Necesidad De Incorporar La Dimension Politica En El Analisis De La

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ALGUNAS FACETAS NEGATIVAS DEL TRATADO DE LIBRE COMERCIO DE NORTEAMERICA COMO EJEMPLO PARA FUTUROS PROCESOS DE INTEGRACION Victor M. Soria Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa Introducción. En este trabajo se analizan algunos de los resultados del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCAN), los cuales no sólo muestran la insuficiencia la teoría ortodoxa del libre comercio, sino que también reflejan tanto su economicismo, como su impropia aplicación a países subdesarrollados. Los efectos negativos del TLCAN se pueden analizar por medio de tres factores principales: 1) la lógica histórica que antecede al TLCAN, dentro de la cual es importante la integración silenciosa de la economía mexicana al sistema productivo de la región norteamericana. Este sistema entró en crisis en los años setenta, lo que sumado a los cambios impuestos por la globalización económica y la formación de bloques regionales, ha ahondado los problemas de inserción internacional de México. 2) La deficiente negociación de México con Estados Unidos, por la dialógica política del gobierno salinista, así como por la mayor fuerza norteamericana para seleccionar la temática y sus alcances dentro del tratado, así como los posteriores regateos del Congreso estadounidense en los acuerdos paralelos y, 3) la crisis económica de México y la subsecuente necesidad de financiamiento extranjero lo han llevado a someterse al “consenso de Washington”. La crisis política del presidencialismo, del partido de Estado y del corporativismo, así como la obstinación de no perder el poder, han llevado a una mayor sujeción a la política estadounidense a cambio de su apoyo económico y político. Así, la crisis del sistema político mexicano condicionó tanto la negociación, como la política económica y social interna que tienen postrado al país y que en esas condiciones la apertura económica y el acuerdo de libre comercio ahondan todavía más la crisis. 1. La Lógica Histórica en el Trasfondo del TLCAN. Dentro del desarrollo histórico de las relaciones económicas y políticas entre México y Estados Unidos han concurrido diversos factores, entre los que se encuentran: a) el desarrollo de un “sistema productivo” que ha alimentado la integración silenciosa entre los dos países; b) el inicio de la conformación del bloque de Norteamérica a raíz del incremento de la competencia entre las empresas y los países; a esta conformación ha contribuido el “ciclo productivo histórico” que llevó en los años setenta y ochenta a la pérdida de empleo y competitividad por parte de Estados Unidos y la necesidad de mitigarlas mediante un acuerdo de libre comercio; c) la preservación de la seguridad nacional de los Estados Unidos; d) el interés estadounidense por el aumento de la democracia en México, América Latina y el 2 mundo para crear un ambiente pacífico proclive a su seguridad nacional y, e) la explosión demográfica mexicana que ha penetrado al vecino país y que se interpreta tanto parcial como negativamente por éste. a) A partir del establecimiento en el siglo pasado, de los ferrocarriles en México durante la administración de Porfirio Díaz, dirigidos a la frontera con Estados Unidos para favorecer la exportación de minerales y otras materias primas, se fue conformando lo que DeBernis llama un “sistema productivo”, que explica el elevado grado de interdependencia de las economías de dichos países, sobre todo para la mexicana, cuyo comercio exterior con el vecino del Norte ya desde los años sesenta alcanzaba un 70% del total. El gran núcleo económico norteamericano hace gravitar a la economía mexicana a su alrededor, y la hace altamente influenciable en relación a la tecnología en uso (generalmente con un desfase), a su estructura productiva y de consumo (sesgada hacia la sociedad opulenta), al financiamiento de la inversión, al turismo bilateral, a la inmigración de jornaleros agrícolas mexicanos, entre otras cosas y, que además le transmite rápidamente las variaciones de su ciclo económico. b) La globalización económica ha sido el resultado, por una parte, de la competencia tecnológica y la lucha por los mercados y, por otra (como apunta Couffignal, 1996: 19) “del fin del enfrentamiento bipolar”. Ahora bien, la tendencia a la mundialización de los intercambios ha llevado aparejada la formación de tres grandes bloques regionales, fenómeno que es a la vez contradictorio y complementario a dicha tendencia. Dentro del contexto de la agudización de la competencia por los mercados y el hecho de que Estados Unidos fue perdiendo productividad y hegemonía económicas en las dos décadas pasadas, comenzó a conformar el bloque económico de Norteamérica, dentro del cual se encuentra México quien ya se había ido integrando en los hechos al sistema productivo estadounidense1. Desde los años sesenta los Estados Unidos experimentan una baja en la productividad y una pérdida en su participación en el producto total de los países más industrializados2, por lo que el gobierno comenzó a instrumentar diferentes estrategías para recuperar su dinamismo económico. El proteccionismo selectivo constituyó una primera línea estratégica, mediante la cual se establecieron diversos grados de protección sectorial en términos de restricciones cuantitativas a la importación de ciertos productos. No obstante, esta estrategia fracasó en 1 Una de las teorías que trata de explicar parte de las razones por las que ha perdido competitividad la economía estadounidense es la del “ciclo histórico de producción”. Esta postula que la estandardización, particularmente en las manufacturas, abandona las viejas sociedades industriales para acceder a las naciones en desarrollo que puedan adoptarlas y producir a un costo más bajo. Así, para el caso de los Estados Unidos, se menciona el hecho de que ha perdido miles de empleos en el sector manufacturero. Estos empleos se fueron en primer lugar a Japón y después a los países Sudasíaticos. De aquí se deriva, por lo tanto, que si van a perderse empleos en la economía etadounidénse, sería conveniente que se fueran a México, que a diferencia de esos países, ofrecería a cambio mercados para las exportaciones de Estados Unidos. 2 Los EU fueron perdiendo su nivel de productividad desde los años sesenta, lo cual unido a la recuperación de los países europeos y de Japón, así como el crecimiento de los países del Sud Asíatico, se ha reflejado en la baja de su participación en el producto total de los 15 países más industrializados del mundo, que era de 44.1% en 1950 y de 31.6% en 1980 (Martner 1993, citado por Espinoza 1994: 81). 2 3 vista de la débil respuesta de reestructuración de los sectores protegidos (Pipitone 1994: 64-65). A partir de los años setenta se imaugura una segunda estrategia competitiva: la contención salarial, misma que se alarga hasta principios de los noventa y que explica en buena parte la pérdida de capacidad competitiva de la industria de Estados Unidos (Ibid.: 65). A pesar de la baja en los salarios reales la productividad continuó deprimida y el país continuo perdiendo competitividad frente a Japón y al bloque europeo. En los años ochenta, con la administración Reagan, se inicia una tercera línea de acción estratégica: el adelgazamiento del Estado, la cual tampoco dió los resultados esperados. A pesar de que se recuperó el crecimiento en los ochenta, el ahorro interno y la productividad continuaron deprimidos por lo que se recurrió al endeudamiento y al déficit prespuestal creciente (Pipitone 1994: 66). Es dentro de este contexto, que el TLCAN podría considerarse como una cuarta línea estratégica diseñada para salir del estacamiento productivo3. c)Dentro del trasfondo histórico del TLCAN se encuentra la motivación de Estados Unidos para formar la llamada Comisión Trilateral, en la década de los setenta, con el fin de garantizar su seguridad económica a través de la creación de condiciones que permitieran lograr un nivel satisfactorio de gobernabilidad en el mundo, sobre todo en los países subdesarrollados. El logro de la seguridad nacional, salvo excepciones, ya no es (mayormente) por medio de intervención directa de los países centrales, sino mediante la promoción del crecimiento económico de los países pobres, lo cual llevaría aparejado un proceso de democratización gradual de sus gobiernos, que ayudaría a mantener un clima de paz y gobernabilidad. d)Los políticos y altos funcionarios públicos estadounidenses tradicionalmente han puesto por delante la necesidad de fortalecer la democracia en el resto del mundo, aun cuando su actuación no ha sido democrática en su interior, como lo atestigua el elevado nivel de discriminación racial, ni al exterior, a la vista de las numerosas intervenciones militares en América Latina. En la etapa neoliberal el discurso de la democratización se ha acentuado4, tanto a través de las imposiciones autoritarias del gobierno norteamericano como de las grandes corporaciones multinacionales sobre los países del Tercer Mundo. 