Literatura Chilena En El Exilio. Selección De Poesía. 1977

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LITERATURA CHILENA EN EL EXILIO 10. Abril, primavera de 1979 ALFONSO ALCALDE, ¿Qué crimen no cometieron? ¿Qué crimen no cometieron? Viven en la ilegalidad el pan, los cantos, el júbilo, el corazón, el silencio, los caminos, la primera y la última luz del día, la risa los besos, los sindicatos, los libros la goma de borrar, los fideos cabellos de ángel, los cientopiés, Violeta Parra, García Márquez, ¿y tú, Mario zurciendo cada una de tus últimas muertes? ¿Qué crimen no cometieron? Le declararon la guerra al pueblo, a la levadura por levantisca, al monopatín, a los ríos, al triste ahumado, a las damajuanas, a los profesores primarios, al chorro que tiran los payasos por la oreja, al tornero, al carpintero, al lustrín, al campanero al compañero y a todos los badajos que golpean el pecho de los patriotas, juntando furia ¿y tú, Pedro pasando de mano en mano el corazón clandestino de Chile? ¿Qué crimen no cometieron? Lanzaron los tanques contra las poblaciones y todo el poder de fuego contra las rosas, colgaron el rocío al amanecer junto con los dirigentes estudiantiles, ametrallaron la verdad y las organizaciones, estrangularon la inocencia y el fervor del pueblo, quemaron la esperanza, los estandartes, la Constitución, la nieve, la cordura ¿y tú, Luis confinado al fondo de la tierra? ¿Qué crimen no cometieron? Despojaron al sol de su ciudadanía, le quitaron la patria el Golfo de Arauco, a los surazos, al vino tinto, al pastel de choclo, a Tencha, Hernán, Volodia, al mote con huesillos, le cortaron el pelo a los erizos, clausuraron por tiempo indefinido la ternura, los diarios populares, las Universidades ¿y tú, Gladys llevando una flor a tu último muerto? ¿Qué crimen no cometieron? Le robaron la miga al pan, al soñador la ilusión de su sombra, al campesino su tierra a los humildes su fuero, a los explotados su herramienta: Le arrancaron los dientes a la fragua, descabezaron el formón y la lezna y los Comités de Barrio, le quitaron a los niños su medio litro de leche diario al cuaderno su inocencia, a la soga su músculo a Chile su imaginería, su copa, su cobre ¿y a ti, Pablo tu almohada de polvo entre los muertos? ¿Qué crimen no cometieron? Al trébol también le cortaron su molino, a la nube su espita, al caracol su oído, al zapato su velocidad, al espejo su resorte, a la mariposa su atolondrado deslumbramiento a la espuma su danza, a los partidos su certeza a la bandera su nieve inmaculada ¿y tú, Claudia tragándote los ojos para esconder las lágrimas? ¿Qué crimen no cometieron? La lluvia fue incomunicada de norte a sur, colgaron las provincias de los pies, los ojos de los ojos, el fuego de la llama, las madres fueron volcadas de sus entrañas para afuera y luego detenidas: aquí un puñado de su sangre, su nombre, y allá el último quejido de sus hijos, ¿y tú, Arcadio acercándote al polvo de los otros muertos? ¿Qué crimen no cometieron? Qué nido no hurgaron, qué nieve no fue interrogada, qué árbol no fue condenado a 20 años y un día por sospecha qué candado no fue acusado de cómplice qué sartén de olla, qué olla de bicicleta qué humo de batahola, que silbido de relámpago ¿y tú, Cecilia colgando del firmamento de tus senos? ¿Qué crimen no cometieron? Qué letra no fue incendiada, qué vocal no fue desnudada golpeada, electrocutada en las Casas de Tortura, qué volantín no fue despojado de su guiño, qué trompo no fue puesto contra la pared y rebanado sobre la mortificada estrella solitaria ¿y tú, Pedro apenas identificado por lo que quedó de tus sienes? ¿Qué crimen no cometieron? Llegan y rompen los archivos, las ideas, los vidrios, los cardúmenes, las dos mitades del número 8 la periferia de la rosa, el runruneo del trigo. Le pusieron uniforme al abecedario, al mar, a las tortillas de rescoldo, a las empanadas de horno, al piar de los pájaros, a los verbos al manubrio de la bicicleta, al otoño, a los lápices a los sentimientos, a las cicatrices ¿y tú, Amanda empujada a la fosa común? ¿Qué crimen no cometieron? Pero tiemblan con la bocina de los grillos, ponen la tinta al trasluz buscando prófugos, miran debajo del alquitrán, separan el pez de su pescado, ven visiones en las etiquetas, en los pentagramas, en las luces de los semáforos, en las burbujas, en las guías del zapallo ¿y tú, Ruperto ovillado como si buscaras de nuevo el refugio materno entre tus propias entrañas? ¿Qué crimen no cometieron? Le cortaron la lengua a las avispas, cuadraron la rueda, los tomates, el horizonte, husmearon al pueblo en cada grano de arroz, confiscaron la sopa de letras, el redondo incendio de la naranja, declararon en arresto domiciliario las arenas del desierto de Atacama, miran con desconfianza las escamas de pescado, el lustre del betún, el rostro de los mineros, salitreros, arponeros; le dejaron un solo diente al tenedor, tres patas al caballo, le quitaron el filo a la mantequilla, hundieron los corchos con una piedra al cuello, a Luis María, Jaime: profesores, maestros chasquillas, campesinos, imprenteros, volantineros fotógrafos ambulantes, maniceros, tintoreros ¿y tú, Guillermo esparcido dentro de ti mismo como un huracán? ¿Qué crimen no cometieron? Confundieron el queso con la empanada, el barómetro con el gasómetro, invadieron de soplones la lengua de los soplones, tas fábricas, las nubes, las escuelas, las cebollas, las iglesias, las jaulas de los canarios, los tambores, las oficinas públicas, las puertas ¿y tú, Inés violada por una bayoneta? ¿Qué crimen no cometieron? Un chofer de submarino es rector universitario y firma con el pulgar que es más letrado que su dueño, un lustrín de caballeriza oficia de filósofo, el encargado de la pólvora es juez y parte, un caído del catre, contraalmirante ¿y tú, Lucía de 15 años acribillada de azul? ¿Qué crimen no cometieron? Dónde está el fusil le preguntaron al cañón, dónde está el disparo le trataron de arrancar a la guitarra, dónde la garganta al canto dónde el ser humano ya sin piel con su último atado de vida tomando la forma que le querían dar sus verdugos: el chileno-escombro, el chileno recogiendo los despojos de sus despojos ¿y tú, Lidia resucitando a la orilla de tus huesos? ¿Qué crimen no cometieron? Cada madrugada deben presentarse a reconocer cuartel el rayo por receloso, la aguja por intrépida, la lengua de los zapatos por negarse a hablar, los segunderos del reloj por apresurados, los abrelatas por extremistas, los paraguas por cómplices, la soga del ahorcado por infidente ¿y tú, Juan escribiendo con tu última gota de sangre: ¡Viva......... ¿Qué crimen no cometieron? Sospechan de la escritura de los melones, del apio, de la virutilla, de los caballos de las calesitas, del zuncho de los barriles, sospechan del ser humano, de los botones, de las bateas de los próceres de las estampillas, de la dignidad ¿y tú, Javier crucificado por el imperio de la ley? ¿Qué crimen no cometieron? Fuimos 40.000 veces a enterrar a nuestros muertos. Fuimos 10.000 veces a curar a nuestros heridos y seguimos buscando los desaparecidos. Porfía somos, raíz que estalla somos, muerte reunida somos, rebeldía somos, sangre y huesos recogidos somos vida de Chile nuevo somos seremos y seguiremos siendo. TINO VILLANUEVA, “Contaré de un difunto” Aquí el recién finado, el mejor espejo. Tras sus párpados palpables: mil rígidas fechas; inmóviles memorias de algún viaje postergado. Tras sus arrugas afeitadas: aterida sangre transparente; duro paladar y subjuntiva lengua. Apenas ayer habías dicho: He tomado conciencia de que soy contemporáneo de todos los hombres. No comprendimos y nos echamos a reir. “Ensueño” Disparar contra un reloj de torre: se detendría el instante; quedaría cristalizado, desconcretado, el tiempo irrepetible– y sobre todo autónomo “Retorno” En rotación: inmóvil mediodía– solitaria y perseguida manecilla (y sobre todo) acosada por la instantánea media noche que rotundamente llega y reanuda su búsqueda encontrada “Sol” Escalofríos de verano: de caminante voy bajo pleno sol que nace crece decae y renace. Sin adelantarse retrocede incansablemente hacia adelante con la misma furia de antes. ESTEBAN TOMIC, “De la comuna de Renca a un Marqués muy re penca” ¿Cómo se siente el Marqués sudando pa’ Pinochet? Buena pregunta señora: vea Ud., él está ahora con peluca y amplia capa iniciando nueva etapa. El Gran Mariscal de Ancach encontró pega en la Fach, el jurista de alta ciencia puso precio a su conciencia, el Senador por Colchagua decidió meterse al agua. Sirviéndole al cruel milico uno que ya fue político. ¿Cómo se puede entender tan brusco desmerecer? Son muchas las evidencias de que en Chile hay dictadura y aunque ponga cara dura tendrá que leer la prensa. Hay hombres, mujeres, niños que sufren los exterminios y una larga tradición que muestra degradación. Estas horribles afrentas él, en Lima representa. Platón, Cicerón y Esquilo le podrán a Ud. decir que cuando se va a dormir el marqués no está tranquilo. ¿Cómo se siente el marqués? ¡Como la mona! ¡Pardiez! TERESINHA PEREIRA, “Desde Chile, con esperanza” La esperanza no quedó a mi espalda en las calles de Chile... La esperanza vino con nosotros al mundo entero... Como un niño que acaba de nacer de las lágrimas y cenizas y polvos del camino al exilio... La esperanza se hizo en mil brazos con fusiles y con destinos para regresar... La esperanza salió de Chile y se extendió por toda América con nuestros deseos para ser libres. LITERATURA CHILENA EN EL EXILIO 11. Julio, verano de 1979 LUIS PASTORI, Poemas “Minimar, corazón de pájaro” Tu corazón, como los pájaros, a veces vuela y canta. Todo está tan igual y tan distinto, como antes. En el puerto del alma, la nave del recuerdo atracada a la sombra de los últimos besos.... Es mi sueño en la lumbre más tierna de tus ojos. Tu palabra distante, las horas presentidas y el corazón del tiempo madurando sus voces. Tú tienes el encanto de las flores que nacen bajo el agua. Como las islas, te refugias y vives en ti misma. Triste y definitiva, yo te siento más mía entre mis brazos. En esta hora sola, aislada y múltiple, –hora de tu presencia más próxima y más honda– tus besos, tus caricias, tu dolor de viajera. Y mi vida en la lumbre más alta de tus ojos. Tu corazón, como los pájaros, a veces vuela. Y canta! (De ‘15 Poemas para una mujer que tiene 15 nombres’, 1942) “Responso” Ella estaba en el centro de la plaza como si ella fuera una estatua. Las cuatro calles la rodeaban como si ella fuera la estatua. El viento iba y venía en su rostro como el viento que rodea una estatua. Las violetas decían su adiós morado. El sol ponía su mano blanca entre las piedras. El día daba su estallido de domingo. (En los domingos siempre se celebran las estatuas). Yo no sentía la vida a la sombra de sus manos. Quemaba el sol la cara de las cosas, pero la cara de mi corazón estaba a salvo estando, como estaba, bajo la invocación de su memoria. Todos pasaban gritando, pero ella se callaba. Todos pasaban cantando, pero ella se callaba. Todos pasaban llorando, pero ella se callaba. Palabra, canción, llanto, eran tres cosas que ella, por dentro, llevaba. Yo, verdaderamente, la amaba. Pero ella no se movía, como si ella fuera una estatua. (De ‘País del humo’, 1948) “Soneto número trece” Yo me asomo a tu amor de claro espejo para ver si en su fondo me consigo y en los lindes del ¡ay! yo te persigo con tu adiós y tu llanto cincunflejo. Yo me olvido en tu voz y allí me dejo olvidado por mí, en mí, conmigo, mientras ato a la luz de tu postigo claro barrote y corazón bermejo. Ah si la sangre, gemidora, viene confinada en la cruz de este lamento que en la mano del aire te sostiene! Pero espada y perfume te revelas. Y te agitas y creces como el viento en un mar de azotadas carabelas. (De ‘Poemas del olvido’, 1945) “Soneto número dos” Yo me voy a poner por estas cosas que de tontos tenemos los poetas, a pintar este nombre con las vetas de setenta u ochenta mariposas. La B del alfabeto de las rosas se suma con la e de las violetas a la a de las líricas aletas con que hizo Dios las aves tan dichosas. La t del campanario de la aldea –rodeada de infinitas golondrinas– por la r del rumbo se recrea, mientras el corazón junta en secreto la i feudal de las aguamarinas con la z final de este soneto! (De ‘Las canciones de Beatriz’, 1947) “César Vallejo” Me moriré en París, con aguacero... Vallejo Yo te canto en París con aguacero, una tarde cualquiera, cualquier día, que la fecha en cantarle a la agonía no tiene fijación ni derrotero. Fuiste amigo de Dios, y por entero sigues siendo su amigo todavía. Se lo debes aún: qué poesía morirte así, en París, con aguacero! Para que te acompañe mí quebranto, dejo mi soledad, dejo mi llanto y el corazón aquí también lo dejo. De modo que el saludo que él encierra, te lo entreguen los niños de la tierra César Vallejo, a ti, César Vallejo. (De ‘Herreros de mi sangre’, 1950) “Toros” Gasa de nube plomiza, herida noche en suspenso: los cuernos, entre la brisa, sólo arañan sombras y eco. Gasa de nube plomiza. La luna, en el burladero. “Santos” Dura sed, ay, dura sed de sombra, y tan poca luz: Cilanco de gris eterno y de pasajero azul.... De puntillas, por el verso, vuelve San Juan de la Cruz. “Y flores” Si yo volviera, diría –tocando apenas su piel– que lo del rostro encendido fue un clavel.... (De ‘Toros Santos y Flores’, 1950) “Glosa de la rosa en brisa” Yo quiero estarte mirando treinta días en el mes, siete días la semana, cada minuto una vez. I Por el Este de la rosa, por el Este de la brisa, rosa de brisa que a prisa parece una mariposa. Por el Este de la hermosa carta de olvidar, amando, dolor de estar contemplando morir el pelo en tu hombro. Por el Este de tu asombro, yo quiero estarte mirando. II Acopla el pecho su olvido al filo de mis puñales, y tu voz en los rosales nace sin haber nacido. Lo por tener, lo tenido, lo que se perdió una vez, todo este olvido después, será amor de lo olvidado. Si quiero estar a tu lado, treinta días en el mes. (De ‘Tiempo de glosa’, 1967) “Los meses, ah, los meses” Diciembre. Por Abril. Mayo regresa, Octubre es una u tronante y lenta y Enero exhibe su lunar de menta en un cielo que viaja sin calesa. Setiembre, al dar las seis, pone la mesa donde Marzo, fugaz, llega y se sienta en rueda alegre en que Noviembre inventa la Pascua azul de lámpara y de fresa. Los meses, ah, los meses... Tantos días de viajes, de pasión, de lejanías rotas al punto de lograr el sueño. Mi corazón, con pena transitoria, se ha aprendido estos nombres de memoria. Y a Febrero lo ama. Es tan pequeño...! (De ‘Tallo sin muerte’, 1950) “10 y 30 p.m.” Si llegaras aquí, de pronto, junto a la mesa, y me quitaras el reloj, qué hora amarga te llevarías, qué peso de barco hundido le quitarías a mi corazón. Como una duda sin remedio, como si al viento le dolieran los paisajes, esta lejanía suena de pronto su trompeta de fiebre. Por eso tiro los meses en el cesto. Y hay un delirio unánime de días, de semanas, de horas, de martirios persiguiéndote, clamando en tu llegada, golpeando sus segundos como sangre a la piel, con puños heridos de tanto llamar en vano a las puertas del tiempo. (De ‘Palabras de otros años’, 1954) “Pan muerto” Todos, todos hablan del Mar Muerto. Pero del pan muerto no sabe nadie. Del que se tira por la puerta de atrás, del que se pone duro de poco uso, del que se deja a merced de las moscas del mediodía, entre el fragor del vaho inmisericorde de la siesta.... ¿Habéis visto asesinar a un pobre pan? Preguntádselo al niño hambriento que fue a la casa, a la hora de comer, mientras todos comían de su hambre. (De ‘Trofeos de casa’, 1970) LITERATURA CHILENA EN EL EXILIO 12. Octubre, otoño de 1979 PABLO NERUDA Cuando la victoria, no mi victoria, sino la gran victoria llegue aunque esté mudo debo hablar: yo la veré llegar aunque esté ciego. JORGE GUILLÉN, “Fuerza bruta” (fragmentos) ‘Guarda tu luz, oh patria, mantén tu dura espiga de esperanza en medio del ciego aire temible.’ Pablo Neruda, Canto general 1 La vida poco importa sin allende. El primero es honesto, más, heroico. Oposición. Ni guerra. Gran matanza. Todo se hunde en criminal aquende. 2 El orden se levanta Sobre una firma planta De terror. Hecatombe, cien bueyes, muchos hombres. Sí, tengo mucho miedo Todo te lo concedo Gran terror. Hecatombe, cien bueyes, muchos hombres. Dios y su Economía Se salva por la vía Del terror. Hecatombe, cien bueyes, muchos hombres. 3 La fuerza bruta es tan bruta Que pesa sobre el opreso Con una gravitación Que parece gravedad De carácter con su ética, Y no es más que pesadumbre De brutalidad en bruto. 4 ¿El proceso legal de una reforma Se acabará de modo congruente Bajo un golpe feroz de fuerza bruta? En absoluto no. La intromisión más criminal irrumpe, Y aquella convivencia es aplastada Por un innumerable asesinado. ¿Y cómo una conciencia, la cristiana, Puede aceptar, y sin remordimiento, Que por una Razón se sacrifiquen Existencias humanas en raudales? ¿Cuál es el horizonte de estas almas? Profunda realidad: la Economía, Que prevalece estrepitosamente. Los ilegales son los más ignaros Sólo saben rendir acatamiento –Con la más silenciosa reverencia A los Grandes Señores Materiales: ‘Que todos al dinero fazen gran omildad’. Y el poder retrocede hasta su base De explotación, de abuso, de injusticia. CARLOS BOUSOÑO, “Pablo, muerto” Pablo, te hablo. Neruda. Pero la tierra está muda. Pablo, el venablo alcanzó el centro de tu pueblo pablo. Álzate de tu inmortalidad final, retablo. Principio vivo de tu pueblo, Pablo. GABRIEL CELAYA, “Carta mortal” Pablo: En medio de lo oceánico te digo que no, no nos veremos. Llegó tu invitación un poco tarde y, ¡quién sabe!, quizá por eso aún vivo. Llegó con tu amistad, y parecía que igual que años atrás, allá en ‘Correos’, al lado de Cibeles, o más tarde, en Sao Paulo, ¿te acuerdas?, sería todo fácil. Y mira, cuando estaba ya haciendo mi maleta, invitado por ti, por los amigos, por un Chile creciente me llegó la noticia –parecía imposible– Y ahora, ¿cómo explicarte y explicarme a mí mismo este inmenso desastre, esta absurda tristeza, esta farsa reinante de Pinochet y los suyos? Pero tú bien sabías de la verdad alzada que crece sobre todo, desde el fondo del fondo de ese metal del pueblo que no enterrará nadie. Y como tú me diste la fe, ya ves, estoy haciendo otra vez la maleta para volver a Chile. Pues, ¿quién podrá enterrar la verdad insurgente la luz que es sólo luz, y el aire que es el aire? Muy pronto nos veremos. Nos daremos la mano. Quizá no estés tú allí. Quizá yo esté ya muerto. No importa. Habrá dos hombres: un vasco y un chileno. JOSÉ AGUSTÍN GOYTISOLO, “Con las palabras de Neruda” Después de todo aún siguen confundidos se pasaron de largo en el asunto y muerte vejaciones hogueras y saqueos ya no pueden borrarse queman igual que el sol en los desiertos del salitre de Chile. Después de todo queda esa vergüenza y no por la injusticia sino por el erróneo sistema de aplicarla porque lo injusto ya no asombra hoy día si se guardan las formas pero ellos se ensañaron y ahora tiemblan. Después de todo sobran los lamentos –no le gustaron nunca recordadlo– y así está la cuestión hasta que llegue la segunda vuelta: el camino es difícil pero andamos con sus palabras como un estandarte. RAFAEL ALBERTI, “Con Pablo Neruda en el corazón” Lo anunciaron primero (lo oí una madrugada): Pablo Neruda ha sido asesinado. Desde muy lejos me mandaba cartas, voces de auxilio, soledad y angustia por encima del mar. Sucede que me olvido del idioma, perdona mis errores. Envíame un diccionario. Un manuscrito un día, una tarde de invierno, como las hojas últimas perdidas del otoño, vino a abrirse en mis manos. Se llamaba: Residencia en la tierra. Como cenizas, como mares poblándose, en la sumergida lentitud, en lo informe, o como se oyen desde lo alto de los caminos cruzar las campanas en cruz... Era un galope muerto, un corazón batiendo a la distancia, un grito, más que desde la tierra desde las raíces hundidas del fuego, desde el dolor del árbol por nacer todavía, la piedra calcinada por el rayo. Pablo Neruda ha muerto. (Lo oí otra madrugada.) Habían rectificado, aunque daba lo mismo A través de las lágrimas recuerdo ahora estas cosas. ¿Cómo olvidar aquella mañana en mi azotea, la última nieve al fondo azul del Guadarrama, las primeras palabras del encuentro, su imagen tan lejana al fin hecha presencia? Nos diste entonces todo, tu dulzura de hermano recién aparecido, tus desolados cantos torrenciales y nosotros en cambio te dimos la alegría y con ella la mano que esperabas desde hacía tanto tiempo. Y así tu soledad inmensa fue poblándose y fue Miguel y fue Manolo, Vicente, Federico... fue toda la voz lírica de España la que montó las alas de tu caballo verde porque eran hermosos los vientos que partía y el nuevo resonar de sus cascos en la gastada piedra. 