La Dialéctica De La Globalización: Conflicto Y

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XXVI Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología. Asociación Latinoamericana de Sociología, Guadalajara, 2007. La dialéctica de la globalización: conflicto y articulaciones entre la industria y la sociedad civil en la producción salmonera. Beatriz Eugenia Cid Aguayo. Cita: Beatriz Eugenia Cid Aguayo (2007). La dialéctica de la globalización: conflicto y articulaciones entre la industria y la sociedad civil en la producción salmonera. XXVI Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología. Asociación Latinoamericana de Sociología, Guadalajara. Dirección estable: http://www.aacademica.org/000-066/845 Acta Académica es un proyecto académico sin fines de lucro enmarcado en la iniciativa de acceso abierto. Acta Académica fue creado para facilitar a investigadores de todo el mundo el compartir su producción académica. Para crear un perfil gratuitamente o acceder a otros trabajos visite: http://www.aacademica.org. La Globalización “por el medio”: sociedad civil e industria en el salmón cultivado Chileno Beatriz Cid RESUMEN La otra cara de la globalización capitalista es la resistencia a ella y la globalización de los movimientos sociales. Estas dos esferas sin embargo no pueden ser vistas como esferas excluyentes y antagónicas, sino que entre ella se establecen redes globales de conflicto, negociación e incluso articulación. La emergencia de estándares y procesos de certificación de en la industria agroalimentaria constituyen un ejemplo privilegiado de como la globalización agroindustrial coevoluciona con la globalización de la resistencia. En el caso de la industria del salmón cultivado –mi objeto de estudio-, la amplia y global resistencia presentada por organizaciones de consumidores, grupos ambientalistas, y organizaciones de trabajadores y pescadores artesanales, ha obligado a la industria a negociar con estos movimientos y regular algunas de sus prácticas; y ha obligado al Estado a redefinir su rol fiscalizador. En este sentido es relevante analizar cuando de esto es solo “maquillaje verde”, y cooptación de la temática ambiental y social por la industria y cuanto un real éxito de la sociedad civil. En cualquier caso, ello indica que los actores corporativos no son los únicos actores de la globalización capitalista, sino que la sociedad civil introduce un elemento dialéctico en la economía global. 1. Introducción La presente ponencia refiere a las dinámicas de conflicto asociadas a la operación de la industria salmonera en Chile, entendida esta como un caso relevante de los procesos de globalización económica por una parte y los procesos de resistencia a la globalización económica. Se ha discutido ampliamente que la otra cara de la globalización capitalista es la resistencia a ella y la globalización de los movimientos sociales. El argumento que intentaré construir es que para entender la complejidad de los actuales procesos de globalización económica, tenemos que también considerar su interacción con la globalización de la resistencia anticapitalista. Que estas dos esferas sin embargo no pueden ser vistas como esferas excluyentes y antagónicas, sino que entre ella se establecen redes globales de conflicto, negociación e incluso articulación. La emergencia de estándares y procesos de certificación de en la industria agroalimentaria constituyen un ejemplo privilegiado de como la globalización agroindustrial coevoluciona con la globalización de la resistencia. En el caso de la industria del salmón cultivado –mi objeto de estudio-, la amplia y global resistencia presentada por organizaciones de consumidores, grupos ambientalistas, y organizaciones de trabajadores y pescadores artesanales, ha obligado a la industria a negociar con estos movimientos y regular algunas de sus prácticas; y ha obligado al Estado a redefinir su rol fiscalizador. En este sentido es relevante analizar cuando de esto es solo “maquillaje verde”, y cooptación de la temática ambiental y social por la industria y cuanto un real éxito de la sociedad civil. En cualquier caso, ello indica que los actores corporativos no son los únicos actores de la globalización capitalista, sino que la sociedad civil introduce un elemento dialéctico en la economía global. 2. Pensando la Globalización El debate acerca de los procesos de globalización económica concentra su análisis en la dinámica mundial de los procesos económicos del capitalismo contemporáneo. Se han destacado como elementos centrales de éstos procesos, primero factores tecnológicos e informacionales que permiten una economía de flujos y simultaneidad –al estilo de M. Castells-. Segundo el carácter mundial –transnacional- de la acumulación capitalista, descrito por Harvey (1990), Petras (2001), Sklair (2001) pero ya enunciado en los trabajos de Wallerstein, (1979). Dicha forma de acumulación produciría una organización mundial del trabajo bajo principios de acumulación flexible – como lo describe D. Harvey (1990)- y en la generación de clases transnacionales (Sklair, 2001), ambos procesos resultantes de una geografía mundial de la acumulación capitalista (Sassen, 1998). Y tercero nuevas formas de soberanía imperial global (Harvey, 2003; Panithc and Leys, 2004), que también a sido descrita como una suerte de poder abstracto y