El Cambio Climático: ¿ciencia Ficción?

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El cambio climático: ¿ciencia ficción? IV CONCURSO DE RELATOS BIBLIOTECA ESCOLAR Cuadernos del Instituto, 7 I.E.S. CRISTO DEL SOCORRO Luanco, 2008 Portada: Pablo Montes Herreros Impresión y encuadernación: María José García Álvarez, María José García Fernández y Óscar Fernández Olivera. Gráficas: Reprografía IES “Cristo del Socorro”, Luanco Edición no venal Luanco, 2008 Presentación: ¿ciencia aflicción? …las ciudades habían sido fortines asediados, encerrados en enormes diques, desintegrados por el pánico y la desesperación, Venecias que se resistían a celebrar sus bodas con el mar. Las ciudades, hermosas y fascinantes precisamente porque estaban vacías, porque en ellas se unían extraordin ariamente dos extremos de la naturaleza, eran ahora como coronas de oro abandonadas en una selva y cubiertas de orquídeas salvajes. J. G. Ballard, El mundo sumergido E l cambio climático no es, por desgracia, un mero asunto de moda (aunque por momentos pueda parecerlo, dado el éxito mediático —y no sólo— de sus principales voceros), sino una cruda realidad cuyas futuras consecuencias nos estremece imaginar. Aunque en principio parece un tema poco dado a la divagación literaria — y de ello se han quejado no pocos alumnos que deseaban participar en esta cuarta edición de nuestro concurso de relatos— y sí más apropiado para la especulación científica, lo cierto es que existe una venerable parcela de la narrativa que gusta precisamente de articular este tipo de juegos de la imaginación consistentes en desarrollar los posibles futuros que nuestros inciertos presentes permiten especular; me refiero, claro está —como bien acertó a señalar Pablo Montes en su portada ganadora—, a la ciencia ficción. Adscribiéndose de manera más o menos consciente a este subgénero literario, nuestros alumnos han volcado en sus páginas —y en sus láminas— una visión de auténtica pesadilla: habitantes como son, en su mayoría, de una villa marinera, imaginan recurrentemente (como en el clásico de J. G. Ballard) un mundo devastado por las subidas del nivel del mar, por los estragos de una naturaleza desbocada o vengativa y, sobre todo, por los desmanes de una raza voraz y desmemoriada: la raza humana, cuya directa responsabilidad asoma casi en cada uno de los lemas que acompañan a las portadas presentadas a concurso, en forma de abundantes preguntas —más conminatorias que retóricas— y directas apelaciones a las personas gramaticales que más nos incumben (la primera del plural que, nos guste o no, siempre obliga a sentirse partícipe —el futuro está en nuestras manos, está a nuestro alcance, esta es nuestra realidad, a qué esperamos, se nos acaba, somos un desastre— o la acusatoria segunda del singular:¿te salen las cuentas?, tú eres el culpable, ¿es esto lo que quieres?, cuídala, ¿notas algún cambio?…). Furiosos slogans que, más allá de la pericia técnica o la originalidad de cada lámina, coinciden en articular un punto de vista nada condescendiente con la gravedad del asunto. ¿Ciencia ficción o, como diría el recientemente fallecido poeta asturiano Ángel González —rindámosle también desde aquí nuestro pequeño homenaje—, ciencia aflicción? Por suerte, las peores pesadillas literarias del pasado siglo (las novelas de anticipación de Orwell —1984—, Huxley —Un mundo feliz—, Zamiatin —Nosotros—, Bradbury —Fahrenheit 451—, y tantas otras) no acertaron, o al menos no del todo, en sus más funestos vaticinios. Esperemos también que los sueños de la razón —o de la imaginación— de nuestros alumnos se queden asimismo, con el tiempo, apenas en erróneas profecías que sólo estremezcan —que solo aflijan— en su dimensión ficticia. Eso no los hará menos valiosos, o menos voluntariosos, pero sí bastante menos angustiosos. Hace ahora exactamente una década que la profesora Carmen Mourenza, hoy ya felizmente jubilada, publicó el primer número de estos Cuadernos del Instituto. Hoy, ya sin su directo y dilecto magisterio, pero con idéntico entusiasmo y convicción, damos a la luz el séptimo; nos gusta imaginarles, también, un futuro largo y feliz. ISMAEL PIÑERA TARQUE 1º ESO EL FESTIVAL H abía una vez en un país muy lejano un niño llamado Ramaabia Jeriputo. Un día estaba con su hermano Kalipo Jeriputo viendo en la tele los dibujos animados cuando, de repente, interrumpen las noticias para dar un comunicado. “Sentimos mucho interrumpir los dibujos, sólo os queremos comunicar que, por causas muy graves relacionadas con el cambio climático, nuestra ciudad, Harbin, famosa por su festival invernal de gigantescas estatuas de nieve y hielo, es uno de los lugares del país que notan más el calentamiento global. Según los meteorólogos, en la ciudad tuvimos en 2007 una temperatura media de 6,6 grados centígrados, la más alta desde 1881, año en que empezaron las mediciones meteorológicas en Harbin. Ah, y les recordamos que, por favor, no dañen el medio ambiente, por el bien de la ciudad. Hasta pronto y perdonen las molestias.” En ese mismo momento Ramaabia se fue corriendo a hablar con sus amigos sobre el cambio climático. Cuando llegó les dijo: —Hola, chicos. Tenemos que hacer algo por el medio ambiente. Con el cambio climático, han subido las temperaturas y no hay nieve y no podemos ir a ver el festival invernal de gigantescas estatuas de nieve y hielo —dijo Ramaabia a sus amigos. —¿Y qué podemos hacer para arreglarlo? —preguntó su amigo Ktolo. —Pues hacer por toda la ciudad una recogida de basura todos los días y reciclarla y luego, cuando nos vayamos 3 haciendo mayores, lo vamos a hacer por todo el mundo hasta que ya volvamos a la normalidad. —Sí, y con nuestra edad, ¿crees que alguien nos va a hacer caso? —Le pedimos ayuda a la gente mayor haciendo una manifestación. —Sí, claro y tú crees que la policía no nos va a quitar del medio de la carretera. —Jopé, Ktolo, siempre poniendo pegas, eeeeh…! —No, no son pegas, sino que es la realidad o si no, dime tú quién va a ser el tonto que le va decir a sus padres que no va ir a clase sólo por hacer una manifestación. Y si alguien se lo dice, a ver qué padre le da a su hijo la razón y lo apoya a ir a la manifestación. —Bueno, Ktolo, yo se lo voy a decir a mis padres y ya verás cómo me apoyan, que yo sé que mi madre sí me apoya. —Y ¿cómo sabes que tu madre te va a apoyar? —Porque mi madre quiere que yo viva sin tener ningún problema ni enfermedades. —Ah, bueno, entonces dile que hable con mi madre y que le intente convencer. Al cabo de unos meses consiguieron que el alcalde organizara una manifestación a nivel mundial y que en todos los sitios del mundo hubiera una patrulla que ayudara a toda la gente a aprender a reciclar. Continuará… MARCELO SÁINZ FERNÁNDEZ 4 NUEVO LUANCO H ola. Mi nombre es Alejandra. Nací el once de marzo de mil novecientos noventa y cinco, así que si sabéis contar, tengo doce años. Vivo en un pueblo llamado Nuevo Luanco. Ayer por la tarde me reuní con mis amigas en el nuevo local espacial que abrieron la semana pasada. Algunos compañeros de clase ya estuvieron allí y dicen que es alucinante. Consta de varias salas. En cada una de ellas hay instalada una máquina del tiempo. Te preguntarás qué es eso. Pues se trata del nuevo invento del siglo XXIII. Consiste en que te metes en ella y seleccionas el año al que quieres viajar, así como el lugar que quieres visitar. Cuando llegamos allí, mi amiga María y yo decidimos utilizar la misma sala y retroceder en el tiempo doscientos años, porque en nuestra tarjeta electrónica llevábamos doscientos mundos ¡Ah! por cierto, se me olvidaba deciros que el precio de una hora en la máquina del tiempo es de cien mundos, por lo que solo pudimos viajar durante dos horas. Como dicen que la curiosidad mató al gato, quisimos saber cómo era Nuevo Luanco hace doscientos años, de modo que en menos de diez minutos estábamos allí. La primera sorpresa que nos encontramos es que Nuevo Luanco no existía. Lo que descubrimos fue un pueblo llamado Luanco. La máquina del tiempo nos había dejado justo en el mismo sitio geográfico donde estaba situado el local. Y allí nos encontramos en una carretera que llamaban la carretera de Luanco-Avilés. Decidimos coger un autobús, pero nuestra segunda sorpresa es que la única posibilidad de desplazarse era 5 mediante unos trasportes alargados de color azul y blanco y con un montón de asientos. Después de un rato llegamos a Luanco. Nos dirigimos hacia la playa, y allí estaba nuestra playa, pero trasladada tres kilómetros respecto a su posición en Nuevo Luanco. A continuación decidimos visitar el colegio. Nos hicimos pasar por dos alumnas nuevas, y nos colamos en una clase de lengua. El profesor se llamaba Ismael y nos ponía como deberes una redacción sobre el cambio climático. Salimos de la clase y nos dirigimos a la biblioteca. Allí descubrimos que algunas de las consecuencias del cambio c1imático eran la descongelación de los glaciares, la desaparición de la primavera y el otoño, así como la subida del nivel del mar. Enseguida lo comprendimos todo. Luanco había quedado sumergido bajo el agua debido a que con el cambio c1imático había subido el nivel del mar y los habitantes de Luanco habían ido construyendo Nuevo Luanco a partir del punto donde había llegado la mar, reprodujeron la playa y la llamaron Playa Nueva, pero seguía conservándose el Gayo. ALEJANDRA MENÉNDEZ GARCÍA 6 2º ESO CON LAS COSTURAS HACIA AFUERA E ra una noche en la ciudad, y el ruido de los coches junto con el frío producía un ambiente desagradable. Sin embargo, la iluminación multicolor y, en cambio, monotema, junto con la música suave y de letras dulces que se percibía débilmente, producían la sensación de que no era una noche cotidiana, era una noche de Navidad. El ambiente que se respira en una noche navideña, todo el mundo lo conoce, aunque es extraño que nadie tenga la habilidad de describirlo con exactitud. Como tampoco es descriptible la forma que utilizan los comerciantes para que tus ojos se desvíen de lo que está justo delante y pasen a concentrarse en ese ansiado producto. Pero a todos nos pasa, y a los viandantes que se encontraban en esa calle también, ya que niños, mayores y ancianos señalaban los escaparates con una sonrisa que hacía pensar que se conformaban con observar el objeto soñado para ser felices. Pero todas esas sensaciones y pensamientos fueron arrebatadas a Luis de su mente por una voz masculina que le decía “Ven a cenar”. Entonces se dio cuenta que no se encontraba en ninguna calle, ni siquiera en Navidad, era el día dos de Febrero. —¡Ya voy! —respondió el chico de quince años. Entonces observó la hoja de papel que se encontraba delante de él. Estaba sin una sola arruga, digna de presentar a su profesor, pero el problema es que en ella debería de haber reflejada una redacción sobre un tema cualquiera, y la hoja estaba en blanco. Luis se dirigió a la cocina y se sentó en su lugar, donde encontró un plato con un bistec de ternera en el centro del mismo y, junto a él, un vaso de leche, después levantó la 9 cabeza y observó a la izquierda a su madre, en el lado contrario, a su padre y, justo enfrente, en la otra cabecera de la mesa, a su hermano. —¿Sobre qué trata tu redacción, Luis? Llevas toda la tarde escribiendo—preguntó su madre. —De momento no trata sobre nada en concreto, pero creo que hará que mi nota en Lengua Castellana se incremente unos cuantos puntos con ella —respondió el joven con seguridad. —Resumiendo, no has puesto sobre el papel ni una sola palabra —bromeó su hermano Mario. —¡Como si tú fueras un as en los estudios! —dijo Luis con tono molesto. —Callaos de una vez los dos. Era ésta la primera vez que el padre de los dos hermanos, de quince y veintitrés años abría la boca, lo había hecho en voz muy suave pero fueron suficientes esas pocas palabras para que el silencio se adueñara por completo de la cálida estancia. Era extraño, pero todos los miembros de aquella familia sabían que el hermano menor no había trabajado nada, aunque también se daban cuenta de que le era imposible estar sentado frente a una tarea que afrontar, sin que su cabeza se fuera a un lugar inhóspito, donde la imaginación fluye con espeluznante facilidad. —¿Me podrías explicar una cosa, Luis? —dijo el padre (que ya se había soltado a dialogar). El miedo había provocado al chaval responder demasiado amablemente con un “claro que sí”. —¿Por qué siempre lo haces todo al revés? —preguntó el hombre como si fuera una duda cotidiana, sin gritar ni enfadarse. —¿Al revés? —dijo Luis sin comprender y un poco ofendido—. ¿Qué hago yo al revés? —Te pasas horas pensando en yo-que-sé en vez de estudiar, los sábados te vas de fiesta en vez de dormir, te 10 confundes cuando marcas un número de teléfono y ahora mismo llevas el jersey con las costuras por la parte de afuera —dijo el fuerte señor con la tranquilidad que le caracteriza. —Para que te aclares, vives en la Luna —bromeó de nuevo su hermano mayor con el cubierto elevado en su mano izquierda. —¡Pues a partir de ahora voy a empezar a hacer las cosas justo a revés de como las hago ahora, a ver si es cierto que me irá mejor! Tras decir eso lo más fuerte que pudo, se levantó tirando la silla a sus espaldas y se metió en su cuarto. La mañana siguiente marcaba el inicio del sábado, lo cual para Luis era una excusa como otra cualquiera para salir de casa y llamar al timbre de su amigo Rubén para que los dos “echaran unas partiditas con la consola”. Pero nada más terminar de vestirse, Luis recordó lo pasado la noche anterior, y, aunque no le apetecía nada quedarse en casa, le daba vergüenza incumplir el reto de hacerlo todo al revés. Por lo tanto, se sentó en la mesa de estudio, delante del mismo papel y bolígrafo que la noche anterior y se puso a pensar un tema para rellenar el papel. Debía ser un tema del que nunca haría un trabajo, para que todo fuera realmente al revés que siempre. Por lo que pensó un tema del que estuviera harto de escuchar hablar, pero que fuera correcto, por lo que la mala racha de David, el futbolista estrella, estaba descartada. Entonces pensó en el asunto que más odiaba y que podría gustar al profesor, era “El Cambió Climático”. A regañadientes, terminó su trabajo esa misma mañana. Incluyó en él la época de inicio de emisión a gran escala de gases de efecto invernadero por el hombre (a partir de la revolución industrial).También mencionó las consecuencias de la subida de temperaturas (deshielo de los polos, subida del nivel del mar, movimientos migratorios de las aves e insectos…) Además puso la opinión de algunos expertos, que como dice su amigo Rubén “chorradas de esas nunca sobran”. 