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Piñero Ramírez, P.M. ed. (1996)Descensus ad inferos. La aventura de ultratumba de los héroes (de Homero a Goethe), Sevilla, Universidad de Sevilla, 220 pp. Descensus ad inferos tiene la apariencia de ser un estudio tematológico. Su editor, P. M. Piñero, lo presenta como el análisis del tema del descenso a los infiernos desde Homero a Goethe, llevado a cabo por profesores de las distintas literaturas occidentales: griega, latina, francesa, italiana, española, inglesa y alemana. Sin embargo, la mayoría de los estudios que componen el libro trata el tema sólo en una literatura, considerada así como una realidad estanca, y sin un verdadero método comparatista. La honrosa excepción a esta falla metodológica es el trabajo del profesor García Gual. Un segundo problema se halla en la falta de precisión del tema que se pretende abordar. El título del libro sugiere que nos encontraremos diversos análisis del tema literario de la catábasis, la bajada al mundo subterráneo (Hades, infierno, etc.) de un héroe, pero no es así. Por ejemplo, en el primer capítulo se estudia fundamentalmente la concepción del más allá entre los griegos y en el último, la figura del diablo y su función en el Fausto de Goethe. La responsabilidad no es de los autores, que honestamente titulan sus trabajos «El concepto del más allá entre los griegos» (M. Brioso) y «Mefistófeles. Un diablo en figura de hombre» (L. Acosta), sino del editor que no ha delimitado suficientemente el tema del libro. Finalmente, los diversos usos de la terminología a lo largo de un volumen colectivo son naturales y asumibles por el lector, pero la falta de un planteamiento teórico coherente por parte del editor supone una dificultad añadida: no se distinguen claramente tema y mito; se utiliza, creo que erróneamente, el término «motivo» para designar cada uno de los componentes del tema; se ignoran los procedimientos habituales de análisis temático. En resumen, si el libro hubiera sido titulado Actas de unas Jornadas sobre el mundo del más allá y la literatura, no merecería estas objeciones. M. Brioso en el primer capítulo, «El concepto del más allá entre los griegos» (13-53), traza un panorama tan preciso como exhaustivo de la geografía del Más Allá y de la condición de los muertos en la cultura griega. La información que nos proporciona a partir de las fuentes primarias griegas y la bibliografía especializada es completa e impecable: la cartografía del mundo infernal, la neutralización del tiempo, el análisis detallado del libro XI de la Odisea, la vida degradada de los muertos, etc. Como una excepción a la exactitud con la que se tratan todos esos asuntos, creo que se produce una imprecisión en la estratificación del mundo como consecuencia de la Titanomaquia (3132). Tras su victoria, los Olímpicos se reparten el mundo del orden: el cielo para Zeus, el mar para Posidón y el mundo subterráneo para Hades; la tierra queda como dominio común y los Titanes son recluidos en el Tártaro. Así
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pues, creo que es impreciso postular que hay tres estratos y que el inferior (donde quedan los Titanes) comparte con el reino de Hades los rasgos negativos y su exclusión del mundo del orden. Pero eso es un detalle menor dentro de un conjunto rico y sugerente. Sobre el tema de la catábasis, el autor señala acertadamente su relación con los círculos mistéricos griegos (aunque personajes olímpicos no están excluidos, como Heracles o Teseo). Agudamente a propósito del viaje de Odiseo, nos recuerda que «el viaje al Hades mejor atestiguado en la literatura griega antigua no es estrictamente un descensus ad inferos» (29). A pesar de utilizar numerosos autores griegos, el autor extrañamente no cita un texto fundamental para comprender el tema de la catábasis en la literatura griega, la Oda V de Baquílides. En ese poema, se narra la bajada al Hades de Heracles para sacar a Cérbero y su encuentro allí con el alma de Meleagro. El objetivo del viaje se cumple, pero mucho más importante de resaltar son las funciones de la catábasis patentes en el texto de Baquílides. En primer lugar, la catábasis es un viaje de iluminación, es decir, sirve para adquirir un conocimiento trascendente sobre la vida humana, negado a los vivos y que transmite un muerto, uno que conoce los límites de la vida humana porque ya ha vivido. En segundo lugar, la consecución de la inmortalidad de héroe que baja al Hades y logra regresar al mundo de los vivos (véase especialmente S. Goldhill, «Narrative Estructure in Bacchylides 5», Eranos 81, 1983, 65-81). Dejando al margen la Oda de Baquílides, el trabajo de M. Brioso es una fuente excelente para estudiar las obras de la literatura griega que recogen la catábasis. B. Segura titula su capítulo «Descensus ad inferos. Mundo romano» (55-74). Sus veinte páginas son meras paráfrasis de textos latinos y, en menor medida, traducciones de esos textos. Además, en más de la mitad del capítulo (55-65), B. Segura se detiene en textos que nada tienen que ver con la catábasis. Las páginas 66-74 nos cuentan minuciosa y artísticamente el libro VI de la Eneida, aunque seguimos prefiriendo los hexámetros de Virgilio. Ningún comentario puede hacerse de la bibliografía porque no hay ni una sola referencia. C. García