3 La economía estadounidense se ha recuperado desde finales de 1992 y ha obtenido en los últimos cinco años una tasa anual de crecimiento del PIB cercana al tres porciento, ha tenido una tasa anual de inflación menor al tres prociento, ha disminuido su tasa de desempleo y las empresas han bajado su endeudamiento. No obstante, persiste el elevado déficit comercial y se espera alcanzar el equilibrio presupuestal en el año 2002 (CEPII 1997: 18-19). Si bien se está dando una reestructuración productiva, existe todavía una situación dual en la industria y en los servicios: junto a sectores con alta intensidad en capital e I&D, lo cuales han tenido una elevado crecimiento de la productividad y mayor empleo, también se encuentran sectores de baja tecnología que han tenido tanto un crecimiento de la productividad inferior al promedio, como una caída del empleo más rápida que el promedio (OCDE 1998: 39). 4 Anthony Lake, director del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, pronunció un discurso en Washington el 21 de septiembre de 1993, en el que enfatizó la necesidad de: 1)“fortalecer una comunidad de democracias de mercado; 2) ayudar a estimular y consolidar nuevas democracias y economías de mercado; 3) contener la agresión y apoyar la liberalización de Estados hostiles a la democracia y los mercados; y 4) impulsar una agenda humanitaria, trabajando para que la democracia y las economías de mercado se arraiguen en las relaciones de mayor preocupación humanitaria (El Financiero, 19 de ocutbre de 1993, p.20, citado por Espinoza (1994: 79). 3 4 e)Uno de los grandes problemas para las relaciones entre Estados Unidos y México es la demografía de este último. Para contrarrestar esa marea humana que amenaza con desbordarse, se dice que sólo hay tres opciones: recibir a los trabajadores mexicanos excedentes, comprar los productos mexicanos, o inyectarle capital para que pueda expandir su sector industrial. En el TLCAN no se negoció la recepción de trabajadores mexicanos por Estados Unidos, por lo que en los hechos se rechazó esta opción5, además la inmigración ilegal, como principal medio para “recibir a los mexicanos excedentes”, está imponiendo cargas severas a los programas de bienestar y educación en los estados más afectados y ha generado un sentimiento anti-inmigrante en Estados Unidos. Las grandes empresas estadounidenses parecen aceptar que la adquisición de productos mexicanos y el incremento de la inversión de Estados Unidos en México sería una mejor opción, esperando que en el largo plazo el fortalecimiento de la economía mexicana absorba mayores exportaciones del vecino país. 2. La Negociación Desventajosa y Sesgada entre Estados Unidos y México. El proyecto del TLCAN entre Canadá, Estados Unidos y México se inició durante la administración de George Bush, aun cuando Ronald Reagan fue el primero que planteo la conveniencia de éste6. La propuesta del ex-presidente Bush al gobierno de Carlos Salinas de Gortari (CSG) para negociar un acuerdo de libre comercio tuvo al principio una respuesta reticente, pero después fue abrazada por el presidente mexicano como la pieza clave dentro de su estrategia económica y política. La dialógica de la administración salinista anunció las posibles ventajas de consolidar el patrón de crecimiento con orientación exportadora iniciado por Miguel de la Madrid en 1983, ocultando, en cambio, el objetivo de construír un sistema político que perpetuase en el poder el régimen neoliberal salinista7. El proceso de negociación se organizó, por el lado mexicano de manera cupular entre el presidente de la República y el gabinete económico y los representantes de las cámaras industriales y de comercio en las que se toman en cuenta los intereses de las grandes empresas8. Esta negociación cupular también presentó ciertos 5 El apartado del Tratado que especifica las reglas para la entrada temporal de personas dice: “No se establece un mercado común con libre movimiento de personas. Cada uno de los países conserva el derecho de velar por la protección del empleo permanente de su fuerza de trabajo, así como el de adoptar la política migratoria que juzgue conveniente, y el de proteger la seguridad en sus respectivas fronteras”. Las categorías de personas de negocios son: visitantes de negocios, comerciantes, inversionistas, personal transferido dentro de una compañía y ciertas categorías de profesionales que pretendan llevar a cabo una actividad de negocios en un campo profesional, pero no incluye a los trabajadores migratorios. Se acordó limitar la entrada de profesionistas mexicanos a Estados Unidos hasta 5,500 personas anuales. 6 Hacia el final de 1979, al anunciar su candidatura presidencial, Reagan afirmó: “vivimos en un continente en el que tres países (Estados Unidos, Canada y México) poseen los activos para convertirse en el área más próspera, fuerte y autosuficiente de la Tierra” (citado por Huchim 1992: 9). 7 Entre las declaraciones explícitas de prolongar la influencia neoliberal salinista se encuentran las de Angel Gurría, actual Secretario de Hacienda en el gobierno de Ernesto Zedillo, quien afirmó que el modelo económico iniciado por CSG podría extenderse cuando menos por 24 años (cuatro sexenios gubernamentales), para lograr la consolidación del mismo. 8 El sector privado a través del Consejo Coordinador Empresarial, estableció en junio de 1990 la Coordinadora de Organizaciones Empresariales de Comercio Exterior (COECE), para representar los intereses de los empresarios mexicanos en las negociaciones del TLCAN y negociaciones comerciales con otros países. La COECE se constituyó con la participación de las cámaras de industria y comercio, la Confederación Patronal de la República Mexicana, el Consejo 4 5 vacios de comunicación y decisiones unilaterales por parte de los negociadores gubernamentales. No se tomaron en cuenta los intereses de los trabajadores, de las pequeñas y medianas empresas ni de los consumidores9. La organización mafiosa de los grupos de poder público-privados que llegó a su climax durante la administración de CSG, facilitó la manipulación de la presidencia que aceptó acuerdos inadecuados en ciertos sectores industriales, la agricultura, los servicios y la eliminación de la negociación de la inmigración de trabajadores mexicanos a Estados Unidos. La errónea creencia de que con la existencia de un Tratado, con mecanismos explícitos para negociar los conflictos, se garantizaba la libre entrada al mercado norteamericano se ha estrellado contra las ventajas y abusos del país hegemónico. El embargo atunero no se ha resuelto satisfactoriamente con la entrada en vigor del TLCAN, a los transportes de carga mexicanos se les ha prohibido la entrada a territorio norteamericano, y tanto el jitomate como el aguacate mexicanos han visto obstaculizada su exportación, mientras que productos industriales como el cemento y el acero también han sufrido los embates del proteccionismo norteamericano10. La crisis política ha amplificado los costos principalmente sociales de la puesta en marcha del TLCAN. El primero de enero de 1994 estalló la rebelión zapatista enarbolando como banderas, entre otras exigencias, la renuncia del gobierno, el cambio del sistema político y el rechazo del TLCAN, lo cual, junto con los asesinatos políticos auyentó al capital extranjero y catalizó la vulnerabilidad que venía arrastrando la economía; esto desembocó en el desplome financiero en diciembre de 1994. El apoyo económico de Estados Unidos para fortalecer las finanzas gubernamentales, agotadas por la huida del capital extranjero, llevó a pignorar la producción petrolera y a sujetarse a las directivas norteamericanas tanto en política económica, como en la política contra el narcotráfico, los cambios en la legislación y el aumento de la militarización del país. Para México, el TLCAN tuvo como antecedente el cambio estructural de la economía hacia la exportación iniciado en 1983, la entrada al GATT en 1986, seguida de la apertura comercial unilateral y el rápido desmantelamiento de la estructura proteccionista, lo cual desembocó en la desaparición de miles de empresas pequeñas y medianas, un masivo desempleo y el incremento significativo de la pobreza. La liberalización comercial unilateral dejó al gobierno mexicano con una débil posición para negociar el TLCAN, en vista de que para 1990 el arancel Mexicano de Hombres de Negocios, las asociaciones de exportadores e importadores, de compañías de seguros, y de otras asociaciones y consejos empresariales. Por parte del gobierno, el Secretario de Comercio y Fomento Industrial fungió como Presidente del cuerpo negociador mexicano, y el Jefe de la Unidad Negociadora, como Secretario Técnico (Alba 1997: 153). 