Reducción De La Captura Accidental De Las Tortugas Marinas

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ÍNDICE 1. Introducción 1.1. Biología y conservación de las tortugas marinas. Especies del Mediterráneo. 1.2. Problemática desde el punto de vista ambiental. 1.3. Interacciones entre pesca y tortugas marinas 1.3.1. Tipos de artes de pesca 1.3.2. La pesca y su relación con la conservación de especies marinas amenazadas. 1.4. Datos pesqueros de Cataluña y España. 1.5. Capturas accidentales de tortugas marinas 1.5.1. Avisos de capturas accidentales recibidos en CRAM y estimaciones en el mediterráneo. 1.5.2. Problemas de captura accidental en tortugas marinas. 1.5.3. Medidas para evitar capturas accidentales de tortugas con palangre y redes de pesca. 1.6. Qué son los TEDs? 1.6.1. TEDs: aparición, funcionamiento, ventajas y desventajas... 1.6.2. Normativa de E.E.U.U. por parte de NOAA sobre la implementación de los TEDs 1.6.3. Ejemplos de estudios con TEDs en diferentes partes del mundo. 2. Metodología 2.1. Estimación de capturas accidentales de tortugas marinas. 2.2. Diseño del TED. 2.3. Construcción, prototipo y escala. 3. Prototipo 4. -Modelo a escala 5. 2.4. Pruebas 6. Pruebas a escala. 7. Pruebas al mar. 8. 2.5. Análisis estadístico. 9. Resultados 9.1.1.1. Estimación de capturas accidentales de tortugas marinas 9.1.1.2. Pruebas a escala 9.1.1.3. Pruebas al mar 10. Discusión 11. Conclusiones Proyecto de Reducción de la captura accidental de tortugas marinas en redes de arrastre en el Mediterráneo. Fundación CRAM, con la colaboración de Obra Social Caja Madrid. 1. INTRODUCCIÓN 1.1. Biología y conservación de las tortugas marinas. Especies del Mediterráneo. Las tortugas marinas son reptiles de la clase Saurópsida, familia de los Quelonios (Cheloniidae). Es decir, son tortugas que están adaptadas a la vida acuática. Las tortugas marinas son reptiles que solamente salen al medio terrestre para realizar la puesta y ésta se realiza en unas pocas playas de las regiones subtropicales y templadas del planeta, en todos los océanos y mares. Existen 7 especies de tortugas marinas, y todas ellas están amenazadas debido a la destrucción de su hábitat, la pesca accidental (pero también la comercial en algunos lugares y la extracción de huevos de los nidos para consumo humano), la competencia por los recursos con los seres humanos, la contaminación y el cambio climático. En general se caracterizan por presentar unas extremidades anteriores y posteriores transformadas en forma de aletas, que les permiten nadar ágilmente y realizar de esta manera migraciones tanto a la zona de alimento como a la zona de reproducción, anidación y puesta. Además, presentan el cuerpo claramente divido en dos partes: el plastrón, situado en la cara ventral del animal, y el caparazón en la cara dorsal, el cual está formado por placas óseas que le dan rigidez y protección. A diferencia de las tortugas terrestres, éstas han perdido la capacidad de retraer la cabeza y las extremidades dentro del caparazón, aunque ello les otorga un mejor hidrodinamismo. Por lo que respecta a la puesta, las tortugas marinas desovan varias veces durante su etapa reproductiva, pudiendo ser anual o bianualmente dependiendo de la especie. Las arribadas, o llegadas masivas de tortugas para anidar en las costas de las playas, suelen producirse de noche para evitar las altas temperaturas que se registran durante el día, aunque hay excepciones. Una vez en la playa, excavan un nido en la arena donde depositan los huevos y después los cubren de nuevo con arena para evitar el posible ataque de depredadores. El número de huevos, al igual que otros muchos aspectos, varían en función de la especie de tortuga marina que se trate. Por lo general, las tortugas marinas tienen largos tiempos de generación y una maduración tardía, y sus ciclos biológicos son muy complejos. En el mar Mediterráneo se pueden encontrar tres especies de tortugas marinas: la tortuga boba o Caretta caretta, la tortuga verde o Chelonia mydas y la tortuga laúd o Dermochelys coriacea. La batimetría y las características ambientales de las diferentes aéreas determinan las diferentes aéreas de distribución y la abundancia de tortugas marinas. Es bien sabido que la tortuga boba y la tortuga verde anidan en el mar Mediterráneo, especialmente en las playas de la costa este mediterránea. Las rutas migratorias de la tortuga boba en el