5 Continuidad Y Cambio En El Sistema De Partidos

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5 Continuidad y Cambio en el Sistema de Partidos Uruguayo Luis E. Gomílez Podemos comenzar con una pregunta preliminw jcuáles son los principales puntos de acuerdo, si es que los hay, respecto al sistema de partidos uruguayo y su situación? En cuanto a su situación, existen para estos efectos tres presuncionca importantes de amplio acuerdo 1.a primera trata con el carácter excepcional de Uruguay por lo menos según normas latinoamericanas- en lo referente a asuntos socioeconómicos. Al igual que los otros países del cono sur de América Latina, Argentina y Chile. lfruguay por lo menos desde comienx)s dc siglo ha sido y siguc sicndo relativamente próspero. Tambikn cuenta con una población homogénea, mayormente de ascendencia europea, y un desarrollo social relatwamente avanzado. En la educación, por ejemplo. cl promedio para América Latina sólo ha alcanzado recientemente los niveles mostrados por Uruguay desde comienzos de siglo. El segundo punto de consenso es que todo lo anterior corresponde a una fama más bien pasada. Ya para mediados de la década del cincuenta cl desarrollo sociocconómico uruguayo casi se había detenido, y nunca ha logrado recuperarse La diferencia de los indicadores socia& y económicos en relación a los promedios latinoamericanos se ha estado estrechando desde entonces; en lo que respecta al sistema internacional. cspccíficamente al subconjunto dc los denominados paises semiindustrializados, la pérdida de powión relativa ha sldo espectacular. El tercer punto de consenso ticnc que ver con la forma de gobierno A pesar del recicntc rcgimcn autoritario, Uruguay ha contado con una democracia verdadera por mzk tiempo que cualquier otro país latinoamericano: de 1918 a 1933. de 1942 a 1973, 1 luego desde 1985. Entre 1933 y 1941 el país vivió una “situaci&n” aulorilaria, usando cl término de Liw; no fuc realmente un rkgimen autoritario. Se realizaron eleccmncs nauonales durante ese periodo y aunque fracciones importantes de los partidos principales hicieron llamados para una abstención masiva, los ciudadanos aún contaban con opciones valiosas y la mayoría dc loa votantes no se abstuvo. El régimen militar que gobernE PARTIDOS URUGUAYO 117 intentos en cstc siglo han duradomás,pero no obstante.durantemás de sesentaañosterceros partidos permanecieronrecluidos en la rnarginalizaciónelectoral. LI Partido Socialista (PS) nació a fines del siglo diecinueve Se dividió en 1921. el ala izquierda SCconvirtió en el Partido Comunista (PC). La Umón Cívica nació en 1910; medio siglo despuéstambién se dividtó y la mayoría izquierdista se convirtió en la DemocraciaCristiana (DC). Este es cl conjunto de partidos que para mediados de la década del scscnta había ganado una reprcscntaciónparlamentaria. Por consiguiente,ya sca cn forma aparenteo real los dos partidos tradtcionales sobrevivieron exitosamentey durante mucho tiempo -medido cn relación a la vida máxima de los sistemasde partidos contemporáneos- los muchos ataques en contra de su preeminencia. El segundoargumento tiene que ver con la ideologia. Las fracciones dentro de un mismo partido sustentan ideologías muy diferentes, mientras que los partidos mismos muestran solo diferencias leves; por lo tanto, se dice, a la verdad son dos coaliciones de partidos. Sin embargo, eso no es necesariamentectcrto. Por una parte, el argumento es contraproducente. Si es cierto, ipor qué no tenemos las coaliciones “correctas”, es decir coaliciones compuestas por partidos con pocas difcrcncias ideológicas, en vez de las “incorrectas” que de hecho ocurren? Por otra parte, se puede esperar que la siluación observadaseadadacuandodos partidos“captatodos”(en el sentidode Kirchhcimcr) compitan el uno contra el otro. Sin embargo,hacemuchotiempo que seha establecidola idea de los dos partidos tradicionales como partidos captatodos, aun cuando no se haya reconocido explícitamente. Los primeros observadores,como Luis Melián Lafinur y Ariosto González, declaranque los partidos carecende principios y tienen pocasdiferenciasideológicas, o que buscanmaximizar los votos sin ningún apegoa una ideología;ambosescritoreslamentan,así como lo hizo tambien Kirchheimer, esta desideologizaciónde la política. Martínez Lamas hacehincapiéen lo mismo’3. En tercer lugar, cl argumento orgánico a favor de la tesis multipartidaria no es convincente. Aun cuando Lindahl estuvieraen lo cierto respectoa la organización de los partidos tradicionales, no obstante existía un vínculo importante entre las fracciones: el proceso que dctcrminó cuales fracclones se presentarianjuntas bajo la misma etiqueta partidaria. Normalmente, quien dirigía todo este proceso era la fracción o coalición de fracciones que presumiblementecontrolabala mayoría de Io\ votos dc cada partido. No se trataba de un proceso arbitrario, porque la tradición lijaba límnes en cuanto a los resultados posibles y las minorías normalmentegozabande considerableinfluencia. Los límites eran reales: por lo menos desde el nacimiento de la poliarquia cn 1918, las fracciones podían aparecero desaparecer,y hastapodían retirarsedel partido; pero una fracción de un partido tradicional nunca se convirtió en una fracción del otro partido tradicional. El resultadode este proceso era significativo por dos razones. el llegar « no a un acuerdo a veces resultaba decisivo para ganaro perder las elecciones;además.cl acuerdomismo obviamenteera crucial para designara los candidatosde cadapartido.Precisamenteesla propuestade candidaturasla que ha cmcrgido como “la funcn5nmás importante del partido captatodo actual”; incluso puede detinir a los partidos politicos’4. Despuésde la clccción, las lineas partidarias eran relevantespara los candidatosque sí fueron elegidos. En una situación normal, no existía ningunaalianza interpartidariaentre las fraccionespara el manejode la gestión gubernamental ordinaria. Los ministros pertenecíanal partido gobernante y normalmente a diferentes fracciones dentro del partido. Por consiguicntc. los tipos de límites definidos por las fracciones y los partidos eran diferentes. Es cierto que no existía mucha disciplina parlamentaria. No obstante,“a diferenciade Colombia, donde faccionesdisidentesde ambos partidos principales a menudoformabanuna alianza legislativa para oponersea las facciones que apoyabanal régimen, no existian tales dwisiones permanentesen el Congresouruguayo. Al votar, los miembros individuales podíancruzar las líneaspartidarias,igual como lo hacen en muchospaíses,pero setratabade un procesoad hoc”” Bajo circunstanciasexcepcionales (el golpe de 1933y nucvamcnteantesdel golpe de 1973)si aparecieronalianzasque cruzaban 118 LUIS E. GONZALEZ las líneas partidarias; a mi parcccr, se tratan de excepciones que confirman la regla porque indican el nivel de presión necesario para romper si~tcmáticamente las lineas partidarias. En síntesis, los vínculos entre fracciones no constituyen una organización estahlc y formal. Con todo, parece completamente inconcchihlc considerar la contmuidad histórica de dichos vínculos simplemente como una serie de coaliciones entre partidos menores. Sugieren que los partidos tradicionales efectivamente han sido partidos, pero con una estructura especialmente relajada16. En cuarto lugar, la visión tanto presente corno pasada dc los mismos uruguayos en cuanto a sus partidos principales también sirve para sustentar esta última sugerencia. Lindahl estuvo consciente de este hecho: “Para un uruguayo”, escribió, “es natural pensar en los distintos partidos tradicionales como facciones del Partido Colorado y del Partido Nacional [Blanco]“. Sin embargo. desecha la idea: “Esto se debe a la preponderancia del lenguaje sohrc No obstante, el hecho dc que durante varias generaciones votantes y el pensamiento”“. políticos los consideraban partidos, sustenta enormemente la conclusión de que efectivamente