2 Pero un día la sangre bañó el rostro de España, su viejo corazón lo atravesó un cuchillo, una tromba de odio se alzó de las tinieblas y no hubo mar y no hubo puertas ni murallas que impidieran el choque de la luz y la sombra. ¿Preguntaréis por qué su poesía no nos habla del sueño, de las hojas, de los grandes volcanes de su país natal? Venid a ver la sangre por las calles... Así dijiste entonces y ahora puedo, como lo confesaste tantas veces, decir que cambiaron de pupilas tus ojos, que se te metió España dentro del corazón y ya por ella, tocado de su luz acribillada, saliste nuevamente al mundo con tu canto cubierto por la sangre de las calles. Han pasado los años, han pasado las guerras más feroces, más tristes, han sucedido (pocas veces el sol) la oscuridad y el llanto, ha mandado la noche tanto tiempo con su espada de sombra mientras tú, Pablo, hermano profundo de la paz, del bien para los hombres, de la palabra desencadenada por encima del mar y de las cordilleras, Pablo de los ríos solemnes y los más finos pétalos, de los cielos australes sin orillas, de la pasión abierta y los justos castigos, cuando eras más la voz de la esperanza, cuando alzabas a cimas la luz para tu pueblo (lo oí una madrugada), te morías de dolor, rodeado de asesinos, mientras corría en Chile la sangre por las calles. Venid a ver ahora su casa violada, sus puertas y cristales destrozados, venid a ver sus libros ya cenizas, a ver sus colecciones reducidas a polvo, venid a ver su cuerpo allí caído, su inmenso corazón allí volcado sobre la escoria de sus sueños rotos, mientras sigue corriendo la sangre por las calles. LITERATURA CHILENA EN EL EXILIO 13. Enero, invierno de 1980 POETAS CHILENOS EN EE.UU. LUIS DOMÍNGUEZ, “Antes de ser precisamente un viejo” Ponía pan desmigajado y migas de pan sobre la nieve y con la vista fija en el pan esperaba horas de tensión hasta que venían los pájaros a picar y entonces escribía. “Copla” Me aburre dar explicaciones: ¿Cómo ella y yo nos conocimos?; ¿por qué soy ahora... un emigrante? Prefiero seguir las conversaciones que con la dictadura interrumpimos: la historia continúa, sin militares. “Telegrama a Pinochet” ... ¿Y sabís qué más?: a mí me caían mal las empanás. “Geografía. El desierto” El desierto ya no está solo el desierto está habitado por tanques. Quien quiera predicar en el desierto se sentirá cohibido por los tanques. Los tanques permanecen inmóviles y el viento los cubre de arena o les saca brillo al sol. De vez en cuando alguien de paso los reconoce o recuerda como vinieron o sufre espejismo y los ve moverse y hasta disparar. Pero, en general, los árabes, sus camellos, mujeres y niños trafican sin prestarles atención, como si el desierto nunca hubiese estado solo o como si los tanques siempre hubieran sido abandonados al desierto. Aquello del ‘oasis en el desierto’ es solamente un mito. “Etimología” La estilográfica hace gráfico el estilo, es un punzón que aminora el daño del tiempo o un estilete que reitera el movimiento que lo contradice. Así pensaron los griegos y los latinos en sus playas austeramente infinitas. La plumafuente aún no está en los diccionarios y no procede de las playas y las rocas sino del mar donde el pato silvestre huye del avance tecnológico. El pato silvestre es pluma y es fuente, en el agua nada las líneas que inventa y al levantarse en el aire siempre escribe distinto vuelo. JUAN ARMANDO EPPLE, “Lecciones de geografía” Mi hijo vuelve corriendo de la escuela y me pregunta, inquieto: papá ¿dónde está Chile? Y en el nuevo mapa de América que le han dado le voy mostrando aquella franja larga, angosta y roja. “Visitas” Ayer pude salir por primera vez al patio de visitas cojeando levemente y más allá de la línea divisoria de estos perros de presa que sostienen con desgano aparente los fusiles y pretenden medir con su tiempo nuestros pasos estabas tú buscándome entre los compañeros esos ojos siempre a punto de reír y llorar y las manzanas las mismas que buscábamos saltando el cementerio viejo unas tumbas sin nombre borradas por el pasto hasta entrar en el huerto, avanzar a hurtadillas pretextar frutas e ir reconociendo esos secretos vínculos que hoy vuelven a restituirse el mismo sabor dulce y ácido en la boca. “Es mejor dejar todas las ventanas abiertas” También en esta casa a la que ayer llegué sin previo aviso, gitano ya habituado a engañarme la suerte, las cosas cambian de lugar. Durante todo el día he estado afuera: fui a recorrer las calles o a desconocer una vez más el río. Lo lógico es que todo permanezca igual. Pero alguien traslada muebles de una pieza a otra desordena libros se come las manzanas corrige o tacha sin tregua lo que he escrito. No tendremos reposo. “Regreso” Un día volveremos más temprano que tarde: antes que el sol se oculte una vez más borrando el rostro de aquellos compañeros que eligieron o les fue deparado un exilio distinto: el de su propia tierra. Un día volveremos y el tiempo no habrá pasado en vano: tan sólo nuestros enemigos se verán algo distintos y tratarán de no reconocernos. ÓSCAR HAHN, “Un ahogado pensativo a veces desciende” hay un muerto flotando en este río y hay otro muerto más flotando aquí: esta es la hora en que los pobres símbolos huyen despavoridos: mira el agua hay otro muerto más flotando aquí alguien corre gritando un nombre en llamas que sube a tientas y aletea y cae dando vueltas e ilumina la noche hay otro muerto más flotando aquí caudaloso de cuerpos pasa el río: almas amoratadas hasta el hueso vituperadas hasta el desperdicio hay otro muerto más flotando aquí duerme flotación pálida: desciende a descansar. la luna jorobada llena el aíre de plata leporina tomados de la mano van los muertos caminando en silencio sobre el agua “Fotografía” En la pieza contigua, alguien revela el negativo de tu muerte. El ácido penetra por el ojo de la cerradura. De la pieza contigua, alguien entra a tu pieza. Ya no estás en el lecho: desde la foto húmeda miras tu cuerpo inmóvil. Alguien cierra la puerta. “Reencarnación de los carniceros” Y vi que los carniceros al tercer día, al tercer día de la tercera noche, comenzaban a florecer en los cementerios como brumosos lirios o como líquenes. Y vi que los carniceros al tercer día, llenos de tordos que eran ellos mismos, volaban persiguiéndose, persiguiéndose, constelados de azufres fosforescentes. Y vi que los carniceros al tercer día, rojos como una sangre avergonzada, jugaban con siete dados hechos de fuego, pétreos como los dientes del silencio. Y vi que los perdedores al tercer día, se reencarnaban en toros, cerdos o carneros y vegetaban como animales en la tierra para ser carne de las carnicerías. Y vi que los carniceros al tercer día, se están matando entre ellos perpetuamente. Tened cuidado, señores carniceros, con los terceros días de las terceras noches. RAÚL BARRIENTOS, “Ocaso” El Gran Pesquisidor con su caña de marear peces, el Orejero Sumo de las sumas aguas y el Punto Fijo en la bola de cristal con la muerte submarina a su turno rodarán a la desembocadura: la cruzarán entre un vocerío de boteros y viudas del mar y de la hoguera, con la muerte del que nada ve bajo las aguas, su propio mutis por el foro, del que nada escucha en ellas, al margen de esta historia, con sus redes ardiendo de petróleo y sol desparramados sobre el océano al ocaso. “Agua del dolor” No terminan de pasar los pájaros hacia el sol, trémolos, el trigo en la memoria persiguen y disparan tiembla el agua en círculos en silencio el agua tiembla “Bicicleta: velocísimo” Contra el otoño naranja partió la bicicleta: viró la máquina de agua en el reloj. Un suspiro, un corte, un golpe, viene ya en la rueda: lluvia atravesada, el verbo florece. Golondrina velocísima llega, ya en la meta, vaso de agua muerta: caída en tierra. “Indicio: si Jutka viera esta película lloraría, lloraría” Por el presagio de los pájaros, tembloroso, el Guerrero aplica la oreja oriental a su silencio: con sabiduría escriben sobre su Hija –ella ostenta los siete rulos del mal agüero y por eso teme a toda trinidad. Tenso estuvo el metal, tenso todo el invierno sobre el mantel. Un solo latido de polvo voló al mediodía, un solo hálito podría en la madrugada: por eso sale a matar sobre el puente. En la garita del quinqué, el murciélago aletea tres veces contra el ventanal: una paloma sangrante volará atraída por el sol, la susurrante sube y teje, sube y teje, degollada. JAIME GIORDANO, “Gloria” I Voces que sonríen a la distancia, puerta hacia la luz de los espejismos, teléfonos que hablan y responden, café encendido que plasma tus entrañas, correo silencioso del que llegan cartas blancas, sorpresa del exilio entre motores velocísimos, cantar de la esperanza entre rincones azulados, movimiento del mundo detrás de fotos acumuladas en paredes altas y blancas, lápiz que recorre los gestos, bocas de voz vegetal, hojas verdes que asoman entre tus labios, carne sorprendentemente abierta por espejos fosforescentes, detrás de ti los ojos se iluminan de blancura tórrida, cámara sol que te abrasa, cámara luna que ablanda tus gestos, espejo de la maldad que se quiebra en mil sonrisas, surcos, grietas, palmas abiertas hacia arriba, voces otra vez, mi palabra traspasa tus oídos enterrados, oh, misterio inmenso! II Así te abrazo desde lejos y a través del silencio oscuro: no te oigo, pero te espero. El humo se eleva al cielo por primera vez cansando a las viejas moscas que bailan como mariposas, cabello mojado por la lluvia de tus ojos, vuelo que se llena de pasos y crujidos prometedores, permanente presencia de los ceniceros y una puerta que de nuevo se abre sobre la espalda agrietada de la calle, azucena que nunca he visto en los interiores iluminados, despedidas de labios que vuelven a cerrarse, y la luna que avanza, viaje persistente de la cámara sobre rostros inmóviles, cuerpos que no veo entre los focos resplandecientes, y sigue el paso de las horas en la calle como ruedas vivas del mundo que todavía existe. III La caja de fósforos espera tus próximos cigarrillos, taza vacía que recuerda el café oscuro que prendió tu silencio, silla de donde no te has movido aunque la ves desde lejos, teatro de la vida donde el entreacto se prolonga como espera azul de tus gestos y de ¿por qué no escribirlo? tu sonrisa dulce recién encendida. IV Como has olvidado tu diario, dejas que tus manos enhebren estos simples misterios que recurren en el espacio de la sala en que todas las ventanas miran hacia los tiempos agrestes que te cruzaron la cara. Pasado y futuro te miran desde los cuadros. La rosa es una promesa que no has olvidado. PEDRO LASTRA, “Mester de perrería” Asiduo de mí mismo sobrevivo encerrado con llave y cerradura, negando como Pedro la figura que más me abruma cuanto más la esquivo. Busco sobrellevarla y hasta escribo la agilidad del agua que me apura la vida como el mar (la matadura de la luna y del sol al rojo vivo). Escribo los ladridos a la luna y al mar y al sol y a otros elementos, o exalto el modo de las perrerías, con que la noche me ha embarcado en una palabrera piragua de lamentos por ella y mis trabajos y mis días. “Reivindicación del astro labio” El astrolabio ha caído en desuso y hoy todos celebran la eficacia de los instrumentos modernos. Yo sostengo que se trata de un error lamentable en el que los antiguos no cayeron jamás (el sol era un pretexto). Aunque no lo dijeran no ignoraban que el astrolabio mide la altura del amor, de las estrellas que su poder instala en el espacio. “El desterrado busca” El desterrado busca, y en sueños reconoce su espacio más hermoso, la casa de más aire. “Ya hablaremos de nuestra juventud” Ya hablaremos de nuestra juventud, ya hablaremos después, muertos o vivos con tanto tiempo encima, con años fantasmales que no fueron los nuestros y días que vinieron del mar y regresaron a su profunda permanencia. Ya hablaremos de nuestra juventud casi olvidándola, confundiendo las noches y sus nombres, lo que nos fue quitado, la presencia de una turbia batalla con los sueños. Hablaremos sentados en los parques como veinte años antes, como treinta años antes, indignados del mundo, sin recordar palabra, quienes fuimos, dónde creció el amor, en qué vagas ciudades habitamos. LUCÍA WAISER FUENZALIDA, “Entre Navidad y Año Nuevo” Entre Navidad y Año Nuevo trasladé mis huesos y mis manos a la cuarta casa del mismo año en un país distinto de la primera y la segunda. Del resto de mis cosas, no me pregunten. Se han perdido mis suspiros en balcones, mis hijos se los ha llevado el tiempo y mis ojos los dejé colgando en puertas ya cerradas. Me voy trasladando cada vez más liviana en continente y más pesada en contenido que me agobia, siempre con la esperanza de que en alguna calle frondosa de este mundo hay un claro que me espera. El recorrido ha sido largo, muchos los he creído míos, en vano. La calle es larga y sin límite, mi tiempo corre con pies cansados, detiene a veces, pero no se queda. El paisaje cambia de temperaturas, los colores hablan otros idiomas, narices que huelen distinto, ojos que miran azules, bocas con muecas ajenas. El recorrido sigue por otros rumbos, otros mares entibian mí tierra, otros montes acogen mi sol. Mi tiempo corre con pies cansados, buscando donde hacer su nido. Suena fácil, pero hay que llenar formularios, nadar en un pozo de burocráticos papeles, hacer amistad con ruidos ancianos, posesivos; por la noche conversar con el fantasma y los crujidos; enamorar puertas y ventanas, saludar cada rincón cada vez y cada vez mostrar el pasaporte con timbrada foto muda y esperar callada el veredicto. JAVIER CAMPOS, “Las moscas, II” Limpio mis alas con mis patas traseras Me apresto a emprender el vuelo Y cuando estoy en el aire y sola Se apaga la luz de la pieza y quedo revoloteando Perdida ya para siempre En estas cuatro paredes. “Las moscas, V” A veces pensamos Que es bueno estar patas arriba en los cielos rasos De las casas Y mirar para abajo de reojo E imaginar que los hombres de repente Si se descuidan Serían atraídos por una misteriosa gravedad. “Las moscas, XII” El hijo se deja bigote Y usa una larga cabellera La hija adopta actitudes insospechadas Cuando baila ritmos enloquecedores; El padre bosteza mientras escucha noticias La madre recoge la mesa Mira a su padre que cuelga de un cuadro mohoso A punto de transformarse en reliquia. “Las últimas fotografías II” En las fotos amarillentas Salían sonriendo con amargura: Él jugaba con un bastón blanco Tendido bajo unos árboles Ella tenía un viejo vestido mohoso de novia Unas flores marchitas en sus manos En una esquina del retrato Aparecía corriendo en dirección opuesta Hacia donde alguien la esperaba Tendido bajo una arboleda Mirando los frutos con unos anteojos ahumados Cerca de una silla de ruedas. “Las últimas fotografías XI” He perdido la voz Estoy quedando ciego Pido que hablen mas fuerte no oigo nada Sólo veo fantasmas colores detenidos Enciendan las luces Hagan una hoguera Cómo se llaman los árboles Para qué sirven los pájaros Qué es eso que se prende y se apaga Por qué hay tantas sirenas de ambulancias Quiero que enciendan la luz del sol A caso no ven que estamos a oscuras Cuál es mí nombre No sé dónde estoy PIDO QUE ENCIENDAN LA LUZ DEL SOL. DAVID VALJALO, “Monumento al obrero desconocido” La metalurgia se entregó a tu mano que sabia de trabajo dio a la vida, la aguja perfilada, ya en su huída, la cuchara del niño y del anciano. El metal dijo si, republicano, y nació la cocina a la medida, el martillo veraz y la dolida figura del alambre cotidiano. Tampoco has olvidado la campana, el sacacorcho y su tenaz porfía, el arado fecundo haciendo gala. Al metal diste vida de manzana. Y ahora asesinado –quien diría– por trozo de metal, llamado bala. “Junto a mis manos” Junto a mis manos, tengo un cuerpo entero que me molesta, a veces. Su manera presiento que me sobra, pasajera. Por supuesto a los huesos me refiero. Concreto como número, primero mi cuerpo me obedece, simplemente. O mi cuerpo que manda, así, de frente y el uso que me da y el venidero. Con hueso, la mirada, el año, dura es esta condición codo con codo, juntos. Y separados, dentro, en dolo. Perdonando a mi labio su estatura, para ver si me olvida de algún modo, dejo a mi cuerpo caminando solo. “Autorretrato” Feo de profesión y nacimiento, triste la cara como un indio, triste por costumbre y por uso y así existe: mi rostro es profesión al cien por ciento. El problema es igual, ser o no serlo. Debo agregar, por dentro es otra cosa; en ningún caso tiene color rosa. El cuadro es sin pared donde ponerlo. Por una larga vida es el contrato, con rapidez total o sin apuro, con risas o apoyado en una queja. Y para terminar este retrato, en vez de un aro viejo de oro puro, un soneto me cuelga de la oreja. “Soneto verde” Verde he buscado para mi sustento Verde de aldea pura, aislada, sola. Verde fugaz en un cimiento de ola Verde de corazón con un lamento. Verde mecido de la alfalfa al viento. Verde multiplicado por los ríos. Verde nativo en minerales fríos. Verde duro y lejano de pimiento. Verde fresco de helecho cobijado. Verde para pensar y lo comprendo: un verde color verde de suicida. Mas existe otro verde enamorado. Tus ojos, si, color de verde nuevo de hoja vegetal recién nacida. FERNANDO ALEGRÍA, “La cabeza de Joaquín Murieta” A Joaquín le inventaron una historia del Placer en el oro que convida, esos jueces que buscan la salida en la flor o el ocaso de la gloria. Hurgueteando en el fondo de la noria confundieron matriz en la partida, le encendieron la luz de amanecida en un polvo de yeguas ilusorias. Un bandido que colma su esperanza y el poder de fijar su vanagloria llama a Pablo y exige una matanza para el fin de su fría prehistoria: Pablo, en vez de alabarle la semblanza, lo convierte en cabeza sin memoria. “Rolando Alarcón” La mano pulsa un corazón de oro que con modestia llama su guitarra, cantores rojos vuelan en su coro con los pintores de Ramona Parra. Al mundo busca en pálido decoro con duro acento que la historia narra y es el poder de un suave meteoro fugaz amor y frente al cóndor garra. Rolando por la luz del Tercer Mundo, en las llanuras anda floreciendo con fiera voz y acordes tan fecundos que al fin sangró su pecho amanecido. Rolando va desde un coral profundo en ciego vuelo al fuego perseguido. “Regreso” No pido más que la vieja casa, ese mismo velamen de oloroso pino, las ventanas atadas al verde atardecer y toda su noche palpitando en mi almohada. Nada más que la mañana tranquila, el paso de un caballo con suelas de goma, los paños flameando en alambres sin hilos, todo ese vuelco de esencias en vino blanco. Mis hijos jugando con la rueda de la fortuna, las rosas requiriendo al adobe, dudosas, el gato leyendo ensimismado, los abuelos tendidos a la sombra. Todo en calma, la familia sentada, los muertos navegando dulcemente, tú con el ramo de albahaca renacida la nostalgia y el amor enteros en tu silencio. Será siempre temprano para el olmo reservado, los cerezos abrirán su quitasol tan frágil, la calle guardará las lluvias que dejó el invierno y jóvenes parejas pasarán de nuevo hacia el olvido. El piano amarrado con alfombras gastadas, todos sonreiremos contra todos, buscaré en tus ojos la delgada sortija enajenada será como abrir la mañana y acariciarla. Los vidrios que caen de los árboles, las cartas que nunca leíamos, un temor de no haber dicho nada cuando una palabra bastaba para encender la familia. Llevaremos una hoguera en las manos, nos pondremos un sol en el pecho y será tiempo de cantar. Cerraremos las persianas. JAIME VALDIVIESO, “Carta abierta” Me costó creer en un comienzo que esperarías el momento de la lágrima más pura, de la herida más profunda y el recuerdo aún sangrante de Violeta para pasarte a la mesa de los asesinos de tu propio canto. Después me dijeron, que en nombre de la poesía te vieron tomando helados bajo el sol, con el General Pinochet mientras torturaban a tus hermanos y sobrinos debajo de tus pies. Pero porqué extrañarme, pensé, cuando desde los cuarenta años te preparabas para este día: poeta heráldico de la poesía nacional. Desde entonces, seducido por tu sonrisa, empezaste a girar sobre ti mismo (horrorizado de Neruda y de sus sombras). Como buen profesor de matemáticas contabas uno, dos y tres con gran candor y gran lucidez: primero fue la taza de té con amnesia de Cuba y Mrs. Nixon, luego el inocente helado y ahora bebes temblando, todos los días, el vino de sangre de tu propia sangre. Borroneado Nicanor, qué queda de ti a esta hora en que desde el fondo de tus raíces, llega el sonido triste de quena y las guitarras de Violeta, de Isabel y Ángel con todas las cuerdas rotas. Qué dirá la poesía otra vez, golpeada, a mansalva, en plena boca. Crees tú que la palabra te salvará una vez más?... Qué irresistible parece nuestra ‘Cultura Occidental’ cómo afina los nervios y alisa el pelo de sus astros, cómo hace de cada árbol del bosque un gran planeta donde sólo existe un solo árbol. Pero no quiero olvidarme de todo: yo también te he admirado: la juventud busca el brillo, se precipita hacia la risa y el sarcasmo, juntos, en tu casa, comimos cazuela de pava con cilantro: criado entre cementerios y sandías amabas las yerbas y los astros. Cómo quisiera perdonarte a veces, pero no puedo, son muchas las lágrimas heridas y a tu edad hay que saber por dónde sale el sol. Cada vez que me preguntan por ti debo negarte: ya te he negado tres veces y te seguiré negando para que se borre tu nombre y queden tus mejores versos. LITERATURA CHILENA EN EL EXILIO 14. Abril, primavera de 1980 DAVID VALJALO, “Biografía mínima de Salvador Allende, para ser leída en voz alta el 11 de Septiembre” Allende Gossens, Salvador, nativo de la fértil provincia señalada. De edad 65, edad marcada. Doctor en medicina, su motivo. La lucha popular, el substantivo. El verbo similar a llamarada. El pueblo que esperó su madrugada te dio la presidencia al rojo vivo. Con tu honradez de sol, alta la frente, para encontrar la patria que confía diste tu vida y hoy nos das tu muerte. La historia se detiene con tu nombre. El 11 de Septiembre al medio día Allende muere, como muere un hombre. WALDO ROJAS, Selección de poesía inédita “Báscula” Alza el Verdugo ante el clamor del Vulgo una cabeza sangrante todavía atónita. “... Et le bel aujourd’ hui” Sin tregua ni promesa, a cielo abierto, los días pasan volando hacia los años como potros al desgalgadero. “Reeducación sentimental” No odias ni amas, pero quisieras lamer la mano que ya no te castiga impunemente. Paris, 1978. “No entregaremos la noche....” Pero qué sueño es éste a cuya orilla me dejan como a la espera de un cuerpo prometido por las aguas, cuasi réplica de mí, desdoblamiento brumoso, a las puertas de mi propio cuerpo llamando sin respuesta, cual un bocado salivado en demasía, artífice de un asco convocado por mí mismo. Leo en la oscuridad una escritura de tientos, tacto de sangre en espumas, sin peso, y es así como me viene a herir el día, lo respiro, sin embargo, aspiro, exhalo, más bien me hallo mordiendo con hambre la blandura de la luz solar que en los objetos revive un estupor sin culpas, y eso es como si fuera inoculando en el corazón del Miedo un bálsamo ferviente de arena tibia. Santiago de Chile, Noviembre de 1973. “Ciudadela” No ofusques el paciente esperar de los jardines yertos. No exasperes el gusto frío y ácido del hierro del Jardín. No quieras arrastrar tu nueva placidez por entre estos manojos de llaves huérfanas. Ni muerdas la mano fría, lenta mano, que te tienden como un velo, ojo sin más acechos, párpado desmantelado. Paris, 1977. “Una navaja abierta y la cara del espejo” El brillo pulcro y viperino de la hoja acerada como un aullido hiende el bascular del péndulo sumiso en la gran sala a su vaivén de segador. Pero el tiempo de decirlo no es el tiempo de pensarlo y ya la mano tiembla, ya tembló la mano fría deshuesada, la mano que le nace al espejo y viene a mí desnuda, domesticante, digital. Escucha, pues, caer la otra mitad de esta cuasi trunca campanada. Paris, 1978. “Epitafio a un tirano” Paráfrasis de Juvenal, con perdón del perro del epitafio latino. Perro de mal agüero, nunquam non latravit inepte, ladraste hasta a la sombra de tu madre, diezmaste el rebaño y la jauría. Callas ahora porque muerdes la tierra boca arriba y vil presa eres del aullido de los miedos que sembrabas. En ésta tu noche térrea, ah, guardián de Carne Muerta, no sabes cómo velar ya tus cenizas, Paris, 1978. “Unas canciones barrocas – I” Algo así como unos ciertos velos y un gesto en todo fino: mano que pulsa un clavicordio mudo. Letal de melodía las ocho notas yertas del arácnido bailongo, y esos velos que es lo que mejor obtienen de sí mismos tiemblan sobre rostro alguno. Vean: el incauto vuelo viene ahí a estrellar su carne exigua. Hay así unos arpegios sin oreja que los sepa ¿saben? Mientras la vieja hambre tañe el grito de unas cuerdas sarpas sedas pues ansí desteje al volador de Icaria la desguantada mano de la araña-alegoría. “Unas canciones barrocas – II” Todo vive de una presa, dice el Miedo predador furtivo, el obtuso miedo de sensatez, el hilo frío que me enhebra el ojo. Mire en mi ojo, pues de mirar se trata, el sueño que me alambra el paso no hacia, no desde, en punto ciego del día yugulado por el ojo que se cierra –todo sedas, todo aceites– como un nudo lento en torno al cuello. “Unas canciones barrocas – III” El ahora oro y horas Mientras dura flor madura Que carcomen en tu carne Canta y roe laborioso Su agua verde lo encamina Cuando arde ¿cuándo ardes? Hermosura Di si duermes sin romper Tu ensoñadura flor de nada. El ahora oro y horas Flor en fuga sin mañana Que te empañe Cuando tañes Impostura Di si mueres cuando duermo ¿Cuándo duermo? ¡Muerde ahora! Paris, 1976. “Unas canciones barrocas – IV” DE INDUSTRIOSO SILENCIO LA MUERTE SE ATAVIA, La Sabedora, la Fehaciente, la Muy Tozuda, Entre quietudes ceremoniales vela sus armas aparatosas, La teatral seca de sesos, la fementida, Como que sabe que no tan lejos, Que ni tan pronto, Que no tan lejos, con sus mudeces Desvela el ojo de mi vigilia. “Ojo furtivo” La noche así entreabierta por esa ventana que tú misma ahora cierras, fugaz ropaje vivo tu desnudez persiste en un vuelo sostenido o el aleteo de algo entre la noche ciega y el vidrio enceguecido. Pero ya asciende o cae la imposible estancia de tu gesto vuelo también de manos y de tela, ya corroe ella misma su tibieza en trizas y de golpe nada sino