9 De acuerdo con Alba (1997: 157), “la COECE, por su propia estructura y la composición de sus miembros, revela una sobrerepresentación de los intereses de los grandes grupos empresariales de México, los importadores y exportadores (…) y el sector financiero, generalmente los que han resultado beneficiados por la nueva política económica; por otro lado revela una subrepresentación de los pequeños empresarios”. 10 Si bien en el caso de las acciones anti-dumping (AD) y la fijación de cuotas de compensación (CC), llevadas a cabo por Estados Unidos contra México y Canadá no están fuera de proporción con otros países, ni que los casos de decisiones restrictivas contra sus socios en el TLCAN hayan sido mayores que contra terceros países, “esto no significa que las leyes de prácticas ‘desleales’ comerciales de los Estados Unidos no hayan perjudicado de manera significativa a industrias canadienses y mexicanas que han sido objeto de demandas en acciones de AD y CC” (Prusa 1997: 259). 5 6 promedio había bajado a cerca del 13%, mientras que el arancel ponderado de importación era de 10.5%11. En la primera etapa de la administración salinista (1988-1991), la política económica, apoyada por la legitimación de su gobierno, implementó algunas medidas que llevaron a la recuperación económica, aunque con elevados costos sociales. Entre dichas medidas sobresalen: la renegociación de la deuda externa que disminuyó el servicio de la misma allegando más recursos a la economía y reabriendo el proceso del crédito externo; la concertación política y económica a través de los Pactos internos tuvo una etapa de logros en la lucha contra la inflación, (a costa del mantenimiento del aumento salarial por debajo de la tasa de inflación), y la inversión privada respondió positivamente a las masivas transferencias de recursos por via de la deuda interna. En cambio, a partir del comienzo de las negociaciones del TLCAN, la política económica se subordinó a priori a las lineas de Washington, estimando que la firma del Tratado llevaría a un crecimiento sostenido, a la estabilidad política y a la supervivencia transexenal del salinismo. Veamos en términos sintéticos los vacios y deficiencias de la negociación. El Tratado y los cambios que ha inducido entrañan costos económicos y sociales considerables. Ningún país, incluido Estados Unidos, ha tratado de desarrollar una base manufacturera de exportación abriendo sus fronteras tan rápida e indiscriminadamente, frente a productores más eficientes y con costos de producción más bajos. Con el afan de negociar a toda costa el TLCAN, México ha sacrificado su política industrial y está viendo desaparecer las viejas industrias y los agricultores tradicionales, por lo que podría perder más empleos de los que se van a crear (Castañeda, 1993). El primer obstáculo que puso nerviosos a los negociadores mexicanos fue el proceso de aprobación del “fast-track legislativo” estadounidense, para que el Tratado pudiera ser negociado por representantes del poder ejecutivo, sin necesidad de interrumpir constantemente las negociaciones para tomar en cuenta la opinión del Congreso. A pesar de la oposición de algunos de los legisladores norteamericanos y de la AFL-CIO, el apoyo decidido de Bush y su equipo negociador, así como el intenso cabildeo legislativo contratado por México12, permitieron que el 6 de marzo de 1991 se aprobara el fast-track. La situación cambió cuando Bush perdió las elecciones presidenciales en 1993, lo cual representó un duro golpe para el gobierno mexicano, ya que el TLCAN no era una prioridad para Clinton. En vista de ello, tanto Bush como Salinas y el primer ministro 11 La media arancelaria de importación se mantuvo hasta 1993 en 13%, bajando a 12.5% en 1994, subiendo a 13.1% en 1995 y bajando y manteniendose en 12.6% en 1996 y 1997. El arancel ponderado de importación ha sido un poco más bajo que la media arancelaria; así entre 1991 y 1994 se mantiene entre 11.2% y 11.3%, bajando a cerca de 10% entre 1995 y 1997 (Ernesto Zedillo, Tercer Informe de Gobierno 1997, Poder Ejecutivo Federal, Cuadro sobre Estructura arancelaria y resoluciones antidumping). 12 Entre 1991 y 1993 el gobierno mexicano gastó 61 millones de pesos en cabildeo y relaciones públicas; 37.3 millones en asesoría legal; 10.2 millones en estudios económicos; 2.6 millones en asesorías; 1.3 millones en traducciones, y 7 millones en gastos diversos, o sea un total de 119.4 millones de pesos, de acuerdo con cifras de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, difundidas en septiembre de 1993. 6 7 de Canadá, se apresuraron a firmar el TLCAN, cada uno en su país, quedando pendiente la ratificación del Congreso norteamericano13. El fast-track, sin embargo, representó otra desventaja para los negociadores de México que examinaron a marchas forzadas la situación de los diferentes temas y sectores, y tuvieron poco tiempo para realizar una verdadera concertación con los empresarios mexicanos para alcanzar una posición más firme frente a un adversario más fuerte. En el comercio de bienes, si bien Estados Unidos abrió de inmediato el 84% de su comercio y Canada el 79%, mientras que México abrió tan solo el 41%, sin embargo, se excluyeron aquellos productos en los que México es más competitivo, como el atún, el camarón, las plantas vivas y las rosas, cristalería de mesa, tubos de acero, cerámica y ladrillos refractarios, así como motores diesel (Ramírez, 1993: 93). También, dejaron vacios algunos aspectos importantes de los que pudieron haber tomado ventaja, como una renegociación más efectiva de la deuda externa con Estados Unidos14 y de la fuerza de trabajo que emigra a dicho país15. Los acuerdos a los que se llegó, fueron altamente desfavorables para las empresas nacionales en lo relativo a las exigencias de las empresas transnacionales (ET) para eliminar los llamados requisitos de desempeño (utilización de insumos nacionales, balance comercial positivo, creación de empleo, etc.), así como para gozar de claras ventajas en relación a las empresas nacionales, logrando que se les diese trato nacional (para las mexicanas hubiera sido más apropiado el trato preferencial), que se aceptara cambiar la Ley de Inversiones Extranjeras y que se protegiera la propiedad intelectual16. Algunas de las desventajas para México así como la fragilización de la economía, como resultado de la negociación y ratificación del TLCAN, se examinan brevemente a continuación. Sector agropecuario. 13 Al asumir el poder, Clinton declaró que el Tratado era inevitable para su país y una cuestión de seguridad nacional. Esto significó un respiro para el gobierno de CSG, sin embargo el apoyo de Clinton al Tratado fue a cambio de reabrir las negociaciones para definir temas “paralelos” en materias laboral y de ecología. Las negociaciones paralelas que implicaron nuevas restricciones para México, se justificaron en términos de la necesidad de convencer a los miembros del Congreso estadounidense para ratificar el Tratado. 14 Varias organizaciones importantes en Estados Unidos demandaban algún tipo de alivio para la deuda externa mexicana, entre ellas la AFL-CIO, Greenpeace, Américan Friends Service Committee, y otras, como la United Food & Commercial Workers International Union, demandaban abiertamente una condonacion de la deuda dentro de las negociaciones del TLCAN (González-Souza 1994: 154) 15 La falta de negociación constituye una irresponsabilidad de ambos países en vista de que la demanda de mano de obra barata por parte de Estados Unidos es un hecho irrefutable, lo mismo que la oferta por parte de México. Los estudios sobre este tema muestran que posiblemente el TLCAN no reducirá los flujos migratorios de ilegales de México a Estados Unidos en el corto plazo. El Tratado incluso podría influir en su incremento en vista de la mortalidad de empresas medianas y pequeñas, el desempleo que esto crea y la crisis por la que atraviesa México. La militarización de la frontera y la eliminación de servicios de salud y educativos no reducirá la oferta de trabajo si la demanda continua (Velázquez-Flores 1994: 270). 