La Esfera Pública Peruana Y Las Esterilizaciones

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La esfera pública peruana y las esterilizaciones masivas del Estado (1994-1998) Adrián Lerner Patrón Instituto de Estudios Peruanos / Pontificia Universidad Católica del Perú Lola Pardo Vargas 115, Miraflores, Lima, Perú. Teléfonos 990038475 / 2412389 [email protected] Área temática de investigación: Historia Temática de referencia: 1. Desafíos e historia de las políticas de ciencia y tecnología en los países de Iberoamérica. 5. Participación de los públicos, comunicación y democratización. 6. Los riesgos de la ciencia y la tecnología. Palabras Clave: Esterilizaciones masivas, medios de comunicación, Iglesia, pánico moral, escándalo político -------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- Entre 1996 y 1998, el Estado peruano, a través del Programa de Salud Reproductiva y Planificación Familiar (1996-2000) del segundo gobierno de Alberto Fujimori, de acuerdo con cifras oficiales del Ministerio de Salud del Perú, esterilizó alrededor de 200 000 mujeres, la gran mayoría de ellas pobres, a través de la ligadura de las trompas de Falopio. Aunque hacen falta aún investigaciones que cuantifiquen la cantidad de esterilizaciones que fueron ilegales, ya es posible hacer ciertas afirmaciones acerca de ellas, sobre la base de trabajos previos y de los resultados de la investigación de la que esta presentación es fruto. 1 En primer lugar, es prudente señalar que al menos miles de estas esterilizaciones implicaron violaciones de los derechos humanos de las supuestas beneficiarias del Programa estatal, como lo han apuntado los pocos esfuerzos cuantitativos y las investigaciones en el campo realizados hasta ahora. En ciertos                                                              1  Defensoría del Pueblo, 2002, p. 145 (Cuadro no. 1). El Ministerio de Salud aparece como la fuente de las cifras. Esta ponencia está basada en mi tesis de Licenciatura en Historia por la Pontificia Universidad Católica del Perú: Lerner, 2010. departamentos, porcentajes extremadamente altos de esterilizaciones no fueron realizadas en las condiciones médicas que la ley estipulaba; presentaron problemas graves en relación con el indispensable (según la ley) “Consentimiento Escrito Informado”; fueron logradas mediante presiones, chantajes u ofrecimientos de beneficios a las pacientes y a los operadores de salud; se enmarcaron en el contexto de campañas de promoción engañosas; privilegiaron un solo método contraceptivo (el único de consecuencias permanentes) y/o se hicieron aprovechando las grandes brechas culturales y de acceso a la ciudadanía que fracturan al Perú. 2 El objetivo de esta presentación es demostrar que el modo en que el fenómeno fue tratado en la esfera pública fue determinante para la forma en que se desarrolló el Programa de Salud Reproductiva y Planificación Familiar (1996-2000). En particular, prestaré atención a un componente central de la esfera pública: los medios de comunicación masiva. Las violaciones de los derechos humanos de las mujeres por parte del Estado no se hubieran podido producir en la escala en que lo hicieron si hubieran sido denunciadas de modo efectivo y profesional a través de los medios masivos apenas se iniciaron, en 1996. Tampoco hubieran descendido en intensidad, tal como lo hicieron, si este tipo de denuncias no hubieran aparecido, aunque demasiado tarde, a fines de 1997. Para lograr este objetivo, he dividido la presentación en cuatro partes. En la primera, describo los rasgos centrales de la relación entre creación de la campaña de salud realizada por el Estado peruano y la esfera pública. En seguida, desplazo el análisis hacia los medios y las posturas expresadas en ellos, para intentar entender cómo fue tratado el espinoso asunto de la planificación familiar en los medios peruanos entre 1994 y los inicios de 1998 y, sobre todo, de qué modos ello influenció el desarrollo del Programa de Planificación Familiar. La exposición de este análisis se centra en tres períodos particularmente importantes: en primer lugar, las polémicas generadas en los medios peruanos alrededor de la Conferencia Mundial de la Organizaciones de las Naciones Unidas (ONU) acerca de Población y Desarrollo, que se llevó a cabo en El Cairo en 1994; en seguida, las que suscitó un llamativo anuncio del Presidente Fujimori acerca de la planificación familiar en julio de 1995; por último,                                                              2  La bibliografía acerca de los abusos del Programa es amplia. Algunas de las obras más importante al respecto son Mantilla, 2001; Cladem, 2000; Zauzich, 2000; Congreso de la República del Perú, 2002; Ministerio de Salud del Perú, 2002 y Defensoría del Pueblo, 1998, 1999 y 2002. las que se produjeron desde entonces hasta inicios de 1998, período durante el cual cuando se llevó a cabo la campaña estatal de salud reproductiva. 1.