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ELEGANTE PERIÓDICO ESPECIAL DE SEÑORAS í SEÑORITAS, INDISPENSABLE EN TODA CASA DE FAVJLIA Administración: Alcalá, 2 3 , Madrid. Madrid, 3 0 de Enero de 1897. Año LVI.—Nüm. 4. SUMARIO. TEXTO.—Eevlsta parisienue. por V. de CaHtclfJdo.—Esplicm-ión de los (Trabados.-Churrete, por Lady üel^mvin.-LoR mmilleten do hv linda, por D." Ilerniiniii D. —A unaamitía, en su boda, poesía, por D, José .TaokHon Vtiván. - CorreKpondon<;ia piirlieular, por dona Adela P . - fisplioiu^ión dol fltriinn iluminado. - E s p l i m - i ó n - I.—Vestido de baile. ^8 LA masiado lujoso en tal circunstancia, y los adornos tienen el encanto frivolo que conviene á todas las r e u n i o n e s aristocráticas. El desposado viste de frac negro y corbata blun-ca. Excepcionalmente se v e n algunos vestidos de frac azul con botones de oro, (jiio era de rigor ant i g u a m e n t e ; pero el caso es cada día m á s raro. Una innovación digna de mencionarse. Esta vez Niim. 1. la m o d a viene de Inglaterra, y es demasiado l i n d a liara qno no se aclimate entre nosotros. I-.as señor i t a s d e honor van vestidas del mismo m o d o , con formas apropiadas á su e d a d , ó bien llevan vestidos idénticos, de tolas do colores diferentes, lo q u e es siempre de m u y buen efecto cuando estos colorea son d e u n tono suave. Como en los casamientos elegantes las señoritas do honor son cada día más numerosas, forman así vestidas de u n mismo uniforme el más delicioso batallón q u e es posible imaginar. * Con motivo de u n casamiento r e c i e n t e , una de nuestras principales modistas acaba de crear u n a colección de luile.tlfs á cual más lindas. El vestido d e desposada, cuyo dibujo publicamos más adelante (croquis n ú m . fi), era tle raso blanco, excepto MODA ELEGANTE ILUSTRADA l;i cola, la cual era de moaré blanco. Una rwhf m u y gruesa de m u s e l i n a de seda ribeteaba el borde de la falda. Kl cuerjio, guarnecido con g u i r n a l d a s m u y tinas de mirtos y lloros de azahar, iba rodeado de un volante a n c h o d e encaje e n fcirma d e (•orselillo. Mangas de gasa b u l l o n a d a , con volante de encaje antiguo. Cuello guarnecido de encaje ó de gasa. Cinturón de cinta do raso blanca, a n u d a d a en el lado y p e n d i e n t e hasta m e d i a falda para form a r u n segundo lazo adornado con m i r t o y llores de azahar. El traje de la m a d r e de la elo negro y u n a p l u m a blanca del Paraíso. Los bajos q u e a c o m p a ñ a n al vestido de la desposada presentan también un carácter particular, sobre r encima de la cual se pone un glolx) bollonado dos veces. Cuello recto y plegiido de tafetán, con lazo de raso verde p<»r detrás. Chorrera aconchada, de gasa plegada del mismo cohir. La espalda de la chaquetilla «bolero» es liaa, y va recortada en su borde inferior. Loa delanteros forman un pliegue ancho ¡í cada lodo. Tela necesaria: Ü metros de tafetán; 2 metros de volante; un metro 50 centimotros de piel de seda, y un metro de cinta. Chaqueta Selilta.—Núm. 4. Esta chaqnetii, do paño verde, va guarnecida enteramenta de tremilln negra. Esta trencilla figura un corselillo alto, festoneado de trenzas en el pecho. Del pecho al cuello se ponen unas trencillas iguales, pero más separadas, para formar un caneBii, i|ue ee repite en la espalda. Esta chaqueta es completamente ajustada, y se abrocha con corchetes en medio por delante. El cierre va disitnulado con dos tirafl de piel de bisonte. Cuello Módicis, de la misma piel. Manga lisa, con carteras guarnecidas de trencilla de lana negra.—Sombrero Ilembrandt, do fieltro verde, del mismo matiz del pafío, adornado oon lazos de raso negro y plumas negras. Unas rosas blancas verdosas van puestas como cubrept'ineta bajo el ala. MODA ELEGANTE ILUSTRADA ños de detrás son completamente al hilo, y van montados en la cintura con pliegues huecos formando cuatro goih'ls. Unas cintaH ílotantcH de li)« colores do la tela salen de la costura del lado izquierdo. En esta misma costura principia un volante de encije (írema, que terniinii en la costura del lado derecho, cuyi} volanti' va arqueado ptir d«diinte. Otro Volante del mismo encaje guarnccu' al hilo el borde inferior del delantero. El cuerpo de este vestido fonna cinturón-corselillo, y puede ser de terciopelo ó de raso. XueHtro modelo oa de esta última tela, y va fruncido y iibrochado por delante, un poco á la izquierda, con botónos de idata antigua. La espalda da este cut'rp<' va terminada con una aMcta estilo Enrique 11. La parte superior, de tela igual á la falda, va ciiliicrtft por un Uchú Maria Antonicta de muselina de seda blanca, guarnecido á todo el rededor de un volautc de encaje. Las dos puntJts de este fichú caen aidire el corselillo. Mangas de muselimí de seda, terminadas en un volunte di3 encaje. La parte inferior do las mangas va entunimente fruncí la, y la parte superior forma globo, con un encaje que parte del liouiliro, ila la vuelta y va á plegarse debajo del brazo. I>el bond)ro izquierdo salen uuns cintas de loa colores del vestido, que quedan flotantes. Un bies de raao negro forma el euello. Vestido de recibir.—Núms. 9 y 10. Este vestido es de raso maravilloso color de rosa, cubierto de encaje negro de Chaiitilly bordado. (Jinturón de cinta de raso negro, terminado en agujetEis. Unas rosas de tej-ciopelo negro van diseminadas en el borde del vestido y en la guarnición de las mangas. El dibujo 10, que representa csti' traje viflto de e.ipalda, lleva un collar-eanesú hecho de azabache y destinado á cubrir la desnudez del escote cuando las circunatancias lo exijan. La Canción. Traje de máscara.—Núm. II. Este traje es de tul azul pálidr6ro de fieltro Idanco ó forma cubierta de cachemir blanco. La copa, en forma de cucurucho, va enrollada de cinta encarnada y guarnecida con seis botones gruesos. Medias escocesas, y botines de terciopelo negro adornados con botones. Traje de calle para señoras Jóvenes. —Núm. 6. Este traje, estilo de sastre, es do paño cachemir color de ajenjo, y va guarnecido de terciopelo morado, de botone» nielados y de un gran cuello de paño blanco bordado, redondo por detras v adornado c*)n un volante plegado de tafetán blanco. Gola del mismo Ufetán, por encima de un cuello en pie de terciopelo. La falda se compone de un delantal ancho y de tres pliegues huecos por detrás. El cuerpochaqueta es ajustado, y va rodeado de un cinturón corselillo de terciopelo. La espalda es de una pieza, y los delanteros tienen u n a pinza en cada lado, y van cruzadon y al)rücliados con tres botoms. El de la derecha va forrado do terciopelo y doblado para formar una solapa. Manga al sesgo, cuya parte inferior va estrechada con una pinza ([ue llega hasta el codo. Forro de manga ajustada.—Sombrero de teroiopelo morado, adornado con tafetán color de malva y dos plumas del l'aruiso sujetas con una hebilla de diamantes imitados. Esta pantalla e s t l liestinada ¡i las bujías. Se la pinta á la aguada, con lentejuelas que rodean un dibajo de estilo antiguo. Tela neremña: 6 metroa d e paHo; un metro de terciopelo, y u n metro 25 centímetros de tafetán. Traje de soirée y teatro,—Núms. 7 y 8. Núms. 16 y 17. Abrigo largo para niHaa de 7 á 8 ailos (delantero y espalda).—Es de paiío azul verdoso, y se compone de una espalda-eaco y delanteros rectos con cruce dohle abrochado. Lo alto de los delanteros se dobla paní formar unas solapas adornailaa con un rizo de t.irciopelo negro. Manga recta terminada en pliegues. —Capelina bullonada de terciopelo azul, adornaaa con cinta Hatada rosa y blanca. Vestido de raso l'nmpadonr, ion ramos y Hatas multicolores. Falda con costura en medio. Los paíloa del delantero van ligeramente sesgados, y los de los ladoa son al hilo en U costura del delantero y muy al sesgo por detrás. Los pa- Pantalla Cupido. —Núm. 14. Traje de calle para ninas de 8 años.-Núm. 15. Se compone este traje de un vestido de lan'.i labrada azul marino, adornado con cintas de terciopelo negro, y do un paletó-saco de pafio azul, con espalda de una piezii y delanteros rectos, gnarnecidos con trenza d j lana negra, figurando unaa corrtas puntiagudas. Manga al Be3go,_adornada del mismo modo. Cuello ancho y abierto ile fcrciopeio negro. BolsUlos figurados con dos tr^nKaa.