Capítulo I

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Conclusión: la estructura social valenciana en movimiento En los capítulos anteriores, hemos analizado las principales informaciones relativas a la estructura social valenciana, pero el desarrollo ha sido fragmentario, en cada uno de los campos institucionales en que dividíamos la totalidad de la estructura social en el Capítulo II por separado: el generacional, el económico, el político y el cultural. Con este capítulo concluimos la Segunda Parte de este Proyecto docente, y en él tratamos de combinar todas las informaciones aportadas en los cuatro anteriores, con la intención de obtener una imagen de totalidad de nuestro objeto: la Estructura Social del País Valenciano. El camino seguido hasta aquí nos permite ahora identificar la diversidad y diferencia existente en las posiciones del espacio social valenciano, al mismo tiempo que construir una visión global de ésta (visión y di-visión). En definitiva, a lo largo de los capítulos anteriores hemos seguido la construcción histórica reciente, institucional, de los principales campos de relación social en el País Valenciano. Esto nos ha facilitado la comprensión de la actual distribución de recursos específicos de poder, en cada uno de los campos. Procede ahora, por tanto, siguiendo el plan establecido en el Capítulo I, combinar estas informaciones con el fin de aproximar la distribución de capacidades para la acción, distribución de capacidades para el ejercicio del poder en sentido genérico, que se produce en la estructura social valenciana; y, de esta –1– manera, identificar las posiciones y distancias relativas, en el espacio social conjunto, compuesto por los cuatro grandes campos institucionales considerados. Se trata de intentar identificar qué categorías, por su proximidad posicional, pueden desarrollar estrategias de acción social convergentes, y cuáles, por su distancia, pueden divergir en sus estrategias. Este procedimiento nos puede facilitar una aproximación a la interrelación entre el opus operatum y el modus operandi de la estructura social valenciana, en el sentido que le da Bourdieu a esta relación. Para conseguir este objetivo, podemos superponer los cuatros espacios sociales de posiciones, construidos al final de los cuatro capítulos precedentes sobre las mismas coordenadas de capital global y su composición, de manera tal que podamos identificar las principales asociaciones entre las categorías que son relevantes en los diferentes campos de relación social, y así su posible confluencia práctica. Somos conscientes que el modelo, requiere de una dimensión diacrónica, como bien señalan Brunet y Morell (1998) al destacar la importancia de los procesos de movilidad social en la definición de las disposiciones de los agentes. Sin embargo ya señalamos en la Introducción de esta Segunda parte que no disponemos de información de estas características. Es por ello que queremos volver a insistir en que no podemos considerar éste como un trabajo acabado, sino más bien como un trabajo de inicio, abierto, que nos puede facilitar la apertura de programas de investigación y docencia específicos y estructurados, ya sean de carácter cualitativo-discursivo, relacionados con los habitus o disposiciones, ya sean de carácter cuantitativo-posicional, relacionados con las dotaciones de los diversos capitales. Por tanto, hay que entender todo el trabajo desarrollado en esta Segunda parte, y que culmina con esta Conclusión, como una propuesta, como lo que efectivamente es: un Proyecto docente. Y como tal sujeto a crítica y revisión periódica. Eso sí, una propuesta docente cuya crítica y revisión ha de estar estrechamente ligada a la investigación social desarrollada y experimentada, aspecto que consideramos central en cualquier proceso de formación universitaria, como señalaremos de forma más detallada a lo largo de la Tercera parte de este Proyecto. 