16 De acuerdo con Soria-López (1995: 24), “la legislación trinacional promoverá hacia México la difusión comercial de la tecnología en la forma de productos finales de consumo directo, más que la difusión comercial con fines innovativos de productos y procesos en la planta industrial (…) el objetivo específico es el de cancelar la difusión por vía de la imitación informal o “ilegítima”, puesto que se opone a la estrategia de mercado de las grandes empresas, (por lo que) el derecho (monopólico) de patente ha sido ampliado y el conocimiento secreto ha sido incluido y fortalecido, tanto en la legislación mexicana desde 1991, como en la legislación trinacional desde 1994”. 7 8 El TLCAN constituye la formalización del proceso de apertura comercial de la agricultura, que comenzó con el gobierno de Miguel de la Madrid como parte del cambio estructural; este proceso se consolida en lo esencial con el régimen de Carlos Salinas y es continuado desde finales de 1994 por la administración de Ernesto Zedillo. La liberalización de varios de los productos agrícolas importantes que se efectuó antes de entrar en vigor el TLCAN llevó a déficits fluctuantes con tendencia al crecimiento en la balanza comercial agropecuaria, por lo que con el TLCAN se esperaba un comportamiento similar. En 1995, sin embargo se obtuvo un superávit de 1,372 millones de dólares, el cual se explica más bien por la devaluación del peso y la aguda recesión económica, y la consiguiente baja del consumo alimentario, que como efecto del TLCAN. En 1996 se registra un déficit comercial de 1,079 millones de dólares, por lo que se espera que el déficit suba en etapas con crecimiento económico. La negociación tampoco fue benéfica para el sector agropecuario. El 50% de los productos agropecuarios estadounidenses exportados a México tiene un arancel cero desde el comienzo del TLCAN, y los productos que más interesa exportar desde México, como azúcar, frutas y legumbres frescas tendrán un periodo de desgravación más largo. Aun cuando se autorizó exportar a Estados Unidos una cuota de 25,000 toneladas de azúcar mexicana, esta es una octava parte de la asignada a Filipinas. A pesar de que México obtuvo una protección de 15 años para maíz y frijol, no puede exportar libremente frutas y legumbres frescas y flores cortadas, salvo a Estados Unidos durante las estaciones no productivas (Ramírez, 1993, pp.94-96). En el caso del maíz, que había alcanzado la autosuficiencia en los primeros años noventa, a partir de 1994 con el TLCAN se inicia su liberalización de hecho (aunque la liberalización total se acordó en 15 años) a través de la drástica reducción del precio de garantía, tendiendo a ubicarlo en línea con los precios internacionales, aunque en 1996 tuvo un respiro en vista del alza del precio internacional (Zermeño 1997: 112). Tanto el TLCAN como la política agropecuaria a través de las reformas al artículo 27 Constitucional, tienen por detrás el dogma de la competitividad, lo cual significa que las unidades agrícola no competitivas deben desaparecer. Aun cuando los efectos del TLCAN sobre el sector agropecuario todavía no se pueden evaluar, lo que la mayoría de los analistas aceptan es que la asimetría entre la potencialidad tecnológica y productiva de Estados Unidos y México es significativa, por lo que al transcurrir los 15 años en que se alcanzará la liberalización total, se harán manifiestas cada vez más las ventajas competitivas del primero. El mayor plazo dado a México en sus cultivos de granos básicos realmente no toma en cuenta las asimetrías en términos de apoyos reales al incremento de la productividad, máxime que la política aplicada por México no contribuye a ello. El problema más grave, sin embargo, lo constituye el desplazamiento que pueden sufrir más de dos millones de familias, las cuales la lógica neoliberal no les ha buscado un posible acomodo productivo ni siquiera en el análisis del cambio estructural. 8 9 Sector financiero. Este fue uno de los sectores en los que se originaron más controversias. Estados Unidos exigió de manera categórica el “trato nacional”, lo cual implica rechazar cualquier régimen de excepción, pero en vista de la legislación estadounidense que da autonomía a cada una de sus entidades federativas, así como su regulación prudencial, hacen muy difícil el establecimiento de bancos extranjeros en ese país (Franco 1994: 490-492). México obtuvo un periodo de transición hasta el año 2000, así como una salvaguarda en relación al capital, el que no podrá rebasar el 1.5% del capital neto total del sistema ni, agregadamente, ir más allá del 15% del tal capital en el año 2005. Si en los siguientes cuatro años el agregado del capital de los bancos extranjeros sobrepasa 25% del capital total del sistema, se podrán poner restricciones a su crecimiento por tres años (Armendariz y Mijangos 1995: 276). De lo anterior se desprende que la naturaleza de su legislación bancaria y financiera estadounidense cerrará el camino a los bancos y empresas financieras mexicanas que pretendan establecerse en ese país. En cambio, la situación de insolvencia actual del sistema financiero mexicano dejan entrever, que las claúsulas de salvaguarda para México incluidas en el TLCAN no serán tan efectivas17. En materia de servicios financieros transfonterizos, en los que empresas financieras de Estados Unidos y Canadá efectuan transacciones denominadas en moneda extranjera con residentes locales, existe la preocupación de puedan quedar bajo control de éstas, especialmente las estadounidenses18. Tal como apunta Correa (1995: 311): “En una economía como la nuestra, que a lo largo de los últimos dos decenios ha mostrado su recurrencia a la dolarización, a la fuga de capitales y al endeudamiento en dólares, la presencia de intermediarios extranjeros que finalmente nivelan sus posiciones en divisas de manera más directa-, sin duda constituye un elemento que coloca en serias desventajas a los intermediarios locales (a menos que, en breve, éstos o algunos de éstos logren una amplia y sólida posición en Estados Unidos), además de funcionar como un claro parámetro para la fijación de los costos del financiamiento en toda la estructura crediticia y económica. Así se soslaya este otro lado del “arbitraje internacional”; esto es, sus consecuencias en cuanto a la pérdida de control sobre el sistema de pagos y, en algún momento, la desestabilización macroeconómica procedente del posible empeoramiento en los balances de algunos intermediarios”. 17 En vista de la aguda crisis bancaria en relación a las carteras vencidas y la descapitalización de los bancos mexicanos, algunos bancos españoles y canadienses han incursionado ya en el sistema financiero doméstico; City Bank está por absorber a Banca Confía y algunos bancos y financieras extranjeras han incursionado en las Administradoras de Ahorro para el Retiro (AFORE), por lo es posible que la apertura financiera se acelere a pesar de las salvaguardas. 18 Las principales empresas que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) son atendidas por instituciones financieras extranjeras, principalmente de Estados Unidos. Dichas empresas tenían al final del segundo trimestre de 1998, pasivos denominados en moneda extranjera que asciendían al 63.5% de sus pasivos totales. Entre los sectores con mayor porcentaje de pasivo en moneda extranjera estaban: el de autopartes con 85.3%, el del cemento con 84.8% , el minero con 82.9%, y el siderúrgico con 86.6% (B.Jiménez, El Financiero, 7-8-98, p. 3-A). 