—Soudirero do fieltro azul, adornado con cinta de raso ribeteada de terciopelo negro. Aifjrette de plumas negras. Tfla nece.xaritt para fl •pahU'i: Un metro 40 centímetros de paíio, y 50 centímetros dtj terciopelo. Abrigo y vestido para ninas. — Núms. 16 á 19. Teta necesaria: 2 metroa 60 centfmetroa de paño, j .M» centímetros de terciopelo. Núms. 18 y 19. Vi-i^tido para niñas de 5 ú 6 ahOH (iMantero y rxpalda). — Es de lana escocesa encarnada. Falda de una pieza, y cuerpo-bbisa compuesto de una espalda fruncida, cerrada en medio entre los pliegnea, y dcl;ir)tcro fruncido do una aola pieza. El forro del cuerpo CMIÍHO. Cinturón plegado de torciopdo negro, cerrado ctm tres botones. En los Jiombros, eoiTeas de terciopelo abrocbadas. Mangas do codo de terciopelo, cotí globo CHCOC(''S. (vuello recto con gola de presillas do cinta de lerciopelo. —Sond>rero do fieltro encarnado, guarncíi'ido de tafetán del mismo color, de tercif)pelo negro y de plumas, TPUI iiPce.Kttrúi: 3 uietroB 25 contímetroa do lana, de itn metro 20 centímetros de ancho, y un metro 50 eentimetnw de terciopelo. O H U l l R E T E . r í V ^ ? í t r < . DELANTE, sargento, ^;que ocurre-? — M i c o r o n e l , C^/uin-rte está m a l o . — í Q u é lü pasa á ese graniijíi? ^ — K l doctor lo ha visto esUi m a ñ a )^í?'^^ n a , y dice q u e n o le gusta lo q n e /¡% t i e n e . Que es como c a l e n t u r a , y q u e c o n ¿Ji v e n d r í a avisar á V. E . por si cree q n e V^ debe m a n d á r s e l e al h o s p i t a l : 8Ólí> que ^) Y aquí el sargento so q u e d ó p a r a d o . * Kl coronel l e v a n t ó la cabeza, e s p e r a n d o que continuase. —^;Y qué m n s ? — p r e g u n t ó al fin. — Vues (^ue la tropa bu jiensado q u e , c o m o C/ntrrfff no es soldado, no p u e d e ir al boapital m i l i t a r ; y e n c u a n t o á matuíarlo al c i v i l , ya ve V. K., mi c o r o n e l , q u e siendo cosa del r e g i m i e n t o á n i n g u n o le guata, y — Y que no q u e r é i s q u e se l l e v e n á Ghurreíe al hospital, ¿no es eso? — Eso ea, mi c o r o n e l ; es d e c i r , ai fuese al m i l i tar, pase, p o r q u e allí todos somos u n o s ; pero al civil é l , q u e n o está a c o s t u m b r a d o á los paisanos — Ni al u n o ni al o t r o — e x c l a m ó el c o r o n e l : — Churreff no saldrá del cuartel m i e n t r a s nsti' vivo. Y a a r r e g l a r é yo eso. L l a m e usted al módico p a r a q u e venga ¿ h a b l a r c o n m i g o , y e n t r e t a n t o á ver si cuidáis á ese g r a n u j a , — D e s c u i d e V. E . , m i c o r o n e l , q u e n a d a le h a d e faltar — dijo el s a r g e n t o , s a l u d a n d o para r e t i rarse. — Espere usted u n m o m e n t o , s a r g e n t o : ¿quién es el q u e c u i d a á Churrete? — P u e s t o d o s , mi coronel. — Eso e s , todos y n i n g u n o . Es decir, q u e estará alli m e d i o r e g i m i e n t o , f u m a n d o en el cuarto y v o l v i e n d o loco á ese m u ñ e c o . D i g a u s t e d q n e lo l l e v e n e n seguida á m i p a b e l l ó n , á m i asistente; q u e lo acueste e n u n a cama d e c e n t e , y q u e se enc a r g u e él solo d e c u i d a r l e hasta q u e h a b l e y o con el m é d i c o . ¿ H a oído usted? — Estj'i b i e n , m i coronel. Voy e n seguida. Y esta vez el sargento se a p r e s u r ó á saludar y á m a r c h a r s e , m i e n t r a s q u e el c o r o n e l , con aire m a l h u m o r a d o , se paseaba á lo largo de su despacho. Cfiunríe e r a u n personaje do n u e v e a ñ o s , y hacia cerca de ocho q u e estaba e n el r e g i m i e n t o , n o p o r q u e n a d i e lo h u b i e s e b u s c a d o , sino p o r q u e alli h a b í a aparecido. U n a m a ñ a n a , al a b r i r la p u e r t a del c u a r t e l , el c e n t i n e l a vio a r r i m a d o á la p a r e d u n p e q u e ñ o b u l t o q u e se m o v í a . Acercóse á reconocerlo, y se e n c o n t r ó con la sorpresa de q u e aquel b u l t o era u n c h i q u i l l o (jue podría t e n e r hasta u n o s diez y seis meses. Como m e d i d a p r e v e n t i v a , el m u c h a c h o fué l l e v a d o á la c a n t i n a y puesto j u n t o al fuego para quv se calentase; á a l g u i e n se le ocur r i ó darle u n pedazo de p a n , y el m u ñ e c o no sólo n o lo d e s d e ñ ó , sino q n e comenzó e n seguida á e n sayar e n él la fortaleza de sus escasos d i e n t e s . La c a n t i n e r a fué e n seguida e n c a r g a d a de coserle a l g u n o s a n d r a j o s á m a n e r a de p a ñ a l e s , y de a t e n d e r con a l g u n a r e g u l a r i d a d á satisfacer las necesidades del p e q u e ñ u e l o , y é s t e , sin más n i más, fué desde e n t o n c e s c o n s i d e r a d o como parte i n t e g r a n t e del r e g i m i e n t o . Pensóse desde luego on darle n o m b r e ; p r o p u s i é r o n s e m u c h o s ; u n o s p r e t e n d í a n q u e d e b í a llamarse como el c o r o n e l ; otros como el r e g i m i e n t o , q u e era el de San F e r n a n d o ; y , por ú l t i m o , se c o n v i n o e n q u e d e b í a llamarse G a b r i e l , por ser éste el s a n t o del día e n q u e fué e n c o n t r a d o . P e r o sobre todos estos n o m b r e s prevaleció el de Churreta;, q u e nad i e supo q u i é n se lo había p u e s t o , p e r o q u e , sin e m b a r g o , todos a c e p t a r o n , por c u a d r a r perfectam e n t e a l estado d e l i m p i e z a e n q u e c o m ú n m e n t e SJ e n c o n t r a b a el c h i q u i l l o , efecto de los juegos á q u e se d e d i c a b a , y de q u e la c a n t i n e r a no d a b a abasto á l i m p i a r aquellas narices ni á lavar a q u e - LA M O D A E L E G A N T E líos mofletes, siempre cubiertos con el barro y la basura que se amontonaba en cualquier rincón de los patios del cuartel. Chiin-file fué creciendo sin echar de menos el calor de una madre, por la razón sencilla do que ñola luibía conocido. Rien alimentado con el sustancioso rancho; mimado por todos, (tficiales y soldados; acostumbrado á la vida de cuartel, al ruido d-e las armas, á las voces do mando, y á la monotonía de la vida miliüir en guarnición, no conocía máfl muntio que aquel que le rodeaba, ni concebía que uu hombre pudiese ser más que soldado, y mientras para ello no se tenía aún edad, más que trom])eta. A los nuevo años C/innrté' se sabía la instrucción mejor que el sargento encargado de enseñársela á los quinfas; el manejo del fusil érale tan familiar como el significado de todos los toques de corneta, y las prescripciones de la Ordenanza sabíalas tan bien como id Catecismo, que con gran tra-bajo había procurado inculcarle el cura del regimiento. Su indumeníaria, mezcla de militar y de paisano, era el producto de frecuentes regalos que de ropa de desecho le hacían los oficiales, amén de un traje comjjleto que i>or Navidad se le entregaba acompañado del calzado y ropa interior indispensable, todo lo cual salía de una colecta que al efecto se hacía anualmente. ¡Con qué afán esperaba Chiirre/f'cximpV\T la edad reglamentaria para poder entrar á formar parte de la banda de tambores! ¡Qué felicidad el día en que pudiese vestir el uniforme y marchar a la cabeza del regimiento, alineado como los demás, mareando el paso, y ejecutando en el parche todos aquellos primores que él se tenia aprendidos en fuerza de oírlos repetir una y otra vez, y gracias también á las lecciones que había recibido! * * —¿Qué os eso, doctor? ¿Qué le pasa á ese chiquillo? — Que se muere, mi coronel. —¿Qué ? ¿qué dice usted? — Que no tiene remedio. Podrá durar un par de días; pero no puede resistir á la fiebre que se lo lleva. — ¿lia probado usted todos los remedios? — Todos, mi coronel, pero inútilmente. — Y ¿qué es lo que se puede hacer para que esté bien asistido? — O e o que debería llamarse á una hermana de la Caridad. Por mucho que quiera hacer el asistente y los demás que tengan cuidado de él, ninguno podrá atenderlo como una hermana de la Caridad. —Es verdad, es verdad. Voy á llamarla en seguida. Y dirigiéndose al