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CENOTAFIO
Por: Jorge Mario Mejia Toro Universidad de Anlioquia
ah g(l~ u . ""eil S,e;" isl. noch Briider ( •.. como si hubiera. por haber piedl'll.. lOOavia hermanos) o ••
Paul Celan '
1. Devuelve mi cuerpo a casal Al combate se le llama entriJund o r. pero hay momentos en que se vuelve mis dul ce queel rt'grno. Del combate se dice que igua la a todos; de la victoria. que ca mbia de n o mb~s. Laguerra gana en lo que puede ganar: crueld ad del canto o crueldad del hombre. la lucha se encamiza. las heridas se hacen mas mi nuci osas. ahondan en la ense~anza de la anatomia: de saelaS que atraviesan el cuerpo a nh ela ntes. se pasa al cnsai'iamienlo de manos amputadas. cuel los ~enados. troneO$ que ruedan como morteros entre la multitud y
cabezas como pelotas o ensanadllli en l. pica como
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d r adorm ide"', pirpados arrancados. ojos que caen ensangnntados a los pies. QUf al menos perneamos a lllu l. se oye decir. El inler<:ambio reciproco de dones cmre adversarios se vuelve irrisorio: irrisorio el eTlCuenlTo hospitalario de los rivales en los miticos vericuetos del linaje; irrisorio el pacto de respeto al vencido. vivo o mucno; irrisoria la Ifegua para acarrear los ad3veJeS y hacerlos pa rtkipt:5 del fu ego. a fin de llevar los blancos huesos a los hijos. una vez brille la luz del ~,reso. La súplica de l. vida cede su lugar .Ia suplica del ronen!.
La /liada, q ue relala unos cualllos dias del d~imo a!\o del sitio de Troya. pone t1!nnino a lo interm inable con las honras filncbres de Palroclo y de H~I()f. para que el ExtTaVlo-qoe u mina sob~ las eltlfus d e los bombn:s no pre\'alezct sobre la t Oj l,
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C ELAN, PI "!. 01> ...... complmu Madrid : Trona. lOOO, p_ 119, Vor~ión do José L"il Roinl Palazón_
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Súplicl dt HécIor I Aq"i le<. HOM ERO m, 1\191. C""'0 XXII 342 TraducciOO. pr6qo lit Emilio Cr«pO GGe ....... Ho ~>ullado ¡ ..... bien 1I edición bilin,ll< de Rubin 800 ifaz N.. "", publicado por 1I Univonidad NacOOMI Au'óoom. de M~.. lCo. 19%-1997
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ESludias de Filoso/ia
No_ 26
AgoslO JOO]
Uni,'ersidad d e Allf¡Oquio
arTll¡ada y b izca Súplica. Todo habla empezado con el desacato a un anciano que suplicaba el rescate de su hija. Con el acatamiento a un anciano que suplica las holll'llS fúnebres de su hijo, acaba todo. O mejor, no acaba nada. Nada más el poema. Lograr que lo ilimitado de la crueldad se mimetice en el limite, esaqui el saber que seconoce como mimesis. El tanlOr l'Iommco, que no se detiene ante itpctición alguna, al final retrocede: las exequias de H6ctor son el fantasma de las exequias de PatroClo; el duelo y el entierro se resumen e incluso se prescinde de los juegos fiinebres. Los dolientes son ya fantasmales. Es que la caida de Troya es inminente y esta cmeza marca de ausencia el sepelio del héroe. Una repeticlOn de las honra!; fünc:bresque cambianll el nombre de PatrOClo por el de Héctor -igual que: La YKtoria cambia de nombiICS • habria revelado en demasia la &.igilidad de la culminación del poema. Al comienzo, pi11lS de apestados anónimosarden si n \Tegua; al final, arde la pira que consume al guelTcrode renombre. Es decir. que después del final todo se repetirá hasta la ruina. No la acción. sino su falta de sentido. Mediante el retroceso a nte un funeral idémico Que confirman. la confianza épica en la repetición del canto, el cantor deja entrever que cualquier justificación de la guerra es una m.:lscanll cómica de la crueldad gntuita que anima.l animal humano, el que entierra los cadáveres de sus muenos desde que aprendió a malar al hombre. Pero tenni nar la /liuda con unas honras fiinebres que son la sombra de Olras. puede lener también otro senlido. Ya en el Canto XXIII, si bien se dice del llanto que es rt(om pensa de los d iluot05, también se: lo llama maldito. funesto y rfiterariyo. Aquiles. en el Canto XXIV. traS llamarlo grlido y de<:ir que bitla el corad o, recuerda a Priamo el destino de Niobc:. quien pese: a Que: se acordó d el