eran y siguen siendo partidos. Por último, el mismo Lindahl concedió: “Casi todos los extranjeros que escriben sobre Uruguay han considerado el Partido Colorado y el Partido Nacional Blanco como partidos unidos compuestos por varias facciones. Especialmente desde 1919, dicha percepción es obviamente incorrecta...Esto se puede entender en los observadores norteamericanos, tan acostumbrados a la organización rudimentaria de los partidos norteamericanos y la escasa unanimidad respecto a cuestiones políticas en el congreso”“. La última frase me parece reveladora. El argumento para negar el carácter de partido a los partidos tradicionales se ha confundido con problemas de definición. Según Lindahl, ciertos tipos de partidos captatodos simplemente no son partidos. Como lo señaló Real de Azúa, “parece obvio, para abreviar, que quienes denunctan la inexistencia de partidos cn cl Uruguay están apelando a un tipo cuya falta de vigencia se percibe, no sólo en casi todas las naciones latinoamericanas, con la probable excepción de Chile y Venezuela, sino en sociedades de tan antiguo sistema partidario como los Estados Unidos” (op cit., p. 86)19. Según Sartori, entre las naciones ricas, además de los Estados Unidos, Italia y Japón exhiben una “posición inusual y bastante extrema en cuanto al desempeño fracciona1 y faccional”. Tanto la Democracia Cristiana italiana corno el Partido Liberal japonés se han descrito como federaciones o coaliciones de subpartidos La opinión de Sartori respecto a la Democracia Cristiana italiana impresiona a cualquier estudiante de los partidos uruguayos debido a los obvios paralelismos, especialmente con respecto al Partido Colorado2’. Desde una perspectiva comparativa, si consideramos esos partidos. así como tamhikn los Partidos Demócrata y Republicano de los Estados Unidos, como parttdos genuinos, no existe ninguna razón fundamental clara para negar dicha condición a los Blancos y Colorados. A fin de cuentas, corno escribió Sartori respecto al caso uruguayo: “la cuestión es si los partidos [uruguayos] son unidades signiftcantes”2’. He intentado demostrar que efectivamente lo son. El hecho de que originalmente existían solamente dos partidos probablemente se debe a un accidente histórico, aunque la situación qukás favorecía una dicotomía del conflicto político. No existían divisiones culturales ni ttnicas de consideración, y los dos partidos bastaban para reflejar una simple lógica de “en el poder” y “fuera del poder”, de gobierno y oposición, tanto a nivel nacional como quizás más significativamcntc a nivel regiona122. Cualquiera que sea cl caso, los acontecimientos más Importantes del siglo diecinueve luego de las guerras de independencia en la cuenca del Rio de la Plata estuvieron ligados directamente con los partidos uruguayos y consistieron en dos bandas opuestas. Oribe y los Blancos SC unieron con Juan Manuel de Rosas en contra de Urquiza, los brasilefios y los Colorados. Más adelante, los paraguayos se unieron a los Blancos en los acontecimientos que condujeron, después que los Colorados nuevamente con la ayuda de los brasileños hubieran derrotado a los Blancos, a la Guerra de la Triple Aliancd (Argentina. Brasil y un Uruguay CONTINUIDADY CAMBIOEN I:I, SIWEMADE PARTIDOSURUGUAYO IIY liderado por los Coloradosen contra de Paraguay),que terminó por destruir-completamentea Paraguay. Los factores político-institucionalca probablemente también contribuyeron al bipartidismo. Durante cl siglo diecinueveno se respetabani el espíritu ni la letra dc la ley, pero es probable que las disposicionesde la Conutitnción dc 1830. donde el $;n”ador se quedabacon todo, hayancontribuido al incrementode la lógica bipolar de conflictos Pueslo que en términos comparativosel fraccionamiento pareceser esencial para el proceso mediante el cual los partidos de notablcb adquieren electorados masivos y se convierten en partidos captatodos -que es precisamente el caso uruguayo-, estas consideracionesexplican el estado en el que se encontrabael sistemadc partidos cuando Uruguay se convirtió en una poliarquía alrededor del alio 1918. No obstante, dichas consideracionesno explican por quC el bipartidismo y un alto grado de fraccionamiento siguieron siendo rasgos estables del sistema durante los primeros cincuenta años dc la democraciauruguaya, especialmentedentro del mundo más bien volátil de los sistemasde partidosy la política latinoamericana. La particular combinación uruguayade presidencialismoy leyes clcctorales creó una dinámica que, a mi juicio, fortaleció considerahlemcntcel bipartidismo. Las cuatro característicasprincipalesde las leyeseiectoralcsson la representaciónproporcional(RP) en la elección de ambas Cámaras,en vigor para la Cámara Baja desde 1918; listas cerradas c inflexibles, siempre; doble voto simultáneo (DVS) desdr 1910; y la elección directa y pluralidad simple para determinar el partido que gana la presidencia(desde 1918). Dcsdc 1934ha estadoen existenciauna quinta característica:todas las eleccionesSCcelebranjuntas, cadacuatro aAosantesde 1966y cadacinco añosdcsdccntonccs. El DVS significa que los votantesvotdn al mismo tiempo para un partido y para un conjunto especifico de candidatosdentro del partido, y tienen que seleccionarlistas, que no pueden ser modificadas,de entre las presentadaspor las fracciones competidorasdentro de cada partido. Una vez escogido el partido, cuentan con tantas opciones como listas presentadaspor el partido. Una consecuenciaobvia de votar por un solo partido es que no se permiten votos cruzados. El partido que ohtengauna pluralidad de votos es el ganador;el que obtengauna pluralidad dentro de ese partido sc convierte en Presidente. Por último, desde 1934 todas las eleccionesse celebran al mismo tiempo. Dicha simultaneidadobviamente refuerzalos efectosde la prohibición de votos cruzados. Cualquieraque seala importanciade los otroscargoselegidos,el másimportantedentro de un sistemade este tipo es la presidencia. Por lo tanto. la atención se concentrasobre la carrerapor la presidencia,la que se decidepor unaplurahdad o mayoría relativa de votos; por ende,correspondela famosa“ley” de Duverger.segúnfue planteadaen forma modilicada por Sartori24.Las eleccionessimultáneasbloqueanel efecto central dc la RP sobre el sistemade partidos, pues la prohibicihn sobre votos cruzadosImpuestapor el DVS aseguraque la regia de pluralidad en la carrera principal -la presidencia- domina la lógica electoral. De hecho. la sola simultaneidadde eleccionespresidencialesy legislativas,sin la prohibición sobrevotos cruzados,pareceser suficiente para producir cl mismo resultado: la mayoría de los sistemas presidencialescon eleccionespresidencialesy legislatwas simultáneastambién son sistemas bipartidarios25. Los votantesestán bien enteradosde estasconsideraciones.En Uruguay, la idea y la frase voto úril es un dicho trillado. y ohviarncntc encwra el núcleo de este razonamiento2’. La conclusi6n de que la estabilidad del bipartidismo uruguayo resulta de la acción combinada del marco institucional y de las leyes electorales concuerda con la idea más generalizadade que el sistemaconstitucionalmoldeaconcluyentementeel sistemade partidos. También concuerdacon la vieja tesis: que el sistemade partidos de lo;,Eslados Unidos ch el resultadode los sistemaselectoralesy constitucionalesnorteamericanos Por último, también debe advertirse que no todas las caracteristicas de las leyes electoralesuruguayasinvolucradasen resguardarel bipartidismojugaron el mismo papel. Una 120 LUIS E. GONZALEZ de ellas actu6 cn forma “positiva”: la regla de pluralidad en la carrera presidencial constituyó el elemento activo que impulsaba un formato bipartidario. Por otro lado. el DVS y la simultaneidad de todas las elecciones actuaron “negativamente”. anulando los efectos finales de la RP sobre el sistema de partidos. Ahora podemos tratar con cl fraccronamien/o de los partidos principales. Lo que dcbcmos