Europa Desde 1945

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Historia de Europa Oxford Historia de Europa Oxford Editor de la colección: T. C. W. Blanning Editor de la colección: T. C. W. Blanning PLAN DE LA OBRA: La Grecia clásica (publicado) Robin Osborne Europa desde 1945 Los romanos (pub!. prevista: 2004) La alta Edad Media (pub!. prevista: 2004) Rosamond McKitterick Edición de Mary Fulbrook El eenit de la Edad Media (publ. prevista: 2004) DavidPower La baja Edad Media (pub!. prevista: 2003) Maleolm Vale El siglo XVI Traducción castellana de [oan L1uís Riera (pub!. prevista: 2003) Evan Cameron El siglo XVII (pub!. prevista: 2003) Joseph Bergin El siglo XVIII (publ. prevista: 2002) T. C. W. Blanning El siglo XIX (publ. prevista: 2002) T. C. W. Blanning Europa 1900-1945 (pub!. prevista: 2002) Julian[ackson Europa desde 1945 (publicado) Mary Fulbrook CRÍTICA Barcelona ÜXFüRD VNIVERSITY PRESS Prefacio del editor de la colección Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes,la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos. © Oxford University Press 2001 Europasince 1945 was originally published in Bnglish in 2001. This translation is published by arrangement with Oxford University Press. Europadesde 1945 se publicó originalmente en inglés en 2001. Esta traducción se publica por acuerdo con Oxford University Press. © 2002 de la traducción castellana para España y América: EDITORIAL CRITICA, S. L. Provenlfa, 260 08008 Barcelona e-mail: editorialé'ed-critica.es http://www.ed-critica.es ISBN: 84-8432-308-0 Depósito legal: B. 3556-2002 Impreso en España 2002. _A & M Orafic, S. L., Santa Perpetua de Mogoda (Barcelona) Escribir una historia general de Europa es una tarea que presenta muchos problemas, pero lo más dificil, sin duda, es conciliar la profundidad del análisis con la amplitud del enfoque. Todavía no ha nacido el historiador capaz de escribir con la misma autoridad sobre todas las regiones del continente y sobre todos sus variados aspectos. Hasta ahora, se ha tendido a adoptar una de las dos soluciones siguientes: o bien un único investigador ha intentado realizar la investigación en solitario, ofreciendo una perspectiva decididamente personal del periodo en cuestión, o bien se ha reunido a un equipo de expertos para que redacten lo que, en el fondo, es más bien una antología. La primera opción brinda una perspectiva coherente, pero su cobertura resulta desigual; en el segundo caso, se sacrifica la unidad en nombre de la especialización. Esta nueva serie parte de la convicción de que es este segundo camino el que presenta menos inconvenientes y que, además, sus defectos pueden ser contrarrestados, cuando menos en gran parte, mediante una estrecha cooperación entre los diversos colaboradores, así como la supervisión y encauzamiento del director del volumen. De esta forma, todos los colaboradores de cada uno de los volúmenes han leído el resto de capítulos, han analizado conjuntamente los posibles solapamientos u omisiones y han reescrito de nuevo sus aportaciones, en un ejercicio verdaderamente colectivo. Para reforzar aún más la coherencia general, el editor de cada volumen ha escrito una introducción y una conclusión, entrelazando los diferentes hilos para formar una sola trenza. En este ejercicio, la brevedad de todos los volúmenes ha representado una ventaja: la necesaria concisión ha obligado a centrarse en las cuestiones más relevantes de cada periodo. No se ha hecho el esfuerzo, por tanto, de cubrir todos los ángulos de cada uno de los temas en cada uno de los países; lo que sí les ofrecemos en este volumen es un camino para adentrarse, con brevedad, pero con rigor y profundidad, en los diferentes periodos de la historia de Europa y sus aspectos más esenciales. T. C. W. Blanning Sidney SussexCollege Cambridge 6 Relaciones internacionales y de seguridad en Europa Klaus Larres Hasta 1989-90, la historia de Europa desde 1945 se caracterizó por la división del continente en dos bloques enfrentados dominados el uno por los Estados Unidos de América y el otro por la Unión Soviética. Muy pocos países europeos lograron mantenerse realmente neutrales. Durante estas cuatro décadas y media la historia de Europa Occidental se fue hilvanando con cuatro hilos diferentes pero fuertemente entrelazados: la guerra fría, el movimiento de integración europea, la relación transatlántica entre Europa Occidental y Estados Unidos, y el control autoritario ejercido por la URSS sobre la Europa del Este. Hasta el fin de la guerra fría y la disolución de la Unión Soviética en diciembre de 19911a5 naciones de Europa del Este no pudieron participar en el proceso de integración europea ni en las relaciones transatlánticas. Además, por lo que respecta a la guerra fria, casi nunca tuvieron otra elección que ser espectadores pasivos y leales partidarios de la URSS. También la relación entre los paises de Europa Occidental y los poderosos Estados Unidos de América tenía su parte de inquebrantable lealtad. Pero la posición hegemónica de Washington en Europa Occidental era de una naturaleza cualitativamente muy distinta de la del imperio ganado coercitivamente por Moscú en el Este del continente. El continente europeo tenía en común que todos sus países se vieron involuntariamente expuestos a ingentes sacrificios económicos, financieros y político-culturales que impusieron en el mundo la guerra fría en ge- RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 205 neral y el conflicto entre superpotencias en particular. Sin duda fueron las naciones del Este las que soportaron el peso de los sacrificios más severos. Durante la guerra fría la calidad y cantidad de producción industrial y, por consiguiente, la calidad de vida se mantuvieron terriblemente bajas en naciones como Bulgaria, Rumanía y Albania, las más pobres de todas) pero también en Polonia, Checoslovaquia! y Hungría. Estos países no se encontraban en posición de competir con los milagros económicos que caracterizaron el desarrollo de los años cincuenta y sesenta en Alemania Occidental, países del Benelux, Francia, Gran Bretaña, Escandinavia e Italia. Además) en los años setenta y ochenta España, Portugal y Grecia, y más tarde Irlanda en los noventa, experimentaron también sus propios «milagros económicos». En particular, Alemania Occidental prosperó durante toda la era de posguerra y logró integrarse plenamente en el mundo occidental. La Alemania del Este tuvo que pagar por la solución temporal al problema alemán: la división del país realizada entre 1945 y 1949. Sólo desde la caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989 se ha producido una cierta convergencia en el continente europeo. Los países de Europa Occidental y Oriental han comenzado a reconectarse gradualmente entre sí y a descubrir su herencia europea común. Este capítulo trata de las experiencias de la Europa Occidental y Oriental durante la guerra fría antes de pasar a analizar el desarrollo de una Europa cada vez más integrada desde 1990 que) paradójicamente, parece caracterizarse por un entusiasta multilateralismo y) al mismo tiempo) un deseo de unidad. El capítulo se organiza en varias secciones temáticas. Comienza con una breve mirada al papel de la ideología en la historia de Europa. Luego se presta atención al concepto de año cero y a la importancia del problema alemán en la Europa post-1945. Le síguen varias partes donde se analiza el desarrollo de la Europa Occidental y Oriental durante la guerra fria. La última sección se dedica al desarrollo de la integración europea y de las instituciones europeas comunes desde principios de los años cincuenta hasta finales de los noventa. 1 El1 de enero de 1993 la República Socialista Checoeslovaca (Checoslovaquia) se disolvió para ser reemplazada por dos estados soberanos (enlazados por una unión arancelaria y comercial): la República Eslovaca y la más próspera República Checa, con el antiguo escritor de teatro y disidente Vaclav Havel como presidente. 206 EUROPA DESDE 1945 Factores ideológicos de la historia de la Europa de posguerra Los cuatro factores que presidieron el desarrollo de buena parte del continente entre 1945 y 1990 (la guerra fria, la integración europea, las relaciones transatlánticas y el dominio político de la Unión Soviética sobre la Europa del Este) tenían dimensiones políticas, militares y económicas, además de ideológicas. Todas ellas, en un momento ti otro, dieron pie a graves disputas entre los países implicados y, a causa de una serie de acontecimientos y desarrollos únicos (generalmente económicos o militares), fueron causa de numerosas crisis políticas, bien que de intensidad muy variable. Un aspecto a menudo pasado por alto en el desarrollo de la Europa de la posguerra, el ideológico, es quizá el más polémico. Por ejemplo, durante la segunda mitad del siglo xx, visiones del mundo radicalmente diferentes tuvieron una gran influencia sobre los debates acerca de los propósitos y objetivos de la integración europea. Los países de Europa Occidental se hallaban marcadamente divididos entre federalistas (presentes en su mayor parte en Alemania, los países del Benelux, Italia y, hasta cierto punto, Francia), que abogaban por el desarrollo de una Europa cada vez más integrada tanto en términos económicos como políticos, y los funcionalistas, más euroescépticos y pragmáticos, que predominaban en Gran Bretaña y los países escandinavos. Los primeros se inclinaban por el desarrollo de instituciones supranacionales y por la pérdida gradual de soberanía de cada una de las naciones estado implicadas en el proceso. Los funcionalistas tendían a creer que la integración europea debía limitarse a la creación de un mercado económico único, sin las dimensiones políticas, de seguridad y monetarias. Así pues, veía en la integración algo deseable únicamente en relación con un número limitado de áreas claramente definidas (por ejemplo, las industrias del carbón y el acero en los años cincuenta, y la agricultura en décadas posteriores). En su opinión, mantener la soberanía nacional y la independencia era fundamental para el bienestar de cada una de las naciones estado europeas. La cuestión ideológica desempeñó asimismo un importante papel con respecto a la dimensión económica (libre comercio) de las relaciones transatlánticas. Durante buena parte del período post-1945, la política de muchos países europeos occidentales, en particular Italia, Francia y Ale- RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 207 mania Occidental, estuvo presidida por fuertes creencias democristianas y socialdemocráticas en los valores de una economía de mercado social y regulada, en la economía keynesiana y en el estado del bienestar. Habían de vérselas con una filosofía muy distinta en Estados Unidos, donde durante la mayor parte del período de posguerra predominó la doctrina del libre comercio, que contemplaba la eliminación de tarifas proteccionistas y restricciones monetarias y abogaba por el desarrollo de una economía de mercado libre de toda inhibición con un fuerte énfasis en la economía de oferta. Otro importante factor semi-ideológico de desacuerdo entre Washington y muchos países de Europa Occidental durante la era post-1945 tenía que ver con la OTAN, con la estrategia militar de la comunidad atlántica y con la exclusión de Europa de las decisiones sobre armamento nuclear. Lasestrategias de la OTAN estuvieron presididas por el pensamiento americano de «represalia en masa» y, posteriormente, por la no mucho más discreta política de «respuesta flexible». En Europa se tenía la impresión de que, detrás de estas estrategias se hallaban dos enojosas obsesiones americanas: las tentaciones de Washington de guarecerse en el aislacionismo con su continua consideración de una retirada o reducción sustancial de su presencia militar en el continente europeo, y la aparente disposición de Estados Unidos a recurrir a un primer uso de las armas nucleares en una guerra con la Unión Soviética sin consultar previamente a sus aliados europeos. Se temía, pues, que cualquier conflicto menor pudiera intensificarse rápidamente hasta convertirse en una contienda nuclear y, en el proceso, llevar a la destrucción de una buena parte de Europa. No obstante, esta tensión ideológica en las relaciones transatlánticas estuvo intercalada con preocupaciones político-económicas de naturaleza más pragmática. Los europeos dependían fuertemente de la protección que les ofrecía la seguridad nuclear americana. Además, por razones presupuestarias y con respecto a la opinión pública nacional, nunca