Conflictos En La Ciudad De Antioquia En 1532 Don Pedro

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  CONFLICTOS EN LA CIUDAD DE ANTIOQUIA En 1532 Don Pedro de Heredia fue nombrado gobernador de “Nueva Andalucía”, entre los ríos Magdalena y Atrato, y, por el sur, hasta la línea equinoccial. Gobernación que, según Francisco Duque Ruiz en su “Historia del Departamento de Antioquia”, página 120, comprendía lo que después fueron los departamentos de Bolívar, Córdoba, Antioquia, Tolima y parte del Chocó. Y en palabras de Julio César García Valencia en su “Historia de Colombia”, pag. 71, publicación dispuesta por la Asamblea Departamental de Antioquia: “El 14 de Enero de 1533 llegó a las costas de Cartagena; el 20 de Enero, día de San Sebastián, según unos, según otros el 1º. De Junio, se hizo la fundación de San Sebastián de Calamar, que pronto, como se ha dicho, cambió este nombre por el de Cartagena”. A pedido de don Pedro, en 1535 su hermano don Alonso exploró por el sur, siguiendo el curso del río Cauca, y se adentró hasta lo que hoy es Cáceres. En 1536 don Pedro llegó hasta la serranía de Abibe y anduvo por el río Atrato. En 1.536 don Pedro de Heredia autorizó al capitán Francisco César, al parecer Portugués, para que hiciera una expedición descubridora hacia el interior, la cual se adelantó hasta la provincia de Guaca y enfrentó a los indígenas del cacique Nutibara, comandados por un hermano de éste, de nombre Quinunchú, a quien el propio Francisco César ultimó de un lanzazo en la garganta. No obstante: luego de la refriega, los naturales se reagruparon hostiles, y Francisco César optó por regresar a Urabá. Llegó a San Sebastián de Buena Vista en 1537. Esta población; San Sebastián de Buena Vista fue fundada por don Alonso de Heredia en 1535, al lado oriental del Golfo de Urabá, cerca de donde don Alonso de Ojeda fundó a fines de 1509 ó principios de de 1510 a San Sebastián de Urabá.. Como dato curioso en lo relacionado con el canibalismo catío, se transcribe lo que Fray Pedro Simón informa sobre cómo se apercibieron las mujeres indígenas cuando el enfrentamiento de las huestes de Nutibara y Quinunchú con las de Francisco César (“Noticias Historiales de las Conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales”, Tomo IV, Tercera Parte, Bogotá, Casa Editorial de Medardo Rivas, 1892, pág. 85): “…acompañábalos gran suma de mujeres con ollas y cargadores para cargar y cocer la carne de los nuestros, teniendo por cierta y segura la victoria”. En 1536 Sebastián de Belalcázar, subalterno (capitán) del marqués Francisco Pizarro, gobernador del Perú, fundó sin su autorización las ciudades de Cali y Popayán, en julio 25 y diciembre 6 respectivamente; pero enrumbó hacia el sur, en junio de 1537 llegó a Quito, y en febrero de 1538 ya estaba de retorno a       www.santafedeantioquia.net         aquellas ciudades, dejando desabastecida la de Quito, por lo que Pizarro encargó al capitán Lorenzo de Aldana, exaltándolo a Teniente General de Quito, Cali y Popayán, para que inquiriera al respecto y residenciara a Belalcázar. Aldana arribó a Popayán en julio de 1538, siguió para Cali, y en el trayecto se encontró con Robledo, quien se devolvió, acompañándolo. Para entonces Belalcázar andaba en busca del mar del norte. En 1537 Juan Badillo, a quien la Audiencia de Santo Domingo había enviado a residenciar a Don Pedro de Heredia, apresó a éste y a su hermano Alonso, y fue informado por Francisco César de las riquezas existentes en los territorios que acababa de recorrer. Por esto y porque también venían a residenciarlo, (para cuyo efecto había sido designado el licenciado Juan de Santa Cruz, de la Audiencia de Santo Domingo, quien comisionó a Juan Gracián – Grecián o Graciano -- y Luis Bernal), Badillo organizó una expedición en la que se llevó como comandante a Francisco César y, entre otros, algunos compañeros destacables, como: “Iban gran número de negros y negras, pues eran más de ciento, indios é indias de servicio; su teniente General fué el que había asignado, Francisco César; Maese de Campo, Juan de Vitoria; su Alférez Mayor, Don Alonso de Montemayor; Capitanes de infantería, Don Antonio Rivera, natural de Soria, y el Tesorero Alonso de Saavedra, natural de Tordesillas, de los demás Oficiales y soldados.. Iban muchos caballos y gente noble, como el Comendador Hernán Rodríguez de Sosa, Lorenzo Estupiñán de Figueroa, natural de Jerez; Alvaro de Mendoza, de Don Benito; Martín Yáñez Tafur, de Córdoba; Melchor Suer de Nava, de Toro; Arias Maldonado, de Salamanca, y Baltasar Ledesma, Antonio Pimentel, de Mayorga, Alonso de Villacreces, de Sevilla; Pedro de Cieza, de León de Llerena, que fue el que escribió la crónica del Perú; Francisco de Mojica escuadra, un Mediana, otro Noguerol, francés, que fué el primero que murió de estos soldados; por adalid Pablo Hernández, gran baquiano y diestro en todas jornadas; Juan de Frades, extranjero; Portalegre y un Alonso Pérez, y otros muchos caballeros é hijosdalgo y gente común, que por todos eran trescientos cincuenta, que los más fueron aviados á su propia costa, sin que se olvidasen de cuatro sacerdotes, unbo de los cuales se llamaba Francisco Frías, y buen recado para decir misa…” (Fray Pedro Simón; ob. Ib., pág.97) Partió de San Sebastián de Buena Vista el 23 de enero de 1538 e incursionó hasta la provincia de Buriticá, donde halló implementos para fundir oro, como fraguas y hornillas, y a cuyo cacique asesinó en la hoguera, porque engañosamente le dio pábulo a su codicia, prometiéndole gran cantidad de oro (doce cargas), que no le habría de dar, a fin de lograr la liberación de su mujer y dos de sus hijas, prisioneras de Badillo. El 24 de junio Pablo Fernández, teniente de Badillo,       www.santafedeantioquia.net         descubrió el valle del río Tonusco. Después la expedición sufrió la invaluable pérdida de Francisco César, el cual enfermó y murió en el sector denominado Cori, al parecer el mismo que hoy registra con el nombre de “Villa César” o “Tapartó” la jurisdicción territorial del municipio de Andes. Dato que no se compadece con el muy citado de que falleció en “Cori”, cerca de la desembocadura del río San Juan al Cauca. La expedición de Badillo llegó a Cali el 24 de diciembre de 1538, Muchos de sus soldados se incorporaron después a la de Jorge Robledo; entre otros: Pedro Cieza de León, el sacerdote Francisco de Frías, Álvaro de Mendoza, Hernán Rodríguez de Sosa, Baltasar Ledesma, Antonio Pimentel, Lope Márquez, Diego de Maqueda, Juan de Frades, Diego de Mendoza, Rodrigo de Quiñones, Melchor Suer de Nava y Alonso de Villacreces. Badillo quiso volver sobre sus pasos, ahora con ánimo colonizador: fundar una ciudad; lo cual había rechazado en el trayecto de la expedición, cuando algunos compañeros se lo propusieron. Nadie lo secundó en la idea y, para acabar de ajustar, Aldana le previno que el territorio de su correría era del dominio de Pizarro. Todo esto determinó a Badillo a distanciarse cada vez más, y finalmente enrumbar hacia Panamá. “En busca de Badillo partieron de Cartagena Luis Bernal y Juan Gracian, mensajeros de Santacruz, enviados a examinar la conducta de aquél con los Heredias. Los expedicionarios mataron a Nutibara y en Anserma se encontraron con la vanguardia del ejército de Robledo, al que se le incorporó la mayor parte” (“Conquista”. Conferencia de Tomás Cadavid Restrepo; Repertorio histórico, Vol. 15; Órgano de la Academia Antioqueña de Historia; pág. 664 Según William Jaramillo Mejía en: “Antioquia Bajo los Austrias”, Tomo I, pág. 75, Lorenzo de Aldana comisionó a Jorge Robledo para que, como Capitán y Teniente de Gobernador, inspeccionara la provincia de Anserma. Con tal cometido salió de Cali el 18 de julio de 1539 (14 de julio, según Emilio Robledo en: “Los compañeros de Jorge Robledo”, publicado en “Repertorio Histórico”, Órgano de la Academia Antioqueña de Historia). En desarrollo de esta expedición fundó en nombre de su Majestad y del marqués Francisco Pizarro el 15 de agosto de dicho año a Santa Ana de los Caballeros (Anserma), que a los pocos días fue mudada de sitio; y el 9 de agosto de 1540 fundó a San Jorge de Cartago. Luego se dirigió a Calí. Pero allí se encontraba don Pascual de Andagoya, Gobernador de San Juan, quien había llegado el 10 de mayo de 1540 y reclamaba como de su jurisdicción los descubrimientos y fundaciones de Belalcázar y Robledo. Éste lo aceptó, aunque con algunas reservas (Según William Jaramillo Mejía, en: “Antioquia bajo los Austrias”, Tomo II, pags. 58 y 59, el arribo se produjo fue el 13 de mayo de 1540. Y la gobernación de San Juan había sido creada en 1536 para Gaspar de Espinosa; muerto éste sin posesionarse, el 16 de diciembre de       www.santafedeantioquia.net         1538 se nombró en su reemplazo a don Pascual de Andagoya, quien salió de San Lucas de Barrameda a principios de 1539, y entre sus compañeros se hallaba muy probablemente don Gaspar de Rodas. “Esta gobernación comprendía no el Río San Juan (en el Chocó) sino el trecho entre el río de San Juan de Micay al sur de Buenaventura y el Río Santiago frontera de la