explicar en este contexto no es solamente la cslahilidad de una determinada condición, sino su increíble crecimiento. SI la cantidad de listas competidoras dc los dos partidos principales constituye un indicador rudimentario pero razonable del fraccionamiento, entonces los datos demuestran la enorme expansión de este fenómeno después de la reequilibración democrática a partir de 1942. El número promedio de listas cn todo el país para la Cámara Baja entre 1925 y 193 1 t”ue 143. Desde 1946 hasta 1971, siete elecciones. la cantidad de listas se incrementó de una eleccii~n a otra. El número promedio de listas presentadas por los dos partidos principales en esas siete elecciones fue 3 14, más que el doble de la cifras de preguerra. Para 1971 había 590 listas. En 1946, un ciudadano de Montcvidco específicamente tenía que escoger 1 de un total de 36 listas para la Cámara Baja, y en 1971 1 de un total dc 108. Estas cifras sólo consideran los partidos tradicionales’8. ¿Cómo se puede explicar esto? Para comenzar. el DVS convierte a Uruguay cn miembro de la familia de sistemas electorales que permiten la votación preferencial intrapartidaría, aunque el DVS en sí no ha sido nada común fuera del psis. En todos esos sistemas, “aun si la cohesión es el estado ‘natural’ de un partido político, de todos modos la votación preferencial intrapartidaria crea un incentivo poderoso para la desunión”29. Los candidatos no pueden depender exclusivamente de sus partidos: deben diferenciarse de otros Deben desarrollar sus propias bases competldores dentro de sus propios partidos. organizativas. Por lo tanto, si llegan a tcncr kito. controlarán recursos independicntcs del partido mismo, y tambikn habrán adquirido sus propias obligaciones y deudas. Este tipo dc heterogeneidad obviamente afecta la cohesión interna. Además dc estas consideraclones teórus, “existen abundan& evidencias de que la votación preferencial SC asocia con la desunión intrapartidarta”“. Más aún, la versión uruguaya de la votación preferencial intrapartidaria es bastante extrema. La competencia no cs cntrc individuos, sino entre equipos estructurados, ya que listas completas compiten contra otras listas completas En otras palabras, no se trata de que los políticos puedan o no constituir fracciones; más bien, las fracciones son los únicos equipos que pueden competir en la carrera. El DVS proporciona el estimulo y es reforzado por la RP. la que asegura que para seguir en la carrera no es necesario salir primero; un éxito electoral moderado basta para proporcionar cargos importantes a los mkimos líderes dc la fracción o subfracción, y éstos a la vez pueden “chorrearlos” a los socios menores3’. Como consecuencia, este sistema crea desafios nuevos y con~tanlcs para los líderes establecIdos quienes, si tienen un éxito moderado, se convierten en los líderes de nuevas fracciones o subfracciones. En términos de organización, cl punto crucIa es que el sistema permite que el aspirante a lider salte un paso en la jerarquía del partido. creando una candidatura, o conjunto de candidaturas, paralela y competidora. Dentro de ciertos IimItes, los principales líderes del partido no pueden oponerse a esta situación. Sacan poco provecho si intentan “disciplinar” a los aspirantes a líder. Si niegan a la nueva fracción o subfracción el uso del nombre y de los Gmholos del partido, arriesgarán la pérdida de votos que en vista de la competencia podría ser concluyente. De esto se desprende que a la larga la tendencia esperada es de un creciente número de candidatos. Por lo tanto, como hemos visto, las leyes electoralca cn sí no dctcrminaron la cantidad de partidos rclcvantcs existentes en liruguay en el momento de nacer la democracia; sin embargo, en los próximos cincuenta arios jugaron un papel central para mantenerlo asi. No obstante, las leyes electorales por si solas no fueron sulicientes: fuc más bien la acción simultánea de las leyes electorales y otro factor instnucional. cl presidencialismo, la que condujo al desarrollo partidario. Por otro lado, las leyes electorales por si solas explican la sobrevivencia inicial y luego el incremento sobresahente del fraccionamiento de los artidos Pz principales desde el nacimiento de la democracia hasta lincs de la década del cincuenta ¿Cuálrs fueron las consccucncias para la dcrnocracia uruguaya de dichas caracteristicas del sistema de partidos? Poco o nada se puede decir acerca del bipartidismo. ya que pcrdnró en forma constante durante los cincuenta años después del nacinuento de la democracia. De más interés es el fraccionamiento de los partidos que tuvo determinadas consecuencias en las ctapas iniciales de la consolidación democrática y otras muy diferentes más adclantc. Dejando la segunda etapa para ser considerada posteriormente. ahora podemos esbozar el papel que jugó el fraccionamiento en la primera ctapa. Puesto que la fuerza electoral de los partidos pruwpales era muy pareja durante la década del veinte, la teoría de coaliciones sugiere -y el registro histórico lo confirmaque las negociaciones intrapartidarias proporcionarian a las minorías dentro de los partidos una influencia negociadora mucho mayor que su peso electoral. Las minorías no buscaban cl premio mayor; las mayorías deseaban ese premio, y tuvieron que pagar por ello. No existía ninguna máquina partidaria que subyugara a las mmorias; cl acceso a posiciones de liderargo era, por lo menos en términos relativos, extremadamente competitivo, y el prwo de entrada concluyente se pagaba en votos. La resultantr democratización de los partidos gobernantes obviamente fue positiva para la consolidación dc la democracia. Sin embargo, el DVS y el fraccionamiento hicieron mas que simplemente democratizar los parridos. Al hacer que las minorías dentro del partido gobernante se interesaran de manera vital cn prácticas clectorales limpias -porque su poder consistía en los votos-y cn t¿rminos más generales, al fortalecer los procedimientos democráticos Justos, proporcmnaron un estimulo poderoso a la política democrática. En particular. es muy evidente su contribución a la temprana (según estándares latinoamericanos) eliminauún dc Ioh freudcs electorale? en un amplio dcrccho electoral. La dinámlca del DVS huo que todos. salvo la mayoría dentro del partido ganador que siempre era una minoría a nivel nacional. se interesaran directamente en la pureza del sufragio. Ditkilmentc SC puede sobrccstimar la importancia de este tipo de mecanismo autosostenido en la temprana consolidación de la democracia. ESTANFLACIÓN Y POLARIZACIÓN POLíTICA Mucho antes del golpe de 1973, la economía dc Uruguay chtaba estancada. la inflación crecía y el malestar social y político se incrementaba lenta y constantemente. El producto interno bruto promedio per cápita disminuyó constantemente entre 1951-55 y 1966-68. SI al primer período, el más alto nivel histórico hasta esa [ccha. sc asigna una base dc 100, entonces el PIB cayó a 89,7 durante el segundo período, regresando asi a los niveles de postguerra. La formación bruta interna de capital tijo “durante el período 1955-66 representaba el 12,9X del PIB, y en 1967 rcprcscntó cl 1 l,4% El significado dc cstas cifl-aa sc cnticndc mejor si se comparan con las tasas comparatwas de las economías de mercado europeas. En 1960. dichas cconomias invirtieron en promedio un 20% de sus productos mtefnos’.