Al Servicio Del Proyecto Imperial De Carlos I

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AL SERVICIO DEL PROYECTO IMPERIAL DE CARLOS I: EL JURISTA ALFONSO GUERRERO José Luis Villacañas Berlanga Editamos hoy en nuestra Biblioteca un raro libro de un autor extraño. No es desconocido, desde luego, pero es muy poco estudiado. No por ello, sin embargo, es menos significativo. Se trata de Alfonso Álvarez Guerrro, que nació en Almodóvar, en el obispado de Beja, en el actual Portugal, como el ilustre defensor del poder pontifical Álvaro Pelayo1. No conocemos la fecha exacta en que vino al mundo nuestro Alfonso. Sabemos que estudió la carrera eclesiástica y que en muchas de sus obras se presentó como licenciado, aunque en verdad se doctoró en los dos derechos. Sin ninguna duda, se mantuvo cerca de los ámbitos de poder. Alguna relación temprana debió tener con Valencia, donde en la casa de Joan Joffre publicó una obra que debió de ser muy juvenil: Las CC del castillo de la fama2. Al parecer no sería la única obra poética del autor3. En España fue consejero real y en Nápoles presidió la Cámara de Cuentas. Su vinculación a las cosas de Italia estuvo relacionada y fue siempre cercana al séquito del emperador y luego a la administración hispánica. De otra manera no se explica que estuviera en condiciones de publicar en 1530 una obra que se llamó Palacio de la Fama e Historia de las guerras de Italia 1 Todavía se debe ver para Pelayo el viejo libro de Nicolas Iung, Un franciscain théologien du pouvoir pontifical au XIV siécle, París, Vrin, 1931. 2 Las CC del castillo de la fama / por el licenciado Alfonso Albares [sic] Guerrero... [Cieza] : "...la fonte que mana y corre...", 1958; Reprod. facs. de la ed. de : Valencia : Joan Joffre, 1520. 3 En efecto, en la edición facsimilar que se ha hecho en Valencia, por Vicent Garcia, en el año 2002, se incluye Las CC del castillo de la fama / compuestas por Alfonso Álvarez Guerrero y otra pieza, Las cincuenta del laberinto contra fortuna / compuestas por el mismo autor, siempre en reproducción de la Joan Joffre, de Valencia de 1520. Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispánico José Luis Villacañas Berlanga, Al Servicio Del Proyecto Imperial De Carlos I: El Jurista Alfonso Guerrero. con la coronación de Carlos V.4 Desde luego, el tratado que presentamos no se puede entender al margen de los acontecimientos italianos impulsados por la política del Emperador. Luego,en Italia debió quedarse, pero sin perder conexión con el puerto desde el que Italia estaba más a mano: Valencia. Desde allí debió mantenerse cerca de los lugares hispanos de Italia. Fue obispo de Monopoli en Italia, entre los años 1571 y 1572, y sin duda debió quedarse hasta su muerte en 1577 cerca de las tierras donde había realizado su labor editorial. El libro que presentamos, en una trascripción del original debida a José Luis Martín5, titulado Tractado del modo y forma que se ha de tener en la celebración del general concilio y acerca de la reformación de la Iglesia, se editó por primera vez en Valencia, en 1536, por Francisco Díaz Romano, pero no he encontrado ningún ejemplar de esta tirada. La edición que trascribimos es la de Antonio Bellono, y vio la luz en Génova, en el año posterior de 1537. Hay ejemplar en la Biblioteca de Cataluña. Todavía en 1545 se editaría el mismo libro en latín, en 1545, esta vez en la ciudad de Nápoles y publicado por la casa de Abrosio Manzaneda. De hecho, estas dos casas editoriales napolitana y valenciana producirían algunas obras suyas, más o menos por las mismas épocas. Así, en Valencia, y en el mismo año de 1536, vería la luz su tratado Liber Aureus perutilis ac necessarius, de adminsitratione et executione justitiae, y en la casa napolitana de Mazaneda se estamparon dos ediciones de un tratado que lleva por título Aureus et singularis tractatus de bello iusto et iniusto, una del año 1543 y otra del año 1545, con apenas variaciones. 4 Palacio de la Fama e Historia de las guerras de Italia con la coronación de Carlos V, Editada en la casa de Juan Baptista de Phael, en Bolonia, en 1530. 