(1932-1945): La Siniestra Unidad 731 Del

Preview only show first 6 pages with water mark for full document please download

Transcript

Edificio principal, hall y vista posterior del Memorial de la Unidad 731; en el centro, el edficio de emperimentación con gases venenosos. Harbin, septiembre 2015. En el Memorial de las víctimas de la guerra biológica del Ejército imperial japonés (1932-1945): la siniestra Unidad 731 del doctor Ishiro Ishii, en Ha'erbin (Harbin), noreste de China 1 La visita y la recogida de datos, septiembre-octubre de 2015 ÀNGEL LÁZARO Estaba en Harbin (Ha'erbin, en transcripción pinyin), capital de la provincia más septentrional de China, por otros motivos (recoger datos y tomar fotos para un estudio sobre las concesiones internacionales en China) y no tenía prevista esta visita. Teníamos poco tiempo, los edificios se encuentran en ruinas y el lugar no está bien comunicado con el centro de Harbin (a unos 20 kilómetros). Además, los crímenes de guerra y contra la humanidad cometidos por el Ejército Imperial Japonés (19311945) son motivo de aguda controversia política en Asia oriental, por lo que tenía mis reservas sobre el rigor expositivo y la objetividad del lugar. Sala final de la exposición del Memorial 731, con fotografías de las víctimas y testimonios de soldados y científicos arrepentidos. Harbin, septiembre 2015. 2 Sin embargo, la propia controversia acabó por suscitar mi interés, por lo que decidimos dedicarle la mañana del último día (martes, 29 de septiembre de 2015), antes de desplazarnos hasta el aeropuerto, para tomar el vuelo de la tarde. Tomamos un taxi hacia el distrito de Pingfang, en el oeste, actualmente uno de los grandes polígonos industriales del "Dongbei" (noreste de China), sede de grandes empresas aeronáuticas, como el fabricante de helicópteros Hafei. Llegamos muy pronto y ya de entrada me sorprendió muy favorablemente la alegórica elegancia contemporánea del edificio principal, donde se encuentra la exposición principal (aunque esto es siempre cuestión de gustos), en particular, el gran "hall" rectangular de paredes negras y techo traslúcido, atravesado simbólicamente por una línea roja cuyo objetivo, según los guías, es poner de manifiesto la revelación final de la verdad, alcanzada tras la apertura de la "caja negra" (símil muy apropiado) que la ocultaba. No tardamos en descubrir el sentido de aquella explicación No obstante la alegoría abstracta, y el efecto artístico resultante, nada de lo que hayas podido ver hasta entonces te prepara para lo que viene después. No hay truculencia fácil mediante desgarradoras fotos de dudoso origen (mi principal temor previo), sino exposición ordenada, pero desgarradora, rigurosa, pero emocionalmente insoportable, de documentos escritos y visuales, testimonios, objetos, pruebas abrumadoras del uso inhumano de cobayas humanos para la experimentación científica con fines militares. Tras casi 3 horas de visita, mi esposa y yo atravesamos la puerta de salida, hacia los restos del siniestro acuartelamiento de la Unidad 731 del Ejército Imperial Japonés, con una emoción difícil de contener, y lagrimas en los ojos, incapaces de comprender no una violencia pasionalmente destructiva sino la fría y deshumanizadora crueldad de los científicos y militares que allí trabajaron. Aunque ya entonces, el detenido examen de la exposición me pareció muy convincente, decidí no escribir este artículo hasta comprobar, uno por uno todos los datos expuestos, en particular, las pruebas que, en mi opinión, avalan la existencia de los crímenes denunciados desde hace años por chinos y rusos,. Estas pruebas también demuestran el ignominioso encubrimiento de los Estados Unidos: los informes elaborados por militares, científicos y agentes de inteligencia sobre las actividades de la Unidad 731 para su propio programa de armas biológicas, 3 con sede en Fort Detrick, Maryland, documentos secretos desclasificados el año 2000, y abundantemente citados desde entonces (ver Anexo). Documento de inteligencia desclasificado del Cuartel General de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos en el Pacífico, julio 1947, que acredita el conocimiento de los experimentos con seres humanos vivos de la Unidad 731. Christopher Reed, 2006. Estados Unidos no sólo utilizó datos obtenidos de experimentos humanos para desarrollar armas prohibidas por el Protocolo de Ginebra de 1925. Además, los obtuvo de los propios miembros de la Unidad, garantizando la inmunidad para todos ellos (aunque algunos miembros de segundo orden pudieron ser procesados por China y la Unión Soviética) y evitando que fueran juzgados por crímenes contra la humanidad. La recogida de datos me ha permitido comprobar que, aunque los documentos desclasificados, y los testimonios de arrepentimiento de varios miembros de la Unidad, 4 difundidos libremente en Japón, confirman las atrocidades, el gobierno japonés sigue negando su existencia, en la misma medida que los sectores negacionistas y revisionistas de Japón rechazan la comisión de crímenes de guerra por el Ejército Imperial Japonés entre 1931 y 1945 Hubiera preferido no escribir este artículo porque me parecía alejado de la finalidad cultural y viajera del blog, pero comprendí que había algo de deber (hacia lo humano que nos caracteriza o debería caracterizarnos) en el hecho de escribirlo. Me confieso un gran admirador de las culturas china y japonesa, por lo que hay algo de desgarro también en el acto de escritura. Por una curiosa e involuntaria sincronicidad, la escritura de este artículo coincidió con la lectura de "Underground", de Haruki Murakami, uno de mis escritores preferidos, un libro/ensayo sobre el ataque con gas sarín cometido la secta "Aum", liderada por Shoko Asahara, en el metro de Tokyo, en 1995, desde la perspectiva de las víctimas que lo sufrieron. Buena parte de los fabricantes y atacantes que usaron sin miramientos la citada arma química contra sus propios compatriotas formaban parte de la élite de la ciencia japonesa. 5 Excavaciones del edificio del laboratorio y las celdas para los prisioneros objeto de experimentación biológica. Harbin, septiembre 2015 El plan japonés de guerra biológica (1918-1945) El uso puntual de agentes patógenos en conflictos bélicos tiene siglos de historia, e incluso referencias bíblicas, pero la experimentación científica con métodos de cultivo masivo de gérmenes infecciosos no se convirtió en programa militar sistemático de guerra biológica ("Biological warfare") hasta los prolegómenos de la 1ª guerra mundial (1914-18), en la que los contendientes usaron sobre todo armas químicas (gas mostaza, gas cloro y gas sarín). 