9 10 Sector automotríz. Este sector es importante para México porque contribuía, hasta antes de entrar en vigor el TLCAN, con el 9.5% del PIB manufacturero, era el segundo sector exportador del país y empleaba alrededor de medio millón de personas. Todavía los precios de la industria terminal en México son más elevados que en Estados Unidos debido a la menor escala de producción, a las cuantiosas importaciones de autopartes y elevados impuestos internos. México exporta 46.7% de autopartes a Estados Unidos y en maquila el 31% (Mancilla 1994: 536). Con la entrada en vigor del TLCAN, es muy probable que la IED amplie su presencia en autopartes con la consiguiente desnacionalización de esta industria. También, los resultados de la negociación de la norma de origen puede tener consecuencias desfavorables para México (62.5% de contenido regional para la industria terminal y 60% para autopartes) en vista de la dificultad para diversificar las nuevas inversiones, por lo que favorece a los productores estadounidenses vis à vis los europeos y japonesas (VW y Nissan). La mayor capacidad tecnológica de Estados Unidos y Canadá también les da ventajas al liberalizarse los productos con alto valor agregado (De la Reza 1996: 168). Además México, por haber tenido un nivel más alto de protección arancelaria y no arancelaria que Canadá y Estados Unidos, realizó una liberalización más significativa y abandonó el objetivo de una balanza comercial favorable como prerequisito de actuación de la IED19 En último análisis, el TLCAN podría representar la oportunidad para que la industria automotríz estadounidense mejore su competitividad internacional a través de las ventajas comparativas que ofrece México. Fragilización de la economía. La liberalización financiera que permitió la entrada de capitales extranjeros de corto plazo a la Bolsa Mexicana de Valores (BMV), para subsanar el creciente déficit de la balanza comercial provocado por la apertura económica, fue facilitado todavía más a partir de la negociación del TLCAN llevando a un extremo peligroso la vulnerabilidad del sector externo20. En vista de que supeditó la política económica a la negociación y ratificación del Tratado, no se corrigió el tipo de cambio sobrevaluado21 lo cual facilitó el aumento del déficit en cuenta corriente, mismo que 19 Morales (1995: 413) estima que a pesar de la desnacionalización de la industria de autopartes y del abandono del objetivo de una balanza comercial favorable, en el largo plazo, en vista de la ventaja comparativa de la industria automotríz mexicana en términos del bajo costo de la mano de obra y la posibilidad de incrementar su productividad, puede alcanzar una mayor eficiencia, una reducción en el precio doméstico de los automóviles, un mayor nivel de empleo y muy probablemente remontar una balanza comercial desfavorable. 20 En el periodo 1988-1994, se puede observar que “el mecanismo de transmisión del superávit de cuenta de capital al déficit en cuenta corriente, el cual operó por las vías del sistema bancario (y la BMV agregamos nosotros), que bajo el manto de la desregulación y con una política crediticia poco prudente, canalizó los flujos externos hacia el incremento en el consumo y la consiguiente disminución del ahorro…El vínculo fue el sistema bancario que convirtió parte de la liquidéz incrementada en préstamos hipotecarios y de consumo” (Lecuona 1996, citado por Toledo 1996: 1). 21 De acuerdo con Lecuona (1996: 94, citado por Toledo 1996: 2), “la creciente apreciación real del peso fue compatible con el crecimiento de las exportaciones, porque se concentraron en las grandes ET productoras de bienes intensivos en mano de obra y en las maquiladoras, pero fue un factor que no pudieron remontar la mayoría de las empresas mexicanas dada la carencia de tecnología, sistemas de organización, mercadeo y cultura empresarial”. 10 11 se financió con capital extranjero de corto plazo con un alto grado de volatilidad, sobre todo a partir del crack bursátil de junio de 1992 (Castaingts 1995: 6). La supeditación de la política del tipo de cambio, de la tasa de interés y de las finanzas públicas a sostener una cara favorable para la ratificación del TLC por parte del Congreso estadounidense, llevó a fragilizar la económía a tal grado que con la agudización de la crisis política en 1993 y 1994 y las tensiones del relevo presidencial, explotó de nuevo la crisis financiera en diciembre de 1994. Es en estos términos que el costo de la fragilización económica corresponde en buena parte a tratar de obtener la firma y ratificación del TLCAN. 3. El diagnóstico Insuficiente de los Efectos del TLCAN mediante la Teoría Convencional. El Tratado de Libre Comercio de Norteamérica constituye un ejemplo palpable de la dificultad de utilizar la teoría convencional para discernir los posibles efectos sobre las variables macroeconómicas centrales, los cuales se alejan de lo que ha sucedido en la realidad. Los modelos macroeconómicos utilizados para estimar los efectos de la liberalización comercial, se realizan dentro del marco del equilibrio general, asumiendo condiciones de competencia perfecta, tecnología similar de los países miembros, y dejando de lado las variables políticas e institucionales que obstaculizan el libre comercio. En el caso del TLCAN, varios aspectos que derivan de la lógica histórica que está por detrás del Tratado no fueron tomados en cuenta. Desde el ángulo político, la negociación sesgada y desventajosa para México, se explica también por la dialógica de los gobiernos, que eliminó algunos temas clave de las negociaciones. Desde el punto de vista de la teoría económica se pueden hacer las siguientes consideraciones. 1. Una teoría de la integración económica debe formar parte de la teoría del desarrollo económico y social, en vista de que la integración se considera como un medio para lograr el desarrollo e incrementar el bienestar de la población. La propuesta de que la intensificación del comercio entre los países miembros de un esquema de integración se va a convertir en “motor” del desarrollo es, a todas luces, parcial, ya que se inserta en la esfera de la circulación olvidando la esfera de la producción. Ni siquiera se puede afirmar que la intensificación del comercio externo es una condición necesaria para el desarrollo. Desde el punto de vista económico, la integración regional es percibida como el resultado de un cierto compromiso entre el liberalismo y el proteccionismo, el cual en los tiempos actuales parece inclinarse en mayor grado al primero a la vista de la dominancia de las políticas de corte neoliberal en los países latinoamericanos (Salama 1996: 9-10). La teoría de la integración no puede abstraerse de los regímenes de acumulación dominantes ni de las políticas económicas implementadas por los países que forman parte de un esquema de integración, si quiere ubicarse en un ámbito real y concreto. 11 12 2. Los estudiosos de la integración se han percatado de la inadecuación de la teoría de la unión aduanera como base sobre la cual sustentar la integración de los países subdesarrollados, siendo este el caso de las naciones latinoamericanas. Como se verá más adelante, el criterio de que debe crearse un mayor volúmen de comercio que el que se desvía, dejaría fuera a la mayoría de los países de la región. 3. La nueva teoría de las “ventajas competitivas de las naciones” de Michael Porter (1991), presenta un cuadro de análisis más completo que el de la teoría de las ventajas comparativas, en vista de que incluye nuevos factores clave en el mundo actual de globalización económica. La ventaja internacional se concentra en industrias específicas o aun en sectores específicos de una industria y no en todos los sectores económicos. A nivel microeconómico una empresa logra ventaja competitiva cuando alcanza una rápida acumulación de activos y de técnicas; cuando cuenta con información actualizada, cuando los objetivos de propietarios, administradores y trabajadores apoyan una intensa dedicación y una inversión sostenida. A nivel macroeconómico, esta ventaja está correlacionada con cuatro características nacionales: 1) la situación de los factores de producción (en los que está centrada mayormente la teoría de las ventajas comparativas); 2) las condiciones de la demanda de los productos o servicios de la industria de que se esté hablando; 3) la presencia o ausencia en el país de industrias proveedoras e industrias correlacionadas competitivas a nivel internacional, y 4) las condiciones nacionales que rigen la creación, organización y administración de las empresas y las modalidades de la competencia a nivel nacional. Hay que agregar dos variables adicionales que influyen en el sistema nacional: el azar y el gobierno. Los sucesos fortuitos, ajenos a las empresas, tales como nuevas tecnologías o cambios políticos o de la demanda en otros países, pueden abrir oportunidades de competitividad a las empresas de un país. La política gubernamental afecta la competencia nacional ya sea positiva o negativamente; entre las políticas positivas se encuentra la de educación y capacitación, apoyo al avance en ciencia y tecnología, una política antimonopolista, las compras gubernamentales, la construcción de infraestructura, etc. 4. Una teoría de la integración, además de los ingredientes para la promoción del comercio internacional, necesita vincularse a una teoría del espacio que explique el porqué de la localización de la actividad económica y de la organización espacial. El concepto de sistema productivo (De Bernis 1987 y Borrelly 1990) puede ser importante para el análisis espacial. Se define como un conjunto de actividades productivas fuertemente integradas de carácter plurinacional22. El sistema 22 Calvet propuso la siguiente definición del sistema productivo: “es un conjunto coherente de procesos de producción que son capaces de asegurar su propia reproducción” (citado por DiRuzza y Gerbier 1986: 3). El concepto de sistema productivo permite construir teóricamente el espacio económico como lugar geográfico de funcionamiento de los modos de regulación. El análisis de la crisis actual se puede enfocar como la “destrucción” de sistemas productivos (abandono de ramas y ruptura de las relaciones internacionales), así como el desarrollo de procesos patológicos (desempleo, inflación, endeudamiento). La imposibilidad que un país por sí sólo pueda constituir un sistema productivo nos remite al análisis de las estructuras políticas con el fin de matizar un análisis que subestimaría el márgen de autonomía de las economías nacionales. 