5 A quien además agradezco algunas de las noticias bibliográficas de esta reseña, que en realidad debía haber realizado él mismo, como parte de su diploma de estudios avanzados. Diversas circunstancias lo han impedido, por lo que finalmente he debido encargarme de esta reseña. 2 Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispánico José Luis Villacañas Berlanga, Al Servicio Del Proyecto Imperial De Carlos I: El Jurista Alfonso Guerrero. Lo más relevante de la biografía de Álvarez Guerrero, y lo que debería estudiarse en profundidad, es que no sólo fue activo en la vida del Káiser, sino que mantuvo un alto grado de actividad intelectual y política en la época de Felipe II. Por eso es un testigo de excelencia para juzgar la continuidad de la política religiosa de la monarquía hispánica, su concepción de los poderes del Papado y su comprensión de las relaciones con el emperador o con el poder civil. Como es natural, esto permitiría comprender el sentido profundo Trento, y responder a la pregunta de hasta qué punto la necesidad de un concilio general venía gestándose desde el inicio del siglo XVI y qué significó respecto de la previsiones iniciales de reforma de la Iglesia y del poder civil en Europa. Así, mucho tiempo después de este tratado sobre el concilio, este Alfonso Guerrero, ahora ya con el nombre completo de Alfonso Álvarez Guererro, presentaba a Felipe II un informe sobre la reorganización de la Iglesia,6 en sendas cartas enviadas en los años 1568 y 1570, en la víspera de ser elevado a la dignidad episcopal. Pero su labor como publicista de asuntos de derecho canónico no cesó entre los años del emperador y estos años de Felipe II. En el año 1559 había editado en Venecia su Thesavrus christianae religionis et specvlvm sacrorvm svmmorvm Romanorvm Pontificvm, Imperatorvm ac Regvm, et sanctissimorvm Episcoporvm.7 El mismo libro tendría ediciones repetidas en los años 1563 y ya póstuma en el año 1581. Al parecer, aunque no lo he podido confirmar, este mismo libro apareció en otra edición todavía más 6 Estudiado por Feliciano Cereceda en Dictamen sobre la Reforma Eclesiástica presentado a Felipe II en 1560 por el Dr. Alfonso Ávarez Guerrero, editado en España, eso sí, pero sin lugar, sin editorial, sin fecha, aunque se supone que de los años 40. De él se tiene copia en el CSIC. 7 Thesavrus christianae religionis et specvlvm sacrorvm svmmorvm Romanorvm Pontificvm, Imperatorvm ac Regvm, et sanctissimorvm Episcoporvm, Venetiis : Apud Cominum de Tridinum Montisferrati, 1559, Nunc noviter in lucem editum, 422 págs. Fue catalogado por Palau, nº, 9676 y hay ejemplar en Universidad de Valladolid, Sign.: [cruz latina]6, [2 cruces latinas]8, A-Z6, Aa-Ll6, Mm8. Una edición posterior se realizó en Florentiae : apud filios Laurentii Torrentini ..., 1563, Palau nº 9677, con ejemplares en la Universidad de Barcelona y universidad complutense de Madrid. Una edición todavía posterior es la de Colonia, apud haered. Iacobi Soteris & Ludouici Alectorij, 1581; Palau nº. 9679 3 Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispánico José Luis Villacañas Berlanga, Al Servicio Del Proyecto Imperial De Carlos I: El Jurista Alfonso Guerrero. tardía, en la misma ciudad de Colonia, con el título De ivre ac potestate romanorvm pontificvm, imperatorvm, regum ac episcoporum, alijsque ad ius pertinentibus / clarissimi ac praestantissimi I.C.8 Es posible que fueran los ejemplares de la anterior edición sin vender, ahora rotulados de otro modo. Este mismo Alfonso Alvárez Guerrero editaría en 1571, en Nápoles, un Iuris Pontificii Caesareique speculum vbi ... explicationem ... vtilius iurisprudentiae studiosis adferri possit9. Esto es todo lo que hemos podido identificar de este autor, que no figura en ninguna de las monografías sobre Carlos V ni sobre Felipe II. Sin embargo, es un solvente ideólogo de la política imperial respecto a las cosas de la Iglesia. Ya don Marcelino, estudiando a los heterodoxos —y aún cismáticos, como les llamó— del