La Psicología Es Posible: Una Aproximación A La Vida Y Obra Del

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revista de historia de la psicología La Psicología es posible 2014, vol. 35, núm. 3 (septiembre) 35-62 © 2014: Publicacions de la Universitat de València 35 Valencia (España). ISSN: 0211-0040 La Psicología es posible: una aproximación a la vida y obra del profesor Enrique Freijo Balsebre (1925-2001) Luis Mª Iturbide Luquin, Angel González Alonso, Fernando Olabarrieta Artetxe y Enrique Arranz Freijo* Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea (UPV/EHU) Resumen Enrique Freijo Balsebre (1925-2001), doctor en Medicina y en Filosofía, licenciado en Teología, psicólogo y sacerdote diocesano, participó activamente en el proceso de desarrollo e institucionalización de la Psicología en España entre 1960 y 1990. Fundador de la Escuela Superior de Psicología de la Universidad Pontificia de Salamanca (1966) y de las Secciones de Psicología de la Universidad Pontificia de Salamanca (1971) y de la Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea (1979) –consolidadas como Facultades en los años 1977 y 1990 respectivamente–, el Dr. Freijo es considerado uno de los principales pioneros de los estudios de esta disciplina científica en todo el territorio nacional. El trabajo que aquí se presenta recoge y analiza algunos aspectos esenciales de su trayectoria formativa y profesional, así como de sus contribuciones científicas a los campos de la Psicología, Antropología, Teología y pensamiento social crítico. Palabras clave: Enrique Freijo, Psicología en España, Escuela Superior de Psicología. Abstract Enrique Freijo Balsebre (1925-2001), Doctor of Medicine and Doctor of Philosophy (MD/ PhD), theologian, psychologist and diocesan priest, participated actively in the development and institutionalization of psychology in Spain between 1960 and 1990. Founder of the Postgraduate Psychology College at the Pontifical University of Salamanca (1966) and the Psychology Sections at the Pontifical University of Salamanca (1971) and the University of the Basque Country / Euskal Herriko Unibertsitatea (1979), which became Faculties in 1977 and 1990, Dr Freijo is considered one of the key pioneers of this scientific discipline in Spain. The work presented here outlines and analyzes some key aspects of his educational and professional career, as well as his written contributions to the fields of Psychology, Anthropology, Theology and critical social thinking. Keywords: Enrique Freijo, Psychology in Spain, Postgraduate Psychology College. * Facultad de Psicología. Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea (UPV/EHU), Avda. de Tolosa nº 70, CP 20018. Donostia-San Sebastián (Gipuzkoa), Spain. Telephone: +34 943 015743. Fax: +34 943 015670. E-mail: . Revista de Historia de la Psicología, 2014, vol. 35, núm. 3 (septiembre) 36 Luis Mª Iturbide, Angel González, Fernando Olabarrieta y Enrique Arranz INTRODUCCIÓN La lectura de La Psicología es imposible, el ensayo introductorio de la obra de Thomas Hardy Leahey Historia de la Psicología (2013), además de sugerir por antítesis el título de este trabajo, ha servido para rememorar algunas de las muchas vicisitudes que Enrique Freijo y su equipo de colaboradores tuvieron que afrontar entre 1960 y 1990 para implantar los estudios de Psicología en las Universidades de Salamanca y del País Vasco, impulsar proyectos académicos no demasiado acordes con la política universitaria de la dictadura y publicar artículos sobre psicoanálisis, una materia considerada por la psiquiatría oficial de la época, representada por los escritos de López-Ibor (1951), radicalmente insuficiente en el modo de comprender al ser humano. Al igual que el imaginario «escritor e historiador marciano» del ensayo de Leahey, que comenzó interesándose por una ciencia terrícola llamada «psicología» –que estudiaba algo tan carente de sentido para los marcianos como era «el alma»– y acabó por convencer al estamento académico de que esa ciencia era posible y necesaria, el profesor Freijo y sus colaboradores tuvieron que enfrentarse a un posicionamiento científico e ideológico que, en unos casos, ponía en tela de juicio la existencia misma de una psique sobre la que hubiera algo que investigar y, en otros, abogaba por el restablecimiento de una escolástica tradicional que venía a chocar frontalmente con las directrices científicas que habían inspirado los trabajos de W. Wundt (Carpintero, 1996). Al parecer, la psicología experimental de Wundt había salido del laboratorio de Leipzig (1879) para topar, apenas sesenta años más tarde, con los representantes académicos de un régimen dictatorial que, además de imponer arbitrariamente un modelo de psicología inspirado en la tradición aristotélica y en los cánones de la Iglesia Católica, trataba de impedir que el flujo de las nuevas corrientes de la psicología científica llegase a la Universidad (Seoane, 2009). Por suerte, este movimiento involutivo no pudo impedir que surgiera un grupo de jóvenes investigadores, provenientes de la medicina y la psiquiatría, más preocupados por resolver necesidades sociales que por controlar ideológicamente a la Psicología (Carpintero, 2001). Entre ellos, hay que destacar tres nombres: Gonzalo Rodríguez Lafora (1886-1971), médico madrileño, discípulo de Luis Simarro (1851-1921) y de Santiago Ramón y Cajal (1852-1934), que realizó interesantes investigaciones sobre neuropatología y deficiencia mental y que fundó el Instituto Médico Pedagógico de Carabanchel (1925); Emilio Mira y López (1896-1964), catedrático de Psiquiatría en la Universidad Autónoma de Barcelona y creador de gran parte de la infraestructura de la psicotecnia catalana; y José Germain (1897-1986), médico, psiquiatra y psicólogo malagueño, ayudante de Lafora en el Instituto Médico de Carabanchel que, además de fundar la Revista de Psicología General y Aplicada (1946) y la Sociedad Española de Psicología (1952), dirigió el Departamento de Psicología Experimental Revista de Historia de la Psicología, 2014, vol. 35, núm. 3 (septiembre) La Psicología es posible 37 del Instituto Luís Vives de Filosofía (1945), reuniendo a su alrededor a un grupo de intelectuales interesados en la Psicología –entre ellos algunos coetáneos, colegas y amigos de Freijo, como Mariano Yela (1921-1994), José Luís Pinillos (1919-2013) y Miguel Siguán (1918-2010)–, que ocuparían más tarde las principales cátedras de la universidad española (Seoane, 2009). Sin embargo, no es este el momento ni el lugar para hacer un recorrido a través de tendencias, teorías y autores de la psicología en la España del siglo xx, entre otras razones porque ya existen estudios y obras suficientes que realizan esta labor (Blanco, 1997; Carpintero, 1996, 2004; Lafuente, 2006; Pinillos, 1965; Sáiz y Sáiz, 1993, 1996, 1998; Seoane, 2009; Siguán, 1977; Yela, 1994). El propósito que anima e impulsa este trabajo tiene mucho más que ver con cuestiones científicas y académicas: realizar un análisis de la vida, obra y contribuciones a la psicología del profesor Enrique Freijo Balsebre (1925-2001), médico, teólogo, filósofo, psicólogo y sacerdote bilbaíno fundador de la Escuela Superior de Psicología de la Universidad Pontificia de Salamanca (1966), de las Secciones de Psicología de las Universidades Pontificia de Salamanca (1971) y Filosofía y Ciencias de la Educación del País Vasco (1979) y uno de los principales promotores de los estudios de esta disciplina científica en todo el territorio nacional (Sebastián, 1979). Catedrático de Antropología Psicológica y Psicología Profunda en la Universidad Pontificia de Salamanca (1967) y de Psicología General y Psicología Dinámica en la Universidad del País Vasco (1986), sus tesis doctorales sobre Freud sirvieron para que el psicoanálisis, saber marginal en la España de la postguerra, tuviera una mayor aceptación en los ambientes eclesiásticos y académicos de la época. Hombre de ciencia y proyectos, empeñado y comprometido con el desarrollo de la Psicología, supo unir en sus escritos la perspectiva biológica, la dimensión filosófica y la pastoral religiosa de manera integradora y armoniosa, casi calculada, revelando una visión del hombre marcadamente abierta y humanista. Cuando habléis conmigo, solía decir, «daros cuenta de que estáis hablando con un empirista convencido. Mi formación ha sido médica, aunque nunca he encontrado contradicción entre esto y el psicoanálisis o mi interés filosófico» (citado por González y Rodríguez, 1991, p. 4). Por todo ello, los autores de este trabajo asumen la tarea de presentar al profesor catedrático Enrique Freijo Balsebre, su persona, su vida y su obra como el tributo a un auténtico pionero de la Psicología en España. No hay duda de que faltarán otros, quizás no menos importantes, pero su contribución al desarrollo e implantación de la Psicología en el ámbito universitario le ha hecho, después de todo, merecedor de un puesto destacado entre los protagonistas de nuestra Historia de la Psicología. Revista de Historia de la Psicología, 2014, vol. 35, núm. 3 (septiembre) 38 Luis Mª Iturbide, Angel González, Fernando Olabarrieta y Enrique Arranz EL AUTOR Enrique