esa forma de muro entre mi ojo cazador furtivo y tu luz carnal. “Hotel de la gare” Breve tregua de la noche de presa en la Ciudad Terminal esta oscuridad estrecha y desconocida de ambos. Con un miedo cierto del tacto de sus voces un cuerpo llama al otro en esta manera de abrazo fatigante y calmador. Ni una palabra que agite, entonces, el aire que se llaga: separación de sus cuerpos. Y son ahora dos mitades arduamente mutuas como en el brillo de la hoja del cuchillo rebanador se contemplan sin sorpresa los hemisferios de fresca pulpa del fruto dividido. Paris, 1977. “In terra Franciae” Ah, estas Viejas Piedras que parecían dar cita a todo el mundo a mis espaldas. Ajenas como el sueño de otro, ahora ruedan a mi lado el rodar de un tiempo apenas día, apenas noches, río embancado. Pretenden, pétreas, rodar fuera del alcance de mi olvido, a la hora de ese musgo espeso que cría mi memoria inmóvil. Paris, 1976. JORGE TEILLIER, Selección de Para un pueblo fantasma “Blue” Veré nuevos rostros Veré nuevos días Seré olvidado Tendré recuerdos Veré salir el sol cuando sale el sol Veré caer la lluvia cuando llueve Me pasearé sin asunto De un lado a otro Aburriré a medio mundo Contando la misma historia Me sentaré a escribir una carta Que no me interesa enviar O a mirar a los niños En los parques de juego. Siempre llegaré al mismo puente A mirar el mismo río Iré a ver películas tontas Abriré los brazos para abrazar el vacío Tomaré vino si me ofrecen vino Tomaré agua si me ofrecen agua Y me engañaré diciendo: ‘Vendrán nuevos rostros Vendrán nuevos días’. “Borsalino” Despierto sin saber qué día ni hora es Las camisas sucias me miran con reproche. Mi sueño está surcado de ráfagas de metralla Venidas del film llamado ‘Borsalino’. Nada tengo que ver yo con ese mundo. Apenas conozco la metralla de la Royal Y la del viento atascado de hojas de eucaliptus En el paseo principal del pueblo. Me levanto con dolor de cabeza. Frente al espejo elijo un nuevo rostro. El rostro de alguien que se pasea por Marsella Con un borsalino y una pistola nueva. El final es siempre conocido: Me despido del que fui frente a un espejo. Elijo la camisa que menos me reprocha Y salgo silbando sin prisa ‘Borsalino’. “A Jack Kerouac” Jack, a pesar de todo pienso que temías ‘la andrajosa melancolía de envejecer’. Me cuesta creer en los dioses, en los elegidos de los dioses y en los vagabundos del Dharma y por eso me hubiese gustado estar en tu funeral y que Sinatra hubiese cantado: ‘No hay nada más que un corazón solitario’. “El poeta en el campo” (Pintura de Marc Chagall) También podríamos estar tendidos en el primer plano del cuadro con la chaqueta manchada de pasto y de nuestro sueño quizás surgirían un caballo indiferente una vaca de lento rumiar una choza de techo de paja. Pero el asunto es que las cosas sueñen con nosotros, y al final no se sepa si somos nosotros quienes soñamos con el poeta que sueña este paisaje, o es el paisaje quien sueña con nosotros y el poeta y el pintor. “Dunas” No saben que son muertos los muertos como nosotros no tienen paz. Ungaretti Ya desaparecieron las muchachas entre las dunas. Hermanos, hay que encender el fuego con la leña traída por los hermanos de Pulgarcito. (Ellos no saben que el padre los va a llevar a morir al bosque). Mañana no habrá nada que comer, hermanos, seamos felices: llegó la medianoche y aún estamos vivos. Nadie ha venido todavía a echar abajo nuestras puertas. Un avión espía el oleaje. Los amigos yacen bajo el epitafio de la espuma efímero como sus anhelos. Los armonios de los cactus no los olvidan y entonan su réquiem para ellos. Un motociclista de negro los acalla. Las gaviotas gritan como almas en pena y ni al verano se le permite un último deseo antes de ser condenado a muerte. “Tarde de buganvilias” Tarde de buganvilias. Hojeamos un álbum como el viento hojea las encinas del parque. Y aparece una niña que va hacía la glorieta vestida como estampa haciendo rodar un aro. Y tú no estás aquí. Ni en la destilería donde ya nunca más gruñirán los toneles. (Tú no sabes que aquí un día se jugó al diábolo y relucía ufano el tren de trocha angosta). La luna está en creciente. Otros irán a Marte. Seremos pasajeros de un navío fantasma. Un perro ciego viene a lamer tu mano. Rieles, destilería, tarde de buganvilias. “Lluvia inmóvil” No importa que me hayas cortado siete espigas yo he roto todos los espejos he cerrado todas las ventanas y estoy condenado a permanecer inmóvil en este pueblo donde entre la lluvia y la vida hay que elegir la lluvia donde el Hotel lo he bautizado Hotel Lluvia donde los plateados élitros de la Televisión relucen sobre tejados marchitos. Tú me dices que todo se recupera y que mi rostro aparecerá en un río que ya he olvidado y hay un camino para llegar a una casa nueva creciendo en cualquier lugar del mundo donde nos espera un niño huérfano que no sabía éramos sus padres. Pero a mí me han dicho que elija la lluvia y mi nuevo nombre le pertenece un nombre que no puede borrar ninguna mano sino la de alguien que me conoce más que a mí mismo y reemplaza mi rostro por un rostro enemigo. “Si has llorado” Si has llorado llora con la reja de fierro sombreada de árboles que han perdido sus nombres con los árboles cuya sombra busca en vano un caballo perdido con el caballo del emisario muerto en una zanja con la zanja donde el vagabundo sueña con el embarcadero con el embarcadero donde un anciano da la espalda al mar con el mar que no lleva a ningún camino con el camino donde vas a llegar a recoger las últimas hojas de los árboles que perdieron sus nombres y después ríe ríe sin sentido frente a una reja que no se volverá a abrir. “Cosas vistas” 1 Nieva y todos en la ciudad quisieran cambiar de nombre. 2 Me preguntas en qué pienso. No pienso en nada: Sólo veo un puente de cimbra Sobre el lecho reseco de un río Que nunca hemos atravesado juntos. 5 Los árboles están lejos pero un día llegaremos a ser árbol. 8 Las primeras luciérnagas: un niño corre a buscarlas paro su amigo enfermo. 25 Para qué me dices escribe: trata de escribir hasta que tu brazo derecho sea más largo que el izquierdo. 30 La muerte nos dice que no existe para que creamos en ella y la llamemos. 31 Los perros ladran en el patio al invitado triste de los domingos. Sólo los gorriones lo saludan. 38 Estoy en la Carretera Panamericana. El auto pasa frente al almacén donde una vez hablé contigo hace años. Pero no recuerdo si era en este pueblo o en otro. 39 Si el mismo camino que sube es el que baja lo mejor es mirarlo inmóvil desde una ventana. 42 Fuego bajo las cenizas. Y en el muro la sombra de los amigos muertos. 44 Un vaso de cerveza una piedra, una nube, la sonrisa de un ciego y el milagro increíble de estar de pie en la tierra. 48 Bajo una misma lámpara unos escriben poemas otros falsifican moneda. LITERATURA CHILENA EN EL EXILIO 2. Abril, primavera de 1977 VICENTE HUIDOBRO Una bandada de cuervos se cierne en los aires y empesta nuestro cielo. ¿Acaso Chile será un inmenso animal muerto tendido en las laderas de Los Andes? Sacúdete, patria mía, despierta de esa larga agonía. Ruge, ruge de tal modo que los cuervos huyan despavoridos. MANUEL SILVA, “Lobos y ovejas” Hay un lobo en mí entraña que pugna por nacer Mi corazón de oveja, lerda criatura se desangra por él Por qué si soy oveja deploro mi ovina mansedumbre Por qué maldigo mi pacífica cabeza vuelta hacia el sol Por qué deseo ahogarme en la sangre de mis brutas hermanas apacentadas Me parieron de mala manera Me parieron oveja Soy tan desgraciada y temerosa No soy más que una oveja pordiosera Me desprecio a mí misma cuando escucho a los lobos que aúllan monte adentro Yo, la oveja soñadora, pacía entre las nubes Pero un día la loba me tragó Y yo, la estúpida cordera, conocí entonces la noche la verdadera noche Y allí en la tiniebla de su entraña de loba me sentí lobo malo de repente Si me dieran a optar sería lobo pero qué puedo hacer si esta pobre pelleja no relumbra como la noche negra y estos magros colmillos no muerden ni desgarran Si me dieran a optar sabría acometer como acometo ahora esta mísera alfalfa, famélica, ovejuna Si me dieran a optar los bosques silenciosos serían mi guarida y mi aullido ominoso haría temblar a los rebaños Pero qué hacer con mis albos vellones Cómo transfigurar mi condición ovina Yo, la obtusa oveja, huía tropezando con mis hermanastras El lobo nos seguía acezando Y entonces yo, la oveja pródiga, me quedé a la zaga El lobo bautista me dió alcance Se me trepó al lomo derribándome y enterró sus colmillos en mi cuello Vieja loba, me dijo Vieja loba piel de oveja Quiero morir contigo Esperaré a los perros La sangre me manaba a borbotones Parecíamos un sol enterrado de cabeza en el suelo Yo era una oveja mansa Siempre miré hacia el suelo Yo era sólo una oveja rutinaria Yo era un alma ovejuna sedienta de aventuras Yo era en el fondo una oveja aventurera Yo deseaba convertirme en oveja descarriada Expreso aquí mis sinceros agradecimientos a la piadosa águila humana que me desgarró la yugular de un picotazo ¡No es menester un amo! Amor es menester, amor lobuno El lobo más feroz ama a su loba y escarba y huele y hurga y le clava los ojos y la escucha y la loba celeste de las constelaciones mueve la cola y ríe y lo saluda El lobo dió alcance a la loba Yo lo estaba viendo La cogió de los flancos con el hocico Lamió su vientre y aulló irguiendo la cabeza Yo lo estaba viendo Yo que no soy más que una oveja asustadiza Y puedo afirmarlo nuevamente El lobo y la loba lloraban restregando sus cuellos La oscuridad les caía encima Había un gran silencio No había más que piedras y los astros rodaban por el cielo Lobo a penalidad lobo y a ciegas lobo a fatalidad lobo a porfía lobo de natural lobo de ovejas pastor a dentelladas aullador de estrellas ¡A la loba! Gritaron los hombres ya bebidos La bestia alzó las orejas y corrió a refugiarse entre mis patas Me miró a los ojos y no había fiereza en su semblante ¡A la loba! Volvió a escucharse el grito ya cercano Ella agitó la cola dio un lengüetazo en el agua y vi sus ojos negros recortados contra el azul del cielo Después huyó hacia el monte entonces yo, la oveja libre de sospecha, me vi sola ante los hombres y sus negras bocas de escopeta Toda la tierra es tierra para el lobo Si lluvias, lodo Si soles, polvo Y de rumbo los montes, las estepas Y de casa el umbral, la roca viva Y de pan el más duro de los panes Yo, la tonta oveja, Nadie más ignorante que yo me pregunto quién tendrá piedad del lobo y más todavía quién dará sepultura al lobo cuando muera de viejo miope y lleno de piojos Se te extraña Se te busca Se te indaga Se te persigue en vano tu oculto nombre en vano No levantar falso testimonio contra el lobo contra el prójimo lobo que aúlla por su prójima Pasa el rebaño en fila funeraria y atraviesa el pueblo con su fuente Pasa el rebaño y pasa en seguimiento de la oveja mayor, la más borrega Pasa el rebaño en procesión sombría y tras la huella los lobos cancerberos van dejando un reguero de saliva un rastro de sangre y poluciones Pasa el rebaño y pasa por el puente Pasan los vagabundos y los trenes Pasa la loba amarga con sus tetas Pasa el rebaño y pasa lentamente Pasa la loba vieja, la más vieja Pasa la oveja negra a guarecerse Pasa la noche eterna, nunca aclara Pasa el rebaño y bala hasta perderse Cayó la noche de bruces sobre el rebaño La descastada oveja sintió la crispadura Fatalizada se apartó del corral No deseó nada más en el mundo que la roja vaharada de la loba Se declaró la peste en mi familia Vi a mis torpes madrastras gimiendo con la lengua reseca Murieron resignadas arrimadas unas contra otras Yo resistí la plaga Ayuné, no bebí agua Rechacé los cuidados Y una noche a matarme Vinieron los pastores armados de palos A matar a la loba La única en pie en medio del rebaño diezmado Déjenme a mi, la loba Déjenme a mi, la fiera solitaria Déjenme a mi, la bestia asoladora Déjenme la cordera Déjenmela a la puritana Yo soy su sacramento A mí me espera Mi palabra de honor, dijo el lobo Tan sólo quiero amarte, no te haré ningún daño Está bien, no hay más remedio Arrímate a mi lado, contestó la borrega El lobo la miró con los ojos ardiendo La oveja le devolvió la ardiente mirada Se estuvieron largo tiempo mirando El lobo y la cordera tuvieron este sueño Uno en el monte donde azota el viento La otra en el corral pisoteada por sus propias hermanas No seré nunca más prenda de nadie Mucho menos de ti pastor dormido contra el árbol No debiste confiar en la oveja mendiga No debiste confiar en mis estúpidas pupilas aguachentas Serás víctima de la oveja belicosa Ya no habrá paz entre pastor y oveja El pastor y la loba buscaban la cordera Persiguiendo a la oculta treparon la ladera Se encontraron los dos, báculo y zarpa El pastor fue más hábil, la loba derrotada Y a los pies del zagal, la cordera perdida surgió de los despojos de la loba abatida Se engaña el pastor Se engaña el propio lobo No seré más la oveja en cautiverio El sol de la llanura calentó demasiado mi cabeza Me convertí en la fiera milagrosa Ya tengo mi lugar entre las fieras Ampárate pastor, ampárate de mí Lobo en acecho, ampárame RAÚL BARRIENTOS, “Histórica relación del Reino de la Noche” De “Histórica relación del Reino de la noche”. Primera parte: “El reino de la noche” “Alicortados nos quemamos” Observatorio para los pájaros de agua que vuelan con luces de trenes nocturnos enhebramos las noches como las líneas de la mano mientras las voces de la calle mueven las cortinas soy la sonámbula del circo dijiste y saltaste en zapatillas de baile como una carta de amor nos desnudamos para ver mejor nuestras estrellas “En este puerto reivindico nuestra primera comunión” Como un lanchero a su lancha henchido de velas y acuchillado por corrientes submarinas fabrico un puente pecho arriba y asalto tu noche de cabellos valdivianos acaricio la cubierta madrugada y en una maniobra a plena conciencia la condecoro con una mano de pintura levanto la escotilla y desciendo como aprendiz de brujo con la mirada abierta de los piures cuento y recuento las cuadernas “Puras brisas te cruzan también” Las más puras brisas cruzan también por el patio desbocando este gallo de vitrales prohibidos un ramalazo de campanas anuncia la triple oscuridad la llama eleva sus lenguas azules hasta el lomo cordillerano libro majestuoso abierto contra la tierra destilando su río “Y ese mar que tranquilo te baña” Te miras en el espejo secamente y te quitas la pintura de los ojos esa falsa belleza verde mar tranquilo con parpadeo de ola iluminada mañana te pondrás una mancha fresca para que vean que casi eres feliz con ese mar esplendoroso que baña una lágrima trizada una arena interior “Basta” A cabezazos va la oreja al muro y recibe húmedos números y nombres qué arboladura libre estas celestiales ganas de bajar las manos y en pie de guerra repentino dos por tres a la unidad late el silencio del polvo movedizo que ordena la marcha famélica “Descenso” La lluvia llena la ciudad de humo azul detrás del mar se levanta la oreja gris de un candado leo el periódico el general dice que hay paz en los corazones el candado cierra las puertas de la noche leo la divina comedia “Como un río nuevo” Y mientras duermes lechoso de dientes en esta noche de tu padre la lluvia desnuda en vacaciones de verano madruga sobre la memoria ahogo y degüello mi artesanía de espejos en este papel barro humedecido de musgo en la clepsidra se desbordaron mis años a la gaviota como el salto de un pez resplandeciente ardorosamente transformado finura de trigales en columpio o venas de copihue en gestación “De sobremesa, la novedad del año” Hemos comido camuflados en nuestros propios trajes es decir aquí volcados de cualquier manera con la arruga del mapa en la espalda allí con los ojos del susto a la negligée en el centro el dueño de la situación como un tambor todo esto orden rotunda para la manzana con su ritmo traído del extranjero cristalería y licores y cocacola mantelería extranjera tortura disfrazada de pollos broiler pintura para el maquillaje y jabón lux rosado para limpiar las nubes nacionales un toque de esgrima a sus espaldas allí donde se deslizarán las alas fantasmas desde el norte gris plumaje hojas de acero importado “Si recoges la lección en un río del sur” Dicen que lo encontraron varado en un río del sur muerto con un solo zapato en su lugar y el otro condenado al silencio de su viaje de cartero solitario aún desde la cordillera encontrémoslo según las señas abierto el zapato con una cuerda en su garganta abierto el corazón de tapas violetas estilando agua como un bote a remos bajo la lluvia con la boca abierta de pura novedad bajando todavía de lado a lado con su mensaje de puerta en puerta zapato de labios carcomidos y de lengua afuera desguazado el cuerpo a la intemperie “Letanía” Pureza de la lluvia en mi pieza un niño lejano con un óleo limpio en sus ojos pureza de la tarde el silencio final cayendo sobre el mar colmado de pena pureza del viento oscuridad monótona cadencia lenta sobre el techo de alerce pureza de la noche sin ruido la lluvia continúa su descenso amplio pureza del silencio un niño lejano dormido adentro De “Histórica relación del Reino de la noche”. Segunda parte: “Los fusilamientos” II Hace siglos se apoderaron del humus y taparon sus vergüenzas con símbolos de la fe despejaron el camino a machetazos estrujaron los ríos a patadas desaguaron a los indios como moscas en los lavaderos ahora estos muertos abonan la tierra para un libre juego de capitales en el mercado de la doncella dudosa IV Al muro de mirada atónita a las piedras del muro por su silencio a la calle cuesta arriba por caerse de tumbo en tumbo de manzana en manzana prohibida rodando hasta las ventanas sobresalto de hundimiento en las cortinas piedras del estupor en los caminos a la sombra de manos caídas sobre el muro yéndose con su grito presente de jinete que cabalga al interior como una campana de ágata marina volviendo a la piedra de pie firme V Y legó en favor de la tierra las piernas con sus pies colgados el aire de los brazos abiertos una crispadura de dedos el vértigo enrollado en el vientre el agujero de su poncho en la cabeza el vacío de las nubes sobre sus hombros el marco de la ventana sobre la playa la arruga del mar a su puerto el cauce del río venidero a su madre nos legó el forado contundente de un chorro bermellón y negro baraja de corazones sobre la mesa VI Abrazó la tierra del sur como un infinito campo de violetas esparcidas en el rincón del cuartel si tuviéramos que interpretar su sentido no utilizaríamos un derrame de brumas entre sus dedos no diríamos que cayó sobre la hierba sino que creció en los paisajes sulfúricos como pájaros de amplia visión o dilatados cerros de anteojos metálicos diremos que su piel iluminada fue la pantalla de una lámpara en la nieve abrazó la tierra en la madrugada y hermosamente semejante a ella comenzó el mismo camino de la neblina boda de hálitos en la boca del río VII Aunque el fantasma revele su miedo aunque por dentro derrames el sucio barro aunque olvides tu rostro en nombre del dolor aunque no veas la sangre ilimitada aunque tu piel sea un cenicero aunque navegues en los litorales de la perversidad enemiga aunque tu pequeño tiempo sea un lirio destrozado en la mano aunque las páginas vuelen en un aire de odio aunque el cisne levante su cuello aunque las palabras sean insuficientes aunque las agujas despojen a los dedos aunque el gallo cante tres veces su bolero aunque no verás la aurora. aunque el cisne levante su cuello aunque las palabras sean insuficientes aunque las agujas despojen a los dedos aunque el gallo cante tres veces su bolero aunque no verás la aurora. IX He aquí que la velocidad de la poesía nunca podrá reproducir el trayecto de la bala es decir el litoral de las arenas grises el camino polvoroso de la tierra el río cordillerano las piedras del río el carbón de las piedras los tambores atávicos de la madera tocando en la puerta cada vez más resucitada vida más intraducible. X ¿Y si todo aleteo de plumas y piernas y sillas y buses y plazas y libros como prolongación de fusilado en su hijo tuviera su bala encajada en el centro su interruptor para la madrugada su maquinaria de poleas y andamios para levantar el dedo edificado el brazo de la preciosa piedra empuñada el pecho caudaloso de gargantas el semen del pez que se transforma en hijo la transmutación angélica del pie que ausculta la tierra el viento refrescante sobre la erosionada piel encajarías la bala motora en el plumaje de la rosa ardiente? XI En conclusión cada vez que fusilen al río saltará el agua desde su pecho De “Histórica relación del Reino de la noche”. Tercera parte: “Alta la otra orilla” “Arcoiris” Te he visto con las alas plegadas del pájaro que no puede volar y permanece la visión como un vitral de amatista y turquesa quebrado bellamente de una certera pedrada si una piedra nos golpeara en la cabeza yo no pensaría que ahora hay un toque de queda en mi país o que alejarnos mutuamente es lanzar un arcoiris en este río nocturno “Nada se pierde en este temporada de otoño” Ahora te escribiré una carta con el aliento desatado de un pájaro de mucho vuelo y te diré que volar sobre el mundo no es mas que dar un brinco sobre un charco en la plaza de Osorno y que llegar a Philadelphia es como aterrizar a mitad de camino debido a la ropa que ordenaste en mi maleta el periódico habla del otoño y de la moda de las hojas caídas que desatan manchas de sangre sobre el agua “Orden de la nieve” Me entretuve en la tarde con la nieve recién caída hice varias tazas de café mientras miraba por la ventana bajé al verano de los gallos irisados y a la riqueza de un sol lleno de arena y mucho mar como se acostumbra por esas tierras frente a la nieve inaugural fumé todos mis cigarrillos con los ojos en blanco desciendo al subsuelo y oscuro de cenizas dudo del orden “Aletazo” Con mi presente tan presente bajo el brazo aleteo ante el bus que nos domina en esta ventana Pound quemó un cartucho cómo no iluminación oriental en este circo tan romano habrase visto reconozco los detalles del paradero como un perro guardián de espejos que olfatea los ladrillos con todo lo que olfateó a cuestas y qué en la orilla de abajo un largo deslizarse de remos turbando estrellas y de pasos en el andén de mi gente explosivo el viento en punta de rieles estira los árboles y dispersa el pelo empinado o mejor aún jugo de médula en tierra el sol sobre el humo de los terrones con sus años como dios lo manda en este vinito que te llevo bajo el brazo “Sobre rojo Chagall pinta la noche verde” Con un campanazo en llamas he brincado brioso con los ojos del espanto bien abiertos y un candelabro de plumas ardidas en la mano y tú en el vuelo arde el árbol y se precipitan las alas en el humo y tú eres yo con un olor de pólvora reciente como un magnífico juego de espejos metiendo la mano en la manga de la noche y dándola vuelta hacia adentro nuestro vuelo amplia espuma en los párpados del oleaje silencio verde en la copa iluminada. LITERATURA CHILENA EN EL EXILIO, 3. Julio, Verano de 1977 ÁNGEL CRUCHAGA SANTA MARÍA ¡Oh tú la más herida! En tu muerte sin llanto duelen todas las venas. ¡Oh esposa desangrada! En todos los racimos hay miel para tu boca donde el olivo puso su aceite de esperanza. Sobre los muertos niños, sobre los campos puros el invasor anima su caballo de llamas, pero sobre la espiga sangrienta del infierno ya suena el caracol de rocío del alba. GONZALO ROJAS, “Cifrado en octubre” Y no te atormentes pensando que la cosa pudo haber sido de otro modo, que un hombre como Miguel, y ya sabes a cuál Miguel me refiero, a qué Miguel