11 El domingo, su madre despertó temprano a su hijo pequeño, lo hizo despojándole las sábanas con un fuerte tirón. Después, la mujer, que vestía una bata de color azul, abrió la ventana para que se renovara el aire tan cargado de la habitación, pero una vez que la madre del adolescente salió del cuarto, las hojas grapadas que componían el trabajo de Luis salieron por la ventana impulsadas por una ráfaga de aire sorprendentemente cálido. El joven chico se asomó para ver a dónde iba a parar su trabajo y vio que se posaba en el árbol de la esquina de enfrente a su casa, el cual llevaba varias semanas con hojas, ya que hacía calor aunque la primavera ni siquiera estuviera cerca. Luis salió escaleras abajo en busca de sus folios pero al llegar al árbol, allí no había nada. Entonces se dirigió a casa de su amigo Rubén, el cual le ayudaría a buscar su trabajo. Ambos decidieron dirigirse hacia la playa recorriendo todas las calles posibles para encontrar las deseadas hojas. Así lo hicieron hasta que pasaron por la zona más tranquila de la ciudad, una calle peatonal en la cual vivía el señor Francisco, un anciano que siempre estaba sentado delante de la puerta de su casa de una sola planta. Era muy amigo de los dos chicos, pero ese día no estaba, por lo que preguntaron a su vecina de enfrente si le había pasado algo. —¡Uf!, pues claro que le ha pasado algo, el calor, chicos, el hombre está mayor y como desde el año 2085 no han parado de subir las temperaturas, pues se lo han tenido que llevar al hospital. Los chicos estaban abrumados por la noticia, pero pronto llegaron a la playa, aunque otra sorpresa les esperaba. ¡El chiringuito no estaba!, en su lugar había un cartel que ponía: El cambio climático está haciendo aumentar el nivel del mar, esto amenaza con inundar la playa, por lo cual se me ha ordenado que cierre mi negocio. Hasta siempre, Miguelón 12 Como no podían tomar nada en el chiringuito, los dos chicos decidieron pedir un vaso de agua a la tía de Rubén, que vivía por allí. Ésta les dijo “No tengo agua, lleva meses sin llover, y el ayuntamiento solo suministra agua una hora al día”. Se hacía de noche y los dos se fueron a casa disgustados, sobre todo Rubén, que parecía sentir pena por no encontrar el trabajo. Entonces Luis pensó que todo lo que le estaba pasando ese día parecía querer decirle que el cambio climático no era una “chorrada”, sino un problema que nos afectaba a todos, por lo que, pese a no encontrar su trabajo al día siguiente, el profesor le permitió hacerlo de forma oral para toda la clase, aunque apenas su amigo Rubén le prestara atención. Una vez que terminó de hablar, el supuestamente mejor amigo de Luis entregó su trabajo, un motón de hojas grapadas entre sí que Luis reconoció al instante. —Lo siento, Luis, pero no tenía ningún trabajo para presentar, por lo que cuando vi tu trabajo sobre la arena de la playa no pude evitar esconderlo. NICOLÁS GONZÁLEZ R ODIL 13 SE LO LLEVÓ EL MAR ¡ Hola! Mi nombre es Sara y soy inmortal. Estoy en el año 2.500. Antiguamente vivía en Luanco, pero hace unos años me tuve que mudar, ya que con el cambio climático mi pueblo desapareció, se lo llevó el mar. Os voy a contar cómo pasó: en el año 2.000, aproximadamente, los científicos avisaban del cambio climático, pero la humanidad no hizo caso, continuamos emitiendo gases contaminantes a la atmósfera. En estas fechas ya se observaba que las estaciones no eran como las habían conocido nuestros padres o abuelos, ya no nevaba o llovía como ellos me contaban, las tormentas y otros fenómenos atmosféricos eran cada vez más bruscos, los cascos polares iban desapareciendo progresivamente, y el nivel del mar subía sin parar, el agua potable cada vez escaseaba más, y las temperaturas cada vez eran más altas. En el 2.000 había estaciones que ahora ya no existen: la primavera y el otoño. La primavera iba después del invierno y antes del verano y el otoño estaba después del verano y antes del invierno, ahora ya casi no notas las estaciones. En Luanco, al principio, el mar se llevó desde la ribera hasta la capilla y cada vez iban desapareciendo más partes del pueblo. Yo, como vivía en la parte alta del crucero, tardé algunos años más en tener que abandonar la casa, pero vi cómo el mar se tragaba la mayor parte del pueblo. Nosotros lo pasamos mal, pero los países del ecuador lo pasaron mucho peor: todos sus habitantes tuvieron que emigrar porque sus tierras quedaron como desiertos y las temperaturas eran insoportables y en ellos no se podía vivir. A partir del año 2300 aproximadamente, la situación era muy grave, ya había muy pocos alimentos y la población 14 mundial disminuyó muchísimo, era menos de la mitad que en el año 2000. El mundo desde entonces es un desastre, las personas viven como pueden y hacen lo que sea para conseguir comida. Hoy, en el 2500, cada vez me cuesta más trabajo encontrar a alguien con quien hablar. A veces pasan meses y no encuentro a nadie, creo que muy pronto me quedaré sola. Prefiero no acordarme de todo lo que vi. Cada vez que pienso que lo podíamos haber evitado entre todos, me arrepiento de no haber cuidado más nuestro planeta. SARA GUTIÉRREZ DÍAZ 15 EL SUPERHÉROE LLUVIOSO rase una vez una tarde de invierno muy lluviosa. Elías salía del instituto y era viernes. A la salida le esperaba su primo, que se llamaba Cristian. De pronto le llamaron desde un número desconocido y dijo: “Te espero en el parque nuevo que hay al lado del cuartel de la guardia civil a las cinco y media.” Entonces Elías tembló de pánico y se lo contó a su primo. Fue solo. En el campo de fútbol entrenaba el infantil. Les esperaba el primo allí. De pronto salió un hombre en el parque desde lejos. Elías temblaba. A continuación el hombre se presentó y saludó a Elías: —Hola, Elías. Y dijo Elías: —¿Cómo sabes mi nombre? Y el hombre respondió: —Porque soy tú, vengo del futuro, porque dentro de unos años, en el 2026, atacará un monstruo y tú, bebiendo esta pócima, nos salvarás de él, te transformarás en un superhéroe lluvioso. Después, el mismo día, fue al parque con sus amigos y no se lo contó a nadie, solamente a su primo. Cuatro años después Elías conoció a dos chicos que tenían superpoderes. Entonces dijo: —Seréis mis amigos. Y dijeron que sí. Uno se llamaba Óscar, era agradable, ni alto ni bajo y de pelo muy corto, casi siempre llevaba marca de ropa. Busto era simpático, con pelo largo y era alto y casi nunca llevaba ropa de marca, pero vestía bien. Al final matamos al monstruo. Por cierto, Óscar era de fuego y Busto de hielo. Con los superpoderes vivimos felices y comimos perdices. É JULIO ELÍAS BENABDELLAH GARCÍA 16 RECUERDOS PASADOS H oy he vuelto a lamentarme por todo lo que pasó. Aquella trágica historia que, sin muchos sacrificios, podíamos haber evitado. Ha pasado tanto tiempo... yo era tan joven... y ahora que ya rondo los sesenta sigo recordando todo como si hubiera sido ayer. Todo empezó un jueves. Yo llegaba a casa, agotada de un duro día de instituto. Entré en la salita y saludé a mi abuela. Me senté en la mesa esperando la comida. Cuando me fijé, en la televisión estaban dando una noticia. Parecía grave. La ONU había enviado un comunicado: en dos meses sería obligatorio empezar la construcción de diques en las zonas de costa, o desalojar. El nivel del mar estaba subiendo por momentos, y en un año, los pueblos costeros quedarían cubiertos. Me pareció un poco repentino, pero pensé que sería importante aplacarlo. Aunque los países más importantes dictaminaron que esa noticia era una tontería, y no hicieron nada. Ahora lo lamentan. En España, a los dos meses, el gobierno empezó a construir diques, por si acaso. Decidió los pueblos en los que se construirían y en los que dejaría que el agua lo inundara todo. Luanco se conservaría, porque era bastante importante, pero Bañugues, al ser un pueblo tan pequeño... no. Bueno, el caso es que nos tuvimos que mudar a Luanco. Y, a los seis meses, los diques ya estaban construidos. Me pareció un poco temprano, pero el alcalde dijo que toda la construcción estaba en perfectas condiciones, que aunque hubiera una fuerte tormenta no pasaría nada. Se equivocaba. Pasó un año más. Como la ONU había anunciado, el nivel del mar ya había subido tres metros. La mitad de Bañugues se había inundado, a la gente que no podía permitirse comprarse 17 una nueva casa se le habían asignado unos pisos en lugares donde no corrían peligro. Un día empezó a azotar al pueblo un fuerte vendaval. La tele anunciaba que el tiempo cada vez era más inestable, un huracán se aproximaba al norte de la Península. Todos estábamos muy extrañados porque nunca habíamos vivido ninguno por estas zonas. Al principio sólo era el viento, pero luego llegaron las lluvias, y las marejadas... hasta el día en el que apareció una grieta en uno de los diques. Y la mayoría de la gente, por miedo a que todo se inundara, empezó a emigrar al centro. Quedamos muy pocos en esos días, sólo los que no queríamos abandonar todo lo que teníamos. El peor día de todos, como ya nos temíamos algo terrible, llevamos provisiones a la zona más alta. Y allí nos refugiamos. Pero no estábamos preparados para ver lo que iba a pasar. Esa tarde, un niño pequeño llegó corriendo diciendo que en el mar estaba pasando algo. Todos nos acercamos y vimos unas tremendas olas chocar contra el dique y... éste cedió. Una marabunta de agua arrasó todo, se llevó coches, bicicletas... todo lo que la gente había abandonado. Al no ser muy fuerte la corriente, sólo una casa se derrumbó, las otras se mantuvieron en perfecto estado, se veía todo como si las calles fueran canales, parecía Venecia. Luanco se había acabado. Ahora ya han pasado un montón de años y en Luanco no vive nadie. Yo vivo en la zona alta, donde nos refugiamos aquel día. Más familias se me han unido pero soy la única que sigo viviendo aquí de los que vivimos aquel terrorífico día. Los demás se mudaron a otras zonas para intentar olvidar todo. Ésta es toda la historia, un relato que se podía haber evitado si desde el principio hubiéramos hecho caso al comunicado de la ONU. Si hubiéramos disminuido el consumo de electricidad, la cantidad de gases que echamos a la atmósfera... todo hubiera sido diferente. O no, sino que lo único que hubiéramos conseguido era retrasar lo imparable. Nunca lo sabremos. 18 Bueno, ésta es toda mi historia. Espero que vosotros podáis evitar lo que pasó aquí. Os dejo, que dentro de cinco minutos sale el “Barcobús” hacia Oviedo. Recordad mis palabras. LARA NAVES ALEGRE 19 LA NIÑA POBRE rase una vez una niña que tenía catorce años y era muy muy pobre. No podía ir a la escuela porque tenía que ayudar a sus padres. Su madre trabajaba de limpiadora en pisos y en casas. El padre cosechaba tomates, lechugas, patatas. Ella se tenía que quedar para cuidar de su hermana y su hermano que eran pequeños, y su hermano mayor, de dieciséis años, ayudaba a su padre en la cosecha. Un día el padre y el hijo mayor fueron a trabajar a la cosecha, trabajaron desde las nueve de la mañana hasta las cinco de la tarde y fueron a comer. Comieron un plato de sopa caliente. Cuando estaban comiendo empezaron a caer relámpagos. Fueron a dormir. Al día siguiente fueron a la cosecha y la lluvia arrasó con todo, no pudieron sacar nada. El padre reunió a todos y les dijo: —Con todo el dolor de mi alma tendremos que cambiar de país. Esperaron al día siguiente y recogieron todas sus cosas. Se fueron en autobús porque no tenían dinero para comprar pasajes de avión. Fueron a España, compraron una casa pequeña. La niña, sus hermanos y el hijo mayor fueron a la escuela. La madre buscó trabajo fijo y el padre en un almacén de empaquetar productos de comida. É BRENDA JIMÉNEZ JIMÉNEZ 20 LA VERDAD OCULTA: MEMORIAS CERCANAS B lanca llevaba una vida algo monótona como bióloga en el Museo Marítimo de su pueblo, Luanco. Un excelente currículum, pero ninguna oportunidad interesante llamaba a su puerta hasta que… 21 Mayo: El museo recibe la petición de participar en la nueva expedición que pretende llevarse a cabo en la Antártida para celebrar el aniversario de la antigua expedición IDUS DE MARZO que había partido del pueblo vecino años atrás. 26 de Julio: Partimos del aeropuerto rumbo a Canarias donde haríamos escala para llegar finalmente a nuestro destino. La situación es crítica, el cambio climático ya no es un simple tema de conversación de algunos científicos como hace pocos años, sino que es inminente. Buscamos recursos inmediatos: los glaciares y grandes polos se derriten haciendo aumentar el nivel del mar, medio planeta se encuentra desertizado…Las industrias contaminan en exceso y los países más poderosos se reparten el dinero. 27 de Julio: El panorama que se nos presenta es desolador, las tres cuartas partes de la Antártida se han derretido y nos asentamos en todo un nuevo continente esperando ser descubierto. 28 de Julio: Hemos pasado la mañana analizando restos de pelaje de algún animal. La apariencia nos hace pensar que se trata de un gran mamífero, pero las piezas no encajan… 21 Por la noche, alertados por unos extraños alaridos, salimos del “campamento”. Descubrimos toda una manada de unos animales nunca vistos. Algunas crías parecían estar sufriendo algún tipo de mutación, ya que tenían escamas cubiertas por espeso pelaje, idéntico al que habíamos encontrado la misma mañana. Parecían totalmente inofensivos, así que Jack, un científico inglés que nos acompañaba en la expedición, se dispuso a acercarse a la manada cuando uno de los miembros del grupo se lo llevó por delante y le empujó hasta un pequeño lago del que bebían los animales. Finalmente le rescatamos y decidimos que había suficiente por ese día y que madrugaríamos para trabajar. 29 de Julio: Todos estábamos sorprendidos, bueno, he de reconocer que algo asustados. Les insistí sobre la apreciación que tuve que los animales poseían además escamas; pero como era de noche, todo podía ser un error. En cuanto a Jack, no sufrió daños, pero sí ha quedado algo afectado por el incidente. Decidimos apodar a los animales como Linux, ya que poseían unos hipnóticos ojos grandes y brillantes como la luna llena. No sabíamos como clasificarles por más que les observábamos y comprobábamos las muestras. 30 de Julio: ¡Eureka! Tras comprobar las muestras, todos coincidimos en que se observa claramente que están compuestos por uranio, residuos químicos…Mejor no hablar del agua del lago al que cayó Jack. Alguna fuerte industria está vertiendo sus residuos tóxicos, contaminando así todo el continente, mutando las especies (creando estos mamíferos anfibios), provocando el deshielo, perjudicando todo el planeta, contribuyendo o creando el cambio climático. ¿Alguna empresa o un país? 22 31 de Julio: Creo que sabemos demasiado y es mejor que regresemos, aunque, a la vista de las imágenes que nos llegan por vía satélite, estamos más seguros aquí, en este insólito continente, junto con especies mutantes causadas por la contaminación, que en cualquier otro lugar del planeta. Fuertes tempestades, maremotos… Por cierto, en Luanco la situación es extremadamente preocupante: se ha convertido en una pequeña Venecia. 1 de Agosto: Partiré rumbo a Europa en tres días. Hasta entonces sigo investigando. Jack viajará conmigo, ya que su estado de salud empeora por momentos. Además, su rubio cabello cada día es más y más oscuro. 