Tesis Institucionales - Instituto Politécnico Nacional

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INSTITUTO POLITÉCNICO NACIONAL SECRETARÍA DE INVESTIGACIÓN Y POSGRADO CENTRO DE INVESTIGACIONES ECONÓMICAS, ADMINISTRATIVAS Y SOCIALES LA TEORÍA DE LAS CRISIS ECONÓMICAS EN EL CAPITALISMO: UNA INTERPRETACIÓN DESDE LA PERSPECTIVA DE KARL MARX T E S I S QUE PARA OBTENER EL GRADO DE M A E S T R O E N C I E N C I A S EN METODOLOGÍA DE LA CIENCIA P R E S E N T A : JUAN ANTONIO MORALES LAZCANO DIRECTOR: DR. HUMBERTO MONTEÓN GONZÁLEZ México D.F. al mes de diciembre del año 2011 Página | I Página | II _________________________________________________________________ AGRADECIMIENTOS _________________________________________________________________ Resulta un tanto complicado reconocer en forma amplia la colaboración de todos aquellos que han contribuido en la elaboración de la presente investigación. Necesitaría muchas más cuartillas de las permitidas para agradecerles. No obstante, es pertinente rechazar las insinuación de que profesores, compañeros de estudio y amigos son responsables de las inexactitudes, errores u opiniones vertidas por el autor. Los docentes mencionados a continuación me han prestado su ayuda de manera excepcional leyendo y releyendo todo el escrito original impreso aconsejándome y, a la vez, ilustrándome: el Doctor Humberto Monteón, la Maestra Aída Castañeda y la Doctora Gabriela Riquelme. Además, el Doctor Guillermo Velazquez ha leído de manera minuciosa y criticado el borrador en sus distintas versiones. De igual manera, la doctora Pilar Longar y el doctor Ricardo Bolaños han contribuido de manera decidida con sus comentarios para la redacción final. De mis colegas de la Maestría en Ciencias en Metodología de la Ciencia (MCMC), los siguientes han leído y, algunos, comentado de manera acertada partes del borrador en su versión electrónica: Joel A. Bravo, Carmina C. López y Federico Rodríguez. Colegas como Laura E. Monroy, Salomón Colín y Mariana Aguilera han sido proveedores de ideas y un constante intercambio de información. A Minerva Contreras, Oscar E. Chávez, José L. Guadarrama, Octavio A. López, Malaquías M. Castilla, María E. González, Liliana Tarazona y Josué D. Velázquez, les agradezco su apoyo académico y moral durante mi estancia en el CIECAS. Finalmente, quiero hacer extensivos mis agradecimientos al departamento de la MCMC por contar con un grupo de expertos docentes altamente calificado para impartir cursos, y al Instituto Politécnico Nacional (IPN) que gracias a su programa de Becas Institucionales me fue posible concluir satisfactoriamente los estudios de posgrado. Página | III _________________________________________________________________ DEDICATORIA _________________________________________________________________ A mi padre, que en paz descanse y, por supuesto, a mi madre, a quien debo mucho más de lo que pensé A mis dos princesitas que, con ternura, han transformado mi desolación en resplandor A ti mi amor porque cada día de mi vida me llenas de dicha y felicidad Página | IV _________________________________________________________________ CONTENIDO _________________________________________________________________ Página Glosario…………………………………………………………………………… 3 Resumen/Abstract………………………………………………………………. 7 Introducción…………………………………………………………………….… 8 I. Controversia fundacional en torno a la noción de las crisis 1.1 Postulados básicos de la teoría económica clásica……….. …….…..18 1.1.1 La tradición clásica del Laissez-faire….……………..….…… 22 1.1.2 ¿Abandonó Ricardo el “corolario” de J. B. Say?................... 29 1.1.3 El ataque a la noción clásica de la acumulación del capital. 34 II. Naturaleza y manifestación de las crisis capitalistas 2.1 La crítica socialista al progreso del capitalismo…………………….. 42 2.1.1 Producción y reproducción del orden capitalista……….….. 46 2.1.2 Pequeña producción mercantil y su posibilidad de crisis…. 50 2.1.3 La circulación capitalista y su posibilidad real de crisis…… 54 2.2 Dinámica cíclica de las crisis económicas……………………………. 57 2.2.1 Las fases teóricas del ciclo industrial…………………….…. 64 2.2.2 ¿Periodicidad fija del ciclo industrial?.................................. 68 III. Crisis del capitalismo en relación a su periodización 3.1 Las crisis asociadas a la tasa de ganancia……………………………. 72 Página |1 3.1.1 La gran contradicción: el apremio por acumular………….… 75 3.1.2 La ley económica fundamental del desarrollo capitalista...... 79 3.2 Periodos ondulatorios de ascenso y descenso…..…………………… 85 3.2.1 Elementos que subyacen al debate teórico…………….…… 90 3.2.2 Centralidad de los cambio tecnológicos………………..….… 95 Conclusiones……………………………………………………………………..…102 Bibliografía………………………………………………….……………………… 108 Anexo Aplicabilidad de la teoría marxiana de las crisis………….……..….…… 111 Figuras Figura No 1. El ciclo clásico industrial………………..………………. 67 Figura No 2. Relación inversa entre la tendencia de la tasa de ganancia y la composición orgánica del capital…………………………............ 82 Figura No 3. Relación ciclo económico y onda larga………………. 87 Cuadros Cuadro 1. Cálculo de las variables de acumulación del capital……. 111 Cuadro 2. Cálculo de la caída tendencial de la tasa de ganancia…. 113 Página | 2 __________________________________________________________________ GLOSARIO __________________________________________________________________ Acumulación del capital La acumulación del capital es la inversión de plusvalía que reviste la forma de capital-dinerario desembolsado en el proceso de producción de mercancías, es decir, la acumulación implica la transformación de plusvalía en capital acrecentado que repercute en una producción/reproducción ampliada del sistema. Las repercusiones inmediatas del proceso de acumulación del capital se traducen en una explotación en mayor escala de la clase proletaria por parte de los capitalistas. Ello da lugar a que se conserven e intensifiquen las relaciones capitalistas de producción. En la tradición de los economistas clásicos, adoptada en parte por Marx, la plusvalía o ganancia obtenida en la esfera de la producción se escinde en un fondo para el consumo personal del capitalista y, en otro fondo, para ampliar la producción mediante la adquisición de medios de producción que coadyuvan en la generación de una mayor productividad social del trabajo. El hecho de que el capitalista destine la mayor parte de sus fondos para realizar nuevas inversiones, no obedece a simples caprichos, ya que de no hacerlo podría ser desplazado del mercado a causa de la competencia entre capitalistas locales o externos. La acumulación del capital es uno de los más claros ejemplos de las contradicciones que genera el sistema capitalista, puesto que al acrecentarse la acumulación también lo hace la composición orgánica del capital; propiciando, por un lado, el ensanchamiento del ejercito industrial de reserva y, por consiguiente, el empeoramiento de la situación de la clase proletaria; y, por otro lado, la tendencia a la reducción de la tasa de ganancia. Capital Es el valor en forma dineraria que el capitalista desembolsa con la intención de obtener en su retorno el valor primitivo más un valor adicional. Por si mismo el dinero no es capital. El dinero sólo adquiere la peculiaridad de ser capital cuando Página | 3 al recorrer las fases de circulación y producción se acrecienta. El capital, además, es el resultado de una relación social de producción específica. Así, pues, es la categoría económica principal del modo capitalista de producción. En la sociedad capitalista, el capital adquiere diversas formas de valor, como capital monetario, capital comercial y capital en préstamo. Esfera de la producción Se le llama al conjunto de ramas e industrias de la economía que producen bienes materiales y que son colocados para su venta en el mercado. En la esfera productiva están contenidos la industria manufacturera, la agricultura, la construcción, los transportes, abastecimiento material y técnico, etc. El trabajo empleado en la esfera productiva es el responsable de generar el producto social excedente o plusvalía. Esto quiere decir que los trabajadores de la esfera de la producción son el soporte de la esfera no productiva (servicios financieros, deportes, instrucción y demás servicios) vía transferencia de plusvalía de la primera a la segunda esfera. Por este motivo se dice que los trabajadores empleados en la esfera de servicios son no productivos. Ley del valor Ley económica de la producción mercantil que se verifica en el intercambio de equivalentes entre diversas mercancías. De modo que la producción y el cambio de las mismas se encuentran regulados por el trabajo socialmente necesario invertido en ellas. En el régimen de la producción capitalista mercantil, dicha ley actúa bajo el dominio de la lucha competitiva y a través del mecanismo de la desviación de los precios respecto de su valor. La acción de la ley del valor condicionó el desarrollo de las fuerzas productivas. Aquel capitalista que produce mercancías cuyo valor individual supera al valor social, al venderlas no cubre los gastos de producción y se ve arruinado. Quien aplica nuevas técnicas e invierte menos trabajo en comparación con los gastos socialmente necesarios se enriquece. Ello incita a todos los productores de mercancías a elevar el rendimiento del trabajo mediante nuevos Página | 4 procedimientos técnicos, organizando mejor la producción y reduciendo los costos. De tal modo, la ley del valor actúa acentuando la desigualdad económica y la lucha competitiva entre los productores de mercancías. Mercancía La mercancía es una categoría histórica, ya que aparece con la especialización de la producción y con determinadas formas de propiedad sobre los medios de producción y los frutos del trabajo. Marx define a la mercancía(s) como el producto del trabajo destinado a satisfacer alguna necesidad del hombre, ya sea que la necesidad se genere en el estómago o en la mente. Toda mercancía posee un doble carácter, la de servir como valor de uso y valor de cambio. En primer lugar, la mercancía ha de satisfacer tal o cual necesidad humana, ha de ser útil al hombre, dicha propiedad constituye el valor de uso de la mercancía. En segundo lugar, la mercancía es un producto destinado al cambio. Su finalidad es obtener otra mercancía, con propiedades corpóreas distintas, y que satisfaga alguna necesidad. La magnitud de valor está determinada por el trabajo social invertido en su producción. Estas dos propiedades de la mercancía son una consecuencia del doble carácter del trabajo. El gasto de trabajo concreto que crea el valor de uso de la mercancía, y el trabajo abstracto que crea el valor de cambio. Modo de producción capitalista La base sobre la cuál descansa el régimen capitalista es la propiedad privada sobre los medios de producción y la explotación del trabajo asalariado Constituye una organización social dividida en dos clases fundamentales, cuyos intereses son diametralmente opuestos, la clase de los capitalistas y la clase proletaria. En este régimen polarizado, una clase social dominante se apropia del trabajo ajeno bajo la forma de plusvalía, mientras que la masa de gente sólo es propietaria de su condición personal para producir, a saber, la fuerza de trabajo. En comparación a los modos de producción previos a su existencia, el modo de producción capitalista es el sistema económico en que la productividad social del trabajo se ha desarrollado de manera más acelerada. Ello debido a que el Página | 5 desarrollo de las fuerzas productivas se incrementa de manera constante a causa de la competencia entre capitalistas por obtener una mayor fracción de plusvalía. La economía capitalista se halla regulada por leyes económicas movidas por sus propias contradicciones internas. De a aquí que, de manera regular, se vea alterada por crisis económicas de superproducción motivadas por el afán de ganancias de los capitalistas. Progreso El concepto de progreso es una idea que contiene una síntesis del pasado y una previsión del futuro, es decir, se parte de una situación inicial de primitivismo o barbarie que continúa su marcha hacia el perfeccionamiento del futuro de la sociedad. El progreso se basa en una interpretación de la historia que concibe al hombre social avanzando en una dirección definida y deseable. Sin embargo, las discusiones en torno a esta idea surgen cuando se trata de interpretar la connotación y significado de avanzar. Prevalecen dos posiciones básicas en relación a este punto: a) El progreso consiste en el lento y gradual perfeccionamiento del saber en general, de los diversos conocimientos técnicos, artísticos y científicos. Se concibe al hombre no solamente al margen de la decadencia, sino que va en ascenso hacia la perfección social. b) Se centra más bien en la situación moral o espiritual del hombre en la tierra, en su felicidad, su capacidad para liberarse de los tormentos que le infligen la naturaleza y la sociedad, y por encima de todo, en su serenidad o su tranquilidad. Desde el punto de vista de la semántica, el progreso suele ser equiparable al término de desarrollo, en donde se introduce la especificación de crecimiento o cambio hacia un estado de cosas positivo. Así, la palabra desarrollo se explica en relación a los cambios con crecimiento y explica el crecimiento en términos de cambios cualitativos. La palabra crecimiento tiene un referente sólo cuantitativo, se refiere a una expansión, a un aumento, a más de cualquier cosa que uno determina que es el sujeto del crecimiento, sea esto un objeto, organismo biológico o formas sociales. Página | 6 __________________________________________________________________ RESÚMEN/ABSTRACT __________________________________________________________________ Las crisis económicas son fenómenos de carácter multifacético y, generalmente, complejas de abordar. No obstante, en esta investigación, se intenta caracterizar bajo los argumentos planteados por Karl Marx, su naturaleza y la manera en que se manifiestan tanto a corto como a largo plazo. Aunque diferentes por su intensidad, su amplitud y su longitud, las crisis son el resultado del brusco estallido de las contradicciones de la economía capitalista. Bajo un patrón de intervalos regulares, las crisis se presentan a través del tiempo como fluctuaciones cíclicas de sobreproducción de mercancías motivadas, en última instancia, por el comportamiento inestable de la tasa de ganancia. Así, pues, el curso del propio progreso del capitalismo, pone al descubierto que las crisis se producen de manera inexorable. The economic crises are phenomena of multifaceted character and, generally, complex to approach. However, in this investigation, it is tried to characterize under the arguments raised by Karl Marx, their nature and the way in which they pronounce so much to short as in the long term. Although different by their intensity, its amplitude and its length, the crises are the result of the abrupt outbreak of the contradictions of the capitalist economy. Under a landlord of regular intervals, the crises appear through time like cyclical fluctuations of overproduction of motivated merchandise, in last instance, by the unstable behavior of the rate of profit. Like that, then, the course of the own progress of Capitalism, puts in the open that the crises take place of inexorable way. Página | 7 __________________________________________________________________ INTRODUCCIÓN __________________________________________________________________ A casi 150 años de que se publicara el primer libro de El Capital, la economía capitalista aún no se consolidaba en el mundo como sistema económico dominante. Grupos extensos de campesinos y artesanos propietarios de sus tierras y de sus medios de producción, incluyendo la mayor parte de las regiones de Europa, cubrían el mundo entero. Pese a ello, lo que Karl Marx buscaba explicar era, sobre todo, las leyes del movimiento que rigen el origen, el desenvolvimiento y la decadencia del sistema capitalista. Su propósito central era poner al descubierto los mecanismos que permitirían una acelerada producción industrial en busca de elevadas ganancias, sin importar las condiciones precarias e inhumanas de la explotación del trabajo. El resultado inmediato que él pudo observar fue una incipiente acumulación de grandes sumas de capital en pocas manos y, de otro lado, miseria extrema. Análogamente, desde que Marx redactó su obra económica más importante, se han suscitado una larga serie de acontecimientos a través del tiempo tales como la revolución de 1917 y el colapso del socialismo en la Unión Soviética; la crisis más severa que ha experimentado el mundo capitalista hacia el año de 1929; el ascenso al poder del nazismo; la Primera y Segunda Guerra Mundial; el movimiento juvenil a nivel mundial hacia el año de 1968 en oposición y repudio de los valores y la cultura impuesta por el capitalismo; la contrarrevolución liberal que terminó en la implementación de políticas económicas neoliberales, sobre todo en los países de la periferia capitalista, y el surgimiento de la hegemonía del capital financiero mejor conocido como globalización financiera. Desde las guerras sangrientas del Golfo, de Los Balcanes, de Afganistán y del Medio Oriente justificadas, supuestamente, bajo la consigna de destruir armamento nuclear y eliminar grupos de terroristas, hasta la reciente “lucha” unificada de los países dominantes por contener el comercio ilegal de drogas y estupefacientes. En lo que respecta a la dinámica del capitalismo, las nuevas Página | 8 técnicas e innovaciones científicas aplicadas a la industria han incrementado la productividad social del trabajo de manera sin precedentes en la historia de la humanidad. El propio proceso de acumulación a escala mundial está confirmado una de las tesis ya anunciada por Marx, a saber: una intensificación en la polarización de la sociedad entre un número cada vez más reducido de propietarios de capital y, su inverso, un número cada vez mayor de trabajadores e intelectuales que se ven obligados a vender su fuerza de trabajo en el mercado a cambio de un salario. Así, pues, la alta concentración de riqueza en un limitado número de empresas industriales y financieras ha revitalizado la contradicción fundamental del sistema, la lucha permanente entre capital y trabajo. En este sentido, ¿cuál es la importancia de la literatura económica de Marx en esta investigación? Su importancia se encuentra relacionada, más bien, con el método de exposición. A lo largo de los tres capítulos que componen la investigación se ha efectuado una controversia, en la medida de lo posible, del análisis propuesto por uno u otro de los economistas eminentes que se han encargado de estudiar el fenómeno de las crisis en el capitalismo con respecto al que propuso Marx y algunos de sus contemporáneos. Dicho tratamiento resultó necesario por dos razones. La primera se debe a que las tesis de Marx y de algunos marxistas constituyen en la actualidad la herramienta más poderosa de investigación en la ciencia económica y, en general, en las ciencias sociales. Excluirlos del análisis teórico sería movernos en un espacio de estrechez académica. La segunda tiene que ver con el recuento de las opciones ofrecidas por una amplia gama de economistas que se han ocupado del fenómeno. De todas las doctrinas económicas que hasta ahora se conocen para estudiar las crisis periódicas, Marx y los neomarxistas violentan en menor medida la realidad. Sólo por mencionar de manera sucinta algunos casos, los expertos en literatura económica han creído haber encontrado la panacea que anuncia el fin de las crisis económicas y de sus contradicciones. Desde el “Mayor” Clifford Hugh Douglas, hasta John Atkinson Hobson y el profesor Irving Fisher, señalan que las causas de las crisis periódicas no se deben a la escasez de artículos que necesita una sociedad, sino, más bien, al hecho de que la gente no obtiene el dinero Página | 9 suficiente para comprar esos artículos a sus precios actuales. El máximo representante de esta escuela es, sin duda, el famoso economista Irving Fisher. La esencia de las crisis periódicas, para Fisher, se halla en el nivel inestable de los precios. Por ello, su propuesta es la de implementar una “política monetaria sana” que procure la conservación de un nivel de precios estable, ya que cualquier política monetaria distinta llevaría irremediablemente al sistema económico a un desastre. Fisher, sustenta sus argumentos en dos premisas fundamentales. La primera, que tiene que ver con la justicia social y el equilibrio económico, se refiere a la inconveniencia tanto de la elevación como la caída del nivel de precios. La segunda, nos dice, está relacionada con el curso del volumen total de la producción ya que, en las sociedades modernas, ésta crece más que proporcionalmente al consumo total. De aquí, concluye que si el objetivo es mantener la estabilidad en el nivel de precios para evitar las crisis, debe aumentarse proporcionalmente la cantidad de dinero en circulación con respecto al aumento en el volumen de la producción de mercancías: ¡Las fluctuaciones de la actividad económica desaparecerían si el movimiento del dinero se pudiese estabilizar! Sin embargo, la estabilización del dinero no es tan fácil porque el sistema bancario y el productivo son fundamentalmente inestables. Si la escuela anterior, representada por Fisher, consideraba que la causa de las crisis periódicas se debía a la debilidad del poder de compra, la escuela del Dr. Friedrich August von Hayek consideraba lo inverso, o sea, creía que la existencia de las crisis se debe a que las autoridades encargadas de la política monetaria, que entorpecen la actividad económica, adoptan políticas fatales que promueven el exceso de liquidez o de poder de compra. Para el Dr. Hayek, la solución se encuentra en la reducción de los ingresos de la masa consumidora (salarios) y, con ello, lo que se busca es propiciar una reducción en los costos de producción. Pero en su razonamiento, él argumenta que en realidad lo que debe reducirse son los salarios nominales. El resultado de la reducción inicial de salarios será aumentar la ocupación y mantener, así, el poder de compra total, aunque cada asalariado, individualmente considerado, Página | 10 obtenga menos. En tanto, el volumen de la demanda de los consumidores continuaría aumentando debido al crecimiento de la población y, al mismo tiempo, como en toda economía moderna, la reducción de los costos seguiría progresando debido al constante desarrollo tecnológico. El nivel actual de los precios no caería y el nivel de la producción aumentaría. De aquí, el Dr. Hayek, sugiere que las ganancias quedaran a salvo gracias a la reducción constante de los costos, vía salarios, y el incremento en el volumen de la producción. Otra escuela de la literatura económica buscó partir de la “noción clínica”, a saber, de que en todos los fenómenos económicos reales están presentes diversas situaciones psicológicas que influyen sobre el comportamiento de los individuos. Ellos formularon la hipótesis sobre el comportamiento del ser “humano racional” y, admitieron, que las decisiones de éste se hayan en todo momento bajo el influjo de una situación de ánimo. Ralph G. Hawtrey, uno de los mejores representantes de esta corriente, se empeñó en demostrar que el optimismo es una función positiva de la política bancaria y el pesimismo una función negativa. Según él, el público es optimista cuando el crédito bancario se expande, con lo cuál se incentiva la demanda y crece. En una situación de pesimismo se contrae el crédito y, con ello, la demanda se debilita y disminuye. Entre los economistas que destacan por su inclinación hacia las teorías psicológicas se encuentra Frederick Livington, Arthur Cecil Pigou, Michael Taussig y John Maynard Keynes, por mencionar algunos. Pero, la gran crisis de 1929, que se extendió hasta los años de 1933-1934, evidenció los límites de las diversas teorías de las crisis expuestas hasta el momento. Keynes, en su Teoría General, argumentaba que había múltiples razones por las cuáles los mecanismos de auto-corrección del sistema le impedían un funcionamiento eficiente en la práctica. Una de esas razones se centró en la explicación sobre el comportamiento de las empresas capitalistas. En su análisis, los empresarios realizan sus inversiones en base a las expectativas de rentabilidad. Al preverse una caída en el consumo (incremento de inventarios), los planes de inversión de las empresas se verían mermados ante las expectativas de Página | 11 ventas futuras, de tal manera que no querrían invertir más en la producción futura. Inclusive si las bajas tasas de interés propiciaran el abaratamiento del capital. Bajo el análisis económico de Keynes se desprenden dos situaciones. Primero, dado que las expectativas de rentabilidad son demasiado volátiles, cabe la posibilidad de que la dinámica del sistema capitalista resulte impredecible. Es por ello que, para Keynes, resultó de suma importancia estudiar los elementos que motivan el ciclo económico para lograr estabilizarlo y neutralizarlo. Y, segundo, Keynes concluye que en el capitalismo no existen mecanismos automáticos capaces de orientar a la clase empresarial para planear la cantidad necesaria de inversión que garantice el pleno empleo, de aquí la importancia de formular políticas económicas que garanticen e incentiven la inversión. Así, pues, las crisis periódicas que anunciaba Keynes, eran el resultado de una sobreinversión ocasionada por las “expectativas que están destinadas al fracaso”. La sobreinversión, según él, es producto de las inversiones asociadas a expectativas de rentabilidad poco realista. De hecho, según el punto de vista de Keynes, el estancamiento del capital denota la incapacidad o repugnancia capitalista para aceptar una rentabilidad decreciente. De aquí que el único agente económico que podría mandar señales positivas al mercado y contrarrestar las expectativas de rentabilidad negativas sea el Estado Capitalista. El papel que Keynes le asignó al Estado fue el de mitigar los desajustes transitorios del sistema mediante la manipulación de los agregados macroeconómicos vía el uso activo de la política fiscal y monetaria. El objetivo era que, su uso, redituara en incrementos vigorosos y sostenidos de la demanda efectiva y, así, reanimaría el mercado interno. En este sentido el Estado debía de cumplir con su función de promotor del crecimiento económico. La “mano invisible” de la economía ortodoxa, que eliminaba las fluctuaciones cíclicas de la actividad económica de manera automática, era sustituida por un Estado capaz de manipular el ciclo económico y, por lo tanto, de erradicar las crisis. La nueva economía keynesiana, también conocida como Estado benefactor, terminó por salvar al capitalismo de un derrumbe final. Los “treinta años gloriosos” posteriores a la Segunda Guerra Mundial, como denomina Wallerstein a esta fase Página | 12 del capitalismo, estuvo caracterizada por una acelerada expansión económica mundial, tal vez la más larga en la historia de la economía capitalista. Se anunciaba con toda certeza que el capitalismo podía superar las contradicciones que degeneran y ponen en duda la perpetuidad del sistema. En adelante, se decía, las crisis sólo pueden ser el resultado de un manejo inadecuado de la Política Económica. Sin embargo, sucedió lo inevitable. Hacia finales de los años sesenta del siglo pasado, la economía capitalista comenzó a entrar en una fase de lento crecimiento acompañada de una severa crisis general del sistema. Las políticas económicas keynesianas que facilitaron al sistema salir de la crisis se convirtieron en un obstáculo para la acumulación del capital. La dinámica exitosa de acumulación terminó por agotarse. Por ello, a principios de los ochenta comenzó a desmantelarse el Estado benefactor con la finalidad de apoyar una nueva restructuración de valorización y rentabilidad del capital. Esta restructuración se tradujo en un proceso de “nuevas políticas económicas” de disciplina fiscal, recomposición de los salarios reales a la baja combinada con un ritmo más intensivo y extensivo de explotación laboral, automatización de los procesos productivos, y una recomposición de los canales mercantiles y, sobre todo, financieros. Paul Samuelson denomino a esta nueva corriente económica la síntesis neoclásica/poskeynesiana. En la versión del premio Nobel en Economía, Paul Samuelson, las crisis son en buena medida una expresión de la imposibilidad de un país periférico de pagar su deuda contraída con los organismos financieros internacionales. Para validar sus argumentos parte de un modelo económico cuya variable explicativa son los movimientos de la inversión. Así, los efectos que se muestran a través del multiplicador y el acelerador de la inversión denotan que las perturbaciones en el sistema son de carácter externo y que, a su vez, propician que el comportamiento de la economía se desenvuelva en forma de ciclos económicos. Paralelamente, una de las versiones más modernas elaborada por Elmar Altvater, busca explicar el fenómeno de las crisis partiendo, al igual que Samuelson, de las crisis de deuda. Señala que uno de los síntomas más visibles de la crisis actual, que formalmente comenzó en el año de 2008, son las pérdidas Página | 13 monetarias debido a la crisis del sistema financiero (créditos mobiliarios millonarios que se volvieron irrecuperables). Además, agrega otros elementos que hacen de esta crisis una singular mezcla de fenómenos: la crisis ambiental, la crisis energética y la crisis alimentaria que, según él, convierte a la actual crisis en la más severa que ha experimentado la economía capitalista, sólo comparable a la crisis experimentada hacia los años de 1929. Pero, pese a las técnicas keynesianas, las neoclásicas/poskeynesianas, las del cambio climático y sus antecesores, las crisis económicas no han desaparecido. Por el contario, el sistema nuevamente se ve conducido a crisis devastadoras que anticipan el colapso y desaparición del capitalismo como sistema económico dominante. En este punto es, precisamente, en donde radica la importancia de la investigación. El tema a tratar adquiera dimensiones cada vez más relevantes en cuanto a su vigencia teórica y práctica. No hay noticia más citada que la de la crisis actual del sistema económico y sus repercusiones en todos los ámbitos de la vida social. El hecho de no ignorar los mecanismos básicos que se sincronizan para generar las crisis es mucho decir. Sin embargo, y a pesar de lo complejo que ha resultado abordar el objeto de estudio en cuestión, se han podido sortear esas dificultades gracias a las herramientas de orden metodológico adquiridas en la Maestría en Ciencias en Metodología de la Ciencia. De manera implícita, la Maestría, ha contribuido con proporcionar los aspectos metodológicos necesarios para delimitar y exponer de manera más clara el fenómeno de las crisis. De manera explicita, ha contribuido en la reflexión crítica desde la perspectiva histórica. No está por demás señalar que el tema encuadra en la línea de investigación de la Maestría llamada Historia de la Ciencia, sólo que para el caso que nos compete, es una historia de la ciencia económica. Parecería correcto comenzar, por tanto, por estudiar las crisis que provienen del cambio climático y que detonan en crisis alimentaria; las crisis energéticas y su consecuente incremento en los costos de producción que merman las ganancias; por estudiar las crisis de la balanza comercial y sus repercusiones en el sobreendeudamiento de las finanza públicas; las que provienen del desajuste entre la cantidad de dinero puesto en circulación por los Bancos Centrales de cada Página | 14 país y la demanda de dinero para transacciones comerciales o, bien, las que provienen del sector financiero causadas por la especulación de acciones en la Bolsa de Valores y la creación de activos “tóxicos”, por mencionar algunas. Sin embargo, como se aprecia más arriba, caeríamos en un laberinto sin salida, ya que la fragmentación de nuestro objeto de estudio no nos guiaría hacia el punto de partida o arranque de las crisis. En todo caso estaríamos atendiendo sólo las consecuencias y no las causas. Al confrontar las problemáticas específicas de las crisis con el propio desarrollo histórico del capitalismo se probaría que los resultados obtenidos son de carácter parcial. Parecidos a la pluma de un ave que se agita al menor impulso del viento. Difícilmente, por eso, podríamos exponer las motivaciones de las crisis fuera del método de abstracción propuesto por Karl Marx. Se requiere, entonces, aplicar el método dialéctico al estudio de los fenómenos económicos, no separados unos de otros, sino como una conexión interna y estructurada. Por ello, para el desarrollo de la presente investigación titulada LA TEORÍA DE LAS CRISIS ECONÓMICAS EN EL CAPITALISMO: UNA INTERPRETACIÓN DESDE LA PERSPECTIVA DE KARL MARX se persigue el objetivo de explicar las condiciones objetivas que desencadenan el estallido de las crisis remitiéndonos, de por sí, a un conjunto de presupuestos de carácter abstracto que trate sobre la naturaleza y sus posibles manifestaciones. De ningún modo en relación a sus particularidades concretas que, de hecho son, a todas luces, múltiples y de diversa índole, sino a partir de las condiciones generales que explican el porqué de las crisis en función de su propia regularidad. La hipótesis que sostiene esta investigación se fundamenta en que las tesis propuestas por Marx mantienen su vigencia en cuanto a la interpretación y explicación del fenómeno de las crisis. La vigencia del pensamiento de Marx debe de ser reivindicada a partir de su consistencia interna, y no a partir de posiciones dogmáticas o ideológicas. Contrariamente a las creencias de que las teorías de Marx y los marxistas quedaron sepultadas bajo los escombros del derrumbe del socialismo, Marx es mucho más un economista del siglo XXI que del siglo XIX. Página | 15 Para el caso que nos ocupa, Marx abordó el fenómeno de las crisis en El Capital y, en menor medida, en Las teorías sobre la plusvalía, siendo su tratamiento no del todo explícito y estructurado. Ello se puede explicar, quizás, por su plan de estudiar las relaciones sociales capitalistas de manera sumamente rigurosa. En la obra de Marx titulada El Método en la Economía Política, establece su plan a seguir de la siguiente manera: 1) Las nociones abstractas y generales más o menos válidas para todos los tipos de sociedad. 