Personalismo Analogico Iconico

Personalismo analógico íconico en Beuchot por Enrique Aguayo: Recensión de Luis Gabriel Mateo Mejía.
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RESENSION El personalismo analógico-icónico de Mauricio Beuchot LUIS GABRIEL MATEO MEJÍA1 Enrique Aguayo es un filosofo mexicano que se ha distinguido por sus aportaciones al pensamiento enraizado en la propia cultura del México de todos los tiempos. Estudioso de la hermenéutica analógica, en esta ocasión nos brinda una nueva visión, global y singular a la vez, de la aplicación del pensamiento de Mauricio Beuchot. Este texto, un tanto cuanto denso, nos ofrece una excelente síntesis de la aplicación de la hermenéutica analógica a los distintos campos del saber social y filosófico. Entre estos campos tenemos a) la antropología filosófica; b) el personalismo analógico-icónico; c) el ser del hombre; d) el microcosmos; e) la noción de persona; f) la relación interhumana a través de la mirada; g) la antropología teológica analógica-icónica; h) la educación; y finalmente i) el aborto y el proceso inicial de la vida. Como se observa son temas que se ajustan a la problemática actual que sobresale al ir más allá del enfoque postmodernista. Intentando dar una salida y un cause a un cierto tipo de filosofía prudencial y virtuosa a la vez. En cuanto al estudio filosófico del hombre, se presenta un enfoque interdisciplinario. Sin dejar a un lado su aspecto central sobre la definición y sustancialidad de la esencia del hombre, se observa el método interpretativo analógico. Con este método se acerca la metafísica al hombre como un microcosmos que tiene la capacidad de razonar, tanto dialécticamente como teológicamente. Con ello, se pretende precisar, con un acercamiento al pensamiento cristiano, la base ontológica de una realidad humana que es capaz de encontrar el horizonte entre lo trascendente y lo inmanente de la vida humana. El personalismo analógico icónico no podría desmembrarse y desarticularse de la perspectiva del horizonte de lo divino y lo sagrado en la misma base de la antropología, por tal motivo, se sustenta una reflexión de la realidad vivencial que implica la analogía, tanto con lo subjetivo del hombre como lo simbólico de su condición humana. Dentro de una esfera de interpretación, se respeta la literal explicito y lo intencional interpretado en el mundo de la vida humana. Aún en los conceptos dialecticos, se respetan las diferencias que marcan la asimetría e incompatibilidad de la razón, para dar paso a la comparación, a la proporción, al sentido y la referencia, a la metáfora y lo metonímico. Sin embargo, dichas ambigüedades o bipolaridades de los distintos campos de sentido conceptual, no opacan la utilidad y practicidad de la analogía para encontrar un sentido real en la perspectiva del horizonte de la existencia. 1 Licenciado en Filosofía por el IF. Página | 1 En cuanto al ser de hombre, que es una de las partes más desarrolladas del texto, y siguiendo la antropología filosófica analógica, se explica el ser-esencia del ser humano en su condición de ser-intencional, volitivo, con imaginación propia, subjetividad y racionalidad capaz de comprender lo tácito y tangible de la realidad, los otros y el mundo. La intencionalidad implica polisemia y polaridad, desde su etimología, puede ser explicada por la interpretación de sus funciones, estas son facultades superiores, implican el conocimiento y la voluntad. Puede decirse desde el imaginario del ser humano, se explica a su vez como el principal análogo en el mundo. Tanto en la relación social como en la propia subjetividad. Si bien, los tipos de imaginación son variados, en todos se haya la realidad tanto material como de la propia subjetividad. Puede observarse en la fenomenología de lo imaginario que se entrecruza el inconsciente del sujeto, de la mano de la referencia con el sentido de lo social y lo universal. Como producto tenemos lo simbólico, que es desglosado por la hermenéutica, tanto en su función racional como imaginativa, llevando al propio sujeto al equilibrio mediante la analogía. De igual manera, el acto de conocer no pretende eliminar el acto de imaginar, sino conciliar la voluntad dentro del problema de la libertad. El hombre es libre, aunque limitado. La convergencia entre lo pasivo y el deseo, lo llevan a equilibrar la existencia al comprender los límites de su propia condición humana, llena de voluntad, razón y deseos. Finalmente, el ser, tanto biológico como