1. El espacio social de las posiciones: clases dominantes y clases dominadas De la confluencia de los cuatro campos institucionales analizados, obtenemos una clasificación tipológica de clases que se distribuyen en el espacio social de las dotaciones de capitales y su composición. El resultado de esta confluencia se refleja en el siguiente cuadro, en el que reseñamos las posiciones de clase de las categorías más significativas en cada uno de los campos de relación considerados. –2– Cuadro 1: Posiciones de clase en la estructura social valenciana (2000) Clases Dominantedominante Dominantedominada Generacional Económico Político Cultural Hombres divorciados Directivos Derecha Identidad pref. Española Hombres separados Hombres casados Hombres 1940-69 Mujeres cohabitando Empresarios Autónomos Trab. Tiempo compl. Centro-derecha Votantes PP Castellano-hablante Hombres cohabitando Profesionales Izquierda Hombres solteros Hombres después 1970 Mujeres solteras Administrativos Estudiantes Trab. Tiempo parc. Votantes EUPV Votantes BNV Votantes otros Mujeres después 1960 Identidad pref. Valenciana Bilingües No religiosos Ateos Ident. Terr. Supraestatal Estado más descentralizado Dominadadominante Dominadadominada Hombres viudos Obreros especializados Hombres antes 1939 Obreros no-especial. Mujeres casadas Jornaleros agrícolas Mujeres viudas Mujeres antes 1949 Agricultores Labores del hogar Jubilados Mujeres separadas Mujeres divorciadas Parados Obreros semi-especial. Votantes PSOE Ident. Terr. Estatal o sub-estatal Estado regional o unitario Identidad dual estricta Valenciano-hablantes Religiosos Centro-izquierda No sabe voto Fuente: Elaboración propia. En este cuadro podemos comprobar que la cúspide de la estructura social valenciana, la clase dominante-dominante, está compuesta por hombres relacionados con la institución matrimonial (casados, divorciados y separados), con una edad comprendida entre los 30 y los 60 años, propietarios de sus medios de producción (empresarios o autónomos), de los capitales organizativos de producción (directivos) o que han vendido su fuerza de trabajo a tiempo completo, con un esquema político de derecha o centro-derecha y votantes del PP, con una identidad nacional española y usos lingüísticos castellanos. Es decir, es la confluencia de todas estas características la que otorga una posición de máxima dominancia en la estructura social valenciana del año 2000. En este sentido, podemos decir, por ejemplo, que sólo las mujeres que se abstienen de la institución matrimonial en sus relaciones familiares y, además comparten alguna de las características dominantesdominantes en los otros campos (directivas, empresarias, autónomas, trabajo a tiempo completo, de derecha o centro-derecha,...), ocupan una posición dominante-dominante en la estructura social, como totalidad. En una estructura social en la que el capital económico se constituye en el principal recurso estratégico, como ocurre en nuestro caso, estos grupos son los que disponen de mayor capacidad para el ejercicio del poder y, por tanto, para ellos, la estructura social –3– presenta una textura más voluntarista que determinista: es decir, el opus operatum presenta una amplia coincidencia con su modus operandi. En el polo opuesto nos encontramos con la clase dominada-dominada, los grupos sociales más perjudicados por la estructura social vigente: una confluencia de mujeres que han mantenido una relación matrimonial con ruptura (separadas y divorciadas), parados y obreros semiespecializados, con una posición política de centro-izquierda y sin voto definido. Para estos grupos, la estructura social es fundamentalmente determinista, ya que disponen de recursos inferiores a la media y además compuestos especialmente por capital cultural (más recursos inmateriales –esquemas– que recursos materiales), y por tanto disponen de poca capacidad para el ejercicio de poder en sentido genérico. Para ellos, la dialéctica de control de la que habla Giddens funciona principalmente en sentido negativo (por poner un ejemplo, se trata de los grupos más perjudicados por la reciente reforma que ha provocado la convocatoria de huelga general para el 20 de junio de 2002). De hecho, podríamos de decir que se trata de los grupos que se encuentran más al margen de la estructura social, al margen de sus principales instituciones (Matrimonio, Patriarcado, Mercado, Estado, Identidad nacional): su modus operandi tiene un difícil encaje en el actual opus operatum. Entre ambos polos se sitúan las clases con capacidades intermedias para el ejercicio