Gual, «Viajes al más allá en algunos relatos novelescos medievales» (75-87), nos ofrece un auténtico estudio comparativo de dos textos de Chrétien de Troyes y un poema inglés del siglo XIV titulado Sir Orfeo. Su lectura es muy agradable y enriquecedora. El autor demuestra el dominio de la materia que trata, a la que ha dedicado con anterioridad diversos trabajos y traducciones. Especialmente relevante es el análisis de la contaminación de la influencia clásica y céltica, la complejidad de la separación de los dos mundos (más importante que la separación espacial), la evolución del tema desde la densidad religiosa a la utilización como tema literario. En el capítulo «Dante y el viaje a los mundos de ultratumba» (89-97) de M. Carrera, se describe la estructura de la Divina Comedia, que contiene según el autor los modelos de
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viajes, visiones y viajes alegóricos. Después de señalar el itinerario, acompañantes del poeta y topología de los mundos de ultratumba, M. Carrera se detiene en apuntar los precedentes clásicos (Odisea y Eneida) y, sobre todo, la influencia de la escatología musulmana. Gracias a su prosa el trabajo se lee agradablemente, aunque se echa en falta un tratamiento más extenso de la similitudes con los precedentes grecolatinos y alguna referencia específica (Macdonald Ronald R. 1987. The burialplaces of memory. Epic underworlds in Vergil, Dante and Milton, Amherst: Univ. of Massachusetts). Por su parte, el trabajo de J.M. Cacho Blecua; «La cueva en los libros de caballerías: la experiencia de los límites» (99-127), abruma por su impresionante erudición, tanto literaria como bibliográfica. El artículo trata más de los espacios imaginarios del más allá que del tema de la catábasis estrictamente. Sus reflexiones teóricas se basan fundamentalmente en las obras de Blanchard, Durand y Eliade. El dominio que demuestra el autor sobre los libros de caballería es, en una palabra, impecable. J. Canavaggio en «Don Quijote baja a los abismos infernales: la cueva de Montesinos» (155-174) nos ofrece una lectura admirable tanto del episodio cervantino como de la bibliografía sobre el mismo. El autor sigue una línea paralela a la de los trabajos de Avalle-Arce. Es evidente y encomiable la erudición selectiva, que se pone siempre al servicio de la lectura que se ofrece. Especialmente brillante y divertido es el análisis de las variantes del romance sobre la muerte de Durandarte y la aparición silenciosa de Dulcinea (como las de Áyax y Dido) solicitando un préstamo. Por último, F. Tortosa y L. Acosta escriben «El infierno en las tragedias de Shakespeare» (175-197) y «Mefistófeles. Un diablo en figura de hombre» (199217). Como en otros capítulos anteriores, los autores enuncian unos objetivos que entran en contradicción manifiesta con el título del libro. F. Tortosa es un reconocido especialista en Shakespeare y comenta agudamente los aspectos infernales de sus tragedias, pero en sus interesantes y amenas páginas no se encuentra la catábasis ni siquiera aludida. L. Acosta centra sus reflexiones en la figura del diablo. El asunto está tan lejos del tema de la catábasis que no es exagerado decir que no tiene nada que ver. El propio Goethe nos advierte por boca de Mefisto que el diablo nada tiene que ver con el mundo infernal pagano. El capítulo discurre en un tono vago y general sobre la figura del diablo, la historicidad de Fausto, la obra de 1587, el ambiente cultural en el que Goethe compuso su obra, el personaje de Fausto (una mezcla de Prometeo y Ganimedes según L. Acosta), etc. Nada llama la atención en esas páginas salvo la sorprendente ausencia de cualquier tipo de comentario o mención a la catábasis que realiza Fausto en el acto primero de la segunda parte («En una galería oscura»). No se comprende esa ausencia en este libro porque Goethe recoge el tema de la catábasis directamente de las fuentes clásicas. Se nombran la neutralización del tiempo, el límite del océano, la profundidad, etc. Mefisto da a
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Fausto una llave como talismán, a la manera de la rama dorada que porta Eneas. Fausto la empuña como una espada y toma ánimos como Eneas. Imita a Odiseo y blande en el aire la llave-espada para mantener alejadas a las imágenes, que revolotean alrededor como en el Hades griego. En fin, esas similitudes y algunas otras con la Odisea y la Eneida muestran hasta qué punto hubiera sido productivo un análisis tematológico de la catábasis en el Fausto. El Servicio de Publicaciones de la Universidad de Sevilla ha editado elegantemente este libro y ha cuidado los detalles (solapas, cuatricomía, etc), pero es una lastima que se utilice como motivo de portada el famoso cuadro de E. Delacroix «Dante y Virgilio cruzando la Estigia» (1822, Louvre) sin que se mencione ni la autoría ni la ubicación. En resumen, Descensus ad inferos se compone de diez artículos muy distintos. Algunos de ellos nos proporcionan los comentarios necesarios para comprender cabalmente la catábasis de algunas de las obras más importantes de la tradición occidental, pero el conjunto del libro ofrece sólo un catálogo inicial para acomenter el verdadero estudio tematológico del descenso a los infierno en ese corpus seleccionado. MIGUEL Á. MÁRQUEZ UNIVERSIDAD DE HUELVA