Anexo 1 Carta De Presentación Directora De La Carrera Bogotá

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ANEXO 1 Carta de Presentación Directora de la Carrera Bogotá, agosto de 2015 Señores BIBLIOTECA GENERAL Pontificia Universidad Javeriana Ciudad Respetados Señores, Me permito presentar el trabajo de grado titulado RELACIONES SINO-JAPONESAS Y SU INFLUENCIA EN EL CONFLICTO POR LAS ISLAS SENKAKU/DIAOYU, elaborado por la estudiante Samaryt Janeth Villarreal Moreno, identificada con la Cédula de Extranjería No. 428632, para que se incluya en el catálogo de consulta. Cordialmente, Martha Márquez Maestría en Relaciones Internacionales ANEXO 2 CARTA DE AUTORIZACIÓN DE LOS AUTORES (Licencia de uso) Bogotá, D.C., 10 de agosto de 2015 Señores Biblioteca Alfonso Borrero Cabal S.J. Pontificia Universidad Javeriana Cuidad Los suscritos: , con C.E. No Samaryt Janeth Villarreal Moreno 428632 , con C.C. No , con C.C. No En mí (nuestra) calidad de autor (es) exclusivo (s) de la obra titulada: RELACIONES SINO-JAPONESAS Y SU INFLUENCIA EN EL CONFLICTO POR LAS ISLAS SENKAKU/DIAOYU (por favor señale con una “x” las opciones que apliquen) Tesis doctoral Trabajo de grado X Premio o distinción: Si No X cual: presentado y aprobado en el año 2015 , por medio del presente escrito autorizo (autorizamos) a la Pontificia Universidad Javeriana para que, en desarrollo de la presente licencia de uso parcial, pueda ejercer sobre mi (nuestra) obra las atribuciones que se indican a continuación, teniendo en cuenta que en cualquier caso, la finalidad perseguida será facilitar, difundir y promover el aprendizaje, la enseñanza y la investigación. En consecuencia, las atribuciones de usos temporales y parciales que por virtud de la presente licencia se autorizan a la Pontificia Universidad Javeriana, a los usuarios de la Biblioteca Alfonso Borrero Cabal S.J., así como a los usuarios de las redes, bases de datos y demás sitios web con los que la Universidad tenga perfeccionado un convenio, son: AUTORIZO (AUTORIZAMOS) SI 1. La conservación de los ejemplares necesarios en la sala de tesis y trabajos de grado de la Biblioteca. X 2. La consulta física o electrónica según corresponda X 3. La reproducción por cualquier formato conocido o por conocer X 4. La comunicación pública por cualquier procedimiento o medio físico o electrónico, así como su puesta a disposición en Internet X NO AUTORIZO (AUTORIZAMOS) SI 5. La inclusión en bases de datos y en sitios web sean éstos onerosos o gratuitos, existiendo con ellos previo convenio perfeccionado con la Pontificia Universidad Javeriana para efectos de satisfacer los fines previstos. En este evento, tales sitios y sus usuarios tendrán las mismas facultades que las aquí concedidas con las mismas limitaciones y condiciones 6. La inclusión en la Biblioteca Digital PUJ (Sólo para la totalidad de las Tesis Doctorales y de Maestría y para aquellos trabajos de grado que hayan sido laureados o tengan mención de honor.) NO X X De acuerdo con la naturaleza del uso concedido, la presente licencia parcial se otorga a título gratuito por el máximo tiempo legal colombiano, con el propósito de que en dicho lapso mi (nuestra) obra sea explotada en las condiciones aquí estipuladas y para los fines indicados, respetando siempre la titularidad de los derechos patrimoniales y morales correspondientes, de acuerdo con los usos honrados, de manera proporcional y justificada a la finalidad perseguida, sin ánimo de lucro ni de comercialización. De manera complementaria, garantizo (garantizamos) en mi (nuestra) calidad de estudiante (s) y por ende autor (es) exclusivo (s), que la Tesis o Trabajo de Grado en cuestión, es producto de mi (nuestra) plena autoría, de mi (nuestro) esfuerzo personal intelectual, como consecuencia de mi (nuestra) creación original particular y, por tanto, soy (somos) el (los) único (s) titular (es) de la misma. Además, aseguro (aseguramos) que no contiene citas, ni transcripciones de otras obras protegidas, por fuera de los límites autorizados por la ley, según los usos honrados, y en proporción a los fines previstos; ni tampoco contempla declaraciones difamatorias contra terceros; respetando el derecho a la imagen, intimidad, buen nombre y demás derechos constitucionales. Adicionalmente, manifiesto (manifestamos) que no se incluyeron expresiones contrarias al orden público ni a las buenas costumbres. En consecuencia, la responsabilidad directa en la elaboración, presentación, investigación y, en general, contenidos de la Tesis o Trabajo de Grado es de mí (nuestro) competencia exclusiva, eximiendo de toda responsabilidad a la Pontifica Universidad Javeriana por tales aspectos. Sin perjuicio de los usos y atribuciones otorgadas en virtud de este documento, continuaré (continuaremos) conservando los correspondientes derechos patrimoniales sin modificación o restricción alguna, puesto que de acuerdo con la legislación colombiana aplicable, el presente es un acuerdo jurídico que en ningún caso conlleva la enajenación de los derechos patrimoniales derivados del régimen del Derecho de Autor. De conformidad con lo establecido en el artículo 30 de la Ley 23 de 1982 y el artículo 11 de la Decisión Andina 351 de 1993, “Los derechos morales sobre el trabajo son propiedad de los autores”, los cuales son irrenunciables, imprescriptibles, inembargables e inalienables. En consecuencia, la Pontificia Universidad Javeriana está en la obligación de RESPETARLOS Y HACERLOS RESPETAR, para lo cual tomará las medidas correspondientes para garantizar su observancia. NOTA: Información Confidencial: Esta Tesis o Trabajo de Grado contiene información privilegiada, estratégica, secreta, confidencial y demás similar, o hace parte de una investigación que se adelanta y cuyos resultados finales no se han publicado. Si No x En caso afirmativo expresamente indicaré (indicaremos), en carta adjunta, tal situación con el fin de que se mantenga la restricción de acceso. NOMBRE COMPLETO FACULTAD: No. del documento de identidad Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales PROGRAMA ACADÉMICO: Maestría en Relaciones Internacionales FIRMA ANEXO 3 BIBLIOTECA ALFONSO BORRERO CABAL, S.J. DESCRIPCIÓN DE LA TESIS DOCTORAL O DEL TRABAJO DE GRADO FORMULARIO TÍTULO COMPLETO DE LA TESIS DOCTORAL O TRABAJO DE GRADO RELACIONES SINO-JAPONESAS Y SU INFLUENCIA EN EL CONFLICTO POR LAS ISLAS SENKAKU/DIAOYU SUBTÍTULO, SI LO TIENE AUTOR O AUTORES Apellidos Completos Nombres Completos Villarreal Moreno Samaryt Janeth DIRECTOR (ES) TESIS DOCTORAL O DEL TRABAJO DE GRADO Apellidos Completos Nombres Completos Herrera Chaves Benjamín FACULTAD Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales PROGRAMA ACADÉMICO Tipo de programa ( seleccione con “x” ) Pregrado Especialización Maestría Doctorado X Nombre del programa académico Maestría en Relaciones Internacionales Nombres y apellidos del director del programa académico Martha Márquez TRABAJO PARA OPTAR AL TÍTULO DE: Magister en Relaciones Internacionales PREMIO O DISTINCIÓN (En caso de ser LAUREADAS o tener una mención especial): CIUDAD AÑO DE PRESENTACIÓN DE LA TESIS O DEL TRABAJO DE GRADO NÚMERO DE PÁGINAS Bogotá 2015 70 TIPO DE ILUSTRACIONES ( seleccione con “x” ) Dibujos Pinturas Tablas, gráficos y diagramas Planos Mapas Fotografías Partituras 4 SOFTWARE REQUERIDO O ESPECIALIZADO PARA LA LECTURA DEL DOCUMENTO Nota: En caso de que el software (programa especializado requerido) no se encuentre licenciado por la Universidad a través de la Biblioteca (previa consulta al estudiante), el texto de la Tesis o Trabajo de Grado quedará solamente en formato PDF. MATERIAL ACOMPAÑANTE TIPO DURACIÓN (minutos) FORMATO CANTIDAD CD DVD Otro ¿Cuál? Vídeo Audio Multimedia Producción electrónica Otro Cuál? DESCRIPTORES O PALABRAS CLAVE EN ESPAÑOL E INGLÉS Son los términos que definen los temas que identifican el contenido. (En caso de duda para designar estos descriptores, se recomienda consultar con la Sección de Desarrollo de Colecciones de la Biblioteca Alfonso Borrero Cabal S.J en el correo [email protected], donde se les orientará). ESPAÑOL INGLÉS Senkaku/Diaoyu Senkaku/Diaoyu Ascenso de China Rise of China Relaciones Sino-Japonesas Sino-Japanese Relations Expansionismo Expansionism Geopolítica Geopolitics RESUMEN DEL CONTENIDO EN ESPAÑOL E INGLÉS (Máximo 250 palabras - 1530 caracteres) Este trabajo analiza las relaciones entre China y Japón en particular, la política de China hacia las islas Senkaku/Diaoyu desde final de la Segunda Guerra Mundial. Responde cómo la identidad nacional ha sido un tema relevante en las relaciones bilaterales entre China y Japón. Los resultados de esta investigación muestran que los Estados son actores sociales y que la política exterior no puede reducirse únicamente a la búsqueda de intereses materiales. Al hacer hincapié en el concepto de identidad, esta tesis contribuye a la perspectiva constructivista en las relaciones internacionales así como a la producción académica existente sobre las disputas territoriales y las relaciones entre China y Japón. This work provides an analysis of the relationship between China and Japan, and in particular, China's policy towards Senkaku/Diaoyu islands since the end of World War II and explaining how national identity has been an important issue in bilateral relations between these countries. The conclusions of this research show that States are social actors and that foreign policy cannot be reduced solely to the pursuit of material interests. By emphasizing the concept of identity, this thesis contributes to the constructivist approach in international relations and to the existing discussion around the territorial disputes and bilateral relations between China and Japan. RELACIONES SINO-JAPONESAS Y SU INFLUENCIA EN EL CONFLICTO POR LAS ISLAS SENKAKU/DIAOYU SAMARYT VILLARREAL PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y RELACIONES INTERNACIONALES MAESTRÍA EN RELACIONES INTERNACIONALES BOGOTÁ D.C 2015 RELACIONES SINO-JAPONESAS Y SU INFLUENCIA EN EL CONFLICTO POR LAS ISLAS SENKAKU/DIAOYU SAMARYT VILLARREAL. TRABAJO PRESENTADO PARA OBTENER EL TITULO DE MAESTRIA EN RELACIONES INTERNACIONALES. ASESOR DE TESIS: BENJAMIN HERRERA CHAVES PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y RELACIONES INTERNACIONALES MAESTRÍA EN RELACIONES INTERNACIONALES BOGOTÁ D.C 2015 TABLA DE CONTENIDO 1 INTRODUCCION .............................................................................................. 6 1.1 ANTECEDENTES ....................................................................................... 6 1.2 OBJETIVOS ................................................................................................ 9 1.2.1 OBJETIVO GENERAL ......................................................................... 9 1.2.2 OBJETIVOS ESPECÍFICOS ................................................................ 9 1.3 METODOLOGÍA ......................................................................................... 9 1.4 HIPOTESIS ............................................................................................... 10 1.5 MARCO TEORICO ................................................................................... 10 1.6 MARCO CONCEPTUAL ........................................................................... 13 1.6.1 IDENTIDAD ........................................................................................ 13 1.6.2 CONFLICTO ...................................................................................... 15 1.6.3 DERECHO DEL MAR ........................................................................ 16 1.6.4 SOBERANÍA ...................................................................................... 16 1.6.5 GEOPOLÍTICA ................................................................................... 17 1.6.6 INTERDEPENDENCIA ECONÓMICA................................................ 17 1.6.7 EQUILIBRIO DE PODER ................................................................... 18 1.7 2 CONCLUSIÓN .......................................................................................... 18 ANTECEDENTES HISTORICOS ................................................................... 19 2.1 LAS GUERRAS DEL OPIO: 1839-1860: EL PRIMER GOLPE A LA AUTOCONFIANZA DE CHINA..................................................................................... 20 2.2 LAS GUERRAS ENTRE CHINA Y JAPÓN: 1894-1945: LA HORA MÁS OSCURA EN LA HISTORIA DE LAS RELACIONES SINO-JAPONESAS. ........ 21 2.3 3 DISPUTA POR LAS ISLAS SENKAKU/DIAOYU. ..................................... 24 SITUACIÓN LEGAL DEL CONFLICTO .......................................................... 32 3.1 POSICIÓN OFICIAL DE JAPÓN. ............................................................. 32 3.2 POSICIÓN OFICIAL DE CHINA. .............................................................. 33 3.3 POSICIÓN OFICIAL DE ESTADOS UNIDOS. ......................................... 35 4 FACTORES POLÍTICOS INVOLUCRADOS EN LA DISPUTA POR LAS ISLAS SENKAKU/DIAOYU. ................................................................................... 40 4.1 MIRADA DESDE JAPÓN – EE.UU. .......................................................... 42 4.2 LA REDEFINICIÓN DE LA ALIANZA MILITAR ENTRE ESTADOS UNIDOS Y JAPÓN. ........................................................................................... 45 3 4.3 ASEAN...................................................................................................... 47 4.4 PRESERVAR RELACIONES COMERCIALES ......................................... 48 4.5 ¿QUÉ POSIBILIDADES HAY DE UN CONFLICTO MILITAR? ................ 50 5 FACTORES ECONÓMICOS INVOLUCRADOS EN LA DISPUTA POR LAS ISLAS SENKAKU/DIAOYU. ................................................................................... 50 5.1 6 EL VALOR DE LAS ISLAS SENKAKU/DIAOYU. ...................................... 50 5.1.1 VALOR ECONÓMICO........................................................................ 51 5.1.2 VALOR ESTRATÉGICO .................................................................... 52 CONCLUSIONES ......................................................................................... 555 6.1 RECONCILIACIÓN ................................................................................... 56 BIBLIOGRAFÍA ...................................................................................................... 