6 En el citado período, Alemania, Gran Bretaña y, especialmente, Japón, crearon unidades especiales para estudiar y desarrollar el uso de bacterias y toxinas como arma bélica y resolver el principal problema de su uso, su inestabilidad, centrándose específicamente en los gérmenes epidémicos más mortíferos, peste bubónica, ántrax, cólera "glanders" (muermo) y en la fabricación de los recipientes más eficaces para garantizar su efectiva dispersión. En 1918, el Departamento Médico del Ministerio japonés de Guerra encarga al Instituto de Investigación Científica de Tokyo el "desarrollo de una o múltiples armas biológicas mortales". El programa es formalmente suspendido en 1922, pero, aunque Japón firmó el "Protocolo de Ginebra sobre la prohibición del empleo en la guerra de gases asfixiantes, tóxicos o similares y de medios bacteriológicos, de 17 de junio de 1925", el mismo año, el Ejército decidió mantener el programa de investigación. El Protocolo, aún en vigor como costumbre de Derecho Internacional (fue ampliado y completado en 1972 por la " Convención sobre la prohibición del desarrollo, la producción y el almacenamiento de armas bacteriológicas (biológicas) y toxínicas y sobre su destrucción"), establecía la prohibición de uso de "gases asfixiantes, tóxicos o similares y de todos los líquidos análogos, material o dispositivo y medios bacteriológicos", pero carecía de regulación sobre la investigación, producción o almacenamiento. Este vacío legal y la autonomía del Ejército Imperial sobre el poder civil fueron aprovechados por la Academia Médica Militar de Japón para seguir trabajando en la investigación de armas bacteriológicas bajo el liderazgo de su principal ideólogo y ejecutor, y principal responsable de la experimentación con seres humanos en Harbin, el doctor Ichiro Ishii. La notoria influencia de los nacionalistas militaristas en el poder civil desde 1932 facilitaron el desarrollo de sus trabajos, con el decidido apoyo del entonces Ministro de la Guerra, Hadeo Araki. 7 Fotografías de Ishiro Ishii, junto con la reconstrucción de su antiguo despacho de mando en la Unidad 731 y el panel con su "Proposición de Guerra Biológica", documento clave del programa japonés. En el centro, arriba, con su hermano Takeo, jefe del escuadrón especial, el día que fueron condecorados por el uso de armas biológicas en la batalla de Nomonhan, Mongolia (1939). Debajo, la flecha señala a Ishii en una reunión médica en Tokyo. Harbin, septiembre 2015 El líder e ideólogo de la unidad 731, el doctor Ichiro Ishii El programa japonés de guerra bacteriológica y los crímenes de guerra y contra la humanidad cometidos por la Unidad 731 y otras unidades similares en China no pueden entenderse sin la figura de su creador, Ichiro Ishii (1892-1959). Ishii, doctor en medicina, "doctoral degree" en enfermedades epidémicas y teniente general del Ejército ("Cirujano General"), ideó, organizó y ejecutó el programa 8 completo de guerra bacteriológica (1932-1945), incluyendo la experimentación con seres humanos y el uso de armas bacteriológicas sobre el terreno. Tras su doctorado, Ishii recorrió entre 1928 y 1930 más de 20 países recopilando toda la información disponible sobre armamento biológico. Científico brillante e inventor consumado (patentó desde incubadoras hasta filtros antibacteriológicos defensivos), Ichiro Ishii no sólo organizó y ejecutó, también elaboró en 1930 un discurso teórico de justificación sobre el uso de armas biológicas y la experimentación con seres humanos en el documento militar confidencial titulado "Proposición para una Guerra Biológica". De acuerdo con la traducción inglesa del documento, Ishii consideraba que " we have to understand the physiological characteristics of human beings. Only under the condition of studying the physiological characteristics of human beings can we figure out the condition of causing the epidemic diseases with artificial ways. We use living people for experiments in order to study physiological characteristics (....)" Fotografías históricas y actuales de las instalaciones de la Unidad 731 en Harbin. Septiembre 2015 9 Asimismo, Ishii pensaba que "the era where the war only depends on strength has passed. Since we have invented large quantities of powerful weapons that can kill people without destroying the materials with the help of science (....) the wars in the future must be science wars, and the germ warfare is especially important. Therefore, we must make efforts to study the germ weapons" La creación de la Unidad 731 del Ejército de Kwantung De acuerdo con el plan de Ishii, el Ejército Imperial Japonés decidió crear un sistema de guerra biológica, con el objetivo de preparar la guerra bacteriológica, en el que se integran unidades militares de combate desinadas en Manchuria, las dos universidades más prestigiosas del país (las Universidades Imperiales de Tokyo y Kyoto) y un gran número de centros de investigación (la Universidad de Kyushu, el Instituto de Salud de Dalian y el Laboratorio civil de Investigación sobre Enfermedades Epidémicas de Tokyo. La dirección del programa fue asumida inicialmente por el Instituto de Investigación y Prevención de Epidemias del Ejército, con sede en Tokyo, pero, dado que uno de los objetivos del programa de Ishii era experimentar con seres humanos, el mando militar toma muy pronto la decisión de instalar los futuros centros experimentales fuera de Japón, en la histórica región de Manchuria. Esta región había sido ocupada por Japón en septiembre 1931 tras el llamado "Incidente de Mukden" (hoy, Shenyang), un atentado con explosivos contra un tren civil de una compañía ferroviaria japonesa con sede en la concesión japonesa de Dairen-Port Arthur (actualmente, Dalian y Lüshunkou). El atentado fue ejecutado por oficiales ultranacionalistas del Ejército japonés, pero se atribuyó a soldados chinos para justificar la invasión de Manchuria, solicitada desde hacía tiempo por el bando militarista y ya planificada por las unidades militares de la zona. Tras el citado incidente, Japón creó en Manchuria un "estado títere" bajo el reinado formal de Pu Yi, el último emperador de la dinastía Qing en China, de origen manchú, pero lo mantuvo bajo el control civil y militar de las autoridades japonesas. 