4 de Agosto: Un helicóptero nos ha recogido. El resto del grupo, pese a la situación, nos comunica que se quedarán investigando. Por cierto, llevo días con un ligero escozor en la espalda, será a causa del frío… Horas más tarde: —¡¡Ah!! Pero, ¿qué me está pasando? Tengo la espalda cubierta de escamas. —But, where are you taking us? —¡¡Qqué inngenuoss!!, ¡Crreía que no oss daruíais quentca! To EEUU!!!!.. TITULARES: La bióloga Blanca Alonso desaparece junto con su compañero de expedición Jack Smith en su viaje de regreso a Europa. No han sido encontrados los restos del avión. CLAUDIA FERNÁNDEZ ÁLVAREZ 23 ¿QUÉ ES EL CAMBIO CLIMÁTICO? E ran las tres de la tarde y llegaba a casa muy cansado del instituto. Puse la tele a ver qué ponían, y vi que en todos los canales estaban hablando del cambio climático. Yo no sabía muy bien qué era el cambio climático. Por eso apagué la tele y me fui a comer. Al día siguiente, cuando fui al instituto, mis amigos habían hecho un corrillo y estaban hablando. Yo me acerqué para ver de qué hablaban. La primera palabra que oí fue “cambio”. Sin escuchar más yo pensé para mis “adentros”: ¿Por qué no vería el programa de ayer? Todos me hacían preguntas y yo, como no tenía mucha idea de qué era, me limitaba a decir: sí, sí o no, qué va. En ese instante pasé muchísima vergüenza. Por eso me decidí a ver hoy un programa sobre el cambio climático, pero como de costumbre, hoy por capricho del destino no daban ningún programa sobre eso (bueno sí, había un programa en el que un individuo contaba chistes sobre el tema). Yo, medio desesperado, porque no quería sufrir un ridículo como el de la última vez, me fui corriendo a la biblioteca a consultarlo en el ordenador, pero estaban los dos ocupados. No tuve más remedio que consultarlo en la enciclopedia. En la enciclopedia traía esto: “Se llama cambio climático a la modificación del clima con respecto al historial climático a una escala global o regional. Tales cambios se producen a muy diversas escalas de tiempo y sobre todos los parámetros climáticos: temperatura, precipitaciones, nubosidad, etcétera. Son debidos a causas naturales y, en los últimos siglos, también a la acción de la humanidad.” Al principio comprendí poco, pero lo leí más detalladamente y entendí que era una modificación del clima debido a causas naturales, y a la humanidad. Al día siguiente, era el que más 24 sabía del cambio climático de todos mis amigos. Ese mismo día, mi profesora de ciencias naturales, Pilar, nos dijo que el siguiente tema era “El cambio climático”. Yo me puse muy contento, porque aunque ya sabía bastante del tema, iba a aprender más. El día del examen no estaba nervioso. Cuando nos entregó el examen vi un par de preguntas un poco raras. Una de ellas era “¿Hablarías con tus amigos del cambio climático?” Yo respondí: “Sí, porque me parece un tema interesante.” La otra era “¿Verías un programa que tratara del cambio climático?” Sí, por experiencia lo vería. En ese examen saqué un 10. A partir de ahí el cambio climático me empezó a apasionar, y me dediqué a intentar buscar alguna solución. Años después, cuando acabé mi carrera, yo y muchos de mis amigos de la infancia (los que hace años me hacían preguntas sobre el tema) decidimos reunirnos una o dos veces a la semana para debatir sobre el tema. En esas reuniones sacábamos conclusiones que en un futuro podían llevarnos a descubrir la solución al cambio. A los dos años descubrimos una solución que podía servir para subsanar este problema. Yo y mi pandilla presentamos la solución a los principales jefes del mundo y ellos apoyaron nuestro resultado. Así, por lo menos se resolvió el problema y de una vez por todas dejamos limpia la Tierra para las próximas generaciones. JAVIER R ODRÍGUEZ GARCÍA 25 VIAJAR ES APRENDER U no de junio del 2022. Ese fue el día en el que yo, Sonia, me subí con mis padres a un barco que zarpaba desde Sydney (Australia) hasta la Antártida. Estaba muy nerviosa; solo pensar que durante varios días vería agua por todas partes, y que la próxima tierra firme que pisara sería hielo, me ponían eufórica. Ya tenía todas las maletas en mi camarote, sólo faltaba que la bocina sonara para que el barco por fin comenzase a navegar por aquellas aguas cristalinas. Cuando eso ocurrió, di un grito al que mi madre me respondió con otro, un poco enfadada, que a mí no me gustó mucho, y salí corriendo para contemplar como me iba alejando de la costa. Habían pasado tres horas desde que habíamos zarpado, y ya me estaba empezando a encontrar mal. Por eso decidí ir a tumbarme en la cama. Encendí la televisión y empecé a hacer un poco de zaping. Comprobé que no había nada que me gustara, por eso dejé puesto el informativo, me llamó la atención una noticia sobre una ciudad que ya no existía, ya que había subido tanto el nivel del mar que había acabado por inundarla completamente. No sé cómo, pero me quedé dormida sin darme cuenta hasta que mi madre me despertó, ya que era la hora de la cena. Después de cenar decidí ir a ver un poco las estrellas. El barco era inmenso y tardé media hora en llegar a la cubierta, ya que me perdí unas cuantas veces. El cielo estaba precioso, se veían todas las estrellas muy claramente. Me apoyé en la barandilla y me quedé mirándolas un buen rato. Empecé a fijarme que se empezaban a ver en el agua, de vez en cuando, algunos trozos de hielo y me puse muy contenta, porque eso significaba que ya íbamos a empezar a ver algunos icebergs dentro de poco. 26 Pasaron tres días en los que no vimos más que agua por todas partes. Aunque mi madre ya me había dicho que quedaba poco, era muy extraño que todavía no hubiera más hielo que los simples trozos que ya había visto el primer día. Hacía muchísimo frío, pero no tanto como el que yo esperaba. Había leído libros que explicaban que en la Antártida podía llegar a haber treinta grados bajo cero, pero me parece que nosotros ni siquiera estábamos a menos uno. Estaba yo dando un paseo por el barco, cuando oí unos gritos; me dirigí hacia allí para comprobar si había pasado algo grave, pero para mi sorpresa, lo que pude ver fue una manada de delfines que nadaban en dirección contraria a la nuestra. Pude oír a un hombre comentar que no era normal ver delfines tan al sur. Se lo dije a mi padre, y él me respondió que normalmente los delfines no nadan por estos lugares, las aguas estaban demasiado frías para ellos. Entonces, ¿cómo es que estaban aquí? Todo aquello era muy raro: una ciudad se inunda porque sube mucho el nivel del mar, los animales se descontrolan, no hay hielo, no hace frío... Me estaba empezando a desilusionar un poco el viaje, me había imaginado un paisaje lleno de hielo por todas partes, con focas o algún animal similar, pero no me estaba encontrando nada parecido. Pasaron los días hasta que llegó el momento de regresar. Habíamos visto algunos icebergs bastante grandes, pero no muchos. La vuelta fue parecida a la ida, agua, agua y más agua, aunque en esta ocasión sí vimos algunas focas y, en general, un entorno muy bonito. Cuando llegamos a Sydney, descansamos unos días y cogimos el vuelo hacia Madrid, y de Madrid a Asturias. Ya en casa, reflexionando sobre lo sucedido, decidí buscar información sobre estos acontecimientos. Consulté páginas en Internet y de todas ella saqué la conclusión de que todo esto 27 era debido al cambio climático. Empecé a obsesionarme con el tema, pero veía que la gente no le daba mucha importancia y, en realidad, sí la tenía. Presenté varios trabajos en clase referentes a este asunto y al mismo tiempo propuse a los profesores que dedicaran algunas clases a hablar de ello, ya que creo que si todos nos interesáramos más y pusiéramos un poco de nuestra parte podría mejorar la situación de nuestro planeta. Aquel viaje no sólo fueron unas vacaciones, sino que sobre todo supuso para mí una gran lección. SARA FERNÁNDEZ CARRERA 28 19 DE AGOSTO H ola.Soy Miguel. Te escribo desde la Toscana lo que pasó aquel día… Todo comenzó aquel día... sí, el llamado "Día infernal". Pues bien, mi familia y yo tuvimos la mala suerte de estar justo en el lugar de los hechos, en Venecia, Italia. Ya habían informado por los telediarios de que algo iba a pasar pero no sabían o no querían decir qué era. Rondaban las doce del mediodía y, como cualquier domingo, había salido a comprar el pan; después de comprar dos barras, abrí la puerta de la tienda y, para mi asombro, agua y agua inundaba poco a poco los edificios. Yo pensé en la descongelación de los polos, pero no se previó que iba a suceder en el siglo veintidós. La gente gritaba e intentaba huir desesperadamente en un mar que cada vez aumentaba más, el agua ya me llegaba hasta la cadera; fui a casa tan rápido como mis piernas podían ir. La casa estaba inundada y mis padres atrapados en una habitación. El nivel del agua subía rápidamente y no conseguía abrir la puerta por la presión del agua. Era imposible puesto que la puerta era de madera de roble y bastante pesada. Los minutos pasaban y cada vez se perdía más la esperanza, hasta que, gracias a un vecino que vino ayudarme, conseguimos abrir y salir de la casa, ya inundada completamente. Al salir a la calle vimos a mucha gente en el tejado de los edificios, otra intentaba marcharse en góndolas o barcas, la tensión y los nervios se disparaban cada segundo un poco más, el agua llenaba todo los huecos que veía vacíos, numerosos cristales rotos de escaparates, la gente más pobre se ahogaba, ya que no disponía de medios para salvarse, la gente pedía auxilio, nadie podía ayudar, las pocas embarcaciones disponibles en la ciudad se habían marchado, mas las aguas llegaban casi al tejado de 29 los edificios más bajos. Mis padres y yo intentamos buscar una salida o algo donde escapar de aquella pesadilla. Ya eran más de la una y cada vez fallecía más gente ahogada. La verdad es que no sé cómo seguir comentándote este desastre. Empiezo a pensar y a llorar a la vez. Llorar por todo lo que perdí aquel día. Nunca lo olvidaré. Mis padres y yo nadamos a duras penas, casi ahogándonos, hasta un alto donde conseguimos subir, allí permanecimos unos minutos esperando la ayuda del equipo de salvamento italiano que ya había sido informado de los sucesos. Pero no llegaban. Era terrible, como una pesadilla, pero real. No una pesadilla de una noche que al levantarte ya no ocurre nada, no. Esto estaba pasando y yo lo estaba viviendo. No sé por qué le dije que no a mi abuela cuando me propuso ir a vivir un mes con ella a la Toscana. Allí estaría a salvo y además mis padres me habrían acompañado y no estaríamos en riesgo como aquí. Pasada ya la una y media llegó el agua a nuestros cuellos. El cinturón que mi padre llevaba se le enganchó a algo que no reconocí qué era, mi padre nos pidió ayuda e intentó quitarse el cinturón, pero no pudo, ya que no veía nada debajo del agua y palpando, sólo cogía restos de objetos o cristales que fluían por él. Era ya imposible. Mi madre lloraba al igual que yo y vimos cómo mi padre se ahogaba lentamente y sin poder ayudarlo. Las últimas palabras que escuché de él fueron: "Huid." Allí yacía él, mientras mi madre y yo escapábamos. Cada vez la esperanza se desvanecía un poco más de nuestros corazones, que latían fuertemente y sin descanso, como al acabar de correr una maratón. Llegamos a la plaza mayor, sólo conseguíamos di stinguir a unas veinte personas que intentaban huir de alguna manera. Mi madre me dijo que quizá podríamos escapar por los túneles subterráneos y le dije que era una idea muy arriesgada pero, antes de que acabara de pronunciar la última palabra, ella empezó a bucear en busca de los túneles de emergencia, que 30 estaban en la parte de debajo de la estatua; esperé, pero no podía más porque mi madre no subía, buceé hasta que conseguí tocar su collar de diamantes, su corazón ya no latía, había muerto. Me dije continuamente: “Despierta, esto debe ser un sueño”, “Despierta, esto debe ser un sueño...” Pero nada. Intenté agarrarme a un poste, y esperé hasta que por fin llegó la ayuda, los servicios de salvamento fueron recogiendo a las personas y trasladándolas con mantas en helicópteros. No muchas fueron rescatadas, mucha gente falleció, no sé cuánta. Tras unos días en el hospital por una rotura de peroné, fui a vivir con mis abuelos a la Toscana, donde poseían una pequeña casa y desde aquel día vivo aquí, desde donde te mando esta carta. Mi abuelo está enfermo y mi abuela también, ya nada me queda, ni amigos ni nada, sólo la triste soledad de pasar el tiempo hasta el día de mi fin. Atentamente: Miguel Cravachi. ÁNGEL IGNACIO ÁLVAREZ BLANCO 31 3º ESO EL FIN E sta historia comienza en Nueva York en el año 2324. El cambio climático y el calentamiento global han hecho de la tierra un planeta difícil de habitar, los polos se han derretido y el 90 % del planeta es agua. Muchos animales se han extinguido a causa del cambio climático, no han sido capaces de adaptarse. Muchas personas han tenido que emigrar a Marte, el actual planeta donde reside el ser humano puro, así se hacen llamar las personas que no residen en la Tierra, y que no han sufrido cambios. Mientras tanto la gente que no ha podido exiliarse a Marte a causa de su pobreza, se pudre en la Tierra intentando sobrevivir a duras penas, sufriendo por los inconvenientes y obstáculos que este planeta les supone: la comida escasea, la atmósfera se mantiene como puede y el calor producido por la cercanía del sol es insoportable. Mientras, el gobierno no hace nada por impedir que los humanos sucios, como llaman a la gente que vive en la Tierra, se pudran y se mueran de hambre. Los humanos sucios han sufrido cambios en sus cuerpos adaptándose a las circunstancias de la Tierra. Ahora los humanos son más altos, pueden pasar más tiempo sin beber y comer, su piel es más dura y morena, y tienen unos pulmones de un tamaño mayor que les permiten bucear debajo del agua durante más tiempo, siguen siendo mamíferos y se reproducen igual. En la tierra las personas se han vuelto nómadas y el caos reina sobre ellos. Max es un niño que vive en la tierra con su familia y, como todos los demás, es pobre. Uno de sus hermanos viajó en una patera espacial hacia Marte. Un hombre limpio le prometió que le daría un trabajo y cambiaría su aspecto, ya que los humanos sucios sólo pueden habitar en Marte en caso de que 35 sean esclavos. Max no sabe nada de su hermano desde hace unos años. Max tiene unos dieciséis años, es delgado y fuerte, de una estatura media. Se puede decir que bastante inteligente y valiente. Max y Ambrosio, un amigo suyo y su novia, Julia, están planeando irse a Marte. Ambrosio es mayor que él, tiene unos 18 años y está estudiando para ser técnico de naves, lo sabe todo sobre ellas y está construyendo una para ir a Marte, donde se encontrarán con Saúl, el hermano de Max. De momento sus padres no saben nada, pero Max duda que estén de acuerdo: en su casa siempre hablan de la tristeza que les da que su hermano no vuelva. Estaban un día en el parque Max y Julia cuando llegó Ambrosio. Ambrosio era un tío siniestro y frío. Siempre llevaba gorra, tenía barba no muy larga, caminaba con una mirada fija y con la cabeza alta. Cuando llegó, dijo en voz baja, pausada y siniestra: —Ya lo tengo todo preparado, la semana que viene saldremos desde la plaza del ayuntamiento. —Pero, es demasiado pronto para irnos. No creo que mis padres estén preparados en este momento para que nos vayamos. Las cosas no van bien por casa. —Nadie te obliga a venir. Si te aclaras, Julia y yo saldremos un día de la semana que viene a las cinco de la mañana. Ambrosio se fue y Julia y Max se quedaron un rato en silencio cuando, de repente, Julia dijo que llegaba tarde y se tuvo que