deslocalizado – coherente con la estructura multiterritorializada del capitalismo global- pero no por ello menos opresivo. Que en una suerte de biopolítica global del poder, que produce no solo mercancías sino también subjetividades (Hardt and Negri, 2000). Junto a estas perspectivas que enfatizan la dominación progresiva del capital transnacional sobre los espacios económicos y sociales locales, existe otro conjunto de autores que enfatizan la resistencia organizada al capital (Portes, 1997; Harvey, 2000, Atáis and Caroll, 2003). David Harvey, por ejemplo en su libro “Space of Hope” nos describe la posibilidades de una resistencia global al capital, y la reconstrucción de sujetos políticos transnacionales. Portes (1997) por su parte con el concepto de “globalización desde abajo” (Portes, 1997), nos muestra como que es necesario mirar dialécticamente el proceso de globalización, como los procesos globales de explotación, han contribuido a la emergencia de comunidades transnacionales de resistencia organizada. En el mismo espíritu dialéctico que anima a Portes, no me satisface la distinción entre una globalización “desde arriba” y “una desde abajo”, siendo a mi juicio necesario explorar en la interacción dialéctica entre ambos procesos, particularmente las innumerables formas de negociación, interacción, lucha abierta y lucha de posiciones en que estas dos formas de globalización se relacionan. Mi pregunta sería acerca de los procesos de negociación, interacción y lucha de los cuales cada una de ellas no sale indemne sino profundamente transformada; proceso por el cual ambas se coproducen. Estoy pensando aquí por ejemplo en como los movimientos sociales ponen presión sobre el capital y el Estado, y eventualmente producen procesos de transformación a través de la generación de marcos regulatorios (como por ejemplo estándares ambientales y sociales), pero también lamentablemente en todos los casos en que los movimientos sociales son domesticados o cooptados por la globalización desde arriba. Estoy pensando también en las iniciativas de colaboración entre empresas y sociedad civil, pero también en la desarticulación y desconexión del a sociedad civil. La pregunta entonces aquí es acerca de una “globalización por el medio” – esto es, este espacio que no es ni global ni local, ni arriba ni abajo- en el que se desarrollan las interacciones cotidianas, y en el que redes de actores se organizan, interactúan entre ellos, luchan y negocian buscando de la manera que esta a su alcance, acomodarse y transformar sus condiciones de existencia. 3. La Globalización en los Sistemas Agroalimentario La globalización de los sistemas de producción, provisión y consumo de alimentos constituyen un caso representativote la globalización económica. Esta expresión de la globalización es a mi juicio de particular interés por dos razones. Primero, puesto que nos incorpora a todos a partir del sencillo y cotidiano acto de cultivar, comprar, preparar y comer nuestros alimentos. Segundo, porque los sistemas globales de provisión de comida se organizan principalmente sobre grupos campesinos, pescadores e indígenas – que se encuentran entre los actores considerados más locales y menos empoderados en los procesos de globalización económica. Los regimenes alimentarios globales (expresión acuñada por Friedmann, 1987) constituye un sistema global opresivo que empobrece y proletariza a los campesinos y productores agrícolas, flexibiliza y explota a los trabajadores agrícolas, erosiona la seguridad alimentaria de países periféricos, daña el medio ambiente y degrada los sistemas agroecológicos tradicionales (Abraham, 1991; McMichael 1994 y 1995; Watts, M. and D. Goodman,1997; Shiva, 2000; Altieri, 2000; Magdoff et al, 2000; Barndt, 2002). Por otra parte se han documentado diversos movimientos sociales, que enarbolan luchas campesinas y temas relativos a la producción de alimento como su nicho político, constituyendo un espacio de resistencia a los regímenes agroalimentarios globales (ver por ejemplo el movimiento por la semilla en la India –cuya vocera es Vandana Shiva- el MST en Brasil, y Vía Campesina que cuenta con afiliados en los cinco continentes). Así también en la esfera del consumo, existen tendencias hacia la preferencia por productos provenientes de sistemas agroalimentarios alternativos, como es el caso de la preferencia por lo orgánico, lo proveniente del “comercio justo”, productos locales y étnicos. Todo ello ha abierto nichos productivos alternativos al régimen agroalimentario dominante ( Goodman, 2003; Raynold. 