gobernación del Perú, en aquel entonces). Andagoya designó a Robledo su Teniente de Gobernador y Capitán General, en cuya condición refundó a Cartago el 10 de enero de 1541, ya en proceso de nueva expedición que había salido de Cali el 29 de septiembre de 1540, El acta o documento correspondiente destaca el motivo de la refundación: “ … En la cibdad de Cartago de estas prouincias del rio de San Juan de estas Indias del mar Océano lunes diez días del mes de henero año del nacimiento de nuestra señor Jesucristo de mill é quinientos é quarenta y un años. El magnifico señor Jeorxe Robledo Theniente Gral de Governador y de Capitán General en esta dha ciudad de San Juan é sus provincias por el Ilustre y muy magnifico señor el Adelantado Don Pascual de Andagoia Governador y Capitán Gral en las provincias del río de San Juan y del Beru por su majestad é del Consexo de esta dha ciudad dixo: Que por quanto esta dha ciudad estaba fundada en nombre del marques Don Francisco Picarro é al tpo que hizo la dha fundazion no tubo poder para ello el dho señor Theniente é ahora el señor Adelantado Don Pascual de Andagoia Governador de estas partes mando que se haga de nuevo la dha fundación de esta ciudad de Cartago por quanto su señoria dio por ninguna la dha fundación primera que como dho es no obo poder para hazer la fundazion …” Mientras más territorio, más poder, mejores posibilidades de riqueza, y mayores probabilidades de obtener la benevolencia de la Corona, en caso necesario. Sin embargo: había confusión de límites entre las diversas gobernaciones, y tampoco eran claros y precisos los comportamientos que otorgaban señorío sobre determinados territorios: Descubrir, explorar, conquistar, poblar, fundar, refundar, trasladar, y reconstruir, principalmente. Salvo las fundaciones y refundaciones que se efectuaban conforme a la ley: con actos o señales de posesión, como cortar ramas o arbustos y fijar la picota (rollo), sin contradicción y extendiendo el acta correspondiente, lo demás se prestaba a interpretaciones que podían ser ajustadas al interés de quien alegara. En lo relacionado con Andagoya, anota Raúl Aguilar Rodas en su obra: “Fundación de la Ciudad de Antioquia - 1541”, 1ª. Edición, 2001, pags. 47 y 48:       www.santafedeantioquia.net         “Ya hemos dejado antes clara información de lo que aconteció a Andagoya con Jorge Robledo y poco después con Belalcázar, pero sí debo agregar que la Corona aceptó que había cometido un error por el desconocimiento que existía de aquellas tierras, liberó a Andagoya, quien después regresó al Perú y participó en la guerra contra el rebelde Gonzalo Pizarro, fue herido y luego murió en el Cuzco en 1548, de unos cincuenta años de edad”. Informado Robledo de los documentos o provisiones reales pertinentes, por parte del emisario capitán Pedro de Ayala, en Cartago, hubo de reconocer a Sebastián de Belalcázar, quien procedente de España, a donde había viajado en 1539, llegó a Cali, en donde el 23 de febrero de 1541 se posesionó como gobernador de Popayán, gobernación creada el 10 de marzo de 1540, a petición suya. Le reiteró y confirmó a la ciudad el nombre de “Cali”, pues que Andagoya le había puesto el de “Lilí”; Apresó a Andagoya, lo remitió a Popayán e informó al rey; y nombró a Jorge Robledo su Teniente de Gobernador y Capitán General, con autorización para que fundara en su nombre; designación que también le fue comunicada en curso de la expedición, en la provincia de Picara. Hasta entonces siguió esta ruta: Cali --- Vijes (A partir de este pueblo indio continuaron unos por el cauca, con Jorge Robledo, y otros por tierra, con Hernán Rodríguez de Sosa) --- Gorrones (Pueblo del pescado) --- Palomino --- Chorros de los Chapetones (en límites con el municipio de Benalcázar. De aquí en adelante, todos continuaron por tierra): Angazca –- San Juan (Anserma), a donde llegó el 1º. de Noviembre de 1540 --- Irra (entre Manizales y Riosucio. Por aquí vadearon el río cauca, 2 de enero de 1541) –- Cartago (hizo la refundación, mandó a Álvaro de Mendoza a explorar en busca de la provincia de Arbi -- búsqueda inútil --, y semanas después reconoció como Gobernador a Belalcázar) --- Santa Ana o Anserma ---- Carrapa ( cuando su primera expedición,1539 – 1540, Robledo permaneció un mes en esta provincia, y en ella los indios le crearon la fantasía dorada de “Arbi”, al otro lado de la cordillera de los Andes. Los señores de Arbi eran sumamente ricos, allí abundaba el oro y toda clase de riqueza) --- Picara (Robledo recibió los despachos de Belalcázar; pasó revista a la tropa y verificó que la integraban ochenta y cuatro hombres, entre ellos 30 de a caballo. “Carrapa” y “Picara” se localizaban por Neira, Aranzazu, Salamina y Filadelfia, y la provincia de “Pozo” confinaba con aquellas. Debe precisarse que fue en la “Loma del Pozo”, probablemente hoy un sector de Pácora, donde los indígenas lesionaron gravemente a Robledo: sendos dardos en la mano derecha y la espaldilla; pero esto ocurrió el 29 de marzo de 1540 en su primera expedición). De Picara se desplazó a Paucura; y con la mente puesta en “Arbi” envió de nuevo a Alvaro de Mendoza a inquirir al respecto. A los días éste descubrió una población de indios dispuestos para la contienda. De Mendoza los rehuyó, pues carecía de       www.santafedeantioquia.net         caballos. Estimó haber arribado entonces a un sector del Valle de Arbi, y algunos historiadores han creído que lo descubierto corresponde al Páramo de Herveo y Valles altos de San Félix. El Valle o Provincia de Arbi nunca fue descubierto de veras, aunque se quedó para siempre como la mejor fantasía de los que soñaban (sueñan) con montañas de oro Realizadas sus primeras fundaciones, y valido de las investiduras y facultades otorgadas por Aldana y reiteradas sucesivamente por Andagoya y Belalcázar, Jorge Robledo hizo la segunda expedición, la misma de la cual se viene hablando, cuyo objetivo central era fundar una ciudad en la provincia de Buriticá, en donde había oro en abundancia --hasta a flor de tierra --. De Picara pasó a Paucura, y luego a donde los Cuycuyes (probablemente en territorio perteneciente al Sonsón de hoy. Llamó “Armados” a estos indígenas porque lucían armaduras de oro; a su provincia: “Arma”, y así mismo al río que por allí discurre) ---. Después, a Pascua (cerca de la desembocadura del río Arma al cauca) --- Pueblo Blanco o Poblanco (por Fredonia). ---Zenufaná o Sinifaná (Bolombolo, La Lotero, La Hondura) --- Pueblo Llano --- Valle de las Peras (que no eran peras sino aguacates, por donde hoy queda Amagá) --- Murgia o Pueblo de la Sal (Heliconia). Fue cuando Jerónimo Luis Tejelo, en vía de exploración, descubrió el Valle de Aburrá y tuvo que luchar con los indígenas de allí, quienes finalmente huyeron despavoridos - los que no se ahorcaron - frente a la espeluznante visión de esos hombres barbados, algunos cabalgando en los no menos terroríficos caballos. Se ha creído que el descubrimiento del dicho valle se produjo el 24 de agosto, día de San Bartolomé, tal el motivo de que se le llamara: Valle de San Bartolomé, aunque siguió imponiéndose el nombre indígena de “Aburrá”. Robledo acudió en ayuda de Tejelo. Después cogieron hacia el norte, llegaron al Llano de Ovejas, bajaron en dirección al río Cauca, arribaron a Jorvura (actualmente: Córdoba, corregimiento de Sopetrán); prosiguieron a lo que hoy es Sucre (corregimiento de Olaya), y un poco más al norte cruzaron el Cauca, a la margen izquierda; Posteriormente, cuando ya las rocas o peñas les impidieron continuar por la orilla izquierda del río, buscaron la montaña, era el cerro de Buriticá, ascendieron a Currume o Currumé ( Corrome , Corromé, Curume o Curumé), frente al actual Sabanalarga; lucharon con los indios del lugar, a quienes vencieron; improvisaron una fragua para el herraje de los caballos. A estps contornos se les llamó: La Loma de la Fragua.g Robledo emprendió de nuevo la marcha con alguno compañeros, dejando allí a Alvaro de Mendoza con los restantes, entonces llegó al Valle de Ebéjico; se suscitaron varios enfrentamientos con los indios; retornó a Currume por más compañeros, y, luego de recorrer varias provincias, dio en el valle donde antes enfrentó a los indígenas; el mismo en donde había una laguna pequeña y en uno de cuyos cerros había ordenado plantar una cruz que los indios quitaron, aprovechando       www.santafedeantioquia.net         que él estuvo unos días fuera ; pero a su retorno los reconvino, y los amenazó de muerte, por lo que, vuelta a poner, la respetaron. Al sitio se le denominó: “La Loma de la Cruz”. Y de nuevo luchó con ellos, hasta derrotarlos. Aun contando con conocedores del terreno, la empresa fue dura y cruenta. Vencida la fuerte resistencia indígena en el Valle de Ebéjico, situado entre los actuales municipios de Buriticá y Peque, al sur de este, el 4 de diciembre de 1541 se produjo oficialmente la fundación de la ciudad de Antiocha (Antioquia). Sus primeros alcaldes ordinarios fueron Álvaro y Diego de Mendoza (primos). En cuanto al nombre y su destino: “…Acuérdome, al tiempo que la fundamos, que me dijo Robledo que