‘i. En consecuencia. los salarios reales de los trabajadores urbanos ha.jaron. aunqur más lentamente que el PIH. En tkninos reales, los salarios en las industrias manufactureras alcanzaron su punto más alto cn el periodo 1955-59, pero para 1970-72 habían caido a los ntveles de antes de 1950 La situación de los salarios rurales y de las jubilaciones era aun peor. En sintcsis, se había llegado al límite del proceso de industrialización que buscaba sustituir a las importaciones. Estos acontecimientos tuvieron profundas consecuencias políticas. La prnnera fue el ya mencionado fin del papel predominante del Partido Colorado en las elecciones naclonales de 19%. En 1962, los Blancos volvieron a ganar. pero en esta ocasión el ganador fue otra fracción competidora, distinta a los ganadores de IY5X. Los Blancos no aprovecharon las dos oportunidades que los votan& Ics dieron y cn 1966 loa Colorados volvieron al poder. En 1966, los votantes tambien aceptaron retornar al presidencialismo pleno y a mandatos de cmco años. El comportamiento electoral de los uruguayos obwamente reflejaba una creciente impaciencia con la crisis; los Cuadros N” 5.1 y N” 5 2 muestran claramente hasta qué punto el 122 LUIS E. GONZALEZ año 1958 constituyó un viraje decisivo del predominio dc lo\ Colorados a un bipartidismo competitivoî4. El creciente malestar social se vio reflejado en el crecimiento de los sindicatos. Para mediados de la dtkada del sesenta, se fundó la Convención Nacional dc Trabajadores (CNT), la primera federación nacional de sindicatos. Los smdicatos, fundados, consolidados y liderados por la kquierda. sirvieron naturalmente como aparatos políticos de socialización de este últnno grupo. Inevitablemente. su creciente importancia tambiEn SC vio reflejada cn términos electorales. Ciertamente no era coincidencia que para IY66 los comunistas se habían convertido en un partido relevante, en el sentido de Sartori. aunque la mayoría de los contemportieos no se percataron del cambio. Sc prcscntaron bajo una etiqueta partidaria cuidadosamente seleccionada: FIDEL (Frente Izquierda de Liberación, asociándose obviamente con Fidel Castro y la Revolución Cubana), y obtuvieron el 6% del voto nacional. Los comunistas también contaban con las organizaciones sociales más fuertes de la izquierda, y para efectos prácticos controlaban los sindicatos. Las respuestas a la crisis a nivel de masas no fueron las únicas respuestas significativas. Dcsdc comicrvos dc la década del sesenta un grupo pequeno y radical de militantes izquierdistas desarrolló un movimiento de guerrilla urbana: los Tupamaros. Sus ideas evidenciaban una profunda influencia de la Kevolución Cubana y especialmente del guevarismo: sus teorías se acercaban al enfoquej0qusra de Kégis Dehray (según se explica en Radution rn the Revolution~). El grupo fue siempre pcqucño hasta su dcrrota final, pero el impacto que tuvo sobre la política uruguaya fue desproporcionalmente grande por dos razones. En primer lugar. la policía no podía contenerlos, así que sus acciones parecían poner en peligro la “seguridad del Estado” y el orden existcntc. Naturalmente, esto llevó a la participación de los militares en el esfuerzo antiguerrilla. En segundo lugar, representaban una alternativa izquierdista a la izquierda oficial y tuvieron éxito en reclutar jóvenes educados de las orbes. Por lo tanto, la atracción centrífuga que cjercicron sobre la izquierda entera contrlbuy0 aún más a la polarización política. Los comunistas afirmaron repetidamente que sólo estaban cn desacuerdo con los Tupamaros en cuanto a la forma de proceder. Algunos grupos más pequetlos usaban un lenguaje tan radical que no quedaba claro en qué se diferenciaban de los Tupamaros. Acontecimientos posteriores comprobaron que dc hecho uno de estos grupos (cl 26 de Marzo) constituia efectivamente el brazo oficial de la guerrilla. Las acciones de estos grupos servían para vincular a la guerrilla con la izquierda oficial, por lo menos simbólicamente. Los líderes de la izquierda oficial no quisieron o no osaron cortar esos VilllXlO~. Las acciones armadas de los guerrilleros generaron una reacción clásica de la derecha, la que incluyó comandos de vigilantes estrechamente ligados a las fuerzas de seguridad, y por consiguiente. un espiral clásico de violencia. El momento deciwo vino en 1968 cuando el gobierno de los Colorados estimó que el imperio de la Icy ya no bastaba para mantener el orden público, o por lo menos para mantener su propia versión del orden pílblico. El gobierno perdió credibilidad por su manejo inconstitucional dc las medidas prontas de seguridad y de la represión polltica, incluyendo la muerte de civiles dcaarmados en protestas callejeras. Retrospectivamente, es fácil apreciar que estas políticas tuvieron Cxito cn cuanto a destruir a las guerrillas izquierdistas; sin embargo, generaron consecuencias pollticas extremadamente antidemocráticas. No obstante, al mismo tiempo muchos demócratas sinceros, especialmente del lado conservador, sintieron que no les quedaba otra opcire., hú\ico, de, ,,n,gm VO, 4. <‘u,,wu rocredod~vpoiilm (Montevideo CLAEH, ,991) El Cuadro está canstrwdo para reflejar la IenninoloSia de Gioianni Salron usada en Pun,u ondPwr,v S~.slrnts. A ~~,,>rwork/orAn~l~.s,., (New Yo& Cambridge Unwers~ty ROTA: Press, ,9X), sec. 5.2, pags 121.123. Sartori define los partidos “relevantes’ como aquellos que ayudan a determinar la coalición ,,ue gobernar8 o que afectan las tácticas de la competencia partldana a En ,958 ,,n pequeiio grupo de Colorados votó fuera del lema, obteniendo el 2% de la totalidad de los votos b Entre ,942 y ,954 cl PartIdo Blanco vo,O bqo lemas separados. El ala ,ikral, Panido Nacional Independiente, rehusó m,w con el ala mayoritaria Hemsla hasfa ,958 La participaaón electoral del PN, disminuyó continuamente, del 10% en 1942 al 3% en ,954 Esta linea ind,ca su participación eledora, combmx,a. c Los partidos muy pequeños no se enumeran en forma separada. d La Union Cuica se convire en el PartIdo Demócrata Cristiana en 1962 En ,966, un pequeao grupa separatista votó fuera de, ,wa de los democratactistmnos. e un 1966, antiguos aludos de los sociabsras votaron fuera de, lema del Partrdo Soe~aiista. Además de, f Aunque la mayoria de ,os observadores no se percataron del camho, para ,966 los comumstar ya se habían convertido en un part,do relevante en el sentido de Stiori incremento en la parnapacxín elecroral, el Pando Comunata se apoderá del liderazgo de los smdicatos. g En 1958, ,962 y ,966 el subtotal de pandos no relevantes supera la suma de los partidos enumerados en el cuadro porque o+~oos parfidos no enumerados aquí obhlvieron algunos fotos. b En 1971 y 1984 el Nuevo Espacio (la abarza de 105democratacnrbanos y el Panido por el Gobxmo del Pueblo, antigua Lista 99 de, gn~po separatista del Partido Colorado) votó junto con el Frente Amplio bajo el mismo lema; en ,989 votó bajo su propio lema. m LUISE. GONZALEZ 124 Cuadro N’5.2 Porcentajepromediode los votos obtenldospor partido en las elecciones presidenciales.Uruguay, 1942-I989 Ptitidoî tradwionales ‘televantes” Partido Colorado Panido Dlmco Subtotal Pamdos “‘relev.wteî” de la izquierda Todos los partidos ““0 relevantes” ‘TOTAL 52.1 8,4 00.5 .- 44.7 45,5 OO.2 .- ‘),5 9.8 100 100 37,5 38.0 75,5 23.2 1.2 99,9 comenzadoa comienzosde los años sesenta,y culminó en 1971 con la creación del Frente Amplio. El Frente se parecíaa la Ilnidad Popularchilena pero abarcabauna secciónaún mas amplia del continuo izquierda-derecha. Sc juntaron la DemocraciaCristiana, dos fracciones que se habíanseparadode los partidostradicionales,y todos los partidos y grupos oficiales a su izquierda, incluyendo los socialistasy los comunistas. Por razonesobvias, los I‘upamaros no pertenecíanformalmentea la coalición, pero el brazo oficial de la guerrilla sí lo hacía. En 1971 el Frenteobtuvo el 18% del voto nacional,obtemendomásvotos que uno de los partidos principales en la ciudad de Montevideo, que rcprcscntacerca de IU notad del electorado,y también obtuvo el control de los sindicatos. El efecto sobre el sistemade partidos del progreso lento y relativamentetímido de los comunistasen 1966es discutible. Sin embargo,tal no cra el casoen 1971: segúnlas “reglas de tonteo” de Sartori, o casi cualquier otro criterio significativo, el bipartidismo uruguayo estabaacabado. Superficialmentepor lo menos,el nuevo sistema de partidos que emergió como consecuenciade las eleccionesde 1966yio de 1971-subordinado a si sedefine o no a 1966 como el año decisive contabacon tres partidos relevantes. En vista de sus fuerzas electoralesen 1971, tiene sentido, como han afirmado algunos observadores,rcfcrirsc a oo sistemade dos partidosy medio. AUTORITARISMO Y RESTAURACIÓN DEMOCRÁTICA Los primerosaiios del régimen autoritario (1973 a 1975) se puedendescribir como una dictadurade comisarioen su sentido clásico. Tanto el gobierno como la oposiuón percibíanal régimen como una solución de emergencia cuyo objetivo no era impulsar cambios significativos en el marco institucional de la Constitución política. SegúnZelmar Michelini, lídcr del antiguo Grupo Colorado Lista 99 y cofundadordel Frente Amplio, inicialmente los militares pensabanque su gobierno no duraría másallá de 1977. Fue sólo en 1975,dos años despu& del golpe, que seempezóa cuestionaresaideai”. La decisión de consolidar cl r¿gimen formó parte de una estrategiamás amplia que dominó la segundafase del rkgimen militar. desde1976hasta 1980. 