2000 y 2003; Bacon, 2005). En este contexto los Estados y los organismos regulatorios han devenido actores centrales puesto que tanto el capital como las organizaciones de demandan espacios regulatorios en los que respaldarse. Por una parte el capital se orienta al Estado en tanto las estructuras regulatorias estatales son imprescindibles para generar las condiciones operacionales para el funcionamiento del capitalismo. Entonces, el debilitamiento de los estados nacionales - hechos con el propósito de evitar la regulación del gobierno en lo referente al mercado del trabajo- crea paradójicamente problemas para el proceso global de acumulación. Entonces, la generación de nuevas estructuras regulatorias –de carácter global, tales como la WTO, el Banco Mundial y el FMI- se ha convertido en una prioridad para el capital. Sin embargo, los Estados y las estructuras regulatorias no son entes monolítico completamente instrumentalizables por la clase dominante; son por el contrario los sistemas relativamente abiertos donde los grupos subordinados pueden capturar parte del aparato del estado y utilizarlo para sus objetivo (como ha sido el caso de movimientos ambientales). De esta manera el Estado y las estructuras regulatorias puede al mismo tiempo incluir aspectos represivos y progresivos En este sentido, las estructuras regulatorias sobre los sistemas agroalimentarios, no se definen unilateral desde el interés del capital, sino que constituyen un terreno de lucha y conflicto. De ahí la relevancia de analizar los procesos de producción de estructuras regulatorias (Bonanno and Constance, 1996 y 2000, Le Heron, 2003). 4. El caso del Salmón Cultivado Chileno La industria salmonera chilena, siendo muy jóven -su expansión no empezó hace menos de 20 años- ha llegado a alcanzar magnitudes impresionantes. Actualmente produce 387.000 toneladas netas, exporta por un monto de FOB 2.207 millones de dólares (como referencia eso corresponde al doble de exportación Argentina de Carne) y emplea directamente 40.000 personas. De hecho actualmente produce el 40% del total de salmonidos en el mundo. Es una industria altamente concentrada –donde un 70% de la producción es concentrada por 5 empresas-, y actúa en forma coordinada –como cluster- bajo la agrupación gremial lobbista Salmochile, que agrupa a las principales industrias salmoneras y sus proveedores directos. Dicha expansión –que expresa la operación de regímenes agroalimentarios globales- tiene notorios impactos a nivel local. Ello puesto que la industria –dada su constante necesidad de aguas limpias para la crianza de los peces- ha instalado sus procesos productivos en el corazón de las provincias de Chiloe y Palena, que son zonas tradicionalmente campesinas y pesqueras, de muy baja densidad poblacional y casi inexistente urbanización. Se han documentado dramáticos impactos a nivel ambiental y social. El método de cultivo de los peces –en balsas jaulas ubicadas en estuarios costeros que concentran varias toneladas de biomasa en espacios muy reducidos- genera variados problemas ambientales, que como veremos tiene asociadas fuertes dimensiones sociales. Algunos de los problemas documentados son 1. Acumulación de material orgánico bajo las balsas jaulas producto del alimento de pescado no consumido y las fecas de los peces (que se calcula que dado la magnitud actual de la industria equivale a una población de 3 millones de personas). Dicha material orgánica altera las cadenas tróficas, incrementando el fitoplancton y disminuyendo la densidad de crustáceos y peces autóctonos. (Bushman, 2001; Terram, 2002; Bushman, 2006) 2. Contaminación por el uso de agentes químicos: tales como fungicidas, antibióticos, antiparasitarios y pinturas de las redes. El caso de los antibióticos genera además problemas de resistencia bacteriana que se transmite a la fauna local. El procesamiento posterior de los salmones también produce contaminación marina a través de las “aguas de sangre” producidas a la muerte de los salmones y las “aguas químicas” de los limpiadores y desinfectantes (Bushman, 2001). 3. Introducción de especies exóticas en los ecosistemas locales. Los escapes de salmones son un subproducto inevitable de su cultivo en balsas. Siendo estos peces carnívoros y muy voraces, los escapes generan presión en sobre la biomasa local, afectando la fauna nativa a través de predación directa y en la competencia por alimentos. Junto a los salmones se liberan también microrganismos patógenos asociados a ellos – tales como la Kidney Bacterial Disease (KBD) y Infectious Pancreatic Necrosis (IPN)- que también impactan la biomasa local (Bushman, 2001). 4. Impacto sobre la fauna local en tanto lobos marinos, focas y pajaros son sistemáticamente muertos para proteger las jaulas flotantes. (Bushman, 2001). 5. Depredación de los peces pelágicos: El cultivo de salmones requiere una enorme cantidad de alimento el que se obtiene de harina de pescado proveniente de la pesca de arrastre. De hecho se calcula que la producción de cada kilo de salmón requiere hasta 10 kilos de peces pelágicos (Bushman, 2006). Todos estos elementos ambientales tienen consecuencias socioeconómicas sobre las comunidades de pescadores que tradicionalmente habitaban el área. La disminución de la biomasa marina – producida por contaminación de las aguas y el fondo marino en las áreas costeras, la sobreexplotación de los peces pelágicos, la predación de los salmónidos y la difusión de patógenos- ha afectado dramáticamente a las actividades de pesca artesanal y marisquería (esta última tradicionalmente hecha por mujeres), poniendo en entredicho la sobrevivencia de las comunidades pesqueras el área. Los escapes de salmones son particularmente perjudiciales para las comunidades pesqueras, puesto que estos no solo depredan la biomasa local, sino que su captura por parte de los pescadores está legalmente prohibida, pues éstos, pese a estar en el medio libre, se los considera propiedad de la empresa. Nos encontramos así con la paradoja de existencia de bahías pobladas de salmones en estado salvaje, en los que sin embargo no hay pesca extractiva disponible (Pizarro y Zolezzi, 2003). Junto a