59 4 AGRADECIMIENTOS Quiero agradecer sinceramente a aquellas personas que compartieron sus conocimientos conmigo para hacer posible la conclusión de esta tesis. Primero que todo quiero dedicarle este avance en mi vida profesional a Dios Todopoderoso por darme las virtudes y la fortaleza necesaria para salir siempre adelante pese a las dificultades, por colocarme en el mejor camino, iluminando cada paso de mi vida. Por darnos vida y salud a todos los seres que amo. Por eso te pido que me bendigas como profesional. A mi Papá: Jesús Alberto, aunque estés en el cielo sé que siempre me acompañas y que estás feliz porque tu niña cumplió una meta más, eres mi angelito, te extraño y siempre te amaré. A mi Mamá: María Auxiliadora por ser mi fortaleza y por darme todo ese amor y cariño desde la distancia, te amo. Son ustedes quienes verdaderamente son los dueños de este título, sin su apoyo no lo habría logrado, mil gracias por ser para mí un ejemplo de trabajo, esfuerzo y dedicación. A mi esposo: Juan, te agradezco fielmente por todas las atenciones, detalles y palabras de aliento cuando más las necesitaba, gracias por acompañarme y ser mi apoyo en todo momento, por ayudarme, porque tú también eres parte de este logro. Eres mi presente y mi futuro. Gracias mi amor, Te amo. A mi Asesor de Tesis: Benjamín Herrera, gracias por ser mí mentor, mí guía, por brindarme de una forma formidable todos sus conocimientos, por siempre estar dispuesto a ayudarme y sobre todo por tener paciencia en todo momento. Gracias infinitas mi mayor admiración a usted, le estaré eternamente agradecida. 5 INTRODUCCION 1.1 ANTECEDENTES Imagen 1. Mapa de la región en disputa. Adaptada de: The Atlantic Council of Canada, OTAN. (http://natocouncil.ca/the-senkaku-islands-tension-remains-high-between-japan-and-china/) 6 China se halla en una época de constante expansión económica, política y militar. Territorialmente, China está expandiéndose en dos frentes: hacia la denominada "primera cadena de islas" en el Pacífico occidental, y hacia el Mar del Sur de China, región abundante en recursos petrolíferos y pesqueros y una de las más importantes rutas obligadas del transporte marítimo mundial. China y Japón, que son la segunda y tercera economías más grandes del planeta, se han visto inmersos en relaciones diplomáticas cada vez más tensas. Japón, una potencia pacífica desde el fin de la segunda guerra mundial, se ha visto involucrada en un ambiente creciente hostil, propiciado por las tácticas expansionistas de China, que busca afianzar su hegemonía regional, para afianzar su influencia global. La renuencia japonesa de reconocer las atrocidades cometidas en territorio chino durante la segunda guerra mundial, sumado a tensiones territoriales recientes han exacerbado los ánimos nacionalistas en ambos países. Adicionalmente, Japón, con una vasta industria de alta tecnología, se ha visto afectado por las restricciones que China ha impuesto sobre la exportación de “tierras raras”, un grupo de elementos químicos fundamentales para la fabricación de componentes electrónicos, hecho que Japón ha calificado de embargo económico. Para completar el escenario, Japón, que ha sido la potencia de la región durante varias décadas, ha sido relegado ante el crecimiento de China. La disputa Islas Diaoyu/Senkaku, abordada por el presente trabajo, se refiere a una disputa marítima y territorial sobre un grupo de islas deshabitadas conocidas como las Islas Senkaku en Japón y Diaoyu en la República Popular de China. Aparte de un período de 1945 a 1972 durante la administración de los Estados Unidos como parte de las islas Ryukyu, el archipiélago ha sido controlado por Japón desde 1895. La República Popular de China, comenzó a cuestionar la soberanía japonesa sobre las islas en la segunda mitad del 1970, cuando se 7 hicieron públicas pruebas relativas a la existencia de reservas de petróleo. Adicionalmente, el territorio está cerca de importantes rutas de navegación y ricas zonas de pesca. Japón argumenta que registró las islas en el siglo 19 y sobre la base que eran terra nullius (tierras de nadie); Posteriormente, China reconoció la soberanía japonesa sobre las islas hasta la década de 1970. La República Popular China sostiene que las pruebas documentales previas a la primera guerra sino-japonesa indican la posesión de las islas por parte de China y que el territorio, tomado irregularmente por Japón, debe ser devuelto así como el resto de las conquistas territoriales del Imperio de Japón fueron devueltas en 1945. Aunque Estados Unidos no tiene una posición oficial sobre los méritos de las reclamaciones de soberanía de las partes, las islas están incluidas en el Tratado de Cooperación Mutua y Seguridad entre Estados Unidos y Japón, firmado entre ambos países tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, que implicaría que una defensa de las islas del Japón requeriría la participación militar de Estados Unidos. En septiembre de 2012, el gobierno japonés compró tres de las islas en disputa de un propietario privado, lo que provocó protestas a gran escala en China. A principios de febrero de 2013, la situación ha sido considerada como la más grave en la historia reciente de las relaciones entre China y Japón, en términos del riesgo de conflicto militar que conlleva. El 23 de noviembre de 2013, la República Popular China estableció una zona de identificación aérea que incluye las islas Senkaku, y anunció que toda aeronave que penetre en la zona estaría obligada a presentar un plan de vuelo previo y a identificarse ante las autoridades chinas. 8 1.2 OBJETIVOS 1.2.1 OBJETIVO GENERAL Explicar cómo la identidad nacional, de la mano con los antecedentes históricos de China y Japón, determinan la naturaleza de su conflicto sobre las islas Senkaku/Diaoyu, y con qué alternativas cuentan estos países para resolver sus conflictos. 1.2.2 OBJETIVOS ESPECÍFICOS • Identificar las condiciones en que China y Japón pueden desarrollar una voluntad política para solucionar los conflictos marítimos del sudeste asiático. • Explorar cómo China y Japón se mueven entre la confrontación y la cooperación y la forma en que sus tensiones territoriales influyen en las demás facetas de su mutua interacción. 1.3 METODOLOGÍA En el desarrollo de este trabajo se partirá de la revisión bibliográfica y de los datos empíricos para luego ser descritos, analizados y contrastados con los supuestos hipotéticos del trabajo. Se analiza esta información relativa a los aspectos geoestratégicos a través de la teoría política internacional realista. Con el fin de indagar, observar, procesar y exponer datos reales, en otras palabras, se aplica el método empírico-analítico con el objeto de alcanzar conclusiones que nos aproximen al significado del fenómeno de estudio. Para ello se utilizarán fichas de lectura, resumen, referencias y documentos de protocolo. Para el desarrollo del estudio del caso planteado se realizará una revisión sobre distintos estudios, publicaciones e investigaciones previas que constituyen fuentes de información de gran importancia para la búsqueda de antecedentes, la contextualización del caso 9 y la restructuración del marco conceptual, permitiendo así la interpretación de los resultados y legitimación de los argumentos. 1.4 HIPOTESIS La actual disputa entre China y Japón obedece a una dinámica histórica que ha configurado la identidad nacional de ambos países, que a pesar de estar estrechamente vinculados histórica, cultural y económicamente, se han convertido en rivales regionales, y ha convertido la disputa sobre las islas Senkaku/Diaoyu en un punto de fricción en la que confluyen no sólo una necesidad china de reivindicación histórica, así como un entramado de intereses económicos y geopolíticos. 1.5 MARCO TEORICO El presente trabajo se basa en el debate sobre el concepto de identidad y su importancia para el estudio de las relaciones internacionales y la política exterior. Igualmente, se explicará cómo diferentes teorías de las relaciones internacionales se utilizan en el análisis de las relaciones entre China y Japón y su disputa por las islas Senkaku/Diaoyu. Finalmente, se abordarán otros conceptos que, a pesar de ser de menor peso teórico, resultan de gran importancia para este estudio. El enfoque Neorrealista ofrece una perspectiva de las relaciones internacionales que hace hincapié en el impacto que la estructura del sistema internacional tiene sobre los intereses y el comportamiento de los Estados (Waltz, 1979). Los realistas argumentan que en el anárquico sistema internacional y carente de autoridad central los Estados deben garantizar su supervivencia lo cual los hace sensibles a la distribución global del poder. La naturaleza del sistema internacional conduce a cada Estado a desconfiar y temer a los otros, siempre buscando maximizar su propio poder a expensas de otros Estados. La política exterior es un juego de suma cero donde el conflicto es un elemento central y donde la 10 cooperación es un reto debido la permanente preocupación de conceder demasiados beneficios a las otras partes, a expensas del poder relativo del propio Estado. En oposición al Realismo, el enfoque Liberal proporciona una visión más optimista de la política internacional y argumenta que son posibles las relaciones pacíficas entre los Estados. Aunque comparte muchas de las preocupaciones de los realistas, los liberales, sin embargo, sostienen que incluso en las condiciones de anarquía los Estados prefieren buscar la cooperación económica en lugar de la competencia. El comercio internacional mitiga el conflicto interestatal, de la misma forma en que la interdependencia económica desalienta a los Estados a hacer la guerra unos contra otros. En segundo lugar, las instituciones internacionales pueden influir en el comportamiento de los Estados y promover la cooperación mediante la reducción de los costos transaccionales (Burchill 2005: 56). La mejora de las condiciones económicas de China terminará por alentar a aquellas fuerzas al interior del gobierno que propenden por integrar al país al sistema internacional, así como promover relaciones pacíficas con los países vecinos. El problema de la identidad ha sido reducido dentro del neorrealismo y el neoliberalismo a una variable dependiente que carece de valor analítico a la hora de analizar el comportamiento de un Estado, y la tendencia racionalista de estos enfoques le cierra la puerta a una comprensión más rica de la política internacional (Hall, 1999: 27). Como consecuencia de ello, numerosas cuestiones sociales y económicas distintas del conflicto interestatal o la cooperación económica son simplemente ignoradas en los estudios de las Relaciones Internacionales. Mientras que el neorrealismo y neoliberalismo se centran principalmente en las fuerzas materiales, tales como el poder militar o el comercio, el enfoque constructivista hace énfasis en el impacto de las ideas en la política internacional, 11 particularmente en cómo los actores, a través de sus acciones, le dan forma al mundo en que viven (Onuf 1989, Wendt 1999). Existen tres enunciados clave del constructivismo que lo hacen una alternativa teórica válida: en primer lugar, la política mundial es guiada por ideas intersubjetivas; en segundo lugar, los intereses e identidades estatales no son constantes sino susceptibles al cambio; y, por último, las estructuras y los agentes se constituyen y determinan mutuamente (Copeland 2000). El constructivismo de la década de 1990 ganó prominencia principalmente a través de la crítica a las relaciones internacionales ortodoxas, de la mano con las nociones realistas de interés y seguridad. El ejemplo más conocido de dichas críticas lo brinda Alexander Wendt, quien afirma que la anarquía es lo que los Estados hacen de ella (Wendt, 1992). Los constructivistas adelantaron un programa de investigación original que dio lugar a avances significativos en la compresión de la naturaleza y el significado de la anarquía, las identidades y los intereses de los Estados, así como la naturaleza del cambio en la política mundial (Hopf, 1998). Estudiosos constructivistas acogieron variables culturales anteriormente marginadas en la disciplina, tales como ideas, comunidades epistémicas, cultura estratégica, y estructuras normativas (Klotz y Lynch 2007). Por otro lado, los constructivistas señalan que existen procesos de aprendizaje social entre los distintos Estados que pueden desembocar en un entendimiento compartido de la realidad, un hecho que podría fomentar y propiciar la creación de identidades compartidas que aminoren los problemas de seguridad. De este modo, los intereses de los Estados están sujetos a normas y reglas que son eminentemente cognitivas. Y a partir de estos procesos cognitivos aparece el contexto idóneo para el establecimiento de instituciones cooperativas. Así, las instituciones no surgen de la anarquía, sino de la interacción entre los Estados. En definitiva, el sistema se caracteriza por ser cooperativo y conflictivo, al mismo tiempo que cambiante (López i Vidal 2010a:35). 