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La Revista Blanca SOCIOLOGÍA. CIENCIA Y A R T E Ali H Ita. M. • UfaU tttu SARDAÑOLA-BARCELONA 15 de Junio de 1924 S t T ; W A l l T O « FA Ilnwhrr y l<¡ TierTa (continuaciónl: Elíseo Keolúg. — El factor moral en lo» prohlemui ,oc,aJ«: Un profesor de la Normal. - i l a-fe l,ter„ru, /r„ncf..: JaequOB üesclwiíe. tjemr. r,de> del vuehlo: Sol«lad (iustavo. - Verd^iguer. el mitt.ro: Federica Montseny. - I1,vulaac,or,es h„tórira,- vida intelectual de .Scrt-cl : M. Boriano de Numanoia. - In m,vel,>ta micfenoío (fragmento de .Renacer-)- F Urales - El lenguaje aui V c,entífica>: El bachiller de Salamanca. - E c o n o m í a humana: el negocio de la monedo : Isaac Pacheco. - En hu>ca de h» av,one, r-erd-do,: Edmundo Marcotte 'Tra ,dea> fohre lo, hombre,. - Comenfonoí. - 7-n;>.ionando: L. Marlfnei Acíbal. - La colahoracon internaconal en la propaganda de M, ideoí. - Suorr.pc.dn infornarionol a tarar de los i-re-os por cucfíone, íoríolc... — ^l»una, objerione» toire el vegetalismo: Antonio Bodrí^uei. — / aprl recihiao. — yotüs administrativas. EL HOMBRE Y LA TIERRA ELÍSEO RECLUS (Coniiniiación) Tratantes en pleli's v misioneros, como Ve- pescadores de focas, y silbido es con qué destitot, han vividu durante me.ses en esas horri- treza, qué maravilloso instinto saben desplegar para alcanzar su piosa, sea en estío en las bles madrigueras (41). Cuando esos prisioneros quedan libres por aguas libres, sea en invierno debajo del hielo agujereado por una especie de estrecha chiel sol de estío, derriban el í,i,'/i'ii. lo de^itruz.in, y pronto la fusión de la nieve hace desaparecer menea por el cAlido aliento del animal. Los instrumentos y las armas del Esquimal, los innoldes restos. destinados a herir el ser que huye bajo las Naturalmente, el clima impedia antes al Inaguas, son i)bras maestras de destreza. Los nuit toda agricultura, penosamente intnxlucida artistas esquimales rivaliz.in en celo para dibudespués en algunos jardines : los naturales no tienen más alimento vegetal que bayas y fram- jar, tallar v, sobre todo, grabar y esculpir (Paybuesas, v, en tierra firme, la chas anuales. Así los la/os de f.amilia se atan de las costas, o hielo rilx-iío, se extiende de- y desatan forzo^^anunte .según las necesidades masiado a lo largo de las orillas, impidiendo de la pesea v de la caza. Si una mujer del campamento Point-Barrow, «•I empleo de los barcos de pesca. Pero los Esquimales de la Groenlandia, que habitan al resulta déljil para llevar carga en una expedición, queda por eso mismo divorciada y perborde de mares profundos a los que limpia la corriente dostanera, son casi excJusivamente (4') Quinte ans sous le cercle polaire. (42) Ed. Krause. Glohuí. vol. LXXIX, número I, 3 enero lytii. LA REVISTA BLANCA Hacia la libertad Más allá del ideal hay siemiHe ideal. R K A K U Ü Mtu^A lis iiincf^abk' que a propósito se viene hai'iendo pcir produiir un eonfuslunismo, siempre lanienlabU-, hasta para lus que lo hacen con inteiiiión. Ks innegable también que buenos eaniara.las, j^raiidcs \ p('qu<ñc)s intelectuales del a n a r q u i s m o , están priniuciendo un confusionismo que viene a darse la m a n o con ese otro que con avie>a intención producen los que tienen la inás completa s e n v j a n z a clítica, a u n q u e ella .sea de fiscalización ? Luengos años ha que venimos luchando enjuiciando a l.i sociedad, señalando las causas y los efectos, tremolando la bandera antipolítica. Nuestra acciém fué día a día conquistando adeptos hasta el punto de constituir legiones que son la |>esadilla de la sociedad, porque sTiJie que ellas son las que han de cortar el nudo. Nuestra noble accié>n, que tantos v tantos mártires cuesta, llegó a adquirir la denominación de hum a n a , por no luch.ir por una clase determinada, sino por la h u m a n i d a d . Hov el a n a r q u i s m o , como alguien ha dioho, es la polill.a q u e roe los cimientos de la sociedad. Sigamos llamándonos anarquist.is en política, que para enjuiciar a los lisiados burgueses basta sólo con recoger los resultados de su admiiúgtraciáa. E s a s disquisiciones de aldea producen confusionismo, que *« inyección de vida para el E.stado b u r g u é s , q u e muere retorciéndose y revolcándose en la sangre de sus víctimas. C o m p r e n d o q u e a todo ello os iha inducido la lucha que mantenéis con los nuevos m a n t e n e dores del E s t a d o , al cual le ponen un nuevo disfraz para d a r g a t o por liebre, cuyos se alian con la reacción en Alemania, se b a n q u e t e a n con la realeza en I n g l a t e r r a y persiguen a los a n a r q u i s t a s en Rusia. Pero todo eso debe echarse a p a r t e como cosa sin interés, seguir nuestro camino y sobre la m a r c h a ir desbrozando, q u e no otra cosa es nue.stra acción individual, en el grupo y en el sindicato. Si alguien pidiera un p r o g r a m a , d i g a m o s que como i, como hnmbres pr.-'icticos, sin dejar de andar, s,,!)re la m a r c h a v a m u s quit a n d o los e^ii>lli's del camino. J[ XN G.M.I.IÍC.O C K E S I ' O tiene aquel m i s m o gobierno que a b a n d o n a r a su suerte b a s t a n t e m á s de un millón de niños. O esto es un truco, o lo otro es un caso de mala administración de los fondos reptiles. R e p a r e el lector que .ambos t e l e g r a m a s llegan de parte autf>rizada y que aquí no vale usar la táctica jesuítica de desmentir c u a n t o no nos es f.'ivorable y de afirmar cu.mto nos favorece. Por m á s que va es sabido que c u a n d o en todas las naciones se recogía dinero par.i los /iam¡>rífn(()i rtisos, el gobierno de Moscou vendí.a trigo para comprar a r m a s . F s un j.rocedimjento como otro cu.ilquier.t ()ara aplacar el h a m b r e . Las arm.is la han .iidacado siempre. Ya Luis XVI las dio la m i s m a aplicación. Madrid. GomenTARios L\ .PRODUi.XLIDAD COMUNISTA Leemos : " R i g a , 13. l i o m . ) — L a Internacional comunista publica u n a estadística oficial, evaluando en ciento ochenta mil el n ú m e r o de comunistas h ú n g a r o s , italianos, etc., q u e reciben subsidios de Moscou, y declarando q u e t s un verdadero pro»jlema el a r m a r a toda esa m a s a de h o m b r e s . ' (Fabra).)i Kn el --El C o m i t é central p a r a la -protección a la infancia ¡ha r e g i s t r a d o dur a n t e el m e s de m a y o el n ú m e r o de I.68O,iniril¡o. De esta cifra, 490,000 h a n sido hospitalizados por cuenta del E s t a d o ; los d e m á s , a consecuencia de la falta de créditos, han tenido q u e ser a b a n d o n a d o s a su s u e r t e . (Radio)... D e m a n e r a q u e , por u n lado, el gobierno r u s o subvenciona a ciento ochenta mil de esos q u e viven d e la pdlítica" v q u e n o se d i s t i n g u e n , prec i s a m e n t e , p o r su a m o r al trabajo, y de o t r o , TONTERÍA MALEVt)I^A C o m o el .Sr. Presidente dijera q u e en C a t a luña los obreros se habían adherido al recibim i e n t o hecho a los reyes, El Socialista recoge las p a l a b r a s del -Sr. Presidente y las cierra con el siguiente comentario : «Como lo consideramos un caso de justicia, nosotros a ñ a d i m o s a lo dicho por el presidente del Directorio, que las m u e s t r a s de patriotismo dadas por los obreros cat.alanes deben ser a g r a decid.is a los a n a r q u i s t a s y sindicalistas, que en estos últimos tiempos h a n sido los inspir.idores de la organizaci('.n (J)rera c.atrdana.n E n vi.sta del é.xito que tiene el ó r g a n o del partido oíjrero español en su p r o p a g a n d a v circulación, u s a r e m o s , para el crédito v la seriedad de esta Revista, esos procedimientos insidiosos y tontos a que tan aficionado es El Socialista. MANÍA PER.SECUTORIA H a y gente, m u c h a gente de esa q u e vierte en los papeles, que n(. salx- escribir si no puede hacerlo contra los a n a r q u i s t a s . Decimos esto porque en el n ú m e r o 58 de ese periódico que se publica en Barcelona con fondos de Mo.scou, se lee lo q u e a continuación se expresa, con motivo de haber sido elegido diputado en F r a n cia, Andrés Marty, u n o de los m a r i n o s sublevados en el M a r Negro dur;uite la g u e r r a : " E n E s p a ñ a , los a n a r q u i s t a s , con su a b s u r d o apoljticismo, h a n im|>edido q u e el proletariado presente en las elecciones a los (jbreros condenados por las luchas sociales, habiendo algunos que, c o m o los de Cullera, están olvidad os en presidio desde h a c e 13 años.» N o srf>emos q u é relación h a b r á e n t r e esto y aquello, a no ser q u e los nuevos revolucionarios intenten repetir la s u e r t e de los viejos en la tarea de realizar elecciones revolucionarias, pretexto c o m o cualquier otro p a r a engaAar incau- LA REVISTA BLANCA ti)s y convertir en personajes a los vanidosos sin cacumen. LA .S()G.\ KN C.\.S.\... tton Hilario «-scribc un artículo Hní inUrfln m.-is. Después de haber m u e r t o el ilustre polemista a todos los libertarios, sf que también a sus ó r g a n o s en la prensa, a h o r a resulta que los periódicos a n a r quistas lo llenan de insultos. Ese sf que es un m i l a g r o desconcertante. Pero el señor Benedi no es consecuente consigo m i s m o . El h a m a t a d o a todos lo» libertarlos, los m u e r t o s y los vivos. El h a dicho que no existía idealidad q u e defendiera la desaparición del E s t a d o y que los libertarios con m o llera, y el señor Benedi era de ello ejemplo vivo, «e h a b í a n pa.sado al c o m u n i s m o de a r m a s contra p a n . Pues bien ; después de q u e d a r solo con la |)luma en la m a n o y esperar inútilmente contrincantes, i)orque todos estaban presentes p a n za arriba, cion.i un .artículo que ha visto l.i luz en el priii'idico que se paga con papel ruso, ta! como suena : <',• y u i e r c u los a n a r q u i s t a s d i s i u l i r ? ¿ Q u i e r e n entabl.ir la |xili'inica (fi'sde el tcrn-no de l;i cont n v e r s i a nol)lc, ini|)i'rsonal, oliji-tiva. p u r a m e n t e ; l.'iihijiic.i?" I'erii. , c o n quií'n, señor Benedi, con quién, •^i nos 1ia .víiKÍíi (Id usted .-i lodos? ("nn m u e r t o s \ con tontos, puesto qiK- va los listos no están ron niisolros, se pued<' ser niuv valiente y usted •-.• ha dado il mal gusto de honúíidarnos para ilcs|iU('s poder gritar ; eriótlico comunista que se publica 'en P a r í s , sobre él movimiento obrero español, y en las coiwmrras de ÍM Vfe Ouvridre dice el gran fili)sofo cosas que tienen m u c h a semejanza con las m e n t i r a s . l ' l t i m a m e n t e , en un escrito q u e sp titula «El caos ideoUSgiro del anarco-sindicalismo», el filósofo Maurin dice que los an.arquistas de aquí c l a u s u r a r o n sus centros al ejercer el i>oder el Directorio, pero que después tuvieron que abrir, los, a n t e el empuje y el temor de la p r c ^ a g a n d n comunista. N o sat>emos cu.ínto le habr,-i valido ese artículo al gran pensador esfiañol ; pero, sea lo que fuere, h e m o s de reconocer q u e e s un g r a n LA REVISTA BLANCA inérito colocar camelos, que tienen m u c h a semejanza con las m e n t i r a s , en nuestra cuenta corriente. ¡ Lo que puede el talento o lo que fuere! La caída de Europa y de la política N a d a nos impulsa y alienta t a n t o a proseguir luchando por el bienestar de la h u m a n i dad, como ver el estrépito con que se h u n d e el que creíamos o m n í m o d o poder del actual est a d o de cosas. N o t a m o s desde el fin de la conflagración europea, tal descenso en el poderío g u b e r n a m e n tal de los Estados de este continente, t a n t o en los que salieron victoriosos como en los vencidos, q u e . de seguro podemos afirmar, q u e E u r o p a , la E u r o p a d e los gobernantes, del capitalismo, de las leyes y de la fuerza... e n t r a de lleno en p l e n o ciclo de decadencia t a n t o material como moral. N o importa q u e la sost e n g a n fuertes m u r o s de códigos s a n g r a n t e s , y gruesos ejércitos de milicias disciplinados en el ya a n t i q u í s i m o a r t e de h a c e r la g u e r r a y devorarse cual p e r r o s hidrófobos ; fuerte y poderosa fué la a n t i g ü e d a d : E g i p t o , Siria, Grecia, R o m a V los poiderosos Estados de la E d a d Media, y sin e m b a r g o ya la historia nos cuenta el desastroso fin q u e tuvieron esos imperios, verdaderos colosos de la fuerza a r m a d a . Por doquier vemos s í n t o m a s , a l a r m a , p r e ludios, d e una p r ó x i m a lucha, gigantesca en todas sus formas y manifestaciones. L a descomposición del régimen i m p e r a n t e , es u n hecho evidente, desde la g u e r r a europea acá. C u a n d o , g o b e r n a n t e s y b u r g u e s e s , se creyeron m á s s e g u r o s y m á s firme la paz internacional, va q u e e n t a n m o n s t r u o s a matanz.a h a b í a n a h o g a d o con s a n g r e y h a m b r e el vindicativo espíritu de los pueblos, se e n c u e n t r a n con u n a situación peor q u e a n t e s . A la p o s t - g u e r r a , m o vimientos de revolución en R u s i a , m o t i n e s y h a m b r e en .Alemania, l a s b á r b a r a s l u c h a s poUttcas em I t a l i a , c a m b i o s b r u s c o s e n ^[Spaña, r a , industrial, de t r a b a i o y co- mercial en Inglaterra y F r a n c i a , confusión, desavenencia y cambios de sistemas e n todos los pueblos del continente. Es no y de agua que se supone indispcns.able a todo organismo humano. Beduinos y Papagos tienen una fuerza v una destreza admirables. Los P.apagos son corredores prodigiosos : jugando al kachanekon, e.s decir, a la ((pelota de pie», corren de 50 a 65 kilómetros en una íarde (45'>. El carácter desnudo v monótono de los paisajes, rocas, arcillas o arenas grises, interrumpidos por raros oasis de verdura, o que no ofrecen sino malezas v hierbas raras, ha de encontrarse también en el carácter intelectual y moral de las agrupaciones humanas que viven en esas comarcas de sequedad y de calor. La vida apenas puede cambiar muy dé4)ilmenfe ese medio formidable v violento : los pensamientos y las costumbres quedan casi idénticos de siglo en siglo, muv sencillos, sobrios, precisos, imperativos en su uniformidad. Pero en cabez;\s c.ilentadas por los ravos de un sol ardiente, nacen fácilmente las céileras y los furores. En esas comarcas las venganzas se persiguen con una rabia feroz, y en los grandes movimientos nacionales, en las guerras de independencia o de invasión, los naturales fanatizados llevan la intrepidez hasta los cxtre'44) Schanfara, poema traducido por F. Fresnel. (4%) Mac Gee, The American Anihropologist, octubre 1805. LA REVISTA BLANCA mos límites de lo posible, hasta lo imposible ha podido parecer durante ciertos periodos de la historia, especialmente cuando las primeras invasiones mahometanas y en la repentina rebelión de los madhistas contra los invasores ingleses. El contraste absoluto de esas ref^iones secas por la atmósfera, áridas por el suelo, nos lo suministran las comarcas en que la humedad del aire y la abundancia de las lluvias hacen casi imposible la estancia del hombre. .