la quería poner por nombre Antiocha, y yo le respondí: No le faltarán guerras como a la de Siria” (Pedro Cieza de León, según cita Emilio Robledo en su obra: Vida del Mariscal Jorge Robledo; pág. 164). El vaticinio se cumplió, tal que un arrebato de fatalidad hubiese inspirado las palabras del conquistador y cronista. Hecha la fundación, Robledo procedió a los repartimientos de tierra e indios. Los repartimientos de indios eran las famosas “Encomiendas”, mediante las cuales a un conquistador o descendiente suyo se le encomendaba una cantidad de indios para el servicio personal, con la condición de que se les educara y adoctrinara en la religión católica. Las encomiendas tenían curas doctrineros. La “demora” era el tributo que los indios encomendados hacían al rey. Las primeras encomiendas en territorio antioqueño las hizo Jorge Robledo el 29 de diciembre de 1541 en la ciudad de Antioquia, según William Jaramillo Mejía en su obra:” Antioquia bajo los Austrias”; primer tomo; pag. 39. El problema de las encomiendas se hallaba en la prestación de servicios al encomendero, puesto que al respecto se abusaba de los encomendados, sin que importara el buen trato que las leyes ordenaban; por ejemplo: se les obligaba a construír casas del encomendero; a servir de cargueros, soportando cargas casi superiores a sus fuerzas; a efectuar difíciles trabajos de minería, no les pagaban el trabajo, se les azotaba, y seducían a las indias. En su obra citada, Duque Ruiz expresa: “ … al conquistador se le encomendaban los indígenas para que los educara en el trabajo y el buen trato en un sentido distinto de la esclavitud, ya que eran vasallos de su Majestad y de allí derivó el título de encomienda”. Los abusos y crueldades de los encomenderos motivaron que en tiempos de Carlos I de España y V de Alemania se aprobaran las “Nuevas Leyes” en las que se establecían que sus pleitos fueran según sus usos y costumbres; que se les tratara como vasallos libres de la Corona Española; que       www.santafedeantioquia.net         no se les pusiera de cargueros, y, en casos necesarios, destinarles cargas moderadas; que su trabajo fuera voluntario y pagado; etc.. Sin embargo, a Belalcázar se le atribuye al respecto la frase famosa: “Se obedece; pero no se cumple”. Abundaron las investigaciones y sanciones relacionadas con encomiendas. Robledo no se dedicó a organizar y consolidar la ciudad de Antioquia, sino que pronto manifestó su intención de ir a Cartago y Cali, acompañado de treinta caballeros; el Cabildo lo convenció para que cogiera la ruta por donde había transitado Badillo: Serranía de Abibe, Río León y San Sebastián de Buena Vista. Además, en razón de que únicamente había setenta y nueve pobladores, acordaron que llevaría doce compañeros: cinco de a caballo y siete de a pie, aparte de que Antonio Pimentel lo acompañarían con treinta hasta “Guaca”. Así partió el 8 de enero de 1542, dejando como Teniente a Álvaro de Mendoza, a quien le designó en reemplazo de Alcalde ordinario al dicho Pimentel. Iba en busca de Belalcázar con el objeto de informarle los resultados de su expedición; pero se ha dicho que en el fondo lo que pretendía era viajar a España a solicitar que lo nombraran gobernador de sus fundaciones. En febrero, al arribar a San Sebastián de Buena Vista fue bien recibido por Alonso de Heredia, pero casi al punto lo hizo prisionero cuando se enteró que había fundado la ciudad de Antioquia. En: “Los Compañeros de Jorge Robledo”; ob. Ib; pag. 366, el doctor Emilio Robledo suministra los nombres de los doce que lo acompañaron a San Sebastián de Buena Vista: 1.- Pedro Cieza de León, 2.- Juan Bautista Sardela, 3.Francisco Vallejo, 4.- Diego de Mendoza, 5.- Jerónimo Luís Tejelo, 6.- Juan de Frades, 7.- Antonio de Villacreces, 8.- Juan de Bustamante, 9.- Francisco de Cuellar, 10.- Alonso Gómez, 11.- Pedro Torres, 12.- Antonio Bocarro. El último era un delincuente condenado a la pena de destierro, a quien se le trasladaba preso. A San Sebastián de Buena Vista vino Don Pedro de Heredia, hermano de Alonso, inició proceso contra Robledo el 6 de marzo de 1542 por Usurpación de poderes y Maltrato a los indios, y el 20 de dicho mes dictó sentencia condenatoria y lo remitió preso a España; llegó a Sevilla el 25 de julio del año en mención. En la sentencia, Heredia aseveró que la ciudad de Antioquia era de su jurisdicción; declaró la nulidad de la fundación hecha por Jorge Robledo, como de los repartimientos, la designación de alcaldes ordinarios y lo actuado por estos: le impuso a Robledo multa de mil pesos oro, lo condenó a las costas del proceso, y a que con sus bienes, preso, fuera llevado por guardas al Consejo Real (“Vida del Mariscal Robledo”; Emilio Robledo; Anexos; pags. 341 y 342). En las páginas 182 y 183 de la misma obra que se acaba de citar, el autor comenta:       www.santafedeantioquia.net         “Y en verdad que juzgando sin ira y con estudio, al Adelantado no le faltaba razón para considerar que Antioquia estaba dentro de su gobernación, toda vez que las capitulaciones hechas con la corona española le daban por límite, al sur, la línea equinoccial. Por consiguiente, según esto, no solamente Antioquia le pertenecía sino toda la gobernación de Popayán y parte de la de Quito. Sólo que todo aquello se iba modificando a medida que en España iban adquiriendo mejor conocimiento de la extensión territorial de estos dominios cismarinos” En España Robledo obtuvo sentencia favorable y autorización para regresar a las Indias (21 de enero de 1544), título de Mariscal de Antioquia (17 de octubre de 1544) y escudo de armas (7 de febrero de 1545). Además, contrajo matrimonio con doña María de Carvajal, de la cual no hubo descendencia, y, asimismo, de ninguna otra mujer. Ambos nacieron en Ubeda, ella en 1517, y de él se ignora la fecha. Mientras tanto: en marzo de 1542 Don Pedro de Heredia marchó sobre Antioquia, a donde arribó en junio. Los vecinos de la ciudad se habían dividido en dos bandos: unos, en especial el capitán Don Álvaro de Mendoza, quien había sido subalterno de Heredia, abogaban porque se le recibiera pacíficamente; eran los “Cartageneros”; y otros negaban el recibimiento pacífico; eran los “Peruleros” o partidarios de Belalcázar, pues al fin y al cabo nadie contradijo a Robledo en el acto de fundación de la ciudad. En vista de que los últimos, con Antonio Pimentel a la cabeza, se resistían a recibir a Heredia, éste ordenó apresar a Pimentel, lo cual exacerbó a sus compañeros; sobrevino la lucha y, aunque Heredia fue lesionado en la mano derecha, se tomó la ciudad. Esa misma noche varios vecinos, incluyendo el capitán Álvaro de Mendoza, partieron en busca de Belalcázar; en el camino, y a no mucho andar (a tres o cuatro Jornadas) se encontraron con Juan Cabrera y un grupo de soldados (se unieron a éstos), los cuales venían supuestamente a proteger la ciudad contra las intenciones de Heredia, aunque en verdad Belalcázar los había enviado a prender a Robledo, a quien a la sazón ya lo había declarado ”traidor”, porque sospechaba sus aspiraciones a gobernador. Cabrera, yerno de Belalcázar, llegó a Antioquia en Julio de ese año y pretendió la rendición de Heredia. Éste quiso que dialogaran sobre títulos y poderes. Cabrera decidió atacar, lo que precipitó Antonio (hijo de Don Pedro) al desenvainar la espada. Padre e hijo fueron apresados; y éste, herido en una mano. Esta es la versión más común.       www.santafedeantioquia.net         Claro que también se afirma que cuando se discutía la propuesta de Alvaro de Mendoza, intervino el Regidor Capitán Rodrigo de Quiñones, quien concluyó diciendo: “Y si bien servimos a nuestro Rey debajo de cualquiera legítima cabeza, á ellos les demos el mismo respeto que á él, por cuya mano están puestos, y así supuesto que debajo de una le hemos de servir, ya le tenemos dada la obediencia á Belalcázar, á quien será bien la conservemos, y pues no tenemos fuerza de gente para oponernos á la mucha que trae el Adelantado Don Pedro, tendré por acertado, para excusar derramamiento de sangre, le dejemos entrar pacíficamente, desamparando luégo de la ciudad, yéndonos todos á dar aviso de lo sucedido al Adelantado Belalcázar, con que satisfaremos á las unas y otras obligaciones. “… A ninguno de los del Cabildo pareció mal este consejo, y determinados en él otro día á los primeros rayos del sol, salieron todos en sus caballos á recibir al Adelantado Heredia, á quien encontrándole á media legua de la ciudad en un llano, después de haber hecho demostraciones de alegría con escaramuzas, le dieron la bienvenida, en quien hubo correspondientes cortesías, abrazando á todos por la amistad antigua y benevolencia presente; llegaron á la ciudad, donde se aposentaron lo mejor que se pudo, llevando el Teniente á su casa al Adelantado y á su hijo. A las primeras horas de la noche, estando Heredia y sus soldados descansando del camino, no se descuidaban de ordenar el suyo los de la ciudad, pues á la mitad de la noche ya no había nadie en ella, que sabiéndolo el Adelantado, á las primeras luces hizo, sin tardanza, disponer su gente para irlos siguiendo, á