Freijo Balsebre nació el 15 de julio de 1925 en Bilbao, una floreciente ciudad industrial edificada a ambas orillas de la Ría del Nervión donde su padre D. Bernardino Freijo, un emigrante gallego natural de Santa Eulalia de Gilfrey (Lugo), regentaba una conocida sastrería en la calle Hurtado de Amézaga. Su madre, Dña. Concha Balsebre, una bilbaína de toda la vida, «ayudaba en el negocio familiar y trataba de poner algún freno a la natural generosidad de D. Bernardino» (Freijo, 2003, p. 7). El resto de la familia la componían cuatro hermanos mayores que él, tres chicos y una chica: Rafael, primogénito de los hijos del matrimonio Freijo-Balsebre –y auténtico ídolo para Enrique–, Ángel, Pablo y Conchita, con los que siempre mantuvo una estrecha relación a pesar de pasar gran parte de su vida en Salamanca. En este entorno vital, el primer contacto de Enrique Freijo con la educación reglada tuvo lugar en las escuelas municipales de La Concha, un vetusto edificio situado en el ensanche de Bilbao dónde un grupo de chiquillos de cuatro años recibían de D. Román Maeso y su esposa Dña. Elvira sus primeras lecciones. No debía ser mal estudiante, porque de estos primeros cursos se conservaron en casa de D. Bernardino algunos de los diplomas que, en nombre de Dña. Casilda Iturrizar (1818-1900), benefactora de la burguesía vizcaína de la época, se entregaban a los alumnos aventajados. Consta, además, que como premio a su esfuerzo académico, Dña. Concha, su madre, le hizo socio del Athletic Club de Bilbao cuando apenas contaba 13 años, un mérito que a Freijo le gustaba colocar entre los más relevantes de su currículo (Freijo, 2003). El bachillerato lo inició y completó en el colegio Santiago Apóstol de los Hermanos de las Escuelas Cristianas de Bilbao (La Salle), de los que decía guardar «un recuerdo cariñoso» (Freijo, 2003, p. 8), ya que, en los difíciles tiempos de la guerra civil, le concedieron una beca que le permitió finalizar sus estudios de bachiller en junio de 1942. Cuenta, además, que los hermanos de La Salle le dieron a leer unos textos de biología sobre «la teoría de la evolución» de Darwin que se podrían considerar, de acuerdo con los cánones de la época, de carácter reservado, «casi herejes», textos que despertaron su curiosidad hasta tal punto que decidió emprender el camino de la medicina: «Yo entonces ni me lo planteé, sólo quería hacer lo que me gustaba. Creo que entonces no existían facultades de biología, o sea que me decidí por la medicina» (Ibíd., p. 9). Después de considerar varias opciones, el matrimonio Freijo-Balsebre decidió que su hijo Enrique continuara los estudios en Valencia, ciudad en la que residía por motivos laborales la familia de su tío Teófilo, director de la sucursal del Banco de Vizcaya en esa ciudad. Gracias a la tutela y ayuda de estos familiares, la adaptación a la ciudad y a los estudios universitarios apenas supuso algún pequeño inconveniente para Freijo, que aprobó con notable facilidad el primer curso selectivo de medicina. Revista de Historia de la Psicología, 2014, vol. 35, núm. 3 (septiembre) La Psicología es posible 39 Sin embargo, su estancia en la ciudad del Turia apenas duró un año. Su tío fue contratado como director general adjunto por Altos Hornos de Vizcaya y, junto con su familia, tuvo que regresar a Bilbao. Por eso, con 18 años recién cumplidos, Freijo tuvo que abandonar Valencia y continuar su carrera de medicina en la Universidad de Salamanca, una ciudad de ambiente provinciano que poco tenía que ver, ni urbanística ni socialmente, con el Bilbao industrial de sus primeras andanzas. Las crónicas y documentales de la época nos describen la Salamanca de 1943 como una ciudad provinciana de casas bajas, calles sin pavimentar y mercados al aire libre que concentraba toda la actividad económica y cultural de sus 70.000 habitantes en el casco antiguo, un núcleo urbano constreñido que daba cobijo a una sociedad «llena de sotanas, hábitos y uniformes militares […] que desconfiaba de sí misma, que vivía de apariencias y que se observaba a sí misma con recelo» (Clemente, 2003, p. 66). Sólo habían transcurrido cuatro años desde el final de la guerra civil y Salamanca demostraba ser, en gran medida, una ciudad anclada en el tiempo, un rancio bastión que apenas se mostraba interesado en conectar con los cambios que estaban teniendo lugar en España, y en el mundo, «gracias a la creciente presencia de una generación joven y universitaria, con un peso demográfico y social cada vez mayor en la ciudad, que está comenzando a encontrar la sintonía con lo que Juan XXIII llamaba los signos de los tiempos» (Ibíd., p. 68). En cualquier caso, y a pesar de este adverso ambiente, Freijo decide cursar allí la licenciatura en Medicina y Cirugía. Corre el año 1943 y, tal y como dispone la ley sobre ordenación de la Universidad española (BOE del 31 de julio de 1943), el día 3 de octubre inicia sus estudios en la Facultad de Medicina de Salamanca, participando activamente tanto en las actividades académicas programadas por la institución como en las movilizaciones estudiantiles que, con cierta timidez, comenzaban a cuestionar un sistema educativo en el que concurrían –según el ministro de educación Joaquín Ruiz-Giménez (1953)– tres complejos de inferioridad: el miedo a la concurrencia, el miedo al error y a la crítica y el miedo a la libertad. Poco después de su ingreso en la Facultad de Medicina, tiene lugar su encuentro con el presbítero asturiano Avelino López Castro (1896-1958), secretario del Obispo de Salamanca Francisco Barbado Viejo (1890-1964), un curioso personaje que, además de ponerle en contacto con los jóvenes de la Acción Católica, ejerció una intensa influencia personal en él. D. Avelino, cuenta Freijo en su Autobiografía (2003), quería fundar un Opus radical, con ideas nuevas y originales: se debía obediencia a los superiores naturales, pero sin ir nunca contra la propia conciencia, lo que en su caso suponía una libertad absoluta para dar su opinión al decano, al rector y a todas las autoridades universitarias, un ejercicio de resolución y autonomía que le habría de reportar más de un disgusto a lo largo de su vida. Revista de Historia de la Psicología, 2014, vol. 35, núm. 3 (septiembre) 40 Luis Mª Iturbide, Angel González, Fernando Olabarrieta y Enrique Arranz Tras seis años de esfuerzo académico, el 30 de junio de 1948, Freijo termina los estudios de medicina con un brillante expediente académico, estudios entre los que a él le gustaba destacar la estancia como alumno interno en el Servicio de Pediatría de la Facultad de Medicina de Salamanca. Allí, bajo la tutela de Guillermo Arce Alonso (1901-1970), eminente catedrático y persona de gran categoría humana y científica (Freijo, 2003), tuvo ocasión de desarrollar, no sólo sus conocimientos sobre puericultura y pediatría, sino también su vocación humanista y su interés por los problemas y necesidades de los adolescentes. Este período de formación cierra ciclo con su contratación como profesor de Psicología Médica en la Facultad de Medicina de Salamanca, institución en la que impartió clases durante cuatro o cinco años, aunque por azares del destino, cuenta Freijo (2003), sólo llegó a cobrar dos. En ese momento de su vida, la idea de hacerse sacerdote va cobrando cada vez más fuerza. En 1947, un año antes de finalizar la carrera de medicina, inicia los estudios de Filosofía y Teología en la Universidad Pontificia. En 1950, obtiene el título de Bachiller en Filosofía con la máxima calificación y, desde ese año hasta 1955, completa brillantemente los estudios de Sagrada Teología (1954) y se licencia en Filosofía (1955) con la mención Summa cum Laude Probatus. Entre tanto, el 4 de octubre de 1953, se había ordenado sacerdote, siendo nombrado consiliario diocesano de las Juventudes Estudiantes Católicas (JEC) por el Obispo de Salamanca Francisco Barbado Viejo, con el que mantendría siempre una buena relación. Con el paso del tiempo, recordaba Freijo que Barbado Viejo, que le había ordenado sacerdote, le solía decir: «Enrique, más que ‘ordenarte’ parece que te has desordenado» (citado por González y Rodríguez, 1991, p. 4). Su labor apostólica y pastoral se completaba, además, con su condición de párroco de la iglesia de San Benito, cuya sacristía siempre estuvo abierta a los estudiantes cuando, en sus reuniones clandestinas, trazaban planes para lograr un sistema más participativo y menos autoritario de convivencia cívica y académica. Con este brillante currículo académico, y renunciando a una beca del Ministerio de Asuntos Exteriores para ampliar estudios en Lovaina, Freijo se incorpora en 1957 a la plantilla de profesores de la Facultad de Filosofía de la Universidad Pontificia a petición de Barbado Viejo, haciéndose cargo de la asignatura Psicología Racional, docencia que hubo de conciliar con las clases de Psicología Profunda y con la explicación de la asignatura Psicología Médica en la Facultad de Medicina de la Universidad Civil. Esta incorporación a la enseñanza universitaria comienza a traer aires de cambio a una institución que, como la Universidad Pontificia, parecía más un seminario conciliar interdiocesano que un foro científico