Los Niveles Bárquidas Del área Del Anfiteatro De Cartagena1

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Los niveles bárquidas del área del anfiteatro de Cartagena1 Barcid levels in the area of Cartagena amphitheatre José Pérez Ballester* Mª Carmen Berrocal Caparrós** Resumen En este artículo presentamos los contextos cerámicos de los niveles bárquidas (Fase 1) del área del Anfiteatro Romano de Cartagena, con un análisis de las distintas producciones y un estudio sobre la procedencia y la funcionalidad de las ánforas y de las distintas vajillas presentes en el yacimiento. Palabras clave Ánforas púnicas, barniz negro, funcionalidad. Abstract In this article we present the ceramic contexts of the Carthaginians levels (Phase 1) of the area of the Roman Amphitheatre of Cartagena, with an analysis of the different productions and a study on the origin and the functionality of the amphorae and of the different existing fine ware in the site. Key Words Punic amphorae, black-glaze pottery, functionality. Loa y gratitud Vaya este trabajo en homenaje a Pedro A. San Martín Moro, el primero que inició las excavaciones científicas en el Anfiteatro junto al equipo de la Universidad Autónoma de Madrid dirigido por José Sánchez Meseguer, y que más tarde trabajó con nosotros en el proyecto del Anfiteatro de Cartagena, aportando su experiencia, conocimientos de arquitectura y su amplia cultura, facilitando en todo momento la labor arqueológica, en la que colaboró desinteresadamente. Esperemos que las circunstancias actuales cambien para mejor, y pueda aún ver su querido Anfiteatro excavado puesto en valor para la ciudad de Cartagena. * Universitat de València. ** UNED Cartagena. 1 Este trabajo ha sido realizado en el marco del proyecto HAR2009-11116 del Ministerio de Ciencia e Innovación. MASTIA 9, 2010, PP. 111-131 ISSN: 1579-3303 José Pérez Ballester Mª Carmen Berrocal Caparrós LOS NIVELES BÁRQUIDAS Los materiales que vamos a presentar pertenecen a niveles bárquidas (Fase 1) de las excavaciones realizadas en distintos sectores del área del Anfiteatro: Cuadro B del Sector I, Corte C del Sector II, y Cuadro B-4 del Sector III. (Fig. 1). Sector I, Cuadro b El Sector I corresponde al área con estructuras situadas al Oeste del Pabellón de Autopsias del Hospital de Mari- na, entre la Plaza de Toros y el gran cortado de la C/ Gisbert. Fue objeto de las primeras intervenciones recientes en la zona (1967), liberándose y consolidándose un ambiente cerrado que más tarde se identificaría como la carcer SE (PÉREZ BALLESTER - SAN MARTÍN - BERROCAL, 1995) del Acceso Principal SW del Anfiteatro. Entre las tareas que se realizaron en la campaña de 1985 (PÉREZ BALLESTER, 1991), estaba la excavación de las pequeñas áreas libres entre los muros radiales, el Pabellón de Autopsias y el cortado de la C./ Gisbert. El Cuadro B era una de las dos pequeñas áreas triangulares (menos de 1 m² cada una), delimitadas por el muro Fig. 1. Anfiteatro de Cartagena. Plano general con indicación de los sectores de donde proceden los materiales estudiados. 112 LOS NIVELES BÁRQUIDAS DEL ÁREA DEL ANFITEATRO DE CARTAGENA Fig. 2. Sector I. Cuadro B W de la carcer SE, los muros radiales que conforman dicha construcción, y el muro de cierre del cementerio del siglo XVIII, hoy desmontado. (Fig. 2). Bajo niveles superficiales con obra de mortero romano y otros con materiales con t.a.q. de mitad del s. I d.C., se encuentra el Estrato II, en un pequeño rebaje de la roca natural. Es un depósito de tierras oscuras con restos orgánicos carbonizados, y los siguientes materiales: fragmentos de tres ánforas púnicas, una Mañá Pascual A-4 evolucionada (aproximadamente Ramón T-12.1.1.1), y otras dos de cuerpo cilíndrico y factura púnica indeterminadas; cerámica de cocina, una cazuela de fondo plano y paredes bajas tipo tagénon y dos tapaderas. Junto a estas cerámicas, un divisor hispano cartaginés casi frustro (221-218 a.C.). Cronología estimada: último tercio del s. III a.C. entre el muro exterior de la Plaza de Toros y el edificio del Hospital de Marina, antiguo Hospital Real (Fig. 1). Las actuaciones arqueológicas se iniciaron en 1967, cuando al comenzar las obras para abrir la actual Calle del Dr Fleming, aparecieron estructuras de muros radiales pertenecientes al anfiteatro, y el muro de cimentación del mismo, aún visible. Las obras fueron dirigidas por P.A. San Martín, y las primeras excavaciones sistemáticas a partir de 1968, co-dirigidas por él mismo con J. Sánchez Meseguer de la Universidad Autónoma de Madrid. Sector II, Corte C De las cuatro áreas que se abrieron dentro de este Sector, el Corte C era un sondeo de 3,40 x 2,40 m, situado en el extremo SW, entre el muro exterior del anfiteatro y su cimentación y un contrafuerte (Fig. 3). Fue excavado durante las campañas de 1971, 1974, 1975 y 1979, ésta última dirigida por J. Pérez Ballester. Se alcanzó la roca natural a una cota de 5,40 m bajo el nivel de calle. El Sector II, al SE de la plaza de toros, es un espacio triangular con una superficie de unos 150 m², ubicado El nivel que nos interesa