quien en alcanzándolos, que no se tardó mucho, procuró persuadir con palabras y promesas que volviesen a la ciudad; que todas fueron en vano, pues no le fué posible hacerles que mudasen de intentos. En esto estaba ocupado el Adelantado, cuando el peonaje y gente de toda broza de la una y otra parte se llegó á palabras pesadas y de ellas á las espadas, que advirtiendo Heredia de lejos el alboroto de cuchilladas, sin más reparo de armas que su presencia, llegó á componer con brevedad la sedición, metiéndose entre la confusión y rudeza del vulgo, de donde sin saber por dónde, salió mal herido en la mano derecha, y en la cabeza uno de los soldados antiocheños; apaciguado esto y visto que no podía reducir á que volviesen á la ciudad los vecinos, tomó el Adelantado la vuelta de ella, por excusar mayores inconvenientes y que se pasase adelante con la confusión” ( Fray Pedro Simón; Ob. Ib.; págs. 214 y 215). Cabrera recuperó y saqueó la ciudad, se apoderó de los bienes de Heredia, y, como no le pareciera bien situada la ciudad, ordenó su traslado al Valle de Nore (Nori), según provisión del 28 de julio de 1542. Para el efecto comisionó a Isidro de Tapia, quien la trasladó el 7 de septiembre del año en referencia. El Valle de Nore o Nori se localiza en “Manguruma”, corregimiento del actual municipio de       www.santafedeantioquia.net         Frontino. Allí quedó como Teniente de Gobernador Isidro de Tapia; alcaldes: Martín de bocanegra y Gabriel de Barrionuevo. Cabrera se fue con su preso hasta Cartago, de donde lo remitió a la Audiencia de Panamá, organismo que atendió las voces de justificación: lo absolvió (Julio César García Valencia; Historia de Colombia; Publicación dispuesta por la Asamblea Departamental de Antioquia, pag.30); o: cuando más: le hizo determinadas prohibiciones: “……. porque habemos tenido noticia que no embargante el mando y pena que le fue puesta al dicho Adelantado don Pedro de Heredia por los oidores de la Audiencia Real de V. M. que residen en la ciudad de Panamá que no fuese ni enviase a la dicha ciudad de Antiochia, hacía para venir sobre la dicha ciudad, en la provincia de Cartagena …” (Boletín Histórico del Valle, p. 581. De carta de Luis Diego de Guevara y Sebastián de Magaña al Rey, fechada en Cali el 2 de febrero de 1544. Cita que se hace en la revista “Antioquia Histórica”, primera época, Nros. 41 y 42, julio de 1937, pág. 128). Del mismo Boletín, p. 577, en la dicha revista, ps. 128 y 129 se copia parcialmente carta que Belalcázar le envía al Rey, a 20 de diciembre de 1544: “Así mismo tengo noticia como teniendo yo la ciudad de Antiochia en toda tranquilidad y sosiego y los vecinos della estando pacificos y seguros en sus casas, el Adelantado don Pedro De Heredia, gobernador de Vuestra Magestad en las provincias de Cartagena, con mano armada, acaudillando gentes se entró en la dicha ciudad y la prendió y tomó al teniente gobernador y justicia della, y puso otras en su mano y a los vecinos conquistadores que en nombre de Vuestra Magestad tenían encomendados los indios, se les quitó y admovió y dio a otras personas que le pareció, haciéndoles otros muchos agravios, fuerzas y extorsiones en deservicio de Vuestra Magestad, y hecho esto tomó de los dichos vecinos por fuerza lo que le parecía, y de los que dejaron las indias y indios libres naborías y las armas que había en el pueblo, y fuese el río debajo de Santa Marta, diciendo ir a poblar en nombre de Vuestra Magestad lo que hallase desocupado, habiéndole sido mandado expresamente por la Audiencia real que hasta ahora a residido en la ciudad de Panamá, no entrase ni enviase a la dicha ciudad de Antioquia ni sus términos so graves penas…” Y en Probanza solicitada por Belalcázar (Cartago, 19 de enero de 1.545): “V. Yten si saben que habiendo salido el Capitán Juan Cabrera en busca del dicho Capitán Jorge Robledo halló al dicho Adelantado don Pedro de Heredia cómo había despojado de la posesión de la dicha ciudad al Capitán Alvaro de Mendoza que la tenía a cargo y tornándola restaurar le prendió al dicho Adelantado haciendo sus informaciones sobre el caso.       www.santafedeantioquia.net         VI. Yten si saben que con el proceso y causa de su prisión fue remitido por más justificación de causa a la Audiencia de Panamá. VII. Yten si saben que estando en la dicha Audiencia preso el dicho Adelantado don Pedro de Heredia pidió por cuanto en su gobernación estaba en la ciudad de Cartagena que era puerto de Mar e su Magestad había mandado porque los franceses hacían (sic) salido a robar los pueblos de los puertos de las Indias que todos estuviesen apercibidos para los resistir e que le diesen licencia para que fuese a poner a recabdo la dicha ciudad de Cartagena e su gobernación la cual le fue dada debaxo de fianzas.. VIII. Yten si saben que al dicho Adelantado don Pedro de Heredia le fue mandado que no fuese…… a la ciudad de Antiochia so pena de diez mil castellanos para la cámara de su Magestad e otras penas en la dicha provisión contenidas e sobre ello fue dada provisión …. En forma la cual se le notificó” (Boletín Histórico del Valle, p. 565: Rev. Ib., ps. 130 y 131). Cualquiera que huibiese sido la decisión de la Audiencia de Panamá, lo que se impone destacar es que dejó libre a don Pedro de Heredia. En el Valle de Nori o Nore Isidro de tapia hizo un nuevo repartimiento de tierras e indios De repartimiento en repartimiento; abruptos, como el cambio de autoridades -las de Belalcázar y las de Heredia --, y a ello agregada la traslación de la ciudad, la incertidumbre no daba lugar a que los vecinos o señores principales se afincaran; y, de otra parte, los indios iban de señor en señor. A fines de 1543 Belalcázar mandó como teniente de Gobernador, en reemplazo de Isidro de Tapia, al bachiller Alonso Díaz de Madroñero, de quien se decía que era un hombre vengativo y cruel. Hizo un repartimiento caprichoso, y sus arbitrariedades determinaron a algunos vecinos a quejarse ante Belalcázar, quien a principios de 1544 lo llamó a Cali para que le rindiera explicaciones. No sólo se las aceptó, sino que también lo ratificó en su cargo. En el entretanto Díaz de Madroñero fue reemplazado por el capitán Gonzalo de la Peña; pero en mayo de 1544 don Pedro de Heredia volvió a tomarse la ciudad, aunque sin lucha: nadie le opuso resistencia armada. La repartió entre sus amigos y al tiempo salió de ella, dejando como Teniente al licenciado Diego Hernández Gallegos, pues supo que a Cartagena había llegado como Juez de residencia Miguel Díaz de Armendáriz. A principio de 1546 reapareció en la ciudad de Antioquia Díaz de Madroñero, apresó al licenciado Hernández Gallegos, a quien le quebró la vara (símbolo de       www.santafedeantioquia.net         autoridad) y, juntamente con otros presos, lo remitió a donde estaba Belalcázar. Repartió indios a su antojo y nombró cabildo y regimiento. A los días, sin embargo, los partidarios de Heredia, ahora entre ellos Isidro de Tapia, apresaron a Madroñero, Don Gaspar de Rodas y otros adeptos de Belalcázar, a quienes enviaron a Cartagena. Para entonces Antioquia, que fue fundada “Ciudad”, había recibido este título por disposición real del 1º. De abril de 1544, y, además, la Corona le había concedido escudo de armas el 7 de febrero de 1545 (el del roble, el león y los murciélagos, porque se le concedió otro – parece que también de origen real – en el que se destacan: un árbol frondoso y un gallinazo posado en su copa). Hacia el segundo trimestre de 1545 el mariscal Jorge Robledo llegó a la “Española”. En este año ya había venido de España el visitador Miguel Díaz de Armendáriz, quien nombró a aquél su Teniente de Gobernador para Anserma, Cartago, Arma y Antioquia, con facultades para residenciar a quien hubiere menester. El príncipe Felipe había puesto dichas poblaciones bajo jurisdicción del visitador, a quien desde el 11 de diciembre de 1544 designó Juez de residencia para la gobernación de Popayán, entre otras. Robledo se apercibió para solicitar el reconocimiento de las poblaciones en cuestión y realizar nuevas fundaciones. La autorización real a Díaz de Armendáriz era la de nombrar a Robledo Teniente de Gobernador de las ciudades que había fundado, según los resultados de la residencia que previamente le debía efectuar. No obstante: con ostensible violación de este deber, hizo la designación. “Licenciado Miguel Díaz de Armendáriz, juez de residencia de las provincias de Cartagena y Santa Marta y Nuevo Reino de Granada y Popayán y Río de San Juan: Sabed que yo mandé dar y di para vos una Cédula, su tenor de lo cual es esto que sigue: El Príncipe. Licenciado Miguel Díaz de Armendáriz, juez comisario y de residencia de las provincias de Cartagena y Santa Marta y Nuevo Reino de Granada y Popayán y Río de San Juan: Por parte del capitán Jorge Robledo me ha sido hecha relación, que bien sabía cómo por informaciones que en el Consejo de Indias del Emperador Rey, mi señor, se han visto, ha constado como él pobló las ciudades de Antioquia y Cartago y Santa Ana, y que al servicio de Dios y de su Majestad conviene que los dichos pueblos se conserven. Y