2) Las categorías que constituyen la estructura interna de la sociedad burguesa y sobre las cuales descansan las clases fundamentales. El capital, el trabajo asalariado, la propiedad de la tierra, etcétera. 3) La concentración de las relaciones de la sociedad burguesa en el Estado. Las clases improductivas, los impuestos, la deuda pública, el crédito público, la población, las colonias, la emigración. 4) Las relaciones internacionales de la producción. La división internacional del trabajo, los cambios entre las diferentes naciones, La exportación y la exportación, el curso del cambio. 5) El mercado mundial y las crisis. En su plan a desarrollar, tal como se aprecia, Marx reservaba para su futuro tratamiento el tema de las crisis, lo cual no tuvo oportunidad de concretar. En todo caso, ello justifica nuestro esfuerzo por establecer algunas relaciones que sólo aparecen anunciadas en singulares pasajes de sus obras. Bajo esta perspectiva de opacidad resulta ser que la teoría de las crisis es uno de los temas más controvertidos y discutidos al interior de la literatura económica, incluyendo a la propia discusión marxista. La utilidad de la discusión sobre la naturaleza de las crisis es, pues, indudable, aunque la indagación sobre este problema sea extraordinariamente complejo. Más allá de cualquier explicación coyuntural, el estudio de las crisis se deriva de los movimientos cíclicos complejos que experimenta la industria productiva moderna. Ello es así dado que la plusvalía, motor del capitalismo, se obtiene en la esfera de de la producción y no de la circulación. Como sea, en plena Página | 16 concordancia con Marx, la producción de la plusvalía no coincide ni en tiempo ni en lugar con su realización. No obstante, el conjunto de condiciones causales de las crisis, desde la perspectiva de la acumulación del capital, bien se pueden resumir en los movimientos que experimenta la tasa media de ganancia en el largo plazo; pues, los periodos extensos de signo negativo o positivo, están determinados por el efecto de la tasa media de ganancia sobre las decisiones que toma el conjunto de la clase capitalista. En un arranque de sinceridad académica, tal vez resulte útil decir algo de lo que esta investigación no contiene. No versa, particularmente, sobre estadísticas que denoten el estado que guardan los países del orden capitalista. Es decir, no parte de situaciones relacionadas con las variables reales de la economía, tales como el Producto Interno Bruto, el Consumo de las familias, el Gasto de gobierno, las Exportaciones netas, u otras parecidas. Además, no contiene mediciones ni propuestas para cuantificar las variables de acumulación, como son la tasa de plusvalía, la rotación del capital, la composición orgánica del capital, la tasa de ganancia, el salario, etcétera. Tampoco contiene casos específicos sobre las crisis que se han suscitado en determinado país o región económica ni de sus tendencias. Ello es así dado que nuestro interés no es el de demostrar, en modo alguno, la existencia de las crisis que se presentan en el capitalismo, por el contrario, nuestro interés es únicamente explicar porqué ocurren dichos fenómenos en intervalos de tiempo regular y la forma en que éstos se presentan bajo el dominio de la producción capitalista. La estructura de este trabajo consta de tres capítulos. El primer capitulo se abre con el debate fundacional sobre la noción de crisis desde la perspectiva de la economía política clásica. La pretensión de este capitulo, no es para nada la de ser una historia de la economía política clásica. Estudiar y comprender las obras de los economistas del pasado es un primer paso para captar el proceso mediante el cual se construyó el pensamiento del socialismo científico. Además, se pretende ubicar, mediante un contexto histórico, la connotación de las crisis en esa época. En la segunda parte se abordan los elementos básicos de la teoría marxista de las crisis periódicas y la forma en que estas se manifiestan. Un fenómeno tan Página | 17 complejo como la teoría del ciclo económico, que se extiende a casi todos los aspectos del ciclo económico, no puede reducirse a una sola variable causal. Por ello, bajo la tradición ortodoxa del marxismo, los ciclos económicos están asociados a la restitución del capital fijo y su repercusión sobre las variables de acumulación del capital. No obstante, aunque los ciclos económicos son distintos en cuanto a su intensidad, amplitud y longitud, prevalecen ciertas regularidades que le brindan su justa importancia. Y, finalmente, en la tercera parte se pretende abordar las implicaciones de largo plazo que tienen las crisis en el desarrollo del capitalismo. Como se mencionó arriba, Marx no presentó de manera detallada una teoría de las crisis. Las observaciones que realizó sobre el movimiento del ciclo industrial y las crisis de sobreproducción se encuentran de manera dispersa a lo largo de sus obras. Sin embargo, se puede inferir que la baja tendencial de la tasa media de ganancia y sus contratendencias son los principales determinantes de las crisis capitalistas en el largo plazo. Las fases alternas de signo positivo o negativo adquieren su forma, precisamente, por la conjunción entre los ciclos industriales y las denominadas ondas largas como fenómenos que se entrecruzan a través del todo. Los puntos de vista encontrados y los puntos convergentes respecto a diversos autores que se han ocupado de la cuestión de las crisis, responden a la necesidad de reforzar la ventaja del análisis de Marx sobre algunos de sus detractores teóricos. Sin más preámbulos pasemos a adentrarnos en dichas cuestiones. Página | 18 CAPITULO I __________________________________________________________________ CONTROVERSIA FUNDACIONAL EN TORNO A LA NOCION DE LAS CRISIS __________________________________________________________________ La economía política, cuando es burguesa, es decir, cuando ve en el orden capitalista no una fase históricamente transitoria de desarrollo, sino la forma absoluta y definitiva de la producción social, sólo puede mantener su rango de ciencia mientras la lucha de clases permanece latente o se trasluce simplemente en manifestaciones aisladas. K. Marx, El Capital. México: FCE, 1975, Postfácio a la 2da. ed., p. XIX. __________________________________________________________________ 1.1 Postulados básicos de la teoría económica clásica L as postrimerías del siglo XVIII estuvieron llenas de cambios profundos que, de alguno u otro modo, tuvieron repercusiones poderosas en el mundo. El cúmulo de sucesos, ocurridos durante este periodo, parece anunciar la conformación de una nueva era económica y política. En lo que toca al campo de la producción, que presenció el inicio de la Revolución Industrial, permitió el establecimiento del naciente capitalismo. El uso cada vez más generalizado de la maquinaria movida por vapor para la elaboración de mercancías, la paulatina concentración de trabajadores en fábricas, el crecimiento exponencial de las ciudades industriales, la proliferación del capital comercial, industrial y financiero, entre otras cosas, fueron instalándose como factores fundamentales de la nueva organización económica.1 De hecho, para Immanuel Wallerstein, la Revolución Industrial forma parte del conjunto de conceptos universales clave generados por el pensamiento de Occidente. Así, en base a los trabajos de D. C. Coleman, Wallerstein señala que dicho concepto abarca tres significados por separado. En primer lugar, argumenta, el concepto de revolución industrial se refiere a cualquier tipo de innovación que se traduce en una mayor mecanización de una o varias ramas de la producción. En segundo lugar el concepto se refiere a la “verdadera” revolución industrial ocurrida en la Gran Bretaña hacia los años de 1760 a 1830 y que representó una transformación social fundamental a escala mundial; sólo comparada con el periodo neolítico (revolución agrícola) hacia los años de 5000 a 8000. Y, por último, hace referencia a las transformaciones económicas subsecuentes a escala nacional, similares a las experimentadas por la Gran Bretaña.2 De las tres acepciones propuestas sobre el concepto de Revolución Industrial, para Wallerstein, sólo la segunda es la más valida, ya que expresa “…el nexo explicativo para analizar el mundo moderno.”3 1 C. Alvear, Historia universal contemporánea. México: Jus, 1992, pp. 35-38. I. Wallerstein, Impensar las ciencias sociales. México: Siglo XXI, 2007, p. 47. 3 Ibídem. 2 Página | 18 De manera análoga, para el mismo siglo, la declaración de Independencia de los Estados Unidos de Norteamérica puso fin a la explotación de una de las regiones coloniales más importantes, y privó de uno de los mejores mercados comerciales al antiguo sistema colonial. Algunas de las causas de la independencia se pueden resumir de la siguiente manera: a) el nacimiento de un espíritu nacionalista; b) el descontento contra el monopolio económico inglés; c) las limitaciones al desarrollo de la industria local y; d) el hecho de que se le imponían a las colonias leyes y disposiciones aprobadas por el parlamento inglés.4 Para el mismo año de la Revolución norteamericana se publicó una Investigación sobre la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones. Dado el conjunto de transformaciones económicas y sociales se requería una explicación adecuada de los acontecimientos. Un filósofo escocés, convertido en economista, se encargó de sistematizar tales acontecimientos. Sin embargo, si la Revolución Industrial modificó diversos aspectos económicos y sociales; si la Revolución norteamericana fue modelo para el Continente Americano y ejemplo en la instauración de un gobierno parlamentario, “la Revolución francesa trajo consigo un cambio enorme en todos los aspectos de la vida de Occidente, con proyecciones para todo el mundo.”5 Con la Revolución francesa se selló el destino del antiguo régimen. Se puso fin a la organización política, social y religiosa del Medioevo. La nobleza perdió su papel en la sociedad y fue sustituida por la clase burguesa, es decir, la clase de los grandes comerciantes, industriales y financieros, quienes en adelante tomarían las riendas de la vida socioeconómica en gran parte del mundo. En el campo de las ideas, que antecedieron a la Revolución francesa, se encuentra el movimiento intelectual llamado Iluminismo, cuyos partidarios creían en la razón como único instrumento para incidir en el cambio social. Entre los iluministas franceses más destacables puede nombrarse a Montesquieu (quien presentó como ideal la división del gobierno en tres poderes); Voltaire (filósofo que atacó de manera sistemática al cristianismo) y Rousseau (quien pregonaba que la 4 5 C. Alvear op. cit., p. 47. Ibídem, p. 59. Página | 19 sociedad es el resultado de un contrato social pactado entre gobernantes y gobernados).6 El cambio social, tal y como se aprecia, era inminente. El desarrollo de nuevas formas de producción, de relaciones sociales, de formas de gobierno y de pensamiento social, son algunos de los factores determinantes en la instauración de una nueva organización económica. Las repercusiones de este proceso no tardaron mucho tiempo en reflejarse en el campo del pensamiento económico. Un vasto número de autores anticipó la naciente era del capitalismo al centrarse, de manera teórica y práctica, en el libre funcionamiento de los mercados. Dos figuras excepcionales de este periodo de transición, del Medioevo al capitalismo, fueron William Petty y Richard Cantillon. En lo que respecta a Petty, tal vez más recordado por su frase célebre de que “El Trabajo es el Padre y el principio activo de la riqueza, y las Tierras son la Madre”7, comenzó por formularse, aunque aún de manera un tanto confusa, el problema central del valor conducido por la cuestión de la “misteriosa naturaleza” de la renta de la tierra. Él afirmaba que la verdadera naturaleza de la renta es igual al producto de la cosecha menos el costo de la semilla (incluyendo aquello que el productor, encargado de colectar la cosecha, ha consumido y entregado a cambio de ropas y otros artículos de primera necesidad); “ésta no es sólo una explicación del origen del excedente, sino también del origen del valor mismo”.8 Sin embargo, lo que llevó a Karl Marx a calificar a Petty como “el fundador de la economía política moderna”, fue por la idea de que cada uno de los problemas económicos que se presentan en el mundo real (comercio exterior, dinero, interés, etc.) no deben ser considerados como fenómenos aislados, sino, por el contrario, deben considerarse como parte integrante de un fenómeno más amplio.9 Cantillon, quien tuvo una mayor comprensión del proceso económico, concebía al sistema económico como la interacción de mercados organizados, cuyo funcionamiento alcanzaba un tipo de equilibrio de largo plazo. De acuerdo 6 Ibídem, p. 93. W. Petty apud E. Roll, Historia de las doctrinas económicas. México: FCE, 1987, p. 106. 8 Ibídem., p. 107. 9 R. B. Ekelund y R. F. Hébert, Historia de la teoría económica y de su método. México: McGraw-Hill, 2005, p. 79. 7 Página | 20 con Ekelund y Hébert, Cantillon fue uno de los primeros autores en tratar: i) la problemática de la población en función del proceso económico, ii) desarrolló una explicación geográfica de las ciudades en donde se localizaba ciudades y núcleos de producción, iii) llevó a cabo una distinción entre precio de mercado y precio de equilibrio, iv) demostró que las variaciones del dinero son equivalente a la masa monetaria, v) analizó el flujo de la renta entre los principales sectores de la economía, entre otros temas.10 Más, a pesar de todos estos avances en la línea económica, aún no se había conseguido mucho y las vaguedades persistían. Los economistas más brillantes de esta época no consiguieron plantear de manera coherente el funcionamiento del sistema económico. La importancia de Adam Smith y David Ricardo consistió, precisamente, en ordenar y sistematizar el estado aún inconexo de la investigación económica. A ese orden se le ha asignado el nombre de Economía Política Clásica. Diferentes escuelas económicas han elegido este nombre por diversas razones. Algunas porque consideran que son los fundadores de la economía “moderna”, otras, las más, porque consideran que sus ideas han trascendido hasta nuestros días, o, simplemente, para distinguir el nivel crítico de sus doctrinas con respecto a las de los mercantilistas y los fisiócratas.11 No obstante, el calificativo “clásico” fue una denominación acuñada por Marx para referirse al sistema económico construido por Ricardo, James Mill y sus predecesores. Suele incluirse en la escuela clásica a los economistas continuadores de Ricardo, es decir, los que adoptaron y perfeccionaron la teoría ricardiana, por ejemplo, J. Stuart Mill, Marshall, Edgeworth y Pigou.12 Naturalmente, aunque no todos los autores pertenecientes al sistema clásico compartían las mismas ideas, Marx les aplicó el calificativo para denotar la autoridad indiscutible que ejercían en su época. Las propuestas teóricas y prácticas contenidas en La riqueza de las naciones de Smith o en los Principios de Ricardo demuestran, ante todo, una inteligencia 10 Ibídem, 81. “Entrelazó [Smith] todos los hilos de ideas que encontró separados, y en ese proceso transformó su significado; y, cuando menos en un punto –punto fundamental–, su obra significó una revolución en el pensamiento económico.” E. Roll, op. cit., p. 147. 12 J. M. Keynes, Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero. México: FCE, 1963, p. 17. 11 Página | 21 detallada en la comprensión de los fenómenos económicos que operan en la sociedad capitalista de su tiempo. El título obtenido de fundador de la economía clásica, por Smith, y el título de principal representante de la economía clásica, por Ricardo, pone en evidencia la distinción existente entre la doctrina económica clásica y las doctrinas económicas que les antecedieron, en clara oposición a los mercantilistas y los fisiócratas. Ambos autores, en sus obras, dejan al desnudo los elementos que subyacen al origen y desarrollo del capitalismo. Empero, lo que les amerita un carácter científico a las obras de Smith y Ricardo, radica en el hecho de haber reconocido de manera explicita que los fenómenos sociales se encuentran subordinados a principios y leyes de orden natural. 13 De hecho, en la redacción de su preámbulo a la edición de 1821, Ricardo especifica que se propone analizar la manera en que se conforman las proporciones asignadas de la producción total de la sociedad entre las distintas clases sociales, es decir, en palabras de Ricardo, el objetivo primario de su investigación es exponer de forma rigurosa “La determinación de las leyes que rigen esta distribución [ya que en última instancia] es el problema primordial de la Economía Política…”14. Por añadidura, el hecho de que al análisis filosófico y económico de Smith y Ricardo se encuentre limitado en varios aspectos históricos y teóricos, tal y como pregonan algunos de sus críticos, no demerita en modo alguno su trascendencia en el devenir del pensamiento económico. Por el contrario, son autores que se anticiparon a las tendencias y evolución del sistema capitalista. 1.1.1 La tradición clásica del Laissez-faire De igual modo a lo que acontece en otras tantas cuestiones del campo de acción de la Economía, también, en el caso de esta investigación, se puede comenzar por abordar algunos de los planteamientos elaborados por Smith. En realidad, en las obras de Smith, no se localiza una teoría completa de las crisis capitalistas. Su 13 14 E. Roll, op. cit., p. 142. D. Ricardo, Principios de economía política y tributación. México: FCE, 1973, p. 5. Página | 22 principal aporte, se encuentra en el estudio de las posibles motivaciones por las que el sistema podría llegar a estar fuera de su equilibrio natural. Pese a ello, es conveniente partir de él por tres razones de suma importancia: en primer lugar, con Smith se establece el concepto de economía capitalista, que luego será común al pensamiento de los economistas clásicos; en segundo lugar, para Smith, el proceso histórico económico alcanza una configuración definitiva con la economía capitalista y, en tercer lugar, comienza a tratar, aunque todavía de manera accidentada, la cuestión de la tendencia a la reducción de los beneficios.15 En lo que concierne al primer punto, Smith señala que una economía capitalista se encuentra compuesta por tres figuras fundamentales, a saber, el propietario de los recursos naturales y de los productos que se obtienen de trabajar la tierra; el amo del capital identificado como aquél que adelanta al trabajador ya sea los medios de producción para el proceso de producción o, bien, los bienes de consumo necesarios para su sustento y; el propio trabajador, quien al verse desposeído de los medios de producción se encuentra en la necesidad de emplearse bajo las órdenes del dueño del capital. Así, en concordancia a estas tres clases predominantes, la utilidad total de la sociedad se encuentra dividida en renta, ganancia y salario.16 No es casual que para Smith, la “economía primitiva” en la que los productores independientes son propietarios de los medios de producción y, por tanto, propietarios de los productos que se intercambian en el mercado, se contraponga a la idea de que la economía capitalista es una economía desarrollada donde la madurez económica se ha alcanzado.17 Tal y como se aprecia en La riqueza de las naciones, Smith concibe al capitalismo como un sistema definitivo en la historia económica y, por sus propiedades intrínsecas, capaz de auto-reproducirse de manera eficiente y armónica. Dicha visión, no obstante, se encuentra asociada a la 15 “Con pocas excepciones, aun con diversidad de argumentos, los clásicos supusieron que la acumulación capitalista se enfrentaba con barreras, expresión de lo cuál habría de ser la caída de los beneficios”. P. Mattick, Crisis y teoría de la crisis. España: Ediciones Península, 1977, p.10. 16 A. Smith, Investigación sobre la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones. México: FCE, 1999, pp. 63-64. 17 “En el Estado primitivo y rudo de la sociedad, que precede a la acumulación de capital y a la apropiación de la tierra, la única circunstancia que puede servir de norma para el cambio recíproco de diferentes objetos parece ser la proporción entre las distintas clases de trabajo que se necesitan para adquirirlos”. Ibídem, p. 47. Página | 23 fe en el orden de la naturaleza humana. Lo que pregona Smith sobre la confianza en lo natural se contrapone a todo orden artificial inventado por el hombre, es decir, “Sostiene que una organización social inteligible no tiene sino que actuar en la mayor armonía posible con los dictados del orden natural.”18 Así, según Smith, la conducta humana es movida por seis motivaciones naturales: el egoísmo, la conmiseración, el deseo de ser libre, el sentido de la propiedad, el hábito del trabajo y la tendencia a cambiar una cosa por otra. Dadas estas condiciones intrínsecas, que motivan la naturaleza humana, el hombre se convierte en juez de sus propios intereses. Pero dicho equilibrio natural opera con mayor eficacia en los asuntos económicos. Si se le procura la libertad al hombre, señala Smith, no sólo encontrará su propio provecho, sino que también impulsará el bien común. En uno de los pasajes de La riqueza de las naciones, Smith señala que “No es la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero la que nos procura el alimento, sino la consideración de su propio interés. No invocamos sus sentimientos humanitarios sino su egoísmo; ni le hablamos de nuestras necesidades, sino de sus ventajas”.19 Y más adelante escribe: Ninguno [de los individuos] se propone, por lo general, promover el interés público, ni sabe hasta que punto lo promueve. Cuando prefiere la actividad económica de su país a la extranjera, únicamente considera su seguridad, y cuando dirige la primera de tal forma que su producto represente el mayor valor posible, sólo piensa en su ganancia propia; pero en éste como en muchos otros casos, es conducido por una mano invisible a promover un fin que no entraba en sus intenciones. Mas no implica mal alguno para la sociedad que tal fin no entre a formar parte de sus propósitos, pues al perseguir su propio interés, promueve el de la sociedad de una manera más efectiva que si esto entrara en sus designios.20 Ambas citas se pueden resumir en los siguientes puntos: a) que el leitmotiv que impulsa al individuo a producir sus requerimientos necesarios de subsistencia es el afán de lucro, b) supone la existencia de un orden natural en el universo de 18 E. Roll, op. cit., p. 145. A. Smith, op. cit., p. 17. 20 Ibídem, p. 402. 19 Página | 24 acuerdo al cual los empeños individuales, como consecuencia de sus motivaciones egoístas de lucro, se conjuntan para generar el bien social y, c) es, por tanto, necesario procurar la libertad económica, la no intromisión de agentes externos en el funcionamiento del sistema económico que puedan arruinar la dinámica capitalista. En general, tanto la mano invisible que regula el mercado, la doctrina de la libertad natural del hombre y el hecho de depositar la fe en una sabiduría de carácter providencial, forman parte del dogma central de Smith. Justamente, sobre esa base, el sistema capitalista se nos presenta como capaz de garantizar la reproducción de manera automática. El egoísmo como la deseabilidad de maximizar los recursos escasos se transforman en elementos naturales y eternos, no hay fuerza tal que pueda erradicar tal naturaleza; “el capitalismo sigue siendo eternamente óptimo. No tiene más límite que alguna inimaginable mutación de la Naturaleza Humana o alguna inimaginable destrucción en la Naturaleza Física.” 21 Paradójicamente, y este es el tercer punto que se busca poner en evidencia, Smith, a pesar de sostener la noción del carácter óptimo y eterno del sistema capitalista, ya comenzaba a vislumbrar la reflexión sobre la tendencia a la caída de los beneficios del capital o, en otras palabras, de la caída de las ganancias capitalistas – que, como se tendrá oportunidad de observar más adelante, será considerada la razón de fondo del carácter no permanente del orden capitalista –. En palabras de Smith: El aumento de capital, que hace subir los salarios, propende a disminuir el beneficio. Cuando los capitales de muchos comerciantes ricos se invierten en el mismo negocio, la natural competencia que se hacen entre ellos tiende a reducir su beneficio; y cuando tiene lugar un aumento de capital en las diferentes actividades que se desempeñan en la respectiva sociedad, la misma competencia producirá efectos similares en todas ellas.22 Planteado de esta manera, el razonamiento de Smith deja claro que la concurrencia entre capitales deberá de reducir, al menos en el largo plazo, los 21 M. A. Shaikh, “Introducción a la historia de las teorías de las crisis”, en Investigación Económica. México: no. 145, julio-septiembre, 1978, pp. 111-112. 