- El Programa de Salud Reproductiva y Planificación Familiar (19962000) Además de las características señaladas hace unos instantes, que hicieron que, en la práctica, muchas mujeres fueran esterilizadas sin haber tomado una decisión meditada al respecto, sin tener claras las consecuencias de lo que hacían, en condiciones muy precarias e, incluso, en ciertos casos, contra su voluntad expresa, la propia gestación del Programa de Salud Reproductiva tuvo características que resultan ilustrativas del modo en que la creación de una política pública se relacionó con la esfera pública. Desde esta perspectiva, un análisis del modo en que el Programa apareció en la estructura administrativa del Estado peruano muestra que los encargados de crear legalmente y poner en práctica el Programa estatal (incluyo aquí al poder ejecutivo y al oficialismo en el legislativo y a personal médico y administrativo del Ministerio de Salud, del Instituto Peruano de Seguridad Social y de las Fuerzas Armadas) buscaron en todo momento alejarlo de cualquier clase de fiscalización, diluyeron en gran medida la posibilidad de atribuir responsabilidades específicas y se saltaron más de una vez los procedimientos legales regulares. El parlamento peruano, entonces completamente controlado por la mayoría oficialista, en coordinación con el poder ejecutivo, dio facilidades para que ello fuera posible. 3 Pese a estos intentos, algunas declaraciones del ex presidente Fujimori y de otros funcionarios, así como el testimonio brindado en una entrevista con este investigador por el Ministro de Salud, Eduardo Yong Motta, bajo cuyo mandato se inició el Programa, dejaron claros algunos aspectos del modo en que la campaña de salud reproductiva fue conceptualizada. Se trataba de un programa de desarrollo, parte de la supuestamente exitosa “lucha contra la pobreza” del régimen, que pretendía ampliar el acceso a una variedad de medios contraceptivos para los                                                              3  Zauzich, 2000, pp. 64-65; Ewig, 2000, pp. 3, 12-13, 17-23; Ewig, 2001, pp. 88-89, 98-99, 120122. Acerca del Poder Ejecutivo, véase la Resolución Ministerial no. 572-95-SA/DM de 17 de agosto de 1995, firmada por el Ministro de Salud Eduardo Yong Motta, publicada en Defensoría del Pueblo, 1998, p. 157; acerca del Congreso, Degregori y Meléndez, 2007, pp. 65-66.   sectores menos favorecidos, en medio de una retórica que acentuaba el papel de las mujeres en tanto agentes de desarrollo. No obstante, Fujimori dejó clara desde un inicio la otra cara de la perspectiva que guiaba el proceso: en alguna de sus declaraciones afirmó, parafraseando, acaso sin querer, al reverendo Thomas Malthus, que el bienestar era imposible si la población crecía más rápido que la generación de recursos. 4 El Programa, además, se realizó en el marco de una reforma sectorial que buscó adecuar el sistema de salud pública al recientemente adoptado paradigma neoliberal, el cual, lamentablemente, en este caso mostró su faceta más oscura: además de la falta de transparencia que caracterizó en conjunto a buena parte del paquete de reformas “tecnocráticas”, se ha demostrado con pruebas irrefutables que la “eficiencia” que se buscaba promover se convirtió en bonos por cuotas y metas numéricas de esterilizaciones que se debían realizar en cada hospital y centro de salud, y que la falta de estabilidad laboral propia de las reformas se tradujo en amenazas de despido a los operadores de salud que no cumplieran dichos objetivos. 5 La falta de fiscalización, asimismo, fue importante por otras razones. Primero, porque una serie de testimonios, incluyendo el del ex ministro Yong Motta, aseguran que fue posible en gran medida debido a la participación directa del presidente Fujimori, para entonces en el apogeo de su poder. Segundo, porque permite poner en duda o, al menos, relativizar las afirmaciones (usualmente carentes de sustento documental) de una serie de investigadores, activistas y periodistas que han visto en la campaña estatal la mano del “imperialismo demográfico”, de la Organización de las Naciones Unidas, de la Agencia para el Desarrollo de los Estados Unidos y de un conjunto de Organizaciones No Gubernamentales peruanas e internacionales. Aunque la participación de estas y otras instituciones no puede ser descartada, de momento                                                              4  Entrevista del autor con el ex ministro de saludo, Eduardo Yong Motta (21/10/09) y entrevista del autor con la ex defensora adjunta de los derechos de la mujer en la Defensoría del Pueblo del Perú, Rocío Villanueva (20/10/09). 5 Acerca de la reforma sectorial, véase la obra ya citada de Ewig, 2001. Aunque diversas obras presentan evidencias, las más contundentes son los documentos del Ministerio de Salud reproducidos en Cladem, 1999, pp. 50-51, 53,57, 60-61, 65-66, 76-79. tampoco ha sido demostrada y, en todo caso, está claro que el gobierno intentó alejar casi toda participación externa. 6 Tercero, porque permite entender el Programa y sus problemas en el contexto mayor de la historia de la puesta en marcha de políticas públicas en el Perú del siglo XX. Esta tradición vertical y autoritaria, que ha sido estudiada desde diversas perspectivas (desde Cynthia McClintock hasta Hernando de Soto), consistía en evitar la oposición a las medidas y los debates en torno a ellas que podían surgir si se seguían los mecanismos que la normatividad democrática imponía. En particular, el sistema de salud para personas pobres en el Perú, tal como lo ha demostrado para más de un caso Marcos Cueto, ha tendido históricamente a ser compulsivo. Asumir para el caso aquí estudiado esta perspectiva no implica afirmar que el gobierno planteó deliberadamente una campaña de esterilizaciones masivas e inducidas, ni tampoco que no lo hizo (es imposible de momento determinarlo), pero sí permite aseverar que el gobierno buscaba deliberadamente ocultar el modo en que su política de salud reproductiva funcionaba en la práctica y hace posible afirmar que la combinación de todos estos factores era, más que riesgosa, previsiblemente explosiva. 