Año Xxvii. Núm. 19. Madrid, 22 De Mayo De 1883

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LA ILUSTRACION ESPAÑOLA Y AMERICANA. 30<; S U M A R IO . T kxto. - - Crónica general. por D. Jnv- Feroandrx Bicmon.— Nuestros gra­ tados , por IJ. Eusebio Martínez de Velasen. — Los Teatros, por D. Manuel Cañete, de la Real Academia Española. - Revista musical, por D. J. M. Esperanza y Sola. - Exposición de Bellas Artes de I’arís, por M. Armatul Coarten. — Exposición de Amsterdam. por el Corresponsal. — El convento de l i Merced de Soria, por D. Antonio Perez Rioja. — En la velada, so­ neto, por D. Plácido Langlc.— La Colonia de- San Juan (Alto Aragón), porl). R. S .— Suelto». — Advertencia. — Libros presen nulos en esta Redac­ ción por autores y editóte*. por V. — Anuncios. G rabados. — Retrato de S. M. F. D * María Pía de Saboya, Reina de Portu­ gal y ile los Algarvcs. (Dibujo de Alfredo Perea ) — Retrato de S. M. K. D. Luis I, rey de Portugal y de los Algnrves.— La coronación del Empe­ rador de Rusia. Moscou : Salon-dormitorio de los Czares V Sala de ceremo­ nias y recepciones. conocida por el nomhre de CAmar a adiam antada , en el palacio del Kremlim — Trofeos históricos : Pendón tomado al rey Moliammed Aben Vussud, Miramamelin, por Alfonso VIII de Castilla en la batalla de la- Navas de Tolosa. existente en el monasterio de Santa María la Rea! de las Huelgas, cerca de Burgo-, (De fotografía de Laurcnt. gra­ bado |»>r Scvcrini.) — Bellas Arles: E n el balean, cuadro de Eugenio de Blaas, de Vicna. — Aplicación dei vapor y la electricidad á la agricultura, en la colonia de San Juan (Huesca) : Plantación y cultivo de la vid á vapor, sistema Olivar, y gran arado Olirer, an las puertas y les apostrofaban ru­ damente desde los muros, llamándolos cobardes, desleales y trai­ dores. como aconteció en Toledo, Guadalajara. Medina del Cam­ po v Burgos, los franceses magnates con sus vasallos y soldados, el Arzobispo de Burdeos, el Obispo de Nántcs, el \ izconde de Turena, y otros muchos, continuaron su viaje hasta los Pirineos «devastando cuanto encontraban». Pero si los franceses del año 1212 volvieron la espalda al ene­ migo en vísperas de la batalla de las Navas de Tolosa, los fran­ ceses de 1808, al mando del mismo Napoleón I, supieron aprove­ charse grandemente de los despojos de aquella insigne victoria: el 11 de Noviembre, al siguiente dia de la titulada batalla de Ga­ monal ( batalla de veinte minutos, que ganaron los generales Bessitres y Lasalle, al frente de 40.000 hombres, contra 12.000 bi­ semos soldados del ejército de Extremadura ), los vencedores en­ tregaron la ciudad de Búrgos al pillaje y á las llamas. Ai monasterio de Santa María la Real de las Huelgas llegó la devastación y el estrago de la soldadesca desenfrenada: rollaron entonces los franceses el cofre de oro del rey almohade Mohammed Aben Yussud; una custodia de oro, guarnecida de diamantes, que había sido regalada por la reina I).* Leonor, esposa de Alfon­ so V I I I ; un rosario de Brandes cuentas de diamantes, que perte­ neció á la infanta D * Constanza de ( astilla, hija de los mismos reyes ; otras dos custodias y ocho cálices de oro, cruces, candeleros, lámparas, relicarios y otros muchos objetos de gran valor in­ trínseco y artístico. No respetaron siquiera la augusta santidad del sepulcro : un general mandó levantar la cuhierta del mausoleo donde dormían el sueño de la muerte los regios fundadores, y arrancó á la mo­ mia de Alfonso VIH un anillo de diamantes que tenía en la mano derecha, y la espada venredora de las Navas de Tolosa.... Por milagro se tuvo luégo que no dieran los franceses con el histórico y riquísimo pende)n de Mohammed Al>en Yussud:guar­ dábase en angosto camarín, á la derecha del coro de la comuni­ dad, y enfundado, y pudo librarse de las rapiñas de la soldadesca famélica y devastadora. • • • BELLAS ARTES. E n e l h a lcó n , cuadro de Eugenio de Binas. La escena es en Venecia, en el último tercio del siglo XVI, en los dias más felices de la república de los Dux, cuando las gale­ ras de los Dorias v los Colonnas, unidas con las de España al mando del invicto í). Juan de Austria, ganaban la asombrosa vic­ toria de Lepanto; en el halcón de aristocrático palacio, ya sea el de Contarini o el de Mocenigo, á la orilla derecha del Canal Grande, ya el de Rezzonico ó el de Foscari, á la orilla izquierda, hay un grupo de herniosas damas y caballeros; uno de éstos, pulsando el laúd, entona melodía suavísima, y una de aquéllas, miéotras las demas escuchan atentamente, indinándose en la ba­ randilla del balcón sobre el rico tapiz que le adorna, aparece en actitud de observar la empavesada góndola que se desliza por las tranquilas aguas del Canal. El autor ile este bello cuadro, que reproducimos en el grabado de I11 pág. 313, es el jóven hijo mayor del distinguido maestro Car­ los de Binas, que es actualmente Director de la Academia de Pin­ tura de Viena, y fué ántes, en 18^6, sucesor del ilustre Ludovico Liparini en la Dirección de la Escuela de Bellas Artes de Venecia. Eugenio de Blaos, que tal se llama el autor del cuadro I:n et halcón, ha nacido de madre italiana, y «asi (dice un crítico austriaco) parece como que se ha asimilado los tipos del Mediodía y el riquísimo colorido de la escuela veneciana.» La obra primera de este artista apareció en 1877, y produjo mucho entusiasmo en Italia y Austria : estaba inspirada en Bocea­ d o , y representaba una reunión de damas y caballeros jóvenes, en lá iglesia de Santa María Xovella, en Florencia, intitulán­ dose : Introducción a l Decarneron. F.l maestro Cárlos de Blaas, padre de Eugenio, es el autor de los magníficos frescos que decoran los muros de la iglesia de F'otlh, en Hungría, y de gran parte de los de la catedral nueva de Viena. • • « A p l ic a c ió n d e l v a p o r v l a e l e c t r ic id a d á l a A g r ic u l ­ t u r a : P l a n t a c ió n y c u l t iv o d e l a v id á v a p o r , s is t e m a « Q u v e r » , v g r a n a r a d o « O l i v e k », e n l a C o l o n i a d e S a n J u a n .— (Véase el artículo correspondiente, pág. 318.) * * • LUCINDA SI MOES V LUIS FURTADO COELHO, primeros artista*, de la Compañía dramática portuguesa. En la pág. 317 presentamos los retratos de los esposos Fuñado Coelho, Luis y Lucinda Simoes, primeros artistas de la Compa­ ñía dramática portuguesa que actúa en el teatro de la Comedia, con extraordinario y merecido aplauso del público madrileño. No llegaron á esta capital los Sres. Furtado Coelho precedidos de exagerados y, por lo mismo, sospechosos elogios, ni siquiera habian dado publicidad, según costumbre muy usada, á sus apuntes biográficos y al índice, más ó ménos verídico, de sus an­ teriores triunfos en él arte escénico; tenian la modestia y la con­ fianza que se fundan en el verdadero mérito. Y no debemos decir mas : lean nuestros suscritores el articulo titulado I.os Teatros, del competente crítico D. Manuel Cañete. • • • V I A J E AL I N T E R I O R DE F E R N A N D O TOO. V is ta ilc liu ra b o ch o . y huhU :.A.CIÓ EN LISBOA, EL a i DE OCTUBRE DE lS ? 8 ; SUBIÓ AL TRONO EL I I DE NOVIEMBRE DE l S 6 l . an tiguas com edias de fig u ró n , todavía los acerca más, por sus especiales ridiculeces, á la m aligna caricatura m oderna. S i á estas condiciones, salpim entadas con chistes picantes y con equi\*ocos d e dudosa ó n in g u ­ na m oralidad , se añade la falsedad in gén ita d é lo s elem entos constitutivos de tales piezas cóm icas, don­ d e rara vez h a y a lg o que no sea calum nia disparada contra lo que realm ente pasa en la v i d a , no será di­ fícil ad ve rtir q u e , por punto g e n e ra l. sem ejantes obras escénicas se hallan en p u gn a con los verd ade­ ros principios del arte y afrentan á la belleza y al buen gusto. N o h a y , pues, que pedir á los intérpretes de esas I suelen abundar tales obras. Sentadas estas premisas, producciones aquel profundo estudio de la naturale­ ' fuera injusto desconocer que la Srta. T a ssilly y los za . de la sociedad y de las costum bres; aquella since­ actores que la acom pañaron en la ejecución de K 'inira expresión de la*verdad real y artística, indispen­ che poseen las condiciones subalternas que se necesi­ sable para lle g a r á m erecer con razón fundada re­ tan para interpretar fábulas de ese g én ero , y que las han em pleado acertadam ente en la escrita por H cnnom bre de buen actor. D ada la índole chabacana de esta clase de piezas, bástales á los encargados de re­ nequin y -Millaud. A l dejar esta corte la C om pañ ía de actores france­ presentarlas co n poseer cierto desenfado y so ltu ra . y ses. ha ven id o á sustituirla, en el m ism o teatro de la sobre todo, cierta gracia natural ó estudiada para po C o m ed ia, otra de actores portugueses, dignísim a por ner en relieve de$\*aríos caricaturescos, á fin de pro­ vocar la risa del espectador, y , á favor de ella , h a ­ m uchos conceptos de atención particular. A n te s de cerle tragar insensiblem ente las indecencias eu que exponer según se m e alcance la opinión q u e he for- N.° XIX LA ILUSTRACION ESPAÑOLA Y AMERICANA. LA C O R O N A C I O N D EL E M P E R A D O R DE 300 RUSIA. M O S C O U . -SAI.ON DORMITORIO DF LOS CZARES, EN E l. PALACIO D EL K REM I.IM . MOSCOU. - PALACIO DEL K R F .M L I M : SALA DE CEREMONIAS ¡da por el nombre de «CAimra adiamantada*. V R E C E P C IO N E S , 310 LA ILUSTRACION ESPAÑOLA Y AMERICAN:. N.