y pedagógico abierto a las demandas educativas de la sociedad (Clemente, 2003). Baste decir, en este sentido, que la asignatura Psicología Racional en la Universidad Pontificia cambiaría varias veces de tratamiento durante el magisterio de Freijo: Psicología Antropológica, Antropología Filosófica y, finalmente, Revista de Historia de la Psicología, 2014, vol. 35, núm. 3 (septiembre) La Psicología es posible 41 Antropología, una sucesión semántica de denominaciones académicas que venía a evidenciar la profunda vocación humanista del joven docente. Y así llegamos a 1959, año en el que Freijo, bajo la dirección del profesor Luis Sánchez Granjel –y contando con la presencia en el tribunal de Pedro Laín Entralgo (1908-2001)–, defiende la tesis doctoral titulada El problema religioso en la historia de la Psicología Médica contemporánea. Psicología y religión en la obra de S. Freud (1966a) en la Facultad de Medicina de la Universidad Civil, una acertada crítica filosófica al análisis de la religión en Freud que le permite alcanzar el grado de Doctor en Medicina. La calificación es de sobresaliente cum laude, concediéndosele, además, el premio extraordinario de doctorado de ese curso. La tesis doctoral fue publicada siete años más tarde por la editorial ESET de la Facultad de Teología de Vitoria-Gasteiz. Una vez consolidada su plaza como profesor de Psicología en la sección de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Pontificia, Freijo desarrolla en los primeros años de 1960 una intensa y productiva actividad como docente y una comprometida labor pastoral como sacerdote. Son los años en los que ve la luz La libertad y la personalidad en la antropología contemporánea (1961) y se gesta Personalidad y libertad: el hombre libre (1965), años en los que, según el entonces Ministro de Educación Nacional Joaquín Ruiz-Gimenez (1953), «había que romper fronteras interiores y abrir la mente y el corazón de nuestros universitarios hacia lo universal» (citado por Tusell, 1984, p. 325). Otro hito no menos importante en la andadura salmantina de Enrique Freijo fue la defensa, en 1963, de la tesis doctoral titulada El psicoanálisis de Freud y la psicología de la moral (1966b) en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Pontificia. En esta nueva tesis, dirigida por el jesuita navarro Mauricio de Iriarte, un catequizado experimentalista que «no podía ni ver al psicoanálisis» (Freijo, 2003, p. 11), se analizaba la génesis y el desarrollo de la conciencia moral en la obra del creador del psicoanálisis, un tema en el que, a pesar de no ser partidario de ninguna especialización, Freijo se había especializado (Málaga, 2002). En su opinión, Freud había tenido el acierto de formular la existencia de un período de latencia que precedía a la pubertad, una teoría que el profesor Rodríguez Isidoro, entonces ayudante suyo, y él mismo trataban de confirmar en una especie de laboratorio de psicología que habían montado en la facultad de medicina. El trabajo doctoral de Freijo obtuvo la mención Summa cum Laude Probatus, siendo publicado tres años más tarde por la revista Razón y Fe. Vale decir aquí que, en este momento de su vida, la producción intelectual y científica del profesor Freijo es amplia, precursora, de calidad y también muy coherente con sus planteamientos vocacionales. En sus principales ensayos se repiten los conceptos que mejor expresan los temas de su principal preocupación intelectual: el hombre, su personalidad, su libertad y su compromiso crítico con la sociedad de su tiempo. Son obras en las que trata de superar viejos complejos heredados de un trasnochado Revista de Historia de la Psicología, 2014, vol. 35, núm. 3 (septiembre) 42 Luis Mª Iturbide, Angel González, Fernando Olabarrieta y Enrique Arranz nacionalcatolicismo incompatible con los nuevos postulados conciliares del Vaticano II, aunque para Freijo no tienen otro valor que el que puede prestar «un desconocido y sincero pequeño luchador» (Freijo, 1976, p. 8). En cualquier caso, la carga de trabajo del –ahora– doctor Freijo comienza a ser tan generosa como complicada: debe conciliar su actividad intelectual e investigadora con sus tareas de gestión académica, dedicación docente y labor pastoral, lo que le obliga muchas veces a empalmar el día con la noche y a tener que arrebatar horas al sueño para poder colaborar en la línea editorial de la revista Iglesia Viva –una publicación de 1965 de cuyo consejo de dirección formó parte desde 1972 hasta 1995– o poner en marcha proyectos del calado de la Cátedra Pablo VI (1965), un foro abierto de encuentro y debate de ideas que, auspiciado por el entonces Obispo de Salamanca Mauro Rubio Repullés (1919-2000), constituyó una de las pocas propuestas progresistas de reflexión crítica que funcionaron en la época, a pesar del recelo de la autoridad eclesiástica y de la oposición del régimen franquista, que en 1969 prohibió su desarrollo (Francia, 2001). A todo este esfuerzo intelectual y pastoral hay que añadir, además, la puesta en marcha el 11 de diciembre de 1966 de la Escuela Superior de Psicología para postgraduados universitarios, una institución que el 20 de diciembre de 1971 empieza a funcionar como Sección de Psicología dentro de la Facultad de Filosofía y Letras. Algunos años después, el 25 de abril de 1974, el Ministerio de Educación y Ciencia reconocerá a efectos civiles, mediante Real Decreto (1472/1974), los estudios de la Sección de Psicología, que pasarán a integrarse como titulación propia, con más de 700 alumnos matriculados, en la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales. El esfuerzo de Freijo por encontrar un lugar para la Psicología entre las ciencias sociales parece haber encontrado recompensa: el 25 de marzo de 1977, la Sagrada Congregación Pro Institutione Catholica erige y declara erigida in perpetuum la antigua Sección de Psicología en la Facultad de Psicología (Consejo de Facultad de 28/04/1977). Con este atisbo de apertura intelectual, en parte forzado por los acontecimientos del mayo francés de 1968, llegamos a los años de la transición política en España y, también, al final de la vida activa del profesor Freijo en Salamanca, la Salamanca ahora «de Lázaro Carreter, de los profesores Balcells, Querol, de Juan Manuel Gandarias, de Tomás y Valiente, de Setién en la Pontificia y de Enrique Freijo» (Azcuna, 2003, p. 45), a los que hay que añadir al lingüista Koldo Mitxelena (1917-1987) –a quien se le debe, junto a otros, la unificación del euskara– y a Enrique Tierno Galván, con quien coincidían, según cuenta Gómez-Galtier (2003), en un pequeño restaurante de La Calleja, «El Dorado», al que los universitarios conocían coloquialmente como «el de los dos Enriques». En 1978, cuando los estudios de Psicología de la Universidad Pontificia están bien consolidados y ya se han licenciado las primeras promociones, el profesor Freijo, a sus 53 años, decide abandonar Salamanca para incorporarse a la sección de Filosofía y Revista de Historia de la Psicología, 2014, vol. 35, núm. 3 (septiembre) La Psicología es posible 43 Ciencias de la Educación de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Bilbao –aún no existía la Universidad del País Vasco–, en el campus de Zorroaga de San Sebastián. Llegados a este punto, hay que hacer memoria y recordar que en la ciudad del Tormes también pasó por algunos momentos duros y difíciles, incluso desagradables, sobre todo en sus últimos años de docencia en la Universidad Pontificia. Fue una etapa de su vida empedrada de momentos de insensibilidad y de incomprensión. Tocaba elegir Decano, y Freijo se presentaba para la reelección. Algunos de sus compañeros pensaron que su estado de salud no era el más favorable para dirigir la Facultad, que tenía que cuidarse y descansar, otros consideraron que era un buen momento para proceder al relevo institucional; el caso es que no le reeligieron. Los alumnos votaron a favor suyo, pero la mayoría de los profesores, no. Le sucedió en el decanato el profesor Gerardo Pastor. Pasado algún tiempo, se supo que había sido invitado a volver a su siempre querida Euskal Herria a dar clases en la incipiente Facultad de Filosofía y Letras de San Sebastián. No lo debió dudar. Nada de retiro amable, nuevo reto, nueva andadura. Le acompañó pronto uno de sus alumnos ya licenciado, de la primera promoción de la Universidad Pontificia: Mikel Villarreal, con quien convivió en Villa Iruña. Según cuenta Freijo, «fue finalmente Koldo Mitxelena quien sugirió mi nombre al entonces rector D. Ramón Martín Mateo, para que formase parte de aquel proyecto. Nuestra idea era la de incluir Psicología y Pedagogía, pero la sensibilidad general no era tan clara» (citado en González y Rodríguez, 1991, p. 7). Ramón Valls (1928-2001), Decano de la Facultad de Filosofía, también pidió su ayuda: «Enrique, ¡quema las naves!, ¡quema las naves y vente!... Así lo hice, y comenzamos en el 78 el primer curso de Filosofía en el que expliqué Introducción a la Psicología» (Ibíd., p. 7). Con este tormentoso panorama, Enrique Freijo se presentó en el viejo caserón de Zorroaga, antiguo orfanato primero, después Facultad y actualmente tanatorio, donde le recibió Ramón