Ficha Nº 7 - Facultad De Trabajo Social

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Ficha de Cátedra Nº 7 Cátedra: HISTORIOGRAFIA DE LA INTERVENCIÓN SOCIAL Año: 2011 Tema: Estrategia de intervención social neoliberal y el neoliberalismo. Ubicación temporo-espacial En esta estrategia intentaremos desarrollar la intervención social que se desplegó a partir del año 1976 hasta la actualidad en Argentina. A los fines de una mayor comprensión es que intentaremos desarrollar las transformaciones que se fueron dando durante las tres últimas décadas del siglo XX y estos primeros años del siglo XXI. Asimismo, intentaremos dar cuenta de las modificaciones presentadas en la intervención social ante los intentos de dar respuesta a la cuestión social de cada momento. Visualizamos así los siguientes períodos históricos: - Período 1976-1982: Dictadura militar - Período 1983-1989: Regreso a la democracia - Período 1990-2000: Hegemonía neoliberal - Período 2000-2002: Estallido social - Período 2003-2011: Configuraciones actuales. Continuidades y rupturas Si bien nos centraremos en el proceso dado en Argentina, es importante destacar que lo sucedido en nuestro país es repercusión de los cambios y de los movimientos producidos a escala mundial, con ciertas particularidades a las cuales también nos referiremos brevemente y que nos diferencian de los procesos vividos en otros países latinoamericanos. Sistema de ideas: La corriente de pensamiento que sustenta esta estrategia es el neoliberalismo, cuya instauración fue producto de un proceso social en el cual es preciso diferenciar diversos períodos acorde a los cambios políticos sucedidos Para poder comprender en grandes rasgos esta corriente de pensamiento, podemos decir tomando a Sonia Draibe1 que “No hay un cuerpo teórico neoliberal específico… Las ‘teorizaciones’ que manejan los así llamados neoliberales son generalmente prestadas del pensamiento liberal o conservador y casi se reduce a la afirmación genérica de libertad y de primacía del mercado sobre el Estado, de lo individual sobre lo colectivo. Y, por derivación, del Estado mínimo, entendido como aquel que no interviene en el libre juego de los agentes económicos”. Al no tener un cuerpo teórico específico se constituye en un discurso y un conjunto de reglas prácticas de acción (o de recomendaciones), dirigidas a los gobiernos a fin de realizar las reformas del Estado y de sus políticas. Con una fuerte idealización de la especialización y la competencia, que lleva a una “cultura de la despolitización”, en pos de soluciones “eficientes”. Es así que en esta corriente de pensamiento es más factible conocer sus “lemas” que el conjunto teórico que la sustenta, o mejor dicho, su argumentación teórica se esconde bajo consignas fácil y rápidamente tomadas por el sentido común. Entonces, escuchamos que “…En lugar de ideología, los neoliberales tienen conceptos. Gastar es malo. Es bueno tener prioridades. Es malo exigir programas. Precisamos de asociaciones, no de gobierno fuerte. 1 DRAIBE, Sonia (1994), Neoliberalismo y políticas sociales: Reflexiones a partir de las experiencias latinoamericanas, en Revista Desarrollo Económico –Revista de Ciencias Sociales, vol. 34, Nº 134 (julioseptiembre/1994); IDES (Instituto de Desarrollo Económico y Social). Argentina. 1 Hablemos de necesidades nacionales, no de demandas de intereses especiales. Exijamos crecimiento, no distribución. Sobre todo, tratemos del futuro. Repudiemos el pasado”2. A diferencia de Draibe, Perry Anderson3 (2003) explica que el neoliberalismo surge en 1944, de la mano de Friedrich Hayek, como “ataque a cualquier limitación de los mecanismos del mercado por parte del Estado”4 la cual es vista como una amenaza a cualquier libertad tanto económica como política. En 1947 se funda la Sociedad de Mont-Pèlerin cuya finalidad era combatir las bases del keynesianismo y el solidarismo y sentar las bases de otro capitalismo. Hayek y sus seguidores sostenían que el Estado de Bienestar destruía la libertad de los ciudadanos y la competencia, argumentando que la desigualdad era un valor necesario para las sociedades occidentales. Para lograr este cometido era necesario un Estado fuerte “con capacidad para quebrar el poder de los sindicatos y el control del dinero, pero limitado en lo referido a los gastos sociales y las intervenciones económicas”5 (2003:26) . Respecto del campo problemático El campo de intervención en tanto problemas sociales se identifica desde la noción de riesgo. En este sentido el riesgo es aquella característica que poseen ciertas poblaciones que si no se las atiende peligran como sujetos: - riesgo de vida o de muerte - de mayor marginalidad 2 Op.cit. ANDERSON, P. (2003), Cap. 1: “Neoliberalismo: un balance provisorio”. En: SADER, E. y GENTILI, P. (comp.) La Trama del Neoliberalismo. Mercado, crisis y exclusión social. 