a limeato despues del emierro de sus hijos-. ahora. co ove rtid a eo piedra, digiere: s us dudos. No es en oombrc del pudor o la compostUra que el cantor homérico llama a poner término al llanto fünc:bre, más bien 10 hace porque su desmesw-.l petrifica el senlÍmiemo. Comer después del funeral ayuda a estar con los vivos. A estar con los que ya no están, .yuda el sueOO. Con llanto o sm él, con comida fünc:bre o sin ella. en Yela o bajo ti ve lo del du ke l udo, el fmal de la l/iodo devuelve todo elle, IOr que atraviesa el poema, que: no es el temor a la mucne. sino el horTcM" a la negación del cadáYCT, al banquete lünebre de las aves carroñCl1lS y los perros. El de seo ya imposible del canibalismo no estarlÍ all i para impedir que los animales lOmen el lugar de los hombres. ''Cuando son asesinados los IC1'CSque amamos --dice Redfield, quien nos abrió los ojos para oir de otro lTlOdo la /liodo-. la primera. respuesta es asesinar a los asesinos y. luego, Yolyer a asc:s¡narlos~. La s(Jplicl del funeral, que crece con cada CanlO. no lendría sentido si la amenaza del antifuneral no fuera real. Pero la cruel dad del canlO retrocede ante el canto de la crueldad. Porq ue "la absoluta negación de la comunidad no consiste en matar al advemrio, sino en negarle el fu.neral, pues esto signi fica que la comunidad no sólo es
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herida, smoque también se leniegan los medios para cunuse ¿Cómo acabarel poemade una guena que no acaba? Volviendo a 10 que le hizo ver la luz, la lucha por las hoTU1lS fúnebres.' H
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n. Sepulta mi cuerpo como te plazca' El poeta hommco hace que el guerrero ll ame rUD e$to al combate. Moriren la guerra es el fin más bello que pueda el hombre tener, dice el soldado caido en el epi/aphios I6gos ateniense (Menaello. 248c).' Algo habrá cambiado en el enuetiempo. Instituida por ley, la oración fünebrc debe honrar a \os caídos como autores de acciones gloriosas (236c). Sóloque la ejecución de las mismas es consec~ncia natural del gobierno. la educación. la crianza y. ante todo. la nobleza de nacimiento. Estos hombres virtuosos que han mueno por salvar a los vivos fueron valientes porquc nacieron de valientes. Su noble linaje se debe a la autoctonía de 5U5 antepasados y, por tanto. a la bondad de la madre tierra. Atenas (231ac). que e1igió dar a luz de entre todos los seres vivos al (mico que reconocejll5ticia y d ioses. Prueba de 1.11 ekcción es q~ la tiena ateniense fue la primera en producir el fiuto del trigo y la cebada. así como el accite. Tras criarlos con el más bello de los alimentos. introdujo como educadores de sus hijos a los diO$es. que les ensei\aron las técnicas y las annas antes que a los demás hombres (238b). Los antepasados de estos muertos fueron buenos. en fin, porque tuvieron una buena forma de gobiemo --buena porque es alimento de buenos. quirncs se alimcnllln de ella porque es buena-, la anstocnlCia. que algunos llaman democrac ia y otrOS de Otro modo. pero que Ita perdul1ldo a IrIves del tiempo porque su nU$I es la igualdad de nac imiento y por IlInto de oponunidadcs cuyo imieo juez ha de ser el mérito; sistema polítiCQ, en fin, gracias al cual los alenienses no son amos ni esclavos unos de otros sino hennanos, no en vano hijos de la misma madre (238c· 2398). Nacidos, pues. de la libertad; criados, educados y gobclnadOS por la libertad. los antepasados de eslOS muertos han velado siempre por manlenerla, ya limpiando de b!rbaros la tierra y el mar, yalimitándosc a Vtnl;Cf a 10$19 iegos (239b), para no dcsuuir la comunidad tlelénica por el resentimiento de una ciudad (242d). El oraOor füncbre recuerda. entonces. las
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REDf[ELD, J...... M. lA "opd'" H«",,' lo''''IU'''~''' Y e.IIIUQ ... '" [liada. Ehrtclona: DosIifto. [992. p. 327 Y :w.o. TradlKei60l de AMCftio J. 0. .......... (q ... be mootir,.ado .. v.......1C1
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JÁHN1G, Di(t.r. ,..",.~",~. K"",'.(;uc-~ic"'~. KMn: M. DuMo." Schau~ 1915. p. 2S . ..., el ori,... ele lo tpóelr l>oonérieI ... l. luchl po< los funerales de 100 eaidos.
