Ese Rio Revuelto De La Poesia

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Ese río revuelto de la poesía “Parábola de los ciegos”, Pieter Brueguel, el Viejo. 1568. Por Luz Helena Cordero Villamizar* Bogotá, febrero de 2012 * Poeta colombiana nacida en Bucaramanga. Libros publicados: Postal de la memoria (2010), Por arte de palabras (2009), Cielo ielo ausente (2001), El puente está quebrado (1998), Canción para matar el miedo (1997), Óyeme con los ojos (1996). Incluida en varias antologías de poesía colombiana e hispanoamericana. Un poema es tanto más hermoso cuanto más parecido sea a un caballo. Por no tener nada de más ni de menos es por lo que un caballo es el ser más hermoso de la Creación Mario Quintana (Carta a un joven poeta) Tenemos una sola cosa que describir: este mundo. José Emilio Pacheco (Arte Poética I) La Casa de Poesía Silva y el Festival Internacional de Poesía de Medellín se han convertido en símbolos del culto que se rinde a este género en Colombia. Estas dos instituciones sobresalen como las puntas del iceberg poético en el país pero en niveles ocultos y a escala reducida se encuentran manifestaciones de esa afición, no digamos por la poesía, sino por la versificación. Existen análisis semánticos y hermenéuticos de la poesía que se publica en Colombia; trabajos críticos de la obra de los poetas colombianos más reconocidos; se han hecho estudios de la llamada poesía popular. Pero sería interesante indagar en ese gran cuerpo de la poesía que llega a los concursos literarios, que pertenece al espacio privado o a la soledad de quien la escribe y, que en gran proporción, termina siendo literal y literariamente incinerada en los recintos oficiales o en los altares construidos a los ganadores o a los poetas publicitados. Ese río revuelto de la poesía Luz Helena Cordero Villamizar Al referirme al número de libros que debía leer como jurado de este concurso de poesía1, cuya extensión total se acercaba a las diez mil páginas, alguien me dijo con ironía: No te preocupes, casi todos son basura. No te olvides que somos un país de poetas. Entonces quise meterme de cabeza en esas páginas tratando de buscar el más allá, el sentido de esos miles de versos; me propuse persistir, tolerar, traspasar el escollo de mi propia noción de lo bueno y lo malo hasta encontrar luces que me llevaran a entender por qué se escribe, se escribe y se escribe en este país de leguleyos. Quizá llevamos la doble herencia - el valor de las letras y el valor de las armas - que ha protagonizado la historia de tantas confrontaciones internas y que sigue siendo una disyuntiva nacional. Tal vez el apego a las letras venga de la obstinación por preservar los símbolos de lo que se considera civilizado, en contraposición a una idea deformada de lo salvaje. Sin embargo, el sistema educativo oficial todavía aplica aquella sentencia que dice la letra con sangre entra. Pese a esa educación y en virtud de algún encantamiento sobreviven el amor por las palabras y el gusto por la escritura. Todavía se encuentran profesores nostálgicos que insisten, cada vez con mayor esfuerzo, en sembrar en sus alumnos el gusto por los versos y las rimas, logrando casi siempre el efecto contrario, que es matar la poesía con tareas escolares absurdas. Quizá la poesía es justamente eso que sobrevive a la destrucción de la palabra en los espacios académicos. Preguntan los maestros y los padres que tienen simpatía por esta manifestación humana, cuál es el método adecuado, el secreto, para enseñar a sus alumnos o a sus hijos a amar la poesía. Se han dado tantas respuestas a esta especie de aporía, que lo más frecuente es encontrar fórmulas que irremediablemente darán con un amor fallido. ¿Cómo enseñar la pasión? III Concurso Nacional de Libro de Poesía organizado por la Universidad Industrial de Santander, UIS, Bucaramanga, Colombia, 2011. 