Valls, que junto a Isabel García, administrativa, y Jose Maria Rodríguez, portero mayor, formaban todo el Personal de Administración y Servicios de la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación. A su llegada a San Sebastián el profesor Freijo se instaló en Buenavista, un hotel restaurante que, situado en Igeldo, hace honor a su nombre. Terminó siendo uno más de la familia que lo regentaba. Luego, con Mikel Villarreal, se trasladó a Villa Iruña, en la que vivió hasta que se marchó a su «Botxo» natal (Bilbao), en 1990. Empezó en la Facultad de Filosofía, conocida después como Zorroaga, con Javier Echeverría: «nos presentó Ramón Valls. Desde que le vi, pese a mi escasa simpatía por los curas, supe que podíamos entendernos, como así fue. Lo que no intuí, el me lo enseñó luego, fue que llegaríamos a amarnos» (Echeverría, 2003, p. 27). Luego, se incorporaron otros que merece la pena citar aquí: Víctor Gómez Pin, Fernando Savater y Mª Sol de Mora, en filosofía; Mª Teresa del Valle en antropología; Jesús Arpal en sociología; Miguel Sánchez Mazas, Julio Caro Baroja…. Revista de Historia de la Psicología, 2014, vol. 35, núm. 3 (septiembre) 44 Luis Mª Iturbide, Angel González, Fernando Olabarrieta y Enrique Arranz Por su casa –Villa Iruña– pasaron muchos de ellos, y no una vez. Freijo gustaba de la conversación, del debate también, y estos eran, recordados ahora, inolvidables. También había proyectos en común, de Facultad y de Universidad, y allí también se discutían. Fue para el profesor Freijo, un periodo romántico, creador, que recordaba con gran cariño. Era, entonces, el único psicólogo. El propio Gregorio Monreal, Rector de la Universidad del País Vasco, en una carta dirigida al Rector de la Universidad Pontificia de Salamanca fechada el 12 de junio de 1981, manifiesta: El interés de esta Universidad por la incorporación estable a la misma de D. Enrique Freijo Balsebre, un interés que procede tanto de la vinculación con esta universidad, nacido de los lazos de origen del citado catedrático, como del reconocimiento de su condición académica, acreditada a lo largo de muchos años en la Universidad Pontificia de Salamanca como profesor, investigador y creador de los estudios de Psicología, primero como director de la Escuela Superior y después como Decano de la Facultad de Psicología (Monreal, 1981, 12 de junio) La Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación se aprobó en el BOE del 4 de junio de 1982, contemplando las secciones de Filosofía, Pedagogía y Psicología. Enrique Freijo fue Decano de la misma desde 1983 a 1985, año en que se aprobaron los estatutos de la Universidad del País Vasco y hubo que proceder a la renovación de todos los órganos colegiados y cargos académicos. En su Decanato le acompañaron Arantza Azpiroz, como vicedecana de Psicología; Nicanor Ursua, vicedecano de Filosofía; Jesús Arzamendi, vicedecano de Pedagogía y Roberto Ibarretxe como secretario y fiel escudero. Arantza, cuyo único defecto según Enrique era no haber sido alumna suya, le acompañó en todas las gestiones que, propiciadas por su amigo Iñaki Azkuna (1943-2014), tuvo que realizar ante el Consejero de Educación del Gobierno Vasco, José Ramón Recalde, para lograr el reconocimiento de una Facultad de Psicología independiente. A pesar de haber obtenido las cátedras de Antropología y Psicología Profunda en la Universidad Pontificia de Salamanca y haber sido Decano, el profesor Freijo no conseguía regularizar su vinculación contractual con la Universidad. Conociéndole no sorprende: del último del que se preocupaba era de sí mismo y lo que menos le importaban eran los aspectos administrativo-burocráticos. Se preocupó de ellos su sobrino Enrique Arranz, sobre todo cuando hubo de hacer cuentas para la jubilación. Al respecto, el 17 de abril de 1985, el Rector de la Universidad del País Vasco Gregorio Monreal se dirigía en carta oficial al Decano de la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación, Enrique Freijo, en los siguientes términos: Revista de Historia de la Psicología, 2014, vol. 35, núm. 3 (septiembre) La Psicología es posible 45 Este Rectorado quiere manifestar y declarar su mayor interés por la regularización de la situación académica del profesor Enrique Freijo Balsebre. Es evidente que la vía más adecuada, en su momento, hubiera sido la contratación como catedrático extraordinario, procedimiento que contemplaba la legislación anterior a la Ley de Reforma Universitaria y que la UPV/EHU utilizó para la incorporación de distintas personalidades como D. Julio Caro Baroja, D Miguel Sánchez Mazas, D. Carlos Blanco Aguinaga y D. Manuel Tuñón de Lara (Monreal, 1985, 17 de abril). Sin embargo, con la aprobación de la LRU y de los Estatutos de la UPV/EHU, Freijo quedaría, en el mejor de los casos, como profesor asociado con nivel de catedrático. Fue entonces cuando Ramón Alzate, otro de sus alumnos de Salamanca, amigo y compañero en la Universidad del País Vasco, le sugirió que lo mejor para todos –para él, para nosotros y para llevar adelante el proyecto de Facultad– era que opositara a cátedra. Freijo, después de meditarlo y consultarlo con algunos de sus amigos, se puso a ello. Tenía sesenta años. Finalmente, la plaza fue convocada en el BOE del viernes 5 de julio de 1985 y obtenida el 27 de mayo 1986 (BOPV, 103). Formaron el tribunal José Luis Pinillos Díaz (1919-2013), presidente, Juan Mayor Sánchez, secretario y Ramón Bayés Sopena, José Luis Fernández Trespalacios (1934-2008) y Manuel de Vega Rodríguez, vocales. Miguel Siguan Soler y Helio Carpintero Capell fueron presidente y secretario suplentes, siendo Pio Tudela Garmendia el único vocal suplente. Los aquí citados eran todos los catedráticos de Básica del estado en ese momento. Este mismo tribunal, además de proponer a Enrique Freijo Balsebre como catedrático de Psicología Básica con perfil de Psicología Dinámica, propuso también a Jose María Gondra Rezola para la cátedra de Psicología Básica con perfil de Historia de la Psicología, convocada también por la Universidad del País Vasco. En informe confidencial al Presidente de la Comisión que hubo de juzgar la plaza, el Decano de la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación, Javier Echeverría, informa entre otras cosas de la capacidad de Enrique para armonizar e integrar a los distintos profesores…, de su importantísima contribución a la creación de una infraestructura humana, material y administrativa…, y de la necesaria presencia y colaboración en la creación de la Facultad de Psicología de un universitario de tan encomiable categoría humana e intelectual (Echeverría, 2003). A partir de entonces, tuvo que asistir a comisiones para provisión de plazas. Nos consta que fue bienvenido en todos los tribunales en los que participó. Era, dijeron los que no le habían conocido personalmente hasta entonces, un hombre de conocimiento, de acuerdos, respetuoso con todos, justo y amable. Revista de Historia de la Psicología, 2014, vol. 35, núm. 3 (septiembre) 46 Luis Mª Iturbide, Angel González, Fernando Olabarrieta y Enrique Arranz El profesor Freijo prosiguió, entre tanto, con su actividad organizativa de cara a la consecución de la Facultad de Psicología de la Universidad del País Vasco, que finalmente vio la luz el 13 de agosto de 1990 (BOPV, 162) con sede en San Sebastián. Evidentemente fue un logro colectivo en el que se implicaron profesores y alumnos, Decanatos y Vicerrectorados. Era entonces Decano de la Facultad de Filosofía y Ciencias de Educación José Mª Zumalabe, alumno de Enrique en Salamanca y amigo y compañero en el País Vasco. Curiosamente, Zumalabe fue uno de los alumnos que le acompañó al Ministerio de Educación para solicitar el reconocimiento de la Facultad de Psicología de la Universidad Pontificia de Salamanca a principios de los años 70. Al profesor Freijo se le debe, sobre todo, su incansable labor de liderazgo, tanto en Salamanca como en el País Vasco. La Facultad, según él, debía constituirse en un ámbito de libertad y de crítica de pensamiento. Los alumnos debían tener el derecho de conocer las distintas tendencias de la psicología moderna. En la concepción de Freijo, debían trabajar en la misma los mejores enseñantes y profesionales. Prefería que las asignaturas las explicaran no solo psicólogos, sino también médicos, antropólogos, filósofos, matemáticos, que pudieran enriquecerse mutuamente y enriquecer también a los alumnos. La Universidad debía ser, en palabras suyas, «conciencia y consciencia de la sociedad en la que está inmersa». Debe hacerse consciente mediante una seria reflexión y un análisis objetivo y profundo de las contradicciones internas de la sociedad. Y debe ser conciencia, debe llevar a cabo una crítica comprometida que contribuya a superar esas contradicciones que impiden el progreso de la humanidad. Dirigió el Departamento de Psicología General, la Sección de Psicología y, luego, la Facultad. Ni que decir tiene que participó en los distintos y sucesivos planes de estudio de Psicología. Promovió también, en vista de las precarias circunstancias relativas al profesorado, en su mayoría joven y sin contratos estables, lo que denominó «el plan de