12 1.6 MARCO CONCEPTUAL 1.6.1 IDENTIDAD Si el giro constructivista en las Relaciones Internacionales dio lugar a una nueva agenda de investigación, entonces la identidad es, sin duda, su expresión más exitosa. Si bien éste concepto fue desarrollado originalmente en la psicología y la sociología, fue recogido por los estudiosos de las relaciones internacionales que buscaban alternativas al vocabulario racionalista-realista (Berenskoetter, 2010). Mientras que muchos de los fenómenos que ahora se asocian con la identidad fueron discutidos por la primera generación de estudiosos de las relaciones internacionales, como Carr, Deutsch, y Morgenthau, la identidad se desvaneció en la oscuridad durante la Guerra Fría y fue marginada de la disciplina entonces dominada por las teorías de Waltz sobre la Política Internacional. Sin embargo, las explicaciones de corte constructivista de la política internacional recuperaron su valor tras el fin de la Guerra Fría, y en particular tras la aparición de nuevos conflictos, como el de Yugoslavia, que dejó en claro que la acción del Estado no siempre podía reducirse a la acción racional o la maximización del poder. La perspectiva de la identidad se aplicó para dar cuenta de la intervención de Suecia en la Guerra de los Treinta Años (Ringmar, 1996), la reacción de Estados Unidos en la crisis de los mísiles cubanos (Weldes, 1996), o la elección de Japón para enviar tropas a Irak tras la invasión estadounidense en 2003 (Catalinac, 2007). Vista así, la identidad resulta particularmente prometedora para comprender la naturaleza de las relaciones entre China y Japón y su disputa sobre la islas Senkaku/Diaoyu. El odio, los ataques mutuos, la sed de retribución y las mutuas percepciones negativas a menudo se invocan para explicar el actual nivel de desconfianza y hostilidad entre China y Japón. Sin embargo, ya que estas variables no se han teorizado suficientemente en la disciplina de Relaciones Internacionales, terminan por mencionarse sólo tangencialmente y de forma 13 anecdótica a la hora de analizar las relaciones entre China y Japón. El constructivismo con su énfasis en la constitución mutua de los agentes, puede dar cuenta de la compleja relación entre la identidad nacional profundamente arraigada en la memoria histórica, la definición de los intereses del Estado y la acción del Estado. Por otra parte, a través del concepto de identidad podemos superar las dificultades que encuentran otras teorías basadas exclusivamente en la experiencia occidental para el estudio de Asia (Kang, 2003). Al hacer hincapié en este tipo de contingencias, el constructivismo en contraposición con otros enfoques racionalistas puede ilustrar el futuro de China con mayor efectividad que realismo y otros modelos liberales (Legro, 2007). Por lo tanto, la identidad parece poder dar cuenta de la forma histórica en que las representaciones y percepciones de las relaciones sino-japonesas influyen en cómo China define y ejecuta su política hacia Japón y las islas Senkaku/Diaoyu. Una vez que el concepto de identidad se hizo más prominente en el estudio de las Relaciones Internacionales, se usó por estudiosos que operaban en diferentes niveles de análisis. A pesar de un crecimiento constante del cuerpo de conocimiento alrededor de la identidad desde finales del siglo XX, no ha habido un consenso sobre la manera de entender el concepto analítico; la identidad se utiliza libremente y ha permanecido como un concepto eminentemente vago y poco estudiado. Incluso entre sus simpatizantes se lamentó la falta de una rigurosa atención analítica hacia el concepto en sí mismo (Berenskoetter 2010: 3595). La ambigüedad conceptual de la identidad invitó a que los escépticos cuestionaran su utilidad analítica (Brubaker y Cooper 2000: 1) y la falta de claridad en su construcción teórica. Por ello es importante definir ¿Qué es la identidad? ¿Es una ideología, un movimiento social o simplemente un entendimiento compartido? ¿Se puede tratar de definir la identidad como una postura analítica o se debe más bien pensar en ella como un conjunto de descripciones? Dittmer y Kim han ofrecido una 14 descripción metafórica de la identidad, como un proceso en constante transformación o como una relación en lugar de ser una mera descripción estática (Dittmer y Kim 1993). Jepperson, por su parte, la definió como uno de varios factores culturales al interior de un Estado que determinan el carácter del mismo como actor. Sin ser una característica que emana de la estructura del Estado, la identidad es la base de los intereses del Estado y sólo se manifiesta través de la interacción del actor Estatal con otros actores (Jepperson et al 1996: 56). En política exterior una identidad toma la forma de un conjunto predominante de ideas e imágenes acerca de lo qué es un Estado, cómo son otros Estados y cómo deberían ser, y sobre cómo conducir relaciones con otros Estados. En el interior del Estado, la identidad se refiere a la lengua, la etnia y la religión junto con las tradiciones y la memoria colectiva, que permiten que una nación se mantenga relativamente estable en el tiempo, y se entiende a veces como la identidad nacional. La identidad estatal puede verse como un conjunto de representaciones ampliamente aceptadas de las creencias culturales y sociales de un país sobre su propia orientación en el área de política internacional, que se manifiesta por la retórica de la política oficial, la academia y la cultura popular (Morris 2012: 137). Como una medida de la fuerza de ésta identidad, las personas acuden a la defensa de la identidad colectiva que ven como como un elemento fundamental y constitutivo de su ser, cuando sienten que dicha identidad se ve amenazada. En el ámbito internacional, un Estado actuaría de una manera que sea consistente con su identidad. 1.6.2 CONFLICTO Es la situación que se da cuando diversos actores tienen un choque de intereses, los cuales se pueden traducir en un conflicto armado dentro del ámbito de las Relaciones Internacionales. En el caso que nos atañe, se podría llegar a tal 15 desenlace si no se consigue alcanzar un consenso entre ambas partes, algo difícil dada la tensión y malestar alimentados por el creciente nacionalismo, tanto chino como japonés, que pone en peligro el entendimiento al impedir la cooperación, que sería el antónimo del conflicto dentro del campo de la teoría en las Relaciones Internacionales (Barbé 2008). 1.6.3 DERECHO DEL MAR Este se encuentra regido por la Convención de las Naciones Unidas para el Derecho del Mar (firmada en 1982). En ella se establece la legislación sobre el espacio oceánico y su empleo en todas sus dimensiones: “navegación, sobrevuelo, exploración y explotación de recursos, conservación y contaminación, pesca y tráfico marítimo” (Treves, 2008). Según la Ley del Derecho del Mar, se establece una legislación particular para los Estados archipelágicos como es el caso de Japón. En estos, la Zona Económica Exclusiva es de 100 millas náuticas en vez de las 200 tradicionales, si tenemos en cuenta que la línea de base (tal y como se recoge en el art. 47 de la Convención), se mide de distinta manera para los Estados archipelágicos, esto trae más controversia al conflicto a analizar. 1.6.4 SOBERANÍA Ambos países pugnan por la soberanía de las islas que les concedería un control absoluto sobre dicho territorio y, por añadidura, de las Zonas Económicas Exclusivas que son: “Una franja marítima de 200 millas marinas sobre la cual los Estados tienen derechos especiales de explotación y de uso de recursos marítimos, eso es, gas, petróleo y pesca” (López i Vidal, 2012). A esto último se debe sumar que la Ley del Mar Territorial (1992) elaborada por el gobierno chino, legitima el uso de la fuerza a la hora de reivindicar sus reclamaciones territoriales, fue pensada para las islas Senkaku/Diaoyu (López i Vidal 2010a), dada su rivalidad histórica con Japón. 16 1.6.5 GEOPOLÍTICA Según la definición del estadounidense Alfred Mahan: “la Geopolítica es la relación que existe entre el poder y su distribución dentro de una determinada área de influencia” (Mahan, 1918). Otra alternativa sería ver la Geopolítica como una expresión de las relaciones conflictivas entre grandes potencias y las que aspiran a serlo a través del control del territorio, los recursos y las posiciones geográficas importantes tales como puertos, canales, sistemas fluviales, y otras fuentes de riqueza e influencia (Pastor 2005:19). En definitiva, si asumimos que la Geopolítica abarca todo lo relacionado con la rivalidad entre Estados por el control fáctico o influencia sobre determinadas áreas y espacios, la zona en disputa posee un enorme valor geopolítico, puesto que está en juego controlar los enormes yacimientos de gas y petróleo que hay en sus inmediaciones. Además, las islas se encuentran en una zona de vital importancia para el comercio mundial. Todo ello hace que el conflicto también tome un matiz geoestratégico (Valencia, 2010:79), puesto a que puede afectar la seguridad de Japón, ya sea damnificándola o fortaleciéndola dependiendo de si dichos enclaves acaban en manos chinas o no. 1.6.6 INTERDEPENDENCIA ECONÓMICA Japón y China, están fuertemente interrelacionados en el ámbito económico (Xing 2008:2). El comercio entre ambas naciones se ha triplicado en los últimos diez años, llegando a 340 mil millones de dólares en 2012. China, que le ofrece a Japón una capacidad manufacturera extensa, también cuenta con un vasto mercado para las exportaciones japonesas. China se beneficia de la inversión japonesa y de los puestos de trabajo que genera la incursión de intereses industriales japoneses. Es tal la fuerza de estos vínculos económicos, que según el FMI, cada punto porcentual en que aumentan las exportaciones chinas al resto del mundo, las importaciones de bienes japoneses por parte de China aumentan en un 1.2% (McCurry, 2014). 17 1.6.7 EQUILIBRIO DE PODER La teoría del equilibrio de poder es la idea de que la seguridad nacional es mayor cuando las capacidades militares están distribuidas de modo que ningún Estado es lo suficientemente fuerte para dominar a todos los demás. Si un Estado se hace comparativamente más fuerte a otros, la teoría predice que va a aprovechar su fuerza y atacará a sus vecinos más débiles proporcionando así un incentivo para que las partes amenazadas se unan en una coalición defensiva. No obstante, en el caso estudiado es deseable llegar al equilibrio de poder, ya que un sistema de equilibrio de poder facilitaría la estabilidad en la región, dado que la agresión se vuelve poco atractiva en un entorno en el cual el equilibrio de poder predomina entre dos coaliciones rivales. (Calduch 1987:138-139). 1.7 CONCLUSIÓN La diversidad conceptual presentada ilustra la riqueza de las teorías de las Relaciones Internacionales y allanó el camino para la introducción del concepto de Identidad así como otros conceptos de las Relaciones Internacionales, que son el foco de este trabajo. Por otra parte, los conceptos enunciados presentan el panorama de conflicto del que las islas Senkaku/Diaoyu hacen parte central y son el objeto de conflicto por su soberanía, dadas las ventajas geopolíticas que concederían tanto a unos como a otros a partir de la creación de Zonas Económicas Exclusivas legitimadas por el Derecho del Mar. No obstante, la interdependencia económica podría llevar a ambos Estados a cooperar por medio de un compromiso, para intentar solventar el conflicto a través de una política de convenio pacifico sustentada en el diálogo y el consenso mutuo. 18 2 ANTECEDENTES HISTORICOS Desde el fin de la Guerra Fría, la era moderna de la historia China ha estado presente en la agenda cotidiana del país, sobre todo en el ámbito de la educación y en la cultura popular (Callahan 2004, 2009, Wang 2012). La narrativa histórica gira en torno a cómo China superó una era de humillación y derrota, restaurando su dignidad y poder ancestrales (Kaufman 2010). El Siglo de la Humillación se refiere a los 100 años posteriores a la Primera Guerra del Opio en 1839, cuando China perdió su posición de poder predominante en Asia hasta su establecimiento como la República Popular de China (RPC) en 1949. Los eventos clave durante este largo período fueron las dos guerras del opio cuando China fue derrotada y obligada a otorgar concesiones a las potencias imperialistas occidentales y dos guerras sino-japonesas cuando partes de China fueron invadidas y sometidas a una brutal ocupación. El Siglo de la Humillación sirve como una piedra de toque histórico para las aspiraciones de China y sigue afectando hoy las relaciones exteriores de este país (Kaufmann, 2010: 26). El objetivo de este capítulo es revisar los acontecimientos históricos más importantes de los siglos XIX y XX que han motivado al desarrollo de las relaciones exteriores de China con Japón. Estos eventos son importantes porque configuraron la identidad china y su posición en el sistema internacional del siglo XIX y permiten entender las relaciones sino-japonesas contemporáneas, así como la posición de China frente a la disputa sobre las islas Senkaku/Diaoyu. En este capítulo se procede, en primer lugar, a examinar las dos Guerras del Opio y las dos Guerras Sino-Japonesas, haciendo énfasis en los eventos y los hechos más importantes; posteriormente, se analizará su impacto psicológico en la conciencia de China. 19 2.1 LAS GUERRAS DEL OPIO: 1839-1860: EL PRIMER GOLPE A LA AUTOCONFIANZA DE CHINA. El término “Guerras del Opio” se refiere a las guerras de 1839-1842 y 1856-1860, que fueron consecuencia de una disputa comercial y diplomática entre China y el Reino Unido. La Primera Guerra del Opio fue un desastre para China. Las fuerzas británicas derrotaron al ejército imperial chino en una serie de batallas terrestres y navales y dio lugar a una serie de concesiones a Gran Bretaña, también conocidas como “los tratados desiguales", tales como la reanudación del comercio de opio, la apertura de nuevos tratados sobre puertos y la cesión de la isla de Hong Kong (Lowell, 2011). La Segunda Guerra del Opio en 1856-1860 se estableció cuando la dinastía Qing rechazó las demandas de las potencias imperialistas occidentales. En 1857 las fuerzas anglo-francesas tomaron Guangzhou y después de una batalla naval decisiva, los británicos capturaron ciudades estratégicas de la costa incluyendo Shanghai. En 1860, Beijing fue ocupada durante un mes y los ejércitos occidentales destruyeron el palacio de Yuanmingyuan, que era la sede del gobierno imperial chino y uno de sus más importantes repositorios culturales. Su destrucción fue sinónimo de la humillación que esa nación enfrentó tras caer ante Occidente (Ringmar, 2011). La Segunda Guerra del Opio concluyó con la Convención de Pekín, donde China se vio obligada a pagar indemnizaciones, legalizar el comercio del opio y ceder Kowloon a Gran Bretaña. En ambas guerras, China fue derrotada debido a su capacidad militar inferior. La infantería y la marina occidentales eran tecnológicamente más avanzadas y derrotaron al numéricamente superior ejército chino. Las Guerras del Opio trajeron cambios importantes que culminaron en la desaparición de la dinastía Qing y el establecimiento de la República de China. Desde hace un siglo los chinos piensan acerca de su historia en términos de antes y después de la Guerra del Opio (Harris 1959). Antes de la confrontación con 20 Occidente China era el país más poderoso e influyente de la región, estatus que perdió tras la Guerra del Opio y que redujo al país a un territorio semicolonial, dividido en esferas de influencia extranjera. Tras las Guerras del Opio y el colapso de su autoimagen, China enfrentó una crisis que la condujo a reexaminar su identidad. Los chinos experimentaron una transición gradual hacia un sistema de gobierno moderno, las relaciones sociales previamente aceptadas comenzaron a erosionarse y fueron suplantadas por nuevas ideas. China emprendió iniciativas de modernización económica y militar, asumiendo de paso una nueva identidad. El encuentro con el Occidente obligó a los chinos a aceptar nociones occidentales, como identidad, estado, soberanía, ciudadanía y nación. Por lo tanto, la búsqueda de una nueva identidad nacional fue impulsada por el deseo de hacer de China un Estado fuerte y poderoso. 2.2 LAS GUERRAS ENTRE CHINA Y JAPÓN: 1894-1945: LA HORA MÁS OSCURA EN LA HISTORIA DE LAS RELACIONES SINO-JAPONESAS. A pesar de las derrotas ante los países occidentales que impactaron definitivamente a China y sacudieron la confianza en sí misma, el mayor sometimiento y humillación fue causado por Japón (Chan y Puentes 2006: 131). Tanto China como Japón se vieron afectados inicialmente por el imperialismo occidental en el siglo XIX, en forma de Guerras del Opio para China y la llegada de buques negros del Comodoro Perry para Japón, que también tuvo que aceptar los términos de una sociedad internacional que eran muy diferentes de los suyos (Legro 2009, Suzuki 2009). Japón, con su mercado abierto a cañonazos, se vio obligado a hacer concesiones a las potencias extranjeras y se dio cuenta de su propio atraso tecnológico y la necesidad ejecutar reformas profundas en su sociedad. 