aparato del teléfono, pidió el coronel comunicación con el convento que le indicó el doctor, y una vez que la hubo obtenido explieo á la Superiora lo que deseaba. La respuesta fue inmediata. —Ahora mismo saldrá de aquí una hermana. Cuando una hora después el centinela vio cruzar por la puerta á una hermana de la Caridad, limpia como el oro, de notable belleza y de aspecto decidido, pensó por un momento que los acontecimientos extraordinarios requieren también medidas excepcionales, é instintivamente presentó las armas. El coronel, solterón empedernido, recibió á la hermana á la puerta de su pabellón con estas palabras: — Ahí tiene usted á su enfermo, hermana. Después de la bandera, no creo que el regimiento quiera más á nadie que á ese muñeco; por lo tanto, le agradeceré á usted que lo cuide con el mayor cariño. — Para eso he venido, señor—contestó la hermana, empezando á colocarse su blanco delantal que había sacado de un pequeño lío que en la mano traía. El coronel miró á Churrete, que dormitaba presa de la fiebre; se mordió el bigote, siguiendo una costumbre antigua, y salió del cuarto. La hermanase acercó á la cama, y el enfermo se despertó en aquel momento. —¿Cómo te llamas? — preguntóle dulcemente. — Chiirn'tp — contestó el muchacho, admirado de ver aquella cara desconocida cerca de él. — Pero eflo no es un nombre, es un apodo —También me llaman Gabriel, pero mi nombre es Churrete. ¿Y usted cómo se llama? — Sor Aurelia. —¿Y qué es eso de sor? —Sor quiere decir hermana. —¿Y de quién es usted hermana? — En este momento tuya. —¿De veras? 41 ILUSTRADA — Y tan de veras. La prueba es que he venido á cuidarte cuando he sabido (¡ue estabas malo. — ¿Y quién se lo ha dicho á usted? — Él coronel me ha avisado. — ¡Qué cosa más rara I Nunca me ha dicho el coronel que tuviera una hermana. — Pues ahora que ya lo sabes, debes también saber que he venido á cuidarte, y que por lo tanto tienes que hacer todo lo que yo te diga. — Bueno, siempre que el coronel no mande otra cosa. —El coronel debe tener mal genio—se atrevió á decir con una sonrisa sor Aurelia; jiero Churrete, levantándose sobre las almohadas, la miró fijamente, diciendo: — Aquí no se permite hablar mal del coronel. Ko se olvide usted. — Bueno, hombre, bueno; no volveré á decir nada—prosiguió la hermana, siempre con su bondadosa sonrisa en los labios. —Y tampoco hable usted mal del jefe de la banda—continuó Churrete con aire amenazador. — Procuraré no olvidarlo; pero ahora es preciso que tú no hables ni bien ni mal de nadie, sino que te duermas y descanses, Y sor Aurelia, procurando calmar la exaltación del muchacho, lo arropó cuidadosamente en el locho. El iloctor repitió su visita á la caída de la tarde. El enfermo, postrado por la fiebre, parecía haber perdido el conocimiento. — No pasará de mañana — dijo el médico meneando tristemente la cabeza y saliendo de la habitación. C/ijfrrete abrió los ojos y miró á la hermana, que estaba sentada á su lado. — ¿Ha oído usted lo que ha dicho el doctor? —¿Qué, hijo mío? — Que me voy á morir. El creía que yo estaba dormido, pero le he oído perfectamente. — No hagas caso de lo que dice el doctor; es que te quiere mucho y por eso se asusta; pero ¿á que no te duele nada? , Churrete meneó tristemente la cabeza y se echó á llorar. —Vamos, vamos, ¿qué es eso? ¿por qué lloras ahora? — exclamó sor Aurelia rodeando la cabeza del muchacho con sus brazos y llenándole de besos la frente para consolarle. —Lloro, porque si me muero ya no podré ir en la banda—dijo el enfermo sollozando. — Ya verás cómo te pones bueno, y no sólo irás en la banda, sino al frente del regimiento cuando llegues á ser coronel. El niño abrió los ojos con asombro, como el que oye decir el mayor de los disparates. — i Yo coronel! ¿Está usted loca? —No; ¿qué he de estarlo? ¿Por qué no has de llegar tú á ser coronel como tantos otros? — Porque para eso se necesita ser muy valiente, haber estado en muchas batallas y tener tantas cruces como las que tiene el coronel — contestó Churrete, demostrando así el respeto y la admiración que aquella categoría le causaba. Al cabo de algunos momentos prosiguió: — ¿Sabe usted lo que yo quisiera ser?—Pues jefe de la banda. — ¿De qué banda?—preguntó sor Aurelia, poco versada en cosas militares. —Pues de la banda de tambores—contestó el enfermo, mientras que sus ojos se animaban con entusiasmo,— Lo que yo quisiera sería ir al frente de la música, delante de todos, con el bastón en la mano y marcando el compás. ¿Usted ha visto al regimiento en la calle alguna vez? Pues si lo ha visto, se habrá fijado en que todo el mundo mira siempre al tambor mayor que va delante; pues eso, eso es lo que yo quisiera ser. —Bueno, pues ya llegarás á serlo en cuanto te pongas bueno; pero ahora es preciso que te calles y que no te agites más. A ver si puedes dormir. —Ya debe ser tarde, porque hace tiempo que tocaron á silencio. — Pues razón de más. Un futuro soldado como tú debe obedecer todos los toques. Conque á dormir. — Y usted, ¿dónde se va á quedar? — Yo, aquí donde estoy. —Entonces no me podré dormir, pensando que está usted ahí en esa silla. —Toma esta medicina, y verás como sí que puedes dormir—dijo la hermana, dándole una poción calmante preparada por el médico. Pero Churrete meneó la cabeza con la insistencia propia de los niños. — Si no se sienta ust«d en esa butaca—dijo, señalando una que había cerca—no me duermo. La hermana hubo al fin de acceder, y sentada en la butaca comenzó la vela. La noche fué terrible. Churrete, ardiendo de calentura, no podía conciliar el sueño, y en cam- bio el delirio iba apoderándose de él poco á poco, haciéndole soñar mil disparates. Sor Aurelia, con paciencia sin igual, cuidaba á cada momento de humedecer sus abrasados labios y de abrigar aquel cuerpecito que la sombra de la muerte t-endíaá enfriar. — Sí—decía en su delirio el pobre niño,—algún día seré tambor mayor, y la gente me verá al frente de la banda. Usted también me verá, hermana, y me hará usted una seña para que yo sepa que me ha visto El tambor mayor (^}rurrete Y usted se acordará de cuando estaba malo y me cuidaba. Fíjese usted bien, y mire usted siempre delante del regimiento, porque allí es donde yo iré delante de todos delante del coronel. Al amanecer, el cíinsancio postró un poco al enfermo, y por fin pareció quedarse dormido. Sor Aurelia, fatigada también por su penoso oficio, se defendió valientemente del sueño; pero al fin la ley de la naturaleza pudo más que gn voluntad, y reclinando la cabeza so quedó también dormida. Los ruidos del cuartel, que llegaban apagados á aquella habitación, demostraban que las faenas del día habían comenzado. El regimiento debía salir á instrucción muy de mañana, y los soldados se preparaban al efecto. Un agudo toque de cometa despertó á Churrete. Vio á la hermana durmiendo, y sin despertarla se levantó de la cama, acerciindose á la ventana del cuarto. Desde allí distinguía el patio del cnartel, y en el centro el regimiento formado y dispuesto á marchar. El delirio, más fuerte y A iolento que la noche anterior, se apoderó de él, y pasando por lU'lante de Sor Aurelia, abrió la puerta y saíiü de la habitación. La banda de tambores había ocupado ya su puesto. El tambor mayor balanceaba ya su bastón con borlas, dispuesto á marcar el compás, y el corone], á caballo y con el sable en la mano, se disponía á dar la voz de marcha, cuando todos vieron aparecer á C/iurrefe en mitad del patio, descalzo y sin más ropa que su camisa de dormir, con la sonrisa en los labios y con los ojos brillantes por el fuego que interiormente le abrasaba, y dirigirse resueltamente al tambor mayor, tomar de sus manos el bastón y agitarlo por encima de su cabeza y gritar con voz de mando; — Banda, la Marcha de Cádiz El coronel abarcó la escena con una mirada. Dos lagrimones asomaron á sus ojos, y levantando la voz gritó á su vez: —¿No ha oído la banda? Que toquen la Marcha de Cádiz. Y mientras las alegres notas de la música cruzaban el aire, apagando más de un sollozo que se escapaba de aquellos pechos aguerridos, Churrete^ con la sonrisa en los labios, caía para no