\ este respecto, la costa occidental del Nuevo Mundo presenta notables contrastes. Mientras que en ciertas partes del litoral, así como la península mejicana de la California, es decir, el «Chaud Four», y las playas del Perú meridional, aps^nas tienen más habitantes que mineros, pe>cadf)res de perlas y rudos comerciantes en metal y en sales químicas, las dos regiones lluviosas del norte y del sur, por un lado el litoral del Alaska y por otro el archipiélago de los Chonos, han permanecido igualmente desiertos, a pesar de la riqueza forestal de la comarca, la fertilidad natural del suelo y la excelencia de puertos resguardados. La ciudad de Juneau, que, aparte de los lugares auríferos, alternativamente invadidos y abandonados por los buscadores y los mineros, es, como aglomeración normal, la más considerable de los parajes del norte, permanece, a pesar de todo, siendo un pequeño centro industrial y administrativo, aunque convertida en capital del Alaska (1003) y, a pesar de que la explotación de las minas, de los bosques y I.TS pesquerías de salmones permiten enriquecerse allí rápidamente, consideración primaria a los ojos de los americanos v de otros muchos. Saliendo de la villa He .Sitka, edificada en otro tiempo para los funcionarios rusos y que actualmente sirve de factoría a algunos negóciantes, toda excursión es tenida por imposible. El agua se a^cumula en charcos en las desigualdades del suelo; hasta en las pendientes más empinadas, las níces entretejidas de las coniferas retienen el agua de lluvia que hincha los musgos como enormes esponjas ; caen las gotas de rama en rama ; venas líquidas descienden por los huecos de los árboles ; la» ramas tronciíadas, viscosas y medio podridas, cubren el •uelo granítico efynvcrí'ián en fango corriente : que los aguaceros atraviesen el ramaje o que el lodo suba de la tierra, ello es que se está siempre en un baAo de agua o de vapores. Desciendan las nubes o suban las nieblas, entremezclándose incesantemente, el hombre se encuentra aprisionado en el fluido elemento que le empapa y le penetra. En tal medio, no es extraAo que los residentes, harto escasos, lleven una vida monótona y falta de animación juveoü. La principal preocupación es buscar dónde refugiarse. En muchas comarcas que bañan constante- mente las aguas y las nieblas, no ha podido el hombre fijar su residencia, a pesar de las ventajas que podría reportarle : este es el caso, entre otras tierras del Océano Indico, de la gran isla de Kerguelen, que antes .se creyó ser la punta avanzada de un continente austral ; es de una superficie evaluada en cuatro o cinco mil kilínnetros cuadrados y ofrece superficies cubiertas de verdura que podrían fácilmente cultivarse ; los rebaños, según las experiencias practicadas por el navegante James Ross. se desarrollarian allí tan bien como en las Falkland de los mares americanos, situadas bajo una latitud más próxima al polo. La posición geográfica de Kerguelen—bajo el grado 40,— correspondiente a la de París, en el hemisferio septentrional, no es para espantar a los viajeros, y la temperatura media de la isla, de unos 4 grados centígrados, es la de Cristiania y de Moscou, ciudades cuyo clima es muy favorable a un vigoroso desarrollo del hombre. .Además, Kerguelen, que posee excelentes puertos, perfectamente resguardados contra el formidable viento noroeste, se encuentra exactamente a la mitad del camino en la línea de navegación entre el Cabo y Melburne : compréndese fácilmente que el Gobierno francés haya tenido empeño en asegurarse la posesión de una tierra que, si se utilizase, podría tener grandlsim.i importancia en la economía general del planeta ; pero los marinos, los balleneros y los escás .s naturalistas que han visitado Kerguelen para pasar allí algunos meses, entre la lluvia y lis tempestades, no han referido su est.Tnria de modo que animara a las tentativas d'^ colonización, al menos en las costas occidentales, expuestas a tempestad eterna, rodeadas de una niebla intensa ; ni los albatros encuentran donde anidar entre las rocas. Los hombres viven allí muy a su pesar y siempre con el deseo de abandonar cuanto antes aquella "Tierra de Desolación», así denominada por Cook en su viaje de 177*'>. Para acomodarse al clima, los insectos de la isla, especialmente las moscas, y la única mariposa indígena, han perdido l.is alas, porque sólo les servían de estorbo, ya que se verían arrastrados por el viento sin tener tiempo de abrirlas (46). (Confínuard) Í46) Studer. Ausflug auf der Irtsel len, Bcmer Taschenbuch, i88t. Kergue- Cuando algán corresponsal deje de recibir esta Revista, se entenderá que se le ha retirado el paquete por falta de pago. En este caso los lectores podrán entenderse directamente con nosotros. LA REVISTA BLANCA Se ha discutido mucho, quizá demasiado, sobre las posibilidades económicas de una organización social a base del trabajo libre v en oposiciim al forzado de ahora y al de toda sociedad que sostenga jerars apremios económicos, pfxlrá subvenir a las necesidades del consumo. Pues bi^n, después de tantos recelos y de discusiones tantas, resulla que el hombre, con los adelantos mecánicos, apenas tendrá nada que hacer para pro'Pfirer su vida' material v c|ue casi todas sus enf-rgías podrán ser aplicadas a las profesiones liberales, que al fin y al cabo son las propias de un animal cjue tiene las condiciones mentales . y que hasta la tierra producirá mucho más que ahora, sin que recoja el sutlor que, por el excesivo esfuerzo muscular, cae de las frentes campesin.is. La mayoría de los s^iciólogos de la escuela marxista han hs. harán más, por ahora, que seguir la tradición egoísta y tirana de la sociedad burguesa. (."on todos sus defectos avanzamos por no haber sabido crear una cultura moral al margen de la científica, que hace sabios eminentes, pero que no hace hombres. U N PUOI-ESOR DE LA NORMAL Madrid, junio de 1924. El arte literario francés nBB íComment doiven écrire les philosophcs?». por Constant Bourquin. — «Oxford et Margaret», por Jean Fayard.—«Jean Jaurés». boceto biográfico, por L. Lévj-Bruhi.— eutrapelias. aMénilmontant», por Roger Dévigne. -Pequeñas »»'"-» *—«i:-» ,;Cómo deben escribir los filiisofos? He aquf una curiosa encuesta abierta por Constant Bourquin v a la que han ido contestando todos los hombres de letras de todas las tendencias. El libro que con este título se ha publicado, sin ser de una transcendencia decisiva, tiene, por lo menos, el encanto de la variedad de matices y de las muy esf^irituales divagaciones sobre aigo que no cambiará el mundo, pero que se presta a cabrioleos intelectuales. Las contestaciones dadas al interrogante presentado por Bourquin, en algunos casos son ingeniosas, en otros razonables y en unos terceros, pedantes. Bergson, muy razonablemente, opina que los términos técnicos son precisos y útiles si el lector, suficienteinente instruido, no se apercibe de su presencia. Ingenioso es Pierre I>aserre al decir que un poco de filosofía aleja de la vulgaridad, pero demasiada nos vuelve a ella. Gustavo Le Bon, con bastante pedantería, opina que los fil/.sofos son demasiado superiores pnra hablar como los dem.^s hombres. En todo caso ti«nen derecho a una jerga. Desde este punto de vista se expresa igualmente Julián Benda. En cuanto al distinguido anarquista intelectual Han Ryner, cuyo nombre, seguramente, no será desconocido de mis lectores, su contestación es mesurada y resuelta, como acostumbra a serlo siempre. Por mi parte, estoy completamente de acuerdo con ella. Yo tambi<^n opino, al igual auc H.in Ryner. que la manera de escribir de los filósofos no tiene importancia. La cuestión e» que filoso- feen v que vistan como les plazca a los hijos de su entendimiento. Y aun yo. nnxlcstamcnte, le hubiera añadido algo a la discreta contestación del notable literato ácrata. Que filosofeen, que amen la filosofía los filó. sofos, que usen el lenguaje que les parezca, pero que osa filosofía sirva para alguna cosa, dé un valor a la vida, abra caminos al espíritu humano, construva y actúe, sin divagar^ sobre conceptos, ni perderse en sutiles definiciones que para nada sirven. Le brindo a Constant Bourquin una nueva y aun más curiosa encuesta : ¿ Para qué ha de servir la filosofía? Vo, en mi calidad de crítico, no contestaré a ella, aunque Bourquin se tomará la molesita de interrogarme, pero le prometo hacer un libro filosófico sobre la bizarra disparidad de criterios que ilustrarían su segunda encuesta. • • • Oxford et Margaret es una novela un poco exótica V completamente modernista. En ella empieza Jean Fayard ^ desorientarnos con el título. Parece que se trata de una pareja, como quien dice <(Romeo y Julieta», y resulta que uno de los protagonistas es la Universidad de Oxford. El otro, Margaret, es una inglesa, un clásico tipo de inglesa, vista por un escritor francés, sosa, fría, práctica y larg.a como un espárrago, pero a la que, siendo la única mujer que hay en Oxford, no le faltan pretendientes, por no tener rival alguna. Uno de esto» pretendientes es Jacques Dolent, un muchachc 12 LA REVISTA BLAN'CA francés, al que sus padres 'han enviado a estudiar a la Universidad británica. Un idilio se entabla entre la inglesa larga como un espárrago y el estudiante francés, perfecto o poco menos, pues nuestro chauvinismo se extiende, en según quien, hasta la literatura. La conclusión del idilio no puede ser más civilizada. Dolent vueKe a Francia y no se acuerda más de Margaret. Cuando, sintiendo la nostalgia de los pasados tiempos, hace una visita a Oxford y a Margaret, la inglesita fría y práctica, hecha a hachazos sobre una roca y dibujada por un literato francés, está a punto de casarse con un viejo profesor de 70 años... Es inútil consignar el fínal. Lo más notable de esta obra está en la brillantez de estilo y el ágil colorido con que Fayard ha sabido plasmar la vida moderna universitaria, reflejando certeramente, a través de sus personajes, todo el lamentable estado espiritual del presente siglo. Los dos bandos en que están divididos los estudiantes de Oxford, estetas y atletas, pueden sintetizar toda la vida burguesa del momento, toda la decadencia moral de la raza europea, atrofiada ideal y sentimentalmente. En Oxford, la juventud que estudia está compuesta de atletas, vulgares, brutos, sin cultura espiritual, sin aspiraciones, y de estetas, decadentes, amorales, afeminados, también sin cultura espiritual y sin aspiraciones. Cerrando el cuadro, la silueta casi sin sexo de Margaret y el esprit franfaise, cabeza de chorlito en cierto modo, de Jacques, el estudiante francés. ¡ Triste modernismo e ingrata época la nuestra ! Daudet, el loco rematado de ahora, el matón de cuando escribió El estúpido siglo XIX, hubiera estado más en carácter, si ello es posible, escribiendo El estúpido siglo XX. L a noble figura de Jaurés, la primera víctima de la guerra, el espíritu equilibrado y amplio, el hombre merecedor de toida clase de respetos, es digna de una glosa sincera y desapasionada, justa y vibrante. No es una bic^rafía lo que ha hecho LévyBruhi del gran orador de izquierda. Es un boceto, un minúsculo esquema de biografía íntima, que tiene toda la emoción de su intimidad. En ella vemos al Jaurés tranquilo, familiar, suave, bíblico casi. No es el Jaurés de las grandes jomadas, el que electrizaba muchedumbres, el que sabia poner poesía y calor humano en sus palabras y orientar siempre hacia la izquierda sus pensamientos, dando un sentido más amplio, más ccMnprensivo, más avanzado al socialismo. No es tampoco el Jaurés que cafa ensangrentado por las balas asesinas de Villain, junto a la mesa del café, célebre e inolvidable para todos nosotros, en el que satisfacía diariamente la sed de la boca y del e^íritu. Es otro Jaurés, desconocido para el público, encantador por su gracia y su sencillez, el que Lévj-Bruhi nos hace conocer en esta nueva edición y ampliación de su biografía. Son unas cartas íntimas, insignificantes, perfumadas de recuerdos, sin embargo, con un sano sabor a campo, a satisfacción, a alegría de vivir. Jaurés las escribía, hallándose, en agosto de 1880, en su pueblecito del Midi, a uno de sus compañeros de la Escuela Normal. Tienen toda la exuberancia de la juventud y toda la poesía sencilla del espíritu privilegiado de Jaurés, del que más tarde había de ser considerado el más grande orador de los tiempos modernos. .Agradezcamos a Lév>'-Bruhi, el paciente vivificador de la memoria de Jaurés, el nuevo puñado de recuerdos que nos brinda. Agradezcámosle igualmente su honradez, su sobriedad literaria, precisa para honrar dignamente la memoria de un hombre que fué sobrio y honrado y al que ni amigos ni enemigos pueden regatearle méritos. Ménilmontant, por Roger Dévigne, podría ser una magnífica obra demoledora, si en vez de ironía un poco amarga, en ella hubiese puesto el autor violencias protestatarias. No nos quejemos, sin embargo. La sonrisa es más discreta, más fuerte y más útil, en la mayoría de los casos, que el grito. Una sonrisa desarma con más frecuencia que una amenaza. La sonrisa hábilmente surgida, es la defensa de los filósofos y una magnífica barricada contra la estupidez. El hombre que sabe sonreír con supremo desprecio, con soberbia ironía, ante todas las bajezas, es un hermoso ejemplar de hombre fuerte. ¿Lo es Roger Dévigne? No pidamos tanto. Sonríe, algunas veces con elegancia y agudeza, otras con insubstancialidad. Es un espíritu fino y analítico, más cerebral que apasionado. He aquí todo. Su sonrisa de ironía demoledora no es, ni mucho menos, tan poderosa como el ímpetu protestatario de Zola. Es un poco volteriana. Voltaire tenía los labios delgados y la boca grande, una boca cínica y agresiva. Era antipático. Me lo es aún a mí. Dévigne es más poeta—lo es realmente, aunque en Ménilmontant escr&a en prosa—que cínico. La poesía no puede ser cínica. Ha de ser, forzosamente, un poco romántica. Y cuando a la ironía se unen el espíritu poético y el demoledor, el cinismo volteriano queda relegado a segundo término. Pero ahora me doy cuenta de que imito, desastrosamente, por supuesto, al ilustre escritor español que nos dio unas cuantas espirituales