1 3 Ese río revuelto de la poesía Luz Helena Cordero Villamizar En 2005 la Unesco preguntó a cincuenta poetas procedentes de 25 países y de cinco continentes, cuáles son los “métodos más eficientes para enseñar la poesía a los alumnos”de secundaria2. Las respuestas son tan disímiles como la concepción que cada poeta tiene de la poesía. Alguno propone una “feliz contaminación” con la poesía popular; otros dicen que volver a los clásicos para aprender con el ejemplo, jugar con las palabras, hacer diarios, participar en círculos literarios, hacer revistas y periódicos, memorizar versos, declamar, usar métodos audiovisuales (que oigan canciones, que vean televisión, que graben poemas); alguien se escabulle con una solución burocrática (insta a crear “un comité internacional que se ocupe de ese tema”); otro dice: “leer en voz alta, mimando el poema”. Un poeta menos optimista responde de manera categórica: “A mi juicio, los estudiantes actuales están tan lejos de comprender y apreciar la literatura, que no se les puede comparar con sus antecesores de otras generaciones”. Pero muchos de los poetas indagados dejan la respuesta en blanco o sencillamente la responden con un contundente “No”. No hay el método, no hay la fórmula. La poesía escapa a los intentos de reclusión. En Colombia es frecuente que quien escribe versos sea el personaje que ameniza las reuniones, los entierros y las fiestas. Se sabe que los versos están proscritos de los juzgados, las notarías, los negocios, los trámites, los órganos legislativos y el gobierno, aunque alguna vez el realismo mágico, que hace parte de nuestro folclor, logra filtrar las oficinas y la burocracia. El 7 de mayo de 2010 fue noticia nacional que Wilfredo Rodelo de Oro, trabajador de un colegio municipal, hubiera hecho una solicitud de traslado mediante seis décimas como esta: Necesito un nuevo ambiente, /buscar un nuevo escenario, /considero necesario /trabajar con otra gente. /Así, respetuosamente, /Recurro a su dependencia, /porque es de su competencia, /reubicar el personal, /para que en lo laboral,/ haya mejor eficiencia. La Secretaría de Educación de Bolívar Unesco. “Leer y escribir la poesía”, en: http://unesdoc.unesco.org/images/0013/001395/139551s.pdf 2 4 Ese río revuelto de la poesía Luz Helena Cordero Villamizar consideró necesario responder utilizando el mismo estilo de comunicación haciendo cinco décimas como la que sigue: Peticiones inusuales/como la que se responde, /decidirla corresponde en estrofas decimales. /Y siendo discrecionales/las cuestiones de traslado, /con un acto motivado/ del señor Gobernador, /se responde a su favor, /eso que ha solicitado. El resultado fue un simpático juego verbal que tuvo final feliz3. No digo que eso sea poesía pero es evidente que la tradición popular de canciones y coplas rompe la estructura acartonada del lenguaje oficial, convoca la sensibilidad y genera otras emociones. En días pasados circuló otra noticia que resulta inverosímil: Un narco paramilitar condenado a varios años de prisión por ser autor intelectual y material de masacres ha logrado rebajar su pena gracias a que es profesor de poesía en una cárcel de Medellín. Dejo las glosas a su capacidad de asombro. Bello país en donde la poesía sirve para todo. Para otras personas la poesía representa la búsqueda de lo bello contra la cara siniestra de eso que también somos. Al decir del poeta mexicano José Ángel Leyva, “pueblos sensibles a la cultura son también víctimas de la barbarie; el optimismo y la tragedia se revuelven en su historia con semejante furia; la palabra y su contradicción con la realidad nombran la imaginación impresa en su literatura”4. Esta doble condición ha llevado a crear un cliché, según el cual, Colombia es un país de poetas. Para quienes no nos sentimos convocados por el escudo, la bandera ni el himno nacional - emblemas mohosos de una ruinosa conciencia patriotera -, pero tampoco nos identificamos con Shakira, con Juan Valdés o con la selección colombiana de fútbol, esta posible identidad resulta sugerente. Sin embargo, de muchos países en el mundo se