22 A. Smith, op. cit., p. 85. Página | 25 beneficios del capital. Pero, ¿por qué anticipó la idea de que los beneficios deberían de disminuir?, ¿qué lo llevó a inclinarse hacia tal afirmación? La respuesta se puede interpretar de la siguiente manera. Cuando en una determinada actividad de la economía prevalecen altos beneficios, la afluencia de “muchos” capitales hacia esa actividad no se hace esperar. La avidez de los capitalistas por apropiarse de las elevadas ganancias, propicia la movilidad de capitales de un sector a otro, es decir, se activa el mecanismo de la naturaleza egoísta de los capitalistas por el afán de lucro hasta el punto de saturar el mercado. La saturación o exceso de capitales, naturalmente, comienza a expandir de manera importante la oferta de productos hasta que, bajo el marco de las leyes del mercado, los precios de las mercancías producidas en esa actividad tienden a experimentar una presión a la baja. Análogamente, un incremento acelerado en la acumulación de capital en determinada actividad o rama de la economía requiere para su funcionamiento una cantidad proporcional de trabajo. Esta demanda adicional de trabajo es la que genera, en el sistema de Smith, una presión al alza sobre los salarios devengados a la clase trabajadora. Dicha demanda adicional de trabajo propende su consiguiente efecto negativo sobre el monto de los beneficios netos. En conclusión, el efecto en la reducción del nivel de los precios, sumado a los crecientes salarios pagados a los trabajadores, trae aparejado una disminución neta en los beneficios del capital.23 En efecto, si el incremento de capital en determinada actividad de la producción fue determinante para provocar la caída de los beneficios de la misma, se puede esperar, por tanto, que con un incremento brusco en el nivel de acumulación de capital en todo el sistema, propicie una caída absoluta de los beneficios que se generan en la sociedad. Para autores como David Ricardo, la generalización de las crisis expuestas por Smith es, en realidad, poco consistente en los hechos. Para percatarse de ello, dice en los Principios, es suficiente con reflexionar que dada una reducción de los beneficios en cualquier actividad productiva, propiciada por un aumento en la acumulación del capital, los capitalistas que no logran obtener los beneficios 23 C. Napoleoni, El futuro del capitalismo. México: Siglo XXI, 1978, p. 13. Página | 26 medios comenzarían a emigrar hacia otras actividades que sí les reporte los beneficios medios esperados. El efecto de atracción de los capitales hacia las actividades con elevados beneficios, ahora, al reducirse los precios, incrementarse los salarios y con ello mermarse las ganancias, genera un efecto de expulsión de capitales que amortigua los efectos contraproducentes en el sistema económico. A pesar del razonamiento erróneo sobre los efectos de una saturación de capitales por parte de Smith, la cuestión sobre el descenso de los beneficios se ha convertido en uno de los principales puntos de discusión en la literatura económica. Ricardo, fue uno de los primeros teóricos en controvertir los postulados de Smith que forman el contenido implícito de las crisis. No obstante, como continuador de la obra económica de Smith, lo que le aseguró un lugar en la historia económica a Ricardo, fue su “capacidad de construir un sistema analítico general que generaba conclusiones fundamentales basadas en unos relativamente pocos principios básicos.”24 Es importante señalar que una de las contribuciones más importantes de las obras de Ricardo se presentó en el terreno del comercio internacional. Esta contribución, en claro desacuerdo con su acérrimo rival teórico Thomas Malthus, fue sobre la cuestión de las Leyes de Granos suscitada durante las guerras napoleónicas. La cuestión fundamental sobre las Leyes de los Granos era resolver si el incremento en los precios del cereal traería como consecuencia salarios reales más altos. Ricardo argumento que no. Malthus, por el contario, argumentó de manera positiva. El origen del punto a discusión surgió por el embargo que Napoleón llevó a cabo sobre los puertos británicos, donde, dicho embargo, impidió la entrada de granos procedentes del extranjero. “Los agricultores británicos se vieron obligados a aumentar la producción de cereal doméstico, a fin de alimentar a la población. Y como que los costes de producción eran más altos en Inglaterra que en el extranjero, el precio del cereal británico aumentó. Entre 1790 y 1810, lo hizo a un promedio del 18% anual.”25 24 25 R. B. Ekelund y R. F. Hébert, op. cit., p. 155. Ibídem, p. 156. Página | 27 De hecho, en sus Principios le dedica a esta cuestión un apartado completo denominado “Sobre los cambios repentinos en los canales del comercio”. A éste le atribuye los cambios de las rutas comerciales relacionados a contingencias temporales y no a causas inherente al sistema económico. En ese pasaje escribe: El comienzo de una guerra después de una paz prolongada, o de la paz después de una larga guerra, produce gradualmente un malestar considerable al comercio. Altera en grado sumo la naturaleza del empleo a que se dedicaba el capital de los diversos países y, durante el intervalo en el cual se acomoda a las situaciones que las nuevas circunstancias hacen más beneficiosas, mucho capital fijo queda sin utilizar, y a veces se pierde completamente, y no existe ocupación plena de trabajadores.26 Como se aprecia en la cita, Ricardo consideró ajenas al sistema económico las causas de los desequilibrios en el sistema. Implícitamente, afirmaba que era imposible que el sistema tuviese tendencias a la crisis. Prueba de ello es que aceptó, en su tesis principal, la propuesta de Jean Bautista Say sobre la imposibilidad de la sobreproducción general. Esta última propuesta llegó a ser parte importante de la tradición del sistema clásico e, inclusive, prevalece en algunas doctrinas económicas en boga. La opinión de Ricardo sobre la imposibilidad de las crisis se fundamenta en la identidad virtual entre la producción y el consumo, es decir, la relación de equilibrio entre la oferta y la demanda: “Ningún hombre produce si no es para consumir o vender, y nunca vende si no es con la intención de comprar alguna otra mercancía, que le pueda ser de utilidad inmediata, o que pueda contribuir a una producción futura. Al producir, entonces, el hombre se transforma necesariamente en consumidor de sus propios productos, o en comprador y consumidor de los productos de alguna otra persona”.27 En lo que respecta a las crisis del capitalismo, Ricardo, al igual que Smith, no dicen mucho sobre ellas. Esto se debe, en gran parte, a que sus obras económicas fueron escritas en una época en que el desarrollo capitalista aún no había alcanzado cierta madurez. Por ello, tenía poco que decir al respecto. Sin 26 27 D. Ricardo, op.cit., p. 199. Ibídem, pp. 216-217. Página | 28 embargo, eso no los privó de formular especulaciones sobre la evolución económica y revelar, así, su amplia visión sobre su futuro desarrollo. 1.1.2 ¿Abandonó Ricardo el “corolario” de J. B. Say? En su expresión actual el corolario de Jean Bautista Say es bien conocido como la ley de los mercados de Say, en donde existe, según él, la posibilidad real de que toda oferta cree su propia demanda. Esta frase, por supuesto, se convirtió en la guarnición de algunos economistas “apologéticos”, celosos de la intervención del Estado en los negocios privados. La ley de Say surge en clara oposición a las políticas económicas de monopolio y monetarista implementadas por la doctrina de los mercantilistas. Así, pues, la idea que subyace en dicha ley fue la de proponer a la libre concurrencia como la panacea para resolver cualquier irregularidad proveniente de la vida económica. En el sistema clásico, basado fundamentalmente en la ley de Say, se sostuvo el hecho de que la economía siempre retornaba a su nivel natural de pleno empleo de largo plazo, y, por ende, una intervención inadecuada del Estado provocaría distorsiones en el mercado alejándolo del equilibrio. “En pocas palabras, la ley de Say dice [la falacia de] que mientras no intervenga nada en el sistema, será siempre perfectamente autorregulador y se ajustará a sí mismo, porque, en particular, cada acto de producción genera siempre la demanda efectiva necesaria para la compra de su producto.” 28 Ricardo, fiel defensor de la autorregulación de los mercados que hasta entonces dominaba el campo de la teoría económica, se adhirió al corolario de Say, eliminando así toda posibilidad de sobreproducción. Sin embargo, es necesario señalar ciertas precisiones en los argumentos de Ricardo que indican, si no un abandono de éste de la ley de Say, si un posible alejamiento de ésta. El primer señalamiento se refiere al progreso económico que, según Ricardo, trae consigo una disminución en la tasa de beneficios del capital, lo cuál se traduce en una disminución en los incentivos del capitalista para acumular. 28 J. Strachey, El capitalismo contemporáneo. México: FCE, 1974, p. 229. Página | 29 El supuesto más importante en la hipótesis de Ricardo radica en que los medios de subsistencia, que constituyen el salario de los trabajadores, provienen de la agricultura. Con objeto de simplificar la exposición, para él, el trigo, era el producto representativo de los medios de consumo de los trabajadores. Técnicamente, si la actividad agrícola se caracteriza por presentar rendimientos decrecientes, por el hecho de que a medida que la producción se expande se incrementa la necesidad de recurrir a tierras cada vez menos fértiles, dando lugar a un incremento en los costos de producción agrícola; entonces, se desprende que un incremento en los costos unitarios de la producción del trigo, ocasionado por los rendimientos decrecientes de las tierras, provocaría que el costo del trabajo para el capitalista – valor del salario real pagado a nivel de subsistencia – aumente. 29 En otras palabras, para Ricardo, en la medida en que la acumulación de capital se expande, se incentiva el incremento en el nivel de ocupación, pero también se incrementa la demanda de bienes-salario (trigo) y, consecuentemente, se genera una presión a la alza sobre el nivel de los precios agrícola, resultando de ello un incremento en el nivel de los salarios reales acompañado de una disminución en las ganancias. La idea de Ricardo de que la acumulación de capital influye inversamente sobre las ganancias, es, sin duda, atribuible a la forma en que calculaba la tasa de ganancia. Para él, la tasa de ganancia está determinada en términos físicos, como una relación entre cantidades de mercancías y no como una relación entre valores. “Pero hay que destacar un punto importante: el hecho que, aun en el ámbito de este nuevo planteamiento, Ricardo sostenga la tesis de que en la agricultura la tasa de ganancia tiende a disminuir, llevándose a la rastra la tasa de ganancia de todo el sistema.”30 De aquí que Marx, por su parte, veía en el miedo de los economistas ingleses, ante el descenso de los beneficios, una comprensión extraordinaria de las condiciones en que se desenvuelve la producción capitalista. En palabras de Marx: 29 30 C. Napoleoni, op. cit., p. 14. Ibídem, p. 15. Página | 30 Pero lo importante de su horror [como Ricardo] a la cuota decreciente de ganancia es la sensación de que el régimen de producción capitalista tropieza en el desarrollo de las fuerzas productivas con un obstáculo que no guarda la menor relación con la producción de la riqueza en cuanto tal. Este peculiar obstáculo acredita precisamente la limitación y el carácter puramente histórico, transitorio, del régimen capitalista de producción; atestigua que no se trata de un régimen absoluto de producción de riqueza, sino que, lejos de ello, choca al llegar a cierta etapa con su propio desarrollo ulterior.31 La exposición que ofrece Ricardo resulta coherente con sus hipótesis iniciales. No obstante, ¿por qué se debe considerar la posibilidad de que, Ricardo, se haya apartado de la ley de Say? Una de las aseveraciones que permiten sostener la idea de que él se apartó del corolario de Say se relaciona con su razonamiento sobre el desarrollo y las fluctuaciones que se presentan en la actividad económica. En un capítulo que, curiosamente no aparece sino hasta la tercera edición de los Principios titulado “De la maquinaria”, Ricardo, aborda los posibles efectos del progreso técnico sobre la suerte de la clase trabajadora. En ese capítulo expone ciertos aspectos que contradicen a las teorías de las cuales había sido partidario. Es tanto más obligatorio para mí manifestar mi opinión en este asunto, [relacionado con la influencia de la maquinaria en los intereses de las diferentes clases de la sociedad], después de meditarlo muy bien, porque han sufrido un considerable cambio, y aunque no recuerdo haber publicado respecto de la maquinaria nada de que deba retractarme, he dado, sin embargo, en otras formas, mi apoyo a doctrinas que ahora califico de erróneas.32 Ricardo consideraba erróneas las doctrinas que prevalecían en su época sobre el progreso social y sus implicaciones en el uso de la maquinaria. Las doctrinas anteriores a Ricardo, consideraban que los temores de la clase trabajadora a ser desplazados por las máquinas eran injustificados. Las penalidades de desempleo serían pasajeras, debido a que, a la larga, traerá beneficios a todas las clases sociales. La mayor utilización de las máquinas, decían, incrementarían la productividad del trabajo y, con ello, habría una mayor 31 32 K. Marx, El Capital. México: FCE, 1975, tomo III, pp. 240-241. D. Ricardo, op. cit., p. 288. Página | 31 abundancia de mercancías.33 Esto se puede traducir, bajo el esquema teórico de la ley de Say, en que los trabajadores desocupados por el uso de las máquinas serían reabsorbidos más tarde por las mismas actividades económicas u otras diferentes, debido a que el progreso del sistema económico aumentaría la producción total y, a su vez, incentivaría la demanda de más trabajadores. El razonamiento que expone Ricardo sobre el uso de la maquinaria se puede interpretar de la siguiente manera. Si bien es cierto que comienza por resaltar los beneficios que traería consigo la aplicación de la maquinaria en las diversas ramas de la producción. Dichos beneficios tendrían como principales efectos el ahorro de mano de obra en los procesos productivos y, posteriormente, un incremento en las ganancias capitalistas. Por su parte, la clase de los terratenientes, gozaría de mayores montos de renta, gracias a la reducción de los precios de algunas mercancías que usualmente consumen. La aplicación de maquinaria, continúa Ricardo, determinará los efectos que de ella se esperan sobre el ingreso neto más bien que sobre el producto bruto de la sociedad. De igual manera, la clase trabajadora, se beneficiaría con el uso de la maquinaria, ya que con el mismo monto de salario que percibe podría adquirir una cantidad mayor de mercancías. Los salarios y la demanda de trabajadores, ante la utilización de maquinaria, no caerían puesto que, en el mejor de los casos, habría una necesidad de incorporar trabajadores en la producción de mercancías nuevas o diferenciadas.34 Hasta aquí, no hay alguna opinión contraria por parte de Ricardo con respecto a sus predecesores. Sin embargo, más adelante escribe Ricardo: Como entonces me parecía que habría la misma demanda de trabajo que antes, y que los salarios no serían más bajos, pensaba que la clase trabajadora participaría, al igual que las otras clases sociales, del provecho de la baratura general de las mercancías, causada por el uso de maquinaria. Éstas eran mis opiniones, que continúan incólumes en lo que se refiere al terrateniente y al capitalista; pero estoy convencido ahora de que la situación del trabajo humano por la maquinaria es, a menudo, muy perjudicial a los intereses de la clase trabajadora.35 33 E. Roll, op. cit., p. 190. D. Ricardo, op. cit., 288. 35 Ibídem, p. 289. 34 Página | 32 El error del sistema teórico de Ricardo provino, tal como él mismo lo identificó, de la suposición de que el uso de la maquinaria conduciría siempre a que el ingreso neto de una sociedad (fondo de capital de terratenientes y capitalistas) se incrementaría proporcionalmente al ingreso bruto (fondo de los ingresos de la clase trabajadora); es decir, que con la introducción de nuevos procedimientos técnicos no se producirían desplazamientos de trabajadores. Sin embargo, apoyándose en un ejemplo aritmético, Ricardo, llega a la conclusión de que el incremento de la producción neta de un país es compatible con una disminución de la producción bruta, o sea; que: “…la opinión sustentada por la clase trabajadora de que el empleo de la maquinaria redunda frecuentemente en detrimento de sus intereses, no se funda en el prejuicio y el error, sino que está conforme con los principios correctos de la Economía Política.” 36 Tal como se aprecia, la posición de Ricardo, en relación a la dinámica de la producción capitalista, resquebrajó la noción de autorregulación automática del sistema clásico. Los señalamientos de que en la teoría de Ricardo no hay lugar para las posibles fluctuaciones de la actividad económica, son frecuentemente erróneos. Un examen más detallado de su obra revela que al separarse del corolario de Say se abren las posibilidades para integrar en su cuerpo teórico la noción de crisis capitalista. En última instancia, lo que Ricardo deseaba probar era: Todo lo que yo deseo probar es que el descubrimiento y uso de la maquinaria pueden ir acompañados de una disminución de la producción bruta, y siempre que esto suceda, será perjudicial a la clase trabajadora, ya que algunos de ellos serán despedidos de sus empleos y la población será excesiva en comparación con los fondos existentes para darle ocupación.37 Al confirmar la tendencia histórica de la acumulación de capital, éste ya comenzaba a percibir un cambio en las proporciones en que éstas se emplean. De acuerdo con él, ante cada aumento de capital que se verifique en la producción, una mayor proporción de capital se destinará a la adquisición de 36 37 Ibídem, p. 292. Ibídem, p. 291. Página | 33 nueva maquinaria. Y, en lo que respecta a la demanda de trabajo, señala que “…continuará aumentando con el incremento del capital, pero no en proporción a ese incremento; la relación será, por necesidad, decreciente.”38 A pesar de que en La riqueza de las naciones se perfilaba una noción más precisa sobre el desarrollo capitalista. Smith, se limitó a demostrar que las ganancias tendían a bajar con el progreso económico, o sea, que la acumulación acelerada de capital traería consigo una competencia creciente entre capitalistas, y esto daría al traste con las ganancias del sistema. Ricardo, en plena oposición a Smith, no aceptó esa opinión. Él quería demostrar que la acumulación de capital sólo tiende a reducir las ganancias en determinadas circunstancias. Smith y Ricardo se enfrentaron, al igual que los demás economistas del siglo XIX, con la sólida muralla de la tautología de Say.39 1.1.3 El ataque a la noción clásica de la acumulación del capital Los economistas clásicos, en general, formularon una serie de leyes, asociadas al mundo social y económico de su época, a las que denominaron “leyes naturales” de la economía. El distintivo de dichas leyes era su carácter fijo y eterno, no sometidas a discusión. Así, pues, si los hombres actuaban acorde a los principios económicos establecidos, decían los clásicos, las cosas marcharían muy bien. Por el contrario, al no actuar de acuerdo a los principios establecidos significaba ir en contra de las leyes naturales. 40 A la par de las ideas de estos economistas, también llamados teóricos de la revolución industrial, se encontraban los “hombres de negocios”. Los motivos eran evidentes. La doctrina clásica se adaptaba a sus necesidades particulares. Se les ensañaban paso a paso que, al ocuparse de obtener su propia ganancia, estaban contribuyendo al bienestar de la sociedad.41 Smith lo expresó de la siguiente manera: “Cada individuo se esfuerza constantemente para encontrar el más 38 Ibídem, p. 294. E. Roll, op. cit., p. 192. 40 L. Huberman, Los bienes terrenales del hombre. México: Nuestro Tiempo, 1997, p. 242. 41 Ibídem, p. 243. 39 Página | 34 ventajoso empleo para todo el capital que controle. Es su ventaja propia, indudablemente, no la de la sociedad la que tiene presente. Pero el estudio de su propia ventaja, naturalmente o más bien necesariamente, le lleva a preferir el empleo que es más beneficioso para la sociedad. “42 Smith, de acuerdo al pasaje citado, lo que buscaba exponer era que el bienestar de los individuos se encuentra indisolublemente unido al de la sociedad. Al trabajar para sí mismo, el capitalista, estará sirviendo al bienestar general de la sociedad. Otro de los ejemplos más notables, relacionado con la formulación de las leyes naturales, es el ataque de Thomas Robert Malthus a la noción clásica de la acumulación. El ataque maltusiano a Smith y Ricardo, en realidad, no representó una ruptura explícita de sus conclusiones generales. Sin embargo, lo sorprendente en la teoría de Malthus es que, a diferencia de aquellos, no presenta al sistema capitalista como capaz de auto-corregirse de manera armónica. Malthus, para demostrar esto, señalaba que parte de la producción que se dedica a las “necesidades de la vida” crea su propia demanda, mientras que la demanda que se destina a la compra de “cosas convenientes y lujosas” se encuentra en función de los hábitos de las clases no productivas (terratenientes). Debido a que la clase de los terratenientes no gasta por completo sus rentas, a diferencia de la clase trabajadora, que gasta por completo su salario, el remanente de bienes de consumo sin lograrse propicia una oferta excesiva de mercancías. La propuesta de Malthus, para garantizar una expansión uniforme del producto y corregir la sobreproducción de mercancías, es mantener el estímulo de la demanda efectiva a un nivel suficiente. “En resumen, escribía Malthus, no creo de ningún modo que el poder adquisitivo abarque necesariamente el deseo de adquirir; y no puedo concordar… que en una nación la oferta no pueda nunca exceder a la demanda”.43 Expresamente, Malthus, lo que buscaba era demoler el sólido muro de Say y sus adeptos. No congeniaba con la idea de que en el proceso de producción la renta es exactamente igual a la producción total. 42 43 A. Smith, op. cit., p. 425. T. R. Malthus apud R. B. Ekelund y R. F. Hébert, op. cit., p. 167. Página | 35 Análogamente, la discusión que sostiene en contra de los puntos de vista de Mr. Godwin, Mr. Condorcet y otros escritores, como Ricardo, lo llevó a cuestionarse sobre el progreso futuro de la sociedad de su tiempo. En su indagación encuentra dos leyes que, según él, han regido desde los tiempos más remotos del conocimiento humano y, por tanto, se presentan como leyes inmutables de la naturaleza. La primera, nos dice, es que: “el alimento es necesario a la existencia del hombre”. La segunda, se refiere a que: “la pasión entre los sexos es necesaria y se mantendrá prácticamente en su estado actual.”44 En su celebre obra Un ensayo sobre el principio de la población, escrita en 1798, afirmaba: “... la verdad es que, aunque las instituciones humanas parecen ser las causas obvias e importunas de tanto daño a la Humanidad, en realidad, son superficiales y ligeras, meras plumas que flotan en la superficie, en comparación con las profundas causas de impureza que corrompen las fuentes y hacen turbia toda la corriente de la vida humana.”45 Para él, las “profundas causas de impureza” que hacen miserable a la Humanidad son la desproporción que guarda la producción de alimentos en relación a la cantidad de población disponible, ya que mientras la población aumenta en progresión geométrica (1, 2, 4, 8,...), la producción de alimentos crece de manera aritméticamente (1, 2, 3, 4,...). Así, infiere Malthus, la principal razón de que las clases trabajadoras vivan en la pobreza, no se debe al hecho de que las ganancias capitalistas sean demasiado altas o por las posibles fallas que genera el propio sistema económico, más bien se debe a que la población crece más aprisa en relación a los alimentos. 46 A su juicio, además de la miseria y el vicio, existe una salida satisfactoria a las condiciones de pobreza de los trabajadores. Esta salida debe estar enfocada, según Malthus, en la contención de la población basada en restricciones morales. “Ninguna huelga, ninguna revolución, ninguna caridad, ninguna regulación oficial, pueden ayudar al pobre en su miseria... Él mismo tiene la culpa por reproducirse 44 Ídem., Primer ensayo sobre la población. España: Alianza, 1970, p. 52. Ibídem, p. 47. 46 “Considerando aceptados mis postulados, afirmo que la capacidad de crecimiento de la población es infinitamente mayor que la capacidad de la tierra para producir alimentos para el hombre. Ibídem, p. 53. 45 Página | 36 tan deprisa. No se le permita casarse tan joven. Que practique la restricción moral –no tener familia numerosa– y así podrá ayudarse a sí mismo.”47 El planteamiento de Malthus, entonces, es claro. La principal causa de que el sistema capitalista se aparte de su equilibrio natural se debe a la sobre población de la clase trabajadora. Por lo demás, el paralelismo entre la teoría de la población de Malthus y Ricardo no es difícil de identificar. En su razonamiento, Ricardo, distingue al salario como “el precio natural de la mano de obra [que] depende del precio de los alimentos, de los productos necesarios y de las comodidades para el sostén del trabajador y de su familia”48 y, además, el “precio de mercado” de la mano de obra “es el que realmente se paga por ella; debido al juego natural de la proporción que existe entre la oferta y la demanda; la mano de obra es costosa cuando escasea y barata cuando abunda.”49 En palabras de Ricardo: Cuando el precio de mercado de la mano de obra excede su precio natural, la condición del trabajador es floreciente y dichosa, y puede disponer en mayor proporción de los productos esenciales y de los goces de la vida y, por ende, criar una familia sana y numerosa. Por el contrario, cuando los salarios elevados estimulan el crecimiento de la población, crece el número de trabajadores, los salarios caen nuevamente hasta su precio natural y, a veces, debido a una reacción, se sitúan a un nivel todavía inferior al primitivo. Cuando el precio de la mano de obra es inferior a su precio natural, la condición de los trabajadores es de lo más mísera: la pobreza los priva de aquellas comodidades que la costumbre convierte en necesidades absolutas. Sólo después de que las privaciones han reducido su número, de que la demanda de mano de obra haya aumentado, o de que el precio de mercado del trabajo se haya elevado hasta su precio natural, tendrá el trabajador las comodidades que le propiciará el precio natural de los salarios. 50 De modo que, tanto para Ricardo como para Malthus, el mecanismo para asegurar que el nivel del precio de los salarios no se aparte de su precio de mercado, y que de esta forma pueda mermar las ganancias capitalistas, radica en una teoría demográfica, a saber, en la medida en que surte efecto el incremento del capital (acumulación de capital) y se acelera la demanda de población 47 L. Huberman, op.cit., p. 247. D. Ricardo, op. cit., p. 71. 49 Ibídem, p. 72. 50 Ibídem. 48 Página | 37 trabajadora disponible, el nivel de los salarios tiende a incrementarse. En consecuencia, para Ricardo y Malthus, el incremento en el nivel de los salarios propicia que la población trabajadora crezca a ritmos más acelerados gracias a los placeres y goces de la vida que les aporta la suma adicional de salario. Para que el efecto anterior de la acumulación se invierta, señala Ricardo, el capital debe tornarse insuficiente para absorber la totalidad de la oferta de trabajo. En efecto, los salarios, que habían experimentado un efecto positivo en el nivel de vida de la población trabajadora, disminuyen a niveles iguales o inferiores a los previos debido al excedente de población. Ahora, gracias a la población trabajadora excedente, la baja de los salarios y, por consiguiente, la “carencia de los placeres de la vida”, propicia que la población crezca a ritmos cada vez más lentos, hasta el grado en que el incremento del capital exceda nuevamente a la oferta de trabajo, finalizando el ciclo salarial para dar comienzo a uno nuevo.51 Como sea, al analizar la fluctuación del sistema basada en los efectos de la acumulación de capital, Ricardo y Malthus parten de tres premisas falsas. En la primera, nos dicen, mientras que la acumulación del capital total crezca, también crecerá proporcionalmente a la demanda de trabajo. La segunda, se refiere a la confusión de Ricardo respecto a la definición de los términos de capital constante y capital variable.52 Y, la tercera premisa, omiten una distinción formal entre trabajo y fuerza de trabajo. En relación al último punto, un hecho notable es que para Marx, al igual que para los clásicos, la fuerza de trabajo puede tratarse como una mercancía. Pero, para Marx, ésta es una mercancía poco ordinaria. De acuerdo con Marx, la fuerza de trabajo, además de ser la única mercancía capaz de acrecentar su propio valor, posee la característica de ser no reproducible mediante técnicas ordinarias. Por ejemplo, cuando el precio de una mercancía es sumamente elevado y ofrece un elevado margen de ganancias, se inicia la rebatiña entre capitalistas por la obtención de una fracción de esas ganancias. Así, como es de esperarse, la oferta 51 “La necesidad de que la población se reduzca al nivel de los medios de subsistencia es una verdad evidente, reconocida ya por muchos autores…” T. R. Malthus, op. cit., p. 44. 52 “El capital es aquella parte de la riqueza de una nación que se emplea en la producción, y comprende los alimentos, vestidos, herramientas, materias primas, maquinaria, etc., necesarios para dar efectividad al trabajo.” D. Ricardo, op. cit., p. 72. Página | 38 de la mercancía se incrementa gradualmente. Sin embargo, en el caso especial de la fuerza de trabajo, dicho mecanismo equilibrador no opera de igual manera, ya que no existen máquinas que produzcan fuerza de trabajo. En vista de que los clásicos no lograron plantear el problema de la acumulación y las crisis correctamente, entonces, ¿quién podría brindar las explicaciones más certeras sobre los efectos fluctuantes de la acumulación de capital? Karl Marx, a quien se le asigna un lugar distinto al de los clásicos en la historia económica, parte de dos situaciones contrapuestas. En un primer escenario, tal y como razonaron los clásicos, contempla una evolución proporcional entre el incremento en el volumen del capital total y el incremento en la demanda de trabajo, es decir, en la medida en que la parte variable crece, la demanda de trabajo también lo hace en proporción al capital y con la misma rapidez. Dada esta situación, la acumulación de capital puede “sobrepujar” el incremento del número de trabajadores empleados hasta que la demanda de trabajadores pueda preponderar sobre su oferta, propiciando con ello un incremento en el nivel de los salarios. Sin embargo, según Marx, como en los periodos consiguientes se inserta en el mercado laboral una proporción creciente de trabajadores, llega el momento en que, tarde o temprano, la necesidad de acumulación es menor a la oferta de trabajadores y, por tanto, el nivel de los salarios tienden a disminuir. Este tipo de razonamiento, orilló a un gran número de economistas burgueses a brindar una explicación de las crisis periódicas del capitalismo basándose en el “excesivo” o “insuficiente” ritmo de la acumulación del capital. Ya que si la acumulación es excesiva se reflejará de manera positiva en el nivel de los salarios y de manera negativa en las utilidades. Por el contrario, si la acumulación es insuficiente con respecto a la oferta de trabajo, el nivel de los salarios será tan deprimente que no podrán comprar toda la producción y, de igual manera, las utilidades estarán en riesgo. En un segundo escenario, según Marx, asociado a los posibles efectos de la acumulación sobre la oferta de trabajadores, el incremento del capital ya no se Página | 39 mueve proporcionalmente al capital variable o, si se prefiere, a la demanda de fuerza de trabajo. Marx lo expresó de la siguiente forma: La masa de medios de producción con que un obrero opera crece al crecer la productividad de su trabajo. Los medios de producción desempeñan aquí un doble papel. El incremento de uno es efecto, el de otra condición determinante de la creciente productividad del trabajo. Así, por ejemplo, con la división manufacturera del trabajo y la aplicación de maquinaria, se elabora más materia prima durante el mismo tiempo; es decir, el proceso de trabajo absorbe una masa mayor de materias primas y materias auxiliares. Esto es efecto de la creciente productividad del trabajo. De otra parte, la masa de maquinaria puesta en movimiento, de ganado de labor, de abonos minerales, de tubos de drenaje, etc., es condición de aquella productividad creciente... Pero, sea condición o efecto, el volumen creciente de los medios de producción comparado con la fuerza de trabajo que absorben expresa siempre la productividad creciente del trabajo. Por consiguiente, el aumento de ésta se revela en la disminución de la masa de trabajo, puesta en relación con la masa de medios de producción movidas por ella, o sea, en la disminución de magnitud del factor subjetivo del proceso de trabajo, comparado con su factor objetivo.53 En esta cita Marx pensaba que al variar las proporciones del capital total la demanda de trabajo podía decrecer debido a la creciente masa de obreros desplazados por máquinas (medios de producción). La propia acumulación del capital que, en términos relativos, propicia una atracción creciente de trabajo, a un mismo tiempo genera las condiciones de repulsión de trabajadores, que ingresan al fondo del ejército de reserva de trabajadores desocupados. La renovación, explotación de nuevos inventos y descubrimientos tecnológicos, contribuyen en la suerte de la clase obrera. El ejército industrial de reserva, de acuerdo a Marx, está compuesto por dos elementos. El primero es el que esta relacionado con la población de obreros desocupados debido a la creciente automatización de la producción y, el segundo, está compuesto por la población de trabajadores de nuevo ingreso que aún no han podido encontrar alguna fuente de trabajo. Dado lo anterior, para Marx, un súbito incremento en la acumulación de capital, propiciado por un brusco aumento de las ganancias, se encarga de absorber gradualmente el ejército de reserva disponible y, junto con ello, 53 K. Marx, El Capital. México: FCE, 1975, tomo I, pp. 525-526. Página | 40 desaparece el freno que impedía el alza de los salarios. Los trabajadores comienzan a percibir una mayor participación del producto total, lo que redunda en mejores condiciones de vida, de prendas de vestir, mejor alimentación, muebles y lujos a los que antes no tenían acceso. No obstante, el hecho de que las condiciones de la clase trabajadora hayan mejorado, no quiere decir que su condición de clase explotada se ha erosionado, muy por el contrario, “sólo denota, en realidad, que el volumen y el peso de las cadenas de oro que el asalariado se ha forjado ya para sí mismo permiten tenerlas menos tirantes”.54 Así, pues, “A grandes rasgos, el movimiento general de los salarios se regula exclusivamente por las expansiones y contracciones del ejercito industrial de reserva, que corresponden a las alternativas del ciclo industrial.”55 En el razonamiento de Marx, en oposición a Ricardo y Malthus, la oferta de trabajo no se identifica con el crecimiento demográfico de la población. Marx lo expone de la siguiente manera: <<“El capital opera en ambos lados a la vez. Si por un lado su acumulación aumenta su demanda de trabajo, por el otro acrecienta la oferta de obreros mediante su “puesta en libertad”, mientras que a la vez la presión de los desocupados obliga a los ocupados a poner en movimiento más trabajo, haciendo así, por ende, que hasta cierto punto la oferta de trabajo sea independiente de la oferta de obreros>>.56 54 Ídem, El capital. México: Siglo XXI, 1977, t. 1/v. 3, p. 767. Ídem, tomo I, p. 539. 