simbólico, puede observar la diferencia entre ícono, diábolo, e ídolo. De ahí que la perversión humana sea parte de su ser, sin excluir lo metonímico y lo metafórico de su pensamiento. De igual manera, la bondad humana correlaciona lo metafórico de la naturaleza humana con lo analógico de la condición humana. Con ello, podemos observar que el ser humano es el principal distintivo entre el signo y el significado. La radicalidad de la intencionalidad, aun a niveles de inconciencia, permite perfeccionar la incompletud y la facticidad humana. El ser humano como microcosmos es el ser por excelencia histórico, con memoria y con causa histórica. Dentro de ello se desarrolla su existenciario, su muerte, el amor como ícono, así como la atracción hacia la otredad, que contiene la subjetividad del otro y de todo aquello que es considerado como distinto. Para evitar la perversión en el amor, el autor desarrolla los distintos tipos de bienes. Mismos que culturalmente se desenvuelven tanto en la historia como en la subjetividad. Se busca así, por libertad y propia determinación, la benevolencia, la empatía entre la tensión contra la concupiscencia y el error. Nuevamente se observa el ser del hombre como iconicidad analógica dentro del mundo y su propia vida. Lo metafórico y metonímico, no suspenden el género, la igualdad, la identidad, la diferencia y la desigualdad. Por el contrario, contribuyen a emancipar el microcosmos en un plano superior y trascendental. Por su parte, el ser del microcosmos tiene un origen que sobrepuja la historia a través de los siglos. Su fenomenología es amplia por considerar todo el espectro de la condición humana. Su dignidad es comprobable en todos los aspectos de la naturaleza humana, ya que Página | 2 configura una síntesis de todo lo que el ser humano es y puede conocer en el universo. A su vez, al hablar en términos de microcosmos, entramos en el lenguaje simbólico que proyecta al sujeto hacia el horizonte de lo universal o macro cósmico. La relación con el macrocosmos es natural y no agota la iconicidad del ser. Por tal motivo, en todo ser humano se extiende la paradoja de su conducta en relación a su pensar y sentir. El ser humano, teniendo identidad y diferencia, se considera como un texto abierto para poder ser leído e interpretado. Esto implica la apertura del sujeto hacia la lógica, la complejidad, el lenguaje y en este sentido, la iconicidad que representa la palabra. Es en el lenguaje en donde se juega el papel de la interpretación y vivencia existencial del microcosmos en relación al mundo y el universo entero. El lenguaje contiene la esencia del significado científico de las cosas, a la par que contiene los distintos niveles de conciencia que contienen la subjetividad del sujeto. En otras palabras, la relación entre lo metonímico y lo metafórico. Hemos de apreciar en esta lógica un ‘logos’ que es capaz de sintetizar todo lo terrible y sublime de la vida humana. De forma aristotélica se vinculan las causas: eficiente, material, formal y final, del lenguaje. Con su aptitud para reducir lo universal en singular y viceversa. Lo que nos permite hablar de una multiplicidad de conocimientos, tanto técnico-científicos, como tecnológicos, literarios e incluso teológicos. El aspecto lógico del método científico, permite al ser humano mantener la clasificación de conocimientos sin dejar de ocupar el puesto en el cosmos que le corresponde. Por tal motivo, podemos hablar de un ser inteligente que puede distinguir los isomorfismos perfectamente en todos los campos del saber. Así pues, tanto la conciencia, como la psicología, vienen a proyectar la completitud de toda realidad humana que interactúa con cada uno de nosotros, formando procesos de felicidad, intimidad, y apertura. Queda explicado que el ser humano como ser microcósmico, puede comprender el universo que lo rodea, incluso desde el punto de vista psicoanalítico, sin negar la intuición de la metafísica que termina por ser una parte esencial de la vida humana. Es de esta manera como el intelecto puede reconocer la verdad. Misma que puede recorrer un camino fácil o complicado, pero sigue estando como parte del ser microcósmico que tenemos como sujetos de virtud, dignidad, moral, dignidad, justicia, y vida social. Un personalismo icónico como este, finalmente, reconoce esa tendencia hacia lo trascendente que hay en la metafísica, buscando la orientación en lo religioso o en lo sagrado, pero reconociendo la existencia de un ser supremo que