ha dicho y se dice lo mismo: México, 3 “Con poesía, pidió su traslado”. El Tiempo, 7 de mayo de 2010. Página 1-24. Leyva, José Ángel. “La Otra- Gaceta. Revista de Poesía”, No. 58. México, 17 de enero de 2012. http://www.laotrarevista.com/2012/01/presentacion-de-la-otragaceta-58/ 4 5 Ese río revuelto de la poesía Luz Helena Cordero Villamizar Portugal, Macedonia, Irán, Nicaragua, Chile, entre muchos otros, han sido llamados “tierra de poetas”. ¿Se reconocen los colombianos a través de la poesía, al punto que esta haya permeado la noción de identidad? Lejos estamos de responder afirmativamente a esta pregunta, aunque se publiquen muchos libros de poemas, o aunque suceda como en Chile en donde se dice que “levantas una piedra y sale un poeta”. La poesía trasciende la idea de nación, región o lugar. Si pudiera circunscribirse a una comunidad, solo podría ser una “comunidad imaginada”, para tomar prestadas las palabras de Benedict Anderson5; y si tuviéramos que buscarle un espacio, este solo podría encontrarse en las heterotopías o en la insondable utopía. Esto no niega que en Colombia sucedan fenómenos como el Festival de Medellín en donde la poesía se hace multitud, perplejidad, surrealismo, espectáculo; en donde sobrecoge ver tanta gente agolpada, familias enteras que cargan con sus niños y sus avíos como si se tratara de una función de teatro, de un circo o de un bazar y se disponen a escoger su mejor ubicación para escuchar a poetas de diversos países. A veces se tiene el temor de que esa multitud esté equivocada de plaza o de auditorio, que haya llegado allí por error y cuando las voces de los poetas se tomen la plaza pueda producirse una desbandada imparable que acabe con el silencio necesario para la poesía. Pero no hay equivocación y, al comprobarlo, se ponen los pelos de punta. La gente se amontona, se agarra de las puertas para no quedarse fuera, empuja y protesta si el recinto está lleno, temiendo que se le impida entrar. La contundencia de lo que allí sucede es como un picotazo en pleno corazón. Solo cuando uno ha sido raptado por esa multitud anónima que lo hala del brazo y le suplica que lea un poema en mitad de la avenida; solo cuando uno ha visto esos rostros boquiabiertos, tratando de que no se les escape una vocal en medio del ruido de los pitos y de los transeúntes, solo entonces puede entender que en Medellín la poesía es un milagro, es decir, un fenómeno humano que raya con lo fantástico. 5 Anderson, Benedict. “Comunidades imaginadas". México: FCE, 1993. 6 Ese río revuelto de la poesía Luz Helena Cordero Villamizar ¿De esto se puede concluir que en Medellín la gente tenga más cultura poética? Si bien la lluvia no hace mella en esos rostros que resisten horas y horas las palabras de los poetas, también es cierto que allí se aplaude igual una oda, una diatriba, un panfleto o un gran poema; pues ese público no está allí para clasificar o criticar la poesía. Está allí para asistir a un ritual y lo hace con el mismo fervor con que luego acudirá a una misa, a un desfile de modas o a un partido de fútbol. Hay quienes dicen que la poesía no es para llenar estadios. Yo digo que no hay espacios vedados a la poesía. Añado que tal vez poesía no es lo que leen los poetas en esos grandes escenarios; poesía es el encantamiento, la fuerza de lo que sucede allí, en el alma de la multitud, adentro de cada persona, en ese instante irrepetible. Medellín es Colombia pero no es Colombia. Esa fuerza convocante de la poesía no existe en Bogotá ni en Bucaramanga. ¿Qué tiene esa ciudad para que sea la tierra en que también la poesía florece? No tengo la respuesta como tampoco la tienen los organizadores del Festival, quienes están convencidos del poder de la palabra poética para transformar realidades y especialmente para cambiar su ciudad. La magia y el poder de la palabra ocurren allí como un paréntesis fantástico a la tenebrosa realidad que llena los titulares y que sigue ubicando a Medellín como una de las