10 El Ejército japonés ya había mostrado anteriormente un manifiesto desprecio por la población civil china de la zona tras la guerra chino-japonesa de 1895, en la que unidades del ejército japonés masacraron civiles inocentes tras la toma de la ciudad de Port Arthur, hoy Lüshunkou (distrito oeste de Dalian, en Liaoning), hecho documentado por periodistas independientes El programa es adscrito al Ejército de Kwantung, unidad de élite del Ejército japonés con sede en Manchuria, tristemente célebre por los innumerables crímenes de guerra cometidos en el Norte de China, por el que la mayor parte de sus jefes entre 1931 y 1945 fueron condenados tras la guerra. El Ejército de Kwantung albergaba además el grupo más numerosos de oficiales ulltranacionalistas, simpatizantes de los movimientos fascistas europeos, que posteriormente se harían con el poder en 1938, entre ellos su líder, y entonces Jefe del Estado mayor de la unidad, Hideki Tojo, uno de los pocos militares ejecutados tras la Segunda Guerra Mundial 11 Maquetas y restos de los edificios de la Unidad 731 Abajo, de izquierda a derecha, antigua estación de ferrocaril de Pingfang, distintivos de los prisioneros y permiso para residir en el área militar restringida. Harbin, septiembre 2015 En una primera fase (1932-36), el programa se dividió en dos unidades, la "Kamo Unit", principal grupo de investigación, con sede en Harbin, y la "Togo Unit", grupo experimental con sede en la cercana Wuchang, donde se encontraba la prisión civil de Baiyinhe, en la que se iniciaron los primeros experimentos con presos. Un motín en la citada cárcel puso de manifiesto la necesidad de construir un centro de experimentación más grande y seguro, para el que Ishii eligió la cercana localidad de Pinfang, en la que Japón construyó, entre 1936 y 1938, un enorme complejo de edificios con oficinas, laboratorios de investigación (con celdas adjuntas para prisioneros), un aeródromo con barracones, una terminal ferroviaria, almacenes subterráneos, depósitos de gas tóxico, una "cámara de gas" para experimentación con seres humanos y un enorme edificación con incineradores y depósitos de agua, cuyas 12 tuberías de hormigón, aún en pie, son hoy el símbolo histórico del lugar. El área donde centenares de prisioneros sufrieron indeciblemente, víctimas de inyecciones masivas de gérmenes epidémico, vivisecciones, congelación o gaseamiento, dispuso incluso de un templo sintoísta. Equipamiento ordinario de los soldados del Ejército de Kwantung. Las fotos corresponden a una ofrenda en el templo sintoísta de la Unidad 731, y a una visita del alto mando del Ejército de Kwantung. Harbin, septiembre 2015 La Unidad 731, creada por Decreto imperial en 1936 con el eufemístico nombre de "Departamento de Prevención de Epidemias y Purificación del Agua", disponía de unos 4500 efectivos militares y civiles, entre los que destacaba el grupo de científicos de élite, formado por 50 doctorados en prestigiosas universidades japonesas. 13 Mandos de la Unidad 731. De izquierda a derecha, Takeo Ishii (escuadrón especial), miembros de los servicios generales, Masaji Kitano (jefe adjunto), Kiyoshi Kawashima (condenado en la Unión Soviética por el bombardeo biológico de Changde), (ilegible)-Mitsuo Ishii-Yukimasa Yagisawa (laboratioro gérmenes); Equipo de tratamiento y diagnosis; Kozo Kamamoto-Tachiomaru YishikawaMashakuro Kurumazawa (anatomía-vivisecciones y disecciones);Kinzo Nakatome, jefe de la seccion de servicios generales (en una actividad deportiva), Hisato Yoshimura (congelaciones) y bandera con firmas de miembros de la unidad. Harbin, septiembre 2015 14 La unidad estaba dividida en diferentes escuadrones o equipos con funciones específicas, administrativas y científicas (servicios generales, cinematógrafos, laboratorios de gérmenes, plantas e insectos, gas, vivisección, congelación....), e incluso un "escuadrón especial" y un "escuadrón aéreo" (2 equipos y 11 aviones), formado por soldados y encargado del uso y experimentación de armas biológicas sobre el terreno. La actividad del centro y las zonas civiles próximas fueron declaradas zona militar de acceso restringido (Orden 1330, de 30/6/1936) (los pocos residentes autorizados necesitaban un permiso de residencia especial) Los miembros de la Unidad anotaban con precisión todas sus actividades y se regían por protocolos estrictos. El Ejército Imperial Japonés dispuso otras unidades de guerra biológica en los territorios chinos y del resto de Asia ocupados desde 1937, bajo el liderazgo de la Unidad 731 de Harbin. En concreto, la Unidad Jia 1855, con base en Beijing; la Unidad Rong 1644 con base en Nanjing, que sirvió de apoyo en los bombardeos de Ningbo, Zhejiang y Jiangxi; la Unidad Bo 8604 con base en Guangzhou y, finalmente, una unidad en Singapur.En el Noroeste de China, la Unidad 731 disponía de bases auxiliares en los alrededores de Harbin para experimentos biológicos de campo (Sunwu y Mudanjiang). El objetivo de todas estas unidades era desarrollar y ejecutar un amplio programa de guerra biológica en las zonas de guerra. Los abundantes testimonios recogidos desde 1945, sobre todo los procedentes de fuentes independientes, particularmente los citados informes de los servicios militares y de inteligencia de los Estados Unidos, ya desclasificados, y los valiosísimos materiales facilitados por los pocos miembros de la unidad que manifestaron público arrepentimiento por lo ocurrido, entre los años 80 y 90, han permitido reconstruir con detalle las siniestras actividades de la Unidad 731 en Pingfang entre 1938 y 1945. La selección de prisioneros y el protocolo de transferencia especial El programa de guerra bacteriológica del Ejército japonés incluía experimentos con seres humanos, concretamente prisioneros chinos "sanos y vivos". La Unidad 731 15 también utilizó prisioneros de guerra rusos y mongoles y, según datos expuestos en el museo, varios pilotos norteamericanos de bombardeos B-52 fueron víctimas de vivisección en la Universidad de Kyushu. Vehículo e instrumentos de tortura de la Policía Militar del Ejército de Kwantung, y dos de sus miembros (lado derecho). En el centro, espías chinos víctimas de tratamiento especial, fichas policiales y declaraciones de presos rusos supervivientes. Harbin, septiembre 2015 Los prisioneros internados en las celdas del laboratorio de gérmenes y bacterias eran, en su mayoría, prisioneros de guerra del Ejército chino, que debían ser atendidos según los convenios de Ginebra, y espías civiles. El traslado de prisioneros desde diferentes lugares de china se regía por un "Protocolo de Transferencia Especial", ejecutado en Manchuria por la Policía Militar del Ejército de Kwantung. 