ir. Se despidieron con un apasionado beso y Julia se fue. Esa semana Ambrosio estuvo deliberando. Decidió que tenía que ir y esa fue la decisión final, así que allí estuvo como un clavo el día de salida. Salieron a las cinco como habían quedado. Calculaban que en unos siete días de viaje llegarían a Marte. Max había dejado una nota a sus padres para que por lo menos supieran donde estaba Llevaban 36 provisiones para ocho días. Tras cuatro en camino, la relación entre Julia, Ambrosio y Max iba a peor. Cada vez hablaban menos. Cuando pasaron unos siete días, Max se extrañaba que no hubieran llegado todavía a Marte y le preguntó a Ambrosio que a qué se debía y él le dijo que el rumbo había cambiado mientras dormían. El piloto automático estaba estropeado y funcionaba mal. Cada vez tenían menos provisiones y el hambre se apoderó de ellos, llevaban doce días y el rumbo estaba perdido. Ambrosio se ponía en lo peor: no llegarían a ninguna parte y se morirían en el intento de llegar a Marte. Cuando llevaban veinte días, el combustible no era suficiente para llevar mucho más lejos la nave, ni siquiera era capaz de moverla. Iban a la deriva por el espacio y estaban desnutridos y cansados. Su destino era morir de hambre, sin poder hacer nada para evitarlo. Antes había alguna posibilidad, ya que todavía iban en marcha. Ahora el problema era que no iban a ningún sitio. Ocho años después, la nave fue encontrada por los militares espaciales procedentes de Marte. En ella se hallaban Julia, Ambrosio y Max, muertos. La causa de la muerte era clara: Julia y Ambrosio tenían una puñalada en el pecho y Max un puñal en la espalda. Habían preferido morir así antes que de hambre. Su muerte no fue inútil: el gobierno, a partir de eso, decidió tomar parte en el asunto de los humanos sucios y cincuenta años después, se mandó un presupuesto a los humanos sucios para que pudieran ir a Marte. Allí convivieron durante treinta años las dos especies de humanos hasta que Marte fue tragado por el sol y la especie humana se extinguió para siempre. JAVIER SÁINZ FERNÁNDEZ 37 EL SUEÑO DE NAZMA E l helicóptero k-234 del ejército de La India sobrevolaba nuestras cabezas; se acercaba al tejado donde mi familia y yo llevábamos dos días subidos. Arrojaron una escalerilla y mi padre me dijo que subiera la primera. Cuando llegué arriba, empapada y tiritando, un hombre me dio la mano y me dijo que ya estaba a salvo. Uno a uno, los miembros de mi familia fuimos subiendo al helicóptero y contemplamos el horror que había causado la subida repentina del nivel del agua provocada por las fuertes lluvias. Todo estaba destrozado y apenas podíamos reconocer nuestras propias ciudades. Vimos a más helicópteros como el que nos llevaba, recogiendo a mucha más gente. Lo que pasó después no lo recuerdo muy bien, pues sé que me quedé dormida y empecé a recordar mi historia. “Me llamo Nazma y nací en un pueblo de Bangladesh hace ahora catorce años. Mejor dicho, debo decir que nací en lo que queda de la antigua Bangladesh. Desde que soy pequeña mis abuelos me cuentan historias sobre cómo era el mundo antes del 2080, antes de que el nivel del mar subiera año tras año, hasta tres metros y mucho antes de que existiera esta maldita contaminación que nos rodea desde hace tanto tiempo y que nos obliga a todos a tener que ir con una mascarilla por la calle e incluso en la escuela… y mucho antes de esta inundación que ha acabado con mi casa y con muchos de nuestros conocidos… 38 En la escuela nos hablan de cómo era Bangladesh y nos enseñan fotos donde todavía se veía la arena de las playas, pero ahora, por culpa de que el mar ha avanzado tanto, todos los habitantes de mi pueblo hemos tenido que construir casas nuevas tres kilómetros hacia el interior del país. También nos enseñan fotos de hace algunos años, cuando se podía ver una densa vegetación, pero debido a la desertización, hoy casi todo el terreno recuerda más a un desierto que a una selva, pues tras la erosión producida por la lluvia ácida, el terreno se agrietó y casi no quedan árboles. Además, debido a ello, el papel se ha encarecido mucho y aunque talar más de lo necesario se paga con hasta un año de cárcel, la gente lo sigue haciendo. Ya hace muchos años que más de la mitad de las especies animales han desaparecido y los pocos ejemplares que quedan están en áreas habilitadas para ellos, donde los científicos intentan que no perdamos los pocos animales que aún viven en este planeta. En la escuela nos contaron que en el año 2050 Europa dejó de contaminar, pero países pobres como hasta entonces habían sido India y China, se convirtieron en las principales potencias mundiales, incluso por encima de Estados unidos. Sus presidentes se negaron a dejar de contaminar, aunque superaron el limite de contaminación que permitía el protocolo de Kyoto, pues según ellos dijeron, tenían que ponerse al mismo nivel industrial que los demás países. Unos cuantos años después, cuando su economía estaba en el mejor momento de su historia, se dieron cuenta de que habían perjudicado el medio ambiente a escala mundial y todo el dinero que habían reunido a causa de exportar madera, principalmente, se había gastado en adoptar medidas de seguridad para la población como dar mascarillas, aunque mucha gente siguió enfermando por culpa de problemas 39 respiratorios. También se restringió el uso de todos los coches propios y se fomentó el uso del transporte público para desplazarse, pero sobre todo, se invirtió la mayor parte del dinero en construir barreras donde antes habían estado las playas para prevenir que el agua inundara los pueblos como el mío… También cerraron las fábricas, pues los humos producidos por éstas causaron un mayor efecto invernadero y muchos gases tóxicos, lo que produjo una desertización y grandes cantidades de lluvia ácida y la desaparición progresiva de los polos, lo que a su vez provocó un aumento del nivel del mar y un incremento de agua dulce en todos los océanos, lo que acabó con la mayoría de las especies marinas. Estos cambios afectaron a todo el planeta, pero sobre todo estuvieron más presentes en India y China, ya que eran los países que más contaminaron en las últimas décadas y, por supuesto, a los pequeños países que los rodeábamos; muchos otros se habían concienciado de que estábamos destruyendo nuestro planeta, pero hacía años que ya era demasiado tarde. Muchos días pienso que ojalá nos hubiéramos dado cuenta de lo que hacíamos, porque si hubiéramos pensado antes en otras formas de ahorrar energía, en no talar tantos árboles y en no haber contaminado tanto, muchas de las nuevas generaciones todavía podrían pasear por un bosque, ver animales en libertad o simplemente no tener que llevar una mascarilla en la cara por culpa de la contaminación…” JACQUELINE ROSO GONZÁLEZ 40 LA MALDICIÓN DE LA REALIDAD “N adie sabe qué es el sufrimiento si no lo vive, el verte incapacitado al mirar al sol y ver que todo lo que te rodea se queda sin vida y no poder hacer nada por impedirlo”. Nicolás es un muchacho de catorce años. Sus ideas acerca de la vida son totalmente diferentes a las de cualquier otro chico de su edad. Nicolás tiene un sueño: acabar con la contaminación. Es consciente de las burlas de los demás hacia él, lo toman por extraño, o por una técnica de ligue, pero no, él tiene una cuenta pendiente con la vida, y no la va a dejar escapar. Todos los días recibe burlas de sus compañeros, le tiran los libros, se siente acosado. Uno de esos días, que como de costumbre le marginaban, llegó una chica morena con el pelo liso como un horizonte y los ojos más azules del mundo. La chica le ayudó a levantarse del suelo, le recogió los libros y le miró con cautela, sonrió y dijo con una voz suave: —¿Estás bien? En aquel momento estaba muy nervioso, ya que las únicas chicas que había querido no se encontraban con él. Se le hacía raro, pero aún así, lo intentó. —No, gracias, tú..... ¿Eres nueva? La muchacha se rió. —Sí, acabo de llegar, me llamo Ágata. Luego, en el recreo, te puedo ver ¿no? —Claro. Nico no tardó ni tres segundos en contestar. —Vale..., pues nada... hasta el recreo. 41 Y con paso ágil la chica se marchó mientras Nico la veía alejarse. A la hora del recreo, Nico se encontraba en una parte alejada del mundo donde pudiera y dejara vivir. Apareció ella con paso grácil y suelto como la melena de un caballo salvaje. Nico no comprendía cómo una chica como ella podía hablar con un chico como él. Por primera vez se sentía feliz como no lo había sido en mucho tiempo. —Hola, bueno, tú ¿cómo te llamas? —Nicolás —contestó con palabras tontas y torpes. —¿De dónde eres? —Soy de Madrid. Me trasladé aquí porque a mi madre le salió una plaza. Una cosa: ¿te importaría comerte mi bocadillo? Es que mi madre no se da cuenta de que no me gusta la carne. —¿Eres vegetariana? —preguntó con suma sorpresa. —Sí, pero a mi madre no le gusta que lo sea, aunque según mi padre hago bien, sólo por no llevarme la contraria. En mi familia nadie me aguanta, piensan únicamente que soy una plaga. Nico bajó la mirada apesadumbrado. —Pero, nada, mira, no creo que esta tarde tenga nada que hacer, había pensado dar una vuelta por aquí, por el pueblo. —Me encantaría, pero hay una cosa: tengo que ir a varios lugares, si quieres venir por mí, no hay ningún problema. Ágata lo pensó un momento y dijo: —De acuerdo, te espero a la salida. En aquel inoportuno momento, sonó el timbre y ambos se quedaron en la puerta hablando, hasta que los profesores les mandaron a sus respectivas clases. Las tres horas se les hicieron interminables a ambos, pero por fin, sonó el timbre. Nico salió corriendo hacia la puerta. Allí estaba ella, tan espectacular como siempre. —Yo no tengo que ir a casa, nadie me espera —dijo Nico—. Si quieres, dejamos las mochilas en algún lugar y nos vamos. 42 —Si a ti te parece bien, a mí también. Mira, ahí mismo. Escondieron las mochilas detrás de unos arbustos a la sombra, y se marcharon en dirección norte, la parte más alejada del pueblo. Durante un par de semanas todo era igual, Ágata y Nico paseaban. Ágata se dio cuenta de que a Nico le obsesionaba en exceso el medio que les rodeaba. No permitía que tirasen ningún papel al suelo, ni mucho menos arrojar cosas de cristal, o cualquier otro objeto que se pudiera reciclar. Hasta que un día Ágata entendió el porqué. Una tarde el tiempo transcurría rápidamente, como un soplido en una noche de tormenta. Llegaron a un lugar triste, un lugar en donde a nadie le gusta estar, donde no hay voces, donde solo hay tristeza: el cementerio. —Espérame aquí, tengo que ver a varias personas. No se sabe por qué motivo, pero Ágata le siguió. Nico se paró delante de una tumba en la que se leía la inscripción: Victoria Marqués 1993-2007 y Olga Piedras 19632007. —¿Quiénes son? —preguntó Ágata. Nico la miró con una sonrisa triste, con nostalgia y dijo, con la mirada perdida: —Mi novia y mi madre. Murieron hace un año, tenían cáncer de piel. A Victoria la conocí en el hospital, las dos estaban ingresadas en el mi smo y murieron el mismo día. Se me acabó el mundo. Mi padre no sabe qué hacer conmigo, yo sólo busco justicia. Si hace falta que me meta en cubos de basura para reciclar y quemar una fábrica de aerosoles, para evitar su producción, lo haré, sólo quiero eso: Justicia. Ágata se quedó de piedra. Sus grandes ojos azules derramaban lágrimas amargas como un limón. —Nico, no tenía ni idea, lo siento. Defiendes una causa justa. No sé por qué, pero te voy a ayudar, no sé cómo lo haré. A Nico se le iluminaron los ojos, sentía que la vida le volvía a sonreír como antes. 43 —Se me ocurre una idea: mi madre trabaja en un bufete de abogados. Podemos poner una denuncia a todas aquellas personas que sean propietarias de empresas de fármacos e industrias contaminantes. Mira, Nico, no sé por lo que has pasado, porque yo nunca lo he vivido, esto va a ser difícil, muy difícil, te vas a enfrentar a la vida, a la cruda realidad, un lugar al que a nadie le gusta estar. Las palabras de Ágata eran duras, firmes y solemnes, lo que no impidió que a Nico se le formara un nudo en el estómago, un nudo seboso que le quitaba la respiración. —Hay una cosa que no sabes. La cara de Ágata pedía que siguiera hablando y éste continuó. —Mi vida siempre ha sido como un cine, oscura y fría, pero ahora llegas tú, para darle luz y claridad, haciéndome vivir emociones, tristezas, alegrías, euforia y buenos y malos momentos, tú has hecho que vuelva a la vida con tu sonrisa y tu magia. Las palabras halagadoras de Nico hicieron que su cara se iluminara de pequeños matices de color rojizo, bajó la cabeza avergonzada, ella tampoco era una persona acostumbrada a que le echaran piropos por la calle, a pesar de su piel de nácar y sus ojos azulados. Pasaron varias semanas y no volvieron a hablar de aquel tema, hasta que un día la noticia llegó: —Mi madre lo ha conseguido, ha denunciado a las compañías “S CREAM”. Además unos informes demuestran que son ellos los culpables de lo de tu novia, tu madre y de más de cincuenta familias que han perdido a sus seres queridos en lo que va de año. Nico, esas personas van a pagar por lo que han hecho... Nico no la miraba, sólo lloraba, era un llanto sordo e hiriente. —Ágata, te abrazaría si no fuera por los posibles rumores que se pueden suscitar, no quiero que te amarguen la vida. 44 Ágata le miró y le abrazó por la cintura con tanta fuerza como pudo. Nico la miró sin saber qué hacer, finalmente la acompañó. La gente del Instituto les miraba, se reían y hacían burla, pero a Nico, lo único que le consolaba era la voz de Ágata que le susurraba. —Igual lo que piensan, es lo que quiero que piensen... Los días pasaron hasta que llegó el día del juicio. Por fin iba a poner punto y final a la historia que desde hacía un año le corroía la conciencia. Los culpables pagarían sus culpas y se haría justicia. El juicio fue largo, pesado e inacabable para muchas personas. Miradas de complicidad, otras sinceras, llantos desde los asientos del público, mientras Nico se encontraba sentado en una de las sillas de la mesa principal, al lado de la madre de Ágata. Ella había buscado incesantemente al padre de Nico sin resultados. En un momento le preguntó dónde estaba, él simplemente respondió que estaría ocupado intentando olvidar a mamá, lo que le hizo contener las lágrimas. El juicio acabó tarde, indemnizaron a todas las familias. Nico se marchó y Ágata le siguió, aunque sabía perfectamente a dónde se dirigía. Tenía que contárselo a las personas que más quería. Era casi de noche cuando llegó al cementerio. Nico se sentó en una piedra y empezó a hablar: —Hola, seguramente estéis bien. Yo también, aunque no tan bien como yo esperaba, ya que, por todo el dinero que me den, yo no voy a poder volver a veros. Vicky, no voy a verte sonreír, ni cuando me agarrabas el pelo, y me decías que algún día lo tendrías tan suave como el mío. Se le quebró la voz. —¡Oh, mamá! —continuó—, ¿quién va a decirme lo que tengo que hacer, quién me va a dar ánimos para seguir levantándome, quién me dará un beso todas las noches cuando me vaya a dormir, quién me dirá que me quiere? En ese momento empezó a llorar. Ágata le observaba con los ojos aguados, había ayudado a un compañero, se dio 45 cuenta de que por muy castigados que estuvieran los culpables por la justicia, nadie le iba a devolver la alegría a Nico. La justicia no había castigado a esos hombres, solo había castigado sus actos. —Nico...