7 En lo que sigue, pretendo exponer la forma en la que el Programa y, de modo más general, la temática de la planificación familiar, fueron tratados en los medios, para demostrar que esta llegó a tener una influencia decisiva sobre el modo en que se desarrolló en la práctica la campaña estatal de planificación familiar. En este punto, es indispensable una aclaración metodológica: el principal objeto de análisis lo ha constituido la prensa publicada en la ciudad de Lima entre 1994 y 1998. Esta elección requiere justificación por dos motivos. El primero tiene que ver con la exclusión de los medios audiovisuales. Debido a la falta de archivos organizados para los medios audiovisuales en el Perú, y pese a su importancia durante el período estudiado, los contenidos televisivos y radiales han sido estudiados básicamente a través de sus “rebotes” en la prensa escrita. La segunda razón que obliga a justificar esta limitación tiene que ver con el centralismo. La elección de medios limeños no es consecuencia de una falta de conciencia acerca de los sesgos sociales y geográficos de los medios                                                              6 Los testimonios acerca de la participación de Fujimori están en Congreso de la República, 2002, pp. 63-66. Un ejemplo influyente de las acusaciones acerca del “imperialismo demográfico” es el artículo de Liagin, s/f. 7  McClintock, 1985; De Soto, en colaboración con Ghersi y Ghibellini, 1989; Cueto, 1997.  de comunicación. Por el contrario, esta presentación pretende mostrar algunas consecuencias prácticas de la desigualdad en la esfera pública y, para ello, se centra en los sectores privilegiados. En tal sentido, resulta innegable la influencia del trabajo realizado por la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) del Perú, que, en su intento por explicar el impacto diferenciado de la violencia del reciente Conflicto Armado Interno de acuerdo con criterios sociales, étnicos, culturales y regionales, llamó la atención acerca del papel de la esfera pública en los sectores privilegiados. Los resultados fueron dramáticos, pues la Comisión descubrió el número de víctimas fatales había sido de 69 000 y no de 25 000, tal como se creía. El abismo existente entre los peruanos pobres y quienes tenían poder para hacer algo por ellos fue un factor que hizo posible la magnitud de la violencia. En particular, los medios de comunicación, pese a una serie de esfuerzos notables, respondieron a un patrón tradicional que perdura hasta hoy: los medios más importantes están concentrados en la capital, con la vista centrada en ella y en las ciudades más importantes. Cuando las noticias se centran en las personas ubicadas en los niveles más bajos de la pirámide socio-económica, suelen hacerlo desde un punto de vista efectista y sensacionalista; en general, en las secciones policiales. Los desbalances de género no hacen sino agravar el problema. Las páginas que siguen pretenden ilustrar con detalle un proceso similar. Aunque esta vez se trata de un caso vinculado a una política pública de salud y no a una guerra civil, algunos patrones mediáticos y, peor aún, sus resultados, en cierta medida fueron similares. 8 2.- El Cairo en el Perú y el Perú en el Cairo Por lo menos hasta el estallido de la guerra del Cénepa a fines de 1994, dicho estuvo marcado por la coyuntura pre-electoral, puesto que en 1995 se realizarían elecciones generales. En la carrera por la presidencia, Alberto Fujimori aparecía como el candidato a la reelección y su rival más importante era el prestigioso diplomático Javier Pérez de Cuéllar. En ese contexto, gran parte de los debates políticos producidos en los medios limeños de entonces remitieron a visiones divergentes acerca de la pobreza y el desarrollo. Los debates aparecidos en los medios acerca de                                                              8  CVR, 2003, Tomo III, pp. 499‐500; Conaghan, 1996, pp. 318‐319 y Alfaro y Pinilla, 1997, pp. 15‐17, 26,  39‐43.  estos temas son importantes porque mostraron tendencias que luego se hicieron visibles tanto en el desarrollo de la campaña estatal de salud como en el modo en que fue discutida más adelante. Desde la perspectiva del gobierno, la reforma neoliberal y el ajuste estructural eran éxitos rotundos y de sus durísimos efectos sobre la población pobre del país no cabía sino culpar a los gobiernos anteriores y a sus políticas heterodoxas. Las medidas del presente eran, entonces, lo “moderno”, y las del pasado, al igual que las críticas recibidas, eran lo “obsoleto”. Como se verá, este tipo de argumentación fue común en los debates ulteriores acerca de la planificación familiar. El gobierno mostraba también al público la faceta técnica de su posición, a través de la presencia mediática de las cifras acerca de la pobreza elaboradas por el Instituto Nacional de Estadística e Informática y por el Fondo Nacional de Compensación y Desarrollo Social. Se analizaba la distribución geográfica del fenómeno en los llamados “mapas de pobreza” y su incidencia por edades y género, entre otros criterios estadísticos importantes. A partir de dicha información, el gobierno realizaba la inversión en políticas públicas. Probablemente, también en las de salud. 9 Las críticas y opiniones disidentes fueron igualmente relevantes, ya que los opositores al régimen, desde julio unidos alrededor de la candidatura de Pérez de Cuéllar, insistieron en la falta de capacidad del gobierno para solucionar los crónicos problemas de la pobreza y el desempleo, y criticaron su complacencia frente a los organismos financieros y el capital internacional. Meses más tarde, cuando comenzaron las acusaciones acerca de los abusos y la política masiva de esterilizaciones, algunos analistas utilizaron estos mismos argumentos para explicar las supuestas motivaciones gubernamentales. 