1.ametaprincipal llegó a ser la construcciónde un nuevo ordenpolítico, algo parecidoala democradura(en términos de Schmitter); aumentónuevamentela represiónpolitica, probablementepara limpiar el camino CONTINUIDAD Y CAMBIO EN EL SISTEMA DE PAK’I II)OS LIKUGUAYO 125 para el futuro regimcn. Un informe emitido por una comisión de la Cámarade Diputados en 1985, dcspuesde la restauraciónde la democracia,afirmó que la mayoría de los secuestros políticos donde estabanimplicados los militares y cuyas víctimas seguíandesaparecidasse produjeronentre 1975y 197837. A pesar de estos datos sombrios, el régimen proyectado era realmente híbrido: los militares tendríancontrol final sobreun gobierno que cn otros aspectosse pareceríamucho al antiguo régimen democrático,incluyendo un papel explíctto para los partidos políticos. La actitud dc los militares hacia la democracia,o hacia algunos aspectosde la democracia,era realmenteambivala. Buscabanel consentimientodel pueblo para fundar su democradura:se debía completar y legitimizar el proyecto a traves de un plebiscito. No se trataba de simplementerendir un homenajeverbal a la idea de una contestaciónpopular, como se puede apreciar al comparar los plebiscitos casi contemporáneosde Chile y Uruguay. En ambos paíseshubo un “fraude estructural”, en el sentido de que las campañasque precedieron los plebiscitosfueron muy sesgadas:tanto en los plebiscitoschilenos de 1978y 1980 como en el uruguayode 1980la voz y las accionesde la oposición fueron restringidasen forma parecida. Sin embargo,cn Chile los militares se prepararonpara cometer,y de hecho cometieron, un fraudedirecto: los votos no se contaronhonestamente’“.En contraste,los militares uruguayos simplementereconocieronsu derrota. Esto dio comienzo a la transición uruguaya hacia la restauraciónde la democracia(entre 1980 y 1985), la tercera y última etapa del régimen militar. Los partidospolíticos uruguayosjugaron un papel importanteen esaderrota. En primer lugar, todos los líderes de consideracióntomaron partido en el asunto. Una mayoría de los lideres políticos se había opuestoal régimen desdeel comienzo;dicha oposición creció y se volvió másexplícita cuandosehizo evidenteque el regimenya no se considerabatransitorio y de emergencia. La línea divisoria entre los que apoyabany los que se oponíanal régimen cruzaba los partidos, salvo la izquierda que fue unánimeen su oposición al régimen. Aunque divididos internamente,los Blancos y los Colorados no actuaron de la misma forma en relación al régimen. El golpe fuc liderado,al menosnominalmente,por un presidenteelegido de entre la mayoría ohtenida por el partido Colorado, y el apoyo civil más significativo provenía del miembro del Partido Coloradoy antiguoPresidenteJorgePachecoAreco, y de susseguidores. Algunos colorados notorios trabajaron por el gobterno militar asumiendocargos más bien técnicos. Según los resultadosde la elección de 1971, las fraccionesmas a la derechade ambospartidos principales-la mayoríadel Partido Colorado (los pachequistas)y la minoría del Partido Blanco-- apoyaron el golpe y más adelante el proyecto constitucional de los militares. La mayoría del Partido Blanco (los wtlsonistas. llamadosasí por su líder, Wilson Ferreira)y la minoría del Partido Coloradoformaron cl núcleode oposiciónal régimen. Los Blancos constituian la oposicióna los militares másgrandey másradical. Ferreira llevó a cabouna campanainternacionalinfattgableen contradel régimen,ayudado-fuera del país- por la Izquierda,algo que los militares considerabanespecialmenteinaceptable. Por lo tanto, graciasen parte a sus propios esfuerzosy en parte a la represiónde la izquierda3’, la mayoría del Partido Blanco apareciacrectentementecomo el núcleo “duro” de la oposición. En consecuencia,el mismo régimen -probablemente los seguidoresinformales, y no el liderazgo formal- reaccionó. Aunque nadie de la oposición disfrutó de una cxistcncia tranquila, los únicos líderespolíticos de los partidos tradicionalesque efectivamenteperdieron la vida por la violencia política fueron líderesdel Partido Blanco. Los votos a favor del régimen en el plebiscito de 1980 alcanzaronel 43% de los votos válidos; estosolo superóen seispuntosporcentualesel 37% alcanzadopor las fuerzaspolíticas a favor del regimen en las eleccionesnacionalesde 1971. Si tomamosen cuenta lo que he denominadofraude estructural,el resultadono fue muy impresionantey tampocoaugurabaun buen futuro para las fuerzas polfttcas que apoyabanal régimen. Es más, en ese tiempo la derrota del gobierno fue asombrosa. Desdeel punto de vista militar, los plebiscitos chilenos 126 LUISE.GONZALEZ habían sido exitosos, y en un contexto más amplio no existían antecedentes comparativos respecto a una derrota gubernamental en condiciones fucrtcmcnte autoritarias4’. Sin embargo, diez años más tarde la dimensión electoral de las revoluciones en Europa Oriental, y otras situaciones en América Latina, nos han hecho más conocedores de este tipo de acontecimiento. Pero en ese tiempo la mayoría de los observadorcs, tanto uruguayos corno extranjeros, pensaba hasta el tina1 que los militares ganarían, en último caso mediante fraude directo si fuera necesario. Después de la derrota transcurrió casi un año p mucho suspenso antes de que los militares impulsaran un plan alternativo. El nuevo cronograma presumía una reorganización de los partidos políticos -salvo los de la izquierda- mediante una votación popular directa en 1982, y luego elecciones nacionales en 1984 A pesar de los dramáticos acontecimientos políticos en los próximos tres anos, el plan funcionó hasta el tina1 y culminó con la restauración de la democracia en 1985. Las elecciones internas dentro de los partidos oficiales (Blancos, Colorados y la pequena IJnión Cívica) en 1982 constituyeron una derrota política aún más aplastante para los militares. Aunque no era obligatorio votar, corno lo es en las elecciones nacionales normales, la concurrencia fue relativamente alta: 60% del universo electoral inscrito. Los líderes de la oposición obtuvieron el 76% de los votos del Partido Blanco y el 70% de los del Partido Colorado. El Frente Amplio hizo un llamado para votar cn blanco, pero con malos resultados, En definitiva, las fracciones que apoyaban al régimen ~610 obtuvieron el 23% dc los votos. Por lo tanto, el resultado principal de las elecciones “internas” fue que despues de la legitimidad misma del régimen la oposición civil se convirtió en su único interlocutor válido. Largas y diflciles negociaciones entre los militares y la fortalecida oposición civil culminaron con el denominado Acuerdo del Club Naval, que abrió el camino para las elecciones nacionales de noviembre de 198441. El acuerdo definió un caso de reforma pactada (en los términos de Linz), mezclado con lo que Stepan denominó un “escape” para los militares como institución. En verdad, el acuerdo fue una negociación; no fue algo impuesto, en un sentido signilicativo de la palabra, sobre