Mediterráneo, así como sus playas de anidación en las costas de Chipre, Egipto, Grecia, Israel, Italia, Líbano, Libia, Siria, Turquía y Túnez se muestran en la Figura 1 (A. Luchetti, A.Sala; 2009). Esta información está mucho menos estudiada para la tortuga verde, aunque las aproximadamente 350-400 hembras (Broderick et al. 2002) que se reproducen en el Mediterráneo lo hacen en Chipre, Israel, Egipto, Líbano y Turquía (Carpenter, 2006). Tres fases principales caracterizan la vida de las tortugas marinas: la fase pelágica, cuando estas se alimentan de especies pelágicas; la fase demersal, en la cual las tortugas nadan cerca del fondo marino para comer especies bentónicas; y finalmente pasan por una fase nerítica intermedia, en la cual las tortugas bobas cambian de la zona pelágica-oceánica a zonas bentónicasneríticas buscando comida en estos hábitats. (Tomas et al. 2001; Fig. 1). Fig. 1. Migraciones de la tortuga boba en el mar Mediterráneo; Rutas principales y playas de anidación; se muestran las aéreas pelágicas y demersales (Bentivegna 2002;Broderick et al. 2007; Caminas 2004; Maffucci et al. 2006). Caretta caretta Es la más abundante de las tortugas marinas del Mediterráneo. También denominada tortuga boba. Se caracteriza por tener 4 o 5 escudos y dos uñas en cada aleta. En los adultos, los machos tienen la cola mas larga y las uñas de las aletas son más fuertes y curvadas. Su tamaño no suele sobrepasar los 100 cm de largo, suelen pesar unos 90 kg. Se considera omnívora ya que entre su dieta más habitual incluye cangrejos, medusas, cefalópodos y otros crustáceos y moluscos. Su hábitat se sitúa en las zonas templadas de todos los mares y océanos del mundo, y una de las zonas más importantes de puesta es en la costa Este del Mediterráneo, (Bowen et al., 1993) donde llegan a desovar alrededor de 112 huevos por puesta. El Mediterráneo Occidental concentra la mayoría de la especie en aguas españolas. Las aguas que se encuentran entre las Islas Baleares y el Mar de Alborán, parece ser uno de los destinos favoritos por los subadultos de esta especie. Aunque pueden observarse ejemplares de esta especie durante todo el año, el periodo de mayor concentración comienza en primavera y se extiende hasta septiembre (Camiñas, 2002). Desde 1996, está considerada especie “en peligro” según la Lista Roja de las Especies Amenazadas de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza). Según el Libro Rojo de Anfibios y Reptiles de España, la tortuga boba y la tortuga verde se encuentran en peligro, mientras que la tortuga laúd se encuentra en peligro crítico de extinción. El comercio de todas las tortugas marinas o sub-productos esta prohibido por el convenio internacional CITES (Convention on International Trade in Endangered Species). No obstante, el uso de carne de tortuga, aceite o huevos esta permitido en algunas naciones ya que se consideran costumbres o rituales tradicionales. Mientras varios instrumentos internacionales (CMS; Convention on Migratory Species, CBD; Convention on Biological Diversity, SPAW; Specially Protected Areas and Wildlife, para nombrar algunos) luchan para la protección de de las tortugas marinas en aguas de todo el mundo, la falta de un control eficiente de la pesca pelágica crea una importante tasa de mortalidad por capturas accidentales de tortugas marinas (UICN, 2011). Todas las especies de tortugas marinas que se encuentran en el Mediterráneo, figuran en el anexo IV de la Directiva Hábitats de la Unión Europea que las declara especies de interés comunitario que requieren una protección estricta. Chelonia mydas La segunda especie más abundante en el Mediterráneo es la tortuga verde (Chelonia mydas), y es junto con la tortuga boba las únicas especies que se reproducen y crían en el Mediterráneo Oriental. Esta especie es conocida con este nombre por el color verdoso de su grasa subcutánea, no obstante, el color de los escudos y la piel puede variar del beige a casi negro. Posee una cabeza pequeña, con mandíbula serrada, dos placas prefrontales, cuatro pares de placas costales con los escudos no superpuestos y una única uña en cada aleta. Las medidas y pesos son similares a los de la tortuga boba (80-120 centímetros y 65-204 kilos) dependiendo de su procedencia. En su vida adulta es de hábitos alimenticios primordialmente herbívoros pero en sus etapas previas como juveniles tiene una dieta más omnívora (mariscos y