“la Gente Siempre Creyó En Formas Diferentes A Las Que La Iglesia

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CULTURA Y CREENCIAS ENTREVISTA CON EL SOCIÓLOGO Y ANTROPÓLOGO ALEJANDRO FRIGERIO “La gente siempre creyó en formas diferentes a las que la Iglesia intentaba imponer” PENTECOSTALISMO, ESPIRITISMO Y UMBANDISMO HOY CONVIVEN –COSTOS SOCIALES MEDIANTE– CON LAS FORMAS INSTITUCIONALIZADAS DE LA RELIGIÓN CATÓLICA. DE LA VIRGEN DE LUJÁN AL GAUCHITO GIL Y SAN LA MUERTE, EN LA ARGENTINA ACTUAL, EL MERCADO RELIGIOSO ESTÁ DESREGULADO Y ES DIVERSO. –¿Cómo entiende la religiosidad en la Argentina de hoy? –Creo que hay una narrativa dominante de la nación argentina que nos presenta como europeos, blancos, modernos, católicos o, a veces, si sos “progre”, racionales. Esa es una imagen absolutamente falsa. Ahí es donde entran a jugar mi perspectiva teórica y mi historia: no veo un retroceso o una pérdida del catolicismo, porque no tuve una formación católica. De ahí, mi apertura hacia otras formas de religiosidad generalmente despreciadas. Participo de dos teorías principales. Una es el interaccionismo simbólico, una teoría sociológica que pone atención en los procesos y que le da agencia a los sujetos. Porque, en cinco o en diez años, las cosas cambian, aparte de los condicionamientos estructurales. Además, adhiero a una perspectiva norteamericana, denominada de las “economías religiosas”, que no está tan de acuerdo con la teoría del monopolio católico. –¿Por dónde cree que transcurren en la actualidad las religiones y creencias? –Cada país tiene una idea diferente del lugar que ocupa la religión en la nación y en la vida cotidiana. Hubo un monopolio del catolicismo como “las creencias legítimas”, no como las creencias religiosas de la Argentina. La gente siempre creyó en formas muy diferentes a las que la Iglesia intentaba imponer. Lo que pasa es que ha habido un costo social que pagar por esas ideas diversas. A partir de la vuelta de la democracia, este costo bajó. El de hoy es un mercado crecientemente desregulado. En los últimos treinta años, la regulación gubernamental se modificó poco, y sin embargo, los costos sociales fueron variando. Cuando, después de 1983, se empezaron a hacer visibles comportamientos sociales que antes estaban invisibilizados por la dictadura (desde expresiones de la cultura popular hasta conductas sexuales y religiosas), es posible hablar de un mercado desregulado. ALEJANDRO FRIGERIO DOCTOR EN ANTROPOLOGÍA POR LA UNIVERSIDAD DE CALIFORNIA, LOS ÁNGELES, Y SOCIÓLOGO POR LA UNIVERSIDAD CATÓLICA ARGENTINA. INVESTIGADOR INDEPENDIENTE DEL CONICET Y DOCENTE. 6 Pero la desregulación nunca es completa: desde 1986 hasta 1993, hubo un pánico respecto de una supuesta invasión de sectas en la Argentina. Entre 1992 y 1993, la controversia sobre las sectas saltó a todos los medios. Eso muestra que esta creciente diversidad religiosa tiene un costo social. Hubo una gran reacción secular de psi- cólogos, médicos, periodistas que, supuestamente, no son religiosos, pero que estaban evaluando comportamientos religiosos con los patrones católicos, que es su modelo de religión. Lo diferente es estigmatizado: los pentecostales, los umbandistas, los grupos más pequeños. Luego, a medida que la democracia se afianza, hay conductas que ya no asustan a nadie. –¿Hay religiones más estigmatizadas que otras? –Existe la idea de que si se tiene una religiosidad demasiado intensa –sea católica, pentecostal o umbandista– se es objeto de burla (igual, es mejor que sea católica). Aparte de esto, primero se estigmatizó a los pentecostales, que eran vistos como “una avanzada del imperio yanqui”, porque hacían grandes festivales religiosos en estadios. Luego, ocurrió con los umbandistas y, ahora, con los devotos de san La Muerte. La religión umbanda –la que más estudié– tenía mala imagen, pero no era terrible. Entre 1992 y 1993, gracias a las acusaciones del padre Grassi (que era un desconocido) sobre un pai que habría matado a una chica en un ritual, comenzó a relacionarse a los umbandistas con los sacrificios humanos. Esta mala imagen continúa hasta el día de hoy. Si uno busca “umbanda” en los