° XIX m ado acerca de los artistas que en ella figu ran , per­ ción y soberbia; cuando el arte en g e n e ra l, y en p a r­ cen al portugués m enos com prensible, para quien no ticu lar el arte dram ático, anda en F rancia m edio e x ­ se halla habituado á oirlo, de lo que pudiera im agin ar­ m ítasem e apuntar aquí algunas consideraciones. Desde hace m ucho tiem po sucede en E spaña con traviad o , ó extraviad o del to d o , por senderos de se considerando la facilidad con que entienden todo lo las cosas y los hom bres de P o rtu g a l, y en esta nación perdición, ostentando su lastim osa decadencia, y has­ escrito en ese idiom a aun aquellos españoles de m e­ con lo relativo á la nuestra, lo que ha estado aconte­ ta revolcándose de propósito en los más inm undos i diana ilustración que no lo han estudiado form alm en­ ciendo durante más de m edio siglo entre los pueblos lodazales, apenas h a y com pañía dram ática en la m a­ te. E n cuanto á m í, ju z g o que esa m ism a dificultad hispano-am ericanos y la que fu e su m adre patria. y o r parte de las naciones cultas á quien no sirva de para com prender el d iálo go , que v a desapareciendo á P rocedien do todos de un m ism o tronco ; profesando alim en to el novísim o repertorio del teatro francés m edida que fijamos la atención en é l, avalora más el una m ism a religión; teniendo no escasa identidad de- contem poráneo, ó donde no se im iten ó plagien las triunfo conseguido en su prim era representación por los actores portugueses. costum bres ; hablando una m ism a len g u a, ó idiom as obras que satisfacen el estragado paladar del público extrem adam ente afines; habiendo en determ inadas parisiense. L o m ism o las com pañías cóm icas de aquel Ni podía ser de otro m o d o ; porque en el teatro país que nos han visitado no ha m uch o, capitanea­ h a y una cosa á que no se resiste n ingún público de épocas constituido una sola nación, form ado partes integrantes de un m ism o co n ju n to , hem os v iv id o das por Sara B crn h ard t ó por la F a v a r t, que las ita­ cierta sensibilidad y cu ltu ra , y q u e proviene del in­ por largos años en tal alejam iento reciproco, en tan lianas, en que figuran com o soles la M arini ó la contrastable atractivo con que nos seducen y arras­ M arch i, que la portuguesa que ahora nos está pro­ tran la v o z , el g esto , la expresión verdadera del a r­ honda y deplorable e stra ñ e za , cual si en tre unos y otros se alzase m uralla tan alta com o la de China. porcionando tanto d eleite, consagran singular predi­ tista en quien L as causas de sem ejante fenóm eno son conocidas y lección á las piezas de tan mal sano repertorio. E l he­ quasi visihùmente il cor traluce. de fácil explicación. P ero en vez de traerlas á la m e­ ch o n o puede estar más á la vista. De ese poder de atracción, exclu sivo patrim onio del moria y de irritar con dolorosos recuerdos llagas que Y o sé bien hasta qué punto influye la m od a, por superior talen to escénico, dan clara m uestra en el á toda costa es necesario curar de raiz para que no inconcebible ó absurda que sea, en la vid a del teatro. D em i-M onde la em in ente actriz L u cin d a Sim oes, e n ­ v u e lv an á reproducirse, im porta m ucho olvidarlos y N o ign oro q u e las m odas francesas, en literatura lo cargada de in terp retar el difícil papel de la B a ro ­ atender, por cuantos medios se consideren realizables, m ism o que en to d o , han logrado d e m uchos años á nesa d 'A n g c , y su esposo F u rtad o C o elh o , que pone á reparar un mal debido m u y principalm ente á in ­ esta parte im ponerse y avasallar donde quiera á la de b u lto con singular m aestría el de O liv ier de J a lin . ju stas y añejas preocupaciones. m ultitud. P e ro , aun siendo así, m e parece tal fenó­ G rande es, sin d ud a, el m érito de estos artistas, P o r d ich a, las vías férreas que ya enlazan nuestro meno indefendible, dados el carácter y las especiales que pueden hom brearse dignam enrb con los m ejores país con el lusitan o, proporcionando medios de que circunstancias que actualm ente determ inan al teatro de cualquier país. P ero lo que m ás los distingue y nos tratem os más y nos conozcam os m ejor, em piezan francés. N o es ésta sazón oportuna para detenerse á realza es la encantadora sencillez, la profunda v e r ­ investigar las causas de que tal suceda. Con lo dicho á dar el buen fruto de acercarnos m utuam ente, y de dad con que im itan la n atu raleza, no y a com o la v e ­ que principien á desvanecerse antipatías perjudiciales basta para llam ar la atención de aquellos á quienes mos en la realidad real, á veces grosera y desm adeja­ á los intereses de ambas naciones, y, lo que es más toca im pedir que se perpetúe un predom inio literario d a , sino con el arcano y bien com puesto artificio con sensible a ú n , á la fraternal cordialidad de dos p ue­ que lle v a en si gérm enes tan desastrosos para la m o­ que nos la debe presentar la bella realidad del arte. blos que debieron siem pre estim arse y considerarse ra l, para el buen g u sto , para la belleza artística, para E l m étodo especial de declam ación de am bos esposos com o herm anos. P ara llegar al logro de tan alto fin cuanto se h alla íntim am ente relacionado con el ver­ es m enester que propendan á él en la m edida de sus dadero esplendor de la cultura de los pueblos ; pre­ revela en ellos gusto m u y exquisito y severa co n ­ ciencia artística, dado que jam ás apelan á recursos fuerzas, lo m ism o en P ortugal que en E sp añ a, cuan ­ dom inio que redunda en menoscabo de la gloria y violen tos, á exageraciones calculadas, á gritos des­ tos abriguen en su pecho un átom o de patriotism o. hasta de la dignidad artística de las naciones que asi prescinden de su inspiración propia y g e n ia l, por ren­ com pasados, á ninguno de los falsos m edios de co n ­ T ris te cosa sería que continuáram os por m ás tiem po vención que em plean para deslum brar á la m ultitud ignorando ó m irando con indiferencia cuanto co n ­ dir á una literatura extran jera, n o civ a en m uchos y arrancar aplausos casi todos nuestros prim eros a c­ cierne á la vida intelectual y al desarrollo artístico de conceptos, tributo de adm iración ó de consideración tores, y de que no siem pre están exentos ni aun los nuestros vecin os, y q u e ellos siguiesen pagándonos que de ningún modo merece. más excelentes italianos, en mi opinión superiores en igual m oneda. H arto hem os perm anecido alejados M ientras el arte que conoce bien su elevado desti­ h o y á los franceses. ¿C ó m o no había d e recibir con no aspira siem pre á poder decir fundadam ente, com o (sabiendo más de las cosas referentes á pueblos rem o­ aclam aciones entusiastas á L u cin d a Sim oes y á su tos que de lo que acaecía á las puertas de nuestra el M arino F a lie ro d e B y ro n , hablo al tiem po y á la m arido un público tan bien organizado para apreciar casa), com o si dos herm anos em ancipados de tutela etern id a d , lo bello, tan harto de soportar la indiferencia y de­ / speak to time and lo eternity, no pudiesen v iv ir independientes en m oradas co n ti­ jadez habituales en nuestros teatros, el am an eram ien ­ el arte á que pertenece D em i-M onde se contenta con gu a s, queriéndose, respetándose, ayudándose en todo to corruptor, polilla de nuestra escena? ¿C ó m o no lo que sea ventajoso á entram bos sin perjuicio de dejarse apenas entender de la generación contem po­ había de estim ar los delicados prim ores con que bor­ n in g u n o , haciendo por estrechar ahincadam ente los ránea, halagando servilm en te sus malas pasiones, dan sus respectivos papeles, el arte m aravilloso con vínculos del parentesco y del am or. cuando no excitándolas ó acalorándolas. De aquí la que vencen las situaciones más espinosas haciendo L o s que pensamos a sí, considerando que las más popularidad que las obras de esta clase logran obte­ que la ilusión sea com pleta y que cream os a sistir, no altas glorias literarias d e P o rtu gal son tam bién glo ­ ner entre la inm ensa m ayoría del v u lg o que presume al espectáculo de una acción fingida, sino al desarro­ rias españolas (com o lo prueban las obras castellanas de ilustrado. llo natural de acontecim ientos verdaderos que están d e G il V ic e n te , de C am ú cn s, de M ontem ayor, de Y no se crea que al considerar de ese m odo el es­ pasando á nuestros ojos? Saa de M iran d a, de M eló y de tantos o tro s), no po­ píritu generador y la Realización artística de algunas R eciban estos insignes artistas m i sincera felicita­ producciones dram áticas d e A lejan d ro D am as, hijo, dem os menos de celebrar la lisonjera acogida que han ción por su relevan te m érito y por ¡a ju sticia con que obtenido en esta corte los actores p o rtugueses, dicho lo ju z g o con el rigorism o propio de u n aristarco de ha sabido recom pensarlo el pú b lico de M adrid. O jalá sea en honor de nuestra buena volun tad y de la c u l­ la escuela clásica : el pontífice del m oderno naturalis­ pudiera decirles con el gran C am óens, sin que se ta­ tura m adrileña. K ilos h an visto desde su prim era re­ mo , Z o la , testigo d e m ayor excepción en la m ateria, chasen mis palabras de vanidosas : presentación la im parcialidad con q u e nuestro pú­ no es más indulgen te con la d ram aturgia especial ni Da haca dos pequeños sei com ludo, blico ha hecho ju sticia al m érito que los distingue; con las creaciones escénicas de su afam ado com pa­ Que o louvor sahe as \Veses acabado. el sim pático afecto que han despertado en nuestra triota. Refiriéndose al autor del D em i-M onde, se ex­ o alm a; la cordialidad que nos inspiran, y de qué modo presa de esta m anera : « D um as no es a r tis ta ; antes A com pletar el cuadro bosquejado por el autor de les están diciendo nuestras acciones, recordando la bien escribe en una len gu a cu alqu iera, lo cual le la com edia (sin distraer la atención á otro o b jeto , ni frase del ilustre poeta lusitano A lm eid a-G arrett : sirve de recom endación cerca del público. Considéra­ figurarse que los papeles secundarios pueden descui­ sele m u y audaz, porque es brutal algunas veces, y darse com o cosa de poca m on ta, cuand o en la repre­ ................................ para todos porque nada engolosina tan to á nuestra burguesía sentación de una obra escénica nada puede ser in ­ E m nossa humilde casa ha tecto e abrigo. com o esa supuesta audacia que term in a generalm ente significante y tod o debe co n tribu ir en con ven ien te E l día 2 del presente M a y o , día m em orable para en serm ón. T a l es el verdadero secreto de los éxitos proporción á la arm onía y belleza del co n ju n to ) con­ el pueblo de M a d rid , com enzaron la no interrum pi­ que D um as co n sigu e» ..... « L a paradoja no nos des­ trib u yero n , unos con m ayor acierto que otros, pero da serie de sus representaciones los artistas p ortu ­ todos con visible buena in ten ción y laudable esmero, agrada en Francia. Cuando él defiende una tesis, aun gueses. E strenáronse con la com edia de A lejan d ro aquellos mismos que le culpan se d ivierten con la la Srta. B eatriz R e n te , las Sras. Alaría das D ores y Dum as, hijo, titulada D em i-M onde, elección acepta­ defensa. Sin verdadero alcance filosófico; encerrado L u cin d a do C a rm o , y los Sres. E lo y , B a y a rd , M onb le, ya que no por la índole ni por el m érito real de tedon io y Sarcher. en el problem a de las relaciones sociales del hom bre la o b ra , porque en ésta se ofrece ancho cam po donde y de la m ujer ; enfangándose en extrañas te o ría s; q u e­ A l D em i-M onde ha seguido O Saltim banco, m elo­ pueden brillar, y brillan n otablem ente, las facultades dándose siem pre á m edio cam ino de la verdad ; escri­ dram a de A n to n io E n n es escogido por P edro A n to ­ y el talen to de los principales actores de la C om p a­ biendo en estilo que á nadie choca; sin m ás valor nio de Sousa para presentarse por prim era v e z ante ñía. A n te s de discurrir acerca de ellos debo hacer im portante que el de ser hom bre de teatro, es decir, el público de esta corte. E sa obra pertenece al g é n e ­ una observación que m e parece digna de estudio, por ro de aquellas que hará unos cuarenta años d eleita­ autor dram ático hábil y conocedor de su oficio, D u ­ la deplorable trascendencia del asunto á q u e se refiere. ban á m uchos parisienses en los teatros del A m b ig ú mas debía forzosam ente co n vertirse en ídolo de nues­ E l dram a francés, im itación y reflejo siem pre, ya tro público parisiense, que ha encontrado en él al es­ y de la P orte-Sain t-M artin . E scrita con el propósito de la antigüedad clásica en C o rn eille, R a cin e, V o l­ critor de gen io que puede com prender y discutir.» de con m over é interesar, se v a le para conseguirlo de taire y dem ás trágicos d e su escuela ; y a del renaci­ m edios tan trivia les, tan gastados, tan fuera del N o añadiré á este ju icio del poeta el del D em im iento italiano en las prim eras piezas de M oliere, ó M onde, com edia harto conocida en E spaña, donde la orden natural de las cosas, que n o interesa ni con ­ de griegos y latinos en las obras m aestras del m ism o hem os v isto representar vertida á diferentes idiomas, m ueve. Sin el talen to q u e desplega el ilustre actor a u to r; va de L o p e , A la rcó n , T ir s o , C ald erón, M oy q u e , al decir de Zola (q u e la tien e por la obra m aes­ en algunas situaciones, interpretando con m u y v a ­ reto y otros españoles insignes en varios poetas fam o­ tra del a u to r), dejará estupefactos á nuestros nietos. riados m atices y no escaso sentim ien to el extrañ o sos del siglo x v n ; y a , en fin, de autores ingleses ó H ablem os, pues, de la ejecu ción , en la q u e algunos carácter del p ro ta g o n ista . tan deslabazado m elodra­ alem anes, antiguos y m odernos, al realizar en nues­ actores portugueses le han dado tan gran realce. m a no habría conseguido arribar á puerto d e salva­ tro siglo la revolución rom ántica (in iciada allí en Con razón observa un am igo m ío . escritor in gen io­ ción. E l poder del verdadero talen to artístico es tal, cierto m odo por Casim iro D e la v ig n e , y entronizada que logra hasta infund ir vid a en un cadáver. Sin so y d iscreto, que cuando actúan en nuestra escena y consum ada por V ícto r H ugo ), ha tenid o la rara for­ com pañías francesas ó italianas, las personas distin­ rayar tan a lto com o nuestro Joaquín A ijo n a , Sousa tu n a de in va d ir casi todos los teatros de E u ro p a , y guidas que concurren al teatro aplauden y se m ues­ tien e con é l m ás d e un punto d e sem ejanza y nos d e prevalecer tem p o ralm en te, con más ó m enos in ­ tran enterad as, aunque no entiendan jo ta ; m ientras trae á la m em oria el recuerdo d e aquel adm irable ar­ terva lo s. hasta en aquellos pueblos cuyas tradiciones que. por el co n trario , ninguna escrupuliza en decla­ tista , el más perfecto de cuantos actores h an h o n ra­ literarias parecían poco propicias á conform arse con el rarse lega respecto al idiom a de Cam óens. H asta en do á E spaña durante el siglo actual en ese y en otros gu sto predom inante en ciertas m anifestaciones de la géneros dram áticos. esto se deja v e r el ciego influjo de la m oda, q u e en todo dram ática francesa. im pera y á todos nos tiraniza. S in em bargo, proce­ E n d ich a obra, y más aún en O P a r a litico . ejecu­ H o y que la preponderancia política de nuestros diendo sinceram ente, habrem os de co n ven ir en que tada después, P ed ro A n to n io arranca ju sto s aplausos vecin os transpirenáicos ha m enguado visiblem ente, la pronunciación de ciertas letras v la especial acen­ y logra ser llam ado á las tablas repetidas veces. m erced á las exageraciones ó desvarios de su am bi­ tuación y el ritm o m usical del lenguaje hablado, h a ­ I L a D a lila de O cta v io F e u ille t, única producción LA ILUSTRACION ESPAÑOLA Y AMERICANA. N.° XIX de gran im portancia literaria que hasta ahora ha re­ presentado en Madrid la Com pañía p o rtu gu esa, ha proporcionado un n u evo triunfo á L ucin d a Sim oes y á F u rtad o C o e lh o , confirm ando al público en la ventajosa opinión que form ó al verlos por prim era vez. Desde’ que oí á Kossi explicar en el K ea n á la enam orada M iss A n a los riesgos que podía correr su honestidad abandonándose á los azares é in con ve­ nientes de la vida de teatro; desde que oí á V ico , el día que se estrenó Consuelo, recordar á A n ton ia en el p ri­ m er acto de aquel adm irable poem a cóm o había na­ cido en su pecho el am or, y cuán hondo cariño pro­ fesaba á la que tenia por segunda m adre (cosas am ­ bas tan bellas, tan delicadas, que no cabe en lo artístico m ayor perfección), quizás no he v u e lto á oir nada que me satisfaga tanto en la escena com o el modo de expresar F urtado los diversos sentim ientos que im pulsan al C a rn io li del herm oso dram a de F e u illet. L a interpretación de D a lila , no obstante, ha sido menos igual y atinada en con jun to que la del D em i-M onde. E l m odo de presentar el últim o cuadro lo despoja de toda su poesía. Dos actores m is del género cóm ico, y de m érito incontestable, se han estrenado últim am ente : V alle y T abord a. E l prim ero se captó desde lu ego las sim ­ patías del público y se hizo aplaudir estrepitosam en­ te en el chistoso m onólogo titulad o A ld ig h ie r i J ú ­ nior. E l segundo ha obtenido igual acogida en varias piezas, y m u y s inaladamente en la que se titula A m or londrino, donde hace la caricatura form al y g ra ve de un v ie jo inglés enam orado, que por no co ­ nocer bien la lengua portuguesa incurre á cada paso en desatinados equívocos, con aquella gracia fina, sobria y oportuna con que A rjo n a representaba el Barón de 'lo c k e m b o u rg de E l P elu qu ero en e l baile. E n A m or londrino ha m ostrado tam bién L ucin d a Sim oes, con singular donosura, una nueva faz de su flexible talento. A n te s de este d ivertid o diálogo se había puesto en escena O m arido no cam po, traducción d e la com edia francesa m u y conocida entre nosotros con el título de M u jer gazm oña y m arido infiel. V a lle estuvo en ella saladísim o Secundáronle discretam ente los d e­ más actores, y m u y en particular E lo y, M ontedonio y el joven T elm o Sarcher, el cual in terp retó con na­ turalidad recom endable su papel de enam orado in ­ experto y asustadizo. L a dem asiada extensión del presente artícu lo no m e perm ite y a discurrir acerca de Teresa R a q u in con el detenim iento debido al espíritu del d ram a, á la celebridad del autor, y sobre todo á la circunstancia de haber alcanzado en tal obra su m ayo r triunfo el m atrim onio F urtado C oelho. H ablaré de ella en el núm ero sig u ien te , y entonces podré tam bién hacer­ me cargo de A M a rqu esin h a , todavía no represen­ tada cuando d o y fin á estos renglones. M anuel C añ ete . REVISTA MUSICAL. Señor D irector d e L a I l u s t r a c ió n . i q u e r i d o a m i g o : Rompo el forzado silencio a Y J j en que mis achaques me han tenido, siquiera sea para dar á V. una especie de fe de vida, y demostrarle que áun ruedo por este picaro mundo y puedo reanudar con mis lectores i el capsulo interrumpido de mis revistas, saldando la cuenta que con ellos tengo pendien­ te, en esperanza de mejores tiempos para mi sa­ lud y para su curiosidad. ¡G Dicho esto, no por vía de preámbulo, sino como ' explicación del mutismo qu e, repito, he guardad os fortiori y harto á pesar m ío, y de esta epístola, retrospec­ tiva en más de un punto, añadiré, con el objeto de coger el hilo de mi narración, que la campaña artística de nues­ tros teatros terminó há tiempo en unos, y en otros está para dar su acorde final. L a dispersión de los artistas fue inmediata, y cada cual marchó con la música á otra parte, y los que han quedado lanzan sus últimos gorgoritos con el fervor y entusiasmo con que lo hacen sus colegas de las iglesias al decir Deo gratias en una función larga, después de haber ejecutado (y tome V . el vocablo en el sentido que más le guste) algunas de esas composiciones sagradas, va­ mos al decir, qu e, por punto general y salvas levísimas ex­ cepciones, se oyen en nuestros tem plos, urdidas, al pare­ cer, ó fabricadas, con premeditación y alevosía, no para atraer, sino para ahuyentar más que á paso á los fieles de la casa del Señor. En el teatro Real empezó la huelga, y sea, como algún espíritu un tanto suspicaz y malicioso pudiera creer, por borrar el recuerdo de lo pasado, dejando favorable impre­ sión para lo venidero, ó á la manera de pecador arrepentido que quiere pagar en buenas obras al término de su existen­ cia los errores de la pasada vida, lo cierto es que dió fin á sus tareas de un modo que dejara