de poder: bien por poseer capitales por encima de la media, bien por tener una composición favorable a los capitales económicos. En el primer caso, la clase dominante-dominada se compone especialmente por hombres sin relación con la institución matrimonial (cohabitando o solteros), jóvenes (menores de 30 años), y por mujeres solteras y menores de 40 años, que desarrollan actividades de trabajo terciarizadas o relacionadas con el conocimiento, con un esquema político de izquierda, votantes de EUPV, BNV u otros (Verdes, especialmente), con una identidad territorial supraestatal y un modelo de Estado más descentralizado que el existente, a lo que añaden una identidad preferentemente valenciana, usos lingüísticos bilingües y poca religiosidad o ninguna. En el segundo caso, la clase dominada-dominante se compone de hombres viudos, mayores de 60 años y mujeres casadas o viudas (con relación matrimonial mantenida hasta el final) mayores de 50 años, que desarrollan actividades de trabajo relacionadas con el sector industrial y agrícola, o no son activos por estar ya jubilados o por dedicarse a las labores del hogar, votantes del PSOE, con una identidad territorial estatal o subestatal y un –4– modelo de estado regional o unitario, a lo que añaden una identidad dual estricta, usos lingüísticos valencianos y adhesión a la religión. De este repaso, parece deducirse que nos encontramos ante dos grupos bien dispares: unos, los dominantes-dominados, con posiciones favorables al cambio, y otros, los dominados-dominantes, con posiciones más próximas a la tradición. En cualquier caso, en ambas clases encontramos modus operandi coincidentes y divergentes respecto al opus operatum, aunque en el caso de los dominantes-dominados más próximos a un posible opus operatum emergente relativamente alternativo. Efectivamente, si intentamos sintetizar la información respecto a las posiciones relacionadas con las principales instituciones que hemos analizado de cada una de las clases que estamos definiendo obtendremos un cuadro como el siguiente. Cuadro 2: Clases e instituciones en la estructura social valenciana (2000) Clases Generacional Económico Político Cultural Dominantedominante Matrimonio y Patriarcado Modo de producción capitalista: Mercado Liberalismo: reducción del Estado de Bienestar Identidad española Superación del Identidad modelo de valenciana no No Patriarcado Modo de Estado-nación Dominantey No desarrollo esencialista y e intervención dominada permisividad matrimonio informacional del Estado moral bienestar Dominadadominante Matrimonio y Patriarcado Modo de desarrollo industrial y agrícola Víctimas del Víctimas del Matrimonio y Mercado del Patriarcado Fuente: Elaboración propia. Dominadadominada Modelo Estado-nación Moral religiosa y abstención identitaria Víctimas del Estado De los esquemas de relación extraídos de los espacios sociales de los diversos campos institucionales podemos mantener que: 1. Las clases en la estructura generacional resultan del funcionamiento conjunto de las instituciones del matrimonio y del patriarcado, por tanto el mantenimiento de estas reglas (esquemas) redunda en el mantenimiento de la posición de la clase dominante-dominante, de manera que el interés de estos grupos por la introducción de estrategias de cambio institucional en este campo es más bien escaso. El caso de las posiciones dominadas-dominantes es diferente, ya que sus capitales son escasos para la acción, tanto en su montante global como en su contenido cultural, además –5– su capital generacional no le permite el desarrollo estratégico de la acción en este ámbito, ya que se trata de población que ha superado esta fase biográfica (población mayor). Mientras que las víctimas de las luchas en este campo institucional, la clase dominada-dominada no disponen de los recursos necesarios para el ejercicio de poder en este campo. Sin embargo, desde posiciones dominantes-dominadas sí que encontramos tanto recursos como disposiciones para generar y asumir propuestas alternativas de estructuración institucional. 