es el Estrato XIV, situado bajo una estructura de habitación (Muro B) arrasada o des- 113 José Pérez Ballester Mª Carmen Berrocal Caparrós Fig. 3. Sector II. El corte C. Fig. 4. Corte C. Estrato XIII, con Muro B. 114 LOS NIVELES BÁRQUIDAS DEL ÁREA DEL ANFITEATRO DE CARTAGENA truida formada por un muro de piedra con pared de adobes, un pavimento de cal y varios agujeros para postes (XIIIA y XIIIB) (Fig. 4). Esta estructura se fecha por materiales asociados, a finales del s. III y 1ª mitad del s. II a.C., dentro de la Fase 2a. El denominado “Estrato XIV” corresponde a los sedimentos que rellenaban algunas pequeñas oquedades del suelo natural, bajo las estructuras de la unidad de habitación descritas (pavimento y Muro B) y por tanto anteriores a él. Son tierras oscuras, con cenizas, carbones y algunos fragmentos cerámicos. Su cronología viene dada por los escasos materiales que presenta: varios fragmentos de un mismo cuenco (¿L31a?) de Campaniense A, con decoración sobrepintada compleja en el fondo interno; cerámica engobada ibicenca (3 frags.) otras indeterminadas grises y oxidantes, y ánforas indeterminadas de pasta clara (4 frags.) posiblemente también ibicencas. Una moneda frustra hallada bajo el Muro B, no aportó dato alguno. Sector III, Cuadro B-4 En este Sector, al NW de la plaza de toros, se realizaron actuaciones arqueológicas en 1984, concretamente en el Patio de Caballos (PÉREZ BALLESTER - SAN MARTÍN, 1987). Se trataba de un espacio trapezoidal cuya zona oeste, más ancha, estaba ocupada por la roca natural del monte, que afloraba casi en superficie (Fig. 1). El cuadro B-4 se situaba en el extremo SE, ocupando un hueco de 1,5 x 1,5 m, existente entre la pared de los Chiqueros de las Plaza y unas piletas entonces aún en uso (Fig. 5). La mitad SE del cuadro era un gran relleno moderno, con algunos restos óseos humanos, en relación con un osario que ya se documentó en el cuadro Fig. 5. Sector III. Cuadro B4. En primer término, la boca del ánfora T-4.2.2.5. 115 José Pérez Ballester Mª Carmen Berrocal Caparrós C-3. En su ángulo NW aparece además la otra cara de un gran muro de caementicium, que ya se documentó en el cuadro contiguo B-3. En esta angosta zona volvemos a encontrar la superposición de los Estr. II a V de época republicana que aparecen en otros cuadros del Sector, cortados aquí tanto por las estructuras de cimentación de caementicium del Anfiteatro, como por la fosa moderna. El suelo natural, bajo el estrato V, presentaba en su base dos zanjas o depresiones al parecer naturales que lo cruzaban de W a E. Una de ellas contenía bajo una capa de piedras un depósito de tierras con cenizas y carbón (Estr. VI). Esta zanja tiene una profundidad de 0,50 m y continúa por debajo del cimiento del anfiteatro. Allí se documentó un conjunto de materiales anteriores al s. II a.C. Aparecen bastante completos, y pensamos que estaban aún in situ aunque el pequeño espacio excavado no permite establecer la funcionalidad del depósito donde se hallaron. Estos son: Un ánfora completa de tipología púnica, cilíndrica (Ramón T-4.2.2.5); numerosos fragmentos pertenecientes a dos ánforas tipo Merlin-Drapier 3 (Ramón T-2.2.1.2 ó T-2.2.1.4), con finas bandas horizontales pintadas en color rojo; bordes de ánforas Mañá D1 (Ramón T-5.2.3.1 ó T-5.2.3.2), Mañá-Pascual A4 evolucionada (Ramón T-12.1.1.1), uno muy fragmentado quizás del tipo CC.NN. (Ramón T-9-1-1-1) y otro de ánfora púnicoebusitana PE16 (Ramón T-8.1.3.1). La vajilla de mesa está representada por algunos fragmentos de barniz negro: de Camp. A, un bol Lamb. 27b; de otras producciones, dos bordes de grandes boles forma aproximadamente Lamb. 26, y un pequeño bol Lamb.25; de Ibiza, un cuenco ancho poco profundo completa en arcilla gris y roseta en el fondo forma 28 y varios fragmentos de otros vasos con engobes rojizos forma 27. Además, el borde de una jarra o tinaja con finas bandas rojas pintadas, del mismo tipo y pasta que las ánforas Merlin-Drapier 3 antes mencionadas. Una moneda casi frustra, ha sido identificada como un divisor hispano-cartaginés fechable entre el 221 y el 218 a.C. Interpretación de los niveles bárquidas Estos niveles y materiales forman la Fase 1 de las intervenciones llevadas a cabo en el área del Anfiteatro (PÉREZ BALLESTER - SAN MARTÍN - BERROCAL, 1995; PÉREZ BALLESTER, 2000). Los tres depósitos estudiados se encuentran en oquedades o fosas excavados en el suelo natural del monte, sin estar asociados a estruc- 116 tura constructiva alguna; bien al contrario, se encuentran en algún caso bajo niveles habitacionales de la 1ª mitad del s. II a.C. (Corte C). Interpretamos que su deposición es secundaria, aunque el hallazgo del ánfora completa en el cuadro B-4 y la alineación de ánforas púnicas T-5.2.3.1 y T-5.2.3.2 en el Corte I (Sector II, excavaciones de 1968), nos hacen no descartar la presencia de niveles bárquidas de habitación en esta zona baja de la ciudad, cercana al puerto. ESTUDIO DE LOS MATERIALES Contextos similares en el área mediterránea próxima Para esta Fase1, propia de la Cartagena bárquida inmediatamente anterior