gratos recuerdos, con Los Hugonotes, una de las más grandes manifestaciones de la música dramática en el presente siglo, V la Misa de R é­ quiem de Y erd i, sentidísimo ¿ inspirado homenaje del gran maestro á la memoria de Manzoni. Hace algunos años asistía yo á una de las representacio­ nes de la ópera meyerberiana, teniendo á mi lado un insig­ ne maestro que paso á paso seguia la interpretación de ella , con la partitura á la vista , y al hacerme notar el sin­ s número de bellezas qu e, ó no se apreciaban, ó pasaban punto ménos que desapercibidas, amén de las mutilaciones de que aquélla era víctim a, me expresaba su deseo de po­ der algún dia dirigir dicha obra con artistas de primer or­ den y tras larga serie de concienzudos ensayos; en la con­ fianza de que entonces podria apreciarse en todo su in­ menso valer el singular mérito de Los Hugonotes, ópera q u e, como en más de una ocasión he hecho notar, es, á mi juicio, el verdadero tipo del drama musical, y la que, según expresión de un entendido escritor, representa el perfecto y armónico consorcio entre el drama y la música, en que recíprocamente se apoyan ambos, sin que el uno pretenda ejercer tiranía sobre el otro, y obra, en fin , en la que Meyerbeer ha sabido esculpir de un modo admirable los ca­ racteres de los personajes, y trasportar al oyente á los tiempos y lugares en que la acción pasa, desarrollada, por cierto, en un libro que pudiera y debiera servir de modelo. Hace largo tiempo que sucedió, y sólo lo recuerdo para cerrar el capítulo, pues que seria sobrado impertinente ha­ blase á V . de materia tan trasnochada. Baste, pues, re­ cordarle qu e, si no con la perfección absoluta á que el maestro ántes aludido aspirara, la interpretación de Los Hugonotes satisfizo á los más exigentes, y mereció por en­ tonces cumplidos elogios, que, por mi parte, hubieran sido mayores, si abandonándose, en aquella circunstancia al m enos, una añeja y censurable tradición de nuestro teatro, se hubiera hecho oir el acto quinto, desconocido, ó punto ménos, del público madrileño. Cierto y verdad que las óperas del insigne berlinés están, como se ha dicho, con­ cebidas en proporciones demasiado vastas, dadas las e x i­ gencias escénicas, y sobre tod o, las fuerzas de los cantan­ tes; cierto, también, que algunas de las supresiones datan de la época en que M cyerbeer vivia, y se hicieron á vista, ciencia y, sobre todo, paciencia suyas, y las cuales, mal de su grado, hubo de consentir ó tolerar; pero no lo es ménos que tan bárbara como absurda mutilación no tiene excusa, y no hay razón bastante para que jamas se oiga la admi­ rable música del acto quinto, soberbio v espléndido co­ ronamiento de la obra más inspirada y más perfecta que brotó de la pluma del inmortal maestro. Y basta can lo dicho, que apunto, más que como recuerdo del pasado, como saludable advertencia que debiera tenerse en cuenta, y ya verá V. cómo no se tiene, para el porvenir. La Misa de Réquiem recordó á los amantes del arte la an­ tigua lucha, que á su aparición tomó nuevos bríos, entre los que podemos llamar partidarios de la vieja y de la nue­ va música religiosa, ó sea entre los que exigen para las composiciones de este difícil genero una severidad y un clasicismo tal vez excesivos, y los que reclaman para el compositor mayor ó menor libertad en la expresión de sus ideas y de sus pensamientos, opiniones qu e, llevadas en el ardor de la discusión y de la pelea á exageraciones sin cuen­ to, han hecho áun más disoluble la cuestión , de suyo harto intrincada y compleja. Materia es ésta que bien merece capitulo aparte, y no ha de faltar ocasión para ello ; baste por hoy decir á V. que ha sido causa de gran número de escritos, algunos bien nota­ bles por cierto, y objeto de largas y detenidas discusiones en congresos celebrados ad /toe. En unos y otros se han di­ bujado las diferentes tendencias y aspiraciones que hay en el asunto, desde los que pretenden la exclusión de nues­ tros templos de toda otra música que no sea el canto llano; los que establecen como patrón ó norma lo que pudiera llamarse música tillo Palcstrina; los que, más tolerantes, y tal vez más en lo cierto, admitiendo como base fundamen­ tal ambos géneros, si asi pudieran llam arse, no niegan la debida participación á los modernos elementos con que el arte se ha enriquecido, y aspiran á que la música religiosa sea, como dice K eijóoen su conocido Discurso, «.noble, ma­ jestuosa y grave; excite á los oyentes á afectos de respeto y devoción.... é induzca una tranquilidad dulce en el alma, recogiéndola en si misma, y elevándola, digámoslo asi, con un género de rapto extático sobre su propio cuerpo, para que pueda tomar vuelo el pensamiento hacia las cosas divinas», hasta los que proclaman la libertad absoluta y no admiten reglas ni trabas que coarten lo más mínimo la inspiración del compositor; escuela en la que figuran como ardientes adalides, aparte de Scudo, que ya en sus tiempos sostuvo esta bandera, Beauquier, filósofo-músico, que para defender sus teorías llega hasta el punto de negar la exis­ tencia del género religioso, v el conocido escritor que con el pseudónimo de Lagenevais, tronó en la Rrz'ttc de D eux Mondes, y al hablar de la Misa de Y e rd i, contra toda traba que coartase en lo más mínimo el vuelo del género, y sentó la peregrina teoría de que el músico debe pedir tan sólo consejo á su temperamento para tratar de un asunto sagrado. Sea de esto lo que quiera, es lo cierto que la obra en cuestión es de verdadera importancia: que tiene trozos de sabor verdaderamente religioso, y otros en que el senti­ miento dramático, que Yerdi posee en alto grado, se reve­ la en toda su pureza y vigor, y que, en sum a, es un senti­ do, y á veces sublim e, homenaje de un genio que h izoá su lira eco del dolor que á la Italia entera habia causado la m uerte del célebre autor de I promessi sposi y del Cingue di Maggio. Recordará V., amigo m ío, que al aplaudir, hace tiempo, los esfuerzos que se hacían por volver á dar vida á la Zar­ zuela, manifestaba á los lectores de L a I l u s t r a c i ó n mis temores de que sólo se consiguiera galvanizar un cadáver. Los hechos han confirmado mis sospechas. Sea que músi­ cos V poetas se hayan dado de ojo para ello; sea que su inspiración y su talento anden viajando por otros mundos, es lo cierto que de algún tiem po á esta parte ninguna obra nueva, genuinamente española. se ha visto ni oido en aquel coliseo, donde á cam bio, sin duda, de cosa mejor, tan sólo han pasado por la rampa de su escenario operetas, en su mayor parte insulsas, y traducidas, salvo el Boceado, de una manera capaz de hacer llorar al más empedernido. La fría acogida que han tenido ha sido merecida, y no se concibe su buen éxito al otro lado del Pirineo más que por una esmerada, cuando no harto expresiva, interpreta­ 311 ción ; por el lujo y aparato de la {«cena, ó p o rq u e ,y tal vez ésta sea la principal razón, el gusto literario de nuestros vecinos va también degenerando, de lo cual hay más de una prueba, y su paladar no encuentra sabor ni agrado más que en manjares fuertes ó harto primaverales, en que la desvergüenza es ch iste, la chocarrería gracia, y la moral, áun la más laxa,un mito. A este género pertenecen Gillette de Narbone y la Camargt), cuya música, triste remedo de la de Offenbach, no tiene siquiera la gracia de la de éste, y que ciertamente no merecen por parte de la critica más que un significativo silencio, asi como por parte del públi­ co la indiferencia con que han sido oidas y el merecido o l­ vido en que desde luego cayeron. F iln n on y lia u d s, de G ounod, ha sido, puede decirse, la última palabra del teatro de la Zarzuela en la presen­ te temporada. Escrita por aquél en un acto solo, para el teatro de Badén , fué más tarde diluida en tres para el teatro lírico de P arís, donde se oyó por vez primera hace ya unos veinte y tantos años. Su argum ento, candorosamente mito­ lógico, maldito lo que interesa al oyente, como V. ha po­ dido apreciarlo por si mismo, sobre todo desde que le han acostumbrado á ver puesta en solfa toda la córte celestial del O lim po, y no es cosa fácil de explicarse cómo Gounod, el más inspirado de los líricos franceses en los presentes tiempos, haya caído en la tentación de bordar con una m ú ­ sica agradabilísima y original, en más de un pasaje, un li­ bro tan insulso. Gracias á ello , gracias al modo y manera como ha sido interpretada la obra par los actores de la Z a r­ zuela, sobre lo cual , si no lo mejor, lo más caritativo es ca­ llarse, el F iln n on y ¡iaucis no gustó gran cosa, dígase lo que se quiera, sin que fueran bastantes p ira salvarla ni la acertada é inteligente dirección del maestro Vázquez, ni los esfuerzos de la orquesta, que se esm eró, justo es decir­ lo , en hacer resaltar por su parte las bellezas de que está sembrada la partitura. Y continuando esta especie de revista de com isario, diré á V. dos palabras tan sólo acerca de la compañía lírica que hasta hace pucos dias lia actuado en el teatro de la plaza del R ey. AHI, con un valor digno á veces de mejor suerte, se han ido propinando una tras otra, y á precios arreglados, como diria un tendero de com estibles, no pocas óperas del repertorio italiano. L u cio , la Favorita, H ernani, Rigoletto, Saf/o, Tone, y no sé cuántas otras más. han sido el pasto espiritual, digámoslo asi, de aquel público, y á todas las criticas que pudieran hacerse cabria contestar con un suce­ dido que me contó el inolvidable actor Joaquín Arjona, E n ­ sayábase por V alero, no sé cuándo ni dónde, un drama, uno de cuyos actos terminaba con una especie de manifes­ tación popular al grito de « ¡V iva el R e y !* , que daba uno de los comparsas, y era contestado por los demas. Encar­ góse de ello á un pobre hombre de esos á quienes las em ­ presas tienen ajustados punto ménos que á sopicaldo, y de voz un tanto endeble y afeminada. Cada vez que llegaba el m om ento, el sujeto en cuestión daba el grito con ménos entusiasmo y con más miedo, efecto también de los réspi­ ces que por ello le echaba el decano de nuestros actores, hasta que en el ensayo general lo hizo peor que nunca. D i­ rigióse entonces á él Valero lleno de ira, diciéndole : «Pero, hombre, ¿qué diablos de voz tiene usted?