único, la mañana del sábado cinco de Octubre, a qué Miguel tan terrestre a los treinta de ser y combatir, a qué valiente tan increíble con la juventud de los héroes. Son los peores días, tú ves, los más amargos, aquellos sobre los cuales no queremos volver, avísales a todos que Miguel estuvo más alto que nunca, que nos dijo adelante cuando la ráfaga escribió su nombre en las estrellas, que cayó de pié como vivió, rápidamente, que apostó su corazón al peligro clandestino, que así como nunca tuvo miedo supo morir en octubre de la única muerte luminosa. Y no te atormentes pensando, díles eso, que anoche lo echaron al corral de la morgue, que no sabemos adonde, que ya no lo veremos hasta después. HERNÁN LAVÍN CERDA, “Las bodas” Muy de noche, entre los grillos, Alguien nos dice como del otro lado: no explotéis a los débiles, dejad vivir en paz a las atormentadas viudas, que nadie despoje a los huérfanos para la libertad sangro, lucho, pero vivo para la libertad que se rompan las cadenas de los oprimidos y haya justicia entre los hombres. Como un árbol carnal aquí van los esposos de nuestras hambrientas viudas hacia la noche de aquella tierra que un día fué de los humildes aquellos que hoy son carne de yugo cuanto penar para morirse..... Permítenos, Miguel, que del barro resucitemos tu alma: los justos de corazón, los bienaventurados de espíritu. Aquí todos creemos en la vida sin clases que ha de venir porque hoy la muerte es el status del tirano y nace del infame vicio de la propiedad privada como dice San Benito. Hagamos que al fin reine la igualdad y los corintios ya lo saben porque en un principio. Alguien se los decía desde la misma orilla y ahora también lo sienten los huérfanos y los niños y las viudas y tenemos fé de que Ellos ya vienen y la niña que ayer tuvo 12 años los espera con los brazos abiertos para las Bodas de la Liberación y la Primera Cena. ROBERTO CONTRERAS LOBOS, “Fenix chilensis” Que fecunda la sangre de mi pueblo. Ayer, hace unas horas las bestias sepultaron la alegría y el vuelo. Definitivamente –sentenciaba la radio– para siempre, rugían los verdugos y el coro destemplado de los sepultureros se frotaba las manos. Nuestro Chile en las fábricas, nuestro pueblo de palas y de penas, desde sus poblaciones arrancadas al pánico, movía la cabeza de este a oeste, no es verdad, repitiendo, no es verdad compañeros, ya verán que no es cierto. Se sabe que el caído no podía oponer bala a bala ni activar la palabra resistencia, se sabe que quedaba inmensamente inmóvil y sangrante. Pero ese era el secreto su sangre penetraba por la tierra, que más que nunca entonces se nominaba Patria y nutría sus gritos en los pasos ocultos del susurro, y daba al trazo sobre el muro Allende vive y juntaba esta mano y ese brazo para alzar su bandera. II La mujer, la chilena, se mordía los labios y se iba tornando entre torcaza y leona, entre paloma y fuego, entre camino y marcha y monumento que sumido en la luz se anunciaba. La mujer, la chilena, sentía el crecimiento de una angustia en el vientre como si nueve siglos de preñez fuera a parir su llanto que sumido en la luz se anunciaba. III Las escuelas hundían sus raíces para que no las viera el ojo del maldito y la lección entraba en el futuro muy quedo, subterránea, clandestina. Que ningún ramo rojo salga al aire y ninguna semilla se delate! Y nadie más que tú sepa del trueno que ya vendrá tu temporal, muy pronto! IV La lágrima del día de los perros junto con el sudor cae al arado y el campesino inclina su cabeza por un solo segundo doloroso Parte con el trabajo hincando el filo, hacia adelante, siempre, hacia los brotes, por el camino mira a los costados y saluda, sonríe, apura el tranco. V Glorioso Chile que al pasar la noche desencadenarás tu aroma a las montañas. Porque de cada herida brotarán claveles y de cada tragedia soles altos. JUAN ARMANDO EPPLE, “Noticias del fútbol” Me escriben los amigos desde Chile: los tiempos vienen malos, pero nos sostenemos. Nuestro equipo se afirma lentamente escala posiciones pese a algunos reveses, hay moral combativa (la Copa Libertadores será nuestra). En el Estadio Nacional, luego del gol de Ahumada nuestra hinchada gritaba venceremos. GONZALO MILLÁN, “Cárcel” Me contó: Algunos compañeros crecen por entre las rejas y a la calle salen, de la alcantarilla como helechos. “Correspondencia” Del sur dolorosamente lejos vienen atados y quedos a romper la rutina de aquí que hiela y rutila. En un camión llegan y son descargados, amigos muertos en sacos de correo. TERESINKA PEREIRA, “El paso de los gansos” “Al estadio, al estadio, a las islas. Chile se estira, ahora como un cuerpo herido. No llegó la primavera este septiembre”. Fernando Alegría Compañero ya sabes que desde los araucanos el pueblo es indomable; que recorremos las montañas otra vez acariciaremos el brillo de la sangre otra vez nos pondremos de luto otra vez y aunque desde allá hoy nos envíen el silencio llevamos el cuello sin cadenas y la voz suelta al viento en esta tierra ajena y ancha donde nos juntamos de las manos. Todavía buscamos la claridad de Gabriela, de Pablo y de Salvador y contigo, compañero Pedro, Chileno, caminamos al viento y a la lluvia, caminamos entre flores peligrosas con la esperanza más firme que las ruinas después de las bombas. Caminamos iluminados y firmes y quienes dieron “el paso de los gansos” sufrirán las trampas de las arenas movedizas solos y creciendo al mismo tiempo mirándose explosivos en el mar de Chile. ÓSCAR HAHN, “La muerte tiene un diente de oro” La muerte no tiene dientes: se ríe con la encía pelada. Y cuando muere un rico, la muerte tiene un diente de oro. Y cuando muere un pobre, no tiene ningún diente o le crece un diente picado. ¿Cachái, ganso? La muerte tiene la boca llena de muelas tristes, de colmillos cariados, llena de jugo gástrico en lugar de saliva. Yo tuteo a la muerte. “Hola, Flaca, le digo. ¿Cómo estái?” Porque todavía soy un diente de leche. GUILLERMO RAVEST, “Solsticio” En esta ciudad no hay herraduras, ni para la buena ni la mala suerte. Los caballos sólo existen para adornar praderas que roban espacio al bosque inmenso, por donde trotan con su madera elástica y sus belfos humeantes. Y como desde que estoy aquí –por esta circunstancia– no he sorprendido ninguna herradura llego hoy para que me leas y decirte: — No tengo nada bajo el poncho. No es ninguna sorpresa. Pero se trata de esos atosigamientos de sombra, de cenizas que se nos van quedando enredados en el pecho. El viento trae hoy prendido algo del Sur nuestro, lejano. Aquí empezó la primavera. Uno la siente en este aire preparado lentamente para despertar yemas, brotes, colores recién estrenados. — Sólo quiero contarte: bajo este poncho anaranjadamente mapuche, sigo solo, esperándote . . . . GABRIEL BARRA, “Recado a Kafka” Querido Franz, reconozco que a veces renegué de ti pues no quería complicaciones Siempre desconfié de ciertas penumbras, de los espacios demasiado cerrados, nunca creí en pesadillas inapelablemente lógicas. Pero esta noche confieso estar acosado por el pavor de visita en la ciudad. Retrocedo ante libros y escritos que podrían traicionarme y como Joseph K espero silencioso tras la puerta la llegada de los pardos funcionarios de la muerte. EDUARDO EMBRY, “No es que mi casa” No es que mi casa fuera la casa del Presidente de mi país, ni es que la casa del Presidente fuera realmente mi casa; Ni es que los aviones que bombardeaban la casa del Presidente bombardearan realmente mi casa, Ni es que esos aviones que bombardeaban mi casa no fueran aviones de mi propio país, Ni es tampoco que esos aviones que bombardearon la casa del Presidente fueran aviones que bombardearan la casa del Presidente de otro país; Ni es que ponga en duda la habilidad de una bomba para destruir y reconstruir la casa de un Presidente: Lo que ahora me quita el sueño es la cara de sorpresa de su Majestad la Reina Isabel II cuando le preguntemos “¿Qué país es la Inglaterra de Sudamérica?” GERMÁN MARÍN, “La lección” Las Fuerzas Armadas son apolíticas, obedientes y respetuosas y de esta manera comenzó hace muchos años un gran baile de disfraces en la historia de Chile. Después nos dijeron que ellas estaban por las transformaciones revolucionarias y la fiesta continuó sin tropiezos en el mejor de los mundos. Pero al despuntar el alba los invitados estaban ya completamente borrachos y al adueñarse de la casa entre las copas vacías comenzaron a todo trapo la degollación de los inocentes. Ahora nada pueden inventarnos según creemos pero si mañana vinieran con un cuento por el estilo el recuerdo hablará a gritos por nosotros. “Para leer El Mercurio” Mi pregunta es: ¿la tinta con sangre entra? “Toque de queda” Las calles han quedado desiertas, en las casas sólo se oye el silencio de afuera, de esta manera estamos solos en la oscuridad, pero, ahora, escucho balas cuadras más allá, esta noche es 16 de septiembre de 1973, tampoco los fascistas podrán dormir en paz. “Juntos pero no revueltos” Terrible, Muñoz, dejarte muñosear así, lo mismo que González, hoy gonzaleado. Pero acaso ¿qué creían, mierdas? Ahora todo ha vuelto a su lugar. Ustedes, pequeños burgueses, ya no son necesarios. EFRAÍN BARQUERO, “Bando marcial 545” Comprendemos el que muchos trabajadores vaguen ahora por las calles. Lo único que les pedimos es desfilar en orden. “Bando marcial 595” Cúmplenos expresar que el advenimiento de la Junta demuestra que Dios aún no se ha retirado a sus cuarteles de invierno. “Bando marcial 1001” De acuerdo a nuestros planes administrativos, cada postulante que aspire a una plaza, a una gobernación, a una intendencia, etc., deberá redactar, ante nuestros calígrafos, una breve composición titulada “por qué soy chileno”. De esto quedarán absueltos sólo los diplomáticos. SERGIO MACÍAS, “Cuando el viento del Báltico se lleva mi corazón” Vivimos cerca de donde crecen las aguas. Nos acompaña un cántaro que encontramos abandonado en medio de las madreselvas de indoamérica. A veces me inclino sobre su boca de arcilla para romper el silencio. Y cuando el viento del Báltico se lleva mi canción, siento en el fondo un rumor de bosques, como si tú pisaras sobre la hierba, ocultándote de los conquistadores. “Sermón” Y dijo Fidel: –no dejen que les ganen la calle– Porque la calle la construyó el pueblo, para ir al trabajo y de paseo. Porque por ahí transita el hombre con su pan. Porque por ahí también puede surgir la agresión de los que te venden el agua y la luz. Hay que cuidar todos los caminos. Por eso hoy, amor, no tenemos paz. PATRICIA JEREZ, “Exilio” Nadie nos vió pasar con arenas de viento y sol por el camino manchado nadie nos vió correr con los ojos hundidos en la muerte pequeñita que no quería mirarnos Nadie nos vió partir con los pies pesados nadie nos oyó cantar Solos, con una palmera y un sol naufragado lanzaremos la última botella con el último mensaje “Pacífico” Cuándo vas a reposar para decir tu enojo no basta enrojecer catorce veces por semana cuándo vas a devorar con tus lenguas la serpiente no basta devolver los cuerpos devorados Cuándo vas a callar tu grito inútil para gritar con nosotros por el mundo cuándo vendrás en una ola interminable a buscar tus navegantes extraviados Cuándo, qué día WALDO ROJAS, “A este lado de la verdad” A este lado de la verdad donde me quedo a ver si nazco, el Río, símbolo de nada, zanja el fluyente rencor de las piedras y del cielo, trenza el limo su lechosidad en la que cuaja el verdor de la alimaña, y yo, que digo un límite para todo lo que repta, corre o pasa, sueño un Sueño en el que nombro a las cosas por su muerte y muerdo aquello que se agita cual el filamento del limo en el agua destrenzada, así de limpia, así de pulcra, puesto que aves ahí mismo vuelan sus distintos vuelos, helechos aguardan repetir su clave y es posible que peces sobrenaden a la emboscada del copioso desove. Cuanto existe en este lado capaz de estertor o movimientos se yergue, se entierra, encrespa o reaparece a despecho de cualquier fiereza en tanto el aire, el virginal, el cauto, en mi boca despereza su espasmo de guadaña. A este lado de la verdad, verdor y landas descorro yo la gasa pálida, contemplo el estupor de lo que veo como desde adentro de una pulsante llaga o es que veo que me miran mientras digo lo que hago y callo lo que muerdo, y es por eso, esta apostura vergonzante y es por eso, además, que ahora pasa a grandes voces como el cortejo de un ajusticiado toda esta agua indigna de su solemnidad, que sopla una brisa de inocencia abyecta, que rompe el pétalo la luz que vivifica y desde el fondo de esa linfa de putrefacciones –símbolo de todo cuanto pasa– muerda el hongo a traición su hueso algodonoso, y tanta calma, tanta, (ahh, Realidad Espejeante) que las palabras me van pesando con la fuerza obtusa de un cerrojo herrumbrado. San Juan de Pirque octubre de 1973. ALFONSO ALCALDE El mar subió en un 450 %, el dolor en un 783 %, la ira en un 1.234 %, el terror también subió otro 897%, Las lágrimas están por las nubes. El odio aumentó en un 4.500 %, los ataúdes en un 367 %, las palas para cavar las tumbas 698 %, la tierra para enterrar los muertos 995 %, la vida aumentó en un 2.345 % y la muerte un 5.678 %. BERNARDO BAYTELMAN, “Conjuro para matar a la muerte” Soy el hombre que se hizo a sí mismo, dueño del cielo y de la tierra. Domador del espacio, equilibrista victorioso del gran circo. Maté en Corea, en Chile y en Viet Nam, y siempre he sido el triunfador, el conquistador inteligente, el inmortal. No conozco el odio ni el frío ni el amor. Sólo el miedo a dejar de ser el triunfador. Sólo el miedo a la muerte me mantiene vivo, y nada más. “Ensalmo de la identidad” ¿Y si no fuere el que fuere? ¿Si la unidad de los contrarios no fuese mas que una forma de equilibrio? ¿Dónde estás entonces para pedirte cuentas? Debo ensalzar tu ubicuidad entonces, tu aquel dejarnos solos en medio de la arena y que nos coma el león después de los aplausos de los yankis. Soy el que soy. Aún. Apenas. LITERATURA CHILENA EN EL EXILIO 4. Octubre, otoño de 1977 PABLO NERUDA La sangre quemante caía de silencio en silencio, abajo, hacia donde está la semilla esperando la primavera. JORGE JOBET, “Algo le pasa al mar” Canto VIII del libro inédito Algo le pasa al mar, dedicado a la memoria de Pablo Neruda. VIII ¡Oh, capitán de amores y embestidas, de grandes aventuras, donándole al copihue su montaña, al luchador pacíficas costumbres, una misión de tórtola al labriego, a tus lemas la pulpa, a la nación la gana y el empeño de alivianar sus mulas, sin inquirir la traza del viajero, del llano o de la cumbre, adelante con rosas y con dalias en tus ojales públicos! De tus viajes al pueblo te asombraron sus alboradas con las manos juntas, y así también los hijos de Occidente sin marcas ni herraduras, tus mojadas violetas provincianas deseando unas columnas que empujaran del catre a las estrellas la helada del que sufre, el mensaje recóndito y tallado de nuestro extremo con humildes ulpos, de vigía y con flotas invencibles en tu soberbio buque. Había que zarpar porque la historia ordenaba doblar cabos y puntas, mostrarle al oprimido los paisajes con ancas de huemules, con cóndores en cimas arrogantes, con águilas que abruman este largo bregar de una existencia con agobio de yugos. Así te vimos de olmo y guardabosque, comandante de abejas en Contulmo, teniente de gavillas infaltables, de balsero en Aisén con su bravura, de civil en las huelgas de corvinas, jefe de los comandos con sus rucas, curandero benéfico del polen, de maquinista y crítico de fundos, embajador de veinticuatro lenguas con referencia a Cunco. Eras un bergantín extraordinario, un salvador de cosas en desuso, coleccionista de trampas y cornetas que llaman a la lucha, reconstructor de especies vapuleadas por gorriones, por peucos y por búhos. ¡Oh, capitán que siempre regresabas al Pacífico obscuro, con regalos que exaltan a los dioses y sombras de tabucos, terminando tus libros perentorios con renovado impulso, una cuenta de vidrio y una gema de tu amor material que nos encumbra como cometa arriba de miserias en un dieciocho rubio! Al fin el anda reclamó el derecho de aferrarse a las algas sin columpios, tirándose ella misma por el ojo que la mañana alumbra, zafada su cadena de la proa que ya no te conduce. Es la muerte que tanto te apuntaba, tu vencedora astuta, la sin cimientos, bloques ni crujidos, la pared sin pintura, el caracol pegado de una viña con cachos y con susto, el colchón que navega por edades de mortecina espuma, la invitada a quien nadie le ha pedido su consuelo de brumas. Es tiempo de coger la adormidera, de enderezar el rumbo, de descubrir la gruta de los monstruos que procrean sin ínfulas, de quedarse en la tierra como un árbol esperando sus frutos, silenciosos en mansiones sin un cliente, blandura de los pulpos calentando tu frente con el iris de una llama sin humo. Pesada es tu corona de alegrías, sin segundo Neruda, voluntario de Arauco y pregonero de victoriosos tumbos, desde Santiago al tope de los Andes miliciano y contuso, defensor de cariños populares, enrolado sin dudas, legislador por libres elecciones de tu raíz con grúas, anclado entre los próceres de América como en tu Nuevo Mundo. THITO VALENZUELA, “El patio grande” Del libro inédito “El patio grande” “Envase” Pero la Historia se computa en siglos y millones de kilómetros o litros y no en pasos ni besos. “Total” Y al final de cuentas la Historia la teje el ganador. “Resumen de lo anterior” Y perros nuevos como éramos, nos encontramos con la Historia en un recodo del camino, y realmente no supimos qué hacer con ella. “Crónicas del Nuevo Mundo” Porque, desde que el mundo es mundo, el conquistador siempre penetró la mujer del vencido, y no justamente con amor. Porque, gatos afortunados al fin y al cabo, nos libramos del patíbulo y zarpamos hacia las indias, pero por esas cosas de la vida la tierra –de pronto– dejó de ser cuadrada, y el ombligo de oro del Budha que buscábamos, se transformó en el ojo desta serpiente emplumada que no nos quita el ojo de encima. “Macchu Picchu” Cinco horas secándonos los ojos del paisaje, hasta llegar a los pies del Urubamba corriendo que era un gusto, y el Cerro Viejo elevándose ante nuestros ojos, mezcla de post-card y realidad. Tanto joder para ver las piedras y el Torreón y la Tumba del Inca y el peñasco en donde amarraban al sol –el hombre ¿dónde estuvo, Neruda? y la vieja de los prismáticos que dice que vió un cóndor y la rubia niña sentada sobre la Funerary Rock dejándose inmortalizar en la placa. “Plaza Roja” La imagen se inmoviliza ahora y para siempre contra las torres de San Basilio. Esperando el rito del cambio de guardia ante la Tumba de Lenin. Tras el mausoleo: Stalin: –blancura del mármol aún sin tiempo– (A un costado: la carcomida barba de Trosky) pareciera tomar nota deste vagar entre los peregrinos. “Berlín, 11 de septiembre del 75” Enredados a esta ciudad dividida en donde los perros han desplazado a los niños en la sonrisa destas matronas solitarias que sedimentó la guerra. La llovizna continúa humedeciendo el cabello en esta marcha que también se aprovecha para gritar por lejanas luchas. Ni nudo en la garganta ni indiferencia en las tripas por la amplificación de las frases, que llegan ahora, a través del rock que está sonando en el Wurlitzer y el clik-clak del tragamonedas, hasta este boliche en que nos hemos refugiado –como tratando de reconstruir un trozo de la plaza Almagro– “Spring-time again” Este afán de arrancarle los brazos a los árboles. Este afán de robarle fragmentos de vida a las flores. Esta manía de arrebatarle trozos de tiempo al pasado y envasarlos en imagen. Ay, este fotógrafo ambulante que hay dentro de cada uno. JAMES SCULLY, “Isa Mar” Para Isabel Margarita Traducción de Fernando Alegría Qué reunión la que tuvimos en el restaurante de Nueva York Cuando el pelo te bajaba en cascada hasta las caderas. A Pablo lo volvía loco. Bautizándote “Isa Mar” –como a una agua oscura, deleitándose en lo dulce, desbordándose– escribió para ti o para ella versos fugitivos en las servilletas. Volvías de prisa al negro mercurial de las sílabas marítimas de isa Mar.... Isabel Margarita se quedaba en la playa. 2 Isabel ¿qué oyes? Tu marido abandonado, allá por la Tierra del Fuego en la Isla Dawson. En un mundo pequeño, más pequeño que la luna. Sus fuegos minúsculos no iluminan a nadie. Día y noche las torres vigilantes apuntan con su mira hacia el campo de concentración. Otras observan el mar. Ningún rostro enrojecido a la vista, nadando. Sólo bienvenidos pingüinos como embajadores que mantienen su distancia. El Círculo Antártico hierve con vida animal por qué no trasmite nada más que olas de frío y humedad.... Ya no estás bajo arresto domiciliario, cumples tu condena es este lujoso apartamento tus ojos se agrandan: globulares. La carne pesa más porque pesa tu corazón. Podrías ser un paje mordisqueando, esperando los mensajes, con el pelo corto y bien peinado. Detrás de una pantalla de TV como en una pantomima de sombras el general da un golpe con el puño. Tiene un público cautivo de 10 millones de almas. Su oficina tan cerca, que las ventanas polaroides reflejan un débil crepúsculo de bronce en tu ventana. Cuando abre la boca todo Santiago se encoge como una sola cabeza comprimida. El poeta está muerto. El Ministerio de Obras Públicas va arrastrando la urna desde un mausoleo arrendado a otro. Su tierra no puede vivir con esta urna que balancea y gira en el Cementerio General como reliquia echada al mar.... Isa, en un moliente silencio entre un hemisferio y otro se hundieron los fragmentos de poemas para ti. 3 En tu mirada púrpuramente oscura de madreperla, hay una caverna para encunarse escuchando las aguas frías, negras reventando de costado en la playa de ahí sale Pablo huyendo del hospital, de las camas momias de Santiago. Necesita Isla Negra para morir. Ama las piedras en bruto semi preciosas. Ama lo que llega a la vida estallando ¡como los pájaros! Y quiere y consigue una jaula de crujidos y aleteos un iridiscente tapiz que se pavonea, copula, canta, defeca y vuelan sus plumas. Quiere la bienaventuranza de morir donde la vida palpita y no existe la vergüenza porque es el único modo de vivir. Su cama está esquinada en la pieza. Mira al mar que va del iris al azul, al negro, al verde y al iris, allá, a través de la ventana.... También aparece Orlando extraño con su pelo rojo. Cuando llamó a su oficina, quién iba a contestar sino un general. Levantó el teléfono y lo mantuvo en el aire: “Escucha la voz de un traidor”. Luego desayunó, leyó el periódico, en completa calma lo llevan a la prisión. En Dawson hace una taza con un tarro de lata bien terminada le pone la empuñadura como de caña. Detrás de la alambrada no se acobarda ni se achica para gritar. Tus días y tus noches remolinean y corren alrededor de esta roca rojiza que se alza como un hombre. Donde termina la tierra ¡oh! el general Pinochet asoma su cabeza de abuelo ladrando como una foca en la neblina. Le arden los ojos, no puede dormir, ni ver a través de la membrana de sangre Y es adicto a los uniformes blancos y almidonados su propia forma de auto-tortura. Para recordar qué fresco y puro se sintió alguna vez? ¡Qué fue del niño que su madre llamaba Augusto, Augusto! Lo que queda anda despierto tanteando en medio de extraña sangre familiar. Tu negro corazón palpita y palpita demasiado profundo para odiar. Tú revelas estas cosas y te vas deslizándote, diciendo vivid una vida hermosa. 