levantarse más en los brazos de sor Aurelia. Había satisfecho su ambición. L A D T BELORAVIA. LOS RAMILLETES DE LA HADA. I. ABÍA una vez (hace de esto mocho tiempo) una niña cuya abuela sabía muchos cuentos de hadas y tenía tanto gusto en referirlos como ella en escucharlos. Pero la niña crecía, y preciso fué explicarle que ni las hadas buenas, ni las malas, ni aun las perversas {porque de todo hay en el género) se hallaban, como la pequeña había reparado y temido, en los bosques del jardín, ni que aparecieran en nna habitación perfectamente cerrada, deslizándose á través de los cristales sobre un rayo de luna. I^a voz de la verdad afligió á Emilia como nna decepción cruel; pero mientras la razón le decía en todos los tonos no hay hndns, una vocecilla débil, pero imperiosa, susurraba en el fondo de su inteligencia: ¿Quién salte? ¡Ej-isten en el mundo tantas cosajt que ignoran haata los más sabios! En un extremo del vasto parque anejo á la quinta donde la niña huérfana vivía con su abuela, había un bosquecillo muy descuidado por los jardineros, y que á causa de este descuido ostentaba una vegetación tan vigorosa que podía competir con la más salvaje de las florestas americanas. Pequeñita, mayor después, y por último próxima á sus quince años, Emilia había considerado siempre este bosque como su parte de paraíso en la tierra. Aunque abandonado en apariencia, como se 43 LA M O D A ELEGANTE ILUSTRADA 7 V 8.-TraIf da tolréa y t » t r a . Delantiro y cipildi. hallaba, al^igoal del resto del parque, defendido por sólidos muros, la confianza de la abuela era absoluta, y la joven tenía permiso para pasear en él cuanto quisiera, segura do que ningún malhechor podría asustarla. A toda edad se desea estar solo: en la juventud para soñar con el porvenir, y en la edad madura para evocar recuerdos del pagado. Así, Emilia aj>rovechaba con frecuencia sus ratos de libertad en vagar bajo los frondosos árbo- lesV^ne sombreaban su amado desierto Porque no hay coBa más agradable que un desierto próximo á una hermosa quinta, donde se es mimada de continuo, y sobre todo querida tiernamente. II. El día que cumplió sus quince años, Emilia se paseaba en el bosquecillo sola, según costumbre. Sonriendo con algo de tristeza, recordaba el tiem])o en que sus solodades se poblaban de serón bondatliisoH ú hoHtiles, según las circunstanciaf^, y que hallaba en lo más sencillo misterií) sobrenatural. Entonces las jírandes ranas verdes aparecían á sus ojos como hadas viojas un poco indiferentes, pero inclinadas á la benevolencia, que es, por decirlo así, compañera inseparable de la obesidad; la ágil salamanquesa se le figuraba un genio maligno. LA M O D A E L E G A N T E 43 ILUSTRAD l . " ! ' ! " « * " . '»'•'''. ' J 9.—Vestido da recibir. Oelantero. Váaae el dibujo 10. y la linrmiga afanosa el diligente correo de los seres q u e no se veían. E n u n a ]mlabni, E m i l i a soñaba con el tiempo en que creía en la existencia d e liHH hadas. ¿Y ahora? ¿Había p e r d i d o completamente esta creencia? No nos atrevemos á asegurarlo; acaso quería lijar sus convicciones sobre tan importante asumo el día de sus cumpleaños. Lucia la primavera con la engañosa esplendi- dez q u e nos haría suponer n o ha existido n u n c a el i n v i e r n o ; las hojsis se apresuraban de tal modo á c u b r i r l a s secas r a m a s , que había en el pequeño rincón de tierra la activiilad febril que se nota en casa de u n a modista de fama cuando se trata de vestir para u n baile de avntiorióin á toda u n a sociedad de niñas elegantes y exigentes. — ¡ P r o n t o , pronto!—decía u n a voz imperiosa que reconvenía á los retardados.— ; P o r qué las hojas de esas ramas bajas no están abiertas? Desarrolladlas en seguida, que hace u n pésimo efecto ver n n tronco desnudo con sólo u n ramilletito e n la p u n t a Pero ; y las campanillas? ¿Todavia están e n capullo? ¡Perezosas! Sois como los obrerofl q u e n o trabajan el l u n e s porque es demasiado p r o n t o , el martes por demasiado tarde, el miércoles porqne no h a y g a n a , ©1 jueves ])orqu6 es p r e ciso descansar del descanso ^ más fatigoso que el ' .•'-*^'i..«->'( ^ 44 I:;,V propio trabajo, y que el viernes echan m a n o ¡i la tarea (BÍ la echan). ^;Qué esperáis para florecer y c u b r i r loH macizos de verdor, de estrellas azules ó rosadas? — ¡Hace m u c h o fríol—contestal^a u n coro de vocecillas roncas. — ¡Disculpa de perezosas! De veras os digo que cuando se tiene amor al trabajo, que es el g e r m e n de todas las virtudes, no se espera á que marque el cuadrante las horas, sino q u e se adelanta cuanto se puede sin m i r a r el reloj. ¿Habéis tenido miedo al frío? Pues en castigo vais a sufrir ahora los ardores del Bol, que os marchitarán en capullo sin haber lucido vuestras galas primaverales. ¡Bonito negocio habéis hecho! Por u n prodigio inesperado, Emilia escuchaba este discurso y otros m u c h o s , c o m p r e n d i e n d o el lenguaje de las aves y las flores, ininteligible para la raza h a m a n a . La hora de lo maravilloso, presentida, esperada y deseada C(m a n h e l o , acababa de sonar precisamente c u a n d o creía despedirse d e ella para siempre. La voz primera que se dejó oÍr era de una Urraca q u e , por in visto, ejercía i n t e r i n a m e n t e el empleo de maestro de ceremonias, encargado de preparar la fiesta jiara la recepción de la primavera. Ilablal>a recio y con el tono de arrogancia propio de los seres de h u m i l d e condición que por una casualidad se hallan investiilos de altos cargos, y q u e para ejercerlos piden al orgullo lo q u e les falta de dignidad. — ¡Dios m í o l — s u s u r r ó bajito u n a vocecilla;— ¡qué Urraca tan fastidiosa, tan agresiva y tan brutell ¡Bien se conoce que no ha nacido para m a n dar, y que venga con esas groserías los años que ha estado reducida á la h u m i l d e condición de maritornes! ¡No se puede ser más mala! Apostaría que es la Urraca ladrona, y q u e tiene escondidos en alguna p a r t e , no sólo ios cubiertos, sino hasta relojes. Por bajo que hablara, la Urraca tenía el oído fino y la oyó; descendió del árbol en q a e estaba subida con u n a rabia que hizo reir á E m i l i a , y iretextando buscar gusanos, levantó con el pico as hojas de un macizo de violetas. — ¡ A h , a h : ¿sois vos, hermosa raía? — dijo colérica;—¿sois vos la que por modestia se oculta, quien 86 permite hacer á costa de su prójimo tan caritativas reflexiones? — Precisamente porque soy modesta de verdad— repuso t r a n q u i l a m e n t e la i n t e r p e l a d a — m e choca en los demás lo contrario de esta virtud. E n cuanto á las reflexiones, p u e d e n sentirse por la justicia del motivo que las ha hecho nacer. — Por lo visto, Doña Modestia quiere echarla también de bachillera j u g a n d o los vocablos; pues tened cuenta con lo que d e c í s , porque podría peaaroB—replicó la Urraca burlonamente.—¿Qué diríais si con algunos picotazos destruyera en u n instante vuestra hermosa corona de hojas y capullos? Esto os bajaría los h u m o s , según creo. — Todo lo contrario —repuso vivamente la Viol e t a ; — n o dejaré de hablar alto cual m e corresponde, por más que os enfadéis. ¡Tendría q u e ver que, por castigarme de una palabra que os suena á injuria, trataseis do justificar vuestra conducta liaciendo u n daño mil veces m a y o r q u e el que os hacen! E n s u m a ¿qué os he dicho? N a d a , puesto que vuestros hurtos son públicos y notorios ¿Es posible que os disguste oírme decir que podíais trat a m o s máa políticamente? A d e m á s , cuando vuestra honradez se agravia contra m i s sospechas de de irregularidaden, ; n o encontráis medio mejor d e desvanecerlas q u e robarme las hojas y capullos, verdaderas partes de mí misma? La Urraca balbució u n j u r a m e n t o , que había aprendido, sin d u d a , de u n a cocinera., —¡No eé cómo me contengo en haceros polvo I— gritó. — Y o bien lo s é — r e p u s o bajito la Violeta. — P o r q u e amo la paz, y m i conciencia m e prohibe agredir á nadie — Pero no os prohibe insultar y amenazar. — Seguid h a b l a n d o , y os corto inmediatamente la cabeza. — E s o es preciso hilarlo delgado, p o r q u e n o podríais hacerlo i m p u n e m e n t e . — ¿Cómo que n o ? — p r o r r u m p i ó la Urraca lev a n t a n d o la cabeza con ridículo o r g u l l o . — ¡ A h , ahí ¿creéis que no tengo fuerza para ello? —^^La fuerza os sobra, pero no se puede usar sin peligfo, y más tratándose de humillar al débil p o r q u e habéis de saber que los débiles se ligan para resistir, y u n a vez ligados son fuertes Adem á s , las hipocresías desenmascaradas no engañan 4 n a d i e , las astucias d i s i m u l a n mal las ambiciones» y convencida de estas verdades, debéis procui - a r ' i n s p i r a r simpatía en vez de repulsión. E n c u a n t o á n u e s t r a situación, bien sabéis que ni vuestros alardes de poder, n i vuestras amenazas f MODA K L E G A N T E I L U S T R A D A brutales m e asustan, pues sé que os está prohibido tocar n i á u n a de m i s hojas por quien es m á s fuerte que vos. — ¡Qué ilusiones tenéis!