medusas). Ponen una media de 115 huevos por puesta (Lutz et al., 2003). Desde el año 2004, está considerada especie “en peligro” según la Lista Roja de las Especies Amenazadas de la UICN. El análisis de informes históricos y recientes publicados, indican una extensa disminución de la subpoblación en todas las cuencas oceánicas en las últimas tres generaciones como consecuencia de la sobreexplotación de los huevos y de las hembras adultas en las playas de anidación, los juveniles y adultos en áreas de alimentación, y, en menor medida, una mortalidad accidental relacionada con la pesca marina y la degradación de los hábitats marinos y de anidación (UICN, 2011). Dermochelys coriacea Finalmente, la tercera y más inusual, que también se encuentra en el mar Mediterráneo, es la tortuga laúd (Dermochelys coriacea). Se trata de la especie de tortuga más grande del mundo ya que puede llegar a medir hasta 2,5 metros y pesar hasta 900 kg. La tortuga laúd es fácilmente reconocible por la forma de su caparazón, que se estrecha por la parte posterior y presenta una serie de crestas dérmicas. Su coloración es oscura (casi negra), con manchas blanquecinas dispersas. El caparazón, a diferencia de las otras especies, no está formado por escudos óseos, sino que está formada por una capa dérmica debajo de la cual se encuentra una capa de tejido adiposo muy gruesa, similar a la que se puede observar en cetáceos, que les permite soportar temperaturas bajas de latitudes altas o de profundidades extremas a las que no pueden llegar otras especies de tortuga marina. La cabeza es pequeña, redondeada y tiene el pico muy afilado pero más débil que otras especies. La mandíbula superior tiene tres incisiones que encajan con el único saliente inferior y, de este modo, al cerrar la boca dibuja una forma de W. Las aletas anteriores son muy alargadas y en el caso de los adultos pueden ser iguales o más largas que la mitad de la longitud del caparazón. Otra característica de esta especie es la ausencia de uñas en las aletas. Es la que tiene una distribución geográfica más amplia, gracias a que su capa dérmica le permite soportar aguas más frías (Eckert et al., 1989). Aunque utiliza el Mediterráneo como hábitat de desarrollo, no realizan aquí sus puestas, las cuales por lo general suelen ser nocturnas y de unos 80 huevos cada una. Es una gran devoradora de medusas y con frecuencia confunden las bolsas de plástico con sus presas, lo que puede llegar a provocarle la muerte por asfixia. (Russo et al. 2003). La tendencia poblacional de esta especie es de crecimiento negativo, sobre todo en el Pacífico, área en la que tradicionalmente se consideraba que la tortuga Laúd gozaba de mejores condiciones para la reproducción, y que ahora experimenta hasta un 80% de declive en actividad nidificante. Sin embargo, en otras zonas de su rango de distribución, algunas poblaciones se mantienen o incluso muestran tendencias de recuperación. 1.2. Problemática desde el punto de vista ambiental. Las tortugas marinas tienen una larga y ancestral historia. Surgieron a principios de la era mesozoica y compartieron océano con una rica biodiversidad de reptiles marinos que hoy en día están extintos. Pero hoy en día sus poblaciones se han visto reducidas drásticamente hasta el punto de que las siete especies de tortugas marinas se encuentran amenazadas o en peligro de extinción en todo el mundo. Sin duda, las interacciones humanas son la principal causa de este colapso. Las poblaciones de tortugas marinas están en declive debido a la compleja combinación de amenazas que les afectan a lo largo de todo su ciclo biológico. Las principales causas de regresión de las poblaciones de tortugas son (Lutz et al., 2003): 1. Degradación de las zonas de nidificación: -Construcción de infraestructuras para proteger la erosión de la playa - Extracción o inserción de arena en las playas - Limpieza de la arena de la playa - Aumento de la frecuentación humana en playas - Iluminación artificial en las playas - Recolección de huevos 2. Colisión con embarcaderos 3. Contaminación marina : petróleo y otras substancias tóxicas 4. Otras fuentes de contaminación: ingestión de plásticos y residuos no biodegradables 5. Captura accidental de tortugas marinas en artes de palangre, arrastre, redes de deriva, etc. 6. Otros procesos como el cambio climático. 