4 Recuerdas, Isabel, las noches cuando te sumergías en el agua helada como hielo que te cubría la cabeza, tan joven, tú y tus amigas jugando como delfines. Pero entrando en calor con pisco crudo. Esa era la vida entonces. Y cierta vez una gitana te quitó el dinero. Maldiciéndola le tiraste las gruesas trenzas ¡eran postizas! Tan sorprendidas quedaron que te devolvió el dinero.... Isabel esto es para ti, por el frío por los pedazos perdidos de poemas a Isa Mar, por el resto que no volverá porque se fue sin decir nada. Es verdad: las serpentinas de elogios como cintas rehúsan perderse. Si algo sabía Pablo era esto. Tú no eres un cuerpo de sal y agua –arrugado y sordo– sino una mujer valiente y resistente. Pero, una niña, también niña que responde al nombre de Isabel ¡Isabel Margarita! No se pierde la poesía que se hace para ti. LITERATURA CHILENA EN EL EXILIO 5. Enero, invierno de 1978 ROLANDO GABRIELLI, “Botas de siete leguas” La noche te es propicia, cambia de domicilio, antes que mañana sea tarde y al levantar los gallos su canto, el suelo tiemble, también los oídos, con pasos cargados por el grueso cuero de botas de siete leguas repartidas por toda la ciudad. “Paso de ganso” Grazna el ganso y su paso de parada pavonea y confirma que su pecho inflado –plumaje que quisiera ser gloria– es sólo polvo pasajero. MATILDE LADRÓN DE GUEVARA, “Chile entre deseos libertarios” Americano sol sobre la nieve, tacto de primavera bajo el cielo, desmayado en la sima el fluvial velo y en los Andes la nube blanca y breve. Cobre cernido en la montaña llueve. Amor le excita el voluptuoso anhelo y su sangre vertida es el deshielo que el pulso activo de las rocas, mueve. Despiertan alamedas, manantiales, tiembla un grito acallado y su congoja. Tierra y hombres se abrazan, creadores, y Chile entre deseos libertarios enloqueciendo sus entrañas rojas se lava de los odios cavernarios. MANUEL JOFRÉ, “Himno de batalla de los estudiantes del Liceo 7 de Ñuñoa” Íbamos con el Ramírez (el grupo centrado en la plaza a oscuras) éramos el cuarto grupo (ocupación primordial de los pacos: apalear) en primera línea de fuego (con el beneplácito de Juno) a hacer brillar el socialismo (se trataba de tomarse el Liceo) luchando por el erotismo (desnutrición infantil, poblaciones callampas) la búsqueda del sentido (no se soñaba siquiera con la marihuana) Íbamos con los Díaz, el flaco Vásquez (la democracia cristiana, perhaps) Éramos el cuarto grupo (el grupo centrado en la plaza a oscuras) y los pacos nos agarraron (vamos a sacarles la cresta a estos cabros de mierda) la próxima vez sabremos hacer molotovs (no hay historia sin héroes) con los dientes quebrados a puntapiés (tengo trece años y soy socialista) y en la celda hay borrachos y putas (me gustan los borrachos y las putas) nos pegan una chuleta en el poto (libres a las ocho de la mañana) y es victoria táctica (nos tomamos el liceo con los otros cabros) conseguimos un local nuevo (donde reinaba la Pelada en los gallineros) pero al Ramírez se lo echaron los milicos (el grupo centrado en la plaza a oscuras) éramos el cuarto grupo (en primera línea de fuego) con el beneplácito de Juno (el encuentro con el yo era crucial) con hoyos del tamaño de un durazno (por la espalda se lo echaron) asesinado el día del golpe (otra vez te pillé, chuch’e tu maire) Ramírez en primera línea de fuego (no vio las balas ni oyó el sonido) el universo es una lenteja – declaró (tal vez mayo del sesentayuno) y los pacos nos agarraron a charchazos en la micro (y todo lo que hago lo hago por ti) nadie se acuerda del Ramírez (cuando el paco pegaba con la luma) la granada revienta en el corazón (la próxima vez sabremos hacer siquiera molotovs) más moscas se cazan con miel (que a palos). JORGE ETCHEVERRY, “Poemas” 1. Los aviones cruzarán el cielo de estas vastas ciudades y les diremos a los niños que preguntan con la mano levantada que van a Chile Mientras aprenden un castellano con acento que se habla entre las cuatro paredes de la casa y se inventa un país con geografía de sueño. 2 Era Neruda un viejo gordo y lacrimoso cuando le cortaron los medicamentos Los oficiales realmente son gallardos Incluso bien conservados los de más edad Pinochet siempre fue un buen padre de familia Corvalán es un viejito bajo Y Henriquez un joven de bigote que hablaba demasiado rápido Dicen que Allende se teñía los bigotes Del Ché se sostiene que era asmático Mendoza es el más dije de los cuatro dicen que engaña a la mujer A Fidel le dicen El Caballo. 3. Quiénes son en verdad los presos en ese país lleno de cuarteles y cárceles quién cuenta los enemigos sin encontrar cifra posible densos e inasibles como arena quién carga sus culpas a la espalda como una mochila llena de peñascos Quién está más solo el que es sacado a interrogatorio a las tres de la mañana y vuelve deshecho y orgulloso, respirando apenas o el que cambia de casa cada tres semanas tiene carabineros a la puerta no se atreve a tomar locomoción colectiva evita andar solo por las tardes hace tiempo que no contesta el teléfono y no sabe si dijo lo que el jefe esperaba en la última entrevista. ARIEL DORFMAN, “A la niña se le están cayendo los primeros dientes” Y ese ¿quien es ese al lado del tío Roberto? Ay, niña, pero si ese es tu padre. ¿Y por qué no viene el papá? Porque no puede. ¿Está muerto el papá que nunca viene? Y sí le digo que el papá está vivo, estoy mintiendo y si le digo que el papá está muerto, estoy mintiendo. Así que le digo lo único que le puedo decir y que no es una mentira: no viene porque no puede. “Dos más dos” Todos sabemos cuántos pasos hay, compañeros, de la celda hasta la sala aquella. Si son veinte, ya no te llevan al baño. Si son cuarenticinco, ya no pueden llevarte a ejercicios. Si pasaste los ochenta y empiezas a subir a tropezones y ciego una escalera, ay, si pasaste los ochenta, no hay otro lugar donde te pueden llevar, no hay otro lugar, no hay otro lugar, ya no hay otro lugar. MARJORIE AGOSIN, “Mi exilio” Cuando recién aprendía a soñar, me arrancaron como a un copihue triste mi cordillera tranquila, los bosques perfumados, silenciosos, las playas infinitas, vestidas de diamante espuma. Quemaron sin lágrimas los aromos encantados. En el azul del cielo chileno, junto al mar, a los locos, al vino, mataron a los poetas. TERESA DE JESÚS, “Desconfianza” Ayer quisiste conversar conmigo boquita pintada: me hablaste de la cesantía y de la vida cara. Yo te miré a los ojos, abrí la boca, y no dije nada. Hoy quieres conversar conmigo boquita pintada: hablas de la falta de noticias y dices que tienes mucho miedo de hablar demasiado. Yo te miro a los ojos, abro la boca, y no digo nada. Mañana querrás conversar conmigo boquita pintada: hablarás de tantos prisioneros y de tantas torturas que se ignoran. Yo te miraré a los ojos, abriré la boca, y no diré nada. EDUARDO CARRASCO, “Solicitud” Sr. Director Por la presente me dirijo a Ud. para informarle que desde hace algunos días soy poeta. Antes me eran indiferentes las golondrinas y me daba lo mismo si andábamos en verano o en bicicleta. (Además, no sabía cómo medir la profundidad de las abejas) Ahora que he comenzado a olvidar la memoria de los días y desconozco completamente mis boletas de compra y venta quisiera que Ud. comenzara a tomar en cuenta mis trabajos con efecto retroactivo y me oficiara mis subsidios a contar desde el mes entrante para que así yo, mi señora y mis hijos pudiéramos hacer uso cuanto antes de los beneficios de la perseguidora. El Poeta TERESA DE JESÚS, “Refranes (Chile, 1973 en adelante)” 1) Otra cosa es con metralla 2) En boca cerrada no entran balas 3) En casa del obrero cuchillo y bala 4) La momia aunque se vista de obrera momia se queda 5) Cuando el momio suena, mierda lleva 6) Uno solo bien se calla, pero dos se callan mejor 7) Camarón que se duerme se lo llevan a Tres Álamos 8) Más vale un avión en el suelo que cien volando 9) Cría soldados y te matarán tus hijos 10) Cuando una celda se cierra doscientas se abren 11) Por la boca muere usted. DAVID VALJALO, “Responso a Huidobro” La proximidad de la voz se bifurca y vuelve y cae detiene el viaje después de comenzar la forma de la noche y la mirada vuelve a ser como antes porque el hombre será un solo árbol en medio de un círculo. La nube sin el cielo la lágrima separada del ojo habitarán el lugar que ocupó la voz en la muerte sin tiempo. Si en el nombre extraño sin querer se encuentra algo en las estatuas por hacer y que no se harán en el momento que detiene un momento sonríe tu silueta con ojos en el gesto de una rosa por nacer o al pié de la sombra del aire a la manera del sueño. y en tu memoria un ruiseñor se queja Y en la costa de las costas junto a la raíz de la última piedra el primer hombre de agua y en mis manos mi tristeza más triste que el jardín de un tirano. (Publicado en 1948, año de la muerte del poeta.) LITERATURA CHILENA EN EL EXILIO 6. Abril, primavera de 1978 ÓSCAR HAHN, “A una lavandera de Santiago” Mi prima que vivía de su artesa se me murió de muerte repentina: le partieron de un golpe la cabeza con la culata de una carabina. Desde el abismo de su cráneo abierto suben gritos y cantos fraternales, entran en cada vivo, en cada muerto, y enmudecen las músicas marciales. La ropa sucia no se lava en casa cuando la manchan sangres tan enormes que van de lavatorio en lavatorio. Un regimiento de manchados pasa. Y no podrá limpiar sus uniformes ni el mismo purgador del Purgatorio. POETAS CHILENOS EN PARÍS (Patricio Manns, Ana María Vergara, Benjamín Cares, Omar Cáceres, Osvaldo Rodríguez, Orlando Jimeno-Grendi, Miguel Vicuña, Patricia Jerez) PATRICIO MANNS, “Cuando me acuerdo de mi país (Canción)” Cuando me acuerdo de mi país me sangra un volcán. Cuando me acuerdo de mi país me escarcho y estoy. Cuando me acuerdo de mi país me muero de pan, me nublo y me voy, me aclaro y me doy, me siembro y se van, me duele y no soy cuando me acuerdo de mi país. Cuando me acuerdo de mi país naufrago total. Cuando me acuerdo de mi país me nieva en la sien. Cuando me acuerdo de mi país me escribo de sal, me atraso de bien, me angustio de tren, me agrieto de mal, me enfermo de andén cuando me acuerdo de mi país. Cuando me acuerdo de mi país me enojo de ayer Cuando me acuerdo de mi país me lluevo en abril. Cuando me acuerdo de mi país me calzo el deber, me ofusco gentil, me enciendo candil, me encrespo de ser, despierto fusil cuando me acuerdo de mi país. “Violeta Parra” El amor es un orgasmo entre dos lágrimas La lágrima es un lago rodeado de estertores El estertor es un volcán de viento El viento es el camino de los cantos El canto es un misterio de la boca La boca es un abismo antes del pecho El pecho es otro abismo entre dos sangres La sangre es el motor que nutre el acto El acto es una danza contra el tiempo Y el tiempo es lo que mide los espacios hasta aquí Enumerados La cabeza es un nudo sobre el cuello El cuello es como un istmo entre dos selvas La selva es el ancestro del desierto El desierto es un cuerpo ya bebido Beber no amaga el fuego en la conciencia La conciencia es otro reloj de arena La arena hace del cato un rey antiguo Lo antiguo nos modela como a un niño Un niño es el pasado de los cuerpos El cuerpo es un combate que se pierde Y así La vida es un espacio exacto entre dos muertes La muerte es un espacio exacto entre dos fuegos El fuego es un espacio exacto entre dos fríos El frío es una llama bajo cero El cero es el silencio antes del número El número es el verbo matemático Lo matemático es el cálculo de la realidad La realidad es lo único increíble Lo increíble es lo que no podemos Y lo que no podemos es lo que queremos ANA MARÍA VERGARA 1. Si aún llevamos y mascamos la noche tremendamente. Si aún somos a trechos de sombra pedazos de muerte transitoria porque hambre porque voces porque una noche y otra noche una muerte mas mortal nos reúne y asemeja. Si aún somos seres en prisión infancia sumergida interrogación exhausta. Si somos así, aún. ¿Cómo no herir, no levantar el alma y el puño hasta vivir? 2. ....De manifiesto diario ...y una muerte y otra y el cruce de tantas muertes no mide aún toda su sombra. El dolor, lucidez sin lágrimas, reanuda su paso lento. Atraviesa valles cordillera y desierto A todo mar el silencio. Contigo, consigo, a la hora sola sin permiso el duelo se transforma en vuelo Pequeña primavera viva de sangre y de muertos 3. El soldado lleva el prisionero al mar ambos caminan caminos de sangre en su propia tierra Uno va delante prisionero de fe. El otro, impreciso vigilante, el paso del deber sin saber por qué , prisionero de quien va delante sin saber por qué. 4. Esta llena su cacerola ahora, señora, su cacerola, señora está llena ahora? De qué? De carne? de hígado? de lengua? De que está llena cree usted señora su cacerola? De vaca, de cordero, de chancho? de qué señora De tripas? de corazón? de patas de cabeza? de sangre, de sesos, de costillas, de huesos? De qué cree usted señora que su cacerola está llena ahora? BENJAMÍN CARES, “Música” Búsquese un volcán asómese al cráter y lance tres coma catorce megatones. Roto el himen la música estruenda con sonidos profundos Una sola crítica: Se callan los pájaros “Foto” En vuelo un pájaro no supimos la velocidad ni la dirección pues no existía ni una sola nube de referencia. “Sin referencia” No hay cordón de plata ningún corneta todo obscuro negro del más riguroso laboratorio fotográfico palpamos a los cinco vientos y nada. El pez se apoya en el silencio. OMAR CÁCERES, “Lugares” Lleno de mi, camino lentamente sin saber dónde llegar sin querer llegar a parte alguna atravieso calles vacilo en las esquinas me subo a oscuros microbuses y al pagar inverosímiles pasajes me devuelven monedas asombrosas: grabado en una de las caras tienen tu perfil, y en la otra cara un símbolo que desconozco dolido increpo duramente al chofer: ‘Usted no respeta la vida común’ Responde mirándome por el espejo: ‘En este lugar corresponde que se baje’ Es frente a tu casa. Apago un cigarro que no recuerdo haber encendido alguna vez y golpeo a la puerta: Un rostro que nunca he visto pero vaga y fuertemente entrañable me interroga con los ojos sin abrir, solo a través del vidrio verde de tu mampara ‘Aquí me están esperando’ digo casi en un grito, contestas casi aburrida: ‘Imposible, a esta casa ya llegaron todos’ “Calle de Santiago” Un pájaro viejo muere en un farol apagado buscan al niño loquito que se perdió un muro sucio sostiene al borracho que vomita su melancolía Aquel otro cuenta, moviendo los labios, los billetes de la paga Tras una ventana cambia pañales la mujer a su pobre animalito Tras otra el lecho plástico del amor funcional del gerente universal En aquél escaparate comprueba el crecer de sus pechos una adolescente por allá por la esquina ellos revisan los cargadores de sus fusiles y alguien bota restos de raspajes debajo del farol del primer verso “Mi generación” Ante la alta muralla posterior de una gran casa me siento en el rincón de las basuras y los perros La tarde cae en un gran espasmo anaranjado las ventanas se iluminan y se abren dejando escapar palomas tontas simples canciones que estremecen los corazones humildes de las sirvientas mis hermanas Hace algún tiempo ya la Lejana Municipalidad dispuso el corte implacable de los árboles de esta calleja Hoy, desde mi duro asiento contemplo cómo sus raíces alteran el cuadriculado solemne de las baldosas enemigas reverdecen rompiendo los muros de las casas que me son negadas Y no sé por qué el rebrotar inútil de estas raíces de ningún árbol me conmueve tanto que humedezco el cigarrillo con mis lágrimas OSVALDO RODRÍGUEZ, “Elegía” “... al Gordo Figueras no lo veremos más...” (de una carta desde Chile) Tal vez andas, Gordo, en tus quehaceres donde el Partido te mandó o bien pidiendo sangre para tu abuelita que se escapó a tiempo de España, de la Guerra y vino a desparramar su acento en el aire ausente de Valparaíso Andarás por ahí, por la subida Clave, por el Bar Roland o bien entrarás a la Quinta de doña Julia a beberte conmigo una botella de vino A pesar de tu acento eras tan nuestro como La Loca María o Carreño que también se nos fué con su parche en el ojo y sin Carreño y sin ti, ¿qué harán en el Bar Roland? Porque tú te nos fuiste para siempre y nosotros para ahora o bien para después cuando volvamos y te sigamos la sombra y el andar bamboleante como de marinero y el mascar las palabras y pronunciar las eses Tanto joderse, ¡Coño! la amistad gastada en ti, lo que te costó que te quisiéramos y ahora ¡te nos vienes a morir! Volaste a estrellarte al más allá, la tortura te puso alas de piedra, supiste a tiempo que callar para siempre era el camino y te fuiste a confesar al infinito, al aire, al mar..... Tu sangre derramada brilló sobre las piedras que un día pisarán los que no delataste y donde estés te va a cantar el aire cuando el pueblo castigue a tus verdugos Será bueno ganarse esa batalla inaugurar tina sala con tu nombre o bien ponerle a la brigada Brigada Félix Figueras y recordarte, Gordo, es decir ¡Venceremos! ORLANDO JIMENO-GRENDI, “El alfarero alucinado” (fragmento) El poeta canta la magnificencia de lo visible, la rosa de la rosa, del clavel la clave de raso, la fragancia de la frambuesa, el sabor del cerezo la frecuencia del rizo de aserrín, la lluvia al empapar el orden de los árboles. El poeta canta con los ríos anónimos, con ellos baja al centro de la materia solar al pubis terrestre a su sexo que aspira y respira, en la energía dormida bajo la marea verde, como un planeta sumergido. El poeta desciende al silencio de claridades abolidas en la edad de la víscera sombría, al fuego frutal remoto repentino repetido, rema el rumbo rumoroso de los ríos, pariendo en su cuenca metamorfosis marina, de peces y nubes, de lunas y piedras. El poeta es un arbusto flama entrada en la noche, enciende con su báculo paredes de neblina, y en la mano le palpita la luna como una guija amanecida Él siempre en sí mismo ensimismado la hora que crece hasta lo invisible la ola que crece hasta lo inasible, ensimismado. Soy una biografía que advino al acto soy el aliento que crece nocturno soy la piedra que rueda diurna tengo nombre de joya o fiera tengo hambre de agua o llano soy el alimento de madrugada medito en la dispersión de los pájaros en la hora de la materia tangible soy el mascarón de una ciudad hundida. MIGUEL VICUÑA, “Primero de noviembre de 1976” clave sonora o círculo el vuelo ya sin alas hacia tan dulce centro su vibrante murmullo mantiene en este aire de espumas naufragadas como sombras tajeadas en la sombra de nadie en el rincón del ojo borroso mar risa o derrame todos los soles a blasfemar vencidos mañana ardiente y sangre bajo tierra como niños perdidos entre los niños muertos. “Morgendammerungslied” Una luz en lo curvo del vaso en la hora indecisa se sitúa Cuatro sillas vacías acomodan un caos de silencio Sobre esta mesa habitan cosas que murmuran Junto al río se duerme cantando mi reloj convertido en mil sonrisas Una manzana sincera sobre la mesa se ofrece redonda entera Miradas de reojo entre las migas brillan Sin llanto apura el vino un tren que pasa PATRICIA JEREZ, “Doña María” Quieren callarnos a todos doña María dicen que la noche se estrelló en la mitad del silencio que tus hijos no viven que perdimos el viento La voz celeste no se fue por el mar la tienen atrapada en el desierto que otras voces poblaron y vivieron más lejos El salitre no calla doña María multiplica el eco “Fernando” Amigo, hermano qué haces en nuestro Chacabuco tú que te zambullías en remolinos de líneas y asteriscos y entre cruces, puntos, letras atrapadas en tinteros frescos, perspectivas ibas sembrando las grandes hojas cristalinas de si/las pequeñitas para el hijo olvidado del obrero tú cazador de formas tú que atrapabas círculos y descubrías ángulos para recoger con ellos de la tierra el fruto esquivo y sudoroso como un regalo limpio y seco y sin espinas tú que habías conquistado un mundo de colores para todos qué haces en la ciudad de la traición Yo sé que estos militares andan a patadas con los lirios y estoy tan lejos...... “Reflexiones” Casi no deberíamos amar no deberíamos respirar ni beber no tendríamos derecho a hablar mientras exista cada tarde este mar de espumas rojas No deberíamos escribir ni mirarnos ni tocar los ruidos mientras siga cada día este invierno interminable Tendríamos que rompemos el alma ante tanta miseria dejar de sentarnos a la mesa con esta soledad loca para empezar a compartir el desierto y el hambre nuestro de cada día LITERATURA CHILENA EN EL EXILIO 7. Julio, verano de 1978 DAVID VALJALO, “El poeta asesinado” Primeramente te quitaron todo lo que llevabas puesto o no tenías. Con bisturí, con rabia, con manía te arrancaron tu otoño y hasta el modo de caminar que tienes. Un recodo y un camino cualquiera. Tu agonía. No contento con eso alguien reía. Y te arrojaron junto al blando lodo. El otoño te busca enloquecido. La luna lame ya tu cuerpo inerte. Tu andar se te ha quedado suspendido. Tú nunca te has quejado de tu suerte. Al matarte, benévolos han sido: te han encontrado tu extraviada muerte. POETAS CHILENOS EN CANADÁ JAVIER CAMPOS, “Poema IV” Desta orilla del corazón Levanto una máquina de daguerrotipo y tú corres por la casa amarilla Por un paisaje muy silencioso Yo busco tu pose exacta Desde la sangre que nos separa Animales domésticos obstruyen la toma Tú los espantas con una rama Lanzas una piedra Esa lenta ondulación de la sangre Esconde todo el sol De dónde saco sol para las fotografías? Necesito un puente No es ésa la pose que quiero de ti Tú haces la seña final Yo miro por el lente del daguerrotipo Y en la plancha queda el negativo De una manzana roja y agusanada También una mariposa Golpeando Los vidrios de una casa vacía. “Poema VI” Hacia los edificios Como si buscara objetos perdidos Y cuando revelan el negativo Los edificios están agujereados de balas También se oyen gritos y sirenas. “Poema VII” Carreras de caballos homosexuales En la pista de barro y mierda Los competidores quiebran las patas de las yeguas El aire límpido de avisos misteriosos El aire aquí abajo De música marcial El 18 de septiembre de 1974. MANUEL ARANGUIZ, “Comunicado para niños” A partir desde ti declárase fiesta nacional de público alborozo, todos y cada uno de los días que tú vivas. “Decreto militar” Y hay tantos anhelos en el hombre que necesarias son la tortura y la muerte. “Tarea” No se debe matar al presidente porque él es símbolo de la democracia. El presidente además vela por nosotros cuida de que haya orden y de que todos vivamos bien. “De la naturaleza frente a la historia” Parece ser que la función del ojo no es solamente ver sino también quedarse ciego. “No nos separa” No nos separa el canto diferente ni el color de la piel ni la estatura. Es el ir y venir de mercancías el despojo legal la inhumana codicia de las cosas “Las vanidades” Las vanidades que por tanto tiempo consideramos propias y debidas se han convertido en chistes a destiempo así como los títulos adquiridos a fuerza de frecuentar las aulas no demuestran ninguna sabiduría ni capacidad para sobrevivir en el desierto. GONZALO MILLÁN, “La ciudad (invierno)” (fragmento) Cae una lluvia torrencial. La lluvia hincha los torrentes. Los torrentes causan inundaciones. Hoy, función A beneficio de los inundados. Las lluvias son indispensables para la agricultura. Las lluvias fecundan la tierra. El trigo germina por primavera. Las espigas de trigo contienen granos. El arado se enredó en las raíces. Los bueyes se acoplan al arado. El campesino picanea los bueyes. El arado se enredó en las raíces. Escasea el trigo este año. El paso de la tropa estropeó las siembras. Los ratones hacen estragos en los graneros. La malezas esquilman los campos. Escasea el dinero. Tengo un kilo escaso de harina. Encarece el