estuvieron en posición de gastar tanto dinero en fuerzas convencionales como los expertos militares occidentales creían necesarios para rechazar cualquier ataque a Europa Occidental sin haber de recurrir a la guerra nuclear. Los políticos y los escritores sobre el tema nos han presentado a menudo la guerra fría como un enfrentamiento de poder político y corno una prueba de voluntad entre Este y Oeste. Este es el carácter que ha marcado los debates académicos entre ortodoxos, revisionistas y postrevisionistas sobre el origen de la guerra fría y las responsabilidades al 208 EUROPA DESDE 1945 respecto." Se solía restar importancia a la ideología en favor de la primacía del poder político y la seguridad, de acuerdo con lo promulgado por las teorías realistas y neorrealistas de las relaciones internacionales." Además, el mundo occidental sólo atribuía motivos ideológicos siniestros para la guerra fria al marxismo-leninismo de inspiración soviética y a su doctrina expansionista y su ambición por exportar el comunismo internacional al resto del mundo. Pero la Unión Soviética no era la única que se guiaba por un fuerte impulso doctrinario; también lo hacía Estados Unidos. De hecho, ambos países se esforzaron por ampliar sus mutuamente exclusivos sistemas nacionales. Pero los Estados Unidos sólo ejercieron su liderazgo hegemónico sobre los países de Europa Occidental con el consentimiento de éstos. El así llamado «imperio por invitación» se basaba en gran medida en los principios de la democracia participativa." Las frecuentes violaciones de estos principios, las demandas de los europeos occidentales de una mayor co-determinación, la «arrogancia de poden> de los Estados Unidos, la retórica recargada en favor del consumo público) y tantos otros problemas no llevaron a un cuestionamiento serio y duradero de la presencia americana en Europa Occidental. Prácticamente el único político notorio que renegó del liderazgo hegemónico americano en Europa Occidental fue el presidente francés Charles de Gaulle. Los europeos occidentales nunca hubieron de renunciar a su voz y voto en sus propios asuntos, por bien que en materia de seguridad algunos países (Italia, Alemania Occidental) estuvieron muy cerca. En cambio, parece que durante todo el período post-1945, Europa Occidental consiguió influir en la política americana, no sólo política y económica, sino incluso militar, en grado considerable." Además, desde un buen principio y de acuerdo con el modelo de su pro- 2 Véase G. Lundestad, «Moralism, Presentism, Bxceptionalism, Provincialism, and Other Extravagances in American Writings on the Early Cold War Years», Diplomatic History, 13 (1989), 527-45; M. P. Leffier, «New Approaches, Old Interpretations, and Prospective Reconfiguratíons», Diplomatic History, 19 (1995), 173-96. 3 Véase H. J. Morgenthau, Politics amongNations: 111e Struggle forPower andPeace, 6 a ed. (Nueva York:Knopf, 1985); R.O. Keohane (ed.),Neorealism and itsCritics (Nueva York:1986); R. O. Keohane y J. S. Nye, Power and Interdependence, z- ed. (Glenview, Ill., 1989). 4 G. Lundestad, «Empire by Invitatlon! The United States and Western Europe, 19451952»), Journal ofPeace Research, 23 (I986), 263-77. 5 J. G. Ikenberry, «Rethinkíng the Originsof American Hegemony», Political Science Quarterly, 104 (1989), 375-400; T. Risse-Kappen, Cooperation amongDemocracies: The European Infiuence on USForeign Policy (Princeton: Princeton University Press, 1995). RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 209 pia experiencia nacional, los Estados Unidos se convirtieron en un entusiasta partidario de la creación de unos Estados Unidos de Europa caracterizados por una estabilidad política, por la construcción de unas sólidas fuerzas militares y por la creación de un ingente mercado común listo para absorber la producción americana." Aunque no se tratase de una empresa enteramente altruista, el imperio informal de los Estados Unidos sobre Europa Occidental fue cualitativamente muy distinto del imperio mucho más directamente controlado de la Unión Soviética en Europa del Este, más claramente empujado por fuertes motivaciones anti-occidentales de naturaleza tanto ideológica como política y de poder. El año cero y la importancia del problema alemán A pesar del importante punto de inflexión en la política mundial que representa el fin de la Segunda Guerra Mundial y el lanzamiento de las bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945, no parece sensato considerar a 1945 como el año cero. Aunque la guerra fría, el domino de la Unión Soviética sobre Europa del Este, la integración europea y las relaciones transatlánticas comenzaron mayormente durante los años que siguieron al fin de la Segunda Guerra Mundial, todos estos hilos históricos independientes de la historia europea de posguerra estaban profundamente enraizados en el pasado de Europa. La guerra fría tuvo sus raíces en el conflicto Este-Oeste que comenzó con la revolución bolchevique de 1917 y la intervención aliada en la guerra civil rusa. Pese al acercamiento entre la OTAN y Rusia durante los años noventa (por ejemplo, el acuerdo de «Partnership for Peace» de 1995 y el convenio de cooperación política de 1997), los serios desacuerdos con Rusia y, sobre todo, con China, durante la guerra de Kosovo de 1999 (y después) indican que el conflicto Este-Oeste probablemente no haya llegado a su fin. Además, los rusos se sienten profundamente decepcionados por el fracaso del capitalismo occidental al estilo laissez-iaire a la hora de reformar drásticamente la economía de su país, y culpan de ello sobre todo a occidente. Tampoco se tomó bien Moscú la ampliación de la OTAN hacia el 6 G. Lundestad, (Empim' by Integration: The United States and European lntegration, 1945-1997 (Oxford: Oxford University Press, 1998). 210 EUROPA DESDE 1945 Este en abril de 1999 con la admisión de varios antiguos miembros del Pacto de Varsovia (Polonia, Hungría y República Checa). La intención de admitir antiguas partes de la Unión Soviética en la OTAN, como los estados Bálticos, el «extranjero cercano» de Rusia, se recibe como algo si cabe más humillante, amén de un grave riesgo potencial para la seguridad nacional de Rusia. El movimiento post-1945 para la integración europea se encarna sobre todo en los esfuerzos que tras la Primera Guerra Mundial realizó el primer ministro francés Aristide Briand por unificar Europa a fin de minimizar el peligro potencial que representaba Alemania y evitar otra guerra de gran envergadura. La integración se cimentaba intelectualmente en la Unión Pan-Europea del Conde Coudenhove-Kalergi y, durante la guerra, en la visión de Altiero Spinelli de una federación europea. Al acabar la Segunda Guerra Mundial estas ideas eran muy influyentes, conjuntamente con la exhortaciones del economista francés [ean Monnet y del político belga Paul- Henri Spaak al establecimiento de una unidad federal europea. Este era también el objetivo del trabajo de organizaciones como la Liga Europea del belga Paul van Zealand, la Unión de Europeos Federalistas, con base en Francia, y el Movimiento por una Europa Unida, fundado con la ayuda de Winston Churchill en 1947. De igual modo, las raíces de las relaciones transatlánticas crecieron al amparo de la participación americana en los asuntos europeos durante los años de entreguerras. Mientras que los tres gobiernos americanos de aquella década demostraron fuertes convicciones aislacionistas con respecto a su participación en la política y seguridad internacionales, no fue así con relación a la economía internacional. Por ejemplo, los bancos americanos proporcionaron créditos y préstamos a los necesitados países europeos (especialmente Alemania) para ayudarles a reconstruir sus economías. Además, en nombre del gobierno central de Washington, los banqueros americanos tuvieron una especial influencia como mediadores entre la República de Weimar y los Aliados de la Primera Guerra Mundial para alcanzar un acuerdo sobre las indemnizaciones alemanas (por ejemplo, los Planes de Dawes y de Young). La llamada «relación especial» anglo-americana, una parte integral de las relaciones transatlánticas contemporáneas, tuvo su origen en la decisiva participación americana en la Primera y, sobre todo en la Segunda Guerra Mundial y en la buena, bien que no siempre armoniosa, relación entre Franklin D. Roosevelt y Winston Churchill. Por consiguiente, no faltaban imágenes y recuerdos del pasado que pudieran influenciar fuertemente la política en la Europa post-1945. Hasta RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 211 cierto punto, las percepciones subjetivas y las interpretaciones preferidas del pasado fueron responsables de la construcción de un cierto marco para el futuro del continente europeo y de las relaciones bilaterales y multilaterales dentro de Europa. Por ejemplo, no fue hasta los años ochenta y noventa que la fuerte creencia general en la importancia de respetar la plena soberanía de la nación estado comenzó a dar muestras de debilitarse en Europa Occidental, aunque no así en Europa del Este y en el mundo eslavo. En particular, durante el período inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial, les resultaba muy difícil a las autoridades decisorias salirse de los carninas trillados del pensamiento. Esto se aplicaba sobre todo a los muchos problemas que necesitaban ser resueltos con respecto al futuro de Alemania. Después de todo, los Aliados Occidentales siempre fueron conscientes del fracaso del tratado de paz de Versalles para la reintegración pacífica de Alemania en la comunidad de naciones tras la Primera Guerra Mundial. Tras el colapso del Reich de Hitler y la rendición incondicional de Alemania el 8 de mayo de 1945, los problemas de administración, gobierno y reconstrucción económica de este país centroeuropeo, junto con la desnazificación y reeducación del pueblo alemán eran algunas de las tareas más apremiantes. Además, era necesario abordar el problema de la tradicional enemistad entre Francia y Alemania, que tres humillantes invasiones alemanas de Francia en un plazo de setenta años no habían hecho más que alimentar. La influencia del comunismo sobre los estados inestables y económicamente devastados de la Europa continental (sobre todo Alemania, Francia, Italia y Grecia) además del llamado complejo Rapallo preocupaban también a los Aliados. Este último tenia sus raíces en el totalmente inesperado Tratado de Rapallo y en el comienzo de la cooperación anti-occidental entre Alemania y la Unión Soviética que culminó en el Pacto Hitler-Stalin de 1939.7 En la base de toda esta inquietud estaba la enormidad del territorio y la población de Alemania, así como su potencial económico e industrial, con sus centros tradicionales de producción de carbón y acero en los Valles del Ruhr y del Saar. Era esencial abordar la cuestión de la conveniencia (que defendieron con fuerza los franceses hasta 1947-8) de reducir el 7 K. Lacres, «Germany and the West: The «Rapallo Pactor» in German Foreign Poliey from the 1950s to the 1990s», en K. Iarres y P. Panayi (eds.), The Federal Republic of Germany since 1949; Poíitics, Society and Economy before and after Unification (Londres: Longmn, 1996). 