7. Captura de tortugas para el consumo humano en algunas comunidades La mortalidad de tortugas marinas como consecuencia de la actividad pesquera se considera una de las mayores amenazas a nivel mundial. En el Mediterráneo la pesca es particularmente intensa. El principal problema de las diferentes artes de pesca desde el punto de vista ambiental es la amenaza que estos ejercen dentro de la biodiversidad marina. Esta biodiversidad se ve afectada negativamente por varios factores, entre los cuales destacan: la sobreexplotación de recursos pesqueros, la contaminación, la introducción de especies exóticas e invasoras, y la degradación, fragmentación y pérdida de los hábitats (Gray, 1997). Además, el turismo y otras actividades humanas en zonas costeras también pueden constituir una grave amenaza para los ambientes marinos. La sobreexplotación de recursos marinos conlleva graves consecuencias para el medio ambiente, ya que provoca una disminución del número de especies comerciales, una pérdida de la diversidad genética, la alteración de las cadenas alimenticias y la posible extinción local o regional de diversas especies (Norse, 1993; Gray, 1997). Por otro lado, el descarte que se realiza durante los diferentes vuelos de los pesqueros también tiene consecuencias negativas (Alverson et al. 1994), ya que desestructura las comunidades marinas, cambia la composición de los fondos marinos y altera la cadena alimentaria (Caille y González, 1998; Crespo et. al. 1998). Dentro de los artes de pesca, el arrastre de fondo es uno de los más perjudiciales para el ambiente marino (Watling y Norse 1988), ya que altera físicamente los fondos, la estructura y composición de las comunidades bentónicas, y puede dañar o llegar a provocar la muerte de especies no objetivo. Además, se ha descubierto que este arte disminuye la fotosíntesis por resuspensión de sedimentos y altera procesos de fijación del carbono y del nitrógeno, entre otros, de manera que sus efectos derivados y consecuencias pueden resultar imprevisibles y significativas (Norse, 1993). Por lo que respecta a las poblaciones de tortugas marinas, estudios demográficos han demostrado que la captura accidental de ejemplares juveniles y adultos y los riesgos que esto conlleva tienen un impacto más negativo en estas poblaciones que si se tratase de ejemplares más jóvenes (Crouse et al. 1987). 1.3. Interacciones entre pesca y tortugas marinas. La pesca es una actividad ancestral que muy poco ha cambiado en su concepto desde que se practica. Los esfuerzos que se hacen para asegurar la gestión sostenible de las pesquerías son muy inferiores a los que se han llevado a cabo en tecnificar las flotas y dotarlas de mayor efectividad. Muy frecuentemente la pesca tiene resultados no esperados en forma capturas accidentales (o by-catch, en inglés) de especies sin interés comercial o que están protegidas por convenios internacionales, como es el caso de las tortugas marinas. Estos animales fueron objeto de pesca comercial en el pasado, y han sido consumidos habitualmente por pescadores y determinadas etnias hasta hace poco. Los huevos de tortuga también son consumidos ilegalmente por ciertas culturas, que creen que tienen propiedades que aumentan el vigor sexual. En el Mediterráneo la pesca es responsable de la captura accidental de hasta 150.000 tortugas marinas al año (Casale, 2008), divididas entre los diferentes tipos de pesca que se presentan a continuación. 1.3.1. Tipos de arte de pesca Pesca de palangre: Existen diferentes modalidades de palangre: el de superficie, dedicado a especies pelágicas y el de fondo, para especies demersales. Por lo general, el palangre de superficie es el que más capturas accidentales de tortugas registra (con una mortalidad asociada del 40%) (Lucchetti y Sala, 2009). Este método de pesca consiste en una línea madre superficial, sujeta con boyas por los extremos, y con líneas de menor diámetro a lo largo de ella, las cuales presentan anzuelos con cebo (diferentes tipos de pescados, marisco, moluscos,...). Los palangres pueden tener varios kilómetros de longitud y su largado se lleva a cabo desde las embarcaciones. En algunos casos puede dejarse a la deriva y en otros se fondea. El problema de este arte de pesca radica principalmente en el tipo de cebo y el tamaño y forma del anzuelo. El cebo de calamar es el más atractivo para las tortugas y, por ello, su uso debería estar limitado. Mientras que cuanto más pequeño sea el anzuelo, mayores problemas podrá