diarios, siempre aparece relacionado con algún crimen. Cada vez que hay un crimen en la provincia de Buenos Aires, y se encuentran una vela y una imagen rara, los medios titulan “crimen umbanda”. En el último año, empezó a suceder lo mismo con san La Muerte. Entonces, una serie de creencias religiosas populares que no concuerdan con la imagen construida de lo que debe ser una religión argentina es estigmatizada y, después, criminalizada. Y esto sigue sucediendo. –¿Estas creencias mágico-religiosas se extendieron en las últimas décadas? –Las cosmovisiones mágico-religiosas forman parte de la cultura argentina desde hace mucho, solo que ahora son visibles. Por ejemplo, en una época, estudié la imagen de los negros en Caras y Caretas en 1910-1920. Y me encontré con varias notas sobre adivinas y curanderas en Buenos Aires, y con una campaña en contra de ellas. Han estado siempre. Expresan una demanda de servicios mágico-religiosos no satisfecha por la Iglesia católica. | noviembre/diciembre de 2011 | año 3 | nro. 14 –¿La Iglesia católica antes satisfacía esos servicios? –Al catolicismo, ese tipo de demandas no le gusta. Por eso existe todo ese catolicismo popular que tuvo una relación bastante ambivalente con la Iglesia, que pasó de perseguirlo a aceptarlo parcialmente en la década de 1960. En ese momento, la religiosidad popular se revalorizó junto con la revalorización del pueblo. Después, con la renovación carismática católica, se intentó apelar a esto. Hay muchas manifestaciones que fueron aceptadas: se multiplican los santuarios de vírgenes milagrosas y se incentivan las peregrinaciones. Pero hay una diferencia fuerte entre el modelo católico de los santos y el modelo popular. El catolicismo los ve como modelos de vida y, secundariamente, como intercesores de Jesús y dadores de gracias. Desde el mundo popular, se ve a los santos y a las vírgenes como otorgadores de milagros. El modelo de vida no importa. Existe una visión popular de un mundo encantado, en el cual los seres espirituales (Dios, Jesús, la Virgen, los parientes que murieron) pueden ayudar si uno les pide. Llamo a esto “religiosidad extrainstitucional”, algunos lo denominan “religiosidad vivida”, otros, “religiosidad popular”, esto es, visiones populares de lo religioso que son diferentes de lo propuesto por la institución y que están en interacción permanente, en diálogo más o menos confrontativo. –¿Esas figuras siguen solo el modelo católico? –Están influenciadas por el modelo católico, pero no solamente. Una de las cosas que creo que sucede desde los últimos diez o quince años es que varios elementos de la religión umbanda fueron adoptados por el catolicismo popular. Por ejemplo, al Gauchito Gil y a san La Muerte se les dejan cigarrillos, alcohol y otras ofrendas materiales que antes no se dejaban, porque, siguiendo el modelo católico, se ofrendaban solo velas o flores. Esta ofrenda material, en mi opinión, tiene que ver con la cosmovisión religiosa umbandista. Aunque no practique esta religión, mucha gente en el Gran Buenos Aires ya pasó por templos umbandas y sabe que hay que dejar ofrendas materiales. También se están dando sincretismos entre lo umbanda y los cultos populares. Por ejemplo, san La Muerte está apareciendo en templos umbandas. A medida que la religión umbanda se desarrolla no tanto ya en los sectores medio bajos como antes, sino en los más populares, hay un desliz de creencias entre una cosa y otra. Y sucede algo interesante: el Gauchito está ganando una aceptación social porque, simbólicamente, es una mezcla de Martín Fierro y de Jesús; es un gaucho crucificado. Pero tenés a san La Muerte, que es un esqueleto y una calavera, y se dice: “Esto no es religión”. En México, hay otra relación con las imágenes de san La Muerte: acá son chicas, porque dan impresión; allá son tamaño natural. Entonces, el gaucho está bien, pero la calavera no, por más que los cultos vayan juntos. El Gauchito era devoto de san La Muerte; por eso, lo colgaron de un árbol y lo degollaron. –¿En qué se diferencia una secta de una religión? –La denominación “secta” es una acusación social. Hay nro. 14 | año 3 | noviembre/diciembre de 2011 | religiones que se organizan como Iglesias y otras que se organizan como sectas. Ocurre que, cuando se arman las campañas de reacción contra las sectas, hay grupos a los cuales se estigmatiza como sectas (socialmente, la Iglesia es buena y la secta es mala). Muchas veces, las sectas exitosas se convierten en Iglesias, y estas también dan nacimiento a nuevas sectas, porque hay desprendimientos (lo que sucede constantemente en el mundo protestante). La Iglesia es un grupo burocrático e institucionalizado, con creencias homogeneizadas, y la secta es un grupo volátil, que sigue a un líder carismático y cree que solo dentro de ese grupo está la salvación. Esto, a veces, puede tener derivaciones complicadas. Pero no es verdad que todos estos grupos son peligrosos. –¿Cuál es el peso de la legislación sobre los distintos grupos? –Durante bastante tiempo, hubo control burocrático sobre los grupos religiosos, a través del Registro Nacional de Cultos. A mediados de los 90, se intentó cambiar la ley, que es de la época de la dictadura y obliga a los grupos no católicos a registrarse. Desde la presidencia de Néstor Kirchner, los requisitos para la inscripción son más laxos. Pero hay muchos grupos que no quieren inscribirse porque no les interesa o no saben cómo hacerlo. En la medida en que estas religiones se hacen cada vez más populares, crece el número de templos pentecostales o umbandistas en sectores más alejados de la Capital, a los que no les preocupa o no tienen los medios para hacer el trámite en el Palacio San Martín (hay que asesorarse con un abogado, por ejemplo). –¿Qué otros grupos religiosos han ganado fieles? –Hay toda una serie de grupos que no son evangélicopentecostales que aceptan algunas cosas del mundo cristiano, pero tienen otros libros que complementan la revelación (como los mormones o los testigos de Jehová). Son Iglesias, por como se organizan, pero no se sabe exactamente cuántos fieles hay. La gente circula mucho por las iglesias. Además, el espiritismo en la Argentina fue muy importante. Por ejemplo, la Escuela Científica Basilio es parte de esa diversidad religiosa antigua. Para la cultura argentina, eso no existe, pero están ahí hace sesenta años. LA FE, EN NÚMEROS PLURALISMO, DIVERSIDAD Y CULTURA CRISTIANA 76,5 % DE LOS ENTREVISTADOS SE DEFINEN CATÓLICOS. 9 %: EVANGÉLICOS (7,9 %, PENTECOSTALES). 11,3 %: AGNÓSTICOS, ATEOS O INDIFERENTES. 1,2 %: TESTIGOS DE JEHOVÁ. 0,9 %: MORMONES. 1,2 %: OTRAS OPCIONES. PRÁCTICAS RELIGIOSAS ELEGIDAS 78,3 %: REZAR EN CASA. 42,8 %: LEER LA BIBLIA. 31 %: CONCURRIR A SANTUARIOS. RANKING DE CREENCIAS 91,8 %: JESUCRISTO. 84,8 %: ESPÍRITU SANTO. 80,1 %: VIRGEN MARÍA. 78,2 %: LOS ÁNGELES. 76,2 %: LOS SANTOS. 64,5 %: LA ENERGÍA. 38,8 %: LOS CURANDEROS. PRÁCTICAS ALTERNATIVAS 31,5 % CONSULTÓ ALGUNA VEZ A UN CURANDERO. 25,9 % CREE EN LA ASTROLOGÍA. 25,7 % CREE EN LA VIDENCIA Y LA ADIVINACIÓN. FUENTE: Primera encuesta sobre creencias y actitudes religiosas en Argentina. (FONCYT y CEIL PIETTE-Conicet). Casos: 2403. Alcance nacional. Director: Fortunato Mallimaci. Agosto de 2008. 7 noviembre/diciembre de 2011 / año 3 / nro. 14 Revista de distribución gratuita C SER Y CREER EN LA ARGENTINA MITOS Y LEYENDAS DE LA FE HOY OPINAN FORTUNATO MALLIMACI, ALEJANDRO FRIGERIO Y MARÍA ROSA LOJO. EDITORIAL noviembre/diciembre de 2011 / año 3 / nro. 14 Revista de distribución gratuita Sumario 04 “LOS DIOSES ESTÁN TAN ACTIVOS COMO HACE CIEN O QUINIENTOS AÑOS” Responde Fortunato Mallimaci. 06 “LA GENTE SIEMPRE CREYÓ EN FORMAS DIFERENTES A LAS QUE LA IGLESIA INTENTABA IMPONER” Responde Alejandro Frigerio. 08 SANTAS FICCIONES María Rosa Lojo habla y escribe sobre literatura y mitología popular. 10 TOCANDO EL PAÍS Ritmos y sonidos argentinos, por y para todos, con el impulso de la Secretaría de Cultura de la Nación. 12 LA CULTURA HACE EQUIPO CON LA CIENCIA Y LA TECNOLOGÍA Pájaro Gómez, Gyula Kosice, Juan Doffo y Enrique Salvatierra, en Tecnópolis. 14 “SIN CLIENTES, NO HAY TRATA” El análisis de las especialistas Zaida Gatti y Joy Ngozi Ezeilo. 16 HOMENAJES POPULARES PARA EVOCAR A NÉSTOR Y A “LA NEGRA” SOSA En el Museo del Bicentenario y la Casa del Bicentenario. 