212 RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA EUROPA DESDE 1945 país a un tamaño más manejable e incluso convertirlo en un gran estado agrícola (como defendía el Plan Morgenthau firmado por Roosevelt y Churchill en 1944). Sin embargo, pronto se reconocieron las consecuencias económicas potencialmente negativas de estas políticas para los vecinos de Alemania. Existía asimismo un claro peligro de que el caos económico y el descontento nacional con la administración independiente de cuatro zonas de ocupación organizadas de forma muy distinta tuviera consecuencias desastrosas. Claramente, no podía descartarse que el país pudiera caer una vez más víctima de un movimiento político extremista, bien fuera desde la derecha, bien desde la izquierda, como parecía más probable dadas las actividades de Moscú. Al fin y al cabo, en 1945 el Ejército Rojo había ocupado Alemania, incluida la capital, Berlín, hasta el Elbe, y la ocupación soviética no 'daba muestras de querer establecer instituciones democráticas en Alemania Oriental y abandonar, llegado el momento, su zona de ocupación. El papel central de Alemania en el continente europeo la convertía en la única nación llamada a desempeñar un importante papel en los cuatro hilos con que se había de tejer el futuro de Europa: la guerra fría, la integración europea, las relaciones transatlánticas y la esfera de influencia del Kremlin en la Europa del Este y, en particular, su control de Alemania Oriental. Gran Bretaña, en cambio, se había quedado relegada a un papel de influencia en la guerra fría (especialmente durante los primeros diez o quince años) y en las relaciones transatlánticas (especialmente en los años sesenta) y en la integración europea. Francia y Alemania Occidental, juntamente con Italia y los países del Benelux, forman el núcleo de seis países que estableció la Comunidad Económica Europea (CEE) en 19571958. Las cuatro últimas naciones únicamente han tenido una influencia internacional destacable en el marco del proceso de integración europea. Lo mismo se aplica en buena medida a los países del sur y norte de Europa. No obstante, Portugal y España todavía tenían (y tienen) cierta influencia en América Latina y en sus antiguas colonias. G;ecia, con su turbulenta historia económica y política durante la posguerra (régimen militar de 1967 a 1974) y su participación en el conflicto de Chipre con Turquía, estuvo también fuera de la política dominante en Europa Occidental hasta 1974. Si bien Turquía (y Grecia) pasó en 1952 a ser miembro de la OTAN, sus graves violaciones de los derechos humanos (especialmente con respecto a la cuestión kurda en el norte) han mantenido en suspenso su solicitud de integración en la Comunidad Europea, que-este país presentó ya en 1964. 213 La guerra fría y la seguridad europea Hasta cierto punto está justificado caracterizar la guerra fría y el mundo en gran medida bilateral de 1945-1990 como un período de «paz duradera»." Sin embargo, esta calificación hace oídos sordos a las numerosas guerras que tuvieron lugar (Corea, Vietnam y los muchos conflictos por poderes que se desarrollaron en países en vías de desarrollo). También parece restar importancia a los inmensos sacrificios humanos, económicos y socioculturales realizados por toda la comunidad internacional, y en particular por el mundo comunista y envías de desarrollo. Hablar de una «paz duradera» parece sólo apropiado para referirse a la guerra fria en Europa. Después de todo, la guerra no volvió al continente europeo hasta los largos conflictos de Bosnia (1992-5) y Kosovo (1999) en la antigua Yugoslavia.Aun así, incluso durante los años de la guerra fría, la paz en Europa se vio seriamente perturbada por las despiadadas intervenciones militares del Kremlin para atajar los levantamientos anti-soviéticos en Alemania del Este (1953), Hungría (1956) y Checoslovaquia (1969). Además, la imposición de la ley marcial en Polonia en diciembre de 1981 (hasta julio de 1983) posíblemente haya evitado otra aplicación de la Doctrina de Breznev por parte de Moscú según se articuló en 1968: la invasión por el Ejército Rojo de un país considerado como parte de la esfera de influencia de la URSS en Europa del Este. En lugar de una «paz duradera» quizás sea más adecuado hablar de una incómoda estabilidad forzada en el continente europeo durante la guerra fría. La guerra fría en Europa se puede dividir en tres fases: primero, el período de transición, ocupación y años iniciales de la guerra fría entre 1945 y 1953; segundo, los intentos de cooperación pacifica y la renovada guerra fría entre 1953, el año de la muerte de Stalin, y finales de los años sesenta; y, por último, el comienzo gradual de un período de distensión a principios de los setenta, un nuevo período de alta tensión a principios de los ochenta, y el fin de la guerra fría en 1990-1. 8 J. L. Gaddis, TheLongPeace: Inquiries into theHistory af the Cold War (Nueva York: Ox- ford University Press, 1987). 214 EUROPA DESDE 1945 RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 215 Al acabar la Segunda Guerra Mundial, la reconstrucción del continente europeo y la esperanza en la cooperación continuada entre occidente y la Unión Soviética dominaron la política europea. Hubo también algunos fuertes movimientos de bases (especialmente en Italia, Bélgica y Países Bajos) orientados a conseguir una Europa federal unida a fin de impedir que se repitieran los horrores del pasado, en la creencia de que, si Europa continuaba estando dominada por estados hostiles y competitivos, tendría tendencia a sucumbir de nuevo en un gran conflicto. Sin embargo, ni la cooperación entre Este y Oeste ni la integración europea tuvieron inicialmente mucho éxito. En el período inmediatamente posterior al final de la Segunda Guerra Mundial el sueño de la creación de una Europa unida condujo únicamente a poner en práctica la ya de antiguo proyectada unión aduanera (desde 1944) entre Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo que entró en vigor en enero de 1948 (Benelux). Los países escandinavos establecieron un Consejo Nórdico de carácter consultivo en 1951, y tomaron en consideración la unión de sus aduanas en 1954. Otras actividades no trascendieron su naturaleza simbólica. Por ejemplo, la gran convención en La Haya en 1948, en la que participaron Churchill y otros grandes estadistas, no logró absolutamente nada, aunque atrajo una gran atención al abogar por unos Estados Unidos de Europa que contemplaran la reintegración de la derrotada Alemania en la comunidad de naciones. El establecimiento del Consejo de Europa en Estrasburgo en mayo de 1949 tampoco dio como resultado ningún paso hacia la integración económica o política de Europa. La Organización para la Cooperación Económica Europa (OCEE, renombrada OCDE en 1960) fue asimismo incapaz de contribuir a la unidad del continente europeo." La OCEE se estableció en 1949 en respuesta al anuncio del secretario de estado norteamericano George Marshall, en su discurso en la Universidad de Harvard en junio de 1947, del Programa de Recuperación Europea. Enormemente beneficioso para la reconstrucción económica de Europa Occidental, fue también crucial para socavar la tentación de Italia, Grecia y la inestable Cuarta República Francesa de acercarse al dominio comunista. No obstante, e! Plan Marshal1 y la OCEE condujeron a una polarización política aún más acusada del continente europeo. De forma no completamente insospechada, en una conferencia de ministros de exteriores realizada en París a finales de junio y principios de julio de 1947 el ministro de asuntos exteriores soviético, Molotov, rechazó airadamente las condiciones económicas liberal-capitalistas impuestas por los Estados Unidos para la participación de los paises europeos en el Plan Marchan. Stalin prohibió estrictamente a Polonia y Checoslovaquia que persistieran en su gran interés por participar en la conferencia de dieciséis naciones que habia de tener lugar en París de julio a septiembre de 1947 y que había sido convocada para organizar el Programa de Recuperación Económica que generosamente financiaban los Estados Unidos. 10 En Europa del Este, se ventilaron en 1947-8 los planes para la unión entre Yugoslavia y Bulgaria y entre Yugoslavia y Albania, pero no hallaron el favor de Stalin. En su lugar, el dictador soviético centró sus esfuerzos en consolidar toda la Europa del Este bajo el tutelaje soviético por medio de la renovación o establecimiento de tratados de asistencia mutua entre Moscú y los estados de Europa de! Este. En enero de 1949 este desarrollo culminó en la creación de Consejo para la Asistencia Económica Mutua (Comecon) entre la URSS, Polonia, la República Checoeslovaca, Hungría, Bulgaria y Rumania. El conflicto entre Stalin y el independiente líder de Yugoslavia, Tito, llevó al boicot económico del país y a su no-inclusión en el Comecon. También se puso :fina los tratados bilaterales entre países del bloque del Este. Aunque Stalin había insistido en anexionar los estados bálticos y el este de Polonia durante la Segunda Guerra Mundial, después de 1945 no anexionó ningún otro estado vecino como Finlandia, que consiguió mantener su independencia en delicado equilibrio. En conjunto, la cooperación económica en la Europa del Este se inclinaba fuertemente hacia las necesidades de reforma agraria de la Unión Soviética y hacia el interés de Moscú en favorecer la industria pesada y de maquinaria y una economía centralmente planificada. Esto a menudo se saldó en desventaja para las naciones de Europa del Este. Se prestó muy 9 Los miembros eran Alemania Occidental, Austria, los países del Benelux, Dinamarca, Francia, Grecia, Irlanda, Islandia, Italia, Noruega, Portugal, el Reino Unido, Suecia, Suiza y Turquía, desde octubre de 1949; los Estados Unidos y Canadá se convirtieron en miembros asociados en 1950. to M. Hagan, TheMarshall Plan: America, Britain, and theReconstruction of El/TOpe (Cambridge: Cambridge University Press, 1987); A. Milward, The Reconstruction of Western Europe, 1945-1951 (Berkeley: University of California Press, 1984); véase también A. Milward, ~. En 1962-3, una vez De Gaulle hubo conseguido apaciguar su sangrienta guerra en el Norte de África retirándose y accediendo a la independencia de Argelia, y una vez hubo desarrollado la capacidad nuclear francesa, comenzó a defender activamente sus propios planes para Europa: una Europa liderada por los franceses que fuera independiente de los Estados Unidos y cimentada en acuerdos bilaterales con Alemania Occidental. De Gaulle estaba convencido de que si la Europa continental conseguía organizarse a sí misma y organizar cabalmente sus recursos, podía llegar a desafiar la hegemonía americana y soviética en el continente europeo y eventualmente superar el conflicto Este-Oeste. Esto explica por qué en enero de 1963 De Gaulle vetó la solicitud de entrada de Gran Bretaña en la CEE. No estaba dispuesto a permitir que Londres socavara su estrategia europea con su «relación especial» con los Estados Unidos. Veían en Gran Bretaña a un caballo de Troya americano y, en consecuencia, objetaba al ingreso de Gran Bretaña en la CEE. De Gaulle veía en el tratado bilateral franco-alemán de 1963 un paso adelante hacia una tercera vía, liderada por Francia, para la política mundial. Pero la decepción no tardó en llegar. No sólo insistió el parlamento de Alemania Occidental en añadir un preámbulo al tratado en el que se hacía hincapié en los estrechos vínculos que unían la RFA con los Estados Unidos y con la Alianza Atlántica, sino que el sucesor de Adenauer, Ludwig Erhard, era un atlantista convencido. Resultó imposible empujar a Bonn a escoger entre Washington y París en favor del último. Además, de Gaulle estaba cada vez más irritado con la cada vez más obvia preferencia de los americanos a tratar con la Unión Soviética bilateralmente y a desestimar a los europeos -incluso a los dos países europeos con armamento nuclear. La crisis de los misiles de Cuba, las negociaciones de las prohibiciones de pruebas nucleares, la nueva «estrategia de respuesta flexíble» que los Estados Unidos gradualmente desarrollaban e imponían a RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 233 la OTAN/ 1 así como la desacertada política americana en Vietnam, fueron todas puestas en práctica sin consultar para nada con los europeos, lo que contribuyó no poco al resentimiento de De Gaulle.A mediados de los años sesenta, cuando ya se había dado cuenta de la futilidad de intentar alejar a Bonn de Washington, De Gaulle comenzó a desarrollar una nueva estrategia para aumentar la independencia de Francia en la política mundial. Ya entre 1960 y 1965 había comenzado a retirar unidades militares francesas de los ejercicios militares de la OTAN y, a mediados de 1966, el presidente francés decidió retirar completamente a su país del mando militar integrado de la OTAN, aislándolo así deliberadamente. Más importante, y estrechamente vinculada a su estrategia con la OTAN, fue la decisión de De Gaulle de emprender una Ostpolitik {epolítica para el Este»] a lafrancaise. Confiaba en que, a la larga, esta política condujera a un mundo menos bipolar, que fortaleciera a Francia económicamente y le propinara un papel de mediador en el conflicto entre Este y Oeste. A principios de 1964 Francia reconoció diplomáticamente a China. En 1965 el ministro de asuntos exteriores soviético Grornyko visitó París. En 1966 el mismísimo De Gaulle realizó una fructífera visita de estado a Moscú, que fue correspondida al año siguiente, cuando el jefe de estado soviético Kosygin vino a París. La Guerra de los Seis Días en Oriente Medio en junio de 1967 encontró a los franceses del lado de Europa del Este, Moscú y los estados árabes, mientras que la mayoría de los países europeos occidentales (ente ellos la RFA) y los Estados Unidos apoyaban a Israel. Para entonces De Gaulle había comenzado ya a firmar tratados comerciales con todos los países de Europa del Este con la excepción de la RDA. En vista de las sensibilidades de Alemania Occidental, De Gaulle rehusó reconocer la RDA. Continuó cortejando políticamente a Alemania Occidental cuado en Bonn gobernaba la Gran Coalición (1966-9). En ocasiones el presidente francés todavía confiaba en debilitar la estrecha relación entre Alemania Occidental y los Estados Unidos. Obviamente había subestimado hasta qué punto Bonn confiaba en su relación con Washington en lo concerniente a su seguridad exterior, su bienestar 21 Esto significaba, en esencia, que la OTAN utilizaría primero armamento convencional, luego armamento nuclear de alcance medio (las llamas armas nucleares de campo de batalla), antes de emprender una guerra nuclear total contra un ataque soviético a Europa Occidental. Para una sólida revisión del tema, puede consultarse B. Heuser, «The Development ofNATO's Nuclear Strategy», Contemporary European History, 4 (1995), 37-66. 