—dijo la Urraca, sacudiendo desdeñosamente el ala tíerccha, que era su m a n e r a de encogerse de hombros.— Por lo visto creéis todavía en el poderío de esa íiUinnt hndii, que sólo es ya un soplo de vida jtronto á desaparecer y apagarse como sus liernianas. — Os equivocáis, porque la ÚIÜIIKI hada ilurará tanto como dure la h u m a n i d a d sobre la haz de la tierra. — ¡ A h ! — e x c l a m ó Emilia llena de alegría;— luego no m e engañaba; las hadas existen. — Al menos una.....—oyó decir do pronto ;i u n a voz clara, armoniosa y e x t r e m a d a m e n t e dulce que vibró á espaldas de la joven. Volvióse con viveza, pero nada vio; las tintas del crepúsculo envolvían el bosque, luchando victoriosas con los postreros rayos de sol, rojos como fuego. E m i l i a m i r ó con aliinco alrededor suyo. ¡Trabajo inútil! Por n i n g ú n lado vio á la hada de de sus sueños, con vestiduras de gasa de plata y el rubio cabello sembrado de radiantes estrellas. — No me b u s q u e s — p r o s i g u i ó la v o z ; — n o m e encontrarás a u n q u e estoy cerca de t i , pues debo permanecer invisible. No obstante, ¡juiero probarte m i poder y conocer, por un don (jue te haga, la fe que tienes en m í . Reflexiona, busca, y luego pide ¿Qué deseas? H e r m o s u r a , inteligencia, riqueza, generosidad, v i r t u d ¿qué quieres? — ¿Cómo escoger?— balbució E m i l i a confundida;—todos vuestros dones son dignos de ser igualm e n t e deseados. — ¿hjuahiinde?—repitió la voz con entonación algo burlona.—¿Lo crees así? — Y tanto lo creo, que no m e consohiría si eligiera algo, sintiendo siempre lo que dejara de elegir. Convengo en que no puedo pedir ni otorgárseme lodos los dones, mas prefiero no poseer n i n g u n o á renunciar á los demás. — ¡Todo ó n a d a ! — e x c l a m ó la hada t r i s t e m e n t e . ^ ¡ Q u é bien manifiestas lo insaciable de la raza humana! Plscucha, sin embargo : no jiuedo darte j u n t o lo que quieres, pero poco á poco sí Poseerás cada uno de los dones que he dicho, y los gozarás tanto tiempo cuanto tardes en apercibirte que los disfrutas Cuando tengas conciencia de ellos, será señal cierta de que los vas á perder. P a r a c o m p r e n d e r á qué altura te hallas respecto á las ventajas q u e por tales dones deben resultarte, el día q u e cumpla u n año del de hoy, preséntate en sociedad con u n ramillete en la cabeza ó en el pecho, al que yo comunicaré la v i r t u d especial de que te permita leer en el pensamiento de las personas que te rodean, y reflejando como u n clarísimo espejo tus condiciones, puedas juzgarte á ti misma. — ¿ Y de qué flores formaré el r a m i l l e t e que decís? — D e las violetas que tienes á tus pies ¡Hasta la vista, Emilia! Te cito aquí el d í a q u e c u m p l a u n año de esta conversación. , III. No se hablaba en todo el paí.s sino de la extraordinaria belleza que se había desarrollado en E m i l i a de V...; su presencia excitaba exclamaciones de asombro, siendo u n a fiesta y u n a alegría para loa ojos de sus vecinos; en la comarca entera, y a u n algo más lejos, resonaban los elogios de que era objeto; grandes y peciueños, distinguidos caballeros y h u m i l d e s pastores, le pagaban igual t r i buto d e entusiástica admiración. Asi, fué pedida en m a t r i m o n i o veititiséis veces en un mes; mas al p r i m e r p r e t e n d i e n t e lo despidi(') la abuela p e n s a n d o , no sin razón, q u e su nieta era demasiado joven para llevar el gobierno de u n a casa; el segundo era r i c o , pero no era noble, y t a m b i é n fué rechazado; el tercero, de ilustre linaje, pero p o b r e , siguió la misma suerte, siendo E m i l i a la que dio las razones para despedir á estos últimos; el cuarto era casi viejo, y el quinto demasiado joven. No detallaremos los veintiséis motivos que dio Emilia para permanecer soltera; probablemente serían, como sucede en estos casos, razonables y buenos u n o s , medianos otros, y completamente fútiles algunos La abuela de esta incomparable hermosura empezaba á aburrirse y á pensar que era s u m a m e n t e difícil colocar bien á u n a de las muchachas más bellas del m u n d o , tanto más cuant<í que e n t r e la falange de pretendientes había más de uno que agradaba e n e x t r e m o á la señora, y por lo m i s m o le h u b i e r a confiado con gusto la felicidad de su nieta querida; pero no se atrevía á violentar la inclinación de la j o v e n , que á cada propuesta de casamiento sacudía negativamente su linda cabeza, y se limitaba á ilecir: — Miis tarde allá veremos El último de los enamorados había sido u n príncipe do alto linaje y cuantiosa fortuna, que con general asombro fué recliazado como los demás. ¿Cuál era la causa de ello? t ' n a m u y sencilla: E m i l i a estaba tan orgullosa de sus triunfos, tan pagada de lo (¡ue merecía, que todo se le li^uraba |ioeo: asi, la postrer d e m a n d a , que sobrepujaba á cuantas vanidosas ilusiones hubiera podido alimentar, no hizo más que confirm a r ciertas ideas q u e hacía tiempo la asidtaban y en las cuales se complacía e x t r a o r d i n a r i a m e n t e . Decíase en su fuero i n t e r n o que otras menos he.-mosas que ella habían llegado á emperatrices, y que sin d u d a Dios había destinado su linda cabeza para ceñir C(»rona Reina ó emperatriz, la importaba un bledo; el asunto era tener cetro de oro en la mano, y jtrendido á los hombros u n largo manto d»^ p ú r p u r a forrado dr armiños ¿Cómo aceptar la m a n o que el príncipe le ofrecía, cuando este personaje ajienas era digno de llevar la cola d e su m a n t o real? HERMINIA D. Conc-Iiiirá. Á U N A AMIGA, E N SU BODA. I.a noticia reci^i V no piifdeM íigiirnrtc 1,11 que yo \\\K; fiíirpreiiili. ¡Tenor un IHJVÍO y casarte Sin con 9111 til ruiL'lo ú mil Tu olvido íioy al olvido Hiu niolesturnit! gnm cosa. Yo H('; ijiie lialirás elegidlo l'n exculi;nta uniíJn, para mí seereta, Lo fué pi-e de piíjiüllo para encuje iiifíli'M. E! piípiillo debe pegarlo antes de lavar el encaje, para que i]uede del niisiiiu color. 8 SKITIKMÍIRK 92 v 9 FEímKRO 94.— Hitelra. — Siento derirle que no puede flefedcrse á su primera iiulieiieinn : se le coniplueeriV en la stófriinda. No conozco los polvtis (|iie me diré: pruel>e el AnlirUh' Feero^^e, que es excelente para lo (|ue iisli'd (ii>8ca. I,eami coiitestueióii i>n la C<>iT''spon*lencia Particular di' iiiiestni ni'inicro del 14 de Enero á Í'HÍI qtif- mlora á «if marido, y allí encontrará un procedimiento para ünq'iar el snclo de madera. L A S f'RDMKTlDAS I'K HOS ARTILLEROS. — 1 . " No conozeo nada que pueda limpiarlo. 2." La señora, sn primer apellido y el del marido. La señorita, los dos primeros. 3." Sí; se da parte, y si se celebra ae recalan didces. 