— De dos pese­ tas, Sr. D. José», respondió el interpelado todo tem bloro­ so y entrecortado, l.o m ism o,plus minusve, habrían podido decir á los exigentes los artistas del teatro de que vo y ha­ blando á V’ ., Director am igo, y eso que habia alli quien pu­ diese figurar, sin desmerecer, en escenarios de más grandes pretensiones. Y liquidada mi cuenta en lo que á teatros líricos se refie­ re, veamos ahora de saldarla en lo que hace á los concier­ tos, y qu e, á haber sido mi salud otra, hubieran sido obje­ to de especial articulo. A imágen y semejanza de lo que pasa en la vecina tierra, donde al lado de los conciertos ultra-clásicos del Conserva­ torio organizó I’asdeloup otra Soci dad, que hoy se ha he­ cho popular, reclutando para sus filas el elemento joven que salia de aquella escuela, hase organizado aquí la Union A rtistico-M usical, q ue, hábilmente dirigida hoy por el maes­ tro Espino, si no reure los artistas de valla y de larga práctica que la Sociedad de Conciertos, suple en su conjunto esa falta con un entusiasmo artístico digno de todo enco­ m io, y que se revela, más aún que en la precisión , en el colorido, exuberante á veces, con que interpretan las obras musicales. Asi lo han demostrado, entre otras que por ya conocidas om ito, en los bailables del Fausto, de Gounod; en el preludio de la Herodiade, de M assenet; en el delica­ dísimo preludio de aquel autor, Le Dernier sommeil de la Vierge, q u e, como es sabido, es parte de una leyenda sa­ grada que no hace muchos años escribió este joven y ya celebrado autor, y en la sinfonía fantástica de Berlioz, E p i­ sodios de la vida de un artista, obras las dos últimas que me­ recen especial mención. A creer al mismo Berlioz, cuando le preguntaron al fa­ moso Cherubini por qué no acudía al Conservrtorio á oir dicha sinfonía, contestó en su francés entremezclado de ita­ liano : Ze n ai pas besoin d alier savoir comment il ne fa u t fias /aire. Y no puede negarse que en el fondo, y aparte de la inquina que mutuamente se pr tfesáran , no le faltaba algo de razón al severo y clásico maestro. Escrita esta obra por Berlioz cuando apenas contaba veintiséis años de edad, quiso pintar en ella su propia vida y las agitaciones de que era presa su corazón, gracias al amor shakespiriano, digá­ moslo asi, que le inspiró Miss Smithson. Dice el mismo autor que la obra tuvo gran é x ito , lo cual no quitó para que desde lu égo, y siguiendo los consejos de Hilier, reto­ case é hiciese casi de nuevo la escena de los campos (que áun hoy se hace pesada), y que á su vuelta de Italia áun añadiese otro nuevo trozo, Lefio ó la vuelta á la vida, ha­ ciéndola oir de n u evot no sin gran sufrimiento de Berlioz, quien al ver entre los espectadores á su amada, pasóse todo el tiempo en la duda y angustia de si comprendería ó no que ella era la heroína de todo aquel drama. Parece ser que debió entenderlo, pues que á poco se casaron, si bien, como donosamente apunta un escritor, no tardára Romeo en separarse de su querida Julieta. «KN EL B A L C O N . * — c u a d r o de Eu g e n i o b l a a s, de v i en a . LA ILUSTRACION ESPAÑOLA Y AMERICANA. 314 Sin que y o , amigo m ió, llegue hasta el punto de decir, como Mendelssohn , que «no conocía en música nada más insípido y aburrido», confieso á V . que no participo del entusiasmo con que, desde que Pasdeloup la resucitó hace años, suele ser generalmente oida en el extranjero. Paréceme más la obra de un sabio que de un artista, y por más que retrotrayéndose á la época y á la edad en que Berlioz la escribiera, admire la maravillosa precocidad de éste y lo o rig in al, ó más bien , lo extraño y atrevido de sus ideas y de la forma con que las revistió, y hasta su magistral ins­ trum entación, lo cierto es que el todo ni impresiona ni arrebata, antes al contrario, produce á la larga cansancio y aburrim iento, dicho sea con perdón del celebérrim o autor de la Da/nnalion de F inal. Y si por el hilo ha de sacarse el ovillo, y perdone usted, Director am igo, lo vulgar y pedestre de la comparación, no cabe duda que Massenet está más en su terreno escri­ biendo leyendas sagradas (según él las intitula) como La Viergc, que no escribiendo óperas como /;'/ R ej de Labore. H a y , en efecto, en el preludio que de ella se ha oido, y que R eyer ha comparado con La Reverte de Schumann, instrumentada por Litolff, bien que declarando que «en sus contornos melódicos en nada se parecían*, un ambien­ te de suavidad y de dulzura, un perfume mistico v religio­ so , una filigrana tan admirable y una delicadeza tan gran­ d es, que encantan y seducen al oyen te, quien no se sacia de oir aquellas sencillas al p arqu e bellas melodías, realza­ das por una instrumentación tan sobria como magistral. Buena prueba es tan sentida página d e q u e el arte para conm over no necesita acudir á grandes m edios, ni es pre­ ciso acudir a efectos extraños y extravagantes (com o á ello tienden muchos de los modernos com positores) para pro­ ducir la verdadera belleza. Y si tal ejemplo no fuera bas­ tante, V. habrá oido, seguram ente, este año á la Sociedad de Conciertos,.que ha tenido sentados sus reales, como de costum bre, en el teatro del Principe Alfonso , el severo y hermoso Largo religioso de H an d el: el M inuetto, del Orfeo, de (iluch, encantadora página de aquella hermosa obra, y sobre todo, las estrofas y coro de hadas de la sinfonía del Sueño de una noche de verano, de Mendelssohn, no conocido hasta ahora del público madrileño. A llí no hay rebuscam ientos; allí nada d e e sa especie de pentacrósticos musicales, verdaderos rompe-cabezas, donde lo extraño de la forma y lo abigarrado de la armonía encubran la pobre­ za, cuando no la carencia, de las ideas; alli éstas son her­ mosas, sentidas, inspiradas, de una sencillez admirable al par que llenas de poesía, y expresadas de modo que todos las entiendan y produzcan el efecto que su autor deseáre. N ada, en efecto, más bello que las estrofas y el coro de M endelssohn, y no es extraño que al hablar de ellas un critico respetable, declare á su autor maestro cu la forma, hasta el punto de que sólo Mozart sea superior á é l, y añada que ninguno como él sabia realizar los efectos que su mente le inspiraba; y , sin embargo, Mendelssohn , que en cuanto ha escrito demuestra que sus notas característi­ cas son la belleza v la distinción . y que en todo revela gran­ de inspiración y maestría, decía en una de sus cartas: « Nuestras obras no son , en el fondo, más que simples bos­ qu ejos: ¡desgraciado el artista que se pone a trabajar con la convicción d e q u e es un gran maestro!» Hago á V. gracia de darle punto por punto la lista de cuanto la Sociedad mencionada ha hecho oir en los concier­ tos que ha dado, y excuso decirle que en sus programas han figurado siempre en primera linea los gratules clásicos del arte. Baste lo dicho; réstame enviar á su inteligente director Vázquez mi sincero aunque tardío parabién, asi como á la falange musical que tiene á sus órdenes, que este año, como en los anteriores, han visto recompensados sus esfuerzos con el aplauso público, también tributado al pianista V o ver, y al violoncelista H egyesi que han tomado parte en algunas de sus sesiones. Con lo cu a l, Director am igo, héteme saldado en la cuen­ ta que con V. y los lectores de L a Ilustración tenia pen­ diente A h ora, y para dar punto á esta desaliñada carta, he de manifestarle que no extrañe mi silencio acerca de la compañía de ópera que en el actual momento histórico actúa en el teatro del Paseo de Recoletos : hechas todas las salvedades que necesarias sean , diré á V . que, salvo el director de orquesta y alguno que otro artista, paréceme la tal compañía lo mismo que á los revisteros taurómacos los toreros de invierno, y como respecto de éstos sucede á aquéllos, nada, absolutamente nada, se me ocurre que de­ cirle, más que desearla buena suerte y mejor fortuna. Y esto dicho, y deseando á V. más salud de la que yo disfruto, queda suyo afectísimo, J. M . E s p e r a n z a EXPOSICION y So l a . D E B E L L A S A R T E S DE P A R I S . ARTÍCULO PRIMERO. ---- - — 17*°-.o somos de esos pesim istas que todos los w y años sienten la necesidad de establecer com paraciones con la E xposición pre, s ' ceden te . e n detrim ento de la actu il. Si , diésem os oido á sus lam entaciones, si atribuyésem os la m enor im portancia á sus A ¡ 1 siciones durante los prim eros dias siguien tes al de su apertura; no pudiendo, por lo tanto, form arse idea cabal de lo que será el golp e de vista g en e­ ral. porque lo probable es q u e áun tarde un mes en estar tod o com pletam ente term inado. N uestra sección no es de las ú ltim as, com o han dicho en M adrid algunos de esos q u e creen que es de m uy buen tono poner en ridiculo á su patria en todas ocasiones y bajo cualquier p retexto; por e! contrario, va algo m ás ade­ lantada que la francesa y la am erican a, y m enos que la rusa, que está en fren te, y estará term inada para antes de fin de mes. E n los 200 m etros que ced ió la C om isaria general de la E x p o s ic ió n , hem os colocado á varios exp ositores de la P e ­ nínsula que pidieron el terren o al Sr. A g o stin i; en tre ellos, Zu loaga, q u e presentará una herm osa colección. L a Sociedad de los terrenos de Ñ ip e ocupará 20 m etros en la galería principal, y dará m ucho realce á la exposición cubana, q u e n o está tan bien representada com o podía e s­ tarlo un país tan rico bajo todos conceptos. E l Sr. M osseuthal trabaja con actividad y buen gusto, bajo la dirección d e nu estro arq u itecto el Sr. C o llin e t (á quien nunca elogiaré lo bastante), y ha construido un ta­ bique de m adera de 10 m etros de largo por seis de ancho, que sirve de bastidor á un lien zo de las citadas dim ensio­ n e s , pintado en P a rís, q u e representa una vista panorám i­ ca de la herm osa bahia de Ñ ip e. D elante de