tiempo del emperador, aludió a la política imperial más o menos en estos términos: por orden del emperador, Alfonso de Valdés escribió las cartas que en 1526 dirigió Carlos V a Clemente VII y al Colegio de Cardenales, en las que se lamentaba “de los agravios que había recibido del Papa, y solicitando la celebración de un Concilio general”. El juicio de don Marcelino resulta extremo: “Por de contado, era ya cismático y sedicioso el incitar a los Cardenales a reunir Concilio, aun contra la voluntad del Papa”. Por lo demás, su interpretación se basa en un juicio de intenciones. “Y esta arma del Concilio la usó más de una vez Carlos V, no por intenciones de reformador, sino para tener en jaque a Roma, o para contentar a los luteranos”. Sin embargo, es muy importante recordar la posición de Carlos, siempre inspirada en el pensamiento postgibelino de Gattinera. La primera 8 De ivre ac potestate romanorvm pontificvm, imperatorvm, regum ac episcoporum, alijsque ad ius pertinentibus / clarissimi ac praestantissimi I.C Coloniae Agrippinae : apud Petrum Horst, 1586 9 Iuris Pontificii Caesareique speculum vbi ... explicationem ... vtilius iurisprudentiae studiosis adferri possit Hac quinta & postrema editione ... Neapoli : apud Horatium Saluianum, 1571. 4 Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispánico José Luis Villacañas Berlanga, Al Servicio Del Proyecto Imperial De Carlos I: El Jurista Alfonso Guerrero. de las cartas acaba así, tal y como la cita Menéndez y Pelayo: “Todo lo que se nos objeta y en adelante se nos objetare, ya concierna a nuestra persona, ya a nuestro imperio, reino y dominio, y todo lo que nosotros, por nuestra justificación e inocencia, para quietud de la república cristiana pretendemos y podemos pretender, lo remitimos al conocimiento y sentencia del Concilio general de la Cristiandad. A él lo sometemos todo, suplicando y exhortando a Vuestra Santidad, para que cumpliendo con su pastoral oficio, y con el cuidado y solicitud que debe tener por su grey, se digne convocar al referido Concilio, en lugar conveniente y seguro, fijando el debido término... Y como por esta y otras causas vemos trastornado el pueblo cristiano, recurrimos de presente y apelamos de todos y cualesquiera gravámenes y conminaciones al futuro Concilio.” Como es natural, Menéndez Pelayo no tiene nada que objetar a esta declaración. Sin embargo, sabe identificar el problema real cuando añade: “El final de la epístola a los Cardenales toca los lindes de la rebeldía: «Y si vuestras reverendísimas paternidades se negasen a conceder nuestras peticiones, Nos, según nuestra dignidad imperial, acudiremos a los remedios convenientes, de suerte que no parezca que faltamos a la gloria de Cristo, ni a nuestra justicia, ni a la salud, paz y tranquilidad de la república.”10 Como vemos al leer el libro de Guerrero, esta exactamente es su posición jurídica. Era el primer acto diplomático de un segundo acto militar que debía tener lugar en 1527, en el que los mismos actores son así tratados por el mismo Alfonso de Valdés de esta guisa: «Los Cardenales... presos y rescatados, y 10 Marcelino Ménendez Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles, vol. III: Erasmistas y protestantes. Libro IV, capítulo. II. “Los erasmistas españoles, Alfonso de Valdés”, pág. 123-163, aquí 131. Cito por la edición digital de la Fundación Larramendi. La cita latina dice: “Si vero, Reverendiss. paternitates vestrae aequissima hujusmodi postulata nostra concedere negaverint... nos pro nostra erga Deum gratitudine, proque dignitate nostra imperiali... quibus licebit remediis ita in hisprovidere curabimus, ut nec Christi gloriae, nec justitiae nostrae, nec christianae reipublicae saluti, paci et tranquilitati quovis modo defuisse videamur”. 