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hauñas y sacrificios dc los atenienses --pal1I que se recuerde a estos muenos. aqui presenter-o y concede la primera distinción a los héJoes de Maratón. que demostnlrOn el poderlo lerreSlfe de Atenas (24 Ia); la segunda. a los que combatieron en las batallas dc Salamina y Artemi sión, que abso lvieron cualquier duda sobre el poderio naval de su patria; y la tercera distinción. a la gesta de Platea (24Ic) , El orador prosigue de ese modo hasta Uegar al presente. en cuyos acontecimientos. por cercanos y conoc idos, no necesita extendenc (244d). y culmina reiterando la pureza racial de los atenienses y por ende su odio puro a los extranjeros, bárbaros por runW1lleza y algunos de ellos griegos por ley (24Sd). El funeral de los caidos es la ocasión propicia para destacar las aa:iones en defensa de la patria de la libenad, victirna no sólo de falsas IlCUSaCÍOfle5 de oonspiBción y pn'Ivoc:ación. sino, peor aún, de los celos excesivos de los demás griegos, y traicionada tanto por los aliados como por aquellos a quienes habia defendido, pero que, pese a todo. detiene a los invasores y vence alU donde fracasaron los griegos de mayor renombre en el arte de la ¡¡UClTa, y no gracias a los aliados. enlonces. sino a la supnmaciade los atenienses. forzados. eso si. a sobreponersc: al defecto de la compasión y a su desvelo por los más dtbiles. Es lan invenci ble Atenas que un icamente los atenienses pueden derrowla. Pero incluso en la guerra civi l, iqué buena disposición y familiaridad. cómo se IT'ICzclaron los del suburbio y los de l. ciudad. que' oomtdimientocon los enviados de Eleusis! Cualquier pueblo quisiera vivir la lucha inleslina como la vivió Alenas (243de). Tras alabar a los caídos - héroes porque descienden de héroes-, el orftdor les da la palabra para que elthorten a los hijos a elegir la muerte con honor, en lugar de la vida sin honra (246d); y a los padres. a sobrellevar el lUlO con enlereza: si los muer10S lenernos alguna sensación de los vivos, nos complaceremos en vuestro valor; sufriremos.. en cam bio, si os entregáis a la pena (247de).
Es compoensible que un poeta se luzca a costa de sus perwnajes; por ejemplo. poniendo palabras de alto vuelo en bocade nombres de guerra. ¿Peroa quien se le QCurríria lucirse como oradora COSla de los muenos? A los atenienses. El M enb:enQ da testimonio de ello, Las distorsiones históricas que comete su oración fúnebre (que acabamos de resumir esfonandonos por no rei r), advierten ya sobre el verdadero cometido de l diálogo . Pero como Platón sabe que los mojones de la historiografia son lagunas. recurre además a otras dos seflales: sirúa a S6cntles en una época poslerior a su l5CSinato político, con lo que moja una descomunal sombra de duda ~ el prelendido gobierno de 10$ mejores elegido por la comunidad, y antepone un prólogo en el que el mismo Sócrates 00 oculta su desprecio de la relórka fúnebre y la ejemplifica con la OI'1lción en cuestión, que at ribuye a la célebre amiga de Pericles. Que recitar la oración de Aspasia haga ver a Sócrates como a un viejo que cae en j uegos de ni/los (236c), ind ica ciertamente la insuficiencia de tomar distancia de algo medianle su repetición, en lugar de ponerlo a prueba en la conversación elenxlcCl. El prólogo se pronuncia frente acuatro aspectos de la orac)ón fúnebre : su obj eto, su modo. su destinatario y su artffice (23 4c·235<1). La relación de los cuatro deja "er el pr0p6si1o final de la critica platónica. El muerto recibe magnífica sepultura y bellas palabras, pero
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puede haber sido pobre y med iocre: dar la vida por la patria tapa los yerros anteriores (aunque el soldado pudo haber caído cuando huia del combate). alabanza es como el monumento sepulcral: un molde adornado igual para todos los caídos. Quicoes escuchan son los deudos y los conciudadanos y, eventualmente, gentes extranjeras: la oración se dirige a los vivos, no a los muertos; hablade éstosaJimentandoel nacionalismo de aquéllos. que se intensifica por la presencia de extranjeros en la ceremonia. Y, por último, el orador compone su oración. en pane improvisando sobre lo que conviene decir, en pane soldando restos de OtrOS discursos (236b): muenos. los soldados son so ldados; con restos de oraciones, el orador honra los restos monales. Remienda la "hermosa muene'·.