pan. Vivimos con escasez. Está escasa la comida. El aceite escasea. Abunda el agua. El aceite es más espeso que el agua. El aceite se hiela cuando hace frío. El aceite penetra las telas. La espada penetra las carnes. La espada termina en punta. “El traslado” Cuchicheamos por última vez en el furgón frigorífico, como almejas entreabiertas apenas en un plato de lata. Luego, con las bocas cerradas morderemos el frío del cuchillo. “Correspondencia” Del sur dolorosamente lejos vienen atados y quedos a romper la rutina de aquí que hiela y rutila En un camión llegan y son descargados amigos muertos en sacos de correo. JORGE CANCINO, “Exilio” Fui expulsado de mi traje ciudadano. Con todo lo negro del exilio mi cuerpo militante y la línea del pantalón están inmóviles. Aún estoy intacto. “Café negro” Una tarde lluviosa cuatro tacitas de café negro veinte cigarrillos rubios los dos y diez años de nuestras vidas consumidos. “Adentro” Mi cuerpo está vacío como un cántaro sin agua mis manos hurgan dentro mis ojos también miran las profundas cicatrices de antiguos combates allí dentro aún late el corazón y corre mucha sangre por las venas ¡es un gran espectáculo! Mañana volveré a mi tumba para verme vivo. “Llamada” La hora llama todos los días a la puerta de mi pobreza para pedir pan. JORGE ETCHEVERRY, “Cuando se acabaron” Cuando se acabaron las imprentas y los mimeógrafos quedaron la papa, el jabón, el corcho Cuando se hubo terminado con los mítines quedaron las parejas de enamorados las iglesias y los cinematógrafos Cuando se acabaron los centros comunales quedaron las cárceles, los clubes de rayuela los encuentros casuales en el centro Cuando se acabó la carne, el pan, la leche nadie vio la parada militar aquel dieciocho. “Cuando se marchó” Cuando se marchó la literatura con las cenizas de los últimos libros comenzó a florecer una palabra empapada de sol y sangre copiada al reverso de los boletos de micro susurrada de boca a oído en los cinematógrafos Mientras ellos se paseaban por la doble hostilidad de las calles con sus tijeras de cortar lenguas y los locutores inventaban un silencio hecho de palabras NAÍN NÓMEZ, “Especialistas en literatura y lingüística” Empezaron por apretarle la cola a las palabras no para hacerlas rugir sino para que chillaran hasta el infinito las dejaron convertidas en un guiñapo más tarde les zurcieron la espalda para que siguieran existiendo finalmente las encerraron en pequeños compartimentos estancos para que se quedaran inmóviles luego las agruparon según su debilidad o su hobby favorito las pervirtieron y les dieron padres que creyeron auténticos las ensalzaron las degradaron las remitieron a sus propios juicios y opiniones les dieron de comer con sus propias células las tornaron exactas las llenaron de primos hermanos fabulosos les inventaron un lugar en la historia les buscaron antropólogos sociólogos y sicólogos las incorporaron a la ciencia para que crecieran seguras y dentro del sistema apoyaron su aparato con otras palabras que se fueron ensalzando a sí mismas como en una pirámide se sintieron padres hijos nietos y tatarabuelos de las palabras las manipularon las violaron las convirtieron en objeto las dejaron de nombrar para que dejaran de moverse las reprimieron hasta que sólo ellos se sintieron autorizados a decirlas formaron sus propios edificios de palabras empezaron ellos mismos a vivir como sus palabras las adoraron y yacieron con ellas ellas les dieron hijos que se juntaron en frases descomunales formando familias de manuscritos que crecieron en edificios ruinosos y al final cuando reprodujeron sus propias leyes a un idioma ya casi intraducible cada uno acaparó sus propias palabras dentro de sí cada uno se sentó a comer sus palabras cada uno lloró por sus palabras que ya nadie entendía cada uno se vistió con ellas cuidadosamente y salió a regar el evangelio Desde entonces todo transcurre en el silencio. FRANCISCO VIÑUELA, “Poema para el mundo nuestro” (fragmento) Dímelo en voz alta: hay memoria también en tu sueño, la casa de tus abuelos, la porcelana y el cuchillo el marfil en la repisa, esos besos arrugados en la piel de tu cara... tu profunda fotografía de niño, ya superada por la electrónica del tiempo! deshago tu futuro a golpes de esa memoria alfa y beta de tu computadora, ábreme la puerta búscame la puerta para abrir la pasada del tiempo, sagrado transcurso de los imanes, que no haya interrupción para los asuntos porfiados de los hombres, comprendes? se quebró el placer y en el agua quedó el hondo ahogo de mis gemidos! la huella que te falta, el pie errante sobre la nieve, en la noche de los eternos bosques, la gran estereofonia del silencio! y tú caminas con tus colores estampados, con las reliquias de tus juegos, en orden alfabético! Y luego: la hermosura del amanecer, lo borra todo otra vez, las palomas en tu balcón, la industria amarilla del sol madurando sobre las rosas de tu almohada! MANUEL JOFRÉ, “Los hombres que pelean se llaman” Los hombres que pelean se llaman Echeverría, González, o Sarmiento, de día visten como otros hombres, no llevan cruces en las frentes ni palomas en los bolsillos, simplemente, respiran la palabra libertad en cada aliento y convierten en selva cada jardín que se les cruza. Los hombres que en mi patria hoy pelean no se llaman Echeverría ni González ni Sarmiento sino que se llaman paciencia, esfuerzo y avance, no tienen nombre porque en sus varias vidas ocultas son conocidos por sus sonrisas nerviosas y sus miradas agudas. Los hombres que en mi patria hoy pelean se llaman entre sí compañeros, y la única vida va en esa palabra cargada de enseñanzas y tribulaciones; estos hombres de lengua hoy cortada, de mano aprisionada con un ojo enceguecido por la tortura con cigarrillos, tienen un nombre que no confiesan en la hora de su muerte; estos hombres avanzan cada día sobre sus tumbas con aliento sonoro y músculo desnudo; estos hombres lloran asesinados por la espalda y amigos desaparecidos, y de sus nombres comunes hay un humo verde que se levanta cabalgando ídolos, y de los nombres que usan surgen claves libertarias y con sus camisas se hacen vendas para los heridos, en sus nombres hay potreros cultivados con fervor y antonomasia, en las vocales suaves de sus rostros hay nuevos espacios, celestes y serenos, y el potro que los habita entre las rocas es nada más que un aroma igualitario y una sombra que se perfila en el pasado. Los hombres que pelean tienen todos un solo nombre que todos conocen en sus días y sus noches pero nadie pronuncia: de ellos depende la leche para la madre que amamanta y el ladrillo rojo para la casa del obrero; de ellos depende la extensión de la sombra de los árboles frutales en Aconcagua y la dimensión suave de la arena de Las Salinas; estos hombres con nombres de guerra y sacrificio, estos hombres llamados Ana y Ernesto, José y Fresia, son un pedazo de futuro sin nombre caminando por este presente de corazones destrozados por balas de soldados. “Chile: Entre sin golpear” Milagroso champiñón de bayonetas, pedazo curvado de nalga de mujer ofrecida entre oscuridades y lamentos, serenado paisaje de desierto y ola maldita que la muerte resiste en el Cabo de Hornos, vómito verde en una de tus cárceles, tesorera de selvas y amante de cordilleras, fruto y semilla, flor y raíz, sangre y torrente, lágrima y lluvia, farándula de amanecer y ácido, tripulación seria de auroras y balances, corroboradora insensata de trópicos y mares que mueren en silencio de arena; sangre que sube desde la tierra inundada aire de ceguera y tos, aliento de ángeles y dientes, tierra esclava y total, tierra del somos, del quizás y del siempre. NELLY HERRERO, “Mi pueblo” Mi pueblo está casado con la muerte. Y su anillo de bodas es un rubí de sangre. Mi pueblo celebró sus bodas bajo la noche de los oprimidos y lleva en los ojos un destello verde, porque verde es la esperanza en su plato de lágrimas. Mi pueblo en sus bodas no lleva campanas. Lleva en los labios el silencio que hablará mañana y en las manos la fuerza que trizará la espada. “La traición” La traición es una boca que sonríe escondida tras la tinta de la sabiduría. La he visto disfrazada de pacífica mensajera escondida bajo plumas de hipocresía. También la he visto disfrazada de amable caballero, de gerente, de juez, de senador, de general y policía. Es versátil y ágil con la cuchilla. Ama la sangre ajena y con sal de las lágrimas de los pobres sazona su comida. De la traición, tras la muerte, nada queda: nace para morir, existe para dejar de existir, destruye para ser destruida. Se azota contra el muro de cristal y la pureza de sus víctimas y finalmente cae, simplemente cae frente al tranquilo mirar de unas pupilas. LITERATURA CHILENA EN EL EXILIO 8. Octubre, otoño de 1978 JUAN ARMANDO EPPLE, “Exilio” A la memoria del flaco Valenzuela Muchos de mis amigos están lejos: unos desaparecieron en sus celdas otros viajaron a países remotos y desde allá se hacen señas con la mano. Pocos sabrán que ya antes de las balas y el olvido me fui quedando aquí en esta tierra que nos pertenece y que hoy parecía escurrirse entre mis dedos. ROBERTO BOLAÑO, “Bienvenida” Bienvenida a mi dormitorio de témpanos a la deriva Bienvenida a mis escaleras a mis trucos a mi ternura Bienvenida bajo este arco –Bienvenida a estos mapas confusos iguales a los sueños de un proletario borracho bicicleta cubierta de crisálidas que tu ojo registró en la infancia –Tú te has divertido, yo te he mirado desde las rodillas del asombro, sin aullidos, sin risas mudo como un niño rojo, o como una fotografía llena de historias (olores) que una mosca atraviesa de punta a punta Bienvenida a la noche de los pulsos interminables Bienvenida a las fiestas de los artesanos Bienvenida a las horas vacías donde sólo se mueven los callejones Bienvenida, sin embargo, al amor –Al amor terrible que entendía Quiroga, el amor de niño inmune a todo juego de palabras. Bienvenida a mi dormitorio abierto como un rostro después del temporal, a mi larga y difícil manera de entenderme –Que todo nos cubra, que todo sea manto para nosotros. Bienvenida a las capas carnívoras como flores carnívoras, a lo irremediable, y a los cuerpos que pese a todo, que pese a todo, sobreviven a los largos años de Contrarrevolución. Bienvenida, oh amada, a los largos años del desempleo y los motines Bienvenida al hambre y a los poemas de amor. Bienvenida a los poemas miserables a los poemas parpadeantes a los poemas extáticos de la intranquilidad. Que todo sea intemperie para nosotros, que no tengamos ningún tipo de coartada Oh amada, de esas agujas extraeremos algo de luz, de esas cabelleras extraeremos algo de paciencia Somos después de todo, hermanos de nuestros cataclismos, de esos ojos extraeremos algo de mito Bienvenida a los amantes que se abrazan en medio de una multitud, y sólo son vistos por niños soñolientos –Bellos niños soñolientos que parecen lagartos inmortales detrás de las ventanas Bienvenida, y adiós, ¿de qué manera te recordaré cuando tenga 30 años? ¿Cómo serán los sueños de los condenados a la horca sino constelaciones, sino el asombro de una música infantil de animales sueltos en un barco que poco a poco se va coagulando? Oh amada, en distintos países, sin noticias uno del otro, hemos de cruzar lo mejor que podamos los años de la Contrarrevolución Bienvenida entonces, bienvenida, bienvenida, al jade y a las tiendas levantadas de noche, a los quinqués y a las miradas dulces, a las imágenes de nosotros mismos que vuelven a encontrarse, y a los cuatro puntos cardinales. JAIME VALDIVIESO, “Presencia del Che Guevara” Pido la respiración más pura, más entrecortada y honda para hablar del Che Guevara; pido hablar del agua, del aire, de su presencia cotidiana como el aire y como el agua. No quisiera invocar al héroe pegado a las murallas, no al guerrillero detenido a la distancia muerto el guerrillero Quisiera hablar del niño como todos los niños, del joven de pelo castaño caído en la frente sentado dos bancas a la izquierda compañero de todos los adolescentes. Del hombre que dejó la ciudad olvidó su diploma y salió a pie, en motocicleta (y luego en una balsa) por los senderos del maíz y la malanga buscando al hombre en los huecos de la lepra. Naciste Ernesto Guevara de la Serna último eslabón del lobo, primero del hombre verdadero que tú mismo comenzaste arrancándote la piel a espinas y a barro y con el pan y el agua diarios. Niño de cuna urbana ya te preparabas en secreto, sin saberlo, en Alta Gracia y Buenos Aires, junto al tablero de ajedrez en los desvanes y tejados o aguantando la respiración en las canchas de fútbol y por los barrios solitarios. Pero en alguna parte había una estrella roja señalando hacia la selva, hacia las alturas del Cuzco y Machu Pichu donde se ahoga el aire, o hacia el fondo de la tierra donde aún palpita el pecho de los mayas. Así fuiste llegando, poco a poco, al cruce exacto del camino; primero en Guayaquil y luego en Guatemala (donde perdiste tus peones contra los reyes bananeros), hasta llegar a la pólvora y al acero como podemos llegar tú y yo, sin Marx ni Lenin, sólo siguiendo el declive del látigo y del hambre u observando cómo sube el oro desde la sangre hasta su más odiado brillo. Olfateaste la historia antes de la historia, antes de nacer, Che Guevara, médico de campaña compañero de Raúl y de Fidel mestizo de hierba y de caña. Luego fuiste la historia la anécdota, el mito, pero debías cruzar la isla y seguir de largo. Después, serías el terror o la esperanza a toda hora debajo de las piedras y en las sombras del agua de todas las selvas. Hasta el momento en que volverías a nacer en ‘La Higuera”. No supo el soldadito que con el primer tiro de gracia despertaría de su último sueño a todas las bestias de la ciudad y de la selva: desde ese mismo momento un nuevo fantasma de carne y huesos instalaría su tienda en medio de la frente de todos los hombres. Destinado a vivir sin cerrar los ojos la vida será tu destino: no hubo oro con que comprarte ni pólvora con que asesinarte. Dueño de todos los tiempos y lugares no necesitas ya teñirte el pelo para perderte: nacerás todos los días y cada cien años con cualquier nombre con cualquier cabello. Fray Bartolomé te llamaste cuando medías todas las islas con tus sandalias, luego Tupac Amaru entre las llamas y Martí y Sandino entre barrotes, y ahora y mañana hermano y compañero, tú lo dijiste, de cada joven ‘que tiemble con una injusticia’. Serás cada día el sueño de una espada la justicia de un fusil que busca destruir la muerte al despuntar el día junto a un pastor y a una cabaña de adobes. Ahora cada vez que se detenga la sangre y alguien respire más hondo estarás entre nosotros; cada vez que alguien cierre un puño y mire una estrella estarás entre nosotros: cada vez que alguien hable del agua y del aire estarás entre nosotros; y cada vez, cada vez que alguien se siente ante su muerte la mire frente a frente hasta borrarla, y luego se siente ante su vida frente a frente y salga en busca de otra vida estarás entre nosotros. SERGIO MACÍAS, “La Revolución cumplió sesenta años” La Revolución cumplió sesenta años. Yo casi los 40. Pero ella es más joven. Su primavera siempre es nueva. Cuando yo cumpla la edad más avanzada. Ella seguirá resplandeciente. Con mayores bríos. Y cuando yo muera, me cubrirá con su gran bandera roja, como el último crepúsculo que se empozará en mis ojos. Como una rosa inmensa. THITO VALENZUELA, “Capítulo Historia” La Historia camina contigo o sintigo. Y si no camina corre. Y si no corre vuela. “Cajón de los recuerdos” Te introduces al cajón de los recuerdos en lugar del cajón de los olvidos y ahí no más te quedas con la boca abierta en mitad desa catedral “Manos” Y la mano de la reina de bronce, Henry Moore abandonada en medio de una vitrina en medio de un quinto piso en medio de una ciudad desconocida, entre la perfección de los ascensores y los ojos circuito-cerrado girando por todos los rincones computándote envasándote. LITERATURA CHILENA EN EL EXILIO 9. Enero, invierno de 1979 BRUNO MONTANE, “Exilio” Supongamos que en Paris –gris capital francesa al desafío intelectual latinoamericano –Un Sueño– los poetas surrealistas desmenuzan los manuales de lógica matemática mientras el sol arde a borbotones hundiéndose apocalíptico en medio del río En cada cuarto de exiliado del alma (hasta Pablo de Rokha y la Violeta Parra) las sombras se oscurecen como en viejas fotos todavía vivas: ‘Pero no quisimos venir de verdad, sólo que el agua de las lluvias espejeando en nuestras ganas de otro país nos trajo hasta acá –para poder mirar mejor a lo lejos: La Plaza de Armas, Recoleta, San Pablo con Matucana; y nuestro río de medio metro de profundidad para los angustiados suicidas que después de mirar el agua optan por pegarse un tiro’ Supongamos que en París, amarillas las calles hacia la tarde, no saben que existe América Latina y copulan los jóvenes una leve angustia de otros días Pero resulta que sí saben: aunque un golpe de estado y una revolución de Mayo recuerden cuestiones muy distintas En Chile, dicen, mataron a 30.000 personas y otras 100.000 han estado presas Y el sepia inconfundible de la sangre nueva flotando sobre el agua de la memoria Para Toda La Vida Supongamos que París fue otra cosa tanto para la Violeta Parra como para el viejo De Rokha que comiendo ensalada de tomates con cebolla dilataron la garganta, el alma, con vino color sangre extraña mientras cantaba la guitarra de la mirada en el Barrio Latino En Otro Tiempo “Informe no tan personal” Esta noche como cualquier noche, o no tanto, como hombre tan lejos de ti mismo: Tu Mundo, piensas en el amor más grande o en el desamor de tu desarraigo. Porque tantas veces caen hirviendo dentro de los azules lagos del pasado; y tú cantas el pensar en tu tierra tan terrible por lo que les pasa a todos: amarillos muertos hundidos medio cuerpo al atardecer; o la gente que va de vacaciones respirando un aire diferente al de la relación de las celdas –Lenta Muerte Hacia Adentro– Cuando los menos heridos encienden un futuro feliz a medianoche en cualquier lugar de las calles, en un roce de manos (furtivos papeles); o en el aceite negro sobre las armas a calentar junto a la rabia de la señora que va al almacén alegando su historia: el estómago vacío y su hijo muerto. LITERATURA CHILENA. CREACIÓN Y CRÍTICA 15. Enero/Marzo, invierno de 1981 PABLO NERUDA La tierra surge como si viviera en mí, cierro los ojos, luego existo: cierro los ojos y se abre una nube se abre una puerta al paso del perfume: entra un río cantando con sus piedras, me impregna la humedad del territorio, el vapor del otoño acumulado en las estatuas de su iglesia de oro y aún después de muerto ya veréis como recojo aún la primavera, como asumo el rumor de las espigas y entra el mar por mis ojos enterrados. JORGE SOZA EGAÑA, Diez poemas “Por el mundo” Nos quedan para siempre aquellos instantes radiantes. El cielo recién azul, la espuma del mar. Y el viento que nos trae las palabras de todos los que se aman. Tal vez sea ésta mi última noche. Todavía quedan algunas estrellas en el cielo. Pronto llegará el viento del sur. Piensa en mí, cierra los ojos un instante. Con el viento te mando mi último mensaje: ¡te amo! Cuando abras los ojos ya me habré ido. Recuérdame siempre con un vaso en la mano brindando por el mundo. “No haber vivido lo suficiente” No haber vivido lo suficiente para amarte como te amo ahora. No tuvimos tiempo, es cierto. ¿Recuerdas el manzano que plantamos junto a la ventana? Debe estar cubierto de flores. Son para ti, amor: es lo único que puedo darte. Si algunas vez sales libre riégalo siempre y piensa en mí. Pronto nos vendrán a buscar. Sólo tu rostro vive en mi corazón. Te amo más cuando más se aproximo la hora. “Alerta” Sé que a esta hora andas por la calle repartiendo tu alma. Si vienen las bestias no temas. Mi corazón está alerta. “Desde entonces” ¿Recuerda aquella tarde llena de tanques cuando apareciste de pronto con tu vestido celeste? Te amo más desde entonces. “Tu cuerpo” Sólo quiero pensar en ti, recorrer tu cuerpo de memoria. Cuando llegue la hora recordaré ese primer día. “Un pedazo de cielo” Aún nos queda un pedazo de cielo y unos cuantos centímetros de sol. Cada noche las estrellas nos hablan del mundo. A veces el viento de la pampa colma nuestras celdas de canciones. Entonces mi corazón rompe los barrotes y sale a buscarte por la tierra. “Siento” Siento que alguien te persigue. Escucho sus pasos en mi corazón. Detente, no hables. “A esta hora” El sol está enterrado a esta hora. En cada ventana la noche acecha con un fusil. Presentimos los ojos vigilantes. Los pasos que se acercan y se alejan. Debajo de la almohada llora aquella mujer de vestido amarillo. En las gradas sombrías del estadio se escucha la guitarra. Cuando llega el alba alguien falta en la fila. Quizás haya desaparecido para siempre. “Pienso en ti” Cuando miro las alambradas que nos cercan pienso en ti. Cuando veo las sombras de los verdugos bajo la luna pienso en ti. Cuando escucho las botas que se acercan pienso en ti. Cuando oigo los disparos en la pampa pienso en ti. Cuando las metralletas nos apuntan al corazón pienso en ti. “Perdóname” Cuando todas las estrellas se apagaron comenzaron los disparos. ¿Quién faltará a lista mañana? Perdóname, amor, porque anoche no soñé contigo. MAHFUD MASSIS, Siete poemas “Vergüenza” Vergüenza de vivir. Ser un pólipo en esta oceanía de sangre, abandonado ya, sin armazón, cuando sólo quisiera celebrar la pascua del asesino, porque no existe más salvación que la trémula ira, ni más alfombra que el cadalso, ni otro hoyo que el mar. No hay más gallo que este muerto que canta al lado mío. ¡Oh, qué modo de vivir tocando a cada instante la cabeza de un niño podrido! “Hay algo todavía por hacer” Ahora, lo confieso, me cuesta a veces sostener esta piel, se me cae, quiere bajar sola la escalera, meterse por ahí, hablar con los gallos muertos, pero hay un huevo rojo pendiente todavía, cosas por hacer, decir palabras por las que otros hombres lloran, y entonces me aprieto el cinturón, empujo mi esqueleto lleno de arroz frío hasta esa eternidad que nadie ve y me sostiene más allá de la muerte y la estólida ira, y doy luego mi espalda al aire alicaído del ropero, donde mi chaqueta definitivamente colgada aguarda con la lengua afuera el escalofrío final. “Milord” Milord, un niño pide pan en la boca del horno. Siga chupando no más la teta colorada, que Dios perdona. Sin embargo, ajústese el pantalón, le digo que será arrastrado. ¿Dice que industrializará el mar? ¡Ay, es demasiado tarde! Ahora dice “quiero dormir”. Solamente dice. (¡Su nuca de algodón!). Pero estará solo. Será un charco apenas en medio de la misa. Un niño con la mano cortada. Sólo un paso, no más, milord. Sólo un paso.... “Todavía se mueve” Estoy vivo, oh Dios, estoy vivo, y tú, encendida, aquí a mi lado. Tu cabellera se diluye en el atardecer de topacio y duro oro. ¡Estás desnuda! A veces, mientras dura la noche, te escondes en mi pecho ronco de penas y de tempestades. Pero mi traje sigue caminando, saludando al transeúnte glacial. Tose como una piedra. Todavía puedo llorar, llamarte a gritos, pedir la sopa. Besarte, sacarte el corpiño a veces. Relinchar cuando se paran los relojes. Y pienso que nadie me quitará lo bailado cuando venga el Hombre Malo con su bolsa de arena. “Invocación al mar” Barre esta piojera, oh mar, ¡SEPÚLTANOS! Estamos ya definitivamente asados sobre la tierra, sin amor bajo la furia pálida. Ahoga esta injusticia, oh mar, esta luna amarilla. Sale de noche como un toro blanco de su orquídea negra. Destruye con tu pie mojado esta tristeza, el escorpión