56 Ídem, t. 1/v. 3, pp. 796-797. 55 Página | 41 CAPITULO II __________________________________________________________________ NATURALEZA Y MANIFESTACION DE LAS CRISIS CAPITALISTAS __________________________________________________________________ Periódicamente, la clase burguesa y sus ideólogos han creído haber encontrado la piedra filosofal; se han sentido capaces, por consiguiente, de anunciar el fin de las crisis y de las contradicciones socioeconómicas en el sistema capitalista. Pero, pese a las técnicas keynesianas, y no obstante todos los intentos de integrar a la clase obrera al capitalismo tardío, hoy, a lo largo de más de una década, el sistema parece tender a las crisis más que cuando Marx escribió El capital. E. E. Mandel, El Capital: cien años de controversias en torno a la obra de Karl Marx. México: Siglo XXI, 1998, p. 9. 2.1 La crítica socialista al progreso del capitalismo L as doctrinas de los principales exponentes de la economía política clásica, tal y como se ha tenido oportunidad de observar, son el producto del orden económico impuesto por la época de la Revolución Industrial. Tanto para Smith como para Ricardo, el correcto funcionamiento del sistema se encontraba asociado al creciente aumento de la acumulación del capital, al aumento de la riqueza y de ciertas relaciones comerciales beneficiosas entre las distintas naciones capitalistas. Partían de la necesidad de acumular y, en este sentido, se cuestionaban sobre qué era lo que estimulaba o, en su caso, obstaculizaba la acumulación. Nada se comparaba a las posibilidades ilimitadas de crecimiento del nuevo sistema económico. Así, a medida que se iba desarrollando la industria, de igual modo se desarrollaba la clase burguesa emergente y la clase proletaria, gracias al brusco ascenso de la acumulación de capital. Los efectos de la gran industria se reflejaron en la transformación del pequeño taller del maestro patriarcal en la gran fábrica del capitalista industrial. En un pasaje del Manifiesto, se describen tales acontecimientos: Masas de obreros, hacinados en la fábrica, son organizados en forma militar. Como soldados rasos de la industria, están colocados bajo la vigilancia de toda una jerarquía de oficiales y suboficiales. No son sólo esclavos de la clase burguesa, del Estado burgués, sino diariamente, a todas horas, esclavos de la máquina, del capataz y, sobre todo, del burgués individual, patrón de la fábrica. Y este despotismo es tanto más mezquino, odioso y exasperante con que mayor es la franqueza con que proclama que no tiene otro fin que el lucro.57 El progreso del capitalismo industrial suscitó una serie de críticas. Un amplio número de autores se percató de que la clase trabajadora era la que pagaba el costo de tales cambios: pauperismo, desocupación, o, en el mejor de los casos, trabajo arduo en las fábricas para ellos, sus mujeres y sus hijos. El impulso de una nueva sociedad industrial trajo como consecuencia “Jornadas de trabajo muy largas, condiciones peligrosas e insanas y una vigilancia opresora era la suerte 57 K. Marx y F. Engels, El Manifiesto Comunista. España: Altamira, 1983, p. 35. Página | 42 común.”58 Los críticos del periodo, por tanto, plantearon la cuestión de los costos y los beneficios de la industrialización en relación a su impulso y sus repercusiones. En palabras de Samir Amin: La crítica socialista del capitalismo se construyó en lo esencial como crítica al modo en que el capital explota al trabajo, y como crítica a los efectos sociales de la acumulación del capital (la enajenación mercantil convertida en valor supremo, etc.) Esta crítica pasó poco a poco del plano del rechazo moral a la utilización de un método científico para comprender los mecanismos y las leyes del sistema, sus contradicciones y, a partir de aquí, los medios para superarlas, con lo que la expresión marxista de la crítica socialista alcanzó un punto culminante59. Frente a la noción de una economía “capaz de autocorregirse”, y por tanto “exenta de crisis”, señalaba la teoría crítica, había una realidad muy distinta. La acumulación de capital, lejos de ser un proceso constantemente progresivo, se veía interrumpido por severas crisis que se repetían de manera periódica. Las interrogantes saltaban a la vista. La cuestión a tratar era ¿cómo explicar estas crisis? Sin duda las explicaciones propuestas por la teoría dominante estaban destinadas al fracaso. Muy a pesar de que se concentraron en lo que acontece a los efectos de la acumulación del capital, y en específico Ricardo, no por ello dejaron de lado la ley de Say. De modo que, su teoría de la acumulación, les llevó a buscar las perturbaciones del equilibrio económico fuera del sistema.60 Un primer grupo de teorías, representadas por W. S. Jevons, H. S. Jevons y H. L. Moore, asociaron la explicación de las crisis económicas a la dinámica de la producción agrícola. En ellas se proponía que el factor causal de las fluctuaciones procedía de la influencia de los fenómenos cósmicos sobre las condiciones meteorológicas y que, su vez, repercutiría en los movimientos de la industrias y los negocios. 61 Generalmente, los autores de estas teorías aceptaron que las variaciones de las cosechas, procedentes de las condiciones meteorológicas, pueden intensificarse gracias a causas ajenas al sistema económico; como son, los nuevos inventos tecnológicos aplicados a la agricultura, las revoluciones 58 E. Roll, op. cit., p. 231. S. Amin, Los desafíos de la mundialización. México: Siglo XXI, 2006, p. 59. 60 P. Mattick, op. cit., p. 38. 61 E. Padilla, Ciclos económicos y política de estabilización. México: Siglo XXI, 1984, p. 156. 59 Página | 43 internas, las guerras o los desequilibrios monetarios. Por ejemplo, W. S. Jevons, al estudiar diversas series estadísticas agrícolas, llegó a la conclusión de que las oscilaciones económicas son producidas en proporción al número de manchas solares. Incluso, según él, las variaciones relativamente débiles de las cosechas en conjunto con los movimientos del mercado monetario, bastarían para provocar una sucesión de períodos de depresión, actividad, derrumbamiento. El profesor H. S. Jevons, por su parte, efervescencia y al continuar con las investigaciones de su padre, se percató de una posible conexión entre la magnitud electromagnética de la radiación solar y sus posibles efectos sobre la productividad de las cosechas.62 En tanto que el profesor H. L. Moore, al examinar las estadísticas de los periodos de lluvias en los Estados de Ohio e Illinois y contrastarlas posteriormente con los rendimientos de las cosechas, determinó que la formación de ciclos agrícolas se debía principalmente a la posición en que se encuentra el planeta Venus con respecto a la Tierra y el Sol.63 Sin embargo, el punto en desacuerdo entre los principales partidarios de estas teorías se generó al no lograr un acuerdo sobre la duración del ciclo agrícola. W. S. Jevons planteó que el inicio del ciclo agrícola se presentaba cada diez años y medio. El profesor H. S. Jevons argumentaba que éstos se presentaban de manera regular cada tres años y medio y, en contraste a los anteriores, el profesor H. L. Moore sostenía que se presentaban cada ocho años.64 De modo que, los postulados de los teóricos de las cosechas, contienen elementos que nos permiten explicar tan solo parcialmente el fenómeno de las crisis. Evidentemente, hasta nuestros días, no ha sido posible probar la simultaneidad entre las manchas solares (o la radiación solar) y las crisis generales del sistema capitalista; ya que las crisis tienen lugar independientemente que haga buen tiempo. En contraste con aquellas explicaciones, basadas en externalidades, una corriente de economistas llamados “utópicos” (entre los cuáles destacan Saint- 62 Ibídem, pp. 157-159. H. Grossmann, La ley de la acumulación y del derrumbe del sistema capitalista. México: Siglo XXI, 1979, p. 132. 64 G. Haberler, Prosperidad y depresión. México: FCE, 1953, p.149. 63 Página | 44 Simon y Fourier en Francia, en Inglaterra Robert Owen, y Rodbertus en Alemania, principalmente), propusieron una nueva forma de abordar el tema de las crisis. Todos ellos partieron del estudio de las crisis capitalistas, su efecto destructivo en la economía y en las condiciones de vida de la sociedad. Autores como Sismondi y Malthus fueron la excepción, debido a que formularon teorías acerca de las crisis capitalistas que, aunque tampoco fueron del todo satisfactorias, sí presentan avances notables. Ambos parten de dos premisas comunes. La primera, se refiere a la tesis de que el capitalismo sufre una “enfermedad crónica” de insuficiencia de demanda efectiva que propicia, a su vez, la superproducción de mercancías. La segunda, se refiere a la imposibilidad de que el capitalismo sea capaz de funcionar ilimitadamente.65 Parecería necesario tratar, en este momento, a los detractores más renombrados del capitalismo que iniciaron la propuesta socialista; parecería hasta obligatorio que en una versión crítica del capitalismo, proveniente de los fundadores del socialismo-utópico, se estudiase a Claude-Henri de Rouvroy Conde de Saint-Simon, Jean Charles Léonard Simonde de Sismondi, Charles Fourier y Robert Owen, entre otros. Pero se han omitido debido a que sus aportaciones teóricas casi no tuvieron influencia sobe el pensamiento económico en lo que respecta al futuro del sistema capitalista y las crisis recurrentes. Los escritos de los teóricos del socialismo aparecieron en el periodo inicial de lucha entre la clase burguesa y proletariado, es decir, a mediados del siglo XIX. Los creadores de estos sistemas, pronto se dieron cuenta del marcado antagonismo entre las clases y, de suyo, los elementos que, según ellos, destruirían a la sociedad dominante. Pero no advirtieron las condiciones objetivas y materiales de la emancipación de la clase proletaria, ninguna iniciativa histórica del movimiento proletario, ni las implicaciones del desarrollo de antagonismos. A lo que recurrieron fue: En lugar de la acción social tienen que poner la acción de su propio ingenio; en lugar de las condiciones históricas de la emancipación, condiciones fantásticas; en lugar de la organización gradual del proletariado en clase, una organización de la sociedad 65 Padilla, E., Ciclos económicos y política de estabilización. México, Siglo XXI, 1967, p. 143. Página | 45 inventada por ellos. La futura historia del mundo se reduce para ellos a la propaganda y ejecución práctica de sus planes sociales.66 En concordancia con Marx y Engels, por ser el proletariado la clase que más sufre, los escritos socialistas y comunistas utópicos tienen como eje central el defender ante todo los intereses de la clase obrera. Entre sus postulados se encuentra el deseo de mejorar las condiciones de vida de toda la sociedad, incluyendo a los que gozan de mayores privilegios. Por eso, repudiaron cualquier tipo de acción política o revolucionaria. Dicha descripción de la sociedad futura, que surge en una época en que los obreros se encuentran poco informados acerca de su relevancia histórica, pretende guiar la transformación de la sociedad de manera fantasiosa; continúan soñando con la creación de falansterios aislados y pequeñas sociedades comunitarias que más temprano que tarde condujeron al fracaso. Más, la importancia de las obras del socialismo-utópico, radica en que encierra elementos críticos del progreso capitalista y, a un mismo tiempo, ataca las bases sociales de la sociedad de su época. Por lo tanto, en adelante, se tratará de indagar de manera predominante en la corriente crítica del pensamiento socialista y comunista científico, sobre la base de la evolución del capitalismo, desarrollado en su mayoría por Marx y Engels. 2.1.1 Producción y reproducción del orden capitalista De acuerdo a Marx, la reproducción es la primera condición que permite el movimiento de todas las formas de sociedad. Para continuar con el proceso de reproducción, resulta necesario que cualquier sociedad produzca constantemente todos los elementos que le son útiles a la existencia humana. La producción social, pues, incluye la reproducción; la producción capitalista implica su propia reproducción y viceversa.67 Pero, para la vida de una forma social específica, no es suficiente que se produzcan materias primas, medios de producción y fuerza de trabajo, también es indispensable que se produzca alimento, vestido, calzado y 66 67 K. Marx y F. Engels, op. cit., p. 58. Véase, K. Marx, op. cit., vol. II, Sección tercera. Página | 46 otros bienes materiales que satisfagan necesidades humanas. Así, también, bajo el marco de una sociedad capitalista, es esencial que se reproduzcan las categorías de trabajo asalariado y capital. En este sentido, cabe la siguiente pregunta, ¿cuáles son las características específicas que permiten la reproducción del sistema capitalista? Básicamente, son tres. La primera, tiene que ver con la separación de los productores directos de sus medios de producción. Seguido de ésta, la monopolización de esos medios de producción por una sola clase social, la clase capitalista. Y, finalmente, la permanencia de otra clase social que, al no poseer otros recursos para subsistir más que su fuerza de trabajo, debe vender ésta a la clase que monopoliza los medios de producción.68 Más aún, a partir de las características específicas mencionadas, surge una nueva pregunta, ¿cuáles son los determinantes generales de la reproducción? El primero en abordar esta cuestión en la historia del pensamiento económico, y desarrollar un esquema de reproducción global, fue François Quesnay. En su célebre Tableau Économique, examinó el proceso de producción y distribución del producto social en su conjunto partiendo de la noción de reproducción simple. Por reproducción simple, Quesnay, concebía al proceso de reproducción que se repite periódicamente y en las mismas proporciones.69 De hecho, como bien señala Sweezy, Marx fue enormemente influido por la obra de Quesnay a tal grado que pensaba tomar en cuenta su propio plan para analizar la estructura del capitalismo.70 Según Quesnay, sólo el trabajo aplicado a la agricultura era productivo y, por tanto, sólo en ésta se generaba el producto neto o excedente. En su esquema de distribución estableció que el producto neto se escindía en relación a las tres clases sociales imperantes en su época: los propietarios de la tierra 68 E. Mandel, Introducción a la teoría económica marxista. México: Era, 1973, pp. 44-45. F. Quesnay, El Tableau Économique. México: FCE, 1980, p. 38. 70 P. Sweezy, Teoría del desarrollo capitalista. México: FCE, 1977, p. 87. 69 Página | 47 (terratenientes), los que trabajaban la tierra (campesinos y arrendatarios) y la clase estéril que trabajaba en la industria (capitalistas y obreros).71 Sin embargo, la historia del capitalismo muestra que en la realidad económica y social son pocos los casos en que se presenta una forma de reproducción simple. Frente a retrocesos económicos y sociales, la historia testifica un continuo desarrollo del sistema; lento en ciertos periodos y rápido en otros, pero, a fin de cuentas ascendente. Marx construyó, aunque sólo con fines prácticos de exposición, un sistema de reproducción social simple, en el que año tras año el sistema marcha a través de los mismos causes y sin cambio alguno; conservando, indefinidamente, las mismas dimensiones. Las condiciones para que dicho sistema sea funcional se deben a que, por una parte, los capitalistas, deben reponer anualmente el capital desgastado o usado, y, por otra parte, que el capitalista emplee todo el plusvalor generado en el proceso productivo (o lo que llamaron los fisiócratas producto neto) para su atención personal. De igual forma, también, se requiere que los obreros gasten todo el salario que perciben en bienes para su consumo (no existe posibilidad alguna de ahorro). El resultado que se obtiene es el de un sistema que se reproduce al infinito, ya que conserva las mismas proporciones en sus partes.72 Obsérvese que el hecho de no cumplirse con las condiciones anteriores, daría lugar a una situación en donde se comience a producir determinada acumulación de capital o bien se agoten las reservas de medios de producción. No obstante, sólo excepcionalmente bajo el capitalismo, el capitalista consume todo el plusvalor en su atención personal. En el sistema de reproducción ampliada, el capitalista ya no emplea toda el plusvalor en satisfacer sus necesidades personales, sino que, generalmente, adiciona una parte importante de la plusvalía obtenida en el proceso de producción para la compra de más medios de producción y fuerza de trabajo. Esto es, precisamente, a lo que Marx llama la acumulación del capital. 71 Ibídem, p. 101. “Como incremento periódico del valor–capital, es decir, como fruto periódico del capital en acción, la plusvalía reviste la forma de renta producida por el capital.” K. Marx, op. cit., tomo I, p. 476. 72 Página | 48 En sus propias palabras: Para acumular, es forzoso convertir en capital una parte del trabajo excedente. Pero, sin hacer milagros, sólo se pueden convertir en capital los objetos susceptibles de ser empleados en el proceso de trabajo; es decir, los medios de producción, y aquellos otros en que pueden mantenerse los obreros, o sea, los medios de vida. Por consiguiente, una parte del trabajo excedente anual deberá invertirse en crear los medios de producción y de vida adicionales rebasando la cantidad necesaria para reponer el capital desembolsado. En una palabra, la plusvalía sólo es susceptible de transformarse en capital, porque el producto excedente cuyo valor representa aquella, encierra ya los elementos materiales de un nuevo capital.73 De igual manera, el otro elemento, el elemento objetivo de acumulación capitalista, consiste en que dado el apremio de acumular; es decir, el apropiarse cada vez más de plusvalor, conlleva a mayores desembolsos para el capitalista. La mejor vía posible para acelerar la obtención de plusvalía, es, invariablemente, implementando los métodos técnicos y científicos más avanzados y eficientes que permitan la máxima elevación de la productividad del trabajo. La búsqueda permanente de nuevos métodos de producción vuelve obsoletos a los actuales, se generalizan, se convierten en la norma de la clase capitalista. Además, el desarrollo de la producción capitalista convierte en ley de necesidad, el incremento constante del capital invertido en una empresa industrial, y la concurrencia impone a todo capitalista individual las leyes inmanentes del régimen capitalista de producción como leyes coactivas impuestas desde fuera. Le obliga a expandir constantemente su capital para conservarlo, y no tiene más medio de expandirlo que la acumulación progresiva.74 Vemos, pues, que en el análisis de Marx, la competencia obliga a todos los capitalistas a incrementar permanentemente la productividad de sus empresas. De de lo contrario, si se rehúsa a acumular, éste podría verse arruinado. Marx, para realizar un primer acercamiento al examen de la reproducción capitalista, parte de algunas premisas simplificadoras de la compleja realidad, a saber, a) Que la producción social se realiza, predominantemente, bajo la forma de producción capitalista. Esto debido a que, como bien sabemos, en el capitalismo persisten formas alternas precapitalistas de producción que si bien son 73 74 Ibídem, p. 489. Ibídem, p. 499. Página | 49 las menores, no dejan de ser importantes; b) En su razonamiento expositivo inicial, Marx, considera a los valores y los precios constantes. Sin embargo, dicha simplificación no se aleja demasiado de la realidad y permite comprender la lógica y esencia del proceso de acumulación; c) Que la plusvalía sólo puede ser creada en el proceso productivo, en oposición al proceso de circulación del capital. Ésta es una de las discusiones más importantes, incluso, al interior de la corriente marxista, no obstante, no se entrará en polémica sobre dichas premisas dado que es que es uno de los supuestos que se mantienen a lo largo de la investigación. 2.1.2 Pequeña producción mercantil y su posibilidad de crisis La sociedad de la pequeña producción mercantil se ubicó entre la llamada sociedad primitiva, fundada sobre las bases de una economía natural, y la sociedad propiamente capitalista. Entre una y otra sociedad se intercaló un largo periodo de la historia humana en el que aparecen todas las civilizaciones. Lo que caracterizó a la pequeña producción mercantil es que en ella ya se reconoce la producción de mercancías, pero, en su forma simple. 75 En concordancia con Marx, en el primitivo proceso de cambio, cada productor independiente intercambiaba lo que no necesitaba por lo que necesitaba. El trueque de productos, que llegaron a practicar las comunidades primitivas, se puede expresar en la forma esquemática M-M (Mercancía-Mercancía). Es decir, aisladamente, una mercancía (M) que se intercambia directamente por otra mercancía (M).76 Aquí, la mercancía-dinero, no tiene facultad alguna para servir como intermediaria. Sin embargo, el trueque de mercancías, al pasar del tiempo, resultó en sí mismo un obstáculo para el desarrollo de las relaciones sociales de producción, ya que el desarrollo de las fuerzas productivas terminó por socavar los límites de intercambio en las comunidades primitivas; dando lugar a una sociedad 75 E. Mandel, op. cit., p. 42. Para Marx, la primera forma de la mercancía se presenta cuando quienes actúan en el cambio se reconocen mutuamente como propietarios privados y, en segundo lugar, cundo se produce artículos más allá de las necesidades de su propietario. Cf., K. Kautsky, Comentarios al capital. México: Cultura Popular, 1977, p. 43. 76 Página | 50 de circulación simple de mercancías.77 En oposición al intercambio directo de productos, trueque, ahora, bajo el dominio de la producción simple de mercancías, todo poseedor de mercancías requiere de dinero para efectuar una transacción, puesto que, a medida en que avanza la división social del trabajo, mayor es la multiplicidad de necesidades. Alejada del trueque de mercancías, M-M, la fórmula esquemática adquiere una nueva connotación, M-D-M (Mercancía-Dinero-Mercancía), es decir, vender para comprar. Dicha fórmula se puede escindir en dos partes. En la primera metamorfosis M-D, lo que se busca es vender una mercancía (M) para conseguir dinero (D). La mercancía huye de su propio cuerpo para tomar cuerpo en el dinero. Para la feliz realización del “salto mortal de la mercancía”, como bien señala Marx, de su transformación en dinero, es necesario que ésta satisfaga una necesidad ya sea fisiológica o mental. La segunda metamorfosis, D-M, representa la compra de una mercancía distinta a la inicial. La consumación del acto, en el mercado, representa desde la perspectiva del poseedor de la mercancía una venta y, desde la perspectiva contraria, al poseedor del dinero le reporta una compra. El acto de venta y compra, digamos entre un sastre que vende el producto de su trabajo, un traje, y un viñador que produce vino, sólo es posible en términos cualitativos en la medida en que, la primera mercancía, el traje, no represente un valor de uso para su propietario. En realidad lo que representa para él es sólo valor de cambio. Sin en cambio, la segunda mercancía, el vino, sí representa un valor de uso para él. Simplemente, lo que representa el vino para el sastre es su utilidad, su valor de uso. Por su parte, el viñador como propietario privado de su producto, tampoco ve en su producto ni un átomo de valor de uso inmediato, pero sí al traje. Obviamente nadie cambiaría sus productos si éstos les resultasen útiles. El mismo acto que es venta para el sastre es compra para el viñador, por tanto, podemos decir que la procedencia del dinero es siempre el resultado de una venta. Pero, ¿en qué se basan nuestros dos individuos para intuir que ambas mercancías son equiparables cuantitativamente? En nuestro ejemplo, la 77 E. Mandel, Tratado de economía marxista. México: Era, 1969, vol. I, p. 320. Página | 51 representación monetaria de las mercancías, o sea, el precio, media el cambio de la magnitud de valor cuyo eje de gravitación es la cantidad de trabajo socialmente necesario para su producción. Un traje que vende el sastre equivale, por decir de algún modo, a £ 30. Mismas que equivalen a un barril de vino producido por el viñador y, por ende, que también equivalen al trigo producido por el campesino. Efectuada la venta, nuestro amigo el sastre se desentiende de su traje debido a que se ha liberado de él y ha recibido a cambio el dinero correspondiente. Pero, como podemos observar, el asunto no se detiene ahí, el sastre necesita comprar otros productos que le son necesarios a su cotidianeidad. La realización de su mercancía, ahora, la confronta con el viñador; y, éste a su vez, con el campesino para obtener el producto de aquél, el trigo. El planteamiento queda expresado de la siguiente manera: La metamorfosis total de una mercancía encierra, en su forma más simple, cuatro extremos y tres personajes. En primer lugar, las mercancías se enfrentan con el dinero como su forma de valor, forma que posee realidad corpórea y tangible del otro lado de la raya, en el bolsillo ajeno. El poseedor de la mercancía se enfrenta, por tanto, con el poseedor del dinero. Pero, tan pronto como la mercancía se convierte en dinero, éste pasa a su forma equivalencial llamada a desaparecer, forma cuyo valor de uso o contenido existe del lado de acá de la raya, en otras mercancías materiales. El dinero, punto final de la primera metamorfosis de la mercancía, es, a la vez, punto de arranque de la segunda. El vendedor del primer acto se convierte en el segundo acto en comprador, al encontrarse con un tercer poseedor de mercancías que le sale al paso como vendedor. 78 Sucesivamente, ocurre la misma transformación de la mercancía con los demás productores independientes. Una serie de transacciones en que las mercancías se entrecruzan de manera continua y permanente. No obstante, el hecho de que en nuestro ejemplo toda venta implique una compra, no significa necesariamente que se compre al instante de haberse vendido. Al no existir un contrato social o jurídico que estipule que el que vende debe estar obligado a comprar de manera inmediata, el que percibe dinero lo puede guardar o atesorar hasta que le surja una nueva necesidad. En la pequeña producción mercantil, M-D-M, quedan suprimidos el espacio y la temporalidad que 78 K. Marx, op. cit., tomo II, p. 71. Página | 52 caracterizaban al trueque. Así, formalmente, el proceso de circulación de las mercancías se puede interrumpir momentáneamente, pues ofrece la posibilidad de vender sin tener que comprar, generando así el embrión de las crisis y su posibilidad teórica. Pero, pese a lo anterior, resulta complicado advertir los efectos perniciosos que podría provocar el atesoramiento del dinero en las sociedades precapitalistas. Esto debido a que, en la producción simple, el atesoramiento se vuelve una practica usual en comparación a las sociedades más avanzadas. Además, un incremento adecuado de la cantidad de dinero en circulación, compensaría su escasez relativa. En palabras de Sweezy, “Parece segura la conclusión de que, excluidos los factores externos, como las guerras y las cosechas malogradas, las crisis son posibles pero más bien improbables, o cuando mucho accidentales, bajo la producción simple de mercancías”.79 En aquellas sociedades antiguas, lo que prevaleció en su dinámica económica fue un insuficiente grado de desarrollo de la producción de mercancías (antes y en menor medida durante el siglo XVIII), ya que los patrones de circulación de éstas eran tan sólo locales y limitadas. Por lo tanto, las recurrentes catástrofes naturales o sociales que incidieron en mayor medida en el desarrollo de las crisis precapitalistas, estaban generalmente asociadas a las guerras, las inundaciones, los terremotos, las sequías y pestes que asolaban a ciudades enteras. Una expresión literaria de los testimonios que nos han dejado las civilizaciones antiguas en torno a las crisis precapitalistas son los escritos pertenecientes a la antigua Grecia. Sófocles, el poeta trágico, hacia notar en sus obras las calamidades que asolaban a la ciudad de Tebas después del asesinato del rey Layo a manos de su propio hijo Edipo. A través de la confesión de un grupo de suplicantes, con un sacerdote a la cabeza, dirigida a Edipo rey de Tebas, decían: “Pues la ciudad, como tú lo estás viendo, padece horrible tormenta, y les es imposible sacar la cabeza del fondo del sangriento oleaje. Se consume en los frutos muertos de sus feraces tallos, se consume en los rebaños de su pastoreo y 79 P. Sweezy, op. cit., p. 152 Página | 53 en los infecundos partos de sus madres; y, sobre todo esto, un dios armado de fuego, una peste asoladora ha embestido a la ciudad y la acosa, y va dejando vacía la mansión de Cadmo, y se llena de lamentos y gemidos el negro infierno.”80 2.1.3 La circulación capitalista y su posibilidad real de crisis Habíamos visto que, en la circulación mercantil simple, un poseedor de mercancías vende las suyas propias para obtener dinero y, con el dinero recibido por la venta, éste la transforma en una nueva mercancía que se consume y sale así de la circulación. Dado que la finalidad del movimiento es el consumo, o sea, se vende para comprar, mediante M-D-M podemos apreciar que el dinero desembolsado por el viñador se gastó de una sola vez, alejándose de una vez por todas de su antiguo dueño. En el capitalismo esta forma de circulación de las mercancías se invierte, cediendo el lugar a una nueva forma de movimiento: comprar para vender. Mientras que la fórmula de la circulación mercantil simple era M-D-M, la nueva forma esquemática de la pequeña producción se transforma en D-M-D (DineroMercancía-Dinero).81 “En la primera fase, D-M o compra, el dinero se convierte en mercancía. En la segunda fase, M-D o venta, la mercancía se convierte nuevamente en dinero.”82 En la forma simple de circulación, cada trabajador era a la vez productor, poseedor, trabajaba con sus propios medios de producción y, por ende, acudía al mercado para vender el producto de su trabajo. Ahora, en la circulación capitalista, el trabajador al encontrarse disociado de los medios de producción, ya no es poseedor de las mercancías que él mismo produce y, por tanto, lo que recibe a cambio de su trabajo es un salario. Bajo el capitalismo, la mayoría de los bienes y servicios adquieren la forma peculiar de mercancías, incluyendo los medios de producción y la fuerza de trabajo. 