este lienzo, y d con ven ien te distan cia, se están colocando en elegantes arm arios y vitrinas aisladas, no m enos v is to s a s , las ricas colecciones de ta b aco s, azú­ car, cacao, c a fé , m inerales, m ad eras, etc., q u e dicha So cie­ dad envía al certám en. L a M aestranza d e la H abana presenta dos cuadros de "■ á ocuparnos de c! particularmente en las páginas de L a Ilustración E spañola y A me­ ricana. Su im portancia y la celebridad que preten­ dem os darle no provienen seguram ente de aquellas con dicion es, de q u e precisam ente, y por una coin ci­ dencia q u e debem os notar, carece. Singular e s , con e fe c to , que en todo aquello q u e de al­ gún m odo ó por alguna circunstancia se relacione con la existencia del insigne Tirso de M olina, tropecem os al ins­ tante con una pared que nos detenga el paso. E l con ven to de la M erced de S oria, q u e si m erece re­ nom bre es cabalm ente por haber sido el refugio en vida y la m orada postrera de tan esclarecido esp añ ol, tie n e , lo m ism o que el C om endador ilu stre, una existencia que la tradición nos ha trasm itido m uy oscuram ente. E stán llenos los archivos de curiosas relaciones, q u e con otros con ven tos de Soria q u e ver tienen : palpitantes suce­ sos de su historia en la Edad M edia se desarrollan dentro de sus celdas ó de sus clau stro s, q u e nos perm iten conocer porm enores y detalles de su vida y de los personajes que los habitaran ; mas siem pre q u e de indagar algo preciso y particular se trata referente al q u e tu vo p or sup erior je ­ rárquico á F r. G abriel T c lle z , las disquisiciones y afanes resultan vanos. E l con ven to, lo m ism o q u e su C om endador, parece m ues­ tran tenaz em peño en burlar las averigu aciones q u e acerca de ellos se practiquen. Sólo sabem os del prim ero, q u e se fundó en 1387 y que sus religiosos se trasladaron, en 1478, á la iglesia de San M a rtin , donde habitaron hasta el de 1835. Y siendo tan p oco, no es m énos de lo q u e relativo al se­ gun do se ha sabido con certeza. D e Tirso de Molina sólo se ha averiguado q u e su verda­ dero nom bre era el de F r. G ab riel T c lle z , que llevaba en la religión d é lo s M ercenarios; que nació en Madrid en 1572: que hizo sus estudios en A lc a lá ; que en 1613 era fraile profeso en el con ven to de M ercenarios de T o led o , y en 1620, presentado m aestro en T e o lo g ía , predicador y definidor, dignidades todas de la misma O rden ; q u e se trasladó á Se­ villa en 1625, pero q u e tardó poco en re g r e s a rá M adrid, donde prosiguió sus trabajos literarios y las tareas propias de su m inisterio, y por ú ltim o , q u e en 1645 aparece com o com endador de su religión en S o ria , donde murió en 1648 á la edad de setenta y seis años. Y esto es to d o , porque cuanto se dice de las circun stan­ cias de su v id a , de su turbulenta m oced ad , de sus viajes por varios países, de su residencia en P o r tu g a l, y áun de haber sido casad o, n o pasa de co n jetu ra s, com o ha dicho su erud ito biógrafo, n uestro m alogrado am igo D . C a y e­ tano R ossell. Tratándose de Tirso, m ejor q u e no de o tro a lg u n o , cua­ dra lo q u e consigna el m ism o Sr. Rossell en estas lineas : 31(1 «Mucha paciencia, mucha sagacidad se­ rian menester para reunir datos comple­ tos sobre la vida de algunos de .nuestros ingenios. » N o hemos sido los españoles muy so­ lícitos en curiosear nuestros a r c h i v o s ; gran parte de éstos lian perecido ya, pér­ dida irreparable: los explorados lo fueron sólo por los historia­ dores eclesiásticos, ó por la interesada vo­ racidad de los genealogistas. Los bienes de manos muertas pa­ saron á sus poseedo­ r e s ; los documentos referentes á ellos y á las peí sonasá quienes pertenecieron , que­ daron condenados á una verdadera amor­ tización. * Sólo la casualidad suele suplir tales er­ róles algunas veces, y esa casualidad ha hecho que ya por des veces hayamos podido tomar cono­ cimiento con la perMinalidad de Tirso, gracias á este mismo convento de la Mer­ ced de Soria, que tan sigilosamente guarda las cenizas del insig­ ne dramático del si­ glo XVII. LA ILUSTRACION ESPAÑOLA Y AMERICANA A P L IC A C IO N DEL VAPO R V L A E L E C T R IC ID A D A L A A G R IC U L T U R A . N.° XIX Dentro de su re­ cinto hace algunos años hallóse un re­ trato de medio cuer­ po , y del tamaño na­ tural, poco más ó me­ nos, con una inscrip­ c ió n , qu e, copiada á la letra , dice a s i: «El R. P. M. IT. Gabriel T ellez, comendador que fue de esta pro­ vincia, hijo de este convento, varón de insigne p r u d e n c ia , predicador y maestro en T eo lo gía, defini­ dor y cronista de la Orden.— Fabricó el retablo principal, el camarín, los colatera­ le s ,)’ todo el adorno que se ve en la nave de la iglesia. Dejando la sacristía llena de preciosas a lh a ja s y ornamentos para el xu lto . N ació en Ma­ d r id , en 1572. Murió en 12 de Marzo de 1648, á los 76 y 5 m e s e s d e e d a d .— Fr. Antonio Manuel de H artalejo, maes­ tro general de la R e ­ ligión , hijo también de este convento, co­ pió este retrato. » Viniendo á la au­ tenticidad d e l cua­ dro, y á la fe que pueda merecer este docum ento, no p o­ demos h a c e r más cumplidas a p r e c ia - LA ILUSTRACION ESPAÑOLA Y AMERICANA. N.° XIX M ADRID.— T E A T R O Luis 1‘T tw tado C o klh o DE LA 317 COMEDIA. , L ucinda S im uís DE COKLHO, directores de la compañía dramática portuguesa que actúa en dicho coliseo. E X P E D I C I O N A L IN T E R IO R D E F E R N A N D O P Q O .— i s d í . k n a s « b u b is * d f los p u e b l o s d e b o c a b o c h ó y m u so la ( De f.: trgr.ifú facilitada p :r el teniente de navio D. Francisco Romera./ LA ILUSTRACION ESPAÑOLA Y AMERICANA. 318 cione« que las que bien elocuentem ente ha hecho el au tori­ zado Sr. Rossell en estas lineas : « ; Q u é fe m erece este docum ento? E n nuestro concep ­ to, toda la necesaria. A lg ú n célebre autor dram ático de nuestros d ia s, ex cla m ó , al verle por vez p rim era, que no podía m énos de ser verdadera im agen de nuestro m erce­ nario. A través de aquella mirada y de aquel sem blante en q u e se a d vierte cierta com p stura , más calculada q u e n a ­ tural , si n o es antojo de la prevención con q u e le m iramos, se descubre un carácter m alicioso, y un m ovim iento de co n tra c-ion en la h o ca, que corresponde á la sonrisa habi­ tual del q u e se deja llevar de su hum or festiv o , satírico y m aleante. L as fechas de su nacim iento y m uerte difieren poco de las q u e y a sabíam os, dos años escasam en te; pero concedem os m ayor autenticidad á los datos consignados en la inscripción susodicha que á las noticias recogidas has­ ta ahora ; p rim ero , porque nacen de fuente m ás inm ediata, y s e g u n d o , por lo conform es que están con las dem as c ir ­ cunstancias anteriorm ente averiguadas. N o m b re, patria, época y particularidades del individuo son las m ism as; ¿qué duda cabe en la identidad de la persona? C oin cid en ­ cia increíble seria que hubiese existid o otro F r. G abriel T e lle z á quien hubiera podido aplicarse tal conjun to de an­ tecedentes. Verdad es q u e nada se indica alli de su renom ­ b re com o autor dram ático; pero precisam ente esta om isión hace más verídico el docu m en to; porque si se hubiera in­ tentado representar, amañar más b ien , el retrato de! e scri­ tor con preferencia al del fraile, no hubiera faltado el sos­ pechoso aditam ento de conocido cu el siglo por el nombre de Tirso de M olino ó cualquier otro equivalente. E n cuanto á la ejecución de la p in tu ra, nada h ay en ella de adm irable, ni áun de plausible. L o de q u e F r. A n to n io H artalejo co­ pió el retra to , tanto puede significar q u e es un traslado de o tr o , com o del natural. L a A cad em ia dice que c o p ia re s s im ilo r de la ncüuraleza.» A este hallazgo, h echo por el artista Sr. P o leró y T o le ­ do, debem os añadir o tro no m énos interesante que acaba de hacerse recientem ente y del cual se ha rem itido copia á la A cad em ia de la H istoria por su exp lorad or el notario soriano Sr. A b ad y C resp o, en cu yo poder obra el testim o­ nio, y que dice a s i : « Escritura de carta de pago.— (H a y un sello y una cruz negra tim brados.— D iez m aravedises.— Sello cu a rto , diez m aravedises, año de mil y seiscientos v cuarenta y seis.) E n la ciudad de S o r ia , á cin co dias del m es de O ctu b re de mil y seiscientos y cuarenta y seis años, en presencia de mi el presente E s ribano v testigos, pareció presente el P ad re M aestro F ra y G abriel Tellez, C om endador del C o n ven to de N u -stra Señora de la M erced, redención de C au tivo s de esta C iu d a d , y en nom bre de dicho C o n ven to confesó haber recibido de D. G aspar de la G u a rd ia, vecin o de esta ciudad, A dm inistrador de los B ienes y hacienda de 1 ). Francisco L ó p ez del R io, ya difunto, A lférez m ayor q u e lité de la C iudad y su P rovincia, mil y quinientos reales de la limosna de mil misas q u e se han celebrado en el dicho C o n ven to por el alm a del dicho l.)on F rancisco L ópez del R io , y por Real Provisión de Su M a­ gostad y señores Presidente y O idores de la Real Cliancíllcria de V alladolid se le ha mandado pagar sin em bargo de em bargos y concurso de acreh ed o rcs, á razón de á real y m edio cada u n a , y de los dichos mil y quinientos reales se dió por entregado á su voluntad y del dicho C on ven to, porque los recibió en trigo á la tasa de Su M agostad y en razón de la entrega q u e de presente n o parece renuncia la ley del entregam iento e non numerata pecunia y las dem as dé este ca so , y de los dichos mil y quinientos reales le dió y oto rgó carta de pago y finiquito en forma cuan bastante ele derecho se requiere y entregó la dicha Real Provisión de los señores de la Real Chnncilleria de V alladolid en que se le mandan pagar o rigin alm en te, por cum plida v pagada con los autos de aprem io, en su virtud hechos al dicho I )on G aspar de la G u ard ia para que los ten ga en su poder para su resguardo y obligo los bienes y rentas del dicho C o n ­ ven to en parte que los dichos mil y quinientos reales son bien dados y pagados por la dicha razón y en virtud de los dichos papeles de suso declarados v q u e no serán bueltos á pedir otra vez en tiem po algun o sopeña de ios pagar con las co stas, y lo otorgó ante mi ei Escribano Público, v lo firmo de mi nom bre siendo testigos I »omingo de Salazar, D on F rancisco d e la P e ñ a ,C lé r ig o , y Lúeas de S otillo, v e ­ cinos y estantes en esta Ciudad, é y o el E scribano doy fe conozco al o to rg an te.