y contemporánea a la toma de la ciudad por Escipión, debemos mencionar contextos de la propia Carthago, a partir de las excavaciones de la misión alemana. En especial los niveles 14, 15 y 16 del sondeo en la calle Seetor (VEGAS, 1987: 388-392, figs. 5 y 6). También las excavaciones de la “Calle Púnica”, la “Casa Púnica VI” y la “Insula E.218”, que aunque con materiales más mezclados, podemos identificar algunos niveles de la 2ª mitad del s.III e inicios del s. II (RAKKOB, 1990: 34-46, 176-185 y 201-209, figs. 12, 42, 43 y 44). Para el sur de Francia, los niveles republicanos de las excavaciones de Lattara (AA.VV., 1990; ADROHER, 1998). Efectivamente, en las fases 1C1 y 1B2 del Ilot 1 (1990: 85-97), y en la fase 3E del Ilot 3 (1990, p. 153), fechadas en el último cuarto del s. III a.C., hallamos ya, junto a un dominio absoluto de los envases anfóricos marselleses, algunas ánforas grecoitálicas y púnico-ebusitanas; entre el barniz negro, junto a algún fragmento de ática y piezas de los talleres de Roses, aparecen las primeras cerámicas Campanienses A, con formas antiguas como el guttus, L27b, L25, L23, L28a, o L42B, ésta última muy frecuente en la región. Entre los escasos pecios que pueden fecharse a fines el s. III, destaca el “Cabrera 2”, en aguas de la isla de ese nombre, en Las Baleares. Aunque el material recuperado es escaso, parece que llevaba un cargamento de ánforas grecoitálicas, completado por ánforas Mañá D1a y D1b de Carthago, una Mañá C1a de la misma procedencia, y púnico-ebusitanas PE-16. La cerámica de barniz negro comprende algunos ejemplares de los talleres de Roses, y un guttus F-8150, seguramente de LOS NIVELES BÁRQUIDAS DEL ÁREA DEL ANFITEATRO DE CARTAGENA Campaniense A. V. Guerrero lo ha puesto en relación con una ruta comercial que incluiría a Carthago Nova en el circuito Carthago - Ibiza - Levante/Sudeste peninsular (GUERRERO, 1993: 85-186, con bibliografía). Los pecios de Grand Congloué 1 (LONG, 1987) y Ses Lloses - Lazareto (SANMARTÍ - PRINCIPAL, 1998), ya a finales del s. III o inicios del s. II a.C., son importantes para determinar la llegada de vinos y vajilla de barniz negro itálicos una vez eliminado el poder bárquida en la Península Ibérica; su valor para nosotros estriba en que el repertorio formal de la Campaniense A que encontramos en ellos es el mismo que ya existía desde un cuarto de siglo antes. En las Baleares, los contextos iniciales de la factoría púnica de Na Guardis (últimos datos en GUERRERO, 1998) y algunos de Ibiza (RAMÓN, 1998) combinan la presencia de cerámicas y ánforas ebusitanas con otras también púnicas y grecoitálicas, así como con productos de la costa mediterránea peninsular y cerámicas de barniz negro itálicas. En la propia Cartagena varios contextos del último cuarto del s. III a.C., como la llamada “Casa Púnica” de la C/ Serreta de Cartagena (MARTÍN CAMINO - ROLDÁN, 1991; MARTÍN CAMINO - ROLDÁN, 1997), posiblemente amortizada con la toma de la ciudad, así como el vertedero de la Plaza de S. Ginés (MARTÍN CAMINO, 1998), nos proporcionan contextos bárquidas muy completos y bien estudiados. Lo mismo podemos decir de los procedentes de El Molinete, La Milagrosa y Muralla Púnica, C/ Saura, etc., recogidos y analizados por E. Ruiz Valderas en su tesis doctoral (2000) y en parte también publicados (RUIZ VALDERAS 2004 y 2008). Vajilla de mesa Campaniense A .- Encontramos tres fragmentos de borde reentrante, dos de forma Lamb. 27a/b, (ø: 14 -16 cm), y otro más pequeño, quizás forma Lamb. 25 (7 cm) (Fig. 6, 1-3). Mención aparte merecen los 9 fragmentos pertenecientes a una misma pieza, un cuenco profundo de paredes rectas abiertas del que no se conserva el borde (Fig.6, 4). Cercano a la forma Lamb. 31a o 33a, presenta parte de una decoración compleja sobrepintada en blanco que es de dentro hacia el borde: - grueso círculo cercano al fondo interno. - banda concéntrica a él. - decoración a base de zarcillos o “muelles” radiales al centro, y parte de un motivo de puntos. - Otros puntos, quizás en grupos de tres, alrededor. Todas las piezas presentan un barniz espeso y de buena calidad, negro lucente. No conocemos paralelos Otras producciones de barniz negro.- Encuadramos aquí tres ejemplares, todos pertenecientes a boles de borde reentrante (Fig. 6, nº 5-7). Uno de ellos, de mayor tamaño (ø: 20 cm) y pasta depurada de color anaranjado, podría corresponder a la producción de boles Lamb. 26 (forma 12) de los talleres de Roses (SANMARTÍ, 1978; PUIG, 2006: 319-324), aunque los dos surcos que presenta bajo el borde por el interior no tienen paralelos conocidos. Los otros dos, (ø: 17 y 11,5 cm) son de pasta gris, y podrían pertenecer a formas Lamb. 26 y 25, respectivamente. Sus características técnicas (pasta dura en ambos casos, granulosa en el primero y depurada en el segundo; barniz negro lucente en ambos, espeso y con huellas de torno en el primero, delgado y liso en el segundo), los alejan de la Campaniense C siracusana, mucho más reciente además (PÉREZ BALLESTER - BERROCAL CAPARRÓS, 2007). Cerámicas engobadas de Ibiza .