— dijo Ágata—. Me tienes a mí, estaré todo el tiempo a tu lado, todo el tiempo que quieras. Nico la miró con sus grandes ojos llorosos. —Nico, te quiero. Él resopló. —Ágata, yo ya tengo novia y es cuestión de tiempo que me reúna con ella. Ágata le miró con cara de asombro. —¿Qué quieres decir? —Dentro de poco lo entenderás, tal vez en un par de meses, o quizás semanas. Los días pasaron y todo volvió a la calma. Ágata no le guardaba ningún tipo de rencor por su desprecio; es más, lo comprendía, pero tampoco entendía su anclaje en el pasado. Un día Nico no vino a clase, lo cual alteró a Ágata. Llamó a su padre y le contestó que se encontraba ingresado en el hospital. La sensación que experimentó Ágata no se explica con palabras. Sus sospechas —que no quería haber revelado— se desvelaban. No dudó ni un segundo en ir a verle, aunque sólo fuera por última vez. Vio a Nico en una camilla lleno de cables, semiinconsciente. Cuando él la vio sonrió, suspiró y lloró diciendo: — Me muero. —¿Por qué no me lo dijiste? —le contestó con lágrimas en los ojos. —Porque tú eres mi cine: me das la vida para que yo la pierda. Ágata no lo pudo evitar y se acercó a él para besar sus fríos labios que, poco a poco, se iban quedando sin vida, hasta dejar de sentir y de tocar. 46 El tiempo pasó y Ágata no dejó ni un momento de visitar a Nico, que por fin se encontraba junto a su madre y a su auténtico amor. SARA DÍAZ PINAR 47 O2 M iedo, hambre, sed, dolor, angustia, rabia, muerte, quizá siete palabras que representan bien la pena de la vida, la ignorancia y quizá la resignación a lo que pueda pasar en tiempos futuros, llenan la vida de cada habitante de este mísero planeta. Para quien no entienda estas palabras, es algo tan simple como la mierda de estar vivo, sólo quiero expresar que no vivimos precisamente en un lugar apacible para todos y que a cualquier cosa se le puede sacar la parte negativa, pero, ¿cómo saber extraer la positiva? Es algo tan sencillo que nos descoloca al intentar responder, es el saber buscar la respuesta, todo y, repito, todo sin excepción, se puede arreglar. Si quieren un ejemplo escuchen atentamente esta historia, la historia de cómo saber arreglar un problema. Yo la llamo cariñosamente O2. Años y años de progreso sin consecuencias tenían que terminar en algo trágico. Cada vez existe más contaminación, a la gente le parece insignificante o simplemente lejana la idea de que nuestro planeta se convierta poco a poco en nuestro vertedero particular, pero no se dan cuenta que tal y como avanza la tecnología, lo lejano puede parecer que roza y se puede decir que el roce solo produce rozaduras. Año 2008. La Tierra empieza a notar los primeros casos de alerta producidos por el cambio climático. Quizá hacía tiempo que sabíamos lo que iba a suceder y sí que tomamos precauciones, pero contra un resfriado no basta con procurar no coger frío, hay que tratarlo. Por desgracia la humanidad no tiene la tecnología suficiente como para cortar de raíz un problema de tal importancia, pero como ya he mencionado, todo problema tiene su solución. No sé por qué motivos la estrella Sol se acerca cada vez más al planeta Tierra. Al parecer 48 lo que sucede es que crece hasta que un día borre los planetas que conocemos del atlas y con ellos nos arrastre al infierno, pero lo más odioso es que no tendremos oportunidad de presenciar el Apocalipsis, pues antes nos matará lentamente y uno a uno. Determinados productos quizá insignificantes que usamos habitualmente como, por ejemplo, la laca o algo que no puede faltar en un hogar, un coche, destruyen nuestra querida capa de ozono. Ella nos protege de la muerte y nosotros la matamos. Resulta curioso, pero es así, cada día hay más posibilidades de morir por insolación o de cáncer producido por los rayos ultravioleta o mejor dicho por las personas que habitamos el planeta, pues con un mundo de seres irracionales esto nunca habría empezado. Da comienzo una nueva historia. Habitación número dieciocho, edificio Mar, frente a una costa valenciana, una habitación desordenada, olor a cerveza y mugre en paredes y suelo, un joven de unos veinticinco años, rapado y con aspecto de vagabundo yace en su cama, al parecer dormido, sin soñar, sin pensar, sin decir nada, no existe, nadie le recuerda. Parado, soltero y sin familia, Gio dedica su tiempo a beber, a olvidar y a desear el fin. Armagedón es para él una palabra similar a salvación, he aquí el ejemplo de vida problema, no usa laca, ni coche, pero tampoco es que se preocupe por el medio ambiente, sino que ni los necesita ni tiene interés en algo quizás para él inservible, pues sin pelo ni carné de conducir, de poco le iban a servir estos artilugios. Esa mañana advirtió que había un exceso notable de calor, pero agitó la mano y con un burdo sonido de desprecio dejó que su mente quedara en blanco, se dirigió a su cocina y cogió una magdalena entre un barullo de comida seguramente caducada y con un olor que producía arcadas, pero eso a Gio le daba igual. Todo le daba igual, sólo esperaba un milagro, cualquier cosa que le hiciese cambiar de vida, pero sin hacer nada no se puede pretender tenerlo todo, o quizá sí. Suena el teléfono, una, dos veces, tres. Para Gio no era más que un 49 ruido momentáneo, cesaría en segundos y si lo cogía sería casi seguro una equivocación o para advertirle de que no pagaba sus facturas. En ese momento sucedió algo que apenas era de esperar, mensaje de voz, al parecer urgente: —¡No salgan a la calle, repito, manténganse en sus casas durante el día! No había escuchado algo tan extraño desde el diálogo de Chubaka en La Guerra de las Galaxias. Demencialmente incomprensible, casi ni le prestó atención, pero aún así, le haría caso, pues no tenía ninguna intención de salir de su acogedor apartamento, por lo que siguió mordiendo su mugrienta magdalena y dejó el tema de lado en su mente. Tambaleándose por su casa, se dejó caer en el sofá y con esfuerzo estiró el brazo para agarrar el mando de su pequeña televisión, presionó “encender” y cambió seguidamente de canal sin encontrar ninguna cadena que no estuviera estropeada. Sólo se podían ver puntos grises y negros, al parecer debía de haberse estropeado la antena durante el tiempo en el que él vagueaba en su triste y poco apacible cama. Llevaba días paseando de su habitación a la cocina y sin preocuparse absolutamente de nada. Por tanto, menos se iba a preocupar de una televisión del año setenta y que apenas daba color. Al fin dio con el canal, pero emitía algo inquietante, la pantalla estaba en negro y se oían tan sólo oraciones y frases sin sentido aparente: “Lo que antes nos dio vida ahora nos quema, hemos derruido el escudo que nos protegía… sólo el contacto directo producirá quemaduras irreversibles”. Se interrumpió la conexión, eso era aún más extraño que el mensaje. Parecía estar soñando, pero pese a su cara inexpresiva y sus ojos entreabiertos, estaba más cuerdo que nunca. Un escalofrío cálido como fuego le llenaba el cuerpo de terror y angustia. Presentía algo terrible, pero ¿qué podía hacer un simple despojo de la naturaleza? Después de todo, él no era nadie. Harto de razonamientos ilógicos en su cerebro, decidió asegurarse de que lo que estaba sucediendo a su alrededor no 50 era algo fatídico y así volvería a su asquerosa vida de vagabundo. Curioso, cogió el teléfono y le dio a rellamada, comunicaba y, pese a que lo único que le sobraba era tiempo, colgó inquietado y, acercándose a la ventana, levantó las persianas para así ver la luz del sol. Sólo al abrir un poco se cegó y sintió que se quemaba, la ventana ardía. De repente se dio cuenta de algo que hizo que oyera tambores en su cabeza al son de un enterramiento. El aire acondicionado de su casa estaba al máximo. En ese momento recordó que hacía una semana había llegado borracho y, desolado, hizo de su casa un congelador con motivos suicidas. Pero seguía vivo. Y muerto de calor. Llegó a pensar que estaba en el infierno, pero no correría esa suerte, todavía le quedaba la muerte. Al instante entendió lo que sucedía. Corrió a la calle, bajó las escaleras tres pisos y vio el verdadero infierno. Una calle desierta de vida humana, cadáveres yacían en el suelo de toda la manzana. Le quemaba la piel, sentía que ardía y no podía aguantar el dolor, por eso gritaba. Entró de nuevo en su piso. Era el último hombre con vida en la tierra. Acaso esto es imposible, quizá podría ser algo tan simple como un sueño o las alucinaciones de un pobre loco, pero la verdad es que esto podría llegar a hacerse realidad, puede que no igual, pero aseguro que sí de un modo semejante. Toda pregunta tiene respuesta. Ésta es sencilla; había llegado un punto en el que la capa de ozono se había hecho penetrable, los asesinos rayos del sol que una vez nos dieron vida, ahora nos habían matado quemándonos, penetrando en nuestra piel como un filo de espada. Una llamada, un mensaje de advertencia por televisión, una casualidad tan remota como puede ser congelar tu casa mientras la Tierra arde, todo es parte de una historia aparentemente irracional, repito, aparentemente. Quizá no se ha revelado el resolver un problema como es el cambio climático, pero sí que se ha arreglado uno. El joven de la historia deseaba morir y lo 51 consiguió. De una forma horrible y dolorosa, también lenta. Lo que con esto quiero decir es que no hay que tomar el camino más fácil, la vagancia es la opción más fácil, pero ¿por qué no podemos cortar el problema de raíz? Propongo dejar lo perjudicial, no montar más en un coche, dejar la electricidad de lado. Pero no quiero engañar a nadie, esto es imposible, porque quizá este problema no tenga solución. Y tú, ¿qué opinas? ISIDRO GARCÍA GARCÍA 52 PREMONICIÓN DE UN PIRATA S ebastián era un niño de quince años que vivía en La Española, puerto comercial, cuyos barcos estaban permanentemente expuestos a las fechorías de piratas que por allí pululaban. Su padre era un importante zapatero de la región y al que mucha gente apreciaba y otra, muy poca, odiaba. Tomás Calatrava, que así se llamaba, había llegado allí hacía unos veinte años, más o menos hacia 1770, y, al principio, le costó adaptarse al ritmo vertiginoso de aquella ciudad, aunque al fin lo consiguió. La madre de Sebastián, por otro lado, vivió allí desde que nació y ayudaba en la tarea de hacer zapatos a su marido, así como las labores propias de su condición de mujer. Ana María Feito era su nombre. El 26 de Abril de 1789 era el dieciséis cumpleaños de Sebastián y había invitado a un número reducido de amigos a su humilde casa para festejar tal acontecimiento. Ese día, Sebastián se levantó de su cama evitando hacer ruido para no despertar a su padre, pero cuando llegó a la cocina vio con asombro que éste se encontraba allí llorando en silencio. Él decidió no entrometerse, pero las dudas le asaltaban sobre qué sería lo que a su padre atormentaba de aquella manera. El día transcurrió con normalidad para Sebastián hasta las seis de la tarde, hora en la que saltó la voz de alarma en la ciudad anunciando la llegada de un barco pirata al puerto local. Los vigías gritaban: “¡Sin Nombre!”. Al oír esto, todo el mundo corrió a refugiarse y Tomás cogió a su hijo y se lo llevó a su casa, indicándole que quizá fuese el mejor escondrijo para no tropezarse con la amenazante presencia de la tripulación pirata de aquel barco, quizá el más temible de todos los que allí se 53 cobijaban, cuando las tormentas arreciaban o la justicia inglesa los perseguían... Mientras la familia Calatrava permanecía en su hogar a la espera de lo que aconteciera con el “Sin Nombre”, la ociosidad y el aislamiento propició que Sebastián osara preguntarle a su padre el porqué de su tristeza aquella mañana, confesándole que él lo había visto cuando se levantó al amanecer, como siempre, para desayunar y preparar el taller y las mercancías. Ana María, que en ese momento del diálogo estaba intentando enhebrar una aguja, dio un pequeño grito y, diciendo que se había pinchado con la aguja, se levantó bruscamente hacia el grifo, dándoles la espalda a Tomás y a su hijo. Entonces, Tomás, llamando a su esposa para que volviera a sentarse a su lado y reclamando la atención de su hijo, que se encontraba apoyado encima de la mesa con una mano encima de su rubia cabellera y con la otra jugando con el cuchillo de pelar las patatas de la cena, comenzó a contar la historia que cambiaría para siempre la forma de pensar de aquel niño y que tanto influiría en su vida: —Dicen las gentes que el “Sin Nombre” atraca en una isla llamada Flores y que nunca nadie la ha visto. —Claro, padre —contesta al segundo Sebastián—, es que no existe. —Sí que existe —dice Ana María en un tono triste y con un semblante que cada vez preocupa más al hijo. —El caso es que —continuó el padre contando como si la interrupción de los otros no la hubiera atendido— antes, mucho antes de que yo llegara a esta ciudad de La Española, donde hoy tan a gusto y feliz me encuentro, trabajé para el capitán Grande Jack, el pirata más frío y despiadado que existe. —Pero, padre, ¿qué tiene que ver eso con lo que hoy nos acontece? —preguntó Sebastián con timidez, dudando quizá de si había sido prudente formularla, ya que intuía que la 54 respuesta debía ser algo muy doloroso para sus padres, observando sus caras cada vez más preocupadas. —Es el capitán del “Sin Nombre”. Sintió un escalofrió recorrer todo su menudo cuerpo y el cuchillo se le cayó de las manos, haciendo un ruido metálico que contribuyó a ponerlo aún más nervioso de lo que de por sí ya estaba. —Pero..., pero...si tú no eres pirata —balbució con dificultad, intentando digerir semejante noticia y mirando a Ana como si buscase la negación de su cabeza y la confirmación de que aquello era una broma más de su padre, al que a veces le encantaba reírse de la ingenuidad del joven. —Bueno, eso ahora carece absolutamente de importancia. Lo que quería deciros es que esos hombres que han llegado en el horrible barco han venido a buscarme a mí. —¿Cómo que han venido a buscarte a ti? ¡No puede ser eso! —intentó contradecir al padre—. Lo que estás contando de que trabajaste al mando de un terrible pirata fue hace muchos años y hoy... —Lo que está diciendo tu padre es cierto —dijo en voz muy bajita Ana— y él ya me lo había contado, pero siempre albergué la esperanza de que el tiempo hiciese que la promesa hecha por tu padre quedara en agua de borrajas. Comenzó a llorar, corriéndole mansamente las lágrimas por sus envejecidas mejillas. —Por aquel tiempo, yo era un muchacho terriblemente despierto y me gustaba entretener mi poco tiempo libre en idear máquinas para hacer los trabajos que a mí me resultaban tan pesados y tediosos— continuó relatando Tomás con gran calma y como si estuviera él sólo con sus pensamientos. —Siempre me pareció eso cierto —dijo Sebastián con prontitud. —¿Qué es lo que te pareció cierto? —preguntó Ana María—. Tu padre, después de lo padecido se preocupó mucho de parecer lo que no es: un necio. 