10 Fue en este contexto político que comenzaron los debates acerca de la planificación familiar en el Perú, en vísperas de la Conferencia de El Cairo. Al menos hasta hace muy poco, la planificación familiar no ha sido un tema recurrente en la prensa latinoamericana, pero cuando ha aparecido, usualmente la Iglesia católica ha                                                              9  Véanse, entre numerosos ejemplos, el Discurso a la Nación de Alberto Fujimori en http://www.congreso.gob.pe/museo/mensajes/Mensaje-1994.pdf (consultada el 3/12/08) y el artículo del ex ministro de Economía, Carlos Boloña: “Alan García: desastre económico y fracaso político” en La República del 11 de julio de 1994, p. 6.  10  Por ejemplo, entre muchísimos otros, Mirko Lauer, “Luz sobre la pobreza” en La República del 12 de agosto de 1994; Manuel Lajo, “El verdadero milagro peruano” en La República del 8 de diciembre de 1994, p. 23  asumido una presencia dominante en la esfera pública. Este caso no fue la excepción. A mediados de 1994, los obispos peruanos hicieron eco de una campaña de opinión pública, orquestada desde el Vaticano, que buscó imponer la idea de que en las reuniones de preparación de la Conferencia de la ONU acerca de Población y Desarrollo se estaba gestando un “gigantesco genocidio” y una campaña mundial de esterilizaciones forzadas. Los prelados peruanos, en particular, aparecieron numerosas veces en los medios criticando a la delegación oficial peruana que había participado en las reuniones preparatorias. 11 Para ello, no dudaron en recurrir a argumentos confesionales, como el de la autoridad del Papa en la materia, y afirmaron que la delegación nacional (cuya legitimidad ponían en duda) había firmado un documento que pretendía, inconstitucionalmente, legalizar el aborto. La información disponible acerca de la Conferencia de El Cairo y de sus reuniones preparatorias muestra que nada de esto era cierto. La declaración resultante de la última reunión preparatoria, realizada en Nueva York en abril de 1994, no pretendía legalizar el aborto. Era el documento inicial para “una negociación multilateral acerca de la propuesta de que el aborto en condiciones de riesgo fuera considerado un importante problema de salud publica”. La Conferencia es, hasta hoy, generalmente considerada como un hito en cuanto a las relaciones entre derechos reproductivos y derechos humanos. 12 Es importante recordar, además, que, pese a que la Iglesia presentó su postura a este respecto como sagrada e indiscutible, y pese a que, en 1988, el Papa Juan Pablo II había declarado que quienes cuestionaran la doctrina católica acerca de la planificación familiar estarían cuestionando “la propia idea de la santidad de Dios”, en realidad esta doctrina fue originada en un proceso factible de ser historizado. Su origen más inmediato se encuentra en la encíclica Humana Vitae, publicada por el Para Paulo VI en 1968, y ha sido desafiada decenas de veces inclusive desde el                                                              11  Acerca de la Iglesia y la planificación familiar en la esfera pública en América Latina, véase Stycos, 1971 pp. 27-31, 76-77, 374-377 y Varillas y Mostajo, 1990, pp. 344-352 ; acerca del “gigantesco genocidio”, El Comercio del 21 de junio de 1994. A8. “Los obispos latinoamericanos protestan por la posible legalización del aborto” 12 Pueden verse algunas de las objeciones de la Iglesia en “Obispos peruanos resaltan lucha que libra el Papa” en La República del 29 de junio de 1994, p. 7 y La República del 24 de junio de 1994, p.7; los acuerdos de El Cairo y la cita acerca del aborto se encuentran en http://www.un.org/spanish/conferences/accion2.htm (consultada el 22/11/08) interior de la propia Iglesia. La manera en que este tema fue tratado, sin espacio para la discrepancia interna ni externa, tuvo consecuencias especialmente importantes en el Perú, un país con un Estado cuya laicidad aún no estaba del todo establecida y en el que la Iglesia seguía siendo considerada, en la década de 1990, como la institución más confiable. 13 Conforme se aproximaba el evento en Egipto, la postura de la Iglesia y de los sectores laicos conservadores que la apoyaban se radicalizó y, a la vez, comenzó a recibir mayor atención en los medios. Por cada opinión que presentaba una visión distinta a la de los sectores católicos publicada en un diario limeño, se publicaban por lo menos cuatro en contra. Dos elementos de este proceso merecen especial atención. En primer lugar, la parcialización de los medios fue notable. El Diario El Comercio, considerado el diario “de referencia” en el Perú y a la sazón el más vendido, se convirtió en una suerte de vocero extraoficial de la Iglesia católica. Cuando, pocos meses antes de la Conferencia de la ONU, la Iglesia católica organizó en Lima un Foro Internacional acerca Familia, que evidentemente pretendía adquirir legitimidad a costa del evento de la ONU, El Comercio le dio más cobertura a este evento que la que le daría más tarde al de Egipto. Llegó a publicar titulares como “Cruzada contra el aborto” o “Hay que defender la vida”. 