrar el estado pasivo, comprobamos que salvo un caso de pasividad neta y de auditividad dudosa, los hechos que menciona tienen lugar durante el pasaje de la vigilia al sueño o durante una ensoñación; "el espíritu que apenas escucha la palabra interior, la oye sin embargo, pero sin hacer el menor esfuerzo por precisar su objetivo o por orientar su marcha" (197, pág. 91). Egger describe la pasividad en las siguientes circunstancias: "El sueño reparador se hace esperar; atormentados por el insomnio, no podemos acallar nuestro pensamiento; entonces lo oímos, puesto que es una voz; está acompañado de una palabra interior creada como él y que lo sigue en sus evoluciones; no sólo la oímos, también la escuchamos porque es contraria a nuestro voluntad, a nuestra decisión; nos tiorprende, nos inquieta; 1C):I teriorización motriz cuando la situación requiere que se exprese o que se refuerce. 11 De modo que lejos de ser la materia de la palabra interior la que determina su relación con la persona, es más bien la actitud de la persona la que determina la materia de la palabra interior. Cabría agregar que la actitud auditiva no siempre suscita imágenes sonoras.12 lI -LAS RELACIONES ENTRE LENGUAJE Y PERSONA TAL COMO SON VIVIDAS Como se seiialó antes, toda exploración del lenguaje debe tomar en cuenta que es un medio de comunicación entre dos conciencias semejantes; la distribución de las palabras es una experiencia común a ambos interlocutores,13 si bien la alternancia de las réplicas se presenta ante cada uno en sentido inverso. El ejercicio de la palabra es posible sin la presencia del otro. Existe una palabra solitaria q!Je .puede ser exteriorizada, pero que no necesita serlo; es por esencia silenciosa; su expresión motriz existe quizá siempre y en todo caso puede ser esbozada;t4 es invariablemente una expresión de la persona ; la persona toma conocimiento de sí misma y de su pensamiento en la expresióu de sí misma y de su pensamiento. Esta palabra interior forma parte de mis "pertenencias"; de hecho y de derecho, soy yo el que habla y no otro. Si tomo en consideración esta característica, creo constatar que es mía. Pero sólo responde si la interrogo; la afirmación "mi palabra es mía" no es producto de una actitud natural. es imprevista y enemiga; tratamos de combatirla, de desviarla, para que se extinga en asuntos que nos son indiferentes" (Egger, op. cit., pág. 4). A propósito de este pasaje, el propio Saint-Paul observa que los hechos relatados se acercan a la alucinación; esa proximidad deriva no tanto de la vivacidad de la endofasia auditiva, como del carácter imprevisto y hostil de los pensamientos que expresa. La ausencia de una idea directriz en la ensoñación, la ausencia de orientación voluntaria y el predominio del automatismo en el estado hipnagógico provienen evidentemente, no de la naturaleza auditiva de la endofasia, sino del estado general de la conciencia; más aun, la actitud recep tiva y por consiguiente auditiva y la hiperendofasia dependen de esas mismas condiciones generales; la hiperacusticidad es un carácter secund.ario. 11 Para Egger, la imagen "táctil" aparece sólo cuando la buscamos, cuando concentramos nuestra atención en su idea, o cuando nuestra palabra interior se anima y se acerca a la palabra externa. Entre los factores que favorecen esta última situación, podemos citar una lectura difícil, circunstancias externas que obstaculizan la lectura, el cálculo mental, la memorización y la emoción. Stricker, gran defensor de la motricidad, sólo leía en voz baja cuando una conversación cercana dificultaba su atención (239). 12 Señalé que, muy a menudo, las "voces" de los alucinados, escuchadas pero silenciosas durante el día, se hacen sonoras a la noche. Véase nota 5. 13 Véase Janet : "El acto esencial en el lenguaje comprende dos cosas, la pregunta y la respuesta, un solo y mismo acto" (126, pág.179). 14 Véase nota 5. 