2ª Edición. Eudeba-CLACSO. 4 Op.cit p.25 5 Op.cit. p.26 3 - de disolución de la sociedad La lógica economicista que permea esta intervención se centra en la idea de que si no se supera ese “riesgo” se tienen más gastos sociales, corriéndose de la noción de derechos de los sujetos a tener una vida digna. La gran masa de pobres —compuesta como se dijo anteriormente, ya no solamente de aquellos pobres estructurales, sino que además se suman los trabajadores venidos en desocupados, y los trabajadores que aún asalariados no llegan a cubrir sus necesidades básicas debido a los salarios paupérrimos— se torna en "peligrosa", "sospechosa", por ende la "inseguridad" comienza a ser uno de los problemas necesarios de dar respuesta en cuanto expresión de la cuestión social del momento. Respecto de los sujetos: Este modelo de intervención social expresa una lógica que produce modos de nombrar a los sujetos, identificaciones determinadas del campo problemático y plantea procedimientos particulares. En un primer momento se los divide en dos grandes categorías: los pobres y los pobres estructurales. Ante la instauración del modelo neoliberal y las consecuencias que de él se desatan se suman dos nuevas categorías, la del “nuevo pobre”, y la del “desocupado”, con las cuales se denominarían a los sujetos hacia los cuales prioritariamente se dirigirían los planes y programas estatales. Pobres estructurales son aquellos que presentan Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), que desde siempre han vivido en condiciones de exclusión. Los nuevos pobres (NUPOS), son los que presentando algunas de las necesidades básicas satisfechas, por ejemplo vivienda, sus ingresos no le permiten la supervivencia en relación con la canasta familiar básica. Mientras que 2 los desocupados — categoría restringida a un porcentaje mínimo en el período del Estado de Bienestar, acorde al principio keynesiano de "pleno empleo" — comienzan a aglutinar a un alto porcentaje de la población argentina producto del vaciamiento de la industria nacional y la privatización de las empresas nacionales. Acorde a la lógica neoliberal, las intervenciones van dirigidas hacia aquellos grupos o sectores pobres, que han caído en la pobreza por sus limitaciones (falta de capacitación, de instrumentación, para estar incluídos en el mercado laboral); por ende las mismas son denominadas por las políticas focalizadas y los programas como “Poblaciones Objetivo”. La definición de las poblaciones objetivo se realizan a partir de identificaciones de lo que se llama “bolsones de pobreza” relevados por censos y encuestas que como cartografía recortan zonas geográficas. Las prioridades para las políticas focalizadas se dan en niños, embarazadas, jóvenes y mujeres. Dado que los programas sociales se conciben con una visión empresarial surge al interior de las políticas sociales estatales la presencia del técnico, el planificador y del gerente, acorde al discurso de eficiencia y tecnocracia del momento. La intervención social en el marco de esta estrategia: En tres décadas fuimos asistiendo a un proceso de transformación de la intervención social basada en la protección estatal (derechos sociales y construcción de ciudadanía) hacia la aplicación de las recetas neoliberales. En el período de despliegue de esta estrategia, identificamos una diversificación de lugares desde donde se realiza la intervención social en una suerte de abanico de revisitación de las formas filantrópicas, vía el llamado “tercer sector” u ONGs., retornando al Estado mínimo y delegando en la “sociedad civil” la responsabilidad de “dar respuesta” a los diversos problemas que se plantean. Las características más salientes de la intervención social en