4." Se llevan indistintamente con cadena (I cinta, 5." Lea U Revuta Parisieme de nuestro niimero del ti de Enero actual, y mi contestación en la Corresponden' ci,i Particular del 22 de lliciendire liltiino ¿ Do8 Plencianilas de IS aüos. C. C. UB C — L a tela es m u y bonita para traje de diario, paro no me parece ó propósito para lo que usted quiere. Puede hacerlos en terciopelo ingles, en un paSo muy bueno, adornados con terciopelo y pasamanería, ó en alguna tola de fantasía, que las hay muy bonitas. En nuestro número del 14 de Enero, figura 13, tiene un honito modelo; en el mismo perii'idico, ligara 1', eneontranl un modelo du Bunibrero muy á propósito, y en el uiiniero del 6 de d i ciembre, ligura 1, otro de muy bueo gusto. HüflA VA... ESTiTvo BHKNA. — Es indiferente que la carta usté escrita por una ú otra, y pregunte cuanto quiera, en la seguridad de (pie le conteatarí' con mucho gusto. Puede hacerse el traje como la figura 32 de nuestro número ilei 22 de Septiembre liltiuu», ijue tiene patronee, ó bien como el grabado 6 del niiuiero de 22 de IMciembre, adornado con encají' y cinturón de terciopelo. LIRIO BLANCO.—Perfectamente dirigida la carta. Me alegran'- i[uede complacida con íni contestación, para que vuelva á consultar alguna otra cosa cuando quiera. L o q u e le han recomendado no sirve para lo que usted •quiere. En la perfumería Urqniola, Puerta del Sol, 1, acon•aejan el Itlaneo liquido de Chipre; su precio, 15 pesetas frasco. UN'A ANDALUZA.—Cuando quiera consultar, remita la faja del periódico, como ha hecho ahora, y seni inmediatamente complacida. Loa trounHeaux varían mucho, dependiendo su importau•cia de la cantidad i]ue se quiera y pueda gastar. Puede, sin •embargo, considerarse como trounmau acepütble el siguient e : camisas de d í a , tres docenas; ídem, id. de noche, dos docenas; pantiilones, tres docenas; (íubrecorsi^Sj'tres docenas; enaguas, dos docenas; otras dos de refajos, si los usa; peinadores, una docena; medias de distintas clases, tres docenas, unas mejores que otras, y seis pares de distintos •colores; pañuelos variados, cuatro docenas (de jaretón, con bordados, en colorea y con encajes); alguna chambra para cama; una docena de paños para los peines, dits bjvtas y una s de vestidos tiene en LA MODA del 22 de Julio, grabado 2 , y en la del 30 de Octubre, grabado 8 , y si prefiere hacerse chaqueta, en el periódico del 6 de Agosto, grabado 3 , encontrará una de muy buen gusto. U N A Q.—El impermeabilizar la tela no es cosa ijue puede hacerse en casa; constituye una industria nada fácil. Esas telas impermeables se venden en las tieudas que se dedican á esta especialidad. Su carta anteri(*r no ha llegado á mi poder; de otro modo hubiera sido contestada con puntualidad, como todas laa que me dirigen las Señoras SuBcriptoras, AL' .1. ViLi.ASASA. — No conozco la receta que me pide. Muy bien puesta la fecha. Muchas gracias por BU atenta felicitación. 4P LA MODA ELEGANTE ILUSTRADA 13.—Arlequlna. Traje dernáacarapara nlilai de 10 á 12 afioi. 12.-Campesina de loa Batkanea. Traja de meeoara. II.—La Caeolún. Traje de mateara. r4.-Paiitalla Cupido. s. fr irjjJiki, + iT^ "f ^r .;««. IS,—Traje da oalle para nlRai da 8 aüaa. 18 A l9.-Abrlgo y veitldo para nlüat. LA T. C—Me parecen bií^ri las ám cosan quo me dice; pero freo resulte más bonitó, y puesto (jiie tiene tiüni})o, puede hacer lo ipie yo le inilii|ui'. r.o affradezeo mucho su recuonbi, por lo «pie lo doy laa más ex]iresivíta ^'raeiiiB. l'NA üiiiKBEÑA. —ÍSu tratará de complacerla lo antes posible. AOELA P . EXPLICACIÓN DEL FIGURÍN ILUMINADO. Núm. 4. MODA ELEGANTE va ribeteatlo de un entred/íB. Un entredris igual guarner-e td dobladillo tiel delantal, los bolsillos y loa puños. Tela, iifcexaria: 3 metros de percal, y 7 metros de entredós. Vestido americano de tela de algodón. — Núm. 12. ('uerpo tle vestido iei.'tir, niontailr> sidire un eanr'Sii. Largti total; 5ll centímetros; ancho: un inetri> 40 centímetros. Pobladillo atlornadr) con pliegueeitos. Manga recta con puño de horriarhi. líerta th' tela de algodón, ribetearla de bordadti, con un entrerb'rs por encima. Escote ajaretado, guarnecido de un bordarlo. 'J\'la iifcríniriii: "1 metros fiO eentimetroa de tela de algr>d(')u. Vestido corto de batista. —Núm. 13. CorrBtpOBdB á lai SeBorai SmorlptorM da l« Bdlolói» d» lujo. TIIA.1K ^ SAl.lhA UK HAILK. F a l l a ancha montada bají» un canesú listado tle cntreiloses tic iHirdailo y terminathi en una berta lie bordarh). Vuelo de la falda: un uiutri) 40 centinir-tros; lar^ti: 44 eent:uietroB. noblartillo adornado erní im punto ruso; manga recta eon puño gmirner'idfi dti bonladi*. Escote de bordado: cierre por tietrás. Cinturón-faja de cinta de moai-é blanca, aiiriiiarlo por detrás. Tfi.lit iirci'.i color hlanm iiárnr // rota inii;/ páliilii, uf.hriuKUtih eiiraiex hlancoK y luo/ffícN. —FaWii completanientxj redoiiilii, |t,ni'¡irnocida on'la parte tíe al>a]0 y en meilio pnr -tres volantes de encajo blanco siijetoB de trec'lio en trecho por íírnpos de violetas. El cuerpo, esentiido en punta, va aiitjrninlo v re<'offidii la draperie ecn fjolpes de paBiiiuaneria Corsé para niños pequeños. — Núm. 14. de oro V b'ibis tle perlas. Cintun'ui muy anclio do raso rosa, tialiibnio baile de l)rocatel hoja K!.-ca, liordada de oro, adorl'ís de rasij iiiglr's crema, con htuulircras ib; lo mismo mirla de encajes, de piel de níarta y ile cintas de ni5o rosa. abrocharlas por rielante. Este ahriji-o vii forrado de piel de arndño y forma por detras Grupo de camisas y chambras para niños pequeños. scote y borrio punta con un nudo de raso, terminando con tres cocas de ii]['rTÍor rie la manga boniaihis á la mano. Largo; 26 cencinta con largas oaidaR, ipie vienen á foruuir delante un gran tímetros. lazo euanih. el abrigo está abrochado. Cuello muy alto borNi'an. íl¡. Cbambra rio percal, guarntícida r'rjn im entredeado de marta.—Ku la cabeza grupo de plumas rosa. dtjs estrecho bonlarlo, por el cual se pasa una eiula azul celr-ste. .Víí/í(, 7 7. Cami.'^a inglesa tle batista, con uninga corta y vuelta, arlornarla con un bonlatlo lino y un entredós caDIIÍIUOS PARA BOIÍIIADOS lado y bordado. Largo: .'10 centimetros, roNTKNinoa EN LA UO-IA-SOFLEMENTO. .Xíirii. /«v. Camisa inglesa dv batista, adornada con encají' tle \'aleni;Ír'nnea y un punto di- bordarlo ruso. Largo: 30 centímetros. Corresponde á tas Señoras Suscrlptorii de la edlcldn de lujo. íwwmm w, m iunm y Grupo de camisetas y chambras. — Núms. I á 4. Vestido semitargo de nansuc—Núm. 19. Niim. 1. Camiseta de niusulina inunfada enn m\ eaneaú de cntredoaes de borilado. Cuerpo compuesto de un taria: nn metro de muselina. Niim. 3- Camiseta de muselina plegada. Delantero de una jiieza, y espalda cerrada en medio, uiontadi>s imo y otra Clin un eanesii redondo, rodeado de entredosi'S lieclios á la mano, líerta en foruia de volante ile muselina riheteadtt ^le valiMiciennes. Manga fruncida, con puno adornado como «I canesú. Telii npep^triii: un metro 2ó eentíinctros ile muselina. Níiiii, 3. Ciíamhra de piqué, eon canesú iigurado por Kieilio d(? puntos de bordado rustí. Tira bordada en el escote y en las nuiíigas. Tdtt iicfemria: 50 centinu'tros de piíjué. Niiiii. 4. Camisolín de xiimh ereuia, con plieg-ues de lencería ligiirnndo el cunepiii. Kspalila cerrada cu medio, y delantero de una pieza, eon pliegue en el centro y chorrera jtlegada <Íe »vrah ribeteadí) do valenciennes. Puño igual, y encaje estrecho en el escote. Ti'l'i. iii'reK'li'i'i: '2 nietro.-i de .•JÍIÍVÍ//. Falrla montada eon un canrísú y rorlearla de un entredós ealatlt], l'ii ent.reilr'is igual guarnece his puños y la Jicrta. Esta últ ma va atravesada jior unos acnrdiillados de nansuc. Vidante borrlado nrontado ctin pliegues encañonarlos. Manga recta estrecharla con el puno. Escote ríe bordarlo. Tt'ln iipfemria,: 2 nretros ríe nansur^; 5 metrr>s ilo entrcrli'is; 3 metros rie vtilante anehti, y un metro 75 cr'iitimetros de volante estrecho. Pelliza de nansuc con viso de seda.—Núm. 5. •Se compone de plieguceitos de lencería y entredoses de valeneiennes. Volante de encaje en el borde inftTÍor y aljcdudur de una esclavina Tmneida en torno de un canesú dtí encaje. Cuello de eni-aje, cerrado bajo un lazo tle cinta fíO\oT lie rosa. El viso os de serla de este cuUtr. Canastilla para lanas. —Núm. 6. Va guarnecida t'sta uimastilla tle fular azul antiguo y iidi'rnarla eiui coraje crema y cinta amarilln. Faldón para recién nacidos.