234 EUROPA DESDE 1945 RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 235 económico y la situación de Berlín. El presidente francés llegó incluso a declarar repetidas veces que su concepto de una «casa común europea» incluía la reunificación de Alemania con la conclició~ de que Bonn aceptara la línea Oder-Neisse y prometiera no obtener nunca armamento nuclear." Esta estrategia gozaba al parecer de dos ventajas para De Gaulle. Indicaba a la Alemania Occidental que si no defería a la política pan-europea de De Gaulle, éste podía reconocer a la RDA y con ello socavar definitivamente las aspiraciones de Bonn de unificación y su pretensión de hablar por la nación alemana entera. Asimismo, mantenía la política de Bonn con Europa del Este bajo control francés, ya que impedía cualquier acción que no hubiera sido consentida previamente por Francia. Al fm y al cabo, si Bonn emprendía su propia Ostpolitik podía esperarse que condujera a un aumento de la influencia política y económica de Alemania Occidental en Europa del Este. Además, las frecuentes declaraciones públicas de De Gaulle con referencia al derecho de los alemanes a reunificarse fijaban la atención de Europa del Este (y especialmente de Polonia) en las posibles aspiraciones revanchistas de Bonn. De este modo, se dirigirían a Francia para compensar las ambiciones de Alemania Occidental. París confiaba en que esto impidiera que surgieran vínculos independientes entre Alemania Occidental y las naciones de Europa del Este y, por ende, cualquier política que pudiera desafiar las aspiraciones francesas a liderar Europa. Sin embargo, cuando en 1968 tanto la administración americana como la Gran Coalición en Bonn emprendieron una política más activa con Europa del Este, la Ostpolitik francesa se paralizó. Había varias razones para ello. Tanto los Estados Unidos como Alemania Occidental eran, tanto económica como política y estratégicamente, consortes más interesantes para Moscú que París. Como remate, los acontecimientos casi revolucionarios acaecidos en París en mayo de 1968 socavaron fundamentalmente la reputación de De Gaulle y de sus estrategias políticas. La Doctrina Breznev y la invasión soviética de la República Checoeslovaca en agosto de 1968, así como la deposición del régimen comunista liberal dirigido por Alexander Dubéek, pusieron un fin abrupto a cualquier esperanza de que la Unión Soviética estuviera dispuesta a tolerar algún grado de independencia en Europa Oriental. Esto llevó a De Gaulle a cuestionar su propia Ostpolitik. Al fin y al cabo, el principal objetivo de su política en Europa del Este había sido la superación de la divisoria Este-Oeste y la creación de Aunque en su conjunto la Ostpolitik de De Gaulle debe verse como un fracaso, al parecer su ejemplo tuvo un efecto estimulador sobre los políticos de Bonn, que se movía con mucha más cautela que la «Grand Nation». De mediados a finales de los años sesenta Alemania Occidental parecía inclinarse por la eliminación de la cada vez más anticuada Doctrina Hallstein. Bonn se fue dando cuenta de que los rígidos aspectos políticos y legales de la estrategia tradicional de Adenauer con Europa del Este, la «política de la fuerza», era contraproducente. Pero Bonn todavía no estaba preparada para seguir la declaración de los paises del Pacto de Varsovia de 1967 según la cual Alemania Occidental debía reconocer a la RDA antes de que se pudiera producir un acercamiento entre el Este y el Oeste. Sin embargo, algunos de los principales políticos de Alemania Occidental se dieron cuenta de que la unificación sólo era posible en el marco de un acuerdo de ámbito europeo. En este contexto Francia y los Estados Unidos habían de ser partícipes en la apertura de Alemania Occidental a Europa del Este. Por consiguiente, los politicos de Alemania Occidental no estaban en 22 De Gaulle no excluía la posibilidad de que Bonn pudiera participar en la decisión sobre el uso del armamento nuclear por las grandes potencias, Francia incluida. 23 A. Stent, Prom Embargo to Ostpolitik: The Political Economy ofWest' German-Soviet Reíations, 1955-1980 (Cambridge: Cambridge University Press, 1981), 155. una Europa guiada por Francia y en gran medida libre de la influencia de las dos superpotencias. La invasión dejaba claro que, en Moscú, Francia y las estrategias de De Gaulle nunca se habían considerado tan importantes. Asimismo, desde la invasión soviética de Praga en 1968, la URSS se había mostrado más decidida que nunca a «llegar a un acuerdo con Occidente para el reconocimiento de la legitimidad de la influencia soviética en Europa del Este que minimizara la probabilidad de una nueva Checoslovaquia»." Esto, sin embargo, no se refería tanto a un acuerdo con Francia como con Washington y Bonn. En los últimos meses de su presidencia, De Gaulle comenzó a dar señales de estar dispuesto a considerar cierta coordinación de las fuerzas nucleares de Francia y de la OTAN, y a admitir la entrada de Gran Bretaña en la CEE. Esta política de acercamiento a Gran Bretaña con el fin de utilizar a este país como contrapeso a una Alemania Occidental cada día más segura de sí misma y económicamente más fuerte continuaría, aunque en un grado menor, con el sucesor de De Gaulle, Georges Pompidou. Ostpolitik y el fin de la guerra fría EUROPA DESDE 1945 posición de elegir entre Paris y Washington, como De Gaulle les había instado a hacer. Comprendieron siempre que debían mantener buenas relaciones con estos dos países, así como con los otros países europeos.- El problema era que los políticos de Alemania Occidental tenían que hacerse más flexibles e independientes, pero evitando provocar con ello la sospecha en Estados Unidos y Europa Occidental de que Bonn estaba poniéndose de parte de Moscú y Europa del Este. A este respecto, los alemanes occidentales eran afortunados (e inspirados) por el hecho de que su Ostpolitik correspondiese con el inicio de un período general de distensión gradual de las superpotencias desde el advenimiento de la administración de Nixon en Washington a principios de 1969. La Ostpolitik fue seguida enérgicamente por el gobierno social-democrática-liberal del canciller Willy Brandt (1969-74), y condujo a la firma de tratados con la URSS (agosto 1970) y Polonia (diciembre 1970). Su política contribuyó asimismo al Acuerdo de Berlín entre las cuatro potencias aliadas (diciembre 1971-junio 1972) qne resolvió la situación de crisis permanente que rodeaba a Berlín. Clarificó la posición según la cual las potencias occidentales tenían derecho a retener sus fuerzas militares en el Berlín Occidental y que el Berlín Occidental estaba estrechamente vinculado a Alemania Occidental, aunque constitucionahnente se mantenía como una entidad separada. Por encima de todo, la Ostpolitik dio como fruto el Tratado Básico entre los dos estados alemanes (diciembre 1972).24 La importancia de los tratados con Moscú, Varsovia y Berlín Oriental consistía en que Alemania Occidental aceptaba ahora las fronteras de posguerra en Europa, entre ellas la frontera entre las dos Alemanias, así como la línea Oder- Naisse como frontera entre Alemania y Polonia. Con ello, Alemania Occidental renunciaba defacto (aunque no dejure, lo que habría de aguardar hasta 1990) a los territorios perdidos durante la Segunda Guerra Mundial. También aceptaba a la RDA como un segundo estado alemán legítimo y reconocía, por tanto, la división de Alemania, aunque manteniendo la ambición de lograr una unificación pacífica en el futuro." W. Brandt, My Lifein Politics (Nueva York: viking, 1992), 154-241, No obstante, la RFA no reconoció la soberanía del estado de Alemania Oriental con respecto a cuestiones como las fronteras de la RDA, la ciudadanía, la reunificación y la pertenencia a organizaciones internacionales. Bonn deseaba preservar la noción de una «relación especial» entre Bonn y Berlín Este y la existencia de «una nación alemana» pero dos estados alemanes. Por ello, Bono y Berlín Este no intercambiaron embajadores, sino representantes permanentes. RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 237 Con estos drásticos cambios de política, el gobierno de Bonn siguió las necesidades de la cambiante situación internacional, así como los deseos de sus aliados occidentales y los países de Europa Oriental. Se creía que la resolución de la cuestión alemana y la aceptación de las fronteras europeas de la posguerra darian pie a una más intensa cooperación política y económica entre Europa Occidental y Oriental. Y, en efecto, los vinculas comerciales en Europa se expandieron enormemente desde principios de los años setenta. La serie de tratados bilaterales inspirados por la Ostpolitik concluyó cuando Bonn firmó un tratado de reconciliación con Checoslovaquia en diciembre de 1973. Desde entonces, la Ostpolitik pasó a estar integrada en el proceso general de distensión de las superpotencias y las negociaciones de desarme que habían comenzado tímidamente durante los años setenta. Su primer logro fue la firma del primer Tratado para la Limitación de Armas Estratégicas (SALT 1) el 26 de mayo de 1972, durante la visita a Moscú del presidente Nixon. En noviembre de ese mismo año comenzaron en firme las conversaciones para una conferencia sobre seguridad y cooperación en Europa (CSCE), que dieron como resultado una serie de reuniones entre 1973 y 1975 que concluyeron con la importante conferencia de Helsinki de julio-agosto de 1975. 26 Los Acuerdos de Helsinki fueron firmados el 1 de agosto de 1975 por treinta y cinco paises europeos además de los Estados Unidos y Canadá. Solamente Enver Hoxha, el líder comunista de línea dura y pro-maoista de Albania, rehusó firmar el tratado. A causa de la situación de pobreza y las inclinaciones pro-chinas de Albania, Hoxha había dejado el Comecon en 1961 yel Pacto de Varsovia en 1968. El establecimiento del CSCE fue un avance extremadamente importante. Hasta el fin de la guerra fría fue el único foro que reunía regularmente a todos los estados europeos, comunistas o capitalistas, además de los Estados Unidos y Canadá." En conjunto, los Acuerdos de Helsinki facilitaron una drástica disminución de las tensiones entre Este y Oeste. Por ello, fueron muy criticadas por muchas fuerzas ardientemente anti-comunistas tanto en los Estados Unidos corno en Europa Occidental. Después de todo, Moscú había obtenido Z4 25 26 Véase A. Heraclides, Security and Co-operatian in Butope: The Human Dimension, 1972-1992 (Londres: Frank Cass, 1993). 