y borrosas visiones de España en la Sorbona. Pío Baroja, el autor de ese Zalacain vigoroso y LA REVISTA BLANCA original, declarado libro de texto, divagó excesivamente, a mi entender, en su conferencia, ni más ni menos, aunque fuese con mayor agilidad, que hago yo en este momento. Volvamos, por tanto, a Ménümoniant. En Ménilmontant, el popular extremo parisién, hay unos buenos buhoneros, vendedores de polichinelas, balones, etc., que hacen las delicias de la chiquillería. Son felices en su medianía rayana en la estrechez, porque no ambicionan nada v cifran su ventura en la paz de su vida y en la admiración que los chiquillos experimentan hacia sus importantes personas. Pero he aquí que una dama americana pierde una valiosa jova, v ellos, que la encuentran, honrados a carta cabal, se apresuran a devolverla. La dama, agradecida, se empeña en recompensar el rasgo de honradez de aquella pobre gente. Rica en exceso, quiere darse el gusto de diosa de satisfacer ¿ualquier deseo humano, cueste lo que cueste. Mas los buhoneros no ambicionan nada. Al fin, después de muchas instancias de la americana, acaban por declarar que serían felices si pudieran convertir a Ménilmontant en un parque. Heno de flores, de juguetes y de chiquillería. La dama, emocionada por la magnanimidad de aquellos generosos humildes, firma un cheque por valor de muchos miles de francos. Y aquí empieza el calvario de aquellos desgraciados. Al verlos los tunos en posesión de tanto dinero, organizan un comité, hay intrigas locales, especulaciones, atropellos que dan por resultado que manos ajenas e interesadas se apoderen de aquel dinero y realicen la obra tan ingenuamente soñada por los míseros buhoneros. No la realizan tal como ellos la quisieron. Es un negocio el parque y no una alegría. Abogados, procuradores, alcaldes, autoridades, damas de beneficencia, negociantes, vividores, todos medran de aquel negocio. Y viene el día de la inauguración y los buhoneros se presentan con la esperanza de poder verlo todo. ¡ Infelices! Como no tienen invitaciones ni les ha quedado dinero para comprarlas, han de permanecer, llorando de amargura, en la puerta. Es ágil, acre, movido, sabroso el libro. Burla burlando *nos recoge, en un episodio irónica. mente narrado, todo el símbolo de la injusticia '3 social y toda la irritante paradoja del despojo de los productores por los zánganos, del dominio de los buenos y simples por los pillos y ambiciosos, que les desvalijan y además les oprimen. Las novedades teatrales, aunque múltiples, no merecen largos ni mucho menos serios comentarios. Dejando aparte la reposición de La Capiive, de Charles Mere, en la «Renaissance», obra seria, con tema en verdad interesante, aunque lamentablemente diluido en complicaciones innecesarias, que destruyen la potencia humanista de la obra, atenuando la energía y el dolor de las escenas culminantes de este drama que podría ser antiguerrerista; lo demás es paja. Triunfa la vacuidad. Símbolo de ella puede ser la obra .que se representa en el (iTheatre de l'Etoile», con la que el inconmensurable .S.icha Guitry, en unión de Villemetz, ha hecho las delicias del público : La Revue de Printcmps. Literariamente basta consignar el éxito que por aquí ha obtenido «El CtAallero Audaz», cuvo rostro se exhibió satisfecho en todos los periódicos ilustrados. Yo, que pretendo estar un poco enterado de la producción intelectual española, no puedo menos de quedarme lleno de asombro y hasta algunas veces de sonrojo, cuando veo que de la notable creación literaria española no conocemos más que las novelas artificiosas, de cabaret y de ambiente canalla de ese «Caballero .Audaz» que triunfa en París con La sin ventura, traducida por Renée Lafont, y otra novela de un segundo literato, tan vacuo y mediocre como el primero : Ramón Gómez de la Serna, cuya obra. La Vcuve hlanche et noire, se anuncia como si fuese la más inmortal creación del genio español. Por lo demás, los españoles pueden opinar lo mismo de los franceses. Ouvert la nuit, la famosa novela de Morand, de la que ya hablé el año pasado, famosa por los dispa- RENACER Se ha puesto a la venta esta interesantísima novela de Federico Urales. E s una obra que fortalece el espíritu y plantea la cuestión del amor libre entre d o « / " ^ " ^ ° " ^ ? ^ P o r t a d a tricolor. Precio, dos pesetas. A los corresponsales el 25 por 100 de descuento. H e m o s encuadernado unas cuantas colecciones del primer año de esta época de LA R E V I S T A BLANCA. Las serviremos a i z ' s o pesetas tomo. segunda 14 LA RBVISTA BLANCA rates que en ella dice, por una parte, y por el ambiente de post-guerra que con indiscutible originalidad novela, por otra, ha sido traducida al español, aunque Morand en Francia, como iiEl Caballero Audaz» y Ramón Gómez de la Serna en España, no sea, ni mucho menos, el más elevado valor de nuestra literatura contemporánea. Cuestión es esta de suerte o de habilidad y hasta puede ser de poco mérito. Los verdaderamente valiosos esperan que la comprensión ajena les saque de la sombra ; los fatuos y medianos se colocan, aunque sea a empujones y sin temor de que les vean los defectos, en sitios bien llenos de luz. Sin embargo, filosofemos y digamos estoicamente «que reirá mejor quien reirá el último». 16 janio de 1657. — Cristian H u y g h e n s , célebre fisico, geómetra y astrónomo holandés, presenta a los E s t a d o s de Holanda el primei reloj de péndulo. Dedicóse Huygfhens desde muy joven a la fabricación de lentes para anteojos astronómicos, llegando a construir uno de 210 pies de foco, con ayuda del cual descubrió un satélite de Saturno, del anillo que rodea este planeta, de la nebulosa de Orion. Realizó en Mecánica la primera aplicación del péndulo a los relojes y del muelle espiral a los de bolsillo. En Matemáticas resolvió, aun antes del descubrimiento del cálculo diferencial, problemas que parecían irresolubles sin su auxilio. Inventó el micrómetro para medir el diámetro aparente de los planetas, perfeccionó la máquina neumática y el barómetro, fué el primero a quien se le ocurrió medir las alturas con el auxilio de este mismo inst r u m e n t o y dio la verdadera teoría de los anteojos. 17 janjo de 1543. — El marino mecánico Blasco de Garay hace, en el puerto de Barcelona, el ensayo de un invento que servia p a r a sacar los buques de cualquier fondo, convertir el ag^ua del m a r en potable y sobre t o d o para hacer a n d a r las galeras sin remos ni velas. Por mi parte, hago lo posible por no hablar de lo que no me gusta, de lo que no lo merece y de quien no es digno de la glosa periodística. Es la pequeña venganza que nos podemos tomar los críticos, que además del honor profesional, tenemos ¡deas v dignidad. Venganza que no es de dioses y que mucnus de nosotros, con todas nuestras buenas intenciones, a veces nos vanos obligados a abandonar. Por hoy quiero ser formal. No hablaré de lo que no merece ser comentado. El mes que viene y los sucesivos, meses terribles para los críticos, quizá también me vea obligado a quebrantar la consigna. JACQUKS DF.SCLKI.ZE París, junio de 1924. 18 janio de 1869. — Se promulga por Imb Cortes españolas la Constitución democrática de i86g. Triunfante la revolución de i868 que dest r o n ó a la reina Isabel I I , el gobierno provisional nombrado pwr la Junta superior revolucionaria, convocó Cortes Constituyentes, las cuales en pocos meses formaron la Constitución de 1869, la única Constitución española que cabe darle el título de democrática. P o r elk), sin duda, nunca se ha tratado d e restablecerla p a s a n d o a la categoría de monumento histórico. 19 junio de 1870.—Celébrase en Barcelona el primer Congreso O b r e r o de la Región E s pañola de la Asociación Internacional de los Trabajadores. Copio aquí algunos párrafos de los discursos inaugurales y que fueron aplaudidos unánimemente |x>r la muchedumbre que llenaba el t e a t r o Circo : «La hora d e la redención se acerca. Nosotros queremos ejercer nuestros derechos. Aquí nos congreg'amos p a r a asi declararlo ante el mundo todo ; queremos la Justicia, y por lo t a n t o queremos que cese el imperio del capital, de la Iglesia y del E s t a d o , para construir sobre sus ruinas el imperio del gobier- LA REVISTA BLANCA no de todos, la Anarquía, la libre federación de libres asociaciones de obreros.» «Por esto, ciudadanos, nosotros debemos prescindir, como he manifestado, de todos los sistemas que se han conocido hasta hoy ; porque todos los sistemas y todos los gobiernos, f>or liberales que se dipan, por liberales que sean, todos son reaccionarios, todos son enemigos de la emancipación de la clase trabajadora ; porque la autoridad y la libertad son dos cosas incompatibles ; y mientras exista la autoridad, mientras exista el Estado, mientras exista la Iglesia, mientras existan las clases explotadoras, es imposible la libertad y es imposible la Justicia.» El Obrero, de Palma de Mallorca, que se publicaba en aquella ép)oca, al dar cuenta de la elección de los delegados al Congreso de 1870, decía : «La abolición de toílo jxjder y de toda autoridafl, es el triunfo de la justicia ; los hijos del trabajo debemos trabajar sin descanso para su advenimiento.» Sin embargo, más adelante, algunos de los que formaban la Redacción de aquel periódico organizaron el partido obrero socialista, como algunos de los delegados que asistieron al Congreso y aceptaron y votaron la declaración de «ser enemigos de tomar parte en la política», formaban dos años después el P a r t i d o Obrero Socialista. 20 junio de 1789.—Los diputados del tercer estado, reunidos en el j u e g o de pelota de Versalles, juran no separarse sin haber cumplido el m a n d a t o de sus electores. La Revolución avanzaba a pasos a g i g a n tados y los que componían los Estados Generales la esperaban preparados. No debía tardar. El hambre y las persecuciones eran sus conductores. 21 junio de 1870.—Publícase la ley provisional estableciendo el matrimonio civil en la Región española. El primer matrimonio civil .se efectuó en Reus ; los contrayentes eran Enrique Bonet, pintor, y Teresa Aguadé (Cot), tablajera. 22 junio de 1848. — El pueblo de París enarbola por primera vez la bandera del socialismo y empieza la lucha en las calles a consecuencia de haber querido el gobierno republicano cerrar los talleres nacionales. •5 Después de amordazar al pueblo a fuerza de represiones matando con ellas la Revolución de febrero, a primeros de junio el g o bierno republicano estudió la manera de acabar de una vez con todos los que no estaban conformes con su marcha. Detuvo a Barbes y Blanqui, hombres de acción verdaderamente temible para el g o bierno, arrestó en una sola noche quinientas personas e hizo que se expatriaran muchas de notables. Llamáronse entonces a toda prisa los ejércitos que acampaban en las fronteras para que se colocasen cerca de Paris, dispuestos a la primera orden ; y cuando ya tcxlo estuvo combinado para librar la batalla contra los exaltados, sin miramiento ni consiíieración alguna se decretó y se practicó en seguida la disolución de los talleres nacionales, dejando en un momento sin pan a más de cien mil obreros. .Al verse aquellos trabajadores en medio de la calle, sin concebir siquiera dónde podrían ocuparse ; al observar la crisis de trabajo que hablan ocasionado los capitales con su retraimiento, la desesperación llegó a su colmo y en grandes masas gritaban pidiendo pan o plomo. Por la noche empezó la lucha del havibre, y plomo recibieron los obreros en enormes cantidades. Los de arriba y los de abajo acudieron a la pelea. \ ' a r i o s ministros, entre los que no faltaba Lamartine, hicieron de guerreros, llevados de su odio a los trabajadores, así como muchos representantes de la nación, industriales, propietarios, comerciantes, el mismo arzobispo de París, disparaban contra los desdichados hambrientos... Más de cuatrocientos mil combatientes tomaron parte en aquella gigantesca batalla que d u r ó cuatro días sin descanso y en la que corrió la sangre de más de veinte mil hombres. Por fin restablecióse el orden en París a las últimas horas del 25 de junio : ¡ el orden que reina en los cementerios ! Las prisiones de obreros que se hicieron después de las j o r n a d a s de junio fueron en tan g r a n número que llenaron los sótanos del Panteón y de las Tullerlas. Más de catorce mil obieros fueron deportados al África y a la Guyana francesa, sin proceso ni senter.cia. Durante muchos días se dedicaron a perseguir las blusas, lo mismo en el seno i6 LA REVISTA BLANCA del h o g a r que en establecimientos públicos. ¡ Ay del que su rostro revelase el sufrimiento del hambre y de la miseria !... ¡ Como perturbador del orden era conducid o al África ! 23 junio de 1876. — El reputado doctor Gradspur, de Nueva York, hace pruebas para dar dirección a los globos. 24 jnnio de 1894.—El Presidente de la República francesa Sadi Carnot cae muerto en Lyon bajo el puñal del joven Sante Caserío. 25 junio de 1899.—Celébrase en el Frontón Central de Madrid un mitin en p r o de los condenados en Montjuich, en el que hablaron, entre otras personalidades, el conservador Conde de las Almenas y el demócrata Canalejas. 26 junio de 1892. — El anarquista Ravachol es condenado a la pena de muerte por el jurado de -Montbrisson. Suyas son las palabras que voy a reproducir aquí y que eran un fragmento de las que iban dirigidas a los jurados : «Yo no soy sino un obrero sin instrucción ; pero puesto que he vivido la existencia de los miserables, siento mejor que ningún rico b u r g u é s la iniquidad de vuestras leyes represivas. »¿De dónde sacáis el derecho de m a t a r o encerrar a un hombre que, puesto en la tierra con la necesidad de vivir, se ve obligado a ajKxlerarse de lo que necesita para su alimento? iiYo he trabajado para sostenerme y sostener a los míos, y en t a n t o que los míos y y o no hemos sufrido con exceso, he sido lo que llamáis un hombre honrado. Después me ha faltado el trabajo y, como consecuen- cia ha venido el hambre. Entonces, esa g r a n ley de la Naturaleza, esa voz imperiosa que no admite réplica, el instinto de conservación, me impulsó a cometer ciertos delitos y crímenes que me echáis en cara y de los cuales me h a g o responsable. "Juzgadme, señores jurados ; pero si me habéis comprendido, al juzgarme, juzgáis a todos los desgraciados a quienes la miseria, aliada a la fiereza natural, ha hecho criminales, y a quienes el bienestar habría convertido en gentes honradas. »Una sociedad inteligente hubiera hecho a todos sus miembros inteligentes, a su imamen y semejanza.» 