perfeccionamiento del profesorado». Eran tiempos de redactar los Estatutos de la Universidad y diseñar las figuras de profesorado: Freijo animó y emplazó al Rectorado de la Universidad a consolidar contratos, facilitar becas y ayudas, movilidad, apoyo a las investigaciones, tesis doctorales, publicaciones…, en fin, todo un paquete de medidas que facilitara la acción del profesorado que se incorporaba. Presidió, en 1986, la I Reunión de Psicología Básica que se realizó, por idea suya, en San Sebastián. El profesor Freijo percibía un cierto aislamiento de la Facultad de filosofía y Ciencias de la Educación, y quiso subsanarlo con la convocatoria de aquella reunión, que a juicio de todo el mundo resultó, además de muy pertinente cara a la organización y desarrollo del área de Psicología Básica en todo el Estado, también muy satisfactoria. En otro orden de cosas, también sugirió la necesidad de crear en Euskadi un centro de investigación por la paz. En torno a los actos conmemorativos del cincuentenario del bombardeo de Gernika consiguió su objetivo y su deseo: en BOPV de 23 de abril de 1987 el Parlamento Vasco acuerda la creación en la villa de Guernica de un Centro Revista de Historia de la Psicología, 2014, vol. 35, núm. 3 (septiembre) La Psicología es posible 47 de Estudios por la Paz. El 6 de noviembre del mismo año se constituye la fundación Gernika Gogoratuz (recordando Gernika), que presidirá Enrique Freijo, cuya finalidad será: contribuir con aportaciones generadas o respaldadas por una reflexión científica al logro de una paz emancipadora y justa a escala mundial y en el País Vasco, en particular (Fundación Gernika Gogoratuz, 1987). Aunque Freijo no se jubilaría nunca realmente, legalmente tenía que hacerlo. El Departamento de Procesos Psicológicos Básicos y su Desarrollo, que él dirigía entonces, elevó a las instancias competentes la solicitud de Profesor Emérito, solicitud que fue satisfecha con un informe favorable del Consejo de Universidades en el que se le reconocía su contribución al desarrollo de la Psicología en España, especialmente en el País Vasco. Este reconocimiento le satisfizo íntimamente. De alguna manera, al final se le reconocía su trabajo de toda la vida. En el Año 1990 se trasladó a Bilbao, cerca de su familia y de San Mamés, «la Catedral», el estadio deportivo de su querido Athletic Club de Bilbao. Allí, además del contacto con su familia, seguía recibiendo a sus compañeros y a sus amigos. Siguió ayudando a la Facultad y al Departamento en todo lo que se le solicitaba y continuó dirigiendo tesis hasta el final. Falleció el 23 de enero de 2001, lúcido y en paz según comunicación de Enrique Arranz, su sobrino, acompañante y amigo, a quien Freijo había acogido en su casa de Salamanca cuando fue a cursar la carrera de Psicología. Está enterrado en el cementerio de Bilbao, situado entre los términos municipales de Derio y Zamudio, en el valle del Txorierri –de los pájaros– que él amaba tanto. LA OBRA Siempre se ha dicho que los documentos escritos sirven como testigos presenciales del paso del tiempo y de su repercusión en la evolución intelectual y vital de las personas y las instituciones. Sin embargo, en el caso de Enrique Freijo, habría que matizar alguno de los presumibles de este pronunciamiento, ya que, a pesar del tiempo transcurrido, sus escritos sobre antropología, psicoanálisis, humanismo, marxismo y cristianismo siguen teniendo la frescura y la vigencia necesarias para interesar a nuevos lectores, lectores cuyo bagaje educativo se nos antoja muy diferente del de 1980, y casi antagónico respecto al de 1960. La obra escrita de Freijo, ciertamente, no destaca ni por su carácter experimental ni por el control de las variables investigadas, al contrario, se mueve más bien en el terreno de la «fenomenología» analítico-descriptiva (Vázquez, 2002), tratando de compensar esa falta de rigor metodológico con una actitud marcadamente crítica y un riguroso ejercicio de introspección capaz de apreciar la pluralidad de dimensiones del fenómeno analizado y las limitaciones de la metodología utilizada para llevar a cabo tal análisis. Revista de Historia de la Psicología, 2014, vol. 35, núm. 3 (septiembre) 48 Luis Mª Iturbide, Angel González, Fernando Olabarrieta y Enrique Arranz Ya desde la preparación de sus dos tesis doctorales, la coherencia en sus planteamientos metodológicos y la pertinencia en sus propuestas científicas han sido constantes en sus escritos, aunque, como el propio autor reconoce en el prólogo de El hombre hoy, «desde 1959 hasta hoy tendría que haber corregido muchas cosas porque el pensamiento, la ciencia y uno mismo –quizás– cambien» (Freijo, 1976, p. 8). A continuación, se enumeran y analizan las principales contribuciones y publicaciones realizadas por Enrique Freijo en diversos ámbitos de la Psicología, la Antropología y la Religión, contribuciones que hemos agrupado en tres grandes bloques temáticos, el primero de ellos, centrado en temas psicoanalíticos, el segundo, en aspectos psicosociológicos, y el tercero, en torno a la temática de la fe cristiana. Trabajos psicoanalíticos Aun a riesgo de incurrir en cierta anarquía cronológica, habremos de incluir en este primer bloque temático una selección de libros y artículos que se ocupan de diferentes cuestiones relacionadas con el psicoanálisis, un tema que al profesor Freijo le interesó vivamente y que siempre abordó con espíritu crítico. Entre estas publicaciones habremos de destacar sus dos tesis doctorales y algunos trabajos que él mismo agrupó bajo el epígrafe Psicoanálisis en el índice de materias de su obra compilatoria El Hombre hoy (1976), una obra en la que se pueden encontrar muchos de sus escritos «tal y como salieron en diferentes años» (Freijo, 1976, p. 8). Comenzaremos, pues, nuestra tarea de clasificación recordando que la revista científica de investigación teológica Salmanticensis publicó, ya en 1961, un trabajo de Freijo titulado La libertad y la personalidad en la antropología contemporánea (1961a). En este extenso artículo, el autor echa mano de psicoanalistas que siguen modelos antropológicos diferentes sobre la personalidad –Freud, Adler, Jung, Baudouin...– para, en un alarde de maestría, integrar sus propuestas en un todo coherente que da sentido y explica el proceso de devenir individuo, un complejo proceso de personalización que, partiendo de la libertad individual, ha de trascender esa zona profunda y elevada de la personalidad que Jung denomina Sí-Mismo. Siguiendo el sendero del psicoanálisis, aunque ahora con una actitud mucho menos devota, Freijo publica en la Revista de Psicología General y Aplicada sus Notas para una teoría de la agresividad (1964b), un interesante trabajo de corte meta-psicológico en el que analiza, desde una perspectiva ecléctica, la génesis de la agresividad y el fenómeno de la agresión. Presentado como una comunicación en la IX Reunión anual de la Sociedad Española de Psicología, el trabajo comienza exponiendo la teoría de las pulsiones de Freud para, a la luz de los planteamientos de D. Lagache sobre la relación de la agresividad con el narcisismo y de F. Alexander sobre la fenomenología de las conductas sexuales perversas, romper una lanza en favor de las posiciones más tradicioRevista de Historia de la Psicología, 2014, vol. 35, núm. 3 (septiembre) La Psicología es posible 49 nales de la Filosofía sobre el tema del appetitus irascibilis, invitando, a continuación, a integrar los conceptos psicoanalíticos, fenomenológicos y biológicos de la agresividad «en una abierta concepción antropológica de la misma, en la que forzosamente habría que contar con los finos análisis hechos por el filósofo de Aquino» (Freijo, 1964, p. 622). El tercer trabajo importante del profesor Freijo sobre el psicoanálisis, aborda el tema de la religión en la obra de Freud. Presentado como tesis para la obtención del doctorado en Medicina y Cirugía en 1959 y publicado por la editorial ESET de la Facultad de Teología de Vitoria-Gazteiz, El problema religioso en la historia de la psicología médica contemporánea. Psicología y religión en la obra de Sigmund Freud (1966a) es un ensayo monográfico en el que Freijo analiza críticamente la vida, circunstancia y obra del creador del psicoanálisis, así como sus ideas sobre el origen y desarrollo de la conciencia moral, las doctrinas psicoanalíticas y la psicología de la religiosidad. Esta publicación doctoral, tanto por el momento en el que tuvo lugar como por el interés y la trascendencia de la temática abordada, constituyó una auténtica novedad editorial, sobre todo teniendo en cuenta la carencia de estudios serios, en España y de autores españoles, sobre este tema (Vázquez, 2002). Ese mismo año, la revista Razón y Fe publicó en la colección Psicología, Medicina y Pastoral la segunda tesis doctoral del profesor Freijo, la de Filosofía y Letras, El psicoanálisis de Freud y la psicología de la moral (1966b). En este trabajo, prologado por el profesor de Psicología de la Universidad Pontificia Alejandro Roldán, el autor lleva a cabo una exposición clara y sistemática de las ideas de Freud sobre los orígenes, la formación y el desarrollo de la conciencia moral, tanto