27 Belgrado 1977-8, Madrid 1980-3, Viena 1986-9 y Helsinki 1992, cuando la CSCE con sus cincuenta y tres miembros fue reformada y pasó a ser una agencia de las Naciones Unidas. EUROPA DESDE 1945 aquello por lo que había luchado desde los años cincuenta: el reconocimiento de las fronteras de posguerra en Europa tal como resultaron de la Segunda Guerra Mundial y, con ello, la legitimación de su esfera de influencia en Europa del Este. A cambio, la Unión Soviética y todos sus países satélite se comprometieron a intensificar la cooperación entre Este y Oeste. Mediante la firma de la Cesta III de los Acnerdos de Berlín, acordaron también prestar una mayor atención al respeto de los derechos humanos en Europa del Este (incluido el derecho a viajar y la libertad de expresión política y religiosa). En el curso de los años setenta y ochenta, los Acuerdos de Berlín estimularon la constitución de un número cada vez mayor de movimientos disidentes en la URSS y en mnchos países de Europa del Este (especialmente en la RDA, Polonia, Hungría, y la República Checoeslovaca). Juntamente con el estancamiento económico en Europa del Este, la Ostpolitik y la CSCE contribuyeron a un ánimo general de descontento e insatisfacción con el status quo de la Europa Oriental. Todavía se discute en la bibliografía académica si Helsinkí y la Ostpolitik desempeñaron algún papel en el desencadenamiento de las llamadas «revoluciones de terciopelo» de Europa del Este de 1989-90 o si, en cambio, ayudaron a consolidar y por tanto prolongar el imperio de la Unión Soviética en Europa. Lo que sí parece claro es que la Ostpolitiky Helsinki tuvieron a la larga un considerable efecto indirecto sobre la auto-liberación de los países de Europa del Este; ayudaron al menos a acelerar los desarrollos que culminaron en los acontecimientos de 1989-90. A corto plazo, en cambio, los resultados fueron decepcionantes. Por ejemplo, grupos humanitarios como la Carta Checoslovaca 77 intentaron que el gobierno de Praga refrendara con hechos los Acuerdos de Helsinki, pero sus miembros fueron a menudo perseguidos y encarcelados por sus actividades. Lo mismo ocurrió en Polonia y en la RDA. En respuesta a las protestas de los países occidentales, la Unión Soviética insistió en que era ilegal que occidente interfiriera en los asuntos internos de Europa del Este. La disposición de Washington a principios de los años setenta de emprender un período de distensión con la Unión Soviética y de acceder, ante las peticiones de los europeos, a una relajación de la guerra fría, estuvo fuertemente influenciada por los problemas económicos y financieros de los Estados Unidos. Algunos comentaristas comenzaron a hablar de una relativa decadencia americana y del fin del siglo de América. Así quedó compendiado cuando Nixon puso fin en 1971 al sistema económico de Bretton Woods de 1944 con la repentina suspensión de la convertibili- RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 239 dad del dólar con el oro, lo que tuvo como consecuencia el cambio libre de las monedas internacionales y la devaluación del dólar. Al mismo tiempo, el presidente impuso una tarifa protectora del diez por ciento sobre todos los bienes importados. Estas medidas fueron dictadas única y exclusivamente por las necesidades económicas nacionales de los Estados Unidos, sin tener en cuenta las posibles consecuencias económicas negativas para sus aliados europeos. Los problemas de América se debían en gran medida al coste de la Guerra de Vietnam, a la carga persistente de la financiación de los programas nacionales de la «gran sociedad» de los años sesenta, y a la relativa sobrevaluación del dólar, que ayudaba a las exportaciones europeas y japonesas. La imposición en la CE de contingentes, controles sobre el cambio y licencias de importación para los bienes procedentes de otros países, así como la proteccionista política agraria común (PAC) de la Comunidad, inaugurada en 1966, contribuyeron al creciente déficit presupuestario de los Estados Unidos. Este país no sólo había acumulado un considerable déficit de la balanza de pagos, sino que, desde 1971 y por primera vez desde 1883, tenía también un considerable déficit comercial además de problemas inflacionarios, aumento del desempleo y salarios casi congelados, y la posición del dólar, la principal moneda de reserva del mundo, se estaba debilitando. La situación no tardó en empeorar en el ominoso clima económico internacional que siguió a la Guerra Árabe-Israelí de octubre de 1973, que condujo a la imposición de un embargo del petróleo árabe en la mayoría de los países occidentales y, en consecuencia, a un aumento global del precio del petróleo. Washington y los europeos necesitaban adaptarse a la nueva situación, que debía incluir un grado mucho mayor de cooperación mutua en igualdad de condiciones. Pese a la competencia económica y la enorme ira que se desató, por ejemplo, tras la decisión del secretario de estado americano, Henry Kissinger, de declarar 1973 como Año de Europa sin haber consultado antes a los propios europeos, en conjunto Washington y Europa Occidental se las arreglaron, aunque no sin grandes dificultades, para resolver sus diferencias. En última instancia, los Estados Unidos no tuvieron más elección que aceptar la emancipación de Europa Occidental del tutelaje americano. Desde mediados a finales de los años setenta comenzó a notarse que los países de Europa Occidental y Oriental comenzaban a divergir gradual y cautamente de las politicas seguidas por sus patrones en Washington y Moscú. Con la perspectiva que no da la historia parece que las naciones europeas fueron recuperando gradualmente su identidad europea común 240 EUROPA DESDE 1945 y se hicieron más conscientes de sus intereses compartidos en los asuntos mundiales. De hecho, cuanto mayores eran sus respectivas dificultades con Washington y Moscú, más unidos estaban los países europeos. A mediados de los años setenta podían observarse graves problemas en la cooperación entre las superpotencias. Por ejemplo, las extensas conversaciones MBFR (Redncción Mutua y Equilibrada de Fuerzas) sobre control de armas que tuvieron lugar en Ginebra y Viena después de 1973 y las negociaciones del SALT II durante la administración Carter comportaron grandes dificultades para las relaciones Este-Oeste. Además, el fortalecimiento del movimiento neo-conservador americano en los años setenta parecía presagiar una nueva fase hostil en la guerra fria. La opinión pública europea y muchos políticos de Europa Occidental rehusaron cooperar. Pero el creciente consenso en los Estados Unidos de que la Unión Soviética estaba en realidad intentando conseguir una superioridad militar y nuclear a socapa de los acuerdos de reducción de armas comenzó gradualmente a preocupar también a algunos países europeos de la OTAN como Alemania Occidental y Gran Bretaña. Con el tiempo condujo a la decisión de la OTAN de rearme «a dos vías» de diciembre de 1979. Se trataba de un intento de negociar con Moscú para conseguir la reducción e incluso eliminación de los misiles SS-20 de alcance medio del Kremlin que apuntaban a Europa Occidental. Si esto resultara inviable, como en efecto ocurrió, se desplegaría armamento americano equivalente, misiles de crucero y misiles pershing, en territorio de Europa Occidental, sobre todo en Alemania Occidental. Pero la opinión pública europea criticó acremente esta decisión. En Bonn contribuyó a la caída del gobierno de Schmidt y a su sustitución por el gobierno de centro-derecha de Helmut Kohl de 1982. Causó también numerosas revueltas populares en Francia e Italia y condujo al rápido desarrollo de un movimiento pacifista europeo. Éste último benefició sobre todo a los nuevos partidos verdes pacifistas, ambientalistas e izquierdistas de Europa Occidental, que eran especialmente fuertes en la RFA, Francia y los países del Benelux. La creciente oleada de eurocomunismo que afectaba al sur de Europa (en particular a Italia, Francia y España) desde mediados de los años setenta preocupaba también a los Estados Unidos mucho más que a los europeos. A pesar de la independencia de Moscú de los eurocomunistas y de su ambición de democratizar sus estructuras de partido, Washington temía que la OTAN no pudiera sobrevivir a los desarrollos internacionales de los años setenta. Después de todo, Grecia se retiró de la OTAN en 1974 a la vista de la actitud ambigua de los paises occidentales frente a RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 24 ' la invasión turca de la isla de Chipre tras el golpe de estado suscitado por Grecia. El régimen militar gobernante en Atenas confiaba en poder unir Chipre con Grecia y mejorar así su deteriorada popularidad nacional. Además, existía la posibilidad de que los comunistas lograran carteras de ministro en países como Italia, Francia, la España post-franquista, y el inestable y revolucionario Portugal. Hasta 1974 y 1975, estos dos últimos habían sido todavía estados autocráticos dominados por gobiernos fascistas. También podían observarse serios desacuerdos entre Washington y sus aliados acerca de la relajada actitud de los europeos occidentales hacia las diferencias en Estados Unidos y la Unión Soviética sobre las guerras civiles por poderes de Angola y Etiopía-Somalia de mediados de los años setenta. Lo mismo se aplicaba a la invasión soviética de Afganistán en diciembre de 1979, que preocupó a los europeos mucho menos que a los Estados Unidos. La elite política americana estaba embargada cada vez más por un ardiente anti-comunismo que culminó con la elección del presidente Reagan a finales de los ochenta. Reagan, como ya antes que él [immy Carter durante los dos últimos años de su presidencia, no dudó en volver a las recias actitudes de la guerra fría de los años cincuenta y principios de los sesenta, aunque Washington por regla general obvió consultar o incluso informar a sus aliados europeos. Los europeos occidentales juzgaron que eran ellos los que más tenían que perder con una vuelta a la guerra fría. Por ello, se propusieron continuar con la distensión en Europa. Para consternación de Washington, el presidente francés Giscard d'Estaing llegó incluso a visitar al envejecido Breznez en Moscú en mayo de 1980 para atemperar la crisis de Afganistan. Al mismo tiempo, cada vez con más frecuencia el gobierno polaco, guiado por los soviéticos, intentaba aplacar con mano dura las manifestaciones y huelgas convocadas por el sindicato Solidaridad con motivo de la falta de alimentos. También el gobierno de Alemania Oriental comenzó a aplicar mano dura contra la proliferación de movimientos disidentes en la RDA. Sin embargo, los cancilleres de Alemania Occidental Schmidt y Kohl estaban tremendamente interesados en seguir estrechando lazos políticos y comerciales con las elites gobernantes del Berlín Este y de Varsovia. A excepción de la primera ministra británica, Margaret Thatcher, muchos gobiernos de Europa Occidental rechazaron también el consejo americano de criticar abiertamente las violaciones de los derechos humanos en el bloque Este, acabar con acuerdos económicos como la ayuda para la construcción de un oleoducto y gasoducto de Siberia a Europa Occidental, y emprender programas de rearme. EUROPA DESDE 1945 Estas diferencias de opinión entre la mayoría de países de Europa Occidental y Estados Unidos se fundamentaban sobre todo en visiones políticas del mundo muy distintas. Muchos políticos americanos creían en una más o menos burda estrategia de «percha y zanahoria», En Europa se creía que, pese a todas las actividades reprensibles de los gobiernos de Moscú y Europa del Este, no había más alternativa que mantener las conversaciones con estas administraciones a fin de mejorar al conjunto de gentes de Europa del Este a largo plazo. Por consiguiente, el boicot americano a los Juegos Olímpicos de 1980 en Moscú no halló eco más que en unos pocos países de Europa Occidental, entre ellos Alemania Occidental, que se sentía especialmente vulnerable a los disgustos americanos. De hecho, la fuerte tensión entre los países de Europa Occidental y los Estados Unidos con respecto a los sacrificios económicos y políticos que Washington esperaba para castigar las desviaciones de la Unión Soviética de la distensión y de Helsinki contribuyó al desarrollo de una identidad europea. De buen seguro contribuyó a dar nuevo aliento a los esfuerzos por construir una Europa Occidental cada vez más estrechamente integrada e independiente. En 1984 hubo intentos de revivir la moribunda UEO como brazo militar de un Europa unida. A mediados de los años ochenta parecía que Europa Occidental estaba cambiando de opinión respecto a la invitación que había ofrecido a los Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial de asumir el liderazgo de la mitad occidental del continente europeo. Asimismo, en Europa del Este se desarrolló durante los años ochenta una política un tanto más independiente. Los gobiernos de, sobre todo, Alemania Oriental, Hungría y Rumanía demostraron un deseo cada vez más ferviente de intensificar sus lazos económicos y comerciales con Europa Occidental. Esto no parecía necesario únicamente para rescatar las profundamente afectadas economías de estos países. Se pretendía también, especialmente en el caso de la RDA, apaciguar a los disidentes políticos, cada vez más abiertamente críticos, con más lazos culturales entre Este y Oeste. Sin embargo, la mayoría de las veces, los ciudadanos disidentes eran encarcelados o, en el caso de Alemania Oriental, «alentados» a emigrar a Alemania Occidental. La helada atmósfera de las relaciones Este-Oeste cambió gradualmente durante