ciudades más violentas del mundo. Fuerte paradoja, ciudad oxímoron que simboliza en sí misma lo bello y lo espantoso. Esta aparente contradicción lleva a la pregunta de siempre: el papel de la poesía en un mundo cruento (cuya raíz debe venir de crudeza y crueldad). Entre las múltiples respuestas optaré siempre por las que enfatizan la ineficacia de la poesía como arma contra la violencia porque ni la poesía ni la literatura tienen como misión combatir ni cambiar nada, pues son en sí mismas la expresión del poder real de la palabra, del símbolo, del lenguaje. Aunque no tengan la función de cambiar nada, sucede que un libro o un poema pueden cambiarnos la vida. La poesía es la fuente, el cántaro, 7 Ese río revuelto de la poesía Luz Helena Cordero Villamizar la boca y la sed. La poesía, como la literatura en general, añade algo nuevo al mundo cuando lo nombra; construye y destruye realidades. Y el verbo se hizo carne… dice un texto sagrado. ¿Hay alguien que dude de la existencia de Macondo? ¿Sería igual el mundo si Cervantes no hubiera dado a luz a Don Quijote? ¿Quién, después de haberlo leído, ha dudado de que un día pueda despertarse convertido en un horrible insecto? Machu Picchu no puede ser el mismo antes y después del Canto General. Piedad Bonnett describe una escena que hemos visto muchas veces en la calle, sin verla, y solo cuando se convierte en poema, entonces vuelve a suceder y algo de esa situación nos hace doler. Frente a un semáforo pasan en fila india unos obreros de construcción, como los ciegos de la parábola de Brueguel. ¿Qué tiene de especial esa imagen que encabeza el hombre más viejo, seguido por uno más joven y por el niño que viene atrás, rezagado, siguiéndolos en su retorno a casa después de una larga jornada de trabajo? ¿Hay algo más cotidiano que esta escena urbana? ¿A quién puede importarle algo que nunca será noticia y que en nada puede conmovernos? He aquí un fragmento del poema Instantánea: Adelante va el viejo. Sus pasos amplios, dobladas las rodillas, la cabeza inclinada, como animal que han castigado muchas veces. En la mano la bolsa, y no sé adivinar, pero allí pareciera residir el precario equilibrio de su cuerpo. Detrás, alto el mentón, los ojos más allá de esta calle, en otra calle, un hombre en sus treinta años va montado. Y el niño atrás, hijo seguramente, tal vez nieto, apretando su paso detrás de los mayores. Vienen de levantar casas de otros cuyos nombres ignoran. Han lavado sus manos, han intentado acaso sacar la dura mugre de sus uñas, y sus cabezas 8 Ese río revuelto de la poesía Luz Helena Cordero Villamizar mojadas y peinadas brillan con el sol perezoso de la tarde. Cada vez que un poeta nombra un pájaro vemos ese pájaro cruzar por un instante nuestro cielo, y si en nuestra vida cotidiana ocurre algo que no advertimos, el poeta se encarga de que vuelva a ocurrir para que permanezca en la memoria del corazón. La poesía revela lo invisible, combate la indolencia en la medida en que pone su acento en la conciencia de lo humano. ¿No es esto cambiar el mundo? La poesía es visión por sí misma y gracias a ella no necesitamos ojos para ver ni manos para tocar. Alguna vez me sorprendió ver en un museo de Antigua, Guatemala, a un joven ciego que recorría con su bastón los salones y parecía observar una a una las pinturas, los objetos, las fotografías, los paisajes, mientras bebía con ansiedad las palabras que le decía su acompañante al oído. Esto no sería posible sin la fuerza, sin la carga imaginativa y representativa del lenguaje, sin el espesor semántico de las palabras al que alude Roland Barthes y del que está colmada la poesía. Porque la escritura tampoco requiere oídos: Óyeme con los ojos, dice Sor Juana Inés de la Cruz. Wislawa Szymborska en su poema La cortesía de los ciegos cuenta que un poeta lee a unos ciegos y en medio de su lectura empieza a sentir vergüenza porque en sus versos se nombran colores, se describen cosas de la naturaleza que los ciegos jamás han