estos impactos socio-ambientales se han cuestionado ampliamente las prácticas laborales de la industria en la zona en tanto toman ventaja de la baja experiencia sindical de sus trabajadores, la mayoría de origen campesino o pescador. Particularmente se cuestionan 1) Los bajos salarios, que si bien responden al mínimo legal, no se condicen con las sustanciosas ganancias de la industria (Gutierrez, 2005), y una estructura salarial –basada en bonos- que promueve la autoexploración y al desarrollo de enfermedades laborales (Kremerman, 2005). b) Las practicas de subcontratación, que permite esconder irregularidades contractuales. c) Violaciones de las leyes laborales con respecto a horario de trabajo, pago de seguros de salud y fondos de pensiones, protección de la maternidad, normas de seguridad, infraestructura (como por ejemplo disponibilidad de baños o agua potable). La violación de dichas leyes laborales es tan masiva, que las estadísticas oficiales de la Dirección del Trabajo hablan de una tasa de violación a la legislación vigente que alcanza a un 75% de las plantas inspeccionadas. c) Problemas de salud y seguridad: generados por las mismas características del trabajo – trabajo a la intemperie, en zonas frías y lluviosas, balsas jaulas resbalosas que ponen al trabajador en riesgo permanente de caídas al mar, movimientos rápidos y repetitivos en las plantas de proceso, ruido industrial y exposición a químicos. Dichas condiciones laborales son acentuadas por el bajo respeto de la legislación vigente: por ejemplo en relación a la provisión de equipos apropiados y respeto del tiempo de descanso. Ello resulta en altas tasas de accidentabilidad tales como dermatitis, infecciones de hongos, patologías musculares y respiratorias. (Carrasco, 2001; Gutierrez, 2005). Mención aparte merece el problema de los buzos, quienes dada la precariedad de sus condiciones de trabajo ostentan el triste record de un promedio de un fallecido por inmersión por mes. d) discriminación de género: que va más allá de la falta de respeto a la legislación vigente (que otorga derecho a realizar menos pesados y tiempo de descanso durante el embarazo, derecho a sala cuna y tiempo para amamantar), sino que se expresa en el amedrentamiento a mujeres cubiertas por el fuero maternal. e)practices antisindicales: tales como el despido de trabajadores sindicalizados, entrega de incentivos a los trabajadores no sindicalizados, amedrentamiento de dirigentes, y la constitución de grupos negociadores paralelos a los sindicatos. Las prácticas de la industria han encontrado así dos espacios de resistencia que como veremos adquieren dimensión transnacionales. Un primer espacio de resistencia se ha nucleado en torno a temas medioambientales, y vincula a comunidades pesqueras y sus dirigentes, ONGs medioambietalistas nacionales y Fundaciones Estadounidenses y Canadienses. Un segundo espacio de resistencia se ha organizado en torno a temas laborales y sociales, éste de un carácter mucho menos global que su par ambientalista, se ha organizado en torno a la red de sindicatos –oficiales y clandestinos- y como veremos a desarrollado una relación estratégica ambivalente con el movimiento medioambiental y con la industria. La resistencia ambiental La resistencia ambiental respecto a la industria salmonera se ha estructurado a través de las demandas de moratoria a la expansión de la industria y el “royalty” salmonero. Ambas demandas pretenden limitar el tamaño de la industria, en tanto se la considera intrínsecamente contaminante. Las redes ambientalistas muestran la capacidad de la sociedad civil de establecer redes global de cooperación, sus potencialidades para desafiar a la industria, pero también los límites de las mismas. La resistencia medioambiental contra la industria se ha dado en tres niveles. En un primer nivel de las organizaciones de pescadores artesanales –Comisión Nacional de Pesca Artesanal (CONAPACH) y la Union de Federaciones de la Pesca Artesanal- con una notable capacidad de movilización han hecho un trabajo de denuncia pública, resistencia callejera y demandas a nivel de tribunales. Por otra parte desde el “Norte”, el movimiento medioambiental ha puesto también su atención en la industria acuícola. Las principales fundaciones financistas respecto a temas ambientales –Moore Foundaction, Packard Foundation, Oxfam- destinan fondos para el trabajo en relación a acuacultura, lo que ha constituido una oportunidad para ONGs nacionales. De esta se ha formado un segundo nivel de resistencia, en el cual un conjunto de ONGs ambientalistas –con mayor o menor tradición de trabajo- han abrazado la causa salmonera, que tiene la doble ventaja de tener arraigo y base popular, y al mismo tiempo estar respaldada por amplias posibilidades de financiamiento. Se ha constituido así un conjunto de ONGs que desde distinto perfil abordan temas en relación a temas ambientales salmonicultura: Por una parte Oceana, que se define a si misma como una organización campañista orientada a movilizar a la opinión pública, TERRAM con un perfil negociador que pretende mediar entre la industria y la sociedad civil para la generación de estándares, y Ecoceanos, de una perspectiva radical de amplia base popular entre las comunidades, cuestiona la existencia misma de la industria. Finalmente, en un tercer nivel existen también dos redes globales –NET y CAAR– las que organizadas y financiadas desde ONGs norteamericanas, vinculan a ONGs de Canadá, U.S., Chile, Noruega, Japón, Escocia y Rusia, todas ellas vinculadas a temas de salmonicultura. Dichas redes se ocupan principalmente del impacto de la acuicultura sobre la sobrevivencia del salmón salvaje. Pese a la diferencia temática que se da con las circunstancias chilenas (en Chile no existe salmón silvestre) pero en la conciencia de que la industria salmonera es un actor global –con intereses en diversas partes del mundo- dichas redes han establecido contacto directo con las organizaciones de pescadores, en tanto estas fungen como “testigos” que dan carne viva a los problemas globales asociados a la industria salmonera. De esta manera pescadores chilenos pasan a ser “estrellas” de documentales, fotoramas, y campañas de dichas redes internacionales. Los vínculos globales que se establecen en torno a la temática ambiental ofrece diversas ventajas a los miembros de la red ambiental lo que como veremos los ha llevado a fortalecer su acción de resistencia a la industria. Por una parte las ONGs chilenas han accedido a recursos externos, que superan ampliamente a los disponibles a nivel local y les permite independizarse de los recursos gubernamentales que atan a la mayoría de las ONGs nacionales. Las organizaciones locales de pescadores por su parte, si bien no han accedido masivamente a recursos monetarios, si han accedido a otra clase de recursos, tales como el acceso de información, la posibilidades de viajar a encuentros internacionales, y la posibilidad de promover sus demandas y luchas a nivel internacional: especialmente por la participación en documentales. Finalmente las ONGs internacionales ganan legitimidad al ser capaces de imbricar la lucha ambiental con la imagen de “victimas” concretas: el impacto de lo ambiental en las vidas humanas Esta dinámica de red, sin embargo no está exenta de problemas dados principalmente por la diferencia de recursos y los desbalances de poder entre los distintos miembros de la red. Particularmente la dependencia financiera que caracteriza el actuar de las ONGs chilenas funge como una poderosa limitante temática. Esto se ilustra dramáticamente en el conflicto que afectó a la Fundación Oceana,: Marcel Claude –director de Oceana para America Latina- comenzó a desviarse de la orientación campañista de Oceana Internacional, y a usar la plataforma –y el dinero- de la Fundación para levantar un propuesta de carácter político más radical. Ducha situación se mantuvo por un par de años –mostrando como actores locales pueden manipular redes internacionales- pero finalmente culminó en un golpe de timón por parte de Oceana internacional, que pidió la renuncia de Claude. Por su parte los líderes de las organizaciones de pescadores manifiestan sentirse instrumentalizados tanto por las ONGs nacionales como por las redes internacionales. En tanto que por una parte se “apropian” de sus voces, sus relatos, sus historia y las imágenes de sus problemas y sus luchas callejera, y por la otra los marginan de la “repartija de fondos” como ellos lo describen. Por una parte les demandan movilizar a sus miembros, “poner gente en la calle”, para luego “venir a sacarse la foto con la multitud, a aparecer en la tele, y después se van”. Existen también problemas de compatibilidad de tiempos y de agenda. Por ejemplo en un momento de alto conflicto a nivel de organizaciones chilenas –luego de la muerte de varios buzos en balsas jaulas- llegó la World Wildlife Foundation a organizar reuniones con una agenda de negociación entre la Industria y la Sociedad Civil-. Ello fue interpretado por las organizaciones locales como un intento de cooptación por parte de la industria. En otro momento, cuando estaban operando a nivel local diversas mesas de diálogo salmonero en los que a industria y la sociedad civil local estaban negociando, la red NET de la Pure Salmon Campaig organizó a nivel mundial la llamada “Semana de Acción Global”, que desarrollo conferencias de prensa y protestas callejeras en los principales países salmoneros. Huelga decir que dicha acción enrareció los aires de los procesos de negociación. Pese a los problemas descritos, está dinámica de cooperación ha mostrado ser exitosa, forzando a la industria –como veremos más adelante- a “reverdecer” sus prácticas y a negociar. La resistencia laboral La demandas del movimiento laboral son radicalmente distintas a la del movimiento ambiental. Ellos no pretenden limitar el tamaño de la industria, sino que sus demandas son principalmente reivindicacionistas, dejando fuera de cuestión el modelo de desarrollo que está detrás de la expansión salmonera. Su organización es mucho menos global que la resistencia organizada en torno a temas ambientales. Ésta consiste principalmente en una amplia red de sindicatos –algunos de ellos incluso clandestinos- que actúan en las distintas plantas de la industria y que están organizados en cuatro federaciones. Ahora bien, más que de una red, debiera hablar de fragmentos y vínculos desechos…donde distintos liderazgos enarbolando distintos objetivos compiten por la representatividad del sector. Mientras parte del movimiento sindical se ha embarcado en procesos destinados a mejorar los estándares laborales de la industria –estableciendo vínculos con ONGs mediadoras como “El Canelo