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Como la alabanza de los caidos es elogio de los antepasados y panegírico de Atenas, el orador hace decir a los caídos que el aclO fúnebre es, por si solo, prueba de sus acciones valerosas(246d). Parece naTUral, ahora bien. que Alenas ocupe el lugar de quienes cayeron por ella. Pero entonces la ciudad se ve desplazada. a su vez. por un pasado que no ocurrió como el orador lo pinta. Y la oración se dela¡a como anestesia frente a la ruina que aguarda a la patria, no sólo en su predominio militar sinotambicn como simple ciudad. En tanto tiene lugar en una ceremonia exequial. la alabanza se conviene en anticipada oración fünebre por Atenas. Aquellos atenienses que no permanecen cautivos de la retórica dudan de la muene honoris causa. A esto alude la ironiade Sócrates como inquilino de las Islas Bienaventuradas. La alabanza es la tumba de Atenas . A los ojos de los extranjeros, Sócrates se vuelve mas respetable; y la ciudad. mas admi rable (235b). Platón esta diciendo que los extranjeros ven a los atenienses como a muenos en polencia, y a la misma Alenas como a una polencia de muenos. Los extranjeros perciben la oración comocosmetología funeraria de la decadencia y lacaida de Atenas. Que sólo al tercero CllaMO dí a Sócrales se recupere del sortilegio de la respetabilidad (235c) . da la medid9 del irónico respeto extranjero. tan xenófilo como e! de Atenas hacia los que lllUlUl bárbaros, o incluso hacia los demlÍs pueblos de su misma lengua.
Los caídos de hoy se pierden en la alabamad e los antepasados heroicos y reaparecen al fmal de la oración. Llegado el momento de exhon ar a los vivos, el retórico de la muene, hombre sabio, cede la palabra a los muertos, La intención deeSla prosopopeya es manipular mas a fondo a los oyentes. Para el ateniense. tan sensible a la palabra, la de los muen os no es lengua muena. Si la prosopopeya es invención de Platón. parece entonces obvio que no se vea afectada. ni en su fonna ni en su comenido, por la critica de la oración fünebre trad icional. En realidad, dicha figura retórica es la critin consumada porque, propia oajena, desenmascara la lógica de! homenaje a los caídos. Dar voz a los caídos completa la usurpación de su si lencio inerme. Puesto que la oración fúnebre cimenta la valentía en el linaje, el orador debe asegurarse de que los padres de los caídos sean valerosos en el duelo . Para no quedar en ridículo, llega al extremo de poner su chantaje en boca de los muenos: si ustedes. padres. ceden al dolor, levantaran la sospecha de que no son padres de héroes, o de que miente el orador (247e), Exhortar a los vivos a sobrellevar con dignidad la ausencia de los caidos. es un doblez
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retórico. asegura el autocumplimiento poUtico del discuno. Por 10 demás, hacer que los caídos digan: recomendariamos a la ciudad que se haga cargo de nuestros padres e hijos, pero sabemos que. sin necesidad de pedírselo. cuidaní de ellos (248d). es ya una vulgaridad política. Pero hacerles decir que la mume en la gut:ml es el mas bello de los fines a que pueda aspirar el hombre (248c), es el colmo de la retÓlÍca. Una afirmación de Redfield sobre el enfrentamiento de los guerreros en Troya, puede aplicarse al relÓrico de la mume: "Lo que es destreza en relación con los objetos se convierle en crueldad cuando se aplica a personas".' Se le puede perdonllT al poeUl que interrumpa el canto para canUlr las bondades del canto y porende su excelencia como poeta. Pero en el casodel onldor fünebre. que no habla