- Vajilla de mesa realizada en cocción oxidante o reductora, de desigual factura, cubierta por un engobe que cubre el interior y parcialmente el exterior, de color variable que va del rojo al anaranjado y del negro al gris. Este tipo de acabado es un fenómeno típico de producciones locales o regionales helenísticas, que observamos tanto en el ámbito púnico (Kouass, Bahía de Cádiz, Carthago) como en el greco-romano (Delos, o Marsella con sus cerámicas de pasta clara). Estudiada primero por Amo de la Hera (1970) y precisada por V. Guerrero (1980 y 1984) y Ramón (1994, 1997 y 1998B), la producción ibicenca recoge formas y decoraciones de tradición griega, campaniense y púnica, entre los siglos III y II a.C. (recientemente, PÉREZ BALLESTER 2008A; PÉREZ BALLESTER - GÓMEZ BELLARD, 2009). En la Fase 1 de nuestro yacimiento encontramos 11 fragmentos pertenecientes todos a la forma F-27 (Guerrero, 1980, pp. 174-176, Lám. IV; PÉREZ BALLESTER - GÓMEZ BELLARD, 2009: 51-53, fig. 12), con pasta oxidante y barniz rojo coral o rojo castaño (Fig.6, nº 117 José Pérez Ballester Mª Carmen Berrocal Caparrós 9-11). De éstos, cuatro conservan el borde, recto y menos reentrante que en las publicadas, con diámetros muy uniformes, entre 20 y 21,5 cm. Esta forma de tradición púnica (LANCEL, 1987: 107-108 y lám. 8, formas F-212a3 y 212b1), se produciría desde fines del s. III y durante todo el s. II a.C. Ramón (1994: 48-49) la asimila al ejemplar F-2732a1 de la clasificación de Morel (1981, p. 212), una producción local de Melitta en Libia. Muy frecuente en las islas, es la más numerosa en Cartagena, con más de 90 ejemplares. Escasa en tierras valencianas, la encontramos también en Les Andalouses (Orán) y Melilla, entre otros enclaves del Norte de África (Pérez Ballester - Gómez Bellard, 2009: 52). En pasta gris, un cuenco ancho poco profundo forma F-28 que presenta en el fondo interno una roseta estampillada en relieve con 13 pétalos y botón central (Fig. 7, nº 1). Esta forma está documentada en contextos ibicencos desde los siglos V-IV (Fernández Granados 1980, tipo 2.5, pp. 29-30, figs. 9 y 10); pero para ejemplares evolucionados como éste, con la roseta central sería de pleno s. III e inicios del s. II a.C. Es una forma frecuente en las islas, así como en la costa peninsular, desde Cartagena al Vallés Occidental, cerca de Barcelona (Turó del Vent) (GUERRERO, 1980: 176; PÉREZ BALLESTER - GÓMEZ BELLARD 2009: 55-57, fig. 8). También un borde de cuenco poco profundo de borde reentrante forma 26/27a de Guerrero, o F-26 (Fig. 6, 8) (PÉREZ BALLESTER - GÓMEZ BELLARD, 2009: 46-48, figs. 10 y 11). Recuerda a algunas series del género F-2700 de la clasificación de Morel. Ramón ve su inspiración en prototipos púnicos (1997: 19-21). Creemos que tanto los cuencos de Cartago, como los de Kouass o los de Cerdeña (CAMPANELLA 1999, figs. 9, 10, 22 y 24) tienen un mismo prototipo mediterráneo, del que participan también las cerámicas de barniz negro de Pequeñas Estampillas, Campaniense A, Talleres de Roses, e incluso las cerámicas de pasta clara marsellesas (DICOCER, 1993, CL-MAS: 237), producciones centradas en los siglos III y II a.C. Estamos de acuerdo con Guerrero, cuando la considera una forma “panmediterránea” (1999, p. 12, fig. 4a). Es evidente que su funcionalidad tiene mucho que ver con esta popularidad. Es la forma más frecuente en las islas, con ejemplares que van desde finales del s. IV hasta la ocupación romana de las Baleares (PÉREZ BALLESTER - GÓMEZ BELLARD, 2009: 47). No es muy numerosa en Cartagena, y puntea una 118 serie de oppida ibéricos de Alicante y Valencia, llegando hasta Alorda Park en Calafell (Tarragona). Otros pequeños fragmentos de pared podrían pertenecer a cuatro vasos de esta clase, con pasta gris. Han aparecido en el área del Anfiteatro dos centenares de piezas de vajilla engobada ebusitana, concentradas en niveles de las Fases 1 y 2. Debieron constituir en la Carthago Nova de fines del s. III y 1ª mitad del s. II una vajilla de mesa alternativa a la de barniz negro, como lo atestiguan algunos niveles de esta época del Anfiteatro: 59,2% ebusitana frente a 18,5% de barniz negro. En otros contextos, como Plaza S. Ginés o La Milagrosa, los porcentajes son del 60% al 77% para las cerámicas de barniz negro, pudiendo fijar una media de 28-30% para la ebusitana en toda la ciudad (PÉREZ BALLESTER 2008B: 645, figs. 10 y 12; RUIZ VALDERAS, 2008: 669-672). Al mismo tiempo su presencia, unida a la de los abundantes envases anfóricos púnico-ebusitanos, subraya la idea de las estrechas relaciones que debieron existir ente la Ibiza púnica y la Carthago Nova tanto púnica como republicana del s. II a.C. Quizás se pudiese poner este hecho en relación con la noticia de Tito Livio sobre la firma por parte de Ebussus de un foedus con Roma en el 217 a.C., tras el primer asedio romano a la ciudad. Cerámica Gris Ampuritana .