* Y aquí la firma de F r. G abriel T ellez, y las rúbricas y dem as sacram entos notariales de la época. En la historia suriana es conocidísima la personalidad de este donante, D. Francisco López del Rio, que labró una gran casa, como dice un cronista, en años muy necesitados, para ocupar con crecidas limosnas ios pobres de su patria. Y en los archivos de esa casa precisam ente, m ejor que en o tr o s , seria posible encontrar algún desconocido rastro del reverendo F r. G ab riel T e lle z y de su con ven to de la M erced de Soria. S irva de a viso á lo s que intenten probar fortuna. A n t o m o P e r e z R io ja . EN LA VELADA. SONETO. P ara ahuyentar m is lágrim as som brías, O u e el alm a intenta reprim ir en vano, R isueña avanzas al brillante piano, Y evocas los recuerdos de otros dias. Tradu ces las sublim es m elodías. O bra inm ortal del genio soberano, Y á los conjuros de tu blanca mano S e llenan los espacios de armonías. Escuchando sus ecos singulares , Q u e vagan por los ám bitos perdidos, S e disipan mis tétricos pesares, Y quedan m is potencias y sen tid os, Pendiente« de tus lánguidos cantares, En cascadas de |>erlas convertidos. P l á c id o L a n g l e . L A C O L O N IA D E SA N JU AN ( A L T O A R A G O N ). I. ver un hombre animoso que dedica su pensa­ miento y su fortuna á la realización del progreso agrícola, parécenos ver un guerrero de la escasa hueste de la restauración nacional. Es hombre de fe, trabaja y espera, diciéndose ¡i si mismo : «Aun hay patria.» Y cuando pase ei tiempo, si ve des1 de algún lado la civilización que lia de seguirnos, podr.i decirle : «Yo te cree.» ; Cuantos hombres de medios y riqueza, á quienes desvanece la adulación, podrían, sin menosprecio de su fortuna, levantar el pedestal de su estatua! Aragón, que en gloria y grandeza á nadie envidia, y Zaragoza, la primer ciudad nacional del mundo, sólo á Pignatclli le ha concedido el honor de perpetuar en bronce su figura. Pocas provincias pueden contarse tan dispuestas á llevar afie­ lante su regeneración agrícola como la de Huesca, y con tan buen sentido, que al presente sólo le preocupa el establecimiento de canales y pantanos ( i) y la plantación de vides, ya roturando ter­ renos no arborescentes, ya estrechando el arca cereal. El país se vale de sus recursos para esta trasformacion ; pero hay cerca de Huesca, en los términos de Vicien, una planicie, antes casi yer­ ma y ruinosa para sus explotadores, donde no sólo y con antici­ pación se han hecho cuantiosos sacrificios para alumbrar un pozo artesiano, sino que con inteligencia y energía poco comunes se lleva adelante la sustitución del cultivo cereal por ei de la vid, valién­ dose de los medios conocidos al presente y de aparatos especiales encargados ad hoc, con objeto de hacer más rápidas y productivas las plantaciones, estableciendo al propio tiempo la industria viní­ cola con tan segura base, corno que lué confiada á M. Boireau, autor del Traitenecnt practique des vins. Era el monte de San Juan, há pocos años, lo que su nombre indica: un monte pelado. Es hoy una colonia modelo, donde las operaciones agrícolas se llevan con científica exactitud y con aplicación especial á aquel suelo y á aquel clima. Antes, los ce­ reales esquilmaban, sin gran ínteres, la mayor superficie de la finca, y hoy, 1.800.000 cepas, de la« que dan ya fruto 600.000, rin­ den en cada recolección 5.000 hectolitros de vino, que se elevarán á 20 O 25.000 tan pronto como racimen los tres ó tres y medio mi­ llones de cepas á que ascenderá en el afío próximo la plantación total. Antes, el arado egipcio, la labor somera, los abonos insig­ nificantes y muy de Urde en tarde renovados, y como director de cada artefacto el rudo gañan, que al trabajar cánUba, sin aperci­ birse de su esclavitud ; y hoy, una pareja de máquinas de vapor y un gran arado subsuelo ( arado O lner), que abre surco á 80 o 90 centímetros de profundidad, y remueve cada diez horas 16 millo­ nes de kilogramos de tierra. Antes, la actividad del hombre, li­ mitada al desaparecer el sol, y ahora, dos lámparas eléctricas, cuando la necesidad obligue, permiten utilizar la noche en el tra­ bajo. Antes, una renta de algunos miles de reales, mermada por el t into alzado de tributación, y, no es hipérbole, no es paradoja, la misma fabrica, el mi«mo agente mineral ha trasformado con exceso los reales en duros, que ésta e« la diferencia que hay en aquel suelo del trigo al mosto, del gañan á la máquina. En fin, la Colonia de San Juan es un trozo de territorio redimido. Parecerá, sin duda, que D. Lorenzo Oliver, el autor de esta redención, tiene en su vida tradiciones agrícolas, y nada ménos exacto. Le sucede como á muchos generales de la guerra de la In­ dependencia, que, sin haberlo soñado nunca, resultaron con ex­ traordinaria« facultades tácticas, dejando aíras á los que seguían el oficio desde los rudimentos. Es mahonés, é hizo su fortuna en Méjico, trabajando en el comercio y minería, y A pesar de ser es­ pañol y negociante j léjos de buscar el fácil y usurario préstamo, señuelo en esta nación de la mayor parte de los ran iulcs, gran­ des y chicos, y á pesar de venir de un país donde la Naturaleza es próvida en demasía, compró tierra, sin más vegetación arbo­ rescente que unas encinas pobres respetada« por el hacha devas­ tadora. Si cuantos vuelven enriquecidos a la inadre patria Irajescn. á mis de su capital, una idea de progreso, y se consagrasen á implantarla, motivos habría para bendecir las emigraciones; pero, por desgracia, la corriente emigradora no nos reporta esc genero de beneficios. A simple vista parecer! que los adelantos realizados en la C o­ lonia de San Juan se han conseguido sin obstáculos, y han sido éstos de tal Indole, que bastaria su reseña para personificar un carácter. Al principio no hubo otro remedio que pagar tributo á la costumbre y á la cria de cereales, importándose entonces por el Sr. iendo susceptible de ampliación. ( 2) Pata completar el nm cnal agrícola tiene encargados no arado de doble vertedera, qae hace-un mes ha llegado ya á la tinca, destinado especialmente, como todos los de so clase. 3 abrir zanja (representabíe por una sección trape­ zoidal de -o á 75 centímetros de altura y 60 y 50 respectivamente para sos base, inferior y superior), y un araño cultivador de vinas. eitudiido sobre el terreno por M. Greíg (hijo), representante de la casa Fonller. N.° X IN diez horas una extensión de tierra equivalente á hectárea y me­ dia, ósea al año, en trescientos dias titiles, 450 hectáreas. En igual tiempo hace el cultivador aragonés nueve y media hectáreas á 40 centímetros de profundidad.y 20hectáreas la rastra Fowllcr; de manera que comprendido el alimento de las máquinas, las re­ tribuciones á maquinistas y operarios, con exceso en aquéllos, y el ínteres, amortización, entretenimiento y riesgos sobre el capi­ tal invertido, á razón de 20 por 100 anual, importa el gasto de labor mecánica, por hectárea, 108 pesetas 13 céntimos, y la plan­ tación. incluyendo el trazado de lineas,apertura de hoyos, etc., el v a lo ra d abono y de los sarmientos, 92 pesetas 15 céntimos, lo que hace un total de 2CO pesetas 28 céntimos por hectárea. Las mismas operaciones, por el sistema ordinario de labor somera, imorlan 325 pesetas 30 céntimos, resultando un coste mayor por cetárea de 125 pesetas 22 céntimos. En cuanto á los resultados, baste decir que la cepa, por el procedimiento ordinario, rinde de medio á un litro de vino por cosecha, producto que lo duplica ó triplica el Sr. Oliver. El Sr. Oliver no es exclusivista en ningún sentido. Su aparato no tiene privilegio de invención y , sin embargo, no teme propa­ gar las excelencias del sistema para que todos los españoles las aprovechen y difundan. Es hombre que no persigue ei negocio exclusivamente por el negocio, comprendiendo Ta importancia social de esas máquinas, que al remover la tierra, trasforman y en­ noblecen el espíritu. Há pocos dias, una dama ilustre, á quien, de | nacer en la antigüedad, hubiese ensalzado Virgilio, protectora de la Agricultura, dispuesta siempre á favorecer toda iniciativa que propenda á la regeneración de nuestros infecundos páramos, mu­ jer dotada de mejor sentido que la mayoría de los hombres que han desempeñado la cartera de Fomento; en fin, la duquesa Anela de Medinaceli, á quien toda España conoce, daba en honor el Sr. Oliver y en la persona de su hijo, una comida de etiqueta. Posteriormente S. M. el Rey recibió al distinguido agricultor en audiencia privada, escuchando la confirir^r'on de una profecía hecha por los labios augustos en los campos de Alcoraz. «Señor — dijo D. José O liv e r — Y. M. no se equivocaba. La provincia de Huesca marcha hoy al frente de la Agricultura española.» Esta es la Colonia de San Juan, y «uanto de ella nemos dicho elogia á su propietario. Que ha procedido con acierto lo dicen los resultados y lo confirman las decisiones de los Congresos Agríco­ las que han convenido en la necesidad de regenerar nuestra Agri­ cultura estableciendo arterias de nutrición, anastomosándolas in­ teligentemente. y en estrechar el área cereal que actualmente esclaviza 1 J millones de hectáreas, de las que por lo ménos dos y medio millones deben destinarse á la vid, Partiendo de este hecho reconocido, el Sr. Oliver ha ideado un nuevo sistema de plantación admirable en la teoría y en la prác­ tica. La casa Fowiler de Leeds (Inglaterra ), especial en aparatos para remover tierras, ha interpretado perfectamente el pensa­ miento. A llí ftté D. José O liver, y su estancia se señala con un episodio del cual podría sacarse partido para entristecernos y para esperanzarnos. Se reunieron a la vez cinco agricultores en demanda de aparatos para el cultivo. Llegó el dia de la prueba, y Mr. Grcig los obsequió con un triol, espléndido como la fiesta de un magnate, l odos hablaban inglés, lodos tenían el sello enér­ gico «le la raza anglo-sajona, y nuestro compatriota, preguntan­ do «ie uno en uno, se enteró de que aquellos hijos del trabajo, nacidos en Inglaterra, cultivaban: dos, caña de azúcar en la In­ dia y en la Australia; uno, cereales en los Estados-Unidos, y otro, té en la China. ¿ Y V., dónde cultiva?