14 En segundo lugar, igualmente notable fue la actuación de la clase política peruana. Sin duda por tratarse de un año pre-electoral y por la dificultad que les podía generar entrar en polémica con la Iglesia en tal contexto, las dos principales figuras políticas y candidatos a la presidencia, Javier Pérez de Cuéllar y Alberto Fujimori, evitaron pronunciarse acerca del tema. Fujimori no defendió a la delegación que él mismo había autorizado. Cuando el poder político entró a la polémica, a través de la Presidencia del Consejo de Ministros o de la bancada oficialista en el Congreso Constituyente, lo hizo para respaldar la postura de la Iglesia y condicionar la participación peruana en El Cairo. Para cuando se produjo la Conferencia, en setiembre, la delegación peruana estaba claramente alineada con el bando que seguía las indicaciones del Vaticano y que, en medio de un ambiente enrarecido, entrampó en                                                              13 La cita de Juan Pablo XX es de Hume, 1993, p. 5; acerca de disidencia en la Iglesia, véase Haering, 1970; para un caso concreto en el Perú del siglo XX, Necochea, 2008, pp. 34-56; sobre Iglesia y espacios públicos, Romero, 2008, pp. 17-36 14 Por ejemplo, en El Comercio del 7 de julio de 1994. A2. “Por qué un Congreso Internacional de Familia” y en El Comercio del 6 de julio de 1994. A7. “Proteger la vida en gestación es deber de los padres, dice monseñor Brazzini” gran medida el desarrollo del evento. La presión mediática de los intereses religiosos había calado en ámbitos que superaban largamente los de la fe. 15 3.- La ofensiva presidencial contra la Iglesia y la libertad de las mujeres Pasada la avalancha mediática originada en torno de la Conferencia de El Cairo, con el triunfo aparente de la posición defendida por la Iglesia, la planificación familiar desapareció de las páginas de la prensa peruana, que se concentró en eventos como la Guerra del Cenepa o las elecciones presidenciales de 1995. Sin embargo, Alberto Fujimori, recientemente reelegido presidente por un margen abrumador, la puso de vuelta en la agenda. En su Mensaje a la Nación de asunción de su segundo mandato, el 28 de Julio de 1995 declaró ante todos los medios de comunicación del país: “Lo justo es difundir, he dicho difundir, a fondo, los métodos de planificación familiar. Hemos sido y seremos un Gobierno pragmático, sin tabúes ni “vacas sagradas”. ¡Las mujeres peruanas deben ser dueñas de su destino!”. La referencia a la jerarquía católica era evidente y anunciaba un enfrentamiento directo con ella, que había sido evitado en 1994 pero que era más manejable ya pasadas las elecciones y en el apogeo de su popularidad. 16 La reacción de la jerarquía católica no se hizo esperar. A partir del día siguiente, todos los obispos criticaron a Fujimori en los medios, en misas simultáneas y a través de comunicados. Llegaron a anunciar un enfrentamiento inminente entre el presidente y el pueblo católico y, lo que es más importante, denunciaron que la política de planificación familiar del gobierno estaría marcada por el autoritarismo y la coacción. Sin embargo, no había, más allá de la agresividad retórica de Fujimori, ningún indicio de ello. Las respuestas del presidente y de muchos de sus colaboradores fueron aún más provocadoras y atacaron frontalmente a la Iglesia en                                                              15 Acerca de la intervención del poder político, véase El Comercio del 2 de julio de 1994. Portada; sobre la delegación peruana en El Cairo, véanse el excelente testimonio presencial del demógrafo francés René Valette, 1996; la felicitación del nuncio apostólico en El Comercio del 7 de setiembre de 1994. A4. Política. “Nuncio Apostólico destaca posición del Perú en la Conferencia sobre Población” y la declaración hecha en El Cairo por la representante peruana, Miriam Schenone, en United Nations Population Information Network, Statement of Peru, H.E. Mrs. Miriam Schenone (12/09/1994) 16 Fujimori, Alberto. “Mensaje a la Nación” ante el Congreso el 28 de julio de 1995 (inicio de periodo). En http://www.congreso.gob.pe/museo/mensajes/Mensaje-1995-2.pdf, (consultada el 12/8/08). diversos foros. Por ejemplo, el Secretario de Prensa de Palacio de Gobierno, Carlos Orellana, publicó artículos periodísticos, incluido uno en el diario oficial El Peruano, en los que proponía con ironía que se pusiesen “detectores de T de cobre” en las Iglesias peruanas cada domingo, recordaba que los sacerdotes eran ignorantes en materia de sexualidad por decisión propia y se preguntaba cuántos homosexuales había entre los obispos peruanos. Se creó, así, una polarización de la esfera pública, reforzada por una antipatía personal entre el presidente y el Cardenal Vargas Alzamora, que llevó a que diversos sectores, algunos de los cuales eran normalmente opositores del gobierno, lo apoyaran públicamente en este asunto y rechazaran la injerencia religiosa. Fue el caso, por ejemplo, del Colegio Médico del Perú y de las agrupaciones feministas o especializadas en planificación familiar. 17 La polémica y la polarización recrudecieron cuando, a fines de agosto, el Congreso aprobó la legalización de la Anticoncepción Quirúrgica como método de planificación familiar, a la vez que, mediante una resolución, el Ministerio de Salud se comprometía a promover todos los métodos de planificación familiar en sus dependencias. El Cardenal Vargas Alzamora llegó a afirmar que “El Poder de las Tinieblas” había tomado el Congreso, cuyos integrantes habían cometido un pecado grave del que habrían de dar cuentas a Dios, a la vez que atacó al Colegio Médico, y el laico ultra conservador Rafael Rey –curiosamente, hoy simpatizante de la candidatura presidencial de Keiko, la hija de Fujimori- afirmaba que era el propio Fujimori quien debía esterilizarse; mientras tanto, el Presidente de la República llamó a la Iglesia “institución medieval”, recordó al Tribunal de la Inquisición y a los problemas de Copérnico con la jerarquía católica. 