de la sigilosa memoria, esta marcha con el ceño partido, buscando amigos que enterrar. Levántanos sobre los túmulos del vapor, sobre la yema podrida de la miseria, y rompe nuestra vigilia, este eléctrica soledad de las cabezas alargadas, porque de verdad, estamos solos, definitivamente solos, pero definitivamente solos como un huevo de sangre echado sobre la piedra. “Treinta monedas” Me ofrecieron treinta monedas y dije NO, Me ofrecieron trescientas monedas y dije NO, Ellos dijeron SÍ. Se hicieron poderosos. Se pusieron alas de porcelana. Pantalones de cuero de cocodrilo. Me puse entonces a aullar en los cementerios. Escribí poemas en papel de lija. Tenía un perro, un padrenuestro para mí solo. ¡Han pasado cuarenta años! Los dientes se me pusieron negros. Soy ahora millonario en gotas de sangre, en herraduras. Ellos siguen contando su dinero, se mueren los viernes. Estoy demasiado viejo para cambiar de rabo. ¡Me moriré con los ojos puestos! No cambiaré de ombligo. No compraré ni venderé nada. El diablo se haga el sordo cuando suene la hora de los cascanueces. “No hay que agitar la cola” Amigo Mahfud Massís, no te inquietes, no agites la cola como un perro, ahora que nadie pronuncia tu nombre. Cada poema se agusana a su debido tiempo. Pero estoy seguro algo quedará de ti, un trozo de solomo, una metáfora roja, que alguien olfateará bajo la esfinge desnuda, llevándose en el hocico el último pedazo de cielo que no mojaron los hisopos. LITERATURA CHILENA. CREACIÓN Y CRÍTICA. Julio/Septiembre, verano de 1981 CLAUDIO GIACONI, Poemas neoyorquinos “Fotos Polaroid” En los contrafuertes de Germantown et environs sobre acera de Lexington y 83 cae de culo contra el pavimento petimetre que resbala en cáscara de plátano. Una anciana semiinválida de sonrisa beatífica desmigaja pan para las palomas esperando que la levanten en su vuelo en la acera de Lexington y 83. Pasa una rizada madre casi adolescente se divierte de lo lindo con su travieso pequeñuelo. Algo más allá pareja de octogenarios arropados toman sol en sillas plegables en medio del fárrago impetuoso de Lexington y calle 83. A cuatro cuadras en Segunda Avenida como mi pastrami en la delicatessen judía. Con gafas que apenas se sostienen sobre narices diminutas padre de pelo blanco e hijo de barba negra con aire serio hablan acodados en mesa vecina. Padre e hijo no sonríen por ningún motivo. Avenida abajo reinan los fantasmas del Imperio Habsburgo la constelación de la fiambrería austro-húngara anuncia orgullosa pollos paprikas y cecinas de caballo. Siniestros bares gangsteriles por Yorktown y las 70 vampiresas añejas ninfas borrachas cromagnones buscarroscas. En bares eslovacos momificados en el tiempo parroquianos escuchan tiesos fanfarrias militares palinodias patrióticas de la época de Francisco José. Rotundos restoranes moldavos menú ganso reseco afables dulcerías austríacas por la 86 atendidas por ancianas sonrosadas de aire saludable. Everywhere Irish pubs everywhere. Podría usted decirme para qué estamos aquí caribeño copa en mano pregunta jovial en el mesón. Con qué fin hemos venido aquí. Estupor desconcierto en Irish pub de calle 86. En mi vida había visto tanto loco suelto. Válgame Dios dice recién llegada en español. En la caja pago mi pastrami. Four fifty eight out of ten. Trata de trampear en el vuelto la vieja arpía. Dejo propina zumbón saludo a la salida rehuyendo ojos la vieja harpía se despide y no como la anciana artrítica llevada ya por sus palomas al cielo de Lexington y calle 83 esta otra se aferra a la tierra con garras de buitre. La radio locuaz urbi et orbe imparte un glorious weekend for you en este viernes solitario y gris en los extramuros de Germantown et environs. “Concierto de las naciones 1980” 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30. 31. 32. 33. 34. 35. 36. 37. Se cubaniza Nicaragua Se nicaragüiza El Salvador Se salvadoriza Guatemala Se guatemaliza Honduras Se honduriza Chile Se chileniza Bolivia Se bolivianiza Argentina Se mexicaniza Venezuela Se venezualiza Ecuador Se ecuadoriza Perú Se peruaniza Brasil Se brasiliza Argentina Se desnacionaliza Chile Se entroniza Paraguay Se paraguayiza Uruguay Se idiotiza Argentina Se remoza Brasil Se somoza Chile Se chileniza Uruguay Se mexicaniza USA Se americaniza Brasil Se mimetiza Argentina Se bolivianiza El Salvador Se jibariza Honduras Se salvadoriza Chile Se colombianiza Perú Se chileniza Colombia Se puntualiza Brasil Se panamiza Chile Se americaniza Bolivia Se chileniza Argentina Se brasiliza México Se bolivianiza USA Se pulveriza México Se allendiza jamaica Se imbeciliza Chile Se paraliza USA 38. 39. 40. 41. 42. 43. 44. 45. 46. 47. 48. 49. 50. 51. 52. 53. Se canadean los canadienses Se finlandiza USA (Se colonializa Puerto Rico) Se chicaniza USA Se latiniza USA Se ennegriza USA Se nicaragüiza Paraguay Se zimbabweíza Brasil Se cocacoliza China Se quebequiza USA Se maoíza Tanzania Se nacionaliza Canadá Se hitleriza Israel Se balcaniza USA Se sudafricaniza Brasil Se cubaniza Puerto Rico “Sucede” La gente cree que vive una película de Kojak gente menor que quiere verse mayor gente mayor que quiere verse menor gente que actúa roles equivocados. Soy amigo de la espuma y del sol comiendo en restoranes mediocres aterrado siempre de morir atragantado con espina en el esófago. De repente sentado en restorán-terraza se ve pasar a alguien igual a Jorge Berti o Jaime Laso como si fuera de nuevo Los Alemanes, año 54, calle Esmeralda, Schnitzel a la Holstein sólo turbas animalescas en exhibición de calzones deportivos. En esta ciudad sólo grandes crímenes suceden quinceañero convierte en tea humana a anciana de 82 el desplumadero multinacional hace su agosto por Walt Street y Madison. Conciertos cultura se anuncian en el New York Times pero la cacofonía caca del transistor reina suprema y ay ay del que reclama bang balazo en la cara o zass rebanada en el vientre. En Kansas City, Missouri, las cosas no están mejor envidioso del don de lenguas Mercy Murder, músico punk, estrangula a loro bilingüe. OMAR LARA, Poesía “Llave de la memoria” He sentido a medianoche el olor de la madera podrida de Boroa y el olor del chilco que crece en los cerros de Imperial, y que las mujeres buscan secretamente ciertas tardes de cada mes. Son las llaves para abrir una puerta. Y otra llave son tus ojos sin paisaje y ese muchacho que ayer bebió conmigo y escucho la historia de tu irrealidad brusca. He sentido el galope del río (despierto a medianoche por la lluvia imprevista) y escuché claramente las voces de sus muertos navegando en dirección torcida. He robado así otra adivinación de mi tierra otro galope de aroma funesto. “Hijo” Vendrás un día y te preguntarás con qué derecho te he traído a este lado de la realidad. Huelo el futuro y me ve tu mirada rencorosa y ardiente removiendo la duda el fuego de la duda. Desde luego las razones son tuyas y aquí están mis mejillas el polvo de mis mejillas para que el viento azote en tu nombre y el mío nuestro pobre recuerdo. “Eres el rostro de la ciudad” Eres el rostro de la ciudad en este día sin nombre. Las estrellas brillan malignas a través de la fría niebla y su color hiere los ojos como un aviso siniestro y melancólico. Pasa un grupo de jóvenes cantando cantan suavemente y una voz chilla silencio. Así el silencio se hace otra vez tú eres el silencio de la ciudad. Alguien trajina mis bolsillos y los despoja de las últimas monedas lo mismo ocurre a otros fantasmas que se dejan hacer nada importa tú eres el hastío de la ciudad. “He encontrado una muchacha en la calle” He encontrado una muchacha en la calle, La conocí hace tiempo en un lejano país. Recordamos que pudimos habernos amado. En ese tiempo. (Hoy en esas ciudades en que un día vivimos crecen muertos y una historia se hace en silencio.) Hemos cortado ramos de un arbusto es como el cedrón y de nuevo nos abandonamos a aquel tiempo en que pudimos habernos amado. Ese tiempo. He encontrado una muchacha en la calle. “De esa ciudad” A veces me acuerdo de esa ciudad, de algunos acontecimientos en esa ciudad: jóvenes alegres cabalgan por los puentes sobre las barandas de los puentes sin ánimo de nada, sólo para asustar a la amada que venía detrás, mirando hacia otro lado. Me acuerdo del Mono y de una película que filmó varias veces, de mentira, y de unos pescadores y de un pianista ciego. Esa ciudad todavía figura en el mapa, muchos sostienen que existió de verdad con lo que estoy totalmente de acuerdo. Incluso conservo una tarjeta postal muestra una carretela, un río el comienzo de otro puente por donde pasaban los camiones cargados de raras figuras con la vista negra negra. “Escuchado en un sueño” El humo de las fábricas tiñe de negro las sandalias de las golondrinas. “Recuerdos del futuro” Esperábamos los acontecimientos envueltos en gruesas mantas ociosos, desvelados quemábamos cientos de revistas y en el día nos peinábamos cuidadosamente. Hechos y cosas reales se volvieron irreales y viceversa descubrimos que el miedo es fuerte y fraterno suelo escuchar aún llantos y cantos veo espaldas despedazadas y no olvido varias palabras que nacieron entonces. “Parque de los recuerdos” Las parejas se duermen en el pasto y despiertan después de algunos años desencajados abominando el uno de la otra pálidos como saliendo del fondo del mar. Un espeso vapor recubre el musgo miles de cuerpos se levantan gimiendo se huelen se desconocen se sientan en la tierra. A hora creen escuchar una música conocida se arreglan el cabello podrido y danzan con gestos frenéticos y la luna aparece y se lanza sobre ellos como una alegre paloma. LITERATURA CHILENA. CREACIÓN Y CRÍTICA 17. Julio/Septiembre, verano de 1981 PATRICIO MANNS, “Me apodero de Ud. de espejo a sueño” Imagino que ya sabe quién soy. Imagino que ya sabe que le acontezco, habiendo destituido sin ninguna ceremonia particular el barro de los pies de sus húmedos semidiosecillos en la arteria capital de los pantanos idolátricos. Alejandra: ¿por qué? Así como la mar se cae al hombre y se ahoga en él, se cae la cuerva hacia y en torno del cuervo para rodearlo de plumas, enredarlo de carnes y de huesos, ahorcarlo en duro esfínter hasta terminar fecundándose vallejamente a sí misma, tal yo la apialé a mi puerta en movimiento uniformemente acelerado, a mi casa caracola, enigmática y rodante, y así me convirtió Ud. a la secta de su orgánico ébano parcial. Alejandra. ¿por qué no? Era cuestión de andar en curva recta, de vigilarlo todo con los ojos cerrados, de considerar los adelantes cáusticos, los lados equiláteros, los atrases rústicos restringiéndose en la sopa caudal del tiempo muerto, para encontrar el humus de sus sandalias retroactivas, y sentarme a comer en el dintel de la puerta de esa casa donde Ud. estaba, con una manzana debajo de la gorra y una gorra aplastando la pirámide. Alejandra, le dije: ¿Por qué no construimos? Y pues, sintiendo el olor de mis mordiscos que tarareaban en la fruta, Ud. salió y me puso encima, para amedrentarme, su par de almendras que indagaban mucho, su cabello retinto como noche fueguina, su ronco argentinazgo, su frente recontrasudamericana, pero debajo de ella, una boca riendo sin remilgos, y más abajo, aún, el manjar suculento de su cuerpo entretanto ataviado hasta el pescuezo (pues llovía), ordenando sus próximas premuras y la estirpe convicta de su cálido modo de programar el vamos. Alejandra, insistí lluvioso: ¿Por qué no construimos una? Después, ha continuado promulgándose el asunto tribal, las lecturas congénitas, la ansiedad sindrómica, el robusto muérdago totalitario, la garantía atávica del fauno episcopal, la aventura gozosa que humedece las articulaciones de la vida, la vida manzanaria, los atuendos del alma, el contagio, la sed, la desnudez. Más hondo, la gana tremebunda de coger el martillo y clavetear con besos la madera contrita, y coger el serrucho y trozar los espasmos en las vigas álgidas, y la escopla turbulenta y pulir el juramento en su estertor, su cartílago nupcial, los resabios morales de la copulación, y también la vandálica escofina a partir de la cual el aserrín aflora de la piel. Y en fin, cada herramienta, cada esfuerzo tenaz, cada reiteración de movimientos en –por ejemplo– un Cro-Magnon matando su oso cotidiano, un Neanderthal modelando sus hijos, su bufido enciclopédico, su alimento, su estructura, su lanza, su desvelo, su calzado, su mamouth, su escondrijo, su asentarse amenazando hierático un crepúsculo on el fémur del enemigo muerto. Y nosotros amándonos ya y desnudos todavía en el zaguán periférico de París, cromagnoneando, neanderthaleando, sin techo ni cornisa ni escalera ni avión ni balaustrada ni cama ni desván ni escopeta ni tanque ni sillón ni portón ni lámpara ni hamaca ni vitral ni sendero ni rosa ni bazooka ni excusado. Me apodero de Ud. de espejo y sueño. Alejandra: puesto que lloverá episódico otro invierno, ¿por qué no construimos una casa? EDUARDO CARRASCO, “Absurdo” Sin fondo como en un mar el tiempo pasa. Mi vida buscando territorio atando cabos uniendo sobre nada. Y yo muriendo huellas, pasos perdidos para nadie. “Técnica” Cae la lluvia. El hombre inventa el paraguas. Bajo el paraguas el hombre sonríe porque cree haber dominado la lluvia. Pero la lluvia sigue cayendo sobre el paraguas. “Neruda” Otros cruzaron el mar de parte a parte y no lo vieron. Descubrieron continentes, países azules, islas bienaventuradas, pero jamás se encontraron frente a frente con el mar - avilloso. Sólo tú te paraste en una roca cualquiera y en posición entera lanzaste tu mirada silenciosa hacia la arquitectura de las olas. Allá, detrás del verde, más allá del puñal del arrecife alzaste tu palabra a lo invisible y nos dejaste un signo como el viento hacia la historia eterna de las aguas. “Indignación” El transistor no alcanza la penumbra, ni la muralla de concreto el borde de la noche, ni el abismo la partícula inmarcesible hace poco de nuevo dominante. Pura luz es la ley continua claridad aletargante para lectores de periódicos o diseñadores de la fantasía principal. Nada de sueños. Nada de interrogaciones sobre el tiempo. – ¡Sigamos construyendo pedestales! – pronuncian los más sabios – ¡Sigamos la consigna del cimiento! – y uno tras otro su clavel rojo en el hueco prescrito de la muerte. Yo me elevo hacia el palo de mesana pongo mi mano sobre la frente para protegerme del descubrimiento y grito con todas mis fuerzas: ¡Perro a la vista! “Espera” Desde el 11 de setiembre de 1973 estoy parado en la esquina de Saint-Michel con Saint-Germain esperando que pase la Pila-Cementerio. “Proposición” Propongo que Pinochet renuncie. Es simple: Basta que firme este papel y envíe una copia certificada a la oficina de la UP en el exterior. ¡Nosotros nos encargaremos de avisarle a los demás! DESIDERIO ARENAS, “Retrato vertical de la violencia” Miedo es aquel espacio exacto que separa dos cuerpos que se abrazan, porque después será el vestirse de prisa, el observar sus siluetas a contraluz y darse tal vez cita para el día siguiente, para el mes siguiente, para reencontrarse en un orgasmo efímero después del cual no quedará nada, sino un silencio vagamente indecente. El silencio es la prehistoria de la música. Es preciso inventar un lenguaje nuevo sin palabras, sin sintaxis, sin diálogo; un lenguaje del cual estén proscritas todas las expresiones que pretenden hacer del hombre un animal social. Es preciso inventar el esperanto de la soledad y renunciar de una vez por todas a la pretensión de asimilarnos a una maquinaria anónima sometida a la aceleración constante de la masa en el vacío y que desaparecería si llegara a alcanzar la velocidad de la luz. Es preciso inventar una dialéctica concebida en tonalidad de Re Mayor: al alto interés del Estado opongamos el aun más alto interés del individuo; a la metodología ciega opongamos la mitología griega con sus dioses caprichosos y disidentes que solían ser más humanos que los mismos hombres. ¡De los ismos, rescatemos sólo los abismos! Una definición estrictamente enciclopédica afirma que el hombre es un animal razonable, pero la ciudadana Razón es, hoy día, una prostituta vieja, con los labios demasiado pintados, con las piernas demasiado fatigadas de tanto abrirlas a diestra y siniestra y con quien ya nadie sube a un hotel por temor a contagiarse con su sífilis. Antiguamente, los artistas tenían la costumbre de morir tuberculosos, hambreados o, simplemente, alcohólicos. She loves you, Yes: el 8 de diciembre de 1980, en New York, una P 38 vomitó su pánico contra el cuerpo de John Lennon. ¿Y por qué no, después de todo? Los apóstoles de la paz son perfectamente anacrónicos con sus túnicas blancas y sus sofismas bíblicos dentro de un siglo que es rojo y negro por sus cuatro costados cardinales. Rojo, como las manchas de vino destiladas sobre las partituras de Beethoven; negro, como los cuervos que sobrevolaban las muertes innumerables de Vincent van Gogh. No es la pincelada la que define el estilo, como no basta un pañuelo rojo para hacer la revolución. Los antiguos gritos de combate son ahora consignas reaccionarias: Jesús no leyó jamás El Capital y Marx murió el 27 de mayo de 1871, en las barricadas de París, junto con todos esos locos hermosos que pretendían tomar el cielo por asalto, mientras entonaban Le Temps des Cerises. El Che Guevara tenía los ojos abiertos, pero ésa fue una ilusión que duró apenas lo justo, es decir, lo que tenía que durar. Dulce mía, pasión nefasta: ruega por nosotros, los reptiles, los que nunca nos atrevimos a alzar el vuelo porque era mucho más fácil, porque era menos comprometedor desplazarse a ras de tierra. ¡Dédalo era un terrorista! She loves you, Yes. El amor es una aberración de los sentidos, de mal gusto y ligeramente obscena. Te he amado durante diez minutos, sí, porque diez minutos es una vida completa con su nacimiento, con su muerte, sí, con sus multitudes, sí, con su raza histórica y con su risa histérica, sí, siempre sí, hermana mía, madre, amante mía violencia, sí, hasta que todo se vuelva vago e indescifrable como el fin del mundo, sí. LITERATURA CHILENA. CREACIÓN Y CRÍTICA 18. Octubre/Diciembre, otoño de 1981 JAIME GIORDANO, de “Eres Leyenda” Fragmento I Voces que sonríen a la distancia Puerta hacia la luz de los espejismos Teléfonos que hablan y responden Café que plasma tus entrañas Correo silencioso del que llegan cartas blancas Sorpresa de exilio entre motores velocísimos Cantar de la esperanza entre rincones azulados Movimiento del mundo detrás de fotos acumuladas en paredes altas y blancas Lápiz que recorre los gestos Bocas de voz vegetal Hojas verdes que asoman entre tus labios Carne sorprendentemente abierta por espejos fosforescentes Detrás de ti los ojos se iluminan de blancura tórrida Cámara sol que te abrasa Cámara luna que ablanda tus gestos Espejo de la maldad que se quiebra en mil sonrisas Surcos, grietas, palmas abiertas hacia arriba, voces otra vez Mi palabra traspasa tus oídos enterrados oh, misterio inmenso! Fragmento II Así te abrazo desde lejos y a través del silencio No te oigo, pero te espero. El humo se eleva al cielo por primera vez Vuelo que se llena de pasos y una puerta que de nuevo se abre hacia la espalda agrietada de la calle Azucena que nunca he visto en los ceniceros iluminados Despedidas de labios que vuelven a cerrarse y la luna que avanza, viaje persistente de la cámara sobre rostros inmóviles Cuerpo desnudo entre los focos que me encandilan Y el paso de las horas en la calle como ruedas vivas del mundo que todavía existe Fragmento III Entreacto que se prolonga como espera azul de tus gestos y de ¿por qué no escribirlo? tu sonrisa dulce recién encendida Fragmento IV (Dejas que tus dedos enhebren estos simples misterios Todas las ventanas dan a los tiempos agrestes que te cruzaron la cara Pasado y futuro te miran desde los cuadros La rosa es una promesa que no has olvidado) Fragmento V Pero ahora escarba en mí un crótalo azul Las tenazas se engarfian en la luz cálida de nuestro despertar Tu sonrisa poco a poco apagándose ya no me ilumina Dolor que se abre paso en gráciles despedidas el filo del tiempo sobre mis ojos enfermos labios tristes y secos de tu extraña ausencia Enredadera espesa que va de un lado a otro del mundo Fragmento VI El crótalo azul se despierta por las mañanas Salta de las sábanas. Se clava en tu rostro Tu piel se encrespa hasta su límite verde La sangre roja pugna por reventar y manchar tu piel Todo en ti se arruga tu pijama negro enronquece saltan los botones Mis palmas abiertas se estrellan contra ti HUMBERTO DÍAZ CASANUEVA, de “Los veredictos” Fragmento a veces no obstante digo digo en mi mano relampaguea un pan habiendo observado el triste milagro metidas en el agua fangosa tumbas de transfigurados seres brotan qué brotan? grotescas llamas enlutadas se oyen crujidos del más sagrado silencio hay gravideces en mujeres extáticas hay augurios de una apariencia de hombre hombre diario seguido por su espectro en mí resuena un piano de cuatro pezuñas derramadas es horrible mi estado remoto mi corazón está triste triste he rescatado un tembloroso insecto metido en una gota de miel he meditado en ello yo no digo sino lo incierto de lo que en mí se manifiesta yo rumio un rayo que me mantiene vivo pero escuchen mis oídos están llenos de campanas vesperales siento la fruición de formas terrenas que expande mi desvarío vibran facciones un poco embotadas viene la rigidez de la cera el hombre se diluye en hipos murmullos roces alguien ha muerto muerto la mano crispada sobre un puñal de alabastro una niña castañetea los dientes TAL VEZ UN MUERTO SEA UN HOMBRE DESMESURADO UN FAKIR pero los tiempos son otros hay manadas de muertos pastando en el vientre los abismales andan por la calle me acusan de referirlo todo a la purificación de la tiniebla me acusan de ser presuntuoso extrañado por lo inmanente cierto hay una distinción profética en lo que percibo diariamente no sabemos enlazar todas las señales yo digo pero tal vez no digo digo la presencia me ha desamparado yo clavo mi vuelo en un espejo descarnado y sepulto me causa una angustia tan grande mi obstinación en vivir mirando de reojo lo chamuscado yergo la cabeza ungida estoy expuesto a lo mágico absoluto la nada es una magnitud dentro de lo existente la no-nada ha mordido a veces mi nada HAN COLOCADO DENTRO DE MÍ UN PRODIGIOSO CEPO me pongo a comer carne asada ajos tomo vino sibilante (a mi lado una muñeca erizada de pezones está entrando en mi sueño) en mi sueño ábrense siete pórticos de bronce catedrales de arena ábrense despierto acunado por olas vírgenes de un mar en que se cuaja el horizonte ábrense los huesos del hombre pasmado y absurdo en mi pecho transido la terrible proximidad de lo visible en lo invisible la camella tiene líquidos sus rojos la tos fulgura yo doy un chillido basta con la sopa de opio! estoy rodeado de monaguillos estentóreos me siento risible en mi camisa de fuerza me acusan de pensar demasiado en la corporeidad de mi alma (a veces pienso que los límites de mi ser son imprescindibles son lícitos los trasciendo pero surgen otros cenitales límites) clavo mi cetro en los sillones dorados un águila picotea en mi hígado con andrajos prosigo en la senda de la rectitud RAÚL BARRIENTOS, de “Ese mismo sol” “Vieja bocamina” No hay despidos. No hay portero blanqueado. La fatiga dale que dale sobre el lomo, el látigo entrando al desierto, y el sol en un día de rabia sobre estos cerros, cerros del diablo: atravesaron el légamo del arcoiris y áridas arenas. D la noche arde el canto de unos huesos, piden pobre hierba, gimen sin aceite su porfiado nombre desde el día del tumulto, la porfiada rueda desde el día del tumulto, y el pabilo calcinado de un gangocho. Hoy por hoy unas patrullas vadean el río, alejándose hacia el sur. No hay portero. La noche arde, vigilada; brillan los huesos y el silencio canta por ellos. “En punto cruz” En los faldeos de la cordillera, las piedras de los hombres bien hombres, flores de hueso; bajo el cielo consagrado a la rapiña de unos pájaros, una línea de fábricas encadenadas –tres chimeneas lanzan tres cordones de humo–; y aquí, calles de los que entregaron su alma a unas flores de plástico y alambre, bruñidos hombres de un cemento a otro más frío, acicalados con el negro brief-case que al mar los lleva. En el cielo, punto cruz que una y otra vez anuncia el mal tiempo; punto cruz en las murallas, puertecitas y balcones; punto cruz colgado en las viejas camisas del patio o en los árboles sonoros del festival: allí la pica de Flandes señala un lecho de víboras. Y en la playa tomando el sol, las cuatro letras que dicen discoteque: mueren sus canciones en la cima de unas olas torcidas que retorcidas yacerán sobre las arenas de junio; óyelo bien, gaviota que vuelas en cruz, las arenas de junio. “Una y otra vez (A Oldal)” Torvo tufillo de larvas y torvo llanto de bestias que huelen el hueco del adónde, adónde: cómo ladran enganchados a la rueda, estos doce perros cómo ladran. Olfateando, acariciando lo simple a la pálida luz del globo, del nada que hacer: comen y carcomen. 