80 Sófocles, “Edipo rey”, en Tragedias. México: Ateneo, 1963, p. 15. “La producción de mercancías y su circulación desarrollada, o sea, el comercio, forman las premisas históricas en que surge el capital. La bibliografía moderna del capital comienza en el siglo XVI, con el comercio y el mercado mundiales”. K. Marx, op. cit., tomo I, p. 103. 82 Ibídem, p. 104. 81 Página | 54 El ciclo que recorre el dinero para convertirse en capital, D-M-D, introduce un nuevo personaje, el capitalista. Este inicia su carrera desembolsando una suma de dinero suficiente para comprar, por una parte, medios de producción (MP) y, por otra, fuerza de trabajo (FT). Al final del proceso de producción (P), el capitalista, reaparece en el mercado con nuevas mercancías (M’) que busca transformar de nuevo en dinero (D’). El siguiente esquema da cuenta del ciclo que debe recorrer el dinero antes de convertirse en capital: Por cierto, ¿qué sentido tendría si en la forma D-M-D apareciera tanto al principio como al final la misma mercancía con valor D? El movimiento de circulación del capital sólo tiene sentido si la suma con la que se termina el movimiento es superior a aquélla con la que se empieza, es decir, D-M-D’. Dicha diferencia cuantitativa se expresa como D’=D+∆D. El incremento que resulta después de haber cubierto el valor primitivo es a lo que Marx le llama plusvalor; elemento propulsor del sistema capitalista generado sólo a través del movimiento del dinero en D-M-D’. “Por tanto, el valor primeramente desembolsado no sólo se conserva en la circulación, sino que su magnitud de valor experimenta, dentro de ella, un cambio, se incrementa con una plusvalía, se valoriza. Y este proceso es el que lo convierte en capital”. 83 El capital, por eso, es de suyo una relación social que interviene en la expansión del valor, la producción, la apropiación y la acumulación de plusvalía. Es valor en proceso de reproducirse a sí mismo como capital y, siendo un proceso, se halla en movimiento. El ciclo del capital describe, precisamente, dicho movimiento y muestra la manera en que el capital adopta distintas formas en su ciclo o proceso de reproducción. Puesto que, y como bien señala Marx, la atención del capitalista se centra en lo que ocurre con ∆D. El éxito o fracaso de su inversión no se mide únicamente en 83 Ibídem, p. 107. Página | 55 relación al volumen absoluto de ∆D, más bien, el éxito o fracaso se mide en función del volumen de ∆D en relación a la magnitud del capital desembolsado originalmente. La antigua expresión se convierte, ahora, en ∆D/D. A esta relación Marx le llama tasa de ganancia, objetivo inmediato del capitalista al adelantar su dinero en la compra de fuerza de trabajo y medios de producción; y, además, cuyo interés primordial es el de incrementar su magnitud al máximo posible. “Ahora bien, en lo que concierne a la posibilidad formal de la crisis no hay diferencia entre la producción simple de mercancías y el capitalismo.”84. Esto es así dado que, de acuerdo con las observaciones de Paul Sweezy, cualquier interrupción en el ciclo M-D-M o del capital D-M-D’ puede ser suficiente para iniciar una crisis. Supongamos, por ejemplo, una disminución en la proporción del porcentaje de la tasa de ganancia, ∆D/D, por debajo de su nivel ordinario (por el momento no nos es relevante los motivos del descenso), y, puesto que, el capitalista siempre está ávido de ganancia, seguramente reconsiderara de manera inmediata la conveniencia de seguir lanzando su D inicial a la circulación. La trayectoria de la reinversión de plusvalía o, lo que es lo mismo, la acumulación de capital, se interrumpe momentáneamente. Pero, ¿hasta qué punto se detiene la acumulación del capital? La acumulación se detiene hasta el punto en que la tasa de ganancia vuelve a ser atractiva a los ojos del capitalista. Mientras tanto, con ello, se interrumpe uno de los tres eslabones de la circulación del capital D-M-D’ y, por tanto, el ciclo en su totalidad propicia una nueva crisis en el sistema. A toda vista, entre los teóricos burgueses modernos, existe la falsa idea de que las crisis de sobreproducción se deben a un “excesivo” incremento de la producción de alimento, autos, prendas de vestir y demás mercancías. Ello no podría ser de otra manera debido a que, las múltiples posturas que han desarrollado economistas eminentes, evidentemente unas más inteligibles que otras, giran en torno a los elementos causales que generan las crisis. Los teóricos de la economía capitalista, asombrados, no cesan de cuestionarse, ¿por qué periódicamente el sistema se niega a funcionar? ¿Serán simples perturbaciones 84 P. Sweezy, op. cit., p. 157. Página | 56 accidentales?, o bien, ¿será un problema de distribución del ingreso? Generalmente, afirman éstos, es imposible que el proceso de reproducción del sistema se interrumpa a sí mismo, que es imposible todo periodo de dislocación, que es imposible, en pocas palabras, la existencia de la propia crisis.85 Más bien, el exceso de mercancías es tan sólo relativo y no absoluto, éste existe sólo si se toma en cuenta que durante las crisis se produce un descenso importante de la capacidad adquisitiva de los trabajadores, ya que el mecanismo para recomponer la tasa de ganancia es, por excelencia, la disminución de sueldos, salarios y personal ocupado. Por tanto, contrario a lo establecido, el total de mercancías que no consiguen realizarse sí sobran o exceden, pero no con respecto a las necesidades sociales de consumo de la población, sino con respecto a la obtención de una tasa de ganancia ordinaria. De modo que las crisis no son la expresión de la relativa escasez de mercancías ni de mano de obra, sino, a la inversa, es precisamente la abundancia de esas mercancías y su imposibilidad de realización una firme expresión de sobreproducción y crisis capitalista.86 2.2 Dinámica cíclica de las crisis económicas En el apartado anterior se expuso que, a diferencia de las crisis precapitalistas, ligadas a la subproducción de valores de uso, en las sociedades capitalistas las crisis están más bien ligadas a la sobreproducción de valores de cambio. En donde una masa abundante de mercancías no logra realizar su valor de cambio o, específicamente, no consiguen venderse a sus precios actuales. Dicha distinción 85 “Los economistas clásicos pensaban que no podían existir periodos persistentes de superproducción. Si se desplaza la Oferta Agregada o la Demanda Agregada, los precios reaccionarían flexiblemente para garantizar la venta de la producción de pleno empleo”. P. Samuelson, Economía. España: Mc Graw Hill, 1996, p. 614. 86 En un análisis sucinto que realiza Boltvinik sobre la teoría marxista de las crisis, basado en los argumentos de Strachey, señala que: “El concepto básico de la crisis para Marx es la sobreproducción de capital y de mercancías… no es sobre producción en relación con las necesidades sino sobreproducción en términos de la generación de ganancias”. J. Boltvinik (coord.), “La visión marxista de la crisis y la gran crisis del siglo XXI”, en Para comprender la crisis capitalista mundial actual. México: Fundación Heberto Castillo Martínez A.C., 2010, p. 152. Página | 57 de ninguna manera resulta irrelevante en el estudio de las crisis, puesto que, de no hacerlo, se caería en los mismos errores en que incurrieron los economistas de la doctrina clásica. La incapacidad de aquellos economistas para distinguir entre la circulación simple de mercancías y la circulación capitalista, los orilló a la falsa idea de que los posibles elementos que generan la crisis en la forma de circulación M-D-M también son aplicables a D-M-D’. De esta forma “la tesis correcta de que las crisis, y la sobreproducción son improbables bajo la producción simple de mercancías, se convierte en la tesis falsa de que las crisis y la sobreproducción son imposibles en cualesquiera circunstancia.”87 Es por ello que Marx, en su obra El Capital, dedicó una parte importante de su análisis a criticar las propuestas de los economistas “apologéticos”. En un apartado argumentó que, “Nada más necio que el dogma de que la circulación de mercancías supone un equilibrio necesario de las compras y las ventas, ya que toda venta es al mismo tiempo compra, y viceversa. Si con ello quiere decirse que el número de las ventas operadas supone un número igual de compras, se formula una necia perogrullada.”88 De manera clara, Marx, desecha y sepulta de una vez y para siempre de su cuerpo teórico el famoso corolario propuesto por Say. Sin embargo, como se explicó más arriba, lo más lamentable para la corriente de los clásicos, es que a esta idea se adhirieron economistas como J. S. Mill y Ricardo, quienes cegados por el dogma de la imposibilidad de las crisis anularon el camino para avanzar en el estudio de una teoría que fuese capaz de determinar los elementos que propician las crisis del capitalismo. Marx, por su parte, “Reprocha a la ley clásica de los mercados el hecho de conceder una importancia tan exclusiva a la interdependencia de la producción y el consumo, de la oferta y la demanda, hasta llegar a considerarlos como idénticos virtualmente, a Say y Ricardo, y omitir, por consiguiente, las verdaderas causas capaces de producir el desequilibrio entre estos elementos, circulación simple y 87 88 P. Sweezy, op. cit., p. 153. K. Marx, op. cit., tomo I, p. 72. Página | 58 capitalista”.89 Pero, ¿cuál era la percepción de Marx respecto a las crisis capitalistas y su forma de manifestarse? En palabras de Marx: El curso vital característico de la industria moderna, la forma de un ciclo decenal interrumpido por oscilaciones menores- de periodos de animación media, producción a toda marcha, crisis y estancamiento, se funda sobre la formación constante, sobre la absorción mayor o menor y la reconstitución, del ejército industrial de reserva o sobrepoblación.90 De esta forma, para la teoría marxista de las crisis periódicas, en los periodos de prosperidad es común que la clase trabajadora goce de salarios mejor remunerados, y en los periodos de crisis es común que la clase trabajadora padezca una serie de inclemencias debido al raquítico pago de los salarios. Así, a los movimientos que experimenta la tasa de ganancia en la industria moderna y, que a su vez, determinan las distintas modalidades de acumulación del capital, se ciñen los movimientos del salario. La dinámica de las crisis económicas, tal y como se ha venido señalando, constituyen un fenómeno notable de la actividad económica. Generan, invariablemente, efectos destructivos en cualquier economía en que éstas hagan acto de presencia. “Las crisis arrasan nuestros hogares, nos arrebatan el pan, desgarra nuestras esperanzas, nos aniquila, nos azota y nos hunden a centenares en la miseria, en la misma forma que las fuerzas de la naturaleza aniquilan, azotan y hunden en la miseria al salvaje”.91 Pero, ¿podríamos afirmar que las crisis presentan un determinado patrón de comportamiento? y, más aún, ¿las diversas fluctuaciones de la actividad económica presentan un comportamiento regular y simétrico? En cuanto a la primera pregunta, es posible advertir que varios estudios acerca del desarrollo capitalista, inclusive no marxistas, han demostrado que las crisis económicas poseen un patrón regular de comportamiento, es decir, se presenta en el 89 M. Dobb, Economía política y capitalismo. México: FCE, 1945, p. 117. K. Marx, op. cit., t. 1/v. 3, p. 787. 91 J. Strachey, Naturaleza de las crisis. México: El Caballito, 1973, p. 17. 90 Página | 59 capitalismo con cierta recurrencia a intervalos aproximados de tiempo. “Los economistas están de acuerdo en reconocer que no se puede estudiar con fruto la cuestión del retorno periódico de la depresión económica, así como la cuestión conexa de las crisis económicas o financieras agudas, sin integrar esta discusión en el estudio del problema más amplio de los ciclos económicos; por lo que se entiende un movimiento ondulatorio que afecta el sistema económico en su conjunto.”92 El arribo al estudio de las crisis, por tanto, no puede realizarse de manera satisfactoria si omitimos el papel histórico y fundamental de la marcha cíclica de las crisis capitalistas. En adelante, preferentemente, no habremos de tratar más a las crisis de manera aislada, sino, por el contrario, como la parte fundamental del ciclo económico completo que se manifiesta, preponderantemente, mediante la sobreproducción de mercancías.93 En cuanto a la segunda pregunta podemos señalar que, al observar los movimientos de algunas series estadísticas de la actividad económica tales como los índices de la producción industrial, los índices del comercio exterior, los movimientos de las tasas de crecimiento del PIB, los índices de la inversión productiva, etcétera; podemos darnos cuenta que el curso que toma cada una de estas series es discontinuo, o sea, se presenta generalmente a saltos irregulares. Desde luego que existe otro tipo de indicadores económicos que difieren del comportamiento de los anteriores, tanto en su longitud como en su variabilidad. Tales índices son los de la población, las mejoras técnicas de la producción y los precios, por mencionar algunos que, por lo general, manifiestan una tendencia 92 G. Haberler, Prosperidad y depresión. México: FCE, 1953, p. 245. Sin duda alguna, el hecho de definir a las crisis de alguna u otra manera, determina en lo fundamental los resultados que se obtengan en el curso de la investigación. Un ejemplo fehaciente de ello es la definición de crisis propuesta por Wallerstein, para él las crisis son sinónimos de “transición” en los sistemas de gran escala que tienden a presentarse en el mediano-largo plazo a intervalos de entre 100 y 150 años. “Al decir crisis en un sistema histórico no me refiero a las dificultades coyunturales dentro de un sistema, sino a una tensión estructural tan grande que el único resultado posible es la desaparición del sistema como tal, ya sea mediante un proceso de desintegración gradual (que lleve a rumbos impredecibles) o mediante un proceso de transformación relativamente controlada (enfocada hacia una dirección prevista y por lo tanto con una situación por parte de uno o varios sistemas)… Ahora estamos viviendo dicha transición al pasar de una economía-mundo capitalista a algo distinto que tal vez sea un orden mundial socialista pero, dada la naturaleza de la crisis, no queda más que sugerir las probabilidades de rumbo.” I. Wallerstein, op. cit., p. 27. 93 Página | 60 secular, llámese ascendente o descendente, mediante movimientos continuos a través del tiempo. Queda claro que dichas fluctuaciones de la actividad económica se pueden clasificar de distinta manera, nosotros, al igual que Estey, para una mejor comprensión las clasificaremos en dos grandes “bloques”. Por un lado estudiaremos a las fluctuaciones cuya característica es la de carecer de periodicidad y regularidad y, por otro lado, estudiaremos a las fluctuaciones económicas que presentan recurrencia y periodicidad en su trayectoria. Dentro de las fluctuaciones no periódicas ni regulares se encuentran: a] fluctuaciones de tendencia. Generalmente, al hablar sobre los movimientos de series estadísticas que experimentan “cierta tendencia”, se hace alusión a los movimientos marcados de ascenso o descenso. Por ejemplo, la ley decreciente de la tasa general de ganancia que descubrió Marx y que, como tal ley, se ha verificado de manera empírica su tendencia a caer en el largo plazo en la mayoría de los países altamente desarrollados e incluso en los países de la periferia. Una posible definición de las fluctuaciones de tendencia es la que se refiere a un movimiento continuo y prolongado de cualquier actividad en una dirección conocida durante determinado periodo de tiempo. Sin embargo, también cabe la posibilidad de que, en el largo plazo, puedan invertir su dirección de descendente a ascendente y viceversa. b] fluctuaciones regulares o accidentales. Evidentemente, existen una serie de elementos externos que alteran la dinámica del desarrollo capitalista y que, a su vez, carecen de una periodicidad fija. No son fáciles de predecir y, por tanto, imposibles de erradicar. Ejemplo, son las revoluciones, las guerras mundiales y los desastres naturales, entre otros, que pueden provocar una alteración en el curso “normal” del capitalismo. En los hechos, el estallido de grandes conmociones sociales como las dos guerras mundiales, han demostrado que, en general, al término de su desarrollo e inclusive durante el mismo, la economía mundial atraviesa por un periodo de relativa expansión anormal de la actividad económica. Aunque, después de cierto tiempo, la economía retorna nuevamente a la contracción que le había caracterizado previamente. Página | 61 c] cambios estructurales. A veces, los cambios no recurrentes y aislados de la dinámica económica, se generan a partir de modificaciones orgánicas, institucionales y jurídicas que repercuten en el propio sistema económico. Así, por ejemplo, las modificaciones en los objetivos que persiguen las instituciones repercuten en la eficiencia y desempeño de las políticas económicas (llámense a éstas publicas o privadas), que se instrumentan y aplican en determinado país. En éste sentido, también las modificaciones legales y jurídicas impactan de manera directa en la dinámica interna de la sociedad. “La adopción, por Inglaterra, del comercio libre en los cuarentas fue un cambio estructural; también la separación de Rusia de la relativamente incontrolada economía europea después de la Revolución; la revolución tecnológica de las dos últimas décadas; y así muchos otros ejemplos.” 94 Dentro de las fluctuaciones recurrentes o periódicas se encuentran: a] fluctuaciones estacionales. Este tipo de fluctuaciones, a diferencia de las anteriores, carentes de periodicidad y recurrencia; poseen una periodicidad fija reconocida y predecible en el tiempo atribuible al ritmo en que se desarrollan las estaciones del año. Ejemplo de ello son los cambios estacionales que afectan la producción de determinados bienes agrícolas. De igual manera, algunos bienes y servicios sufren movimientos similares, llámese los servicios turísticos, la práctica de los deportes, la producción de cierto tipo de ropa adecuada para cada estación del año, el consumo de alimentos de temporada y el incremento en la demanda de combustible, son algunos ejemplos de este tipo de fluctuaciones. Análogamente, en la vida cotidiana, dichas fluctuaciones se aprecian de manera más sensible. Por ejemplo, el incremento del comercio en temporada navideña, el pago de aguinaldos y dividendos, el incremento de la actividad bancaria en las fechas de pago del servicio de luz, agua, teléfono y de intereses bancarios por uso de las tarjetas de crédito, entre otros servicios. “La suma de estas influencias directas y estacionales hacen un total respetable que, cuando ocurren en conjunción con varias repercusiones en la industria de todo el país, junto con otras causas 94 J. A. Estey, Tratado sobre los ciclos económicos. México: FCE, 1974, p. 18. Página | 62 similares en todos los países del mundo son, en realidad, capaces de producir variaciones de corto plazo de la industria fuera de la línea normal de desenvolvimiento y tendencia.”95 b] fluctuaciones cíclicas. Una gran mayoría de series estadísticas, provenientes de la actividad económica, muestran un comportamiento muy marcado que, en esencia, presentan diferencias en cuanto a las fluctuaciones que se mueven en una sola dirección y, también, con respecto a aquellas fluctuaciones que ocurren de estación en estación. Estas fluctuaciones se caracterizan, más bien, en cuanto a que sus movimientos se presentan de manera cíclica, es decir, las distintas fases por las que atraviesa, llámese de crisis, depresión, reanimación y auge se repiten de manera ordenada en periodos más o menos regulares. En la vida económica, normalmente, las fluctuaciones cíclicas se observan en los índices de salarios, los índices de las ventas automotrices, las tasas de interés, la construcción residencial, las exportaciones y las importaciones de bienes y servicios y el nivel de empleo, entre otros. Pero, la esencia de las fluctuaciones cíclicas, se pueden observar más claramente en el comportamiento de la industria moderna, tal y como se verá a continuación. Por último, en contraste con las fluctuaciones económicas, en la literatura económica existe otro tipo de fluctuaciones de más larga duración (las cuales analizaremos con detalle en la última parte de la investigación). La evidencia estadística confirma que, en los movimientos de la actividad económica, se encuentran fluctuaciones regulares con una duración aun mayor al ciclo económico; a] ciclo de construcción. El factor clave de este tipo de eventos económicos son las investigaciones hechas sobre los permisos que se otorgan a las constructoras. Se dice que son ciclos largos ya que su amplitud puede variar entre los 15 y los 18 años en promedio, y pueden llegar a alcanzar hasta los 20 años. Cifra que representa el doble de tiempo de un ciclo industrial clásico; b] ondas largas. Estas son fluctuaciones de una duración aún mayor a los ciclos de construcción. Las cifras estadísticas permiten afirmar que poseen una longitud de más de 40 años, hasta alcanzar, incluso, una duración promedio de 60 años. 95 Ibídem, p. 20. Página | 63 2.2.1 Las fases teóricas del ciclo industrial Dado que nuestro interés es el de definir de la manera más precisa el concepto de crisis económica, nos encontramos, ahora, en las condiciones propicias para hacerlo. Sobre la base de la teoría general del ciclo económico, el concepto de crisis económica, significa un punto de inflexión –llámese superior o inferior– que señala el paso o cambio de sentido del auge a la depresión. Lo que resta explicar es, precisamente, el motivo del torcimiento de cada una de las fases del ciclo económico. Si bien es cierto, el curso que toman los ciclos económicos dentro del sistema capitalista es indeterminado, cada ciclo económico se traslapa con el anterior y se fusiona al siguiente. Por tanto, resulta de muy poca importancia el punto del ciclo que se elija para comenzar con su estudio. Una vez que se inicia el ciclo, en cualquier parte de las fases que lo componen, se habrá de seguir ordenadamente la sucesión de puntos por las que atraviesa hasta agotar el ciclo por completo. El ciclo clásico industrial capitalista se compone, por regla, de cuatro fases.96 Cada una de las fases se caracteriza por la forma de expansión o contracción de la producción de mercancías que determina, específicamente, el modo en que se produce, realiza y acumula la plusvalía. A través de cada una de las fases van surgiendo distintos elementos que, por sus características propias, modifican la forma y el comportamiento de cada una de ellas. La explicación de cada una de las fases se sintetiza a continuación: a) Auge o expansión: En esta fase del ciclo industrial el proceso de expansión económico es de orden acumulativo y, normalmente, se generaliza en todas las ramas de la actividad económica. La clase capitalista, siempre ávidos de ganancias, incorpora a sus empresas “innovaciones” masivas en los procesos de producción (mejoras técnicas), e implementan nuevas modalidades en el proceso de trabajo (capacitación laboral, incentivos salariales de acuerdo a la productividad, etcétera) que maximizan y vuelven más eficiente las nuevas técnicas de producción. El florecimiento de las inversiones productivas y, 96 B. Marx, Para comprender la economía capitalista. México: Nuestro Tiempo, 1983, p. 124. Página | 64 fundamentalmente, el efecto de la restitución del capital fijo (maquinaria y equipo), propician que el efecto en la demanda de trabajo sea mayor a la oferta. De esta forma, la acumulación acelerada, se convierte en fuente generadora de mayores ingresos para los trabajadores y, por tanto, posibilita un mayor poder de compra en términos reales. Por ello, se dice, en la fase de auge tanto la demanda de bienes de consumo como la demanda de bienes de producción aumentan de manera vertiginosa. En tanto que, la creciente demanda de bienes y servicios, estimula a que aparezcan nuevas inversiones debido a una tasa de ganancia superior a la ordinaria. Por otra parte, los requerimientos de capital (renta proveniente del interés financiero) se abaratan gracias a la abundancia de dinero “liquido” en forma de créditos y, así, refuerza las inversiones productivas y las no productivas. No obstante, ocurre lo inevitable, en esta fase se comienza a generar un incremento ilimitado de la producción. Dado que, el sistema capitalista es un sistema opuesto a la planificación de la producción, en donde predomina la anarquía de la producción. De modo que la producción en las fases de auge va un paso delante de la demanda solvente. b) Fase descendente o recesión: Es la segunda fase del ciclo. Una de sus principales características es la de estar relacionada con el estancamiento de las técnicas de producción debido a que, las expectativas de ganancia, al interior de las ramas de producción capitalista, son mediocres. Evidentemente, en esta fase las ganancias son débiles. Los capitalistas que se encuentran por debajo de la media tecnológica, y los sobrevivientes de la crisis previa, se resignan a obtener una tasa de ganancia menor a la ordinaria. El pesimismo de la mayor parte de los capitalistas por las nuevas inversiones, e inclusive las actuales, genera una recesión profunda del poder global de compra y, junto con ello, una reducción en la dinámica del mercado interno que deteriora paulatinamente los niveles de vida de la clase trabajadora. c) Crisis, inversión del movimiento ascendente o contracción: La fase de auge no puede continuar de manera perpetua. Pero, si tanto la acumulación del capital, la tasa de ganancia, el nivel de ocupación y el bienestar de la clase trabajadora se Página | 65 habían incrementado respecto a la fase anterior, ¿porque necesariamente tiene que concluir la fase de auge? El crecimiento de empresas capitalistas ilimitado y desordenado que se genera en una fase previa, sumado a que la producción crece más que proporcionalmente a la demanda solvente, en conjunto, provocan un grave desequilibrio entre la oferta y la demanda que, sin duda, se manifiesta en una irrupción violenta de las contradicciones económicas y sociales del propio sistema. La crisis se manifiesta, ante todo, mediante una sobreproducción generalizada de mercancías, abundancia de quiebras de las empresas, contracción de la producción, aumenta gradualmente la tasa de desempleo y las remuneraciones de los trabajadores caen nuevamente a su nivel previo o, incluso, por debajo. El origen del colapso que refuerza la fase de crisis se le atribuye, principalmente, a la relativa debilidad de la tasa de plusvalía que es rebasada por el crecimiento porcentual del nivel de los salarios y, también, la restricción de capital en forma de préstamo (vía elevación de las tasas de interés), lo cuál hace más caro el financiamiento de las empresas. Ello se traduce en una disminución importante de la rentabilidad del capital y en el ritmo y volumen de la acumulación. d) Recuperación o inversión del movimiento descendente: Última fase del ciclo. Las empresas que han logrado mantener el paso después de una severa crisis económica se hallan estimuladas por la baja en los costos de producción, tanto de los costos de una buena parte de materias primas como, principalmente, de costos laborales y de la disminución del interés del dinero. Mediante una brusca renovación del capital fijo (aplicación de nuevas técnicas de producción, básicamente) que incrementa la productividad y abarata la fuerza de trabajo, propicia que las ganancias comiencen a incrementarse y, en consecuencia, las condiciones medias de rentabilidad se restablecen y vuelven a ser atractivas a los bolsillos de los capitalistas. De esta forma, la producción capitalista, comienza a elevarse de manera paulatina. La acumulación del capital se expande rápidamente en las ramas con mayor rentabilidad. Decrece la tasa de desempleo, se recupera la tasa de plusvalía, se reactiva el poder de compra, crece la demanda de bienessalario y medios de producción. Lo cual indica el término de un ciclo y el tránsito Página | 66 hacia la fase siguiente, el auge. Esta fase, que sucede a la fase de crisis, asegura la continuidad del ciclo mediante la purga de capital en exceso. FIGURA 1. El ciclo clásico industrial. __________________________________________________________________ La línea continua presenta las distintas fases teóricas del ciclo económico con sus respectivos puntos de inflexión. Como muestra la figura, las fases se caracterizan por carecer de una forma simétrica en cuanto a su altura y longitud, esto se debe, en gran medida, a los diversos elementos que actúan sobre cada una de las fases. Por ejemplo, los efectos de la acumulación de capital sobre el desarrollo de los medios de producción, que detonan en la restitución y renovación de la formación del capital fijo, y, el elemento que causa la fricción y el impulso entre ellas, la tendencia a la excusión relativa de la fuerza de trabajo. __________________________________________________________________ Fuente: Elaboración propia en base a B. Marx, Para comprender la economía capitalista. México: Nuestro Tiempo, 1983, capítulo III. Paradójicamente, Claire Mitchell, a pesar de no pertenecer a la corriente marxista, considera que el “factor básico” que afecta a la economía y explica la complejidad de la actividad económica es la perspectiva de obtener ganancias, o sea, el afán de lucro. Para él, cada ciclo adquiere una forma distinta, no sólo en la amplitud, sino también en la intensidad y, sobre todo, en la forma en que se manifiesta en los negocios. Dicha diferencia en cada uno de los ciclos se debe, según él, a la resultante de un complejo de fuerzas entre las que destacan: “La situación de las cosechas, la política nacional, los cambios en el sistema monetario y bancario, las relaciones internacionales, las guerras, la paz, el descubrimiento de nuevos recursos y métodos industriales y otros muchos Página | 67 factores [que] afectan favorable o desfavorablemente la perspectiva de obtener ganancias y por lo mismo tienden a acelerar o retardar el nivel de la actividad.” 