este modelo son: - Focalización: La transformación de las políticas universales (derechos sociales para todos los ciudadanos) a las políticas focalizadas (aquellas que se dirigen a los sectores más vulnerables). “La focalización… significa dirigir el gasto social a programas y a públicos específicos, selectivamente escogidos pro su mayor necesidad y urgencia…”6 - Descentralización: inicio de un proceso de ejecución de políticas de nación, hacia provincias, municipios y organizaciones sociales. El fundamento es que de esta manera se garantiza la cercanía con los beneficiarios directos. En la práctica este proceso fue de desconcentración de la ejecución pero al no descentralizarse el manejo de fondos, queda invalidada. - Co – gestión: esta modalidad reconoce la importancia de una intervención social que comparte responsabilidades entre el estado y la sociedad civil (se entiende aquí por sociedad civil al conjunto de organizaciones sociales de la sociedad). En esta línea se implementan los programas de fortalecimiento de la sociedad civil. En los hechos de “responsabilidad compartida” se pasa a la responsabilización de la intervención a las organizaciones no gubernamentales. - Privatización: la incorporación de la lógica de la eficacia, la eficiencia y la transparencia, derivó en la idea de que estos principios solo eran viables mediante el accionar de los sectores privados, ya sean lucrativos (empresas privadas de salud, educación, AFJP, ART (Aseguradoras de Riesgos de Trabajo), 6 Draibe, Sonia, op.cit, pág191. 3 etc.) o no lucrativos (asociaciones civiles y ONGs sin fines de lucro, confesionales o no), ante la consideración de ineficiencia y corrupción de los organismos estatales. Considerándose además, que la administración gerencial de los programas sociales permitía una maximización en el uso de recursos, y de esta manera una eficiencia del gasto. Respecto de procedimientos La planificación gerencial es la metodología que se usa para llevar adelante esta intervención social, y la técnica se convierte en herramienta de garantía de la eficiencia (definición de las poblaciones objetivos). Las líneas centrales en los programas son: Capacitación: dado que la intervención focalizada considera que hay que invertir en determinadas poblaciones en riesgo en forma puntual y acotada en el tiempo, para que luego las personas puedan ingresar al mercado como lugar de satisfacción de las necesidades, la capacitación se manifiesta como la herramienta que permitirá esta cuestión. En la práctica, la capacitación no supera en general las dirigidas a los oficios tradicionales (herrería, carpintería, albañilería, cuidado de niños para las mujeres, etc.) y encubren una especie de culpabilización y responsabilización a los propios sujetos de su situación de pobreza. Participación: esta línea expresa la necesidad de incorporación de las organizaciones sociales y los beneficiarios de los programas en la elaboración de proyectos. Si bien a primera vista esto es superador de una perspectiva paternalista, también “hace agua” en los hechos, ya que por lo general la participación termina siendo una convocatoria a las madres a que se hagan cargo de cocinar y cuidar a los niños, en los comedores comunitarios por ejemplo, pero no se las considera en la toma de decisiones respecto de las cuestiones centrales de los programas. DESPLIEGUE DE LA ESTRATEGIA EN ARGENTINA EN LOS DIFERENTES PERIODOS HISTÓRICOS A partir de la dictadura militar de 1976 se profundizó la herida hacia el estado de protección estatal generado a partir de 1945. Los gobiernos democráticos que continuaron, ya sea por debilidad institucional, o por complicidad con los intereses externos, sostuvieron y profundizaron el proyecto neoliberal, llevando a la mayoría de la población a una situación de pobreza e indignidad desesperante. Siendo el punto crítico el período post-menemista, ante la salida de la convertibilidad, quedando los meses de diciembre del 2001 y enero del 2002 como los meses de mayor incertidumbre respecto del futuro de nuestro país. Estos meses fueron donde claramente la posibilidad de ruptura de la cohesión social fue vivenciada y expresada, ya no por un sector, sino por sectores representativos de intereses diferentes cuanto no contrapuestos Período 1970-1980: Dictadura