194 ¿No se trata sólo de hacer explícita una propiedad implícita dt· iui experiencia inmediata? ¿Y en el nivel de esta experiencia no enco11 Lrnr1• la virtualidad de la apreciación de pertenencia, bajo la forma de un Ht 111 I i miento de pertenencia más vivido que pensado? La respuesta no puede ser sino ambigua. f>or una parte, la upnTi11 ción de pertenencia no sería posible si tuviera por objeto una activicl11d radicalmente ajena; es preciso que esta palabra espontánea sea de 11l~í111 modo mía para que pueda integrarla a mi persona. Por otra part<1 , 1•1 sentimiento de pertenencia postulado sólo puede ser una eonstnHTÍÍ111 y no un hecho inmediato, ya que responde a una pregunta que "" 111 actitud natural yo no podría formular.! s No parece lícito presupo111•r más que ciertas modificaciones del "esquema postura!" correlativuH d•• la actividad verbal, pero esta noción es aplicable en un nivel fisiológico , extraconsciente; es una explicación racional y no un dato de la int11iri ú11 . Si vuelvo a la actitud normal, interior y anterior a la reflexión , 111i palabra me parece tanto más mía cuando se dirige a otro, bajo 1111a for ma escrita u oral; el yo y el tú son correlativos. Si el tú es un alter ego construido por analogía especular 1·011 1·1 ego, la dualidad del yo y el tú se repite especularmente "en" la p<'nH>1111 , el juego de los pronombres sujeto y objeto, esto es el empleo :ilter11°11clo de la primera y la segunda personas, expresa de manera formal In d1111li dad Íntima de la persona: el "mí" es un objeto para el "yo".16 El empleo más original de la palabra interior parece correspo11d1•r 111 nivel del mí; categoría ambigua puesto que es la de un objeto, e11 ol rnti palabras un "tú", y sin embargo, entre todos los objetos y rnln• loclnM los "tú", mantiene relaciones únicas con el "yo". La palabru intnior , en la actitud natural, participa de esta ambigüedad o, mejor d irho, d1• esta indiferenciación. Sin duda al decir "eso habla " doy la id1•11 11111M cabal de su tipo de actividad, cualquiera que sea el pronombre 1wrH01111 l 11I que se refiera: trascendencia tanto más real y menos pcrcihidu <'11111110 más me abandono al poder propio del lenguaje. Este poder es tal que puede hacerme sentir las palabras n·11l111e•1 il• • pronunciadas por mí como palabras de otro. El pasaje de la vigiliu ul clor mir y los sueños sirven de marco a esta experiencia. El inspirudo Me' 1·11 trega a ella; las voces del alucinado la multiplican. III - OBSERVACIONES GENETICAS SOBRE EL LENGUAJE Y LA PERSONA Las relaciones entre lenguaje y persona en el curso del desarrollo i11 dividua) abren el camino para una explicación de las diferenteAudi111dc•11 asociadas co!l los períodos evolutivos. 15 Los fenomenólogos sostienen que el yo no es aprehendido intuitlv111llN1 te en su totalidad; en especial el yo del pasado es una construcción co111por11hl1• con el yo del otro. Véanse Scheler (205, pág. 365) y Husserl (120). 16 Véase Gabriel Marce!: "Sólo puedo expresar en la rm·dido en qui', fr1•111t• a mí mismo, puedo convertirme en otro" (1511, púg. 2:111.). l'l!'i Esta evolución va de una etapa de indiferenciación entre yo, tú y él hasta una etapa de diferenciación caracterizada por un correcto manejo del yo, el tú y el él. 17 Entre estas etapas extremas existe una intermedia de prediferenciación, en la que yo, tú y él están diferenciados, pero no se los emplea de un modo específico. Hacia el final del segundo año de vida , el niño entra en esta etapa intermedia. Se designa por su nombre y habla de sí mismo en tercera persona. En algunos casos cree que su nombre es el tú con que los demás se dirigen a él. 18 Por consiguiente, no tiene de sí mismo más punto de vista que el de los otros; es como una cosa. 19 Está viviendo el período del "él". El período siguientes es el del "tú". Desde los primeros meses del tercer año va gestándose la distinción correlativa entre el yo y el tú . De todos modos el empleo del tú precede en un sentido al del yo, que corresponde a la toma de conciencia precisa del punto de vista propio. Para llegar a esta etapa , el niño parece atravesar una fase en la que se habla a sí mismo como lo hacen los demás ; se trata a menudo de advertencias , órdenes o prohibiciones de las q~e· él mismo es autor y qu e transmite al alter, rep resentado por una muñeca, por una parte de su cuerpo o por él mismo. 