27 junio de 1848.—La asamblea republicana de París decreta la deportación de los obreros que habían tomado parte en los sucesos explicados en la efeméride del 22 de junio. 28 junio de 1896. — Los detenidos en las cárceles de Barcelona a consecuencia de )a explosión de Cambios Nuevos, pasan de 400. 29 junio de 1880. — En W a s h i n g t o n es ahorcado Guiteau, autor del atentado contra el presidente Garfield. Guiteau, sin duda debía ser un iluminado o un fanático, pues se declaró enviado por la Providencia para restablecr, con la muerte del presidente, la armonía del partido. 30 junio de 1789.—El pueblo de París pone en libertad a los guardias franceses detenidos por no haber querido hacer fuego contra el pueblo. i Qué lástima que ese g r a n pueblo francés conserve tantos rescoldos patrióticos ! SOLEDAD GISTAVO Biblioteca de "LA R E V I S T A BLANCA OBRAS li PUBLICADAS: SEMBRANDO FLORES: novela de una vida ideal r25 ptas. ejemplar LOS GRANDES DELINCUENTES: novela de actualidad social . 0'85 . • LOS m í o s DEL AMOR: novela de unas vidas que nacieron sin la sanción de las leyes morales ni sociales 1 '50 > > LA REVISTA BLANCA , r* « « « • « i f VERDAGUER, EL MÍSTICO •»»•»»< H a pasado ya la pompa oficial ; nada queda del rumor de los discursos y de las m ú s i c a s ; secas están las flores que las hijas de Maragall, el otro poeta cantor de Cataluña, depositaron sobre el monumento del pobre sacerdote místico y candido, encendido de un amor que quería ser divino y que poseía todas las bellezas, todas las melancolías y todas las añoranzas del amor h u m a n o . Y ahora, en este silencio oficial en que ha vuelto a hundirse el nombre del más humilde de los hombres, del más cristiano y sincero de los sacerdotes, precisa que suene la voz de los que reivindicamos su memoria de perseguido, de los que comprendemos su tormento de inadaptado, de los c|ue concebimos su calvario de místico, de los cjue adivinamos un poema de tristeza, de abnegación, de sinceridad, de valentía obscura a través de la vida inquieta y de la muerte injusta de este gran poeta humano, demasiado humano y que por serlo recibió trato de bestia. H a n honrado al Verdaguer de «L'Atlántida», del «Canigó», al ensalzador de María, de una María dulce y pura, enigmática e ideal, que tenía encantos de mujer y era cantada con exaltaítones de amante ; una María que puede ser la encarnación divina de otra María humana... Los ojos claros, con pureza de niño, de Verdaguer, podían guardar un secreto; guardaban, indudablemente, la a m a r g u r a resignada, suave, dulce, quieta de un recuerdo. H a n honrado al Verdaguer aparente, no al i n t e r n o ; al Verdaguer glorioso, no al t o r t u r a d o ; al Verdaguer triunfante, no al perseguido; al Verdaguer harto, no al hambriento. Y la estatua que perpetúa su memo- ria no representa un pobre cura de bellos ojos de niño, sotana raída y faz flaca y triste... Este Verdaguer es, sin embargo, el nuestro, el Verdaguer real, el Verdaguer grande, el poeta que escribió con su vida el más sublime, más tierno y ejemplar de los poemas. Sobre la vida de Mosén Cinto, R u siñol escribió «El Místico». Era verdaderamente un místico, un bondadoso, un sano místico, el cura por cristiano perseguido, el que hablaba en Cristo a las s e ñ o r a s ; el que aconsejaba honestidad y amor al prójimo a sus lujosas feligresas ; el que fué perseguido a instancias de una dama irritada por sus consejos de apóstol verdadero y por un obispo que no consideraba lógico que hubiera discípulos de Cristo a últimos del siglo XIX. i Le llamaron loco al mí.stico ingenuo, de ojos do niño y alma clara y diáfana, al en.salzador de una María tiue tenía encantos de mujer y era cantada con exaltaciones de a m a n t e ! . . . ¡Procuraron dominar con férrea mano aquella voluntad dulce v firmo ; procuraron enturbiar con la miseria la limpidez do su alma infantil ; procuraron poner centelleos de odio en aquellos ojos que sólo dulzura y mansedumbre expresaban ; procuraron crucificar al Jesús, hijo de María, en el Jesús que revivía de nuevo tras la sotana estropeada del pobre poeta místico y entusiasta ! ¡ El Calvario, el Góigota de injusticias, d f arbitrariedades, de privaciones, de ultrajes que Verdaguer hubo de subir I Y frente a la magnitud de su trage- i-Q\ i8 LA REVISTA BLANCA dia de sacerdote honrado, de cristiano sincero, de hombre noble y bueno, por honrado, por sincero, por noble y bueno perseguido, ¿qué es su obra intelectual, la obra homenajeada por los que no supieron comprender la humilde grandeza y la innata bondad del desdichado poeta cristiano? ¡ El homenaje ! ; El triunfo oficial después de veintidós años de haber muerto en la estrechez, amargado por las injusticias, dolorido por los sufrimientos, zarandeado por las persecuciones, motejado de loco porque profesaba la doctrina cristiana en toda su pureza generosa, porque la propagaba ardorosamente, porque oponía las primitivas e igualitarias concepciones de Cristo a la ostentación y vicios de los poderosos! ¡ Pobre Verdaguer! ¡ Pobre místico noble y sencillo, bueno y abnegado! ¡ Pobre cura que cometió el pecado imperdonable de ser sincero, de creer y hablar en Cristo, de no convertir en granjeria sus convicciones y en medio de explotar al prójimo el traje que Uevafba ! Veintidós años ha tardado en reconocerle méritos la sociedad que le llamó loco, que amontonó penas sobre su alma y puso lágrimas de dolor en sus ojos. Y, ahora como siempre, ha sido la misma colectividad que le persiguió la que le honra. Su nombre, como el de Dante, el de Cervantes, el de Camoens, el de Becque, que casi murió de hambre y recientemente y después de tiempo de haber muerto ha sido también homenajeado por el Gobierno francés, conságrase como gloria nacional. ¡Gloria postuma y triste, gloria ficticia y falaz, que le hizo apurar hasta la hez cálices de amargura y que antes enturbia que resalta su excelsa figura de p>oeta humano, demasiado humano, de hombre bueno, demasiado bueno, de víctima resignada, demasiado resignada y último discípulo de un Jesús todo bopdad y amor, que fué crucificado entonces y sería crucificado ahora I Sin embargo, no hay gloria como la que concede el alma sencilla, candida, compleja, pródiga y grande del pueblo. Esta gloria no le faltó en vida a Verdaguer y no le faltará después de muerto, cuando olvidada esté la gloria aparente que ahora lo circunda. Verdaguer, el místico, el Tolstoy catalán, el último cristiano, es ya una figura de leyenda, una figura respetada y querida por el pueblo catalán. Y con esta intuición prodigiosa del alma popular, el Verdaguer querido, el Verdaguer nunca olvidado, el Verdaguer que tiene para toda Cataluña algo de íntimo y familiar, no es precisamente el Verdaguer literato, el Verdaguer triunfante de un momento, sino el Verdaguer pobre y humilde, escarnecido y perseguido, acorralado y mísero. Verdaguer vive, vivirá siempre en el alma popular, pero no como cantor de la tierra, sino como víctima de la injusticia social y del poder religioso. Verdaguer vive, vivirá siempre en su figura atrayente y dolorosa de mártir resignado. La estatua que honra su memoria nada tiene que ver con la silueta, perennemente conservada en todas las almas, del sacerdote reducido a la miseria, de sotana remendada y bellos ojos de niño. Ante este sacerdote hostigado, ante esta sotana pobrísima, que quizá ocultaba el drama de una existencia, podemos inchnarnos con respeto, comprendiendo, aunque no las compartamos, las ideas sinceramente, noblemente profesadas por este hombre admirable. Y es ante el Verdaguer suave y candido, franco y bueno, ante el que el pueblo se inclina. Y es el Vendaguerhombre, el Verdaguer-víctima, el héroe de una tierna leyenda, perfumada de romeros y tomillos, de canciones pastoriles y bravia grandeza de montañas catalanas, que la imaginación popular ha tejido alrededor suyo, coronándole con la más pura, la más hermosa, la más espontánea y la más sincera de las glo- LA REVISTA BLANCA rías : U n a gloria que nace de lo inconsciente, llegando a los linderos de lo sublime ; una gloria que sólo pueden g o zar los buenos, los humildes, los generosos, los abnegados y los sufrientes, porque lo que ha de concederla reclama PSp>eciales condiciones, grandes dolores e infinitas bondades al que quiera ser t a instancias de su padre, el escribano del Real Monasterio de Sixena, que no lo creía seguro en la capital del Languedoc. Otros suponen que siendo Quin. tana un distinguido humanista y teniendo idea» muy amplias acerca del cristianismo, encontrando de nuevo a su antiguo discípulo y con- -a • 20 LA REVISTA BLANCA cordando con éste en muchos puntos de vista que la Protesta era cuestión de temperamento de la raza más que de ideal y esto con un fin acerca de las nuevas tendencias que tomaban las ideas religiosas, se decidió a llevárselo con- puramente material. Los pastores de la Reforsigo como secretario particular para darle mo- ma atacaban a Roma por pura conveniencia tivo a que se dedicara a escribir y a pensar de la manera más brutal. Calvino decía de según sus tendencias bajo la protección Impe- los obispos : «Les hacemos demasiado honor rial, cosa que no podría hacer en Tolosa. Sea a estas bestias cornudas llamándolas obispos. El título de Papa no se debe dar a ese bandel caso lo que fuere, lo cierto es que el joven Servet siguió a su protector a Italia, donde le dido (Crigand) que ocupa la silla de Dios.» Lutero decía : «Si yo fuera emperador, copresentó al propio emperador Carlos V y tanta simpatía supo inspirar a su augusto señor, gería al Papa y a los cardenales, haría con que le hizo asistir en lugar preferente a su co- todos ellos un Fío y los arrojaría juntos en ronación en Bolonia por el papa Clemente VII. el pequeño foso de la mar de Toscana.» El mismo Lutero dice del Papa : <(Está tan Después estuvo con el séquito Imperial en otros sitios de Italia y en especial en los Es- lleno de diablos, que los escupe y le salen por tados papales durante un año de 1529 a 1530. las narices cuando se suena.» Servet, convencido como estaba de que la En las ciudades italianas se supone que adquirió los primeros conocimientos de Medicina Trinidad no está mencionada y menos afirmada de los grandes doctores de la época. Pero esto ni en el Nuevo ni en el Antiguo Testamento, no le basta y asiste a los heridos en los com- quiso que sus primeros escritos se basaran en afirmar la unidad divina y por tanto la falsebates y pide los cadáveres para estudiar en ellos por propia observación, el organismo hu- dad del dogma trinitario como una impostura de teólogos estrechos de cerebro. Así escribió mano. A los 19 años era ya un médico notable por su libro primero titulado De Trinitatis errosu saber, y en esta corta edad era va envidia- ribus. do por todos los doctores de la ciencia moAl saberlo los pastores protestantes suizos, derna. Por fin sale de Italia siempre agregado impidieron la impresión del libro y entonces a la corte Imperial, y en Alemania asiste a las Servet se marchó a Hagenan en Alsacia, y controversias teológicas de la Dieta de Hans- allí se lo imprimió el librero Juan Satzer a burgo, la ciudad Imperial por excelencia. Allí fines de 1531fué donde conoció a Malancthon y a Bestzer A los veinte años, lleno de actividad, abre de Estrasburgo, fostores reformados de gran un curso de Matemáticas en la propia escuela Hombradía. de Medicina de París, a la par que otro de A los 20 años descubrió la circulación de la Anatomía general, al cual asistían los primesangre en el organismo humano, siendo esta ros médicos de la capital francesa. Después circulación el motor de la vida humana. abre un curso en la Escuela de los Lombardos Al estudiar los Evangelios, Servet encontró y un cursillo en el que se ocupa de Astronoen el de San Juan el alto ideal humano. Como mía y de las influencias siderales sobre el orhumanista y como teólogo pensador tuvo la ganismo humano, lo cual fué calificado de desgracia de tener razón entre católicos y pro- Astrolc^ía judiciaria. testantes y para defender su manera de comHubo un momento en que Servet llegó a ser prender el Cri^ianismo al formular sus ¡deas, el médico de mayor fama. Los oyentes esperase atrajo la animadversión de todos. ban turno para oir al dulce sabio español, coA fuer de hombre de buena fe, quiso antes mo se le llamaba, y quedaban todos admirados de publicar nada consultar y controvertir con ante las teorías de aquel joven doctor tan atrevido como elegante. Hasta los reyes iban a las lumbreras de la Teología en toda Alemania. Así se dirigió a Basilea y pidió una audiencia oir sus encantadoras teorías. a Ecolampadio. al cual expuso sus ideas; y A Servet, en este momento la fortuna le sonEcolampadio (su verdadero nombre era Juan reía. La corte le consultaba. Los grandes saHanssdiein) se horrorizó ante sus afirmaciones. bios tenían a grande honor discutir con él. Los conceptos geniales del joven sabio espaiíol, Todos se lo disputaban. Pero su excesiva nomle parecieron blasfemias horribles v le anate- bradla llegó un momento en que estuvo a punmatizó llamándote a Servet: judio,'musulmán, to de perderle blasfemo poseído del demonio, v lo echó maEn unas lecciones dadas en la Escuela de teriahnente de su presencia, diciéndole que Medicina de París, habló de lo que llaman momerecía el suplicio más tremendo. Servet no dernísimamente hoy día (1910) Premoniciones se intimidó y le dirigió una carta en la cual los hombres de ciencias, esto es, de los prele escribió: «Es abusivo el condenar a los sentimientos que son como un anticipo del que se equivocan en la interpretación de li- porvenir y de lo que se siente relativo a lo que bros sagrados. Sólo es justo tal castigo para pasa a distancia, o sea de los hoy llamados los asesinos.» fenómenos telepáticos; y esto agradó tanto Bien pronto se convenció nuestro filósofo de en París, especialmente en las clases elevadas. LA REVISTA BLANCA que su fama le llevó a ser el doctor preferido de todos los grandes personajes y en especial de la Corte que iban a su modesto alojamiento para consultar con tan ilustre sabio, y llegó a tanto la cosa, que hasta se asegura fué llamado por la reina a palacio. Tanta fortuna no tardó en provocar la envidia de algunos colegas suyos, que en cierta ocasión él había calificado de asnos. Este duro c^ilificativo lo aplicó a los que no tienen en cuenta las influencias meteorológicas sobre el organismo humano. Esto les dio pie para que le hicieran acusar de astrología v de magia al Parlamento de Francia