de cada uno de los caídos. es imperdonable que ponga en primer plano su preocupación de re1órico (237a). Que la cuestión del discurso apropiado y de la manern C(H IOCia de cornert7.Vlo. no busca llevar la ceremonia alaalfUnlde los caidos. sino. ala inversa, amoldar a los caídos a la conveniencia politica de la oportunidad, es cosa sobre la que su ot1lción no deja la menor duda, siempre y cuando el oyente no sucwnba al encantamiento de la flauta dulce de la autoidealizacián. Cuando el orador emprende la alabartu de las acciones hero icas, antepone otra consideración de carácter retÓlÍco. Dejarli de lado las hazanas mas remotas, por dos razooc,s: el tiempo no alcanza para un relato digno de tales proezas. y los poetas. ademas, ya las han celebrado en sus cantos. Si las celebrara en prosa. tendria que conformarse con el scgundo premio. En pleno funeral. deja asomllTel"antiguodiferendo" entre la prosa y la poesía. y el sentimiento de inferioridad de aquella mnte a esta. Juntando sus dos razones, el orador está exigiendo que la poesia se conr~ con ex tender sus dominios hasu lo legendario )' renuncie a la verdad, por 10 menos hasU que los sabios como él allanen el camino. de tal modo que incluso la desmesura de la métrica pueda aventurarse por tan sobrios parajes con altura semejante a la de quienes consumaron las gestas heroicas (219bc). Sin embargo, del panegiricode Atenas cabe decir. por laque toca a la verdad (cuyo nombre deberia eslllT tan ent«:dicho comoel de un dios), lo mismo que SÓCrates habia dicho ya sobre la alabanza de los caidos: la ciudad es ensalzada por las virtudes que tiene y por las que no tiene . Aunque los acontecimientos pasados se prestan mas a la distorsión. el orador no puede recurri r al pasado mis remoto porque, quién lo creyera, lo desmentida la "mentira poética".
La oración fünebre inscribe al caldo particular en un heroísmo gmen!. como si eso
fuera anAlogo al acto de regresaT su cuerpo • la indistinción de l. tierna; e inscribe la memoria de los muertos an6!1imos en un heroísmo inmemorial, como si eso fuera una purificación por la palabra equivalente a la purificación del cuerpo por la inhwnac iÓn. Nos quedaríamos conos si c~yéramos queel Menuenose limita a criticllTel mito del heroi smo. El blanco de la critica es la manipulación de dicho milO. El blanco es la retórica política. La genealogia es el anificioque conviene la alabanza de los caldos en alabanxa de los antepasados con el fin 7 Op. clt.. p. lJ9.
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de dar constancia a la fonna de gobierno en la que tiene su lugar el orador politico. La supremacía de la raza ateniense se conserva y acrecienta gracias al siSlrnla que . casualmente. elige al orador. A propósito de la gueTT1'l civil. él mismo dice lo siguiente: reconciliados los vivos, reconc iliemos a los hennanos que se mataron entre si. y para ello recurramos a cerelilonias como la presente, que reafinnan el verdadero paremesco. el de la comunidad racial de hecho. no de palabra (244a). Es decir. recurramos al orador cuya palabra no hace más que confi nnar el hecho. La al abanza de los caidos acaba siendo autoal abanza de la retórica. Laoración fúnebre es un caso especial de la práctica que consiste en elogiar la cosa de modo tal que resulte elogiada la pa labra y. por tanto. aquel que la detenta . Aspasia "empezó hahlando, eso creo. de los muertos mismos" (236d). Que Sócrates diga r$0 C~, no tiene sentido si no es el de subrayar que al retórico de la muene le es imposible hablar de los mu ertos mismos. La oración fúnebre esellimbo.