97 Tales son las fases que recorre cada ciclo industrial. Sin embargo, conviene hacer dos precisiones al respecto. La primera es la falsa idea de que la repetición de los ciclos es mecánica. En realidad, lo que determina la amplitud de cada ciclo, es la intensidad de la lucha de clases entre capitalistas y asalariados. La marcha de la acumulación de capital se encuentra en función de la incapacidad o capacidad de reacción de la clase obrera frente a la envestida del capital. La segunda tiene que ver con el desarrollo natural de los ciclos, ningún ciclo se parece a otro, ya que difieren tanto en la intensidad en que se presenta cada una de sus fases, como en la longitud y en su magnitud.98 2.2.2 ¿Periodicidad fija del ciclo industrial? Ernest Mandel, en su libro titulado La formación del pensamiento económico de Marx, enlista una serie de sucesos que acontecieron durante la formulación detallada de sus opiniones, por parte de Marx y Engels, sobre la marcha cíclica de la producción capitalista y las crisis de sobreproducción. La revolución de febrero de 1848 en Francia; la revolución de marzo de 1848 en Berlín; el regreso de de Marx y Engels a Alemania; la publicación del diario Neue Rheinische Zeitung de Colonia; la primera insurrección proletaria en junio de 1848, en París; estallido y derrota de la revolución italiana y húngara; estallido y derrota de la revolución en Viena; victoria de la contrarrevolución en Berlín; prohibición para continuar editando y lanzando tirajes de la revista Neue Rheinische Zeitung; expulsión de Marx y Engels de Alemania; Engels se enlista en la campaña militar levada a cabo por la democracia pequeñoburguesa llevada a cabo en Alemania en contra de las tropas contrarrevolucionarias; nuevo exilio hacia Inglaterra.99 En sólo dos años 97 W. C. Mitchell, “Los ciclos económicos”, en G. Haberler, Ensayos sobre el ciclo económico. México: FCE, 1956. p. 58. 98 B. Marx, op. cit., p. 128. 99 E. Mandel, La formación del pensamiento económico de Marx de 1843 a la redacción de El Capital: estudio genético. México: Siglo XXI, 1977, p. 70. Página | 68 transcurrieron todos estos acontecimientos, entre el Manifiesto y la prohibición del Neue Rheinische, ¡pero vaya que fueron dos años muy intensos! Posterior a la culminación de su principal obra socialista y comunista, ambos, se relacionan con lo más áspero de la acción revolucionaria en Europa; criticando las vacilaciones, debilidades y falta de lógica por parte de la democracia pequeño burgués. Como todo revolucionario, Marx y Engels depositaron todas sus aspiraciones en la lucha revolucionaria para transformar al capitalismo. Para octubre de 1850, Marx y Engels, escriben en la revista Neue Rheinische Zeitung lo siguiente: Ante esta prosperidad general en la cual las fuerzas productivas se desarrollan de manera tan exuberante como pueden hacerlo en el marco de las relaciones burguesas, no se puede hablar de una verdadera revolución. Tal revolución no es posible más que en los periodos en los cuales estos dos factores, las fuerzas productivas modernas y las formas de producción burguesa entran en contradicción unas con otras… Una nueva revolución no es posible más que después de una nueva crisis.100 Un estudio de la marcha cíclica de la producción capitalista, señala Mandel, conserva de manera intacta su valor respecto al pasaje anterior, al menos para la fase ascendente del capitalismo mundial del año de 1847 a 1867. Sin embargo, ¿se puede decir que el ciclo industrial posee una duración específica?, o, en otras palabras, ¿cuánto es el tiempo de duración de cada ciclo completo? Hasta ahora una buena parte del pensamiento económico les atribuye una duración aproximada de 7 a 11 años. Ejemplo de ello son los estudios del economista francés Clement Juglar quien, al igual que Marx y Rodbertus, estableció dos hipótesis fundamentales para la comprensión de la naturaleza de las crisis periódicas: a) que las crisis poseen la característica de ser periódicas y recurrentes, y b) que son inherentes al propio proceso de desarrollo del capitalismo. Sin oponerse a lo anterior, otro grupo de economistas encabezados por Joseph Kitchin condujo investigaciones sobre ciclos de más corta duración, los 100 K. Marx y F. Engels, “Revue-Mai bis Oktober”, en Neue Rheinische Zeitung, no. 5to.al 6to, mayo-octubre, 1850, pp. 317-318. Pasaje tomado de E. Mandel, La formación del pensamiento económico de Marx… op. cit., p. 72. Página | 69 cuáles llevan su nombre. Él propuso que la duración aproximada de estos ciclos 1 oscilaba alrededor de 3 a 3 2 años.101 En la teoría marxista, inclusive, la definición de la duración del ciclo industrial no fue del todo clara al principio. Marx y Engels, basándose en estudios puramente empíricos de la actividad económica, tales como las fluctuaciones casi cotidianas de la Bolsa de valores o los concernientes al ámbito financiero, concluyeron en un primer momento de sus estudios que la duración media del ciclo industrial oscilaba entre 6 y 7 años. Según comenta Mandel, no percibieron dos deficiencias importantes en su análisis. “En la Politisch-ökonomische Revue es la analogía con la duración del ciclo anterior (1843-1847) la que conduce a Marx y Engels a predecir una nueva crisis para el año de 1852. En los artículos enviados al New York Daily Tribune son los problemas monetarios los que desempeñan un papel principal en el diagnostico erróneo.”102 Al darse cuenta de su error, rectificaron sus primeras conclusiones para señalar posteriormente: “En el transcurso del estudio de las crisis de 1857-58 [crisis que se extendió a todas las ramas de la industria] Marx descubrió por vez primera las relaciones entre la duración del ciclo y la duración de reproducción del capital fijo.”103 Es así como Marx y Engels atribuyen, definitivamente, una periodicidad de 10 años a la duración del ciclo industrial, fundamentalmente asociada a la restitución del capital fijo. De hecho, Haberler le reconoce a Marx “La idea de que, supuesto un auge inicial en la construcción de capital [fijo], la reposición del mismo tiende a adoptar un cuño cíclico, o sea, que las reposiciones presentan un carácter cíclico, hay que atribuirla a Karl Marx.”104 Así, la longitud del ciclo industrial, queda determinada por el tiempo de rotación y restitución del capital fijo en cada año. Mientras el capital fijo se encuentra en acción, sólo se renueva una porción de su valor. Por ejemplo, Mandel reconoce once crisis de sobreproducción en Gran Bretaña antes de la Primera Guerra Mundial y nueve en los Estados Unidos posterior a la Primera 101 J. A. Estey, op. cit., p. 26. E. Mandel, La formación del pensamiento económico de Marx… op. cit., p. 79. 103 Ibídem, p. 82. 104 G. Haberler, op. cit., p. 82. 102 Página | 70 Guerra Mundial, en total son veinte las crisis numeradas desde la formación del mercado mundial del capitalismo industrial, “las crisis de 1825, 1836, 1847, 1857, 1866, 1873, 1882, 1891, 1900, 1907, 1913, 1921, 1929, 1937, 1949, 1953, 1958, 1961, 1970, y la de 1974-1975…”.105 El uso de las máquinas y equipo durante varios años genera dos situaciones, a saber, que en primera instancia la edad contable de cada máquina no va más allá de los 10 años, por tanto, después de esos años, se vuelve inservible y obsoleta. En segunda instancia, 10 años son los que se requieren para que la máquina transfiera por completo su valor. En situaciones concretas éstas sólo son 1 1 1 2 2 3 , , ; , , renovadas 5 7 10 7 10 10 …, de cada año en uso; lo cuál significa, por lo tanto, que las máquinas utilizadas en el proceso productivo deberán ser reemplazadas en 10 años, aproximadamente.106 105 106 E. Mandel, La crisis 1974/1980. México: Era, 1980, p. 44. Ídem, El capitalismo tardío. México: Era, 1972, p. 107. Página | 71 CAPITULO III __________________________________________________________________ CRISIS DEL CAPITALISMO EN RELACION A SU PERIODIZACION __________________________________________________________________ …superadas todas las contradicciones de una vez y para siempre, hemos llegado a la verdad absoluta, la historia del mundo se ha terminado, y, sin embargo, tiene que seguir existiendo, aunque ya no tenga nada qué hacer, lo que representa, como se ve, una nueva e insoluble contradicción. Exigir de la filosofía la solución de todas las contradicciones no significa otra cosa que pretender que un solo filósofo nos dé lo que solo puede darnos la humanidad entera en su trayectoria de progreso. F. Engels, Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana, cita tomada de C. Marx, F. Engels y V. I. Lenin, Antología del materialismo dialéctico. México: Cultura Popular, 1978, p.130. ______________________________________________________________ 3.1 Las crisis asociadas a la tasa de ganancia La cuestión de las crisis periódicas, por antonomasia, es el elemento que ha propiciado el “gran debate” sobre el destino del capitalismo. Aunque la mayoría de los economistas presentan argumentos diversos, al final, por diversas razones, llegan a la conclusión, aunque no del todo explícita, de que tarde o temprano el capitalismo llegará a su fin. Para la escuela clásica, tal y como se expuso en el primer capítulo, la tendencia descendente de la tasa de ganancia, representó el referente más importante del destino del capitalismo. Para Smith, la razón que lo llevó a anticipar en el largo plazo una disminución en las ganancias, se encuentra asociada a una saturación de capitales ocasionada por la competencia al interior del sistema en búsqueda de beneficios individuales. Por su parte, Ricardo, aunque conserva una parte de los señalamientos de Smith, asocia la disminución de las ganancias capitalistas a su teoría de los rendimientos decrecientes de la tierra. Según éste, debido a que la tendencia del sistema es sembrar y cosechar las tierras cada vez menos fértiles, sector que provee de alimentos a los trabajadores, los costos de alimentación tienden a incrementarse y, con ello, el nivel del salario. La relación inversa que guarda los beneficios respecto a los salarios termina por reducir las ganancias de los capitalistas y, por ende, a generar crisis en el sistema. Y, finalmente, Malthus, culpa a la clase trabajadora de generar ella misma los desajustes en el sistema. Los trabajadores, según él, se reproducen de manera desproporcional con respecto a la producción de los alimentos; de tal manera que la sobrepoblación en el mercado de trabajo ocasiona que el nivel de los salarios se reduzca al mínimo de subsistencia y, con ello, la demanda de bienes y servicios se contraiga. Ello ocasiona una sobreproducción de bienes y servicios generada por el subconsumo de los trabajadores.107 En El Capital, a diferencia de los economistas clásicos, Marx realiza un análisis más profundo y detallado del sistema capitalista. En su principal obra 107 De acuerdo con Mattick, “Malthus observó que en el capitalismo, la demanda de los trabajadores no podía ser lo bastante grande para permitir a los capitalistas obtener ganancias.” P. Mattick, Marx y Keynes: los límites de la economía mixta. México: Era, 1975, p. 19. Página | 72 económica obras se pueden localizar dos líneas de pensamiento estrechamente vinculadas frente a la cuestión de las crisis. La primera hipótesis está relacionada a una caída tendencial de la tasa de ganancia en el largo plazo, más de tipo ricardiano que de Smith, aunque, con mucho, las motivaciones teóricas y conceptuales se encuentren lejos de las de Ricardo. En la otra línea, para Marx, la inestabilidad del capitalismo se debe, en buena medida, a la imposibilidad de realización del valor de las mercancías en el mercado. Las ideas de Marx, con respecto a las crisis asociadas a la tasa de ganancia, se articulan de la siguiente manera: El rompimiento en la continuidad del proceso de circulación en D-M-D’, que precipita las crisis capitalistas, está estrechamente relacionado a lo que pueda ocurrir con ∆D/D, o, tasa de ganancia. Dado que esta razón porcentual representa el parámetro fundamental en que los capitalistas basan su conveniencia inmediata de seguir lanzando su dinero a la circulación, o bien retenerlo momentáneamente, el hecho de asociar a las crisis periódicas con los movimientos que experimenta la tasa de ganancia se basa, formalmente, en la afirmación que presenta en el libro III de El Capital. En dicha afirmación Marx advierte la posible conexión entre las crisis periódicas que experimenta el sistema capitalista, y la tendencia decreciente de la tasa de ganancia: De otro lado, como la cuota de valorización del capital en su conjunto, la cuota [o tasa] de ganancia, constituye el acicate de la producción capitalista (que tiene como finalidad exclusiva la valorización del capital), su baja amortigua el ritmo de formación de nuevos capitales independientes, presentándose así como un factor peligroso para el desarrollo de la producción capitalista, alienta la superproducción, la especulación, la crisis, la existencia de capital sobrante junto a una población sobrante.108 Lo más probable es que en este pasaje, Marx, pensaba en un descenso de la tasa de ganancia, atribuible a una composición orgánica ascendente del capital. Primer principio explicativo de las crisis. Es imposible soslayar que a medida en que la técnica de producción progresa, o sea, la tecnología aplicada a los procesos productivos, se emplea una 108 K. Marx, El Capital., op. cit., tomo III, p. 240. Página | 73 cantidad relativa cada vez menor de trabajo. Pero, si en la teoría del valor de Marx el trabajo objetivado, definido, ejecutado con las manos o con el cerebro es la única fuente de valor, ¿esto quiere decir que las mercancías producidas bajo el progreso de las técnicas de producción capitalista poseen cada vez menor valor? En efecto, la principal función de las máquinas perfeccionadas es la de producir mercancías más baratas y en mayor cantidad de las que produciría un proceso de producción no mecánico. Por tanto, es posible que las mercancías producidas contengan menos cantidad de valor por unidad, pero, en cuanto al mayor volumen producido, el valor se distribuye entre el total de las mercancías producidas. En lo que respecta a la segunda línea de análisis de Marx, vinculada a las crisis, Maurice Dobb lo expresa de manera clara al señalar el hecho de que, el fenómeno de las crisis, está asociado, por una parte, a la llamada “anarquía de la producción”. Por anarquía de la producción éste se refiere a la contradicción de una multiplicidad de productores que deciden de manera autónoma lo que deben producir. Por otro lado, e igualmente asociados al carácter del propio sistema capitalista, él señala que la “producción no [se desarrolla] con propósitos sociales conscientemente determinados, sino de lucro.”109 Como sea, ambos aspectos, están ligados estrechamente a los movimientos que experimenta la tasa de ganancia. Así, el segundo aspecto de las crisis que argumenta Dobb, adquiere un papel preponderante debido a que la alteración de la tasa de ganancia modifica, visiblemente, el comportamiento de los ingresos que percibe la clase capitalista. Sweezy, por su parte, propone examinar algunos casos representativos del comportamiento de la tasa de ganancia y sus efectos inmediatos. En el primer caso, nos dice, si la tasa de ganancia desaparece (g’=0), el incentivo de la producción capitalista también dejaría de existir. Aunque éste caso es un ejemplo hipotético en extremo que, seguramente, no se repetiría en la práctica, representa en todo caso el derrumbe del sistema capitalista; y, debido a sus implicaciones, por el momento sólo debemos de concebirlo como una posibilidad teórica. En el segundo caso, señala, si la tasa de ganancia se vuelve negativa (g’<0), de igual 109 M. Dobb, op. cit., p. 83. Página | 74 manera el incentivo de la clase capitalista dejaría de ser atractivo, ya que los capitalistas comenzarían a retirar su inversión de la esfera de la producción (sector real) para trasladarlo a la esfera de la circulación (sector financiero), u, como opción alternativa, desplazándose de una rama de la producción a otra que brinde una mayor tasa de ganancia. De cualquier modo, como se ve, se interrumpe el proceso de circulación del capital y, por ende, sobrevendrían las crisis de rentabilidad seguidas de sobreproducción de bienes y servicios. En el tercer caso, y último, hay un descenso de la tasa de ganancia sin llegar a cero (0≤g’≤0), es decir, que a pesar del descenso, la tasa de ganancia se aproxima a cero pero permanece positiva. Ya que la motivación del capitalista no desaparece, Sweezy se pregunta, “¿hay aún razones para esperar que en cierta etapa, [inclusive sin que la tasa de ganancia llegue a cero], los capitalistas puedan reducir sus operaciones lo bastante para provocar una crisis?”. La respuesta es afirmativa. No es del todo necesario el hecho de que la tasa de ganancia deba llegar a cero o volverse negativa para generar una crisis, simplemente, se requiere que la tasa de ganancia experimente un descenso que vaya más allá de su nivel ordinario, motivo suficiente para que la reacción de la clase capitalista no se haga esperar y decida retener su capital o, por lo menos, esperar el restablecimiento de condiciones más favorables o, bien, resignarse a una tasa de ganancia poco significativa para sus bolsillos.110 3.1.1 La gran contradicción: el apremio por acumular En el apartado anterior se puso énfasis en el estrecho vínculo que existe entre los movimientos que experimenta la tasa de ganancia y su repercusión directa en la toma de decisiones de los capitalistas. Si, por ejemplo, partimos de la premisa básica marxista en donde la suma total de las ganancias es igual a la suma total del plusvalor social, nos estaremos aproximando a la estructura más importante de relaciones existentes en la producción capitalista. Los economistas burgueses 110 Sweezy, op. cit., p. 159. Página | 75 se han empeñado en “demostrar” que la ganancia emerge en el proceso de circulación de las mercancías, en el acto de compra y venta, ya sea que éstas se vendan por encima, ya por debajo de su valor. Por el contrario, Marx demostró que incluso cuando las mercancías se venden a su valor de mercado se obtiene un remanente del cual se apropia el dueño de los medios de producción, el capitalista. La plusvalía no se produce en el proceso de circulación, sino en el proceso de producción de las mercancías. El enigma de la plusvalía se resuelve en el momento en que Marx descubre una mercancía cuya característica es la de ser fuente de valor, cuyo consumo crea valor. Y, a sabiendas que en la lógica marxista los valores de las mercancías sólo son creados por el trabajo humano, entonces, conocemos ahora, la única mercancía que crea plusvalía o, en su forma transmutada, ganancia: la fuerza de trabajo, cuya personificación se encuentra en la clase trabajadora.111 Tal es la relación entre la clase burguesa y el proletariado. Esta lucha de clases, precisamente, forma parte activa de las relaciones sociales antagónicas. Sin embargo, no es exclusiva del sistema capitalista. En épocas pasadas, por ejemplo, se enfrentaron hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos. De igual manera, en la sociedad capitalista, se enfrentan dos clases sociales, a saber, capitalistas contra obreros, opresores contra oprimidos. Pero, en un sistema económico tan competitivo, como lo es el capitalismo, en donde se busca de manera incesante incrementar la productividad social del trabajo, la lucha por obtener una fracción de la plusvalía se intensifica. No sólo se manifiesta a través de la lucha entre capitalistas y proletarios, sino también en la lucha entre capitalistas contra capitalistas y, más aún, obreros contra obreros. La contradicción fundamental del modo de producción capitalista es, pues, la que prevalece entre trabajadores productivos y organizadores del proceso de 111 “No hay que olvidar que, al referirnos al valor en la producción capitalista, no se trata directamente del valor de uso sino del valor de cambio y, especialmente, del incremento de la plusvalía. Este es el motivo y motor de la producción capitalista, y no deja de ser una extraña visión de las cosas el que, para obviar las contradicciones internas de la producción capitalista, se niegue su mismo fundamento al sostener que su producción está destinada al consumo inmediato de los productores. “D. Bensaïd, Las crisis del capitalismo. España: Sequitur, 2009, p. 52. Página | 76 producción.112 Los mecanismos concretos por medio de los cuales se produce la apropiación del excedente de valor definen las modalidades de acumulación históricas. En los grandes dominios de la alta Edad Media, las tierras de estos dominios se dividían en tres partes: las tierras comunales, que forman parte de la propiedad colectiva, es decir, los bosques, los pantanos, prados, etcétera; la tierras que el sirvo trabaja para procurar la subsistencia propia y la de su familia; y, finalmente, las tierras que el siervo trabaja para la manutención del señor feudal.113 Generalmente, la semana laboral constaba de seis días. La semana laboral se dividía en dos partes iguales, tres días el siervo trabajaba la tierra que le procuraba sus propios alimentos y los de su familia, los restantes tres días, sin percibir remuneración alguna, trabajaba las tierras del señor feudal.114 En el modo de producción capitalista, la estructura de las relaciones de clase se define, primeramente, por la separación social de los trabajadores de los medios de producción. Se requiere que los oprimidos se encuentren en la “libertad” de emplear su fuerza de trabajo. En tanto, los dueños de los medios de producción, quienes controlan y organizan el proceso de producción, se apropian “legalmente” de trabajo impago, no retribuido. Para obtener el máximo posible de plusvalía, la clase capitalista se las ingenia para descubrir los mejores métodos y técnicas de explotación. Para ello, existen dos formas de apropiación, la producción de plusvalía absoluta y la relativa. El acrecentamiento de la plusvalía implica un cambio en la relación de la jornada laboral entre el Tiempo de Trabajo Excedente (TTE) y el Tiempo de Trabajo Necesario (TTN). Así como el señor feudal se apropiaba del producto generado por el sirvo de tres días de la semana, el capitalista se apropia del TTE de una jornada de trabajo, después de haber cubierto el TTN. La magnitud de la plusvalía puede acrecentarse bien alargando la jornada de trabajo o acortando el tiempo socialmente necesario requerido para 112 “Nuestra época, la época de la burguesía, se distingue, sin embargo, por haber simplificado las contradicciones de clase. Toda la sociedad va dividiéndose, cada vez más, en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases, que se enfrentan directamente: la burguesía y el proletariado.” K. Marx y F. Engels, El manifiesto comunista., op. cit., pp. 28-29. 113 L. Huberman, op. cit., pp. 15-17. 114 Ibídem. Página | 77 cubrir el valor de cambio de la fuerza de trabajo.115 He aquí el rasgo más general y distintivo del capitalismo. La búsqueda de la plusvalía, suplemento de valor ligado a la circulación de mercancías D-M-D’, forma general de circulación del capital que se convierte en la norma del sistema. Las relaciones opuestas que encierran el movimiento general del capital y la acumulación del capital, como se puede apreciar, no es fácil de tratar. Se encuentran llenas de complejas conexiones antagónicas. La principal obra económica de Marx, El Capital, de hecho, se encuentra permeada por una constante dialéctica materialista que oscila entre lo abstracto y lo concreto. A juzgar de Karel KosiK: El ascenso de lo abstracto a lo concreto es un movimiento en el que cada comienzo es abstracto, y cuya dialéctica consiste en la superación de esta abstracción. Dicho ascenso es, pues, en general, un movimiento de la parte al todo y del todo a la parte, del fenómeno a la esencia y de la esencia al fenómeno, de la totalidad a la contradicción y de la contradicción a la totalidad, del objeto al sujeto y del sujeto al objeto.116 Sólo el descubrimiento de los vínculos que efectúa la mediación entre la esencia y la apariencia puede traspasar el mundo fenoménico que se presenta ante los sentidos. La pregunta clave, a la luz del método de análisis de Marx, es, entonces, ¿cómo traspasar el velo que cubre el fenómeno de las crisis en el proceso de desarrollo capitalista? Para dar seguimiento a ese cuestionamiento es necesario reafirmar que el reflejo más nítido del movimiento contradictorio del capital se presenta en el proceso de acumulación. Dicha cuestión, muestra la encrucijada del sistema capitalista, a saber, el apremio de la clase capitalista por acumular de manera acelerada o, de lo contrario, perder sus privilegios y su condición de clase.117 En resumen, ¿por qué tiene que acumular permanentemente la clase capitalista? La pregunta, en base a lo establecido con anterioridad, tiene tres 115 Para profundizar en las modalidades de extracción de plusvalía consúltese la sección tercera y cuarta del tomo uno de El Capital. 116 K. KosiK, Dialéctica de lo concreto. México: Grijalbo, 1976, p.49. 117 “La falta de acumulación de capital puede no causar una caída en la tasa de beneficios. Pero un capitalismo que no acumula es sólo una posibilidad temporal; es un capitalismo en crisis.” P. Mattick, op. cit., p. 65. Página | 78 respuestas inmediatas. La primera, tiene que ver con la competencia entre capitalistas. La lucha por obtener una mayor fracción de plusvalía obliga a los capitalistas a incorporar medios y técnicas de producción más eficientes que contribuyen a incrementar la productividad social del trabajo. De no hacerlo, éste puede perecer a consecuencia de sus competidores.118 La segunda, se refiere a la búsqueda máxima de acrecentamiento de su capital. Cuanto mayor sea el monto de su inversión, mayor será la cantidad de plusvalía producida. “El aumento de la productividad, de la plusvalía y la acumulación del capital son un mismo y único proceso.”119 Y, finalmente, es la propia posición de clase y su forma particular de organización de la sociedad, lo que le otorga una posición clave al capitalista. El capitalista es una figura especial en la sociedad debido a que es propietario y representante legal de los medios de producción. Un capitalista sólo puede distinguirse de otro capitalista gracias a la magnitud del capital que representa. Su éxito o fracaso está en función del porcentaje en que se incremente el capital inicial lanzado a la circulación. De aquí que, el apremio de acumular, implica apropiarse ilimitadamente de la mayor cantidad posible de plusvalor.120 3.1.2 La ley económica fundamental del desarrollo capitalista El interés de Marx, en lo que respecta al desarrollo de la sociedad capitalista, no radicó en demostrar el funcionamiento de un sistema económico anárquico. Su interés por el desarrollo capitalista se centró en analizar, al igual que los 118 “Dentro del capitalismo el poder de la producción se somete a un proceso de expansión casi ilimitado, ya que cada capitalista individual conserva la esperanza de abarcar más mercado y acrecentar sus ganancias si produce más. El poder de la producción es así ampliado, y no sólo eso: Los capitalistas buscan además obtener una ventaja competitiva sobre sus competidores en los diferentes mercados. Esto sólo puede lograrse si los costes son reducidos. En este sentido, existe un incentivo eficaz por incrementar los niveles de productividad”. E. Altvater, “Un análisis crítico de la crisis financiera global”, en Mundo Siglo XXI, México: no. 20, primavera, 2010, p. 31. 119 Ibídem., p. 63. 120 “… Los defensores de este sistema, en vez de analizar en qué consisten los elementos que entran en conflicto, se limitan a negar la catástrofe misma y, no obstante la repetición periódica, persisten en afirmar que si la producción se ajustara a lo que señalan los libros, nunca habría crisis. Estos discursos falsean los hechos económicos más evidentes y, sobre todo, hacen hincapié en la unidad del sistema, obviando sus contradicciones.” D. Bensaïd, op. cit., pp. 53-54. Página | 79 fundadores de la teoría economía clásica, los efectos que trae consigo la acumulación de capital. Pero, a diferencia de sus predecesores clásicos, Marx descubrió que los incrementos de la productividad del trabajo, basados en el desarrollo de métodos y técnicas de producción más eficientes, repercuten en un ascenso inexorable de la composición orgánica del capital. La composición orgánica del capital, Marx la define como el cociente del c capital constante sobre el capital variable. Matemáticamente se expresa como , v donde c representa el valor de la maquinaria y los materiales usados en el proceso de producción y v representa el valor restituido de la fuerza de trabajo en forma de salario. Aunque la composición orgánica del capital puede enfocarse desde el punto de vista de su composición técnica (relación entre los medios de producción y la fuerza de trabajo), y desde el punto de vista del valor (relación en donde el capital se divide en sus partes constante y variable), existen vínculos de estrecha dependencia entre ambos conceptos ya que, en general, los cambios en la composición técnica determinan los cambios en la composición de valor. Por ello, únicamente, se denomina composición orgánica del capital. Así, pues, en la medida que se desarrolla el capitalismo crece dicha relación debido a que el capitalista industrial aspira siempre a tener una ganancia superior a la de sus competidores, y, sólo la consigue, mediante una mecanización progresiva de la producción.121 El mayor efecto del crecimiento de c sobre v no es, en modo alguno, planeado por el conjunto de los capitalistas. En realidad, es el resultado de la competencia entre los diversos capitales por la obtención de una cantidad mayor de plusvalor, del desarrollo de las fuerzas productivas y la predisposición del capitalista a economizar la mayor cantidad posible de salarios pagados. Utilizando la notación de Marx en el tercer tomo de El Capital, éste define el valor de una mercancía M como la suma de elementos M=c+v+p, de donde se derivan una serie de relaciones. 