12 13 productivo es un espacio en el sentido de F. Perroux, con un país-focal y países afiliados, dentro del cual se desarrolla el proceso de acumulación de capital. La regulación es el conjunto de ajustes e instituciones que operan como contratendencias a la baja de la tasa de beneficio, que aseguran la circulación del capital entre las ramas, y reproducen la hegemonía del país-focal. Se caracteriza, entre otras cosas por una circulación monetaria unificada, en que las monedas de los países afiliados son múltiplos o sub-múltiplos de la moneda del país-focal acompañadas a menudo de un mecanismo de centralización de divisas, que tiene por consecuencia de atenuar o hacer desaparecer los problemas de balanza de pagos entre los países del mismo sistema productivo. Dentro de esta óptica los mecanismos de regionalización se imponen tanto sobre las dinámicas nacionales como sobre las mundiales (Vidal 1995: 171). La regulación internacional traduce los principios del régimen internacional en normas e instituciones que orientan las decisiones de los agentes privados y fijan reglas para las intervenciones estatales. Las principales formas de la regulación internacional son las redes comerciales y financieras, las empresas transnacionales, el sistema monetario internacional y los acuerdos comerciales (Vidal 1995: 172). 5. A pesar de que el concepto de sistema productivo y de regulación económica y la reinterpretación, a la luz de esta última, de las teorías de las ventajas competitivas y la nueva teoría del comercio internacional que revalora el proteccionismo, el análisis sería eminentemente económico lo cual dejaría de lado la esfera de lo político. Una teoría de la integración económica y social no puede fundar su objeto de estudio solamente sobre la base de la teorìa económica, sino que necesita de la incorporación de la esfera de lo político23. 6. La inclusión de la esfera de lo político puede empezarse a realizar mediante la inclusión del Estado-nación y sus vínculos con el modo de regulación política, la que a su vez está íntimamente relacionada con la regulación económica y el régimen de acumulación (véase a este respecto Soria 1997). En vista de que el proceso de integración puede ir desde los acuerdos de libre comercio hasta la formación de una unión económica, donde se ve afectada en diferentes grados la soberanía y la legitimidad del Estado-nación, debe incorporarse el análisis de la regulación política. También necesita conceptualizar el papel de las instituciones en la regulación política del proceso de integración. 3.1 Los resultados económicos tempranos del TLCAN. 23 La relación entre el sistema económico y el desarrollo y bienestar de la sociedad civil no puede establecerse satisfactoriamente si se basa en la teoría dominante del equilibrio general que tiene como divisa el principio de la optimalidad. La teoría económica no puede fundar su objeto de estudio a partir del presupuesto implícito de una especificidad en el tiempo y en el espacio de los mecanismos económicos (Marques-Pereira 1996). La autonomía de la economía se ha vuelto el postulado fundador de la teoría económica convencional, el cual lleva a diagnósticos míticos carentes de vinculación con la realidad. Desde tiempos de Weber y posteriormente con el análisis de Simmel, se hizo evidente que la autonomía de la esfera económica es tan sólo relativa y que el análisis económico requiere, cuando menos, algunas premisas provenientes de las otras disciplinas sociales. 13 14 La teoría de la unión aduanera no se puede aplicar tal cual a los países latinoamericanos, en vista de que para la integración de áreas rezagadas carecen en buena parte significación los conceptos de creación y desviación de comercio. De acuerdo con Andic y Doser (1977), las uniones no serían positivas porque de ellas se derivaría más desviación que creación de comercio, teniendo en cuenta que el mayor volúmen de intercambios se mantiene con países fuera de la zona a integrar. Sin embargo, se podría pensar que la desviación de comercio, desde un productor extranjero eficiente, a una fuente menos eficiente pero interna, podría ser positiva si supone ahorro de divisas, sustitución de importaciones a escala de la unión, un estímulo al comercio intrazonal, un mejoramiento de los términos de intercambio y un uso racional del proteccionismo en beneficio del crecimiento económico (Grien 1994: 84-85). Cabrá entonces coincidir con Linder, en que tal situación correspondería a lo que se podría llamar “desviación eficiente del comercio”, al contrario de lo postulado por la teoría neoclásica del comercio internacional. Esto se ubicaría más en la teoría del desarrollo que en la de la industrialización. De esta manera, el modelo integrador no debe sobrevalorar el alcanzar un estado de equilibrio, ni siquiera en la balanza de pagos, sino que se preocupe principalmente por la modificación o creación de nuevas estructuras acordes con la ampliación del intercambio regional, de lo cual se pueden derivar economías de escala e inversiones inducidas. Pasando ahora a los resultados formales de los probables efectos del TLCAN, Thomas Grennes apunta (1993: 169) que, “los resultados exactos han variado según la naturaleza del modelo y de sus parámetros, y de las suposiciones sobre sus rasgos precisos”. Un resultado común de casi todos los modelos macroeconómicos es que el ingreso real aumentaría en los tres países como resultado del TLC24, y los mayores beneficios corresponderían a México. Un resultado representativo es que el PIB real aumentaría 1.6% en México, 0.7 en Canadá, y 0.1% en Estados Unidos”. En cuanto a productos agropecuarios, el estudio de Grennes (1993: 171), sobre la base de 29 productos, obtuvo como resultado un aumento de las exportaciones de Estados Unidos a México de 423 millones de dólares; un aumento de las exportaciones de México a Estados Unidos de 171 millones de dólares y una pérdida del resto del mundo de 36 millones de dólares. Como se ve, los resultados son adversos a México los cuales se conforman más a la realidad de déficits agropecuarios en la mayoría de los años (excepto 1995 por la crisis y la baja demanda de alimentos). No bostante, el estudio afirma que el aumento de exportaciones mexicanas al vecino del Norte serían mayormente en productos hortícolas, sobre todo el tomate, lo cual no toma en cuenta los factores políticos 24 El estudio de Erzan y Yeats (citado por Grennes 1993: 175) llega a la conclusión de que el valor del comercio creado sería casi el cuádruplo del valor de la desviación de comercio. Dentro de América Latina el país más perjudicado sería Brasil, y los productos agrícolas serían la categoría con la mayor desviación dentro de la zona. 14 15 provenientes de la presión tradicional de los productores de Florida que establecen barreras no arancelarias a las hortalizas mexicanas25. Los diferentes estudios llegan a la conclusión que el TLC produciría más ganadores que perdedores, por lo que es posible gozar de los beneficios de un comercio más libre y también compensar a los perdedores (Grennes 1993: 180). En el caso del TLCAN, los resultados reales muestran que tanto Canadá como México han resultado los perdedores, aparte de los países asíaticos y latinoamericanos de los que se ha desviado comercio, el primero mayormente