18                                                              17 Acerca de las reacciones eclesiásticas, véanse el titular de Portada de La República del 30 de julio de 1995: “Obispos: no al control de la natalidad” y “Obispos dicen que control de natalidad es una receta impuesta por el FMI” en la p. 2 y “Control de natalidad no debe ser asunto político” en Expreso del 31 de julio de 1995, A7. Los dos artículos de Orellana son “¿Qué saben los curas de estas cosas?” en El Peruano del 3 de agosto de 1995, A12 y “Modernidad o sahumerio” en La República del 8 de agosto de 1995. Sobre las reacciones generadas, véase “Organizaciones feministas apoyan política de control natal” en Gestión del 1 de agosto de 1995, p. 2 y “Planificación familiar es un problema de salud, señala el decano del Colegio Médico” en El Comercio del 13 de agosto de 1995, A7 18 Resolución Ministerial no. 572-95-SA/DM de 17 de agosto de 1995, firmada por el Ministro de Salud Eduardo Yong Motta. Publicada en Defensoría del Pueblo, 1998, p. 157. Las declaraciones de Vargas Alzamora están en “Los congresistas son desleales ante Dios” en Expreso del 9 de setiembre de 1995, titular de Portada, A2, A3 y A4; las de Rey, en La República del 11 de setiembre de 1995, titular de Portada y las de Fujimori fueron recogidas por Mirko Lauer en “¿Quo Vadis, Domine?” en La República del 13 de agosto de 1995, p. 6. Como si hubiese hecho falta echar más leña al fuego, en setiembre, Fujimori fue el único presidente varón que asistió a la Conferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing. Desde allí, tras un encendido discurso en el que oponía la libertad de las mujeres a la actitud de la Iglesia, que le valió una ovación de activistas feministas de todas partes del mundo, declaró a The New York Times que iba a proponer la formación de una coalición regional contra el Vaticano. Vargas Alzamora calificó las declaraciones como un “ridículo diplomático”. La Iglesia, ya entonces, denunciaba constantemente y sin pruebas aparentes la existencia de una campaña de esterilizaciones que, hasta entonces, simplemente no existía, y el presidente Fujimori parecía azuzar deliberadamente a los sectores religiosos. 19 El modo en que el gobierno de Fujimori enfrentó a la Iglesia, abiertamente y con virulencia, generó diversos intentos de explicación en su momento, puesto que las acres provocaciones contra esta institución, en un país predominantemente católico, al provenir de un presidente muy pendiente de su popularidad, no podían ser fruto de exabruptos o de antipatías personales. Ciertos observadores contemporáneos se aproximaron a una interpretación que sigue siendo la más convincente y encaja a la perfección con el modo en que el gobierno de Fujimori actuó en la esfera pública a lo largo de su gobierno, cuya praxis política, como es bien sabido debido a una serie de investigaciones, se basó en gran medida en la manipulación mediática. 20 La contraposición entre “modernidad” y “obsolescencia”, como se ha visto en relación al tema de la pobreza y han señalado ya diversos investigadores, era una estrategia típica del gobierno de Fujimori para legitimar en los medios sus acciones, lo mismo que la destrucción retórica de sus opositores. En este caso, el “pánico moral” creado por la Iglesia, entendido (siguiendo a Stanley Cohen) como el proceso mediante el cual “una condición, un episodio, una persona o un grupo de personas se presentan como una amenaza a los valores e intereses sociales”, creó el contexto                                                              19 Veánse “Fujimori desafía al Papa” en el titular de la portada de La República del 14 de setiembre de 1995. Más tarde Fujimori declaró que The New York Times había manipulado sus palabras, pero el propio periodista Patrick E. Tyler, consultado por un diario peruano, afirmó que se trataba de una cita textual. Véanse “Guerra contra la pobreza, no contra el Vaticano” en Expreso del 15 de setiembre de 1995, A2 y “Coalición para romper influencia vaticana” en Expreso del 14 de setiembre de 1995, A2. 20  “Riesgos y aciertos en la balanza” por Manuel D’Ornellas en Expreso del 15 de setiembre de 1995, A2; Tamayo, Giulia. “Planificación familiar, estado y derechos humanos: metas que matan” en Quehacer, No. 111, enero-febrero de 1998, pp. 29-35; Zauzich, 2000, p. 66. Acerca del fujimorismo y la manipulación de los medios existe una nutrida bibliografía. Acaso la obra más importante sea Degregori, 2000. perfecto. El gobierno se apropió de los discursos en boga en el mundo acerca de los derechos reproductivos para mejorar su decaída imagen internacional en materia de derechos humanos, para mejorar su imagen ante las mujeres peruanas tras las denuncias de abuso doméstico que la esposa del presidente había hecho meses antes, y para poner en práctica sus ideas neomalthusianas. 21 Una serie de acciones administrativas y declaraciones públicas, incluida la creación de un Ministerio de la mujer, la apertura de espacios de diálogo y la presencia femenina constante en altos cargos gubernamentales, además de la oposición cerrada de la Iglesia, aseguraron la cercanía del gobierno con parte de las activistas e investigadoras feministas y especialistas en salud reproductiva, la mayoría de las veces pertenecientes a ONG. De tal modo, buena parte de quienes podían haber investigado los abusos que se producirían una vez iniciado el Programa de Salud reproductiva, se mantuvieron al margen para no alinearse con la Iglesia, cuya actitud conservadora se percibía como una amenaza contra los ímpetus y avances, en apariencia progresistas, del gobierno. 