121 La mecanización de la producción no es otra cosa que la sustitución de obreros por máquinas más perfeccionadas y eficientes que, con la misma cantidad de trabajo, puede rendir un volumen mayor de mercancías. Página | 80 p'  p ; v p  p'*v ;   c ; v g'  p n cv Siendo g’= la tasa de ganancia; c= el capital constante; v= el capital variable; p= la plusvalía; p’= la tasa de plusvalía; n= rotación del capital; y  = la composición orgánica del capital. Por manipulación algebraica: g'  p p 1/ v p/v p' n=n *  n* g  *n cv c  v 1/ v c / v 1  1 Por lo que la tasa media de ganancia queda expresada como: g=ḡ La tasa media de ganancia es una función ḡ  f  = ( cociente de ḡ, si p'  n , , ). Dado que, en el    p’ crece más que proporcionalmente a  , la tasa media de ganancia tiende a aumentar (  ḡ). A la inversa, si  aumenta más que proporcionalmente a p’, la tasa media de ganancia tiende a disminuir (  ḡ). El efecto sobre la tasa de ganancia se vuelve neutral sólo en el caso de que, tanto los movimientos de p’ como los de  , ocurran en iguales proporciones, o sea, que Δp’=Δ  . De igual manera un incremento de n, por mínimo que resulte, acelera la rotación del capital, provocando que se altere el movimiento de la tasa media de ganancia. Recordemos que, a pesar de que la tasa de ganancia es la variable fundamental desde el punto de vista del comportamiento capitalista, debe mirarse, tal y como hizo Marx en su investigación, como una variable dependiente tanto de la tasa de plusvalía como de la composición orgánica del capital y de la rotación del capital. El incremento en la acumulación de capital, incluso de las distintas empresas capitalistas, que organizan su producción bajo las normas del capitalismo, determina la dirección de la tasa de ganancia. Ya que si bien, la tasa de ganancia Página | 81 capitalista se expresa de la forma g  p' * n se sigue que, si suponemos a la  1 tasa de plusvalía constante, así como a la rotación del capital, ante una composición orgánica de capital ascendente, la dirección de la tasa de ganancia muestra un comportamiento decreciente. Pero, ¿la tendencia al descenso en la tasa de ganancia sólo es posible si se supone a la tasa de plusvalía y la rotación del capital constantes? La respuesta es negativa. FIGURA 2. Relación inversa entre la tendencia de la tasa de ganancia y la composición orgánica del capital. _________________________________________________________________________ La relación paradójica del progreso capitalista se sintetiza en la curva teórica tendencial de la tasa de ganancia. En la figura, se muestra una situación inicial subíndice cero entre la composición orgánica del capital (ϴ) y la tasa ordinaria de ganancia (g’). No obstante, a medida que se incrementa la acumulación de capital, motivada por la búsqueda de una mayor extracción de plusvalor, la composición orgánica se desplaza de ϴ0 a ϴ1 propiciando una reducción en la tasa de ganancia desde g0 hasta g1. _________________________________________________________________________ Fuente: Elaboración propia en base a K. Marx, El Capital. México: FCE, 1999, tomo III, sección tercera. Examinemos más detalladamente: una composición orgánica del capital ascendente, normalmente, va de la mano con una creciente acumulación y una creciente productividad del trabajo, en este sentido, todo nos conduciría a esperar Página | 82 una tasa de plusvalía ascendente y, hasta cierto punto, también a esperar un ascenso de la tasa de ganancia. Entonces, ¿es falso que la tasa de ganancia tienda a caer? La evolución tanto de p '  p c como de   nos indica que, v v necesariamente, un ascenso en la composición orgánica del capital implica un aumento en la productividad del trabajo y, por tanto, de la tasa de plusvalía. Lo cual no implica que, forzosamente, el porcentaje en la tasa de plusvalía crezca en mayor proporción con relación al porcentaje de la composición orgánica del capital, ni mucho menos a la inversa. Todo lo que podemos decir es que la tasa de ganancia tiende a disminuir si el efecto porcentual de la tasa de plusvalía es menor al efecto porcentual de la composición orgánica del capital, y a la inversa, la tasa de ganancia tiende a aumentar si el efecto porcentual de la tasa de plusvalía es mayor al efecto porcentual de la composición orgánica del capital. Esto es a lo que Marx llama la Ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia o, en otras palabras, ley fundamental del desarrollo del capitalismo (Véase Anexo). Y, con tal ley, intentaba demostrar la existencia de obstáculos inherentes al sistema capitalista que, en cierta forma, impiden que el curso del desarrollo capitalista sea ilimitado.122 Adicionalmente, cuando observamos tanto a p '  p c como a   , es fácil v v reconocer que la evolución de la tasa de plusvalía se encuentra “determinada” por su misma proporción p . Si no hay incrementos sustanciales en p, propiciados por v el incremento en la productividad del trabajo, y a menos que el valor de v se reduzca, tampoco puede haber incrementos sustanciales en p’. La relación antagónica se puede explicar así: si suponemos que la productividad crece a ritmos muy lentos, una mayor cantidad de v genera una mayor cantidad de p y, por tanto, permite que p’ aumente. Pero, a mayores desembolsos de v, menor es la cantidad relativa de p que el capitalista se apropia. La otra relación antagónica: si 122 “La tendencia progresiva de la tasa de ganancia a bajar sólo es, pues, una expresión característica del régimen capitalista de producción del desarrollo ascendente de la fuerza productiva social del trabajo”. K. Marx, El Capital., op. cit., tomo III, p. 215. Página | 83 suponemos que la productividad crece, sólo es posible en detrimento de v. Debido a que v representa el valor nuevo, una reducción en su magnitud propiciaría que p crezca, pero, decrecientemente. La tasa de plusvalía, necesariamente, se muestra determinada recíprocamente por sus dos elementos antagónicos, p y v. Lo contrario sucede con la composición orgánica del capital, ya que variables independientes de sus componentes. Por ejemplo, c c son v puede incrementarse de manera ilimitada (compra de maquinaria y equipo “ahorrador” de trabajo) sin que tenga que ver, en modo alguno, con los incrementos de v. Por eso, Marx al percatarse del curso que toma c con respecto a v, señala que: El verdadero límite de la producción capitalista es el mismo capital es el hecho de que, en ella, son el capital y su propia valorización lo que constituye el punto de partida y la meta, el motivo y el fin de la producción; el hecho de que aquí la producción sólo es producción para el capital y no, a la inversa, los medios de producción simples medios para ampliar cada vez más la estructura del proceso de vida de la sociedad de los productores.123 Por último, resulta necesario señalar que existen otros elementos, no menos importantes, que repercuten ya a la alza, ya a la baja o anulan el efecto, según sea el caso, sobre la tasa de ganancia: 1) Abaratamiento de los elementos del capital constante. En la expresión g' p podemos observar el efecto positivo que tiene una reducción en el valor cv de los materiales e insumos de la producción c sobre la tasa de ganancia, 2) Aumento de la intensidad de explotación. En esta parte Marx pensaba, específicamente, en la prolongación de la jornada de trabajo, ya que esta eleva la tasa de plusvalía aumentando el TTE y, al mismo tiempo, manteniendo fijo el TTN, 3) Depresión de los salarios más abajo de su valor. Esta es una práctica común del capitalismo contemporáneo, la implementación de políticas contractivas salariales agresivas provoca que el nivel de los salarios se ubique por debajo del valor de la fuerza de trabajo, 123 Ibídem., p. 248. Página | 84 4) Superpoblación relativa. La constante automatización de la producción deja sin empleo a un considerable número de trabajadores, incrementándose, así, el “ejercito industrial de reserva”, 5) Comercio exterior. En la medida en que el comercio exterior abarata la adquisición de materias primas y algunos artículos necesarios para la vida, la tasa de ganancia tiende a elevarse por el efecto positivo sobre la reducción del capital constante. Estos son algunos elementos que contrarrestan o, en algunos casos, actúan de freno a la “ley decreciente de la tasa de ganancia”. En general, estos elementos provocan que, en la práctica, dicha ley adquiera tan sólo el carácter de tendencia en su trayectoria. 3.2 Periodos ondulatorios de ascenso y descenso Se ha procurado demostrar que la teoría de las crisis de Marx, no es más que una situación inevitable del modo de producción capitalista. La teoría de las crisis, asociadas a los movimientos que experimenta la tasa de ganancia, se formula por medio de una aparente encrucijada: a medida que se expande la acumulación de capital, más decrece la tasa media de ganancia. Dicha disminución en la tasa media de ganancia propicia, también, una disminución de la inversión productiva que, a su vez, genera una reducción del empleo y una menor participación salarial de la clase trabajadora. Al reducirse la participación salarial, la demanda de bienes y servicios baja como consecuencia de la inhibición de la demanda efectiva, y, paralelamente, estalla una nueva crisis de sobreproducción.124 La sobreproducción obliga a los capitalistas a despedir una parte de la plantilla laboral para solventar los costos en que incurre la empresa. El ejército industrial 124 “En el sistema capitalista, el proceso de acumulación del capital puede llevar a una sobreproducción. Este proceso de sobreproducción es la base inmanente de los fenómenos propios de las crisis. La medida de esta sobreproducción la da el propio capital, es decir, la acumulación sin límite del capital constante y el desmedido instinto de enriquecimiento y capitalización de los capitalistas; no la da, en modo alguno, el consumo, de por sí limitado, ya que la mayoría de la población, formada por la población obrera, sólo puede aumentar su consumo dentro de límites muy estrechos; y, además, a medida que se desarrolla el capitalismo, la demanda de trabajo disminuye en términos relativos, aunque aumente en términos absolutos.” D. Bensaïd, op. cit., p. 49. Página | 85 de reserva se ensancha hasta el punto en que se generaliza el paro laboral y las huelgas por parte de los trabajadores. Los efectos negativos que se presentan en la economía sólo se revertirán cuando: a) el paro masivo origine salarios por debajo de su valor; b) cuando el sistema haya expulsado aquellas empresas que son “ineficientes”; y, c) una intervención activa por parte del estado para promover inversiones rentables. 125 Ahora, por tanto, lo que nos ocupa es el comportamiento del sistema capitalista a través de los periodos largos de desarrollo. Puesto que en orden sucesivo, más no simétrico, a un periodo de progreso capitalista con signo positivo le sucede uno de signo negativo. Se puede advertir que también la marcha del capitalismo en el largo plazo no es recta, sino fluctuante y discontinua. Ha sido Ernest Mandel126 quien ha elaborado en su forma más completa, desde nuestro punto de vista, la explicación marxista de los periodos de ascenso y descenso del desarrollo capitalista denominada teoría de las ondas largas. De acuerdo con él, el fenómeno de las ondas largas sólo puede ser una teoría de la acumulación del capital o, si se desea expresar esa misma idea con otras palabras, una teoría de la tasa de ganancia. Para él, la tasa de ganancia, es, causa esencial de las variaciones de la actividad económica, de la alternancia de los periodos de signo positivo y negativo, de la animación y del marasmo económico y, más aún, de la fortaleza o la debilidad del sistema. Cuando la tasa media de ganancia, expresada en términos porcentuales, aumenta en el largo plazo: la acumulación del capital se acrecienta, sube el nivel de la producción, el comercio local e internacional se reanima y la posición de la clase obrera se fortalece. A la inversa, cuando la tasa media de ganancia disminuye, se contrae la producción y, con ello, la acumulación del capital; cierran cientos de empresas, disminuyen las transacciones comerciales, las conquistas laborales se erosionan, los nexos del crédito con las actividades productivas se rompen, se desencadena la banca rota y brota por donde quiera el descontento social. Así, el movimiento de la tasa media de ganancia, –o lo que es lo mismo, de 125 Cf., M. Castells, La teoría marxista de las crisis económicas y las transformaciones del capitalismo. México: Siglo XXI, 1978, pp. 19-20. 126 Véase E. Mandel, Las ondas largas del desarrollo capitalista. España: S. XXI, 1986. Página | 86 acumulación del capital– está determinado por los elementos que se contraponen a su tendencia descendente. FIGURA 3. Relación ciclo económico y onda larga. __________________________________________________________________ La propuesta de Ernest Mandel, sobre la teoría de las ondas largas, brinda una explicación de los diversos periodos históricos por los que atraviesa el Modo de Producción Capitalista. Su explicación se encuentra asociada a los movimientos de largo plazo que experimenta la tasa de ganancia, así, cuando las fases del ciclo económico son predominantemente de auge, se dice que el capitalismo atraviesa por una onda larga de carácter expansivo de signo positivo; inversamente, cuando las fases del ciclo son mayoritariamente de crisis, en cuanto a magnitud y longitud, la etapa por la que atraviesa el capitalismo denota una onda larga contractiva de signo negativo. Sin embargo, las ondas largas de Mandel, se distinguen de las demás explicaciones por su doble efecto: endógeno y exógeno. De manera endógena el sistema económico genera sus propias contradicciones, pero, a la vez, se presentan factores exógenos que permiten transitar hacia un nuevo periodo de desarrollo capitalista. __________________________________________________________________ Fuente: Elaboración propia en base a E. Mandel, Las ondas largas del desarrollo capitalista. España: S. XXI, 1986, capítulo I. De cualquier manera, según Mandel, los periodos de signo positivo o negativo del desarrollo capitalista ocurren, si y solo si, cuando algunos o todos lo elementos que contrarrestan la caída de la tasa media de ganancia se articulan. Tal es el cuadro que, lejos de una explicación monocausal del auge y de las crisis periódicas, las ondas largas son el producto de una serie de fenómenos que se entrecruzan simultáneamente entre sí para que, en el largo plazo, se presente Página | 87 dicha fenómeno. Así lo demuestran las distintas series estadísticas de la actividad económica, tales como la producción industrial, las exportaciones e importaciones mundiales y las tasas de crecimiento de la producción nacional, entre otras. De acuerdo con Mandel, los grandes periodos de signo positivo de las ondas largas nacen de “un brusco ascenso de la tasa media de ganancia”, o sea, cuando algunos factores o todos aquellos que operan sobre la tasa media de ganancia se sincronizan de manera virtuosa, por ejemplo, tanto la composición orgánica del capital, la tasa de plusvalor, o la velocidad de rotación del capital se sincronizan, superando de esta forma la caída tendencial de la tasa media de ganancia. Dicho conjunto de elementos actúan de freno y con más vigor respecto al nivel de la tasa media de ganancia en el periodo previo. Por el contrario, para Mandel, los periodos de signo negativo de las ondas largas están caracterizados por el movimiento descendente de la tasa media de ganancia. Por ello, cuando las fuerzas de contrapeso que actúan sobre la tasa media de ganancia son relativamente débiles y, cuando sólo opera alguna o ninguna de ellas, da lugar al inicio de un nuevo periodo largo de signo negativo. En los hechos, esto no es difícil de verificar, la evidencia empírica demuestra que: …los marcados ascensos a largo plazo de la tasa media de ganancia,... son los únicos que nos permiten explicar los marcados ascensos de la tasa media de crecimiento de la producción industrial y del comercio mundial después de 1848, 1893 y 1940/8, así como, a la inversa,... las sorprendentes bajas del ritmo de crecimiento económico que se dieron hacia 1823, 1873, en el periodo de entreguerras durante la primera mitad del siglo XX y a finales de la década de 1960.127 A groso modo, esto es lo que los marxistas denominan ondas largas y, no es otra cosa que, una extensión del análisis de los movimientos cíclicos recurrentes que experimenta la acumulación del capital en el largo plazo. Desde luego, los ciclos industriales clásicos son un componente esencial de las ondas largas, ya que determinan la extensión y duración de su periodicidad. Cuando se revisan las series estadísticas históricas, en cualquier país capitalista, resulta que la mayor parte de las fases del ciclo que componen a la onda larga son mayoritariamente 127 Ibídem, p.12. Página | 88 de auge, y más pronunciadas con relación a los periodos de crisis. Por el contrario, cundo se toma el número de los ciclos industriales de una onda larga de signo negativo, se obtiene que los periodos de auge son más cortos y menos pronunciados en comparación a los periodos de crisis. <> 128 En una de las versiones neomarxistas en boga de estas ondas largas, paradójicamente, no se nutre del pensamiento marxista ni, micho menos, de la versión del marxismo ortodoxo diseñada por Mandel. Wallerstein, al analizar las implicaciones económicas, políticas y sociales de los “treinta años gloriosos” que comprenden los años de 1940-45 a 1967-73, llega a la conclusión de que este periodo de expansión económica mundial es compatible con una fase A de un ciclo de Kondrátiev. Fase que, inclusive, es la más grande que se ha presentado en la historia del desarrollo del capitalismo. Los elementos que llevan a Wallerstein a postular dicha aseveración son los siguientes: Porque en estos años [los treinta años gloriosos] la expansión de la producción fue verdaderamente colosal. La tasa de urbanización fue verdaderamente fulgurante. El desempleo mundial llegó a niveles verdaderamente bajos lo mismo que la tasa de interés. El mejoramiento de las condiciones económicas y el alza de los beneficios fue manifiesta a todo lo largo y ancho del planeta. Y la posición relativa de las clases obreras –su bienestar- progresó un poco en todas partes.129 Sin embargo, según él, el final de los treinta años gloriosos estuvo marcado por dos grandes acontecimientos: En primer lugar, para finales de los años de 1967-73, da comienzo la fase B del ciclo de Kondrátiev, caracterizado por un estancamiento económico mundial. Y, en segundo lugar, lo que él denomina como revolución mundial de 1968. De su anterior análisis, Wallerstein obtiene dos conclusiones: a) que la fase B es la consecuencia lógica de la fase A anterior y, b) que debido a la alta rentabilidad que ofrecía la producción de mercancías, la mayoría de los capitalistas entraron al mercado para producirlas y venderlas, lo 128 129 E. Mandel, El capitalismo tardío., op. cit., pp. 119-120. I. Wallerstein, La crisis estructural del capitalismo. México: Contrahistorias, 2005, p. 62. Página | 89 cual creó “un problema de sobreproducción clásica: demasiada producción en relación con los posibles compradores.”130 . 3.2.1 Elementos que subyacen al debate teórico Las reacciones reciprocas tanto de las fuerzas externas e internas que actúan sobre determinado sistema económico, indudablemente, pueden presentar múltiples posibilidades explicativas. De este modo, los elementos que subyacen al debate teórico de las ondas largas, se han centrado esencialmente en la interpretación de dicho fenómeno en función de la exogeneidad de los elementos determinantes en que basan sus teorías, o bien a la endogeneidad. El debate fundacional, por excelencia, es el de Kondrátiev/Trotsky. En su hipótesis explicativa del ciclo/onda larga del capitalismo, Kondrátiev parte, al igual que su discípulo Schumpeter, de la Teoría del Equilibrio General de Marshall. Ellos construyen un modelo teórico “capaz” de brindar una explicación de las bases internas del desarrollo de los “ciclos largos”. De esta forma sostienen que, debido a que el sistema económico regularmente no se encuentra en su estado ideal de equilibrio, sino que se encuentra en un estado cercano a algún nivel de equilibrio, es por ello que el sistema se encuentra permanentemente sujeto a fluctuaciones ondulatorias; “...las fluctuaciones ondulatorias o fluctuaciones de la coyuntura de la economía capitalista son procesos de alteración, ya sea creciente o en disminución, del equilibrio del sistema capitalista, de desviación ya sea creciente o en disminución de su nivel de equilibrio”. 131 Sin embargo, aunque sus estudios empíricos toman como punto de partida series estadísticas internacionales grandes, tales como: el índice de precios al mayoreo, la tasa de interés, los salarios y la producción de carbón entre otros, en un periodo de aproximadamente 140 años, que buscan validar la hipótesis sobre “la posible existencia de los grandes ciclos”; no alcanza a probar en modo alguno las causas que determinan la ciclo/onda larga, ya que se pierden en su “fijación exagerada en las fluctuaciones de precios y el análisis insuficiente de las 130 131 Ibídem. N. Kondrátiev, Los ciclos largos de la coyuntura económica. México: UNAM, 1992, p. 54. Página | 90 fluctuaciones de la producción industrial y productividad”132 y, de igual manera, omiten injustificadamente los efectos de los movimientos de la tasa de ganancia en el sistema económico. Lo que sí puntualiza Kondrátiev son las regularidades que prevalecen entre los ciclos medios (7-11 años) y las grandes oscilaciones ciclo/onda larga (48-60 años). Por ejemplo, Kondrátiev, a partir de la evidencia empírica, llega a las siguientes conclusiones: 1) Las grandes oscilaciones pertenecen realmente al mismo proceso dinámico y complejo en que se desenvuelven los ciclos intermedios de la economía capitalista, con sus fases principales de expansión y depresión. Sin embargo, estos ciclos intermedios obtienen cierto sello de la misma existencia de las grandes oscilaciones. Nuestra investigación demuestra que durante la fase de ascenso de los ciclos largos son más numerosos los años de prosperidad, mientras que en el descenso predominan los años de depresión. 2) Durante el descenso de las grandes oscilaciones, la agricultura sufre regularmente una depresión larga y prolongada. Esto fue lo que sucedió después de las Guerras Napoleónicas, volvió a suceder desde principios del decenio de 1870 en adelante y se observo la misma en los años que siguieron a la primera Guerra Mundial. 3) Durante el descenso de las grandes oscilaciones, se hace un número especialmente grande de descubrimientos e invenciones en la técnica de producción y de comunicaciones, que en general son aplicados en gran escala sólo hasta comenzar el gran ascenso siguiente. 4) Al iniciarse un gran ascenso, aumenta por regla general la producción de oro, y el mercado mundial (de mercancías) generalmente crece por la asimilación de países nuevos y, especialmente, de países coloniales. 5) Es durante el periodo de crecimiento de las grandes oscilaciones, es decir, durante el periodo de alta tensión en la expansión de las fuerzas económicas cuando, por lo general, ocurren las guerras y revoluciones más desastrosas y extremas.133 Estas regularidades, desde luego, no las considera como elementos fortuitos al sistema, por el contrario, para él son elementos accesorios que se encuentran subordinados a los grandes ciclos y que no contienen una explicación absoluta de “las grandes oscilaciones”. La hipótesis que sostuvo Trotsky fue diferente. En su informe sobre la situación mundial pronunciado en el Tercer Congreso de la Internacional Comunista lanza una crítica severa y tajante hacia Kondrátiev, esgrimiendo básicamente tres argumentos. La primera crítica, se refiere a la errónea analogía 132 E. Mandel, El capitalismo tardío., op. cit., p. 135. N. Kondrátiev, Los grandes ciclos de la vida económica, en Haberler, G., Ensayos sobre el ciclo económico. México: FCE, 1956, pp. 48-49. 133 Página | 91 que elabora Kondrátiev entre la noción de ciclo largo y onda larga esto debido a que, en la mayor parte de su obra, trata de manera indistinguible a los ciclos clásicos como a las ondas largas. La segunda crítica hace referencia al rechazo de una explicación monocausal de las fases de auge y crisis, debido a que, según Trotsky, la “curva del desarrollo exige entre sus determinantes la incorporación de aspectos de la vida social”. En palabras de Trotsky: Por lo que se refiere a las fases largas (de cincuenta años) de la tendencia de la evolución capitalista, para las cuales el profesor Kondrátiev sugiere, infundadamente, el uso del término "ciclos", debemos destacar que su carácter y duración están determinados, no por la dinámica interna de la economía capitalista, sino por las condiciones externas que constituyen la estructura de la evolución capitalista. La adquisición para el capitalismo de nuevos países y continentes, el descubrimiento de nuevos recursos naturales y, en el despertar de éstos, hechos mayores de orden "superestructural" tales como guerras y revoluciones, determinan el carácter y el reemplazo de las épocas ascendentes estancadas o declinantes del desarrollo capitalista.134 La tercera crítica elaborada por Trotsky es la que se refiere a la dudosa propuesta de Kondrátiev de que el desarrollo del sistema capitalista se caracteriza por la periódica, monótona y simétrica recurrencia del ciclo/onda larga. Esto lo rechazamos, al igual que Trotsky, debido a que si así ocurriese, el devenir de la historia sería una mera repetición perpetua de los fenómenos económicos y sociales, carente de un desarrollo dinámico. Por consiguiente, al aceptar la propuesta planteada por Kondrátiev, estaríamos de acuerdo con la falsa idea de que el capitalismo forma parte del orden eterno de la naturaleza. 135 En sus estudios, aunque Mandel adopta la teoría de Marx, rescata y sintetiza la postura que sostuvo Trotsky frente a Kondrátiev. No sólo rescata la postura 134 L. Trotsky, La curva del desarrollo capitalista, en Marxismo hoy No. 8, México: Fundación Federico Engels, 2000. 135 Para Robinson, en una versión reduccionista, “Las diferencias fundamentales entre la economía marxista y la ortodoxia tradicional radican, en primer término, en que los economistas ortodoxos aceptan el sistema capitalista como una parte del orden eterno de la naturaleza, en tanto que Marx lo considera como una fase transitoria entre la economía feudal del pasado y la economía socialista del futuro. Y, en segundo, en que los economistas ortodoxos razonan en términos de una armonía de intereses entre los diversos sectores de la comunidad, mientras que Marx concibe la vida económica en términos de un conflicto de intereses entre propietarios que no trabajan y trabajadores que nada poseen”. J. Robinson, Ensayos sobre la Economía Marxista. México: FCE, 1944, p. 11. Página | 92 metodológica de la interpretación exógena de Trotsky, sino que también subraya, al igual que Kondrátiev, la importancia de los elementos internos que propician las ondas largas. En esta revisión, Mandel, subraya la ausencia de cualquier automaticidad en el paso de una onda de signo negativo, a una de signo positivo. “Para expresarlo con más claridad: aunque la lógica interna de las leyes de movimiento capitalista puede explicar la naturaleza acumulativa de cada onda larga, una vez iniciada, y aunque también puede explicar la transición de una onda larga expansiva a una onda larga de estancamiento, no puede explicar el paso de la última a la primera”.136 Es precisamente en este punto, que la incorporación de los factores extraeconómicos como las revoluciones, contrarrevoluciones, lucha de clases, guerras de conquista, mundialización forzada del capital, etcétera; juegan un papel fundamental en los bruscos ascensos de la tasa media de ganancia. Tal es el caso de “los grandes puntos de inflexión de 1848, 1893 y 1940/48”. En síntesis, el origen del ascenso es propiciado por elementos exógenos al sistema, y el determinante del descenso está en función de los elementos endógenos. Por lo tanto, la teoría que construye Mandel tiene una característica más que la distingue de todas las otras teorías de las ondas largas: por una parte, es esencialmente una combinación singular de elementos endógenos (composición orgánica del capital, tasa de plusvalía, rotación del capital, etcétera) y, por otra parte, es una combinación singular de elementos exógenos (revoluciones, contrarrevoluciones, lucha de clases, guerras de conquista, mundialización forzada del capital, etcétera.) La suma de ambas partes propicia que la dinámica económica capitalista presente fluctuaciones largas, de manera tal que, hasta la fecha, y de acuerdo a diversas series estadísticas, a una onda de signo positivo le suceda una onda de signo negativo. Sin embargo, hasta el momento, no existe algún fundamento sólido y contundente para postular que dichas ondas estén sujetas a una periodicidad fija (para Mandel son de veinticinco años, aproximadamente). Ni los fundamentos monetarios, tecnológicos o institucionales brindan una explicación satisfactoria de la aparición exacta o declinación precisa de estas ondas. No obstante, tanto para 136 E. Mandel, Las ondas largas del desarrollo capitalista., op. cit., p. 18. Página | 93 Kondrátiev como para Mandel, dichas ondas largas tienen una duración teórica similar, en total de cincuenta años en promedio. Pero, aunque ambos proponen la una longitud similar de la onda larga, no concuerdan en los años en que cada onda comienza o termina. En Kondrátiev, de acuerdo con los métodos de análisis de datos que realiza, se aprecian los siguientes periodos: Primer ciclo largo de Kondrátiev 1. Onda ascendente, desde finales de los años ochenta-comienzos de los noventa del siglo XVIII hasta el periodo de 1810-1817. 2. Onda descendente, desde el periodo de 1810-1817 hasta el periodo 1844-1851. Segundo ciclo largo de Kondrátiev 3. Onda ascendente, desde el periodo 1844-1855 hasta el periodo 1870-1875. 4. Onda descendente, desde el periodo 1870-1875 hasta el periodo 1890-1896. Tercer ciclo largo de Kondrátiev 5. Onda ascendente, desde el periodo 1891-1896 hasta el periodo 1914-1920. 6. Probable onda descendente, desde el periodo 1914-1920. Mandel de acuerdo a sus estudios estadísticos, propone una periodización un tanto distinta, basada en los movimientos de largo plazo de la tasa de ganancia. Primera onda larga de Mandel 1. Onda de signo positivo, tasa de ganancia ascendente en el periodo 1793-1825. 2. Onda de signo negativo, tasa de ganancia estancada en el periodo 1826-1847. Página | 94 Segunda onda larga de Mandel 3. Onda de signo positivo, tasa de ganancia ascendente en el periodo 1848-1873. 4. Onda de signo negativo, tasa de ganancia estancada en el periodo 1874-1893. Tercera onda larga de Mandel 5. Onda de signo positivo, tasa de ganancia ascendente en el periodo 1894-1913. 6. Onda de signo negativo, tasa de ganancia estancada en el periodo 1914-1939. Cuarta onda larga de Mandel 7. Onda de signo positivo, tasa de ganancia ascendente en el periodo 1940/45-1966. 8. Onda de signo negativo, tasa de ganancia estancada en el periodo 1967-? Entonces ¿podríamos decir que la disputa entre ambas teorías, propuestas por Kondrátiev y Trotsky, radica en la elección “adecuada” de las variables a estudiar? Ciertamente sí. Cada una de las propuestas elaboradas obtiene conclusiones en función de las variables que consideran determinantes en estos movimientos ondulatorios. No obstante, esto es sólo en parte, ya que el principal problema a vencer es el de formular una explicación teórica sustentada en la verificación empírica. 3.2.2 Centralidad de los cambios tecnológicos Un fenómeno tan complejo como el de las ondas largas, que ha suscitado toda una gama de explicaciones en torno a los aspectos centrales de su origen, no puede reducirse tan fácilmente, como vimos, a una explicación monocausal. Las explicaciones fundadas en una sola causa pueden caer en la desconfianza y Página | 95 descrédito de la mayoría de los economistas científicos. Tal es el caso de las diversas concepciones de los llamados “economistas de la innovación”, que en su afán de marginar el papel determinante de la tasa de ganancia en la manifestación de las ondas largas, han confundido permanentemente los factores de causalidad con los factores sintomáticos. Schumpeter, en su Análisis del cambio económico, parte de los “aspectos más característicos” de la sociedad capitalista, descartando la posibilidad de que las perturbaciones al sistema económico, tal como las guerras, la legislación, los cambios en las cosechas, etcétera, todos ellos factores externos, sean capaces de explicar el proceso “cíclico rítmico” del sistema.137 Por ello, Schumpeter, en su hipótesis principal, señala que las causas suficientes de fluctuaciones económicas se basan en los cambios tecnológicos; “... la presencia o ausencia de una fluctuación [de orden tecnológico] inherente al proceso económico en el tiempo es práctica y científicamente el problema fundamental y único que va a considerarse en este trabajo.”138 Basta señalar que, para él, la ausencia de las innovaciones en el sistema arrastra a éste hacia un estado estacionario que se repite invariablemente a través del tiempo. Así, tanto la ganancia como el interés financiero, estarían ausentes del análisis de la corriente circular (la corriente circular es similar a lo que Marx llama la Reproducción simple del capital.) Sin embargo, nos dice, la principal virtud del capitalismo no es la de permanecer en un nivel estático o estacionario, sino dinámico. La ruptura con el estado estacionario se presenta como la suma de “numerosos factores”: En primer lugar, está la capacidad de las posibles acciones que tomen los empresarios para introducir en la economía nuevos productos o bienes de calidad diferenciada. En segundo lugar, se refiere a la introducción de, por lo menos, un nuevo método de producción capaz de explotar mercados poco explorados o, simplemente, buscar nuevas formas de producir un bien o servicio. Y, en tercer lugar, se refiere a la 137 J. Schumpeter, “Análisis del cambio económico”, en Ensayos sobre el ciclo económico., op. cit., p. 19. 