— le preguntaron.— Pocas veces, pocas veces tratándose de una idea de progreso, de un adelanto, podrá contestarse lo que entóneos se respondió : En España. R. S. Í S Memos tenido ocasión de ver las medallas de San Isidro labra­ dor. acuñadas por el laborioso artista D. Victorino González I Bailen, 8, Madrid).ya ventajosamente conocido por otros traba­ jos del mismo género, en los cuales se ha hecho el Sr. González una verdadera especialidad. P í í I V H R L I D estru y e e * v e '*° de l ° s brazos, hacicnI ILl u n i j ! deles lisos y blancos com o el mármol. E ficacia y seguridad com pletas. ( P e r f u m e r ía D u s s e r , i , rué Jean-Jacques R o u ssea u , P arís.) V Los dolores de estómago, las digestiones difíciles, la anemia, se curan en algunos dias con el E L IX IR G R E Z con quina, coca y pepsina. (Medalla de los hospitales.) París, 34, rue de Bru­ yère, y en todas las farmacias. A D V E R T E N C IA . E l considerable"núm ero de originales literarios ad­ quiridos por esta D irecció n , y el escaso espacio que dejan disponible las secciones fijas que tien e estable­ cidas L a I l u s t r a c i ó n E s p a ñ o l a y A m e r i c a n a , la obligan á suplicar á las m uchas personas que anun­ cian el en vío d e nuevos escritos, se abstengan de h a ­ cerlo, á fin de evitarse inútiles m olestias, y á la D i­ rección la contrariedad de tener q u e archivarlos por un tiem p o indeterm inado. 1878 — Exposición Universal de París— 1878. GRANDES INDUSTRIAS FRANCESAS. BUULET, LACRO IX e t C.í® ( M e d a l l a d e o r o ). E sp e­ cialidad en m áquinas para T E J A S Y L A D R IL L O S . 28, rué des Ecluscs St. M a rtin , Parts. E n v ió del catálogo ilustrado á quien lo pida en carta franqueada. ___ — - ------------- BELT A LLE TTE herm anos 4«.— F abricantes de co­ ches.— 24, A ten ú e des Champs E ly sies, P arís.— ( M e ­ d a l l a d e o r o e n 1 8 6 7 .) — Se emda franco e l catálogo ilustrado. —--------------------- °0 °------------------------ —----L . DL'MOXT ( M e d a l l a d e p l a t a ). Bom bas cen trifu ­ gas : único prem io concedido á las bom bas en la clase 54, m ecánica general.— 55, rué Sedaine, Parts. LA I LU STB ACION ESPAÑOLA Y AMERICANA. N.* XIX 319 ^KANANGA .JAPON4? RIGAUD & C \ Perfumistas P A R IS , 8, R ué V ivien ne y 47, A v enu e de l’O p éra, P A R IS (El ¡Agua ds Hananga es la locion mas refrescante que pueda imag.narse para los cuidados del culis y del rostro; ve.iida en ei agua destinada a lavarse, aá vigor al cutis, lo blan­ quea y suaviza dejándole un perfume delicado que aprecian las damas mas elegantes. C H A S S A IN G (gxtracto de (Kananga Nuevo y delicioso perfume paro el pañuelo, adoptado por la sociedad elegante. CON L A P E P S I N A Y CON L A D I Á S T A S I S de L a P epsina y la D iástasis son los dos agen tes n atu rales è Indispen sables de la D igestión. El V i n o d e C h a s s a i n g ha obtenido, en 1864 , un inform e de los m as favorab les de la A cad em ia d e M edicina de- Paris. D esde aquella época se ha granjeado un lugar de los m as im portantes en la T erapéutica, y e s prescrito u n iversalm en te con tra las -A p p Ü P K a .n a .n C T a .. Vamacl° el Tesoro de la cabel(g tC S llfí UU (** U g U, i era. hermosea y hace crecer os cabellos,previene su caiua y les comunica un olor delicioso i jabotí de Kananga, jabones de locador; conserva al cutis su belleza, su aterciopelado, j>u frescura y su trasparencia. rgolvos de (Kananga, “ g g r & S iS DIGESTIO NES D O L O R E S DE E ST Ó M A G O , D I S P E P S I A S , G A S T R A L G IA 8 , causado por el sol ó el viento, dan al cutis el blanco mate tan buscado por las parisienses. geche de (Kananga, y el paño del embarazo. C O N V A L E C E N C IA S L E N T A S , VÓMITOS, a £ Ü S ffW S Los Sres. R I G A U D y C “ son igualmente los fabricantes de los nuevos perfum es, C h a m p a c c a d e L a h o r e y M é la t i d e C h i n a , que tan gran éxito fian alcanzado en la E xposición Universal d e'P a ris de 1878. P E N O S A S Ó IN C O M P L E T A S D I A R R E A , PÉ R D ID A DE L A PE T IT O , DE L A S F U E R Z A S , ETC. No t a .— El buen éxito ha hecho nacer numerosas imitaciones v falsificado- f nes. — E xigir la firma en el rótulo y l . V el collar que sella la cápsula. N . . ü> ^ y / Z l/ ¿ — ' ’ » París, 6, Avenue Victoria, y en las principales Pharmacias. La t i ERNA BELLEZA do la PIEL obtenida para el empleo de la PERFUMERIA ORIZA de L. LEGRAND, Proveedor de la Corle de Kúsia. ORI z T l ÁCTÉ LOCION EMUISIVA RUnqne* y refresadebrojez. riel Umul»su.uiclu* (• CR E M E O R IZA ORIZÁ-VELODTÉ Lomi*suatop»r»lapiel. S t HONORL¡J C R E M A y b la n q w .a la 197 rg. ESS.-ORIZA IPerfumes atados los ralmllietesdenoresnuevos. JdopUdn»wr I* tnod». su a v iz a P IE L y !#rael ro tro ; le demelre y lo conserva la I '* ntndy la f escura. I rcp ir ido especial­ mente p .ra u.arlo con el Fluide tatti. OI i ( f i n 1*7» El solo Dentífrico que reúne mi calidad escepcional 1 ana Baratura sin precedente SA V O N I A T I F C iJ l, D spAaite » p a l : B B t rué 8t-H onoré. Denti m ol* CO!» USTI! 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J a b ó n .......................................... de I X O R A E s e n c i a ...................................... deI X O R A A g u a d e T o c a d o r ... de I X O R A P o m a d a ..................... deI X O R A A c e i t e ......................... deI X O R A P o lv o de A r r o z ........ de I X O R A C r e m a ......................................... deI X O R A COSMYDOR toeMparfAM4¿»i da 7»nadar tía teréa az Vinagra Loe Higienista* de nues­ tra époc* preconizan el uso diario del o o b m t b o b . E sta In c o m p a ra b le A g u a d e T o c a d o r , sin A c id o n i V i ­ n a g re , e s ta re c o m e n d a d a p a ra los m ú ltip le s u s o s de la fttglcne.de} Tocador y de la Salu d (úsese otaniaaaN TK i Se »ende en todas partea. S3 DBroarre ea*«aBL l a i l m i d Séhitupel P41IS K l todo Hierro P ierre HAFFNER 12 , P a s s a g e Jouffroi. 30 MEDALLAS DE HONOR. Se envían m odelos en dibujos y precios corrientes francos. 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Un folleto de 80 pá. ginas en 4.0, á dos co­ lumnas, que se vende,a una peseta, en la librería del editor, Madrid (Mon­ tera, X). E S P A Ñ A. R E D A C C IO X POR AUTORES E D ITO R E S. Ó E l e n c o «le a lg u n o * mapas postales de España, por E l D octor F h e BUSSEM, cartero honora­ rio díf España y de sus Indias. Con la erudición y gran copia de intere­ santísimos detalles que ilustran los escritos del Dr. Thebussi-rn, descrí­ bense los mapas de la Península y los de las provincias, los itinerarios gráficos de los ambulan­ tes, los croquis de mapas y los planisferios, cuj'a existencia ha llegado á noticia del diligente au­ tor del folleto. Este, ele­ gantemente impreso en el establecimiento tipo­ gráfico de los Sucesores de Rivadeneyra, consta de 26 páginas en 8.° T i­ rada de cincuenta copias, que no se venden. C a sle llo n e n se » ilu *tres, apuntes biográficos por Juan A . Balbas. Com­ prende esta curiosa obra ae la que hemos recibido un ejemplar, las biogra­ fías de los hijos de Cas­ tellón de la Plana que más se han distinguido por sus virtudes, sus he­ chos heróicos y su saber; y es de sentir, no obstan te, que algunas sean de­ masiado reducidas. For­ ma un tomo en 8.u, de regulares dimensiones, y se vende, á 4 pesetas, en Castellón, librería de Arrnengto, y e n Madrid, en las de Bailly-Bailliére y Gaspar. M n n tin l «1«* e le m e n t o * de Mecánica industrial y máquinas, por D. Nico­ lás de Bustinduy y Verg a r a , ingeniero indus­ trial. Es un libro de tex­ to para las escuelas de Artes y Uficios. que cons­ ta de 230 páginas en 8.", L a .Yr«nii*n|n*rin y la Biblia, por D. Teodoro Creus Coraminas, abo­ gado de los tribunales del reino. Contiene este fo­ lleto un breve estudio so­ bre los más notables des­ cubrimientos arqueológi­ cos y las tradiciones de varios pueblos, y las re­ laciones de unos y otras con la Biblia. Véndese en Barcelona, librería de 1.a Rtnaixensa (X u clá, 13, bajos). Hijos del Sr. Baraja (pla­ za de la Constitución, 2). l . o R a t - P e n a l , calendari liemos! corresponent al any de 1883, compost.... per En Constanti Llora barí y E11 Joseph M. Puig Torralva. F i­ guran en este almanaque artículos en prosa y poe­ sías de los tnás distin­ guidos escritores y vates valencianos y catalanes. Valencia, librería de los Aguilar. S O R IA — E l. CONVENTO D E N U ESTRA SEÑO RA DE I.A MERCE D, donde vivió y murió, en 12 de Marzo de 1648, el R. P. M. Fr. Gabriel T ellcz, Tirso de Molina ( De fotografi.1.) AGUA CIRCASIANA POMADA TANICA 47 de FILLIO L, R o^ T W in d ^ d r Tai iinlen uvuln por todos lo» fiuuilliiA itiiIca y la K nob|i ?.i .lo l{un>)ni. D e v u e l v e a l.w c a b c lío s ^ b l a n c o » su c o lo r n a t u r a l r u b lo c a s E ta ñ o o m u rro. tlnre luuasry onv-or el (‘atollo. ^ infalible puní C a b e lle » Lo ri! leur Recom?níacU Dcr ras Celebridades Medicales G O T A S CONCENTRADAS mra el pañuelo. A G U A D I V I N A llamada agua de salud. 1 SE VENDEN EN LA FABRICA parís 13. rae d'Enghien. 13 parís Depósitos en casas de los principales Perfumistas, Bóucan..s j Peluquera de ambas Americu. y C.» ( 1 6 , rue Suzer. Part's). MADRID. Estableamientu Tipográfico de los Sueason, de RnaJeaeyi», im p le .» « » a * la K m I C a ... Paseo de San V tear,va. ¿O.