por la propia Facultad de Medicina. En la acusación se pedía la muerte en la hoguera del extranjero abusivo y engañador por haber dado un curso de Astrología judiciaria, ciencia reprimida por las divinas instituciones canónigas y por las civiles. En París, es donde Servet entabló las primeras relaciones con el fanático Calvino. Allí se vieron ambos por primera vez y lo que es más, se detestan cual dos adversarios irreconciliables que se aprestan a un duelo a muerte. Hallándose frente a frente los dos polos opuestos de la vida : la Filosofía humanitaria y el dogmatismo cerrado, la libertad y la represión, la esplendidez caballeresca y la austeridad mezquina, la nobleza leal y la villanía artera, la filantropía y la misantropía, la Ciencia y la Inquisición... Más que dos hombres, eran dos personificaciones, dos ideas diamctralmente opuestas que so habían puesto frente a frente con una energía colosal, y aquello no podía acabar más que con la desaparición o la muerte de uno de los dos rivales. La altiva franqueza, la noble gallardía, el atrevimiento racionalista superhumano de Servet, encendieron en el alma estrecha y feroz de Calvino un rencor, un odio y unos celos que no se extinguieron hasta que logró perderle. Entre los hombres, el talento y la nobleza son causa de mayores celos y de odios más implacables que entre mujeres la hermosura. Todos los seres viles odian a los que valen más que ellos, en cualquier sentido que esto sea ; y se nace vil o noble como se nace feo o bello, bajo o alto, bilioso o sanguíneo. Todos admiraban en Servet la gran bondad y la filantropía, elevadas a la categoría de deber. Se le conocía por el amigo de los enfermos y el erumigo de las enfermedades. Y no solamente curaba, sino que curaba de balde cuando no le podían pagar sus módicos honorarios y hasta les daba dinero a los que no tenían medios para practicar su tratamiento, que era siempre el de ahorrar el sufrir, desterrar el dolor, confortar el ánimo del paciente v ser la providencia del enfermo con sus curas humanistas. Los condes y marqueses del Delfinado y de todos los países limítrofes, pedían por favor sus consultas, mandándole por ello esplén- 21 didos regalos. Sus curas eran maravillosas. No sangraba nunca, y sin sangrar curaba los enfermos, lo que parecía casi un milagro. Con lüs grandes medios que el arzobispo Paulmier le proporcionaba y con el tiempo que le dejaba libre el ejercicio de la Medicina, Servet tuvo lo necesario para dedicarse al estudio y escribir su libro magno que le llevó a la hoguera, que al cabo de tres años tuvo terminado. Esta obra, que él meditaba ya desde hacía mucho tiempo, era una espocic de Enciclopedia en que .se hallaban reunidas todas sus ideas, formando serie con las de grandes filósofos anteriores, sobre la Divinidad, el Cristianismo, la Ciencia y el Hombre. Puede decirse de esta obra que es la síntesis del espíritu del Renacimiento. En ella se llega a dignificar y divinizarse al Wombre y a agrandar el dominio vital ascendente de la especie humana. Acaricia la idea de la vuelta a un Evangelio puro, todo lleno de amor v vida como el de San Juan, y con él llegar al establecimiento del superior reinado del Santo Espíritu, el cual se manifiesta sobre la tierra por el amor y la sabiduría. Su libro está lleno de ideas científicas que a veces llega a alcanzar el vigor y la poesía de un canto poemático. .Su sistema es un eterno llegar a ser. Todo se mueve. Todo marcha. Todo progresa. Todo cambia eternamente, pues que Dios es energía permanente v su creación continua, siendo persistente su impulso, que es la vida misma; si no. El no sería el Eterno Padre. Precisamente donde su adivinación científica brilla como un sol en medio de una nebulosa de elucubraciones metafísicas, es en el capítulo V, consagrado al Espíritu Santo, en el cual hace una descripción detallada del cuerpo humano. Y para probar que el Espíritu de Dios es movimiento y vida, desdo los mundos que vuelan por los espacios, en formación continua, hasta los seres de la tierra, describe la circulación de la sangre en el Hombre, empezando ya por la del feto en el vientre de la madre, acabando por afirmar que el mayor de todos los milagros de la creación es el cuerpo humano, templo viviente del Santo Espíritu. Servet, que desde que entró en Francia se le llamó doctor Michel de Villeneuve y que nadie sabía fuera el antitrinitario Servet, tuvo la debilidad de querer consultar (ya lo hemos dicho antesl v controvertir las ideas de su libro con varios doctores protestantes, antes de darlo definitivamente a la imprenta. As( se dirigió a .\boI Pupin, a Vives v especialmente a su contrincante do París, Calvino, muy candidamente dándole las pruebas de su libro y hasta el índice de las materias que le causaron su perdición y su muerte. Servet nos ha dejado varias obras escritas, a saber : .\ los 20 artos de edad (1531) produjo la pri- aa LA RSVISTA BLANCA tutio. El fwimer título que Servet pensó darle mera de que antes hemos hablado, titulada De Christianismi. Trinitatis, Erroribus, y su aparición conmovió a este libro fué el de Renovatio todos los espíritus pensadores de Europa. Esta Por fin la publicó con el nombre primero. Es obra fué estampada en casa de uno de los más un volumen de 724 páginas en octavo y tiene al final, en la última página, las iniciales M. S. renombrados impresores del Renacimiento. En 1532, Dialogorum de Trinitate Libri Dúo, V., del año 1553. de Justitia Regni Christi et de Chántate. La Esta obra, aunque no lleva pie de imprenta, controversia y el pavor que produjeron estas fué estampada en Vienne (Delfinado) por Baldos obras en el campo protestante, le obligaron tasar Arnoblet. a abandonar los países germánicos y a retirarse Las dos primeras obras de .Servet repetimos a Francia mudando de nombre para no ser co- que van firmadas : Miguel .Ser\'et (alias) Revés. nocido. Las otras, desde que entró en Francia, están Estas dos obras iban firmadas con el nom- firmadas por Miguel de Vilanova. V la última sólo lleva las iniciales M. S. V., al final del bre de Miguel Servet (alias) Revés. En 1535 publicó Geographia Ptlomea; en Lyon libro. la primera edición y la segunda en 1541, correAdemás Servet dio gran número de conferengida y aumentada debidamente. cias y tuvo infinitas controversias de palabra Elíseo Reclús no vacila en decir que fué el y por escrito, mandando gran número de carverdadero fundador de la Etnografía y de la tas a los principales jefes de la Reforma, a más geografía comparada. de las que escribiera a Calvino y del primitivo En 1536, desde Francia, publicó la tercera plan de su obra. Paul Burgeusis tiene muchas Brevissima Apología pro Campeggio in Leo- recogidas y publicadas en su estudio titulado Recherches scriptuaires en Tokler's Rerveis des nardum Fuchsium. A partir de esta obra ya firma todos sus libros, en lugar de Miguel Ser- Glaubens. vet, Miguel de Vilanova. Otras cartas de Servet han sido publicadas En 1537 publicó Syruporum Universa Ratio, por el doctor Reuss v otras por el doctor ToUin, que armó tanto barullo entre los doctores de la a más de algunas inéditas que están en los capital de Francia, valiéndole la envidia de los archivos de Ginebra. médicos rutinarios, a los cuales él calificaba de Tal es la obra intelectual de este gran sabio asnos, y probablemente la denuncia de que fué español, mártir del libre pensamiento y de la objeto al Parlamento de París por parte de libertad, que en sí encontró el espíritu del Realgunos profesores de aquella Facultad, y por nacimiento y que murió quemado en Ginebra otro lado le valió la estima de todos los aman- a los 42 años de edad, perseguido por el inquites de la ciencia. Esta obra la completó después sidor protestante Calvino. en cuatro tomos más que publicó en Venecia ¡ Cuan grande no hubiera sido su legado, si y Lyon desde i<;45 a 1547. el vil Calvino no nos arrebata violentamente En 1538 publicó Apologética Disceptatio Pro esta noble y preclara existencia ! ¡ Gloria y hoAstrologia, desde París, demostrando Servet un nor a la víctima y oprobio eterno al victimario ! gran conocimiento de la ciencia astronómica y Servet se nos presenta en la historia de la de la constitución y movimiento sideral, dando Humanidad como un tipo original del más oriideas de tener un sistema que preludia al de ginal del Renacimiento que él sintetiza. Galileo y disertación de lo que hoy se conoce ¡ Tanto brilla, que hay momentos en que sus con el nombre de «telepatía». frases parecen las lenguas de fuego del Santo En 1542 publicó la Biblia Sacra ex Sanctis Espíritu ! Panganim. Asi prueba que las profecías deben Como todos los grandes genios, tenía ideas entenderse que hacen referencia al pueblo he- de tal fuerza, que reducían a cenizas, a humo, breo y no a Jesucristo como se creía en la época. las contrarias. Así se le aplicó la pena de los Toda esta obra está llena de geniales observa- incendiarios; ¡y fué a desaparecer allí en meciones, descubriendo perspectivas nuevas. dio de las llamas, para que sus ideas arraigaran En 1546 publicó Suma Teológica de Santo y se extendieran sobre toda la tierra! Tomás de Aquino, con comentarios originales, En el próximo trabajo hablaremos de su y una Gramática C»stellana. éxodo y captura. L j obra maestra de -Servet y la que le valió el martirio fué la llamada Christianismi RestiM . SORIANO DE NUMANCIA LA REVISTA BLANCA 23 UN NOVELISTA MISTERIOSO (i) Hace algún tiempo se habla en MaAsí, convirtiendo a todo el mundo en drid de cierto novelista a quien casi nadie artista, el mundo forzosamente habría de conoce personalmente. Léense sus nove- ser una obra de arte, de la que fuere las, se aplauden y se ensalzan sus libros, autor el mundo todo. pero nadie, hasta ahora, ha podido conPero i cuál es, según Sotomayor, el testar a la pregunta : ¿ Quién es el autor ? principio de ese fin tan bello? Las obras del artista misterioso lleOfrecer condiciones morales y matevan un nombre, pero nadie conoce la riales a cualesquiera de los hombres despersona que lo lleva. de el nacer hasta el morir, para que, Para más confusión y misterio, cada fuese cual fuere su ocupación, pudiera libro tiene editor diferente, y pregunta- pensar que, en el momento de ejercerla, dos todos por la persona que escribiera era un artista. el que le tocó en suerte, todos, poco más No habría de existir, pues, el salario ni o menos, contestan : Que quien fué a la dependencia económica. Nadie tendría cerrar trato con ellos no podía ser autor que trabajar para los demás, y todos, de libro tan hermoso. al producir, únicamente habrían de tener Mas el caso es que las ediciones se en cuenta la belleza de la producción. agotan, que todo el mundo espera el Pero tal suerte de sentimiento estético próximo libro y que la prensa habla, con ¿ es práctico en este mundo de envidias, elogio o con encono, según su criterio de injusticias y de intereses opuestos? social o estético, del novelista Eduardo N o ; únicamente es bello : bello en la Sotomayor. mente del autor y bello en la mente del ¿ Qué condiciones reúnen las novelas que lo leía. Mas siendo el ideal de don de dioho personaje para que llamen tan Eduardo la belleza y oponiéndose a su poderosamente la atención del público? ideal la fealdad de las sociedades preEl principio fundamental de su esté- sentes, aquel propósito estético trastortica, que bien pudiera ser, también, éti- naba por completo todos los valores soca, es que todo el mundo ha de ser ar- ciales, económicos y morales. tista y que todo el mundo debe hacer De ahí el encono y la ruda oposición una obra de arte. que la obra estética de Eduardo SotoAl labrador le dice : ¡ H a z de tu te- mayor encontraba en parte de la prensa y de la gente que vive de las injusticias rruiío un jardín ! A la madre le dice : ¡ H a z de tu hijo y de las fealdades del mundo. H o m b r e de lucha, seguramente por un á n g e l ! A la joven aconseja que haga de su serlo de amores, Sotomayor adoptó el amor un premio, al joven que convierta procedimiento de contestar a los juicios su vida en una gloria, y a c'hicos y gran- que de los críticos profesionales meredes, viejos y jóvenes, que hagan de la cían sus novelas desde la página del próximo libro. Y sus réplicas eran de un tierra un paraíso. concepto tan elevado que, en aquel momento, como en todos los de su vida, (I) Primer capítulo de la novela de Urales, hacía también arte y arte sublime. RENACER, que estos días pondrá a la venta Quería que el hábito de producirlo se la Biblioteca de LA REVISTA BLANCA. 