en relación a la pérdida de empleos y, en el caso del segundo, en cuanto a la fragilización del sector externo de la economía, los sectores mexicanos con desventajas en la negociación (e.g. el agropecuario, el financiero), o los que no entraron en el Tratado (e.g. la mano de obra que emigra a Estados Unidos), los obstáculos no arancelarios a la exportación de los principales productos agropecuarios y las ventajas de las ET estadounidenses que redundarán en una mayor apropiación del excedente económico y el envio a su país. Además de que hay más perdedores que ganadores, es ingenuo suponer que Estados Unidos los va a compensar, cuando precisamente ha buscado imponer sus condiciones. El análisis de la balanza comercial de México nos muestra que a partir de la apertura comercial unilateral que culmina en 1989, el saldo se fue convirtiendo en deficitario, y que con el comienzo de la negociación del TLCAN en 1991 que supedito cada vez más la política económica a la ratificación del mismo, conjuntamente con la recuperación económica, el saldo negativo fue creciendo hasta llegar a 18,464 millones de dólares en 199426. La abrupta devaluación del peso frente al dólar y la crisis financiera que comienza en diciembre de 1994, llevó a obtener un superavit en 1995. Véase el Cuadro 1. En 1996 comienza a disminuir el superavit externo y en 1997, con la recuperación de la economía el saldo positivo se redujo a 539 millones de dólares, aunque ya se presentaron déficits pequeños a partir de julio de 1997. En los primeros cinco meses de 1998, en todos se ha tenido un déficit en la balanza comercial (El Mercado de Valores 1998: 65). 25 Las cuotas de exportación de jitomate a Estados Unidos, acordadas en el TLCAN han sido violadas, ya que el Departamento de Comercio de Estados Unidos forzó a los miembros de la Confederación Nacional de Productores de Hortalizas y otras asociaciones mexicanas a firmar un convenio que establece que los productores se obligan a no vender jitomate por debajo de 21 centavos de dólar la libra, cayendo significativamente la cantidad exportada. Esto representa una pérdida anual de 35 millones de dólares a los productores mexicanos (El Financiero, 9 de noviembre de 1996, p.8). 26 De acuerdo con Fuji y Loria (1996: 120.127) el análisis de 59 ramas de la economía destaca que a partir de 1988 crece el saldo negativo de las ramas deficitarias y se estanca el saldo de las ramas superavitarias, congelándose la capacidad de generación del excedente comercial. En los años noventa el número de ramas superavitarias disminuye y asciende el de las deficitarias, por lo que se puede afirmar que el despegue exportador no ha generado un círculo virtuoso de causalidad acumulativa. 15 16 Cuadro 1. Balanza Comercial de México y su Participación en el Producto Interno Bruto, 1989-1997 (Millones de Dólares) Año Exportn Importn Saldo Saldo/PI Saldo Saldo s s B NoTotales Totales Total % Maquild Maquild s s 1989 405 0.2 3,001 35,171 34,766 2,596 1990 -482 -0.4 3,552 40,711 41,593 4,434 1991 -7,278 -2.6 4,051 42,688 49,967 11,329 1992 -4.8 4,743 46,196 62,129 15,933 20,676 1993 -3.8 5,410 51,886 65,367 13,481 18,891 1994 -4.3 5,803 60,882 79,346 18,464 24,267 1995 2.4 4,924 79,541 72,453 7,088 2,164 1996 2.0 6,416 96,000 89,469 6,531 115 1997 539 0.1 n.d. 119,238 109,699 n.d. Fuente: 1989-1993, Carlos Salinas de Gortari, Sexto Informe de Gobierno 1994, Anexo Estadístico, Poder Ejecutivo Federal, México, noviembre de 1994, p. 140. Para 1994 y 1995, El Mercado de Valores, año LVI, octubre de 1996, p.58. Para 1996 y 1997, El Mercado de Valores, año LVIII, agosto 1998, p. 65. Por otra parte, el sector exportador no se ha consolidado tal como lo muestra el Cuadro 1. Las industrias maquiladoras son las que han aportado prácticamente el saldo positivo a la balanza comercial, el cual ha se ha duplicado entre 1989 y 1997, mientras que los otros sectores exportadores no han sido capaces de lograr un balance positivo, salvo durante la crisis de 1995-1996, ya que en su estructura productiva está impresa la necesidad de importación de bienes de capital y bienes intermedios, la que se expresa nítidamente durante las etapas de recuperación o de crecimiento económico del país. 16 17 4. Los Efectos Negativos del TLCAN para México son Disfuncionales a la Integración Hemisférica. Para Estados Unidos, el TLCAN es un medio para reforzar su posición competitiva frente a los otros bloques regionales, pero sin comprometerse a una “integración activa” que implicaría un proyecto tanto de integración económica como de integración política (Deblock y Brunelle, 1993). Es en estos términos que en la promoción del ALCA los Estados Unidos todavía no se han comprometido de manera fehaciente; no obstante, los países de la región siguen ilusionados en asociarse con ese país a raíz de la puesta la puesta en operación del TLCAN, aunque poco a poco irán conociendo los resultados negativos del Tratado. La creciente importancia de Estados Unidos, principal fuente de inversiones y destino de exportaciones, asi como el deseo de no quedar fuera de los grandes bloques, ha llevado a la convergencia para buscar asociación con dicho país. Tal parece que la idea bolivariana y de un buen número de intelectuales latinoamericanos ha quedado atrás, o sea, que el territorio de América Latina fuera el área única a integrar. Tomando en cuenta la configuración de las políticas económicas que se han implantado en la región latinoamericana, tendríamos un primer escenario relativo a una integración con acento neoliberal liderada por Estados Unidos. Este tipo de orientación enfatiza más una área de libre cambio que un mercado común y considera que los países con economías más pequeñas (las latinoamericanas) obtendrán ventajas mayores que los países grandes (como Estados Unidos) de acuerdo con la teoría ortodoxa derivada del modelo de Hecksher-Ohlin27. Los esquemas de integración que se están haciendo en la región han efectuado una liberalización comercial y simultáneamente una liberalización financiera que ha llevado a graves desequilibrios en la balanza comercial y en el sistema financiero. Se postula también, la estrategia de una retirada masiva del Estado de las actividades económicas, a la desregulación y la privatización de las empresas públicas (Salama, 1996: 25-30). Dentro del escenario de una integración liberal se podrían colocar dos grupos de casos identificados por de la Reza (1996: 163-164): a) la gradual ampliación del TLCAN al mayor número de países de América Latina (propuestos por Hufbauer, Schott, CEPAL); b) la implementación de un acuerdo general que incluya a la casi totalidad de los países y esquemas de integración de las Américas (propuestos por Feinberg-Hakin, CEPAL). Aquí sólo analizaremos brevemente el primer caso. 27 De acuerdo con Salama (1996: 26-27) partiendo de las hipótesis de dicho modelo --competencia perfecta y funciones similares de producción, costos nulos de transacción al pasar de la autarquía a un equilibrio óptimo con intercambio, obteníendose con este último un nivel mayor de bienestar--, los términos de intercambio del país más grande apenas cambiarían, ya que cuenta con una estructura de precios que se impone en el país menor. En cambio este último experimentaría una importante reasignación en sus recursos productivos y una elevación de su nivel de bienestar. El modelo presupone también el equilibrio de la balanza comercial en vista de que supone un nivel tecnológico similar. Estas tesis y otras más sirvieron de referencia teórica a las negociaciones de Estados Unidos con México, exigiendo el primero una apertura completa del mercado mexicano, el acceso a la petroquímica, al sector financiero y a los servicios. 