- Vajilla fina de cocción reductora, se produce en el área emporitana desde finales del s. IV al s. I a.C. Esta producción ha sido bien estudiada (Barberá - Nolla - Mata 1993) desde el punto de vista funcional, mientras que uno de sus vasos más frecuentes, las jarritas o “gotets”, fueron objeto de estudio tipológico por Aranegui (1987). Sólo registramos tres pequeños fragmentos de pared, pertenecientes en dos casos a jarritas bitroncocónicas. Estos recipientes, con una amplia vida, ya son frecuentes en oppida ibéricos de época plena, en los siglos IV y III a.C., aunque tienen su mayor difusión entre el 175 y el 50 a.C., llegando a las costas itálicas o a las del Magreb. Otras cerámicas grises cuidadas locales o regionales .Bajo este epígrafe hacemos referencia a vasos abiertos de probable función como vajilla de mesa, caracterizados por un cocción reductora y un tratamiento alisado o engobado de la superficie, que las distingue claramente LOS NIVELES BÁRQUIDAS DEL ÁREA DEL ANFITEATRO DE CARTAGENA 1 2 3 5 6 7 8 4 9 10 11 0 5 cm Fig. 6. Vajilla de barniz negro. Campaniense A: nº 1 a 4. Producción indeterminada: nº 5 a 7. Vajilla engobada ebusitana: nº 8 a 11. 119 José Pérez Ballester Mª Carmen Berrocal Caparrós 1 2 3 4 0 5 cm 5 6 0 5 cm Fig. 7. Vajilla engobada ebusitana: nº 1. Cerámica púnica de cocina: nº 2-3. Cerámica local de cocina: nº 4-5. Cerámica púnica de almacenaje: nº 6. 120 LOS NIVELES BÁRQUIDAS DEL ÁREA DEL ANFITEATRO DE CARTAGENA 1 2 3 4 5 6 0 5 cm Fig. 8. Ánfora grecoitálica: nº 1. Ánfora púnica centromediterránea Mañá D (T-5.2.3.2): nº 2. Ánfora púnica del Estrecho Mañá-Pascual A-4 (T12.1.1.1): nº 3. Ánfora púnico-ebusitana PE16 (T-8.1.3.1): nº 4. Ánfora púnica del Estrecho CCNN (T-9.1.1.1): nº 5. Anilla de hierro: nº 6. 121 José Pérez Ballester Mª Carmen Berrocal Caparrós 1 0 Fig. 9. Ánfora centro-mediterránea T-4.2.2.5. 122 5 10 cm LOS NIVELES BÁRQUIDAS DEL ÁREA DEL ANFITEATRO DE CARTAGENA 0 1 5 cm 2 3 0 5 cm Fig. 10. Ánfora centromediterránea Merlin-Drapier 3 (T-3.2.1.2): nº 1-3. 123 José Pérez Ballester Mª Carmen Berrocal Caparrós de las cerámicas de cocina, y que por sus características de pasta y superficie no corresponden a ninguna de las dos producciones antes mencionadas. a las anteriores (GUERRERO, 1995, fig.7a) como a una cazuela de borde moldurado (GUERRERO: 1995, pp. 85-89, fig. 11b, tipo II.1a). En esta Fase 1, registramos una base con pie anular de diámetro indeterminado, y algunos pequeños fragmentos de pared. Cerámica Común Local de Cocina .- Destacamos una interesante fuente de base plana y paredes bajas con borde regruesado al exterior, similar a una tagénon o sartén, aunque no se conserva asa alguna (Fig. 7, 4). Creemos que es de factura local, con pasta color rojo ladrillo y desgrasantes mayoritarios de cuarzo. La superficie aparece recubierta por un grueso engobe color rojo oscuro, alisado al exterior y finamente espatulado por el interior. Es evidente que recuerda a los recipientes itálicos de engobe rojo interno (patinae), y su función podría ser similar (baking pan). La presencia de una pequeña tapadera también con engobe rojo en el mismo nivel, pensamos que aboga por una tradición púnica para este tipo de recubrimiento. Cerámica común de cocina Cerámica Común Púnica de cocina .- Sus principales formas fueron definidas por S. Lancel (1987) tras las excavaciones del barrio helenístico de Byrsa en Carthago (LANCEL et alii, 1979 y 1982), y completadas por los trabajos del Instituto Arqueológico Alemán de Roma en el mismo lugar (RAKOB, 1990). También constan entre las formas más antiguas de la obra de Hayes (1972). Son recipientes cocidos en atmósfera oxidante, de pasta dura y granulosa de color que va del rojo castaño al rojo ladrillo o incluso anaranjado, con un aspecto laminado al corte muy similar al que observamos en la cerámica de cocina itálica. Al igual que ésta, puede presentar al exterior una tonalidad grisácea que llega a ser casi negra, en la zona cercana al borde o en gran parte de la pared externa. Como ocurrirá con las sigillatas africanas, no se trata de un engobe especial, sino del efecto producido en el horno por un determinado apilamiento de las piezas. En nuestra Fase 1 encontramos dos piezas pertenecientes a este tipo de recipientes. La primera es un fragmento de pared con asa horizontal aplicada (Fig. 7, 2) perteneciente seguramente a la olla con labio moldurado para tapadera tipo kakkabé o “marmita”. Forma muy común en el norte de África (Carthago, Sabratha), tipo Hayes 194, y I.2 de Guerrero (1995: 78-79, figs. 6 y 7) con cronología entre los siglos IV y II a.C. está presente también en otros yacimientos del Mediterráneo Occidental como en Olbia (BATS, 1988, nº1111-1114, lám. 38) o Ibiza, donde además se imita (GÓMEZ BELLARD - GURREA, 1985), así como en Atenas o Corinto. Es el recipiente púnico de cocina más frecuente en el Anfiteatro con más de 50 ejemplares, en su mayoría en la Fase 2a (1ª mitad del s. II a.C.). La segunda es un pequeño fragmento de borde cóncavo, con amplio hueco para apoyo de tapadera (Fig. 7, 3) que podría corresponder tanto a una olla parecida 124 Por último, otra tapadera con botón cilíndrico de aprehensión en su parte más alta (Fig. 7, 5), que tiene su paralelo más cercano en otra del nivel de destrucción de la “casa púnica” de la C/ Serreta de Cartagena (MARTÍN CAMINO - ROLDÁN, 1991: 21), que sus autores fechan a fines del s. III a.C., coincidiendo con la toma de la ciudad por Escipión. Cerámica común de almacenaje Cerámica Común Púnica de Almacenaje.