55 —Un día —explicó el padre— el capitán y sus esbirros andaban preocupados por desenterrar un tesoro que, según ellos estaba en un lugar de Flores. Entonces yo, que de aquella me preocupaba mucho de fanfarronear de mi inteligencia, les dije que si querían me dedicaría a pensar en idear una máquina para poder llegar con facilidad hasta el tesoro. Todos comenzaron a reírse y a burlarse de lo que dije, pero el capitán, que era el mayor interesado y que estaba desesperado porque hacía mucho tiempo que empleaba todas sus fuerzas e ingenio en poder llegar hasta él y no conseguía con ello desenterrarlo, mandó callar a la tripulación y con voz atronadora me dijo: —¡Mira chico!, hasta ahora te has encargado de limpiar el barco y nuestra mierda. ¿Me quieres explicar de dónde carajo vas a sacar esa idea? ¿Eres un iluminado acaso? —Grande Jack —comencé a decirle— yo le prometo que inventaré una máquina que sea capaz de desenterrar ese dichoso tesoro que tantos quebraderos de cabeza le está dando y en el caso de que así no lo hiciera, usted podrá matarme o dejarme a la deriva en cualquier isla. —Trato hecho —y escupiendo salvajemente su enorme mano, me la tendió para cerrar el trato. —Yo tragué saliva y ya en ese momento me di cuenta de que había empezado a caminar por una cuerda muy floja por culpa de mi fanfarronería porque, se mirara por donde se mirara, mi situación era muy preocupante, ya que si lograba inventar algo, enseguida querrían deshacerse de mí para que no lo contara y, por otro lado, si mi cabeza no conseguía idear nada, me mataría, como había prometido. Por fin la inventé. —Y, ¿qué hiciste? —preguntó el joven Sebastián. —Desaparecí y entonces fue cuando encontré a tu madre, gracias a Dios. Tres días más tarde de este relato Tomás, Sebastián y Ana María desaparecieron misteriosamente de La Española y nadie conseguía entender qué era lo que estaba pasando. El barco 56 pirata también echó rumbo al mar, quedando los vecinos aliviados de aquellos corsarios. Habían hecho un gran agujero en la tierra y allí, en Flores, llovía como si nunca fuese a parar. Grande Jack estaba al frente de la rara comitiva y Sebastián y su familia maniatados y bajo la espada de un malvado pirata. De repente, un estruendo sonó en la isla y de golpe, los piratas, incluido el malvado capitán, cayeron muertos por la lluvia de cañonazos que surgieron de un barco que, como si se tratase de un fantasma, allí apareció. —¡Dios bendito, es Rafael, mi amigo! Ha entendido la llamada de socorro que le envié cuando veníamos hacia aquí. Rafael, antiguo amigo de Tomás y compañero de fatigas y la familia del zapatero, cuando se tranquilizaron, se contaron todas sus desventuras, allí sentados en la isla, alrededor de la hoguera que habían encendido. Sebastián, después de escuchar atentamente la asombrosa narración de los dos amigos, no pudo reprimir la pregunta: —Pero padre, ¿Cuál era la máquina que habías inventado? ¿Por qué arriesgaste tu vida, antes de decirles a los piratas nada? —Porque cuando ya lo había ideado todo y comprobado que funcionaría, me dormí y tuve un sueño, un sueño terrible, que todavía hoy en día hace que me desvele muchas noches, tu madre lo sabe. —Así es —dice Ana María al instante— pero nunca me dijiste en qué consistía tal pesadilla. —Pues creo que os merecéis que ahora os lo cuente: Soñé con un mundo para mí desconocido, con unas máquinas rarísimas que andaban a una velocidad endiablada. Había casas muy extrañas, altas, altas como una jirafa enorme y la gente vestía de forma muy rara, que yo al menos no conocía. Respiraban por unas máscaras que les hacían parecer elefantes enanos y lo más terrible era que no había niños; en el mundo que yo soñé no había ni un solo niño. Yo lo veía todo desde 57 una altura enorme y a mis pies había una torre colosal que despedía continuamente un humo denso y azulado que casi me ahogaba. La tierra estaba quebrada y no había césped; el sol calentaba mucho más de lo normal y los árboles, los pocos que yo veía, no tenían ni una sola hoja. Entonces sentí un dolor muy fuerte en el pecho y comencé a llorar desconsoladamente, preguntándome qué pasaba allí, qué era lo que estaba viendo. Es la consecuencia del calentamiento global. Por culpa de las máquinas y la poca cabeza del hombre, todo, todo se está muriendo y no habrá remedio porque, por desgracia, no se puede dar marcha atrás en la historia. —¡Sí que se puede, sí que se puede! —desperté sudoroso gritando... MIGUEL MONTERO FONTANILLAS 58 CON EL AGUA AL CUELLO M e llamo Intuq, tengo sesenta y siete años; quiero contaros la historia real que tenemos que sufrir ahora las personas a las que nos ha tocado vivir en esta generación. Lo primero y más importante ahora es deciros que las cosas ya no son como antes gracias al poco interés de las personas de la anteriores generaciones para poder dejarnos disfrutar de nuestro planeta, ya que gracias al cambio climático producido por la contaminación, gran parte de los polos se ha descongelado y los niveles del agua han subido, tragándose pueblos y ciudades enteras, lo que ha causado una gran catástrofe natural en todas partes del mundo que también ha provocado que una gran parte de los animales que antes vivían en el polo se haya muerto por no tener qué cazar. Todo empezó una mañana de primavera. Mi familia y yo vivíamos en una pequeña villa al lado del mar llamada Rodami. Aquella mañana no la olvidaremos en toda nuestra vida. Eran las nueve, mi hermano Ronnald se disponía a abrir la cortina cuando, de repente, se oyó un enorme grito que salía de su habitación. Lo que se había encontrado, nada más y nada menos, era que el agua había subido tragándose gran parte de las pequeñas casas que formaban el pueblo. La gente, aterrorizada, gritaba y corría por el pueblo, aquello era un caos, había cantidad de gente desmoralizada viendo como sus casas se iban llenando de agua. Aquello no se podía controlar, el nivel del agua no dejaba de subir y, poco a poco, iban desapareciendo más y más casas. Nada sabía de la gente atrapada en las casas inundadas, ni de mis amigos. No se podía encontrar a nadie. ¡Había que buscar una solución! Pasados unos minutos después de la enorme tragedia, el agua poco a poco dejó de subir y la gente se fue calmando, 59 pero aun así, había que estar preparados por si volvía a producirse. Unos empezaron a colocar barricadas hechas con muebles en las entradas principales de sus casas y sitios importantes mientras que otros se disponían a buscar a otras personas que pudieran haber quedado atrapadas. No encontraron a nadie. La gente, si no estaba en la parte alta del pueblo, estaba muerta. Los servicios de rescate fueron llegando en grupos, nos comunicaron que era una zona peligrosa y que lo más seguro para todos era evacuarnos a zonas del interior de la provincia o incluso en centros de acogida en la capital, Tunik, pero nosotros nos resistíamos, no íbamos a dejar que nos separaran de nuestras casas, pero no teníamos otra opción. Si nos quedábamos allí probablemente moriríamos ahogados. Ese día yo lo recuerdo como el peor de mi vida, y lo que más rabia de daba es que yo tuviera que sufrir y mudarme por causas provocadas por antepasados nuestros que no tuvieron respeto con nosotros, dejándonos el planeta de esta manera. Aunque sabía que repitiéndolo en mi cabeza no conseguiría cambiar el problema, yo no admitía que me tuviera que mudar a un sitio nuevo donde no iba a conocer a nadie. Fue muy duro para mí todo lo de la mudanza, pero al final acabé superándolo y conociendo a gente nueva. Mi familia compró una casa y volvimos a hacer otra vez vida normal y todo acabó bien. Lo principal que quiero narrar en esta historia es lo injusto que es que generaciones futuras no puedan disfrutar de la tierra en la misma medida y con la belleza con la que hemos heredado por culpa del continuo deterioro al que sometemos a nuestro planeta. SARA PORRES FERNÁNDEZ 60 4º ESO CREYENDO EN UN MUNDO LIMPIO L eo se levantó sin prisa para irse de vacaciones. Le esperaba un largo viaje en coche. Después de dos horas de viaje el calor era insoportable y el que estuvieran en un atasco tampoco ayudaba. Leo abrió la ventanilla con intención de refrescarse, pero le sorprendió una vaharada de aire caliente. Se secó el sudor con la mano y sacó la cabeza por la ventanilla. Todo el humo negro de los tubos de escape de los vehículos subía lentamente nublando el camino. <>pensó Leo metiendo la cabeza de nuevo en el hervidero en el que se estaba convirtiendo su coche. Se recostó en el asiento y el intenso calor le hizo sumergirse en un profundo sopor. ¿Qué era aquella extraña sensación? ¿Por qué se movía todo? Un fuerte dolor inundó su cabeza. De repente se encontró tirado en una desierta llanura. El suelo estaba notablemente seco y agrietado. Pensó que tal vez era un sueño. Pero aquello era extremadamente real. Dos sombras se cernieron sobre él tapándole la luz y Leo alzó la cabeza hacia el cielo. Eran dos figuras encapuchadas, ataviadas con largas túnicas negras. —Leo —comenzó diciendo el encapuchado más alto con voz ronca. —¿Cómo saben mi nombre? ¿Dónde están mis padres? ¿Dónde diablos estoy? —chilló Leo en un intento de comprender la situación. —Ha llegado el momento —prosiguió la voz masculina sin inmutarse—. La contaminación ha ido creciendo y creciendo desmesuradamente, como ya habrás comprobado. En la antigüedad se hicieron unos escritos que auguraban esta situación tan peligrosa para el mundo. En dichos escritos se mencionaba a un joven que vendría del pasado para salvar el 63 futuro del mundo del desastre provocado por el cambio climático. Ese joven eres tú. Lo único que debes de hacer es derrotar al enemigo, La Contaminación. En tu tiempo, el pasado, la contaminación no es algo material, simplemente la suciedad que tus contemporáneos acumularon en el ambiente, haciendo un grave daño en su entorno. Aquí, en el futuro, este enemigo es ya algo material, se alimenta de la suciedad creada por los humanos, favoreciendo el cambio climático. La voz hizo una pausa. Leo consiguió balbucear con esfuerzo: —¿Qui...Quiénes son ustedes? —Que nosotros protegemos los escritos es lo único que te interesa. El hombre sacó una túnica negra igual que la suya propia y le dijo con voz monocorde: —Póntela. No hay capa de Ozono, el Sol puede dañar tu piel. Los encapuchados se dieron la vuelta para irse. Leo se levantó de un brinco y chilló: —¡No entiendo nada!¿Me están diciendo que vengo del pasado?¿Por qué yo? ¿Es esta la única manera de regresar a mi tiempo? ¿Cómo acabaré con esa cosa? ¿Por qué no me explican nada? El hombre contestó únicamente a la última de sus preguntas: —Esto es todo lo que debes saber y lo que sabemos. No le des más vueltas, chico. Simplemente, hazlo. —Al menos dígame: ¿qué desierto es éste? El otro encapuchado tomó la palabra por primera vez, con voz claramente femenina. —Esto es Madrid. Pero, tranquilo, el desierto pronto se acaba. La España que tú conoces está hoy inundada hasta Segovia debido al deshielo de los polos provocado por el cambio climático. También está inundada por el sur, pero tú debes ir al norte y subir a lo alto de la Montaña de Metal. Según los escritos, allí salvarías al mundo de la catástrofe. 64 Dicho eso, ambos encapuchados desaparecieron. Leo arrojó la túnica al suelo y la pisoteó con rabia. Pensó en dejarla allí, pero un ligero resquemor en su piel le hizo cambiar de idea. Al levantar la capa vio unas cuantas provisiones que le habían dejado los misteriosos encapuchados y que acababa de espachurrar contra el suelo. Le esperaba un largo viaje a pie para luchar en una guerra que no era sólo suya. Después de tres días de viaje, administrando con cuidado las pocas provisiones de que disponía y ya sin agua, Leo divisó el mar. Intentó gritar pidiendo ayuda, pero la voz no tenía fuerza para salir entre sus labios resecos. Intentó avanzar, pero la vista se le nubló y perdió el conocimiento. Se despertó sobresaltado por la fuerza del oleaje. Estaba en una pequeña balsa. Vio gente y se sintió aliviado. Unas jóvenes se acercaron a él. Pero...el color de su piel era ligeramente azulado y tenían escamas en las muñecas. —¿Qué…,quiénes sois? —Somos humanos de agua. El mar cubrió las tierras de nuestros antepasados y nuestra especie se ha ido adaptando al medio. —Tienes que ayudarnos —prosiguió la otra muchacha— .Cambia este presente para mejorar tu futuro, el de todos. El Sol quema nuestra piel y el aire es realmente tóxico, debido a La Contaminación. El único sitio para protegernos de todo esto es el mar, que cada vez alcanza temperaturas mayores. Leo, aturdido, les dio las gracias por la ayuda. —Toma —dijo de nuevo la primera muchacha extendiéndole una especie de gota brillante—. Es una gota de agua. Te dará suerte. Leo sonrió agradecido. Le dejaron en una especie de montaña en medio del mar. Al volverse, Leo se fijó en que las jóvenes de agua tenían una especie de branquias tras las orejas. Sintió el frío amuleto en la palma de su mano. Lo apretó fuerte. 65 Leo continuó su camino, algo recuperado, e intentó escalar la montaña trabajosamente, con tan mala suerte que resbaló en una roca. Pensó que ahí acabaría todo y cerró los ojos mientras caía. Pero algo lo sujetó firmemente. Abrió los ojos y se encontró sobre la espalda de un hombre que le subía con sobrehumana agilidad. Sus piernas tenían ciertas similitudes con las patas de las cabras montesas. El hombre cruzó la montaña en un abrir y cerrar de ojos. Luego depositó a Leo en el suelo. Se sentó a su lado. —Todos sabemos lo que vas a hacer. Ánimo chaval — dijo palmeándole el hombro. El hombre se fijó en la cara de estupefacción de Leo, que miraba sus piernas, y río. —Sí, chico. Todos hemos sufrido algunos cambios. Ya sólo las montañas y algunos edificios altos permanecen sobre el nivel del mar. El tener estas “piernas” es lo que hace que todavía siga con vida. El hombre añadió con la mirada perdida: —A veces, los tifones y huracanes provocados por el cambio climático barren las montañas de muchos de los nuestros y sólo los humanos de agua consiguen sobrevivir. Leo, una vez más, no conseguía articular palabra. El extraño hombre cogió a Leo y siguió corriendo y escalando hasta que llegó a una picuda torre hecha de metal, La Montaña de Metal, donde La Contaminación le aguardaba. La voz del hombre sacó a Leo de sus pensamientos. —Me parece que en tu tiempo llamabais a esto Torre Eiffel. Está muy oxidada, no tardará en caer. Leo miró la pequeña porción de la torre que sobresalía de las aguas y se le desencajó la cara de incredulidad. El hombre se despidió de Leo y le dio unas semillas que le aseguró que serían de gran utilidad. Leo subió con dificultad dispuesto a enfrentarse a su destino. Al llegar a la cumbre el fuerte aire le abofeteó la cara y le revolvió el pelo. El cielo se volvió repentinamente negro y una nube oscura descendió en remolino repartiendo rayos y 66 truenos por doquier. Un intenso olor a gasolina, humo y azufre inundó rápidamente el ambiente. La Contaminación profirió una sonora carcajada. —¡Por fin! Llevaba esperándote durante generaciones enteras. Años y años de sentir que la gente aún tenía esperanza. Ellos siempre decían que tú vendrías a salvarlos. Ilusos. Acabaré contigo y así nadie podrá dudar jamás del poder letal de La Contaminación. Tras decir esto, La Contaminación miró al cielo y abrió un hueco entre las nubes. Deshizo poco a poco la escasa capa de ozono que quedaba y un potente rayo ultravioleta se dirigió hacia Leo, que lo esquivó con dificultad. Salieron chispas del suelo. La Contaminación, encantada por la diversión que le proporcionaría la muerte lenta de su mayor enemigo, le mandó un fuerte tornado. Leo se sujetó a una barra de metal con fuerza. Sintió que las fuerzas le abandonaban. Pensó que no sería capaz de resistir, que todo había sido en vano. Leo pensó en las jóvenes del agua, en el hombre-cabra, en los actuales continentes, en toda la gente que había muerto a manos de La Contaminación y en las esperanzas que habían puesto todos en él. Sintió como unas nuevas fuerzas lo inundaban repentinamente. Avanzó contra el viento. La Contaminación le miró con sonrisa malévola. —Ya está bien de jugar. Acabaré contigo de una vez por todas. Leo luchó contra la parte de su mente que le obligaba a rendirse y que acentuaba las quejas de su ya dolorido cuerpo. Abrió su mano y miró los amuletos. Cogió en primer lugar las semillas y se las arrojó a la Contaminación gritando: —Esto, por todo el daño que le has hecho al medio ambiente. Las semillas cayeron al suelo y comenzaron a brotar, absorbiendo el CO2 del que estaba compuesta La Contaminación y convirtiéndolo en oxígeno a través de la fotosíntesis. 