militar. Configuraciones de lo social: Desde lo político: En los primeros años de esta década continuó la movilización y la lucha que se venía gestando durante los años ’60, desde los países tercermundistas en general, en pos de su liberación política y económica de los países centrales y la posibilidad de instaurar un modelo de desarrollo nacional y popular. Pero a poco de transitado los primeros años de esta década, los países del Tercer Mundo y los latinoamericanos en particular, fueron víctimas de intervenciones y represiones incitadas básicamente por los Estados Unidos en su necesidad de hegemonizar y mantener “su” bloque sin 4 disturbios. Para 1976 casi todos nuestros países latinos se encontraban bajo regímenes dictatoriales de origen militar. Immanuel Wallerstein manifiesta que “... mientras el programa liberal “europeo” fue un éxito ya que el estado liberal logró la doma de las clases peligrosas en el centro, es decir, de los proletarios urbanos (incluso si éstos estaban bien organizados, sindicalizados y politizados)... en el mismo momento en que se resolvía ese problema, para los poderosos surgía la amenaza de otras clases peligrosas, las clases populares del Tercer Mundo”7. De esta forma, así como se combatió al proletariado europeo en la primera mitad del siglo XIX, es que para las sublevaciones de los pueblos periféricos se proponía la represión (con el acuerdo de los sectores de derecha: el fascismo) y la instalación de un modelo de bases ultra-liberales encarnado y llevado al máximo durante la década de los ‘80 por Estados Unidos e Inglaterra (administración de Ronald Reagan y Margaret Tatcher respectivamente). Desde lo cultural: El año 1976 constituye para los argentinos una fecha especial que quedará como una marca de fuego en el conciente de algunos y en el inconsciente de la mayoría. No solo por los cambios económicos que se iniciaron entonces, sino fundamentalmente por los cambios políticos y básicamente culturales a los que la sociedad argentina fue sometida, alienándola de todo aquello que desde principio del siglo XX se había logrado a través de la lucha de los socialistas, los anarquistas y fundamentalmente del sector obrero que se había formado durante la primera mitad de siglo. Hablamos, ni más ni menos del reconocimiento y del ejercicio de los derechos políticos y sociales de las mayorías populares. La “marca de fuego” fue la consecuencia de las modificaciones vividas en nuestras vidas cotidianas mediante la implantación del terror de estado. En cado uno de nosotros se formó un nuevo esquema de aprehender y explicar la realidad en el cual la posibilidad de defensa de nuestros derechos no estaba presente, sin embargo sí lo estaba el “no te metas”, o “por algo será”, preconceptos estos cargados de una ideología totalmente opuesta a la basada en la organización, el compromiso y la lucha en defensa de los derechos de la mayoría. Esta matriz de pensamiento impuesta a los argentinos, fue la base para implementar el modelo económico y político al cual estaríamos sometidos los años siguientes, posibilitando la destrucción del Estado Argentino. Podemos decir que en este caso la cohesión social lograda desde los sectores populares se rompió, para dar lugar a la desarticulación social, mediante el terror y el individualismo. Desde lo económico: En 1973 se produce otra gran crisis mundial debido al alza de los precios del petróleo8. Esto, que si bien fue beneficioso para los países productores (incluso los latinoamericanos como Méjico, Venezuela y Ecuador), constituyó un desastre para los países no productores de petróleo (el Tercer Mundo en general), traducido en una drástica caída de sus presupuestos, afectando doblemente a los países pobres que debieron contraer empréstitos ofrecidos por los bancos internacionales - con el apoyo de los gobiernos centrales-, produciéndose un aumento inusitado de sus deudas externas. 8 7 WALLERSTEIN, Immanuel (1995), “La reestructuración capitalista y el sistema-mundo”. Conferencia magistral el en XX Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología, México. Immanuel Wallerstein (1995) sostiene que el aumento del precio del petróleo por parte de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petroleros – de Medio Oriente-) es parte de la estrategia del programa liberal sostenido básicamente por los Estados Unidos en pos de hegemonizar su poder. 