138 Ídem, Teoría del desenvolvimiento económico. México: FCE, 1957, p. 256. Página | 96 apertura de nuevos mercados, en donde la producción de las nuevas industrias no ha podido insertarse, o bien no habían tenido nunca acceso.139 Según Schumpeter, las innovaciones nunca se encuentran distribuidas de manera uniforme, esto debido a que hay una fuerte resistencia por parte de los empresarios a introducir mejoras técnicas, ya que las viejas rutinas resultan más cómodas que las nuevas. No es sino hasta que surgen “personalidades innovadoras”, al tanto de los negocios, que confían en la puesta en vigor de un nuevo invento capaz de explotar en el mercado. En la prosperidad, las nuevas personalidades innovadoras deben vencer a la oposición de los trabajadores por la no-implementación de nuevas tecnologías. Sólo hasta que se vence la resistencia hacia las tecnologías, tanto por empresarios como por trabajadores, las innovaciones se implementan en forma de “oleadas”, primero unos cuantos, después más, y luego grandes multitudes que producen, a la par, nuevas olas de progreso. En el caso contrario de la prosperidad, el proceso de la depresión, se hace notar debido a que la llamada “agrupación de las innovaciones”, que ponen a andar el desarrollo económico, trae consigo la propia decadencia. Un desfase entre el tiempo requerido para la fabricación de medios de producción y la nueva cantidad suplementaria de productos acabados irrumpe en el mercado. Al entrar de forma simultanea, las nuevas innovaciones y las que ya existían en el mercado, el sistema se abastece en exceso. Tarde o temprano, la masa de nuevos productos, ejerce presión en el mercado provocando tensiones deflacionarias que disminuyen las perspectivas de las ganancias y, con ello, el ritmo de las innovaciones. En palabras de Aftalion, este mecanismo de sobreacumulación, es, para Schumpeter, el factor fundamental del “movimiento cíclico. Si para remediar la insuficiencia de calor en una habitación se aviva el fuego de la estufa, habrá que esperar cierto tiempo hasta que se consiga la temperatura apetecida. Como el frío persiste y el termómetro lo señala, parece que lo normal sería arrojar más combustible, si la experiencia no nos enseña otra cosa. Se acumularía más combustible, sin tener en cuenta que el ya empleado es más que suficiente para 139 Ibídem, p. 77. Página | 97 producir un calor insoportable cuando todo se avive. Dejándose guiar por la sensación de frío actual y por las indicaciones simultaneas del termómetro, se calentará con exceso la pieza”.140 Aunque acertadamente Kondrátiev señala, a partir de todo un instrumental estadístico, que las invenciones técnicas no son parte “... de las causas, sino de las características del curso de los ciclos largos.” No está exento de toda crítica, ya que relaciona indebidamente, al igual que Schumpeter, el origen de los ciclos/ondas largas con la aplicación de las innovaciones técnicas. El curso de las innovaciones técnicas, según Kondrátiev, “aproximadamente, de dos decenios antes del inicio de una onda ascendente de un ciclo largo se observa una animación en la esfera de las invenciones técnicas. Antes de y durante el mismo inicio de una ola ascendente se observa una amplia aplicación de estas invenciones en la esfera de la práctica industrial, vinculada con la reorganización de las relaciones de producción.”141 La primera crítica a Kondrátiev, así como a Schumpeter, en cuanto a la simultaneidad en la aplicación de las innovaciones técnicas y el comienzo de una onda larga de signo positivo, se refiere a que una innovación técnica de gran envergadura, en forma de oleadas; implica una sustitución radical de las tecnologías en todas las esferas capitalistas, tanto de producción como de circulación. Sin en cambio, en la práctica, la implementación de las nuevas tecnologías no es algo del todo planeado por la clase capitalista, en conjunto, sino que se instala de manara gradual en las diversas esferas capitalistas hasta generalizarse. La segunda crítica, derivada de la primera, se debe a que las innovaciones a gran escala difícilmente puede ocurrir durante una onda larga de signo negativo, debido a que “las expectativas de ganancia son mediocres”142. Es decir, una gran mayoría de empresas capitalistas, que atraviesan por los efectos de una onda negativa, antes de desembolsar una cantidad de dinero importante en nuevas tecnologías que procuren la obtención de una plusvalía extraordinaria, prefiere agotar hasta el límite la obtención de plusvalía absoluta, basada en la 140 Aftalion, Les crieses périodiques de surproduction, vol. II, p. 361, en Prosperidad y depresión, op. cit., p. 133. 141 N. Kondrátiev, Los ciclos largos de la coyuntura económica., op. cit., p. 39. 142 E. Mandel, Las ondas largas…, op. cit., p. 22. G. Haberler, Página | 98 extensión del tiempo de trabajo excedente, ya que el costo de implementar nuevas tecnologías, en un primer momento, es superior al beneficio. Tal es la desazón con la teoría de la innovación de Schumpeter con respecto a la teoría marxista, en especial con el pensamiento de Mandel. El último, incorpora al análisis de las ondas largas la noción de las revoluciones tecnológicas, pero, sin conceder la interpretación de Kondrátiev y Schumpeter. Para Mandel, las revoluciones tecnológicas son un elemento adicional de las ondas largas que coadyuvan a que éstas tomen impulso y mantengan su tendencia durante un largo periodo. Aunque, sin duda, las innovaciones tecnológicas se implementan en mayor medida durante una onda larga de signo positivo, no son sino los movimientos de largo plazo de la tasa media de ganancia los responsables de los periodos de ascenso y descenso que experimenta el sistema capitalista. 143 Recientemente, Amin, economista africano perteneciente al grupo de los neomarxistas, se ha ocupado de estudiar “la problemática” de los ciclos largos en el capitalismo. Para él, basado en las evidencias empíricas elaboradas por Joshua Goldstein, la expansión del capitalismo carece de regularidad. En su hipótesis sostiene que la expansión vista desde un enfoque histórico se puede comprender, inclusive, al margen de los ciclos. Por ello, nos dice, “Ningún fenómeno social, y quizá ni siquiera cultural, se desarrolla de manera regular, continua e indefinida. Ocurre lo mismo con la expansión capitalista, cuyas fases de crecimiento rápido alternan con momentos de reajuste difíciles, que dejan en el lector de series históricas la impresión de una evolución por ondas largas”.144 Para validar su hipótesis, Amin, se apoya en dos argumentos. El primero tiene que ver con la manera en que concibe los movimientos de las fases por las que ha atravesado el capitalismo. Dichas fases, que se suceden a través de movimientos alternos, sólo pueden explicarse con base en las propias contradicciones que guardan entre sí. Así, las contradicciones que se encuentran en la fase de 143 “Mi propia contribución a la formulación de una teoría marxista de las ondas largas en el desarrollo capitalista ha sido mal interpretada. Algunos críticos la entendieron como una “explicación tecnológica” de estas ondas largas. La idea de que las revoluciones tecnológicas –de las que distingo tres desde la revolución industrial– son la causa de ascensos a largo plazo de la tasa media de crecimiento industrial no se corresponde en absoluto con mi análisis”. Ibídem, p. 8. 144 A. Samin, op. cit., p. 72. Página | 99 impulso detonan en crisis, obligado a reajustes que permiten una nueva fase de auge. En el segundo concibe a la expansión fuera de un tratamiento convencional. Por ende, argumenta, la expansión no debe de reducirse exclusivamente a la medición de magnitudes económicas como la producción, los precios, ingresos, beneficios, comercio exterior, etcétera. Ni tampoco a los conflictos sociales como las guerras, las oleadas de innovaciones tecnológicas, etcétera; ya que, para Amin, la dificultad proviene al momento de fusionar ambas explicaciones, la convencional y la social, en una sola teoría. De aquí desprende su idea de que las fases no necesariamente implican admitir una teoría del ciclo. Goldstein y Amin, de acuerdo a la síntesis de los trabajos propuestos por el primero, establecen cuatro ondas de auge y crisis capitalista de medio siglo cada una de ellas. 1. 1790-1814 Auge 1814-1848 Crisis 2. 1848-1872 Auge 1872-1893 Crisis 3. 1893-1914 Auge 1914-1945 Crisis 4. 1945-1968 Auge 1968… Crisis En plena concordancia con su hipótesis inicial, Amin concluyen que el estudio de las ondas largas, asociadas al movimiento de la inversión en la producción, de ningún modo obliga a adherirse a la teoría del ciclo. 145 En todo caso, en adelante se aprecia, tal y como Amin lo reconoce, su inclinación por aceptar la propuesta de Kondrátiev, en oposición a la de Trotsky, por considerar a las innovaciones y algunos factores políticos como elementos centrales explicativos de las ondas. Reconoce que la primera onda se encuentra relacionada a la revolución industrial, las guerras de Revolución y la dominación de un imperio; la segunda la relaciona con el descubrimiento del ferrocarril y la unificación alemana e italiana; la tercera al descubrimiento de la electricidad y el imperialismo colonial y, finalmente; la cuarta onda la relaciona con la reconstrucción y modernización de Europa y Japón, además de lo que él llama la “civilización del automóvil”. De todo esto propone dos tesis para analizar la dimensión económica y social del capitalismo. La primera tesis, según Amin, es la de construir un modelo 145 Ibídem, p. 76. Página | 100 económico con la característica de autogenerar un ciclo económico monótono que contenga principalmente dos mecanismo: el multiplicador y el acelerador económico; además de incluir, para mejorar el modelo, un ciclo de respuesta del crédito y de variaciones relativas del salario real y del comportamiento de las ganancias. La segunda tesis, que comparte con Baran, Sweezy y Magdoff, tiene que ver con el análisis de las tendencias más profundas del sistema económico capitalista. Para él, el modo de producción capitalista se puede expresar mediante una contradicción social inmanente que conlleva al sistema a una tendencia permanente de “producir más de lo que puede consumir”.146 146 Ibídem, pp. 73-74. Página | 101 ________________________________________________________________________ CONCLUSIONES ________________________________________________________________________ ¿Por qué elegir la teoría de Karl Marx como eje central para explicar las crisis periódicas de la economía capitalista? No es casual que las crisis económicas por las que ha atravesado el capitalismo, causando severas dislocaciones en sus estructuras de reproducción, de alguna u otra manera hayan incidido en el pensamiento económico de cada época. Al parecer han sido los elementos coyunturales presentes en cada crisis, los encargados de determinar el dominio de tal o cual teoría. Aunque la mayoría de las hipótesis sobre las crisis parten de premisas distintas, poseen una característica en común, todas intentan explicar sus posibles motivaciones para reestructurar los mecanismos de extracción de plusvalor. Sería erróneo decir, por tanto, que unas teorías son buenas o malas o que, por la época en que fueron elaboradas, han perdido su vigencia explicativa o, simplemente, refutar su validez a partir de juicios de valor cargados de ideología. No obstante, en determinados momentos históricos cruciales, en los que lo anormal se convierte en lo cotidiano y la lucha de clases se intensifica, es cuando las tesis de Marx parecen resurgir de las cenizas. Su crítica profunda de la economía política, lejos de conservar el aparato teórico conceptual de sus predecesores, encuentra la posibilidad objetiva de transformarse en un discurso revolucionario, y no necesariamente porque en cada fase de crisis prevalezca una lógica automática de fenómenos que se entrecruzan, sino en cuanto que las crisis del sistema confirman sus propias contradicciones y evidencian sus límites históricos. Con esto no se pretende decir que en las obras de Marx se encuentra la última palabra sobre las crisis. Pero, la coherencia interna de sus argumentos y su verificación al ser contrastados en la práctica, hacen de la teoría de Marx digna de estudiarse con toda la seriedad posible. Como todo fenómeno natural, los determinantes de las crisis se encuentran en constante movimiento. De hecho, el tratamiento que les brinda Marx en sus obras, abarca distintos niveles del proceso de conocimiento. Parte de las expresiones más abstractas hasta llegar a su forma concreta de manifestación, pero sin perder Página | 102 de vista las relaciones de causa y efecto. Esto último es precisamente lo que constituye el campo de la polémica. Los elementos causales de las crisis, el carácter de su periodicidad, las contratendencias, sus efectos en la sociedad, y la manera en que se manifiestan, forman parte de la discusión académica. Para analizar el fenómeno de las crisis, en su obra de El Capital, Marx comienza por analizar el proceso de circulación simple de mercancías. En este movimiento se expresan las contradicciones del capitalismo, es decir, la contradicción entre el valor de uso y el valor de cambio, el trabajo y el capital. De esta manera, la producción social aún sin ser del dominio capitalista, presenta de sí la posibilidad de generar crisis. La interrupción de su metamorfosis denota la imposibilidad de realización de las mercancías. Al pasar de una posibilidad a su forma desarrollada, cuando la producción capitalista domina las relaciones sociales de producción, las crisis se despojan del velo que las cubría. La desnudes de sus formas concretas permite observar su intima naturaleza. El hecho de poner al descubierto los elementos causales de las crisis, le permitieron a Marx formular las leyes de su comportamiento basadas en el proceso de producción y acumulación del capital. Así, pues, la acumulación del capital permite que una clase social minoritaria de capitalistas no sólo acreciente su capital, sino que lo expanda a través del tiempo. Sin embargo, el proceso de acumulación, necesario para el progreso del sistema capitalista de producción y reproducción del orden económico, degenera en crisis periódicas. ¿Cómo es posible, entonces, que al progresar la economía capitalista genere internamente de vez en vez fases de crisis? Marx tenía bien claro que la palanca de desarrollo del capitalismo era, y continúa siendo, el incremento acelerado de la productividad social del trabajo. Pero, el crecimiento de la productividad, generalmente se encuentra asociado a la innovación de las fuerzas productivas (en el rubro de medios de producción). Al desarrollarse las fuerzas productivas bajo el dominio de la producción capitalista, los procesos de producción se vuelven menos demandantes de fuerza de trabajo, ya que la automatización productiva requiere de menos trabajadores para controlar las máquinas. Esta tendencia a la Página | 103 disminución relativa de fuerza de trabajo, ocasionada por la restitución del capital fijo, se ve acompañada de una disminución relativa de plusvalor. De modo que, si en la teoría marxiana, la única fuente del plusvalor se consigue mediante la explotación de la fuerza de trabajo, al verse reducida la participación de la clase trabajadora en la producción de igual manera lo hace la plusvalía. Y dado que la plusvalía, forma transmutada de la ganancia y motor del capitalismo, decrece; la acumulación del capital se ve interrumpida por nuevas crisis de sobreproducción. Las crisis de sobreproducción encuentran su más firme expresión en la existencia de una masa abundante de mercancías que no pueden realizarse en el mercado. Sin embargo, el exceso de mercancías no se encuentra en relación a las necesidades sociales, ya que las necesidades sociales son ilimitadas; más bien el exceso de mercancías se encuentra en relación a una tasa ordinaria de ganancia que espera obtener el capitalista. Cuando el capitalista coloca sus mercancías en el mercado, no lo hace con la intención de venderlas a su precio de costo. Su atención se centra en la posibilidad de obtener la máxima tasa de ganancia. Este es realmente el incentivo para que el capitalista no deje de producir. Así como la clase trabajadora no puede dejar de laborar por el temor de verse al borde de la inanición, de igual forma la clase capitalista no puede dejar de producir pues de lo contario perdería su lugar privilegiado en la sociedad. El problema de la sobreproducción, pues, se encuentra planteado en un primer momento en sus formas fenoménicas. La expresión concreta del fenómeno de las crisis permite observar que las empresas capitalistas poseen un arsenal gigantesco de mercancías sin poderse vender. Se puede observar un enorme ejército industrial de reserva desempleado. Además, el comportamiento cíclico del sistema, medido a partir de las variables reales de la economía (precios, producción, consumo, exportaciones, importaciones, el movimiento de la inversión productiva, etc.) manifiestan tan sólo lo superficial del fenómeno. Para penetrar en la esencia del fenómeno de las crisis se debe de abstraer de sus particularidades concretas. Al despojar al fenómeno de sus propiedades corpóreas lo que queda son los movimientos de la tasa de ganancia. Página | 104 La tasa de ganancia, de por sí, es un indicador económico-social que sintetiza la tendencia del sistema, ya a la alza o a la baja. Su función principal es la de regular el comportamiento de los productores y de la producción social. Dada la importancia de dicho indicador, los esfuerzos de los expertos en economía se traducen en la búsqueda de mecanismos que permitan acrecentarla lo más alto posible. Por ello, lejos de creer que las crisis asociadas a la tasa de ganancia representan un problema, lejos de creer que son perniciosas a su funcionamiento, las crisis son fases de la economía en las que se expulsa a los capitales ineficientes, es decir, se destruyen aquellos capitales que no logran obtener siquiera una ganancia media. Las crisis constituyen, así, una necesidad intrínseca en la naturaleza del capitalismo, ya que al superarse elimina de manera temporal las contradicciones del sistema. Pero, bajo los argumentos vertidos arriba, parecería que las crisis son el resultado de movimientos mecánicos que actúan de contrapeso a los momentos de dislocación en la economía. Nada de eso. La visión circular del desarrollo del capitalismo, tan pregonada por Schumpeter y sus seguidores, pierde su capacidad explicativa ante una visión histórica del desarrollo capitalista. Las fases prolongadas de ascenso y descenso del desarrollo del capitalismo lo que evidencian es una fuerte presunción de que, a lo largo de su historia, se generan mediante saltos bruscos de la actividad económica. Las ondas largas del capitalismo, entre sus herramientas de aplicación, tienen el poder de dividir en segmentos la realidad económica, por ejemplo, sea a través del tipo de organización del trabajo que se implementa en las diversas ramas de la producción, del grado de desarrollo de la ciencia y la tecnología aplicada a los procesos productivos, la intensificación de la lucha de clases, etc. La tasa de ganancia, componente más dinámico de las ondas largas, nos indican el grado de sincronización de los factores que operan sobre la tasa media de ganancia. Además, la singular mezcla de elementos internos y externos la convierten, sin duda alguna, en la explicación más importante producida bajo el esquema teórico marxista. En cuanto a sustento teórico se refiere, no hay motivo alguno para sospechar de su existencia. Las ondas largas son teóricamente Página | 105 demostrables y estadísticamente verificables. Su esencia y soporte radica, no en mitos o dogmas de fe sino, simplemente, en el curso de la tasa media de ganancia en el largo plazo, los movimientos decenales que experimenta la industria capitalista, la intensificación de la lucha de clases, y, por supuesto, en la aplicación de técnicas de producción que, en conjunto, coadyuvan a que éstas tomen impulso y se mantengan por largos periodos. Como se ve, en ello no hay nada de enigmático, toda vez que es en la propia industria, según lo expuesto por Marx, en donde se produce la ganancia. Tan sólo en apariencia, los periodos amplios de fluctuación de la actividad económica, llámese de signo positivo o negativo, están determinados por el tipo de políticas económicas que se implementan en cada país o región. Así, por ejemplo, en el periodo “dorado” del Estado benefactor de corte keynesiano (después de la Segunda Guerra Mundial hasta principios de le década de los ochenta) se implementaron en la mayoría de los países capitalistas medidas de política económica sustentadas en la expansión del gasto público. No existe la menor duda de que, bajo una onda de signo positivo, dichas políticas fueron exitosas, ya que contribuyeron a una acumulación acelerada de capital en todos los países de orden capitalista. La producción industrial creció, el nivel de vida de la clase trabajadora mejoró en términos reales y, con ello, se posibilitó un periodo de relativa estabilidad social. La clase trabajadora fue la más beneficiada, ganó espacios legales importantes mediante reformas que procuraban el pleno empleo y un mayor gasto en seguridad social, bajo estas condiciones, el sistema, aseguraba sin problemas un incremento sostenido de empleos, salarios, regalías y prestaciones. Pero, ¿por qué terminó esta época “dorada”? La onda de signo negativo que comienza a finales de la década de los sesenta, vuelve ya imposible asegurar el pleno empleo, la seguridad social, la continua absorción del ejercito industrial de reserva, la quimera de erradicar la pobreza, entre otros aspectos. La explicación marxista señala que la propia dinámica de la acumulación, en la época “dorada” del capitalismo, propició un fuerte incremento de la composición orgánica de capital y de los salarios, incluso colocando estos últimos por arriba de la Página | 106 productividad del trabajo. Esta situación terminó por mermar la tasa media de ganancia. El tipo de medidas de cada empresa para afrontar las crisis fueron, por antonomasia, la reducción de costos laborales. Pero, en todo caso, ¿qué no las medidas de los capitalistas lejos de atenuar las crisis las precipitan? Lo que determina las condiciones de no desarrollo del sistema, no son los errores en la implementación de las políticas sociales expansionistas ni, mucho menos, los errores de diversas personalidades que figuran en la política. El modelo keynesiano sucumbió ante la falta de rentabilidad del capital. Ahora, la función de una nueva doctrina, la síntesis neoclásica/keynesiana, es la de ser capaz de responder a las necesidades de la clase capitalista financiera para restablecer las condiciones propicias de valorización del capital. Finalmente, resulta relevante señalar que, según la teoría marxista de las ondas largas, las condiciones necesarias para pasar de la actual onda larga negativa a una positiva son las siguientes: a) en general, el paso de una onda a otra, está acompañado por revoluciones armadas, agudización de conflictos sociales y guerras entre países imperialistas por la repartición de espacios territoriales vitales, clave tanto política como económicamente; b) un desempleo masivo que erosione el nivel de los salarios reales de los trabajadores y, a su vez, termine con las pocas conquistas laborales que pudiesen prevalecer; c) un incremento súbito de la tasa de plusvalía, incrementando la intensidad del trabajo gracias a la reorganización a fondo del proceso de trabajo; d) implementando formas radicales de reducir costos de producción, tales como obtener materias primas a un costo más bajo que el actual, ahorro importante en los pagos de energía y, adicionalmente, e) la aplicación de nueva tecnología a la producción de mercancías. Claramente, con todo ello, la tasa media de ganancia presentaría un brusco aumento, y, de esta manera, el sistema incursionaría hacia una onda de signo positivo. No obstante, el costo social y material es excesivo. El dilema de la humanidad estriba, por eso, entre seguir defendiendo este sistema basado esencialmente en la propiedad privada o bien, sustituirlo por uno en donde la riqueza social no sea más una exclusividad de la clase social dominante. Página | 107 ________________________________________________________________________ BIBLIOGRAFÍA __________________________________________________________________ ALTVATER, Elmar, “Un análisis crítico de la crisis financiera global”, en Mundo Siglo XXI, México: no. 20, primavera, 2010. ALVEAR, Carlos, Historia Universal Contemporánea. México, Jus, 1992. AMIN, Samir, Los desafíos de la mundialización. México: Siglo XXI, 2006. BENSAÏD, Daniel, Las crisis del capitalismo. España: Sequitur, 2009. 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Nada mejor que recurrir a un ejemplo numérico, similar al que desarrolla el propio Marx en El Capital, claro está, con datos completamente arbitrarios. En este ejercicio se abandonan dos supuestos implícitos que Marx utiliza a lo largo del primer tomo: a) que la ley del valor controla directamente los precios de todas las mercancías; b) que la composición orgánica del capital es la misma en todas las ramas de la producción. Supóngase que el sistema económico se divide en cinco ramas principales de la producción. Además, para simplificar el ejercicio, la tasa de explotación o de plusvalía equivale al 100%. La situación que se tendría es la del siguiente cuadro. Cuadro 1. Cálculo de las variables de acumulación del capital Rama Precio de costo pc=(c+v) c v ϴ P Valor (c+v+p) g´ (%) Tasa media de ganancia ḡ=g'(pc) Precio de producción PP=(C+ḡ) Desv del precio respecto al valor (PP-M) I II III IV V Totales 100 150 80 125 88 543 50 100 60 75 77 362 50 50 20 50 11 181 1 2 3 1.5 7 50 50 20 50 11 181 150 200 100 175 99 724 50 33.33 25 40 12.5 33.33 50 26.67 41.67 29.33 181 133.33 200.00 106.67 166.67 117.33 724 -16.67 0 +6.67 -8.33 +18.33 Fuente: Elaboración propia en base a Karl Marx. El capitalista de la Rama I de producción desembolsa un capital inicial total de £ 100 (llámese cientos, miles o millones) y las distribuye en £ 50 para comprar los medios de producción y £ 50 para comprar fuerza de trabajo en forma de salario. Página | 111 El capitalista de la Rama II desembolsa £ 150 y las distribuye en £ 100 y £ 50 de capital constante y capital variable, respectivamente. Los siguientes capitalistas distribuyen su capital en función de los requerimientos de producción, hasta alcanzar un capital que asciende a £ 543 en el sistema. La plusvalía que se obtiene en cada una de las ramas es proporcional al capital variable, y suma un total de £ 181. Así, la tasa de ganancia que se obtiene en cada rama de la producción es el resultado de la plusvalía obtenida en el proceso de producción en relación al capital total desembolsado o precio de costo. Destaca la Rama I con una tasa de ganancia del 50% seguida de la Rama IV con 40% y la más baja en la Rama V con un 12.5%. Obviamente, esta situación denota inestabilidad en el sistema pues algunos capitalistas obtienen una tasa de ganancia más elevada que otros. Todos querrían dedicarse a la producción de la Rama I con el fin de participar de la tasa de ganancia más alta que ella ofrece. La emigración de los capitalistas de una Rama a otra trastornaría, a fin de cuentas, el arreglo del sistema. Entonces, ¿por qué a pesar de las distintas tasas de ganancia el sistema continúa funcionando? Bajo la teoría económica de Marx, la situación de equilibrio sólo puede alcanzarse mediante la uniformidad de las tasas de ganancia en el sistema. Es decir, los capitalistas se moverán en busca de las tasas de ganancia más alta posibles hasta que ninguno pueda mejorar su situación. Este estado de cosas se alcanzará cuando la tasa de ganancia sea la misma en todas las ramas. Para resolver dicha interrogante, Marx estableció que el precio de las mercancías (o lo que llama precios de producción) se formaría por el capital empleado en la producción más una ganancia calculada como porcentaje del capital total desembolsado. Este porcentaje no es otra cosa que la tasa media de ganancia del sistema. Los resultados de la transformación de valores en precios se pueden apreciar en el cuadro 1. En dicho cuadro se puede observar que el precio de las mercancías de la Rama I ha descendido en -16.67, el precio de la Rama II no presenta modificación, el precio de la Rama III sube en 6.67, el de la IV baja en menos 8.33 y, finalmente, la Rama V se incrementa en 18.33. Este es el método que Marx empleó para ilustrar la estabilidad del capitalismo. Página | 112 No obstante, la estabilidad sólo es temporal. Si continuamos examinando el funcionamiento del sistema en el periodo n +1 obtendríamos las modificaciones que se presentan en el cuadro 2. Cuadro 2. Cálculo de la caída tendencial de la tasa de ganancia Rama Precio de costo pc=(c+v) I II III IV V Totales 145 195 98 170 97.9 705.9 c v 85 60 135 60 74 24 110 60 84.7 13.2 488.7 217.2 ϴ P 1.42 60 2.25 60 3.08 24 1.83 60 6.42 13.2 217.2 Valor (c+v+p) g´ (%) Tasa media de ganancia ḡ=g'(pc) Precio de producción PP=(C+ḡ) 205 255 122 230 111.1 923.1 41.38 30.77 24.49 35.29 13.48 44.62 60 30.15 52.31 30.12 217.2 189.62 255 128.15 222.31 128.02 923.1 Desv del precio respecto al valor (PP-M) -15.38 0 6.15 -7.69 16.92 Fuente: Elaboración propia en base a Karl Marx. En esta nueva situación partimos del supuesto de que la plusvalía obtenida en el periodo n-1 se adiciona al periodo n+1 de la siguiente manera: un 70% se destina a la nueva adquisición de medios de producción, 20% para contratar fuerza de trabajo que ponga en funcionamiento el capital constante y el restante 10% lo utiliza el capitalista para su consumo personal. Las conclusiones generales a la luz de la situación n+1 se pueden resumir como sigue: i) Si la ϴ<δ → g’<ḡ; P>ḡ; PPδ → g’>ḡ; P<ḡ; PP>M Donde δ = composición orgánica media del capital iv) Ante el proceso de acumulación de n+1, la tasa de ganancia de cada una de las ramas de producción tiende a la baja. La capitalización, es decir, la adición de la plusvalía al capital, facilita al capitalista aumentar más y más su capital a costa de reducir más y más la tasa de ganancia en el sistema. Si en la situación n-1 la tasa de ganancia calculada era de 50%, 33.33%, 25%, 40%, 12.5%; ahora, en la situación n+1, la tasa de ganancia calculada es 41. 38%, 30.77%, 24.49%, 35.29%, 13.48%. A excepción de la Rama V, las demás ramas presentan un decremento en la tasa de ganancia. Página | 113