—Núm. 7. Es de raso color de rosa indi'Splegable cubierto de encaje. El cuerpo, di' raso, di'saparece bajo una berta de encaje. Civitiirún ile cinta oidor di' ntsa. Lazo llotiinte en el lado derecho, en ios bombros y en la cintura. Mangas ple^'adas con volante en el Imrde inferior. Cuna portátil. —Núm. 8. Es de mimbre, y va algodonarla interiormtmte y forrarla de tafetán azid (^dr^Hte. Por el exterior, el tafetiin va cubierto de encaje ajaretarlo. Los arlornos se eoniponen de volantes del nñsmo t?ncaje, rizados y lazoa ile moaré azul celeste. Cuhrepañal de percal. —Núm. 9. Cuerpo de blusa larga muitadr) con nn canesú. I^argo total: S.'j eentiniotrtm; ancho: un metro 70 centímetros. El drdantero ilel eanesú va adornado con unos pliegueeitos y unos entredoses bordarhis muy estrechos. Cinturón de per''al anudado prn- detrás. Escote formado por dos bordarhis 'pie se reúnen por meilii> de un bies mtmtatlo eiui un punto 'U' lencería. Manga recta y puño plegado con bortlailo. . '" Pantalón-panal.—Núm, 10. _ Es lie franela, muy lina festonearla, ó tle tela dr' algodiin. > a cortado rio una stila pieza y abrochado á catla lado. Ciuturiin recto en dos partes. Tela necesaria: 75 centímetros de franela, r'i de una tela de algorl(')n afelparla. Delantal para niñas de 3 á 5 anos. ~ Núm. II. ^•a hecho de percal bUncr), con es|)alda y rlelantero formando tres pliegues redondos. Unas tiras de entredrises de bordado adornan k parte superior del delantal. Kl escote , / • . • - " 47 ILUSTRADA Borceguíes para niños pequeños. — Núms. 20 á 23. Xi'iiii. 'MK liortM'giií (le lana blancu, al puntn Margarita, adornado crm lazos rlc cinta azul. -V((w. 21. líorcegui al punto de aguja, bocho con lana bhmca, formaurlo br'ta y estrochado eon una cordünadura li; lana taudiién blanca. Xiini. 22. lioreegui beeho al crochet, punto tunecino, con laua blanca, formando bota y estrecharlo coa una jareta de lana. AVo/í. 2:i. Borceguí hecho igualmente al crtiehet tunecino, borrlado ile serla. Lazo di- r-inla cr)lr)r de rosa. Grupo de gorras y capotas.—Núms. 2 4 á 27. Niuii. 24. (itiiTii rio erislianar, beclia de entredtiscB de borilatio y de valcnciennes rr'uuirlos por uierlío do entredosi's rio musr'lina, adornados r.-on [uintos rusos. Un ri/.adt) de tul realzarlo do valeneieimes rrxíea. la gorra. Jiridas tle raso blanco. Xiiiii. 2'i. Capota de cristianar, d<- luoaré crenuí, eon ala liidlouarla, hui'itli'l y fondti rcdomlo. Arlornos s de rasn blanco. Niiiii. 20. Capota tle i^iireil/ plegadti hianert. Ala y fondo ajnstarlos. íiarolrl y a1a antdia de volante intlesplegable, ribetearlo tle puntt) drj París. Urtrlas y lazos do moaré crcTua, Xiiiii. 2~. tiorra tle musidina. Ala adornada con pliegueeitos y montarla sidire nn foniio borrlarlti. Bridas tic muselina. Uizarlo di' tul y rtisiir'cas ile cinta comeUi color de rosa. nna cinta cometa azid pálido. Manga ancha, con pu3o giiornecirlo ctnnr) el escote. Tela nfrfHíirui: un metro fíO centímetros de nansuc. Ni'nii, 33. Pautaliin de percal, cuyo borde inferior va estrechado con un entredós de lardado que termina en u a volante bordarlo. Tela necesario: nn metro 25 centímetros de brillantina, Cubrepañales.—Núm. 34. Cuerpo ríe vestido largti, de brillantina, montado Imjo un canesiú que se cierra por detrás. Largo total: 85 centímetros; Jinrlio: un nir'tro (10 ceotimelrorr. Cuello marino, cerrado por detrás y guarnecirh) crm borrlados. Manga con pafio plegado, terminado en un volante de bortiatlo. El mismo bordailo en el escote. Uinturón tle brillantina anudiido por detrás. Tela necexaria: 2 metros 75 centímetros de brillantina. Vestido largo interior, refajo corto y faja. Núms. 35 á 37. A''íi«i. .35. Este vestido interior es de franela tj de pitjué, y va plegado en medio de la espalda y del delantero. Largo: 80 centímetros; ancho: nn metro 35 centímetros. La parta superior va festoneada á la mano. Largo de la hombrera: 18 centímetros. Ti.-ln nerenaria: un metro 75 centímetros de franela ó de piíint'. Náiit. 37. líefajo de franela ó de tela de algodón. Escota y sisas festom-adas á la mano. Ke compone de una falda, montada con fruncidos de 25 centimetros de largo por un metrrv 5 centimetros de ancho, y un cuerpo con delantero, lado ríe rielante y espalda cerrada en medio. Tflii nerpmrifi: un nietnv tle franela ó tejido de algodón. Nthii. 3(1. Faja, Es de franela blanca, y va forrarla de lo mismti. Se compruie ríe dos piezas reunidas en medio con una ctistura ar.iuearla. Largo total: (Í4 centímetros; ancho, por delante: 12 centímetros. Va ribetearla ríe cinta de seda ó de percal. Cubrepañal de percal. —Núm. 38. Cuerpo ríe libisa larga uinntuilo srjbre un eanr'sú, Largo total: 85 i'entínietros; ancho: un nietrr» 75 centímetros. Cinturón lie percal amiriado pr»r detrás. Manga recta, ribeteada rie un borrlarlr> y cstreelnida en forma de volante con fruncidos. Cutdlo vueltt) con bordarlo y puntt) rust). Tela necetarfa: 2 metros 60 centímetros de percal, y 2 metros rie hr-nlarlo. Faldón largo para recién nacido. —Núm. 39. Cuerpo lie vestítlo largo de nmselina lisa, nioutatla bajo un canesú escotiul.) de entredós bordath), pttr el cual se paga una cinta ríe raso cr)lt)r de rosa. Largo: un metro; ancho: nn metro .30 centimetros. Adornos ríe entrerloses borrlados y (^alados, por los cuales se pasan unas cintas. Dos entredoses y unt)s pliegues rodean la faliia, y un v o l a n t ' de encaje termina el borde inferior. Manga guarnecida de encaje y estrechaila con fruncidos. Escote adornado con nn encaje estri'clio. Tela iipcenaria: 3 metros de muselina. La Sucursal de L A E Q U I T A T I V A en E s p a ñ a ha pagado á sus asegurados desde 1882, en que fué legalmente autorizada por Real orden d e 10 de Octubre de dicho ai'io, al 'M de Diciembre d e 1896, la s u m a de pesetas 1 4 . 7 1 3 . 5 2 0 , 9 9 , en la forma siguiente: PBSBTAS. P o r defunción Dótales y acumulaciones vencidas O t r o s pag-os: D i v i d e n dos, r e n t a s vitalicias, eto TOTAL 10.950.756,13 1.751.135,39 2.011.629,47 14.713.520,99 Grupo de baberos.—Núms. 28 á 30. M a d r i d . 1." de E n e r o de 1897.—Por la Sucur\ ú m . 28. ¡lahfrii-i'iilli/r iil¡iii<ítinfftto.—Es de nansuc, y va sal, el Gerente, M. Hosillo. ciiiiierto ríe un babero doble de nansuc btmlaiio, rorlearlo th' encaje de Valencienncs como el babertí algothuiado. Xúm. 29. Jinhfro nriliiiiirioparii mlir.—Fjü do Yi]i]\:{', y va adornado eon puntos rusos y rodeado de nn volante de borrlado. fuerte, limpia y el aliento perfiunado tendrá siempre Núm. 30. ¡iahero dfrep».—Va brjrdado á la nnmo y guarnueídr) con un encaje ul punto de París, montado sobre un el que u s e la M E N T H O L I N A '^^1 Dr. ANDBBU. viilatite de percal. Cura el dolor de muelas. Libritos gratis. En las boticas. Tfla iiecrmria: 30 centímetros ríe rr-ps; un metro 25 centímetros de encaje, y 15 centímelrt»s ríe percal. OÜBOC^rSANA Faldón largo para recién nacido.- Núm 31. Es ríe muselina bordarla al plumtstis, t;on adornos tle vnlanlet borrlarhm riel mismo modo. Cuerpo do vestido largo, nrr-titarlti :i un caiiesii puntiagudo, eon pliegHecitt).s. PHogue aiu'-hri en mcrlio tlel delantero, y fruncidos pi>r detrás. Largii tr'tal: í)5 e.entíinetros; ancho: un metro 8(1 ctjntimetroB. .Manga terminatla en uu vulante. í.ítro vtrlante estrecho guarnece el escote. Tflir iiecpgaria: 3 metros de mtiaclina. Grupo de camiseta y pantalón para ninas. Núms. 32 y 33. ,Ví/ni. 32. (Jamiseta de nansuc blanco, ajaretada en la cint u r a , i'on rlelantero de una pieza y espalda cerrada en medio, guanieeithis uno y otra cmi tres pliegues adornados con un punto tle espina ipie tigura un canesú. Pliegues de Itíucería entre tos pliegur'S gruesos, cuyos pliegues sólo llegan hasta la altura de uu canesú. Escote de valcnciennes montado eon nn entredós agujereado, por el caal se pasa SWEETIA ET VIOLETTE D'AVRIL Nu.'vo-y eniuisitoB ii.Tfrimes yiir.i i-\ panuolo, de la í s o c i é t é ll;'{í;ieiiiqu«,íli) rarm, Üü, rao KivüU, l l o D b l i f a n l , perfnniista, Vari*. J!