causar a las tortugas. Si el anzuelo se aloja en la región peribucal del animal, no hay problema para su extracción segura, es decir, que puede no causar ninguna lesión a la tortuga ni supone un riesgo para su vida. En cambio, si los anzuelos están alojados en el esófago su extracción es más complicada y puede suponer un riesgo para la tortuga; por lo general, cuánto más interno esté localizado el anzuelo, existe un mayor riesgo de que haya complicaciones. Los mayores problemas asociados a la captura accidental por palangre es cuando se producen desgarros en el aparato digestivo o cuando el anzuelo daña la glotis y produce complicaciones de tipo neumónico. Dependiendo de la profundidad a la que esté el palangre, también le puede provocar la muerte por ahogamiento. Si la tortuga es izada a peso por los pescadores, el anzuelo puede producir desgarros en el esófago o empeorar la herida si está alojado en la mandíbula o la boca. La mortalidad post-captura es casi segura si el sedal del palangre es cortado desde la borda de la embarcación, ya que la tortuga acaba ingiriéndolo y éste provoca desgarros internos en el aparato digestivo que acaban con la vida del animal. Debido a la gran incidencia de pesca accidental por palangre, la Fundación CRAM lleva años trabajando con los pescadores para minimizar tanto las capturas como sus secuelas. Para ello se han llevado a cabo proyectos para averiguar las consecuencias del uso de diferentes tipos de anzuelo, incluyendo anzuelos circulares, biodegradables o con sedales especiales. Se ha impartido formación a pescadores y se han diseñado y distribuido pértigas de corte para cortar el sedal a ras de boca y evitar las complicaciones que se derivan. Pesca de arrastre: La pesca de arrastre es la modalidad de pesca menos selectiva. Consiste en remolcar una red desde la embarcación manteniéndola abierta a través de unas puertas de madera o metálicas, manteniéndolas separadas. La red va lastrada en la parte inferior y tiene flotadores en la superior, de manera que se maximiza la sección de la boca de la red. Existen dos grandes tipos de arrastres: los de fondo y los pelágicos. El primero consta de las puertas de arrastre que barren el fondo marino y se centra en la captura de especies bentónicas y demersales como el bacalao, la merluza, calamar, langostino, galera, etc. Su principal inconveniente radica en que es una práctica destructiva que acaba con los fondos marinos y sus comunidades bentónicas, fragmenta los hábitats, y es una práctica poco selectiva. Mientras que el segundo no posee las puertas de arrastre y se centra en la captura de especies pelágicas, es decir, que pasan su mayor parte del tiempo en la parte más superficial del agua, como las anchoas, el arenque, la caballa, etc. Este tipo tiene la ventaja que es más selectivo que el arrastre de fondo en cuanto a la captura de especies objetivo; no obstante, también puede causar la captura accidental de tortugas marinas, cetáceos y otros animales marinos amenazados. En su conjunto, se trata de artes de pesca de tipo activo, es decir, que no esperan ni confían en los movimientos del pez para su captura, sino que van en busca de él. Normalmente, el tipo de arrastre que predomina en el Mediterráneo es el arrastre de fondo, el cual está considerado como el segundo arte de pesca más impactante dentro de la población de tortugas marinas (sobre todo juveniles y sub-adultas). Este método consiste en una red de arrastre compuesta en un extremo por un copo y por el otro por las alas y la boca de la red. La parte superior, denominada relinga superior, posee flotadores adheridos, mientras que la inferior consta de pesos. La red posee además plomos y cadenas que levantan el sedimento y fuerzan a los organismos que están enterrados a salir, de manera que todo lo que se encuentra durante el recorrido queda atrapado en el interior de la red. La red es largada desde una embarcación en marcha y mantenida abierta mediante unas puertas de arrastre metálicas sujetas al barco por unos cables. Las puertas barren el fondo del mar y dirigen las capturas hacia el embudo de la red, para quedarse finalmente alojadas en el copo. Una vez transcurrido el tiempo del vuelo (por lo general de una a dos horas) se recoge la red, y se vierte a cubierta las capturas que se hallan retenidas dentro del copo. Después, se procede a la clasificación del material pescado y al rechace de