2. Respecto al campo de relaciones económicas, nos encontramos con que la clase dominante-dominante se define en relación con el modo de producción. Concretamente, estas posiciones son el resultado del modus operandi capitalista, basado en la propiedad privada de los medios de producción, pero no tienen ninguna definición específica respecto a los modos de desarrollo que vaya más allá de la defensa del Mercado como institución reguladora de las relaciones sociales económicas. Las principales víctimas de este opus operatum las encontramos en la clase dominada-dominada: parados y obreros semiespecializados. Entre ambas se encuentran las clases dominante-dominada y la dominada-dominante. Ninguna de las dos tiene un posicionamiento opuesto al modo de producción capitalista, sin embargo mantienen posiciones diferentes respecto al modo de desarrollo, de manera que la clase dominada-dominante mantendría una estrategia favorable al mantenimiento del modo de desarrollo industrial y agrícola, mientras que la clase dominante-dominada sería la principal promotora del modo de desarrollo informacional. 3. En el ámbito de las relaciones políticas, resulta que la clase dominante-dominante no mantiene ninguna definición específica respecto a la escala territorial de administración política, pero sí una posición en defensa de la reducción del Estado del Bienestar (derecha y Partido Popular). Una posición que se complementa con la mantenida por la clase dominada-dominante que no se define respecto al Estado de Bienestar (no aparecen posiciones de ideología izquierda-derecha relevantes en esta posición), pero mantiene un esquema de acción territorial basado en el Estadonación (Estado regional o unitario e identidad territorial estatal o subestatal). La combinación de ambas provoca que, aunque la clase dominada-dominante presente una tendencia a votar PSOE, en estos momentos el espacio social ocupado por las clases dominante-dominante y dominada-dominante sea hegemonizado por el PP, principal adalid de la reducción del Estado del Bienestar y del mantenimiento del –6– Estado-nación como referente institucional de la acción política. Frente a este espacio ampliamente mayoritario, ocupado por el PP y por el PSOE, nos encontramos que las posiciones políticas tomadas por la clase dominante-dominada, se aproximan más a la superación del Estado-nación como referente político (identidad territorial cosmopolita y europea), con una mayor descentralización (Estado federal o derecho a la autodeterminación), al tiempo que desde aquí es desde donde se defiende una propuesta de mantenimiento del Estado del Bienestar (izquierda). Así pues, tenemos que las posiciones de la clase dominante-dominada se encuentran más relacionadas con una política glocal, que las posiciones del gran espacio social definido por las clases dominante-dominante y dominada-dominante. Finalmente, las víctimas de estas estrategias políticas las encontramos en la clase dominada-dominada, compuesta en este ámbito por el centro-izquierda y los votantes indecisos. 4. Finalmente, en el espacio de relaciones culturales, tenemos que la clase dominantedominante se define en el ámbito de la identidad nacional y lingüística, manteniendo la coherencia del esquema tradicional, español-castellano, pero no mantiene una especial referencia en la religiosidad. Esta posición dominante-dominante se encuentra enfrentada tanto a las posiciones de la clase dominante-dominada como a las de la dominada-dominante. Efectivamente, la clase dominada-dominante presenta una tendencia a abstenerse en la definición identitaria, por medio de la estrategia de la equidistancia (tan español como valenciano), no obstante, reconoce la identidad valenciana y mantiene unos usos lingüísticos más bien valencianos. La clase dominante-dominada, sin embargo, mantendría una estrategia favorable a la promoción de una identidad colectiva preferentemente valenciana, aunque sin dotarla de un esencialismo específicamente lingüístico (bilingües). En cualquier caso, las clases dominante-dominada y dominada-dominante se encuentran enfrentadas en el ámbito cultural en razón de sus posiciones respecto a la religiosidad y la moral, siendo la dominante-dominada más permisiva y opuesta a los dogmas, mientras que la dominada-dominante mantiene unas prácticas sociales religiosas y moralmente restrictivas. Las conclusiones de este repaso de posiciones y prácticas en los diferentes