18 UN AÑO DE CULTURA, EN IMÁGENES Nueve postales de la Secretaría de Cultura de la Nación en 2011. 20 LA ARGENTINA EN PERSPECTIVA Opinan Jorge Battaglino y José Natanson. 22 EL PAÍS DOCUMENTADO La actualidad del género documental argentino: diálogo con Gustavo Aprea. 24 “BASTA DE ANÉCDOTAS”: LEER ES PARA TODOS Comentan Michel Peroni, Eva Janovitz, Graciela Nejamkis, María Emilia López y Daniela Allerbon. 26 PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO ARGENTINO. MEMORIA DEL BICENTENARIO (1810-2010) Por Alberto Petrina, Sergio López Martínez y Ramón Gutiérrez. 28 CUANDO EL ARTE CAMBIA DOLOR POR CREACIÓN La movida musical del Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex-ESMA. 30 LIBRERÍAS DE CUALQUIER TIPO Y FACTOR Lugares que ofrecen lo que otros no tienen. 32 PANORAMA FEDERAL La vida cultural de Córdoba, Misiones, La Rioja y Tucumán. 36 NUESTROS ARTISTAS “Tributo al Gauchito Gil”, por Sergio Gravier. Jorge Coscia Secretario de Cultura de la Nación Las razones para que los argentinos estemos orgullosos de lo conseguido en los últimos años son muchas. Tantas y tan variadas, podría decirse, como las de los doce millones de votos que revalidaron a Cristina Fernández de Kirchner como presidenta de todas y todos. Hay un motivo que, sin embargo, no ha tomado la relevancia que merece en el debate público: últimamente, el Estado argentino ha plasmado en su política cultural los diferentes modos del ser nacional. A partir de ese inapelable punto de inflexión que fue la fiesta del Bicentenario, como pueblo, celebramos con más claridad que nunca el hecho de que, por suerte, existen distintas maneras de ser argentinos. Y que esa diversidad nos enriquece. Aquel “argentinazo cultural”, que se extendió a lo largo de todo el territorio, exaltó de cara al mundo las diferentes manifestaciones culturales que nos habitan, en la pluralidad más diversa. En el mismo sentido, sostenemos que las formas en que nos conectamos con lo religioso varían de pueblo en pueblo, de provincia en provincia, de barrio en barrio. Que esa relación, tan íntima, sea abrazada como rasgo de sincero pluralismo por nuestra sociedad es uno de los motivos de orgullo que este número de Nuestra Cultura quiere enfatizar. Porque son muchas las maneras de la religiosidad popular que habitan en el suelo argentino. Este ejemplar de la revista aborda precisamente este tema, con algunas de las voces más destacadas en la materia. Quizá esta sea otra forma de poner en valor esa fibra íntima de nuestra identidad como pueblo: la diversidad en la unidad. Este es también el último número del año, un año que nos tuvo en la primera línea del frente de batalla cultural, en el que esta revista, la voz institucional de la Secretaría de Cultura de la Nación, fue un provechoso instrumento para dar el debate allí donde fuera necesario. Hemos intentado combatir las zonceras culturales que suelen taladrar desde la corporación mediática nacional aportando datos, con una perspectiva comparada e histórica que nos permitiera levantar la cabeza de la coyuntura, argumentando siempre. Al menos eso intentamos. Quedará en el lector atento consagrar si nuestro esfuerzo editorial llegó a buen puerto. Poco tiempo atrás, decíamos que la encrucijada electoral que enfrentábamos definiría si nos íbamos a decidir, de una vez por todas, a ser una nación independiente, soberana, incluyente y plural. Con millones de voluntades que dieron el sí en las urnas, el proyecto nacional y popular que encarna la presidenta salió fortalecido y relegitimado, rompiendo todos los récords históricos de la democracia argentina. El desafío ahora es estar a la altura de la continuidad de este proyecto y de su profundización, reforzando todo lo que se hizo bien y corrigiendo aquello que haya que mejorar. En lo que seguro insistiremos es en este carácter distintivo del peronismo del siglo XXI que expresa el kirchnerismo: el apoyo irrestricto a las manifestaciones de la diversidad cultural. Esa es, nadie lo dude, una de las políticas de Estado de las que, como argentinos, más orgullosos debemos sentirnos. Un camino abierto que seguiremos afianzando. nro. 14 | año 3 | noviembre/diciembre de 2011 | 3