24 LA REVISTA BLANCA convirtiera en fuente de arte sin hábito. El artista no había de serlo sólo en el taller ni en la biblioteca ; había de serlo en todas partes. Era, el de Eduardo Sotomayor, un panteísmo estético. Era el ideal estético griego surcando el alma de todas las criaturas, (jue ya al nacer las estaba esperando un artista para entregarlas a otro y a otro, hasta que la propia criatura era a la vez producción y productor de arte. De los mitos, de los misterios, de las tempestades, de todos los elementos hacía Eduardo Sotomayor una obra de arte, convirtiendo a la ciencia en sentimiento poético, para que nada en el cielo ni en la tierra causara pavor en el ánimo humano y trxlo produjera alegría, emoción agradable y placentera, ansias de continuar la vida y de no acabarla nunca. En las relaciones sociales establecía Sotomayor un culto a favor del niño y de la mujer. Del niño, porque era la vida futura, a la c]ue había que embelle- cer cada día más. De la mujer, porque era la fuente de las ternuras y de los sacrificios y a la que se había de amar con embeleso y grandeza, poniendo a sus pies todas las heroicidades humanas, como vasallos de la ternura y del sacrificio que la mujer simboliza en la tierra. Con este criterio sobre el arte, sobre la humanidad, sobre la Naturaleza y sobre la mujer, nada tenía de extraño que las novelas de Eduardo Sotomayor fueran como im rocío, como un bálsamo, como un consuelo, como una esperanza, como una misma realidad de consuelo y de esperanza para cuantos las leían y de c u \ a lectura salía el alma humana más digna, más fuerte, más grande. Y nada tenía tampoco de extraño cjue de las novelas de Eduardo Sotomayor fuesen las mujeres las más constantes y bellas propagandistas. Al abrir uno de sus libros, era como si el telón se levantara para que el público viera mundos más bellos y más buenos que aquel en que vivía. Muchas y muy contradictorias entre sí son las conclusiones, a las que juzgando el Esperanto, lenguaje auxiliar, han llegado la mayoría de los hombres. Mientras Elíseo Reclús hace su apología en su obra «El Hombre v la Tierra», Onésimo Reclús rechaza hasta su esencia misma. Hombres eminentes lo ensalzan, v también hombres eminentes lo desprecian. ^;Cuál ha de ser, pues, nuestra conclusión? Son varias las direcciones que se pueden tomar para hacer su estudio, y, por hoy, me limitaré a tomar una sola, tal vez primordial. La dirección elegida es un párrafo de Onésimo Reclús, ratiíicado, tal vez entre otros, por la redacción de una revista naturista cuyo nombre no recuerdo, -y por el compañero Diógenes en ((Acción Social Obrera» : ((Librémonos alegremente de la pesadilla de la lengua universal. Los traficantes la desean, como la teme el ingeniero. Una humanidad con un solo idioma y una sola literatura sería como una tierra sin fragosidades, sin ventisqueros, sin torrentes ni abismos, sin bosques ni lagos; una llanura aborrecible y estéril.» ¿Sería una humanidad con un solo idioma y una sola literatura, como una llanura aborrecible y estéril, o, al contrario, sería una sola y verdadera familia humana, sin odios de raza y con una riquísima literatura universal, donde todos los conocimientos estarían a disposición de todos los humanos? La cuestión se presenta en estos dos términos, y la respuesta no puede depender del gusto, sino de los hechos ; v, sabiendo en primer Jugar, que todo juicio es el resultado de una LA REVISTA comparación entre los conocimientos adquirid o s V lo q u e se juzga, y en segundo, que la Verdad no depende de nosotros, debemos estud i a r la cuestión en su origen y sentar nueslras conclusiones sobre firmes p u n t o s de apoyo. Mas, <;dónde se hallan éstos? En la m i s m a naturaleza h u m a n a con su evolución, según se desp r e n d e de los c u a t r o párrafos siguientes, p a r a lelos dos a d o s : LA EN LAS SELECCIÓN ESPFXIES A) Existen variaciones producidas por el cruzamiento con especies distintas o extrañas. /!) U n a especie en un país aislado, sufre m e n o s variaciones. EN LAS LENGUAS A) Existen variaciones producidas por la introducción de palabras nuevas debidas a las relaciones exteriores, a la ciencia, a la industria. li) U n a lengua en un país aislado, varía menos. Estos dos hechos, A y B son a b s o l u t a m e n t e incontrovertibles en la selección de las leng u a s , y al propio tiempo son origen del des•cnvulvimiento natural cuvo resultado prevemos. El hombre se desarrolla constantemente, su iniciativa, su inventiva y su ingenio se agudizan cada día m á s . Los progresos en la locomoción son m á s y m á s perfeccionados en t i transcurso de cada lustro. L a s distancias se van a c o r t a n d o , se van reducien.lo, o en otros t é r m i n o s , las colectividades se van uniendo o mezclando continuamente. C u a n t o m á s próx i m a s estén u n a s de otras, m á s mezcla hab r á , m á s se acentuará el hecho A, en detrim e n t o del B. V no se fiodrá, pues, evitar, por m á s doloroso que algunos lo encuentren, que según los principios de la selección en las especies, los diversos íí^o.f, habiendo consagrado toda su vida a la realización del Ideal, coronó, regalando todo el fruto de su vida a la H u m a n i d a d , la cúspide de los ensnvos. El lísperanio funciona perfect.unente, a despecho de los obstáculos que los gobiernos le oponen. F o r m a \ a una literatura universal anacionalisla, vcMladero lazo de fraternidad. Sus servicios son cada día mavores, v es]X!reinos que los ut,'randes servicios» que Babel ha hecho a la civilización, d<>s:iparezcan junto ron la Babel m i s m a , conio de!»- desaparecer toda Higa crónic.i de la Ilumanidail. CitM^ Cl.AVRIL al ícr rsle reprochado por 1.a Liga de los Derechos del H o m b r e , por haber prohibiilo la enseñ.inza del F.speranto en las universidades V escuelas. 26 LA REVISTA BLANCA Curiosidades históricas y cientificas . « « « « • « « • • • « • « • » t t » i i » 1 1 • « « • • » • » « • • » « • « • • » « » » « » « « » « » « • « • » « LA I N V E N C I Ó N D E L F U E G O Y SUS CONSECUENCIAS : El arte de encender lumbre debe considerarse como el primer paso dado en el desenvolvimiento de la civilización. Este arte d a t a de muy antiguo, pues parece que al invadir Europa el hombre ya lo traía consigo. Tan g r a n d e es la importancia de este arte, que sin él apenas se concibe cómo el hombre habría fK>dido elevarse sobre la condición animal. Hase demostrado que el uso del fuego n o ha sido un descubrimiento casual, ni tampoco una invención premeditada. D u r a n t e la época de la piedra los instintos artísticos habían aumentado mucho según puede deducirse de los hallazgos que se han hecho, habiendo adquirido el hombre ciertos manejos y habilidad para afilar y frot a r pedazos de madera y piedra. En estas observaciones es donde han d e verse los primeros pasos para la invención del fuego. Parece probado que el primer fuego producido por manos h u m a n a s debióse pura y simplemente a la fricción, sin que hubiesen ocasionado este descubrimiento ni los manantiales de petróleo, ni los volcanes, ni los incendios de bosques hubiesen sugerido al hombre primitivo la utilidad del fuego. Con esta notable invención se enlaza u n a hijjótesis propia para explicar espontáneamente una serie d e fenómenos sociales de la historia primitiva. Según ella, la invención del fuego habría tenido dos consecuencias inmediatas : en primer lugar, indujo a considerar la conexión de las fuerzas naturales como algo de misterioso y metafísico ; y en segunda línea, n o poseyendo todos la destreza necesaria para encender fuego, los que sabían a r r a n c a r a la madera la chispeante llama, debían revestirse de cierta aurecda, t a n t o m á s g r a n d e cuanto m á s sabían explotar, en su provecho, esta útil y benéfica invención. Mientras p o r un lado la relación natural y puramente física de causa y efecto fué reemplazada p o r consideraciones m á s eleva- •-4I das, pareciéndole a la imaginación del hombre primitivo, por ejemplo, la llama una serpiente cuando se levanta tortuosa ; por o t r o lado, sacar este fuego, escondido en la m a dera, según la opinión primitiva, pasaba por un acto inexplicable de unas fuerzas superiores inherentes a los encendedores de lumbre. Este acto misterioso era magia, encanto, y los encendedores unos encantadores. De un salto los primitivos esclavos llegaron de este modo al poder, pues su arte era a los ojos de sus contemporáneos una potencia m á s fuerte que la fuerza física, que p>or sí sola no p>odía producir igual encanto. Estos samaneos del fuego de los tiempos primitivos fueron, p o r tanto, los primeros dioses y sacerdotes en una persona. Lo que constituyó su poder, su preponderancia, desde aquel pasado incalculable hasta nuestros días, fué el saber más que la muchedumbre ; su superioridad era intelectual, y así es que llegaron a ser los portadores del supremo saber humano. Xo es extraño, pues, que los homenajes, tributados antes al m á s viejo d e la tribu, pasasen a los m a g o s y encantadores, cuyo poderío creció rápidamente hasta considerarlos como seres augustos y reverenciables y tributarles sacrificios. Antes de terminar vamos a hacer u n a aclaración. El poder físico debió ser la primera aristocracia ; es decir, como en los tiempos primitivos no había o t r o poder q u e el físico, éste tenía el mando y los débiles eran esclavos sujetos a la ley del m á s fuerte. Sin e m b a r g o , como estos esclavos eran los únicos que trabajaban la piedra, a los esclavos se debe la invención del fuego. OBSERVACIONES DEL NUMERO TRES Tres clases hay d e eclipses: anular, parcial y total. T r e s son los reinos d e la Naturaleza : a n i mal, vegetal y mineral. Tres clases hay de ángulos : recto, a g u d o V obtuso. LA REVISTA BLANCA Tres son las épocas de la Historia : antigua, media y moderna. Tres las partes de la Geografía : astronómica,' física y política. Tres las conjugaciones castellanas. J'res los meses de cada estación. Tres los buques Cjue llevó CoUín para el descubrimiento del Xuevo .Mundo : la Finta, la Xiüíi V la Sania María. Ires son las palabras que prounció César al volver de su expedición contra Citiidates, rev de! I'onto, en el Senado romano ; Veni, vidi, vid ; llegué, vi, vencí. Tres los ¡Ingulos que tiene un tri;'ingulo. Tres clases hay de tri;'ingulos : equikiteros, isí'isceles v escalenos. Tres fueron los genios a (]uienes se or fuertes torres. En medio de la fachada del Mediodía está la puerta de los traidores. pn. No h;uc mucho tiempo se distinguían sobre uno de los Lados de la puerta secreta que a ellos conduce, algunos letreros trazados por tres personas presas allí como cé)m|>tices del motín de sir Tom.ls W'yat en 15,^3. En las piezas bajas hay algunos arsenales y (IOS de éstos contiiMnn lo preciso para armar 50,000 hombres. Al lado del sur de la Torre Blanca se encuentran reunidas las armaduras de los reyes y caballpros ingleses, entre las que se distinguen la de Enri(|ue \ IIL Carlos L Cromv.el, etc. ; frente a ella est.á el arsenal di la reina Isabel v la Torre Sangrienta, en donde p la muerte de los hijos de Eduaror Matthews, puede haber aún más finos y sutiles medios de reventar a la humanidad. Y entonces ¡ oh, ventura !, presenciaremos el espectáculo nunca visto, de una originalidad decididamente aplastante, de que un fulano que tenga en sus manos la vida universal, si no logra vender a precios convenientes sus descubrimientos, en un a r r a n q u e d e mal humor, h a g a trizas al mundo. Nos frotamos las manos de gusto. ¡ H u n dir al m u n d o ! ¡ Q u é estupenda conquista de la ciencia ! ¡ Qué triunfo imponderable del hombre ! Y sobre todo ¡ qué réplica a los diccionarios que en la palabra «anarquismo» dicen cosas tan peregrinas como ésta : «Los anarquistas persiguen la destrucción d e todo, sea con los procedimientos que fueren, y sus .salvajes aspiraciones consisten en el aniquilamiento total de la humanidad», si el inventor d e la fin del m u n d o fuese un hombre de orden, un buen b u r g u é s , un señor honorable a carta cabal ! Sólo por darnos esta suprema satisfacción estamos rabiando p o r q u e o t r o individuo, aun m á s prodigioso, práctico y comercial que Matthews aniquile de un rayo jupiteril al Universo. ; Satisfacción verdaderamente s u p r e m a , pues serla la última ; pero nosotros creemos que a cambio de ella pueden darse d e buen g r a d o los a ñ o s míseros y t e rrenales que tenemos delante. ¡ Igualarse a los dioses resulta siempre un jxxro c a r o ! HlPATlA LA REVISTA BLANCA 33 Federico Urales El último Quijote N o v e l a social de l u c h a s , aventuras - • y amores - - (Esta es la obra de un hombre q u e ha puesto en ella su alma.) {Contin u ación) La Diocesilla no hablaba con más homera muy severa en cuestiones de hombres y bres que los braceros de su casa y aun muy mujeres. poco ; con quiénes más conversaciones sosLa espía se insolentó y hasta amenazó al tenia era con los pastores, y de los tres, con irse. uno que llamaban Francisco, que contaba alEl señor Blas le dijo a su esfKjsa : rededor de treinta años y que vivía en el Ro— E s t o te enseñará a compadecerte de tosal desde los diez. do el mundo. — ¿ E s t a r á enamorada de Francisco?—se La confidente dijo a los que la habían preg-untaba la confidente.—¿Acaso Francism a n d a d o al Rosal, que el novio de la Dioceco lo estará de la joven? ¿Sostendrán relasilla era un pastor del cortijo, por nombre ciones secretas? Francisco, y que se la habia despedido tan V se propuso averiguarlo. P e r o sólo ave- pronto descubrió la relaciones ilícitas de los riguó, porque más no habla, que Francisco amantes. vio nacer a la Diocesilla ; que muchas veces Las autoridades españolas han hecho la tomaba en sus brazos de pequeñita ; que siempre mucho caso de las delaciones de sus cuando la niña anduvo sola j u g a b a n los dos confidentes, fueran o no ciertas, y en seguiy que luego ella salió p a r a Madrid y el za- da se dio orden de detener a Francisco como galillo se convirtió en pastor delantero. supuesto autor de la muerte de dos hombres Un dia la confidente cogió unas palabras que habían intentado violar a una doncella. al v u e l o : «No le hemos visto más», dijo Estrechado a preguntas por un hombre Francisco. Y desde aquel qiomento siempre hábil en hacerlas y sujeto a amenazas, que llegaban los pastores, la fingida sirvienFrancisco declaró que iba ya para tres meta tenia que hacer en los corrales. ses se les presentó en el monte un hombre —¿ Por qué la Diocesilla está siempre a ia que no parcela señorito por las trazas, pero puerta de ellos al volver el g a n a d o de los que tampoco era obrero, encargándoles dipastos—pensaba la confidente,—ella que tan jeran, por la noche, a la hija del a m o , que esquiva es para los hombres? Luis estaba en la sierra ; que la Diocesilla al saberlo se alegró mucho ; que al día siguien Indudablemente habia de haber g a t o encete la joven les entregó comida y ropa p a r a rrado. el que dijo llamarse Luis ; que éste estuvo Un día la espía cogió F>or su cuenta al zagalillo y entre bromas y veras le p r e g u n t ó con ellos haciendo las veces de pastor y como tal vestido, unas semanas, y que hacia si Francisco era el novio de la hija del a m o . próximamente tres desapareció de la sierra A la m a ñ a n a siguiente, mientras pastaba el sin haber tenido más noticias de él. ~~" g a n a d o , el zagalillo se lo dijo a F r a n c i s c o ; Francisco, por la noche, se lo contó a la Luego el juez preguntó al aturdido F r a n Diocesilla ; la muchacha se lo dijo a su m a - cisco si los padres de la Diocesilla sabían aldre al besar ésta a su hija como todas las g o de la estancia del nombrado Luis en el nocjies antes ^ e acostarse, y la Diosa se lo monte y de la protección que su hija le discomunicó a su marido en la cama. pensaba, a lo cual contestó el pastor que naAl levantarse por la mañana la Diosa des- da debían saber, por c u a n t o la Diocesilla les pidió a la falsa criada, porque aquella gente tenía dicho que nada dijeran a sus padres, y 34 LA REVISTA BLANCA siempre que hablaban del nuevo pastor, que n o cobraba soldada y nunca bajaba a dormir al cortijo, lo hacían en ausencia de sus amos. A juicio del juez, desde aquel momento estaba descubierto el matador de los somatenistas, que no era o t r o que el ex presidiario que se había fugado de la cárcel de Fontiveros, y la Diocesilla, al ocultarle y protegerle, habla caído en dos delitos : uno señalado por el artículo tantos del Código penal, fwr haber dado refugio y a m p a r o a un individuo perseguido jx>r la justicia, y