16 Por ejemplo, la Orden 224 de 8/8/1939, expuesta en el Museo-Memorial, documenta el traslado de 90 prisioneros chinos desde la provincia china de Hebei. Muchos prisioneros eran previamente torturados para obtener información en los cuarteles del referido cuerpo policial, y en los sótanos del consulado japonés en Harbin, en el que se encontraron tras la guerra diferentes utensilios de tortura, también expuestos en el museo Descripción del "maruta" por un exmiembro de la Unidad 731, Seichii Monmura, Harbin, septiembre 2015 La deshumanización de los prisioneros: el "Maruta" La destrucción física y moral de los prisioneros empezaba en el momento de su ingreso en las instalaciones de la Unidad 731. El registro inicial omitía su nombre y datos personales y es consideraba "materiales para experimentación" o "maruta" (indicativo en japonés). Los prisioneros eran identificados con un código de 3 números y distribuidos entre los diferentes escuadrones o equipos de experimentación (gérmenes, gas tóxico, vivisección, congelación) de acuerdo con el número asignado y las "necesidades" de cada equipo. La mayor parte de las personas ingresadas morían tras agonías muy dolorosas. El propio Museo ha estimado que unas 5000 personas murieron en los 17 diferentes experimentos realizados, basándose en los datos contenidos en los informes norteamericanos ya citados y en los testimonios de miembros arrepentidos de la Unidad 731. Reconstrucción del laboratorio de vivisecciones y disecciones, junto con una fotografía antigua e instrumental aportado por miembros arrepentidos de la Unidad 731. Fotografía de mandos y miembros de la unidad de anatomía , Kozo Kamamoto-Tachiomaru Yishikawa-Mashakuro Kurumazawa, Harbin, septiembre 2015 La disección y la vivisección Los informes elaborados por los investigadores del programa de armas biológicas de Estados Unidos acreditan la práctica masiva de disecciones en prisioneros, previamente asesinados, y vivisecciones en prisioneros vivos para observar el funcionamiento de los órganos internos. El "Hill Report", una de las cinco documentos 18 norteamericanos desclasificados el año 2000, cita los "trabajos" de los doctores Tachiomaru Ishikawa (500 prisioneros) y Okamoto Kozo (1000 prisioneros). La vivisección es considerada tortura incluso bajo anestesia y, en el caso de los presos de la Unidad 731, producía invariablemente su fallecimiento. Tras la guerra, Ishikawa y Kozo se beneficiaron del acuerdo de inmunidad entre Ichiro Ishii y el Departamento de Estado de los Estados Unidos. Ishikawa fue profesor en las universidades de Kyoto y Tohoku, en la Escuela del Colegio de Medicina de Hyogo y en la Universidad médica de KInki, en Osaka. Kozo fue también profesor universitario de medicina, en la Universidad de Kanazawa. Material de laboratorios de experimentación biológica procedente de las excavaciones de la Unidad 731 y de otras unidades de guerra biológica (Nanjing, Shenyang y Mudanjiang), Harbin, septiembre 2015 19 Los experimentos humanos con gérmenes patógenos El Museo, de acuerdo con la documentación ya referida, expone el uso y la experimentación con 50 tipos de bacterias y virus altamente patógenos, entre los cuales se encontraban las bacterias asociadas con las denominaciones de sus enfermedades, la peste bubónica, el ántrax (carbunco), el cólera, la tuberculosis, la tifoidea y la disentería. La peste bubónica era la bacteria preferida como arma biológica por los científicos militares japoneses en aquel momento por su alta mortalidad, su capacidad de contagio, y la posibilidad de transmitirla mediante el uso masivo de pequeños insectos, como las pulgas, para cuyo cultivo existía un escuadrón específico en la Unidad 731, bajo el mando de Hideko Tanaka (Tanaka también se benefició del acuerdo de inmunidad tras la guerra y fue profesor en Osaka) La experimentación con patógenos era responsabilidad de la División 1 de la Unidad 731, el equipo con mejor dotación de medios y personal de la institución, ya que la finalidad de sus experimentos era desarrollar armas biológicas con efecto de destrucción masiva sobre la población Con ayuda de los guardianes, los científicos administraban (por inhalación, o con aerosoles) e inyectaban dosis masivas y letales de las diferentes bacterias y virus en los prisioneros, encerrados en los barracones situados en el interior del edificio de experimentación. El objetivo era observar con detalle los efectos del patógeno en el cuerpo humano, y documentar la evolución de la enfermedad, hasta la muerte del preso. Las personas víctimas de esta indigna técnica de experimentación sufrían lo indecible hasta la muerte ya que, en su condición de "maruta" y faltos de la mínima compasión por parte de sus guardianes, no recibían ningún tratamiento paliativo. Tras su muerte, sus cuerpos eran incinerados en el crematorio situado en el edificio donde se encontraban la caldera y depósito de agua para tratamiento Por otra parte, la Unidad 731 también utilizaba animales (ratones, y también caballos), para sus experimentos más "convencionales", para lo que disponía de un escuadrón o equipo específico, liderado por Mitsuo Ishii. Mitsuo era hermano de Ichiro, 20 el jefe de la unidad, igual que Takeo, responsable del "escuadrón especial", encargado de las operaciones de guerra biológica en el campo de batalla. Maqueta, grupo escultórico y restos de las excavaciones de la zona de prisioneros de la Unidad 731. Foto y video de Naokata Ishibashi, miembro arrepentido de la Unidad de Patología, que facilitó voluntariamente información valiosisima sobre el tratamiento de los prisioneros, Harbin, septiembre 2015 21 Estos datos fueron minuciosamente recogidos en los informes A (Ántrax), G ("Glanders" -muermo-) y Q ("Plague"-peste bubónica), elaborados por el Comando Médico del Ejército de Estados Unidos, bajo la dirección de Norbert Fell, microbiólogo y jefe de división del Programa de guerra biológica de Estados Unidos, con base en Fort Detrick, Maryland, y del teniente coronel Murray Sanders. Páginas del "Report of Q", informe elaborado por Norbert Fell, jefe de división del programa de guerra biológica del Ejército de Estados Unidos en Fort Detrick, Maryland, sobre los experimentos con peste bubónica de la Unidad 731, que describen las actividades de experimentación con seres humanos, Harbin, septiembre 2015. Los informes, bajo los auspicios de la Inteligencia Militar (G-2) y con el consentimiento del Comando Supremo Aliado (bajo la dirección del general de 4 estrellas Douglas Mac Arthur) incluyen 8.000 diapositivas microscópicas entregadas por el equipo de Ichiro Ishii y recogen mediante gráficos, explicaciones y estadísticas el número de experimentos humanos, los síntomas observados y evolución de los mismos. Los informes, desclasificados en 2000, están expuestos en papel y pueden ser 22 consultados en pantalla interactiva, en su versión original inglesa, con una traducción adjunta en chino mandarín. El Memorial también dispone de abundante material de laboratorio de diferentes procedencias, como botellas para líquidos bacterianos, cajas y cubetas con bandejas de cultivo de gérmenes, recipientes, microscopios, pulverizadores, máscaras antigás... procedentes no sólo de las excavaciones realizadas