una de las partes. Todos los actores principales obtuvieron algo y concedieron algo. Los militares concedieron casi todo, excepto que el líder de los Blancos. Wilson Ferreira, no podía presentarse corno candidato a la presidencia y que los líderes civiles no podían reemplazar a discreción a los mkximos líderes militares. El Acuerdo del Club Naval fue notable también en virtud del papel que jugaron los partidos. Los Blancos fueron especialmente intransigentes con respecto a las proscripciones, Los militares, quienes habían tomado un curso intensivo sobre la politica cn 1980 y 1982, y los Colorados entendian que solos no podian negociar un acuerdo (porque los Colorados no constituían una mayoría nacional); sin embargo, el único otro socio disponible era la izquierda. Los militares sacaron las conclusiones correspondientes y actuaron conforme. Modificaron su antigua postura, permitiendo que la izquierda tomara parte en las conversaciones, y el resultado final fue el Acuerdo del Club Naval. Los Blancos no participaron, pero frente al hecho consumado, de malas ganas accedieron parttcipar en las elecciones. Por primera vez se decidió un pacto de gran importancia nacional sin la participación de uno de los partidos tradicionales. Esto reflejaba, por supuesto, las nuevas realidades que emergían despues de las elecciones de 1971, pero es irónico que se requirió de los militares para reconocer esas nuevas relaciones políticas. Las elecciones nacionales de 1984 no fueron abiertas para cualquier candidato. Existía una prohibición impidiendo que Wilson Ferreira, el miembro más connotado de la oposición civil, se presentara corno candidato a la presidencia. ‘Tampoco pudo hacer campaña para su partido, pues fue encarcelado hasta despues de las elecciones. mientras que otro proscripto famoso, el recientemente liberado líder del Frente Amplio, Líber Seregni, trabajó duro para su coalición. No obstante, todos aceptaron los resultados de las elecciones, ganadas por los Colorados, aunque probablemente por razones diferentes. Todos estaban convencidos tambien de que, a pesar de las limitaciones de su origen, el nuevo gobierno era realmente democrático CONTINUIDAD Y CAMBIO EN EI. SISTEMA DE PAKI’IDOS UKUWJAYO Cuadro N” 5.3 Escaños senatoriales 127 ohtcnidos por partido. Uruguay, 1942-1989 y que habían terminado las proscripciones. Las primeras acciones del nuevo gobierno ---especialmente la amnistía para los prisioneros políticos y los guerrilleros- sirvieron para demostrar que realmente estaba al mando. Las elecciones nacionales dc 1984 mostraron que, al menos a nivel de partido, el regimen militar había congelado la situación política que resultó de las elecciones de 197 1. el índice de Pedersen de la volatilidad electoral neta entre 1971 y 1984 fue S-2, muy por debajo del promedio uruguayo entre 1942 y 1984 que fue 7,l. Ese efecto congelador también se aprecia claramente en la composición de la nueva legislatura42. El triunfo de los Colorados restauró el statu que anterior. En esta ocasión, el Frente obtuvo el 21% del voto nacional y consolidó su segunda posición en la ciudad de Montevideo. Seguía siendo el “medio”, aunque un poco crecido, del nuevo sistema de dos y medio partidos, Se aprecian mayores detalles al examinar el interior de los partidos. En primer lugar, la derrota de los militares y de sus amigos políticos fue aún mayor que en 1980 y 1982. Dentro de los Blancos, prkticamente desaparecieron; no fueron capaces de sacar elegido ni a un solo candidato. Dentro de los Colorados obtuvieron menos de un cuarto de los votos del partido. En general, el 43% dc los votos sufragados a favor de los militares en 1980, que en 1982 había caído a un 23%, en 1984 ~610 alcanzó el 11%. Los Colorados ganaron una clcccibn básicamente antimilitar porque obtuvieron los votos pro mililarcs; de otro modo, los Blancos habrían ganado. Parte de la explicación de este resultado algo sorprendente se encuentra en las tácticas electorales exitosas de los Colorados. Las elecciones comprobaron que el pueblo quería echar a los militares, pero no a cualquier precio: también quería tener paz. Interpretando correctamente este estado de ánimo, los líderes exitosos de los Colorados establecieron como tema de su camparla el lema: el cambio de par. Fue el eje mismo de su éxito. Los Blancos no pedían guerra, pero su oposición radical a los militares antes de las elecciones, el knfasis que ponian en la justicia y la situación compleja que rcaultaha del encarcelamiento de su líder principal, hicieron que muchos dudaran si una wctoria de los Blancos traeria paz. En segundo lugar, &uál es el verdadero estado del “medio” del Fistema de dos partidos y medio’! En verdad, los sistemas de partidos son entidades extrañas. Los partidos no necesariamente forman parte de ellos (cuando no son relevantes), y grupos extrapartidarios a veces si lo forman (coaliciones de partidos suficientemente cercanos como para actuar en conjunto); el lenguaje que usamos no esclarece el asunto. Aunque ayuda, dicho lenguaje no es arbitrario. Los conceptos centrales tienen un significado definido; no todo es aceptable. Hemos considerado extensamente por qué los partidos principales efectivamente han sido 128 LUIS E GONZALEZ partidos; pero esto no implica que todo grupo que compita electoralmentecorno un solo lema desdeun punto de vista legal seaun partido o deba ser consideradocorno tal. No podemos aceptar a una coalición mucho más amplia que la Unidad Popular chilena corno un actor par.trcular y relevante en el sistemade partidos. Afortunadamente,las eleccionesde 1984 tambien proporcionaron, en cierto sentido básicamcntcpor primera vez, la oportunidad de estudiarvarios aspectosdel sistemade partidosen basea encuestasde opinión pública fiables. Por lo menosdesde1984 los uruguayos,al igual que los chilenosy en contrastecon los argentinosy brasilenos,han usadocxtcnsamcntela dimensiónizquierdaderechapara describir la composiciónpolítica del pr~is~~.Se sitúana sí mismosy a otros objetosde importanciaen el panoramapolítico en el continuo izquierdaderecha,igual como lo hacenlos puebloseuropeos. Dicho continuo apareceempíricamentecorno una dimensiónordenadoradel espaciopolítico, puestoque se encuentraasociadocon casi todaslas opinionesy actitudespolíticas. El análisis de los pcrlilcs ideológicosde los votantesarrojó cuatro resultadosprincipales. En primer lugar, comprobandoel análisis anterior, loa dos partidos tradicionales si aparecieroncomo partidos: los Coloradoscomo un partido de centroinclinándoseala derecha, y los Blancosa su izquierda, cornoun partido de centro. En segundolugar, los votantesdel Frente Amplio pertenecíanclaramentea dos grupos diferentes,uno de centro-izquierday el otro de izquierda. El grupo de centro-izquierdaincluía a los democratacristianosy la antigua fracción de los Colorados, Lista 99; el grupo de izquierda incluía a los socialistas y a los comunistasy sus respectivos aliados menores, marxistasindependientesy antiguosgrupospro guerrilla. En tercer lugar, el sistema de partidos contaba con cuatro actores relevantes; en términos de Sartori, correspondiaa un sistemadc pluralismo moderado. Dos consistianen los antiguos partidos principales, y los otros dos en las mitades del Frente Amplio. Dicha conclusión se vio respaldadapor un estudio independientede la autoidentificaci6nideológica de las elites políticas. La representaciónde las dos mitadesdel Frente Amplio como actores diferentes resultó ser muy consistentecon otras diferenciashalladasen las basessocialesde sus respectivoselectoradosy. además,en susestructurasorgánicas44. En cuarto lugar, el sistema de partidos ya no evidenciabala baja polarización que presumiblementehabía evidenciado en el pasado,especialmenteai SCcompara con datos europeos. Teniendo en cuentatanto la distancia,definida directamentecorno la polarización de un sistema, corno la superposiciónde los dos actores más extremos, los