o t r o por el artículo cuantos del mismo Código, por no haber dicho, sabiéndolo, quién dio muerte a los dos somatenistas que habían salido en persecución de los fugados de la cárcel, cabiéndole la duda de si la propia Diocesilla había ayudado a matarlos. D e consiguiente, la hermosa muchacha, según las lej'es, había de ser detenida y procesada por n o h a ber delatado a Luis cuando, fugitivo, pidió a m p a r o , y por no haberse dejado violar, porque si se hubiese dejado, Luis n o hubiese tenido necesidad de m a t a r a los violadores. Como de la muerte de éstos, lo mismo que de las circunstancias que en ella concurrieron, habló largamente la prensa de E s p a ñ a y singularmente la de Madrid, así como de la jx>sición en que fueron encontrados los muertos y. d e la hermosura de la cortijera, cuyo r e t r a t o habían publicado, por una instantánea sacada de la joven c u a n d o se dirigía, acompañada del alguacil, al sitio donde había ocurrido la tragedia, de las declaraciones del p a s t o r y del éxito que con ellas había tenido el juez, pronto habló toda la curia y t o d a s las autoridades de Avila y también todos los periodistas que redactaban el diario local y las personas que con ellos tenían relación. y dio la casualidad que el padre de E u g e nia, en calidad de alguacil y de alcaide, habla acudido, aquel dia, a la capital de su provincia, citado para declarar en el mismo proceso de Fontiveros, de que se enterara, «sotto voce», de cuanto habla depuesto el pastor contra la Diocesilla, y de que seguramente la muchacha seria detenida. Asi que al llegar a casa, le faltó tiempo al buen hombre para decírselo a su luja, y a ésta para ir al Rosal a contárselo a la Diocesilla, al objeto de que ella y sus p a d r ^ pudieran tomar las determinaciones que estimaran convenientes. Inútil decir cómo cayó noticia tan des- agradable en el cortijo. Serenados un p o r o los ánimos, Eugenia opinó que la Diocesilla no debía dejarse prender, f>ara evitar lo cual le ofrecía un refugio en Toledo, al lado de su tía. La Diocesilla dijo que como hablase publicado su retrato en varios periódicos y revistas de Madrid y su cara llamaba tan extraordinariamente la atención, bien a pesar suyo, lo que prof)onía su amiga era jn tanto difícil. El tío Blas a r g ü y ó que lo de menos era evitar que fwendieran a su hija, puesto que en el cortijo sitio había p a r a ocultarla y n o ser descubierta ; lo malo era que la hubiesen encarto do en cosa tan fea y seguramente tan larga. La Diosa e x p u s o su opinión anegada t n llanto. Al sentir de la m a d r e de la Diocesilla, a su hija no se la había de llevar ningún hombre mientras uno quedase vivo en el cortijo y aún en el pueblo y aún en la comarca, y que si n o había hombres que defendieran a la hija de sus e n t r a ñ a s , ella sola, con su escopeta, se opondría a que se la llevaran para quién sabe qué hacer con ella. Pero cuando la guardia civil, horas después, llegó al cortijo p a r a efectuar la detención de la bellísima muchacha, ésta n o pudo ser habida, a pesar de que no quedó un corral que registrar ni una puerta que abrir ni una tabla que levantar. Sus padres dijeron que aquella misma m a ñ a n a había salido la Diocesilla para Madrid a continuar sus estudios. La guardia civil se fué sin la preciosa muchacha, y como en la orden que había recibido no se hablaba más que de la detención de la angelical criatura, los g u a r d i a s se fueron sin doloroso acompañamiento. Poco después de efectuado el registro y en el que se emplearon dos h o r a s , no se hablaba en aquel término m á s que de la detención de la Diocesilla, unos para darla com o efectuada y otros para desmentirla. La prensa, ante el nuevo cariz que tomaba el proceso, volvió a ocuparse de la muchacha, pero sin dejar de tratarla con miramientos y respetos, porque de que se la había intentado violar y de que en el intento se llegó muy lejos, no había duda, y de que ella no pudo dar muerte a sus violadores, tampoco, y de que en el hecho de proteger y amparar a su salvador, no habla delito, sino agradecimiento muy humano y muy noble, menos, dijeran lo que quisiesen leyes y jueces. Como todos los indicios acusaban a Luis de ser el autor de la muerte de los violadores de doncellas, la prensa, al hablar de aquel LA REA'ISTA BLANCA proceso, recordaba la vida madrileña del joven arquitecto. Un iluso que se habla propuesto redimir al mundo y el m u n d o se volvía contra su redentor. Malos actos ni mala vida no había en Luis. Inteligente, estudioso, equivocado en los procedimientos p)oliticos, vehemente y nada más. Se recordaba, también, sus amores con la desgraciada hija del embajador de Inglaterra, y algún periódico, para echárselas de mejor enterado, sacó a colación la estancia de Luis en la enfermería de la Cárcel Modelo y el amor que inspiró a una monja, que fué por ello castig a d a . Total, que alrededor de Luis y de la Diocesilla se forjó una aureola de simpratia y de amor, y que la atención pública que n o p u d o lograr nuestro arquitecto por medio de la p r o p a g a n d a de sus ideas, la alcanzó por la divulgación de sus actos, de sus aventuras y de sus amores, demostrando con todo ello que al corazón h u m a n o se le alcanza siempre más fácilmente por medio del sentimiento que p)or conducto del jjensamiento, caso de que los g r a n d e s jjensadores no sean también g r a n d e s amadores o caso de que el sentimiento, la emoción, la sensibilidad, no sea el motor de toda filosofía. En resumen, que la prensa de g r a n circulación se puso, en su parte mayor, al lado de Luis y de la Diocesilla ; que el público se colocó en este respecto a la vanguardia de los periódicos, y que delante de todos estaban las mujeres españolas. En t a n t o ocurría en el Rosal cuanto se acaba de contar, Luis preparaba su plan de protesta y de defensa contra las injusticias que veía en el m u n d o y contra las que sobre él pesaban. La vida y la Naturaleza le ofrecían salud, energías y amores, pero la sociedad no le enviaba m á s que desdicha, y contra ella se encaraba d e una manera digna de sus extraordinarias condiciones de hombre. Ya que contra él se ponía el mundo, él contra el m u n d o había de colocarse. Cuando Luis estimó que Eugenia tuvo tiempo de haber cumplido o hecho cumplir lo que en la carta le indicaba, e n c a r g ó a los demás pastores que cuidaran del g a n a d o mientras él iba a Toledo a comprarse un traje. Dicho lo cual m o n t ó un caballo de los que formaban p a r t e de la yeguada, llevando de una mano el ronzal y de la o t r a la escopeta que su a m o le había facilitado, como hacia siempre con todos sus pastores, y se alejó 35 veloz. Al verle desaparecer como un relámp a g o , m o n t a d o sin aparejos de ninguna clase, con la cabeza descubierta, sus largas melenas y su barba negra, moreno de sí y m á s moreno por la acción del sol, los pastores sintieron miedo. A más que Luis al montar había cambiado de fisonomía. Dulce era antes ; fiera fué después. El caballo desapareció de la vista de los pastores y a poco se perdió el eco de su carrera. Cruzó carreteras, cruzó caminos, cruzó senderos, siempre como un relámpago, sin montura el caballo ni freno el que lo guiaba. La gente, creyéndole un demonio o a l g o de mal agüero, se persignaban al verle ; conejos, perdices, ovejas, cabras, vacas, pájaros, todo animal se espantaba al ruido de aquella furia que pasaba. Antes del medio día Luis estaba ya delante de la peña abierta. La bestia soplaba, cubierta de espuma sudorosa ; el hombre se echó al suelo lleno de p)olvo y maltrecho. Luis no soltó la escopeta, no obstante. Era ella un recurso p a r a morir con gallardía. Luego se levantó y miró hacia el llano. En la falda del monte estaba el Rosal, con sus tapias p>ardas y sus corrales blancos. Más lejos y un poco hacia la izquierda podía verse Fontiveros, con sus paredes mejor negras que pardas ni blancas. En el Rosal debía estar la por su mal bella Diocesilla ; en el pueblo la amorosa E u g e nia. Ganas le daban de llamarlas a g r a n d e s voces para darlas las gracias y decirlas que se íicordaba mucho de ellas, a la una con a m o r de buen hermano, a la otra... c o m o puede recoidar a la m á s bella de las mujeres un hombre en plena posesión de todos sus atributos y además de todas las delicadezas de varón, más que educado en la hidalguía, creador de ella. ¡ Ay de quién las tocara ! Metió Luis la mano dentro de-la grieta y sacó el ramo, fresco aun. — ¿ D e cuál de las dos será? De E u g e n i a — pensó,—seguramente. Sacó el lío, lo abrió y encontróse con un traje que no era el suyo, jjero que era mejor que el suyo, y además calzoncillos, camiset a , calcetines, unas botas y un p a r de alpargatas. —1 Q u é sabio y noble es el amor !—pensó Luis. Y como notara que el chaleco pesaba m á s d e la cuenta, quiso averiguar por quév encontrándose en uno de los bolsillos el dinero que en él había puesto Eugenia. 36 LA REVISTA BLANCA —¡ Pobre muchacha !—exclamó de nuevo Luis, pagando con grandes pensamientos y profKisitos aquellas atenciones y cariños. Volvió a liar cuanto Eugenia le mandaba y con el paquete y la escopeta en una mano, cogió con la otra el ronzal del caballo y de un salto se colocó en su grupa, regresando de nuevo al pasto con menos prisas y con más precauciones que las que habla tomado antes, porque el tiempo lo permitía, el caballo lo necesitaba y el ir más despacio exigía de él más cuidados. Luis llegó donde estaba apacentando el ganado una hora antes de la recogida. El caballo se tendió y tendido se puso a comer. El hombre se sentó y sentado se puso a soñar, que aquél es el sino de los brutos y éste es el sino de los hombres. XXXVI Una reunión clandestina Dos días antes del señalado para la reunión, Luis, que se habla llevado al camp>o, autorizado por su amo, un caballo con aparejos, lo montó y encargando a los demás pastores le dijeran al cortijero que se iba a ver a su madre y que estaría un par de días ausente, se encaminó hacia la capital católica de España; más antes de llegar a las puertas de Toledo se acercó al Tajo, se desnudó en su orilla, guardó el vestido de pastor que llevaba puesto, se metió en el agua, se bien lavó y al salir del rio se puso el traje interior y exterior que la bonísima Eugenia le habla facilitado y que Luis llevaba a prevención. Limpio, traje y persona, Luis montó otra vez el caballo y se entró por las puertas de Toledo, en una de cuyas posadas dejó la b e s ^ y en una de cuyas barberías dejó las guedejas, más el pelo de barba y cabeza, quedando la suya cual la de un señorito pueblerino. Mientras le serWa, el barbero, haciendo honor a su oficio, empezó a charlar y pregfuntar a Luis que de dónde era y por qué quería que le pusieran la cabeza cual si fuera señorito, siendo un críado, aunque luego no lo pareciese. Nuestro arquitecto, que de tal iba adquiriendo trazas de nuevo, contest ó que era del cortijo Las Cañas (era del Pintao); que de su persona se había enamorado una gran señora, dueña de más cor- tijos, montes y poblados que los antiguos duques de Osuna ; que i>or orden y cuenta de la tal dama él se había venido a Toledo a comprar, y en el más obscuro y {X)ético rincón de sus calles históricas, un nido para los dos, y que en éstas estaba en aquel momento. Pagó y se fué el parroquiano de suerte y rumbo, y no bien lo hubo hecho, el barbero les contó a sus compadres y comadres las aventuras galantes que uno de sus numerosos clientes le había contado; pero Luis llegóse a la posada, cogió de nuevo su lío y caballo, lo montó y tomó el camino de Talavera, en donde p)onía pie horas después y en una de cuyas hosterías comió y dejó el bruto, con encargo de que lo cuidaran bien un par de días, al cabo de los cuales volvería a recogerlo, pues él se iba a Madrid a comprarle unas cosillas a su novia, con la que había de casarse pronto. Luis tomó el tren, pero no para Madrid, sino para donde había de celebrarse la reunión que él mismo convocara. Llegó por la tarde de la víspera y lo primero que hizo fué leer los periódicos locales para enterarse de si había ocurrido algo en la población que tuviese que ver con lo que a él le traía a ella. Nada que al acto tuviera referencia encontró en los diarios, mas luego metióse en un bar para saber si los concurrentes hablaban de algo que hubiese ocurrido en el pueblo. Seguro de que ni los periódicos ni la gente de la ciudad hablaban de haberse producido acontecimientos de orden político ni social, Luis se fué a preguntar al amigo a quien escribiera si había recibido su carta y convocado la reunión. Se le contestó que sí y que había de celebrarse en un huerto de las afueras. Tomadas las señas, Luis se fué a ver el huerto. Estaba tapiado y era como de seis mojadas. Para cercar la tapia era precisa mucha fuerza y por la parte posterior un hombre ágil podía saltar perfectamente la pared, caso de que la reunión fuese interrumpida. Luego marchóse a una posada, cenó y se acostó, pero, a pesar de los trajines del día, Luis no podía conciliar el sueño. Recordaba el trato cruel que había alcanzado su vida de santo. Recordaba que todas sus buenas intenciones hablan sido recibidas con indiferencia, burlas o persecuciones. Recordaba que cuantas mujeres le habían querido sufrieron penas por su amor, penas que él no causaba, penas que procedían de la sociedad. {Continuará) /..:' L* 37 SSVItTA hUMCá La colalioracliD Internacional en la propaganda de las Ideas El otro día hablábamos de la conveniencia de establecer la unidad mora] anarquista, o sea, la unión y la ayuda mutua entre cuantos opinan que no puede haber libertad de ninguna clase donde funciones un poder político, o bien económico. No hay unidad moral donde, por una diferente interpretación de las ideas, o bien por pequeñas incompatibilidades /de carácter, se rompe la armonía y el buen trato entre los • libertarios. ' Si todos queremos la desaparición del poder y el funcionamiento de una sociedad que no quite libertades al individuo, o mejor, que le dé todas las libertades que el Estado le sustrae, ¿por qué andar desunidos moralmente? ¿Por qué, aunque propaguemos desde diferentes pun> tos de vista la sociedad libre del porvenir, hemos de andar en discordias? No lo comprendemos, o sólo lo adivinamos por un ofusca* miento de la razón. Desde hace tiempo fundoná en Buenos Aires, con bastante éxito, una Editorial, la Argonauta, compuesta de un grupo de compañeros que está editando en español lo mejor de cuanto concibe el pensamiento anarquista. ¡Qué admirable es su labor! j Y cuánto sería de lamentar que la desunidad moral que existe entre los anarquistas de la Argentina, perjudicara, en poco o en mucho, a la Editorial Argonauta I Ahora se trata de constituir en París una agrupación semejante con el título «La obra internacional de ediciones anarquistas». La agrupación está formada, aparte los compañeros franceses, pftr refugiados de todas las naciones europeas, y se propone editar lo mejor de la literatura anarquista internacional en los principales idiomas del mundo. Cuantos quieran cooperar a tan excelente propósito de una manera o de otra, deben diri^rse al cantarada Ferandel, 14, Jlue du Repps, P ^ s (XX). Como se ve, distingüese esa labor de la de la Editorial Argonauta, ea qiie la ag^rapaóáa de Buenos Aires publica en e^paAol las obras que escriben pensadores en diferentes países, y la dé París traducirá a diferentes idiomas lo mejor que se haya ptdilicado «n cada nación. Si en las muchísimas nac;iones en que IQS poderosos han dividido la tierra, hubiese una editorial que cuidara de publicar en su idioma las (Araq que le mi^i^ara. traducidas la E^oríal qipe se trata de. constituir en P«rfs, la «jecaclón átt su plan sería mucho más Mcil y viabla, as< OQoío mucho (nás sencilla y aconómica la laibor de sil» ,complenKnti)rÍAs en cada país. ' De toáaa ipanérias, que se qienta con «1 apoyo de LA REVISTA BLANCA para la circulación y propaganda de las. ediciones en español que se hagan. Poniendo encima de las personas a las ideas, es como se contribuye a la unidad moral de cuantos perseguimos una sociedad sin capitalismo ni Estado. Suscripción internacional a favor do los presos por cuestiones sociales LA REVISTA BLANCA 30*00 Lyon.