a nivel individual como a nivel socio-cultural, añadiendo, donde el tema lo requiere, una breve valoración crítica que permite al lector analizar y evaluar con mayor equidad los planteamientos psicoanalíticos sobre el tema de la moral. Se trata, pues, de un trabajo descriptivo, no exento de una ponderada valoración crítica, que tiene el mérito «de ser el primero que en lengua castellana afronta –de un modo amplio y sistemático– la tarea de exponer y valorar las ideas del fundador del Psicoanálisis sobre la Moral» (Roldán, 1966, p. 9). Estas mismas coordenadas teóricas se repiten en la obra Realización humana y castidad (1968), una conferencia impartida por el profesor Freijo en el contexto de la IV Semana de Teología de la Universidad de Deusto en la que, utilizando como hilo conductor el sistema de normas e ideales que el psicoanálisis ha denominado SuperYo, analiza los factores socio-culturales que amenazan la autorrealización personal y aborda el tema de la castidad como una opción personal de la sexualidad madura. En este trabajo, Freijo recurre a conceptos clínicos de inspiración psicoanalítica –como coacción inconsciente, represión defensiva o sublimación represiva– para denunciar la represión ejercida por una sociedad perversa y alienante que subyuga al individuo y abogar por unas relaciones sociales no competitivas y por la liberación del amor verdadero y sincero, «creador de una verdadera fraternidad universal» (Freijo, 1968, p. 193). Revista de Historia de la Psicología, 2014, vol. 35, núm. 3 (septiembre) 50 Luis Mª Iturbide, Angel González, Fernando Olabarrieta y Enrique Arranz En esta misma línea, aunque recurriendo ahora a la muy freudiana idea de la pugna de las pulsiones eróticas contra las agresivas –Eros contra Thanatos– como argumento expositivo, Freijo publica en la revista Iglesia Viva el artículo titulado Liberación sexual y política represiva (1970), un escrito en el que analiza el comportamiento sexual humano –y las implicaciones culturales, sociales y políticas que de él se derivan– para descubrir y denunciar la política represiva de una sociedad patriarcal que, «llena de infantilismos superyoicos, angustias irracionales y mecanismos obsesivo-compulsivos tan estériles como nocivos», obstaculiza «una auténtica liberación política de la sexualidad» (Freijo, 1976, p. 62). Siguiendo con su crítica a la sociedad tecnológica y neo-capitalista actual, y centrándose ahora en la institución familiar, Freijo publica tres años más tarde un artículo titulado Familia burguesa, familia pseudo-consumista y familia liberadora: su estructura y su dinámica (1973a). En este trabajo, editado por la revista Pastoral Misionera, el autor analiza los rasgos más característicos de la familia tradicional burguesa, los compara con los de la sociedad actual, a la que tacha de tecnificada, pseudo-consumista y asentada en relaciones sociales superficiales y materialistas, para, finalmente, proponer un modelo de familia abierto, dinámico y renovador basado en la igualdad de sexos, en la paternidad responsable y en el respeto a las opciones personales. Este mismo modelo de familia vuelve a ser bendecido por el profesor Freijo en La familia dentro de la comunidad socio-política (Setién y Freijo, 1975), un artículo, cuya autoría comparte con J.M. Setién, en el que critica la educación represiva de una sociedad neo-capitalista que obstaculiza la realización personal y la liberación sexual. La solución, a su juicio, pasa por la creación de una familia nueva y liberadora, capaz de controlar el aparato ideológico y manipulador de esta sociedad consumista y de crear un humanismo basado en el ejercicio de la conciencia crítica y en la defensa de los valores universales. En 1983, Freijo inicia el camino de la Etnopsicología, y la aplica al estudio del Pueblo Vasco. En este ámbito, especialmente sugerente para el profesor Freijo, destaca el trabajo titulado Sobre la Psicodinamia del Alma Vasca (1983a), un ensayo que sirve de prólogo a la tesis doctoral del profesor R. Redondo El Rorschach y los vascos (1983). En él, Freijo aborda el estudio de la personalidad «profunda» del hombre vasco a partir del análisis de la conflictiva edípica y de la problemática de la culturación, dos cuestiones que somete al dictamen de autores del calado de S. Ferenczi, M. Klein, H. Marcuse y G. Roheim, entre otros, para concluir que, más allá de la fantasía incestuosa, existe en el hombre un deseo más arcaico y ancestral: la vuelta al seno materno, que se simboliza en el caso del Pueblo Vasco «en la vinculación y arraigo a su madre, a su etxea, a su herria, a su ama-lur, etc.» (Freijo, 1983a, p. 21). A raíz del fallecimiento en Madrid de Xabier Zubiri (1898-1983), Freijo, gran conocedor de su obra, escribe en la revista Ereiten un artículo ensalzando la figura Revista de Historia de la Psicología, 2014, vol. 35, núm. 3 (septiembre) La Psicología es posible 51 de «uno de los pensadores más rigurosos y profundos que ha producido el mundo occidental en nuestro siglo» (Freijo, 1983b, p. 49). El artículo lleva por título Xabier Zubiri: In memoriam (1983b), y entre sus páginas se revela la profunda admiración que el profesor Freijo sentía por «un coloso de la Filosofía contemporánea», por un vasco cuya filosofía había iluminado «ciencias y saberes», por un auténtico «paradigma contestatario del mito racial de la incultura y arcaísmo vascos» que ahora, «desde el locus de su muerte, ha de llenarnos de estímulo y de… alegría» (Ibíd., p. 50). Apenas tres años más tarde, Freijo retoma el tema del psicoanálisis en su más pura esencia y publica, en la editorial Desclée de Brouwer, sus Lecciones sobre psicoanálisis y psicología dinámica (1986a). Se trata de un breve texto universitario en el que se recogen en forma de lecciones magistrales –acompañada cada una de ellas de un pasaje de la obra de Freud que el autor solía leer a sus alumnos al comienzo de las clases teóricas– los resúmenes de las clases que el profesor Freijo impartía sobre Psicología Dinámica en la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de San Sebastián. Estas clases se referían preferentemente al psicoanálisis de Freud, «aunque en ellas, a veces, se hacen alusiones a desarrollos ulteriores de la teoría y de la práctica psicodinámica» (Freijo, 1986a, p. 9). También retoma Freijo en esta época el tema de la Etnopsicología, y nuevamente la vuelve a aplicar al hombre y al Pueblo Vasco. En este caso se trata de la obra El Pueblo Vasco y su juvenilidad (1986b), un artículo de corte psico-antropológico sobre su amada Euskal Herria que, en homenaje a D. Julio Caro Baroja, Freijo publicó en la Revista Internacional de los Estudios Vascos. La obra comienza con un análisis minucioso de la descripción psicológica del hombre vasco realizada por Miguel de Unamuno (inteligencia, sentimiento y voluntad), después continúa su andadura por los escabrosos vericuetos de las teorías psicodinámicas de G. Roheim, H. Marcuse y S. Freud sobre la pre-genitalidad del ser humano para, finalmente, concluir que «la comprensión psicodinámica del Pueblo Vasco nos remite a situaciones y estructuraciones pre-edípicas» (Freijo, 1986b, p. 380) y que, por tanto, es el marco teórico de la oralidad el que nos puede conducir a una mejor comprensión del carácter vasco y de su juvenilidad. Esta misma temática vuelve a ser abordada por Freijo en el trabajo Consideraciones psicodinámicas sobre la identidad vasca (1986c), una comunicación sobre etnopsicología dinámica presentada el 2 de septiembre de 1986 en el ámbito de los IV Cursos de Verano de la UPV/EHU, cursos que él mismo dirigió bajo el título Euskal-Herria presente y futuro. En este trabajo, el profesor Freijo analiza el problema de la identidad vasca desde el punto de vista de la Psicología Dinámica, un punto de vista que requiere, a su juicio, la utilización de métodos atípicos (interpretación de mitos, ritos, cuentos y leyendas; lectura de textos literarios sobre el País Vasco, sus gentes y sus costumbres; la aplicación individual y colectiva de tests proyectivos de personalidad, etc.) y modelos teóricos de interpretación especiales (freudianos, junguianos, kleinianos, freudo-marxistas, etc.), Revista de Historia de la Psicología, 2014, vol. 35, núm. 3 (septiembre) 52 Luis Mª Iturbide, Angel González, Fernando Olabarrieta y Enrique Arranz métodos y modelos que le sirven para reafirmarse en la idea de la oralidad del carácter vasco, aunque, como advierte el autor, esta valoración no implica en modo alguno que el vasco sea humana o éticamente «mejor o peor que otros pueblos, lo único que por ello será, en todo caso, es psicodinámicamente diferente» (Freijo, 1986c, p. 153) Dejando en el tintero, por ahora, el tema de la personalidad e identidad del pueblo vasco y retomando la senda de la antropología psicológica, Freijo escribe el prólogo de un libro de E. Arranz (1989) sobre la Psicología de las relaciones fraternas. En este prólogo, titulado Del fratricidio a la fratria (1989a), además de glosar algunas de las ideas y circunstancias más importantes de la obra, Freijo trata de rescatar de «una inexplicada amnesia científica» (Freijo, 1989a, p. 12) la figura y las teorías