en el propio Campamento de Pingfang (en reducidas pero valiosas cantidades, dada la sistemática destrucción de la instalación realizada por el Ejército japonés antes de la llegada del Ejército soviético, en agosto de 1945) sino de otras Unidades del programa de guerra biológica japonés (Shenyang, Nanjing) 23 Grupos escultóricos y fotografía de las instalaciones en las que se practicaban experimentaciones forzadas de congelación con seres humanos vivos. Fotografía del responsable de la unidad, Yukimasa Yagisawa, Harbin, septiembre 2015 Los experimentos humanos de congelación La congelación de seres humanos atados en postes en forma de cruz, de pie y con las manos extendidas, a la intemperie en el frío invierno del Noreste de China (de -20ºC a -40ªC), apenas sin abrigo, era una de las prácticas más crueles de la Unidad 731. La unidad también disponía de un laboratorio de congelación en el que duchaba o sumergía a los prisioneros en tanques con agua helada a diferentes temperaturas. Al igual que las vivisecciones, el objetivo de estos experimentos era recoger datos con "muestras significativas" (es decir, un elevado número de personas) sobre los efectos 24 de la congelación para diseñar tratamientos para los soldados japoneses expuestos a bajas temperaturas en los frentes de batalla. El jefe del equipo o escuadrón de congelación era el doctor Hisato Yoshimura, que tras la guerra, se benefició, igual que sus compañeros, del acuerdo de inmunidad entre Ichiro Ishii y los Estados Unidos. Como muchos de ellos, Yoshimura, que formaba parte de la élite de investigadores de la Unidad 731, trabajó como profesor universitario de medicina en las universidades de Kyoto y Nyogo, entre otras Grupo escultórico sobre la experimentación con gases tóxicos y testimonio de un miembro arrepentido de la Unidad 731, Yataro Ueda, sobre estas actividades, Máscaras antigás y restos reconstruidos del depósito de gas y las salas de experimentación. Harbin, septiembre 2015 25 Los experimentos con gas venenoso Como en las otras "modalidades" de experimentación, el objetivo de la administración de gases tóxicos o venenosos (en este caso, armas de base química, no biológica, con las que también experimentaba el Ejército de Kwantung) era probar los efectos de este tipo de productos en personas vivas. El almacén de gases tóxicos, en forma esférica, y el edificio donde se administraba el gas venenoso sobre los prisioneros (civiles y militares) se encontraban muy cerca el uno del otro, a pocos pasos del incinerador y el depósito de agua. Las instalaciones han sido parcialmente reconstruidas y, en la actualidad, forman parte del itinerario de visita del Memorial. A pesar del tiempo transcurrido, y de lo inocuo de su uso actual, las actividades desarrolladas allí en un pasado no tan lejano no dejan de producir un cierto escalofrío, por la cercanía de las chimeneas de las calderas y los incineradores del equipamiento y el inevitable paralelismo con los crímenes nazis. Los informes elaborados por el Comando General Medico de los Estados Unidos documentaron la ejecución de al menos 2 experimentos con un total de 200 personas Contaminación del agua y la comida El "Escuadrón Especial" de la Unidad 731 desarrolló innumerables experimentos de envenenamiento de agua potable y comida sobre el terreno, en la propia región noroeste y en otras regiones de China, no sólo para probar su posible uso bélico, sino también para experimentar con los ingenios defensivos de purificación del agua desarrollados por los científicos e ingenieros de la unidad Estos experimentos en campo abierto fueron detalladamente documentados por los propios científicos, con la ayuda de fotógrafos y camarógrafos adscritos a la unidad, algunos de cuyos fotogramas pueden ser observados en el Memorial. Las cercanas localidades de Chengzigou y Anda, en la provincia de Heilongjiang, fueron escenario de algunos de estos experimentos, tal y como recuerdan hoy los pequeños monolitos allí expuestos. 26 Material utilizado en los experimentos de campo para la contaminación de agua de consumo humano y cultivos en la zona de Mudanjiang, al este de Harbin, junto con los monolitos conmemorativos de Anda y Chengzigou y fotografías tomadas por la propia Unidad 731. Harbin, septiembre 2015 27 Recipientes de armas biológicas fabricados con cerámica, de acuerdo con los planos originales de diseño, junto con material de experimentación y cajas fuertes del edificio de administración, Harbin, septiembre 2015 La fabricación de armas biológicas El objetivo final de los experimentos con patógenos era la fabricación de armas biológicas para conseguir el contagio masivo de los ejércitos enemigos y la población civil, en este último caso como parte de la estrategia de terror o "guerras terroristas" que ya practicaban casi todos los contendientes de la Segunda Guerra Mundial. 28 El principal "problema" de los científicos e ingenieros concentrados en Harbin era lograr, en primer lugar, la mayor virulencia posible de virus y bacterias que, de por sí, ya eran altamente contagiosos y, en segundo lugar, fabricar recipientes y agentes capaces de alcanzar una elevada dispersión focalizada de los gérmenes y, por tanto, una alta "eficacia" con los mismos. Maquetas, fotografías y material utilizado en la batalla de Nomonhan, en la que participó la Unidad 731. Arriba, a la derecha, aparece Ishiro Ishii en el campo de batalla, y recibiendo honores de Hideki Tojo. De pie, el jefe de la unidad militar japonesa en el campo de batalla, Michitaro Komatsubara, que solictó expresamente el uso de armas biológicas. Harbin, septiembre 2015. 29 Finalmente, los científicos también debían desarrollar mecanismos de auto-protección para evitar el contagio de sus propias tropas, riesgo que los científicos de la base de Pingfang conocían por propia experiencia (varios enfermaron o murieron en la base, recibiendo honores y ceremonias religiosas en abierto contraste con el trato deshumanizado recibido por sus víctimas), e ingenios y tratamientos de descontaminación, como los ya citados filtros de agua. La exposición, basándose en testimonios y en los documentos desclasificados por Estados Unidos, contiene muestras y maquetas de los principales prototipos y mecanismos de dispersión, como la bomba Uji50. Las bombas se fabricaban con tres tipos de materiales (acero, cerámica y cristal) que incorporaban un detonador adaptado, limitadas cantidades de explosivo -o un agente dispersor, si el soporte del patógeno eran micro insectos- y recipientes para los gérmenes en soportes diversos (p.ej. esporas de ántrax). El uso de armas biológicas en zonas de batalla y áreas civiles El Ejército Imperial Japonés utilizó armamento biológico en