visto, se habla del arco iris, de las nubes, de peces plateados, de rojos tejados, de espejos, de fotografías y gestos de despedida desde la ventana de un tren. Es tal la turbación del poeta que quisiera cortar su lectura pero no puede. Y concluye Szymborska: Pero grande es la cortesía de los ciegos, grandes su comprensión y su magnanimidad. Escuchan, sonríen, aplauden. Alguno de ellos incluso se acerca con un libro abierto al revés pidiendo un autógrafo invisible para él. 9 Ese río revuelto de la poesía Luz Helena Cordero Villamizar ¿Será por esa necesidad de nombrar, de sentir, de conmovernos, que nos auto nombramos país de poetas? ¿Será nuestro deseo fundar otro país, otro mundo, a la medida de nuestros sueños? ¿Se trata acaso de una tendencia inconsciente que nos lleva a buscar otras formas posibles de ser y de sentir? ¿Buscan eso las multitudes del Festival de Poesía de Medellín? ¿Quieren eso los cientos de personas que mandan sus libros a los numerosos concursos de poesía que se realizan en Colombia y en el mundo? ¿Cuál es el alma poética que nos habita? Pido permiso a los ciento treinta y tantos participantes que no resultaron ganadores en este concurso, algunos de los cuales no habrán sido seleccionados nunca, y quién sabe si lo serán alguna vez (no olvidemos que poetas magistrales nunca ganaron un concurso); pido su autorización porque me he tomado la libertad de pescar algunos de sus versos de ese gran río revuelto de la poesía que va a parar al vacío, al abismo no de los olvidados sino de los ignorados por los círculos y cuadrados de la llamada cultura nacional. A ellos y ellas que representan la creación silenciosa y anónima, el deseo de trascender, de lanzar señales en busca de lectores, en busca de la sensibilidad y el silencio exactos donde encajen sus versos, pido su venia por la cita inconsulta de sus palabras6. Ese río arrastra por igual hojarasca, escombros, ángeles sorprendidos, cartas de amor, sedimentos, piedras amargas, cantos, cicatrices, la bilis azul de la soledad, el moho de la nostalgia, el vuelo de lo apenas sugerido, el llanto insufrible, el escándalo de los pájaros y la ternura que dejan en la piel; el ruido, la miel empalagosa de amores trillados, anécdotas, rimas gastadas, sinécdoques con grillos, troncos, manos suplicantes, interrogaciones como garzas, un corazón de jade negro hecho pedazos como el que nombra Alfred Kubin7, los 6 Los apartes siguientes contienen versos de algunos libros enviados al III Concurso Nacional de Libro de Poesía de la UIS (2011). Se utilizan cursivas para destacar los textos y los seudónimos de los autores. 7 “Memorial de árbol”. Seudónimo: Alfred Kubin 10 Ese río revuelto de la poesía Luz Helena Cordero Villamizar girasoles de Van Gogh que nos miran con asombro, según los versos de Barco en la arena8. En ese río turbulento se agitan blasfemias, los desaparecidos que vuelven por sus nombres, los gritos que nadie oye, ladridos, álbumes de familia, mariposas del desierto como las de Anturio Grimaldo9, rimas que dan grima, los escrúpulos del que pide perdón al lector, aquellos peces ciegos de Jimmy Gator10, el cansancio que llega como un derrumbe, la risa del suicida, dioses carroñeros11, el país soñado, la alharaca de feria, sermones, celebraciones, palabras de carbón en la oscura lengua del lápiz de Unomás12. Alguien podría decir que esas mil y una páginas contienen mala poesía. Pero ¿qué es buena y qué es mala poesía? ¿Lo sabemos con certeza o por pedantería? ¿Juicios de valor, escuelas, academia, amistad, pugna, celos, inquina, acceso a lecturas, globalización, oído, cultura? José Emilio Pacheco lo dice de manera tajante en su Arte poética II (Legítima defensa): Escribe lo que quieras. Di lo que se te antoje: De todas formas vas a ser condenado. Y también dice a los “poetas que vendrán”: …ojalá piensen en que la perfección es para siempre ajena a todo intento humano. ¿Qué buscan los jurados de poesía en los libros que seleccionan o cómo escogen