- Señalamos la presencia de una jarra o tinaja con cuello de borde subtriangular, con decoración de finas bandas horizontales en rojo (Fig. 7, 6). Sus características de pasta y decoración son idénticas a las de las ánforas Merlin-Drapier 3 (T-3.2.1.2) que trataremos más adelante, por lo que estamos seguros de su filiación púnica centro-mediterránea, aunque no conozcamos paralelos exactos. Cerámica Común Local de Almacenaje.- No se conservan piezas con forma identificable; sí podemos hablar de la existencia de fragmentos de pared pertenecientes a contenedores de cocción oxidante, algunos de ellos de factura “ibérica”, con la característica pasta bicolor. Ánforas de transporte (Cuadro 1) Ánforas Itálicas .- Un pequeño fragmento de borde de ánfora greco-itálica, con pasta rojiza de tipo campano, superficie cubierta por engobe amarillento y destacada LOS NIVELES BÁRQUIDAS DEL ÁREA DEL ANFITEATRO DE CARTAGENA ANFORAS Itálicas GrecoItálicas 1 Púnicas Centro-Med Púnicas Estrecho Púnicas Ebusitanas Púnicas Indet TOTAL 1 T-5.2.3.2 1 1 T-3.2.1.2 2 2 T-4.2.2.5 1 1 T-12.1.1.1 3 3 T-9.1.1.1 1 1 T-8.1.3.1 1 Púnic. Indet. 2 5 7 3 5 17 TOTAL 1 3 5 1 Cuadro 1. Ánforas de la Fase 1 del área del Anfiteatro. visera, con una relación de altura/anchura máxima del labio de 0,76 (Fig. 8, 1). Podría corresponder a una MGS VI ya de producción campana, como nos indica la pasta (VANDERMERSCH, 1994), de la 2ª mitad del s. III. Ánforas Púnicas .- En primer lugar, un ánfora completa, de 1,10 m de altura, cuerpo cilíndrico, algo ensanchado hacia la base con pivote hueco. Tiene un hombro destacado pero sin carena, y el borde entrante, engrosado y resaltado con respecto a la pared del hombro; presenta dos asas cortas de sección circular, situadas inmediatamente bajo el hombro. La pasta es de color gris verdoso con núcleo castaño. La superficie externa está cubierta por un espeso engobe beige. Las paredes aparecen deformadas por grandes burbujas producto de una cocción defectuosa (Fig. 9). Fue publicada por A. Rodero (1985: 219, lám. I, 2) como un ánfora emparentada con el tipo Mañá B o el tipo I.6 de Ribera, es decir, como un ánfora ibérica. En este sentido estaría cerca de las ánforas turdetanas o ibéricas del área del Estrecho, tipo C-1 de A. Muñoz (1987: 475, fig. 5). En efecto, para Ramón se trataría de un ánfora “acilindrada” T-4.2.2.5, con talleres en la Bahía de Cádiz y posiblemente también en Kouass, de la 2ª mitad del s. III y primer tercio del s. II a.C., con fuerte influencia de las ánforas del Mediterráneo Central, en especial de las sardas (RAMÓN, 1995: 194, nº 157, fig. 163, lám.VI). El contenido es indeterminado, aunque su presencia en la Bahía de Cádiz y en Kouass hacen presumir que se dedicaba al menos al transporte de salazones de pescado, pues además sabemos que el vino de la Bahía podía envasarse en ánforas que imitaban a las grecoitálicas (MUÑOZ VICENTE - DE FRUTOS, 2006). Un fragmento de ánfora cilíndrica tipo Mañá D1b (aproximadamente T-5.2.3.2), de pasta anaranjada rosada, y superficie del mismo color, posiblemente de procedencia cartaginesa (Fig. 8, 2). De borde entrante sencillo, es un envase cilíndrico típico del último tercio del s. III a.C., producido casi exclusivamente en el área de Túnez (Ramón, 1983; Ramón, 1995, pp. 186-189, figs. 168169, lám. VII). Puede encontrarse aún en el 2º cuarto del s. II a. C., como vemos en Byrsa (LANCEL, 1987: 109-110, F-315a1). Transportaría con seguridad salazón de pescado. Dos bordes y parte del hombro de ánforas Mañá-Pascual A-4 evolucionada (T-12.1.1.1) (Fig. 8, 3), forma producida con seguridad en los hornos de Kouass (PONSICH, 1968, tipo II/III) y abundante en sitios de Andalucía Occidental (MUÑOZ, 1987: 473-474). La pasta de los bordes es de color entre gris verdoso y castaño oscuro, con desgrasantes abundantes calizos junto a otros micáceos y arenosos. La superficie externa está cubierta por engobe gris verdoso claro. En el fragmento de hombro la pasta es de color gris violáceo en el núcleo y rojo anaranjado hacia el exterior; tiene desgrasantes de cuarzo y calizos, así como otros oscuros, arenosos. La superficie aparece engobada, en un tono algo más claro que la arcilla. Es una forma efectivamente originaria del área del Estrecho, que comenzaría hacia la mitad del s. IV, evolución de las más antiguas del s. V a.C. que encontramos en el pecio de Tagomago, y que podrían llegar a inicios del s. I a.C. Especialmente frecuente en el s. III (RAMÓN, 1995: 237-238, figs.210-211). Su contenido: por su fabricación en Kouass y en la Bahía de Cádiz, debió transportar salazones de pescado. 