que él, por servir a su Majestad como hasta aquí lo ha hecho, quiere volver a los dichos pueblos para procurar de traer de paz y al conocimiento de nuestra Santa Fe Católica, a los naturales de ellos y de sus comarcas. Y me fue suplicado que, pues él había       www.santafedeantioquia.net         poblado las dichas ciudades, le hiciese merced de hacerlo gobernador de ellas y cuando esto no hubiere lugar, pues vos habíais de poner un lugarteniente en ellas, vos mandase que nombraseis a él, porque con ser teniente en ellas acabaría de poblar lo descubierto y haría otras cosas que Su Majestad sería muy servido, o como la mi merced fuese. Y porque acá tenemos buena relación de la persona del dicho Jorge Robledo, vos mando que, habiendo hecho residencia del tiempo que fué teniente de gobernador en las dichas ciudades y no le hallando en ella culpado, antes constándoos que ha servido bien y fielmente, y no habiendo vos de aplicar los dichos pueblos a ninguna gobernación sino poner en ellos un teniente, le pongáis por vuestro lugarteniente en las dichas ciudades entre tanto que Su Majestad otra cosa provee. Lo cual así haced y cumplid, no habiendo allí otra cosa justa porque os parezca que se deba dejar de hacer. Fecha en la villa de Valladolid, a 20 días del mes de septiembre de 1544 años. Yo, el Príncipe. Por mandado de su Alteza Juan Sámano. Y ahora, así por vuestra carta del 16 de octubre del año pasado de mil quinientos y cuarenta y cinco como por relación de otras personas, he sido informado que estando vos en la dicha provincia de Cartagena, antes de haber tomado residencia al dicho Jorge Robledo, hi haber hecho ni cumplido lo que por la dicha cédula suso incorporada se os mandaba proveísteis al dicho Jorge Robledo de teniente de gobernador de las dichas ciudades de Antioquia y Cartago y Santa Ana, de que estoy maravillado de vos, pues como veis esto no se podía hacer sin haber primero procedido lo que así por la dicha nuestra cédula se os mandaba . Y porque conviene que esto se reponga, vos mando que luego que esto recibáis, revoquéis al dicho Jorge Robledo los poderes que le disteis para ser vuestro lugarteniente de gobernador de las dichas ciudades, y proveáis que no lo sea ni use más del dicho cargo. Y hecho esto, habiéndole vos tomado residencia y no le hallando en ella culpado, antes constándoos que ha servido bien y fielmente y no habiendo vos de aplicar los dichos pueblos a ninguna gobernación sino poner en ellos un teniente, y no habiendo causa justa para dónde se deba dejar de hacer, en tal caso le podréis volver a poner por teniente. Pero ha de ser como dicho es, precediendo todas las cosas suso dichas y no de otra manera. De Madrid, a 17 de abril de mil quinientos y cuarenta y seis años. Yo, el Príncipe. Por mandado de su Alteza, Pedro de los Cobos. Señalada del licenciado Gutierre Velásquez, Gregorio López, Hernán Pérez. Audiencia de Santa Fe, leg. 1249, fol. 1”       www.santafedeantioquia.net         “Documentos Inéditos para la Historia de Colombia”, coleccionados en el Archivo General de Indias de Sevilla por el Académico correspondiente JUAN FRIEDE. Tomo VIII (1545 -1547); Bogotá; 1.960; Doc. Nro. 1829; pags. 140, 141 y 142. Se colige que para el 20 de de septiembre de 1544 la ciudad de Antioquia no podía ciertamente ser aplicada o incorporada en la jurisdicción territorial y política de ninguna gobernación; situación que aún se mantenía el 17 de abril de 1546., cuando ya Robledo estaba próximo a llegar a la ciudad de Antioquia, en su premura de que se le reconociera como teniente de gobernador de las ciudades por él fundadas. La de Arma no contaba entre ellas; pero también se incluía para el dicho reconocimiento. La Corte, enterada del desacato de Díaz de Armendáriz, se lo reprochó sarcásticamente (“estoy maravillado de vos”), le ordenó revocar los poderes conferidos a Robledo; pero, atendiendo a las buenas referencias en relación con éste, facultó de nuevo al visitador y juez para que lo nombrara su teniente, previa la residencia con información suficiente de buenos servicios y lealtad inobjetable. Y se patentiza que el dicho Robledo pretendía la gobernación de sus fundaciones. El 5 de junio de 1546 la Corona emitió la siguiente cédula: “El Príncipe. Mariscal don Jorge Robledo. Yo he sido informado que el licenciado Miguel Díaz de Armendáriz, juez de residencia de las provincias de Cartagena Santa Marta, Nuevo Reino de Granada y Popayán, y Río de San Juan, estando en la provincia de Cartagena, por virtud de una nuestra cédula, antes de os haber tomado residencia del tiempo que fuisteis teniente gobernador de las ciudades de Antioquia y Cartago y Santa Ana, ni hecho ni cumplido ninguna de las otras cosas que por la dicha nuestra cédula se le mandaban proveyóos de teniente de gobernador de las dichas ciudades de Antioquia y Cartago y Santa Ana y os dio licencia para que pacificaseis lo que estuviese por pacificar en comarca de las dichas ciudades. Y porque esto no se pudo hacer conforme a la dicha cédula, de que suso se hace mención, sin primero haber precedido todas las cosas en ella contenidas, y a nuestra servicio conviene que no uséis más de dicho cargo, os mandamos que luego que esta recibáis, os desistáis del dicho oficio de teniente de gobernador y no uséis más de él, ni vos ni otra persona en vuestro nombre tengan las varas de la justicia de las dichas ciudades hasta tanto que el dicho licenciado haya cumplido con lo que por la dicha nuestra cédula se le mandó, y si algún descubrimiento quisiereis hacer o hubiereis sido enviado a él, no entendáis más en ello, ni consintáis que otra persona alguna lo haga en vuestro nombre, y lo dejéis todo en el punto y estado en que estuviere al tiempo que esta mi cédula os fuere notificada. Lo cual así haced y cumplid, so pena de perdimiento de todos       www.santafedeantioquia.net         vuestros bienes para nuestra cámara y fisco, demás de las otras penas en que incurren las personas que usan de oficios reales para que no tienen poder ni facultad y quebrantan los mandamientos de su Rey y señor natural. Fecha en la villa de Madrid, a cinco del mes de junio de mil y quinientos y cuarenta y seis años. Yo, el Príncipe. Por mandado de Su Alteza, Pedro de los Cobos. Señalada del licenciado Gutiérre Velásquez y Gregorio López” (Juan Friede; ob. Ib.; Doc. 1835; pags. 156 y 157). Enterado el gobernador de la provincia de Cartagena, don Pedro de Heredia, escribió al Rey, tachando de mentirosa la relación suministrada por Robledo. Éste “entró en cierta parte de la provincia de Cartagena y con la gente de ella y con la que él traía pobló un lugar que se dice Antioquia. La cual se despobló y se metió más adentro en la dicha gobernación de Cartagena y pobló un lugar que se dice Nori “, de donde el Cabildo llamó a Heredia para que fuera, como en efecto lo hizo, siendo recibido sin contradicción alguna. Recuérdese que en junio de 1542 Heredia se tomó la ciudad de Antioquia, en el Valle de Ebéjico, para lo cual enfrentó y venció a quienes se le resistieron; pero fue lesionado en la mano derecha. Y, recuperada y trasladada por los de Belalcázar al Valle de Nore (Nori), en mayo de 1544 Heredia volvió sobre ella y la tomó sin contradicción o resistencia. No se trataba , por consiguiente , de una nueva provincia --- continúa Heredia --, “porque la dicha provincia es parte de la gobernación de Cartagena y dentro de sus límites y descubrimientos que había sido andado mucho antes por mí por los licenciados Juan Vadillo y Santa Cruz , jueces de residencia que fueron en la dicha provincia de Cartagena , y con la gente de pie y de a caballo de ella”. Éste, el pilar de su alegación. Ciertamente, los de Cartagena precedieron a los de Belalcázar, en particular a Robledo: Francisco César llegó hasta “Guaca” y luchó contra el cacique Nutibara, quien señoreaba incluso en el territorio que sirve de asiento a la ciudad de Frontino; y Juan Badillo anduvo por Buriticá, en donde la inaudita crueldad de su avaricia insatisfecha y engañada sacrificó al cacique del mismo nombre. Sin embargo: no hicieron fundación o población, ni pacificaron región alguna; lucharon por el botín, o simplemente porque fueron atacados, como intrusos que eran; nada más. En tanto que Robledo unió al sueño de la fortuna el del poder: la pacificación, el dominio territorial y las fundaciones, que no se demeritan porque en el fondo acariciara también el sueño de gobernador. No se trata de conjeturar, sus hechos lo revelan así.       www.santafedeantioquia.net         Prosigue Heredia: “Y por la dicha relación que hizo el dicho Jorge Robledo, Vuestra Alteza dio una su cédula, dirigida al licenciado Miguel Díaz de Armendáriz, juez de residencia de Cartagena y de otras provincias, para que, ante todas cosas, tomase residencia al dicho Jorge Robledo, y si hallase que la dicha provincia de Antioquia, que se dice de Nori, no cae en la gobernación de Cartagena y de Popayán, diese la tenencia de la dicha gobernación al dicho Jorge Robledo. Y el dicho licenciado Miguel Díaz, sin tomar la dicha residencia al dicho Jorge Robledo y sin averiguar en