los ganadores? ¿Juega allí la suerte su carta blanca? ¿O circulan allí mensajeros oscuros que fabrican la llave de la suerte a la medida del escogido? Nunca lo sabremos. En esta materia el criterio más “técnico” no puede escapar al azar y a la subjetividad. El poeta colombiano Jaime Jaramillo Escobar, X504, en el tono irónico “Vendimias del desierto”. Seudónimo: Barco en la arena “La eterna nieve nómada”. Seudónimo: Anturio Grimaldo 10 “Peces ciegos”. Seudónimo: Jimmy Gator 11 Ibíd. 12 “Los papeles de Ulises”. Seudónimo: Unomás 8 9 11 Ese río revuelto de la poesía Luz Helena Cordero Villamizar que lo caracteriza, dice que los jurados manejan celos profesionales contra cualquier autor sobresaliente en un concurso y prefieren dar los premios a los “segundones” porque temen la competencia de los buenos13. A pesar de la maledicencia que rodea los concursos literarios, la gente sigue creyendo en la posibilidad de ser escogida, pues no se explica de otra manera la persistencia en los envíos y el gran número de participantes. Búsqueda de la fama, hábito de comprar la lotería o sencillamente ganas de desprenderse de ese montón de hojas que amenaza con sepultarlos. Después de todo, el escritor genuino no espera recompensas pero sueña con ser reconocido alguna vez. Entre gustos, sí hay disgustos. El mismo poeta Jaramillo considera que en gustos de poesía, “Colombia se resiste aún a salir del XIX. La métrica y la rima están demasiado arraigadas en el oído coplero de sus gentes”14. Ciertamente, una proporción de los libros que llegan a los concursos están hechos con rimas aceitadas con folclor nacional en las que se elogian el país y sus regiones. Pero también se encuentran versos en los que brota la poesía, como estos del Poeta Zen, escritos a la manera de haikús andinos: En el abrevadero las palomas picotean el cielo El diente de león pequeño sol incendiando el pasto15 O un libro en el que Nigriagrá declara seguir un modelo de poesía oral indígena colombiana del siglo XIX y logra elaboraciones como estas: 13 Jaramillo, Jaime. “Método fácil y rápido para ser poeta” Tomo I. Bogotá: Luna Libros, 2011. p. 208. 14 Ibíd. Tomo II. p. 228 15 “Callada escritura”. Seudónimo: Poeta Zen. 12 Ese río revuelto de la poesía Luz Helena Cordero Villamizar Ciego el pie no sabe llorar la cárcel del zapato Con apariencia de roca inmensa llega al ojo el grano de arena16 Nunca faltan los versos eróticos (los hay cuasi pornográficos), picantes y humorísticos, como las fantasías de Trigrares Bravo: Se me antoja acariciarte con la artimaña del masaje /Y hacer verdaderas tus costillas falsas17; aquellos en los que se juega con la imagen dual de la poesía - mujer cuyos senos son el alfabeto, como lo susurra Valerie Neuzil18; o de nuevo el amor, imagen del hastío y la impotencia, en la voz de Malena: Y ni así tirados en el suelo con las patas de la mesa quebradas tomamos la decisión de huir.19 Jarime Dadumar se regodea en el mundo de la mitología universal, quiere volver a la raíz de una poesía que canta a Prometeo, a Poseidón, a Zeus y de pronto exclama Me sueño caballo y en suave trote subo al cielo20. Otros libros exponen la angustia del ser atrapado en la cotidianidad, la pregunta por el sentido de la vida y la muerte; alguien, desde su Parábola del vacío, amenaza con lanzarse de un quinto piso, pero antes se aferra a la poesía como su única cuerda de salvación y exclama: Intento atrapar este puñado de palabras21. Lira Flórez “Nevin Ra”. Seudónimo: Nigriagrá. “Sublime pornografía”. Seudónimo: Trigares Bravo. 18 “Bocetos para la acontista”. Seudónimo: Valerie Neuzil. 19 “Una tumba para Hélido”. Seudónimo: Malena. 20 “Prometeo del barro y del fuego por siempre…”. Seudónimo: Jarime Dadumar. 