los descartes, que engloban a todas aquellas especies no objetivo y a las no aptas para el comercio. Este método es una práctica pesquera industrial poco selectiva, ya que las capturas de peces que realizan son masivas y muchas de las especies capturadas no son de interés comercial, por lo que se devuelven al mar muertas o en mal estado. Además, el principal problema de este arte pesquero radica en que destruye los fondos marinos y acaba con sus comunidades bentónicas, llegando incluso a hacer que las pérdidas causadas sean irreparables. Pesca con redes de trasmallo o deriva: Se trata de redes que se mantienen en la superficie, o justo por debajo, y están en posición vertical. Esta suspensión viene proporcionada por flotadores unidos a la parte superior de la red, mientras que de la parte inferior de ella cuelgan pesos. Existen 2 tipos de trasmallo: el de deriva y el fijo, el primero de los cuales está totalmente prohibido en la actualidad. Esto es debido a que la red actúa de forma pasiva, es decir, que captura peces cuando éstos intentan atravesarla, y les provoca la muerte por ahogamiento. Por ello, este tipo de redes son las responsables de las tasas más elevadas de mortalidad directa de las tortugas marinas que existe. Además otro grave problema es que estas redes pueden capturar presas de gran tamaño, incluso pudiendo llegar a capturar especies protegidas como tortugas marinas, cetáceos, etc. Cerco: Las redes de cerco se utilizan para la captura de peces cuya costumbre es nadar formando densos cardúmenes o bancos de peces, ya sea en superficie o a media agua. Un arte de cerco se reduce a un gran paño de red en forma rectangular. En la parte superior de la red hay unos flotadores que la mantiene en posición vertical, cuando se utiliza. En la parte inferior lleva una serie de plomos que ayudan al mantenimiento vertical, contando además con un conjunto de anillos por los que pasa un cabo resistente llamado “jareta”, que se encarga de cerrar la red. Cuando la embarcación llega a una localización, tiran al agua uno de sus extremos cuyos cabos quedan al borde de un bote auxiliar, que describe un círculo rodeado a la mayoría de los organismos. Una vez finalizan, los pescadores van tirando de cada uno de los extremos y cierran el copo por la parte inferior. 1.3.2. La pesca y su relación con la conservación de especies marinas amenazadas. El sector pesquero, por su propia naturaleza, tiene una gran responsabilidad en la conservación de especies marinas amenazadas. Como sector industrial, tiene un gran efecto en la mortalidad de estas especies debido a pescas accidentales o by-catch. El sector pesquero debe ser consciente, y muchas veces lo es, de su papel fundamental en la gestión de sus recursos, y no solamente de su explotación. Sin embargo, y más aún con la globalización de la pesca, el sector está sometido a muchas presiones que hacen que muchas veces la pesca y la conservación, por no hablar de la simple sostenibilidad del recurso, se vean como incompatibles. Las administraciones públicas se encargan de velar por el cumplimiento de las regulaciones pesqueras, y establecen pautas que hagan compatibles la explotación de los recursos con su adecuada preservación, como por ejemplo el establecimiento de cuotas, tallas mínimas, regulaciones de tamaños de malla para las redes, periodos de veda, etc. Muchas cofradías, consicientes de la disminución de la producción, se imponen periodos de paro biológico o llevan acciones dedicadas a recuperar las poblaciones de algunas especies. La limitación del esfuerzo pesquero, es decir, que el tamaño de la flota en mar y el tiempo de faena, se restringen con el objetivo de prevenir la sobrepesca. De esta manera, se limita la actividad de los buques, otorgando cuotas de capturas o de número de días de actividad, estableciendo vedas temporales o zonales y limitando el uso de artes de pesca poco selectivas como el arrastre y el trasmallo. Todo esto conlleva una reducción del esfuerzo pesquero y, por consiguiente, una reducción de la rentabilidad de las unidades pesqueras. Uno de los conflictos que el pescador tiene a la hora de tomar actitudes conservacionistas, o simplemente sostenibles, es su papel de productor primario que en muchos casos no controla el precio de su producción. El precio de la lonja, es decir, el lugar de venta de los productos pesqueros 9E8F6BF E86< [A ??8:47BF A 8FGBF ?H:4E8F F8 E84?