China mediante acciones terrestres y aéreas desde 1939. La primera acción de guerra biológica tuvo lugar en la batalla de Khalkin Gol o Nomanham, un conflicto fronterizo entre Japón, por una parte, y Mongolia exterior y la Unión Soviética, por la otra, en la frontera chinomongola en Manchuria. Ante el bloqueo del frente de batalla, el Ejército de Kwantung, a petición del jefe operativo, general Michitaro Komatsubara, expidió el 7/7/1939 la Orden C78, ordenando la intervención de la Unidad 731 sobre el terreno para el lanzamiento de uno o más ingenios de armamento biológico, bajo el mando directo del propio Ichiro Ishii, entonces general de brigada, y de su hermano mayor Takeo, jefe del "escuadrón especial". El riesgo de contagio de las tropas japonesas era muy alto si se usaba armamento convencional (cañones "Howitzer" y aviones de combate), por lo que el mando decidió utilizar un comando suicida. Aunque loa efectos del ataque fueron limitados, los dos hermanos Ishii, que documentaron fotográficamente su intervención (que incluía acciones de descontaminación del agua) fueron condecorados por esta acción 30 Paneles con documentos, gráficos, mapas y fotografías de los ataques con armas biológicas sobre Changde y Quzhou, Harbin, septiembre 2015. En fases posteriores del conflicto en China, Japón utilizó armas biológicas en pequeña y gran escala contra la población civil, mediante el lanzamiento de bombas y otros recipientes sobre núcleos habitados, depósitos y vías de agua y campos de cultivo en las provincias centrales de Zhejiang y Jiangxi. El bombardeo de la zona situada entorno de la calle Zhangzhou Este, en Ningbo (1940) causó una epidemia entre la población civil, al igual que las acciones sobre Quzhou (octubre de 1940 y abril de 1942). No obstante, la acción más destructiva sobre la población civil, según fuentes chinas, tuvo lugar sobre la localidad de Changde entre noviembre de 1941 y agosto de 1942. La contaminación y las epidemias resultantes provocadas por el uso masivo de peste bubónica causaron decenas de miles de muertos durante un período prolongado 31 de tiempo, según las alegaciones chinas, basadas en series de estudios epidemiológicos expuestos en una conferencia en 2002, parcialmente avaladas por fuentes no chinas y pruebas presentadas en los Juicios de Khabarovsk (Unión Soviética) contra algunos miembros del Ejército de Kwantung (1949) Fotografías de las instalaciones de la unidad 731 tras su destrucción, junto con materiales recogidos en las excavaciones. harbin, septiembre 2015. La huida y destrucción del acuartelamiento La documentación disponible incluye otros actos inhumanos cometidos por la Unidad 731 y otras unidades vinculadas, en menor escala, o respecto de las cuales apenas 32 existen evidencias contrastadas (violación y embarazos forzados, contagios forzados de sífilis, uso de seres humanos para probar armamento como granadas o lanzallamas...) El fin de las atrocidades y el principio de la impunidad datan del mes de agosto de 1945. Tras las explosiones atómicas de Hiroshima (día 6) y Nagasaki (día 9) y el ataque a Manchuria del Ejército soviético (día 8), el Ejército anticipó la inminente rendición incondicional (día 15), por lo que el día 10 de agosto ordenó evacuar las instalaciones, destruir la documentación comprometedora y arrasar con explosivos todos los edificios. Los presos supervivientes fueron gaseados y rematados con disparos de fusil, sus restos, incinerados en la caldera, y, finalmente, las cenizas, arrojadas en el cercano río Songhua. La Brigada de Ingenieros de Ishihara voló con explosivos los edificios y la aviación japonesa hace el resto, aunque la solidez de los materiales de hormigón utilizados durante la construcción permitió que algunos de los edificios se mantuvieran parcialmente en pie. Las autoridades rusas (1945-50) y chinas no mostraron demasiado interés en conservar las instalaciones, entonces alejadas de los núcleos habitados, por lo que fueron los restos fueron abandonado y quedaron progresivamente sepultados hasta que en los años 90 se iniciaron las excavaciones con el objetivo de recuperarlas. La mayor parte de los militares y científicos de la Unidad escaparon el día 11 de agosto de 1945 por carretera hacia Corea, y desde allí alcanzaron Japón en barco. No obstante, algunos mandos de nivel intermedio y soldados fueron apresados por los soviéticos tras la caída de la ciudad fronteriza de Mudanjiang (13 de agosto), sede de una de las bases auxiliares de la unidad 731, por lo que pudieron ser jugados poco tiempo después. 33 Sala donde está expuesto, completo, el "Report of Q" (peste bubónica) y fotografía de su autor, Norbert Fell, junto con las portadas de los otros informes elaborados por Estados Unidos sobre las actividades de la Unidad 731, además de documentación de inteligencia militar desclasificada que acredita el conocimiento norteamericano de sus actividades, Harbin, septiembre 2015 34 La impunidad por encubrimiento de Estados Unidos Antes de la retirada, Ishii consideró seriamente ordenar el suicidio de los miembros de la unidad y sus familiares, de acuerdo con la tradición japonesa del "bushido", y para preservar el secreto de las actividades, pero la fuerte oposición del mando militar le disuadió. En su lugar, el jefe de la Unidad 731 ordenó la total destrucción de evidencias (aunque él mismo conservó abundante material que posteriormente utilizó en su negociación con los norteamericanos) y el absoluto anonimato de los miembros de la unidad tras su reinserción civil, lo que incluía no reunirse ni asociarse, ni trabajar en el sector de la investigación bacteriológica, para no llamar la atención. Los militares y científicos del programa de guerra biológica del Ejército japonés se instalaron entonces en diferentes ciudades japonesas como si nada hubiera ocurrido, y tras la guerra, apenas fueron molestados. El inicio de las investigaciones para el procesamiento de los criminales de guerra japoneses (los denominados "juicios de Tokyo") apenas supuso el arresto domiciliario de Ichiro Ishii, cirujano general, y otros líderes de la unidad, entre ellos, su segundo en el mando y sustituto ocasional Masaji Kitano, encarcelado en Shanghái Kitano es un perfecto ejemplo del posterior devenir de los miembros de la Unidad 731, igual que otros ejemplos ya citados en apartados anteriores. El segundo de Ishii hizo carrera en el sector farmacéutico japonés, fue directivo de la empresa "Green Cross" e incluso organizó el funeral de su jefe tras la muerte de éste en 1958. Kitano falleció en 1986 sin ser procesado, ni mostrar arrepentimiento alguno por los crímenes cometidos en Harbin. La ignominiosa impunidad de Ishii y el resto de los miembros