5 Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispánico José Luis Villacañas Berlanga, Al Servicio Del Proyecto Imperial De Carlos I: El Jurista Alfonso Guerrero. sus personas muy maltractadas y traídas por las calles de Roma a pie, descabellados, entre aquellos alemanes, que era la mayor lástima del mundo verlos, especialmente cuando hombre se acordaba de la pompa con que iban a palacio, y de los ministriles que les tañían cuando pasaban por el castillo.» Y tras esto «las irrisiones que allí se hacían: un alemán que se vestía como Cardenal, y andaba cabalgando por Roma de pontifical... con una cortesana en las ancas». «Los Obispos sacados a vender a la plaza con un ramo en la frente, como allá traen a vender las bestias. Y cuando no hallaban quien se los comprase, los jugaban a los dados.»11 Sin ninguna duda, la posición de Carlos V y de sus agentes, el canciller Gattinara, su secretario Valdés y los demás era bien representada por esta frase de Lactancio, entresacada del Diálogo de Alfonso Valdés que lleva ese nombre: “El señorío y autoridad de la Iglesia más consiste en hombres que no en gobernación de ciudades»; y por eso, «más libremente podrían entender los Pontífices en las cosas espirituales, si no se ocupasen en las temporales». Desde el punto de vista de los nuevos gibelinos, a la iglesia no pertenece poder coactivo alguno ni función de gobierno: «En toda la cristiandad no hay tierras peor gobernadas que las de la Iglesia.” La solución era, desde luego, la indicada arriba: La celebración del Concilio general, la satisfacción de los agravios presentados por los Estados del imperio, y las medidas disciplinarias: que las rentas de la Iglesia se empleasen para socorro de pobres, y que los pueblos, y no los clérigos, las administrasen; que no se diesen dispensaciones por dineros; que los eclesiásticos no fueran privilegiados y exentos de alcabalas e imposiciones; que se moderase el número de los días festivos; que se permitiese el casamiento de los clérigos, etcétera. Como es sabido, el Diálogo exige la 11 Historia de los heterodoxos españoles, ob.cit., pág. 147. La notas de Menéndez Pelayo por la edición del Diálogos de Lanctancio, Usoz. 6 Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispánico José Luis Villacañas Berlanga, Al Servicio Del Proyecto Imperial De Carlos I: El Jurista Alfonso Guerrero. reforma de la Iglesia, pero sólo se puede ver como posible aquella que sea llevada a cabo por Carlos V. “Si él de esta vez reforma la Iglesia, allende del servicio que hará a Dios, alcanzará en este mundo mayor fama y gloria que nunca príncipe alcanzó, y decirse ha hasta el fin del mundo que Jesús Christo formó la Iglesia y el emperador Carlos V la restauró.” Estas doctrinas, fundadas en una síntesis del viejo derecho canónico y de espíritu humanista renovado, se pueden ver en el Tratado de Guerrero. Por el mes de agosto de 1528 y no más lejos de abril de 1529, Alfonso Valdés debió acompañar al emperador a la visita que realizó a Valencia, donde se reconcilió con la ciudad después de los duros enfrentamientos de las Germanías. Desde luego, allí debió entrar Guerrero en contacto con estas doctrinas, que de manera tan pormenorizada debía defender en su Tratado del modo de realizar el concilio general, obra que no es de propaganda, sino de bien fundado derecho canónico al servicio de las teorías neogibelinas de la corte. Sabemos que Valdés estuvo en Valencia por estas fechas y que su Diálogo circuló por la capital del Turia y era lectura frecuente entre “los amigos, aquellos a quien yo lo he comunicado, [y] lo han tan mal guardado, que se han sacado más traslados de los que yo quisiera”, dice Valdés12. Aunque su intención no era publicarla, su obra era muy conocida. Tanto que había provocado una persecución del secretario de cartas latinas del canciller Gattinara. La polémica con Baltasar de Castiglione, por ese entonces representante y Nuncio del Papa ante la monarquía hispánica, es conocida. Sin embargo, para entender la obra de Guerrero, debemos comprender el sentido de las quejas de Valdés: “he descubierto la plática en que V. S. —dice a Castiglione— anda contra mí a causa deste libro, y que ha informado a S[u] 12 Menéndez Pelayo, ídem, pág. 156. 