de Nos”, otra parte se plantea a si misma desde una perspectiva de choque frontal, por la cual ninguna cooperación con la industria es válida hasta que no se respeten en forma uniforme los estándares laborales mínimos. Ahora bien, es posible hacer el análisis de que esta fractura del movimiento sindical constituye una fortaleza estratégica antes que una debilidad. En la práctica la radicalidad de algunos actores, y la presión sistemática que éstos han puesto sobre la industria, ha hecho que para SalmónChile, sentarse a negociar con los actores moderados aparezca como la opción más razonable a seguir frente a las críticas de los actores radicales. Podríamos entonces interpretar que el éxito negociador de los sectores moderados, se debe en gran parte a la presión sistemática ejercida desde los sectores radicales. Pese a su fractura interna, el movimiento sindical ha logrado articular una estrategia de alianzas fructífera. Por una parte, se articula con las redes ambientales –a sabiendas de sus profundas diferencias e intereses- con miras a poner en forma conjunta presión sobre la industria. Es así como amplios sectores del movimiento sindical apoya las movilizaciones callejeras llevadas a cabo contra la industria, y usan las redes del movimiento ambiental –o se dejan usar por ellas, depende de cómo se lo lea- para hacer públicas sus voces y sus historias (como es el caso de los videos y noticias publicados por la ONG Ecoceanos). Esta alianza es a la vez profunda y frágil: profunda en tanto está unida por sentimientos y resentimientos comunes, profunda también puesto que vincula políticamente a quienes muchas veces están unidos por parentesco –como me lo han dicho varios dirigentes … “Como no vamos a estar con ellos, si mi padre es pescador”…. “Como no voy a protestar con los trabajadores si mi mujer es temporera de la industria”- . Pero es también frágil, en tanto si bien a ambos les interesa poner presión sobre la industria, sus objetivos políticos son muy distintos. Por otra parte el movimiento sindical ha hecho alianzas en el mundo político formal, y han establecido lazos con organismos del Estado. Es así como por una parte la Dirección de Trabajo ha puesto un especial énfasis en fiscalizar a las plantas salmoneras – como se dijo antes llegando a un 75% de infraccionalidad conducente a multas- y se ha llevado la discusión del tema salmonero al Parlamento. La Industria bajo presión: se abren las negociaciones Las redes de resistencia ambiental y laboral no han sido espurias, sino que como veremos han representado una presión real sobre la industria, que se ha visto presionada desde la base social, desde el sistema político regulatorio, desde los mercados globales. Desde la base social los niveles de conflictividad de la zona –expresado en huelgas legales, movilizaciones callejeras, y otros actos de índole más privado como rayados callejeros- estaban alterando la operación normal de la industria. Por esta razón el año 2004, la industria comenzó a participar en los llamados “diálogos sociales”, que constituyeron una primera instancia de acercamiento de posiciones entre la sociedad civil y la industria. También en la misma época la industria comenzó una serie de programas de “Responsabilidad Social Empresarial” –tales como el apoyo a escuelas locales, la limpieza de playas, inversión en infraestructura local, etc.- destinados a mejorar la relación de la industria con su medio social, o dicho en forma más escéptica a blanquear –o reverdecerla imagen de la industria. Desde el sistema político, el cuestionamiento que la sociedad civil ha hecho a la industria salmonera se ha traducido en la introducción del tema en el debate parlamentario. Durante el año 2006, parlamentarios del Partido Socialista pidieron investigar en forma especial las prácticas de la industria salmonera con miras a perfeccionar su estructura regulatoria. El resultado de esta acción, si bien todavía no se traduce en el nivel legislativo/regulatorio –aunque se espera que en mayor o menor medida lo haga- ya ha introducido el tema en la opinión pública nacional y ha impulsado proceso de diálogo y negociación regionales. Concretamente la comisión parlamentaria definió como metodología de trabajo la constitución de dos mesas de trabajo regionales para debatir el tema: una mesa social y una mesa ambiental. En ellas se han sentado a negociar representantes de Salmonchile, y de los distintos actores de la sociedad civil –sindicatos, agrupaciones de pescadores, ONGs, etc- convocados por funcionarios de gobierno que actúan como mediadores. Si bien la evaluación de estas mesas ha sido mixta, donde la sociedad civil ha sido muy crítica de sus posibilidades y resultados, sí han arrojado ciertos resultados concretos: como acuerdos de zonificación de las aguas costeras entre actividades acuícola y pesqueras –como un dirigente me señaló, “desarrollar una política de buenos vecinos”- , la disponibilidad de la industria de aprender sobre leyes laborales para evitar nuevas denuncias, y lo más importante generar confianzas para mejorar relaciones cotidianas. Un ejemplo del impacto de la generación de confianzas proviene de una anécdota que me relataba Francisco Casas, dirigente comunista de la zona: “ahora al menos podemos conversar… el otro día por ejemplo en Marine Harvest les negaron el pago de sala cuna a unas mamitas