22 4.- Medios y esterilizaciones: el apogeo del “Programa de Salud Reproductiva y Planificación Familiar (1996-2000)” y su final En 1996, el Estado peruano esterilizó a 88 000 mujeres, y en 1997, a más de 110 000. En años anteriores y posteriores al programa de Salud Reproductiva, la cifra nunca superó los 25 000. A lo largo de estos dos años, sin embargo, la aparición del tema de la planificación familiar en los medios fue mínima. La agenda pública estaba copada por otros asuntos de la siempre recargada agenda política-mediática del país. Cuando el tema aparecía en los medios, lo hacía usualmente mediante denuncias aisladas, con muy poco impacto, en gran medida porque las personas e instituciones que se dedicaban a investigar estos temas habían decidido apoyar, en buena cuenta a ciegas, el Programa de Planificación Familiar estatal. 23                                                              21 La idea ha sido desarrollada por Ewig, 2006, especialmente en el capítulo “Uncomfortable Allies”, pp. 17-24. Acerca de modernidad, obsolescencia y fujimorismo, véase, entre otros, Burt 2009, pp. 37-46, 309-346; sobre pánico moral, Cohen, 1980, p.9, citado en O’Sullivan, et. al., 1997, p. 255. 22 Acerca de Fujimori y los sectores feministas, véanse Rousseau, 2004, pp. 120, 137, 202 y Barrig, 2002, pp. 578, 584, 586. 23 La cifras provienen de Defensoría del Pueblo, 2002, p. 145, cuadro no. 1. El tema también apareció a través de nuevas denuncias de la Iglesia católica. A partir de mediados de 1996, cuando ya había empezado la campaña de esterilizaciones inducidas, la Iglesia comenzó a presentar denuncias claramente documentadas acerca de cuotas, presiones y abusos. Su campaña de “pánico moral” de los años anteriores, sin embargo, había tenido consecuencias nefastas. Un análisis detenido del modo en que los medios las trataron muestra que eran consideradas y presentadas, incluso con medios que simpatizaban con ellas, como continuadoras del debate acerca de El Cairo: una cruzada moral contra todos los métodos artificiales, y no denuncias gravísimas acerca de violaciones masivas de derechos humanos por parte del Estado peruano. Durante dos años, la campaña de esterilizaciones se realizó de modo masivo y tuvo muy poco eco en la esfera pública peruana. 24 La situación, felizmente, cambió para fines de 1997. A lo largo del año, el gobierno de Fujimori vio su legitimidad seriamente mermada, y esto estuvo vinculado a una variedad de temas relacionados, de diversas formas, con la temática de esta ponencia. Aparecieron denuncias sumamente graves acerca de violaciones de derechos humanos por el Estado contra agentes de los servicios de inteligencia y contra los subversivos del MRTA tras el rescate de la residencia del embajador japonés; la economía –una de las bases de la popularidad presidencial- entró en una severa recesión que, se preveía, iba a empeorar al año siguiente; empezaron a surgir problemas serios con medios de comunicación, que habían antes sido aliados del gobierno, en relación con la libertad de expresión; la llegada del embajador norteamericano Dennis Jett deterioró las relaciones del Perú con los Estados Unidos; se comenzó a investigar en profundidad la relación de Vladimiro Montesinos con el narcotráfico; se iniciaron negociaciones para un acuerdo fronterizo con Ecuador que se iba a hacer público al año siguiente y que podía desatar, de hecho, lo hizo, furiosas críticas nacionalistas; y, por último, la aprobación del presidente comenzó a ser superada por la desaprobación y por la popularidad de dos de sus opositores, Luis Castañeda y Alberto Andrade, que hacían política en gran medida a través de los medios de comunicación. Muchos de estos problemas, además estaba estrechamente unidos entre sí. Las investigaciones acerca de las esterilizaciones, además, llegaron hasta el Parlamento de los Estados Unidos, e incluyeron testimonios de víctimas. Unos pocos                                                              24 Entre muchas otras fuentes, véase especialmente acerca de esto “Hay que investigar denuncias sobre esterilización masiva” (declaraciones de Miguel Irízar) en La República del 16 de julio de 1996, p. 6. investigadores peruanos comenzaron a publicar al respecto y, en particular, la recientemente creada Defensoría del Pueblo dedicó buena parte de sus primeros informes al tema. La Defensoría se caracterizó en aquellos años, dada la hostilidad de los organismos estatales que debían haber colaborado con ella, por un trabajo colaborativo con los medios de comunicación y con diversas instituciones de la sociedad civil. En este sentido, las denuncias de la Iglesia comenzaron –las que sí tenían sustento- comenzaron a ser analizadas con el cuidado que merecían. En los últimos días de 1997 y los primeros de 1998, la poderosa Unidad de Investigación del diario El Comercio se sumó a las denuncias acerca de las esterilizaciones, y el tema pasó a ocupar un lugar preponderante en la agenda mediática. 