7 Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispánico José Luis Villacañas Berlanga, Al Servicio Del Proyecto Imperial De Carlos I: El Jurista Alfonso Guerrero. M[ajestad] que en él hay muchas cosas contra la Religión christiana y contra las determinaciones de los Concilios aprobados por la Iglesia”. Aunque Valdés aseguraba tener la conciencia limpia en este asunto, exigía de sus rivales una mejor información acerca de “las determinaciones de la Iglesia”. A su favor, el secretario invoca toda una pléyade de teólogos, que han visto el texto y lo han aprobado. Menéndez Pelayo habla de “todo el cónclave erasmista”13. Sin duda, de estos ambientes surge la necesidad de defender la dignidad imperial desde una perspectiva que no pudiera ser entendida como erasmista, sino estrictamente jurídica. Esta es la tarea del tratado de Alfonso Guerrero. Es una lástima que nuestro erudita santanderino no lo haya conocido. Que la vida de Guerrero y del séquito de CarlosV se unifica en los años siguientes a la llegada del emperador a Valencia parece claro. En 1529 ese séquito salió de España y con él Valdés, acompañando la corte imperial. Sabemos que se embarcó en Barcelona y que asistió en Bolonia a las vistas de Clemente VII. Fue allí, y en el año 1530, donde Guerrero publicó sus memorias de la coronación de Carlos V. No cabe duda de que formaba parte de este entorno cortesano. Sus doctrinas no dejaban de ser las oficiales. Sin embargo, debemos preguntarnos por qué se mantuvo hasta 1536 estas tesis, cuando ya en 1535 se había producido la inflexión de la Inquisición española, cuando comenzaban las primeras persecuciones contra los erasmistas14. Desde luego, esto no afectaba plenamente a nuestro Guerrero quien, aunque incorpora tesis muy claramente reformadoras en el 13 Menéndez Pelayo, ídem. 157. el doctor Coronel, que hizo también varias enmiendas; el cancelario de la Universidad de Alcalá, el Maestro Miranda (Sancho Carranza), el doctor Carrasco y otros teólogos complutenses, Fr. Alfonso de Virués, Fr. Diego de la Cadena, Fr. Juan Carrillo, el Obispo Cabrero..., en una palabra, todo el cónclave erasmista, y que «todos lo loaron y aprobaron e instaron porque se imprimiesse, ofreciéndose a defenderlo contra quien lo quisiesse calumniar”. 14 Dada la desgracia en que cayó Manrique, y la elevación de Valdés a hombre importante de la Inquisición, comenzaron las persecuciones de Juan de Vergara, de Pedro de Lerma, que tras una persecución muy sonada se exilió a Francia. 8 Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispánico José Luis Villacañas Berlanga, Al Servicio Del Proyecto Imperial De Carlos I: El Jurista Alfonso Guerrero. sentido de aumentar la pobreza evangélica de la Iglesia, era sobre todo un jurista y se expresaba en estos términos, alegando todo tipo de antiguos ordenamientos del derecho canónico. Quizá no debía sentirse muy ajeno al nuevo clima de persecución en España, desde luego, cuando editó el libro en Génova y cuando toda la carrera posterior la haría en estricto jurista y en Italia. No hemos visto su nombre relacionado con los ambientes de Juan de Valdés. Aunque su presencia en Nápoles es segura en las fechas en que Valdés fundó su agrupación cristiana evangélica, su nombre no es notorio. No obstante, si recordamos la peripecia del emperador por estos años de 1536-1538, nos damos cuenta de que Guerrero seguía muy cercano a los escenarios y a los hechos políticos. Trabajase al servicio de la corte, o fuera uno de estos rezagados reformistas que operaba por libre, aprovechándose de las circunstancias políticas, no lo sabemos. Pero que estaba informado de los procesos históricos y daba razones a la política imperial parece obvio. Debemos recordar los hechos de esta política, así como sus espacios en que tuvo lugar. En uno de sus giros característicos, la política italiana, que desde la doctrina Gattinara era el centro de la pretensión de dominio europeo de Carlos V, había dado un vuelco con la muerte en 1535 del Duque de Sforza de Milán. Entonces, Francia volvió a su pretensión de dominar la llanura del Po, aprovechando que Carlos estaba entregado a la política