í. Kaubourg S' Honoré VIOLETTE IDÉALE L't"r„nr: iaüiil»lir;»nt. jierfaraiata, /•nr/.f. l'.i,-Kauboarg S' Honoré. ALIMENTO DE LOS NlíSoS Y DE LOB OONVALEOIINTIS toí Hi'ilicosreromiiurliin el K a c a b o a t d r les Á r a b e s dr LieLANcnKMEn.rtt Pañi. Liiiero. agradable y nutritivo) — DESCO/IFUft DE LAS FALSIFICiCIOHía. Pfrfumcrin rróiira SENET, 35. rué du Quatre Septembre, I'aris. (Vcattne lux nnnncion.J Pcrñimcria Mnon.V' LECONTK ET C», 31, nicdu Quatrt beptembre. C' éiguales, pero el resullado, siendo tan importante, 'uiola, Mayor, t; Romero y Vicente, ferfumeria Inglesa, Carrera fie San yerónimo,j;y en Barcele haría vacilar antea de d a r el paso. ona: Sra. Viuda de Lafont ¿ Hijos, y Vírente Ferrer; Sahador Vives, peifumista. Pasaje ¡hicoili P a r a poner el mismo caso bajo otro aspeclo, Salvador Banus, perfumista, calle yaime I, núm. i8; y. G. Fartis,perfumista, Alfonso I, tiími. 2j TOy A referirle lo si^'uiento: Altninos años atrAs un en Zaraf^oza, misma casa en Valenna. hombre poseía fln pedazo de terreno muy pohre y rocalloso en el África del Sur. No pudiendo conseguir un tivir de él, lo vendirt por u n a s u m a pequeña (aparentemente su valor), y c! nuevo tlu k l l o H do chocolate al día. — ! I H m e i d a l l u M d e u i - o y (¡ue (^1 j a m á s habia soñado. Esto le prueba que la altan reeompeniíaa industriales. buena suerte no viene siempre sin esperarla. DE DEVOLVED AL CUTIS r = r . do ln-juvontud, NomojantoHiV litllordcl mcloootonoro, u s á n d o l a F l í - i i r e l I I l•<^^•ll^* do la l*:)rfum<'rl«!> F x o t i q u o , : í r » , r t i e d e •% S p p t c i n l f r t ' , l » a PIH , los mejoroH polvos de arroz eonooldoH.-- DcpóBitoseo Mailrid; Perfumería Oriental, Carmen, ^4; perfunicria do LTrquiola, Mayor, 1; Afíuirro y Molino, fret-iadoH, 1; Romero y Vicente, perfumería IneleHft, Carrera do fin.n JeT^Snimo. '-i; y en Barcelon a : Wrft. Viuda do Lafont ó Uijoa; Viuente Ferrer y Üumpaola, perfumistas. i.^ A G U A D E QUININA Í ANTIGUA REPUTACIÓN rONSBI^RADA fior un Éicilo Unhersjl si mliri: :iicli'',ill- ii;;ijnni e Imlinclonts. NUEVOS PERFUMES ED.PINAUD RlGAUD ¥ C proveedores de la Real Casa de España Un corresponsal nos escribe: «He recibido su estimada c a r t a del Í2 de! a c t u a l , en la (¡ue me 8, ruB Yiolenne, PARÍS ruCfia lo dtS u n a relacii^n de la cura de mi enfermedad crónica en ios órEanos dipeslÍTOH. Voy á Recomendados por su suavidad, BU hacerlo con mucho ftusto, dándole al mismo delicadeza y su sello aristocrático. tiempo permiso para publicar mi c a r i a sí U< cree conveniente. IRIS BLANCO • P o r espacio de doa arios eatuTO padeciendo de GRACIOSA L I L A S DE P E R S I A o n a enfermedad en el estomago, sin poder enconC ÉFIRO ORIENTAL t r a r n a d a para otirarmc. Habia perdido cnmplelaASCANIO m c n l e el apetito; sulainento lomaba el alímenlo BQUÜUfcT R O Y A L «•trictamcnle necesario, pero lo devolvía casi inLUCRECIA mediatamente. LUIS X V ROSINA •AI(nm&H veces loa dolores eran tan agudos que VIOLETA BLANCA p a s a b a muchas noches sin d o r m i r , lo que me catieaba (tran excitación nerviosa. DEPOSITO EN LAS PERFUMERÍAS • Consulté varios doctorea; pero aunque tomi^ d« España y América todas las medicinas que me ordenaron y so;^u¡ todas las insiruocíonea con mucho cuidado, el resultado no fué nada safisfaetnrio, •Durante mis mucha.i visitas A la farmacia de D, José Lucena, de esta plaza, noté que distribuía a n o s libritos entre sus parroquianos. Mka do una Tez los tuve en mi niaiio y nic lijaba en el forro, pero ahf paraba mi curiosidad. »Un día que me hallaba muy cabizbajo A causa d e mis sufrimientos, un caballero (un pariente) m e aconsejó que leyera detenidamente uno do esos m i s m o s k que mo h e referido. Así lo hice, y t i e n d o en ellos ciprios certillcadns y relaciones de Tarias personas que so habían curado do la m i s m a clase de enfermedad que la m í a tomando a n a medicina llamada el Jarabe Curativo de la Madre Seigel, me deiidí á probar sus calidades. •Compré u n a botella del Sr. Lucena, y después de t o m a r ésta, otra m á s , despuéa de la cual mi enfermedad desapareció. Hace dos meses que he 8ltua£lÚD espléndida, con vista á Ion JardincB de Ia« iarado de t o m a r eala medicina, y d u r a n t e esto TnUerlaa. IlatdtJiolonee e\efriínlcu y moik^tas A pralempo no he sentido la niAs nu'nima ¡ndisposi- d o s módloan. Cocina OHpafioIíi y franf ew, HILÍÍOH y lím ción. Quedo au humilde servidor: (Kirmado). Kt^ov censor.—Pii» a» Rlvoll. Entrada: I. rus Sl-Rooh. Partt. L U C E N A . Calle Moralejo, 27, Agnilar, provincia do Córdoba, 17 de Noviembre de IhHÓ,. Considero cuan extraños son los caprichos del desUno. Cuando I). Eloy Lueoim copió el libro en Ja farmacia, tenía en su m a n o loa informes que t a n t o anhelaba, fii entonces lo hubiera abierto y leído su contenido, hubiera eiiconlrado alivio al m o m e n t o . La aalud estaba tan cerca de él como la riqueza estaba del primer dueño del terreno en África. Pero la ciirioaídad lo falló y se volvió lan abatido í infeliz como vino. Kl mismo no.s dice cómo le convencieron A que leyera ct libro y el buen resultado que tuvo. ¿No nos servirá esto de lección? P o r esta razón aiempredebemos estar alerta y listos para rci'ibír conocimiento de cosa que sea úlil. Espcciiilmenlo d e aquellas cosas que redunden en m a y o r Ijonc/ícío nuestro. El libro do que habla U. Eloy Lucena se puede obtener simplemente con pedirlo, y oslA lleno de inlórmcs de valor incalculable, explicando las diferentes enfermedades y ci'uno el Jarabe Curativo de la Madre .Scigel ha curado u n a Infinidad do personas. Buscad el libro y Iccdlo, p a r » bien vuestro y el de otros. imPlíSITOGKNKRAL: CiLLÜ MUDR, IS í 2 0 , MiltrjD ES ESENCIA ^mP Creación de la P E R F U M E R Í A el Pañuelo O R I Z A de L . El Jarabe Curativo do la Madre Seipel esf.4 de v e n t a e n todas las farmacias, dro^-uerías y expen* Faiailmlla dr la caja «luo couti'.TK^ lit vertlndam Vsloulina dedurfas do medicinas del mundo. Precio del fra«« Inventada por ChurlcR l-'ajr. (DcscoufiHd de ralslHcacluiK' co, 14 reales; frasquito, 8 reales. POLVOS de ARROZ YELAMINE E. COUDRAY LEQRAND CLOROSIS, DEBILIDAD . . . . . . Curidti por al Vardailaro HIERRO a U E V E N N E ^ 4ANEMIA aprobado^»or U Ao»d«aUa d* UadioiiM d« Vuia. — AO AUO* d* axOo* ^ ^ MARI-SANTA POIt DON ANTONIO DE TRUEBA. E s u n a do las mejores obras literarias d e l ¡l-.ist r e Antón el de los Cantaren, m o r a l , i n s t r u c t i v a y uincnísima. Korma un e l e g a n t e volumon on P." m a y o r franoi's, y MO vtíndo. A 4 (icsi'taíi, en la -Administración do esto periódico, M a d r i d , c i l i o de Alcalá, n ü m . 2'i. ROYAL WINDSOR EL CELEBRE RESTAURADOR DEL CABEL£.b ¿Tenéis Ganas? ¿Tenéis Caspa í ¿Son vuestros Cabellos débiles ó caaa* En eC eamo aflrtnaUro E m p l e a d el ROTAL WIHOSOR, e s t e «xcelentlaimo producto, d e v u e l v e s loa c a b e l l o s b i a n OOB au c o l o r p r i mitivo y la bermoaura natural de la iuventud. y hace desaparec e r l a oaspa- E a el SOLO R e s t a u r a d o r del oabello p r e m i a d o . R e s u l t a d o s I n e s p e r a d o s . — V e n t a s i e m p r e c r e c i e n t e , — EüMasn sohre loa frascos las palaliras R O Y A I . W I N D S O R . — Véndese en l a s Peluquerías y Perfumerias en frascos y medios frascos. DEPOSITO PRINCIPAL .22. ruada ('Eetilquler, Parí» SeenviafTanco.a toda paraonaqualopldaal Proapeoto oontanlendo pormenorea y ^tealaolonaa. 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(juu detiene T,a mejor r e c o m e n d a c i ó n d e cate a m e n o libra tambii^n HQ oaida y retratta su deL'Olora- es m a n i f c s l a r cine está escrito p o r el d i s t i n p u i d o clóii. E.Sfnet.admlnMradi>r. 35, ne du oroniHta d e salones y t e a t r o s A7 Murquég dr 4 Septembre, /Virfu.—DopóBttOB en Madrid: Perfuineria Orienta!, Carmen. 2; Aguirre V Valle-Ah-¡iri\ KlpKante v o i n m e n en 8,° m a y o r f r a n c í ' s . q u e Molino, Preciado», 1; Urquiola, Mayor, 1, y en Baroolona.S)0. Viuda deLafont ¿ HÜo», se v e n d e , á 4 peseta.1, en la A d m i n i s t r a c i ó n d o y Victntf Ferrer v Compafíia. per/umUtai. este periódico, M a d r i d , A l c a l á , 21!. SEfiáLES DE VIRUELA Saserviuioa todos los dorechos de propiedad arÜBtica y literaria. 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