21 Al comenzar el siglo XIX, Japón no tenía ningún tipo de relaciones con Occidente y su poder económico y político no estaba centralizado bajo la figura del emperador, quien era un figura decorativa en un entorno político en el que señores feudales acaparaban el control territorial de un país dividido y sin la capacidad de coordinar iniciativas nacionales con efectividad alguna. A fines de la década de 1850 y principios de 1860 parecía que Japón estaba en camino de seguir los pasos de China, dividida por esferas de influencia de las agresivas potencias occidentales. Sin embargo una serie de rápidas transformaciones en Japón produjeron un resultado muy diferente. Antes de 1868, el shogun, poderoso jefe militar que ejercía hereditariamente el mando y asistido por guerreros de la nobleza conocidos como samuráis, ostentaba el poder ejecutivo y controlaba la administración del país. Las funciones del emperador, en cambio, eran principalmente religiosas. Después de las concesiones del shogun a las naciones occidentales, el sentimiento xenófobo dio origen a una revuelta de los samuráis en 1867 y a la restauración del emperador como cabeza legítima del gobierno. El nuevo Emperador, quien dio el nombre de Meiji (Gobierno Iluminado) a su dinastía, condujo a Japón a un proceso de transformación nacional que se conoció a partir de entonces como la Restauración Meiji (Strickberger, 2014). En un corto tiempo, la Restauración Meiji logró reformar al país, lo que llevó a enormes cambios en la estructura política y social, como el poder centralizado bajo el emperador y la abolición de la clase samurái. A diferencia de China, Japón tuvo éxito modernizando su economía y su ejército, lo que permitió su surgimiento como una gran potencia en menos de cincuenta años, con el consiguiente impacto en las relaciones sino-japonesas (Kitaoka, 2011). 22 El éxito de Japón, se hizo particularmente notable durante la Primera Guerra SinoJaponesa (1894-1895). Este conflicto surgió de una disputa por la influencia en la península coreana. Tradicionalmente, Corea era parte del sistema tributario de China reducida a un estado semi-colonial. Sin embargo, el expansionismo japonés tenía por objetivo dominar Corea. Japón comenzó activamente a inmiscuirse en los asuntos de Corea durante el siglo XIX. La competencia entre China y Japón por el dominio sobre Corea culminó en la Primera Guerra Sino-Japonesa. Tras un breve período de lucha, Japón expulsó a las fuerzas chinas de Corea. La primera guerra sino-japonesa concluyó con el Tratado de Shimonoseki, el cual obligó a China a reconocer la independencia de Corea, ceder Taiwán y abrir los puertos a Japón. En nombre de China, el tratado fue firmado por Li Hongzhang, un prominente estadista del Imperio Qing; su nombre entró en la historia como símbolo de debilidad y ha sido descrito como traidor en la moderna historiografía oficial china. Después de la Primera Guerra Sino-Japonesa, Japón creó un imperio colonial y se unió a las filas de las potencias occidentales explotadoras de China forzando tratados desiguales. En 1931, los soldados japoneses conspiraron para hacer explotar un ferrocarril y utilizarlo como pretexto para una invasión de Manchuria, que se conoció como el incidente de Mukden. Sin embargo, La Segunda Guerra Sino-Japonesa de 1937-1945, se convirtió en la experiencia más traumática durante el Siglo de la Humillación y la hora más oscura de las relaciones sinojaponesas. Esta guerra, que empezó en 1937 como una escaramuza entre los ejércitos fronterizos de ambos países, se convirtió en una guerra a gran escala que terminó sólo después de la capitulación de Japón en 1945. Las atrocidades cometidas por el ejército imperial japonés en China dejaron un legado profundo de humillación y resentimiento. Las tropas japonesas fueron responsables de asesinatos en masa, de experimentación humana, de guerra biológica y química, así como de utilizar a las mujeres para esclavitud sexual (Kitaoka, 2011). 23 Durante la ocupación de Nankíng (entonces capital de la República de China), el ejército japonés cometió numerosas atrocidades, como la violación, el saqueo, el incendio y la ejecución de prisioneros de guerra y civiles. Aunque las ejecuciones comenzaron con el pretexto de eliminar los soldados chinos disfrazados de civiles, se afirma que un gran número de hombres inocentes fueron intencionalmente identificados como combatientes enemigos y ejecutados. Un gran número de mujeres y niños también fueron violados y asesinados. La masacre que fue perpetrada por el ejército japonés llevo a la muerte a más de 250.000 civiles tras la captura de Nanking en Septiembre de 1937 (Rose, 1998: 15). En general, la guerra dejó profundas secuelas físicas y psicológicas en China, el país sufrió una gran devastación y, posiblemente, alrededor de 20 millones de víctimas, que lo hace uno de los conflictos más devastadores de la historia (Anderson, 2011). La Guerra del Opio y las Guerras Sino-Japonesas tuvieron un impacto decisivo en la evolución de la China moderna y su identidad. La derrota en la Guerra del Opio inició procesos transformadores monumentales que finalmente condujeron a la abolición del imperio chino y al establecimiento de la República de China. China abrazó las nociones occidentales de Nación y Estado y comenzó su transformación a un sistema de gobierno moderno. La importancia de las Guerras Sino-Japonesas definió fundamentalmente las relaciones de China con Japón. Como resultado de las atrocidades cometidas en China, Japón se convirtió en el motivo por el cual China comenzó a definir su identidad y conducta modernas. Incluso después de casi 70 años, perdura una intensa sensación de amargura del pueblo chino hacia Japón. 2.3 DISPUTA POR LAS ISLAS SENKAKU/DIAOYU. La disputa sobre las islas empezó en 1971 después de que Estados Unidos y Japón emitieran una Declaración Conjunta, estableciendo el Acuerdo de Reversión de Okinawa, que incluía a las islas Senkaku/Diaoyu como parte del 24 territorio de Okinawa a ser devuelto al dominio japonés. La Declaración Conjunta desató una protesta por miles de estudiantes chinos (taiwaneses) en los Estados Unidos durante varios meses, sus principales preocupaciones fueron expresadas en una carta abierta al Presidente de Estados Unidos y al Congreso (The New York Times, 1971:E7). Simultáneamente, la Declaración Conjunta Estados Unidos - Japón planteó desafíos para los chinos y las autoridades de Taiwán. En julio de 1970, el gobierno japonés en base a la Declaración Conjunta entre Estados Unidos y Japón, notificó a Taiwán, que la explotación de petróleo frente a las islas Diaoyu/Senkaku no era válida. Dos meses más tarde, Taiwán colocó la bandera de la República de China en las islas. En diciembre de 1970, la República Popular de China intervinó en el conflicto y declaró formalmente que las islas Diaoyu y Taiwán eran parte de su territorio y que no sería tolerada la explotación de la zona por países extranjeros (Tao Cheng, 1948: 248-60). A pesar de la controversia, en abril de 1971, el Departamento de Estado de Estados Unidos emitió un comunicado en el que el Presidente Nixon y el Primer Ministro japonés Sato Eisaku, habían llegado a un acuerdo por el cual Estados Unidos accedería a devolver a Japón las islas de Okinawa y Ryukyu, situadas desde 1945 bajo administración norteamericana. En junio de 1971, se firmó el acuerdo entre Japón y los Estados Unidos de América en materia de las islas Ryukyu y las Islas Daito, con las islas Senkaku/Diaoyu. Al principio, el gobierno de Estados Unidos apoyó la demanda japonesa, sin embargo, debido a que el gobierno de EE.UU. quería mejorar las relaciones con la República Popular China, luego tomó una postura neutral sobre la disputa (Jean-Marc Blanchard, 2000: 95123). El año de 1972 se convirtió en un punto de inflexión para la disputa, pues EE.UU. terminó su tutela sobre las islas y entregó el área a la jurisdicción de Japón, que dejó de reconocer a Taiwán y optó por forjar una relación diplomática formal con la República Popular China. Por tanto, la disputa pasó de ser entre la República de 25 China y Japón a ser entre la República Popular China y Japón. Si bien no se encontró ninguna solución, se evitó con éxito que la crisis se convirtiera en un conflicto debido a una pasiva política estadounidense y al acercamiento entre China y Japón. Desde la reversión de Okinawa a la soberanía japonesa en 1972, el gobierno de Japón ha enviado sus fuerzas navales, llamadas Fuerzas de Seguridad Marítima, para expulsar los pescadores chinos de esta zona. La disputa se convirtió en otra crisis en 1978 cuando China y Japón negociaron un tratado formal (Tretiak, 1978: 1235-49). La disputa de las islas Senkaku/Diaoyu se convirtió en un tema preocupante en el contexto de las negociaciones. Un grupo de políticos del Partido Liberal Democrático (PLD) en Japón promovió el conflicto en la Dieta Nacional (asamblea) en un intento de poner fin a las negociaciones, exigieron que el tema sobre el control de las islas debía ser resuelto primero. El derechista grupo político japonés Nihon Seinensha (Federación de Jóvenes Japoneses) erigió un faro en la Isla Diaoyu en un intento de legitimar la demanda territorial de Japón sobre las islas. Este suceso fomentó fuertes protestas de las comunidades chinas de todo el mundo. Como respuesta, los chinos enviaron una flotilla de barcos de pesca para rodear las islas. Después de una semana, los barcos chinos se retiraron y se reanudaron las negociaciones. En octubre de 1978, cuando se firmó el Tratado de Paz y Amistad entre China y Japón en Pekín, Deng Xiaoping, entonces viceprimer ministro de China, declaró que ambos gobiernos habían acordado solucionar sus disputas por medios pacíficos y se abstendrían de emplear la fuerza o la amenaza. “Es cierto que las dos partes mantienen diferentes puntos de vista sobre esta cuestión… No importa si esta pregunta se dejó de lado por un tiempo, digamos, diez años. Nuestra generación no es lo suficientemente sabia como para encontrar un lenguaje común sobre esta cuestión. Nuestra 26 próxima generación será sin duda más sabia. Ellos van a encontrar una solución aceptable para todos”. (Deng Xiaoping, 1989: 171-72). La crisis resurgió en 1990 cuando el gobierno japonés decidió permitir a Nihon Seinensha (日本青年社, Federación de Jovénes Japoneses) reinstalar un faro en las islas en 1978. Los taiwaneses enviaron dos barcos de pesca llenos de atletas destinados a plantar una antorcha olímpica en las islas. Se les impidió el desembarco por los guardacostas japoneses y las Fuerzas Marítimas de Autodefensa (MSDF). Este incidente provocó manifestaciones antijaponesas en Taiwán y Hong Kong con la destrucción de banderas y productos japoneses. La República Popular China entró en la disputa indicando que las islas eran territorio chino y que los japoneses no deberían interferir. Tras la injerencia de la República Popular China, la parte japonesa pidió dejar de lado el incidente (Dows and Saunders, 1999). No obstante, la situación no mejoró sustancialmente. Las tensiones resurgieron de forma intermitente a lo largo de la década de 1990. En 1992, China afirmó su reclamación aprobando la Ley sobre el Mar y la Zona Territorial Contigua, que especifica explícitamente que las islas Diaoyu son territorio de China. El Ministerio de Asuntos Exteriores de Japón hizo una fuerte protesta: “No hay duda de que Senkaku Shoto son territorio únicamente japonés, tanto histórico como desde el punto de vista del derecho internacional, y nuestro país realmente controla estas islas con eficacia. La presente ley china es muy lamentable y exigimos su corrección” (Linus Hagstrom, 2005). En junio de 1996, Japón declaró una Zona Económica Exclusiva alrededor de las islas Senkaku/Diaoyu, y en julio, el grupo de derecha de Nihon Seinensha hizo su tercer desembarco en las islas Senkaku /Diaoyu, colocando un nuevo faro en el 27 islote del norte y solicitando que el gobierno lo reconociera. Aunque este faro fue destruido por un huracán, el grupo pronto construyó otro faro el 9 septiembre de 1996 (Schofield, 1996). Una vez más, las comunidades chinas, especialmente las de Hong Kong y Taiwán, hicieron protestas aún mayores contra los japoneses. A nivel nacional se llamó a "Defender el Movimiento Diaoyu" (Baodiao Yundong) en todo el país. Los chinos de Taiwán y Hong Kong se dirigieron a las islas para contrarrestar las acciones de los jóvenes japoneses. Un activista de Hong Kong murió cerca de las islas el 26 de septiembre, cuando trató de nadar desde los barcos de protesta a un islote. El 07 de octubre de 1996 manifestantes llegaron a la Isla Diaoyu/Uotsuri y levantaron las banderas de la República Popular China y la República de China, que fueron retiradas más tarde por los japoneses (Washington Post, 1996). Desde entonces, se han reportado varias instancias de agresión entre grupos derechistas japoneses y manifestantes chinos respecto a la soberanía de las islas. En 1997, un legislador japonés llegó a una de las islas y el gobierno de la República Popular China denunció que esto representaba un acto ilegal y una "grave violación de la soberanía del territorio de China" (Wei Su, 2005). Japón, a cambio, reiteró su "posición fundamental", en la cual declaró que el gobierno no estaba detrás de este tipo de actividades. En septiembre de 1998, los manifestantes chinos desembarcaron en la Isla Diaoyu después de enfrentarse con la Guardia Costera de Japón y el buque "Baodiao Hao" (Defensa Diaoyu) fue hundido. A partir de 1999, el gobierno chino parece haber elevado el nivel de su presencia en la zona en disputa, pasando de reclamaciones principalmente verbales a una presencia física con el envío de buques de investigación científica y de guerra a las islas. En el año 2000, un grupo de derecha japonesa construyó un santuario en la isla Diaoyu. Beijing declaró que "la isla Diaoyu y sus islotes adyacentes han sido una parte integral de los chinos", y, "exigió firmemente que Japón restringiera los 28 activistas de derecha, y evitara que incidentes similares volvieran a ocurrir" (Smith, 2004). Japón respondió con el argumento de que las islas son parte de su territorio. En junio de 2003, otro intento de desembarco por manifestantes chinos con un pequeño barco pesquero fue bloqueado por los guardacostas japoneses. En enero de 2004, dos barcos de pesca chinos en aguas cercanas a las islas en disputa Senkaku/Diaoyu fueron atacados por lanchas patrulleras japonesas de las Fuerzas Marítimas de Autodefensa (MSDF). En marzo de 2004, siete activistas de China continental desembarcaron en las islas. Cerca de 10 horas después del desembarco, los manifestantes chinos fueron sacados de las islas y detenidos por los guardacostas japoneses. Mientras que el desembarco llevó a Japón a presentar una protesta oficial ante China, Beijing expresó preocupación y críticas sobre los arrestos. El 23 de abril de 2004, un miembro de un grupo derechista japonés embistió un autobús en el Consulado chino en Osaka, en el oeste de Japón, para protestar por las alegaciones de China. Esto estimuló una fuerte protesta por parte del gobierno y el pueblo chino (China daily, 2005). El 9 de febrero de 2005, El gobierno de Japón anunció el levantamiento de un faro en la más grande de las islas Senkaku. La acción realizada por Tokio llevó al Ministerio de Relaciones Exteriores chino a llamar al movimiento de Japón como "una grave provocación y violación de la soberanía territorial de China”. Además, en julio de 2004, Japón comenzó a explotar el gas natural en la Zona Económica Exclusiva en el Mar Oriental de China como un paso para la construcción de un complejo de gas natural. China se opuso a los derechos de Japón para explorar la zona este de la línea media entre los dos países, en la que Japón ha propuesto como la línea de demarcación de su Zona Económica Exclusiva. Un grupo de chinos protestaron frente a la embajada japonesa en Pekín contra las actividades de explotación de petróleo presuntamente ilegales de Japón, en una zona en disputa del Mar Oriental de China (China Daily, 2005). 