5 De esta manera es que para mediados de la década del ’70 la mayoría de los países del Tercer Mundo - por supuesto incluida Argentina – estaban más preocupados en pagar la deuda que en la instauración de un proyecto de desarrollo nacional. En Argentina se fue articulando un nuevo proyecto de nación impulsado por la dictadura, basado ya no en un modelo agroexportador (como el presente desde 1890 al 1945), ni un modelo industrial (iniciado en 1945 hasta 1977), sino un modelo basado en la renta financiera. Eric Calcagno comenta que este modelo de la renta financiera, surge claramente con la sanción de la Ley de Entidades Financieras de José Martínez de Hoz9 en 1977, y que si bien el golpe político había sido en 1976, el golpe económico lo constituía esta ley. Este modelo de la renta financiera funcionó basándose en el endeudamiento sin límites, siendo el elemento de acceso al poder de una nueva clase dirigente: “la financiera” (ya no la terrateniente oligárquica del primer modelo, ni la burguesía industrial), este sector de poder utilizó el endeudamiento para la especulación y no para la inversión en alguna línea de producción nacional. La intervención social en el período del proceso militar La dictadura militar que se instaura entre el 76 – 83, consecuente con su política de genocidio y liberalización de la economía, lleva adelante, en primer lugar la desarticulación de todas las expresiones organizativas populares, y el desmantelamiento de los servicios estatales que planteaban una intervención social centrada en la participación y en la movilización de reclamos por derechos. Los profesionales fueron víctimas directas (desapariciones, encarcelamiento, exilo, despidos masivos). De este modo las políticas que se desplegaron tuvieron características coercitivas y represivas. La coerción vía intervención social se expresó en acciones moralizantes en relación con los valores tradicionales: familia tradicional, institucionalización y reclusión de aquellos sujetos considerados como “irrecuperables” (locos, niños, adolescentes y jóvenes en riesgo, por ejemplo). Por otra parte se trabaja con la noción de patología social o sociopatía (conductas desviadas de lo que se imponía como normal en la que entraba la pobreza), y las intervenciones eran asistencialistas e individualizadas. La intervención social represiva se manifestó en particular en las erradicaciones de villas de emergencia de manera compulsiva, la “limpieza” de las ciudades de los indeseables, por ejemplo mendigos, a los que se llegó a subirlos a camiones por la noche y trasladarlos a otra provincia, dejándolos librado a su suerte; en lo que a migrantes internos concierne, se les entregaba pasajes para que sigan sus viajes a otras ciudades o volverlos a sus lugares de origen. Período 1983-1989: Regreso a la democracia Desde lo económico: Significó acomodar el proyecto de país a la reducción del Estado Nacional, lo cual implicaba disminuir el gasto público, iniciar el proceso de privatización de las empresas estatales, la retirada de los subsidios a la producción y en lo que a la clase trabajadora le compete sentar la base para la flexibilización laboral y la negociación individual de las condiciones laborales (cada obrero con su patrón) con la clara intencionalidad de desmantelar las organizaciones sindicales. Desde lo político: A nivel internacional se comenzaba a expandir e imponer el proyecto neoliberal Reagan-Tatcher, intentando restaurar el 9 Ministro de Economía durante la dictadura militar de 1976-1983. 6 papel del mercado, la eficiencia y el control de la inflación, reduciendo la intervención del Estado a lo mínimo. En 1983 Argentina recuperaba la democracia, con todas las expectativas que ello implicaba para un pueblo que soportó 7 años de humillación e injusticias, con una organización popular desarticulada desde lo más profundo a raíz del trabajo silencioso que el proceso militar había tallado, tal cual como se mencionó anteriormente. No obstante las expectativas populares y en consonancia con el programa neoliberal implementado en los países centrales, también en nuestro país las recetas que se aplican tienden a la desarticulación de las organizaciones