111. No me dejen en lo oscuro' En una de esas declaraciones que han dado pie a sostener que la /liada. al tiempo que canta el mundo heroico. canta su quiebra y por ende el limite mismo de la épica. dice Aqu ilesque la misma hoora obtienen tantoel coba rde como el valer oso (IX 319). A Platón. quien conoce la épica mejor que aquellos que creen que la fi losofia no necesita ocuparse dt> la literatura, y también mejor que quienes creemos lo contrario. acaso le pareciera ridiculo que los guerreros de Homero inteTTllmpieran cominuamente los enfrentamientos. la masacre e incluso la agonia. para entregarse a discursos nada breves sobre la brevedad de la vida. sobre viejas estirpes y leyes de hospitalidad que un día unieron a los que están a pumo de matarse entre si, y que suspendieran casi la trayectoria de las lanzas para amenazar. suplicar y hacer pactos en relación con el destino de sus cadáveres. Acaso Platón viera en ello la ingenua de lación de aquel que se oculta en la ficción de los personajes para no responder por la palabra. El caso es que ese guerrero retórico no pide discursos funcbres: entié r ra m e cuanlO antes, suplica el alma de Patroclo a su amigo Aquiles, quien habia dispuesto lo necesario pa ra qu e --dieo:- el infatigable fu ego se Ueve cuanlO anles el cuerpo I fu era d e DUestn vista (XXln71 : 52-53 l. Que la tradición de las honras funebres C'l inmemorial.1Q atestigua la naturalidad de) poeta épico al cantarlas. Que la debilidad por la oratoria era desde muy antiguo consustancial al griego, puede insinuarlo el hecho de que en la poesiaépica. a despecho de la verosimilitud. la elocuencia estuviera en boca de cualquiera. ¿Y la naturalidad para decir, de muchas maneras . las atrocidades de la guerra y. en panicular, del enfrentamicmo cuerpo a cuerpo de los guerreros? El autodenominado hombre moderno se da aires de situar en la crueldad el limite de su idealización de los griegos. Quien considera que el hombre esel más cruel de los
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J<>$O Mani.
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animales, y la venganu., el pmsamienlO mis antiguo de la humanidad, hace IaIIlbién el papel de aquellos que se cse&lldalizan ante los venos en que el cantor I'IornCrico deja oír $U concepción de la poesla: QuisitroD 101 dioses urd ir a taDtosla ru ioa ' para que seamos ea nlO porveDir.· El hombre griego que, pese a escucharlos, vela los cantos homéricos como enciclopedia de todos los sabetes, no aprendió de ellos la crueldad, no necesitaba aprenderla. Se¡unmente Plalón no se: ric de la inhumación; pero su burla de la onción fUnebrt: tradicional la prueba el Menbeno, que dice a sus coterrineos: no p!'e\endan encubrir la muerte del heroí~mo con la muerte heroica, y menos con un heroísmo a la vez legendario y racial, sospechosa cotxislencia. No es tiempo de piras funerarias ni de j uegos fUnebres; no es tiempo de oraciones fünebres bemicas (la única desventaja del ocaso del mundo heroico es que el duelo se convierte en Inlbajo ). Los que cacn, tienen nombre $610 para los suyos. ¿A qué darles un fal so renombrt: C01CClivo refundiéndolos en hazailas que los oradores tergiversan a tal punto que podrían competir con los poetas versados en gestas fabulosas? En dichas alabanzas pol íticas ni siquiera OCIlltt lo que ocurria en la /liada. donde los guerreros anónimos recibían, al caer. si no ~nombre, por lo menos si un nom bre cual quien. En lugar de oraciones runebres seria preferible un "catálogo de los caídos". a semejanza del de las naves: nombrarlos uno a uno. de modo que se realce loda la diferencia enue lo privado y lo públ ico .• despec ho de cualqu ier demagogia nacional ista. Pero si acaso el poeta épico se lució con sus naves., con los nombres del anonimato no brillaria segurameme el orador fünebre.