trabajadoras… antes hablábamos con los supervisores y no llegábamos a nada o parábamos no más…. Ahora yo llamo por celular a Rodrigo Infante (gerente de SalmonChile), conversamos, y si nuestras demandas son las legales, lo que corresponde, él se entiende con el gerente de la empresa, y las cosas a veces se arreglan … ahora hemos evitado hartos conflictos de este tipo conversando… y nos podemos concentrar en los problemas mayores, que es la negociación por mejorar los sueldos”. Finalmente desde la esfera internacional “los mercados” aparecen demandando productos más verdes, certificados. Sin embargo la expresión “mercados” es un eufemismo que oculta consumidores reales, cuya opinión –opción de consumo- es en parte formada desde las acciones civiles de sus países (Lockie, 2002). Por ejemplo el consumidor de salmón canadiense tiene en su referencia simbólica las campañas de la Suzuki Foundation. Es así como Salmonchile asume el desafío de la certificación ambiental –a través de las certificaciones Safe Quality Good (SQF), SIGUES, y el Sello Verde de Producción Limpia- para responder a la demandas de estos consumidores. Todas y cada una de estas acciones son problemáticas: por una parte constituyen triunfos de la sociedad civil, que ha sido capaz de arrinconar a la industria y obligarla a cambios parciales de algunas de sus prácticas –cambios que ciertamente son significativos para la calidad de vida de las personas involucradas- pero por otra constituyen también una respuesta dialéctica a la acción civil. Una lucha de vuelta por la que la industria trata de ganar un poco de terreno en esta guerra de posiciones. Es así como los diálogos sociales pueden ser analizados como un intento por domesticar a la sociedad civil y disminuir la conflictividad de la zona, las iniciativas de responsabilidad social empresarial, como un intento de cooptar a la población local, y los sellos verdes junto a los procesos de certificación como intentos de hacer una “maquillaje verde” y de reapropiarse de los temas ambientales en su propio beneficio. La realidad social es así, compleja, dialéctica, de diversos matices: lo que beneficia en le corto plazo a las comunidades, también puede ser que las perjudique y beneficie a quienes las explotan (lamentablemente vivimos en el corto plazo… en el largo plazo estamos todos muertos). Donde esta crítica es tal vez más justa es en relación a los procesos de certificación ambiental y en relación a temas de responsabilidad social empresarial. En relación a los procesos de certificación, existen dos formas en que estos procesos son problemáticos. Primero porque existen diversos casos documentados en los que las empresas son muy cuidadosas en cumplir los estándares necesarios para cumplir lo requerido en la certificación, pero sin embargo no cumplen con la misma sistematicidad las leyes ambientales vigentes (lo que se supone debiera ser anterior a los estándares de certificación). Una segunda forma en que estos procesos son problemáticos es en relación a la definición de los criterios de certificación (Bingen, J, 2002). Esto es, qué es lo que se define como ambientalmente certificado. Un ejemplo claro de ello existe en relación a la certificación SQF, que certifica la operación individual de cada planta, esto es que cada planta evaluada cumpla con ciertos criterios ambientales definidos. Ello sin embargo no considera criterios de agregación de diversas plantas en relación con la capacidad de carga de un determinado sistema hidrográfico. Es así como la operación de varias plantas –todas ellas perfectamente certificadas- al operar al mismo tiempo sobre un mismo curso de agua, exceden la capacidad de carga del sistema. Dicha situación, que ocurre a menudo en la zona, queda oculta bajo los actuales criterios de certificación por planta. Con respecto a temas de responsabilidad social empresarial, esta constituye por una parte la posibilidad real de que ciertas ganancias de las empresas tengan un impacto positivo en las comunidades en que se instalan, por ejemplo a través de aportes a escuelas, sistemas de becas para funcionarios, apoyo a iniciativas locales, campañas ambientales, etc. Sin embargo constituyen también por otra parte una estrategia de cooptación de las comunidades que contribuye a deslegitimar la resistencia local, y un arma de negociación con el Estado. En relación a esto último, las iniciativas de Responsabilidad Social Empresarial han sido vinculadas últimamente a demandas por una reducción parcial de impuestos, bajo el argumento de “permítannos usar lo que pagaríamos de impuesto en invertir para el beneficio de las comunidades en que trabajamos”, o dicho en las palabras de una observadora escéptica, usar el dinero que pertenece al Estado para la cooptación de las comunidades locales. Recapitulando lo que ha sucedido en la industria a consecuencia de las acciones de la sociedad civil debe ser leído como una realidad ambigua y dialéctica. Ciertamente la resistencia de la sociedad civil ha arrinconado a la industria y la ha obligado a embarcarse en una modificación de sus prácticas. Ello sin embargo no puede ser leído como una conversión de la industria, o como un triunfo definitivo de la sociedad civil, sino como una modificación en la posiciones de dos actores que se mantienen en conflicto. La industria reconstruye así su lucha por una hegemonía