Del Wólfram Al Desarrollo

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ASTURIAS SIGLO XXI BOAL Del wólfram al desarrollo rural Fermín Rodríguez Rafael Menéndez Boal, es un concejo bisagra. Entre el remoto Navia y la dinámica rasa costera occidental. Entre el dinamismo debido a la minería del wolframio y a la construcción de la “ruta del kilovatio” del pasado reciente y una actualidad más apagada, enganchada a la energía eólica y a los proyectos de desarrollo rural. Como hijo del Navia, Boal comparte con sus concejos hermanos las aguas que vienen del profundo sur, las que traen el ritmo tranquilo de la soledad, y a la vez, la buena comunicación y la cercanía a la rasa costera le dejan en una situación más favorable que aquellos, aunque si la referencia es él mismo treinta años atrás su dinamismo de entonces contrasta con el apagado presente. Boal se sitúa en la frontera entre el occidente interior asturiano y la rasa costera, donde se localiza el gran corredor de comunicación cantábrico. Es un paisaje amable, edificado por la ganadería, láctea y cárnica, y por el encajado Navia, embalsado en Doiras y Arbón, que le añaden atractivo, diversidad y oportunidades. La marginalidad arrastrada hasta hace poco por esta parte del valle del Navia, el final del ciclo minero del wolframio y la tardanza en la puesta en marcha de iniciativas de desarrollo rural hacen que la evolución reciente del concejo haya sido más negativa que en otros concejos vecinos. Sus siete parroquias pierden población. Lo mismo que sus 62 aldeas, casi todas de menos de 100 habitantes, salvo la capital y las de Armal, Doiras y Miñagón. Rozadas y Serandinas se acercan a esa cifra. Pérdida de población, escasísimos nacimientos, envejecimiento rápido, son rasgos compartidos con el conjunto del mundo rural asturiano. El gran problema de éste es hoy el reducido número de nacimientos, y aquí, en Boal, la cosa se agrava. Lo que ya es decir. Esta es una situación que se prolonga durante dos décadas y que la sociedad asturiana no afronta con decisión, se necesita el debate público y políticas que ya han tenido éxito en otras Comunidades Autónomas. La capital cuenta con 600 residentes, que sumados a los de sus núcleos adyacentes constituyen una pequeña y hermosa población de 1.000 habitantes, que casi alcanza el umbral de villa. El pequeño núcleo de servicios de Boal concentra más de la mitad de la población del concejo. Como es habitual son las parroquias peor comunicadas las que más decaen, mientras que Castrillón, Serandinas, Doiras o Rozadas presentan aún colectivos importantes. En Asturias los concejos rurales presentan similitudes que permiten clasificarlos en categorías. Los de mayor tamaño superan los 5.000 habitantes y cuentan con una villa o pequeño centro comarcal de más de 2.000. Los siguientes vienen a tener unos 2.000 habitantes y una capital de menos de 1.000 que, como Boal, funciona como pequeño centro local de servicios. Por último, los que tienen en torno a 1.000 habitantes o menos presentan una capital con caracteres de núcleo rural, menos de 500 habitantes y equipamientos escasos. Boal está vinculado históricamente a la actividad ganadera. Pero también a la minería tradicional del hierro y las ferrerías, a la producción hidroeléctrica de los embalses, a la minería del wolframio, desaparecida hace décadas, y hoy a la energía eólica, la actividad forestal y las nuevas actividades de servicios y turismo en el medio rural. La ganadería, tras el fuerte declive de la actividad en las dos últimas décadas, aún mantiene algo más de dos centenares de explotaciones, 60 de ellas con cuota láctea (100 en 2000) en las que producen algo más de 3.000 cabezas. Como en otros concejos del Navia, el descenso del número de explotaciones no determina un descenso paralelo del número de cabezas vacunas, lo que indica un incremento del tamaño, de la productividad y la modernización de las explotaciones que aguantan el ajuste. Hasta la fecha el aprovechamiento general de los embalses, de la producción hidroeléctrica, así como de la eólica, han sido poco significativos para el concejo. El proceso de terciarización, vinculado a la capital, va en aumento, en relación con el mantenimiento y mejora de los servicios públicos y con la difusión de nuevas actividades turísticas y su difusión sobre el territorio. De ahí que ya más de la mitad de la población activa, 400 personas, se emplee en el sector terciario, con una importante presencia de la actividad ganadera y forestal, más de 300 empleos, el 40% del total. Destaca la decena de pequeños establecimientos hoteleros, uno de ellos del club de calidad Casonas Asturianas, que proporcionan casi 100 plazas de hospedaje, una oferta casi inexistente hace sólo una década tanto en cantidad como en calidad.. La actividad necesita de difusión, de reclamos, que, en este caso, se vinculan a su notable patrimonio arqueológico y etnográfico y a sus recursos paisajísticos. La Casa de la Apicultura, las áreas recreativas, los embalses, los yacimientos… son recursos a potenciar como eslabón de la cadena de creación de nuevas actividades y proyectos, de ámbito local y comarcal. La mejora de la comunicación con Navia no hace olvidar las dificultades anteriores; que facilitaron, junto a la construcción de los embalses y la minería, el crecimiento de la capital como núcleo de servicios que, sin embargo, no llega a constituirse en villa comarcal, lo que podría constituir un objetivo de desarrollo territorial, intentando acercarse a ésta función mediante su bonificación con nuevos equipamientos para resaltar sus funciones e incrementar su presencia territorial. Boal, como otras capitales concejiles similares, es vital para la supervivencia del mundo rural del occidente de Asturias. En el futuro el esfuerzo debería orientarse a convertir estas capitales concejiles en cuidados y atractivos centros de servicios, que permitan mejorar la calidad territorial del concejo, aumentando su atractivo residencial, de forma que así se compense la lejanía y la regular accesibilidad. Esto es fundamental para el desarrollo del sector terciario, decisivo, a su vez, para la creación de empleo femenino. Como se ve en Boal, un núcleo de servicios, aunque sea de pequeña entidad, permite acoger a una mayor población femenina, que aquí, al contrario que en los concejos vecinos del interior, es aún mayoritaria. El futuro se vincula a la mejora de los servicios, desde la óptica de la sobredotación de equipamientos, de la articulación territorial y del desarrollo de nuevas posibilidades terciarias y turísticas. Es necesario reseñar, al igual que en los concejos vecinos, la necesidad de dar continuidad a iniciativas como el PRODER y a los proyectos de escala comarcal, que permiten impulsar iniciativas pequeñas pero de efectos notables en concejos poco poblados. Boal debe potenciar las incipientes actividades complementarias a la ganadería. Y también explorar las posibilidades que ofrece la cooperación territorial, para hacer comarca e involucrarse en proyectos de alcance supralocal. Es necesario mejorar las conexiones internas, y con el resto de la comarca, mediante el acondicionamiento del eje del Navia y, secundariamente, de los de Vegadeo y Villalón. Tratándolos como recursos paisajísticos, carreteras de paisaje, que tengan en cuenta el uso ciclista y peatonal y su utilización turística. Boal no es una isla, por eso debe compartir servicios telemáticos y servicios públicos de referencia, en condiciones de igualdad con otros concejos menos periféricos, entre los que destaca por el exquisito cuidado de su entorno.