Uno lee el Menbeno en un pais que padece una guerra que la mendacidad o mend ic idad politica imputa a todos. C omo uno no CTCC en lo que algwlOS filósofos (y no sólo aquil ). tan afectos a los tiranos, llaman Mel servicio de las annas", a uno el diálogo platón ico le muestra el modo de hablar de los caidos en combate sin hablar propiamente de ell os, pero también le recuerda - porque al olvido no se le olvida nada- la pregunta de cOmo pensar en los que han caído en la gucm. sucia, cómo hab lar de ellos sin usurpar su sileneio; si n hablar en su nombre. que exi ste sólo para sus familiares y - hom:nda eomun idad - para los asesinos: sin aparecer a expensas de su desaparición; sin caer cn el cáleulo de los fines, sin fingir necrologías, sin hacttcomo aquellos insectos necróforos, que entieTT1lJl los eadá~'en:s de otrOS animales para depositar en ellos sus huevos. Tres días antes del funenl, cuenta Tucídides. los atenienses instalan una tienda en la que exponen los huesos de los caldos --cuyos cuerpos han sido quemados despué s de la batalla- , para que los deudos lleven a los suyos lasofrcndas. En el cortejo fúnebre . unos carros transportan los ataúdes deci pris. uno por eada lDla de las diez tri bus: ].os huCSOl van en el ataúd de la tribu a la que cada uno pertenecí a. Sigue luego una litCfll vael a en honor de los combatientes euyos cuerpos no pudieron ser ra:uperados. Después depositan los huesos en el sepuícro público, situado en el más bello suburbio de la ciudad. Cuando los han
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NIETZSCHE. Fritdo id •. Afflucltlicltu. ,t/iz,.ftH= hlicloe.. en: S4/ftllkloe
t98 0, p.
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Tomo JI. Berlin: dl\,
cub ierto de tierra. un orador, que sea considerado hombre de no escasa inteligencia y de reputación sobresaliente, pronuncia en honor de los caidos un elogio adecuado." Peor ser puto de pe«:S que de aves y perms, piensan algunos. Es más difícil encontrar e l cadáver en el mar, y en su lecho se ahonda la soledad de los muen os. separados para sie mpre de su comunidad: S<>o!afoos ¡piellos Que sustituyen o los cuerpos ele ahogados que Jos ót solc!.1doo
perdido, en .1 campo de Nutta. )' los ""imem. epigram.. subrayan eota , u'I;'uciOn del hombre por l. lo ... ""E'le e, el Je",,, de Amiod .. : el ,,,,,rienle Are, lo perdió cuando luch.ba por lo, b. rco. ": ··t.IC ., .1 .~"''' d. Di~i ••.• Quicn perdió el ót.vcrgonudo Ponlo": Nw ót Sicino omuvo un ""''''''''. pero "la mar m. cnvolvio I mi miSIl\() con 'u velo" 1.. .\ Un hnmbr< perdido en el mar e, menos probl ble que se IInl I ", familil en.1 Hade... meno, que .1 incomple,o ,epelio pudiera rcfo~e can un. c:ho~ ¿Uno lo pregunta por vanidad~ La filosofia piensa la muene, es decir. no piensa a los muenos. Tal vez la literalUra -ya sin te lones de fondo--le enseñe a uno a pensar a los insepultos, despojados hasla del cadliver. O tal vez pueda uno iniciar ese aprendizaje cavando en la antigua diáfora que se abre entre filosofia y poesía. '" Es dificil-podria uno decir parafraseando la oración runebre de Peri cles-. pronunciar las palabras adecuadas en un momento en que la valoración de la realidad apenas se establece con seguridad" .': Entretanto, ¿espera uno que a la vuella de la esquina no In espere e l deslÍno de Priamo? Uno puede tener la ceneza de no haber besado
10 TuciolDES . HU/Qda de la g~urQ del Pe/opo"~'II. 11. H. Madrid: Pllne, •. 1999. p. 344.346. Trod""cion y I\Q('" de Juan J. To"e. Esb .......ch. t 1 VERME ULE. Emi!) . La "'~<". e~ lo """sio )' ~" el o'u d. G,«,Q. México : FCE. 1984. p. 305. lOó .T.. du pon ocuparse .........1 pl. o.
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¿Cómo orria lUID esas palabns si se hubiera smlaOO a li! mesa de los asesinos? ¿Cómo las oye. si cualquier mesa puede ser la de los asesinos'!
Dedico este esc~ito a mi hermafloJose Gab~ieJ. quienfue d~'aJ1llucUio enfebrero de /986. siendo esrudiDnte de la Faa;lu~d de Economía de la Uni\lf!rsidad de AntioquiD. Ahora. cuando en sueños he visto 11'1 disparo en la cabeza. pero o el vuelllO o verlo alegre y sereno. Ahora. Cllando alguien qlle no lo conoció slIeño que él regresa del exterior y sabe las lenguas -vil'flS- qlle yo no he sabido aprender.
2 de septiembre de 200::!
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