sindicales a fin de poder afianzar la bandera liberal de “contratar libremente e individualmente en el mercado”, reclamando la modernización del estado, sentando las bases para la privatización de las empresas nacionales. Como fundamento se toma la ineficiencia del Estado para la administración de las mismas, así como su “sobredimensión”, lo cual implicaba la reducción de la planta de empleados estatales. La intervención social a partir de 1983: En los primeros años de la reapertura democrática se intenta volver a una intervención social que tienda a la inclusión social, recuperando las nociones de participación y movilización popular. Si bien se mantienen las políticas de corte universal en relación a vivienda, salud y educación; también se inaugura la etapa de las políticas focalizadas vía programas específicos, tales como es el P.A.N (Programa Alimentario Nacional), el cual consistía en una caja de alimentos destinadas a aquellas familias que no tenían ningún tipo de ingreso o el mismo era insuficiente. Período 1990-2000: Hegemonía neoliberal Desde lo ideológico: Esta década se inicia con la repercusión que a nivel mundial genera la caída de la Unión Soviética en 1989 (casualmente año del bicentenario de la Revolución francesa) y de los regímenes comunistas aliados. Toma fuerza la idea de Francis Fukuyama decretando “el fin de la historia”, tomando como fundamento de esto la caída de la U.R.S.S. (Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas), interpretándolo como el fin de la lucha ideológica entre Occidente y Oriente, o en términos políticos de la dicotomía capitalismo- comunismo, y toda la organización mundial que se había dado durante el siglo XX ante estas posturas dicotómicas. Con la idea de “el fin de la historia” y “el fin de las ideologías”, es que se sustenta la posibilidad de implantar el Pensamiento Único, es decir el triunfo de la estrategia liberal-capitalista o del capitalismo “total”. Esto implicó no abrir posibilidad alguna a la diferencia o calificar a cualquier otra alternativa de “utópica”. Desde lo económico: Se traslada a la implantación del modelo neoliberal en su forma más profunda. La lucha se daba entre los gobiernos latinoamericanos (dependientes de las políticas intervensionistas centradas en el Estado), y el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional Mundial -Instituciones Financieras Internacionales (I.F.I.s.)- apoyadas por los Estados Unidos, que abogaban por políticas orientadas al mercado. En 1990 se decretó la “aceptación” de las políticas promovidas por las IFIs (Instituciones Financieras Internacionales) por parte de América Latina formando lo que se llamó el Consenso de Washington10. Esto se tradujo en el discurso de la “eficiencia económica”, tomando como fundamentos la “ineficiencia del Estado, la “ineficiencia en el 10 BUSTELO Y MINUJIN (1998), “Todos entran –propuesta para sociedades incluyentes”. Editorial del Grupo Santillana. UNICEF. 7 gasto público”, y, en líneas generales, promoviendo el retiro del Estado en aquellas áreas en las que había tenido un rol preponderante ya sea por medio de la producción por parte de las empresas estatales o la asistencia a través de los servicios públicos. Por otra parte se promulgaba la “libertad de mercado”, lo cual implicaba lisa y llanamente la apertura financiera y comercial, así como la promoción de la inversión extranjera bajo el argumento de la importancia del ingreso de capitales extranjeros para la reactivación de nuestra economía. Desde lo político: Nuestro país no estaba en condiciones objetivas ni subjetivas para enfrentar el embate que el Neoliberalismo tenía preparado. Los dos gobiernos del Dr. Carlos Saúl Menem, no fueron otra cosa que el cumplimiento estricto de las conocidas “recetas del F.M.I.”