psicológicas del autor que inspira el contenido del texto: A. Adler, conectando, a renglón seguido, estas teorías sobre la interacción entre hermanos con la rivalidad mimética fraterna, el problema de los dobles y el sacrificio victimal propuestos por R. Girard, un antropólogo, historiador y ensayista francés por el que Freijo tenía especial predilección. Aprovechando la oportunidad que le brindan los VII Cursos de Verano organizados por la Universidad del País Vasco, el profesor Freijo retoma el tema del psicoanálisis en la obra titulada Psicoanálisis y moral (1989b), un trabajo en el que, después de abordar la génesis y el desarrollo de los sentimientos, representaciones y comportamientos morales desde la óptica de la psicopatología psicoanalítica, expone las principales ideas de Freud acerca del origen de la conciencia moral en el individuo (amoralidad originaria, moralidad extrínseca, moralidad intrínseca y moralidad autónoma) para, sometiéndola a la revisión crítica de autores del calado de E. Fromm, K. Horney, R. Fairbain, H. Gunthrip, E.H. Erickson o R. Girard, concluir que «el estudio de la adolescencia ha sido el gran tabú para el psicoanálisis, el mayor agujero negro que tiene la ingente obra freudiana» (Freijo, 1989b, p. 115). Ya como profesor emérito de la Universidad del País Vasco, Freijo atiende a la demanda de la editorial Tecnos para participar en una obra colectiva, dirigida por Elena Quiñones, Francisco Tortosa y Helio Carpintero, sobre historia de la Psicología. Lo más llamativo de esta obra, titulada Historia de la Psicología. Textos y comentarios (Quiñones, Tortosa y Carpintero, 1993), es que trata de integrar en un único volumen aspectos historiográficos, textos originales y análisis del texto y comentarios sobre algunos de los autores más relevantes de la historia de la Psicología. Freijo, para una ocasión tan especial, elige a Jacques Lacan y, aunque reconoce que hay un vacío importante respecto a la descripción de la técnica, escoge el Seminario V sobre las Formaciones de lo inconsciente (1957-1959) para analizar, en forma de comentario de texto, algunos de los conceptos más importantes de la obra del díscolo psiquiatra parisino. El sueño, el lenguaje, el deseo y el simbolismo, entre otros, son constructos sometidos a revisión crítica por Freijo en este trabajo, un trabajo que bajo el título Estructuralismo y psicoanálisis en la obra de Lacan (1993a) vio la luz en 1993. Revista de Historia de la Psicología, 2014, vol. 35, núm. 3 (septiembre) La Psicología es posible 53 Por último, habremos de ceder un pequeño espacio en este bloque temático a la obra Una reflexión sobre la adolescencia en la sociedad actual (1993b), una interesante contribución del profesor Freijo a los cursos de extensión universitaria que, sobre el desarrollo psicológico del niño, organizó y publicó la Universidad del País Vasco en el otoño de 1993. Se trata de una reflexión crítica sobre las relaciones entre la adolescencia y la sociedad actual, una reflexión en la que el autor, tomando como referencia los escritos de E. Fromm, A. Adler y S. Freud sobre el proceso de invididuación, personalización y/o socialización –según el caso–, analiza el fenómeno de la adolescencia, tanto como proceso interno de maduración como factor dinámico de transformación y evolución social. Trabajos sobre aspectos psico-sociológicos En este segundo bloque temático incluimos una selección de artículos del profesor Freijo que centran su interés en el análisis del conflicto psico-sociológico que tiene lugar entre el individuo, considerado como persona dotada de autonomía y de libertad, con un sistema de valores y una serie de derechos que hacen de él un ser singular, y las instituciones de la sociedad tecnológica actual que, en su opinión, enajenan el trabajo, manipulan el pensamiento y adulteran las relaciones sociales entre sus miembros. La primera obra a destacar en este bloque psico-sociológico es Fenomenología de la edad evolutiva: adolescencia e integración personal, un artículo de 1964, publicado en la revista Lumen, en el que el profesor Freijo analiza el fenómeno de la adolescencia desde una perspectiva marcadamente psicológica. Comienza el texto cuestionando la supuesta suficiencia de una aproximación biológica y fisiológica al tema de la adolescencia, ya que, en su opinión, «se limita al crecimiento orgánico y a la madurez sexual» (Freijo, 1976, p. 410), continúa con una explícita critica a Freud por haber caído en esa miopía y finaliza trayendo a colación la formación de ideales, la identidad sexual, las relaciones interpersonales y la interiorización de valores, aspectos que, junto con la fe religiosa, son para él la esencia de la adolescencia. En 1965, publicado por la revista Seminarios, aparece Personalidad y libertad: el hombre libre (1965), un breve texto en el que el profesor Freijo plantea y ejemplifica, desde unas coordenadas psicológicas muy junguianas, qué es la personalidad y la libertad. El contexto de este trabajo es formativo-sacerdotal, y en su desarrollo encadena una serie de temas relacionados con la estructura y dinamismo de la personalidad (personalidad y masa, personalidad e individuo, personalidad y máscara) específicamente orientados a despertar «el impulso humano de una ética y una mística hacia la perfección sacerdotal y hacia una superación humana constante» (Freijo, 1976, p. 316). Apenas dos años más tarde, la revista Iglesia Viva recoge en sus páginas el trabajo titulado El humanismo en la Populorum Progressio (1967a), un amplio y concienzudo análisis de la encíclica de Pablo VI en el que, desde una perspectiva teológica, Freijo Revista de Historia de la Psicología, 2014, vol. 35, núm. 3 (septiembre) 54 Luis Mª Iturbide, Angel González, Fernando Olabarrieta y Enrique Arranz trata de diferenciar el humanismo en el que se mueve la propuesta apostólica actual de otras propuestas más existencialistas, marxistas o personalistas. Partiendo de que existe una articulación conceptual entre los constructos humanismo, cosmovisión y antropología filosófica, analiza las relaciones entre la Iglesia y el mundo actual, concluyendo que los teólogos católicos deben realizar un ejercicio de profunda reflexión para entender cuál ha de ser la respuesta de la Iglesia ante los problemas profanos del mundo en el que se encuentra enraizada. Retomando el estudio de la problemática entre el hombre y la sociedad, aunque ahora desde una perspectiva más antropológica, Freijo publica El hombre de la civilización técnica (1970b). Se trata, en este caso, de una conferencia-coloquio, publicada por la revista de Estudios Trinitarios, en la que el autor analiza las nuevas condiciones teológicas, sociológicas, políticas e ideológicas a las que ha de enfrentarse «el hombre de la civilización técnica» para dar respuesta a los requerimientos de un sistema que enajena la productividad, el trabajo y las relaciones sociales de sus integrantes. Igualmente, la problemática específica de la etapa de la juventud es abordada por el profesor Freijo en dos obras que, por su carácter testimonial y sus implicaciones personales y sociales, deben ocupar un lugar relevante en este bloque psico-sociológico. La primera de ellas es la titulada Aspectos psico-sociológicos de la juventud de hoy (1970c), publicada por la revista Pastoral Misionera, la segunda, publicada por la revista Iglesia Viva, es la denominada La contestación juvenil (1970d), dos obras interconectadas en las que, después de dar cuenta de la procedencia del material de trabajo (las jornadas de pastoral misionera), el autor analiza la competitividad agresiva, la enajenación del trabajo, la concentración progresiva del poder económico y la manipulación del pensamiento y de la cultura para, finalmente, reflexionar sobre las actitudes de «contestación juvenil» de quienes luchan por una sociedad más humanista y liberadora. En octubre de 1969, y en el contexto de la IV Semana de Estudios Trinitarios celebrada en Salamanca sobre el tema «El hombre al encuentro de Dios», Freijo impartió una conferencia titulada Radiografía de la sociedad de consumo dirigido (1970e). En esta conferencia, publicada íntegramente un año después por la revista Iglesia Viva, el ponente trata de evidenciar las contradicciones que se están dando en el mundo actual entre el desarrollo tecnológico, que bien encauzado puede favorecer la liberación y realización del ser humano, y las condiciones sociales y políticas por las que parece caminar nuestra civilización, una civilización que no duda en manipular e instrumentalizar instintos tan profundamente humanos como la agresividad y la sexualidad. Creo que estos hechos, concluye Freijo, «son muy graves e implican un ineludible reto a la consciencia cristiana y a la Iglesia total que tantas veces ha afirmado ser ‘experta en humanismo’» (Freijo, 1970e, p. 138). Cinco años después, la revista Iglesia Viva publica nuevamente un artículo del profesor Freijo, esta vez Sobre la manipulación (1975). Se trata de un breve texto sobre Revista de Historia de la Psicología, 2014, vol. 35, núm. 3 (septiembre) La Psicología es posible 55 un tema poco tocado hasta entonces por Freijo, la relación del