29 A mediados de enero de 2005, Japan Petroleum Exploration Co. y Teikoku Oil Co. comenzaron conversaciones con el gobierno japonés sobre planes de explotar el gas natural en el Mar de China Oriental, cerca de áreas reclamadas por Japón y China. El 13 de abril de 2005, Japón anunció su decisión de operar un proyecto para la perforación de pozos de petróleo y gas natural en las aguas del Mar Oriental de China. La acción de Japón constituye una provocación grave a los intereses de China. China ha presentado una protesta a la parte japonesa y se reserva el derecho para una reacción adicional (Qin Gang, 2005). Desde entonces, se han producido múltiples incidentes que han generado una gran inestabilidad en la zona. Estos, a medida que ha transcurrido el tiempo, han sido cada vez más tensos como lo reflejan los acontecimientos acaecidos en colisaibarco y 2012. El más notorio de ellos se dio cuando varias de las islas, que eran propiedad privada de empresarios japoneses, fueron nacionalizadas por el Gobierno de Japón para impedir que las adquiriera Shintaro Ishihara exgobernador de Tokio y reconocido ultranacionalista, acción que posiblemente habría agravado aún más la situación (López y Vidal 2006:195). Tal compra supuso un gran malestar para el régimen de Pekín, y, además, provocó una gran ola de manifestaciones populares motivadas por el creciente sentimiento antijaponés. En noviembre de 2013, China declaró unilateralmente una Zona de Identificación de Defensa Aérea (ADIZ) que incluye a las Senkaku/Diaoyu. Dicha declaración, aunque no conlleva la soberanía sobre esa zona, ha supuesto una escalada de tensión en las relaciones bilaterales, así́ como en la seguridad y estabilidad en la región. Por último, a finales de Abril del 2015, EEUU y Japón acordaron que las islas Senkaku/Diaoyu estarán incluidas en el tratado de defensa firmado por ambos 30 países, y se opondrán a cualquier acción que busque arrebatar las islas a Tokio, según un comunicado conjunto. "Los ministros reafirmaron que las islas Senkaku son territorios bajo la administración de Japón y por lo tanto están cubiertos por los compromisos bajo el Artículo 5 del Tratado de Cooperación y Seguridad Mutuos de EEUU y Japón". Los ministros de Defensa de Japón y EEUU se reunieron en Washington y anunciaron una serie de cambios en la doctrina de defensa japonesa, sumados a la reafirmación de EEUU de su compromiso hacia la defensa de Japón (Sputnik News, 2015). Estos son los primeros cambios a las reglas que rigen la cooperación en defensa entre EEUU y Japón en 18 años y deberán ser aprobadas próximamente en el Parlamento japonés. Entre los otros cambios está un rol mucho mayor de Japón en la defensa antimísiles, detección de minas e inspección de navíos, ante lo que ambos Gobiernos calificaron de una actitud china más agresiva. Otro cambio importante es que Japón podrá desplegar sus fuerzas en regiones lejanas para brindar apoyo logístico a las operaciones estadounidenses alrededor del globo. Esto contrasta con el rol actual de las fuerzas de defensa japonesas que se limitan a proteger el territorio nacional. La constitución nipona prohíbe ataques preventivos y todas las acciones ofensivas quedarán a cargo de EEUU. Japón y China no pueden acordar la delimitación de las zonas exclusivas económicas en la región de las islas Diaoyu (Senkaku). Japón insiste en la aprobación de la línea divisoria en medio de la zona de aguas mientras que China sugiere que la línea quede más cerca de la costa japonesa. Japón aduce que las islas es territorio suyo desde 1895. Pekín recalca a su vez que en los mapas japoneses de 1783 y 1785, Diaoyu es identificado como territorio chino. Después de la II Guerra Mundial las islas estaban bajo el control de EEUU que las transfirió a Japón en 1972. 31 Según Tokio, las pretensiones de China, así como de Taiwán, sobre el archipiélago, de seis kilómetros de superficie, se deben sobre todo a que en los años 1970 se descubrieron allí vastas reservas de hidrocarburos (Sputnik News, 2015). 3 SITUACIÓN LEGAL DEL CONFLICTO La disputa ganó la atención internacional en 1968 tras un informe de la ONU que indicó la existencia de recursos de petróleo y gas bajo las islas (UN report, 1968). 3.1 POSICIÓN OFICIAL DE JAPÓN. De acuerdo a la posición oficial del gobierno japonés, las islas fueron incorporadas por primera vez a Japón durante la Primera Guerra Sino-Japonesa en 1895. Después de los estudios realizados desde la década de 1880, Japón llegó a la conclusión de que las islas no habían sido habitadas y no mostraron ningún signo de control chino. Por lo tanto, Japón afirma que estas islas eran "terra nullius" (tierra de nadie). A raíz de una decisión del Gabinete el 14 de enero de 1895, Japón construyó un faro para incorporar formalmente las islas Senkaku al territorio de Japón de conformidad con el derecho internacional (Embajada de Japón comunicado de prensa, 2013). Tras la victoria de Japón en el conflicto, las islas permanecieron bajo control indiscutible de Japón hasta la década de 1940 cuando Japón firmó su derrota al final de la Segunda Guerra Mundial y EE.UU. se hizo cargo de todos los derechos administrativos de las islas. Japón sostiene que las islas eran parte del Archipiélago de Japón, por lo cual EE.UU. recibió derechos administrativos después de la guerra. Estos derechos, sin embargo fueron revertidos en junio de 1971 en virtud del Acuerdo de Reversión de Okinawa entre Japón y EE.UU (Embajada Japonesa - comunicado de prensa, 2013). 32 Desde entonces, las islas están de nuevo bajo la administración japonesa y, por lo que el gobierno japonés concluye, no existe ninguna disputa territorial que deba ser resuelta. Japón alega el hecho de que China (y Taiwán), sólo comenzaron reclamando el derecho de propiedad sobre las islas Senkaku/Diaoyu después de que se informó sobre las reservas de petróleo y gas que se encontraban en las islas en 1968 lo cual no da credibilidad a sus reclamos (Embajada de Japón – comunicado de prensa, 2013). Declaraciones diplomáticas en la reunión de la Cumbre Japón - China entre el primer ministro japonés Kakuei Tanaka y el primer ministro chino Zhou Enlai el 27 de septiembre de 1972 muestran lo que el primer ministro Tanaka preguntó, "¿Cuál es su punto de vista sobre las islas Senkaku?" el primer ministro Zhou respondió: "Esto se convirtió en un problema debido a la existencia de recursos como el petróleo y gas. Si no existieran estos recursos, ni Taiwán ni los Estados Unidos harían de esto un problema" (Lee, 2002). A pesar de ceder las islas después de la Segunda Guerra Mundial a los EE.UU., fueron devueltas en 1971 a Japón en virtud del Acuerdo de Reversión de Okinawa y se han mantenido, desde entonces, bajo la autoridad de Japón. Por lo tanto, Japón no reconoce oficialmente la existencia de una disputa territorial. 3.2 POSICIÓN OFICIAL DE CHINA. China afirma que las islas le pertenecían desde muchos siglos atrás, a pesar de estar deshabitadas (Documento técnico del gobierno de China, 2012). Para apoyar su afirmación, el gobierno proporciona evidencias con viejos mapas dibujados a mano y documentos antiguos, donde las islas fueron indicadas como parte de China. Por ejemplo, los registros sobre las islas fueron publicados en un libro durante el gobierno del emperador Ming Yong Le (1403-1424), más de 400 años antes de que Japón señalara su jurisdicción sobre las islas Diaoyu en 1884 (China Daily, 2012). Por lo tanto, de acuerdo con el gobierno chino, las islas pertenecían a China y durante la Guerra Sino-Japonesa fueron anexadas por Japón. Después 33 de perder la guerra, China tuvo que firmar el Tratado de Shimonoseki en 1895 cediendo "la isla de Formosa” (Taiwán), que podría decirse que incluía las islas Senkaku (Tratado de Shimonoseki , 1985). La posición china señala que después de la Segunda Guerra Mundial, el Tratado de Shimonoseki fue reemplazado por el tratado de San Francisco en 1951 (Tratado de Paz con Japón), en virtud del cual Japón devolvería Taiwan/Formosa y todas las islas que pertenecen a la misma (Tratado de San Francisco, 1951). De este modo, las islas debían haber sido devueltas legalmente a China. EE.UU. se hizo cargo de los derechos administrativos en 1951 y China no se manifestó en contra hasta 1970, cuando EE.UU. abandonó su papel administrativo. El gobierno chino atribuye su incapacidad para reclamar oficialmente las islas en 1945 tras la derrota de Japón como producto de compleja guerra civil china en la que el partido nacionalista chino (KMT) se trasladó a Taiwán en 1949 (Shaw, 2012). A pesar de no reclamar las islas durante las décadas de 1950 y 1960, las reclamaciones formales fueron anunciadas en 1971, cuando EE.UU. se preparaba para poner fin a su administración (Chiu, 1999). En conclusión, la descripción de las reclamaciones de Japón y China muestra que la situación legal es poco clara. Como las islas Senkaku/Diaoyu no están directamente mencionadas en los tratados posteriores a la guerra y no se define qué islas caen bajo el término "todas las islas pertenecientes a Formosa (Taiwán)” en el Tratado de Shimonoseki de 1895, es difícil juzgar si pertenecían a China o Japón. Además, la cuestión de hasta qué punto en la historia un Estado puede reclamar un territorio que le perteneció en algún momento anterior, sigue siendo discutible, con la guerra sino-japonesa que ocurrió hace más de un siglo. Mientras que Japón data su reclamo hace más de 110 años en 1895, China va aún más atrás para respaldar su posición. Como guerras, invasiones y conquistas se dieron numerosas veces en el pasado, siempre habrá lugar a reclamos 34 territoriales por parte de los Estados. Sin embargo, lo que limita el tiempo de cuán atrás se admitirán reclamaciones es problemático, e inevitablemente favorecería a un lado u otro. Por lo tanto, la situación legal es un punto muerto en el que ninguna de las partes quiere moverse de su posición inicial, con un Japón que no reconoce oficialmente la existencia de una disputa. Después de esto, se hace evidente que es poco probable que exista una solución basada en el derecho internacional. Además, las soluciones diplomáticas o acercamientos de colaboración parecen ser muy difíciles, dado que Japón niega la existencia de la disputa territorial. Dada la situación, se podría decir que el conflicto está estancado, ya que no hay solución a la vista. Sin embargo, este no es el caso, ya que el conflicto ha llegado al clímax varias veces en las últimas cuatro décadas. Describiendo la historia y reivindicaciones legales en la disputa sobre las Islas Senkaku/Diaoyu y las dificultades que vienen junto con ellas, es necesario echar un vistazo más de cerca a la política exterior de las partes con el fin de obtener una comprensión de cómo puede ser útil para explicar la naturaleza prolongada de este conflicto aparentemente estancado. 3.3 POSICIÓN OFICIAL DE ESTADOS UNIDOS. La participación de Washington en este conflicto se remonta a varias décadas y sólo hasta hace poco Estados Unidos había mantenido un bajo perfil, mostrando una clara neutralidad. La primera participación fue en 1951 durante el Tratado de Paz de San Francisco. Después del tratado de paz, la Administración de los Estados Unidos designó los límites geográficos de las islas de Okinawa (Moteki, 2010). En 1960, el Tratado de Seguridad entre Estados Unidos y Japón fue revisado, en el cual en su artículo 5 se establece que los Estados Unidos están obligados a proteger a "los territorios bajo la administración de Japón" (MOFA). 