67 —¡Maldición!—chilló con un estremecimiento la nube mientras iba empequeñeciendo. —Y esto es por las personas a las que has hecho daño con tu dichoso cambio climático, todos los que han perdido a sus seres queridos, sus pertenencias y la posibilidad de vivir una vida sana en un planeta limpio. Diciendo esto, tiró la perla de agua que estalló en el aire, evaporándose y creando una intensa lluvia de agua pura y cristalina que aceleró el crecimiento de las plantas absorbiendo por completo a La Contaminación. —NOOOOOOOOOO —gritó. Finalmente, Leo se encontró solo bajo la lluvia y rodeado de flores. Sonrió exhausto y perdió el conocimiento. —¡Leo, Leo! Despierta —su madre le agarraba de un hombro—. Sal y mira el cielo ¿No es genial? Este año serán nuestras mejores vacaciones. Leo salió del coche confuso. Aún seguían en el atasco, pero los tubos de escape de los vehículos sólo emitían aire puro, aunque sólo él pudiera verlo. Todo el mundo miraba el cielo, que ahora era más azul que nunca. En un coche cercano, dos chicas jóvenes de ojos azules como el mar, que iban acompañadas por un hombre fuerte y bajito, con cara de chivo, le guiñaron un ojo y desaparecieron. Leo sonrió. Miró a su alrededor y se dijo para sí mismo que aquella gente nunca sabría que él acababa de salvar el mundo. ALBA PARRALES GRANDA 68 ¡YA ESTÁ BIEN! 20 de Febrero de 2125 Querido diario: 7:15 M e desperté como cada mañana, salté de la cama y fui corriendo al baño. Me puse unos vaqueros y mi mejor camisa, ya que aquel día debía dar un discurso para ser escogido delegado de clase, sin mencionar que estaría escuchando una de las chicas más guapas de la escuela. Bajé corriendo las escaleras hasta llegar casi sofocado a la cocina. Cogí el “bocata” que mi madre preparaba todas las mañanas y le di un beso para dirigirme a la parada del autobús que estaba al llegar. Recuerdo que, como cada día antes de salir de casa, dije con todo mi amor “Te quiero, mamá. Nos veremos a las cuatro”. 7:45 Subí las escaleras del autobús muerto de sueño y una fuerte ráfaga de viento me pasó por delante. En ese momento pensé: “Espero que no sople muy fuerte”, ya que en mi pueblo a menudo pasan pequeños huracanes que levantan contenedores y derriban algunos puestos de frutas. Ya acomodado en el pequeño asiento, al lado de mi compañera, le di los buenos días y comencé a recitarle mi discurso. Ella, muy sonriente, me dio la enhorabuena porque era un discurso realmente extraordinario. 8:15 El timbre resonó en toda la escuela, indicaba el comienzo de un nuevo día de colegio. 69 Dejé la mochila en mi taquilla y me dirigí hacia el aula en la que estaba a punto de empezar mi primera clase, Biología. Nada nuevo. El profesor, al que todo el mundo llamaba “Fofito”, ya que era muy bajo y rechoncho, comenzó con la lección. Aquel día el tema hablaba de la reproducción, un tema que a todos nos interesaba y nos hacía un poco de gracia. Las siguientes clases transcurrieron sin ningún altercado. 11:30 A la hora del recreo, mi s amigos y yo debimos refugiarnos en la cafetería, ya que el viento había aumentado considerablemente. Mientras mis amigos devoraban sus grandiosos bocadillos y bebían sus zumos de frutas, yo me puse a leer un periódico que encontré en una mesa contigua a la nuestra. Había un artículo que me llamó francamente la atención, comencé a leerlo con mucho interés. LOS HURACANES Y EL CAMBIO CLIMÁTICO Los desastres naturales afectaron el año pasado a más de 157 millones de personas, unas cifras sin parangón hasta el momento. La acción del hombre sobre el planeta (el cambio climático, la deforestación, la mala gestión del agua…) es la causa principal del incremento […] Científicos y ecologistas vienen alertando desde hace años de algunas de las consecuencias que podrá tener el cambio climático: aumento del nivel del mar de hasta 0,88 m, un aumento de 1,4 ° C en la temperatura media de la Tierra. Hay evidencia de que, estadísticamente, los huracanes han incrementado su potencia en las últimas décadas. La conexión está en que los huracanes se hacen más fuertes cuando la temperatura del mar es más alta y, como esta última se ha incrementado en décadas recientes, en promedio la intensidad de los huracanes también se ha incrementado. 70 En conclusión, el calentamiento global debido al cambio climático ha dado lugar a un aumento del potencial destructivo de los huracanes. 12:15 Era la gran hora. Por fin presentaría mi candidatura a delegado de clase. Estaba algo nervioso, ya que mi contrincante era francamente un chico muy popular. Al acabar su discurso todos aplaudieron con énfasis. En ese momento me dio un retortijón tremendo en la barriga, pero con toda mi fuerza y mi valor comencé a recitar las palabras que había escritas en el papel de mi discurso. Cuando acabé, me llevé una gran sorpresa ya que todo el mundo me aplaudió y vitoreó. Era la hora de votar. Cuando todos los papeles estuvieron en sus urnas, la profesora se dispuso a dar el veredicto. 12:55 Ni siquiera le dio tiempo a abrir la boca. El timbre atronó nuestros oídos. En una centésima de segundo nuestra vida dio un vuelco inesperado. Por el megáfono una voz que todos conocíamos bien, la de nuestro querido director, comenzó a hablar. —Alumnos, profesores y cualquier persona que se encuentre en este momento en nuestras instalaciones: el INM (Instituto Nacional de Meteorología) nos ha informado de que un devastador huracán se aproxima a nuestra pequeña ciudad. Por lo tanto, con orden y cautela, nos dirigiremos al refugio situado bajo la escuela, ya que no hay tiempo de llegar a nuestras casas. Se ha avisado a todos los padres. Ya hacía varios años que el gobierno había recomendado construir refugios para evitar muertes en caso de catástrofes tales como la que nosotros íbamos a sufrir. 1:30 71 Estaba muy preocupado deseando llegar a mi casa y poder abrazar a mi madre. El pánico se podía ver en todos nuestros rostros. Algunos de los más pequeños lloraban desconsoladamente mientras, inútilmente, algunos profesores intentaban calmar sus nervios. Estuvimos allí encerrados cuatro largas horas que siempre recordaré como las peores de mi vida. Deseaba salir y descubrir que nada había cambiado, pero estaba totalmente equivocado. Ahora, años después, me doy cuenta de ello. 5:30 Cuando el huracán se calmó y se alejó de nuestro hogar, el director nos acompañó a la salida. Uno no se da cuenta de lo que puede cambiar su vida, hasta que lo hace. Con lágrimas en los ojos, todavía puedo sentir el terror que me invadió al salir y descubrir “la nada”. Escombros, escombros y más escombros. Era lo único que se podía ver en kilómetros a la redonda. Todos juntos caminamos, dejando con sus familias a todos los niños. Fue muy angustioso. Corriendo llegué a lo que antes era la entrada de mi casa y caí de rodillas. Al contemplar el lugar en el que había vivido los primeros once años de mi vida, en el que había jugado, comido, vivido los mejores momentos, se veía ahora reducido a la ruina. Mis libros, la ropa de mi madre, los objetos más preciados de mi padre… esparcidos por el suelo. Fue la mayor catástrofe producida hasta el momento en mi entorno. Ahora, diez años después, en un mundo totalmente diferente, he relatado este momento de mi vida, ya que se repite cada día en mis sueños. Para que todo el mundo pueda tener constancia de ello. Siguen produciéndose innumerables desgracias, principalmente debidas al cambio climático, que nosotros hemos producido con nuestra contaminación, emisiones de CFC, etc. que no sólo nos afectan a nosotros, los humanos. 72 Los polos están prácticamente derretidos, incontables animales han perecido, la temperatura de la tierra se ha incrementado, ciclones y huracanes aparecen cada día con mas intensidad… Han tenido que pasar años para darnos cuenta de que muchas de las catástrofes son causadas por nuestros errores. A veces debemos renunciar a algunos placeres para asegurar la subsistencia de un futuro lejano o no tan lejano. La naturaleza se rebela contra nosotros. Si no dejamos de maltratarla, nuestras acciones se volverán en contra nuestra. Así que, tomemos conciencia. ¡Ya está bien! NERI SÁNCHEZ GONZÁLEZ -POLA 73 BACHILLERATO EL CAMBIO EN EL MEDIOAMBIENTE S iempre me acuerdo del año 1980, en el que yo tenía diez años de edad. Era un niño normal como todos los de aquella época, pero tenía algo que me hacía peculiar, que era que me gustaba reciclar y contaminar lo menos posible. Todo estaba limpio, pero ya empezaba a ver que todo el mundo que iba por la calle tiraba cosas al suelo, las fábricas expulsaban gases y ácidos por sus chimeneas y las carreteras se llenaban cada vez más de vehículos, también los mares y ríos se empezaban a ensuciar por tirar residuos. Yo sabía que iba a acabar mal el medioambiente en el futuro, dentro de doscientos años más o menos, pero parecía que iba a un ritmo cada día mayor. Ahora estamos en el año 2008 y tengo treinta y ocho años, estoy muy sorprendido por el cambio sufrido en el medioambiente en los últimos veintiocho años. Todos los países de Europa están pasando por una mala etapa por culpa de la contaminación. Se está destruyendo la capa de ozono, hay múltiples incendios, se producen lluvias ácidas y el número de vehículos y fábricas que existen es monumental. La Tierra está sufriendo una gran catástrofe, es el fin. Yo sigo reciclando como llevo haciendo desde que tengo el conocimiento de lo que podía suceder al medioambiente, pero, en cambio, la mayoría de la gente contamina inconscientemente. Creo que la gente se tendría que tomar más en serio el medioambiente. Esta mañana me levanté y me asomé a la ventana y vi que el cielo tenía una gran capa negra, el aire estaba sucio, parecía que estaba en la penumbra, esto es a lo que se llama contaminación. Salí afuera y hacía un calor espantoso, olía mal y no podía respirar, me fatigaba. Miraba a un lado de la calle, y 77 no paraban de pasar cientos de coches contaminando, miraba hacia el otro lado, y cientos de personas contaminando, miraba de frente, y múltiples fábricas y casas contaminando. Mirase donde mirase había alguien contaminando. Yo estaba asustado, pensé en lo rápido que se estaba contaminando el medioambiente y me preguntaba qué sería de la especie del ser humano. ¿Llegaremos a extinguirnos al igual que los dinosaurios? Ya no veía ninguna solución: por mucho que yo reciclase, no servía de nada. Seguí pensando durante largo tiempo y me surgió la idea de contactar con personas de diferentes países que persiguiesen el mismo objetivo que yo: salvar el medio ambiente. Nos agrupamos y formamos una embajada con dos representantes de cada país dispuestos a afrontar este reto y cada uno contactó con el gobierno de su país aportando nuestras ideas para reducir la contaminación. Aceptaron nuestras propuestas y ordenaron hacer vehículos no contaminantes, poner filtros en las chimeneas de las casas y fábricas, que nadie tirase nada al suelo, ni vertiese residuos a los mares y que reciclasen. Todo el mundo empezó a reciclar y a contaminar menos, pero esto los tres primeros meses, luego las empresas y fábricas se percataban de que estaban perdiendo dinero, así que volvieron al método antiguo, seguir contaminando. La gente también decidió dejar de reciclar ya que les costaba más trabajo. Me di cuenta de que todo nuestro esfuerzo no había servido de nada, por lo que dejamos de pelear por nuestro reto. La gente contaminaba sin parar. Yo ya no tenía nada que hacer, lo intenté pero no funcionó. Somos los hijos de la Tierra y no la cuidamos como lo que es, no nos damos cuenta de que ella también sufre, y que puede llegar el momento en que muera para siempre. Dentro de cincuenta años, ¿qué será de la Tierra?, ¿aprenderá el ser humano a no contaminar el medio ambiente? La última vez dije que en doscientos años el medio ambiente 78 iba a sufrir un gran cambio y me equivoqué, fue mucho más rápido, ni más ni menos que en veintiocho años. ¿Tal vez me equivoque esta vez también? ¿Será en menos de cincuenta años el fin de la Tierra? ADRIÁN FERNÁNDEZ MUÑIZ 79 EL PARAISO INTOXICADO C lara era una joven de diecisiete años, muy alegre, sensata, sencilla y extremadamente amante de los animales y de la naturaleza. En su vida cotidiana Clara era una persona muy trabajadora y todo lo que tenía se lo había ganado por su propio peso, su problema era lo extremadamente nerviosa y negativa que era y que hacía que en muchas ocasiones se ahogase en un simple vaso de agua. Una tarde en uno de esos malos días en los que creía que no le saldría nada, Clara decidió hablar con su abuelo y contarle que estaba a punto de tirar la toalla porque no obtenía los resultados que ella se merecía o creía que se merecía por todo el esfuerzo que a ella le estaba suponiendo tirar para delante de sus estudios. Su abuelo le contó que conocía un lugar al que él, cada vez que lo necesitaba, acudía y como si se tratase del más profundo de los sentimientos, ese lugar hacía que por un momento todas las cosas malas y negativas que sentía se evadiesen como si se esfumasen por minutos…El simple hecho de sentir la tranquilidad de que cualquier preocupación en ese momento no existía. Clara no dudó ni un segundo en pedirle que la llevase. Una vez que llegaron al lugar, Clara simplemente se quedó prendada con aquello que estaba viendo. Era como un paisaje escondido en lo más hondo de unas montañas en el cuál se veían las flores más hermosas y en donde un río precioso salía de entre las montañas como si de algo milagroso se tratase. Clara le preguntó a su abuelo que cómo él había conocido aquel lugar; su abuelo le dijo que era algo que un día su abuelo también le había enseñado a él. Durante años y años, Clara acudía a aquel lugar con mucha frecuencia, porque sentía que allí los problemas desaparecían. 