lenguaje con el problema social de la manipulación del sujeto, de la verdad y de los valores. Tras sacar a la luz el principal presupuesto teórico que subyace al tema, la distinción radical entre sujeto/ objeto (persona/cosa), el autor pasa a definir qué es la manipulación y cómo el hombre mismo ha pasado de ser sujeto manipulador a objeto manipulado, advirtiendo de que sólo el hombre y los pueblos, con su capacidad para crear solidaridad, amor y fraternidad, podrán conseguir «un mundo totalmente nuevo, una comunidad de personas y pueblos humanos liberados y, en consecuencia, libres y creadores» (Freijo, 1975, p. 255). Siguiendo con su análisis psico-antropológico de la sociedad actual, y abordando en este caso el tema del matrimonio, Freijo publica Antropología del matrimonio (1977), una conferencia impartida en el marco de la X Semana de Teología organizada por la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe en la Real Colegiata de San Isidoro de León. En esta obra, editada en un libro compilatorio por la propia Comisión Episcopal, el profesor Freijo analiza la estructura y la evolución del matrimonio en los diferentes pueblos para someter a juicio su ubicación y su función en el proceso de hominización, advirtiendo del peligro que entraña para la familia humana una civilización tecnológica que, como la nuestra, basa sus fundamentos en la coerción, la manipulación y la alienación de las relaciones humanas, conyugales y familiares. Trabajos en torno a la temática de la fe cristiana Aunque la dimensión religiosa siempre ha estado presente en los escritos de Enrique Freijo, hemos creído oportuno incluir en este trabajo un bloque temático dedicado a las obras que tratan directa y abiertamente el problema de la fe, un tema que al profesor Freijo, por su condición de presbítero y consiliario diocesano, siempre le interesó y preocupó. Comenzaremos la revisión de estos trabajos en torno a la fe cristiana analizando el contenido del texto que Freijo, como representante de la Cátedra Pablo VI, expuso en marzo de 1965 en la presentación del curso «Marxismo y hombre cristiano». Publicado por Ediciones Cristiandad –con censura eclesiástica, por supuesto–, el artículo Ambientación y motivación del curso «Marxismo y hombre cristiano» (Freijo, 1966c) nos habla de la necesidad social e intelectual de analizar los principios teóricos y prácticos del marxismo a la luz del Evangelio, ya que, aunque «no se puede ignorar que la ideología y las realizaciones marxistas impiden el pleno desarrollo de la persona humana», también es cierto que su insistencia en la liberación del hombre de sus alienaciones verdaderas y su lucha por la realización de la justicia social son valores intensamente humanos, «a los que ha de abrirse la conciencia del universitario comprometido» (Ibíd., p. 27). Siguiendo con su propuesta de acercamiento a los valores del Evangelio y analizando críticamente cuál ha de ser la aportación de la Iglesia a la tarea de edificar y Revista de Historia de la Psicología, 2014, vol. 35, núm. 3 (septiembre) 56 Luis Mª Iturbide, Angel González, Fernando Olabarrieta y Enrique Arranz perfeccionar el mundo y la sociedad, el profesor Freijo escribe en la revista Iglesia Viva dos artículos complementarios sobre Teoría y Praxis en la temporalidad de la Acción Católica I y II (1966d y 1966e), dos artículos en los que el autor, haciéndose eco de las reformas estructurales y doctrinales iniciadas por el Concilio Vaticano II, trata de perfilar la estructura y la dinámica de un instrumento fundamental en la política de evangelización de la Iglesia: la Acción Católica. Sus propuestas de reforma son de amplio calado, abarcan desde la temporalidad del ejercicio del ministerio laical hasta la vinculación con la jerarquía eclesiástica, pasando, como es preceptivo, por las formas de apostolado, la postura de los militantes y la dialéctica de la evangelización. Vinculada, igualmente, a los cursos y conferencias promovidas por la Cátedra Pablo VI, Freijo redactó la introducción de la obra El problema del ateísmo (1967b), un texto compilatorio publicado por la editorial Sígueme que recoge la transcripción de las conferencias y coloquios que, sobre las causas del ateísmo, se desarrollaron durante el II Curso que la Cátedra organizó en Salamanca. En este texto, y a partir de un sondeo realizado a los asistentes al curso, Freijo analiza los distintos rasgos, formas y raíces del ateísmo para someter a crisis y a revisión tanto la educación religiosa de la Iglesia –a la que considera pueril, pusilánime y mítica–, como la actividad social de la misma –a su juicio desencarnada y evasiva–, concluyendo con una propuesta innovadora: hay que purificar la fe de todo residuo mítico, desmitificar la religión, porque la humanidad está concluyendo su adolescencia en favor de una madurez religiosa capaz de impulsar el avance de la historia y la transformación del mundo. Con este mismo espíritu crítico, aunque centrándose ahora en las tendencias más representativas del cristianismo de la época, Freijo publicó cuatro años más tarde el trabajo titulado El pluralismo imposible (1971), un artículo en el que examina, a partir de las respuestas a un cuestionario elaborado por la revista Iglesia Viva, las contribuciones de los autores que han colaborado en la elaboración de un dossier sobre las tendencias del Catolicismo editado por dicha revista. Partiendo de la definición de los términos tendencia e ideología, el autor presenta y da encuadre a la panorámica del catolicismo español tal y como se vivía hace cuarenta años, concluyendo que existe en la Iglesia actual un cierto pluralismo teológico, y que ese pluralismo, «resultado de la indigencia de la fe», debe de ser juzgado «por esa –y desde esa– misma fe indigente» (Freijo, 1976, p. 560). Apurando estas ideas, y profundamente convencido de que la fe no puede ser «el cajón de sastre de todas las ideologías mediatizantes» (Freijo, 1976, p. 486), el profesor Freijo escribe en Iglesia Viva un breve trabajo sobre la proyección de la imago de Cristo en la sociedad actual. En este trabajo, titulado Los fantasmas de Cristo y la alienación de la fe (1973b), el autor toma como base de su análisis el concepto psicoanalítico de fantasma y argumenta que la identificación con Cristo que pretenden los creyentes es ilusoria, ya que, a nivel de un verdadero encuentro en la fe, tendemos a identificarnos Revista de Historia de la Psicología, 2014, vol. 35, núm. 3 (septiembre) La Psicología es posible 57 más con los fantasmas imaginarios de Cristo (rey, redentor, humano, obrero, etc.) que con su persona. Por esta razón, en los dos capítulos que restan, Freijo trata de explicar al lector cómo puede el creyente ir «desalienándose» de los fantasmas que desfiguran al Cristo de la fe, hasta poder llegar a identificarse con las actitudes del Cristo que aparece representado en la revelación evangélica. Finalmente, en este bloque dedicado a la temática de la fe cristiana habremos de referirnos a Los límites del verdadero pluralismo cristiano (2001), un recordatorio publicado por Iglesia Viva en el que el consejo editorial entresaca algunos de los párrafos más significativos de la reflexión crítica que Freijo (1971) había realizado, treinta años antes y en esa misma revista, sobre el tema de las nuevas tendencias del catolicismo español. De entre esos párrafos, y a modo de conclusión, merece la pena rescatar dos ideas que, sin duda, reflejan el pensar y el sentir del autor sobre el tema de la fe cristiana: la primera, que «es una opción que debe ser plenamente libre para ser humana… se cree o no se cree en Cristo y en su mensaje «; y la segunda, que «la comunidad creyente tiene que esforzarse por reducir su pluralismo –teológico– y acercarse, como es natural, al reino terreno de justicia, de paz y de amor» (Freijo, 2001, pp. 151 y 153). Al término ya de este exhaustivo recorrido por la obra escrita del profesor Enrique Freijo, no podemos dejar de mencionar aquí las recensiones publicadas en 1961 por Salmanticensis sobre las obras Psicología Aplicada, de E. Cerdá (1960), y El átomo y el alma (1959), de K. Sausgruber. Tampoco debemos olvidar las tesis doctorales y las memorias de licenciatura dirigidas durante su magisterio en la Universidad Pontificia de Salamanca y en la Universidad del País Vasco; los ciclos de conferencias organizados en el Instituto de Teología y Pastoral de la diócesis de San Sebastián; los cursos monográficos de doctorado impartidos sobre Psicoanálisis, Antropología, Etno-Psicología Dinámica y Psicodinamia de la Hominización; la organización de las Semanas de Psicología de la Facultad de Filosofía y Ciencias de Donostia; la participación en los Cursos de Verano de la UPV/EHU; las contribuciones realizadas al Psikologia Hiztegia / Diccionario de Psicología; así como sus aportaciones y colaboración en congresos, jornadas, seminarios, conferencias, debates, mesas redondas, cursos de formación, trabajos de investigación, etc., pero aquí tuvimos que limitarnos a analizar exclusivamente su obra escrita. REFERENCIAS Arranz, E. (1989). Psicología de las relaciones fraternas. 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