del Mediterráneo sur, con la campaña de Túnez. Así que Francisco I presionó el centro de lo que la doctrina Gattinara quería salvar: la patria turinesa, la Saboya y el Piamonte. Un ejército francés invadió el norte de Italia y Carlos tuvo que regresar rápidamente de África. Era un buen momento, porque el prestigio conquistado en Túnez hacía de él un líder indiscutido de la cristiandad, combatiendo el enemigo ancestral, el 9 Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispánico José Luis Villacañas Berlanga, Al Servicio Del Proyecto Imperial De Carlos I: El Jurista Alfonso Guerrero. musulmán, y no pactando con él en secreto, como hacía Francia. El clima de 1527 se renovó. Ante dos embajadores franceses, en un encuentro con el Papa Pablo III que tuvo lugar el 17 de abril de 1536, Carlos V anunció de nuevo su voluntad de reunificar la cristiandad bajo su mando y preparar un ataque contra Turquía. Para neutralizar a Francia propuso un enfrentamiento limitado, una especie de reto caballeresco, una guerra privada por la cual, fuese cual fuese el resultado, Francisco I no se interpondría en los planes de Carlos. Si perdía el Káiser, entregaría Milán. Si vencía, obtendría Borgoña. En realidad, Carlos no hacía sino ganar tiempo15. Decidido a seguir más a sus generales que a sus diplomáticos y asesores civiles, como Cobos y Granvela, trasladó todo el frente al norte de Italia. Para aliviar la presión sobre Saboya y Milán, decidió llevar las fuerzas de Túnez hacia Marsella con la finalidad de atacar la Provenza en el verano de 1536. En este contexto geoestratégico, Génova, lugar de la edición del libro que presentamos, adquirió un papel central, como enclave italiano capaz de amenazar de forma directa Provenza y Marsella. Allí se refugió el emperador de regreso del fracaso de Marsella y cerca de allí, en Niza, tuvo lugar la cumbre entre el rey de Francia y Carlos V, en la que cada uno negoció con el Papa por separado. La tregua de Niza se firmó el 18 de junio de 1538 y dentro de sus cláusulas estaba la cooperación de los tres poderes contra el Turco, los Luteranos y a favor de un concilio general, que así se convirtió en la clave de bóveda de la salida a la crisis. Pues, en efecto, sólo de este concilio podría salir una solución para la situación italiana, para la pacificación de los protestantes y para luchar contra Turquía. Es muy normal que, entonces y aquí, tuviera lugar la edición de este libro, que 15 Me atengo a la interpretación del momento que ofrece John Lynch, Los Austrias, 1516-1598, Editorial Crítica, Barcelona, 1993, págs. 102-104. 10 Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO de Pensamiento Político Hispánico José Luis Villacañas Berlanga, Al Servicio Del Proyecto Imperial De Carlos I: El Jurista Alfonso Guerrero. recoge las tesis de Alfonso de Valdés, pero sin derivarlas expresamente de la doctrina de Erasmo, sino de una bien fundada doctrina canonística. Sin embargo, la oportunidad sólo puede ser entendida en una circunstancia parecida a la que motivó el Diálogo de Lactancio, del secretario del canciller Gattinara. Era una segunda oportunidad a la idea de Reforma de la Iglesia y reordenación de Europa. Los agentes que impidieron la primera lograron impedir esta segunda. Francia rompió la tregua de los diez años de Niza y la cuestión luterana no hizo sino crecer, invadiendo el dominio de los Países Bajos. Guerrero, sin embargo, siguió su trayectoria como canonista competente y se dedicó a los mismos temas, contribuyendo a crear la sensibilidad que debía conducir al concilio de Trento. Por eso su obra es muy relevante para entender el sentido de esa institución especial, nueva, que todavía debe interpretarse como debe, la Monarquía hispánica. Pues sean cuales sean sus fuentes medievales, aplicadas a la nueva situación de Europa, acabaron produciendo algo nuevo, la primera empresa hegemónica continental verdadera, en palabras de Ludwig Dehio. Como tal, esta empresa estaba necesitada de nuevas herramientas ideológicas. El libro de Guerrero es una de ellas. 11