. Perdimos la totalidad de las empresas nacionales, los cierres de fábricas y los despidos masivos de obreros, tallaron una nueva marca en la subjetividad argentina. La implementación de este modelo solo podía ser factible con la cooptación del peronismo y los dirigentes sindicales, por parte de los sectores del poder y el medio que posibilitaba esta cooptación fue la corrupción. Las banderas del liberalismo en cuanto a “Libertad e Igualdad”, estaban en su máxima expresión y nuevamente la “Fraternidad” bajo su expresión filantrópica, se sustenta como principio para la atención de “lo social”. Desde los Organismos Internacionales la preocupación se dirigía hacia los pobres de los países en -supuestamente- desarrollo, y la necesidad de elaborar políticas tendientes a la protección de esta población pobre durante el tiempo del “ajuste”. Surge lo que se denominó “Ajuste con Rostro Humano“ o “capitalismo social”, consistente en fundaciones y organismo de caridad que “ayudan“ a los pobres y menesterosos, a los discapacitados y enfermos (retornando la categorías o denominaciones dadas a los sujetos durante la estrategia confesional), bajo la consigna de la “responsabilidad social”. Como rasgo definitorio podría mencionarse que la política social para este período fue el desmembramiento social, trasladándole a la Sociedad Civil esta responsabilidad social, así como la descentralización y la valoración de lo regional; las políticas fueron para pobres sin hacer hincapié en la distribución de la riqueza. La intervención social a partir de 1990: Hacia 1990 se inician los cambios sustantivos en la intervención social de la mano de la aplicación explícita de las políticas neoliberales. Este giro se fundamenta en las transformaciones en el orden internacional como modo necesario de incorporar al país a la órbita del primer mundo. Las críticas al estado benefactor (ineficacia, burocracia excesiva, falta de transparencia en el manejo de fondos de las políticas sociales) se compatibilizan con la vuelta al mercado como único instrumento capaz de resolver las necesidades. De este modo el estado debía intervenir en la pobreza extrema con políticas puntuales que permitiera a estos sectores incorporarse al mercado. Es en este período donde se pueden apreciar claramente las características de la intervención social definidas anteriormente Desde los sectores gremiales estatales y algunas organizaciones gremiales que habían tomado cierto protagonismo en esta década (como la de camioneros), comienzan a realizarse las denuncias al modelo y el reclamo no solo por las condiciones salariales, sino por la destrucción de aquellos áreas que otrora fueran pilares para la construcción del país, tales como educación y salud. Como ejemplo 8 podemos tomar la lucha de la CTERA (Confederación de Trabajadores de la Educación de la Rca. Argentina), cristalizada en dos de sus máximas expresiones de lucha: la Marcha Blanca por la Educación y la Carpa Blanca. Período 2000-2002: Estallido social El esquema de las políticas neoliberales, con los fundamentos y características apuntadas hasta aquí no lograron revertir la cuestión social de nuestro país, en todo caso resultaron ineficaces, apuntalando aún más la fragmentación social. Este modelo económico y político hace eclosión hacia fines del año 2001, donde el aceleramiento de las crisis financiera derivó en la movilización social masiva en sendas jornadas violentas del 19 y 20 de diciembre de ese año y la consecuente caída del gobierno del presidente De La Rúa seguida de la inestabilidad institucional corporizada en la asunción y demisión consecutiva de cinco presidentes designados por Asamblea Legislativa. Finalmente Eduardo Duhalde culminará el período presidencial inconcluso. Las medidas tomadas en ese contexto (sustitución de la ley de convertibilidad por una fuerte y brusca devaluación del peso y la conversión de los créditos y deudas en dólares a moneda local entre otras) profundizaron en un muy corto plazo el deterioro económico y social de la mayoría de los argentinos. En este escenario, recorrido una vez más por movilizaciones populares y expresiones de rechazo a la política en general, sólo se implementan programas que intentan mantener “la paz social” (Plan Jefe y jefa de hogar, Programa Familia, y algunos orientados a lo alimentario como el Programa de Alimentación Familiar), todos ellos insuficientes, para dar respuesta a la generalización de la pobreza. La pobreza se encuentra marcada por la desigualdad “el crecimiento de las desigualdades fue un motor de la explosión de la pobreza que llevó a que a fines del 2002 el 58% de la población estaba por debajo de la línea de pobreza. Ese elevado porcentaje representa un desafío abierto de enorme magnitud para el país.”11 Ingreso ciudadano Estos procesos políticos