35 Posteriormente, el Tratado de Reversión de Okinawa entre los Estados Unidos y Japón el 17 de junio de 1971 incluyó una disposición para la devolución a Japón de "todas y cada una de las facultades de administración, legislación y jurisdicción" sobre las islas Ryukyu y Daito. El artículo I del Tratado de Reversión de Okinawa define el término "las islas Ryukyu y las islas Daito" como "todos los territorios con sus aguas territoriales con respecto a los cuales el derecho a ejercer cualquier facultad de administración, legislación y jurisdicción fue acordado por los Estados Unidos de América en virtud del artículo 3 del Tratado de Paz con Japón..." (Mayin, 2013) Procurando que las islas Senkaku/Diaoyu fueran incluidas en el Artículo 3, en 1971 los Estados Unidos resolvieron finalmente la cuestión de la administración japonesa sobre las islas, reconocida en el Tratado de Reversión de Okinawa, la cual tuvo que ser ratificada por el senado de los EE.UU. La posición oficial de Estados Unidos ha descansado en tres pilares: "(1) neutralidad estricta; (2) un fuerte apoyo a la solución pacífica; y (3) una disposición limitada para verse pública o activamente involucrado en las disputas o en su resolución (Don keyser, 2013). Sin embargo, Washington ha evaluado algunos de estos principios, en primer lugar porque la implicación general de Estados Unidos en la región Asia-Pacífico es ahora más abierta y visible como parte de la política de la administración Obama. En segundo lugar, los cambios sutiles se han producido en parte como una reacción de un aliado de Japón en vista de una presencia china más contundente en la zona. Finalmente, el gobierno de Estados Unidos parece haber llegado a la conclusión de que la inacción envía el mensaje equivocado a China, generando una conducta agresiva por parte de esta Nación. El 27 de octubre 2010 la Secretaria de Estado, Hillary Clinton dejó claro que las islas son parte del Tratado de Cooperación Mutua y Seguridad entre Estados Unidos y Japón firmado en 1960, afirmación confirmada en 2012 por el gobierno Obama (Mayin, 2013). En enero 2013 Clinton señaló que "aunque Estados Unidos no toma una posición definitiva sobre la soberanía de las islas, reconocen que 36 están bajo la administración de Japón y se oponen a cualquier acción unilateral que trate de debilitar la administración japonesa..." (Mayin, 2013) Adicionalmente y con el fin de buscar reducir las tensiones, el gobierno estadounidense ha reiterado que el diálogo es la mejor forma de conducir las relaciones entre China y Japón en torno al tema de las islas. China, por su parte, ha reconocido que la relación bilateral con los Estados Unidos es la más importante en la región, por lo tanto, los esfuerzos para mantener diálogos de alto nivel sobre varias cuestiones, entre ellas las discusiones territoriales entre China y sus vecinos, es de suma importancia. En cuanto a Japón, sin embargo, la respuesta de China ha sido particularmente fuerte. Pekín promulgó las directrices para la administración del mar territorial de las islas el 10 de septiembre de 2012 y posteriormente publicó una lista de coordenadas geográficas (Drifte, 2012). Pekín ha comenzado desde el otoño de 2012 a implementar actividades de vigilancia marítima y la implementación de la Ley de pesca en la cual patrullas chinas deben circular en proximidad de las islas. Aunque Estados Unidos posee grandes vínculos e intereses económicos con China, por ahora mantiene un incondicional apoyo a Japón ante este conflicto. No en vano, lo incluye dentro del Tratado de Seguridad de 1960 firmado por ambos países. Sin embargo, esta postura se puede ver mermada por el increíble ascenso chino, así́ como por una nueva lectura de las relaciones entre Japón y Estados Unidos, dadas las transformaciones de la política exterior y de seguridad japonesas. Actualmente EEUU ha demostrado con hechos y palabras su apoyo a Japón. Estados Unidos se ha declarado públicamente como un país neutral en la disputa sobre las islas Senkaku/Diaoyu, al no adoptar una posición sobre su soberanía (Long 2013), y abogando a que ambos países lleguen a un acuerdo bilateral para solventar el conflicto de una manera pacífica. No obstante, dicha “neutralidad” es incompatible con el Tratado de Seguridad que posee con Japón, 37 pues el artículo 5 obliga a EEUU a defender a Japón ante cualquier ataque exterior: "Cada Estado reconoce que un ataque armado contra una de las partes en los territorios bajo la administración de Japón podría ser peligroso para su propia paz y seguridad y declara que actuaría para cumplir con el riesgo común, de conformidad con sus disposiciones y procesos constitucionales" (MOFA). No obstante su postura de apoyo a Japón, Washington no está impedido de invitar a que Tokio no ejecute acciones que supongan una escalada en las tensiones con China. Washington desea mantener una relación estrecha y fluida con Pekín. No en vano, todavía persiste con la idea de “orientar” a China hacia la plena aceptación en el actual orden internacional. Aun tratando de mantener una posición equidistante en el conflicto, EEUU mantiene su advertencia a China de que defenderá a Japón ante un hipotético conflicto armado. De este modo, EEUU se erige como el garante de la paz en Asia oriental, por lo que justifica su presencia en la zona. Hay que destacar que a medida que pasa el tiempo crecen las dudas sobre la voluntad y capacidad de Washington de seguir manteniendo su rol de “policía del mundo” (Rachman, 2013). En este sentido, se prevé una postura china cada vez más dura frente al conflicto si Tokio no logra reconducir sus relaciones con Pekín. Sin embargo, por ahora Washington es un aliado incondicional de Japón y el máximo garante de su seguridad a corto y medio plazo, por lo que si se produce una hipotética decadencia estadounidense, aun habrá́ tiempo para que Japón se ponga al día en materia de seguridad. Aunque, como veremos, ciertamente ya lo está haciendo. 38 El Ministro de Relaciones Exteriores Kishida dejó claro que la "reinterpretación" de la Constitución de Japón anunciada en 2014 por el gabinete del Primer Ministro Shinzo Abe, le permitiría a Japón aliarse a EEUU en una guerra en contra de China (u otros). Pero Abe prefirió no presentar el tema ante la Dieta (parlamento) sino hasta el próximo año, por no tener la certeza de que se aprobara (incluso muchos de su propio partido no quieren deshacerse de la Constitución pacifista de Japón posterior a la guerra). La reinterpretación requiere de cambios legislativos que están muy lejos de ser aprobados (RT News, 2015). El secretario de Estado John Kerry reconoció este potencial desarrollo al afirmar que "Hoy presenciamos el establecimiento de la capacidad de Japón de defender no solo su propio territorio sino también el de Estados Unidos y de otros aliados si fuera necesario" (RT News, 2015). Pareciera que la aprobación por parte de EEUU es más importante que los propios procedimientos constitucionales de Japón. En noviembre de 2013, el Departamento de la Defensa de Estados Unidos reafirmó su reconocimiento de que las Islas Senkaku son territorio japonés y caen bajo el Tratado de Cooperación y Seguridad Mutua de EEUU y Japón (U.S. Department of Defense, 2013). Esto contradice totalmente la posición oficial de EEUU de que no tomaría partido en las disputas territoriales. En 2014 el Presidente Obama afirmó que él consideraba que las islas en disputa caían bajo el paraguas nuclear de Estados Unidos, pero alegó que se debía a que las islas en disputa eran gobernadas por Japón, no porque él tomara partido en el tema de la soberanía. Sin embargo, y pese a otras afirmaciones del Secretario de Estado, la postura oficial revelada por el Departamento de Defensa se ha constituido en una flagrante provocación para China. Por su parte Estados Unidos anunció la expansión de su sistema antimisiles en Japón, informando que se van a ubicar en Japón otros dos destructores de defensa balística y que seguirán adelante con la construcción del ya anunciado segundo radar de Banda X, un elemento central en la detección de armamento 39 estratégico. Estos sucesos constituyen una amenaza militar directa para China en el contexto de una posible reformulación de la doctrina de defensa estadounidense en Asia, combinada con la nueva aproximación estratégica formulada por el Pentágono en los últimos años (LaRouchePAC, 2015). 4 FACTORES POLÍTICOS INVOLUCRADOS EN LA DISPUTA POR LAS ISLAS SENKAKU/DIAOYU. La disputa entre China y Japón se ha visto reflejada en la política interna de ambos países, donde el público se ha inclinado a favor de una política exterior asertiva y tendiente a defender los intereses territoriales de sus respectivos Estados. Esta es una alternativa peligrosa para ambos países (Hughes, 2008: 266). En enero de 2012, una encuesta que el Global Times condujo en China, señalaba que un 83% de los encuestados estaba de acuerdo con una alternativa militar al disenso por las islas Diaoyu. En este contexto, si la situación interna de China se agrava, la alternativa nacionalista puede resultar irresistible y no se puede minimizar su alcance. En China la ciudadanía está fuertemente a favor de optar por una solución rápida y drástica al conflicto, que refleje con asertividad el nuevo poder de China, lo que para el gobierno se ha convertido en una una tentación permanente, no sólo para resolver el conflicto con Japón sino para distraer la atención pública de otros problemas acuciantes al interior de la sociedad china, como la creciente desigualdad, la falta de oportunidades para enormes sectores de la población, los escándalos de corrupción y el ambiente generalizado de represión. (Ríos 2013, 149-155). Los dirigentes chinos están interesados en promover un nacionalismo que garantice la estabilidad política del Partido, que facilite la integridad territorial, y que sea lo suficientemente moderado para evitar tensiones a nivel regional y con Occidente. En el mismo seno del Partido se espera que esta estrategia logre darle un nuevo aire a de legitimidad a su discurso 40 frente a las nuevas circunstancias y sin mayores quiebras ni rupturas (Rios 2013, 162). Adicionalmente, en la disputa entran en juego factores históricos y hegemónicos. En la disputa entre China y Japón por las islas Senkaku no se puede hablar solamente de unas rocas, pues el conflicto tiene sus raíces históricas en las repetidas agresiones Japonesas que China sufrió entre 1895 y 1945. Adicionalmente, en la disputa se está jugando la futura configuración del poder en la región Asia - Pacífico, con dos países compitiendo por el liderazgo. Las tensiones de China con Japón también han revivido el nacionalismo en Taiwán y alrededor de estas reivindicaciones se observa una tímida oposición independentista al Kuomintang (KMT), nucleada alrededor del llamado "Movimiento en Defensa de las Diaoyu". Igualmente, la última escalada del conflicto derivada de la compra por parte de Japón de las islas, ha generado expresiones de acercamiento entre ciudadanos de Taiwán y de China, que se han manifestado con sus respectivas banderas en diferentes ciudades de Estados Unidos, Asia y Europa en torno a reivindicaciones de un carácter nacionalista capaz de superar las viejas diferencias políticas. Los medios de comunicación demócratas en Hong Kong se sumaron a las reivindicaciones de los medios oficialistas que demandaban medidas enérgicas. El tema se ha convertido en un asunto de política interna. Por parte de Japón, se utiliza para favorecer determinadas dinámicas electorales, y en China, para opacar otras tensiones (Ríos 2013, 142). Por otra parte, China cree que la administración Obama está trabajando estrechamente con las naciones del Sudeste Asiático para hacerle frente y ve la intervención de ese país en el mar de China Meridional como parte de un plan más amplio para reafirmar su presencia en el Sudeste Asiático, que incluye la expansión de los acuerdos comerciales y de seguridad con los países de la 41 ASEAN y el establecimiento de una amplia presencia militar en la región. China ha interpretado estas acciones como medidas para contener sus aspiraciones, y en respuesta ha acelerado el fortalecimiento de su aparato militar y asumiendo una posición más agresiva frente a sus vecinos, conformando así un escenario regional de rivalidad y tensión (Valencia 2010: 79-82). El profesor de la Universidad Renmin de China, Shi Yinhong, advierte la estrategia de Japón de acercarse a los países del sudeste asiático y conquistarlos como aliados en contra de China, considerado su adversario regional, y de paso frenar su expansión económica. “Ahora es completamente obvio que Japón está utilizando la disputa de soberanía para obstruir el dinamismo del proceso de desarrollo de China". Asimismo, subraya que las relaciones de China con EE.UU. no serán buenas hasta que las de China y Japón sigan en crisis (Russia Times, 2014). Si bien las naciones del sudeste asiático no quieren verse forzadas a elegir entre China y Estados Unidos, en la práctica se impone esta realidad. “En efecto, la creciente competición militar entre Estados Unidos y China es un fenómeno concomitante con una lucha política por ganarse los “corazones y las mentes” de los asiáticos”. En esta competencia político militar entre las dos potencias, China ha logrado dividir a los países de la zona y ganar el apoyo de miembros de la ASEAN como Camboya, Laos y Myanmar, mientras Vietnam se inclina hacia los Estados Unidos (Valencia, 2010). 4.1 MIRADA DESDE JAPÓN – EE.UU. Respecto a la estrategia y las jugadas políticas que alistan las dos potencias, Richard Bush (director del Centro para el Estudio de las Políticas del Noreste de Asia en el Instituto Brookings) señala que Japón, a pesar de los fuertes discursos y de su intención de no comprometer su soberanía, no quiere que crezcan las 42 tensiones pese a no tener la seguridad de que China coopere en el desescalamiento del conflicto, considerando sus recientes actividades alrededor de las islas (McDevitt, 2014 100-110). Para algunos especialistas, la República Popular China persigue una estrategia denominada “anti-acceso”, a través de la cual buscaría extender su soberanía no sólo a través de la presencia territorial, sino desplegando sistemas de armamento capaces de disuadir a terceros de aproximarse a las islas o a sus inmediaciones. Según dichos especialistas, este es el motivo por el que China continental reclama gran parte del espacio marino en el Mar de China Oriental, en el Mar de China Meridional y en el Mar Amarillo. Sus intenciones son llevar a cabo la vigilancia en dichos mares bloqueando, a su vez, cualquier actividad por parte de otros Estados. El Gobierno Japonés busca acercarse a sus vecinos del Sudeste Asiático y fortalecer la alianza defensiva con los Estados Unidos. De hecho, el primer viaje oficial del premier japonés, Shinzo Abe, luego de asumir sus funciones en diciembre de 2012, consistió en una gira hacia el Sudeste Asiático con el fin de estrechar lazos comerciales con sus aliados regionales para contener el ascenso chino. En su segundo viaje oficial, en febrero de 2013, Abe visitó los EE.UU. para ratificar la alianza defensiva entre ambos Estados. Estados Unidos por su parte, como actor externo íntimamente relacionado en el conflicto China – Japón, se encuentra en una verdadera encrucijada entre sus intereses geopolíticos y económicos en la región. Richard Bush señala que Estados Unidos está en riesgo de verse involucrado en un conflicto entre dos con los cuales tiene estrechos vínculos comerciales. En su concepto, a EE.UU. no le interesan los choques en ningún nivel porque lo obligan a escoger entre países con los que busca tener buenas relaciones. Washington 43 continuará aconsejando moderación entre los contendientes (McDevitt, 2014 100110). Estados Unidos tiene la necesidad y la oportunidad de facilitar una reducción en la probabilidad de una confrontación directa entre las partes y cualquier tensión relacionada, y la meta debería ser estimular a los países en cuestión para que regulen las operaciones de sus agencias marítimas a través de la adopción de mecanismos para evitar conflictos y medidas institucionalizadas para reducir los riesgos. La política exterior dirigida al este de Asia conducida desde la primera administración del presidente Obama refleja un cambio de las orientaciones económicas y estratégicas de EE.UU. El Pacífico entró a suplantar al Atlántico y esta redefinición de los intereses norteamericanos responde a la lógica de la economía global: Tras varios años en crisis, Europa no resulta tan atractiva como Asia, que está experimentando un contundente ascenso económico, con cientos de millones de personas entrando a la clase media, situación que aporta un atractivo incuestionable. Washington ha intentado apaciguar insistentemente todas las partes que pudieran entrar en altercados. La razón es que Estados Unidos se enfrenta a un dilema que le obliga a caminar sobre una fina línea entre la disuasión y la diplomacia. Por una parte, Washington tiene que mostrar su credibilidad cumpliendo sus promesas de defender tanto a Japón como a Filipinas. Por otra parte, es consciente de que cualquier defensa de Tokio o Manila tendrá efecto sobre sus lazos con Beijing, por mucho, su socio comercial más importante en este momento en la región (Domínguez, 2014). 