80 Poco a poco Clara veía como aquello se iba deteriorando, veía que aquello había pasado de ser un lugar luminoso y lleno de vida a ser un lugar feo y oscuro…Con el tiempo cada vez había menos flores, el agua ya no desprendía aquella luz ni aquella energía, y simplemente perdía su color cristalino por un marrón cada vez más y más oscuro, los árboles simplemente parecía que se daban por vencidos ante la vida, y poco a poco, pero a la vez muy rápidamente todo iba cogiendo una oscuridad que por desgracia no tenía vuelta atrás. Era como si de repente todo se estuviese tapando por una capa con la que todo se quemase y se asfixiase y perdiese la vida. Y sin poder evitarlo, como la mayoría de las cosas, aquel precioso lugar perdió todo lo que tenía, y como por arte de magia pasó de ser un lugar especial, a ser el más feo y despreciable de los lugares; exactamente igual que si estuviese envenenado. El problema es que vemos que este tipo de sucesos son totalmente imaginarios o de cuento, y que sólo sirven para escribir un relato; pero la realidad es que lo tenemos encima y que cada vez más lo estamos pagando, y lo más importante es que seguimos sin hacer nada por ello porque creemos que todo esto ocurrirá cuando estemos muertos, pero la única verdad que queda de todo ello es que cada vez la contaminación avanza más y más y nosotros somos los únicos culpables. Y por esta razón está ocurriendo este cambio climático. EVA RODRÍGUEZ FERNÁNDEZ 81 EL SILENCIO DE LOS OSOS S alí por primera vez al mundo exterior, frío y blanco con mi madre Osa y mi hermano. Mi madre nos guió por la “nieve” y llegamos a una zona de color azul, a la cual llamó mar. En este “mar” había trozos de lo que llamó “hielo” sobre los cuales estaban unos animales que se dispersaron al vernos llegar. Mi madre nos guió hasta el mar y nos enseñó a nadar y a pescar. Pasó el tiempo y un día mamá decidió movernos más hacia el norte, ya que empezó a hacer más calor y el hielo se estaba derritiendo. Cuando íbamos caminando, un trozo de hielo cayó violentamente al mar matando a mi hermano. No pudimos hacer nada y, tristemente decidimos continuar. En una de las paradas para comer encontramos una zona oscura y pegajosa en el mar, era lo que llamaban petróleo, no nos acercamos a ello. Según avanzamos hacia el norte nos encontramos con un mar y un cielo cada vez más oscuros…hasta llegar a unos “objetos” que producían unas nubes negras alrededor de las cuales hacía más calor. Unos animales bípedos, a los que llamaré humanos, los llamaban refinería de petróleo. Decidimos investigar y a medida que nos acercábamos salió un humano con un objeto “puntiagudo” en la mano que, de repente soltó un chirrido altísimo y mi madre cayó muerta. Eché a correr y me alejé de ese lugar lo más rápido posible sin mirar para atrás. Decidí continuar mi camino. Tenía hambre y me puse a pescar en el mar; de repente y sin darme cuenta vino hacia mí una mancha negra que no pude evitar y que me ensució toda la piel. 82 Cansado y sintiéndome mal decidí parar en un trozo de hielo que se separó de la tierra firme y me llevó mar adentro; estuve pensando sobre cómo había llegado hasta allí. Por culpa de las acciones de esos “bípedos” tuve que buscar temperaturas más frías, comida, tuve que vivir solo y sufrir la pérdida de mi madre y mi hermano. Por todo lo que esos bípedos humanos hacen al Planeta llega lo que llaman “Cambio Climático” y “Contaminación” y todo el mundo sufrirá las consecuencias de sus acciones. THOMAS RIVERS ARDURA 83 CAMBIOS A lgo estaba cambiando. Algo cambiaba y no por orden de la naturaleza. Algo sucedía y la estaba dañando. Pero, al contrario de lo que piensa mucha gente, la naturaleza sabe defenderse... Todo comenzó cuando se convocó la gran asamblea. Los representantes acudían de todas las partes del mundo, había algunos que llevaban viajando meses para poder llegar a tiempo al bosque, donde se realizaba la reunión. Todos estaban de acuerdo en que había que buscar una solución rápidamente ante el peligro que acechaba. Fueron hablando por turnos, exponiendo los problemas que les estaba causando el cambio que azotaba al mundo, intentando buscar alguna posible solución y decidieron que la mejor de todas ellas sería eliminar la causa del problema. El líder concluyó la reunión con estas palabras: ―Id y avisad a todos aquellos que debían estar aquí pero no se han podido presentar, contadles todas las noticias, pues ellos son de gran ayuda para la lucha. Yo haré comunicar a los elementos la situación. Id raudos, pues mañana comienza la guerra. Una vez hubo acabado de hablar, la asamblea se disolvió y todos volvieron por donde habían venido. A la mañana siguiente amaneció con una leve neblina que dificultaba un poco la visión. La mar estaba revuelta. El viento soplaba con fuerza. La tierra se sacudía levemente. Y el Sol parecía que había cobrado más fuerza y sofocaba el planeta más de lo habitual. Los cuatro elementos visibles se revelaban. La guerra comenzaba. La ciudad seguía en calma. La gente hacía vida normal, pero se daban cuenta de que algo le sucedía a la naturaleza. Y 84 al momento surgió el caos: bandadas de pájaros surcaban el aire, manadas de animales corrían sin control, raíces surgían del suelo destrozando el asfalto, las aceras, los coches, todo lo que se encontraban. Los animales comenzaron a perseguir a la gente, ésta huía hacia donde podía gritando desesperadamente, para la mayoría de ellos hoy llegaba su final... Unos pocos habían conseguido llegar hacia el sur, al puerto, escapando del centro, allí todavía no había ocurrido nada y las personas de esa zona no entendían qué les pasaba, pero no necesitaron explicación, la fuerza del agua ejercía su poder, vieron como una serie de olas se dirigían rápidamente hacia la costa. No sabían qué hacer, pero no les dio tiempo a reaccionar; pronto las olas llegaron a la costa, destrozándolo todo, llevándose con ellas a mujeres, hombres y niños, ningún edificio pudo mantenerse en pie ante la fuerza de la enorme masa de agua y pronto la costa quedó desolada. Nadie quedaba ya en el centro, los animales habían escapado fuera de la ciudad porque conocían el plan y sabían lo que iba a suceder a continuación, pero las personas no lo sabían y comenzaron a salir de sus escondites pensando que el peligro había pasado, pero la tierra sucedió al agua, ésta comenzó a temblar mucho más fuerte que antes, la gente caía bruscamente, el suelo se resquebrajaba y los edificios se tambaleaban peligrosamente. Los escombros comenzaron a caer pesadamente sobre la gente, que no podía creerse lo que veía, los edificios acabaron por sucumbir ante la fuerza del seísmo y se derrumbaban levantando una montaña de polvo. La gente intentó escapar del derrumbe pero ninguno lo logró. Pocos quedaban ya que pudiesen haber escapado de las catástrofes, pero aquí no acababan sus males. Al este de la gran ciudad la gente vivía cómodamente en sus lujosas mansiones alejadas del mundanal ruido, pero también a ellos les llegaba la desgracia. El viento que soplaba sustituyó en la labor destructiva a la tierra, las corrientes de viento que antes soplaban cogieron fuerza y comenzaron a 85 formar un remolino, la gente comenzó a mirar por las ventanas para ver lo que pasaba, quedaron aterrorizados y fueron a refugiarse al lugar más seguro y profundo de sus casas, intentando evitar la cólera del viento, pero nadie puede escapar de algo que lo llena todo, el viento rompió ventanas, sacaba volando los lujosos coches y destrozaba los muros de las opulentas mansiones y pronto otra de las zonas de la ciudad quedaba sitiada, pero todavía no había acabado. Aún quedaban supervivientes, los pocos que se habían dirigido al oeste se encontraron con la fábrica maderera que seguía abierta ignorando el peligro que corría. Fueron a refugiarse en ella y seguidamente procedió a realizar su función el fuego. Surgió de la nada y comenzó a quemar todo lo que encontraba a su paso, los infelices que se habían refugiado en la fábrica y los trabajadores no tenían opción posible a escapar y sucumbieron carbonizados tras una lenta agonía, el fuego siguió extendiéndose hasta quemar la fábrica entera y destruirlo todo. Pocas vidas quedaban en la ciudad, la mayoría se había cobijado en el norte, la única zona que no había sido atacada. Allí encontraron protección en los múltiples supermercados que había, pero nadie escapa del quinto elemento, el único el cual los seres humanos no sienten: el éter. Las personas pensaban que el peligro había pasado, pero no salieron de su cobijo por prevención. Y no se sabe qué hubiese sido mejor, quedarse dentro o salir. El último de los elementos se manifestó con todo su poder, meteoritos aparecían en el cielo, primero como manchas borrosas pero viajaban rápidamente. Nadie se movió, por fin eran conscientes de que no había forma de escapar, que esto ocurría por su culpa, y que no iban a salvarse, resignados esperaron varios minutos la muerte, juntos por última vez. Los meteoritos cayeron, no eran muy grandes, pero tenían gran fuerza. Nada quedó del norte, sólo una inmensa zanja. 86 La ciudad quedó destruida, por ninguna parte quedaban signos de vida. Solamente tres mujeres, dos hombres y una niña consiguieron vivir, los más inteligentes, que entendieron que la naturaleza no se iba a atacar a ella misma, se refugiaron en el bosque y allí vivieron tristemente los acontecimientos, el poder del agua, de la tierra, del viento, del fuego y del éter, vieron cómo se derrumbaban los edificios donde seguramente estaban sus familias, pero aprendieron una valiosa lección... Lo que ellos no sabían es que eso no sólo había ocurrido en su ciudad, todos los lugares poblados del planeta sufrieron la cólera de la naturaleza y poca gente sobrevivió. Pasaron muchos años, en los cuales la Tierra cambió mucho, la naturaleza volvió a coronar todos los lugares, los glaciares volvieron a resurgir, los polos dejaron de menguar a velocidad increíble y por fin la naturaleza no corría peligro de desaparecer. La raza humana seguía en la tierra, pero no contaba con recursos, ni edificios, debían empezar de cero. Tenían que cazar y recolectar alimentos para poder subsistir y vivían en aldeas pequeñas como hace miles de años. Justamente, donde se hallaba la antigua ciudad vivía una pequeña población que dependía del bosque para poder vivir. Habitaban esa población los descendientes directos de la gente que superó la guerra, pero en mucho se diferenciaban de sus antepasados. Estaban recogiendo los frutos de un árbol para poder comer, de repente se oyó el ulular de un búho y las personas huyeron espantadas, finalmente la raza humana seguía en la Tierra, pero ya no era la raza dominante... MARCO ANTONIO RODRÍGUEZ R ODRÍGUEZ 87 LA GRAN HISTORIA DE SILVIA CABEZA DORADA A cercáos aquí pues voy a contar la historia de Silvia Cabeza dorada, una persona buena, pero que a todo el mundo desesperaba. Era una mujer la cual cada cosa que veía, la reciclaba ya que ella vivía sola y tiempo que perder no tenía nada. Cuando ella veía a una persona que su basura no depuraba, Ella triste por aquello se quedaba ensimismada. Llegó un momento en el que a Silvia todo le molestaba y por esto Cabeza dorada a todo el mundo reñía por nada. Pasados dos años no había nadie que no la odiara y dejaron de reciclar los que antes todo lo reciclaban. Silvia cabeza dorada se creía lo que a su alrededor pasaba y poco a poco, en la tierra, los días menos duraban. La contaminación producida la capa de ozono destrozaba y por ello los rayos ultravioletas a la tierra llegaban. Sin pena ni gloria las personas del mundo eran aniquiladas. Silvia acongojada se suicidó ahogándose en el mar de una playa ya que su manía era la que todo esto desencadenaba. Los católicos, desesperados, por ella y por el mundo rezaban, pero, en ese momento ya nadie podía hacer nada. En unos meses la tierra quedó despoblada y ya ni siquiera el aire se respiraba. La tierra poco a poco con la contaminación se desintegraba hasta que tras cien años sólo África quedaba. Y así acaba la gran historia de Silvia Cabeza dorada así como empezó con una letra muy trabajada. DAMIÁN RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ 88 ÍNDICE Presentación: ¿ciencia aflicción?, por Ismael Piñera Tarque 1º ESO EL FESTIVAL.....................................................................................................3 Marcelo Sáinz Fernández NUEVO LUANCO............................................................................................5 Alejandra Menéndez García (ganadora) 2º ESO CON LAS COSTURAS HACIA AFUERA................................................9 Nicolás González Rodil SE LO LLEVÓ EL MAR...............................................................................14 Sara Gutiérrez Díaz EL SUPERHÉROE LLUVIOSO...............................................................16 Julio Elías Benabdellah García RECUERDOS PASADOS...........................................................................17 Lara Naves Alegre LA NIÑA POBRE...........................................................................................20 Brenda Jiménez Jiménez LA VERDAD OCULTA: MEMORIAS CERCANAS........................21 Claudia Fernández Álvarez (ganadora) ¿QUÉ ES EL CAMBIO CLIMÁTICO?...................................................24 Javier Rodríguez García VIAJAR ES APRENDER.............................................................................26 Sara Fernández Carrera 19 DE AGOSTO..............................................................................................29 Ángel Ignacio Álvarez Blanco 3º ESO EL FIN.................................................................................................................35 Javier Sáinz Fernández EL SUEÑO DE NAZMA.............................................................................38 Jacqueline Roso González LA MALDICIÓN DE LA REALIDAD..................................................41 Sara Díaz Pinar O2..........................................................................................................................48 Isidro García García (ganador) PREMONICIÓN DE UN PIRATA..........................................................53 Miguel Mont ero Fontanillas CON EL AGUA AL CUELLO...................................................................59 Sara Porres Fernández 4º ESO CREYENDO EN UN MUNDO LIMPIO.............................................63 Alba Parrales Granda (ganadora) ¡YA ESTÁ BIEN!.............................................................................................69 Neri Sánchez González-Pola BACHILLERATO EL CAMBIO EN EL MEDIOAMBIENTE..........................................77 Adrián Fernández Muñiz EL PARAISO INTOXICADO...................................................................80 Eva Rodríguez Fernández EL SILENCIO DE LOS OSOS..................................................................82 Thomas Rivers Ardura CAMBIOS ..........................................................................................................84 Marco Antonio Rodríguez Rodríguez (ganador) LA GRAN HISTORIA DE SILVIA CABEZA DORADA...............88 Damián Rodríguez Rodríguez