sistemasque estudiaron Sani y Sartori en base a datos de mediados de la década del setenta podrían clasificarseen dos grupos de baja y alta polarizaciónrespectivamente45.La polarización en el primer grupo varió entre 027 y 0,32, mientrasque la superposiciónvarió entre 056 y 0,45; en cl segundo grupo (de alta polarización) las distancias variaron cntrc 0,44 y 0,64 y las superposicionesentre 0,15 y 0,06. El sistemauruguayo, con una polarización de 0,42 y una superposiciónde 0,17, se acercababastanteal grupo de alta polarización, especialmentea la España despuésde Franco: 0,47 y 0,15 respectivamente Por consiguiente,cl sistema dc partidos uruguayo se había convertido en un sistema de relatrvamentealta polarización; “relativamente” indica que, dentro de los sistemas de alta polarizacrón, era el menos polarizado. Esto correspondía a una visión bastante nueva del srstema de partidos uruguayo: pluralismo moderadoy una polarización relativamentealta. Sin perjuicio de las apariencias. no existe ninguna contradicción real entre dichos atributos: el primero dice relación simplementecon el número de actoresrelevantesy el segundocon la distancia ideológica entre los dos actoresmas extremos. Las dos condicionestiendena estarligadas(mientrasm&s alta seauna, másalta serála otra), pero no existe ningunacorrelaciónexacta. SegúnSartori, el límite (en términos de partidos relevantes)más allá del cual sólo es probable que exista una alta polarización, es cinco (o seis) partidos En consccucncia,LJruguayera un casomarginal, pues en términos de fragmentación(cuatro actoresrclcventcs) JCencontrabacerca del límite, mientrasque en términos de ideología(polarización)tambiénse encontrabacercadel limite (el sistemamenospolarizadode los que estudiaronSamy Sartorr) CONTINUIDAD Y CAMBIO EN EL SISTEMA DE PARTIDOS URUGUAYO 129 Este tipo de sistemade partidoshacia imposible gobernar,porque el gobierno no tenia nmgunaesperanzade ganarsu propia mqoria parlamenkria; en 1971 eslo ya era verdad. El PresidenteSanguinetli buscti un gobierno de unidad nacional. y no lo consiguió. Tuvo que conformarsecon un gobierno de entonación.Incluyó a dos ministros del partido Blanco, pero sus cargos eran “técnicos” y no imponían ninguna obligación política a los Blancos. Los mismos ministros ciertamenteno eran políticos: uno fuc Enrique Iglesias, famoso por su trabajo cn la CEPAL y luego Presidentedel Banco Interamericanode Desarrollo, qmen asumiócomo encargadode relacionesexteriores. El primer gobierno de la restauracióndemocrhtica tuvo logros mixtos. Sus Cxitos principales correspondieronbásicamentea asuntos políticos: consolidó la democracia y resolvió el problema especialmentedificil de las violaciones a los derechoshumanosdurante el gobierno militar. Casi hubo un consensonacional cn cuanto a la consoiidaci6n de la democracia,y hubo al menosunamayoria colorado-blancocon respectoa las violacionesa los derechoshumanos. La solucióna esteúltimo problema,una amnistía,fue terminante:después de un referéndumnacional a comienzosde 1989, todos los partidos concordaronque el tema estabac~rrad«~~.En términos socioeconómicos,los logros del PresidenteSanguinettifueron bastantebuenosen comparacióncon los de Alfonsín en la Argentina y Sarneyen Brasil, pero no satisficieron las expectativasde los wtantes. Los ingresosrealesaumentarony la inflación disminuyó al comienzo de su mandato.pero la coyuntura empeoróhacia cl Final. Sanguinetti terminó su mandatocon una inflación anual que se acercabaal lOO%,mejor que la Argentina y Brasil, pero muy distantede seruna situación ideal. AI acercarseel tiempo dc las elecciones,el ánimo de la población era de desencanto. Dicho desencantose debía en parte a las altas expectativasque tenían respectoa la nueva democracia,pero también reflejabacondicionesuruguayasmásobjetivas y específicas.Como sahcnmuy bien los uruguayos,la economía,en términos comparativos.básicamentese había estancadodesdemediadosde la decadadel cincuenta. Parafines de 1988, sólo el 13% de los montevideanospensabaque la coyunturadel psis estabamejorando;el 55% creia que estaba estancada,y el 3 1% que eslabaen decadencia.La mayoría de los votantesen ambospartidos principales pensabaque el país estabaestancado. Para 1989, el porcent+jede aprobacióndel mandatodel Presidentey su popularidad personal. que habian estadoen declinación desde 1986,habíancaido por debajodel 20%47. Los acontecimientosde 1989,año de elecciones,confirman todos los puntosprincipales del análisis anterior. A comienzos de 1989, el Frente Ampho se derrumbó debido a desacuerdosinternos; el ala izquierda retuvo el nombre de Frente Amplio, y el ala moderada tomó del nombre de Nuevo Espacio. Esta división y los mismos resultados electorales (refiéraseal Cuadro N” 5.3) confirman que el sistemade partidos se había convertido en uno de “pluralismo moderado”, con cuatro actoresrelevantes. A pesar de la división, el nuevo Frenterecibió el mismo porcentajede los votos que su antecesoren 1984,el cual fue suficiente en esta oportunidad debido a la mayor fragmentación del electorado- para ganar una pluralidad en la ciudad capital de Montevideo. En conjunto, las dos mitades de la izquierda obtuvieron el 30 por ciento del sufragio nacional, y el 48 por ciento del sufragro en Montevideo. En cuanto a la presidencia,las eleccionesno arrojaron ninguna sorpresa. Los Colorados, frente al desencantode los votantes, sufrieron el mismo destino que Suárez en España,Alfonsín en la Argentina y Sarneyen Brasil El candidatodc los Blancos, Lacalle, obtuvo una amplia mayoría, aunquelos Blancos obtuvieron menosvotos que los Coloradosen l9844x. El primer tio del nuevo mandatofue difícil. Al igual que Sanguinetti,Lacallc intcnló formar un gobierno de coalición. ‘También fracasó. Obtuvo la misma cooperación que Sanguinetti: un acuerdo vago que no generabaobligaciones políticas y con ministros del Partido Colorado en el gabinete que no eran politices. En esta ocasión, dicho acuerdo imprecisosedenominóla coincidencianacional. Desde un comienzo, el gobierno nacional no fue capaz de controlar la inflación --eI aumentoen los precios del petróleo no ayud& y hubo una leve reducción en los ingresos 130 LUIS E. GONLALEZ Cuadro N” 5.4 Escaiíos en la Cámara obtenidos por partido, Uruguay, 1942-1989 Partid” Colorado Partido Blanco Un%, Ci”d Democracia Cristmna Partido Socialista (y aliados) Parhdo Comumata (y aliados) Nuevu Espilcio Frente knplia TOTAL ESCAÑOS 58 34 47 4” 53 38 51 38 40 5, 44 47 50 41 41 40 41 35 30 39 4 5 4 5 3 3 3 ~ Pd - 99 8 10 99 122332---2 99 5 99 22235--p 99 99 99 99 13 8 99 9 21 99 FUENTES: Las mimas que el Cuadio N” 5 1 NOTA: Véase los Cuadros N” 5.1 y N” 5 3 ta En 1984, la Umún Cívica, separada de la Democracia Cristuna, obtuvu dos escaños en la Cámara Baja (que no se mwstran en el Cuadro). reales. En seis meses, la popularidad del Presidente Lacalle cayó a plomo, alcanzando el nivel más bajo de Sanguinetti al final de su mandato dc cinco años. En contraste, el intendente socialista de Montevideo, Taba& Vázquez, retuvo un alto nivel de popularidad a pesar de los incrementos reales significativos en los impuestos municipales49. UN SISTEMA DE PARTIDOS EN EVOLUCIÓN Si el análisis anterior es básicamente correcto, se desprenden algunas conclusiones. La primera conclusión más importante y obvia es que el principal impulsor de la transformación del sistema de partidos ha sido el descontento de los votantes con respecto a la situación existente. Debido en parte a accidentes históricos, los Colorados se habían convertido en el partido predominante para fines de la Segunda Guerra Mundial. Retuvieron ese papel sin mayores esfuerzos siempre que las cosas andaban bien, es decir, durante el ápice del proceso de industrialización para sustituir a las importaciones y, más adelante, durante la bonanza que experimentaron algunas exportaciones uruguayas a raíz de la Guerra de Corea (refiérase al Cuadro No 5.1). Cuando