—^Varios compañeros, 50 francos. Sommeille.—^Enviado por Antonio Gil, 55 francos Santiago de Chile.—Centro de Estudios Sociales Moniemayor.—Rafael Maestre. . . . Total. . . ao'oo aa'oo 76'ao 0*50 148*70 Allanas objeciones sobre el vegetalismo El esfuerzo de una firme voluntad, ayudado por el desinterés, ha coronado de éxito la obra meritoria del compañeero Butaud. Ha conseguido reunir comunalmente hasta trescientos seres que, esparcidos en una gran urbe, eran explotados inicuamente en lo más esencial, en el combustible para la vitalidad físico^iuman^. Ha escogido un régimen alimenticio eapa> cial, sencillo, sin tóxicos nocivos para la salud • y lo suficiente para reproducir las células necesarias con arreglo al desgaste nati^ral. Pero ¿pueden adaptarse todas las pertooaa' a un mismo siatenoa alimenticio? Creo que ao. El sentido del gusto, que se desarrolla insdn* tjvamente, no todos lo poseemos ^ a L El fenómeno se manifiesta desde que al niAo'empieza a deglutir sus primeras cucharadas, de alimento. Recepto el af^ua, la leche nuAetyia j el pan, los deoiás productos comestibles están supeditados al sentido del gusto. ¿Por qué nos repugnan ciertos alimentos? Porque su sajbor lo rechaza el paladar, y, siendo así, ¿cómo {>»• dríamoa asimilamos todps a un mismo réi^iflM d« alimentación? V Para la nutrición del cuerpo humailQi étt» necesita i^eeibir cantidades, durante «fertoa períodos de tiempo, de materiaa «Madoraa de sangre, ya que éste es el agenta teparador de las pérdklas que experimenta el or^nismo ^ , mano. Estas materias de poder nutritivo, aao**.. das o nitrogenadas, pueden hidlarse invariaUe» menta «n el reino animal y. en el veg^taL P9t ,Io tanto, están en igualdad y qquivak^da 4ft 'i '"3 38 ^, lA RSVISTA KAKCA valor nutritivo. Dicen que la buena alimentación debe de ser mixta, esto es, de principios azoados o nitrogenados de los reinos vegetal y animal simukáneamente. Nuestro cuerpo está compuesto de catorce elementos primarios llamados cuerpos simples ; los cuatro principales son : ázoe, carbono, bidrógeno y oxígeno, siguiendo en orden de importancia : el azufre, el fósforo, el calcio, el hierro, etc., etc. Pues para adquirir la dosis necesaria de todos estos elementos, es preciso ingerir materias alimenticias de todas clases. Depende también todo ello de nuestro estado general físico, de nuestros hábitos y costumbres, a las cuales no se puede violentar con , cambios bruscos, y sobre todo existe el sentido del gusto, como anteriormente dije, que obra directamente y contra el cual no pueden aplicarse regímenes forzados, ya que su oposición negativa anularía los efectos de saludificación que pudiere tener su enemigo. Ningún^ alimemo de por sí tiene todas las cualidades necesarias, y como el organismo humano es tan variado y complejo, se hace indispeilsable, para adquirir un estado de salud perfecto, ingerir una variedad de materias adaptables, lo que da como resultado la reposición equilibrada de todos los principios que constitu>'en el organismo humano. Téngase en cuenta también que, según la profesión del indiviÜub, necesita más o menos calorías para reponer su desgaste, y, por lo tanto, ha de proporcionárselo en los diferentes alimentos. Y no olvidemos tampoco, porque es esencialfsimo, que el hombre se alimenta de lo que puede, no de lo que le hace faka, debido a la estructura y al desequilibrio de la sociedad actual. ¿Es esto querer conAatir el vegetarianismo y él vegetalismo? No, por la esencia que en sí encierra, por los que lo propagan, ya que es de attrtHsmo elevado y de tina nObleta enaltecedora : pero sí en W que sifíiifica de régimen .V de supeditación. No sometamos a nuestro Aicrpo a un régimen por fuerza, en contra de su voluntad, pues < /«albinas por experiencia que las obligaciones btpuestas por la fuerza' son de pésimos resultados, aun en este caso que se me podría decir - ifik drS'para el bien propio. ISva la «Kmentacrión del cuerpo humano, oompficado organismo (>iológtco, se necesita emptiear los ftxs^aeio» que a él le plajean, no se ie debe violentar, somos nosotros a los que iiea toca estar supcÁtados y no podemos suje-. ' \ftt\e a tma norma fija, pties nerí» oontraprctducente y, por lo tanto^ p¿rJHdidal en extrema E s úhiiito caso, se le debe procurar correghm lo que Ée pueda. ¿Pero transformarlo? IniteS; peHeriamos el tiempo y la salud, ambas copM lamentables. ' ¡DesdkfuMia sociedad ésta, que cada día va tJqufrieild» itiÉyor náinero de vkkw! Las plagas, que rápidamente corroen lo poco sano que queda, van haciendo en crescendo su labor demoledora. La Higiene, base para la conservación de I:i e^jecie, estji abandonada, decaída, y, lo que es más triste, sin vislumbrar un punto de apoyo que la sirva para su reconstrucción. Todo lo contrario, se ve huérfana, aislada de todo y burlada por las plagas desoladoras del vicio. Los tratados son letra muerta, las adverteni-ias más sencillas son desoídas y sus verdades pasan desapercibidas sin dejar huella alguna. En cambio, el vicio, las malas costumbres, pasean'su virus demoledor con inusitado descaro. La prostitución, nlaga' social indomable y cancerosa, como absoluta .soberana reina por doquier. Sin que un dique de contención pueda aminorar su marcha destructora. El alcoholismo, otra lacra de efectos mortíferos y de degeneración, campa por sus respetos, sin descansar un solo momento en su trabajo demoledor de incitar constantemente los apetitos bestiales de la carne. Las drogas terminadas en ina, que embotan lo* sentidos y embrutecen al ser, hasta convertirle en momia viviente, y otro sin fin de tentáculos que tiende cual espesa red el árbol del mal. Todo esto es una cruel verdad que existe en la actualidad, que nos circunda y nos quiere barrer hacin su seno de detritus. Pero comparar como mal irremediable el alimento de la carne, nie parece un poco duro, un tanto exagerado y una sentencia injusta, dictada tal vez por ser enemigo de dicho alimento. Todas las materias comestibles producen tóxicos, e infinidad de personas versadas en la ciencia lo corroboran. Si nosofros no nos alimentásemos más que de un solo producto, envenenaríamos nuestra sangre, pues, como se dijo anteriormente, cada alimento tiene su valor individual'y he aquf el por qué el régimen alimenticio se aconseja mixto. Los 4nievos son pobres de agua, hidratos de cai- cartie en perfecto estado para que Se la considere alimento pO<(Itívo. Hay pattidanos de teorfas para ambos gustos. Tos unos defensores del t«in6 V ^ t a l y los otros del Milm'ál. y yo de «Oo dMtnco que e^ tMos los alimentos hay un péKgt^ totnándolos continuamente y qué la periúma d*e~ amoldarse a) raimen que su cuerpo le permita/ LA RBVISTA BLANCA 39 Todo esto es lo que opino y ihago observar a Capítulo XV : Malatesta en Niza y en Lonmi entrañable amigo «Albert Delaville», al que dres («L'Agitazione»/ 1889-1890); segundo desruego perdone si en mi intención de crítica hay tierro en Londres, otoño de 1889 hasta prinlapsus, ihijos todos ellos de la audacia de un cipios de 1897. apri-ndiz de literatura. Capítulo XVI : Ancona («L'Agitazione», 1897ANTONIO Roi)Rk;Li;7 08) ; prisión, deportación a una isla, fuga ; viaje por .Xmérica ; tercer destierro londinense, desde l!i primavera de 1900 íiasta la primavera de 1913. Capítulo XVII : Ancona ('o : Azcuénaga, t6, Buenos .^ires, pueden hacerse los ped¡,dos de las cide 1878 hasta marzo de 1881). Capítulo XIIí : Primer destierro londinense, tadas obras. marzo de 1881 hasta la primavera de 1883. Capítulo X I V : Malatesta en Florencia, 1883De la Biblioteca «¡Fede!», de Roma: Orlac, i8St («La Questíone Sociale»); destierro en núm. 14, hemos recibido un interesante opút> América. Papel recibido ••i¿ 1 40 LA RSVtSTA BLANCA culo titulado «II problema della liberta», por Gigi Damiani. Se vende al precio de 1*50 lira en la citada Administración. • • • De la Biblioteca "La Palestra», de Buenos Aires, hemos recibido un drama social en dos actos, titulado La doma de los injustos, debido a la pluma de Enri<}ue Serantoni y que fué estrenado con éxito en el teatro «Boedo» el día II de enero del presente año. También hemos recibido de la misjna Biblioteca un folleto titulado Inri o El sueño de don Cirilo, de título muy largo por lo pequeño que es el cuento escrito por Peregrino Job. (Continuará) 17*75. Ya podías suponer que no iba por ti el avi»o.—fern4n Súñet, P. C. ídem u . Aumenté el paquete.—Málaga, Soto. Ídem 7*50.— S. Lúcar de Barrameda, Gonrález. ídem 20.— Roa del Duero, D. D. ídem 6. Pagado semestre.—Reus, ]. C. ídem 25.—La Carolina, Sanz Cobo. ídem 17.—Peralta de la Sal. J. Ll. ídem 3 para la suscripción de J. F. de- Calasanz.—Granada, F. R. ídem 25. Enviaré nota. —Zuazo-Galdacano, Alvarez. Supongo son tuyas 6 ptas. que recibimos de Bilbao.—Puigreig, G. Cultura. Recibidas 12 ptas. Repetí el paquete extraviado.—Hontanares, A. S. C. ídem 15*25 ptas.—Qibraltar, S. R. ídem 16*20 ptas. —Sestcío, L. S. ídem 3 ptas. Pagado trimestre. — Viüeurbanne, Cercle Sindicaliste. ídem 19 pesetas.—Olot, Guix. ídem 18*35 ptas.—Espluga de Francoli, J. B. ídem 6 ptas. Envié los números pedidos. Los giros a Federico Urales, Lista de Correos del Giro Postal, Barcelona.— Manresa, Ribas. Ídem 3*75 ptas.—Elche, Asencio. ídem 12 ptas.—Borriol, Moncayo. ídem 3 ptas.—La Coruña, Germinal. ídem 6 ptas. Pagado semestre. — Nerva, Hernández. ídem 16 ptas. Atendí.—Mieres, Morejón. ídem 43*50 pesetas.—Sestao, B. C. ídem 25*25 ptas.—Valls, Ll. R. ídem 17*25 ptas.—Vitoria, Lozano. Id. 8 ptas.—Logroño, F. Comarcal. ídem 45 ptas. —Paterna de la Rivera, Barroso. ídem 3 ptas. Pagado trimestre.—Cuüera, R. C. ídem 56*45 pesetas. Pagado todo lo del primer año.—Cassá de la Selva, A. M. ídem 6 ptas. Pagado semestre.—Lebrija, Marín. ídem 18 ptas. El número pasado olvidé poner el cuaderno.—Calatayud, Gallego. ídem 18 ptas. Pagado semestre y envié libros.—^ontiago de Chile, G. T. y L. Id. 60*30 ptas. Aumenté los 20 desde el núm. 25. Envío libros. Algunos no los encontré.—Herrera, A. M. Envié los libros y cíírta.—Alcoy, «Generación Consciente». Envié los libros. Escribo.—París, F. N. Envié los dos ejemplares desde el núm. 24. Envié carta referente a Almusaies.—Barcelona, P. B. Recibidas 6 ptas. Pagado semestre.—Lievin, M. V. ídem 15*09 pesetas.—París, Pérez. ídem 3*77 ptas.—Marsella, S. C. ídem 35 ptas. Envié libros.—Huesca, I. C. ídem 11*25 ptas.—Jeret de la J'rontera. Ballestero. ídem 12*75 P'as.—Vilasar de Dalí, A. S. ídem 17 ptas.—Peíanos, J. C. S«r\'idas las 6 suscripciones que indicas.—PuigPelat, J. D. No recibimos las 12 ptas. que nos dices. Escribí.—Dowlais, H. R. «Las maravillas celestes» están agotadas y los libros que pides no podemos encontrarlos. Escribo detallando.—Lyon, Centro de Estudios, Sociales. Recibidos 70 francos. Envío los libros.—Casteítar del ValUt, Malla. ídem 9 ptas. Pagado trimestre de J. P . ; M. B. y tuyo.—l/ont«iquiu, Puigbá, ídem 25 ptas.—^titíogo de Compóstela, Pardo. ídem 19*50 ptas.—Tolosa, S. C. ídem 11*75 pta*.—C«t«ÍW, C. B. ídem 6*50 pu*. Pagado trímMtre y envío libros. nOTflS flDÍDiniSTRflTlVflS Sabadell, N. M. Recibidas 13*50 pesetas. Pagado el núm. 24.—Barfelona, M. C. ídem 4*25. Pagado trimestre y libro que envié.—Lisboa, «A. Batalha». Envié los libros menos «El Calvario», que está en prensa. J. A., ya ves lo que digo de «El Calvario».—Viüanueva y Geltrú, J. F. Recibidas 31*20 pesetas. Pagado el núm. 23 y libros. Envío los que faltan.—Sax, P. Ch. ídem 14. Pagadas las suscripciones y dos G. D. que envié.—Sevilla, A. O. ídem 25. Pagadas las anualidades.—Oullins, A. «Cultura y Acción». Aumenté cuatro ejemplares. Escri. bo.—Alayor, J. D. Recibidas 12 pesetas. Pagado el segundo año.—Rubí, R. A. ídem 28*50. Pagado núms. 24 y 25.—Alcoy, J. V. Conforme con tu cuenta. Te abono las terceras iS pesetas entregadas a G. C. Escribiré tan pronto pueda.—Canel de Mar, C. C. M. Recibidas 39*75 pesetas. Pagadas las 12 suscripciones y los libros que envié. — FtUcna, A. G. ídem 33*10. Envío los libros que pides.—París, G. «Amor y Libertad». ídem 160. Envié 5 paquete* certificados. Irán los otros. Aumenté ao Revistas.—Marsefta, S. C. ídem 16. Aumenté 5 Revistas.—Lo^roilo, V. N. ídem 8. Servidos los Vbtos.—Castellón de la Plana, M. M. Enyñé saríto el número de aumento. No suspendí •{'paquete de Cuevas de Vinromá. Debió extnnriarse.—Bessau. P. N. Recibidos 45 fran'f eos. Envié las dos Revistas y los libros.—Habana, A. V. ídem 167*71. Escribo.—Buenos Aires, N. V. ídem 135. Envié los números pedidos.. Aviso a G. C.~Denia, P. P. Nos alegramos de tu libertad.—García; F. M. Recibidas 3 pesetas. Pagado trimestre.—SevUla, J. S, R. .Recibidos paquete* y enviado* libro*.— Barcelona, S. R. de la M. ídem 4a pesetas. Pagado semestr*- de 7 suscripciones.—Túkán (R. del Ecuador), M. M. Caiñbié la dirscción • e ñ República desde el núm. 35.—Pueblo Nuevo del Terrible. J. G. Recibidas 10 peseta*. Auoienté. Enviaré nou.—Vigo, D. B. Idam