44 4.2 LA REDEFINICIÓN DE LA ALIANZA MILITAR ENTRE ESTADOS UNIDOS Y JAPÓN. Desde la desintegración de la URSS en 1991, Japón y Estados Unidos han estrechado aún más los lazos de defensa que les unían (Domenach, 2005:201). A pesar de que el Tratado de Seguridad de 1960 iba encaminado a la contención del comunismo y a la defensa del Archipiélago ante la influencia soviética. EE.UU. continua siendo el país más importante para la diplomacia japonesa, si se toma en cuenta la cierta remilitarización de Asia oriental, debido a la posible amenaza china y al largo problema norcoreano (López y Vidal 2007:16). Además, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ha sido consciente de la necesidad de mantener dicha alianza para salvaguardar su presencia y, por tanto, sus intereses en la zona. La propia administración Obama considera a Japón como la piedra angular de su política de seguridad de Asia oriental (Hughes, 2009:144). Para Japón, Estados Unidos juega un papel crucial al proporcionarle un manto defensivo que le ha permitido mantener su soberanía y su seguridad (López y Vidal 2010a:118-119). Al mismo tiempo, Estados Unidos prefiere establecer una estrecha relación bilateral con Japón (Cossa, 2006). De este modo, Estados Unidos aboga por la continuidad del vínculo estrecho que mantiene con Japón, así́ como su coexistencia con otras relaciones especiales como la que posee con Corea del Sur, e incluso con un hipotético nexo futuro que pudiera entablar con China (López y Vidal 2010c:94). En esta línea y dada la aparición de nuevas amenazas, en 1995, se instauró el informe East Asian Strategic Review estadounidense, conocido en gran medida por Nye Report (en referencia a su máximo valedor, Joseph Nye) que ocupaba el cargo de Secretario, asistente de Estado. Dicho informe confirmaba la plena vigencia del Tratado de Seguridad con Japón, así como también aseguraba la permanencia estadounidense en Asia oriental de al menos 100 mil soldados 45 estadounidenses durante 20 años más. Además, situaba nuevamente a Japón como la pieza clave de la diplomacia estadounidense en la región. En este sentido, Japón modificó su National Defense Program Outlook (NDPO) que databa de 1975, para adaptarlo al nuevo contexto tras el fin de la Guerra Frıa ́ (López y Vidal 2010a:119-120). Este informe hizo hincapié en que que Japón debıa ́ dotarse de unas fuerzas armadas convencionales (Hughes, 2009:35-36); y como novedad, establecía una nueva cláusula en la que si se originaba una problemática cercana al territorio de Japón que pusiera en peligro su seguridad nacional, Japón debería tratarla de acuerdo a las reglamentaciones de la ONU y en relación a su Tratado de Seguridad con EEUU. Estas medidas deberían ser suficientes para que Japón contara con los recursos necesarios para afrontar una eventual amenaza china. De esta manera, se han redefinido las líneas de la alianza militar entre Japón y EE.UU. (López y Vidal 2010a:120-121). Todo esto, acorde con la Declaración Conjunta de 1996 efectuada por el entonces Presidente estadounidense Bill Clinton y el Primer Ministro japonés Hashimoto Ryutaro, sobre la alianza de seguridad entre ambos países para el siglo XXI, donde se reafirmaba la importancia de dicho acuerdo para la región (López y Vidal 2010c:95). Y en todo ello, observamos una mayor diplomacia proactiva por parte de Japón en los asuntos de seguridad de la zona. Al mismo tiempo, esta cooperación más profunda en en los asuntos militares supuso, tras un acuerdo firmado con Estados Unidos en agosto de 1999, la creación de un escudo antimísiles que le permitiría a Japón defenderse de posibles ataques norcoreanos y de una eventual amenaza china a mediano y largo plazo (López y Vidal 2006:199, O’Donogue, 2000). No en vano, la evolución y definición de las relaciones entre EE.UU. y Japón es vital para el futuro geopolítico chino (Brzezinski 1998:177). Desde el punto de vista chino, no hay mayor amenaza a su seguridad que la alianza entre Japón y Estados Unidos, sensación evidenciada con la reacción china ante el fortalecimiento del Tratado de Seguridad entre EE.UU y Japón en 1996 (Sakurada, 1997:9), así́ como con los episodios acaecidos en 1996 en el estrecho de Taiwán 46 o con la creación de la Zona de Identificación de Defensa Aérea declarada por China en las inmediaciones de las islas Senkaku/Diaoyu en 2013, que obliga a todas las aeronaves que entren en éste espacio aéreo a identificarse con las autoridades chinas. Finalmente, como anteriormente se ha comentado, existen varias corrientes dentro de la diplomacia nipona, siendo la predominante aquélla referida a los multilateralistas, que si bien pretenden mantener una relación especial con EE.UU., también desean una cierta independencia. Y es que el hecho de poseer una relación tan estrecha en el ámbito de la seguridad regional, no quiere decir que ambas potencias coincidan siempre en los mismos intereses. Por esta razón, Japón ha optado por una estrategia “doble” que consiste en poseer una autonomía de cara a la relación con sus vecinos asiáticos ejemplificada en su participación en las negociaciones con Corea del Norte, en que presenta una posición individual y no alineada con el criterio de Washington, otra de las partes negociadoras; y al mismo tiempo reconoce la importantísima alianza militar que ostenta con EE.UU. (López y Vidal 2007:17). 4.3 ASEAN Los países que conforman la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) siguen de cerca la respuesta de China en el conflicto con Japón, en clara alerta a las repercusiones económicas que se han derivado de este proceso. La ASEAN fue testigo de cómo China adoptó varias medidas en respuesta a la compra por parte del gobierno japonés de algunas de las islas Senkaku/Diaoyu y de cómo la forma en que se ha desarrollado la disputa tiene implicaciones para las relaciones de la ASEAN con China. Además de los continuos incidentes protagonizados por ambos países, China restringió la comercialización de diversas materias primas hacia Japón, que se tradujo en problemas para su industria. El 47 miedo de los países que conforman la ASEAN es que Pekín haga uso de la creciente dependencia económica de Tokio para forzarlo a ceder en temas que Pekín considera de interés nacional (Zheng et al, 2012). China perdería mucha credibilidad en la ASEAN si persiste con su enfoque de mano dura y, por el contrario, a esta organización le gustaría que los chinos buscaran un acuerdo basado en el beneficio y respeto mutuo, términos usuales en el lenguaje diplomático chino (BBC, 2013). Desde la óptica de los miembros de la ASEAN, se reconoce que sin la anuencia de China, toda solución a los litigios marítimos estará condenada al fracaso. Sin embargo, las ambiciones chinas dificultan el logro de un acuerdo que satisfaga equilibradamente los intereses de todas las partes involucradas. China y la forma en que influye en sus vecinos, la convierten en el principal factor de recomposición del equilibrio estratégico en la región. Los vecinos de China reconocen su expansión e influencia regional así como su crucial presencia en las mesas de negociación de todo foro en la región. Sin embargo, muchos miembros de la ASEAN creen que China contraviene el espíritu de los tratados constitutivos de la Organización, que estipula que ningún país debería recurrir al uso de la fuerza o la intimidación en disputas sobre el Mar de la China Meridional. También acusan de que China no respeta los principios de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CDM), por los que cada país tiene derecho sobre 12 millas náuticas de aguas territoriales y 200 millas náuticas de zona de exclusividad económica. Por ejemplo, esa es la base de la disputa entre China y Vietnam. (Dominguez, 2014). 4.4 PRESERVAR RELACIONES COMERCIALES Aún pese a la constante tensión y desconfianza mutuas, China sigue siendo el mayor socio comercial de Japón. Un 40% de las exportaciones de Japón son 48 hacia China, y el 24% de sus importaciones provienen de China. Para fines de comparación, sólo el 15% de las exportaciones de Japón van a Estados Unidos y sólo el 9% de sus importaciones provienen de los Estados Unidos. Esto ilustra la fuerte interdependencia entre los dos países. Sin embargo, el creciente antagonismo entre China y Japón se está extendiendo al comercio, y está teniendo un efecto negativo para diferentes empresas japonesas que operan o tienen instalaciones de producción en China, se dedican a proveer suministros a la industria manufacturera china o a su creciente sector consumidor. Los consumidores chinos están boicoteando cada vez más los productos japoneses. Las ventas de automóviles japoneses en China han caído del 23% en 2011 al 15% en 2014 como fruto de la disputa sobre las islas Senkaku/Diaoyu. Otra de las piezas del ajedrez político en la zona es la propuesta Alianza TransPacífico (TPP), un vasto acuerdo comercial multilateral del que China no hace parte y donde los Estados Unidos y Japón están liderando las negociaciones. El TPP, una vez firmado, podría afectar a las empresas que fabrican y exportan bienes desde China. Sobre la base de otros tratados de libre comercio firmados por los Estados Unidos, se puede suponer que el TPP tendría requisitos estrictos para determinar el país de origen de un bien importado y si califica para las tarifas de importación reducidas en el marco del TPP. El TPP podría afectar así a un amplio sector de la industria manufacturera china, que está detrás de la fabricación de piezas y componentes de muchos artículos. Los fabricantes y exportadores en China podrían perder clientes o sus actuales niveles de demanda, porque las empresas bajo el TPP querrían asegurarse de que sus productos reúnen los requisitos para recibir beneficios arancelarios del TPP. Las empresas de los países que negocian el TPP estarían evaluando cuidadosamente los países de origen de sus materias primas y componentes, y el impacto que dichas fuentes tendrían sobre sus bienes (Leguizamón, 2013). 49 4.5 ¿QUÉ POSIBILIDADES HAY DE UN CONFLICTO MILITAR? Estados Unidos, China y Japón no tienen nada por ganar y sí todo por perder en un conflicto armado de gran escala y el mundo en general sufriría consecuencias desastrosas. Según el analista Víctor Gao, director de la Asociación Nacional de China para los Estudios Internacionales, vinculada al Ministerio de Relaciones Exteriores de China “Ambas naciones tienen que manejarse con cuidado y prudencia para evitar errores de cálculo o consecuencias no deseadas. China y Japón sólo pueden resolver esta disputa a través de negociaciones pacíficas” (Swaine, 2014). Hay señales alentadoras sobre la posibilidad de que se llegue a un entendimiento en común que retrase o evite un conflicto abierto. Lo más importante es que China y Estados Unidos han retomado los diálogos en materia militar. En 2011, el secretario de Defensa de Estados Unidos Robert Gates visitó China en un gesto correspondido por el primer ministro chino, Hu Jintao, que realizó una visita de Estado a EE.UU. Además, China y Japón están considerando la celebración de un reuniones de viceministros para discutir cómo prevenir conflictos en el mar de China meridional (Valencia, 2010). 5 5.1 FACTORES ECONÓMICOS INVOLUCRADOS EN LA DISPUTA POR LAS ISLAS SENKAKU/DIAOYU. EL VALOR DE LAS ISLAS SENKAKU/DIAOYU. China y Japón buscan multiplicar sus recursos naturales para apalancar su estabilidad económica a mediano y largo plazo y en particular, Japón necesita de los recursos energéticos para el crecimiento de su industria altamente tecnificada. China vende algunos de los recursos naturales necesarios para la industria japonesa, pero se han ido incrementando las restricciones debido a la fricción de de ambos países. Varios argumentos se han presentado acerca del por qué las islas en disputa son tan importantes para China y Japón; y por qué el conflicto sigue siendo un obstáculo en las relaciones entre ambos países. 