empezaron a surgir las complicaciones, la gente empezó a buscar alternativas. Durante los próximos diez afios, entre 1958 y 1971, la búsqueda se limitb a los antiguos partidos principales y tradicionales y sus facciones. En el Cuadro N” 5.2 se muestra que la participación electoral de los otros partidos es constante. Al enfocar los resultados a más largo plazo de los dos períodos (Cuadro N” 5.4), se aprecia que el voto de los otros partidos no cambia desde los tiempos del predominio de los Colorados hasta los tiempos del verdadero bipartidismo. La diferencia significativa entre los dos pcriodos tiene que ver con la participación electoral relativa de los dos partidos principales: evoluciona desde una ventaja grande y persistente de los Colorados durante el primer período a una paridad media en el segundo. Durante todo este período, la búsqueda de soluciones políncas para el callejón sin salida del desarrollo uruguayo se vio limitada exclusivamente a los partidos tradicionales, debido mayormente a factores politicoestructurales, es decir, a las ya descritas combinaciones de regimen electoral y cuasipresidencialismo. El marco institucional existente “canalizó”, por decirlo así. las preferencias de los votantes. Puesto que la cxpcriencia dictaminaba que votar por un partido que no fuera uno de los dos partidos principales no producia ningún cambio a corto plazo, votar de esa forma era una sella1 de desesperación o simplemente una inversión a largo plazo. Significaba que ninguna de las opciones disponibles realmente importaba. La CONTINUIDAD Y CAMBIO EN EL SISTEMA DE PARTIDOS URUGUAYO --- 131 fuerte identificación partidaria de los uruguayos, la que desde el punto de vista de los partidos principales constituía un capital político que se iha acumulando durante los buenos tiempos. contribuyó a su capacidad para “canalizar” las preferencias de los votantes a corto y mediano plazo. Para parafrasear a Hirschman, podemos decir que las “empresas” afligidas --los partidos tradicionales- no fueron capaces de beneficiarse del tiempo adicional que les fue concedido por la lealtad de sus consumidores. Los diferentes gobiernos de este período no pudieron revertir la situación, debido a que muchos de los problemas eran de verdad intratables, en parte quiz&s debido a la mala sucrtc y porque cl fraccionamiento de los partidos principales dificultó aún más cualquier acción eficaz. Incluso durante el período de verdadero bipartidismo, la existencia de varios partidos menore, que .juntos acumulaban cerca del 10 por ciento de los votos significó que las mayorías parlamentarias eran esquivas para los partidos ganadores. Después de largos afíos de opciones políticas “restringidas”. la impaciencia, la renovación generacional, la cabal agravación de la coyuntura socioeconómica, las influencias ideológicas externas y la creciente violencia política interna se combmaron para derrumbar el efecto “canalizador” que tanto favorecía a los partidos principks. Pero para ese entonces la acumulación de presiones sociales cra tan grande que peligraba la misma democracia. No conocemos la polarización del sistema de partidos cuando se efectuaron las elecciones de 1971, pero una estimación bien fundada (y conservadora) es 0,5 1, ciertamente mucho más alta que la polarización observada despuks de la restauración de la democracia en 198450. Basicamente, el regimen militar congeló el sistema de partidos, pero sólo a nivel de parkfos. La interacción de las acciones de los líderes políticos y las preferencias de la pohlaci6n, con tres elecciones de importancia crítica en un periodo dc sólo cuatro afios (1980, 1982 y 1984), modificó concluyentemente el panorama político. La mayoría del Partido Colorado de antes del golpe se convirtió en la minoría indiscutida dentro del partido. Las fracciones pro régimen del Partido Blanco fueron aniquiladas, lo que sirvió para estabilizar los cambios que hablan comenzado antes de la elección de 1971 y empujar a los Blancos hacia la izquierda de los Colorados. De esa manera, los Colorados contaban con un electorado cautivo en el lado derecho del espectro politice, lo que ayuda a explicar por qué se ganó la elección antimilitares de 1984 en base a votos pro militares. La situación política generada por la elección de 1984 no fue capaz de resistir el descontento general, y en 1989 esto ocasionó un cambio de liderazgo de nn partido tradicional al otro. Desde la perspectiva de los partidos principales. la situación aparenta igual que hace treinta tios: la mayoría del electorado nuevamente contió en ellos. Sin embargo, la analogía es dudosa. Por una parte, la mayoria que vota dentro de los partidos tradicionales disminuye rápidamente (Cuadro N’> 5.2). Por otra parle, si cl fraccionamiento de 1958-1966 dificultó las cosas y la fragmentación hizo muy tenues las mayorías parlamentarlas, hoy en día la creciente fragmentación garantiza que ningún partido puede obtener una mayoria por sí solo; el fraccionamiento acentúa el problema. Las únicas noticias bucnas para los partidos principales es que las cosas no han escapado completamente fuera de control: la polarización y superposición observadas en las elecciones de 1989 fueron 0,44 y 0,24 respectivamente, básicamente iguales que en l984j’. Los políticos uruguayos están aprendiendo por experiencia que cucsla mucho gestionar una coalición en un sistema presidencial con una tradición de gobiernos partidarios. TamhiCn se están dando cuenta que al menos a corto plazo es poco probahlc que un partido ohtcnga por sí solo una mayoría parlamentaria. En consecuencia, están emergiendo dos estrategias conducentes a una posible reforma. Por una parte, existen aquellos que privileglan un cambio hacia un sistema parlamentario, para fomentar las coaliciones y la formación de gobiernos con mayorías reales. Por otra parte, existen aquellos que fomentan cambios institucionales que generen, dentro de ciertos limites, una mayoria parlamentaria para el partido ganador. Esto último significaría un principio de representación mayoritaria; en todo caso, requrriria cl abandono de una proporcionalidad rigurosa5*. 132 LUIS E. GONZALEZ Las reformas institucionales no son garantía de soluciones; sin embargo, las disposicionesactualesparecenaun menos alentadoras. len~endoen cuenta las tendencias analizadasarriba y presumiendoque no habrá ninguna revisión instituuonal, el sistemade partidos seguiráevolucionando. El marco institucional actualprivilegia un retorno gradual al bipartidismo, pero estono es nadaseguro. Aun cuandosuceda,tomarátiempo. Puedeser que aumentela fragmentacióndel sistemade partidosantesque se produzcauna disminución. Sea cual sca cl caso, la transformacibngradual del sistemadc partidos tornará bastantetiempo antes de producir un ganador capacitado para realmente gobernar dentro del marco institucional actual. Pero esedesenlacees dudoso.Mientras tanto, el país podría llegar a ser literalmente ingobernabley la polarización podríavolver a crecer,con consecuenciasinciertas para la democracia. Dadaslas alternativas.una reforma institucional podría ser la opción más atrayente. De ser así, Lcuál reforma? Hemosvisto que el aistcmade partidos uruguayoha llegado a tener una polarización relativamentealta. En estetipo de sistema,una reforma que permite que una pluralidad moderadagobiernesola, podría fácilmenteterminar por crear una situación de tipo Allende o incluso peor: una situaci6n dondeuna pluralidad en uno de los extremosdel espectro se sienta con el derechode implementarpolíticas vehementementeopuestaspor la mayoría. En ese caso, la democraciaprobablementepeligre más que en la configuración institucional actual. Permanecela opción de un verdadero sistema parlamentario. Por supuesto, dicho sistema no podrá garantizar que los uruguayos linalmente solucionen sus problemas,pero al menoslos peligros que podría acarrearparecieranser bastantemenoresque los de las alternativas.