ámbitos institucionales podemos resumirlas como sigue: –7– 1. Las principales víctimas del opus operatum de la estructura social valenciana se concentran en la clase dominada-dominada, de manera que la mayor parte del modus operandi de esta clase se encuentra al margen de la mayoría de los conflictos institucionales que transversalmente cruzan la sociedad valenciana, y dependen para la mejora de su posición de las estrategias que desarrollen bien la clase dominantedominada, bien la clase dominada-dominante, ya que de la estrategia de la clase dominante-dominante es de la que resulta su posición actual. Por tanto, su estrategia pasaría por encontrar aliados en alguna de las otras dos clases en algún sentido dominadas. 2. En el polo opuesto encontramos a la clase dominante-dominante, cuyo dominio resulta precisamente de la estructura institucional vigente y, por tanto, no tiene ningún interés en cambiarla. De manera que los grupos con capacidad e interés en un cambio de estas características son los que ocupan una posición dominantedominada o dominada-dominante. 3. Sin embargo, a poco que repasemos el Cuadro 2, veremos que la clase dominadadominante no plantea prácticas sociales de alternativa a las de la clase dominantedominante respecto a las principales instituciones de la estructura social. Desde nuestro punto de vista, esto es debido fundamentalmente a una falta de recursos de poder (se encuentran por debajo de la dotación global media de capitales), pero también a la escasez de capitales culturales (creatividad de esquemas) en su composición. Se trata de grupos que han sobrepasado el momento biográfico para experimentar con nuevas formas familiares, no disponen de los recursos necesarios para apostar por un modo de desarrollo diferente, ni mucho menos por un modo de producción diferente, así que asumen las estructuras sociales tradicionales que los han determinado (Familia, Estado, Mercado y Religión). Efectivamente, para ellos la estructura social también es más determinista que voluntarista. 4. En definitiva, solamente la clase dominante-dominada presenta una configuración de capital, unas prácticas y unos intereses capaces de plantear una acción socialmente creativa, que promueva cambios en las instituciones tradicionales de la estructura social. Disponen de dotaciones globales de capital que superan la media, con una composición decantada hacia el capital cultural, y por tanto, disponen de recursos de poder capaces de generar nuevos esquemas de acción social en cualquiera de los principales ámbitos institucionales que componen la estructura –8– social. Concretamente, en el campo generacional, es en estas posiciones donde encontramos las formulaciones más críticas con el matrimonio y el patriarcado; es en estas posiciones donde encontramos, en el ámbito de la política, un mayor avance de propuestas de globalización que superen el marco del Estado-nación, al tiempo combinadas con una mayor descentralización del poder político y un mantenimiento de los compromisos respecto a los derechos sociales; y, finalmente, es en estas posiciones donde encontramos también una mayor penetración de los procesos de individualización, en el ámbito cultural. Hemos de señalar, no obstante, que desde esta posición tampoco se apuesta por una alternativa al modo de producción capitalista, en el ámbito económico, aunque también es cierto que es desde ella de donde proceden las mayores presiones por una estrategia de desarrollo informacional, basada más en los capitales culturales que en los capitales económicos, con todo lo que esto puede suponer, de hecho, en la reestructuración del modo de producción (ver en el Capítulo II, el apartado dedicado a la estructura económica). Por tanto, la clase dominada-dominada puede tener en la clase dominante-dominada su aliada más evidente, y viceversa. Esta situación de la estructura social valenciana nos lleva a hablar de la emergencia de un espacio social que, ocupando posiciones dominantes-dominadas, es proclive a las prácticas de cambio en las instituciones sociales y, por tanto, mantiene la tensión en la estructura social para que esta no se paralice, no se cosifique: la mantiene en movimiento. Es cierto, por tanto, que el cambio, planteado