20 Es como si para t omar conciencia de su propio punto de vista, el niño tuviera que actuar el rol del adulto, fu ente original de la advertencia, la orden o la prohibición e identificar por él mismo al tercero 21 o a la parte de sí mismo a la que transmite las palabras del adulto. Así , la diferenciación entre el yo y el tú prepara el camino para la diferenciación ent re el yo y el mí. CONCLUSIONES Trascendencia del lenguaje y propiedades potenciales que éste encierra; propiedades similares de la persona. Estas consideraciones fenomenológicas y genéticas tuvieron por objeto poner de manifiesto la trascendencia del lenguaje en relación con la persona, 22 trascendencia que desde el punto de vista genético, parece asociada con el origen social del lenguaje y con la autonomía de su existencia. La indiferenciación de la palabra interior oculta propiedades potenciales que debe a las etapas de su desarrollo; el ser humano que habla "realmente" puede percibirse como sujeto parlante; pero puede suceder que "eso que habla " 23 le hable a él o de él. Esta manera de presentar las cosas podría conducir, si no a resolver, por lo menos a plantear con más exactitud el problema de las "vo-. Véase H. Wallon (259, pág. 241). Véase E. Pichon (184, pág. 94). Véase E. Pichon, op. cit. , pág. 94: "Pero adopta en demasía la actitud delocutoria. Todo se hace objetivo; el interlocutor y el locutor mismo son sólo cosas de las que se narra la historia; así el niilo emplea la tercera persona para hablar de sí mismo". 'º Véase en especial los casos citados por Wallon, op. cit., págs. 242 y 243. Encontramos en ellos, en el nifio normal, una "forma ecolálica del lenguaje", mucho más fácil de discernir en ciertos niilos anormales. La más acertada observación corresponde al propio Wallon; sostiene que la forma patológica del lenguaje se debe a que, como consecuencia de su retardo, el sujeto no llega a tener sobre sí mismo un punto de vista propio diferente del punto de vista de los demás. Otras condiciones pueden favorecer la persistencia más o menos prolongada de la forma ecolálica, por ejemplo la ceguera, lo cual pone de relieve el papel que la imagen visual de sí y en particular la imagen especular, pueden tener en el desarrollo de la co':lciencia de sí (observación personal). Degand estudió el caso de un nifio sordomudo, que no podía utilizar el pronombre "yo" para designarse; citado por H. Delacroix (70, pág. 311, n. 1). Volviendo a las relaciones entre el retardo y la personalidad, podemos sintetizarlas como sigue : el retardo está por debajo de toda diferenciación entre el yo y el tú; no llega a tener de sí mismo un punto de vista propio diferente del punto de vista de los demás. La frase absurda a criticar de los tests de Binet y Simon "Tengo tres hermanos, Pablo, Ernesto y yo", fue realmente dicha por un retardado (19). En cuanto al débil mental, si bien tiene sin duda la noción de un punto de vista propio, no llega a situarse en ellugar del otro, como lo demostró E. De Greeff (65). 1 • Este mecanismo, tan evidente en los casos mencionados por Wallon (op. cit., págs. 242 y 243), es en líneas generales el que los psicoanalistas asignan a la formación del superyó; el superyó es de origen social, trasciend e al yo ; su re lación con el y~ es muy comparable , si no idéntica, a la c¡uc existe entre el yo y el mí, reconocida por .psicólogos de otras escuelas, que aceptan el origen social de categorías esenciales en la personalidad; si no nos remontamos a Platón, a la doctrina cristiana y a la tradición filosófica, Stanley Hall, Baldwin y J. Royce fueron los primeros entre los modernos que destacaron el papel de la identificación con el otro en la formación de la personalidad. 