125 José Pérez Ballester Mª Carmen Berrocal Caparrós Hasta 35 fragmentos, entre ellos dos bordes distintos, de ánforas tipo Merlin/Drapier-3 (T-3.2.1.2), con pasta color rojo rosado o anaranjado, y desgrasantes calizos visibles (Fig. 10, 1-3). Superficie externa cubierta por un engobe de color blanco rosado, presentando una decoración pintada de finas bandas horizontales en color rojo. Estudiadas junto a otras de Cartagena de contextos similares por Martín Camino y Roldán (1994), tienen paralelos en la Neápolis emporitana, en el pecio de Cabrera 2 donde hay también ánforas Mañá D (T-5.2.3.1/2), varios ejemplares en el litoral de Ibiza, y en el silo CPU-I de la misma, del último decenio del s. III (RAMÓN, 1998: 169-170) así como en la Bahía de Cádiz (Torre de Doña Blanca). Es estudiada por Ramón como un ánfora de producción tunecina propia del s. III a.C., bien documentada en el último tercio de ese siglo en la necrópolis de Carthago, y también el extremo occidente de Sicilia (Lilibeo y Selinunte) (1995: 183, fig. 156-157). De contenido indeterminado. Fragmento de borde y pared correspondiente a un ánfora púnico-ebusitana PE-16 (T-8.1.3.1) (Fig. 8, 4) fechable entre el último tercio del s. III y los inicios del s. II a.C., (RAMÓN, 1995: 223-284, figs. 188-189). En algunos casos presenta un color negruzco por el interior, debido a un revestimiento de resina o sustancia similar. Esto ha hecho pensar que, además de aceite, estas ánforas pudiesen envasar también vino ebusitano (RAMÓN, 1995: 265-266). Por último un pequeño fragmento de borde de contenedor, que podría pertenecer a un ánfora de las denominadas “de los Campamentos Numantinos” (CC.NN.) (T-9.1.1.1) (Fig. 8, 5). Este ánfora cilíndrica es habitual hacia la mitad y 2ª mitad del s. II a.C. (SANMARTÍ,1989) pero la conocemos también en el área de Cádiz, donde sin duda se produjo, desde el s. III a.C. (MUÑOZ, 1987: 476, tipo E.2, , fig.7; GONZÁLEZ, 1987, fig.3; RAMÓN, 1995: 226-227 y 266, fig.194), así como en el contexto bárquida de Plaza de San Ginés (MARTÍN CAMINO, 1998: 13). Transportó salazón de pescado. A este conjunto de piezas identificadas, habría que añadir unos pocos fragmentos de pared de ánfora púnico-ebusitana con los característicos “costillares” por el exterior, así como una treintena pertenecientes al menos a cinco ánforas distintas, que serían de forma cilíndrica, no precisable. 126 Metal Hierro.- Señalamos la presencia de una pequeña anilla (Fig. 8, 6) y un fragmento macizo apuntado, muy deteriorado, que podría ser como punta de pilum. Monedas.- En este apartado destaca el hallazgo de dos divisores hispano-cartagineses de cobre. Uno de ellos ha podido ser identificado: A/ : Frustro. R/ : Casco. Peso: 1,36 grs. Módulo: 12,3. Pertenece a la Clase VIII, Tipo II, Grupo II de Villaronga, fechable entre el 221 y el 218 a.C. (VILLARONGA, 1973: 150-157). También otra moneda frustra. CONCLUSIONES Las ánforas: procedencias y contenidos Aunque disponemos de un número reducido de envases de transporte (17 ánforas distintas), vemos en nuestro conjunto un reflejo de lo que ya conocemos para otras zonas de Cartagena, que nos muestran un panorama de contactos seguramente directos con el Mediterráneo Central (Cartago), el área del Estrecho, tanto la Bahía de Cádiz como las costas del norte de África, la isla de Ibiza, y aquí en menor medida, Campania (Cuadro 1). Los resultados del estudio del vertedero de la Plaza de S. Ginés (MARTÍN CAMINO, 1998: 13-14) arrojan un panorama similar al del Anfiteatro, aunque el mayor tamaño de la muestra (fragmentos de 240 ánforas distintas aproximadamente) permiten aquilatar mejor los porcentajes de las distintas producciones. Aquí las centro-mediterráneas (Cartago) son las más numerosas (33%), mientras que las ibicencas, del área del Estrecho e itálicas (Campania-Sicilia) alcanzan porcentajes similares (alrededor del 22% cada serie), que se corresponden con los de cerámicas de vajilla de mesa, común y cocina de cada procedencia. En las fases bárquidas del Molinete o La Milagrosa encontramos las mismas ánforas con las mismas procedencias, y aunque los porcentajes no están expresados (RUIZ VALDERAS, 2004: 91-93) creemos que serán similares. Hacia finales del s. III e inicios del s. II, sí se detecta una mayor frecuencia de las ánforas grecoitálicas (hasta el 30% del total, RUIZ VALDERAS 2004: 95), como también ocurre en el Anfiteatro en la Fase 2a, que aquí no se trata (grecoitálicas: más del 50% del total). LOS NIVELES BÁRQUIDAS DEL ÁREA DEL ANFITEATRO DE CARTAGENA En cuanto a sus contenidos, debieron contener mayoritariamente productos derivados de pescado en salazón (T-4.2.2.5, T-5.2.3.2, T-12.1.1.1, T-9.1.1.1); vino, el ánfora grecoitálica; aceite las ebusitanas T-8.1.3.1, pues no hemos observado trazas de resinado por el interior; y las bellas y no muy grandes Merlin - Drapier 3 (T-3.2.1.2), de contenido no precisado, nos inclinamos a que envasasen un producto de calidad, vino o mejor aceite, dada su procedencia del área de Cartago, y la similitud de sus pastas rosadas anaranjadas y engobes blanquecinos con las primeras Tripolitanas Antiguas, que a partir de la mitad del s. II a.C. comienzan a exportar aceite a las costas peninsulares. mento secundario o complementario a otros compuestos mayoritariamente (en cuanto a peso y volumen) por ánforas de vino, salazones