21 “Parábola del vacío”. Seudónimo: Julio Bioy. 16 17 13 Ese río revuelto de la poesía Luz Helena Cordero Villamizar dice La palabra es la daga / Y el silencio22. Anónimo González arriesga esta breve arte poética: como el relámpago herida de la luz así el poema23 He aquí la ruptura juguetona con lo real que hace Juan Tierra: En el museo me detuve ante un cuadro anónimo Era la imagen de unos músicos que bebían en una cantina Yo estaba parado frente al cuadro Estábamos frente a frente Clavé mis ojos en la pintura Y con mi mirada bebí sus rones Con mi mirada toqué la guitarra Y entonces se armó la fiesta.24 Urielangel es de los que exaltan la poesía como don y llave contra la fatalidad: Prohibieron al poeta Ingresar poemas al infierno. Presienten que su magia Pueda apagar el fuego.25 Otros, como Phillipus Nervia, están convencidos de que el poeta debe exorcizar el horror, dar nombre a los ausentes, voz a los anónimos, hacer que su palabra atraviese la coyuntura nacional: En fin, que la palabra condene Con la contundencia del rayo Y sin apelación posible A la horda de los indignos26 22 “Sinfonía. De mi sangre nacerán pájaros”. Seudónimo: Lira Flórez. “El tiempo que nos resta”. Seudónimo: Anónimo González. 24 “Las dudas del tiempo”. Seudónimo: Juan Tierra. 25 “De barro y verso”. Seudónimo: Urielangel. 26 “Vengo a expresar mi desazón”. Seudónimo: Phillipus Nervia. 23 14 Ese río revuelto de la poesía Luz Helena Cordero Villamizar Ardua misión tiene el poema en estos casos, pues es frecuente caer en la queja, componer un cartel o quedarse en la denuncia. Hay poemas donde se plantan bosques con los nombres de los ausentes, con sus trajes últimos, su risa y su estatura. Finalmente, no faltan los numerosos, los que escriben odas, sonetos, alabanzas, canciones y coplas a la madre, a la esposa, a los amigos; los que escriben despedidas y homenajes; los que no conformes con sus figuras retóricas, adornan sus poemas con flores, palomas y letras de colores; los que escriben un prólogo para pedir disculpas; los que aparentan modestia y se autodenominan pseudopoetas; los suplicantes, que piden una única oportunidad; los que no utilizan seudónimo porque saben que su nombre es su gran anonimato; los que se juegan la vida con sus obras, al estilo de Sergio Stepansky o Gaspar de la Nuit; los llorosos, los irreverentes, los camuflados con disfraz de bufones, los siempre nostálgicos de la patria, los que anillan sus diarios personales, sus cartas, sus gritos y miserias. En fin, de toda esta sustancia está compuesta el alma nacional, que no debe ser muy distinta del alma universal. Ignoro cuántos poetas tiene Colombia por metro cuadrado o por millón de habitantes; si “hay más poetas que estiércol”, como lo dijo Hernán González de Eslava en pleno barroco americano refiriéndose a México, (y a continuación recomendaba hacer más adobes que sonetos)27. No importa si somos o no un país de poetas. Lo que tiene valor en esta ficción es justamente la quimera, el sueño de serlo. Así como rechazamos que los medios internacionales pregonen nuestro parentesco con Caín, debiéramos fortalecer la palabra, rescatar lo sublime, y honrar la creación poética sobre el culto masivo de la frivolidad. En esa lucha por una identidad menos vergonzante la poesía puede tomarse su lugar y, aunque no pueda hacernos 27 Sáinz de Medrano, Luis. “Antología de la literatura hispanoamericana: textos y comentarios”. Vol. 1. Madrid: Verbum, 2001. p.83. “Poco ganaras a poeta –dice González de Eslava- que hay más que estiércol; más te valdrá hacer adobes un día, que cuantos sonetos hicieres en un año”. 15 Ese río revuelto de la poesía Luz Helena Cordero Villamizar mejores, tal vez nos haga mejores. En caso extremo, vale la afirmación de Mario Quintana cuando dice “es preferible para el alma humana hacer malos versos que no hacer ninguno”28. Y si se trata del alma humana, no puedo dejar de convocar aquí las palabras fundamentales de Fernando Pessoa o de Ricardo Reis, a manera de colofón: Para ser grande, sé entero: nada tuyo exageres o excluyas. Sé todo en cada cosa. Pon cuanto eres en lo mínimo que hagas, por eso la luna brilla toda en cada lago, porque alta vive. 28 Citado por Jaramillo, Jaime. Op.cit. p. 133. 16