1.- llanto muy humano 2.- manada que ladra 3.- molienda de hojas secas “Anuncian nieve, mucha nieve (B Oldal)” Con este sobrevolar de helicópteros –léase cuervos– se termina el otoño en Central Park, mataron a John Lennon (1940-1980): el mundo sigue yéndose, yéndose con qué frío de chino estafador. 1.- los trabajadores no cantan cuando salen de la mina 2.- vacas bramando contra el mar de Liverpool 3.- el mismo viento del poema anterior arrastra las mismas hojas en Strawberry Garden “Del infierno” Las calles desiertas, caldeadas: sólo sirenas policiales, índices del registro, sirenas de ambulancia sonámbula en la sombra y camiones de basura hurgando, perdidos. Todavía no aparecen los jeeps. Y un viento hediondo inunda las calles, sube a la ventana, entra en el mecanismo desvencijado, horada, horada la cañería, su médula. Todavía no aparecen los jeeps. “Ruinas” El gusano sube otro piso, llega a la azotea y deja su baba a merced de las moscas, las moscas del Dios pegajoso: llueve a 90 grados de pavor sobre edificios abandonados en el año del abandono y la fermentación; el Bronx va quedando fuera del mundo, su Padre es una rata empolvada con la harina que comieron los dioses y –hartos– la soplaron porque sí, en prueba de poder. Ruinas que significan eso, ruinas a los ojos de un gato asustado en la ventana. “Los mementos del super” 1.- Y la hija fue la madre hilvanada –la sábana, su trapo trapeador– y la madre, flor de ventanas y baldosas, los pétalos que las hijas bordaron en sus blusas bajo cantos esteparios, perdidos en la tarde de los cantos: 2.- sábana fue la memoria. 3.- De qué manera el cielo en esta calle, Stephanie, Stephanie, el viejo mar y la valija, la foto con su timbre. 4.- Así vino ella: como si una mano la estrujara sin medida desde lejos fue viniendo, –los rincones a barrer, las hilachas, habrá venido– resbalándose como si una mano le apretara su pescuezo, le volteara la cabeza, hincada quedó; hasta aquí llegamos dijo un soplo apenas, sin villancico. 5.- Un viento frío le barrió su por Diosito sin mesura. 6.- Le pusieron el maquillaje de la nada, el Lip Quencher del nunca más. Sería por último la novia frente a sus hijos: fría la pusieron. 7.- Enarbolaban inmenso canto. A la calle salían los cantos inmensos al modo del humo que sube a las terrazas y subiendo se aleja, se aleja. Toda la noche le cantaron. 8.- Toda la noche: pasa un bus, y un avión cierra la última palabra. Entre ajenas vigas, quién se esconde y gime de sexto piso para arriba? Estos ojos que no ven, Stephanie, Stephanie. Unos borrachos pasan. Y un avión. 9.- Amanece, se rompen las costuras bajo el peso del Dios de la Gran Pisada, le siguen sus acólitos con lánguido balido. Y barredores levantando polvo. LITERATURA CHILENA. CREACIÓN Y CRÍTICA 19. Enero/Marzo, invierno de 1982 ANDRÉS BELLO, “Elegía del desterrado” ¡Oh quién contigo, amable poesía, del Cauca a las orillas me llevara, y el blando aliento respirar me diera de la siempre lozana primavera que allí su imperio estableció y su corte! ¡Oh si ya de cuidados enojosos exento, por las márgenes alegres del Aragua moviera el libre incierto paso, o reclinado acaso bajo una fresca palma en la llanura viese alumbrar la bóveda azulada tus cuatro antorchas bellas, oh Cruz del Sur, que las nocturnas horas mides al caminante por la espaciosa soledad errante; o del cucuy las luminosas huellas mirase el aire hender, cual vagoroso ejército de estrellas, y del lejano tambo a mis oídos viniera el son del yaraví doliente, con que el yermo silencio rompe a la noche el amador ausente! ¿Y posible será que destinado he de vivir en sempiterno duelo, lejos del suelo hermoso, el caro suelo do a la primera luz abrí los ojos? Cuántas ¡ah! cuántas veces dando aunque breve, a mi dolor consuelo oh montes, oh colinas, oh praderas, amada sombra de la patria mía, orillas del Anauco placenteras, escenas de la edad encantadora que ya de mí, mezquino, huyó con presta, irrevocable huída; y toda en contemplaros embebida se goza el alma, a par que pena y llora! También humanas formas miro en torno, y de una en una crédulo las cuento, y el conocido acento de amor y de amistad oigo y retorno. ¿Qué es de vosotros? ¿Dónde estáis ahora, compañeros, amigos, de mi primer desvariar testigos, y de mis antojos vanos y deseos y locas esperanzas, que importuna burló como las vuestras la fortuna? Cual en extraño clima por el aire natal suspira en vano, a cual es fuerza que entre hierros gima, y a no usada labor ponga la mano; y de cuántos ¡oh Dios! de cuántos esta lumbre solar que aquí descolorida a un mundo exhausto da difícil vida, y en la margen opuesta del mar de Atlante hermosa brilla y pura, o la losa funesta dora, o los blancos huesos, que inhumana venganza abandonó en yerma sabana o en playa inhospital sin sepultura. ¡Ay! al alegre drama do juntos yo y vosotros figuramos, y los delirios de amorosa llama o de aérea ambición representamos, alegre drama mientras plugo al cielo corrió fortuna inexorable el velo. Vosotras a lo menos de esta grave soledad el silencio doloroso romped ahora, imágenes queridas; cual otro tiempo en plática suave usábades, venid, venid ahora, engañad los enojos de ausencia tanta: atravesad los mares, quebrantad los cerrojos del calabozo oscuro y de la huesa: de mi lamento importunada, suelte la cruda Parca alguna vez su presa. ¿Y qué más bien, qué más placer me aguarda fuera de esta ilusoria farsa de la memoria, aunque el volver, que tanto tiempo tarda, al terreno nativo, me otorgue al fin el cielo compasivo? Visitaré la cumbre, el verde soto, el claro río, y la cañada amena: mas a vosotros ¡ah! mirar no espero. No con alborozada enhorabuena saludarme os oiré; no al cariñoso regocijado seno he de estrecharos. Diré a los ecos: los amigos caros, la amada, el confidente, el compañero, ¿dó están, a dó son idos? Idos, dirán los ecos condolidos, y en mi Patria ¡ay de mí! seré extranjero. PABLO NERUDA, “Quiero volver al Sur” Enfermo en Veracruz, recuerdo un día del Sur, mi tierra, un día de plata como un rápido pez en el agua del cielo. Loncoche, Lonquimay, Carahue, desde arriba esparcidos, rodeados por silencio y raíces, sentados en sus tronos de cueros y maderas. El Sur es un caballo echado a pique coronado con lentos árboles y rocío, cuando levanta el verde hocico caen las gotas, la sombra de su cola moja el gran archipiélago y en su intestino crece el carbón venerado. Nunca más, dime, sombra, nunca más, dime, mano, nunca más, dime, pie, puerta, pierna, combate, trastornarás la selva, el camino, la espiga, la niebla, el frío, lo que, azul, determinaba cada uno de tus pasos sin cesar consumidos? Cielo, déjame un día de estrella a estrella irme pisando luz y pólvora, destrozando mi sangre hasta llegar al nido de la lluvia! Quiero ir detrás de la madera por el río Toltén fragante, quiero salir de los aserraderos, entrar en las cantinas con los pies empapados, guiarme por la luz del avellano eléctrico, tenderme junto al excremento de las vacas, morir y revivir mordiendo trigo. Océano, tráeme un día del Sur, un día agarrado a tus olas, un día de árbol mojado, trae un viento azul polar a mi bandera fría! PEDRO LASTRA, “Discurso acerca de la palabra” El sofisma es mi arma de combate: no hay discusión y todo lo confundo así como me enfundo y desenfundo y hasta convierto el agua en chocolate. Me autofascino yo con el dislate. Travestista del habla, a todo el mundo meto y saco del caos en que abundo: y quien reclame, líe su petate. Fuente soy yo de lo que nadie sabe. A mí no me preocupan los sucesos y la historia la escribo yo a mi gusto. No hay prójimo que valga más que un ave: yo le incrusto las plumas en los sesos con precisión que imito de Procusto. “Duermevela” Lo que vuela y se queda en la memoria no es un nombre son sílabas idénticas a un nombre paloma de la muerte. “Desnudo bajando una escalera” El ojo tiembla el ojo parpadea se obstina en retener la presencia desnuda que sube y baja por una escalera. Del mundo entonces como una escalera recorrida por ti: ascensos y descensos no desapariciones. DAVID VALJALO, “Septiembre” “La libertad es uno, el más precioso de los dones que el cielo dio a los hombres, y con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra –aquí– la tierra, ni el mar esconde.” A Zaragoza en rumbo Don Alonso Quijano, el de La Mancha. Miguel, escribe. Don Quijote, habla. Y Sancho escucha con sus dos orejas. Son cuatro siglos que han pasado en vano. Mira mi tierra para comprobarlo. “Zoología” De la flora, el poeta ya lo dijo: el benéfico boldo y su ponencia con el litre sangriento y su imprudencia. Sigamos y evitemos revoltijo. Descripción necesaria a precio fijo en zoológica lista de paciencia. No existen bestias dentro de esta ciencia que hagan daño a los hombres, ¡regocijo! Privilegio zonal en sus anales en país que no tiene entre sus lilas animaladas torvas y biformes. Los únicos dañinos animales –que el pueblo llama en su saber, gorilas– son las bestias que visten uniformes. MANUEL S. GARRIDO, “Poema” Desaparecerá la piel tensa y joven todavía Y esos músculos que sostienen el rostro Los cabellos arraigados perderán su fortaleza acostumbrada Y lo que quede tomará asiento Un abdomen flojo y dos arqueadas piernas Habremos de cuidar pacientemente. Una tarde caerá de mis manos el periódico matutino Entonces me abrazarán sus hojas extendidas Y yo penetraré sus páginas Como la última noticia. “Volveré” A esas calles Que el polvo oscureció su memoria Donde un árbol desollado Nos resistió con Antiscia Y me aferraré a su cáscara de madera. GONZALO SANTELICES, “Diario de un paranoico” Me voy, sólo me voy, a esperarme a otro sitio, a otro diario, a otra fecha incalculada. No vuelvo, ni siquiera a buscar mi paranoia, queda ahí entre vuestros ojos y el papel. Allí se rascará la nariz, se meterá los dedos en el cerebro, y saldrá una mañana cualquiera a contestar el teléfono. “Límites” Yo limito al sur con Neruda, al norte con una botella de vino, al este con un bosque descalzo de barro, y al oeste con una mariposa eléctrica. Por favor entren sin golpear. JUAN LOVELUCK, “Cernen de manos” Al principio de la Historia están las manos. Las manos de Galvarino el cacique, nuestro padre, cortadas por el invasor. Ercilla lo cuenta en su poema: son páginas de sangre. Las manos del Comandante, ya cortadas, fueron a donde-tú-sabes, para probar que el crimen fue perfecto y de-acuerdocon-las-Instrucciones. Bolivia se manchó de sangre para siempre. Después vienen las manos guitarreras de Víctor Jara, cantor pobre de los pobres. En la encerrona brutal del Estadio los esbirros miserables quebraron esos dedos pero no pudieron quebrar la voluntad de canto. Los tiranos y los invasores cortan las manos porque ellas son el arduo trabajo; ellas encierran los deberes y los dolores del pobre en el invierno riguroso. “Los que viven por sus manos” –dijo Manrique, hace mucho. Digamos nosotros: ellos (Galvarino, Ché Guevara y Víctor Jara) vivirán siempre por sus manos cor - ta - das y por su cruento sacrificio. Los dedos cercenados –como esas manos galvarinas– del cacique nuestro padre– viven y saltan justicieros del polvo ensangrentado: Yo los veo, los estrecho y los abrigo. Ellas nos vengan cada día; surgen del polvo coagulado, del limo de nuestros dolores colectivos: sin tiempo, golpean las manos cercenadas el feo rostro miserable de tiranos, mercenarios e invasores. Cuando el cobarde calla y Don Oportuno cobra la paga de su delación, al principio y al fin de la Historia, están las manos MANUEL JOFRÉ, “Tiempo en polvo” A esta hora habrás ya recibido mis cartas y una dulce luna llena danzará en tus ojos. A esta hora mi hija beberá su leche y entrará al sueño como un avión que aterriza. A esta hora las hojas relucientes del durazno reflejarán las aguas rielosas del lago. Alguien se hundirá en sus aguas como ave ebria. A esta hora y a toda hora el torturado se revuelca en la mazmorra salen a volar los murciélagos la electricidad se libera a gritos. A esta hora aún mantenemos la sangre fría dentro, enloquecemos fuera de la patria escribimos diferentes historias para divertirnos y despistamos furiosamente a nuestro destino. A esta hora ya no se agitan las banderas yertas del tirano: vive en un fundo mudo vive en una cárcel para millores se ha rodeado de lo que ama, múltiples cementerios de conciudadanos. A esta hora los renovadores marchan por las calles las banderas no dejan ver la gente los hombres son como uvas entre uvas y ese río de gotas es un mar jugoso de libertades. GALO LOVECE, “Claves para cenar solo” Lleva un diario o una revista elige un restaurant semivacío y una mesita junto a una ventana o una pared, y no desesperes pensando cómo fue cuando ella estaba o cómo sería si ella estuviera... simplemente come y bebe y si puedes lee un poco quién sabe cuando menos lo pienses ella estará junto a la silla vacía pero no digas a nadie y ni se te ocurra pedirle al mozo otro cubierto porque no lo creerían... “Poema” El hombre está solo. Si le hablan de nube, viento y mar, el hombre no entiende. “Telegrama” Gaviota no puede digerir plástico STOP Mar no puede absorber uranio STOP Prevéngoles todos ustedes STOP Galo GONZALO MILLÁN, “Exit” A los pasajeros cuya contraseña era: “Piscina aperta, tempo permettendo” Salimos de Chile en la motonave Rossini y viajamos lo que demoró su autor en componer el Barbero de Sevilla: trece o catorce días. Cuando cruzábamos el Canal de Panamá vimos un zapato flotando en la esclusa Miraflores. Yo no me preguntaba adonde iríamos una vez en tierra cuando venciera la visa panameña de una semana. Mi única obsesión, saber si era derecho o izquierdo aquel zapato, a que pié había pertenecido. “Ideas” Hermosa es mi piel de visón. Me persiguen por ella, me capturan. Por ella me matan. Me desuellan. “Fusilado” A Raúl Barrientos. Frente al muro, arrodillado bajo la manta espera su hora, mientras a su espalda riendo unos soldados apuntan a las suelas con ojos abiertos de sus finales zapatos. “La pausa” Se alejan como moscas caminando por el cielo raso y bajan el volumen de la radio para escuchar música y no mis gritos, por un rato. Pelan frutas y fuman bromeando entre ellos y conmigo mientras cuelgo de los pies cabeza abajo. LITERATURA CHILENA. CREACIÓN Y CRÍTICA 20. Abril/Junio, primavera de 1982 SANTIAGO ALCALÁ, “Sentado en mi trono” Lejos de todo lo que acurruca mi todo, pienso, camino, río y lloro. Solo. En mi tranco de noche, me siento a mirar las luces, tan lejanas como mujer lejana, como nieve lejana, como pájaro mudo lejano, como raíces lejanas, como brotes lejanos. Luceros que aparecen por debajo de mí. Noche de mi soledad, noche. Acogido en otra tierra, sin tierra, no sé del almendro y sus cogollos, más que un niño sin sexo sabe de la vida que aturde su inocencia con risotadas, estampidos de balas, denigrantes cópulas de nidos con sirenas y el sudor en la lengua de gigantes grotescos. No hay duraznos ni cerezos en flor. Las estrellas son otras. La luna no es la luna. Mi montaña no existe. ¿Dejaré algún día de pensar? SERGIO INFANTE, “Prisa” Pronta la mano y el poema que no se gaste el tiempo sin el canto porque el canto es el pedernal anterior a los temples porque el canto es el árbol que enmaraña las soledades y porque puede ahogarlo la muerte cuando toca a rebato su campana trunca. “La intemperie le roba el color al cartón piedra de las máscaras” ...y quién salió a la calle vuelve otro traje, otro andar, hasta el silbido extraño; porque el espacio libre, el cercenado, los encuentros, entraron en mixtura, y a la hora de entrarse se le angostó el marco de la puerta y sacudirse el cuerpo fue vano, sacudido que venía de tantas adherencias, de tantos impuros hechos, de tantos tiernos asuntos al pasar redoblándose en los golpes; que entró como pudo, apretado, forcejeando, y el marco de la puerta le melló el pecho y dejó al descubierto ese enjambre revuelto de amigos y enemigos. “Geografía” La silueta de un país puede ser la mano de un niño o sus dos manos tirando el hilo de una cometa o la cola de otra cometa bajando por los confines del globo. El globo será siempre el globo, pero la silueta de un país como huella de un dedo humedecido, desvanece y a cada insistencia aparecerá distinta. Sobre todo, si trazo el país en la cartografía de la memoria, donde el territorio soporta la crueldad de mi insomnio y la lenta erosión de los olvidos o si dejo su longura adormilada en la lluvia, soñándose niños abigarrados: intentos de arcoiris. “Anuncio” Aquí estoy, hasta la insolencia me han parcelado. Yerto en cada aspirar de la mañana, aquí desnudo como parche de un tambor ácidos golpes me arrancan los más claros aullidos. ¿Quién puede callarme entonces esta primera nota? ¿Quién quiere rajarse el cuello con el arco de un violín? JUAN EDUARDO ESQUIVEL, “Universidad Católica” En los días de universidad nos desvelamos con la residencia de Neruda en la Tierra, en el Cielo y en todo lugar Hasta que en el cuarto y el quinto año pecamos por beber los caldos y los vinos de Chile enjundia que nos enseñó de Rokha un vate maleducado y profundamente comunista Así leímos la poesía y nos leyeron la historia poco más o menos Hoy que Nacho Ossa murió en la tortura y que Jorge y Pelusa se separaron (sin que sepamos de ellos) Eva y yo yacemos aquí exorcizando indicios y prevaricándole a la vida testimonios En ocasiones también releo a Cardenal o “La Casa y el Ladrillo” de Benedetti o los cuentos de Cortázar o el “Discurso ante la tumba de Marx” tan poco conocido A los marxianos, marxólogos y marxistas y a los que no lo son Engels dedica una pieza única “El 14 de Marzo, a las tres menos cuarto de la tarde dejó de pensar el más grande pensador de nuestros días” El enunciado es casi taurino por aquello de lorquiano pero lo que Engels quiere decir es el pesar tan pronto “el vacío que ha abierto la muerte de esta figura gigantesca” esta tarde, después de noventa y tres años en que Eva y yo nos instalamos a conversar en el exilio y me pregunta ¿Que vamos a hacer? ANTONIO ARÉVALO, “Los zapatos de la utopía” “Aunque no puede crecer el sueña con ser mayor” B. Brecht A Guillermo Nuñez. Media vuelta dice la voz de mando Y todos como por arte de magia Se dan media vuelta Y ninguna chispa se enciende en sus pupilas Y ningún corazón hace piripón Y ningún líquido salado se resbala por los poros Y entonces la voz prohíbe el llanto Y queda prohibido llorar Y nadie llora Y se prohíbe llevar el cabello Más abajo del cuello Y se prohíbe soñar Sobrepasar los límites Acostarse con la Virgen María Colgar corbatas al revés Coleccionar jaulas Usar camisas color tomate Prohibido los tomates Las tomateras Arrancarse con los tarros Hacer cultura Hacerse ilusiones Hacerse el cucho El loco y derivaciones varias Acercarse al cielo Pasarse a la clandestinidad Bajarse los calzones Pasarse pal’otro equipo Romperse las pelotas II Yo me doy una vuelta entera Porque así obedezco Pero pongo algo de mi parte Y no se me achica la masita blanca Que me hace pensar Y fomento como ellos mismos dicen La iniciativa privada Y me perdura algo de la hermosura humana Y si quiero me pongo zapatos de vidrio Y si no los tengo me los invento Me los imagino Pero al final me los pongo Y con los zapatos de vidrio vuelo Me enajeno Me condecoro amador de la utopía ...Aunque las balas no me entiendan... III “Y aunque no puede crecer Él sueña con ser mayor...” JAIME VIEYRA V ¿Donde estás, herida mía? ¿De qué otra, te has enamorado? Desaparezco sin ti, costra querida. Volcán que me abraza, desatado. No te pierdas, que me quedo sin mí. Si me dejas, es que el mundo ha cambiado de galaxia. XVI Y apareces tú, cielo. Se me llenan los ojos de azul. Revolotea en mi tristeza un ave recién salida del sueño. Un suave aleteo azul acaricia mis heridas. Vivo. XVII En el mundo lleno de herramientas están los hombres en ellas, crucificados. El cielo es de metal impuro. La tierra, un baúl de monedas estridentes. MARTIN MICHARVEGAS, “La próxima primavera no estaré aquí” La próxima primavera no estaré aquí no penséis cosas funestas ideas de muerte o huída ideas de separación al acecho del temblor de esos tenues verdes En verdad esta es la primera vez que estoy aquí otras estaciones sus fuegos sus frondas sus borrascas han pasado antes sin mí y otro número infinito podrá rotar y aún el infinito de ese infinito y es realmente cierto y hermoso hasta ahora nadie lo habría notado sino yo No es por ideas de optimismo que haya podido decirte en estos días: esta primavera estoy contigo por anegar esta misma dicha haya hablado del tiempo que vendrá pero es realmente cierto y hermoso cuando venga como ha de venir ese nuevo tiempo yo no estaré aquí Este no es un poema de amor lo que suele llamarse un poema de amor pero el amor lo ha recorrido qué cosa no recorre el amor qué cosa deja el amor sin recorrer L. MAURICIO REDOLÉS, “Confesión matinal” Siempre pero con distintas luces se me repite la misma pesadilla la que tuve la noche del once de octubre de 1980 fue la siguiente: una línea de tren partía en dos la ciudad esa línea no era posible atravesarla por ella pasaban todos los trenes atrasados del mundo descuartizando a los intrépidos que osaban cruzarla por eso a uno y otro lado de los simples mortales nos mirábamos las caras e intentábamos cambiar voces sobre nuestras vidas uno de ellos era el Nano y yo le gritaba “Nano juntémonos alguna vez en la vida” y el Nano me contestaba “Sí, pero estamos envejeciendo cada vez más”. “La Blanquita” En la casa donde vivo hay una gata se llama Blanquita a veces la hablo como si fuera persona adulta por ejemplo le pregunto: “¿En qué estás pensando Blanquita?” Hay días en que la gata pareciera comprender que su existencia me es imprescindible. “Mmmh!” Hubo una vez un reino en el cual la ley principal decía “Serás Sectario”. ¿Resultado? Las mariposas se negaron a trabajar con las flores y sucumbió la primavera. “Comentario a un informe político” Compañero se dice que los días de Pinochet están contados siempre han estado contados. ¿Pero a eso qué dice el Partido? “Solicitud” ¿May I say something? te quiero con mis ganas esas de hambre desértica y fome without any charm I love you con toda la estupidez de hablar mal and in two languages I love you seriously honestly sin hueveo corazón.