22 Paul Valéry, en el texto de L 'amateur de poemes, citado en el encabezamiento de este trabajo, parece haber sido uno de los primeros en señalar la impersonali.dad de la palabra interior (250). La idea de la trascendencia del lenguaje es comparable con la noción de "saber verbal" utilizada por Gelb y Goldstein (véanse los artículos citados más arriba). Según estos autores, el saber verbal es una de las principales maneras de servirse del lenguaje: "Las operaciones que de él dependen, por lo menos cuando se trata del lenguaje, que es lo que más nos interesa aquí, surgen la mayoría de las veces de la intención voluntaria, porque son impuestas por la situación psíquica total. En todo caso, el sujeto que habla no las produce voluntariamente en detalle, sino sólo en su conjunto y las propias operaciones se suscitan con facilidad unas a otras. Este saber verbal parece vinculado con una localización cerebral definida, el área del lenguaje propiamente dicha" (Goldstein, op. cit. , pág. 448). El saber verbal permite resolver problemas sin interesarse, por decirlo así, en el fondo de la cuestión; sabemos de muchas personas que juegan al bridge de esta manera, aplicando fórmulas. Se podría decir, parodiando· un proverbio, que gracias al saber verbal, "las ideas llegan hablando". A este modo de utilización del lenguaje se opone por excelencia la "actitud categorial", el lenguaje representativo (darstellende Sprache ), "lenguaje voluntario que sirve sobre todo para desempeñar tareas verbales definidas, por ejemplo responder preguntas, designar objetos, etcétera. Esta actividad corresponde sin duda a lo que Jackson llama lenguaje 'intelectual'. Esta forma de lenguaje es la primera que resulta afectada por las lesiones cerebrales" (ibíd., pág. 447). 3 • Los "alucinados" emplean a veces fórmulas como "eso habla", que han sido invocadas para dar fundamento a las teorías organicistas de las alucinaciones; también se invocan las alucinaciones denominadas "no ideativas"; la idea de una cierta trascendencia propia del lenguajr, dt• una liberación del "saber exterior verbal", parrce una hipl>h HÍR mc·noR grnvoMU. 1% 1•1, 17 1 • 19 0 ces" de los alucinados. 24 Permitiría además salir del dilema que tradicionalmente opone a los defensores de una explicación elemental los de una explicación totalitaria: la manifestación de las propiedades potenciales del lenguaje es en efecto correlativa con las actitudes de la persona; lo dicho basta para demostrar que por sus orígenes, por las etapas de su desarrollo y por su estructura, la persona oculta en su intimidad y ante sí misma una trascendencia similar a la del lenguaje . •' CONTRIBUCION AL ESTUDIO DE LAS IDEAS DE INFIDELIDAD HOMOSEXUAL EN LOS CELOS 1 (1938) . En la modalidad habitual de los celos, el objeto de amor es de un sexo y el celoso y su rival del otro; pero existe otra modalidad menos frecuente, en la que el celoso es de un sexo, mientras que el rival y el objeto de amor pertenecen al opuesto y, en consecuencia, son ambos del mismo sexo; por ejemplo, un marido celoso de una amiga de su mujer o una mujer celosa de un amigo de su marido; en tal caso se puede decir que el celoso tiene una idea de infidelidad homosexual. Esta será la forma de celos que estudiaremos aquí, dejando de lado los celos que surgen en una pareja homosexual. El _interés psicoanalítico de esta situación está asociado con la interpretación de la paranoia y de los celos; en una pareja heterosexual, los celos habituales derivan en parte de la proyección del interés homosexual por el rival. ¿Cabría eiitonces atribuir la idea de infidelidad homosexual a la proyección del interés heterosexual por el rival? ¿O qué papel tendríamos que asignar a la proyección de la homosexualidad inconsciente? 24 Debemos expresar nuestro reconocimiento a Pierre Janet, cuyos trabajos subrayan la participación de lo social en los delirios y más especialmente en las alucinaciones. En el último Congreso de Psicología, Charles Blondel presentó una extensa contribución sobre este tema. l 9fl Las ideas de infidelidad homosexual no han sido objeto de ningún estudio especial. Un escrutinio detenido de la bibliografía francesa reveló