17 18 De entrada, se puede afirmar que la alta condicionalidad de la claúsula de admisión hace inviable al TLCAN para la estructuración continental28. La ampliación del TLCAN al resto del continente exigiría la revisión, tanto del Tratado de Norteamérica como de los esquemas de integración formal (en caso de admisión individual) o, en su defecto, el refuerzo de los acuerdos marco (si se aplica a una agrupación entera). Además los Estados Unidos se empeñan en aplicar los consensos neoliberales de Washington para la admisión de nuevos miembros29. Varios de los criterios de este consenso favorecen los intereses del miembro más fuerte, i.e. los Estados Unidos. Como hemos visto, para México tanto los derechos de propiedad intelectual y la norma de origen exigidos por su vecino del Norte constatan la ventaja de éste. Los resultados de una integración como la del TLCAN a la vista. Aparte de las ventajas que tomó Estados Unidos en la negociación con relación a México, para compensar las hipotéticas ventajas que tendría México en cuanto a empleo e inversión, este último supeditó su política económica a la firma y posterior ratificación del Tratado por el Congreso de Estados Unidos. La apertura comercial unilateral mexicana previa al TLCAN, efectuada entre 1985 y 1989, sentó las bases para que al comenzar la negociación de este se agudizaran los desequilibrios económicos. Las consecuencias fueron la desindustrialización, sobre todo la desaparición de miles de empresas pequeñas y medianas, el desempleo, y un creciente déficit de la balanza comercial, al cual se suma el ya existente y cuantioso servicio de la deuda externa, las remesas de las empresas transnacionales así como el gasto exterior en dólares de los turistas mexicanos. A su vez, esto reclamó la apertura financiera, la importación masiva de capitales especulativos, la elevación de la tasa de interés real, la sobrevaluación del tipo de cambio, lo cual desembocó en la fragilización de la economía y la posterior crisis de diciembre de 1994, catalizada por la ola de violencia política a lo largo de ese año. 6. Reflexiones finales. Del análisis anterior se desprende que la lógica del desarrollo histórico de las relaciones entre Estados Unidos y México no sólo llevó a una integración silenciosa del segundo con el primero, sino que los fenómenos más recientes como el de la globalización y regionalización económicas que se están viviendo a nivel mundial, hicieron cada vez más funcional para el coloso norteamericano la promoción de una área de libre comercio con Canadá y México. Aprovechar, por una parte, los vastos recursos naturales canadienses -metales, petróleo y gas, y recursos hidroeléctricos, así como las grandes reservas de petróleo y de fuerza de trabajo mexicanas, y por otra, combinarlos con el capital, la tecnología y la organización estadounidenses. De esta manera, Estados Unidos puede lograr un posicionamiento estratégico frente a 28 La claúsula de admisión del TLCAN (dentro del artículo 2204, capítulo XXII), otorga, por una parte, un derecho de veto a cada país miembro en la admisión de un nuevo socio, y por otra, en términos opuestos, permite la celebración de acuerdos similares al TLCAN con un tercer país, sin requerir la aprobación de los restantes miembros. 29 El representante comercial de Estados Unidos, en la Conferencia de San José, insistió que en el proceso de admisión se debe pedir al nuevo miembro: a) eliminar obstáculos arancelarios y paraarancelarios; b) establecer normas de orígen; b) mecanismos de salvaguardia ante situaciones imprevistas; d) acceso al mercado de servicios; e) obtención de garantías para inversionistas extanjeros; f) protección a la propiedad intelectual de inversionistas y comerciantes extranjeros; y g) la definición de reglas de protección del medio ambiental y laboral (Lizano 1994: 7, citado por de la Reza 1996: 166). 18 19 la Comunidad Europea y Japón y reforzar tanto su productividad como su industrial. poderio Hasta ahora, el proceso de negociación del TLCAN arroja un saldo negativo para México frente a Estados Unidos. En primer lugar porque este último impuso sus condiciones, tanto en relación a los bienes, servicios y factores de producción que serían materia del Tratado, como por las bases y el ritmo de la negociación, y en segundo por la dialógica política del gobierno mexicano, que subordinó la política económica a la obtención del Acuerdo, lo cual significó una fragilización extrema de la economía que la llevó a la crisis a finales de 1994 y que ha tenido un inmenso costo social para la población de México. Varios de los productos mexicanos competitivos no obtuvieron una apertura inmediata al mercado norteamericano; se excluyó de la negociación la exportación de mano de obra mexicana; las exigencias de “trato nacional” trajeron aparejada la consiguiente eliminación de los “requisitos de desempeño” para la inversión extranjera, que junto con las “reglas de origen” y los leoninos derechos concedidos a la “propiedad intelectual” le dan la ventaja al miembro más fuerte. La mayoría de los modelos utilizados para evaluar el posible impacto del TLCAN en cada uno de sus miembros, concluyen que las ventaja la tendrá la economía más débil, o sea México. Sin embargo, los modelos contienen un conjunto de supuestos ideales, de acuerdo con la competencia perfecta, que eliminan las asimetrías productivas y los factores políticos e institucionales, que los llevan a alejarse de los resultados reales. Se pronosticó que México tendría los mayores beneficios, haciendo a un lado que el llamado “libre comercio” está sujeto a la fuerza económica de los oligopolios y a la violencia política del Estado-nación hegemónico. La balanza comercial de México mostró un creciente déficit entre 1991 y 1994, años de recuperación económica, y temporalmente obtuvo un superávit en 1995 debido a la aguda crisis, el cual se redujo a un mínimo en 1997 con la recuperación económica; en 1998 está apareciendo otra vez el desbalance externo, en vista de la estructura productiva y de consumo que necesita de la importación de bienes de capital y de bienes intermedios norteamericanos. Si bien el comercio entre México y Estados Unidos se ha intensificado significativamente con el TLCAN, hasta ahora persiste la tendencia al desequilibrio en la balanza comercial y a la vulnerabilidad externa, aumentada esta última con la liberalización financiera. La industria maquiladora es la que ha contribuido con un saldo comercial positivo creciente, aunque su falta de integración con la industria nacional no permite aprovechar su potencial de crecimiento. Esto muestra que la industria de transformación no-maquiladora todavía sigue presa de la tendencia al desequilibrio externo, a menos de que realice un esfuerzo decidido de sustitución de importación de bienes de capital e intermedios. Si bien el TLCAN apenas está en su quinto año de operación y habrá de esperarse para hacer una evaluación más objetiva a medida que la liberalización comercial sea más completa, muestra ya síntomas de inadecuación provenientes de la negociación desventajosa para México, por lo que habría que revisarlo. 19 20 En el corto plazo algunos sectores ya están siendo perjudicados por la apertura pactada, como el agropecuario, cuya crisis ahonda su vulnerabilidad. En el mediano y largo plazos el sector automotríz (sobre todo en autopartes) y el financiero (mayormente en cuanto al crédito y siervicios a grandes empresas) podrían resentir el poderio norteamericano. Si bien dentro del TLCAN existen disposiciones institucionales y procedimientos de solución de controversias (capítulo XX) y la revisión y solución de constroversias en materia de cuotas antidumpling y compensatorios (capítulo XIX), los Estados Unidos las han estado violando sistemáticamente. El embargo del atún todavía no se soluciona satisfactoriamente, las prohibiciones de entrada a vehículos automotores de carga mexicanos y las dificultades para el transporte ferroviario de carga y de personas continúan, así como la controversia del cemento y de algunos productos hortícolas (e.g. el jitomáte) son ejemplos de que no hay garantía de una solución legal y mucho menos justa de los abusos del socio más poderoso. Ya hemos expuesto algunas de las razones que significan un obstáculo para la expansión del TLCAN a otros países, para lograr, por ese camino, la integración hemisférica. No sólo presenta dificultades la claúsula de admisión, sino que los Estados Unidos ha fijado como condición de entrada la aceptación del consenso de Washington. A esta condición se sumarían las ventajas negociadoras del país más fuerte y la debilidad tradicional de los sectores de bienes de capital y de bienes intermedios en los países latinoamericanos, que ponen el libre comercio para el beneficio de la economía más poderosa. Los resultados negativos obtenidos por México en algunos sectores económicos, podrían servir de ejemplo a los otros países de la región. BIBLIOGRAFIA Alba, Carlos (1997), “La COECE: un caso de cooperación entre los sectores público y privado en México”, Comercio Exterior, febrero, México, pp. 149-158. Andic S, F. y D. Doser (1977), “Una contribución a la teoría de la integración económica”, en S.Andic y S.Teitel, (comps.) Integración económica, Lecturas 19, El Trimestre Económico, México, pp. 390-410. 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