de pescado o aceite. El caso de la vajilla Campaniense A junto a las ánforas grecoitálicas está bien documentado, incluso para pecios más antiguos como el de Secca de Capistello en Lípari, si bien aquí con vasos de barniz negro de otra procedencia (Cavalier, 1985). Entender cómo llegaría a Cartagena, en un momento de paz relativa entre Roma y Carthago, no está probado con pecios de ese momento, aunque algunos inmediatamente posteriores, como Grand Congloué 1 y Ses Lloses-Lazareto en Mahón (SANMARTÍ Y PRINCIPAL, 1998) nos hablan de barcos de origen y procedencia itálica (campana seguramente) con cargamentos de ánforas de vino grecoitálicas y rodias (minoritarias) junto a vasos de barniz negro campanos. Para la vajilla engobada ebusitana está clara una llegada directa desde Ibiza, en barcos con cargamentos de ánforas de aceite y/o vino PE16 (T-8.1.3.1 y similares), aunque de momento no ha sido confirmada por los pecios. La vajilla de mesa. Comercio y funcionalidad (Cuadros 2 y 3) Lo escaso de nuestra muestra no nos permite avanzar mucho en lo que significa la llegada de vajilla de mesa a la Cartagena púnica. De nuevo son los contextos de la ciudad más nutridos (San Ginés, La Milagrosa, Molinete) los que nos ayudarán a interpretar la presencia de estos vasos en la Fase 1 del área del Anfiteatro. En cuanto a su funcionalidad, uno de nosotros ha realizado estudios sobre la relación que existe entre la forma de los vasos y su aplicación al consumo de determinados alimentos cocinados y bebidas, siguiendo los trabajos iniciados por Bats en su trabajo sobre Olbia (1988), Está claro que esta vajilla, como ya se ha apuntado en otros trabajos, no llega sola; acompaña, como carga- Prod./Froma L26? L27ab L25 L31/33 Camp. A 1 2 1 1 BN Indet. 2 F26 F28 F27 Jarr. Asa TOTAL 4 1 3 Engob. Ibiza 1 1 4 4 Gris Empor. 10 2 Gris Local TOTAL Indet. 2 2 2 1 1 1 4 2 2 2 2 6 21 Cuadro 2. Área del Anfiteatro, Fase 1. Vajilla de mesa, formas y producciones. Func./Prod. Camp. A BN Indet. Engobada Ibiza Comer 3 3 1 Beber 1 1 Gris Emporitana Gris Local TOTAL 7 2 4 Comer/Beber 4 4 Indet. 4 4 TOTAL 4 3 10 2 2 21 Cuadro 3.- Área del Anfiteatro, Fase 1. Vajilla de mesa, producciones y funcionalidad. 127 José Pérez Ballester Mª Carmen Berrocal Caparrós Principal (1998 y 2004) sobre las cerámicas de barniz negro en Cataluña, y los de Campanella sobre vajilla y cerámica de cocina púnicas (CAMPANELLA, 1999 y 2003; NIVEAU - CAMPANELLA, 2006). Según nuestros trabajos (PÉREZ BALLESTER, 2008A, 2008B; PÉREZ BALLESTER - GÓMEZ BELLARD, 2009), la reducción funcional de las formas de la vajilla de mesa, tanto de cerámicas de barniz negro como la engobada ibicenca, a boles y platos para comer y presentar alimentos, y copas, cuencos y vasos para beber, nos permiten relacionarlos con los recipientes de cocina existentes en sus contextos, y de ese modo visualizar los usos y cambios que puedan observarse en un lugar en las costumbres culinarias de sus habitantes. En la Fase 1 del área del Anfiteatro, cacabés y patinas nos remiten a usos culinarios helenísticos: guisos caldosos de carne o pescado con verduras y legumbres, acompañados de especias y aceites en el primer caso, y comidas cocinadas al horno en el segundo; la pequeña tapadera cónica correspondería a una olla profunda, adecuada para cocciones de carne o legumbres en abundante agua (PÉREZ BALLESTER, 2008A: 634-637). Entre la vajilla de mesa documentada predominan aquellas formas (L26, L27ab, F26) relacionadas con el consumo de alimentos semisólidos o caldosos cocinados en cacabés y ollas, comunes en Lattes, Olbia o Cosa así como en contextos ibéricos catalanes y valencianos de la misma época (PÉREZ BALLESTER 2008A: 646-647; idem 2008B: 214-215). No aparecen los platos (L23, L55, L5, L6, F23, F55), más adecuados para presentar y consumir pescados y carnes cocinados en patinas y lopades, o asados (PÉREZ BALLESTER 2008A: 643-647), aunque en otros contextos bárquidas de Cartagena sí son abundantes, e incluso más frecuentes que los anteriores (RUIZ VALDERAS, 2008: 672-673). Los pequeños cuencos L25 podrían destinarse a contener salsas o especias. Para beber, consideramos los cuencos profundos L31 y L33, los cuencos poco profundos y abiertos L28, F28 o las jarritas con un asa grises emporitanas, mientras que los cuencos poco profundos y de borde recto o ligeramente reentrante F27 de la vajilla engobada ebusitana, podría tener una funcionalidad mixta (PÉREZ BALLESTER - GÓMEZ BELLARD 2009: 144). BIBLIOGRAFÍA AA. VV. 1990: Lattara 3, Lattes. 128 ADROHER AUROUX, A.M., 1998: “Materiales de los siglos III y II a.n.e. en Lattes (Hérault, Francia)”, en J. Ramon – J. Sanmartí - D. Asensio - J. PrincipaL (eds.), “Les fàcies ceràmiques d’importació a la costa ibèrica, les Balears i les Pitiüses durant el segle III aC i la primera meitat del segle II aC, Arqueomediterrània” 4, Barcelona, pp. 217-241. AMO DE LA HERA, M., 1970: “La cerámica campaniense de importación y las imitaciones campanienses en Ibiza”, Trabajos de Prehistoria, 27, pp. 201-244. 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