desde otra posición, más verde, más socialmente responsable, más amigable –nueva posición que ciertamente beneficia en gran medida a las comunidades en que se inserta- pero que contribuye a perpetuar antes que a resolver el conflicto. La sociedad civil: madurada, cooptada, modificada? No solo la industria se transforma en éste proceso, los distintos estratos de la sociedad civil –la globalización desde abajo- son también transformados en su relación con la industria. Por una parte la lucha con una industria de carácter global ha otorgado madurez a actores locales de la sociedad civil. Es así como la comunidad indígena de Pargua lleva su caso a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, o la presidenta de la Confederación de Trabajadores del Salmón de Chiloé recibe capacitación de OXFAM. Sin embargo sectores más radicales de la sociedad civil, especialmente aquellos vinculados a sindicatos anarquistas y comunistas, acusan a aquellos dirigentes que participan de las mesas negociadoras, de haber sido cooptados o estar siendo manipulados por la industria. Desde el discurso de los dirigentes cuestionado, sin embargo, la realidad es otra. Su postura es, para ellos, producto de opciones responsables con miras a obtener el mayor beneficio posible para sus representados a sabiendas de que su adversario es un actor muy poderoso al que les es imposible enfrentarlo frontalmente con éxito. Esto es organizaciones que se plantean a sí mismas desde una ética de una responsabilidad antes que desde una ética de la convicción. 5. La Globalización “por el medio” Nos encontramos así con la existencia de dos redes cuya extensión tiene dimensiones locales y globales. Por una parte la red de la industria, que opera tanto a nivel de mercados internacionales como también se localiza específicamente en territorios locales concretos, produciendo en ellos geografías modificadas por la construcción de plantas y la instalación de tecnologías (geografías humanas y económicas en el sentido de Harvey1990 y Massey, 2002). Por otra parte tenemos una red de resistencia, que también opera a nivel global y local, que se extiende desde los sindicatos y organizaciones de pescadores, hasta grandes fundaciones ambientales. En ambas redes los distintos actores tienen cierta capacidad de actuar a distancia (en el sentido de Law, 2003). Desde Noruega por ejemplo la empresa CERMAQ (cuyo principal accionista es el Estado Noruego) se decide la construcción la construcción o el cierre de Plantas en Calbuco y Quemchi. Pero también desde Calbuco y Quemchi, fotografías del fondo marino y relatos de pescadores, son recopilados y producidos para publico el Noruego –como en el caso del documental Ovas de Oro, que fue lanzado justo antes de las elecciones para denunciar el comportamiento poco ético de empresas estatales - o también desde Quellón se levantan testimonios que llegan se convierten en demandas contra la Multinacional Marine Harvest ante la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Desde la teoría, y también desde la acción política, se ha hablado de una globalización desde arriba y una globalización desde abajo: la globalización del capital y la de la resistencia. Sin embargo no conozco aún una exploración teórica y empírica de como ambas interactúan: como estas dos globalizaciones se co-modifican y coproducen. Ciertamente el caso de la industria salmonera constituye un caso empírico desde donde pensar teóricamente el tema. La acción global de la industria salmonera –su globalización desde arriba- ya no es la misma a partir de las demandas de la sociedad civil. Si bien no cambia en su naturaleza fundamental - un intento hegemónizante por controlar los procesos de globalización económica- ha debido sin embargo cambiar sus estrategias presionada “desde abajo”. Cambio de estrategias que ha significado cambios reales y concretos para las comunidades involucradas. En otras palabras, el capital no es el único actor con agencia en la globalización económica, ni la resistencia heroica el único espacio de acción de la sociedad civil. Por el contrario, existen un conjunto de procesos reales –ampliamente diversos que oscilan entre la cooperación, la maniobra, la manipulación y la lucha y que suceden no “desde arriba” o “desde abajo”, sino más bien “en el medio”. Espacio “en el medio” que funge como espacio global y local de lucha y negociación donde el capital es puesto bajo presión, sus practicas cuestionadas y sus acciones subvertidas. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Abraham, J. 1991. Food and Development. The political economy of Hunger and the Modern Diet. London, World Wide Fund for Nature. Altieri, M. A. 2000. Ecological Impacts of Industrial Agriculture and the Possibilities for Truly Sustainable Farming. Hungry for Profit. The Agribussines Threat to Farmers, Food, and the Environment. F. e. a. Magdoff. New York, Monthly Review Press. Amin, Samir. 1997. Capitalism in the Age of Globalization; The Management of Contemporary Society. London, New Jersey: Zed Books. Atasoy, Yildiz and Carrol, William. 2003. Global Shaping and its alternatives, Bloomfield: Kumarian Press. Bacon, C. 2005. Confronting the Coffee Crisis: Can Fair Trade; Organic and Specialty Coffees Reduce Small-Scale Farmer Vulnerability in Northern Nicaragua. 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