el segundo mandato de Reagan cuando Mijail Gorbachov, el último líder de la Unión Soviética, llegó al poder en 1985. No obstante, acontecimientos como las diversas cumbres entre Reagan y Gorbachov de 1986-8 que condujeron a drásticos tratados de reducción de armas fueron un asunto entre superpotencias. Los gobiernos europeos tanto del Este RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 243 como del Oeste fueron poco más que espectadores pasivos. Además, no sólo Moscú, sino también Washington seguían demostrando una absoluta falta de interés por consultar con sus aliados en Europa. De hecho, hasta mediados-finales de 1989, los políticos de Europa Occidental como Margaret Thatcher en Londres y Helmut Kohl en Bonn estaban profundamente preocupados por los acuerdos americano-soviéticos de reducción de armas nucleares (como, por ejemplo, el acuerdo INF [Fuerzas Nucleares de Alcance Medio] de diciembre de 1987). Estos acuerdos pa· recían garantizar la seguridad del continente americano, pero ofrecían muchas menos ventajas para Europa. Además, hacía aún más cuestionable que hasta entonces la estrategia de «respuesta flexible» de la OTAN. Pese a la retirada voluntaria ordenada por Gorbachov de una parte de las tropas soviéticas destacadas en Hungría y otros países de Europa del Este en la primavera y verano de 1989, los europeos se encontraron todavía enfrentados a la abrumadora superioridad de fuerza militares convencionales de la Unión Soviética. No faltaban tampoco suspicacias en Europa del Este. Por ejemplo, durante un encuentro entre los líderes de los países del Pacto de Varsovia en Bucarest en julio de 1989, Gorbachov recibió fuertes críticas por no haber intervenido contra los regímenes reformistas de Polonia y Hungría. En particular, el líder de Alemania Oriental, Erich Honecker, el presidente Checolovaco Gustav Husak, el de Rumanía, Nicolae Ceausescu, y el presidente búlgaro Todor Zhivkov, no estaban preparados para adoptar un curso más liberal y reformista. En Hungría ya se había tomado este rumbo con el desarrollo de un sistema multipartidista de inspiración democrática en enero de 1989. A principios de mayo el país comenzó incluso a desmantelar los controles fronterizos con Austria, lo que permitió a un número aún mayor de alemanes orientales escapar a la RFAa través de Hungría, lo que socavaba gravemente el gobierno de Honecker. El gobierno polaco de laruzelski había iniciado conversaciones de mesa redonda con el líder de Solidaridad Lech Wale§a y con la iglesia católica en febrero de 1989. Llegado el mes de abril se habían acordado ya importantes reformas políticas y económicas, entre ellas la constitución de un sistema multipartidista. En agosto de 1989 las elecciones libres que habían tenido lugar en junio condujeron al nombramiento de un líder de Solidaridad, Tadeusz Mazowiecki, como primer ministro, la primera vez que este cargo era ocupado por un político no comunista en un país de la esfera de influencia soviética en Europa del Este. El énfasis de Gorbachov en una «casa común europea» y sus frecuentes comentarios de que veía a Europa como un continente con una 244 EUROPA DESDE 1945 identidad cultural e histórica unida fueron intentos de tranquilizar a los europeos acerca de la naturaleza pacífica de su política. No obstante, estas ideas y sus tremendamente populares visitas a Bonn, Berlín Este) Londres y París a mediados de 1989, durante las cuales defendió su visión europea) no lograron disolver las sospechas que embargaban a buena parte de Europa Occidental respecto a las intenciones de la Unión Soviética. La situación s6lo se aclaró cuando Moscú aceptó las revoluciones populares acaecidas en todos los países de Europa del Este en 1989 y principios de 1990. Tal como Gorbachov había prometido cuando rescindió públicamente la Doctrina Brezhnev en su discurso ante las Naciones Unidas de diciembre de 1988, no intervino militarmente para impedir la caída de los regímenes comunistas de Polonia, Hungría, la República Checoeslovaca, Bulgaria, Rumanía y Albania. Los estados que conformaban la URSS eran otra cuestión. Gorbachov envió tropas a Lituania en marzo de 1990 (aunque pronto las retiró de nuevo) para impedir la secesión del país de la URSS después de que tuvieran lugar las primeras elecciones libres de la historia de -la Unión Soviética, que se saldaron con la elección del presidente no comunista Vytautas Landsbergis. A principios de 1990, tras cierta oposición inicial, el Krernlin accedió incluso a renunciar al país que había sido una de sus posesiones más florecientes y apreciadas durante la guerra fría: Alemania Oriental. El acontecimiento decisivo, en gran parte por razones simbólicas, fue la repentina e inesperada apertura del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989. Poco después, Gorbachov y el nuevo presidente americano Bush declararon el fin de la guerra fría durante una cumbre bilateral celebrada en la costa de Malta en diciembre de 1989. El año 1990 vio el establecimiento de gobiernos elegidos democráticamente en la mayoría de los países de Europa del Este. En octubre de 1990 Alemania fue reunificada, y para diciembre de 1991 ya se habla disuelto la Unión Soviética. En el Kremlin Gorbachov fue reemplazado por Boris Yeltsin corno Presidente de Rusia. Yeltsin dirigió también la débilmente organizada Comunidad de Estados Independientes (CE!) de antiguos estados soviéticos, la mayoría de los cuales eran ya naciones soberanas, entre ellas Ucrania, Azerbaijan, Armenia, Moldavia y Bielorrusia. Georgia y los tres estados bálticos (Estonia, Letonia y Lituania) se convirtieron en estados plenamente soberanos e independientes y no se unieron al CE!. No obstante, parecía claro que no habían sido los gobiernos europeos, sino las gentes europeas, los que habían desencadenados estos drásticos desarrollos. Solamente a lo largo de 1990-1 lograron los gobiernos europeos electos reafirmar su control de la política europea. RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 245 La integración de Europa: del plan Schuman a los años noventa El deseo de integrar la Europa Occidental después de la Segunda Guerra Mundial estaba motivado principalmente por la necesidad de impedir otra guerra en Europa. Para esto era necesario incitar un acercamiento duradero e irreversible entre Francia y Alemania, los dos estados más grandes y económicamente potentes del continente. Un motivo secundario era facilitar una rápida recuperación económica de Europa de las devastadoras consecuencias de la Segunda Guerra Mundial. Además, en los años setenta y ochenta la rápida globalización de la producción y el comercio mundiales hacía imperativa una coordinación cada vez más estrecha de las políticas económicas, financieras y comerciales si las naciones europeas querían seguir siendo internacionalmente competitivas. Esto se aplicaba en particular a los estados europeos menores o económicamente más débiles, es decir, todos menos Alemania, el motor económico de la Comunidad Europea. Durante la mayor parte del período de posguerra la RFAfue la tercera nación en volumen de comercio después de los Estados Unidos. Aunque el país pronto se convirtió en el principal contribuyente neto a la economía de la CE, los alemanes occidentales recibían también considerables beneficios económicos de su pertenencia a la CE. Además, los gobiernos y las gentes de Alemania se mantenían unidos a la CE por razones políticas. El legado nazi del país aconsejaba que los gobiernos demostraran su honradez y fiabilidad mediante su lealtad a la CE (ya la OTAN). Sólo durante principios y mediados de los años noventa pudo notarse un cierto euroescepticismo en la Alemania unida. No obstante, esta actitud más crítica hacia la integración europea era compartida por la mayoría de los otros países europeos en los años noventa, lo que condujo, por ejemplo, a que la participación en las elecciones europeas de junio de 1999 fuera muy baja. No obstante, durante la mayor parte de la historia de la integración europea hubo siempre mucho escepticismo acerca de su valor inherente y de las perspectivas de éxito económico y politico de esta política. La primera organización europea común fue la Comunidad Europea del Carbón y el Acero (CECA) que, como el nombre indica, creó un mercado común para el carbón y el acero entre los países del Benelux, Italia, Francia y Alemania Occidental. La ambiciosa política fue anunciada por el ministro de asuntos exteriores francés Robert Schuman a principios EUROPA DESDE 1945 de mayo 'de 1950. De acuerdo con Schuman, la CECA había de ser una organización supranacional gobernada por una alta autoridad cuyos miembros habían de ser independientes en relación con sus gobiernos nacionales y con las industrias del carbón y el acero de cada uno de los países. A instancias de los países del Benelux (especialmente los holandeses) existiría también un tribunal de apelaciones, una (bastante débil) asamblea parlamentaria y un consejo de ministros con una fuerte autoridad para controlar el proceso de toma de decisiones de la alta autoridad. Uno de los motivos que había detrás de la CECA era que los franceses anticipaban que pronto tendría lugar una inmensa expansión de la producción de las industrias alemanas del carbón y el acero que podía amenazar la recuperación de la propia industria francesa del carbón y el acero. Por tanto, la CECA se fundó por razones de competencia industrial pero, lo que es más importante, también para controlar la capacidad bélica de Alemania. Era necesario integrar la industria alemana del carbón yel acero -las industrias consideradas esenciales para sostener una guerra -a fin de impedir cualquier aumento de la producción alemana de carbón y acerode cara a un rearme. Además,la CECAtambién tenía la misión de coordinar precios, productividad, inversiones y relaciones industriales, y de tomar decisiones respecto a las tarifas externas de la Comunidad y a las políticas generales de cárteles y de competencia. Todas estas cuestiones eran al principio motivo de disputas, y al final fue la presión ejercida por los Estados Unidos lo que ayudó a resolver los graves conflictos entre los miembros de la CECA.Así, tras enconadas negociaciones, el Plan Schuman fue firmado en abril de 1951 y [ean Monnet se convirtió en su primer presidente (hasta 1955). En retrospectiva, la CECA fue el primer paso hacia una Europa federal y fue decisiva para el desarrollo de buenas relaciones franco-alemanas. Los británicos no participaron en la CECA. Con su floreciente y entonces muy productiva industria del carbón y el acero, Gran Bretaña no se vio inclinada a participar en una asociación con las mucho más débiles industrias de los países de la Europa continental. También fueron factores importantes las cuestiones de soberanía nacional, la importancia de la Commonwealth, y el escepticismo respecto al éxito potencial del Plan Schuman. Londres estaba especialmente enfurecido porque los franceses esperaban que Gran Bretaña firmara el principio de una alta autoridad supranacional antes de las negociaciones y no al acabar las conversaciones. Londres concluyó que los franceses no teman ningún deseo de que Gran Bretaña participara en la CECA. No obstante, en di- RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 247 ciembre de 1954 Gran Bretaña se convirtió en un miembro asociado de la CECA. A pesar del revés que supuso para la integración europea el fracaso de la CED en agosto de 1954 (véase más arriba), sólo unos pocos meses más tarde surgieron dos nuevas propuestas para estimular el proceso de integración. La propuesta del ministro de asuntos exteriores holandés Beyen giraba en torno a una unión arancelaria con una sustancial reducción de las tarifas externas; deseaba evitar que simplemente se establecieran acuerdos bilaterales de comercio entre países europeos. La sugerencia del ministro de exteriores belga Spaak se basaba en realizar avances sectoriales hacia la integración europea centrándose primero en la energía atómica. En vista del agotamiento del petróleo, un recurso energético no renovable, anunciado para un futuro cercano, la energía nuclear se consideraba vital para asegurar el bienestar del mundo industrializado. Secretamente, Francia también confiaba en desarrollar armamento nuclear para aumentar así su influencia global. Las dos propuestas enfrentadas se sometieron a examen en la reunión del consejo de ministros de la CECA en Messina en junio de 1955.Pero los ministros estaban claramente divididos. Además, incluso dentro de cada uno de los gobiernos