desde este punto de vista, es el resultado de un conflicto de prácticas entre clases dominantes, la dominante-dominante y la dominantedominada, que, por cierto, son las que tienen dotaciones de capital superiores a la media, aunque con composiciones diferentes, y, por tanto, un interés en la revaloración de sus capitales específicos. Se trata de un espacio social asociado a propuestas postmaterialistas, en el sentido que planteaba Inglehart, favorables a lo que ha venido luego a denominarse posmodernización o segunda modernización, más acordes con la emergencia de la sociedad red de la que hablaba Castells, y con los procesos de individualización señalados por Beck. Se trata, por tanto, del espacio social relacionado con el avance de la globalización, no sólo económica sino también política y cultural, y con la penetración de la individualización, en el País Valenciano. Se trata también del espacio social del que surgen la mayoría de propuestas asociativas, que nutren la cultura cívica o el capital social de la sociedad valenciana, y que van más allá del Mercado, la Familia y el Estado, y –9– constituyen lo que ha venido a denominarse Tercer Sector, del que surgen gran parte de los participantes de los movimientos sociales en el País Valenciano, que construyen nuevas identidades de género, económico-ecológicas, políticas y culturales. 2. Asociacionismo y movimientos sociales De las investigaciones más recientes relativas al asociacionismo y el voluntariado (Ariño et alii, 2001), se concluye que para la participación en asociaciones, y más aún en el caso del trabajo voluntario, se requiere de unos niveles mínimos de capital, tanto económico como cultural, sobretodo en el caso de las asociaciones relacionadas con cuestiones relacionadas con los retos de la globalización y la individualización, como por ejemplo las asociaciones para la conservación de la naturaleza, culturales, pacifistas o de desarrollo del Tercer Mundo. Es decir que los participantes en este tipo de asociaciones cuentan con dotaciones globales de capital superiores a la media, y además en su composición predomina el capital cultural. O dicho de otra forma, los participantes en este tipo de asociaciones proceden mayoritariamente de la clase dominante-dominada. Gráfico 1: Espacio social del asociacionismo en el País Valenciano (2000) DOMINANTES-DOMINADOS 1,0 DOMINANTES-DOMINANTES Asoc. ecologistas Asoc. pacifistas 0,8 Asoc. culturales Asoc. Desarrollo comunitario 0,6 Asoc. salud Asoc. juveniles Volumen de capital Asoc. Desarrollo Tercer Mundo 0,4 0,2 0,0 -0,9 -0,8 -0,7 -0,6 -0,5 -0,4 -0,3 -0,2 0,0 Asoc. Servicios 0,1 sociales 0,2 -0,1 Asoc. religiosas -0,2 DOMINADOS-DOMINADOS Asoc. mujeres -0,4 DOMINADOS-DOMINANTES Composición de capital Efectivamente, si reflejamos en el espacio social medido en términos de dotaciones globales y composición de capital las posiciones medias de los miembros de algún tipo de asociación, nos encontramos con que prácticamente la totalidad de ellas encuentra su media en el espacio dominante-dominado (Gráfico 1). De hecho, solamente las asociaciones relacionadas con la Iglesia, las de mujeres (mayoritariamente de amas de – 10 – casa) y las de servicios sociales (ayuda a discapacitados, etc.) se encuentran próximas al espacio dominado-dominante. Para Sidney Tarrow (1994: 21), los movimientos sociales son «desafíos colectivos planteados por personas que comparten objetivos comunes y solidaridad en una interacción mantenida con las elites, los oponentes o las autoridades». Los desafíos colectivos se caracterizan por la interrupción, la obstrucción o la introducción de incertidumbre en los ‘otros’. En las investigaciones realizadas sobre el mayor o menor éxito de los movimientos sociales, hay dos variables de una importancia capital: la estructura de oportunidades políticas (Eisinger, 1973; Tilly, 1978; McAdam, 1982) y el contexto discursivo (Snow y Benford, 1988; Eyerman y Jamison, 1991). Desde nuestro punto de vista, la estructura de oportunidades políticas nos conduce hacia el análisis de la estructura social, tarea que hemos desarrollado, para el caso valenciano, en los últimos cuatro capítulos. Un análisis que ha de permitirnos reconocer qué grupos sociales, próximos o alejados de