de la Unidad 731 sólo puede entenderse en el contexto de la guerra fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética (1948-1989) y la escalada armamentística correspondiente, en particular, el impulso para la fabricación de armas de destrucción masiva (nucleares, químicas y bacteriológicas) dado por las explosiones de Hiroshima y Nagasaki. Estados Unidos ya estaba garantizando en ese momento la impunidad de científicos del programa nuclear nazi para usarlos en sus propios experimentos 35 En ese contexto, el teniente coronel Murray Sanders, miembro del programa de guerra biológica del Ejército de Estados Unidos, inició en 1945 una investigación sobre el programa japonés, en colaboración con la Inteligencia Militar, la OSS u Oficina de Servicios Especiales (antecedente de la CIA) y la oficina del general MacArthur, jefe de las fuerzas de ocupación. A medida de que se va haciendo visible el futuro alineamiento entre Japón y Estados Unidos por la guerra fría y el avance comunista en China, los interlocutores japoneses decidieron filtrar la existencia de la Unidad 731, desconocida hasta entonces. Sanders constata entre 1946 y 1947 el alto valor militar de la información facilitada inicialmente (según las fuentes, el más avanzado del mundo hasta la fecha), por lo que propone un acuerdo de inmunidad para todos los científicos y mandos de la Unidad 731, con el apoyo de la Inteligencia militar y la OSS Finalmente, el Gobierno de Estados Unidos aprueba el acuerdo. El 6 de Mayo de 1947, el general Douglas Mac Arthur escribió el siguiente telegrama: " additional data, possibly some statements from Ishii probably can be obtained by informing Japanese involved that information will be retained in intelligence channels and will not be employed as 'War Crimes' evidence". Posteriormente, el 8 de septiembre de 1947, Mac Arthur recibe un telegrama (que se conserva en sus archivos, ya desclasificados) que ordena recopilar toda la información sobre el programa japonés de guerra biológica para su posterior uso militar y proteger a los miembros de la Unidad 731. Cinco investigadores, el propio Murray Sanders, Arles Thompson, el ya citado Norbert Fell, autor de los 3 decisivos informes sobre los experimentos bacteriológicos (identificados con las claves A, G y Q), Thomas Inglis y Joseph Victor recopilan en varios informes datos, gráficos, diapositivas y estadísticas sobre los experimentos de la citada unidad que son hoy en día la principal evidencia de los crímenes cometidos en Harbin Los procesamientos y las responsabilidades Estados Unidos decidió deliberadamente ocultar toda la información obtenida de la Unidad 731 e incluso su propia existencia, por lo que los datos obtenidos, pruebas evidentes de crímenes contra la humanidad, no fueron presentados en ninguno de los juicios de Tokyo, y, por tanto, tampoco en el juicio principal. El ocultamiento llegó 36 hasta tal punto que cuando las actividades de la Unidad 731 fueron objeto de juicio y condena en la Unión Soviética (1949) y China (1956), Estados Unidos consideró que se trataba de "propaganda comunista". Juicio principal del Tribunal Internacional Militar para el Extremo Oriente, en Tokyo, 1946. Los retratos corresponden a militares condenados, entre otros cargos, por los crímenes de guerra del Ejército de Kwantung, al que estaba adscrita la Unidad 731, aunque no por la guerra biológica. De aarriba a abajo y de izquierda a derecha, Hideki Tojo, Koiso Kuniaki, Araki Sadao, Jiro Minami, Yusijiru Umezu y Otozo Yamada 37 Antes de su desclasificación definitiva el año 2000 ("Japanese Imperial Government Disclosure Act of 2000"), la ocultación norteamericana fue revelada por primera vez en 1981 por el periodista John W, Powell en la revista "Bulletin of the Atmoic Scientists". El artículo contiene una declaración del juez holandés Bert Röling, único superviviente de Tribunal Militar Internacional para los crímenes en el Extremo Oriente: "as one of the judges in the International Military Tribunal, it is a bitter experience for me to be informed now that centrally ordered Japanese war criminality of the most disgusting kind was kept secret from the Court by the U.S. government". Los testimonios presentados en los juicios de Khabarovsk y Shenyang fueron cuestionados desde Estados Unidos y Japón, porque los prisioneros habían pasado varios años en campos de internamiento y reeducación de ambos países. El tribunal soviético dictó 12 condenas de entre 2 y 25 años de prisión para mandos y oficiales del Ejército de Kwantung y de la unidad 731 relacionados con el ataque. El principal condenado fue el Mayor General Kiyoshi Kawashima, que confirmó entonces el ataque biológico contra Changde. En consecuencia, las actividades de la Unidad 731 no fueron mencionadas en el Tribunal Militar Internacional para los crímenes en el Extremo Oriente contra 28 líderes civiles y militares japoneses (1946-47). No obstante, las atrocidades cometidas no sólo encajaban en la definición de crímenes contra la humanidad elaborada para los juicios contra los criminales de guerra nazis en Nüremberg ("murder, extermination, enslavement, deportation, and other inhumane acts committed against any civilian population, before or during the war, or persecutions on political, racial or religious grounds in execution of or in connection with any crime within the jurisdiction of the Tribunal, whether or not in violation of the domestic law of the country where perpetrated "), sino también en la clasificación constitutiva del tribunal de Tokyo (crímenes de clase B: "crimes were reserved for those who committed "conventional" atrocities or crimes against humanity ", convencional se refiere a tratados internacionales en vigor durante la guerra-) y en el escrito de acusación (número 54: "ordered, authorised, and permitted inhumane treatment of prisoners of war and others"). Además, los jefes del Estado Mayor del Ejército, los ministros de la Guerra y los jefes del Ejército de Kwantung con responsabilidades durante el desarrollo del programa 38 de guerra biológica de la Unidad 731 formaban parte de la lista de enjuiciados, en la que, particularmente, destacaban Hideki Tojo (pena de muerte), Jiro Minami (cadena perpetua), Kuniaki Koiso (cadena perpetua), Otazo Yamada (cadena perpetua), Yoshijiro Umezu (cadena perpetua) y Sadao Araki (cadena perpetua). Koiso y Umezu murieron en prisión. Los procesados, llegado el caso, hubieran podido ser condenados por la actividades de la Unidad 731 basándose en el criterio de prueba de cargo elaborado por el propio tribunal, acorde con la tradición jurídica occidental, según el cual " the prosecution had to prove three things: that war crimes were systematic or widespread; the accused knew that troops were committing atrocities; and the accused had power or authority to stop the crimes" El controvertido templo de Yasukuni, en Tokyo, donde están enterrados y son honrados, entre otros, los criminales de guerra, yen el que reiteradamente se ha negado la comisión de crímenes de guerra entre 1931 y 1945. Fotografía del polémico juez Rabhabinod Pal, honrado en Yasukuni, y miembro del Tribunal Internacional de Tokyo de 1946, en cuyo discutido voto particular se fundamenta la posición de los revisionistas japoneses. 