cuya gobernación y provincia está y cae la dicha provincia de Antioquia y sin guardar cosa alguna de lo contenido en la dicha cédula de Vuestra Alteza, proveyó de gobernador de la dicha provincia al dicho Jorge Robledo y crió nuevos oficiales y les consignó a cuatrocientos mil de salario, sin tener licencia ni autoridad de Vuestra Alteza para ello. Y ahora nuevamente a mi noticia es venido que por Vuestra Alteza sabido, mandó dar y se ha dado una cédula real para el dicho Jorge Robledo, para que luego que le fuere notificada no use él, ni otro en su nombre, de la jurisdicción de la dicha provincia, ni haga descubrimiento alguno; y si lo ha empezado a hacer, cese y se desista de todo ello y lo deje en el punto y estado que estuviere al tiempo que le fue notificada la dicha cédula, según que más largamente en ella se contiene”. Y sigue la alegación de Heredia, para concluír con la solicitud de un cédula real que retrotraiga la situación al estado en que se hallaba cuando Díaz de Armendáriz proveyó a Jorge Robledo. Es decir: cuando Heredia estaba en posesión de Antioquia, en donde fue recibido pacíficamente. “como cosa que entra y está en los límites de mi gobernación y hasta tanto que por Vuestra Alteza sea averiguado y determinado de cuya provincia y jurisdicción es la dicha ciudad de Nori y su comarca, y provea lo que más convenga a su servicio, en lo cual, administrando justicia, le hará merced” (Juan Friede ; ob. Ib; Doc. 1834; pags. 153 y 154). Pero Belalcázar no anduvo a la zaga: también alegó a su manera y según su interés o conveniencia. El 10 de febrero de 1545 le escribió al Rey: “………. También me dicen y afirman los que ahora vienen de esos reinos, que Jorge Robledo pide en Gobernación a V. M. con mucha instancia la villa de Santa Ana de Anserma y Cartago y Antiochia, diciendo haberlas él descubierto y poblado, constando a V. M. haber yo muchos años ha descubierto la dicha villa de Anserma y desde allí a vista de ojos todas las demás donde ahora está poblado Cartago y aun parte de muchas de ella paseado, porque visto es ser descubierto todo aquello que por los ojos se ve, en lo cual se aprehendió posesión, porque en medio de Anserma y Cartago no hay más de un río grande, que es el de Santa       www.santafedeantioquia.net         Marta, y a la sazón no se pudo pasar … Y si Jorge Robledo dice haber él poblado a su costa estos pueblos, él nunca tal posibilidad tuvo ni alcanzo, porque Lorenzo de Aldana en mi ausencia por mandado del marqués le envió allá sin que tuviese otro poder para tomar ni repartir indios ni aun contratar con los naturales como parecerá por la instrucción que para ello le dio, la cual suplico a V. M. la mande exhibir en su real Concejo para que parezca claro lo que digo a que me remito y después V. M. en gratificación de mis servicios, constando el dicho descubrimiento haber sido a mi costa, me hizo merced de las dichas tierras en gobernación …” (Boletín Histórico del Valle, p. 421; rev. Antioquia Histórica, Nros. 41 y 42, p. 130) “Por los memoriales desabridos de Belalcázar al rey, al visitador Armendáriz, se comprende que no estaba dispuesto a verse sobrepujado por su antiguo capitán, ni a ceder a lo que consideraba pertenecerle por todos los días de su vida; ni aun siquiera a dejarse residenciar hasta que le viniera en deseo” (Vida del Mariscal Jorge Robledo; Emilio Robledo; pág. 198). De Cartagena salió Robledo en dirección a la ciudad de Antioquia, siguiendo la vía de Urabá, “… donde dejó a su esposa doña María de Carvajal con gente de su parentela y personal de servicio… y a mitad del camino entre Urabá y Antioquia, como se dijo, se encontró con Alonso Díaz Madroñero, Gaspar de Rodas y otros vecinos de aquella ciudad que iban presos a Cartagena, depuestos de sus cargos por Isidro de Tapia y sus amigos. Robledo, con la autoridad que traía de Miguel Díaz, soltó a Rodas y algunos de sus compañeros; pero remitió a Madroñero en la misma condición de preso a Cartagena, causándole nuevo agravio a Belalcázar, pues aquél era su Teniente de Gobernador. Llegado a la ciudad de Antioquia el 24 de abril de 1546, entró sin resistencia alguna y fue recibido y obedecido como teniente de Gobernador de Miguel Díaz de Armendáriz, lo que desde luego debió ser de total agrado de los que se habían tomado el poder contra los partidarios de Belalcázar” (Antioquia Bajo los Austrias; Tomo I; pág. 93; William Jaramillo Mejía). Al fin y al cabo, Díaz de Armendáriz regía – como Juez de residencia – la gobernación de Cartagena, y fue él quien, con más laxitud que prudencia, y contrariando la voluntad real, decidió lo relacionado con Madroñero y compañía. Esto le comunicó al Rey, desde Santa Marta, según carta del 8 de julio de 1546: “ ………Ha dos meses que, yendo el mariscal Robledo a la ciudad de Antioquia a ponerla en paz, por las deserciones que entre los vecinos de ella había, como antes de ahora lo tengo a Vuestra Majestad escrito, topó en el camino gente de ella que traían presos a un bachiller Alonso Díaz Madroñero, capitán, y a otros cinco de la gente de Benalcázar. Y fue que una, una mañana, entró el dicho       www.santafedeantioquia.net         Madroñero con ciertos soldados que consigo traía al punto del día, y a fuerza de armas se apoderó de la ciudad y en voz de Benalcázar quitó las varas a la justicia que en nombre del adelantado Heredia allí estaba, y envió preso a un licenciado Diego Hernández Gallegos, que por teniente estaba, con otros ciertos vecinos a Benalcázar; donde a pocos días, estando los dichos de parte del adelantado Benalcázar con descuido, fueron presos por los del adelantado Heredia y traídos, como digo, el dicho Robledo me los envió. Y por no haber parecido culpa contra los cinco de ellos, obligados a obedecer a lo que les fue mandado por el dicho Benalcázar y por su capitán, fueron por mí dados por libres. El dicho Madroñero está por sentenciar y, aunque no tengo información bastante sustanciada contra él, por dos informaciones simples, parece crecer cada día en los delitos, sobre que Vuestra Majestad me mandó enviar una cédula Real contra él, con cierta información. Porque por su confesión, allende de las dichas dos informaciones, parece haber muerto y mandado matar ahora de nuevo ciertos indios en la dicha provincia de la ciudad de Antioquia. Por estar el tiempo del arte que está en estas partes, tengo entendido ciertamente que si hiciese justicia del dicho Madroñero sobre el mal tratamiento de indios, como Vuestra Majestad por su Real cédula me lo manda, sería alborotar toda la tierra de la gobernación de Popayán y el Nuevo Reino de Granada, pues no puedo cumplir a la letra lo que Vuestra Majestad me manda, y en esto pienso que le sirvo más. Enviarélo preso a España, aunque no sea de por más de por apartarlo, porque tiene fama de hombre bullicioso y demasiadamente carnicero en mal tratamiento de indios ...” (DOCUMENTOS INÉITOS PARA LA HISTORIA DE COLOMBIA --1545- 1547--, coleccionados en el Archivo general de Indias de Sevilla por el Académico correspondiente Juan Friede, de orden de la Academia Colombiana de Historia; Vol. VIII, Bogotá, 1960, Documento 1841, pág. 180). Era claro que Robledo tenía muy a pecho la autoridad que le otorgó Díaz de Armendáriz, y que en su condición de gobernante incurría en ligerezas que no sólo herían en lo más vivo a Belalcázar, sino que menospreciaban el poder de reacción de éste. Igual, su estada en Antioquia fue transitoria, pese a que no se hallaba en el sitio de su inicial fundación, y en ella había mucho qué hacer en materia de justicia. Así lo informó al Rey el 8 de septiembre de 1546 desde Tucurumbi, sitio indeterminado: “ Yo llegué a la ciudad de Antioquia en 24 del mes de abril… me partí sin entender en cosa de justicia ni de reformación, aunque había harta necesidad, y al río Grande, diez leguas de la ciudad donde poblé una villa del nombre de Santa Fe y dejé en ella las personas que traían cuadrilla de negros para que hicieran sementeras y empezasen a sacar oro, porque allí son las minas muy ricas, y de allí me partí a la villa de Arma, donde llegué el 22 de junio…”.       