los recursos de poder, mantienen definiciones alternativas de la realidad. En nuestro caso, en el apartado anterior, hemos podido comprobar que, en el País Valenciano, estos grupos proceden especialmente de la clase dominante-dominada. Respecto al contexto discursivo, podemos caracterizar los movimientos sociales como creadores de nuevos significados. La generación de discursos alternativos que se difunden mediante las redes sociales que conforman la estructura social. Con estos discursos emergentes, los movimientos sociales tratan de dotar al conjunto social con las creencias (esquemas) capaces de cuestionar la vigente distribución de recursos, para poner en alerta sobre la dominación simbólica, activar la duda suspendida por el discurso del sentido común sobre la definición de la realidad. Como señalan Sabucedo, Grossi y Fernández (1998: 174), los movimientos sociales han de elaborar discursos que incidan en las representaciones y en el sentido común de los sujetos a los cuales se dirigen: para conseguir la adhesión de la audiencia hay que apelar a sus creencias. Si los movimientos sociales consiguen fundamentar sus demandas en estas creencias compartidas, de forma que aparezcan asociadas a principios y valores ampliamente asumidos, su capacidad para desafiar y problematizar la situación vigente se incrementa significativamente. La actividad de determinados movimientos sociales en el País Valenciano es bien presente, cuanto menos con relación a algunos aspectos de especial incidencia en nuestra sociedad. Su presencia y visibilidad ha sido y es especialmente relevante asociada a – 11 – cuestiones como la defensa del medio ambiente, la definición nacional y la normalización lingüística y, más recientemente, con la defensa de determinados espacios de convivencia cívica, especialmente en la ciudad de València, con la aparición de los movimientos conocidos como ‘Salvem’ (‘salvem el Botànic, salvem el Cabanyal, salvem l’Horta,...). En el capítulo que prácticamente cierra el volumen de La sociedad valenciana de los noventa (García Ferrando, 1992), Mara Cabrejas y Ernest García (1992) hacen un repaso a los conflictos ecológico-sociales en el País Valenciano. El listado empieza el conflicto de El Saler y termina con el de la desertificación, entre ellos la construcción de las autopistas, la central nuclear de Cofrents, la Albufera, los pararrayos radioactivos, las zonas húmedas, y la escasez y contaminación del agua. Casi todas continúan siendo cuestiones abiertas, en algunos casos, como en el del agua, agudizados por la creciente construcción en la costa; pero además, hoy, podemos añadir otras nuevas, como las relacionadas con las antenas de telefonía móvil, o con el destino de los residuos sólidos urbanos o los residuos industriales. En todos los casos nos encontramos con movimientos sociales, más o menos numerosos, visibles o exitosos, cuyo frente común lo constituye la redefinición de la relación entre el modo de producción y la naturaleza, para defender el territorio de las agresiones a que da lugar el sistema productivo y de consumo. Se trata de movimientos que cuentan a su favor con el aumento de la conciencia del riesgo, señalada por Beck para las sociedades occidentales, pero que chocan con la tensión generada por el productivismo y el consumismo propios del sistema capitalista en su actual estado de desarrollo (Rodríguez Victoriano, 2002) Por otra parte, los movimientos de reivindicación nacional y/o lingüística, han estado liderados históricamente por la infraestructura facilitada por Acció Cultural del País Valencià, que continúa organizando y liderando las principales manifestaciones nacionalistas en las fechas más significadas del calendario valencianista (9 d’octubre y 25 d’abril), y constituye el centro emisor de un discurso identitario de contenido catalanista. No obstante, y quizá por esto mismo, este liderazgo cívico valencianista lo comparte, cada vez más, con la movilización de padres y profesores en torno a la escolarización en valenciano, que culmina con la aparición de la Federació d’Escola Valenciana, que periódicamente organiza Trobades con gran capacidad de convocatoria y con un planteamiento discursivo más próximo a la construcción identitaria de los