39 La controversia en Japón Ante la inhumanidad de los actos cometidos por la Unidad 731 en Ha'erbin, el debate sobre los tecnicismos legales, las interpretaciones históricas o los intereses políticos carece de fundamento. No es relevante si los hechos eran o no delito en el momento de cometerse, o si Japón actuó en "legítima defensa", "víctima" del "colonialismo occidental", tal y como sostienen los llamados "revisionistas japoneses". Lo esencial es si sucedieron o no, porque, acreditada su existencia, ningún argumento fundado en la dignidad humana lo justifica y es por esa razón que desde instancias oficiales y no oficiales japonesas han sido reiteradamente negados. El gobierno japonés no ha admitido la existencia de la Unidad 731 ni de sus crímenes, basándose en formalismos ("no han sido probados en juicio"), incluso tras la desclasificación de los documentos oficiales del Archivo MacArthur y el Departamento de Estado norteamericano, aunque los tribunales japonenses, con amparo en la libertad de expresión, han autorizado la difusión en Japón de testimonios escritos y audiovisuales sobre la masacre, a pesar de los intentos gubernamentales de silenciarlos. Esta posición resulta sencillamente incomprensible, especialmente en un país con una cultura tradicional exquisita, un civismo extraordinario y una ciencia y una educación modélicas, cuya población civil fue terriblemente golpeada por 2 bombas nucleares, y que todavía mantiene en vigor de una Constitución pacifista. Ciertamente, la ausencia de un reconocimiento abierto de esas conductas en el discurso oficial y en el sistema educativo japonés no facilita su conocimiento ni su comprensión social. Por contra, las posturas revisionistas gozan de amplio acomodo y proyección en la sociedad japonesa. Su principal apoyo es el voto particular formulado el juez hindú en el juicios de Tokyo de 1946, Radhabinod Pal. Pal, que defendió la absolución de todos los juzgados, no sólo consideró la agresión japonesa contra China y otros países como un acto de "legítima defensa" por la presión "imperialista" de los Estados Unidos (ignorando, por ejemplo, que Japón participó con Occidente en el reparto de China entre 1895 y 1905 y se anexionó, entre otros, Taiwán, y Manchuria), sino que entendió que las atrocidades contra los prisioneras de guerra o la población civil, como la masacre de Nanjing (diciembre de 40 1937) o bien no estaban probadas, o bien no podían atribuirse a los dirigentes juzgados, sino que se trataba de excesos de los subordinados. En consecuencia, los crímenes de guerra del Ejército imperial japonés entre 1931 y 1945 en Asia oriental siguen siendo motivo hoy de aguda controversia y ocasionales conflictos diplomáticos entre Japón y sus víctimas de entonces, especialmente la República Popular China y Corea. El traslado en 1978 de los restos de varios de los criminales juzgados y condenados hasta el templo sintoísta de Yasukuni, en Tokyo, donde son permanentemente honrados, no han ayudado mucho, como tampoco el monumento erigido allí en memoria del citado y controvertido juez hindú Radhabinod. Los gestores del templo se amparan en la libertad religiosa, ya que la religión sintoísta considera no sólo que hay que honrar a los que lucharon por la comunidad (acorde con el código de honor del samurái o "bushido"), bajo riesgo de que la comunidad se disgregue (el sintoísmo alberga los mitos fundacionales de Japón), sino que los "pecados" de los criminales creyentes desaparecen tras su muerte mediante los ritos de purificación. Sin embargo, el templo ha negado en alguna ocasión en sus publicaciones que tales personas fueran criminales de guerra, contraviniendo la sentencia del juicio de Tokyo, aceptada por Japón, lo que parece estar excediendo su posicionamiento religioso. La presencia en Yasukuni de los primeros ministros japoneses en los últimos años, especialmente la del liberal nacionalista Junichiro Koizumi (6 visitas entre 2001 y 2006), y la del actual mandatario Shinzo Abe, en 2013, tampoco han facilitado la superación moral de aquellos hechos. Por las posturas enfrentadas, las atrocidades cometidas parecen estar todavía pendientes de que se haga justicia, y sobre todo, de que se lean como lo que realmente fueron, crímenes contra la humanidad en todo el sentido de la expresión, cuyo recuerdo debe servir para evitar futuras agresiones, y no para fortalecer o debilitar intereses nacionalistas. En este sentido, el Memorial de Ha'erbin merece un elogio porque, aunque no evita la reprobación de los actos cometidos por Japón, realiza un notable esfuerzo por explicar con rigor, mediante documentos y evidencias, y sin truculencias innecesarias (aunque buscando un impacto emocional) la inhumanidad de los actos cometidos, es decir, que, por encima de todo, fue la dignidad humana en su conjunto lo que fue 41 brutalmente agredida en las celdas, los laboratorios y las cámaras subterráneas de la Unidad 731. De arriba a abajo y de izquierda a derecha, caldera y depósito de agua, restos de las instalaciones ferroviarias, edificio de experimentación con gas tóxico y restos del antiguo depósito de gas, Harbin, septiembre 2015. 42 Edificio reconstruido del mando y los servicios generales de la Unidad 731, Harbin, septiembre 2015 ANEXO Los materiales y referencias sobre la Unidad 731 y sus actividades de fuentes no chinas pueden encontrarse sin dificultad en internet. Esta es una muestra de las fuentes utilizadas, mayoritariamente en inglés: National Archives. Interagency Working Group http://www.archives.gov/press/press-releases/2007/nr07-47.html 43 Jeanne Guillemin, 2006, https://books.google.com/books?id=oMozCgAAQBAJ&pg=PA77&lpg=PA77&dq=Norb ert+Fell&source=bl&ots=7_NG_CXZ_h&sig=KAUadRIvtueM3WK0bvVJNAdaOw&hl=es&sa=X&ved=0CCUQ6AEwAWoVChMIlvGx8cey yAIVSCaICh3jUAqk#v=onepage&q=Norbert%20Fell&f=false Richard Drayton, 2005 http://www.theguardian.com/politics/2005/may/10/foreignpolicy.usa Christopher Reed, 2006 http://japanfocus.org/-Christopher-Reed/2177/article.html Alliance for Human Research Protection (AHRP) http://ahrp.org/scholarly-analyses-confirm-u-s-complicity-in-creating-a-sense-ofcollective-amnesia/ 44