25 La coyuntura adversa para el gobierno, que se ha descrito líneas arriba, que estuvo sumamente relacionada con la esfera mediática, fue determinante para reducir los alcances y excesos de la campaña de salud reproductiva. Esto fue confirmado por el ex Ministro de Salud y a la sazón asesor de Fujimori Eduardo Yong Motta (con la salvedad de que nunca admitió la existencia de los excesos). De más de 100 000 en 1997, tras el escándalo mediático del verano de 1998, las esterilizaciones bajaron al promedio usual de 25 000 en 1998. Se trataba de un fenómeno que no podía soportar la presión de una fiscalización mediática importante. El gobierno no podía permitirse la apertura de un nuevo frente de problemas en los medios, y, casi de inmediato, cambió el modo en que se desarrollaba su Programa de Salud Reproductiva. Ello es una muestra de la importancia del estudio de las posiciones asumidas por quienes tienen acceso a los medios en las sociedades contemporáneas: dichas posiciones y el modo en que se relacionan entre sí influyen directamente en la realidad que analizan y representan. 26                                                              25 Véanse, entre muchos otros, “Pagaron a viudos para no denunciar muerte de esposas esterilizadas” en El Comercio del 24 de enero de 1998, Portada y A16. En “Obispos anuncian que esterilización ha sido aplicada de manera coercitiva”, A6, se comenta la conferencia de prensa de los obispos la tarde anterior. En ella, se llegó a presentar un video con testimonios de víctimas. En la misma página se cita a los obispos pidiendo la intervención de la Defensoría del Pueblo; también “El hilo de la madeja” por Juan Paredes Castro en El Comercio del 12 de enero de 1998, A4. 26  Entrevista del autor con el ex ministro de saludo, Eduardo Yong Motta (21/10/09)  Conclusión Si entendemos la idea de la esfera pública, siguiendo la interpretación que hace Craig Calhoun de Habermas, no solo como un “campo de conexiones discursivas”, sino también en su dimensión normativa, como un espacio vital dentro de una teoría de la democracia ideal o de una poliarquía, podemos percibir su ambivalencia para el caso estudiado y, en la práctica, para la vida de miles de mujeres pobres del Perú. Y es que, al fin, la esfera pública detuvo buena parte de los abusos del Programa de Salud Reproductiva de Fujimori; sin embargo, lo hizo muy tarde, cuando buena parte del daño estaba hecho. 27 Como una serie de importantes estudios politológicos han mostrado recientemente, la esfera pública y, dentro de ella, los medios de comunicación, desempeñan un papel crucial para lo que ha venido a llamarse la accountability social en las sociedades latinoamericanas contemporáneas. El periodismo de investigación, en particular, es un elemento clave, que puede obligar al poder político a rendir cuentas y a modificar sus políticas públicas. Dentro de este campo, un rol de singular importancia corresponde a lo que el sociólogo británico John Thompson ha llamado “escándalos políticos”, los que, por su impacto mediático, pueden ser una herramienta de notable valor para consolidar la democracia, al forzar a los personajes públicos a torcer sus decisiones para evitar daños en su reputación. Es evidente que ello encaja a la perfección con el caso aquí estudiado. Sin embargo, como el propio Thompson advierte, todo esto tiene sus limitaciones, y el caso de las esterilizaciones es un excelente ejemplo. El escándalo creado en los medios, en buena medida por la Iglesia, acerca de la planificación familiar, que adquirió ribetes de “pánico moral”, terminó por paliar los efectos de una escándalo político mucho más importante (si es que consideramos que los derechos humanos de las personas son más importantes que los dogmas religiosos). Además, como más de un crítico ha señalado, la esfera pública, en el mundo real, a diferencia de la teoría, tiende muchas veces a reproducir las desigualdades de las sociedades en las que está enmarcada. 28                                                              27 28  Cf. Calhoun, 1992, pp. 37-40.    Acerca de accountability social y medios de comunicación, véanse los ensayos en Peruzzotti y Smulovitz (eds.), 2001; sobre el escándalo político, Thompson, 2001; sobre el papel del periodismo de investigación, Waisbord, 2000. La política de esterilizaciones masivas en el Perú, y los abusos que implicó, fueron detenidos por la esfera pública, pero esto tardó porque buena parte de sus víctimas estaban fuera de la esfera pública; en todo caso, fuera de la parte esfera pública que podía realmente influenciar las políticas públicas (y creo que esto es un elemento esencial en la concepción de Habermas de la esfera pública). Lo que el sociólogo peruano Sinesio López ha llamado “las brechas de la ciudadanía” en el Perú, entonces, se han reproducido en la esfera público. Lo grave, sin embargo, está en las consecuencias: esta reproducción de las brechas no hace sino ampliarlas. En esta presentación, he pretendido mostrar que las políticas de salud no son ajenas a esta problemática. 29                                                                  29  López, 1994.   Bibliografía - Alfaro, Rosa María y Pinilla, Helena. Mujeres en los medios: ¿presencia o protagonismo? Lima: Asociación de Comunicadores Sociales Calandria, 1997 - Barrig, Maruja. “La persistencia de la memoria: feminismo y Estado en el Perú en la década de 1990” en Panfichi, Aldo (coord.). Sociedad civil, esfera pública y democratización en América Latina: Andes y Cono Sur. México: PUCP y Fondo de Cultura Económica, 2002, pp. 579-608 - Burt, Jo-Marie. Violencia y autoritarismo en el Perú: bajo la sombre de Sendero y la dictadura de Fujimori. Lima: IEP/SER, 2009 - Calhoun, Craig. “Introduction” en Craig Calhoun (ed.). Habermas and the Public Sphere. Cambridge (Ma.) y Londres: The MIT Press, 1992, pp. 1-48. - Cladem. 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