50 5.1.1 VALOR ECONÓMICO El potencial económico de las islas Diaoyu/Senkaku ha impulsado la rivalidad entre China y Japón sobre las islas. Mientras que las islas en sí mismas no contienen valiosos recursos naturales, sus aguas circundantes contienen ricos yacimientos de hidrocarburos. Un estudio de las Naciones Unidas en 1968 sostuvo que los recursos de hidrocarburos en el Mar Oriental de China son comparables a los de Arabia Saudita. Un analista chino hizo hincapié en la importancia de la proximidad de las islas a las ciudades costeras de China, que son una importante base de producción pero que no tienen recursos energéticos (Guo 2010: 9). Por lo tanto, dichos recursos no tendrían que ser transportados desde diferentes partes de China, estarían más cerca y serian más baratos de procesar (Drifte 2008). El gráfico 1 ilustra la creciente demanda energética de China, frente a la demanda decreciente de Japón, que explica las acuciantes necesidades del primero, más aún cuando su población es más de 10 veces mayor a la japonesa. Consumo Energético Per Capita 4500 4000 3500 3000 2500 2000 1500 1000 500 0 China Japón Gráfico 1, Consumo energético de China y Japón, en kilos de equivalente a petróleo per cápita. Fuente: Banco Mundial 51 Según documentos oficiales de China, las reservas del conjunto del Mar de China meridional, con una extensión cercana a la del Mediterráneo, representan el 30% de sus actuales reservas de petróleo y las cuartas reservas mundiales conocidas por orden de importancia. China espera extraer de esta zona 50 millones de toneladas de crudo cada año hasta 2020 (Bustelo, 2014). El Mar de China meridional dispone además de importantes reservas de gas cuya dimensión no se conoce con claridad. Un estudio del US Geological Survey las estima en 24.000 millones de metros cúbicos (50% de las reservas chinas). La competición por estos recursos se intensifica con el aumento de sus precios (Rios, 2014). El Instituto del Petróleo de China considera que Beijing debe implicarse activamente en el desarrollo de estas fuentes. La CNOOC (Corporación Nacional de Petróleo Submarino de China) ha adquirido la capacidad para explorar hasta una profundidad de 2.000 metros, indicando con ello que las exploraciones chinas no se limitarán a las aguas poco profundas próximas a sus costas, sino que intentará ir más allá, manifestando una capacidad tecnológica y ambición que despierta preocupación entre los países competidores. (Ríos, 2014) 5.1.2 VALOR ESTRATÉGICO Gran parte de la franja marítima de la China continental y sus cercanías constituyen una de las zonas potencialmente más explosivas del continente asiático y del mundo (Bustelo, 2014), al punto que una evolución de estas pequeñas crisis puede poner en entredicho e incluso destruir las expectativas favorables de desarrollo y crecimiento de esta parte del globo. La tercera parte del comercio mundial circula por los mares aledaños a China. El dominio de los abundantes islotes y archipiélagos en la zona puede permitir un mejor control de las rutas marítimas y aéreas. Japón, la tercera potencia económica del mundo, no 52 puede ignorar que por esa vía recibe gran parte de sus importaciones y el suministro energético que hace funcionar su industria. China por su parte no olvida que esa franja marítima es el flanco más endeble de su defensa. La posición estratégica de las islas las hace especiales para las defensas nacionales de China y de Japón. Además que China o Japón, al asegurar legalmente la soberanía sobre las islas, contarían con una ventaja de seguridad y poder militar con una frontera amplia, prolongada y continua, poniendo al otro en una posición de desventaja (Pan 2007: 71). El valor estratégico de las islas ha aumentado de manera exponencial, en la medida que las mismas sirven a China para fortalecer su influencia regional y su seguridad energética. Incluso si no era importante estratégicamente a finales del período de la Guerra Fría, sobre todo después de la ruptura sino-soviética y el acercamiento sino-americano, su valor estratégico ha aumentado especialmente en los últimos años. Sin embargo, dada la pequeña área de las islas, es incierto si sería posible establecer una base militar en ellas. Si China estableciera una base de este tipo ¿Le daría una ventaja estratégica? Del mismo modo, en el caso de un ataque militar, ¿La posesión de las islas podría mejorar la capacidad de China para defenderse de Japón o de Estados Unidos? Gabe Maasaki, un profesor de la Universidad de Ryukyu en Okinawa, estima el valor estratégico de las islas como "insignificante". Citó el pequeño terreno de las islas, por lo que cualquier base sería pequeña y por lo tanto militarmente insignificante (O'Shea 2012: 172). Por otra parte, siguiendo la línea agresiva en las islas Senkaku/Diaoyu, China ha conseguido deteriorar sus relaciones con otros actores de la región, encabezados por Japón, y comprometiendo de paso su propia seguridad en el futuro inmediato. La posición inflexible de China ha llevado a una serie de incidentes diplomáticos, que sin duda socavan la imagen de China como un participante responsable en la 53 comunidad internacional y también contradice la visión del mundo armonioso que China tiene promueve constantemente. Por otra parte, La política de China sólo promueve el sentimiento anti-chino en Japón, lo que ayuda a grupos de derecha en Japón a promover la “amenaza china” como plataforma política, que sólo empeoraría la percepción de amenaza y fortalecería el dilema de seguridad entre China y Japón. Además, al darle tanta importancia a las islas Senkaku/Diaoyu, el gobierno de China se hace vulnerable a agitar del sentimiento popular, que es abrumadoramente anti-japonés. Por lo tanto, la autonomía de su política exterior hacia Japón se ha erosionado profundamente (Suzuki 2007). La política de China hacia las islas Senkaku/Diaoyu no puede explicarse sólo en términos de sus necesidades de seguridad energética y de la consolidación de su influencia regional. La posición actual le da muy poco espacio a China para explotar los recursos reclamados o para obtener el apoyo de otros Estados en la región, que podrían ayudar a encontrar una salida sostenible a la crisis actual. China no sólo ha puesto en entredicho una parte importante de su seguridad energética a futuro, sino también ha minado las avenidas de cooperación y desarrollo económico disponibles en su futuro inmediato. 54 6 CONCLUSIONES A diferencia de los intereses materiales, tales como el poder militar o el comercio, la identidad se centra en la subjetividad de un Estado. Los Estados son fundamentalmente actores sociales cuyo comportamiento no se puede reducir a la mera persecución de intereses materiales. Por otra parte, la realidad se le presenta a los Estados tras un filtro de experiencias históricas y sociales concretas. Por lo tanto, una política exterior no es el mero resultado de un cálculo racional de intereses, sino que coincide con una concepción particular de la identidad estatal. A lo largo de esta tesis se ha presentado la postura china frente a las islas Senkaku/Diaoyu como una donde ésta se muestra como víctima histórica de Japón. Desde 1989, Japón se ha convertido en un elemento clave en en la construcción de la identidad de China, definiendo su identidad como opuesta a Japón, haciendo hincapié en las diferencias entre las dos naciones. Los recuerdos dolorosos del Siglo de la Humillación le han proporcionado a la sociedad china los fundamentos para la construcción de su identidad tras el fin de la Guerra Fría. Las motivaciones de la política exterior de China hacia Japón y las islas Senkaku/ Diaoyu van más allá de la búsqueda del interés material. Japón y sus acciones en las islas Senkaku/Diaoyu fueron asimiladas por China a través no sólo desde la perspectiva de sus propios intereses geopolíticos, sino bajo la óptica de las humillaciones sufridas a manos de Japón. Por lo tanto, la política de China hacia las islas es impulsada en parte por una necesidad de reparar las injusticias perpetuadas por los japoneses en el pasado. El impacto en identidad china como víctima se ha hecho evidente en la proyección que China ha hecho de su escudo defensivo, por medio de zonas de identificación aérea y otras medidas que sugieren no sólo una necesidad de consolidar su presencia e influencia regionales, sino la necesidad de proteger su territorio y a su pueblo frente a la continuación del ciclo de agresión y humillación, que como narrativa hace parte del discurso 55 oficial del gobierno y se ha convertido en un elemento constitutivo del nacionalismo chino en las últimas décadas. Por último, mientras que las relaciones sino-japonesas se han deteriorado, todavía existen alternativas para que China y Japón reparen sus relaciones. 6.1 RECONCILIACIÓN Dada la gravedad de la disputa territorial y el agravamiento de las relaciones entre China y Japón, existen dos planteamientos para la reconciliación entre China y Japón, lo que podría dar lugar a una eventual resolución de la disputa territorial. Si bien no se busca esbozar una hoja de ruta de reconciliación, o sugerir una serie de pasos específicos que deben llevarse a cabo, se sugiere un cambio en la identidad nacional como una vía de reconciliación. Esta perspectiva ofrece una alternativa para la resolución de conflictos que va más allá de una solución basada en intereses, como la cooperación económica, que ha hecho muy poco para mejorar las relaciones entre China y Japón. De acuerdo con este punto de vista, una parte central en el mencionado cambio de identidad que conduciría a la reconciliación, sería dejar de definir la identidad nacional como una en oposición a un tercero. Por lo tanto, dicha reconciliación requeriría que tanto China como Japón dejen de definir su identidad en términos de oposición al otro, y en particular su percepción del otro como un enemigo histórico, construyendo una nueva identidad conjunta como socios que coexisten entre sí. Esta alternativa se fortalece al observar que los espacios en que China y Japón dependen el uno del otro son más numerosos y relevantes para sus respectivos pueblos, como en el caso de la interacción comercial y la cooperación industrial y tecnológica. Por lo tanto, la diferencia que plantea la otra parte para cada Estado puede ser reconocida sin necesidad de interpretarla como una amenaza. China y Japón tienen una rica historia de interacciones y sus culturas confluyen en muchos puntos. Por lo tanto, mientras que las identidades nacionales se definen en torno a 56 características inherentes a cada nación, no necesariamente tienen que ser excluyentes frente al otro. Si bien la tarea de identificar y promulgar la noción de una identidad común es muy difícil, hay abundantes fundamentos de una identidad colectiva: China y Japón comparten muchos aspectos de su cultura y la historia y tienen, por tanto, mucho que aprovechar para forjar una identidad colectiva común. En segundo lugar, Japón tendría que cesar sus acciones agresivas o aquellas que pudieran ser interpretadas como agresivas por parte de China. La reconciliación es un proceso de dos, que requiere tanto el apoyo de China como el de Japón. Si Japón reconoce los discursos de identidad de China, esta no tendría que verse forzada a consolidar su propia identidad a través de acciones forzosas y unilaterales. Reconocer las identidades ajenas y ajustar las propias son acciones fundamentales para lograr una ruptura del círculo vicioso en aquellos conflictos donde la identidad es la fuente del mismo. El reconocimiento del otro hace más segura la identidad propia y disminuye el impulso de las partes de asegurar su identidad señalando al "otro" como una fuente de peligro. Tras un ajuste de identidad por parte de China, Japón no sería demonizado con la facilidad con que los funcionarios chinos lo hacen ahora para justificar sus políticas expansivas en la región; del mismo modo, reconocer al otro aseguraría que cualquier diferencia no conduzca a optar por el camino políticamente fácil de antagonizar con la otra parte. El objetivo no es llegar a un consenso sobre una identidad común o una historia común, sino una aceptación hacia la identidad del otro y de la historia del otro. La ventaja del reconocimiento es que no significa acuerdo; China y Japón podrían mantener diferentes interpretaciones de la historia o reclamaciones divergentes, incluso podrían permanecer en competencia sobre las islas Senkaku/Diaoyu. Sin embargo, estas diferencias no serían percibidas como una amenaza para China y no requerirían de una respuesta fuerte y agresiva. 57 Desde las guerras sino-japonesas del siglo 19 Japón se convirtió en el otro en la formación de la identidad china. Posteriormente, la nueva identidad de China forjada tras la revolución comunista se convirtió en una basada en la diferencia y la resistencia activa contra Japón, que sólo reforzó su papel como un Otro opresor y peligroso. Sin embargo, la construcción de la identidad es un proceso dinámico y la "otredad" de Japón se puede revertir. Este proceso no será fácil pero proporciona un bosquejo para una eventual reconciliación sino-japonesa. Esta reconciliación no se basa en el equilibrio de poder militar, ni en la independencia económica, sino que sería el resultado de una identidad colectiva entre China y Japón. Tal reconciliación tendría un impacto decididamente estabilizador no sólo para las relaciones entre China y Japón sino también para toda la región de Asia oriental y para el mundo en general. La actual generación de líderes chinos no tiene la experiencia personal de estar en guerra con Japón y por lo tanto no han sufrido directamente las atrocidades japonesas que sufrieron sus padres y abuelos. Bajo esta óptica, las experiencias personales de Jiang Zemin sobre la guerra con Japón afectaron su comportamiento, plasmado en su insistencia de que Japón se disculpara durante su visita al país en 1998, que empañó el ambiente de reconciliación que se estaba formando en ese entonces. La nueva generación de líderes no debería estar afligida por estos recuerdos negativos, y estos, por tanto, no deberían afectar negativamente las relaciones entre China y Japón. Por otra parte, los actuales dirigentes probablemente han sido socializados en los recuerdos y creencias del victimismo chino, ya sea en sus familias o en la sociedad. Sin embargo, como el Presidente Xi Jinping consolidó su poder en 2013, es muy pronto para determinar en qué grado están afectados los actuales líderes chinos por la identidad de víctima. Hay maneras que China podría aumentar su autoconfianza sin dañar o aislar a otros países. 58 Eventos como los Juegos Olímpicos de 2008 en Beijing tuvieron el potencial de darle a China y a su pueblo la confianza sobre el lugar prominente de China en el mundo y de demostrar la obsolescencia de un posible complejo de inferioridad. Dichos Juegos Olímpicos le permitieron a China, según Digo y Scott, liberarse de la carga de la historia previa y deberían haber disipado cualquier amargura persistente que hubiera surgido de las humillantes derrotas de China sufrió a manos de sus agresores imperialistas en el siglo pasado (Dingo y Scott, 2012). Además, la confianza recién adquirida de sí misma puede ser aprovechada por China para orientar sus relaciones con el resto del mundo. Por desgracia, la disputa sobre las islas Senkaku/Diaoyu es un ejemplo crítico de las inseguridades nacionales de China que se manifiestan en sus relaciones exteriores. Hasta que tanto China como Japón decidan volver a examinar sus identidades y hacerlas más inclusivas, la reconciliación entre China y Japón y la solución de sus controversias sobre las islas Senkaku/Diaoyu seguirá siendo poco probable. 59 BIBLIOGRAFÍA Anderson, D. (2011, Febrero 17). Nuclear Power: The End of the War Against Japan. Consultado el 29 de Mayo de 2015, de http://www.bbc.co.uk/history/worldwars/wwtwo/nuclear_01.shtml Articulo V, Treaty of Mutual Cooperation and Security between the United States and Japan. Consultado el 11 de Marzo de 2015, de http://www.mofa.go.jp/region/n-america/us/q%26a/ref/1.html Barbé, E. (2008). Relaciones internacionales. Madrid: ed. Tecnos. Burchill, S., Linklater, A., Devetak, R., Donnelly, J., Nardin, T., Paterson, M., ... & True, J. (2013). Theories of international relations. 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