y sociales mencionados anteriormente, como expresiones de la cuestión social de finales de siglo, y las intervenciones pergeñadas en consecuencia, configuran un marco posible para cimentar el debate sobre el ingreso básico o renta básica que implica un reconocimiento a todo ciudadano del derecho a disponer de un ingreso mínimo, fundado en una red de inclusión y seguridad social, delimitando una política de estado que confrontan tanto con las políticas sociales del Estado proteccionista como con las del Estado neoliberal. Este debate es propugnado por organizaciones partidarias, sociales y sindicales con el objetivo de la construcción participativa de un modelo de políticas sociales de carácter universal basada en el derecho al ejercicio pleno de la ciudadanía. En la ciudad de Paraná, se lleva a cabo la primera experiencia en el país, a través de la implementación del INCINIPA ( Ingreso Ciudadano de la Niñez de Paraná), impulsada por organizaciones locales sindicales, partidarias, vecinalistas, asambleas barriales, Facultades, colegios profesionales, que mediante la utilización de instrumentos participativos vigentes, (Ordenanza de Iniciativa Popular) recolectan firmas y el proyecto de ordenanza de INCINIPA, se aprueba y se 11 KLIKSBERG, Bernardo (2005), Desigualdades. En “La Gaceta de Económicas”. FCE. UBA. Bs.As. Octubre. 9 ejecuta desde mayo del año 2003 hasta su derogación en Septiembre de 2004, en que a instancias del nuevo gobierno local se deroga.Período 2003-2007: Continuidades y rupturas Caracterizado por una nueva elección democrática, asume la presidencia el Dr. Kirchner, en cuyo gobierno podemos rescatar la política dada en relación a los derechos humanos, particularmente el apoyo brindado para el juicio y castigo de los culpables del genocidio sucedido en la dictadura militar, y también desde lo discursivo la posibilidad de mayor protagonismo por parte del estado respecto de la protección social hacia los ciudadanos. De todas maneras, la intervención social desde el Estado mantiene la estructura de las políticas sociales focalizadas, definidas y financiadas desde los organismos internacionales, así como la fuerte presencia de las asociaciones civiles en las respuestas a los problemas sociales. Existe un abanico de planes y programas de diferentes jurisdicciones (nacional, provincial y municipal) que llevan a la superposición de recursos que no dan respuesta a la situación de pobreza de la población. La idea de "integralidad", referida a la necesidad de articular la política social da cuenta de la fragmentación instalada en la intervención social. El modelo neoliberal que fragmentó la demanda al brindar respuestas fragmentadas, hoy intenta "integrar" lo que fragmentó. Solo que se suman algunos aspectos más para considerar. En primer lugar, es necesario poder comprender qué población somos hoy, culturalmente hablando. Hubo un proceso de des-subjetivación y resubjetivación producido por el modo de intervención social que tuvo consecuencias concretas en nuestra población y que es imperioso conocer para poder definir políticas públicas sustentadas en la consideración del sujeto en cuanto sujeto de derecho. De hecho esta posibilidad de pensarse en cuanto sujeto de derecho y no como "beneficiario de" es uno de los indicadores respecto de ese proceso de re-subjetivación. Y cuando hablamos de este tema, es decir, de qué población somos hoy, nos referimos también a los políticos y profesionales que están a cargo de la definición e implementación de estas políticas sociales focalizadas. Otro aspecto a considerar, tan importante como el anterior es la decisión de redistribución de la riqueza nacional, ya que el respeto por los derechos humanos y la consideración de la dignidad de los sujetos, solo es posible cuando existe una redistribución de la riqueza, lo cual no se está cumpliendo acorde a las diferencias existentes entre el ingreso de los sectores de mayor remuneración y los de menor remuneración. Así como los presupuestos destinados a las áreas de educación y salud, que si bien han sido incrementados, dicho incremento no se visualiza en la prestación de los servicios en cuanto recurso y calidad, sumado al deterioro que el personal de estas áreas, profesionales o no, han sufrido respecto de su formación. 10