nacionales existían graves desacuerdos sobre qué camino seguir. Por consiguiente, los ministros decidieron deferir las cuestiones a un grupo de estudio presidido por Spaak que pronto destacó por las acres disputas entre sus delegados. Los británicos participaron en las discusiones del grupo de estudio, pero estaban representados únicamente por un oficial de poco rango. Una vez más, el Reino Unido no estaba dispuesto a ofrecer un firme compromiso con los resultados de las negociaciones. Gran Bretaña fracasó además a la hora de defender la alternativa de una área de libre comercio entre los estados miembros de la aCEE. En consecuencia, Londres no tardó en poner fin a su participación en las conversaciones, esencialmente por las mismas razones por las que se había sentido incapaz de participar en el Plan Schuman: una mezcla de anti-federalismo y de creencia en la soberanía y continuada influencia global de Gran Bretaña. En abril de 1956 se hizo público el Informe Spaak. Éste recomendaba la confección de un tratado Euratom para la investigación sobre los usos pacíficos de la energía nuclear y, con referencia al ejemplo de los Estados Unidos, una unión aduanera. El informe Spaak «estaba alentado por una visión de crecimiento e integración a través de la competencia»." Fue el ~8 P. M. R. Stirk, A History ofEuropean Integration since 1914 (Londres: 1996), 141. EUROPA DESDE 1945 gobierno alemán el que insistió en vincular los dos tratados. Bonn temía que Francia perdiera todo interés en el tratado del mercado común si se firmaba antes el tratado Euratom. En junio de 1956 comenzaban las negociaciones. Pronto se hizo patente que la energía atómica, con su reducido papel en Europa, no era el asunto importante. Lo importante era el tratado del mercado único. Se topó con problemas relativos a la armonización de todos los aspectos del estado del bienestar, entre ellos los costes de la seguridad social y las condiciones de trabajo, que los franceses consideraban extremadamente importantes puesto que querían evitar cualquier tipo de desventaja para Francia en el mercado común. Era también necesario buscar soluciones de compromiso respecto a la estructura de toma de decisiones de la nueva organización con respecto a los territorios de ultramar de Bélgica y Francia. Los alemanes accedieron a contribuir notablemente a las inversiones necesarias para modernizar estos territoríos." Así quedó establecido el patrón por el cual Alemania pagaba sustancialmente más que los otros estados a cambio de concesiones políticas y respetabilidad internacional. Francia, Alemania Occidental, Italia y los países del Benelux firmaron los tratados en Roma el25 de marzo de 1957. Los tratados de Roma, ypor tanto Euratom y la Comunidad Económica Europea (CEE), entraron en vigor el l de enero de 1958. Existían entonces tres instituciones europeas distintas: la CECA, Euratom y la CEE. Las tres estaban asesoradas (y has. ta cierto punto supervisadas) por un parlamento común europeo con sedes en Bruselas y en Estrasburgo. También se instauró un consejo de ministros formado por ministros de los estados nacionales que tenían que acordar por unanimidad cada nuevo paso hacia la integración europea, así como una Comisión Europea con base en Bruselas. El cometido de esta última era fundamentalmente iniciar y luego supervisar la implantación de la legislación. Se instauró asimismo un tribunal europeo. Después de 1958 el progreso hacia la creación de una unión arancelaria, una tarifa externa común y una política comercial común fue rápido. Aunque era responsabilidad de la Comisión proponer legislación que sustituyera las políticas nacionales con políticas europeas comunes, la Comisión necesi- 29 Esta política fue desarrollada por medio de la Convención de Yaoundé de 1963 y la Convención de Lomé de 1975, que incluía las antiguas colonias de Gran Bretaña y fue renegociado en 1980 y 1985. Proporcionó ayuda económica europea a los países en vías de desarrollo, aunque, a causa de la PAC, sus oportunidades de comercio de productos agrícolas con Europa se vieron gravemente limitadas. RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 249 taba la aprobación del consejo de ministros y, por tanto, de cada uno de los estados miembros, para poder proceder con la integración. Llegado el momento, el tribunal europeo decretó que las leyes europeas tenían prioridad sobre las leyes nacionales. Este decreto aumentó considerablemente el supranacionalismo y fue decisivo para el desarrollo posterior de la Comunidad. Yaen febrero de 1957 Gran Bretaña había propuesto una Área Europea de Libre Comercio y la eliminación de todas las tarifas sobre los bienes industriales (las tarifas sobre los productos alimentarios tuvieron que mantenerse a causa de los acuerdo de preferencia imperial de Gran Bretaña con los países de la Commonwealth). Se entró en negociaciones, pero en septiembre de 1958 Francia declaró públicamente que el proyecto briténico era inaceptable y Londres suspendió las conversaciones. Se dio cuenta que era poco probable que París mudara de opinión por temor a que la competencia económica pusiera en peligro la viabilidad del mercado común. No obstante, Londres pronto entabló negociaciones con los países escandinavos, cuyas conversaciones sobre una unión arancelaria de los países nórdicos también se habían estancado. En julio de 1959 estas negociaciones condujeron a un acuerdo sobre una área de libre comercio que se desarrolló dentro de la Asociación Europea de Libre Comercio (AELC). La AELC fue establecida en mayo de 1960 e incluía a Austria, Gran Bretaña, Dinamarca, Noruega, Suecia, Portugal y Suiza. Más tarde se les unirían Islandia (1970), Finlandia (1985) y Liechtenstein (1991), que está vinculado a Suiza por una unión monetaria y arancelaria. La organización estaba dominada por su consejo de ministros, que tendía a tomar decisiones por unanimidad y por tanto simbolizaba la naturaleza intergubernamental de la AELC. Por encima de todo, y a diferencia del Tratado de Roma, laAELC no contenía ningún compromiso de desarrollar una unión política más estrecha entre los estados miembros. Así pues, a finales de los años cincuenta Europa Occidental había quedado dividida económicamente en dos partes: los seis estados miembros de la CEE y los siete países de la AELC.Además, con la vuelta de Charles de Gaulle al poder a finales de mayo de 1958, los franceses habían comenzado a seguir una trayectoria política cada vez más nacionalista dirigida a devolver a su país la importancia global en competición con Washington y Londres (y más tarde con Bonn). Esto tuvo también importantes repercusiones en el desarrollo de la Comunidad Europea. Por ejemplo, de Gaulle rechazó en dos ocasiones la solicitud británica de entrada en la CEE (en 11963 y 1967). La Política Agraria Común (PAC) establecida en 1966, 250 EUROPA DESDE 1945 cara, de gran alcance y, pese a todos los intentos de reforma, cada vez más difícil de manejar, se mantuvo sin embargo sobre todo por la presión de Francia, que quería asegurar la base económica de su gran comunidad agrícola. De GaulIe no dudó en causar una enorme crisis boicoteando todos los actos de la CEE durante seis meses en 1965 (la estrategia de la «silla vacía») porque se oponía al Plan Hallstein para la financiación de la PACo Consideraba que este plan haría a la Comisión Europea más independiente a medida que la CEE obtuviera sus propios recursos de las recaudaciones de aranceles e impuestos agrícolas y aumentaría también los poderes presupuestarios del parlamento europeo. Además, De Gaulle se oponía firmemente a cualquier forma de dilución de la influencia individual de las naciones estado y a la ampliación de los poderes supranacionales de la CEE. Aspiraba a una «Europa de las patrias», no a unos Estados Unidos de Europa. Al fin el presidente francés accedió a un compromiso por el que se retiraba el Plan Hallstein, se limitaban los poderes de la Comisión, se establecía un nuevo marco para la PAC, y se confirmaba que para los principios importantes se mantendría la unanimidad en la toma de decisiones (el «compromiso de Luxemburgo»). Éste último ha sido el más controvertido y ha dificultado el proceso de toma de decisiones en la CE-UE hastahoy. El l de julio de 1967 las administraciones separadas de la CECA, Euratom y la CEE se unieron para formar la Comunidad Europea (CE). Tras la dimisión de De Gaulle en 1969, a principios de los setenta dieron inicio las negociaciones para la primera ampliación de la CE. Con el gobierno de Edward Heath el Reino Unido logró finalmente unirse a la CE el l de enero de 1973. Esto fue confirmado en junio de 1975 por un referéndum convocado por el gobierno laborista de Harold Wilson. Noruega retiró su solicitud de entrada después de que un referéndum dejara bien claro que los ciudadanos de su país no estaban a favor de la entrada en la CE. En cambio, Dinamarca y la República de Irlanda se convirtieron en miembros desde enero de 1973. Hacia principios de los años setenta las relaciones franco-alemanas, que habían sido el núcleo de la CEE, comenzaron inclinarse a favor de Alemania Occidental. No obstante, antes de las elecciones generales alemanas del 19 de noviembre de 1972 y la firma del Tratado Básico con la RDA en diciembre de 1972, Bonn intentó apaciguar las demandas francesas respecto a Europa a fin de obtener el respaldo francés a la Ostpolitik. Así, hasta finales de 1972, cuando la mayoría parlamentaria del canciller RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 251 Brandt era muy justa y la Ostpolitik se encontraba todavía en fase de negociación, las necesidades nacionales y exteriores del gobierno de Alemania Occidental dieron a Francia ciertas ventajas con relación a las relaciones bilaterales franco-alemanas y la política de la CE. Tanto Brandt como el presidente francés Pompidou estaban muy interesados en desarrollar la CE. Los eslóganes de Pompidou eran «finalización», «profundización» y «ampliación». Se referian a la política agraria de la CE, a la reforma de las instituciones de la CE y, en particular, a una mayor coordinación monetaria, y al fuerte apoyo de Pompidou a la entrada de Gran Bretaña en la CE para contrarrestar la creciente influencia económica y política de una Alemania Occidental resurgente. Durante la importante cumbre de la CE de La Haya de diciembre de 1969 ambos políticos lograron regenerar la Comunidad Europea tras la constante atmósfera de crisis creada por la política de de Gaulle." Se alcanzó un compromiso en materia agraria y también en la introducción gradual de nuevas políticas económicas y monetarias que culminaron en la decisión de desarrollar una Unión Monetaria Europea (UME) que, como el Informe Werner pronto detallaria, se esperaba conseguir hacia 1980. Sin embargo, para irritación de Pompidou, el Informe Werner recomendaba una considerable transferencia de soberanía a la CE. Hubo además acuerdo en la introducción de cooperación política europea (CPE), el primer paso hacia la conversión de la CE de una organización puramente económica a una organización más política, tras persuadir a los estados miembros a que coordinaran su política exterior en el consejo de ministro. Los detalles de la cooperación política se pormenorizaron más tarde en el Informe Davignon. Los franceses en particular se mostraron muy interesados en la cooperación política porque el desarrollo de una clara identidad europea en el campo político reafirmaría la independencia europea en la política mundial y podría redundar en una mayor importancia de Francia en la escena global. Después de todo, al igual que De Gaulle, Pompidou albergaba la esperanza de que los franceses lideraran Europa. Su política se caracterizó por un igual por una honda aversión hacia los Estados Unidos y una fuerte rivalidad con este país. Además, Pompidou comenzó a inquietarse por la creciente independencia de la Ostpolitik de Alemania Occidental. Así se explica el acercamiento gradual de las relaciones entre Pompidou y el primer ministro so H. Simonian, Tf1e Privileged Partnership: Franco-German Relations in the European Community (Oxford: Clarendon Press, 1985). 