valencianos. En cualquier caso, la tensión vivida durante el periodo que se inicia en la segunda mitad de los años setenta y llega hasta finales de los años ochenta, en relación a la construcción – 12 – identitaria, ha reducido sus niveles a lo largo de los años noventa, y en estos momentos se dirime por cauces más institucionalizados. Finalmente, de gran relevancia en el panorama de los movimientos cívicos, encontramos los ‘Salvem’, especialmente vinculados a la movilización para evitar la aplicación de algunas de las políticas diseñadas por el Ayuntamiento de València, gobernado por el PP desde 1991. En la mayoría de los casos han conseguido una relevancia y visibilidad que ha activado el debate social y público, la participación por tanto, en la resolución de conflictos. Se trata, además, de movimientos con una gran capacidad de creatividad, con acciones sociales novedosas, que han sido capaces de aglutinar a sectores sociales muy diversos, como en el caso del Cabanyal o La Punta. En otros casos, como en el de ‘Per l’Horta’, han culminado en una iniciativa legislativa popular, dirigida al parlamento valenciano, que sólo la intervención del ejecutivo de la Generalitat ha impedido que llegara a la discusión del legislativo, por medio de un procedimiento de dudosa legitimidad. Nos encontramos, además, ante un fenómeno de revitalización de la movilización social en el País Valenciano, ante la crisis de confianza en la eficacia de los partidos políticos y el sistema político institucionalizado. Una actividad cívica que culmina con las recientes movilizaciones ante las reuniones multinacionales celebradas en València, con motivo de la presidencia española de la Unión Europea, movilizaciones por una globalización diferente, relacionadas con las propuestas que emanan de las reuniones que se han llevado a cabo en Portoalegre. Y que, junto a la vitalidad de algunos de los movimientos sociales, de los que hemos señalado, nos sitúan ante la emergencia, en el País Valenciano, de lo que Beck denomina la ‘subpolítica’. Como señala Hernàndez Dobón (2000: 278), «la sociedad moderna y postmoderna (segunda modernidad para Beck) implica un proceso de individualización (...) Este proceso de individualización aporta un nuevo sentido a la política, los individuos vuelven al núcleo de lo político: el nacimiento de formas de autoorganización, el surgimiento de la subjetividad política, de un concepto expresionista de la política (...) Como también ha insistido Giddens, desanclaje y reanclaje se realizan sobretodo respecto a determinadas configuraciones espaciotemporales. Por eso, el debate de la subpolítica conduce al debate de la globalización que se entiende como una situación en la globalidad y en la localidad: la glocalización». – 13 – En definitiva, la estructura social valenciana se encuentra inserta y participa de los debates de la segunda modernidad de los que habla Beck, y lo hace participando de los procesos de envejecimiento de la población, de feminización, de terciarización de la economía, con la emergencia de esquemas valorativos relacionados con la sociedad del riesgo y el postmaterialismo destacado por Inglehart, con mayores demandas de participación política y calidad de vida, lo cual supone una apertura y emergencia de espacios sociales para la redefinición de las estructuras generacionales, económicoecológicas, políticas y culturales. Una redefinición emergente que se desarrolla en el sentido señalado por los procesos de individualización y globalización que experimentan las sociedades desarrolladas. Pero estos procesos de redefinición emergente de las relaciones de género, de los modelos de desarrollo económico, de los esquemas y referentes políticos o de las identidades e instituciones culturales, no se desarrollan exentos de conflictividad social, sino que se encuentran ante la resistencia de los modelos institucionalizados en la estructura social valenciana. Un conflicto que, a la vista de nuestras informaciones, enfrenta grupos sociales que ocupan posiciones dominantes, con diferentes composiciones de sus capitales: entre dominantes-dominantes, en defensa del opus operatum de la modernidad tradicional, y dominantes-dominados, en defensa de la segunda modernidad. – 14 –