envuelve la relación entre las diversas dimensiones de lo micro con lo macro. Esta tendencia hacia ‘Dios’, nos permite hablar del fenómeno religioso, sus hechos, sus límites y alcances, sus elementos, sus aspectos morales e inclusive, los distintos tipos de teología: positiva-negativa. De manera particular, en este autor aparece como aspecto conclusivo del conocimiento religioso, el reconocimiento del ‘Cristo’, como hijo del eterno ‘Padre’ y que nos permite ver la relación espiritual que hay en el ser humano, con respecto al mundo y a los demás. Es en este aspecto contemplativo que aparece el rostro del crucificado en los otros sujetos y en la realidad humana. Página | 3 La definición de persona es pues equivalente en el tomismo con respecto al pensar de este autor y de forma paralela, con el pensar del mismo filosofo en análisis. La persona es una sustancia en la que subyace, -como supuesto-, un todo individual y racional, cuya naturaleza define su esencia e individualidad de forma única. De igual manera la relación interhumana a través de la mirada, permite separar lo que existe de ícono o de ídolo en el ‘otro’. Se expresa un humanismo de la otredad analógica, es decir, con una base cuyo principio diferenciador es la individualidad y, por ende, se hacen presentes los límites que deben de ser entendidos y expresados a través de la voz y del lenguaje corporal. El otro en su iconocididad, encuentra una clara proyección en ‘Jesús’, como ícono del ‘Padre’ quien con su ejemplo nos relaciona hacia los otros de forma apropiada. Siguiendo este razonar analógico se aclara la expresión: ‘hombre como imagen de Dios’, que es como el microcosmos se relaciona con el universo mismo y la otredad. Por otra parte, se construye un personalismo que considera una antropológica teológica analógico-icónica. Este personalismo ya ha integrado la metafísica desde el horizonte de la perspectiva icónica que proporciona la analogía. De alguna forma, aquello que se encuentra más allá del horizonte cognoscible, en sus distintas formas metafóricas o metonímicas, dejan entrever los límites de la razón humana. La analogía, incluso en el razonamiento dialéctico, respeta dichos límites y no los ofusca o hace difusos, por el contrario, en los distintos campos limítrofe de los saberes, la analogía considera la proporción, la semejanza, la diferencia, la igualdad, la desigualdad, la equivalencia y la desigualdad del conocimiento en cuestión. En este sentido, tanto Aguayo, como Beuchot, mantienen una consonancia y una resonancia con la teología cristiana, en donde ‘Jesús’, es el ícono por antonomasia. En donde la relación del signo con lo que representa es una analogía con la imagen y semejanza del ser humano. ‘Jesús’, siendo la imagen perfecta del ‘Padre Eterno’, nos trasfiere la personalidad en la sustancia humana con igual dignidad y redención del pecado humano. El amor divino suprime la imperfección humana por amor y no por justicia, sino por misericordia divina. Lo que refleja la actitud hacia el otro con apertura a su voz y su mirada, respetando los límites de su dignidad. Siendo Cristo la imagen del hombre, se espera que construya sus virtudes de acuerdo a una axiología del bien común. Este proceso educativo, dado tanto en la cultura como directamente en la enseñanza individual, favorece una pedagogía de lo cotidiano. En ella, se desenvuelve una formación integral. Tanto las pasiones, como las pulsiones y los sentimientos, formulan una moral que apunta al campo de una ética de lo análogo. En donde desemboca todas las facultades humanas. La hermenéutica analógica propone una ética abierta al sentido positivo del desarrollo humano, entendido como aceptación gustosa del devenir histórico de la subjetividad de cada individuo. Por tal motivo, el texto cierra su estudio con una aplicación de casos prácticos, en los que la lógica, analógica y no difusa, centra el amor a la vida y rechaza el aborto. Sin negar los principios y derechos humanos, se defiende la esencia del acto de gestación construido tanto en el momento óntico como ontológico, es decir, metafísico. Donde la esencia, la Página | 4 existencia y la circunstancialidad histórica de cada individuo, se hacen presentes desde el momento de la concepción humana. Momentos que no pueden ser negados o eliminados. Sino por el contrario, recibidos como dones hacia la humanidad. Bibliografìa: Aguayo, Enrique. El personalismo analógico-icónico de Mauricio Beuchot. Torres Asociados. México. 2016. Página | 5