252 EUROPA DESDE 1945 británico Heath que se pudo observar a principios de los años setenta. Pompidou confiaba en que un nuevo eje París-Londres pudiera contrarrestar la fuerza de una floreciente Alemania Occidental. A pesar de la fuerte oposición, tanto por parte de De Gaulle como de Pompidou, a que Alemania Occidental dominara la CE y tomara las riendas de la política europea oon Europa del Este, esto es precisamente lo que ocurrió a partir de 1973 -paradójicamente 1973 era el décimo aníversa-: rio del tratado franco-alemán de Adenauer y De Gaulle. Los acontecimientos demostraron que la entrada de Gran Bretaña en la CE no bastó para invertir esta tendencia y fortalecer las reivindicaciones francesas al liderazgo de Europa. También fracasaron los intentos franceses de excluir gradualmente a los Estados Unidos de todo papel sustancial en los asuntos europeos. La Declaración de Identidad Europea de 1973 alentaba a los miembros de la CE a utilizar el instrumento de la CPE para coordinar las posiciones de la politica exterior entre los países de la CE, algo que, no obstante, raramente se consiguió." Pese a la lograda gestión de la crisis económica y monetaria de Europa de mediados a finales de los años setenta de la mano, sobre todo, del canciller alemán Helmut Schmidt y del presidente francés Giscard d'Estaing, ambos antiguos ministros de finanzas, la mayoría de autores ven la década de los setenta como una «edad oscura» o «década de estancamiento" en la integración europea." Las dos crisis del petróleo y la recesión económica con alta inflación que las acompañó (Io que algunos autores han caracterizado como «estanflación») que afectaron sobre todo a Gran Bretaña e Italia, así como la ampliación de la CE de seis a nueve países en 1973, causó una grave y prolongada crisis de adaptación dentro de la Comunidad." En conjunto, este «desgobierno europeo>, benefició a Estados Unidos. Washington consiguió insistir en la importancia del marco atlántico y reconquistar su posición como «potencia líder entre países socios que sólo actuaban como una unidad bajo su dirección»." Pero los Estados 31 Véase D. Dinan, BverCloser Union? An Introduction to the European Community (Basingstoke: Macmillan, 994), 75-87. 32 J. Peterson, Europe and Americain the 1990s: The Prospeetsfor Partnerships (Aldershot: Edward Elgar, 1993),42; Keith Míddlemas, citado en Lundestad, «Empire» by Integracion, 109. 33 Véase D. W. Urwin, The Community of Europe: A Historyof European Integratíon since 1945, 2 a ed. (Londres: Longman, 1995), 157 Ysigs. 34 A. Grosser, The Western Alliance: Buropean-American Retatians since 1945 (Londres: Macmillan, 1980),281. RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 253 Unidos prosiguieron con su tendencia a no consultar a los europeos sobre importantes cuestiones Este-Oeste. Como reacción a estos desarrollos, durante los años ochenta se produjo una fuerte tendencia hacia una más estrecha cooperación económica y política en Europa, impulsada sobre todo por el presidente francés Francois Mitterrand y por el canciller de Alemania Occidental Helmut Kohl con la fuerte oposición de la primera ministra británica Margaret Thatcher. En 1987 los esfuerzos de KoW y Miterrand llevaron a la implantación en 1986 del Acta Única Europea (AVE), que en esencia reformaba el Tratado de Roma de 1957. La AUE perseguía la creación de un auténtico Mercado Único y la eliminación de todas las barreras comerciales y aduaneras para enero de 1993. Además, reformaba los procedimientos de toma de decisiones de la CE. A fin de permitir nuevas ampliaciones de la CE después de la adhesión de Grecia en 1981 y de España y Portugal en 1986, se sustituyó el requisito de unanimidad por el de mayoría absoluta para las decisiones del consejo de ministro, lo que equivalía a tilla nueva dosis de supranacionalidad en lo que respecta a cuestiones del Mercado Único (que eran, sobre todo, el libre movimiento de trabajo, capital, servicios y productos dentro de Europa). También dio poderes legislativos al parlamento europeo. Además, se reorganizó la cooperación en política exterior entre los estados miembros; por bien que hasta el Tratado de Maastricht la política exterior no formó parte del marco legal de la CE. Tras la guerra fría: la reunificación de Europa en los años noventa La conferencia intergubernamental de Maastricht de diciembre de 1991 fue un paso fundamental en el proceso de integración europea. Una conferencia intergubernamental es una negociación formal concerniente a la revisión de tratados entre los gobiernos (y no entre los gobiernos y la Comisión el parlamento) de los estados miembros de la UE. Traslas ampliaciones de los años setenta y ochenta, los acuerdos alcanzados en Maastricht condujeron a una decisiva «profundización» de la integración europea en cuanto a política económica y monetaria, pero también en otras áreas, como las cuestiones de justicia y asuntos de interior o la politica regio- ° 254 EUROPA DESDE 1945 nal y social. El Tratado de Maastricht entró en vigor elI de noviembre de 1993. La CE fue entonces reemplazada por la Unión Europea (UE). El tratado estableció los reglamentos y fechas límite para la VME, cimentada en el sistema monetario europeo (SME) establecido a finales de los años setenta. Una vez introducido el Mercado Único en 1993 y ampliada nuevamente la VE con la admisión de Austria, Finlandia y Suecia," se logró por fin realizar la VME, por bien que más tarde de lo esperado. Así pues, el Tratado de Maastricht condujo a un avance decisivo hacia la unión económica y la moneda única de Europa con la creación del banco central europeo. Aunque la mayoría de países de la VE había acordado sacrificar su soberanía financiera en Maastricht, los estados miembros retuvieron el derecho a no participar en la moneda común si así lo deseaban. El gobierno Conservador del Reino Unido, dirigido por el primer ministro Iohn Majar, firmó el Tratado de Maastricht, pero decidió renunciar a la moneda común. En Francia fue necesario un referéndum, y dos en Dinamarca, para lograr en 1992 una muy estrecha mayoría a favor del Tratado de Maastricht. La conferencia intergubernamental de Amsterdam de 1997 (que entró en vigor en mayo de 1999) confirmó las metas de Maastricht y produjo nuevos avances en el proceso de «profundización» de Europa. También alentó la formulación de una politica de exterior y de seguridad común (PESC) europea como ya preveía el Tratado de Maastricht. También habia designado ya a la UEO como el pilar de defensa europeo. Asimismo, el Tratado de Amsterdam elaboraba el Tratado de Maastricht con respecto a conferir más derechos al parlamento europeo. Por ejemplo, en Amsterdam el parlamento recibió una mayor capacidad de control sobre la Comisión a fin de resolver el muy criticado déficit democrático de la UE. Desde 1999,la introducción de una nueva Comisión Europea precisa también de la confirmación por el parlamento europeo, algo meridianamente necesario tras los escándalos de fraude sin precedente que forzaron la dimisión al completo de la Comisión Europea dirigida por el presidente de la Comisión Iacques Santer en la primavera de 1999. Se acordó también realizar más votaciones por mayoría en el consejo de ministros. En particular, el Tratado de Amsterdam creó «estrategias comunes». Ahora la aplicación de políticas ya acordadas por previos consensos sólo requerirá una mayoría de votos. as Como esto hubiera dejado a los pequeños paises Suiza, Liechtenstein y Islandia como únicos miembros de laAELC, esta organización se disolvió el l de enero de 1995. RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 255 En 1998 los jefes de gobierno de la UE decidieron qué paises de la UE habían demostrado la capacidad de satisfacer los fuertes requisitos para la participar en la unión monetaria (a saber, baja inflación y bajo déficit presupuestario). Con la excepción de Grecia, los quince países de la UE cumplieron con los requisitos para la moneda común." Se habían albergado ciertas dudas acerca de la capacidad de Italia para cumplir los requisitos, pero el Primer Ministro Romano Prodi logró esta fenomenal tarea. Posteriormente, en el verano de 1999, Prodi fue nombrado sucesor de Jacques Santer, de Luxemburgo, como presidente de la Comisión Europea. Por razones políticas y económicas, el Reino Unido y Dinamarca decidieron no unirse a la zona euro. El euro fue introducido oficialmente como unídad oficial de pago europea elide enero de 1999. Al mismo tiempo, el Instituto Monetario Europeo, establecido en 1994, se convirtió en banco central de la UE, con sede en Frankfurt. En enero de 2002 se distribuirán monedas y billetes y, tras una corta fase de transición, el euro se convertirá en la única moneda de curso legal en los doce países de «eurolandia», Se fijó para el año 2000 la siguiente conferencia intergubernamental. Tras el éxito inicial de la «profundización» de la UE en 1993-9, su objetivo era preparar la VE para la prevista ampliación de la VE a principios del siglo XXI. No obstante, la creciente convergencia económica de Europa Occidental hace que la inclusión de paises como Polonia, Hungría y la República Checa sea muy difícil y económicamente costosa. Al cambio de milenio, Europa del Este se encontraba todavía a medio camino de un tortuoso proceso de reestructuración económica desde una economía de planificación central a una capitalista. Por lo tanto, la VE ha esbozado un marco financiero para los años 2000-6 que prevé profundas reformas fiscales destinadas a posibílítar la ampliación de la UE hacia el Este y a liberar sustanciales recursos financieros para lograrlo. Durante la cumbre de la UE de Berlín de marzo de 1999 el programa llamado Agenda 2000, así como los acuerdos para aplicar modestas reformas a la PAe y para concentrar los fondos estructurales de la VE en las regiones más necesitadas de asistencia financiera, se juzgaron esenciales si la UE había afrontar con éxito la difícil ampliación hacia el Este. Sin embargo, en 1999 la guerra de Kosovo en la antigua Yugoslavia desvió la atención dentro de la VE desde las a menudo exageradas diferencias de opinión sobre los costes presupuestarios y otros aspectos materiales 36 Greda adoptaría el euro a finales del 2000. 256 EUROPA DESDE 1945 entre los países de la DE hacia los valores fundamentales que subyacen a la integración europea: la creencia en un continente liberal-democrático y la necesidad de conservar la paz y la estabilidad en Europa. Así, en muchas capitales de la DE la guerra en Europa contribuyó a un mayor entendimiento de los valores más profundos de la cooperación política europea en el marco de la integración europea. Por encima de todo, la guerra en Kosovo condujo a un mayor esfuerzo de parte de Francia, Gran Bretaña, Alemania y otros países de la DE de desarrollar una estructura de defensa y una identidad europeas. Se había considerado ya una ampliación del Acuerdo Anglo-Francés de Saint Malo de diciembre de 1998 referente a una plataforma europea de defensa. Tanto Francia como Gran Bretaña, los dos únicos países europeos con un potencial militar notable, expresaron la intención de desarrollar una capacidad europea de defensa que pudiera actuar coordinadamente con la OTAN pero sin la necesaria participación de los Estados Unidos. Después de todo, las prioridades europeas a menudo distan mucho de los intereses americanos. Aunque siempre se había pensado en Saint Malo como el principio de una más amplia política europea de defensa que incluyera otros países de la VE (entre ellos Alemania), la Guerra de Kosovo aceleró drásticamente estos planes. Además, los franceses cambiaron de opinión acerca de la idea de convertir a la VEO en el principal elemento de una identidad europea común de defensa. Durante la cumbre franco-alemana de Toulouse de finales de mayo de 1999 ambos paises dejaron bien claro que la UE debía proveerse de unos medios independientes para afrontar crisis graves en Europa. Esto potencialmente podía llevar a la constitución de una fuerza europea de reacción rápida, posiblemente a partir de la brigada franco-alemana establecida en 1993, en la que participaban también Bélgica) Luxemburgo y España. La cumbre del Consejo Europeo de principios de junio de 1999 en Colonia vino a confirmar estas consideraciones. Se confirmó que la VEO se incorporaría plenamente en la UE. Esto incluía las llamadas «tareas de Petersburgo», que daban a la VE la responsabilidad de organizar intervenciones humanitarias y de mantenimiento de la paz. Además) durante la cumbre de Colonia se decidió unánimemente nombrar a Xavier Solana, el secretario-general saliente de la OTAN) representante de la VE en política exterior y de seguridad. De este modo se atribuía a Solana la responsabilidad de supervisar el desarrollo de una genuina política exterior europea. Aunque el desarrollo de una dimensión de política exterior en la UE ha sido objeto de mucha polémica durante toda la existencia de la CE-VE, RELA