www.santafedeantioquia.net         Pedro Cieza de León escribió: “Porque le pareció que estaría bien un pueblo de cristianos en las llanuras del río Grande, por las grandes minas que había en aquella comarca, fundó una villa a la cual puso el nombre de Santa Fe, en la cual dejó por capitán a Jerónimo Luis Tejelo” . Y: “Deste Pueblo que estaba asentado en este cerro que se llama Buriticá, nasce un pequeño río; hace mucha llanada, casi a manera de Valle, donde está asentada una villa de minas que ha por nombre Santa Fee, que pobló el mismo capitán Robledo y es sufraganea de la cibdad de Antiochia…” (Citas que de Cieza hace Antonio Gómez Campillo en su estudio: LA CIBDAD DE SANTAFE DE ANTIOCHIA, publicado en: Repertorio Histórico, órgano de la Academia Antioqueña de Historia, Vol. 15, Imprenta Departamental, Medellín, págs. 436 y 437). Robledo no dijo cuándo partió de Antioquia; pero de sus palabras se infiere que estuvo poco tiempo. Se fue con setenta soldados, y dejó en su lugar, como teniente suyo, a Diego de Mendoza. También de paso, pobló o fundó, al parecer sin resistencia indígena, la villa de Santa Fe. Se ignora la fecha. En ella dejó como capitán a Jerónimo Luis Tejelo. “Para precisar la fecha de esta fundación hay que recordar la citas que hice antes en la que el mismo Robledo en memorial al Rey le dice que fundó esta Villa de Santa Fe -- Dice que llegó a la ciudad de Antioquia el 24 de abril de 1546 y que salió de la Villa de Santafé para la villa de arma y donde llegó el 22 de junio “Diez leguas de la ciudad de Antioquia donde poblé una villa de nombre Santafé”. O sea la fundación de esta Villa debió ser en el mes de mayo o primeros días del mes de junio de 1546” (“Documentos y Estudios para la Historia de Medellín”, Pbro. Javier Piedrahita Echeverri; pág. 95). Recuérdese lo que se advirtió antes en lo que atañe a la vaguedad de algunos conceptos sobre comportamientos que denotaban señorío o posesión territorial. Robledo escribió que a diez leguas de la ciudad de Antioquia POBLÓ “una villa de nombre Santafé”. Cieza de León escribió que Robledo FUNDÓ una villa “a la cual puso de nombre Santa Fe”; o: POBLÓ “una villa de minas que ha por nombre Santa Fe”. ¿La fundó?, ¿la pobló?. Era un asiento minero. No fue menester pacificar la región. No mencionan actuaciones que implicaran la toma de posesión, ni hablan de acta de fundación y nombramiento de Cabildo, y tampoco se ha encontrado algún documento a este respecto. Simplemente, la dejó al cuidado de Jerónimo Luis Tejelo. Claro que, si era SUFRAGÁNEA de la ciudad de Antioquia,       www.santafedeantioquia.net         como afirma Cieza de León, no requería de Cabildo, puesto que entonces dependía de la jurisdicción de Antioquia, la cual ciertamente fue fundada por Jorge Robledo, razón de más para que la Villa se entienda “fundada” por él, si de “fundar” se trata. Robledo fue apresado al cuarto del alba del 4 de octubre de 1.546, y al día siguiente fue condenado a muerte y ejecutado por Sebastián de Belalcázar. Ocurrió en “La Loma del Pozo” (Se dice que en donde hoy está el municipio de Pácora, Caldas). Refiriéndose a la muerte de Robledo, Raúl Aguilar Rodas cita de “La Guerra de Quito” a Cieza de León, aunque en lenguaje moderno: “…. Dióse un pregón sobre que todos los que había venido con él se metiesen en sus estancias y aposentos, so pena de muerte, lo cual oído por el mariscal dio un golpe en la tabla diciendo: “ ¡Matarme quieren sin falta!” Cuando esto pasaba ya estaban algunos de los del adelantado armados con los arcabuces en las manos, y viniéronle a decir de parte del adelantado que se confesase y encomendase a Dios, porque había de morir; a esto que le dijeron respondió: “¿quién lo manda? Dijéronle que el adelantado, a lo cual tornó a responder no más de decir: “¡Bendito sea Dios!, llámenme un clérigo que me confiese”; y estando ya prevenido vino el padre Rojas, que le confesó, y por ante el notario Pedro Sarmiento hizo su testamento: dábanle tan gran prisa, que aun no querían que del todo acabase de ordenar su ánima; él con gran mansedumbre decía que aguardasen un poco, que no tardarían mucho. “Después de haber hecho su testamento y nombrado sus albaceas, dijo que dejaba por su heredera a doña María de Carvajal, su mujer, la cual ponía debajo de el amparo del príncipe nuestro señor, a quien suplicaba las mercedes que a él le había de hacer por los servicios que le había hecho, las mandase hacer a ella, pues por su servicio moría. Esto pasado pidió unas horas y rezó un gran rato; algunos cristianos y amigos suyos yban a le verle llorando y dando grandes gemidos, a los cuales él consolaba con palabras amorosas y dichas de tal varón como él fue, diciéndoles que no llorasen, que la muerte a todos los hombres era común, y que sus pecados merecía que él muriese la que le daban, por donde no mostraba grande sentimiento; que les rogaba se acordasen en sus sacrificios dél y se de servir a su majestad, a donde quiera que se hallasen. “Entre los que fueron a despedirse dél allegó un señor Alonso de Carvajal; con la vista deste recibió gran pasión; encubriéndola lo mejor que pudo, le rogó que procurase ir donde quedó doña María, su mujer, a consolarla, y de su parte le hablase que lo perdonase por haberla traído de España a pasar tan grandes trabajos. En esto diósele mayor prisa y él se levantó adobándose una ropa larga de damasco pardo que tenía puesta, y un sombrero pequeño de terciopelo negro;       www.santafedeantioquia.net         el alguacil le dijo que perdonase al adelantado; respondió que era contento, y siendo ya venida la hora final de su vida, mirando contra los que estaban presentes dijo, con una gran voz: “¿Quién me ha de matar?” Respondiéronle que un negro le daría garrote; tornó a decir: Pues, ¿cómo?, ¿yo no soy caballero?, ¿no hay un morir degollado?, mas tronando(sic) a recogerse, mirando en estas honras y vanas pompas deste mundo perecen, conformándose con su calamidad, dando una castañeta dijo: “Haced lo que quisiéredes y máteme quien mandáredes” Como esto dijo, tomó él mismo el garrote y lo puso en su garganta, pidiendo a Dios nuestro señor Perdón, y lo mismo a todos los que habían recibido dél algún daño, llamando en su ayuda a nuestra señora su benditísima madre, con ánimo valeroso y allegado a gran ser y cristiandad, sin hacer mudamiento en su persona, ni señal de tristeza en su rostro, teniendo en poco la muerte, pesándole por lo que a Dios en la vida había ofendido, se arrimó al estante de la casa y el verdugo dio una vuelta al garrote, y diciendo que perdonaba a los que le mataban y que él pedía a Dios perdón de sus pecados, feneció; ¡plega a Dios le haya perdonado!” Y luego le cortaron la cabeza” (ob. Ib; págs.81,82 y83). Darle violentamente la vuelta a un garrote a la altura de la garganta ocasiona daños mortíferos. Esta fue la ejecución que padeció el Mariscal Robledo. Debe desecharse, por consiguiente, la creencia de que fue muerto a garrotazos. Ningún negro lo cogió a garrote. Como él fueron condenados a muerte y ejecutados: Hernán Rodríguez de Sosa, después, y a los dos días de la muerte de Robledo: Baltasar de Ledesma y Cristóbal Díaz. Belalcázar se fue hacia la villa de Arma, a donde no permitió que se llevara a enterrar en su templo ninguno de los “ajusticiados”. Su capitán Francisco Hernández ordenó ejecución similar de Juan Márquez de Sanabria, dizque por “traidor. Los cuerpos fueron enterrados en un bohío que se sometió al fuego con miras a sustraerlos del canibalismo indígena; pero: aun así, los indios los desenterraron y se los comieron. En lenguaje de Cieza de León: “Al comendador Hernán Rodríguez de Sosa, y a Baltasar Ledesma les fue dado garrote; la justicia que hobo para lo uno, hobo para lo otro: el pregón decía: por amotinadores. Al tiempo quel Adelantado se quería partir para la villa de Arma, algunos criados y amigos de ROBLEDO le suplicaron diese lugar para que lo pudiesen llevar á enterrar a la iglesia que estaba en la villa, pues no era tan lejos. Añadiendo pecado á pecado no quiso, diciendo que no era tiempo de llevar cuerpos muertos. Partido de aquel lugar el Adelantado, su capitán Francisco Hernández, mandó dar garrote a Juan Márquez por traidor. Los cuerpos de los muertos fueron enterrados en una casa de paja de los indios, que en estas partes comúnmente llamados bohíos, la cual quemaron porque los indios no los sacasen; mas poco aprovechó esta diligencia porque luego, en yéndose los cristianos, los       www.santafedeantioquia.net         sacaron y los comieron a todos”. (Tomado de: Vida del Mariscal Jorge Robledo; de Emilio Robledo; pág. 233) Cuando lo supieron los de la ciudad y la villa, se apresuraron a ausentarse, temiendo correr la misma suerte del mariscal. Belalcázar nombró a don Gaspar de Rodas su Teniente de Gobernador de Antioquia, y con él envió como Juez a Juan Coello, éste “con buenos deseos de colgar a muchos”; pero Rodas les avisó mediante cartas secretas. Él y Coello Hallaron la ciudad vacía: sin moradores (Fray Pedro Simón; Ob. Ib; pág. 234). Como Teniente de Gobernador, Rodas debía de retomar nuevamente la ciudad para Belalcázar, pues aún la gobernaban los de Heredia. La desbandada de los vecinos le facilitó la gestión. Rodas fue el poblador, protector e impulsor de Antioquia y Santa Fe. Nació en Trujillo (España) probablemente en 1524 y falleció en Santa Fe de Antioquia el 9 de julio de 1607, siendo gobernador de la Provincia de Antioquia. Nunca contrajo matrimonio; pero tuvo dos hijos en una india, al parecer hija del cacique de Peque, llamados Alonso y María. En 1549 la villa de Santa Fe decayó en demasía: algunos colonos vivían en las minas de Buriticá; no moraban en ella hombres con calidad para ser alcaldes y regidores. En carta que Belalcázar envió al rey el 3 de noviembre de 1549 ni siquiera la menciona entre los pueblos de su jurisdicción: “Después de serme hecha la merced (de la gobernación de Popayán), se han poblado en esta gobernación las villas de Pasto, y Madrigal, Arma y las ciudades de Cartago y Antioquia y la villa de Caramanta” (Jaramillo Mejía; ob. Ib.; Tomo I; pág. 137). Pero ya se habían dado órdenes a Rodas para que, como Teniente de Gobernador, la refundara. No hubo refundación, simplemente la pobló en 1550 y estuvo atento a que se vigorizara con vocación de futuro. El 24 de abril de 1550 llegó a Cali el licenciado Francisco Briceño, Juez de residencia de Belalcázar y, para el efecto, nuevo gobernador de Popayán; nombró a Rodas su Teniente de Gobernador para la villa de Santa Fe y designó para la ciudad de Antioquia al capitán Alonso Matamoros. Sebastián de Belalcázar o Benalcázar debió nacer de 1485 a 1491 en “Benalcázar”, villa perteneciente a la provincia de Córdova (España), de origen humilde, su apellido era: MOYANO, nada se sabe de sus padres, “no sabía escribir, hacía dos señales de firma. Asustado de la soledad pasó vagabundo muchos años; confundiéndose con los venteros y arrieros llegó por primera vez a Sevilla, se presentó en la casa de Contratación y para ir tras la aventura borró su apellido por el simple de Benalcázar” (NEVADOS DE ECUADOR Y QUITO COLONIAL, Ángel Nicanor Bedoya Mauri. Editorial Casa Ecuatoriana, Quito, 1976,       www.santafedeantioquia.net         pág. 71). Se tiene demostrado que el nombre de la ciudad en mención no es “Benalcázar”, sino “Belalcázar” (J. C. García V. Ob. Ib., pág.76). Condenado a muerte por el Juez Francisco Briceño (entre otros cargos, por el de la muerte de Robledo), Belalcázar apeló la sentencia, y cuando por ello se aprestaba para embarcarse hacia España falleció en Cartagena el 30 de abril de 1551. Ironías del destino: Pedro de Heredia atendió en Cartagena a Sebastián de Belalcázar, y hasta pagó su entierro. Después Heredia partió para España, acosado por la residencia que le adelantaba Juan Maldonado; Pero cuando llegaba a la península, una tempestad arrasó con la embarcación, y él se ahogó. Era el 27 de enero de 1554. Nunca fue encontrado su cadáver. A principios de 1555, probablemente en enero, los indios catíos, comandados por el cacique Toné, quemaron la ciudad de Antioquia, quedando gravemente en peligro las villas de Caramanta y Santa Fe. Los de esta solicitaron ayuda a la Real Audiencia en febrero de 1555 El 26 de julio de 1555 la Real Audiencia comisionó al capitán Andrés Gómez Hernández para la pacificación de los indios y la reedificación de la ciudad. Dos feroces enfrentamientos hubo de sostener con los indígenas: en la fortaleza del Valle del Penderisco (Urrao) y en la de un sitio llamado Novobarco o Nogobarco (cerca de Dabeiba). Toné fue derrotado; pero no muerto, “mandó pedir la paz” (Jaramillo Mejía; Ob. IB; Tomo I, pág. 142). Acosados por las llamas fueron saliendo (bajando) de la fortaleza los indígenas; los peninsulares castigaron a unos, y “á otros menos culpados enviaban libres, con cruces en las manos , diciéndoles que dijesen lo que había pasado con los demás, y cuán bien les estaba salir de paz y amistad á los cristianos; lo que no fue de poco provecho, pues salieron muchos dándola , y entre ellos el cacique Toné” (Fray Pedro Simón; Ob. Ib. Págs. 279 y 280). Y el mismo cronista habla de un nuevo “alzamiento” indígena provocado por Toné (pag. 326). Después de su triunfo en Novobarco, Gómez Hernández reedificó la ciudad de Antioquia en el asiento de la anterior, dejando en ella como su Teniente a Francisco de Barahona, en compañía de veinte soldados. Pronto, sin embargo --- siendo tan reducido el grupo de vecinos --, la hostilidad de los indios y la falta de sustento forzaron el abandono de todos sus moradores. De nuevo la ciudad quedó vacía. Acaso el título de ciudad y el derecho a usar escudo de armas, aunados al recuerdo grato de su fundador, que no la necesidad o conveniencia de contar con una población cerca de las minas de Buriticá, pues para ello estaba la Villa de Santa Fe, animaban a los españoles a no dejar desaparecer definitivamente la ciudad de Antioquia. El gobernador de Popayán Don Alvaro de Mendoza Carvajal comisionó una reconstrucción al capitán Juan Taborda, su Teniente de       www.santafedeantioquia.net         Gobernador en la villa de Santa Fe (1566 -1569), la cual realizó en 1568 en un sitio llamado “Nogoba”, tras pacificar a los indios “Brutos”, “Noque” y “Nogobará”. Le nombró Teniente al Capitán Leonel Ovalle. Como antes, el acoso indígena precipitó su despoblación. A la muerte de don Juan Taborda, en septiembre de 1.569, el citado gobernador designó en su reemplazo a Don Gaspar de Rodas, quien por encargo suyo, en vía de pacificación de indios y fundación de poblaciones, el 10 de septiembre de 1570 fundó la ciudad de San Juan de Rodas en la provincia de Ituango, y luego, en ese mismo semestre, reconstruyó la ciudad de Antioquia a orillas del río “La Borrachera”, donde aún estaba en febrero de 1571 cuando se produjo la llegada de don Andrés de Valdivia como primer gobernador de la Provincia de Antioquia, título que le fue otorgado el 24 de agosto de 1.569. “A poco de fundar a San Juan de Rodas en Ituango y haber ordenado que la pasaran más al norte, tomó Rodas camino hacia el sur, a la provincia de Pequi, donde junto al río de la Borrachera refundó la Ciudad de Antioquia “la vieja”, en la misma región en que la primitiva había sido destruida por los indios a principios de 1555 y de cuya reedificación se habían hecho dos intentos” (Jaramillo Mejía; Ob. IB, Vol. II, pág. 65). En abierto desacato que le valió ser investigado, porque su Gobernación no incluía los territorios fundados, Valdivia se instaló en la villa de Santa Fe y acercó la ciudad de Antioquia por intermedio de Rodrigo de Santander y Antonio de Tovar , quienes la trasladaron al sector conocido con el nombre de: “La Loma de la Fragua”. El traslado fue dispuesto en octubre de 1572 (Jaramillo Mejía; ob. Ib. T. II; pág. 90). ¿La Loma de la Fragua? En la visita del oidor Francisco Herrera Campuzano (1615) “dice un indio que el capitán Juan de Luna murió hace diez y nueve años, que fue cuando Pedro Martín entró en la jornada de Guazuce, y que el repartimiento de Penco queda en la Loma de la Fragua a dos leguas de las minas de Buriticá. La encomienda está cerca de las de Rodrigo de Carvajal y Manuel López (Jaramillo Mejía; ob. Ib.; T.II; pág. 444). En su ruta hacia Buriticá y el “Valle de Ebéjico”, el Mariscal Robledo y su gente vadearon el río Cauca ( o de Santa Marta) por el punto que a fines del siglo XVI se llamó “El Paso de Ruy Díaz”, al norte cercano de lo que hoy es el corregimiento de Sucre ( Municipio de Olaya); entonces prosiguieron ya por la ribera izquierda del mencionado río, aventurándose luego a la loma de Buriticá       www.santafedeantioquia.net         hasta que en sus idas y venidas ascendieron a “la provincia de Currume o Curume, que hoy se conoce con el nombre de las cuatro, situada al pie del cerro Fragua, enfrente de la población de Sabanalarga”. Se le denomina cerro o Loma de la Fragua porque allí la expedición hubo menester de herrar los caballos, para lo cual usaron borceguíes, tablones, árboles, pala de hierro y olla de cobre, con que hicieron una fragua; y de cadenas y estribos de hierro, el puñalero Bartolomé Hernández elaboró clavos y herraduras (Vida del Mariscal Jorge Robledo; Emilio Robledo; Biblioteca de Autores Colombianos; pags.151 a154) En 1571 Valdivia solicitó a la Corona la incorporación de la villa de Santa Fe a su Gobernación. Don Jerónimo de Silva, Gobernador de Popayán, la reclamó para su jurisdicción, y la Real Audiencia dispuso que no perteneciera a ninguna hasta cuando decidiera el Consejo de Indias. Al año siguiente este resolvió que ella y San Juan de Rodas pertenecían a Popayán, aunque sólo se supo en 1573. Taimado y de mala fe, Valdivia persuadió a los habitantes de San Juan de Rodas Para que pasaran a este lado del río Cauca, al de acá, al suyo, lo cual logró en 1574, pues el único que se oponía era el alcalde, Alfonso Díaz. Hecho el traslado, les confesó la argucia: asentar a San Juan de Rodas en los términos de su gobernación, es decir: entre los dos ríos (Cauca y Magdalena). A la muerte violenta de Valdivia, entre abril y mayo de 1575, don Gaspar de Rodas, quien investigó y sancionó a los culpables, y lo reemplazó después, también pidió al rey la incorporación de la villa de Santa Fe, que al fin fue ordenada por cédula real de octubre 30 de 1584. Extraño destino el de la ciudad de Antioquia: mientras los españoles querían conservarla, los catíos se empecinaban en destruírla. No obstante el querer de aquéllos, la “Loma de la Fragua”, a dos leguas de las minas de Buriticá, fue el último asiento independiente de la ciudad, sus vecinos no soportaron la belicosidad indígena, se fueron definitivamente para la villa de Santa Fe, incluyendo los últimos alcaldes ordinarios: Rodrigo de Santander y Pedro Jaramillo de Andrade. Con todos sus títulos y prerrogativas, la ciudad se incorporó a la villa. Santa Fe, que hasta entonces fue sufragánea de Antioquia; Santa Fe, que en 1549 estaba casi acabada; Santa Fe, que era villa, recibió a la ciudad de Antioquia, fusionándose ambas, constituyendo un todo unitario de veras nutricio para sus generaciones y las que les sucedieron.         www.santafedeantioquia.net